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Mariategui o la revolución permanente (página 5)




Enviado por Rafael Herrera Robles



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El triunfo de los criollos en la guerra de independencia contra España significó la continuidad del proceso colonial, en tanto se mantuvo la estructura económica social engendrada por la conquista, por lo que en una república formalmente independiente y liberal el rasgo más resaltante es el carácter colonial de la economía7: "Su movimiento, su desarrollo, están subordinados a los intereses y a las necesidades de los mercados de Londres y de New York. Estos mercados miran en el Perú un depósito de materias primas y una plaza para sus manufacturas". La economía peruana puede tener saldo favorable en el comercio exterior, pero la moneda se cotiza en un 23 p 24 % de descuento. Por eso el saldo del comercio exterior es ficticio. Todo lo contrario sucede en las naciones europeas que pueden tener saldo de comercio desfavorable, que es compensado con creces por las "importaciones invisibles" en "remesas de los migrantes, beneficios de las inversiones en el extranjero, utilidades (…) del turismo, etc. En el Perú como en todos los países de economía colonial, existen, en cambio, "exportaciones invisibles". Las utilidades de la minería, del comercio, del transporte, etc. no se quedan en el Perú. Van en su mayor parte, en forma de dividendos, intereses, etc. al extranjero. Para recuperarlas, la economía peruana tiene necesidad de pedirlas en préstamo".

Inglaterra reemplazó a España en el dominio de la economía sobre la base del comercio y los préstamos.

Por falta de una clase dominante que se haga del poder surge el militarismo. Si España, escribe Mariátegui8, nos necesitó como productores de metales preciosos que se encontraban en los andes, Inglaterra nos necesita como productores de guano y salitre de las fajas costeras. "Las utilidades del guano y del salitre crearon en el Perú, donde la propiedad había conservado hasta entonces un carácter aristocrático y feudal, los primeros elementos sólidos del capital comercial y bancario. Los profiteurs directos e indirectos de las riquezas del litoral empezaron a constituir una clase capitalista. Se formó en el Perú una burguesía, confundida y enlazada en su origen y estructura con la aristocracia, formada principalmente por los sucesores de los encomenderos y terratenientes de la colonia, pero obligada por su función a adoptar los principios fundamentales de la economía y la política liberales". El gobierno de Castilla (1845-1851, 1854-1862) simboliza la consolidación del avance capitalista.

Si en la colonia los andes, por sus minerales, eran el centro prioritario de la economía, con la independencia la atención prioritaria se traslada a la costa, por el guano, el salitre, el azúcar y el algodón. La pérdida del salitre en la guerra contra Chile y el deterioro del comercio del guano, demuestra lo endeble de la estructura económica colonial basada en la explotación de materias primas de acuerdo a intereses foráneos.

Los grandes propietarios de la costa, productores de azúcar y algodón, secundados por comerciantes, en alianza con los gamonales (hacendados) andinos, se convirtieron en eje del grupo de poder que controló el estado desde finales del siglo diecinueve.

Cuando se proclama la independencia en 1821 esos propietarios no eran capitalistas, sino precapitalistas. "Los privilegios de la colonia habían engendrado los privilegios de la República". De servir a los Reyes de España pasaron a servir al capitalismo inglés, alemán, francés, por mediación del comercio y de los préstamos, lo último, hipotecando sus propiedades, sin poder resistir a la avalancha de capitales extranjeros. "Los hacendados, deudores a los comerciantes, prestamistas extranjeros, servían de intermediarios, casi de yanacones, al capitalismo anglo-sajón para asegurarle la explotación de campos cultivados a un costo mínimo por braceros esclavizados y miserables, curvados sobre la tierra bajo el látigo de los "negreros" coloniales9".

Algunas propiedades –sobre todo dedicadas a la industrialización de la caña de azúcar, alcanzaron notable progreso técnico desde finales del siglo diecinueve, imponiéndose en parte, relaciones basadas en el salario, pero en tanto no existía un mercado "libre" de trabajo, es decir, un ejército industrial de reserva, se recurría a métodos precapitalistas en el reclutamiento de mano de obra con el sistema de "enganche", mediante el cual el trabajador –con la oferta de trabajo- es arrancado de su medio habitual de vida y retenido por deudas después del contrato.

Recordemos que el sistema de endeudamiento fue usual para retener mano de obra por medio de mercados al interior de las grandes propiedades, en la costa norte conocidas como "mercantil" y en las haciendas de los andes centrales de propiedad de empresas extranjeras, como "acomodanas".

Al referirse a las grandes haciendas agro exportadoras de la Costa10, -en especial, de azúcar y algodón- Mariátegui dice que a pesar de su tecnificación en el siglo veinte: "La clase terrateniente no ha logrado transformare en una burguesía capitalista patrona de la economía nacional. La minería, el comercio, los transportes, se encuentran en manos del capital extranjero. Los latifundistas se han contentado con servir de intermediarios a éste, en la producción de algodón y azúcar. Este sistema económico ha mantenido en la agricultura, una organización semi-feudal que constituye el más pesado lastre al desarrollo del país".

Por la forma de desenvolvimiento colonial, de acuerdo a intereses de potencias extranjeras, las haciendas –y demás enclaves- no integran, no unifican económicamente el territorio, tampoco están integrados a medios urbanos, como el caso de las haciendas azucareras del norte que "sofocan" a la ciudad de Trujillo, haciendo una competencia desleal, en tanto los negocios internos (mercados) de las haciendas escapan a todo control del estado. Por ejemplo, no paga impuestos como los negocios en la ciudad de Trujillo. Para los grandes propietarios las leyes de la república no cuentan. Por eso: "La negociación capitalista (haciendas) se torna más hostil a los fueros de la ciudad que el castillo o el dominio feudal. Le disputa su comercio, le despoja de su función".

En Europa la gran empresa capitalista -prosigue Mariátegui- surgió de la disolución del feudo, en el Perú la gran propiedad capitalista ha surgido del feudo. Y "contra el sentido de la emancipación republicana, se ha encargado al espíritu del feudo –antítesis y negación del espíritu del burgo- la creación de una economía capitalista".

Debemos precisar que este proceso en otras partes del mundo es conocido como tránsito al capitalismo por la vía terrateniente, con la diferencia que en el Perú la dualidad racial cultural acrecienta la distancia entre explotados y explotadores.

Al respecto, recordemos que incluso en países como Rusia el desenvolvimiento capitalista difiere de Europa Occidental, ya que según Trotsky, los grandes terratenientes extienden sus inversiones a la manufactura promoviendo el capitalismo, convirtiéndose en "terratenientes liberales", los mismos que, en alianza con parte de la "burocracia noble" implantan una reforma agraria en 1861, mientras el liberalismo burgués, sin raíces sociales por la precariedad de las ciudades, hizo el papel de comparsa. Esto es una muestra para Trotsky, de que inmersos en el desenvolvimiento desigual y combinado, una clase puede reemplazar a otra en la proyección de sus intereses. Si los terratenientes reemplazaron hasta cierto punto a la burguesía en hacer una reforma agraria y promover el capitalismo, la clase obrera en el proceso revolucionario promueve tareas que atañen a la burguesía, aunque sólo como un medio de transitar hacia el socialismo11.

Según Ernest Mandel: "Cuando el poderío del dinero se vuelve predominante en sociedades no industriales, conduce el dominio del campo sobre la ciudad", cuestión que lo identifica con "la estructura particular del "modo de producción asiático",… "la subordinación de las ciudades, a la vez a la agricultura y al poder central implican que el capital no puede alcanzar su pleno desarrollo12".

Sobre las comunidades indígenas Mariátegui observa que estuvieron entre las principales víctimas de la república al decretar su fragmentación en nombre de un supuesto liberalismo que coadyuvó a una mayor concentración de tierras en favor de la feudalidad.

En la escena mundial Mariátegui observa la decadencia del imperialismo británico, cuyo poder en el exterior descansaba en el comercio y los préstamos; y en contrapartida se asiste al ascenso vertiginoso del imperialismo norteamericano, que además del comercio y préstamos acrecienta su poder con las inversiones directas en la explotación de materias primas, manufactura y banca.

En el Perú aparece una incipiente industria moderna en la Costa con la consiguiente aparición de un proletariado industrial y el surgimiento de bancos, indicador de la primacía del capital financiero. En todo este proceso los propietarios nacionales no pueden competir con la avalancha extranjera por lo que en gran parte son desplazados, apareciendo nuevos apellidos.

Como conclusión, Mariátegui constata: "en el Perú actual coexisten elementos de tres economías diferentes. Bajo el régimen de economía feudal nacido de la conquista, subsisten en la Sierra algunos residuos vivos todavía de la economía comunista indígena. En la Costa, sobre un suelo feudal, crece una economía burguesa que por lo menos en su desarrollo mental, da la impresión de una economía retardada13".

La coexistencia de diversas formas implica gran autonomía de las partes, porque el capitalismo, no obstante su vertiginoso ascenso en esa época –década del veinte del siglo veinte-, no lograba imponer su lógica al conjunto de la formación social.

Fue un gran mérito por parte de Mariátegui explicar el desenvolvimiento social inmerso en la combinación y coexistencia de diversas formas evolutivas en un país subordinado dentro del sistema mundial: "El Perú es todavía una nacionalidad en formación. Lo están construyendo los aluviones de la civilización occidental, sobre los inertes estratos indígenas", rematando luego: "Una rápida excursión por la historia peruana nos entera de todos los elementos extranjeros que se mezclan y combinan en nuestra formación nacional".

"Tenemos el deber de no ignorar la realidad nacional; pero también tenemos el deber de no ignorar la realidad mundial. El Perú es un fragmento que sigue una trayectoria solidaria14".

Haya de la Torre en la década del treinta, tenía una visión semejante. En "El Antiimperialismo y el Apra" escribió que quien quiera conocer la historia universal, encontrará las diversas fases evolutivas, salvajismo, barbarie y civilización, recorriendo el continente americano, donde cada forma "conserva vitalidad suficiente para gravitar sobre el todo económico y político". Por ser una economía colonial, comparaba la economía indoamericana con el crecimiento de "un niño monstruoso que al devenir hombre le creció la cabeza, se le desarrolló una pierna, una mano, una víscera, quedando el resto del organismo vivo pero anquilosado en diferentes periodos de crecimiento15".

El desenvolvimiento capitalista en los países de la América Española, en vez de colaboración y unidad trae consigo concurrencia, rivalidad, básicamente por el carácter colonial de la economía, que los conecta por separado con las grandes potencias16.

Esta mecánica de "balcanización" evidenciado por Mariátegui, también es palpable al interior de cada territorio que, cuanto más colonizado, las grandes inversiones están conectadas directamente al exterior sin unificar el interior. No existía relación entre los enclaves mineros de la Sierra y las haciendas de la Costa, tampoco entre el sistema sur andino organizado para la exportación de lana. La Selva estaba aún más desmembrada del conjunto, por lo que era más fácil viajar de Lima a Estados Unidos que a Iquitos, la principal ciudad de la Selva, donde germinaban ideas separatistas.

En el sistema económico mundial el imperialismo a la vez que desembarca soldados, capitales, mentalidad e ideas reaccionarias, no puede impedir el surgimiento de ideas libertarias como el liberalismo y el marxismo, germen para la insurrección de las colonias, que en corto tiempo pueden conseguir grandes logros, como el caso de Turquía17.

"Y ya la experiencia de los pueblos de Oriente, el Japón, Turquía, la misma China, nos han probado cómo una sociedad autóctona, aún después de un largo colapso, puede encontrar por sus propios pasos y en muy corto tiempo, las vías de la civilización moderna y traducir, a su propia lengua, las lecciones de los pueblos de occidente18".

Uno de los problemas principales en las grandes haciendas costeñas a mediados del siglo diecinueve fue la falta de mano de obra que se agravó con la manumisión de los esclavos negros (1854), por lo que se vieron en la necesidad de recurrir a la "importación" de chinos a mediados de ese siglo y de japoneses a finales del mismo. Esta situación –falta de mano de obra- se revierte con el correr del siglo veinte, a mediados del cual ya se advierte una proletarización generalizada con un creciente ejército industrial de reserva que tiene como expresión las migraciones a las grandes ciudades.

La condición de los chinos (colíes) en las haciendas costeñas, si es que no era, lindaba con un régimen esclavista, al igual que las condiciones de los japoneses que llegaron después. Conseguir su libertad al finalizar su contrato era dificultoso, pues los propietarios procuraban endeudarles para retenerlos. Por diferencias culturales y por la mentalidad de casta de las clases dominantes, hicieron dificultoso su inclusión al conjunto de la sociedad. No obstante eso, junto a los peones para la explotación del guano de la isla, a los afroperuanos esclavos y libertos del siglo diecinueve, están entre los primeros contingentes modernos de la clase obrera peruana, por lo que la lucha por sus reivindicaciones constituye uno de los legados libertarios.

NOTAS

1.- Marx, Carlos: "Las Clases". En El Capital". FCE, Méjico 1975, p. 817

2.- Mariátegui: "7 Ensayos", p. 156.

3.- Trotsky: "Historia de la Revolución Rusa". Ediciones SARPE, Madrid, 1985, tomo I, p. 32, 33.

4.- Mandel, Ernest: "Particularidades del desarrollo capitalista en Europa Occidental". En "Tratado de Economía Marxista". Ediciones ERA, Méjico, 1971.

5-.- Mariátegui: "Peruanicemos al Perú", p. 26.

6.- Mariátegui: "La revolución de la independencia y la propiedad agraria. En "7 Ensayos".

7.- Mariátegui: "Economía colonial". En "Peruanicemos al Perú"

8.- Mariátegui: "El periodo del guano y del salitre". En "7 Ensayos",

9.- Mariátegui: "La gran propiedad y el poder político". En "7 Ensayos".

10.- Mariátegui: "Economía Agraria y latifundismo feudal". En "7 Ensayos".

11.- Trotsky: Ob. Cit.

12.- Mandel, Ernest: "La formación del ´pensamiento económico de Marx, de 1843 a la redacción de "El Capital": Estudio genético".

13.- Mariátegui: "Carácter de nuestra economía actual". En "7 Ensayos".

14.- Mariátegui: "Peruanicemos al Perú", pp. 26-27.

César Lévano en "Mariátegui o la estrategia de masas" (Incluido en "7 Ensayos, cincuenta años en la historia"), no da ninguna importancia al desarrollo desigual y combinado, obviando los análisis de Mariátegui al respecto, argumentando que son "genéricos", sin reparar que lo genérico es el punto de partida para todo proyecto ulterior, sea en el terreno de las ciencias como en la vida social.

15.- Víctor Raúl Haya de la Torre: "El Antiimperialismo y el Apra" (Cáp. IX: "Realidad Económico-social").

16.- Mariátegui: "La América Indo-española". En "Temas de nuestra América".

17.- Mariátegui: La Revolución Turca y el Islam". En "La Escena Contemporánea".

18.- Mariátegui: "7 Ensayos", p. 301.

V.- LA "SEMI FEUDALIDAD"

El término "semifeudal" carece de contornos precisos como los tienen el esclavismo, el feudalismo o el capitalismo. Su uso más que nada tiende a designar a una sociedad en la que el capitalismo en desarrollo –que coexiste y se combina con formas o elementos pre capitalistas sobre todo feudales- aún no llega a ser determinante en el proceso económico social.

En el proceso de la economía peruana Mariátegui señala el crecimiento y desarrollo del capitalismo impulsado principalmente por intereses imperialistas, pero para designar a la sociedad peruana utiliza términos como "economía retardada", "rezagada", "arcaica", "pre capitalista", "semi feudal". Siendo el último, el más generalizado en los estudios sociales y en la política. Mariátegui lo utiliza para designar al sector agrícola: "semi feudalidad agraria", para designar al latifundio (incluso el agroexportador) costeño: "latifundismo feudal o semifeudal", y para designar al conjunto de la formación social: "semifeudalidad peruana".

Al margen de ser acertada o desacertada esa tesis, no deberían existir discrepancias al respecto, pero las hay.

Según César Lévano el calificativo de semifeudal a la sociedad peruana por parte de Mariátegui fue sólo hasta el año 1929 en que cambiaría de opinión para calificarlo de capitalista, o de predominantemente capitalista: según "el resultado final de las investigaciones de Mariátegui respecto al modo de producción dominante en la sociedad peruana, el capitalista, y respecto a la inserción de nuestro país en la división mundial del trabajo". [Se trataría del capitalismo dependiente] Y líneas después afirma Lévano: "Esta contradicción –se refiere al capitalismo dependiente– determina la subordinación de todos los modos de producción a la formación social capitalista en lo interno, y a la dominación imperialista en lo externo. Describir esta situación como de desarrollo desigual y combinado nos parece demasiado genérico: en el fondo, todo desarrollo, incluyendo el de las potencias imperialistas, es desigual y combinado1".

El único argumento en que se basa Lévano, es la respuesta de Mariátegui a la pregunta: "Históricamente ¿no es posible el establecimiento de un formal capitalismo?".

La respuesta fue: "Un formal capitalismo está ya establecido. Aunque no se ha logrado aún la liquidación de la feudalidad y nuestra incipiente burguesía se muestre incapaz de realizarla, el Perú está en un periodo de creciente capitalismo2".

Para Mariátegui un formal liberalismo, un formal capitalismo, se estableció luego de la independencia. En otras palabras, lo de "formal" era porque no existía capitalismo, no existía liberalismo, menos existía burguesía propiamente dicha, que cohesione sus intereses, aunque formalmente, según la constitución, existía todo ello. Existe "un periodo de creciente capitalismo" pero que no ha logrado la liquidación de la feudalidad por la incapacidad de la "incipiente burguesía".

Igualmente la afirmación de Lévano de que recién Mariátegui se daría cuenta en 1929 de la inserción del Perú en la división internacional del trabajo no tiene asidero. Esto lo sabía Mariátegui desde su "edad de piedra" o quizás desde antes.

Sobre la tesis de que el capitalismo dependiente predomina en lo interno y el imperialismo en lo externo, tampoco es una afirmación de Mariátegui, que más bien señalaba que el capitalismo imperialista en forma cada vez más creciente, se apodera de minas, haciendas, tierras, bancos, industrias, etc. Es decir, el imperialismo está en suelo peruano y no en lo externo. La teoría de la dominación imperialista en lo "externo" ha servido para justificar la claudicación de los reformistas que ven la dominación como algo exterior. (Haya de la Torre criticó a los comunistas ligados a Moscú la tesis del imperialismo fuera de las fronteras y a la separación que hacían entre imperialismo y capitalismo como diferentes).

Sobre el desarrollo desigual y combinado Lévano dice que es "genérico", presente en todos los países del mundo, sin embargo, -no obstante ser genérico- le resta importancia.

La génesis del desarrollo desigual y combinado acompaña el devenir desde tiempos antiguos y se extrema con la formación del sistema mundial en el cual surge el capitalismo. Marx y Engels al referirse a Alemania del siglo diecinueve decían que lo atormentan los vivos y los muertos, es decir, los males del pasado y del presente. A inicios del siglo veinte era utilizado entre otros por Lenin, Trotsky, Rosa Luxemburgo, etc. siendo Trotsky quien le dio status de teoría, cohesionándolo en forma definitiva a inicios de la de década del treinta en su "Historia de la revolución rusa3".

Desconociendo la posición final a la que arribó Trotsky sobre la coexistencia y combinación de diversas formas sociales inmersas en el sistema mundial y en cada país, Mariátegui y luego Haya de la Torre, tuvieron una visión similar.

César Germaná4 atribuye a Mariátegui la tesis de la predominancia capitalista en la sociedad peruana. Critica a los que: "Interpretando de manera fragmentaria los textos de Mariátegui, éste a sido presentado como el defensor de la tesis del carácter básicamente feudal o semifeudal de la sociedad peruana. Consecuentemente, desde esta perspectiva, Mariátegui no se distinguiría del radicalismo nacionalista pequeño-burgués de Haya de la Torre en los años treinta". Y se tendría que aceptar, -prosigue Germaná-, la tesis de Luis Alberto Sánchez de que la ruptura entre Haya y Mariátegui fue promovida por agentes del "comunismo internacional".

Para Mariátegui la formación social peruana era "semifeudal" (pre capitalista). Si bien el término también era empleado por Haya de la Torre y el estalinismo, se diferenciaban en la visión de las contradicciones internas de la "semifeudalidad", por lo que llegaban a conclusiones diferentes para solucionar los probemos.

César Lévano, conforme mencionamos en líneas anteriores, como cualquier lector atento, ha comprendido bien los textos fundamentales de Mariátegui, donde sindica al conjunto de la sociedad peruana de "semifeudal", de precapitalista, por lo que para hablar de predominancia capitalista, Lévano alega (equivocadamente) que Mariátegui cambió de posición a partir de 1929.

César Germaná al contrario, "encuentra" en la obra conjunta de Mariátegui la supuesta predominancia capitalista. Ya hemos expuesto las ideas de Mariátegui al respecto que contradicen totalmente a Germaná. No está de más mencionar dos textos, que además de los "7 Ensayos", son fundamentales en el pensamiento político de Mariátegui. El primero de ellos, del año 1928 "Principios programáticos del Partido Socialista5", en su punto 3 dice: "El capitalismo se desarrolla en un pueblo semi-feudal como el nuestro…" y el punto 5 comienza diciendo: "La economía pre capitalista del Perú republicano…". El otro texto, del año 1929: "Punto de Vista Anti-imperialista", en su punto 4 dice: "el capitalismo imperialista utiliza el poder e la clase feudal, en tanto que la considera la clase dominante. Pero sus intereses económicos no son los mismos6". Sería tedioso aumentar citas textuales similares.

La "clase feudal" aludida –para Mariátegui- lo constituyen en lo fundamental los grandes propietarios agro exportadores (de azúcar y algodón) de la Costa que tienen el control del estado en alianza con los gamonales (hacendados) andinos. Podemos decir que llamarlos "clase feudal" a los agro exportadores es un exceso semántico, porque gran parte de sus propiedades eran mecanizadas con régimen de trabajo salarial, como el mismo Mariátegui lo reconoce en diversos textos, pero todo ello contrasta con su mentalidad de casta teñida de racismo heredada de la conquista y su modo de vida "aristocrático". Podemos decir que al obtener plusvalía por medio del trabajo asalariado eran capitalistas, pero por su mentalidad y modo de vida "aristocrático" se comportaban como amos (señores). No es casual que también sean conocidos como los "barones del azúcar y del algodón". En el caso de sus aliados, los hacendados (gamonales) andinos, junto a taras mentales propias del colonialismo, mantenían un régimen de trabajo basado en la servidumbre.

Germaná no solamente atribuye a los análisis de Mariátegui predominancia capitalista en la sociedad peruana, sino que presenta al conjunto de la economía peruana entrelazada armoniosamente bajo la hegemonía del capital imperialista.

A nuestro entender, ese "modelo" de desarrollo que presenta Germaná, -atribuido erróneamente a Mariátegui- podría ser válido en un proceso de gran autonomía, donde el capitalismo en expansión, en forma concéntrica, incorpora dentro de su ámbito al conjunto de la sociedad, hegemonizando o dominando sobre sectores precapitalistas. Quiensabe Inglaterra y en parte Francia del siglo diecinueve serían lo más cercano a ese modelo, porque en otros países europeos (incluso occidentales), comenzando de Alemania, capitalismo y precapitalismo coexistían conservando gran autonomía incluso en el siglo diecinueve. Es decir, el capitalismo no irradiaba su tonalidad a todos los sectores, no hegemonizaba sobre el conjunto, sino que coexistía con formas precapitalista que mantenían gran autonomía, lo cual contribuyó a la persistencia de la mentalidad jerárquica propio de estamentos y castas en grandes sectores que contribuyeron a legitimar al fascismo en Alemania e Italia en el siglo veinte.

Para Mariátegui el proceso es distinto al que presenta Germaná. Por el carácter colonial de la economía heredada de la conquista, los países indoamericanos no se integran entre sí, sino todo lo contrario, se integran en primer lugar con las potencias imperialistas en búsqueda de capitales y mercados dónde vender sus productos. Por eso para Mariátegui los pueblos de América están "balcanizados". Este mismo fenómeno se repite al interior de cada país, donde las fuentes de inversión imperialista (enclaves) se conectaban directamente al centro imperialista, como el caso de minas y haciendas, sin integrar económicamente al conjunto del país, sino al contrario, lo segmentan. Cada enclave, -independientes unos de otros-, tenía su zona de influencia.

En las primeras décadas del siglo veinte en base a lo cual Mariátegui elabora sus propuestas, los enclaves mineros, donde primaban relaciones salariales, colindaban por sus cuatro costados con la feudalidad o semifeudalidad andina y con las comunidades. En el sur peruano, desde Arequipa a Puno, la comercialización de lana monetizó la economía y al mismo tiempo condujo a una mayor monopolización de las mejores tierras en desmedro de los campesinos, acentuando formas precapitalistas en la explotación del trabajo.

En la Costa, en la mayoría de haciendas algodoneras, persistían relaciones serviles o semiserviles. El mayor desarrollo capitalista estaba en algunas haciendas azucareras, donde en conjunto, los trabajadores asalariados superaban los veinte mil, pero por falta de un mercado de trabajo, por falta de un ejército industrial de reserva, para reclutarlos aún se recurría a prácticas precapitalistas como el "enganche".

El surgimiento de relaciones salariales en las haciendas azucareras de la costa norte ha sido evidenciado por Peter Klaren7 que comienza a mediados de la segunda mitad del siglo diecinueve. En el siglo veinte se acrecientan al igual que el empleo de la técnica, que para Mariátegui, contrasta con la mentalidad de casta de los propietarios.

Esta disociación -entre el empleo de técnica moderna y la mentalidad arcaica- es notable en el conjunto del sistema mundial de desigualdades y combinaciones. Actualmente países de "oriente" que compiten e incluso desafían el poderío nuclear del imperialismo occidental se legitiman en la mentalidad autocrática religiosa más tradicional, aunque en sus relaciones internacionales comerciales y diplomáticas sean eficientemente modernos. En esos países el obrero más calificado que pone en funcionamiento lo más moderno en tecnología puede tener mentalidad precapitalista.

Humberto Rodríguez interpretando con acierto las ideas de Mariátegui nos dice que las relaciones en la explotación del trabajo surgen de las "condiciones estructurales", es decir, de acuerdo a cómo se presenten las contradicciones entre clases sociales (las relaciones sociales), poniendo de ejemplo a "la familia Aspíllaga, propietaria de las haciendas Palto (valle de Pisco) y Cayaltí (valle de Zaña), tiene que optar en la primera hacienda por el yanaconaje y en la segunda por el camino del salario8".

Por no existir una sociedad burguesa, la constitución formalmente liberal estaba en contradicción con formas y prácticas precapitalistas de los grandes propietarios tanto en las relaciones de trabajo como en su modo de vida, por lo que eran los primeros en violar su propia ley. Cuando los caminos pasaban por sus propiedades ponían tranqueras a la entrada y la salida con la finalidad de cobrar peaje. Un acto típicamente precapitalista. Por su poder sobre la política oficial, hasta se les otorgaba puertos a exclusividad.

Los principales aliados de la oligarquía eran los gamonales (hacendados) del interior andino, donde su plaza de armas estaba bordeado por la casa hacienda, la iglesia y su cárcel, lo último, lugar de castigo para quienes infringían sus "leyes" que no estaban escritas en ninguna constitución.

De ellos se deriva el término "gamonalismo", que para Mariátegui "no designa sólo una categoría social y económica: la de los grandes latifundistas o grandes propietarios agrarios. Designa todo un fenómeno. El gamonalismo no está representado sólo por los gamonales propiamente dichos. Comprende una larga jerarquía de funcionarios, agentes, parásitos, etc. El indio alfabeto se transforma en un explotador de su propia raza porque se pone al servicio del gamonalismo. El factor central del fenómeno es la hegemonía de la gran propiedad semifeudal en la política y el mecanismo del estado9".

Aquí claramente está delimitada por Mariátegui la propiedad "feudal" de los gamonales y la propiedad "semifeudal" de los hacendados agro exportadores costeños que el capital imperialista los utiliza en tanto tienen el control político del estado. Así mismo el "gamonalismo" no se reduce a las haciendas andinas o a la Sierra sino que forma parte del conjunto de la dominación colonial institucionalizada que tiene representación política desde las alturas del parlamento hasta funcionarios de menor rango, que en las provincias andinas estaban representados por el hacendado, el juez y el cura, formando la "trinidad explotadora del indio".

Germaná pasa por alto todo eso, reduciendo la feudalidad o semifeudalidad a la agricultura y a la Sierra, que a su entender, estaba subordinado a relaciones capitalistas.

Es cierto que el capitalismo estaba en crecimiento, pero para Mariátegui no predominaba sino más bien se combinaba y coexistía con formas "semifeudales" y comunales. Acaso la única relación a inicios del siglo veinte, entre las haciendas azucareras y las serranías de La Libertad y Cajamarca, además del comercio de azúcar, sea la búsqueda de trabajadores por mediación de los enganchadores. El comercio de manufacturas hacia el interior, entre lo que cuenta tejidos, calzado, herramientas, etc., no pasa por las haciendas costeñas, sino por las casas comerciales de ciudades como Trujillo, por mediación del capital comercial.

Para Mariátegui, el capitalismo no es sólo una técnica, sino que además, es un espíritu, una mentalidad, que no existía en los grandes propietarios.

La aparición de nuevos empresarios de la tierra con nuevos apellidos, promoviendo mayor rentabilidad utilizando mejor tecnología, fue puesto en evidencia por Mariátegui, pero debemos decir que en su mayoría se incorporaron al modo de vida "aristocrático", y al igual que los demás oligarcas diversificaron sus inversiones al sector urbano industrial, promoviendo así el capitalismo por la vía terrateniente o, empleando palabras de Mariátegui, por vía del feudo.

En 1919 estallan grandes protestas populares teniendo de eje a la joven clase obrera, conquistando las ocho horas de trabajo. Ese año comienza la larga crisis de dominio oligarca que culmina en 1968 cuando los militares reformistas, intentando frenar la subversión, los liquidaron económicamente. Durante todo ese lapso de crisis (1919-1968), inmerso en grandes luchas populares, siendo los casos más emblemáticos la revolución de Trujillo en 1932 y la sublevación de los campesinos de la Convención y Lares (1958-1964) en el Cuzco, las fuerzas armadas fueron protagonistas políticos (desde el estado) para salvaguardar los intereses de oligarquía. El desenvolvimiento capitalista prosiguió con la diversificación de inversiones imperialistas y de sus intermediarios, los grandes propietarios, acrecentando el poder de sectores urbano industriales, siendo su máxima expresión política Manuel Prado Ugarteche que llegó dos veces al gobierno (1939-1945 y 1956-1962).

Para mediados del siglo veinte la expansión capitalista ha erosionado el conjunto de la economía, incluyendo a las haciendas andinas, lo mismo que a las comunidades. Las últimas, han visto acentuarse la riqueza y pobreza en su seno. Se asiste a una proletarización masiva. Las mayorías, sea las que no poseen ningún bien, sea que la tierra no les alcance para vivir, sea artesanos arruinados, están listos a vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario. Las ciudades comienzan a llenarse de inmigrantes del campo, cambiando las formas de vida tradicionales. Unos pocos encontraban un empleo a cambio de un salario y el resto pasa a formar parte del ejército industrial de reserva compuesta de millares de personas, -denominadas comúnmente como "población marginal"-, que tuvieron que ingeniárselas para sobrevivir, emergiendo a primer plano la "economía informal".

A mediados de la década del cincuenta, cuando el Apra había pasado a formar parte de la reacción, surgen, con palabrería izquierdizante, los primeros partidos propiamente burgueses, entre ellos Acción Popular y la Democracia Cristiana, que con el gobierno liderado por Fernando Belaúnde Terry (1963-1968) fueron incapaces de promover una tímida reforma agraria, por lo que se acentúa las luchas populares en el campo y la ciudad, frente a lo cual las fuerzas armadas como institución dan un golpe de estado y desde el poder del estado en su primera fase (1968-1975) promovieron reformas, comprando la propiedad de la tierra a oligarcas y gamonales para entregarlas a los campesinos, pensando frenar la subversión, pero se equivocaron. En su segunda fase (1975-1980), con el gobierno del General Morales Bermudes se comienza a desmantelar las reformas.

Los militares en el poder rechazaban al capitalismo y al comunismo, reclamándose "socialistas", "humanistas" y "cristianos". Para hacer sus reformas dentro del orden, tomaron distancia de la burguesía y de sus partidos tradicionales, lo mismo que de las organizaciones reclamadas marxistas. Eran conscientes que las grandes empresas estatizadas en el agro, las minas, la industria, la pesca, la banca no era socialismo. Pagando las propiedades afectadas a oligarcas, gamonales y allegados, pretenden convertirlos en empresarios industriales, haciéndoles ver el mercado internacional comenzando del mercado del Pacto Andino, pero éstos, como diría el historiador Pablo Macera, prefirieron quedarse con la "feria" de Huancayo. El "socialismo" de los militares promovido desde 1974 en base a lo que denominaron Empresas de Propiedad Social, se comienza a implantar durante el gobierno del General Morales Bermúdez que derrocó al General Velasco en 1975. Una de las primeras iba sobre ruedas porque se trataba de una empresa de transporte urbano en Lima que pronto colapsó. Ni en la gran minería, ni en la gran banca, ni en la gran industria se promovieron las empresas de propiedad social. El "socialismo" de los militares fue una farsa, pero dejaron al Perú más capitalista con la reforma agraria burguesa.

En Europa, por siglos, convivieron, coexistieron, la burguesía emergente, primero en su forma comercial y bancaria, luego industrial, con la feudalidad, bajo la forma política de las monarquías, que en gran parte confluían con intereses burgueses, buscando la unida nacional contra el particularismo de los poderes feudales, con la excepción de España, Rusia y Alemania que se inclinaron hacia la feudalidad.

En Inglaterra, el tránsito del feudalismo al capitalismo fue gradual y la burguesía, cuando ya era dueña de la economía, -conforme lo advirtió Engels-, utilizó a la aristocracia para la administración del estado bajo la forma de monarquía constitucional. Hemos visto que con el correr del tiempo la aristocracia fue marginada de la administración del estado para cumplir un papel simbólico al servicio de la ideología burguesa perpetuando la mentalidad de un orden de dominio jerárquico en todos los sectores sociales. En Francia, bajo otras condiciones, las fuerzas populares barrieron con la monarquía en la revolución iniciada en 1879, obligando a la burguesía a ir más allá de sus intereses, instaurando un gobierno popular (jacobino) que intentaba implantar el igualitarismo, fracasando, adviniendo la reacción termidoriana que promueve al capitalismo. En 1917 en Rusia, una revolución socialista acabó con los vestigios feudales y su expresión política "semifeudal" presidido por los zares. En España la monarquía –en forma simbólica- sobrevivió en el siglo veinte gracias a la derrota de la revolución española (1936-1939).

Los regímenes europeos monárquicos de siglos anteriores, ¿fueron feudales o burgueses? Fueron producto de las dos cosas y se inclinaban a uno u otro lado.

Para el caso de Alemania, según Engels, cuando la monarquía representaba a la feudalidad, se trataba de un "Estado semifeudal", intentando equilibrar los intereses de la feudalidad y de la burguesía. Como consecuencia del desarrollo capitalista, a la lucha entre la monarquía y la burguesía, prosigue Engels, se agrega la clase obrera como una amenaza al sistema en su conjunto. Para resguardarse de ese peligro, la monarquía "semifeudal" se convierte en "monarquía bonapartista", impulsando desde el estado, por medio de la legislación y la fuerza el desarrollo del capitalismo, constituyendo "una forma moderna de estado que presupone la eliminación del feudalismo". Ese estado bonapartista reprime a la clase obrera, mientras que a la burguesía lo mantiene a raya, sometida, para que no excedan en sus reivindicaciones, y a los grandes terratenientes (junkers) los obliga a convertirse en burgueses, incluso en detrimento de los pequeños terratenientes. Todo, en un proceso lento, por lo que la revolución burguesa iniciada en 1808, -calcula Engels-, podría acabar con las instituciones feudales recién para el año 1900, en que alcanzaría con gran retraso, "la situación en que se encontraba Francia en 179210".

Aquí Engels tuvo razón en su diagnóstico de una monarquía "semifeudal", inclinada hacia la feudalidad que se transforma en estado bonapartista para impulsar el capitalismo por la vía terrateniente, pero no en la dialéctica de su desenvolvimiento, por lo que para 1900, por el desenvolvimiento desigual y combinado, Alemania, se encumbraba entre las grandes potencias capitalistas y no se parecía a Francia de 1792 como equivocadamente proyectaba Engels. Por conservar grandes lastres del pasado, el año 1905 Trotsky hacía referencia a una Alemania "feudal burguesa".

León Trotsky describe la estructura semifeudal de Georgia de fines del siglo diecinueve en los siguientes términos: "Su estructura social semifeudal, se basaba en un bajo nivel de desarrollo económico y se distinguía en consecuencia por los rasgos de patriarcado asiático, sin excluir la crueldad asiática. La industria apenas existía. La agricultura y la construcción de caminos continuaban virtualmente con las mismas normas de veinte siglos atrás… Las ciudades del Cáucaso, que comprendían no más de la sexta parte de la población, siguieron siendo, como todas las ciudades de Asia, burocráticas, comerciales, militares y, únicamente en pequeña proporción, industriales. Por encima de la masa fundamental campesina pobre y poco culta, destacaba un estrato de burguesía pobre y poco culta, hasta el punto de distinguirse en algunos casos de los aldeanos más despiertos, únicamente por sus pomposos títulos y dengues. No sin motivo se ha llamado a Georgia (con su fugaz esplendor pasado, su presente estancamiento económico, sus viñedos, su irresponsabilidad y su abundancia de hidalgos provincianos de bolsillo exhaustos) la España del Cáucaso11".

El término "semifeudal" –bastante impreciso- era usual en el movimiento revolucionario mundial, entre ellos, el organizado en la Tercera Internacional, inicialmente bajo la jefatura de Lenin y Trotsky. Se recuerda también por esos tiempos el empleo del término "burguesía compradora". En una oportunidad Trotsky acusó a Stalin de hacer el papel de "comprador" que prepara el camino hacia la restauración capitalista en Rusia. En el comunismo chino Mao Tse Tung siguió utilizando el término, pero el estalinismo dejó de utilizarlo en deferencia a las supuestas burguesías "progresistas" o "revolucionarias" en colonias y semicolonias a las que debían subordinarse los comunistas.

Desde el punto de vista político, algo semejante a "burguesía compradora" es el término propietario "yanacona" del imperialismo que utiliza Mariátegui para designar a esos grandes propietarios que sirven o se subyugan al capital extranjero.

NOTAS

1.- Lévano, César: "Mariátegui o la estrategia de masas". En "7 Ensayos, 50 años en la historia". Biblioteca Amauta, Lima, 1978.

2.- La respuesta de Mariátegui fue a una encuesta para un seminario sobre problemas peruanos, rescatado por Lévano y editada como parte de "Ideología y Política" desde 1975.

3.-Trotsky: "Las características del desarrollo del Rusia". Capítulo inicial de su "Historia de la revolución rusa". La génesis de esta teoría se encuentra en algunos escritos de Marx en el siglo diecinueve. Al respecto ver el capítulo "El marxismo en el Perú". Lo exponemos con mayor amplitud en nuestro estudio: "Barbarie y modernidad: el Perú en la globalización capitalista".

4.- Germaná, César: "El problema de la semifeudalidad agraria". En "7 Ensayos, 50 años en la historia". Biblioteca Amauta, Lima, 1978.

5.- Mariátegui: "Principios programáticos del Partido Socialista". En Ideología y Política".

6.- Mariátegui: "Punto de Vista Anti-imperialista". En Ideología y Política".

7.- Klaren, Peter: "Las haciendas azucareras y los orígenes del Apra".

Sobre las haciendas azucareras el comercio de lanas en el sur, el enclave minero, la mentalidad de los propietarios, en las primeras décadas del siglo veinte, ver: Manuel Burga y Alberto Flores Galindo: "Apogeo y crisis de la República Aristocrática". Lima, febrero de 1980.

8.- Rodríguez, Humberto: "Mariátegui y la hacienda costeña". En "7 Ensayos, 50 años en la historia".

9.- Mariátegui: "7 Ensayos", p. 32, 33 (nota).

10.- Engels, Federico: "Adición al Prefacio a la edición de 1870 para la tercera edición de 1875" de "La guerra campesina en Alemania". En Marx Engels, "Obras Escogidas". Editoríal Progreso, Moscú.

11.- León Trotsky: "Stalin" (biografía política). Madrid, 1947, p. 2.

Tercera parte: La alternativa revolucionaria

I.- TRES CONCEPCIONES SOBRE LA REVOLUCION INDOAMERICANA

A finales de la década del veinte surgen tres concepciones sobre la revolución en Indoamérica: La stalinista de la tercera internacional; la pequeña burguesa de Haya de la Torre y la marxista de Mariátegui. Las tres concepciones señalaban al Perú como un país precapitalista, (semifeudal), estando a la orden del día las reivindicaciones democrático burguesas. La semifeudalidad Mariátegui lo asignaba para los países andinos, mientras que el estalinismo y Haya de la Torre lo extendían al conjunto de Indoamérica.

El estalinismo negaba que el capitalismo en América Latina se desenvuelva de acuerdo a intereses del imperialismo, ya que a su entender, "desarrollo capitalista significa el desarrollo normal de la economía nacional y no la adaptación a las necesidades del mercado internacional1". Contrariamente a ello, para Haya de la Torre y Mariátegui, el capitalismo es impulsado principalmente por intereses imperialistas, por lo que a mayor capitalismo hay mayor dependencia, mayor colonialismo.

Para el estalinismo, era necesario que el capitalismo se desarrolle plenamente antes de llegar al socialismo. Por eso, hasta 1928, con toda claridad, señalaban que las reivindicaciones democrático burguesas se cumplirían en una revolución burguesa dirigida por la burguesía nacional "revolucionaria", para que desarrolle el capitalismo que implicaba a la vez independencia nacional. A partir de 1928, se da un viraje al ultra izquierdismo y, a cuanta organización no comulgue con ellos, se les designaba como "socialfascistas". En la reunión de partidos comunistas de Buenos Aires en 1929 se llama a formar soviets y no se menciona a la burguesía nacional "revolucionaria" como caudilla del proceso, pero se hace hincapié en que el socialismo es un objetivo remoto en América Latina, ya que previamente, en una serie de etapas, se debe desarrollar plenamente el capitalismo. A partir de 1933, con la política de los frentes populares, se vuelve a le versión original de subordinación a organizaciones burguesas, incluyendo a las que poco antes habían designado como "socialfascistas". En 1943, presionado por sus socios del imperialismo "democrático", el estalinismo disuelve la Tercera Internacional y pregona que a la coexistencia entre estados capitalistas y socialistas corresponde la unidad entre burguesía y proletariado, quedando el socialismo como un objetivo remoto.

Haya de la Torre decía que la burguesía nacional está entrelazada al feudalismo y subordinada al imperialismo, por lo que la revolución lo acaudillarían las "clases" medias y dentro de ellas, los intelectuales, por mediación de un estado antiimperialista promotor del desarrollo capitalista diferente al de libre cambio y diferente al imperialista, para que posteriormente venga el socialismo. Se debe vigilar a las clases medias para que no evolucionen a gran burguesía, ya que sería una "regresión" al imperialismo. A la burguesía, Haya de la Torre lo incluye en su propuesta corporativa del Congreso Económico Nacional, junto al estado y los trabajadores, para discutir la realidad.

Para Mariátegui las tareas democráticas burguesas serían impulsadas por la alianza de obreros, campesinos y el conjunto del pueblo, pero no se detendrían en reivindicaciones burguesas, sino que partiendo de ellas harían avanzar la revolución al socialismo. Las comunidades indígenas serían pilares en la colectivización del agro, con la ayuda de la ciencia y la técnica, inmersos en la revolución mundial.

Mientras Stalin proclama el socialismo en un sólo país, Haya de la Torre y Mariátegui estaban convencidos de la necesidad de la revolución mundial para el triunfo del socialismo. El fundador del aprismo dijo expresamente que para que triunfe el socialismo en Rusia es necesario la revolución mundial. Mariátegui reivindicaba de Trotsky el internacionalismo y la lucha contra el burocratismo.

El estalinismo tildó a Trotsky de derrotista, porque supuestamente está contra las realizaciones socialistas en Rusia. Recordemos al respecto que en 1924 Trotsky propuso la planificación de la economía para comenzar la edificación del socialismo y fue Stalin quien se opuso, argumentando que es la cumbre de la utopía, sin proponer ninguna alternativa. En 1928, por la crisis, el estalinismo se vio forzado a iniciar a la planificación mediante planes quinquenales.

Una cosa es iniciar el proceso socialista en un país, para concluir en el ámbito internacional, y otro distinto, intentar establecer el socialismo en un sólo país, cosa imposible, porque ni siquiera el desarrollo capitalista es posible al margen del sistema económico mundial.

Además de negar la posibilidad de socialismo en colonias y semicolonias, Stalin dejaba de lado las especificidades nacionales en la estrategia revolucionaria. De acuerdo a su perspectiva, el internacionalismo se fundamenta en los "rasgos generales" presentes en todos los países, y las especificidades o peculiaridades nacionales, "no son más que un complemento de los rasgos generales".

Contrariamente a esto, para Trotsky: "No es cierto que la economía mundial represente en sí una simple suma de factores nacionales de tipo idéntico. No es cierto que los rasgos específicos no sean "más que un complemento de los rasgos generales", algo así como las verrugas en el rostro. En realidad, las particularidades nacionales representan en sí una combinación de los rasgos fundamentales de la economía mundial. Esta peculiaridad puede tener una importancia decisiva para la estrategia revolucionaria durante un largo periodo. Baste recordar el hecho de que el proletariado de un país retrógrado haya llegado al poder muchos años antes que el de los países más avanzados".

"Las peculiaridades económicas de los diversos países no tienen un carácter secundario ni mucho menos2".

En el movimiento revolucionario ruso de inicios del siglo veinte también existieron tres concepciones revolucionarias. La menchevique de Plejanov, la bolchevique de Lenin, y la revolución permanente de Trotsky. Las tres concepciones coincidían en que las reivindicaciones primordiales para Rusia eran democrático burguesas. Para los mencheviques, será la burguesía "liberal", "revolucionaria" la caudilla que conduzca el proceso al desarrollo del capitalismo a semejanza europea y el deber de los marxistas era apoyarlo. Los bolcheviques con Lenin negaban la existencia de una burguesía que sea revolucionaria, por lo que esas tareas serían promovidas por la dictadura democrática de los obreros y campesinos para desarrollar el capitalismo para que así el proletariado se encuentre en mejores condiciones de luchar posteriormente por el socialismo. Para Trotsky sería la alianza de la clase obrera con los campesinos y demás clases explotadas quienes acaudillarían esa lucha, pero la clase obrera, haciendo prevalecer sus intereses, no se detendrá en los marcos capitalistas, sino que promoverá que la revolución avance hacia el socialismo, inmersos en la revolución Europea y mundial. Esta propuesta fue conocida como teoría de la revolución permanente, que en 1917 se confirmó con el triunfo de la revolución rusa en octubre de 1917. En abril de ese año, con sus Tesis de Abril, Lenin3 se pasa a la posición de Trotsky.

Mariátegui muere el 16 de abril de 1930 polemizando con Haya de la Torre y el estalinismo, quienes, desde particulares puntos de vista, desdeñaban a la clase obrera.

NOTAS

1.- Citado por Ricardo Martínez de la Torre en "Apuntes para una interpretación marxista de la historia social del Perú".

2.- León Trotsky: "La revolución permanente". ("Prólogo: dos concepciones").

3.- Entre algunos textos conocidos de Lenin de inicios del siglo veinte donde expone sus ideas de desarrollo de un capitalismo bajo la dictadura democrática de obreros y campesinos, mencionemos al prólogo de 1908 para la segunda edición de su obra "El desarrollo del capitalismo en Rusia", "Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución", etc. En 1919 Trotsky, para la reedición de su obra Resultados y Perspectivas", donde en 1905-1906 expuso por primera vez su teoría, escribió las tres posiciones surgidas a inicios de siglo sobre la revolución. Nadie en ese entonces lo criticó.

Antonio Gramsci, eminente marxista italiano, en una de sus cartas a la dirección del Partido Comunista Italiano hace referencia a la posición inicial de Lenin y los bolcheviques de instaurar una dictadura democrática de obreros y campesinos como "envoltorio" para el desarrollo del capitalismo, mencionando así mismo el paso de Lenin a la estrategia de Trotsky en 1917.

GDH Cole en su Historia del pensamiento socialista aborda las tres posiciones surgidas en Rusia.

Ernest Mandel aborda la polémica de inicios de siglo en Rusia, en su ensayo: "Los debates sobre la naturaleza y las perspectivas de la Revolución Rusa". (Reproducida en la revista "Imprecor")

II.- EL SOCIALISMO Y LAS COMUNIDADES

En una de sus contribuciones al marxismo del siglo veinte, Mariátegui reivindica a las comunidades indígenas de los andes como pilares en la lucha para derribar el orden vigente y en la construcción del socialismo. Las comunidades, explica, tienen su origen en los ayllus originarios de culturas pre incas, han sobrevivido al virreinato, a la república, "y asoman su cuerpo vigoroso y siempre joven a los albores de una etapa colectivista1".

Como punto programático del Partido Socialista fundado en 1928 se lee: "El socialismo encuentra lo mismo en la subsistencia de las comunidades que en las grandes empresas agrícolas, los elementos de una solución socialista de la cuestión agraria…". Esto "no significa en absoluto una romántica y anti-histórica tendencia de reconstrucción del socialismo incaico, que correspondió a condiciones históricas completamente superadas, y del cual sólo quedan como factor aprovechable dentro de una técnica de producción perfectamente científica, o hábitos de cooperación y socialismo de los campesinos indígenas. El socialismo presupone la técnica, la ciencia, la etapa capitalista; y no puede importar el menor retroceso en la adquisición de las conquistas de la civilización moderna, sino por el contrario la máxima y metódica aceleración de la incorporación de esas conquistas a la vida nacional2".

Esta posición sobre las comunidades subyace en el conjunto de su obra, confluyendo con indigenistas, entre ellos, Luís E. Valcárcel, Hildebrando Castro Pozo, Abelardo Solís, etc., en plantear una solución socialista a los problemas3.

También Haya de la Torre en algunos textos, entre ellos en una carta a un estudiante argentino del año 19254 había señalado que las comunidades indígenas serían pilares en la construcción del socialismo en el campo "extirpando la propiedad desde la raíz". Por esto Mariátegui escribió que encuentra en el libro de Haya de la Torre "Por la emancipación de América Latina", "conceptos que coinciden absolutamente con los míos sobre la cuestión agraria en general y sobre la cuestión indígena en particular. Partimos de los mismos puntos de vista, de manera que es forzoso que nuestras conclusiones sean también las mismas5".

Pero Haya de la Torre pronto cambió de posición, argumentando que la lucha no es por la revolución socialista, sino por la revolución "social" para desarrollar un capitalismo diferente al capitalismo de libre competencia del siglo diecinueve y diferente al capitalismo imperialista del siglo veinte como paso previo al socialismo.

Parte de indigenistas (entre ellos Valcárcel6), esperaban que las masas bajen de los andes a las ciudades de la Costa para "redimir" el país. Mariátegui, que criticaba el jingoísmo de un sector de ellos, comentaba, pero no afirmaba ni negaba esta posibilidad, ya que todo dependía si la transformación social y política fuese primacía de poblaciones rurales indígenas de haciendas, comunidades, propietarios pequeños y proletariado minero; o del proletariado industrial costeño. Y más que liberación de un sector por otro, se discutía si la chispa revolucionaria se iniciará en la costa o la sierra o habrá simultaneidad.

El marxista ecuatoriano Paredes también había propuesto en el sexto congreso (1928) de la Tercera Internacional, -ya controlado por el estalinismo-, la posibilidad de que las comunidades indígenas sean bases de una colectivización del campo en un proceso socialista: "Los países de América Latina que tienen una población india numerosa, están en mejores condiciones, para la edificación del socialismo en el campo… Existen numerosas comunidades en Méjico, en Ecuador, en Perú, en Bolivia que representan ahora elementos combativos contra el poder de los feudales y que en el momento de la instauración del régimen proletario, serán núcleos para la cooperación socialista en el campo. Los indios americanos tienen un espíritu colectivista muy notable7".

Por eso Mariátegui en un texto enviado a la Primera Conferencia de Partidos Comunistas Latinoamericanos de Buenos Aires realizado en el año 1929, escribió que sus tesis concuerdan con el VI Congreso de la tercera internacional (1928) que ha señalado "la posibilidad para pueblos de economía rudimentaria, de iniciar directamente una organización económica colectiva, sin sufrir la larga evolución por la que han pasado otros pueblos. Nosotros creemos que entre las poblaciones "atrasadas", ninguna como la población indígena incásica, reúne las condiciones tan favorables para que el comunismo agrario primitivo, subsistente en estructuras concretas y en un hondo espíritu colectivista, se transforme, bajo la hegemonía de la clase proletaria, en una de las más sólidas de la sociedad colectivista preconizada por el comunismo marxista8".

La Tercera Internacional, luego de una política de subordinación a organizaciones burguesas y pequeñoburguesas que entre otras cosas condujo a la derrota de la revolución china (1927), en el VI congreso se pasa a endilgar a cuanta organización no sea comunista (estalinista) el apelativo de "social fascista", auto aislándose de los trabajadores. Por eso el aprismo primigenio fue tildado de "social fascista" en tiempos que sus bases organizaban insurrecciones.

Mariátegui intentando legitimar sus tesis sobre las comunidades dijo basarse en el VI congreso de la internacional, pero sus detractores, citando pasajes de ese mismo congreso, criticaron a Mariátegui diciendo que el socialismo no estaba a la orden del día, sino solamente la lucha contra la feudalidad y el imperialismo.

Sobre sus divergencias con la Internacional, Mariátegui no hace comentarios. Sigue empeñado en la organización política y sindical de los obreros de las ciudades y de las minas intentando vincularlos a las organizaciones de los campesinos: "Una conciencia revolucionaria indígena tardará quizás en formarse, pero una vez que el indio haya hecho suyo la idea socialista, la servirá con una disciplina, una tenacidad y una fuerza, en la que pocos proletarios de otros medios podrán aventajarlo10".

Mariátegui era consciente de las ambigüedades del VI congreso y también era consciente de que el capitalismo en el Perú estaba en creciente desarrollo, erosionando las formas precapitalistas, entre ellas feudales, semifeudales y comunales.

La propuesta estalinista en la primera conferencia de partidos comunistas de Buenos Aires en el año 1929 para formar repúblicas "autónomas" de aymaras y quechuas, para Mariátegui, no conduciría al socialismo sino al capitalismo: "La constitución de la raza india en un estado autónomo, no conduciría en el momento actual a la dictadura del proletariado indio ni mucho menos a la formación de un estado indio sin clases, como alguien a pretendido afirmar, sino a la constitución de un estado indio con todas las contradicciones internas y externas de los estados burgueses".

Sólo el movimiento revolucionario clasista de las masas indígenas explotadas podrá permitirles dar un sentido real a la liberación de su raza, de la explotación, favoreciendo las posibilidades de su auto-determinación política11".

Lo importante en ese entonces era estrechar la unión de los trabajadores indígenas con la clase obrera. Los centros mineros eran claves en ese proceso ya que allí se concentraba uno de los sectores modernos de la clase obrera, recibiendo, sea de manera estable o temporal a trabajadores de las haciendas o comunidades aledañas, teniendo presente que el trabajo campesino, de acuerdo a las estaciones del año, deja un tiempo sobrante para dedicarse a otras actividades.

Por otra parte, y esto era fundamental, al ser derrotada la vertiente indígena en lucha contra el dominio español, siendo su expresión más alta la revolución de Túpac Amaru (1780), los indígenas se quedaron sin elites dirigentes, y sus luchas se limitaron a simples reivindicaciones locales o regionales, y cuando se alzaban a las alturas políticas lo hicieron basados en el mesianismo y milenarismo. Las últimas grandes luchas de éste género fueron entre fines del siglo diecinueve e inicios del veinte, en instantes en que hace su aparición política la clase obrera cambiando totalmente la faz socio política del Perú.

La cuestión nacional en los países andinos difiere de otras latitudes del planeta porque además de ausencia de liderazgo, no se podía precisar el espacio territorial para el establecimiento de un estado nacional autónomo. Además, desde la invasión y usurpación europea, dominantes y dominados son parte de un mismo proceso donde las reivindicaciones indígenas, con mayor claridad desde el siglo veinte, se integran como parte fundamental en lucha por el socialismo.

Luego de muerto Mariátegui, a pesar de una inicial verborrea por parte del estalinismo para construir estados autónomos indios, y a pesar de la propuesta de reforma agraria aprista, el movimiento campesino fue abandonado a su suerte, hasta su revitalización a partir de la década del cuarenta, encontrando su pico más alto en la insurrección campesina de La Convención y Lares (1958 1963), donde confluyen por primera vez, de manera clara, indigenismo y marxismo12, haciendo tambalear la dominación de la oligarquía, constituyendo una ruptura radical contra el APRA que había pasado a defender a la oligarquía y contra el Partido Comunista (estalinista) que claudicaba en forma escandalosa. Allí se produjo el bautizo de fuego de una nueva izquierda.

Las tesis de Mariátegui sobre las comunidades se les puede comparar, -con todas las especificidades-, con las tesis de Marx y Engels para la atrasada Rusia de la segunda mitad del siglo diecinueve, donde coincidiendo en parte con los primeros populistas rusos, proponían la construcción del socialismo basado en las comunas rurales subsistentes, saltándose la etapa capitalista, si paralelo a la rusa se realiza la revolución europea para que coopere con la ciencia y la técnica.

Carlos Marx era conciente que si el capitalismo sigue desarrollándose, y por tanto erosionando las formas comunales en Rusia, se "desperdiciará la más hermosa ocasión que la historia ha ofrecido jamás a un pueblo para esquivar las fatales vicisitudes del régimen capitalista13".

Cuando Vera Zásulich edita por primera vez el "Manifiesto Comunista" en Rusia, (1882), Marx y Engels escribieron como prefacio: "¿Podría la comunidad rural rusa -forma por cierto ya muy desnaturalizada, de la primitiva propiedad común de la tierra- pasar directamente a la forma superior colectiva, a la forma comunista, o, por el contrario, deberá pasar por el mismo proceso de disolución que constituye el desarrollo histórico de occidente?".

"La única respuesta que se le puede dar hoy a esta cuestión es la siguiente: si la revolución rusa da la señal para una revolución proletaria en occidente, de modo que ambas se complementen, la propiedad común de la tierra en Rusia podrá servir de partida para una revolución comunista". Muerto Marx, Engels vuelve a repetirlo en la reedición del Manifiesto en Rusia de 199014.

Los populistas rusos (narodnique) desde la segunda mitad del siglo diecinueve, pretendían despertar la conciencia del pueblo con actos terroristas, para derrotar al zarismo y establecer un socialismo basado en las comunas rurales al margen de la clase obrera y al margen del sistema mundial. Marx y Engels, – según el historiador polaco Isaac Deutscher15- criticando su eslavofilia, mantuvieron cordiales relaciones con ellos, alabando su osadía, argumentando que esa posibilidad se podría realizar si paralelo a la rusa estalla la revolución europea para que ayude con la ciencia y la técnica. Así mismo Marx y Engels tenían alta estima a populistas de inteligencia enciclopédica como Chernichevsky. Otro populista, Danielson, hizo la primera traducción al ruso de El Capital de Marx, publicándose en 1972. La censura zarista permitió la publicación de la obra, dice Deutscher, pero no permitió que el retrato de Marx saliera en la carátula. Cuando aparecen los primeros marxistas rusos, destacando Vera Zásulich, Jorge Plejanov y Pablo Axelrod, critican a los populistas señalando que el deber de los revolucionarios es acabar con un régimen social y no con un autócrata. Recurrieron a Marx para que desautorice el accionar populista terrorista y éste respondió que solamente había estudiado el proceso de Europa Occidental que no tiene porqué repetirse en otros lugares. Muerto Marx (1883), en la década del noventa, Engels se encarga de desilusionar a los populistas rusos, señalando que los europeos se habían tardado en hacer su revolución y que el capitalismo había erosionado y desintegrado a las comunas rurales rusas impidiendo su tránsito al socialismo.

A finales del siglo diecinueve el populismo ruso había perdido en gran parte su aureola inicial pero persistía en su argumento de la imposibilidad del capitalismo en Rusia. Una nueva generación de marxistas, entre ellos Lenin, en su libro "El desarrollo del capitalismo en Rusia", publicado en 1899, y en obras posteriores, demuestra con abundante material empírico la desintegración de las relaciones comunales y feudales ante el proceso de desarrollo capitalista, inmerso en combinaciones, con gran concentración del capital, incluso superior a otros países europeo occidentales, a los que Lenin asemejaba al proceso capitalista ruso. Como alternativa a la autocracia zarista, Lenin proponía a inicios del siglo veinte una dictadura democrática de obreros y campesinos, que en palabras del marxista italiano Antonio Gramsci era un "envoltorio" para promover el desarrollo del capitalismo). En el prefacio a la primera edición de su obra antes señalada, "El desarrollo del capitalismo en Rusia", Lenin se ufana en coincidir con marxistas europeos occidentales como Kautsky ("Desarrollo del capitalismo en la agricultura") en promover la desintegración de formas comunales para dar paso al desarrollo capitalista. A inicios del siglo veinte solamente Trotsky vaticinaba la posibilidad del socialismo en Rusia, por la debilidad de la burguesía y porque el régimen zarista, arcaico, anticuado, podría ser derribado por una revolución burguesa como antesala inmediata de la revolución proletaria. Si bien integró a su propuesta a las masas campesinas, sobre todo pobres, no menciona a las formas comunales subsistentes Ya en su destierro de Méjico, ante la pregunta de un periodista boliviano que casi le puso la respuesta en la boca, Trotsky dijo que a las comunidades andinas no se les debe fragmentar sino aprovechar para el tránsito al socialismo16

En la década del cuarenta se publica en español un escrito del ideólogo estalinista ruso Miroshevsky titulado "El Populismo en el Perú17", sindicando a Mariátegui de populista, representante del "socialismo pequeño burgués", con una "modificación especial adaptándolo al Perú" y que sus propuestas eran "sueños utópicos de intelectual pequeño burgués en un país campesino atrasado". Además, Mariátegui habría "fetichizado", idealizado, a las comunidades sin tener en cuenta las diferenciaciones en su seno y los cambios desde la conquista.

Entonces aparecieron "defensores" de Mariátegui en filas del comunismo (estalinismo) peruano. Comenzaba, -lo ha señalado Alberto Flores Galindo-, la canonización de Mariátegui por el estalinismo, inaugurado con un escrito de Jorge del Prado18.

Manuel Arroyo Posadas19 criticó en forma directa a Miroshevsky, argumentando que Mariátegui no era populista porque reconoció a la clase obrera como dirigente de la revolución, recordando además que Marx y Engels en la segunda mitad del siglo diecinueve habían visto la posibilidad de que Rusia realice su socialismo sobre la base de las comunas rurales. Sin embargo, Arroyo Posadas concuerda con Miroshevsky en que la sociedad incaica no era "socialista" como decía Mariátegui, sino esclavista, y de que la revolución en el Perú era democrática burguesa para desarrollar el capitalismo.

Cuando Mariátegui señaló a la sociedad inca como "socialista", reconocía que era diferente al comunismo primitivo y diferente al comunismo moderno, con lo cual, conscientemente se apartaba de los cánones marxistas establecidos. De las culturas de la antigüedad, con la que menos afinidad tiene la sociedad incaica, es con las sociedades esclavistas. El esclavismo en el incario se reducía a una parte del servicio doméstico y a sectores de poblaciones mitimaes. Con la que más similitudes formales tenía es con lo que se ha llamado "modo de producción asiático", aunque con grandes diferencias. Ninguna de esas sociedades realizó la proeza de los Incas: solucionar el problema del hambre y ninguna de esas sociedades utilizó la biodiversidad para planificar su economía con la finalidad de autoabastecerse.

Podemos decir que en el contexto mundial, el paradigma del "socialismo pequeño burgués" era Joseph Proudhon, que preconizaba la asociación libre de pequeños propietarios, -artesanos y campesinos- cada cual dueño de sus medios de vida, entre ellos, instrumentos y tierra. Para Marx y Engels al contrario, el socialismo significa la asociación libre de los productores (trabajadores) directos en posesión común (social) de sus medios de vida. Mariátegui opta por la posición de Marx y Engels. El tránsito al socialismo basado en las comunidades sólo es posible en una asociación libre de los campesinos que tienen la posesión común de la tierra, trabajada con ayuda de la ciencia y la técnica, inmerso en la revolución socialista mundial.

En la reunión sindical de Montevideo (1929) donde se expuso "El problema de las razas en América Latina", en el cual Mariátegui preconiza el tránsito de las comunidades al socialismo, según el historiador ingles H.D. Cole20, "se rechazó su tesis acerca del problema agrario". Según Wilfredo Kapsoli21, se acordó que El problema indígena (tesis de Mariátegui) "pase a resolución definitiva del futuro consejo de la confederación". El consejo, sin embargo, lo ignoró. No emitió ninguna resolución sobre el punto.

(Poco después de muerto Mariátegui, Ricardo Martínez de la Torre, -que incluso se opuso al cambio de nombre del Partido "socialista" fundado por Mariátegui, por el de "comunista"-, en un escrito titulado "El Perú: ¿Una nación?, escribió: "Tenemos que demostrar la utopía de la comunidad como fuente de socialismo22…" )

Con el correr del siglo veinte, el desenvolvimiento capitalista ha erosionado cada vez más las formas comunales, acentuándose la diferenciación en su seno entre ricos y pobres. Sin embargo, aún es posible partir de ellas para la creación de formas asociativas como tránsito al socialismo.

El historiador japonés Kinichiro Harada, décadas atrás escribía que "la tesis de Mariátegui aunque todavía prematura y falta de perfeccionamiento, muestra muy bien su efectividad en el presente, como lo verifica Hugo Blanco al decir que "es posible que el ayllu constituya una de las formas básicas del gobierno obrero campesino del futuro23"

En otro contexto, Mao Tse Tung23, desde su tierra natal, Hunán, valorizó (en 1926) el potencial revolucionario de los campesinos, llamando a formar soviets en el campo. Y al estudiar las clases sociales en China y sus proyecciones, desechó a la burguesía nacional ("compradora") de la conducción revolucionaria, por ser aliada al feudalismo y al imperialismo.

Desde mediados de la década del treinta al ser liquidada la clase obrera en las ciudades, aunado a las expediciones de "exterminio" del Kuomingtang contra las fuerzas revolucionarias en el campo, Mao, al margen de las orientaciones estalinistas, elabora su estrategia de guerra popular prolongada del campo a la ciudad24, como algo peculiar, específico, a la realidad china.

En 1949 triunfa la revolución china contra los designios estalinistas. En el periodo de edificación socialista denominada del "Gran Salto" (1958-1962), Mao y los gobernantes chinos, pretenden construir el socialismo, basados en las comunas populares campesinas, pero con tecnología atrasada, que se agravó luego de su ruptura con la Unión Soviética. Esas comunas no tenían como raíz el legado de comunidades subsistentes por milenios como era la propuesta de Mariátegui para los países andinos.

Las comunas populares chinas promovidas por Mao desde fines de la década del cincuenta, desde pequeñas a gigantescas, intentaban autoabastecerse, pero en forma rudimentaria. Al inicio, por la organización planificada, luego de décadas de guerra civil y crisis, sobrepasaron las expectativas de crecimiento, viniendo luego el estancamiento, por la inclemencia del tiempo y por falta de tecnología, originando una crisis que alcanzó las alturas de la política, surgiendo tendencias que pusieron en tela de juicio el liderazgo de Mao que, viéndose en minoría en el Comité Central del Partido Comunista Chino apeló al pueblo diciendo que la "burguesía" se había "infiltrado" en la dirección del partido y del gobierno, saliendo a la calles primero los estudiantes y guardias rojos (los últimos comandados por Lin Piao), luego la clase obrera, originándose la Revolución Cultural, alcanzando su punto más elevado en los años 1966 y 1977 cuando la clase obrera organiza las comunas en las ciudades más industrializadas: Shanghai y Pekín, marginando de su dirección a miembros del partido comunista y del ejército a los que consideraban corruptos y burocráticos. Pero Mao da marcha atrás, y para sofocar el incendio se unió nuevamente a gran parte a los que consideró "burgueses infiltrados", quienes a la final ganaron la partida.

NOTAS

1. – Mariátegui: "Ideología y Política", p. 65.

2.- Mariátegui: Punto 6° de "Principios Programáticos del Partido Socialista". En, "Ideología y Política".

3.- Diego Meseguer Illan: "J. C. Mariátegui y su Pensamiento Revolucionario". I.E.P., Lima, 1975.

4.- La carta a sido recopilada en el libro de Haya de la Torre, "Por la emancipación de América Latina", cuya primera edición fue en 1927.

5.- Mariátegui: "7 Ensayos", p. 72 (nota a pie de p.)

6.- Luís E. Valcárcel: "Tempestad en los Andes".

7.- Citado por Diego Meseguer Ob. Cit. p. 205.

Meseguer menciona que el VI congreso de la internacional preconiza el liderazgo de la clase obrera en la revolución en colonias y semicolonias, pero no menciona las ambigüedades que neutralizan y hasta niegan el socialismo en esos países.

8. – Mariátegui: "El Problema de las Razas…". En "Ideología y Política". Este texto, escrito en colaboración con el Dr. Hugo Pesce fue enviado a la Primera conferencia Comunista Latinoamericana de Buenos Aires del año 1929

9.- Isaac Deutscher: "Trotsky: El profeta desarmado".

Deutscher era discípulo de Trotsky y admiraba a Mao Tse Tung.

10.- Mariátegui: "Ideología y Política", p. 84-85.

11.- Mariátegui: "Ideología y Política", p. 81.

12.- Alberto Flores Galindo: "La Utopía Andina".

13. – Marx: "Carta a la redacción de la revista rusa Hojas Patrióticas". En, "El Capital", tomo I, p. 711.

14. – Marx Engels. "Manifiesto Comunista". Fondo de cultura Popular. Lima, 1977.

15.- Isaac Deutscher: "Marx, Engels y Rusia", en, "Herejes y Renegados". Ed. Ariel, Madrid, 1970.

16.- Trotsky: "La cuestión agraria en Bolivia" (entrevista a Trotsky realizada por el diplomático boliviano Alfredo Sanjinés e abril de 1937). En "El problema nacional y latinoamérica". Ediciones 1° de mayo, Lima, 1976.

17.- Víctor Miroshevsky: "El Populismo en el Perú". La versión española apareció en la revista "Dialéctica", N° 1, mayo-junio, 1941. Nosotros utilizamos una reproducción editada en Lima (1977).

18.- Jorge del Prado: "Mariátegui, marxista leninista, fundador del Partido Comunista. Primer divulgador y aplicador del marxismo en el Perú". Revista "Dialéctica" N° 8, Año 2, julio agosto 1943. El autor, a pesar de las evidencias, siempre negó toda diferencia entre Mariátegui y el estalinismo. Mariátegui no fundó ningún partido comunista.

19.- Manuel Arroyo Posadas: "A propósito del artículo "El Populismo en el Perú" de V. Miroshevsky". Revista "Dialéctica" N° 17, Año V, Enero febrero, 1946.

20.- G.D.H. Cole: "Historia del Pensamiento Socialista". Tomo V.

21.- Wilfredo Kapsoli: "Mariátegui y los Congresos Obreros". Amauta, Lima, 1980, pág. 71.

22.- Ricardo Martínez de la Torre: "Apuntes para una interpretación marxista de la historia social del Perú". Tomo II, p. 173-195.

23.- Kinichiro Harada: "Mariátegui: Una confluencia de Indigenismo y Socialismo". En autores varios: "Mariátegui y las Ciencias Sociales". Ed. Amauta, Lima, 1982.

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