Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Kalimantán (desde un museo virtual) (página 3)



Partes: 1, 2, 3, 4

En 1892 funda el Partido Revolucionario Cubano. En cinco de los nueve artículos que poseen las bases, cuyo proyecto él redactara, se refleja de una forma u otra la importancia que le ofrece a la solidaridad y relaciones con los demás pueblos. En marzo aparece el órgano del Partido, el periódico Patria, donde divulga numerosas ideas internacionalistas, las cuales se exponen en el salón:

  • "Nace este periódico (…) para contribuir, sin premura y sin descanso, a la organización de los hombres libres de Cuba y Puerto Rico…

  • "…para mantener la amistad entrañable que une, y debe unir, a las agrupaciones independientes entre sí, y a los hombres buenos y útiles de todas las procedencias…

  • "Apena ver insistir en sus propios derechos a quien se niega a luchar por el derecho ajeno.

  • "…no solo a los cubanos será beneficiosa la revolución en Cuba, y a los puertorriqueños, sino a cuantos acaten sus designios y ahorren su sangre.

  • "Que continuamos la revolución para obtener la independencia y libertad de Cuba y Puerto Rico, sin tratos peligrosos con los pueblos de composición diversa, en América o Europa, de quien no pueda venir una ayuda desinteresada".

De su estatua parte la iluminación de todo el salón, acompañada, por supuesto, de la luz que llega de otros recovecos del espacio y de medios técnicos, enmascarando emisores y situándolos de manera que se logre ese efecto. Los especialistas han distribuido el espacio y la ubicación de los objetos de modo que a todos, a la exposición en general, llegue la luz que, en singular combinación, natural y artificial, irradia la figura del Apóstol de la Independencia.

Luego en un museo la luz puede producir efectos negativos si no se dosifica correctamente. Para ello se utilizan los lucímetros y los ultrabiómetros, para calcular la cantidad de luz que reciben los objetos en determinados puntos y la cantidad de infrarrojos respectivamente. Los rayos infrarrojos y ultravioletas, que son los invisibles de la luz natural, situados más allá del espectro de rayos visibles cuyos extremos son el rojo y el violeta, actúan nocivamente en las obras de arte y los objetos. Los infrarrojos pueden quemar y los ultravioletas pueden producir alteraciones químicas. Todo ello se evita con determinados procedimientos en la aplicación de la luz artificial; también pintando las paredes con pigmentos de óxido de zinc y titanio, que absorben los rayos ultravioletas. Y la luz natural cenital se torna dispersa, indirecta sobre los objetos: los preserva. He ahí los elementos que se tuvieron en cuenta para lograr esa obra de arte que es la iluminación de la estatua de José Martí; además de una perfecta conjunción de vidrio y aluminio, que proyecta dicha luz hacia los distintos lugares y objetos de la sala.

Hasta ahora, sobre todo en este complicado salón, la iluminación ha sido perfecta. Se ha evitado el deslumbramiento, el efecto desagradable que provoca la vista de la fuente luminosa directamente o a través de otra superficie reflectora. Por otro lado, se ha mantenido sin alteración alguna la coloración de los objetos, lo cual se logra con la menor incidencia de la luz sobre ellos, sin que a su vez se afecte la visibilidad de los mismos. Este resultado no se obtiene con facilidad: se concatenan para ello las ideas del arquitecto, el museógrafo y el curador. Llegan a un consenso. Resultado multidisciplinario donde se tienen en cuenta el índice de reproducción cromática, la temperatura del color, el nivel de iluminación y el deslumbramiento como tal.

Si, por ejemplo, se calentaran las piezas de barro que ambientan la presencia de Hatuey, emitirán una coloración correspondiente a la temperatura aplicada: en la medida que elevemos la temperatura el barro variará su coloración; primero rojo mate, después naranja intenso, naranja tenue, blanco y blanco azulado. También las luces roja y azul se consideran caliente y fría respectivamente, sin embargo desde el punto de vista de la temperatura del color, son todo lo contrario, fría y caliente. El índice de reproducción cromática permite determinar la fuente luminosa óptima dada la naturaleza del espectro cromático. Y el nivel de iluminación permite valorar la incidencia de los rayos ultravioletas e infrarrojos en los objetos para su conservación. Información que aportan los curadores.

Todos esos elementos y las características de los objetos, así como la idea general de la exposición, se tomaron en cuenta para lograr la iluminación perfecta del salón. Para el visitante avisado de imaginación activa, Martí ilumina el universo americano con la estrella de su frente y alzado sobre el yugo. Pues además de objetos e ideas de su pertenencia aparecen elementos y artículos de la época.

A tono con las bases del Partido Revolucionario Cubano, no pocos puertorriqueños hicieron suya la causa independentista cubana. De ahí las fotografías de Ramón E. Betances y Eugenio María de Hostos. También Maceo aparece "donde la luz es clara"; bien que en carta dirigida a Anselmo Valdés, del 6 de julio de 1884, de acuerdo con su convicción internacionalista, el Titán de Bronce escribió que cuando Cuba fuera independiente, solicitaría permiso al gobierno que se constituyera para hacer la libertad de Puerto Rico, pues no le gustaría dejar esclava a esa porción de América; y por otro lado, a sus órdenes lucharon por Cuba tres jóvenes rusos, lo cual también está inscripto en las paredes del salón.

Fue Maceo, al igual que el Héroe Nacional, uno de los patriotas que más pudo apreciar la gran simpatía que muchos pueblos latinoamericanos sentían por la causa de la independencia de Cuba. Conoció de la solidaridad y simpatías de que era acreedor, a pesar de los riesgos y sinsabores que sufrió en casi 17 años de largo peregrinar por tierras de América. Seis intentos de asesinato, seis atentados contra su vida, logro evitar en el exilio: Haití, 23 de diciembre de 1879; República Dominicana, abril de 1880; Kingston (Jamaica), mayo de 1881 (casi coincidente con su ingreso en el ejército hondureño con grado de general de división, el 20 de junio) y Costa Rica, 10 de noviembre de 1894. Por ello en la pared también está la fotografía del entonces presidente de la Republica Dominicana Gregorio Luperón, quien además de ayudar a Maceo durante su estancia en ese país, evitando uno de los seis atentados fraguados por el espionaje español, defendió y apoyó la Revolución Cubana.

Otras muchas figuras ayudaron al general en su duro andar por América, como el secretario del cónsul español, Antonio Ferro, que en Haití lo pusiera sobre aviso del plan fraguado para asesinarlo; o María Filomena Martínez, que mantenía relaciones amorosas con él y ante el juez de instrucción denunció el plan para ultimarlo, en el cual ella debía jugar un papel decisivo, pues llevaría al Titán hasta la playa donde sería asesinado. Luego ninguna de estas personas aparece en el salón: deben estar en los archivos, como otras decenas de hombres anónimos que apoyaron la causa cubana en los puertos, durante la organización y embarque de las expediciones, o durante y después de la primera y segunda guerras. Baste decir que sin ese apoyo sin nombres, sin esa ayuda anónima de miles de hombres de todas las latitudes, difícilmente se hubieran podido desarrollar aquellas guerras.

"La Guerra de Martí", como llamó Gómez a la que se inició el 24 de febrero de 1895 y aludiendo al papel decisivo de aquel, como afirmara el historiador cubano Francisco Pérez Guzmán, "fue el acontecimiento político militar más trascendental del continente americano a fines del siglo XIX. Su proyecto político, fundamentado en gran parte en el pensamiento martiano, rebasa la concepción nacionalista de independencia para defender a los pueblos latinoamericanos y caribeños de la incipiente voracidad expansionista de Estados Unidos de América y abrir el camino de la integración al sur del río Bravo".(4)

Ya a la salida del salón, en letras grandes y negras, me despide un fragmento del Manifiesto de Montecristi, piedra angular y plataforma programática, proyecto político que avala la Guerra Necesaria concebida por José Martí; uno de los documentos principales del siglo XIX cubano:

"La revolución de independencia, iniciada en Yara después de

preparación gloriosa y cruenta, ha entrado en Cuba en un nuevo

período de guerra, en virtud de orden y acuerdos del Partido

Revolucionario en el extranjero y en la Isla, y de la ejemplar

congregación en él de todos los elementos consagrados al saneamiento y emancipación del país, para bien de América y del mundo…

Montecristi, 25 de marzo de 1895

José Martí. Máximo Gómez.

Si bien a finales del siglo XIX la Guerra del 95 fue el acontecimiento político militar más trascendental del continente americano, precisamente por su proyección internacionalista, el gesto cubano en Angola, que también culmina en las postrimerías de un siglo, fue el acontecimiento político militar más trascendental no ya del continente americano, sino de todo el universo. África era el frente donde, a lo largo de quince años, los cubanos forjamos una victoria que, incluso, vino a compensar la caída del socialismo en Europa. La bofetada al imperialismo fue tan categórica con la destrucción del Aparthei, y el fortalecimiento de la Revolución Cubana fue tan rotundo, que la desaparición de la U.R.S.S. y el socialismo europeo solo llegó a significar un tropiezo en el camino de la historia, donde Cuba pasó a jugar el papel protagónico que desencadenó, junto a otros factores, una serie de gobiernos revolucionarios o democráticos en América. Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Argentina, Paraguay, Brasil, demuestran esta idea.

Para nosotros, en el estrecho marco de las Tropas Coheteriles Antiaéreas, Angola fue una experiencia sin igual. Los coheteros realizamos operaciones y caravanas que en Cuba ni se habían soñado. Se rompieron todos los esquemas, literalmente hablando. Muchas de las instrucciones y disposiciones para la explotación de la técnica y el armamento, que durante años limitaron la creatividad o la iniciativa, se disolvieron con facilidad increíble. La realidad —necesidad en la mayoría de los casos— obligó a violar órdenes y disposiciones sobre la explotación de los complejos coheteriles. Aparecieron numerosas innovaciones. Ingenieros y técnicos rompimos disposiciones, encajonamos indicaciones, destrozamos el temor (respeto) que nos limitó durante años en Cuba y nos arropamos con una experiencia envidiable para quienes no tuvieron la oportunidad de semejante privilegio.

Las guerras siempre impelen a demoler todo lo que se parezca a burocratismo, impelen a la práctica descarnada. Y los años allí empeñados, de continua presión, de continuas acciones combativas, fueron la mejor forja, la mejor consolidación de cuanto conocíamos en teoría. Por primera vez nuestras tropas, de una herencia combativa que comenzara aún antes de 1868, pero a su vez novatas en un contexto desconocido y en circunstancias muy especiales, experimentaron un salto cualitativo apreciable; por primera vez combatíamos.

Capítulo 3

El tiempo, que hasta ahora fue mi gran amigo, comienza a presionarme en su inexorable discurrir. Llevo dos horas y pienso que con una más podré apreciar y meditar en toda la riqueza del salón. Aquí culmina la radicalización del pensamiento revolucionario cubano. Se integran, se funden, el pensamiento martiano y el marxismo – leninismo y, por demás, debuta el fundador de un nuevo tiempo histórico latinoamericano, quien armado de tan elevadas ideas y de una inteligencia excepcional, se erige en el más grande estadista de su tiempo histórico, Fidel Castro Ruz, y cómo no decirlo, el más grande internacionalista cubano de todos los tiempos, cuya larga vida y denodada tenacidad le han permitido demostrarlo con suficiencia.

El salón está compuesto por varios sitios y tres salas, la Julio Antonio Mella, la Pablo de la Torriente y la Sala 1946 – 1958. Como los anteriores, dista del aspecto exterior del museo que, por supuesto, se corresponde con el entorno urbano donde está enclavado. O sea, el espacio arquitectónico, determinado por la función expositiva del internacionalismo en el período de 1900 a 1958, también posee la finalidad de representar en interés de la propia exposición determinados estilos arquitectónicos. Si bien los espacios precedentes reflejan la arquitectura de la época que representan y, por ejemplo, la colonial está en los puntales altos, medios punto, con cristales de colores, lucetas e incluso, techos decorados con pinturas, en éste el propósito se percibe en el decorado lujoso, ampuloso, del eclecticismo de las "vacas gordas" de la república neocolonial, que se mezcla con elementos de art nouveau y art deco; trazos y elementos que conocedores del tema pueden apreciar sin dificultad. Luego el impacto no deja de ser en todos los salones la correspondencia de la ambientación con la exposición: no se subordina la exposición a la arquitectura en ningún momento. Y eso es cuanto se ha querido lograr, que los valores arquitectónicos formen parte, realcen, lo expuesto.

De Baliño y Martinillo son los dos primeros cuadros. Dos pilares de la introducción del marxismo en Cuba, lo cual equivale a la introducción por otra vía de más internacionalismo. También aparecen Diego Vicente Tejeda, conocido como el precursor del socialismo en Cuba, y Enrique Roig de San Martín junto a otras figuras.

Carlos Baliño había participado antes en la fundación del Partido Revolucionario Cubano junto a José Martí. Inició la introducción de dichas ideas a su regreso a la Isla después de la guerra. En 1903, con ese objetivo, funda el Club de Propaganda Socialista y en enero de 1904, el Partido Obrero Socialista, que se convertiría en el Partido Socialista de Cuba y continuaría la labor de divulgación del marxismo. Por su parte, Agustín Martín Veloz (Martinillo) se destacó por esos años en la región oriental. Organizó huelgas, editó un periódico y en la década del 20 promovió la fundación de Agrupaciones Comunistas en Manzanillo, Media Luna y Ceiba Hueca. Fue elegido entre los delegados de Manzanillo a la fundación del Partido Comunista de Cuba en 1925.

Obreros, estudiantes e intelectuales abrazaron el internacionalismo a través del marxismo como nueva fuente, bajo la tutela de aquellas figuras enfrascadas en lucha audaz contra la burguesía criolla y sus nacientes mecanismos.

Diversos factores impelen al movimiento revolucionario cubano a ocupar una posición en la avanzada del movimiento revolucionario internacional de las primeras décadas del siglo americano. El entreguismo de una lacra que sumía al pueblo en la más despiadada pobreza, la masacre cometida contra el Movimiento de los Independientes de Color, la Revolución Mexicana, el influjo de la Revolución de Octubre y el movimiento de Reforma Universitaria que aparece en Argentina y se extiende a Chile, Perú, Colombia y Guatemala, prepararon la década del 20 para un vuelco radical, en que se fundieron definitivamente en esta tierra el antimperialismo y el internacionalismo, o dicho de otra manera, el internacionalismo como una forma más de antimperialismo.

La primera herramienta de esa década fue el Grupo Minorista, que se inauguró sin previo aviso con La Protesta de los Trece y proclamó, entre otros presupuestos "la unión latinoamericana". Villena, Marinello, Carpentier, Roig de Leuchsenring, Mañach, José Zacarías Tallet, se encontraban entre los minoristas que también se pronunciaron contra las dictaduras unipersonales en el mundo y en América, protagonizando una clara posición internacionalista.

Ambientando el espacio, se muestran en este primer sitio, junto a otras que conforman el interesante pasaje, varias obras de los minoristas. Ahí están las imágenes del Liborio de Ricardo de la Torriente, representado a la burguesía entreguista del momento. Telares con caricaturas de Liborio, arropando la corrupción que se tragaba al guanajo de siempre, pues Liborio no fue nunca la imagen del pueblo, como afirmaban algunos estudiosos de la cultura epocal, sino de la burguesía genuflexa ante el poder económico de Estados Unidos. También telares de El Bobo, de Eduardo Abela, integrante del Grupo Minorista. El Bobo de la Yuca, de Batabanó o de Babreca, haciéndole tontas y sugerentes preguntas a José Martí. Un Bobo jodedor que no se engullía las mentiras del gobierno, y utilizaba el choteo con la habilidad y astucia de un pueblo sometido a la censura.

Medito aún en este primer sitio, espacio que contiene la unión de obreros e intelectuales desde los primeros años del siglo XX hasta parte de los años 20. Tal vez no se debió dividir la década del 20, tantos hechos confluyeron en esos años que solo una razón muy poderosa pudo arrastrar a los especialistas a la adopción de una decisión tan polémica. Tan cargado está dicho período de figuras prominentes de nuestra historia que solo el tipo de exposición pudo dividirlo. Únicamente el internacionalismo pudo crear las salas Julio Antonio Mella y Pablo de la Torriente Brau, por supuesto, reñidas con una posible sala Rubén Martínez Villena y sus relaciones con Europa, su muerte en la U.R.S.S. Rubén es la figura más carismática del período. Su condición de poeta revolucionario, su estoicismo y tenacidad, su valor personal y desprendimiento, lo convierten en el líder indiscutible del pueblo. Al menos así pienso yo, o por lo menos, es la única razón que se me ocurre para admitir la división del salón.

Lo cierto es que en ese primer sitio está todo lo relacionado con el carácter internacionalista del Grupo Minorista y las ideas marxistas que inician el siglo. Retablo de figuras, en su mayoría intelectuales, obras de arte, caricaturas, escritos, carteles, ideas marxistas sobre internacionalismo proletario, hojas sueltas de Marinello sobre nuestra América, poesías de Rubén. Un arsenal de herramientas para entender el espacio. Un "Venezuela Libre", órgano revolucionario latinoamericano, fundado por el venezolano Francisco Laguado Jaime, y cuyo objetivo era además de combatir a Juan Vicente Gómez, "encauzar la protesta contra el panamericanismo, arma solapada del imperialismo yanqui, y cooperar en toda obra que tendiera a robustecer la unión de los pueblos de América, de procedencia latina". Órgano que en 1926 se convierte en el "América Libre", "látigo de tiranos y del imperialismo".

La Habana era entonces una acería donde se forjaba la solidaridad de peruanos, panameños, dominicanos, haitianos, paraguayos, centroamericanos; antimperialistas que colaboraban con Mella y los minoristas en la Universidad Popular "José Martí". Por esos años La Habana vió luchar por América a los venezolanos Salvador de la Plaza, los hermanos Gustavo y Eduardo Machado, Carlos Aponte, el general Bartolomé Ferrer, el pintor Luis López Méndez, el general José Manuel Hernández, Pío Tamayo, Gilberto Gil, Feliciano Montenegro, José Rafael Wendehake, Juan Montes, el nicaragüense Eduardo Avilés Ramírez, el español José Miguel Pérez. Y brotó del vientre de La Habana "La Covacha Roja", en Empedrado número 17, horno donde bullían las ideas comunistas y antimperialistas. Así está escrito junto al "Venezuela Libre", titulando varios objetos y pertenencias de aquellos internacionalistas: "La Covacha Roja".

También se expone el primer saludo solidario de los trabajadores cubanos a la Revolución de Octubre: un acto de masas que se desarrolló en el teatro Payret de la capital, el 10 de mayo de 1918; y la condena al desembarco de tropas imperialistas en Vladivostok. Todo indicado con precisión. Además, se muestran tres acuerdos tomados en el Primer Congreso Nacional de Estudiantes, organizado por Julio Antonio Mella y celebrado en octubre de 1923.

  • Condenar la penetración norteamericana en las Antillas, Centroamérica y Filipinas.

  • Solicitar que Cuba establezca relaciones diplomáticas con la U.R.S.S.

  • Rechazar la doctrina Monroe y el panamericanismo.

Desde su secretaría de la F.E.U. Mella había logrado aquel congreso antimperialista. En 1922 el doctor José Arce, argentino a cargo del rectorado de la Universidad de Buenos Aires, y uno de los promotores de la reforma en ese país, alentó con sus discursos sobre el tema la reforma en Cuba, y luego de manifestaciones, mítines y reuniones estudiantiles se fundó la Federación Estudiantil Universitaria, donde sale electo como presidente Felio Marinello y Mella, como secretario. Véase cómo también dicha fundación respondió, entre otros factores, a un gesto internacionalista.

Oscurecía en el campamento. Abajo, en la ciudad, oscurecía unos minutos antes, pues nos encontrábamos a unos 1700 metros sobre el nivel del mar y la ciudad de Lubango parecía un hueco. Una densa neblina se cernía sobre El Cristo Rey. Se esperaba el golpe aéreo definitivo del enemigo. En días anteriores los sudafricanos habían bombardeado varios puntos de la región, lejos del alcance de nuestros cohetes. Después realizaron un desembarco helitransportado en la Sierra de Leva, elevación ubicada entre Lubango y el puerto de Mosámedes. Permanecieron allí durante hora y media; hasta que se retiraron los helicópteros Puma. Era de noche. Al día siguiente la radio reportó ocho víctimas civiles y dos militares de las F.A.P.L.A., destruidos cinco vehículos ligeros, un carro pesado y un ómnibus. Además, destruyeron la carretera y por el momento la región de Lubango quedaba incomunicada por tierra con el puerto de Mosámedes. Preludio de un golpe aéreo de mayores proporciones, encaminado a la liquidación de la defensa antiaérea y con ello, al dominio total del aire, la supremacía aérea, pues también se paralizaría la creación de las Tropas Coheteriles Antiaéreas en ese país.

Los que aún no habían pasado al comedor vieron una trazadora por detrás de El Cristo Rey. Las primeras se acompañaron de otras y, de súbito, una nube roja surgió en la parte oriental de la posición. Se acercaba con sorprendente rapidez. Ya se escuchaba la sinfonía de las piezas de artillería. Todo un combate.

Salimos del comedor empujándonos y derribando cuanto se atravesaba a nuestro paso. Algunos saltaron por las ventanas para evitar el embotellamiento de la puerta. El tiroteo se había intensificado y ascendido de un modo casi mágico hasta aquellas alturas. Todas las piezas de artillería tiraban sobre una luz blanca e intermitente, opaca por la neblina y la noche, que venía a sobrevolarnos. Unidades de las F.A.P.L.A. y del movimiento S.W.A.P.O. dislocadas en nuestra región, abrieron fuego.—– "¡Avioooooón!"—– "¡Miraaaaaage!"—–"¡Tiren, coño, tiren!"—– "¡Búsqueda, para el doscientos setenta, épsilon doce!" Los proyectiles formaban una temerosa sinusoide roja por debajo de la turbia luz blanca. Y era el punteo de los 57 milímetros, el repiqueteo de los K – 30 y la balacera y el desorden de la fusilería diversa. La luz intermitente se alejaba entre explosiones. Ninguna logró detener el avance temerario, indescifrable, de aquella luz.

Al otro día todos los combatientes de la región de Lubango, cubanos, angolanos y namibios, conocimos que habíamos estado a punto de derribar un Boeing con pasaje civil. El avión aterrizó en el aeropuerto de la ciudad de Lobito, con innumerables huellas del trance sufrido en la piel de su fuselaje. El capitán de la nave, un piloto portugués, se negó a volar en lo adelante a la ciudad de Lubango, la línea del frente. Venía de Luanda y cuando fue a aterrizar, la artillería del aeropuerto, confundida, abrió fuego y tras ella, toda la zona. El Boeing se elevó en dirección a El Cristo Rey, acaso pensando el piloto que una vez allá arriba nada le podía ocurrir, pero las alturas que rodeaban la ciudad estaban preñadas de efectivos y excepto los flecheros y los coheteros antiaéreos todas las demás armas sonaron. Cientos de proyectiles y municiones se gastaron esa noche.

Ello provocó una investigación del mando superior. Preguntaban por qué, a quién o a qué y por orden de quién habíamos tirado, y un chorro de preguntas más que entonces consideramos tonterías y que hoy no las consideramos igual. Analizando tres bombardeos sorpresivos sin que pudiéramos hacer nada y el paso a Posición uno a causa de un torrencial, cualquier acción de esa índole debiera considerarse normal por inusual que pereciera. (Tan es así que, según los rumores que ascendieron hasta nuestros oídos en esa oportunidad, en la ciudad le tiraron al avión hasta con pistola Makarov, medida exacta del estado de tensión en que se encontraba toda la región de Lubango.) Y para nosotros era necesario, se tornaba vital tirar, tirar en cualquier situación: por las razones que fueran nos habíamos quedado engatillados tres veces. Por eso el capitán Vega Hernández había dicho, iracundo, rabioso ante nuestras cabezas gachas: —–"Hay que tirar, coño, el cohete donde vale algo es en el aire; hay que tirar". Esa era la máxima del vergonzante momento. Pero ¿y los pasajeros que viajaban en el avión? ¿No había sido aquello una actividad enemiga de muy fina inteligencia? ¿Podía el mando superior permanecer inmutable, sin emprender una profunda investigación, cuando no se habían liquidado numerosos inocentes por pura casualidad?

Ahora, frente a su figura, busto esculpido con los brazos cruzados, su sombrero alón y la mirada fiel, mientras acude una multitud de ideas, pienso que esta es una de las salas más justificadas de todo el pabellón. Sala Julio Antonio Mella. Así, sin su segundo apellido Mac Partland de la madre inglesa Cecilia Magdalena, con el del abuelo Matías Mella, el general "del ímpetu" de la independencia dominicana.

Con solo 25 años, Mella se alza como la figura más representativa de la primera mitad del siglo XX cubano. Bien que ningún otro alcanzó a ver con mayor nitidez el fenómeno americano de su tiempo, y fusionó como nadie antes el pensamiento martiano y el marxismo – leninismo. Nadie como él, en tan corto tiempo, había interpretado al Apóstol de la Independencia a través de una concepción marxista – leninista, ni encontró la feroz vigencia de aquel pensamiento mayor. Es por ello que es el que mejor comprende el movimiento revolucionario cubano de la época.

Galería de cuadros y fotografías; desde los padres Cecilia y Nicanor, con Julio Antonio y Cecilio, su hermano menor, hasta las de México, preparando la expedición que lo traería a Cuba para desatar la lucha armada. Fotografías con estudiantes que practicaban el remo como deporte, con miembros de la sección cubana de La Liga Antimperialista, con luchadores anticolonialistas en el Congreso de Bruselas. En un panel de cristal, tapizado con pana verde, descansa un número de la revista Juventud, que fundara en octubre de 1923; junto a la revista, en el mismo panel, algunos documentos de la Universidad Popular José Martí. Objetos personales de los miembros de la Liga y del Partido Comunista de Cuba. Piezas de vestir, en vitrinas, de algunos delegados al congreso fundacional. Bustos más pequeños que el de Mella, de Carlos Baliño, del polaco Fabio Grobart, el mexicano delegado de la internacional Comunista Enrique Flores Magón, del Partido Comunista Mexicano Alejandro Barreiro, Yoshka Grinberg y Félix Gurbich, de la sección hebrea, Venancio Rodríguez, Agrupación Comunista de Guanabacoa, Miguel Valdés y Emilio Rodríguez, Agrupación Comunista de San Antonio de los Baños. Diez esculturas de los diez participantes en la fundación del Partido Comunista de Cuba en 1925, en la casa número 81 de la calle Calzada. Una tarde bajo la bandera roja y Glosas al pensamiento de José Martí también se muestran en la exposición: respectivamente, una crónica sobre la visita de Mella al buque soviético Vatslav Vorovski, publicada en Lucha de Clases, y un folleto donde profundiza en la vigencia del pensamiento martiano.

Cada pieza, cada obra de arte, cada objeto de los miles que conforman el patrimonio que aquí se recoge, proporciona numerosas informaciones que estructuran, junto a otras, el sistema documental del museo:

  • 1. Información administrativa: fecha, forma y fuente de ingreso, número de inventario, valoración de la pieza, signatura topográfica.

2 Información descriptiva: descripción, autor si lo tiene,
fecha de realización y lugar, nombre, material, dimensiones
y número de elementos.

3 Información histórica de la pieza antes de llegar al museo.

4. Información sobre la conservación del objeto. Contiene
el Tratamiento y la recuperación.

5 Información gráfica, sobre todo fotografías en
distintos momentos.

6 Información clasificatoria, tipología de la pieza.

Todo ello exige un serio trabajo sistemático de actualización y permite además, considerar al museo como un gran centro documental.

El hecho de que sea el tiempo quien me presiona y no la "fatiga del museo", puede significar, si se quiere, que varios elementos se han balanceado muy puntualmente. Ha sido favorecida la percepción tridimensional, por ejemplo; los contrastes, también moderados, evitan el continuo ajuste de dilatación y contracción de mi pupila; la diversidad visual; las rítmicas variaciones de movimiento; incluso aspectos como la climatización y ventilación, orientación y dirección, se enfrentan aquí a la proverbial fatiga del museo. Fatiga que empuja al visitante a retirarse. Estados de irritación, agorafobia o claustrofobia se compensan con seguridad, euforia y agilización. La organización espacial correcta se manifiesta en la satisfacción de los instintos de orientación y dirección del visitante y ello a su vez, favorece las buenas impresiones síquicas.

También los estudios sobre el público se enfrentan a la fatiga del museo. Conocidos como "estudios de visitantes", cada día se tornan más profundos y minuciosos. Hurgan en la relación entre el mensaje del museo y la disposición mental del visitante. Y tienen bien presente que, al decir de Hanson, "toda visión es una acción que lleva una carga teórica", pero apoyada en los intereses y competencia del visitante. Por su puesto, se debe partir de la posición activa de éste. La profundización está precisamente ahí, en la consideración de un público activo, cuya mente participa ante cada pieza expuesta.

Siempre me impresionó la vida de Julio Antonio Mella, hijo de
una unión extramatrimonial, víctima del derecho burgués,
que impedía a su padre don Nicanor reconocerlo con todos los derechos
legales, junto a su hermano menor Cecilio. Tan rica es su hoja de servicios
a la Revolución, que aparece como paradigma de la Unión de Jóvenes
Comunistas, junto a Camilo y al Che. A pesar de cuanto puede llamar mi atención
en la sala, me detengo ante una tarja titulada Breve Cronología.
Nutrida de hechos sumamente significativos, colmada del vivir intenso que protagonizó,
tiene la tarja una altura de 3 metros y un ancho de 1,2 metros, con bordes color
metálico, letras del mismo color y fondo negro. Su impacto visual llama
fuertemente la atención; pero no es por eso que me detengo ante ella,
si no porque conozco su vida y una extraña manía de compararlo
todo, relacionarlo, arrastra mi curiosidad.

BREVE CRONOLOGÍA

1903. Nace en La Habana el 25 de marzo. A partir de ese año y hasta 1918 radica en Estados Unidos en compañía de su madre, Cecilia Mac Partland y su hermano Cecilio. Cursa estudios primarios en escuelas católicas y laicas.

1919. En junio aprueba los exámenes de ingreso al Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana y comienza estudios de bachillerato por la enseñanza libre. Viaja a México.

1921. Termina el bachillerato y matricula Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana.

1922. Administrador y colaborador de la revista Alma Mater.

1923. Al frente de la reforma de la Universidad de La Habana. Junio: Ocupa la presidencia de la Federación de Estudiantes Universitarios. Octubre: Preside el Primer Congreso Nacional de Estudiantes, convocado a una propuesta suya. Ese mismo mes funda la revista Juventud. Noviembre: Crea los cursos de la Universidad Popular José Martí.

1924. Milita en la Agrupación Comunista de La Habana. Lo nombran presidente de la Federación Anticlerical. Se sitúa al frente de protestas populares por la presencia en la capital del barco facista Italia.

1925. Acusado por "injurias al gobierno de Zayas y la representación diplomática de Estados Unidos" y sometido a juicio correccional. Dirige las manifestaciones de protesta por la cuestión de la soberanía de Cuba sobre Isla de Pinos. Circula su folleto Cuba, un país que jamás ha sido libre. El 1ro. De mayo habla en varios actos conmemorativos por el Día Internacional del Trabajo. En julio está entre los fundadores de la sección cubana de la Liga Antimperialista de las Américas, así como del Instituto Politécnico Ariel. Junto a Carlos Baliño y otros marxistas, origina el Partido Comunista de Cuba. En la bahía de Cárdenas visita el buque soviético Vatslav Vorovski y publica en Lucha de Clases su crónica Una tarde bajo la bandera roja. El 25 de septiembre lo expulsan de la universidad; protesta en una carta por esa medida al Consejo de Disciplina. Dos meses más tarde, la policía machadista lo detiene y es encarcelado bajo injusta acusación de haber cometido "actos terroristas". Entre el 5 y el 23 de diciembre sostiene una huelga de hambre en la cárcel.

1926. Enterado de que el dictador Gerardo Machado había ordenado asesinarlo, escapa de Cuba. Ingresa en el Partido Comunista de México. En diciembre publica el folleto Glosas al pensamiento de José Martí.

1927. Asiste en Bruselas, Bélgica, al Congreso Mundial contra la Opresión Colonial y el Imperialismo. Visita la U.R.S.S. durante varias semanas. Desde París escribe una carta al Directorio Estudiantil Universitario con motivo de la clausura de la universidad habanera decretada por machado.

1928. Febrero: En México, participa en la protesta de los emigrados contra el gobierno machadista. Mayo: Aparecen textos de ¿Hacia dónde va Cuba? En el periódico ¡Cuba libre! Junio: le conceden matrícula en la Universidad Nacional de México para continuar sus estudios de Derecho. Septiembre: Funda en esa casa de estudios superiores la Asociación de Estudiantes Proletarios. Publica el primer número de Tren blindado. Colabora en El Machete y otras publicaciones.

1929. El 10 de enero, a las 10 de la noche, cae mortalmente herido, ultimado por orden de Machado, en la esquina de la calle Abraham González y Morelos, en Ciudad México. En la madrugada del día 11 fallece en el hospital de la Cruz Roja.

En tanto leo una Breve Cronología, puedo apreciar que no es posible incluir todos los datos, incluso algunos que de una forma u otra se señalan en la sala. Mella no solo ingresa en el Partido Comunista de México en 1926, sino que llega a convertirse en el máximo orientador de la Liga Antimperialista en toda Latinoamérica. A su llegada a México es nombrado secretario general del Comité Continental Organizador y desde esta posición fomenta el Congreso que se celebraría en Bruselas en febrero de 1927. En él contacta con revolucionarios y luchadores de 37 países y 137 organizaciones progresistas del mundo. Pero además, Mella realiza una constante labor de apoyo material y solidario a la causa del pueblo nicaragüense, que resistía la invasión yanqui con Augusto César Sandino a la cabeza. También apoyó las labores conspirativas de los revolucionarios venezolanos, que se preparaban para la lucha armada contra la dictadura proimperialista en su país.

Cuando se funda el Partido Revolucionario de Venezuela (P.R.V.), Mella integra sus filas junto a los muralistas y revolucionarios mexicanos David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera. (Suficientes pruebas de lealtad y solidaridad le habían dado los venezolanos para permitirse otra actitud: durante su huelga de hambre en La Habana fueron los venezolanos Carlos Apontes y el general Bartolomé Ferrer quienes lo protegieron en el hospital.) En 1927, junto al ala militar del P. R. V., se entrevista con el general Álvaro Obregón, para obtener recursos y preparar una expedición contra el presidente Gómez en Venezuela. Luego en 1928 Apontes, el general Bartolomé Ferrer y los peruanos Jacobo Hurwitz y Esteban Pavletich lo protegen en el primer intento de atentado contra su vida en México. Aponte solo se separa de él cuando parte a unirse a Sandino en Nicaragua, donde participa en más de quince combates y alcanza el grado de coronel en el estado mayor del héroe nicaragüense. Por cierto, hay un escrito de Apontes en la pared del museo, junto a su fotografía de sombrero epocal.

Nunca he olvidado que mi orientación política se forjó en Cuba y

para mí ha sido un honor hacerlo saber donde quiera que he estado.

Por eso, cuando fui a Nicaragua, a pelear con Sandino, aunque soy venezolano, no dejé de vanagloriarme con la representación de la Juventud Antimperialista de Cuba, que ostenté en las filas del Ejército Defensor de la Soberanía de Nicaragua. Y por esa misma razón, proclamo el derecho de que se me considere cubano también.

Y tan cubano fue (y se considera hoy) que cayó junto a Guiteras en el Morrillo de Matanzas.

Fiel discípulo de José Martí, Julio Antonio Mella concibe la libertad de Cuba como parte inseparable del combate antimperialista a escala continental.

Ver unidas a las repúblicas hispanoamericanas para verlas fuertes, dominadoras y servidoras de la libertad, diosa. He aquí mi ideal.

Está escrito también en la pared, antes del sitio de Tina Modotti en esta misma sala Julio Antonio Mella.

Es un sitio pequeño pero muy bien ambientado con fotos de la comunista italiana, compañera de Mella. Obra como un adelanto (o un enlace) de la sala Pablo de la Torriente Brau, en tanto las fotografías y objetos que se muestran pertenecen en su mayoría a la época en que ella se enrola como combatiente internacionalista en el Socorro Rojo Español.

Si cada persona y cada paisaje dejan en momentos una impresión fundamental, dominante, central, debo decir que Tina fue para mí la representación corpórea de la más alta virtud revolucionaria: el espíritu de sacrificio…

Juan Marinello.

Sobre el exergo su fotografía, tocada con sombrero y al cuello delicado una bufanda clara. Hermosa y tierna. No hay mejor caracterización de la abnegada revolucionaria que luchó hasta el 6 de enero de 1942, su último aliento en México, por un mundo justo y solidario.

Se recuerda que a su paso por La Habana, en marzo de 1930, luego de permanecer internada en el departamento de cuarentenas de inmigración, en Tiscornia (algunos investigadores afirman que no bajó a tierra), en espera de que la nave en que viajaba levara anclas para continuar rumbo a Europa, los camaradas cubanos le ofrecieron su solidaridad y apoyo moral. Decenas de pequeñas lanchas ocupadas por trabajadores y simpatizantes rodearon la nave en que viajaba, manifestando de distintos modos la simpatía de los cubanos hacia la compañera del héroe asesinado en México, y compensando un tanto el mal trato de que había sido objeto en dicho departamento. Luego aún estaba Tina en la mitad del camino de luchas que la coronaría como uno de los paradigmas universales del internacionalismo.

Detenida por la policía a su llegada a Holanda, a solicitud del embajador de Italia, quien la declaró como enemiga del gobierno de Mussolini, marchó para Alemania donde rápidamente estableció relaciones con el Partido Comunista Alemán, y sirvió como enlace de la correspondencia entre Rubén Martínez Villena, que estaba en Moscú, y los comunistas cubanos. La correspondencia más importante entre ambos puntos pasaba por sus manos. En 1930 llega Tina a la patria de Lenin y todos sus esfuerzos los dedica a trabajar en el partido. Llega a ocupar un alto cargo en el Socorro Rojo Internacional. Es en esa época que recibe a tres niños cubanos a los que brinda especial atención y afecto. Dos de ellos caerían con posterioridad en las filas del Ejército Soviético en la II Guerra Mundial, el alférez Enrique Vilar y Aldo Vivó. También por esa época conoce a María Luisa Laffita y Pedro Vizcaíno, un matrimonio revolucionario cubano que había tenido que salir de Cuba después de la huelga de marzo de 1935.

Tina fue de los primeros combatientes internacionalistas que en 1936, cuando se origina el pronunciamiento faccioso contra la República de España, apoyó al pueblo contra la traición de los militares reaccionarios. En España estuvo entre las organizadoras del primer Hospital Obrero de Milicias Populares. Recogió heridos en el campo de batalla, participó en la organización de un hogar infantil, intervino en el Congreso de Intelectuales por la Defensa de la Cultura y trabajó como periodista en Ayuda, publicación del S.R.I. Ahí están sus fotos, en el comedor de un hogar infantil, en el Hospital Obrero, posando como la artista que era. Su mejor presencia, su presencia viva, seguidora de aquel otro grande de Italia que se llamó Garibaldi.

Importantes figuras condensan los sucesos internacionalistas que se exponen en esta sala Pablo de la Torriente Brau. A continuación del puertorriqueño, en rígido orden cronológico, aparecen el dirigente obrero Lázaro Peña, el secretario del Partido Blas Roca Calderío, Aldo Vivó, Enrique Vilar Figueredo, María Luisa Laffita, Pedro Vizcaíno y numerosos internacionalistas más. Toda una pared de la sala está cubierta de fotografías de los casi mil combatientes cubanos de las Brigadas Internacionales.

Dividido en dos el espacio de la sala, uno muestra el gesto internacionalista por la República española, el otro, el movimiento antifascista de 1938 a 1944. Ambos espacios son amplios y en ellos se puede observar lo mismo unas charreteras de oficial de las Brigadas Internacionales, o un uniforme militar completo, que la muestra de un modesto saco de azúcar de 325 libras. Proclamas de la época, la hoz y el martillo en bronce, el órgano del Partido Comunista de Cuba, el periódico Noticias de Hoy, conocido sencillamente como el Hoy, cajetillas de cigarros, dinero metálico y de papel, armas de distintos tipos y calibres, boletos de viajes, pasaportes, carnés de diversas organizaciones, propaganda comunista, diplomas, títulos de combatientes, un candado con dos llaves, esposas para prisioneros. Una tupida demostración de la agitación de la época.

La sala constituye, en sentido general, una vista sintetizada de la participación del pueblo cubano en la Segunda Guerra Mundial desde sus inicios; el internacionalismo que practicó el pueblo en esa etapa de la historia universal, desde los internacionales que lucharon y cayeron en España hasta los que lucharon y cayeron en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, y el apoyo moral a aquellos pueblos que peleaban por su dignidad.

En el espacio que corresponde a España se pueden leer en estantes, mesas y otras piezas con acrílicos o cristales, numerosas anécdotas de los combatientes e innumerables datos biográficos. Organizaciones a las que pertenecían en Cuba, vías utilizadas para llegar a España, la concentración después de la guerra, el retorno, testimonios de mutilados o de compañeros de los caídos, cartas y fragmentos de cartas enviadas y recibidas en la Isla y España. Toda una prueba brillante de la más elevada contribución que ofreciera el pueblo cubano en la lucha contra el fascismo: la participación de casi mil combatientes en la Brigadas Internacionales.

El 15 de abril de 1937 partió el primer grupo de cubanos a unirse a las fuerzas republicanas españolas en calidad de especialistas, como militares de academia, oficiales de las fuerzas armadas disueltas en 1933. Entre ellos se encontraban el capitán Andrés González Lanuza, los tenientes Julio Valdés Cofiño, Rafael Fernández Martén, Pedro Naranjo Dalmau y el alférez de fragata Jorge agustín Villasana. La organización y preparación de este grupo se desarrolló en el más absoluto clandestinaje. Reclutamiento, aseguramientos, traslados dentro del territorio nacional y hasta el territorio de la guerra (España), se realizaron en condiciones de compleja ilegalidad.

Después de la derrota de marzo de 1935, el movimiento revolucionario cubano se dinamizaba en total clandestinidad. Encabezado por el Partido Comunista, tenía como consigna central la unidad de la clase obrera y de todo el pueblo contra Batista y el imperialismo. Luego la dictadura no pudo impedir las grandes movilizaciones públicas de apoyo al pueblo español. Y las consignas de combate contra Batista se fusionaron en la práctica con las de solidaridad contra la dictadura fascista que Franco quería imponer al pueblo español. Sin embargo, todavía faltaban meses para lograr la amnistía de miles de presos políticos que mantuvo el régimen hasta finales de ese mismo año 1937. Faltaba más de un año para que el Partido Comunista y demás partidos de oposición pasaran a la legalidad; más de un año también para el surgimiento de la C.T.C. y más de dos para la promulgación de la entonces progresista Constitución de 1940. De ahí las difíciles condiciones internas en que tenían que ingresar a las Brigadas Internacionales los combatientes cubanos.

Se conoce que de 1938 a 1944 el movimiento antifascista se convierte en el centro del movimiento revolucionario internacional. Y Cuba tuvo una participación magnífica en esta etapa de lucha. Si en 1923 se había condenado con artículos en la prensa revolucionaria y actos de protesta la presencia en la Isla de un representante del fascista Benito Mussolini, esta vez, bajo la dirección del Partido Comunista, Cuba se convertía en uno de los países del continente que más aportaba al movimiento antifascista internacional. Campañas, mítines, asambleas y manifiestos, fueron los instrumentos eficaces para reclamar mejoras inmediatas de beneficios y apoyo a la España republicana, China y Abisinia (hoy Etiopía). Y pese a la difícil situación de los trabajadores cubanos, se hicieron aportes monetarios, de alimentos, medicinas, ropa, para enviarlos al pueblo español. Se fundó la Casa Cuba para refugio de niños españoles en Sitges.

Aunque se advierte con el título que no es la totalidad de cuanto se envió a España durante la guerra, me detengo ante la recopilación, modestamente expuesta en un panel que apenas llama la atención del visitante.

ALGUNOS ENVÍOS RECOPILADOS DEL PERIÓDICO "HOY".

1. Metálico 17752.6 pesos y 1000 dólares.

2. Azúcar 443 toneladas.

3. Leche condensada 27056 latas.

4. Leche en polvo 5 toneladas

5. Café 6 libras

6. Dulce de guayaba 34 barras

7. Jabón 72 barras y 90 libras de jabón amarillo.

8. Tabaco 115351, equivalente a 5767 pesos.

9. Cajas de cigarros 249151.

10. Cigarros sueltos 3431365.

11. Picadura 236 libras.

12. Tabaco en rama 210 libras, 159 tercios y 24 manojos.

13. Piezas de vestir y calzar 5610 y 3 fardos de ropa.

NOTA: Para la escuela se envió galletas, chocolate, leche, guayaba, paquetes de te, salchicha, frazadas de piso y otros medios.

Aquellos simbólicos abastecimientos (simbólicos si se excluye el envío de los demás pueblos, por su pequeña magnitud) me recordaron una vivencia relacionada con el hambre en la guerra, durante el desembarco de los primeros complejos coheteriles en Angola. Plantas Diesel, estaciones de conducción de cohetes, puestos de antenas, rampas de lanzamiento, vehículos especiales, pipas de combustibles, radares y tantos cohetes tierra – aire de bajas alturas, que alguien dijo jocosamente, con determinada razón, que los angolanos habían comprado cohetes como si fueran municiones de AKM.

Dos turnos habíamos formado para bajar del barco soviético el arsenal de tres grupos coheteriles en su composición completa, con sus medios de exploración.

El desembarco se desarrollaba ininterrumpidamente. Era agotador pero interesante, pues la mayoría no habíamos participado nunca en semejante descarga de armamento, y la idea era pasar el 26 de Julio en Lubango; o sea, descargar, formar la caravana y, a través del desierto de Mosámedes (hoy Namibe), llegar cuanto antes a la posición de lanzamiento. Eso era lo que se comentaba: otros planes tenía el mando, impelido por las circunstancias que se presentaron y que nosotros no conocíamos.

Luego la comida era pésima para el tremendo esfuerzo que se estaba realizando; ración fría consistente en una minúscula lata de leche condensada y un puñado de galletas. Por cierto, eso fue lo que comimos días después, el 26 de Julio de 1979, en un oculto paraje, a nuestra llegada a la región de Lubango con el arsenal: leche condensada con arroz blanco quemado, y un frío a orillas de un arroyo que "partía el alma", como decíamos muchos, sabiendo que todo se había preparado para esa noche y que, por demás, en Cuba se festejaba con cerveza, ron, congrís, yuca y carne de puerco.

Lo cierto es que la noche antes de salir del puerto de Mosámedes nos atacó un hambre de rostro desconocido. Las horas de intenso esfuerzo y mala alimentación nos habían develado un hambre que dolía en los cinco sentidos. Decidimos entonces resolver el problema en un vagón custodiado por angolanos, un vagón de alimentos de un tren que seguramente partiría hacia alguna base de abastecimientos. No perdimos tiempo. Un pequeño grupo de seis nos acercamos al custodio angolano. Entablamos conversación, le ofrecimos cigarros que era lo único que poseíamos y los aceptó, hicimos chistes, jaraneamos, se negó a nuestra solicitud de unas latas (claro que se tenía que negar). En fin, sacamos al hombre de sus funciones de custodiar el vagón, pues el hambre hace maravillas. Mientras tres lo entreteníamos en nuestro rústico portugués de media lengua, otros tres se adueñaban de exquisitas latas de chorizo, jamón, queso, carne, dulces. Terminada la acción nos reunimos en un lugar cercano, previamente acordado. Disponíamos incluso de las bayonetas, instrumento perfecto más que para defendernos y matar, para abrir latas de conserva. Hasta tamal en latas teníamos, para nosotros, algo tan inesperado como el huevo en polvo que por primera vez comimos en Angola. Nos despachamos aquel "laterío" sin remordimientos de ninguna índole.

El hambre es como el termes, a veces se entretiene o adormece pero nunca deja de trabajar. Salta, da golpecillos y vuelve a entretenerse, pero sigue ahí, calando poco a poco el cuerpo, debilitándolo, deteriorándolo como una carie deteriora el diente: lenta, insistente, audaz en su propósito, organizadamente. Primero se siente un hueco en el estómago (para por si acaso no te habías dado cuenta), como un aviso o guerra declarada; después llega la complacencia o la resignación a su existencia; más tarde son los mareos o la vista que se nubla. Desfallecen las fuerzas. Comienza el debilitamiento general del cuerpo. Se reduce el estómago y se inicia la forzosa adaptación: el cuerpo se está alimentando de sí mismo, de las pocas o abundantes grasas que se alcanzaron un día, la explotación de vitales recursos humanos.

Por supuesto, nosotros todavía estábamos bien lejos de ese estado cuando nos acercamos al vagón, pero el rostro que veíamos entonces no lo conocíamos. Por eso me llama la atención la muestra de los envíos de abastecimientos al pueblo español, y creo aprehender su valor.

En los archivos —para los que no dispongo de tiempo por el momento—- se debe lograr una mejor recopilación de datos sobre los envíos a España. Allí se conserva el libro Cuba y la defensa de la República Española (1936 – 1939) de un grupo de autores, editado en 1981 por la Editora Política. Es innegable que mucha de la información que se expone ha sido tomada de esa investigación, o al menos ha servido de punto de partida para condensar y profundizar en aquella realidad histórica. Por ejemplo, hay fotografías de combatientes cubanos con internacionalistas soviéticos que aparecen en ese libro, con combatientes españoles. Se pueden observar mapas de distintas batallas que también aparecen en el libro, como las de Corbera y Gandesa, la de Teruel, el frente de Madrid. La fotografía del vehículo enviado por el pueblo cubano durante la campaña de ayuda a los niños, donde se lee:

Para los niños españoles. La asociación de auxilio al niño del pueblo español. (La Habana – Cuba).

Y la escuela Pueblo de Cuba, en Sitges, Cataluña, dirigida por Rosa Pastora Leclére. Indiscutiblemente, el libro está presente en el sitio; quien lo haya leído y luego visite esta sala no puede dejar de reconocerlo. Dos textos poéticos son el colofón, el Himno de la Asociación de Combatientes por la Libertad, con letra del internacionalista cubano Jorge Agostini y música de Julio Cuevas, y la Elegía Segunda del gran poeta Miguel Hernández, dedicada a Pablo de la Torriente Brau.

HIMNO

Somos los voluntarios los combatientes de la Libertad

que, cruzando los mares, sacrificios no medimos;

vamos juntos unidos, siempre dispuestos y con voluntad

y luchamos con toda la fuerza de nuestra unidad.

Somos los voluntarios los combatientes de la Libertad

blancos y negros, de todas las razas

unidos, unidos cada vez más

por la democracia y la paz universal.

Somos los voluntarios los combatientes de la Libertad

que cambiamos de frente cuantas veces sean;

lo que no cambiamos nunca es nuestra idea;

la de libertar los pobres de la humanidad.

Vivan los voluntarios los combatientes de la Libertad.

Allí refulgen también, en oro, el costo más alto de la dignidad cubana, el saldo más glorioso, la Vía Láctea de las actuales generaciones de cubanos, los más de 80 caídos en campaña, en riguroso orden alfabético.

CUBANOS CAÍDOS EN CAMPAÑA.

Manuel Abarca Moreno. Julio García Barriel.

Enrique Rafael Acosta. Manuel García Jiménez.

Salvador Alcañiz Edo. Basilio González.

Florentino Alejo Fuentes. Efraín Guash León.

José Alonso Espino. Bruno Guijarro.

Juan Álvarez Álvarez Carlos Guijarro.

Lino Álvarez Ramos. Pedro Luis Hernández Iglesias.

Benigno Amigo. Manuel Iglesias.

Rodolfo de Armas Soto. José Ibrahím Lazo Granados.

Francisco Arroyo Liana. Julio Linares Linares.

Ramiro Azcuy Molina. Miguel Maldonado.

Constantino Barredo Guerra. Mario Marletti.

Amado Blanco Peña. Jorge Martínez Márquez.

Arsenio Brunet. Cecilio Martínez Rodríguez.

Fidias Bueno. Homero Meruelo Bastarraín

Ramón Cabrera. Enrique Moltalván.

Santiago Candía León. Pastor Milanés.

Policarpo Candón Guillén. Avelino Navarro Conejo.

Jorge Cárdenas. Pedro Ortodovski.

Francisco Castillo Pérez. Juan Paja.

Modesto Castro. Fernando Pascual.

Cerero Elejalde. Francisco Pérez.

Felipe Céspedes. Pedro Pérez.

Eugenio Constela. Plácido del Pino Pozo.

Antonio Correa Salas. Domingo Quintana García.

Juan José Díaz. José Real Álvarez.

Pablo Díaz Dantón. Moisés Raigorodsky Suria.

Hipólito Diego. Benigno Rodríguez.

Benito Dieguez. Rolando Rodríguez Arias.

Manuel Digat. Antonio Rodríguez Betancourt.

Cresencio R. Ríos Cruz. Cecilio Rodríguez González.

Tomás Echevarría Lauret. Eusebio Rodríguez Illobre.

José M. Fernández Clark. Francisco Rojas.

Rafael Fernández Martén. Antonio Roque.

Popo Ferrer. Ángel Rufo.

Arturo Ferrer Ferrer. Manuel Ruíz.

Florentino Flores. Alberto Sánchez Méndez.

Cleofé Fraga Hernández. Pedro Suárez Ballesteros.

Víctor Francos. Pedro Teruel.

Enrique Fuentes. Luis Torres.

Brígido García. José Torrent.

Lino García. Pablo de la Torriente Brau.

Marcelino García. Julio Valdés Cofiño.

Con estos sobresaltos y la historia precedente del internacionalismo en Cuba refrescando mi cerebro, me asomo al otro espacio de la sala. También aquí, estructuras, elementos planos, tridimensionales y contenedores, con los cuales se logra la funcionalidad de la presentación y una flexibilidad adecuada. Bases, vitrinas, paneles, divisores. Medios que garantizan dos funciones: la espacializadora y la contenedora. Pero además, estos elementos bidimensionales y tridimensionales deben ofrecer, de acuerdo a determinadas especificidades, seguridad, resistencia, estética en términos de proporción, color, textura, diseño, y en el caso de las vitrinas o estructuras similares, debe primar una relación específica con la iluminación, que tenga presente el tipo e intensidad de la fuente luminosa, por solo mencionar una relación.

Durante toda la visita no he encontrado ninguna arista discordante en esa dirección. Por ejemplo, en este espacio dichos soportes se han ubicado de manera que permiten el acceso a las paredes donde se exponen fotos, mapas, pero profundizan las ideas y conocimientos que se observan a cierta distancia. Así vienen funcionando desde espacios anteriores y ya, a estas alturas, el visitante avispado ha adquirido el hábito de buscar en dichos soportes el detalle más interesante, o a veces, la sorpresa que lo mantiene atado al museo.

De esa manera se presenta el movimiento revolucionario cubano durante la Segunda Guerra mundial.

Son conocidas las enormes proporciones que alcanzó el movimiento antifascista en Cuba con la entrada de la Unión Soviética en la guerra, el 22 de junio de 1941. (Y quien no lo conozca puede obtener una idea bastante clara de tal situación si se detiene en este sitio.) Desde luego ya en ese momento se habían legalizado el Partido Comunista y los otros partidos opositores, había nacido la C.T.C. y habían sido amnistiados muchos activistas revolucionarios. La lucha fue abierta y en ella se empleó la imaginería del revolucionario cubano. El P.C.C. y la C.T.C. desataron una gigantesca campaña a favor del pueblo soviético y en contra del fascismo. Se evitaron las huelgas para no afectar la producción de azúcar, mineral, tabaco, jabón, cuero y otros productos necesarios a los países del bloque antifascista. El propósito inicial fue lograr el aporte de 40 mil sacos de azúcar y un millón de tabacos para los combatientes soviéticos. Blas Roca y Lázaro Peña se convirtieron en artífices, tenaces impulsores de aquella campaña internacionalista.

Blas Roca planteaba entonces: "Para esos combatientes, nosotros llamamos a todos los de Cuba. Que cada uno haga su paquete personal, que cada uno coja cualquier cosa: una máquina de afeitar, un paquete de navajitas, una tableta de chocolate, un paquete de café, unas cuantas libras de azúcar y haga un paquete y lo envíe directamente a la Unión Soviética para los combatientes".

Manifestaciones de apoyo al pueblo soviético, mítines, actos; el periódico Hoy recibe numerosos mensajes de obreros de distintos lugares del país. Se constituye el Comité Pro Apoyo a la Unión Soviética. El 28 de julio de 1941 se organizó el acto más grandioso por esos años de solidaridad con el pueblo soviético y su lucha. El 6 de septiembre el Comité "Por Cuba fuera de la guerra imperialista" se sustituye por el Frente Nacional Antifascista (F.N.A.).

Mientras, en la defensa de la lejana ciudad de Leningrado, caía combatiendo, en la expresión más alta de desprendimiento humano, el cubano Aldo Vivó. Otro internacionalista cubano caería varios años después, el 30 de enero de 1945, en la aldea polaca de Ksendzo, el oficial del Ejército Rojo de solo 19 años, alférez Enrique Vilar Figueredo. Fueron ellos la expresión más auténtica de solidaridad y ayuda de la patria de Martí a la patria de Lenin. Ellos me recordaron los jóvenes rusos que pelearon bajo las órdenes de Antonio Maceo en la guerra de independencia. Aquel raudo recuerdo me hizo sonreir. Una extraña o acaso nostálgica alegría me llenó de satisfacción. La deuda estaba saldada.

La Sala 1946 – 1958 es también espaciosa y debió haber sido un dolor de cabeza estructurarla, conformar la función expositiva. Si bien el período que se expone parece ralo, escaso de hechos internacionalistas, sobre todo si no se conoce a profundidad, no es menos cierto que en él aparece toda una generación de dirigentes internacionalistas, que logra llevar dicho principio a la actividad cotidiana de un pueblo entero a lo largo de más de medio siglo. No son los hechos lo más importante en esta sala, sino quienes debutan, cuyo esfuerzo en ese campo logra su mayor éxito hoy más que entonces. Bien que cuando Fidel ataca el Moncada ya antes había demostrado sus concepciones internacionalistas, y quien no tuvo tiempo de demostrarlo antes del Moncada lo hizo después. De manera que Fidel, Raúl, Camilo, Almeida, el Che, Ramiro y otros muchos miembros de la Generación del Centenario, guerrilleros que más tarde empujaron el carro de la libertad, aparecen en este espacio. Sus objetos y fotografías están aquí.

Esos que lucha —-no importa dónde—, son nuestros hermanos.

Es la frase de Camilo Cienfuegos, orlando una de las paredes del espacio. Y quizás por la estructura del museo, por su diseño, que después de 1959 se divide en distintas ramas y no cronológicamente como hasta ahora, para que no se pierda el gesto tal vez, aparece la trascripción de una carta del Héroe de Yaguajay, fechada el 9 de enero de 1959, donde se reflejan sus principios internacionalistas. Luego para comprender este gesto en su real magnitud, habría que pensar que el día 2 de enero Camilo había entrado en Columbia, o sea, junto a los mensajes y órdenes de la Comandancia, reorganizaba ya aquella guarnición, y el día 8 entraba Fidel en La Habana. Cualquiera puede imaginar el tiempo de que disponía Camilo para escribir dicha misiva y pensar en "nuestras tierras" como llama a Latinoamérica, al estilo de José Martí; solo una elevada "deuda de gratitud" y admiración lo impelen a escribirla.

La Habana. Ciudad Militar, Enero 9 – 59.

A los estudiantes y profesores universitarios de Venezuela.

En esta hora hermosa de libertad los cubanos nos abrazamos con los venezolanos, a ustedes hermanos, nuestro agradecimiento por haber marchado a la vanguardia entre los países que nos ayudaron a conquistar la libertad.

Ahora que sabemos lo mucho que costó ganarla, todos unidos, hacer nuestros mayores esfuerzos por mantenerla.

Hoy Venezuela y Cuba estrechan más sus lazos, por la felicidad

definitiva de nuestras tierras.

LIBERTAD O MUERTE

Camilo Cienfuegos

Apenas culminaba la Segunda Guerra Mundial, con la derrota del fascismo, y ya ingresaba en la Universidad de La Habana quien sería el más grande internacionalista cubano de todos los tiempos, Fidel Castro Ruz, el gran educador, paradigma universal para actuales y futuras generaciones de revolucionarios de los cinco continentes. Rápidamente ganó autoridad entre la masa estudiantil, fue elegido presidente del Comité Pro Democracia Dominicana y, también, presidente del Comité Pro Independencia de Puerto Rico. De tal envergadura fue su debut revolucionario e internacionalista.

Envuelto en la lucha, después de participar en numerosas manifestaciones, actos de protesta pública (recuérdese la lucha por la devolución de la campana a Demajagua, la marcha de las antorchas, entre otros), en 1947, el joven estudiante Fidel Castro se enrola en la preparación de una expedición armada para el derrocamiento de la dictadura trujillista de Santo Domingo, que al final no progresa. Luego en 1948, al coincidir su estancia en Bogotá, Colombia (con motivo de la celebración del Congreso Latinoamericano de Estudiantes), con el levantamiento popular provocado por el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, activista político, progresista y liberal, Fidel ocupa un arma y se une al ala de la justicia y del pueblo en esa nación. "No importa donde te encuentres si caes del lado de la justicia". Embrionario visaje de la forma superior de la conciencia comunista: el internacionalismo.

La participación del joven Fidel en el Bogotazo es bien conocida, él mismo la ha contado. También García Márquez la narra en sus memorias Vivir para contarla (2002). En Cien horas con Fidel, a una pregunta de Ignacio Ramonet sobre el Bogotazo, Fidel afirma refiriéndose a su participación: "Las ideas marxistas, todavía incipientes, no tuvieron nada que ver con nuestra conducta, fue una reacción espontánea de nuestra parte, como jóvenes de ideas martianas, antimperialistas, anticolonialistas y prodemocráticas". (5)

Y a otra pregunta más adelante, le señala a Ramonet, aludiendo a la misma situación: "Acuérdese que ya yo era medio internacionalista, había estado en Bogotá en el año 1948, y me había enrolado allí con los estudiantes, ya llevábamos un programa". (6) Así se muestra en la sala, con un nombre que acaso la historia no recoge, pero elaborado por el joven Fidel que, junto a Alfredo Guevara, Enrique Ovares y Rafael del Pino, lo lleva a la capital colombiana.

DIRECTRICES DEL PROGRAMA DE BOGOTÁ

  • 1. Crear una Federación de Estudiantes Latinoamericanos.

  • 2. Apoyar al pueblo argentino en su lucha por las Malvinas, la independencia de Puerto Rico y el derrocamiento de Trujillo en República Dominicana.

  • 3.  Exigir la devolución del canal de Panamá y la soberanía de las colonias europeas en el hemisferio.

Estas directrices antimperialistas y antidictatoriales no dejan de constituir una evidente actitud internacionalista. Y en Vivir para contarla (2002), García Márquez, con la maestría que lo caracteriza, no solo describe el Bogotazo sino abunda en las actividades del joven internacionalista; cómo logra entrevistarse con Gaitán a solo dos días de estar en Bogotá y cómo cuando asesinan a aquel, Fidel se encontraba cerca del lugar, a la espera para cumplir con la cita concertada, anotada en la agenda del escritorio de la víctima, en la hoja correspondiente al 9 de abril: "Fidel Castro, 2 p.m." (7)

García Márquez resume la participación del joven estudiante en el Bogotazo como "uno de los dramas decisivos de su formación. Sobre todo la noche en la Quinta División, donde se dio cuenta de que la mayoría de los sublevados que entraban y salían se malbarataban en el saqueo en vez de persistir con sus actos en la urgencia de una solución política". (8)

La museización de esta sala debió haber sido un dolor de cabeza para museógrafos y museólogos, pues no todo lo perteneciente a la Generación del Centenario cabe en este recinto, pese a los valores potenciales que poseen los objetos de dicha generación y la fácil adquisición de los mismos, dada la relativa cercanía de los hechos. Muy puntual debió haber sido el trabajo en este sentido. Aún gozan de salud miles de internacionalistas de diversas latitudes que iniciaron sus actividades revolucionarias en este período. Multitud de objetos, materiales, medios y elementos se pudieron reunir por las vías más disímiles. De ahí el tremendo trabajo científico de selección que hubo de desarrollarse para lograr una presentación eficaz, las técnicas y modos de exposición que hubo de aplicarse. Desde luego, debe existir una jugosa reserva de todo lo presentado aquí, para el estudio y la investigación, y si se quiere, hasta para la sustitución o renovación.

Y ahora estoy pensando en las salas, sitios, espacios que aún no he visitado, posteriores a 1959, a cuyos protagonistas en su mayoría aún les queda mucho por vivir. Militares, médicos, educadores, constructores, deportistas, científicos y de otras muchas ramas, que protagonizaron hazañas (y protagonizan hoy) en los rincones más desconocidos del mundo. Sin dudas, bajo la égida de Fidel se han formado millones de internacionalistas. Y sobran materiales para varios museos.

Acaso sea más factible, más viable, la construcción de museos municipales o provinciales de este tipo, al igual que se construyeron los panteones municipales para el regreso a casa de los caídos en Angola, a finales de 1989.

En la última etapa de liberación el mayor apoyo y solidaridad se recibe precisamente de América Latina, también de Norteamérica y otros continentes. Fidel, como en el siglo anterior lo hiciera Martí, tuvo que salir de Cuba para reiniciar el último período de la lucha.

El exilio, ese destierro amargo que intenta separar a los hombres de sus anhelos de libertad, pocas veces ha cumplido su objetivo de enterrar la lucha, más bien ha sembrado y azuzado la cosecha, desde tiempos inmemoriales, de hombres de voluntad firme. La historia cuenta con un rico catálogo. Bolívar lo pasó en Jamaica; Juárez, en La Habana; Mella andaba por México, preparando la contienda de su patria, y Guiteras también se exiliaba cuando cae en el Morrillo; pero los ejemplos son innumerables, solo hay que recordar nuestras guerras de independencia; también hay numerosos ejemplos foráneos. Lenin llegó del exilio cuando la Revolución de Octubre, Ho Chi Min, Agosthino Neto y otros muchos.

Así Fidel, como los principales jefes mambises, recibió el apoyo espiritual y material de incontables simpatizantes con la causa cubana. Ahí está el apoyo del pueblo mexicano. Objetos y fotografías con los expedicionarios del Granma, de Alsacio Venega y su esposa Elvira Belmondo, del luchador mexicano Avelino Palomo, esposo de la cubana residente en México María Antonia González, la misma que recuerda el Che en su carta de despedida, cuyo apartamento en la calle Emparan No. 49 propició tan magníficos encuentros; El Cuate, Antonio del Conde Pontones, un mexicano clave en la organización, abastecimientos y en el logro de la expedición. Bajo la dirección de Fidel, El Cuate consiguió armas de diversos tipos y calibres, mirillas telescópicas y hasta el yate Granma para la expedición, el cual reparó y dejó en condiciones óptimas para la empresa. Fue en su casa de Coyoacán, donde tenían escondidas las armas, el lugar donde el jefe de la Revolución aprendió a disparar con fusil de mira telescópica. No solo como experto en armas ayudó El Cuate a los expedicionarios, sino en otras muchas tareas que exigía el desarrollo de aquel movimiento.

La masiva contribución material y moral del pueblo venezolano también se expone en la sala. Las expediciones que se organizaron en la región para liberar la Isla. Numerosos internacionalistas extranjeros participaron en la preparación y posteriores desembarcos en el archipiélago. De Argentina nos llegó Ernesto Che Guevara, situado hoy en el mundo como paradigma del internacionalismo, a quien el 7 de febrero de 1959 se le otorga la ciudadanía cubana por nacimiento, debido a los servicios que le había prestado al pueblo cubano. No se sabía entonces cuanto más se elevaría como revolucionario sin tacha. Solo Fidel podía predecirlo, pues le había prometido no obstaculizar su intención de continuar la lucha en América, hasta la liberación de su país, una vez lograda la victoria en Cuba.

Según la guía, más adelante, en el pabellón militar, existe una sala Ernesto Guevara de la Serna; por ello aquí aparecen tan pocos datos de él y de la conocida hombrada que fue su vida toda.

Luego hasta el guiño del periodista norteamericano Herbert Matthews se presenta aquí como una acción de apoyo y solidaridad con nuestro pueblo, dada la significación internacional que cargaba la noticia sobre la existencia de la guerrilla en Cuba. Cuando en febrero de 1957 Matthews publica sus tres artículos en el New York Times, sobre el saludables estado de la guerrilla comandada por Fidel Castro y las fotografías de los combatientes en la Sierra Maestra —-imágenes expuestas en la sala—-, no solo estremecía al mundo y desmentía las mentiras de la tiranía de Batista, sino que abría el camino para dar paso a la solidaridad internacional. Intencionalmente o no, aquello constituía un guiño de solidaridad.

Ciertamente, lo del periodista norteamericano fue solo una seña y como tal se refleja, sobre todo si se compara con la presencia china en la sala. Como en las guerras de independencia, el internacionalismo chino se puso de manifiesto y desempeñó un significativo papel en esta etapa de la Revolución. Aún antes de 1959 el Partido Socialista Popular y el Partido Comunista Chino mantuvieron relaciones fraternales y de solidaridad. En 1956 Blas Roca, secretario general, viaja a Pekín con motivo de dicha solidaridad. Otros jóvenes viajan también al lejano país, entre ellos Raúl Valdés Vivó, Rafael Francia Mestre, Manuel Canciano. Y se distribuyeron en Cuba trabajos de Mao Tse-tung y Liu Shao-chi. Por otro lado, el insigne novelista Alejo Carpentier y el Poeta Nacional Nicolás Guillén, aún antes de 1959, exigieron por distintas vías el derecho de China "a ostentar la representación del gran pueblo chino, ocupando el lugar que le correspondía en el mundo". Defendían el derecho al libre ejercicio de la independencia y la soberanía nacional ("ahora que en China no gobernaban ni los mandarines ni los extranjeros").

Como parte del pueblo y la juventud cubana, chinos originales y descendientes participaron en la justa contra el golpe militar de 1952. En los años 53 y 54, junto a la defensa de los asaltantes al Moncada, asistieron a la creación del Comité de Solidaridad con Guatemala, que defendía el gobierno democrático de Jacobo Arbenz.

La fotografía del periodista de origen chino Mario Cuchilán me recuerda la golpiza de que fue víctima por los miembros de los cuerpos represivos de Batista, debido a sus actividades y comentarios contra el gobierno, golpiza de la cual salió con vida milagrosamente. La presencia del pintor chino-cubano Wifredo Lam se aprecia en varias de sus obras estéticamente expuestas, ambientando el espacio. Se sabe de la solidaridad de Lam con el pueblo español durante la guerra contra las hordas fascistas, que en 1955 se unió solidariamente a José Antonio Echeverría en la inauguración de su Exposición de Protesta y que contribuyó en la lucha por las libertades democráticas. También el chino Figueredo participó en el asalto a Palacio junto a José Antonio. Otros chinos y descendientes bajo las órdenes del Che y de Camilo en Las Villas y la Sierra Maestra alcanzaron categoría de altos oficiales del Ejército Rebelde, tales son los casos de los hoy generales de brigada Moisés Sio Wong, Armando Choy Rodríguez, de los combatientes Joseíto Wong, Mario Cuan, Roberto Eng, el chino Ni, Luis Bu Travieso, capitán de la columna 2 "Antonio Maceo". Amplio es el internacionalismo que se expone en este espacio que cierra el pabellón preambular.

Como en anteriores espacios se refuerza el lenguaje del objeto, su expresionismo, por decirlo de algún modo, con información acuñada en paredes, paneles, junto a cada medio o material, anunciando su pertenencia, a veces, su autenticidad. Ciertamente, culmina el pabellón preambular, pero no la planta baja del edificio.

Un avión sudafricano había sobrevolado la región de norte para sur, provocando la posición uno de todas las tropas allí dislocadas.

Oteábamos en el espacio aéreo con todos los medios: radares de bajas y medianas alturas, altímetros, estaciones de conducción de cohetes, en los regímenes de radiolocalización y teleóptico. Los puestos de observación visual exploraban las cercanías aéreas. Y flecheros y artilleros también permanecían listos con su armamento, expectantes, sigilosos. Esperábamos en la región un golpe endemoniado. Y el avión de exploración —-que nuevamente sorprendiera a todos sobrevolando la zona sin dificultad—- constituía el indicio primero de la proximidad del golpe. Preludio del combate.

Durante tres horas oteamos en el espacio aéreo. Comenzaba a molestar la rutina cuando aparecieron seis manchas brillantes en el indicador del jefe de grupo coheteril. Seis blancos, seis aviones de Sudáfrica al norte de la ciudad de Lubango, a unos 35 kilómetros de nuestra posición de lanzamiento; distancia que nos permitía ejecutar una efectiva preparación para el tiro. Y ya se escuchaba por altavoz dicha preparación. "¡Búsqueda, cero, baja altura, veinticinco!" Era la orden del jefe de grupo; seguidamente, el informe del jefe batería, exaltado, vibrante: "¡Establecido!" "¡Antena!".

Partes: 1, 2, 3, 4
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter