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Mariategui o la revolución permanente (página 6)




Enviado por Rafael Herrera Robles



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12

23. – Mao Tse Tung: "Informe Sobre una Investigación del Movimiento Campesino de Hunán" (marzo de 1927). En, "Obras Escogidas", tomo I.

24. – Mao Tse Tung: "Sobre la Guerra Prolongada". En, Ob. Cit. tomo II.

III.- LA CUESTION NACIONAL

"Cuando sobre los hombros de una clase productora, pesa la más dura opresión económica, se agrega el desprecio y el odio de que es víctima como raza, no falta más que una comprensión sencilla y clara de la situación, para que esta masa se levante como un solo hombre y arroje todas las formas de explotación" (J.C. Mariátegui)

"Un pueblo que oprime a otro pueblo no puede ser libre" (Dionisio Inca Yupanqui en las Cortes de Cádiz en 1810)

Preámbulo

Uno de los principales problemas planteados por la intelectualidad desde después de la derrota en la guerra contra Chile es sobre la unidad nacional.

Por lo general, los intelectuales de la oligarquía reducían la historia peruana a la conquista, es decir, a cuatrocientos años. Lo anterior para ellos era "exotismo". En tanto los intereses particulares de la oligarquía no confluían con los intereses de las mayorías por lo que vivían asediados por las reivindicaciones populares, su visión del mundo era a la defensiva. Antes que preocuparse en solucionar los más apremiantes problemas integrando al conjunto social, se preocuparon en cómo detener la rebeldía popular. Entre sus propuestas, además de la "mano dura" (represión), era "incorporar" al indio a la vida nacional pero manteniendo la estructura económica social heredada de la conquista. No faltaron quienes, desde el parlamento, mediante un proyecto de ley, propusieron el exterminio de la población aborigen para reemplazarlas por inmigrantes europeos1.

Como contraparte surge la postura contestataria, radical, del anarquismo representado por Manuel Gonzáles Prada (1848-1918) denunciando que la causa de la derrota en la guerra contra Chile fue porque el Perú estaba formado por señores y siervos, con clases dominantes que además de estar subordinadas a potencias extranjeras son corruptas, por lo que "donde se pone el dedo brota la pus". Reivindicando el mundo indígena escribió: "No forman el verdadero Perú las agrupaciones de criollos y extranjeros que habitan la franja de tierra situada entre el Pacífico y los andes; la nación está formada por las muchedumbre de indios diseminados en la banda oriental de la cordillera2".

Uno de los mayores logros en la evolución fue cuando una criatura, -gracias a sus atributos filo genéticos que se desarrollan y perfeccionan en lucha por la vida-, sobresale por encima del conjunto animal del que forma parte, emergiendo un nuevo ser, –el hombre-, el más activo de la naturaleza, en un proceso permanente de "humanización", entendido como lucha por dignificar su existencia mejorando las relaciones sociales entre semejantes, con la naturaleza y el cosmos. Es lo que en otra pate3 hemos dicho parafraseando a Hegel, que la historia es la lucha por la libertad. Cuando los intereses particulares de las clases sociales coinciden con el interés general, con la lucha por dignificar la existencia, se constituyen en clases con historia. Y cuando los intereses de las clases sociales dejan de coincidir con el interés general son clases sin historia.

En el Perú los intereses particulares de las clases dominantes desde la conquista no han logrado confluir con los intereses nacional populares, siendo por tanto clases sin historia, cuya mayor evidencia, además de no confluir con las reivindicaciones libertarias, es la disociación entre estado y sociedad, por lo que el historiador Jorge Basadre diferenciaba al Perú "formal", "oficial", "legal" de las clases dominantes representadas en el estado, del Perú real de las mayorías. Nuestra única objeción al respecto es el empleo del término legal, ya que las clases dominantes, desde los virreyes hasta la actualidad, son los primeros en violar su propia legalidad.

"Estrecha vinculación con el problema de la evolución histórica de la ciudad, el campo y la multitud, tiene el problema de la existencia del Perú como Estado (país legal) o como "nacionalidad" (país profundo)".

"De 1836 a 1839 el Perú cesó de existir como Estado, pero continuó como país. En una oportunidad en este territorio gobernaron siete presidentes simultáneos. ¿Cuál de ellos representaba el Estado? Seguramente ninguno; pero el Perú seguía viviendo".

"Y si el Perú fuese únicamente y exclusivamente un Estado ¿Cómo podría ser explicado el caso de Tacna y Arica? En estas provincias, durante cincuenta años, hubo numerosos hombres y numerosas familias que se mantuvieron fieles a la roja y blanca4".

"La unidad política y la relación cultural entre costa y sierra, entre nuestro norte y nuestro sur se pierde en la lejanía de la pre historia5".

Mariátegui criticó a los oligarcas por negar lo autóctono, y también criticó a algunos indigenistas que denigraban del conjunto de la cultura occidental, explicando que el Perú es una "nacionalidad en formación. Lo están construyendo sobre los inertes estratos indígenas, los aluviones de la civilización occidental". La reivindicación del legado de las culturas primigenias como cimiento en la formación de la nacionalidad es inseparable de la reivindicación del legado libertario de la cultura universal. No se puede ni se debe separar lo autóctono de lo universal porque desde la conquista están interrelacionados6.

Territorios europeos

Para Mariátegui el proceso de formación de la unidad nacional en el Perú y los países andinos es diferente al seguido en países europeos, y diferente al proceso de pueblos "orientales".

"La unidad de la cultura europea -escribe-, mantenida durante el Medioevo por el latín y el papado, se rompió a causa de la corriente nacionalista, que tuvo una de sus expresiones en la individualización nacional de las literaturas7".

Este proceso –en algunos países de Europa – está inmerso en el desarrollo del capitalismo con el surgimiento del estado nación moderno. La economía, vía la manufactura, el comercio y los medios de transporte, sobrepasan las barreras feudales y tienden a relacionar los diversos confines de un territorio, emergiendo a la par una lengua y una literatura nacional rompiendo la unidad espiritual medieval basada en el latín y el papado (religión oficial). La burguesía, con un gran poder económico adquirido en el seno del feudalismo, confluyendo en parte con la nueva mentalidad e ideales promovidas por los movimientos del renacimiento, reforma y la ilustración, desplaza del poder político a la aristocracia y, desde el estado, defiende el muevo orden del acecho de potencias extranjeras, y en lo interno, del acecho de clases arcaicas desplazadas del poder o de clases y sectores populares que reivindican al socialismo.

En este contexto, la unidad para ciertos países europeos se presenta "como un problema de articulación y convivencia, dentro de los confines de un estado único, de varios antiguos estados o ciudades libres", herederos de una tradición común bajo la hegemonía religiosa del papado de Roma que se consustanciaba con tradiciones locales.

Pero en países como Rusia el proceso es diferente. La burguesía larvaria no puede liberarse del dominio y la opresión de la autocracia, conduciéndolo al desequilibrio y la impotencia para dirigir un proceso capitalista como en Europa Occidental, emergiendo una intelectualidad idealista, utopista, hostil al occidente capitalista, lo cual es interpretado por Mariátegui en base a lectura de textos de Stefan Zweig8 sobre Dostoyevsky y Tolstoy. Refiriéndose a Dostoyevsky Mariátegui escribe: "Mientras la novela occidental, hasta en su estación romántica, describe a una burguesía inquieta, pero normal, mediocre a veces, pero estable siempre, que asienta con confianza y sin disgusto sus pies en la tierra, y en la que el atormentado no es la regla sino la excepción, la novela rusa, de estirpe dostoyevskiana nos describe inevitablemente a una burguesía lunática, desequilibrada, sentimental, en cuya conciencia trabaja un complejo y en la que el empresario alegre, contento de sí mismo, es un caso extraordinario, contradicho y renegado por una descendencia neurótica". El mesianismo y misticismo del alma atormentada de la inteligencia rusa que aspira al infinito y a la eternidad, en palabras de Dostoyevsky citadas por Zweig: "Ha comenzado a filosofar apenas su conciencia ha despertado. Así, si toca un pedazo de pan blanco, en seguida se presenta un cuadro tétrico: es pan fabricado por esclavos. Y ese pan blanco se antoja muy amargo". En otra vertiente de la literatura rusa, León Tolstoy, el "artista exacto", realista, materialista, inmerso en un individualismo e idealismo anárquico, representa a Rusia rural: el "alma" de la aldea, del campesino, del aristócrata, hostiles al occidente capitalista, representados –según palabras de Zweig- en las más variadas y sutiles observaciones atrapadas siempre con exactitud en las redes de su creación: En Tolstoy, "el alma no puede volar jamás, no puede siquiera respirar libremente". En Dostoyevsky, el vidente, "la individualización comienza por el alma…; ella forja su destino por su propia potencia y el cuerpo no es sino una suerte de vestido larvario, flojo y ligero, en torno de su centro inflamado y brillante…", el alma puede "abrazarlo y elevarlo por los aires, hacerlo tomar su impulso hacia las tierras del sentimiento, hacia el puro éxtasis".

En un escrito no conocido por Mariátegui, Trotsky explica procesos "homogéneos" y "heterogéneos" en Europa de la siguiente manera: "Mientras que en los Estados de nacionalidad homogénea, la revolución burguesa desarrollaba poderosas tendencias centrípetas, representadas bajo el signo de lucha contra el particularismo como en Francia, o contra la fragmentación nacional como en Italia y Alemania, en los Estados heterogéneos tales como Turquía, Rusia, Austria-Hungría, la revolución retrasada de la burguesía desencadenaba, al contrario, las fuerzas centrifugas. A pesar de la evidente oposición de estos procesos, expresados en términos de mecánica, su función histórica es la misma en la medida en que los casos se trata de utilizar la unidad nacional como un importante receptáculo económico: esto exigía realizar la unidad de Alemania y por el contrario el desmembramiento de Austria-Hungría9".

Es decir, en Europa, en el caso de las nacionalidades "homogéneas", el capitalismo tiende a unificar un territorio y, al contrario, en nacionalidades "heterogéneas" desencadena fuerzas centrífugas que pueden conllevar al desmembramiento. Siguiendo este razonamiento diremos que los procesos "heterogéneos" se hacen más complejos en el mundo colonial, sobre todo en "oriente", donde se agregan y extreman los conflictos culturales bajo ideología religiosa tradicional y moderna.

Para el caso de Rusia, Trotsky describe la debilidad de la burguesía para promover el capitalismo y la unidad nacional al margen de la autocracia zarista y los terratenientes, que a su vez estaban sometidos a potencias de Europa Occidental. A esto se suma el conglomerado de nacionalidades que conformaban el imperio zarista, cada cual con sus especificidades que iban desde los israelitas dispersos en las ciudades con seiscientas cincuenta leyes que limitaban su ciudadanía y no podían reivindicar autodeterminación nacional porque era imposible delimitar un territorio; hasta nacionalidades con clase dominante foránea gran rusa o alemana donde la opresión nacional podía ser inseparable de la explotación como clase.

El carácter subordinado del proceso ruso –según Trotsky- se expresa también en su literatura, que luego de un periodo imitativo se vuelve nacional: "Hasta Gógol tuvimos los Teócritos y los Aristófanes rusos, los Corneille y Racine patrios, los Goethe y Shakespeare nórdicos. Apenas si teníamos escritores nacionales. Puchkin no estaba libre de mimetismos y le recompensaron con el título de "Byron ruso". Pero Gógol fue simplemente Gógol. Y después de él nuestros escritores dejaron de ser duplicados de genios europeos10".

En cuanto a los países andinos, producto del choque violento con los conquistadores, quedan subordinados (colonizados) dentro del sistema económico mundial, por lo que la literatura para Mariátegui11, luego de un periodo colonial, se vuelve nacional inmersa en la emergencia de nuevos sectores sociales: clase obrera y capas medias, que confluyendo con las reivindicaciones de los campesinos, cambian por completo la faz socio política del país.

"Oriente"

En los países de oriente el imperialismo, en lo económico, domina, coloniza, fragmenta, balcaniza, igual que en Indoamérica, pero no ha consumado la conquista moral. "El occidente se preocupó de consumar la conquista material del mundo oriental, pero no de intentar su conquista moral. Y así el mundo oriental conservó intactas su mentalidad y su psicología. Hasta hoy siguen frescas y vitales las raíces milenarias del islamismo y del budismo. El hindú viste todavía su viejo kaddar. El japonés, el más saturado de occidentalismo de los orientales, guarda algo de su esencia samuray".

Con la misma cultura han sobrevivido clases y elites nativas, lo que en determinadas coyunturas es determinante para el surgimiento de movimientos sociales contra el occidente capitalista, donde se mezclan elementos progresivos y retrógrados como el liderado por Mahatma Gandhi en la India, que repudiando la ciencia y la técnica, pretendía liberar a su pueblo del dominio imperialista mediante la resistencia pasiva. Cuando intelectuales como Barbusse decían que Lenin en su lugar (de Gandhi) hubiese hecho lo mismo, Mariátegui, que admiraba a Gandhi y estimaba a Barbusse, comenta que es imposible liberar a un pueblo con ayunos y oraciones. "Los revolucionarios de todas las latitudes, tienen que elegir entre sufrir la violencia o usarla. Si no se quiere que el espíritu y la inteligencia estén a órdenes de la fuerza, hay que resolverse a poner la fuerza a órdenes de la inteligencia y del espíritu".

Además, para Mariátegui, la India no puede liberarse sin la ciencia y la técnica. Por eso elogia al poeta Rabindranath Tagore cuando polemizando con Gandhi (que rechazaba a la ciencia), dice que la India no puede desligarse del occidente ni de la ciencia, y en tono de burla contra Gandhi que quería quedarse con el huso y la rueca, escribió: "Si las grandes máquinas son un peligro para el espíritu de Occidente, ¿las pequeñas máquinas no son para nosotros un peligro peor?"

"Oriente" estaba pasando por una de las transiciones más veloces de su historia. Sin perder sus raíces ancestrales hacía suyo los elementos de occidente en el terreno material y espiritual, demostrando que la tesis evolucionista de que "la naturaleza no hace saltos" se ve contrariada tanto por los descubrimientos en la biología como en el devenir de la humanidad12.

En gran parte de esos países las reivindicaciones sociales se legitiman bajo manto religioso que se extrema como ideología, a lo cual se agregan otras ideologías como el liberalismo burgués, el nacionalismo, el socialismo. Es decir, lo progresivo y reaccionario coexisten, y en tanto no eran dirigidos por revolucionarios, muchos, incluso reclamados marxistas, no los apoyaban, lo cual es un gran error, dice Mariátegui, porque si bien es cierto que esos movimientos nacionalistas no son liderados por socialistas, se les debe apoyar en sus aspectos progresivos, participando activamente, para que no se queden en los marcos burgueses sino que su desenlace final sea el socialismo de modo que exista confluencia entre nacionalismo y socialismo13.

Inicialmente en la Tercera Internacional fundada en 1919 se promovió la tesis "leninista" de que todos los movimientos nacionalistas en países dominados son progresivos, pero Karl Radek (1885–1939) puso en evidencia que también existen movimientos nacionalistas reaccionarios, por lo que desde el tercer congreso de la Tercera Internacional (1922) se acordó apoyar sólo lo progresivo de esos movimientos. Mariátegui al seguir el proceso revolucionario chino, puso en evidencia que el movimiento nacionalista del Kuomingtang al inicio libertario, se convierte en contrarrevolucionario. Su conclusión fue que los movimientos nacionalistas pequeño burgueses atrapados entre el imperialismo y la revolución a la final caen en brazos del imperialismo, por lo que es fundamental una organización de claros principios socialistas. Las alianzas, pactos y hasta concesiones para reivindicaciones concretas en bien del conjunto de la sociedad, con diversidad de organizaciones políticas, culturales, incluyendo burguesas, se deben realizar sin perder autonomía organizativa ni política para llegado el momento, con la participación activa del pueblo, promover las reivindicaciones rumbo al socialismo.

Israel

Sumándose a la diversidad de procesos ya anotados, Mariátegui constata que no necesariamente existe identidad entre estado con sociedad o estado con nacionalidad. Un estado no necesariamente representa al conjunto de la sociedad, como en el caso de los países andinos, con sus mayorías marginadas del poder desde la conquista. También existen nacionalidades y culturas sin estado y sin territorio, como el caso de los judíos de siglos pasados esparcidos por Europa y el mundo, que no tenían territorio, menos estado, a los que Mariátegui prestó gran atención, aludiendo a su cultura cosmopolita, políglota, que sin perder identidad, sectores burgueses, entre ellos industriales, banqueros, grandes comerciantes, apuestan una solución en los marcos capitalistas, en tanto los organismos internacionales oficiales condenan el racismo contra los judíos; mientras los sectores explotados confluyen en sus reivindicaciones con el conjunto de explotados del mundo proyectándose al socialismo inmersos en la revolución mundial. La formación de un estado burgués judío, -escribe Mariátegui-reduciéndoles a un ghetto, alentado principalmente por el imperialismo británico, sería la última persecución contra una cultura cosmopolita, políglota, cuyos horizontes superan el nacionalismo, apuntando hacia el socialismo14.

La esperanza de Mariátegui –de una revolución mundial- quedó trunca y todo un periodo terminó en el fascismo, la contrarrevolución estalinista y la segunda guerra mundial (1939-1945). Los hebreos, víctimas de la fobia racista en los países europeos bajo dominio del nazismo se vieron en la necesidad de buscar territorio propio y, azuzados por el imperialismo británico, ocuparon territorios de otros pueblos, originando a la postre (1948) lo que hoy es Israel, en medio de conflagraciones entre intereses económicos, de "razas" y culturas, porque se hizo en los marcos del capitalismo, que en vez de unificar, divide a los pueblos. Esto no es impedimento para apoyar todo proceso de paz en esa región del planeta, bajo respeto mutuo de territorios y culturas, de modo que puedan convivir cada cual con sus identidades inmersas en una comunidad mayor.

En la década del veinte cuando Mariátegui expuso su tesis, en territorio que hoy es Israel, los hebreos constituían colonias minoritarias, en parte, viviendo bajo relaciones comunales (Kibutz), -con cierta semejanza a las comunidades andinas-, que coexistían de modo conflictivo con mayorías árabes palestinas. En 1948, luego de la segunda guerra mundial, refrendado por la ONU se decide crear un estado israelí autónomo con los resultados ya conocidos, "expulsando" a las mayorías árabes palestinas.

A Israel también confluyeron hebreos víctimas de la segregación estalinista en lo que era la Unión Soviética. Lenin, poco antes de morir, fracasó en su intento de destituir a Stalin del cargo de secretario general del partido bolchevique y de encargado de las nacionalidades no rusas que formaban la Unión Soviética.

Territorios andinos: dualidad racial cultural

En cuanto al proceso peruano, la república ha heredado de la conquista uno de los mayores lastres: la dualidad racial cultural. "El Perú costeño, heredero de España y de la conquista, domina desde Lima al Perú serrano; pero no es demográfica y espiritualmente asaz fuerte para absorberlo. La unidad peruana está por hacer; y no se presenta como un problema de articulación y convivencia, dentro de los confines de un estado único, de varios antiguos estados o ciudades libres. En el Perú el problema de la unidad es mucho más hondo, porque no hay aquí que resolver una pluralidad de tradiciones locales o regionales sino una dualidad de raza, de lengua y de sentimiento, nacida de la invasión y conquista del Perú autóctono por una raza extranjera que no ha conseguido fusionarse con la raza indígena, ni eliminarla ni absorberla15".

La explotación de clase sobre las mayorías -que conforman las cuatro quintas partes de la población- es consustancial con la opresión racial cultural: "Los elementos feudales o burgueses, en nuestros países, sienten por los indios, como por los negros y mulatos, el mismo desprecio que los imperialistas blancos… Entre el señor o el burgués criollo y sus peones de color, no hay nada de común. La solidaridad de clase, se suma a la solidaridad de raza o de prejuicio, para hacer de las burguesías nacionales instrumentos dóciles del imperialismo yanqui o británico. Y este sentimiento se extiende a gran parte de las clases medias, que imitan a la aristocracia y a la burguesía en el desdén por la plebe de color, aunque su propio mestizaje sea demasiado evidente16".

Décadas después, el novelista indígena José María Arguedas17 dijo en una entrevista: "Entre el zar de Rusia y un mujik creo que había menos distancia que entre un comunero de Andahuaylas (mi tierra natal) y cualquiera de los presidentes del Perú".

Hoy es un lugar común decir que el racismo surge a la par que el capitalismo para legitimar el colonialismo. Los conquistadores e invasores europeos se ufanan ser "civilizados", "cultos", "modernos", y a sus víctimas, los pueblos conquistados, los tratan de "razas inferiores", "primitivos", "bárbaros", "salvajes", "incivilizados", "infieles", "gentiles", antropófagos (come hombres), violentos, crueles, etc.

Mariátegui ya era consciente de este fenómeno, que en territorios andinos es consustancial con la mentalidad de las clases dominantes que sienten desprecio por las mayorías. El 22 de agosto de 1923, en una conferencia titulada "La agitación revolucionaria en el mundo orienta18", dijo que los europeos o el "mundo blanco", no hacen distinción de pueblos y culturas a las que sojuzgan, calificando a todas como "bárbaras". Para ellos, "…en los límites de la civilización occidental, comenzaba la barbarie egipcia, barbarie asiática, barbarie china, barbarie turca. Todo lo que no era occidental, todo lo que no era europeo, era bárbaro". Pero los pueblos oprimidos del mundo, por la crisis capitalista y la guerra mundial (1914-1919) han perdido respeto a los "civilizados": "…han visto a los pueblos de Europa confrontarse, desgarrarse, y devorarse con tanta crueldad, tanto encarnizamiento y tanta perfidia, que han dejado de creer en su superioridad y su progreso".

La mentalidad reaccionaria también se dejaba sentir en el "internacionalismo" obrero de la II Internacional que pregonaba liberar a la humanidad, pero para ellos la humanidad se limitaba a Europa o al "mundo blanco". La Tercera Internacional fundada en 1919 al calor de la revolución rusa acabó con todo eso. Mariátegui recuerda las palabras de su presidente Gregorio Zinoviev: "La Segunda Internacional estaba limitada a los hombres de color blanco; la Tercera Internacional no divide a los hombres según el color19". La revolución puede estallar en la cadena más débil del sistema mundial, sea un país imperialista o un país oprimido.

En la política cotidiana imperialista se evidencia el criterio racista en todos los sectores, desde la extrema derecha monárquica y fascista, hasta en estadistas reclamados liberales y democráticos, entre ellos, Lloyd George, Clemenceau, Nitti, etc., que se preocupan por la opresión de un pueblo europeo sobre otro pueblo europeo pero les parece natural la opresión de los europeos sobre los demás pueblos del mundo, sobre los pueblos de "color". Nitti –escribe Mariátegui- "No acepta el imperialismo de una nación europea sobre otra; pero si acepta el imperialismo del mundo occidental sobre el mundo cafre, hindú, árabe o piel roja20".

Décadas después, el historiador Pablo Macera21 escribió que en el territorio del Tawantinsuyo coexistieron muchas culturas, pero para los conquistadores no existía tal diversidad, nombrando a todas con el apelativo peyorativo de "indios" o "indígenas".

Colonialismo y fragmentación de territorios

Para el imperialismo, los países colonizados son una fuente de materias primas, y por la forma de penetración mediante la economía de enclave, en vez de articular un territorio, lo fragmenta, lo divide. Por eso: "Entre los pueblos hispanoamericanos no hay cooperación; algunas veces, por el contrario, hay concurrencia. No se necesitan, no se complementan no se buscan unos a otros. Funcionan económicamente como colonias de la industria y la finanza europea y norteamericana". Se disputan la inversión de capitales extranjeros y de mercados donde colocar sus materias primas. Por esto es más fácil contactarse con los grandes imperios que entre territorios vecinos22.

Las mismas características se reproducen al interior de cada territorio, con sus recursos naturales y grandes ciudades integradas a las potencias imperialistas. No está de más recordar que por esa época (inicios del siglo veinte) desde la capital del Perú (Lima) era más fácil comerciar o ir a Estados Unidos u Europa que al departamento oriental de Loreto, siendo una de las razones por lo cual, en cierta oportunidad la región de la Selva intentó su autonomía. Los centros económicos más florecientes, entre ellos haciendas exportadoras y minas, en manos del imperialismo o sus socios, no tienden a unificar al conjunto nacional, sino que segmentan, balcanizan, conectándose directamente al extranjero.

En tanto los países colonizados han perdido autonomía en su devenir desde las conquistas, el capitalismo surge impulsado por intereses imperialistas extranjeros, por lo que Mariátegui (y Haya de la Torre) decían que a más capitalismo hay mayor dependencia, mayor colonialismo23. (Posición diferente al estalinismo que en la primera Conferencia Comunista de Buenos Aires (1929) argumentaba que el imperialismo es una traba para el desarrollo capitalista, porque para ellos (estalinismo), desarrollo (capitalista) implicaba independencia nacional)

La resultante, además de la disgregación económica interna, fue la ausencia de una clase dominante sólida cuyos intereses se expandan en el ámbito nacional. La gran minería engendraba clase obrera, pero los dueños de las grandes explotaciones, la burguesía imperialista, reside en el extranjero. Los grandes propietarios agrarios, los "barones" del azúcar y del algodón de la Costa, los clásicos oligarcas, se erigieron en dominantes de la política muy a pesar suyo. Su forma de inserción bajo modalidad de enclave a la economía internacional, aunado a su mentalidad de casta heredada de la colonia, creyéndose en razones de "linaje", diferentes (superiores) al conjunto nacional, tendían hacia la autoexclusión, pero presidían formalmente una república liberal y burguesa. De allí que Mariátegui hablara de una sociedad y de un estado semifeudal, donde los grandes propiedades agro exportadoras y sus socios, los gamonales (hacendados) andinos, eran los primeros en violar su propia ley. También las comunidades indígenas se regían por sus costumbres ancestrales.

Entre fines del siglo diecinueve e inicios del veinte, en tanto el imperialismo, de acuerdo a sus intereses promueve el desarrollo capitalista colonizando la economía, los grupos de poder oligarca burgueses que se asociaban con esos intereses eran atacados por sus aliados, los gamonales andinos, -que se presentaban como "autóctonos", "federalistas", "descentralistas", "liberales" y hasta "indigenistas"- de ser extranjerizantes y antinacionales. Buscaban mayores privilegios para acrecentar su poder arcaico en sus regiones. Para Mariátegui la descentralización pasaba por liquidar el poder del gamonalismo y la oligarquía para enrumbar al socialismo24.

Recordemos además que la división, la disgregación de territorios, se acentúa con el surgimiento de repúblicas "independientes", sea por injerencia de potencias extranjeras, propietarios criollos o de caudillos militares.

República "criolla"

En la guerra contra el dominio español surgieron dos vertientes, la indígena y la criolla: "Un artificio histórico clasifica a Túpac Amaru como un precursor de la independencia peruana. La revolución de Túpac Amaru la hicieron los indígenas; la revolución de la independencia la hicieron los criollos. Entre ambos acontecimientos no hubo consanguinidad espiritual ni ideológica25".

El movimiento libertario indígena con Túpac Amaru (1780-1781) –coetáneo a la revolución francesa y a la revolución de independencia de Estados Unidos- atrajo a todos los sectores oprimidos, incluyendo criollos descontentos, que tendían a confluir en la formación de un gran bloque histórico. Su derrota forzó posteriormente a los criollos asumir el liderazgo, presidiendo una república formalmente independiente, liberal y burguesa, -pero en la práctica, republica colonial, semifeudal, de casta-, preservando la estructura colonial como fuente de sus privilegios, en contra de las mayorías nacionales.

Por ausencia de una clase dominante sólida y por ausencia de los campesinos reivindicando la propiedad de la tierra, en vez del conflicto entre la burguesía comerciante y la nobleza terratenientes se produjo su colaboración para separarse de España. En este contexto la independencia en el Perú aparece promovida por circunstancias internacionales favorables, "para nivelar a los pueblos más avanzados en su marcha al capitalismo con los más retrasados en la misma vía26".

Los caudillos de las nuevas repúblicas, considerando la fragilidad de las clases sociales y la ausencia de proyectos, tenían amplio margen para guiarse por su arbitrio personal: "Un nuevo orden jurídico y económico no puede ser, en todo caso, la obra de un caudillo sino de una clase. Cuando la clase existe, el caudillo funciona como su intérprete y su fiduciario. No es ya su arbitrio personal, sino un conjunto de intereses y necesidades colectivas lo que decide su política27".

Los criollos utilizaron a los indígenas y afroperuanos en sus ejércitos para sus intereses de casta. Pero la presencia de contingentes de indígenas y afroperuanos –al margen de los ejércitos criollos- en los últimos enfrentamientos contra los españoles, si bien limitada y sin política coherente, en tanto no reivindicaban la propiedad de los medios de vida, en especial de la tierra, eran temidos por los criollos. Por eso los ejércitos de San Martín y el último Virrey La Serna no se enfrentaron en Lima por temor a ser desbordados por montoneras y guerrillas de indios, negros y patriotas consecuentes que tenían sitiada la capital. Para muchos, entre ellos Julio Cotler28 o Virgilio Roel Pineda29, la proclamación de la independencia por el General José de San Martín el 28 de julio de 1821 fue un acto contrarrevolucionario. En el mismo sentido el historiador Pablo Macera30 escribe que con la finalidad de resguardar la estructura colonial como fuente de sus privilegios, para los criollos: "No importa quién (españoles o Argentinos) controlase la plaza de Lima. Lo que interesaba era una tropa que garantizase la seguridad pública o lo que se tenía como tal".

Derrotados militarmente los españoles, para cubrir la ausencia de una clase dominante en la naciente república, surge el caudillismo militar hasta pasada la segunda mitad del siglo diecinueve.

Los criollos –dice Mariátegui- en nombre del liberalismo, incluyendo Simón Bolívar, atacaron a las culturas aborígenes y a la propiedad comunal intentando disolverla, empeorando su condición. El capitalismo, que tiene su primer gran impulso a mediados de ese siglo con la reinserción de los grandes propietarios (agro exportadores) al mercado internacional, a lo que se suma la explotación del guano y del salitre, en vez del espíritu del burgo, surge bajo el espíritu del feudo. La gran propiedad latifundista "sofoca" a la ciudad. Lo contrario al proceso capitalista europeo occidental donde la ciudad –el burgo- domina al campo.

Las clases dominantes, o con mayor precisión, los grandes propietarios con espíritu de casta, fracasaron en todos los terrenos. En educación31 intentaron imponer el modelo alemán y luego el norteamericano, con resultados negativos.

El sistema religioso32 oficial tampoco ha logrado imponerse. Siguiendo a Frazer, Mariátegui dice que el mundo de la magia, universo en el cual el hombre, inmerso en la naturaleza buscaba el "milagro" (por ejemplo disfrazándose de su presa que iba a cazar), antecedió a las religiones, que en su acepción metafísica, buscan la salvación en el más allá. El sentimiento religioso andino para Mariátegui, -"que no interroga a la razón sino a la naturaleza"- no se había separado del mundo mágico consustancial con el animismo, el totem y el tabú, que sobrevivió a la destrucción del sistema político incaico. En este sentido Diego Meseguer interpretando a Mariátegui escribe: "El derrumbe del sistema incaico supuso también la destrucción del sistema religioso del indio, como sistema político, pero no de las creencias más profundas de éste. El indio siguió creyendo en ellas a través de la nueva religión que le fue impuesta33".

Campesinos, socialismo y "repúblicas autónomas"

Siguiendo la tradición teórica del marxismo, para Mariátegui los campesinos, con intereses dispersos, no tienen política coherente para transformar y dominar el conjunto de la sociedad bajo sus intereses. Poniendo de ejemplo Europa feudal escribe que las revueltas campesinas expresadas en "jacqueries" no pusieron en tela de juicio la feudalidad. Para que esto suceda fue necesario el liberalismo y el liderazgo de la burguesía. Distinto fue el caso de Rusia en el siglo veinte donde la liberación de los campesinos de la servidumbre fue parte del proceso de la revolución socialista hegemonizada por la clase obrera: "Dirigidas y actuadas por la burguesía urbana y el proletariado urbano, una y otra revolución han tenido como inmediatos usufructuarios a los campesinos. Particularmente en Rusia, ha sido ésta la clase que ha cosechado los primeros frutos de la revolución bolchevique, debido a que en ese país no se había operado aún una revolución burguesa que a su tiempo hubiera liquidado la feudalidad y el absolutismo e instaurado en su lugar un régimen demoliberal34".

Desde esta perspectiva para los países andinos, la solución a las reivindicaciones democrático burguesas, entre ellas, la liberación de los campesinos del trabajo servil en los andes, la democratización de la sociedad, la integración económica, la descentralización, la reivindicación del legado cultural autóctono y la unidad nacional para Mariátegui, forman parte de una estrategia revolucionaria rumbo al socialismo. Entre las singularidades de los países andinos, además de la dualidad racial cultural engendrada por la conquista, era la presencia de comunidades indígenas que serían pilares en la colectivización de la agricultura en un proceso socialista.

Cuando en la primera conferencia comunista latinoamericana de Buenos Aires (1929), aparece la propuesta estalinista de formar repúblicas autónomas de aymaras y quechuas, para Mariátegui –conforme exponemos en páginas anteriores-, no conducirían al socialismo, sino a la "constitución de un estado indio con todas las contradicciones internas y externas de los estados burgueses". "Sólo el movimiento revolucionario clasista de las masas indígenas explotadas podrá permitirles dar un sentido real a la liberación de su raza, de la explotación, favoreciendo las posibilidades de su auto-determinación política35".

Mariátegui no hace comentarios sobre la discusión en Buenos Aires. Pero la formación de repúblicas autónomas indígenas no tenía sustento, menos en la propuesta estalinista que lo entendía en los marcos del capitalismo, en una etapa previa al socialismo. Ya hemos mencionado que la vertiente andina fue derrotada quedando sin liderazgo, y además era imposible delimitar un territorio indígena, porque conquistadores y conquistadores forman una sola relación social de explotador explotado, opresor oprimido, inmersos en la dualidad racial cultural. Los primeros expresan la vertiente siniestra de la modernidad y los segundos, por sus reivindicaciones para liberarse expresan la tendencia libertaria de la modernidad, incluso al margen de su conciencia. Los movimientos autóctonos andinos desde Túpac Amaru o quizás desde antes han entendido que su liberación sólo es posible con la liberación del conjunto de las clases explotadas y oprimidas, lo que en el siglo veinte adquirió mayor claridad.

El estalinismo, imponiendo consignas iguales para todos los países no tenía en cuenta las peculiaridades nacionales inmersas en el devenir mundial, por lo que en la reunión comunista de Buenos Aires (1929), según Alberto Flores Galindo36, VIttorio Codovilla, uno de los estalinistas más representativos en América Latina, trató desdeñosamente a los "7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana" de Mariátegui porque hacía referencia a la "realidad peruana", diferente a otras realidades.

Para Mariátegui, la explotación como clase y la opresión racial cultural son indesligables, al igual que la reivindicación nacional, en lucha por el socialismo. Diferente a algunos pueblos de "oriente", entre ellas China, donde no existe dualidad racial cultural porque han sobrevivido clases y elites dominantes nativas que pueden cumplir un papel progresivo o reaccionario.

La Selva

Sobre las culturas de la Selva Mariátegui menciona que en unos casos se les arrebatan sus tierras, por lo que se debe luchar por su devolución. Y en otros casos son reducidos a la esclavitud en la explotación de madera y del caucho por parte de blancos y mestizos. La unidad del conjunto de explotados es indispensable para que puedan luchar por sus reivindicaciones con proyección al socialismo37.

La región de la Selva por esa época –inicios del siglo veinte- era la más desvinculada de la Costa y del estado. La expansión capitalista posterior a la muerte de Mariátegui, con la explotación de gas, petróleo, madera y otros recursos forestales, erosiona el medio ambiente y la forma de vida de culturas originarias. Ciudades como Iquitos, Pucallpa, Tarapoto, Moyobamba, Madre de Dios, etc., han visto aparecer contingentes de clase obrera y un ejército industrial de reserva, es decir, desocupados, parias, provenientes de la Sierra y de culturas aborígenes cuyos modos de vida han sido deteriorados.

El narcotráfico, que conjuntamente al tráfico de armas, al tráfico de personas y al tráfico de bienes culturales, está entre las actividades más rentables dentro del sistema capitalista mundial, ha convertido a grandes espacios de la Selva, especialmente Alta, en reserva principal de materia prima: la coca. Producto que nadie discute sus valores medicinales, es también materia prima para la elaboración de drogas alucinógenas dañinas para la salud individual del que lo consume y dañinas para la humanidad, porque los insumos para su producción deterioran el medio ambiente. Por otra parte, su tráfico desencadena violencia extrema que llega al ámbito internacional entre mafias y de éstas con las fuerzas del orden. Por su poder económico, sus miembros llegan hacerse de un lugar en la vida social entre las grandes familias dominantes y en la política oficial, copando de modo directo o indirecto los más altos cargos públicos y privados, incluyendo medios de comunicación, extremando la corrupción como última etapa de decadencia de un sistema civilizatorio.

La hoja de coca era conocida en las culturas precolombinas, pero su uso – dice Waldemar Espinoza38-, se reducía para ciertos rituales religiosos. Con la conquista y el colonialismo la población aborigen comienza a chacchar en forma generalizada como medio de soportar el hambre y también como alucinógeno que ayuda sobrellevar penurias, convirtiéndose en artículo de primera necesidad y en una de los negocios más lucrativos. Trae consigo la degradación física mental del consumidor. Espinoza dice, basándose en Carlos Gutierrez Noriega ("El hábito de la coca en el Perú"), que "la coca es un estimulante poderoso, quizá superior a la bencedrina y a las desoxifedrina, por eso contrarresta la fatiga del organismo. De ahí que quien no la ingiera, estando ya habituado, experimenta cansancio, fatiga, desilusión".

El capitalismo, contrariamente a lo que pregonan sus representantes, para desenvolverse, tiene necesidad de despojar a las mayorías de la propiedad de sus medios de vida, en especial de la tierra, para monopolizarlo en pocas manos y a la vez convertir a sus antiguos propietarios en proletarios, en tanto solamente cuentan con su fuerza de trabajo (capacidad mental corporal) para venderlo a cambio de un salario, en caso encuentren ocupación, de lo contrario engrosarán el ejército industrial de reserva, cuyos sectores más pauperizados han sido denominados "población marginal". Este proceso se inició en Europa de siglos pasados con la usurpación de sus tierras a millares de campesinos, cuyas huestes trashumantes –perseguidas por el "delito" de vagabundaje- deambulaban por ciudades y campos. A la par que esto, las clases dominantes europeas despojaron de sus bienes de vida a pueblos enteros en los confines del mundo por medio de la violencia que llegaba al genocidio, con la bendición de las altas jerarquías de las religiones oficiales. En el siglo veintiuno presenciamos las guerras de rapiña con la finalidad de apropiarse de recursos estratégicos como el petróleo, y también, en tanto el ejército industrial de reserva se ha globalizado, los países imperialistas –Europa y Estados Unidos- reeditan la persecución de siglos pasados –esta vez basados en el "delito" de ilegales- contra los parias del tercer mundo en esos países.

Los sucesos de Bagua el 5 de junio del año 2009 donde perdieron la vida 34 peruanos, entre policías y amazónicos, tiene como causa el intento del imperialismo, por mediación del estado peruano de apoderarse de los recursos del suelo y del subsuelo, con la resistencia de culturas aborígenes y amplios sectores de esa región, lo mismo que de las tendencias libertarias de la modernidad, entre ellas, marxistas, sectores religiosos y ecologistas. Según las leyes peruanas, el suelo si es que no es propiedad de particulares es propiedad del estado, pero el subsuelo, donde se encuentra la riqueza minera y energética (petróleo, gas, carbón), es patrimonio del estado y usufructuado por sus "descubridores" particulares. Por eso incalculables territorios del subsuelo de los andes y la Selva tienen propietarios que han detectado riquezas y las han inscrito legalmente. Existe una ley de consulta previa con los propietarios del suelo que el estado no cumple. En caso los propietarios (individuales, comunales o de culturas ancestrales) amparados por la ley no permitan la utilización de su propiedad, es decir, del suelo, ante la imposibilidad del estado y las transnacionales de construir túneles desde el otro lado del mundo o desde el zócalo continental para extraer la riqueza sin deterioro del suelo, se ven en la necesidad de violar su propia legalidad utilizando la represión. El principal problema es que en gran parte la explotación de recursos naturales extrema la contaminación del medio ambiente.

La contaminación ambiental se ha convertido en preocupación mundial en todos los sectores sociales. Existen urbanizaciones exclusivas en Lima, la capital del Perú, donde los residentes no permiten el paso de vehículos de transporte urbano porque contaminan el medio ambiente y también, reivindicando tranquilidad para su vida diaria se oponen incluso al funcionamiento de centros educativos de cualquier especie, lo cual es legitimado por el estado, pero para la explotación indiscriminada de recursos naturales contaminando el agua, el trato del estado es diferente, evidenciando que en el Perú, para los gobernantes, existen ciudadanos de diferentes categorías. Recordemos sino las palabras del entonces presidente Alan García Pérez del año 1909 para justificar la represión en Bagua: "Ya está bueno. Estas personas no tienen corona, no son ciudadanos de primera clase. 400,000 nativos no pueden decirnos a 28 millones de peruanos: tú no tienes derecho de venir por aquí". Este lenguaje discriminatorio es propio de los conquistadores y de la vieja oligarquía que exacerba los ánimos de grandes sectores populares, extremando los conflictos.

Además de culturas adscritos a territorios plenamente delimitados, existen culturas ancestrales entre fronteras que pueden abarcar dos territorios, por lo que durante la guerra con Ecuador en 1995, "focalizada" en el Cenepa (Cordillera del Cóndor), los dos bandos –Ecuador y Perú- reclutaron a elementos que pudieron ser de la misma cultura originaria que habitan ambos territorios para colocarlos en la avanzada de sus ejércitos.

La reivindicación principal de las culturas amazónicas –escribe el antropólogo Rodrigo Montoya39- es el respeto a su cultura, dentro de ello a su lengua, a su religión, a sus costumbres, al ambiente donde subsisten. Y las culturas que habitan territorios bajo estados diferentes, reclaman la necesidad de la doble (o triple) nacionalidad, sea peruana, boliviana, ecuatoriana, colombiana o brasileña, lo cual no implica que tengan estado propio.

Perú: nacionalidad en formación

Volviendo a la propuesta de Mariátegui, su tesis de que el Perú es una nacionalidad en formación bajo cimiento andino, ha sido confirmada en el devenir del siglo veinte, a pesar de la presencia del estado oficial, antinacional, que desdeña las culturas ancestrales.

Contrariamente a un gran sector del pensamiento académico que lo ha visto decaer, las expresiones aborígenes o de legado aborigen siguen gravitando de modo decisivo en el conjunto social, en tanto el devenir andino, antes confinado a los andes, se ha expandido al conjunto nacional en todos los ámbitos, por los aluviones que llegan a las ciudades con sus variadas expresiones culturales (dignas o indignas), por lo que dentro del sistema mundial de desigualdades y combinaciones, lo que da singularidad, peculiaridad, identidad, a los territorios andinos (Ecuador, Perú y Bolivia), es el legado de las culturas originarias en diversidad de expresiones, "peruanizando" el legado universal.

Hasta mediados del siglo veinte el indigenismo en su expresión artística literaria coexistiendo con las vanguardias poéticas a las que también se adscribieron indigenistas, ocupó un lugar privilegiado para luego seguir coexistiendo con otras tendencias que encontraron brío en la segunda mitad del siglo veinte, dentro de ello, una narrativa "urbana" pujante, la misma que no deja de lado –para degradar o enaltecer- al mundo andino, que evidencia su presencia en todos los ámbitos de la vida social. En los andes, hasta la más alejada y humilde aldea tiene, además de su "historiador" que rememora su origen, su artista (s) que recrea sus vivencias, además de las festividades populares tradicionales. Todo esto se proyecta al ámbito nacional por diversos caminos, coexistiendo y combinándose con expresiones de otras culturas.

Una visión estereotipada presenta la miseria y el atraso como legado de culturas precolombinas, lo cual es falso. Hasta los más extremistas detractores del universo andino, entre ellos Vargas Llosa, reconocen que las sociedades precolombinas solucionaron el problema del hambre. En realidad, la pobreza, la miseria, la marginalidad, tal cual la conocemos hoy, con la degradación biológica y espiritual, llegó con los conquistadores y el colonialismo.

En política, la expansión del mundo andino es evidente, expresado sobre todo en las organizaciones populares y en la izquierda revolucionaria. Paralelamente se acrecienta la demagogia de partidos oligarca burgueses y del mismo estado que utilizan motivos indígenas para engatusar al pueblo.

Las expresiones indígenas en el devenir cambian y se reestructuran constantemente porque, más que una escuela, más que un movimiento literario, representa el devenir vital de un pueblo. Los territorios andinos forman parte del devenir mundial y las reestructuraciones configuran la especificidad dentro de la universalidad. Por eso el indigenismo como reivindicación política que en siglos pasados tenía de líderes a elites supervivientes de la nobleza inca es diferente al indigenismo que desde inicios del siglo veinte reivindica al socialismo moderno.

La expansión del devenir andino inmerso en el devenir universal se expresa en diversidad de expresiones culturales, que podemos sintetizar cuando Mariátegui decía que un pueblo, "después de un largo colapso, puede encontrar por sus propios pasos, y en muy corto tiempo, la vía de la civilización moderna y traducir a su propio lenguaje, la lección de los pueblos de occidente40|".

"España nos trajo el Medioevo: Inquisición, feudalismo, etc. Nos trajo luego, la Contrareforma; espíritu reaccionario, método jesuítico, casuístico, escolástico. De la mayor parte de éstas cosas nos hemos ido liberando, penosamente, mediante la asimilación de la cultura occidental, obtenida a veces, a través de la propia España. Pero de su cimiento económico, (…), no nos hemos liberado todavía41".

De acuerdo a la cita anterior podemos hacer la diferencia entre la "asimilación" de la cultura occidental de acuerdo a la especificidad de un pueblo, diferente a la imposición colonialista para sojuzgar pueblos. En el primer caso se trata de apropiarse de la cultura universal para mejorar la existencia, inmersos en la modernidad en su tendencia libertaria; y en el segundo caso sirve para legitimar el colonialismo dentro de la tendencia siniestra de la modernidad.

Dentro del actual sistema mundial no existe pueblo o cultura que no haya recibido en mayor o menor grado influencia foránea, originando lo que comúnmente se denomina "mestizaje", sociedad "criolla". Lo último puede ser distintivo nacional en los casos de Argentina, Uruguay o Chile, (en los que la población aborigen fue ínfima), cohesionándose en su devenir -con todas las contradicciones- una mentalidad común sobre raíz "extranjera", que pronto encuentra originalidad, especificidad, autenticidad para representar lo "nacional" dentro del conjunto mundial.

La especificidad, la originalidad, la "identidad", que se integra cada vez más a la totalidad (mundial), hasta formar parte de las determinaciones, se encuentra en lo que hace la diferencia, que en el caso de los territorios andinos es el legado autóctono en todos los terrenos, que con el paso del tiempo se hace más evidente, por lo que una de las reivindicaciones que aumenten la solidaridad de los explotados y oprimidos podría ser una confederación andina inmersa en la diversidad, cuyo eje sea Ecuador, Perú, Bolivia y Paraguay.

Afroperuanos y "chinos"

Algunos términos y frases utilizados por Mariátegui para referirse a chinos y afroperuanos ha suscitado comentarios tildándolo de racista42. Como veremos luego, los términos y comentarios desafortunados y equivocados, no tienen sustento en criterios raciales.

A mediados del siglo diecinueve con la reinserción del Perú al mercado internacional, faltaban brazos para las haciendas, lo que se agrava con la manumisión de los esclavos negros en 1854. El estado se ve en la necesidad de "importar" trabajadores (colíes) chinos, los que fueron sometidos a un régimen que lindaba con la servidumbre y la esclavitud. Entre 1849 a 1874 arribaron alrededor de 92,000 chinos. Durante la invasión chilena en muchas haciendas costeñas se rebelan pretendiendo liberarse y, sobre todo las clases dominantes, extreman su prejuicio racial cultural. Desde finales de ese siglo a 1923 arribaron alrededor de 18,000 japoneses. En el imaginario peruano a ambas poblaciones se les denomina "chinos". En la última década del siglo veinte un candidato presidencial descendiente de japoneses, Alberto Fujimori, para contrarrestar el prejuicio racial de las clases dominantes, dijo que los "cholitos" y "chinitos" ganarán las elecciones a los "blanquitos". Una especie de racismo al revés. Ganó las elecciones a Vargas Llosa.

Posteriormente llegan nuevos contingentes de chinos y japoneses dentro de la ley, pero también al margen (mafias), enriqueciendo la heterogeneidad de culturas que coexisten y se combinan.

La segregación por parte de las clases dominantes ha sido una constante en la política oficial peruana. Durante la segunda guerra mundial el estado oligarca en base a su alianza con las democracias imperialistas toma de rehenes a la colonia de japoneses y los envía a Estados Unidos en calidad de prisioneros de guerra, sufriendo vejámenes. Con el mismo criterio racista, en 1929 el gobierno había inventado un "complot comunista", apresando a dirigentes obreros e intelectuales -entre ellos a Mariátegui- y a la colonia judía en Lima. Por esa época los sectores más reaccionarios del mundo decían que la revolución rusa fue obra de "orientales" "primitivos" y "judíos"

En cuanto a los africanos, llegan junto a los conquistadores. Cincuenta años antes del descubrimiento de América, dice Nicomé de Santa Cruz43, (teniendo de referencia a diversos autores), "eran introducidos en la península ibérica diez esclavos negros", con lo cual se da comienzo al comercio de esclavos negros desde Africa hacia España y Portugal. Los primeros esclavos en Africa, explica, surgieron entre los hombres expulsados de sus etnias por alguna falta y entre los prisioneros de guerra. (Es decir, igual que en otras culturas antiguas en el mundo). A estos esclavos, Santa Cruz (siguiendo a otros autores) les denomina "verdaderos esclavos", para diferenciarlos del tráfico de negros que se acrecentó a partir del siglo dieciséis basado en criterios raciales. Otro dato de suma importancia es que las versiones de los europeos sobre los nativos (negros) africanos al principio fueron positivas, pero con el correr del tiempo, cuando comienza el colonialismo moderno y el tráfico de esclavos, esa visión cambia, presentándolos como "bárbaros", "primitivos", "come hombres", etc., para justificar el genocidio y el tráfico comercial de seres humanos basado en el racismo.

Junto a los conquistadores, prosigue Santa Cruz, vienen a América los negros "ladinos" -que hablan el idioma latino, "aculturados" ("cristianizados") en España y Portugal-, como auxiliares y hasta lugartenientes de los conquistadores, pero posteriormente cambia su situación al estabilizarse la colonia e instaurarse las "plantaciones" de caña de azúcar con mano de obra esclava, y entonces, el tráfico de esclavos multiplica sus ganancias con la intervención de los estados más poderosos, entre ellos España, Holanda, Inglaterra y Portugal como garantes de las ganancias, repartiéndose (de manera "civilizada") mediante tratados, sus zonas de reclutamiento (caza, compra y venta de humanos en el continente africano. A partir de entonces en América, a los negros "ladinos", cada vez menos, se suman los negros "bozales", arrancados directamente desde sus pueblos en el Africa.

Durante la guerra civil entre conquistadores, Nicomé de Santa Cruz nos recuerda la presencia de negros por centenares en diversos bandos, y tiempo después, cuando Francisco Hernández Jirón se rebela (1653-1654) contra la corona española, ofreció liberar a todos los esclavos negros que se enrolen en su ejército, pero fue derrotado.

Santa Cruz se pregunta por qué la abolición de la esclavitud tuvo que esperar décadas luego del surgimiento de repúblicas libres del dominio español. Su respuesta es que no pudieron doblegar los intereses de los grandes propietarios de esclavos. Recuerda que Simón Bolívar recibió ayuda de la república independiente afro americana de Haití con la condición de abolir la esclavitud en las nuevas repúblicas, pero no pudo cumplir su palabra empeñada. Sin embargo, la explicación es más compleja. Las nacientes repúblicas criollas se erigieron en base a la estructura colonial heredada por los conquistadores. Es decir, las nuevas repúblicas surgieron al margen y en contra de las mayorías. Por eso la esclavitud en el Perú fue abolida en 1854 pero no fue solución vital para los afroperuanos. La servidumbre en los andes prosiguió hasta que un gobierno militar nacionalista (1968-1975), -intentando evitar la subversión generalizada-, decreta una reforma agraria, que tampoco constituyó solución vital a los problemas, porque en el sistema capitalista mundial, las grandes mayorías están integradas de manera directa o indirecta en la acumulación de capital, pero marginadas de los beneficios. La solución es la auto emancipación de las mayorías de toda forma de explotación y opresión.

Si bien los afroperuanos no lograron cohesionar un proyecto libertario propio, pero su lugar en la formación de la nacionalidad peruana es indiscutible. En las guerras por la independencia algunos contingentes formaron montoneras y guerrillas propias o junto a indios y otros estratos sociales y eran temidos por los ejércitos oficiales de los criollos porque podían desbordar los intereses de los criollos liquidando la estructura colonial. El historiador Pablo Macera escribe: "Los criollos temieron siempre a los negros cimarrones. Estos no eran los esclavos arribistas "pinganillos" y "palanganas" que trataban de imitar a los amos, sino esclavos que pretendían destruir la sociedad criollo española colonial. Fue por miedo a esos esclavos que la aristocracia limeña proclamó su lealtad a San Martín como días antes lo había hecho al Virrey La Serna. No importa quién (españoles o argentinos) controlase la plaza de Lima. Lo que interesaba era una tropa que garantizase la seguridad pública44".

Dennys Couché45 señala que durante la guerra civil entre Echenique y Castilla, el primero, en calidad de presidente de la república, prometió libertad a todos los negros que se enrolaran en sus huestes, mientras que Castilla prometió libertad a todos los negros en caso de triunfar, lo cual cumplió mediante un decreto del tres de diciembre de 1854, ocho años antes de que Abraham Lincoln hiciera lo mismo en Estados Unidos luego de una cruenta guerra civil.

Estos episodios son anecdóticos, porque sin la rebeldía –pacífica y violenta- de los esclavos afro peruanos, nadie los hubiese tenido en cuenta. Como expresa Carlos Aguirre46, los afroperuanos fueron "Agentes de su propia libertad".

Los afroperuanos al igual que demás sectores populares aportan con su creatividad en todos los ámbitos en la tarea de peruanizar al Perú, incluyendo en la expresión más íntima que da identidad a un pueblo como la música y canción popular. Forman parte del bloque libertario de la modernidad.

Volviendo a Mariátegui (en los 7 Ensayos): "El mestizaje necesita ser analizado no como cuestión étnica sino sociológica", y es heterogéneo. En la Sierra el mestizo puede ser absorbido por lo indígena, y en la Costa, el mestizo en el latifundio puede ser absorbido por el espíritu colonial de casta, mientras que en un medio urbano industrial, el mestizo que tiene acceso a la "europeización", "reconociéndose así mismo como un español bastardeado, siente que el indio debe ser el cimiento de la nacionalidad". Lo último, porque para Mariátegui, dentro de la heterogeneidad de razas y culturas promotoras del cambio, la más definida con contornos propios era la indígena: "La sociedad indígena puede mostrarse más o menos primitiva o retardada. Pero es un tipo orgánico de sociedad y de cultura".

En el caso de los afro peruanos que desde la colonia vinieron como esclavos y de los chinos (colíes) que fueron traídos desde mediados del siglo diecinueve para trabajar como siervos/esclavos en las haciendas costeñas, -ha criterio de Mariátegui en los 7 Ensayos- su posición socio cultural no les ha permitido superarse, por lo que desdeñaba su aporte en la formación de la nacionalidad peruana. En el caso de los colíes (chinos) reconoce como su único aporte directo la medicina tradicional china ya que en otros campos, como por ejemplo, el pensamiento de Lao Tse o Confucio, al igual que la acupuntura, ha llegado por mediación de los europeos. De los afroperuanos, -que Mariátegui desconocía que en la colonia también laboraban como esclavos agrícolas en las haciendas-, los redujo a esclavos "domésticos", para afirmar que "todas las circunstancias han concurrido a mantener su solidaridad con la colonia" por lo que el "negro liberto" se ha mostrado "adicto" a su antiguo amo, y al mezclarse con el indio "ha sido para bastardearlo comunicándole su domesticidad zalamera y su psicología exteriorizante y mórbida". Su contribución a la formación de la nacionalidad -al igual que los chinos- Mariátegui lo considera un "estorbo" por el "influjo de su barbarie". La clave de toda la interpretación es que su ubicación en el sistema social como esclavos "domésticos" los vuelve adictos a sus amos.

No obstante los términos utilizados, Mariátegui es crítico de la visión "zootécnica" (racista) que se extrema en los sectores más reaccionarios que veían como solución, el exterminio del indio o el cruce con la raza "blanca", lo que se conoció como "solución bovina". Para Mariátegui la "raza" no se puede desligar del proceso socio cultural. En este sentido también critica las especulaciones del filósofo mejicano Vasconcelos sobre el mestizaje de españoles indios y negros que daría resultado en el futuro a la "raza cósmica" en América, y también critica al Dr. Uriel García que ve en el mestizo de la sierra al nuevo indio como símbolo de la peruanidad. Al respecto Mariátegui aclara que la propuesta del Dr. Uriel García no prospera en la Costa.

Mariátegui distingue entre la cultura china cuyo aporte a la humanidad es incuestionable, y los chinos que fueron traídos al Perú a mediados del siglo diecinueve que –al igual que los afroperuanos- no han sido capaces "aún" de ser mediadores para trasmitir el legado de su cultura de origen por su precario estado socio cultural y por el ambiente de feudo en que los ha sumido la república oligarca. Mariátegui ve al oriente decrépito y fatalista y al oriente revolucionario libertario, por lo que ante las "taras de oriente decrépito" que induce al fatalismo y la sumisión, las noticias de movimientos revolucionarios (en especial de China) inculca "impulsos progresistas" de los chinos en el Perú.

Volviendo a los afro peruanos, la apreciación de Mariátegui al desdeñar su contribución en la formación de la nacionalidad es equivocada pero contraria al racismo, porque en un medio socio cultural diferente, como el obrero, se ira extirpando la herencia colonial. "Sólo el socialismo, despertando en él, conciencia clasista, es capaz de conducirlo a la ruptura definitiva con los últimos rezagos de su espíritu colonial". Es decir, su superación no está ligada a lo biogenético sino al cambio socio cultural.

Por la época en que escribió los "7 Ensayos" –conforme lo mencionamos en líneas anteriores- no se tenía conocimiento de la lucha de los afro peruanos por sus propias reivindicaciones –como esclavos en las haciendas-, y en las luchas contra el dominio español.

Siguiendo con sus apreciaciones expuestos en los 7 Ensayos, para Mariátegui no existen razas biológicamente superiores: "El prejuicio de las razas ha decaído; pero la noción de las diferencias y desigualdades en la evolución de los pueblos se ha ensanchado y enriquecido, en virtud del progreso de la sociología y la historia. La inferioridad de las razas de color no es ya uno de los dogmas del que se alimenta el maltrecho orgullo blanco. Pero todo el relativismo de la hora no es bastante para abolir la inferioridad de cultura".

La propuesta de que lo indígena es cimiento en la formación de la nacionalidad es porque su legado es más coherente, y al igual que otros pueblos, se proyecta a una nueva era: "Y ya la experiencia de los pueblos de Oriente, el Japón, Turquía, la misma China, nos han probado cómo una sociedad autóctona, aún después de un largo colapso, puede encontrar por sus propios pasos, y en muy poco tiempo, la vía de la civilización moderna y traducir, a su propia lengua, las lecciones de los pueblos de Occidente".

De lo expuesto en líneas anteriores, términos como "primitivo" o "bastardo" lo emplea Mariátegui -sin reparar en las malinterpretaciones que se le puedan hacer-, para indígenas, chinos, afroperuanos y "mestizos". Es decir, Mariátegui es "democrático" para denostar sin proponérselo, por utilizar términos equivocados, a los más diversos sectores. Quizá lo más ambivalente sea cuando en una oportunidad47 (febrero 1927) se hizo eco de un prejuicio muy extendido sobre una supuesta "hipocresía" del indígena, aunque amparándose en Luís E. Valcárcel dice que es un modo defensivo frente a sus opresores, pero en su medio social, en el ayllu, es diferente. Esto demuestra que Mariátegui no ha logrado incorporar los términos y conceptos adecuados para una exposición más coherente. Limitación que supera en escritos posteriores.

En un texto posterior a los 7 Ensayos: "El problema de la razas en América Latina", enviado a la primera conferencia comunista latinoamericana de Buenos Aires (junio de 1929), con mayor precisión, Mariátegui escribe que los negros, al igual que otras razas de "color", además de la explotación económica sufren la opresión racial cultural y la solución a sus problemas pasa por el socialismo.

En el texto mencionado, Mariátegui hace suyo la crítica de Wilfredo Pareto –al que ya tomó como referencia en los 7 Ensayos- al criterio racial para justificar "la política imperialista y esclavizadora de los pueblos blancos". Según Pareto, al igual que Aristóteles en la antigüedad decía que por propia "naturaleza" existen amos y esclavos "justo y provechoso para todos"; actualmente también se intenta hacer creer que por "naturaleza" existen pueblos "civilizados" nacidos para dominar y pueblos nacidos para ser dominados. Si un africano que sufre la opresión colonial se rebela es presentado como traidor, mientras los colonialistas que reprimen al rebelde son presentados como héroes. Las grandes potencias en nombre de liberar y civilizar a los pueblos cometen las peores atrocidades, llegando al exterminio de poblaciones.

El pasaje de Pareto que Mariátegui toma de referencia pertenece al "Tratatto di Sociología Generale", tomo VII, que mantiene plena actualidad porque la estructura del sistema mundial capitalista desde sus orígenes con las conquistas desde siglos pasados sigue siendo la misma. Las atrocidades actuales del imperialismo para someter a pueblos o "razas de color", llegando al genocidio, se hacen en nombre de civilización, libertad, democracia y derechos humanos, o se apela simplemente a la defensa de intereses de determinado país.

En el texto enviado a Buenos Aires, Mariátegui reitera que la "domesticidad" del afroperuanos a la raza blanca se supera en un ambiente urbano moderno: "La industria, la fábrica, el sindicato, redimen al negro de esta domesticidad. Borrando entre los proletarios la frontera de la raza, la conciencia de clase eleva moral, históricamente, al negro. El sindicato significa la ruptura definitiva de los hábitos serviles que mantienen, en cambio, en él, la condición de artesano o criado". (La referencia que Mariátegui hace de "artesano" se debe entender en su acepción gremial corporativa ligada al ambiente de feudo, en este caso, oligarca)

Un hecho de vital importancia que no ha sido evidenciado en toda su magnitud por estudiosos de su obra es cuando Mariátegui, teniendo de referencia a Incas y aztecas, condena la conquista y la invasión de la "raza blanca" que ha "traído efectos retardatarios y deprimentes en la vida de las razas indígenas", añadiendo: "Lo que en las comunidades indígenas del Perú subsiste de elementos de civilización es, sobre todo, lo que sobrevive de la antigua organización autóctona". Y con raras excepciones, -la invasión europea- ni en el terreno tecnológico a representado "progreso respecto a la cultura aborigen". El mayor indicio de esto es la disminución de la población desde la conquista.

De acuerdo a lo anterior, la técnica significa progreso en tanto contribuya a mejorar la vida, para lo cual las relaciones sociales (de trabajo) que se establezcan son fundamentales.

Precisión importante

Uno de los mayores logros en la evolución fue cuando una criatura, -gracias a sus atributos filo genéticos que se desarrollan y perfeccionan en lucha por la vida-, sobresale por encima del conjunto animal del que forma parte, emergiendo un nuevo ser, -el hombre-, el más activo de la naturaleza, en un proceso permanente de "humanización", entendido como lucha por dignificar su existencia mejorando las relaciones sociales entre semejantes, con la naturaleza y el cosmos.

Contrariamente a la mayoría de seres cuya constitución fisiológica se adapta a su medio ambiente, el ser humano para sobrevivir tiene necesidad de transformar su medio ambiente transformándose así mismo, extendiendo sus facultades innatas con instrumentos cada vez más complejos. Federico Engels escribía al respecto: "Los hombres, (…), a medida que se alejen más de los animales en el sentido estrecho de la palabra, en mayor grado hacen su historia ellos mismos, conscientemente, y tanto menor es la influencia que ejercen sobre esta historia las circunstancias imprevistas y las fuerzas incontroladas, y tanto más exactamente se corresponde el resultado histórico con los fines establecidos de antemano". El capitalismo –prosigue Engels-, desarrolla la ciencia y la tecnología como nunca antes, acrecentando la productividad, pero esclaviza al ser humano al mundo de las mercancías. "Únicamente una organización consciente de la producción social, en la que la producción y la distribución obedezcan a un plan, puede elevar socialmente a los hombres sobre el resto del mundo animal, del mismo modo que la producción en general los elevó como especie1".

En la filogénesis social se conjugan de modo inseparable la interrelación hombre naturaleza expresado en sus más diversas manifestaciones, entre ellas, en las formas de organización del trabajo y en sus instituciones. El surgimiento de los modernos estados con sus delimitaciones territoriales es parte de ese proceso. Que a alguien se le ocurra presentarlo como si se tratara de un proceso evolutivo "natural" desmereciendo la voluntad humana, lo que se conoce como "enfoque genealógico", o que alguien lo presente como invención "artificial", lo que se ha denominado "enfoque antigenealógico", escapa a todo criterio dialéctico. Mariátegui es ajeno a todo eso. El ser humano deviene subvirtiendo la naturaleza y a sí mismo por mediación de multiplicidad de procesos y determinaciones a las que no puede escapar a pesar de la osadía de su acción y de lo ilimitado de su imaginación y fantasía que Mariátegui reivindicó, señalando así mismo sus límites, porque los grandes ideales y las grandes utopías brotan de la vida. Un gran ideal: "Es la realidad histórica presente. La humanidad no persigue nunca quimeras insensatas ni inalcanzables; la humanidad corre tras de aquellos ideales cuya realización presiente cercana, presiente madura y presiente posible. Con la humanidad acontece lo mismo que con el individuo. El individuo no anhela nunca una cosa absolutamente imposible. Anhela siempre una cosa relativamente posible… Al niño que persigue a la mariposa puede ocurrirle que no la aprese, que no la coja jamás; pero para que corra tras ella es indispensable que la crea o que la sienta relativamente a su alcance. Si la mariposa va muy lejos, si su vuelo es muy rápido, el niño renuncia a su imposible conquista. La misma es la actitud de la humanidad ante el ideal. Un ideal caprichoso, una utopía imposible, por bella que sean, no conmueven nunca a las muchedumbres".

Notas

1.- Rengifo, Antonio: "Esbozo biográfico de Ezequiel Urviola y Ribero". En, "Campesino", año 1, N° 1

2.- Gonzáles Prada, Manuel: "Paginas Libres"

3.- "De la historia". Capítulo primero de nuestro estudio: "Barbarie y Modernidad: el Perú en la Globalización capitalista". El capítulo aludido se ha publicado electrónicamente bajo el título de "Historia y Antihistoria".

4.- Jorge Basadre: "La Multitud, la ciudad y el campo". Lima, 1947, p. 268 y 269.

5.- Ibid. pág. 276.

6.- Sobre lo universal y lo autóctono, entre otros escritos de Mariátegui, los reunidos en "Peuanicemos al Perú", por ejemplo: "Pasadismo y futurismo", "Lo nacional y lo exótico", "Nacionalismo y Vanguardismo", "La tradición nacional", etc. Además, conferencias reunidas en "Historia de la Crisis Mundial".

6.- Mariátegui: "7 Ensayos", pág. 178.

7.- Mariátegui: "7 Ensayos", pág. 202.

8.- Mariátegui: Dostoyevsky "La Rusia de Dostoyevsky a propósito del libro de Stefan Zweig", en "El Artista y la Epoca".

9.- Trotsky: "La Cuestión Nacional", en "Historia de la Revolución Rusa", SARPE, Madrid, 1985, Tomo II, p. 268.

10.- Trotsky: "Gógol", en, "Sobre arte y cultura". Alianza Editorial, Madrid, 1974

11.- Esto lo abordamos en "Literatura y modernidad", capítulo de "Barbarie y modernidad: el Perú en la globalización capitalista".

12.- Mariátegui: "El Mensaje de Oriente". En "La Escena Contemporánea".

13.- Mariátegui: "La agitación revolucionaria y socialista en el mundo oriental" (conferencia). En "Historia de la Crisis Mundial". Mariátegui hace suya la propuesta de la tercera internacional de los tiempos de Lenin y Trotsky. Posteriormente el estalinismo pondría una barrera infranqueable entre las reivindicaciones burguesas y socialistas de la revolución, imponiendo a los pueblos atrasados sólo a una "revolución" burguesa para desarrollar el capitalismo.

14.- Mariátegui: "Semitismo y Anti semitismo". Incluido en "La Escena Contemporánea". "La Misión de Israel". Incluido en "Figuras y Aspectos de la Vida Mundial", tomo III.

15.- Mariátegui: "7 Ensayos", pág. 178.

16.- Mariátegui: "Ideología y Política", pág. 27.

17.- Citado por William Rowe: "José María Arguedas: mito y realidad"

18.- reproducido en, "Historia de la crisis mundial"

19.- Mariátegui: Zinoviev "La Escena Contemporánea"

"Nacionalismo e internacionalismo", "en, Historia de la crisis mundial"

Todo esto lo abordamos lo abordamos con mayor precisión en el siguiente capítulo: "El internacionalismo revolucionario"

20.- MariáteguI: Nitti, en, "La Escena Contemporánea"

21.- Macera, Pablo: "Visión histórica del Perú"

22.- Mariátegui: "La Unidad de la América Indo-española". En "Temas de Nuestra América".

23.- Esta tesis está en la tradición marxista desde inicios del siglo veinte, entre otros en Trotsky, Rosa Luxemburgo, Lenin (en su estudio sobre el imperialismo), etc., visión que hizo suyo la tercera internacional en sus cuatro primeros congresos.

24.- Mariátegui: "7 Ensayos" ("Centralismo y Regionalismo"). Esto también ha sido evidenciado por diversos autores, entre ellos Julio Cotler: "Clases, estado y nación en el Perú". IEP, Lima, 1978, pág. 126.

25.- Mariátegui: "Peruanicemos al Perú"

26.- Mariátegui: "La revolución de la independencia y la propiedad agraria" ("7 Ensayos")

27.- Mariátegui: "7 Ensayos"

28.- Cotler, Julio: "Clases estado y Nación en el Perú". IEP, LIma 1978, pp. 66-67.

29. – Roel Pineda, Virgilio: "Grandezas y Miserias de la Independencia"

30.- Macera, Pablo: "Los proyectos nacionales". Retablo ediciones, Lima, s/f.

31.- Mariátegui: "El problema de la educación", en "7 Ensayos"

32.- Mariátegui: "El Factor religioso". En "7 Ensayos

33.- Meseguer Illan, Diego: "José Carlos Mariátegiui y su pensamiento revolucionario". IEP, Lima 1974

34.- Mariátegui: "7 Ensayos", p.

35.- Mariátegui: "Ideología y Política", pág. 81.

36.- Alberto Flores Galindo: "La Agonía de Mariátegui: su polémica con el Komintern".

37.- Mariátegui: "El problema de las razas". ("Ideología y Política", pp. 101-102)

38.- Waldemar Espinoza Soriano: "La Sociedad Colonial", en "Historia del Perú", tomo IV, editado por Mejía Baca.

39.- Rodrigo Montoya: Bajo el título «Movimientos indígenas en la Amazonía: potencialidades y límites», otra versión de este artículo aparece en el libro "Multiculturalidad y política. Derechos indígenas, ciudadanos y humanos", (reseñado en Ciberayllu). Versiones preliminares de este texto fueron presentadas en la Universidad de Barcelona, España, en 1995-96, y en la Universidad de San Marcos, Lima, 1996.).

40.- Mariátegui: "7 Ensayos", pág. 301.

41.- Mariátegui: "7 Ensayos", pág. 44.

42.- Juan E. de Castro ¿Fue José Carlos Mariátegui racista? Publicación electrónica (A contra corriente)

Carlos Velarde Reyes "Sobre una supuesta deformación racista en JCM". Publicación electrónica (Archivo de Chile)

43.- de Santa Cruz Gamarra, Nicomé: "El Negro en Iberoamérica". Revista "Encuentro", editada por el Centro de Proyección Cristiana N° 54-55, Lima, 1989-90.

44.- "Los proyectos nacionales" p. 12.

45.- Denis Couché: "Poder blanco y resistencia negra en el Perú". I.N.C., Lima, 1975.

46.- Carlos Aguirre: "Agentes de su propia libertad". PUC, Lima 1996 (segunda edición)

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