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Cuentos de hadas de Jacob y Whilhelm Grimm (volumen II) (página 9)



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-"¿Qué trucos malos son estos?"- , dijo, -"el diablo debe de haber puesto esto en tu cabeza."-

-"Padre,"- contestó él, -"escúchame. Yo soy inocente. Él estaba allí en la noche como quien tiene la intención de hacer algo malo. Yo no sabía quién era, y yo le rogué tres veces que hablara o que se fuera."-

-"Ah"-, dijo el padre, -"Estoy muy descontento contigo. Sal de mi vista. No quiero verte nunca más."-

-"Sí, padre, con verdadero interés esperaré a que sea de día. Entonces voy a seguir adelante y conoceré lo que es asustarse, y en algún momento aprenderé algún oficio que me de soporte para vivir."-

-"Aprende lo que quieras"-, habló elpadre, -"todo es lo mismo para mí. Aquí están cincuenta duros para ti. Ve por el mundo, y a nadie digas de dónde vienes ni quién es tu padre, porque tengo razones para estar avergonzado de ti."-

-"Sí, padre, será como usted espera. Si usted no desea nada más que eso, puedo tenerlo en cuenta."- 

Cuando amaneció, el chico se puso los cincuenta duros en el bolsillo, y salió a la gran carretera, y continuamente se decía a sí mismo: 

-"¡Si pudiera asustarme, si yo pudiera tener miedo!"-

Entonces se le acercó un hombre que escuchó la conversación que el joven llevaba consigo, y cuando habían caminado un poco más lejos, desde donde se podía ver una horca, el hombre le dijo: 

-"Mira, ahí está el árbol donde están siete hombres que se han casado con la hija del cordelero, y ahora están aprendiendo a volar. Siéntate debajo de él, y espera hasta que llegue la noche,y rápido aprenderás a asustarte."-

-"Si eso fuera todo"-, contestó el joven, -"es fácil de hacer, pero si llego a conocer lo que es el miedo tan rápido como eso, así de rápido que tendrás mis cincuenta duros. Ven de nuevo por mí por la mañana."-, terminó diciendo.

Entonces el joven se fue a la horca, se sentó debajo de ella, y esperó hasta que llegó la noche. Y como tenía frío, encendió un fuego, pero a media noche el viento soplaba tan fuerte que, a pesar de su fuego, no podía entrar en calor.

Y como el viento golpeaba a los ahorcados entre sí, y se movían hacia atrás y hacia delante, pensó para sí:

?-?"Tú te calientas aquí abajo por el fuego, pero ¿cuánto se deben congelar y sufrir esos de arriba?"-

Y como él se compadeció de ellos, levantó la escalera, y subió, y desató uno después del otro, y bajó a los  siete. Luego, atizó el fuego, sopló, y los puso a su alrededor para que entraran en calor. Sin embargo, se sentaron allí y no se movían, y el fuego prendió sus ropas. Y él dijo: 

-"Tengan cuidado, no sea que los cuelgue de nuevo."-

Los muertos, sin embargo, no oían, y permanecían muy silenciosos, y sus ropas seguían quemándose.

Por esto, se enojó, y dijo: 

-"¡Si no actúan, yo no les puedo ayudar, y no voy a ser quemado con ustedes!"-, y los colgó de nuevo a cada uno en su puesto.

Luego se sentó junto al fuego y se quedó dormido, y a la mañana siguiente el hombre se acercó a él y quiso tener los cincuenta duros, y dijo: 

-"Bueno,¿sabes lo que es asustarse?"-

 -"No"-, respondió, -"¿cómo iba a llegar a saberlo? Esos tipos que están arriba, no abrían la boca, y eran tan estúpidos que dejaron que los pocos trapos viejos que tenían en sus cuerpos se quemaran."-

Entonces el hombre vio que no iba a obtener los cincuenta duros ese día, y se alejó diciendo:

-"Nunca antes me había encontrado un tipo tan extraño como éste."-

El joven continuó su camino, y una vez más comenzó a murmurar para sí:

-"¡Ah, si pudiera asustarme!, ¡Ah, si yo pudiera tener miedo!"- 

Un carretero que estaba caminando detrás de él lo escuchó y le preguntó: 

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-"¿Quién eres tú?"-

-"No sé"-,respondió el joven.

Entonces el carretero preguntó: 

-"¿De dónde vienes?"-

-"No lo sé."- 

-"¿Quién es tu padre?"-

-"No puedo decirte."-

 "¿Qué es lo que tú estás siempre murmurando entre dientes?"-

-"¡Ah!"-, contestó el joven, -"deseo llegar a tener miedo, a asustarme, pero nadie me puede enseñar cómo hacerlo."-

-"Renuncia a tu cháchara tonta"-, dijo el carretero. -"Vamos, ven conmigo, tengo un lugar para ti."-

El joven se fue con el carretero, y por la tarde llegaron a una posada donde podían pasar la noche. A la entrada de la sala, el joven de nuevo, dijo en voz muy alta: 

-"¡Si pudiera tener miedo, si yo pudiera asustarme!"-

El anfitrión, que oyó esto, se rió y dijo: 

-"Si ese es su deseo, aquí hay una buena oportunidad para ti."-

-"¡Ah, cállate!"-, dijo la dueña de casa, -"tantas personas indiscretas ya han perdido la vida, que sería una pena y una vergüenza si unos ojos tan hermosos como estos no pudieran ver la luz del día de nuevo."-

Pero el joven dijo: 

-"Por muy difícil que sea, voy a aprender y para eso es que he viajado tanto."- 

Y no dejó al anfitrión tener descanso, hasta que éste le dijo que no lejos de allí había un castillo encantado donde cualquiera podría aprender con facilidad lo que era el miedo, pero si quería fuera a estarse allá durante tres noches. 

El rey había prometido que el que se atreviera a hacerlo, tendría a su hija por esposa,  y ella era la más hermosa doncella sobre la que el sol brillaba. Grandes tesoros también estaban en el castillo, que eran custodiados por espíritus malignos, y estos tesoros quedarían liberados, y convertirían a un hombre pobre en rico. Ya muchos hombres habían entrado en el castillo, pero hasta ahora ninguno había vuelto a salir. Entonces el joven se fue a la mañana siguiente donde  el rey y le preguntó si le permitiría estar tres noches en el castillo encantado.

El rey lo miró, y como el joven le agradaba, dijo, 

-"Bien puedes pedir tres cosas a tener en el castillo contigo, pero deben ser cosas sin vida."- 

A lo que él respondió, 

-"Entonces le pido un fuego, un torno y un tajo con un cuchillo."-

El rey le envió estas cosas al castillo para él durante el día. Cuando la noche llegaba, el joven se fue al castillo e hizo un brillante fuego en una de las habitaciones, colocó el tajo y el cuchillo al lado de él, y se sentó en el torno

-"¡Ah, si pudiera tener miedo!"- , dijo, -"Pero yo no voy a conocerlo aquí tampoco."- 

Hacia la media noche comenzó a atizar su fuego, y cuando lo estaba soplando, algo gritó de repente desde una esquina, 

-"¡Au, miau! ¡Que fríos que estamos!"-

-"¡Ustedes tontos!"- , gritó, -"¿por qué se quejan? Si tienen frío, vengan y siéntense junto al fuego para que los caliente."- 

Y cuando hubo dicho esto, dos gatos negros grandes llegaron con un tremendo salto y se sentaron a cada lado de él, y lo miraban salvajemente con sus ojos de fuego.

Después de un corto período de tiempo, cuando se habían calentado, los gatos dijeron:

-"Camarada, ¿podríamos tener un juego a las cartas?"-

-"¿Por qué no?"- contestó, -"pero sólo me muestran las patas."-

Y extendieron sus garras. 

-"¡Oh!"-, dijo, -"¡Que uñas tan largas que tienen! Esperen, primero se las tendré que cortar."-

Entonces él los agarró por las gargantas, los puso en el tajo y rápidamente les atornilló sus pies. 

-"He visto sus dedos"-, dijo, -"y mi interés para jugar a las cartas se ha ido"-, y él los mató y los arrojó en el agua

Sin embargo, cuando él había acabado con estos dos, y estaba a punto de volver a sentarse junto al fuego, desde todos los hoyos y esquinas salieron gatos y perros negros arrastrando cadenas rojas y cada vez más y más de ellos hasta que no cabían más, y gritaban horriblemente, y se acercaron al fuego, y lo tiraban en pedazos tratando de apagarlo. Él los miró por un rato en silencio, pero al final, cuando ya habían actuado demasiado, tomó su cuchillo de cortar, y gritó: 

-"¡Fuera con vosotros, bichos!"-, y comenzó a cortarlos. 

Parte de ellos escaparon, otros murieron y los arrojó  al estanque.

Cuando regresó, avivó las brasas de la hoguera de nuevo y se calentaba. Y mientras tanto, sentado, sus ojos ya no se mantenían abiertos, y sintió un deseo de dormir. Miró a su alrededor y vio una gran cama en la esquina.

-"Esa es exactamente para mí"-, dijo, y se metió en ella. 

Cuando estaba a punto de cerrar los ojos, sin embargo, la cama comenzó a moverse por su propia cuenta, y se fue recorriendo todo el castillo. 

-"Eso está muy bien"-, dijo, -"pero ve más rápido."-

Entonces la cama corrió como si tuviera seis caballos enganchados a ella, hacia arriba y hacia abajo, en los umbrales y en los pasillos, pero de repente hop, hop, dio vuelta al revés , y se posó sobre él como una montaña. Pero él lanzó edredones y almohadas en el aire, se levantó y dijo: 

-"Ahora, cualquier persona que guste, puede conducirte"-, y se acostó junto al fuego, y se durmió hasta que se hizo de día. 

Por la mañana, el Rey llegó, y cuando lo vio tirado en el suelo, pensó que los malos espíritus lo habían matado y que estaba muerto y dijo: 

-"Después de todo, es una lástima, es un hombre guapo … "-

El joven lo escuchó, se levantó y dijo: 

-"No he llegado a saberlo todavía."-

Entonces el rey se sorprendió, pero muy alegre, y le preguntó cómo le había ido. 

-"Muy bien"-, respondió, -"he pasado una noche, las otras dos recibirán más de lo mismo."-

Luego se dirigió al posadero, que abrió los ojos muy abiertos, y le dijo: 

-"No esperaba verte vivo otra vez! ¿No has aprendido a asustarte ya?"- 

-"No,"- dijo,-"todo es en vano. ¡Si alguien me lo pudiera enseñar!"-

La segunda noche fue de nuevo arriba al antiguo castillo, se sentó junto al fuego, y una vez más comenzó su vieja canción, 

-"Si pudiera asustarme."-

Cuando llegó la medianoche, un gran alboroto y ruido de cosas cayendo se oyó. Al principio era bajo, pero cada vez se hacía más fuerte. Luego hubo silencio por un rato, y al final, con un fuerte grito, medio hombre bajó por la chimenea y cayó delante de él. 

-"¡Hola!"- , gritó, -"La otra mitad pertenece a esta. Esto es muy poco!"- 

Entonces el alboroto comenzó de nuevo, hubo un estruendo y más gritos, y la otra mitad cayó también. 

-"Espera"-, dijo el joven, -"voy a atizar el fuego un poco para ti."-

Cuando hubo hecho eso, y miró a su alrededor una vez más, las dos piezas se unieron, y un hombre espantoso estaba sentado en su asiento. 

-"Eso no es parte de nuestro trato"-, dijo el chico, -"el banco es mío."-

El hombre quería alejarlo, pero él, sin embargo, no permitiría eso, y echó al hombre afuera con todas sus fuerzas, y se sentó de nuevo en su lugar. Entonces todavía más hombres cayeron, uno tras otro, y traían las piernas de nueve hombres muertos y dos calaveras, y los armó y jugó a los bolos con ellos. El joven también quería jugar y dijo: 

-"Oye tú, ¿puedo jugar?"-

-"Sí, si tienes dinero."- 

-"Tengo dinero suficiente"-, respondió, -"pero las bolas no son muy redondas."-

Entonces tomó los cráneos y los puso en el torno y los pulió hasta que estuvieron redondos. 

-"Ahora, se deslizarán mejor!"- , dijo. -"¡Hurra! ¡Ahora van bellamente!"-

Jugó con ellos y perdió algo de su dinero, pero cuando dieron las doce todo desapareció de su vista. Se acostó y se durmió tranquilamente. A la mañana siguiente el rey volvió a preguntar por él. 

-"¿Cómo te ha ido esta vez?"-, preguntó.

-"He estado jugando a los bolos"-, respondió, -"y he perdido un par de monedas."-

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 -"¿No te asustaste entonces?"-

-"Eh, ¿qué?"- , dijo, -"pasé muy feliz. ¡Podría haber hecho de todo, menos saber que es asustarse!"-

La tercera noche se sentó de nuevo en su banco y se dijo muy tristemente: 

-"Si pudiera asustarme."- 

Cuando se hizo tarde, seis hombres muy altos entraron y traían un ataúd. Luego el joven dijo: 

-"Ja, ja, ese es sin duda mi primo, que murió pocos días atrás"-, y le hizo señas con el dedo y gritó:

 -"¡Ven, primo, ven."-

Pusieron el ataúd en el suelo, y el joven se acercó a él y abrió la cubierta, y un hombre muerto yacía en el mismo. Le palpó su rostro, pero estaba frío como el hielo.

-"Espera"-, dijo, -"yo te calentaré un poco"-, y fue hasta el fuego a calentar su mano y la puso en la cara del muerto, pero siguió frío. 

Entonces él lo sacó, se sentó junto al fuego y lo puso sobre su pecho y le frotó los brazos para que la sangre pudiera circularle de nuevo. Pero como esto no sirvió de nada, pensó para sí: 

-"Cuando dos personas se encuentran en la cama, se calientan entre sí"-, y lo llevó a la cama, lo cubrió más y se acostó a su lado. 

Después de un corto período de tiempo el muerto se calentó demasiado, y comenzó a moverse. Entonces dijo el joven: 

-"Mira, primo, ¿no te calientas?"- 

El muerto, sin embargo, se levantó y gritó:

-"¡Ahora yo te estrangularé!"-

-"¡Qué!"- , dijo, -"¿es esa la manera en que tú me agradeces? Entrarás en tu ataúd de nuevo."-

Y él lo tomó, y lo arrojó adentro, y cerró la tapa. Luego vinieron los seis hombres y se lo llevaron de nuevo. 

-"Aún no he aprendido a asustarme"-, dijo. -"Jamás lo aprenderé en toda mi vida."-

Entonces entró un hombre que era más alto que todos los demás, y se veía muy mal. Era viejo, y tenía una larga barba blanca. 

-"Tú, miserable"-, exclamó, -"pronto aprenderás a asustarte, porque morirás."- 

-"No tan rápido"-, contestó el joven. -"Si voy a morir, tengo algo que decir."- 

-"Pronto te tomaré"-, dijo el extraño. –

-"Suave, suave, en voz baja, no hables tan alto. Estoy tan fuerte como tú, y tal vez aún más fuerte."- respondió el joven.

"Ya veremos"-, dijo el hombre. -"Si tú eres más fuerte, te dejaré ir. Ven, vamos a probarlo."- 

Luego se lo llevó por pasillos oscuros hasta una herrería, tomó un mazo, y con un solo golpe hundió un yunque en el suelo. 

-"Puedo hacerlo mejor"-, dijo el joven, y se fue a otro yunque.

El viejo se colocó cerca y quería mirar, y su barba blanca le colgaba. Entonces el joven tomó el mazo, partió el yunque de un solo golpe, y amarró la barba del viejo con ella. 

-"Ahora ya te tengo"-, dijo el joven. -"Ahora eres tú quien tiene que morir."-

Luego cogió una barra de hierro y golpeó al anciano hasta que este quejándose le suplicaba que se detuviera, y él le daría grandes riquezas. 

El joven paró de golpearlo y lo soltó. El viejo lo condujo de nuevo al castillo, y en un sótano le mostró tres cofres llenos de oro

-"De ellos,"- dijo, -"uno es para los pobres y otro para el rey, el tercero es tuyo."- 

Mientras tanto, dieron las doce, y desapareció el espíritu. El joven, se quedó en la oscuridad.

-"Todavía puedo encontrar la salida"-, dijo, y con el tacto, encontró el camino a la sala, y durmió allí junto a su fuego. 

A la mañana siguiente el rey se acercó y dijo: 

-"Ahora tienes que haber aprendido lo que es asustarse."-

 -"No,"- respondió, -"mi primo muerto estuvo aquí, y un hombre de barba blanca se acercó y me mostró una gran cantidad de dinero allá debajo, pero nadie me dijo lo que es asustarse."- 

-"Entonces"-, dijo el Rey, -"tú has librado al castillo, y te casarás con mi hija."- 

-"Todo eso está muy bien"-, dijo, -"pero todavía no sé lo que es asustarme."-

Entonces el oro fue subido y se celebró la boda, pero independientemente de cuánto fuera lo mucho que el joven rey amara a su esposa, y siendo tan feliz como lo era, todavía decía: 

-"Si pudiera tener miedo, si yo pudiera asustarme."-

Sin duda que la princesa estaba molesta por ello. Su doncella entonces le dijo: 

"Voy a encontrar una cura para él, y pronto aprenderá lo que es asustarse." 

Salió al riachuelo que fluía a través del jardín, y trajo un cubo entero lleno de gobios. Por la noche, cuando el joven rey estaba dormido, su esposa fue a sacar la ropa de él y le vació el cubo de agua fría conteniendo los gobios, de modo que los peces pequeños saltaban sobre todo su cuerpo. Una vez hecho esto, se despertó asustado y gritó:

-"¡Oh, oh! ¿Qué es lo que me está asustando? ¿Qué es lo que me asusta, querida esposa?  ¡Ah Sí!, por fin ya sé lo que es asustarse."-

Enseñanza:

Muchas veces cosas simples o sencillas son más poderosas que las complejas.

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118-La Señora Trude   

Había una vez una niña que era muy obstinada y curiosa, y cuando sus padres le pedían que hiciera algo, no los obedecía, así que ¿cómo podría ella estar bien?

Un día le dijo a sus padres:

-"He oído hablar mucho de la señora Trude, quiero ir donde ella algún día. La gente dice que todo en ella parece tan extraño, y que hay tantas cosas extrañas en su casa, que yo estoy llena de curiosidad."-

Sus padres se lo prohibieron absolutamente, y le dijeron:

-"La señora Trude es una mala mujer, que hace cosas malas, y si vas donde ella no obtendrás nada bueno, hija."-

Pero la joven no se dejó ser desviada por la prohibición de sus padres, y siempre fue donde Frau Trude.

Y cuando llegó donde ella, Frau Trude le dijo,

-"¿Por qué estás tan pálida?"-

-"¡Ah!"-, respondió ella, y todo su cuerpo temblaba, -"He estado tan aterrorizada por lo que he visto."-

-"¿Qué has visto?"-

-"Vi a un hombre negro parado en sus gradas a la entrada."-

-"Ese era un minero."-

-"Luego vi a un hombre verde."-

-"Ese era un cazador."-

-"Después vi a un hombre de color rojo como la sangre."-

-"Ese era un carnicero."-

-"Ah, señora Trude, yo estaba aterrorizada, miré por la ventana y no la ví a usted, pero, yo creo que verdaderamente era el mismo diablo con una cabeza de fuego."-

-"¡Oh!"-, dijo, -"Entonces has visto a la bruja en su traje adecuado. He estado esperando por ti, y deseando tu llegada desde hace mucho tiempo. Tú me darás un poco de luz."-

De inmediato convirtió a la niña en un tronco de madera, y la arrojó al fuego. Y cuando estaba en plena luz, se sentó cerca del fuego, y calentándose dijo:

-"Este brillo fulgurante será sólo por esta vez."-

Enseñanza:

Siempre hay que obedecer y seguir los buenos consejos de padre y madre.

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119-El amado Rolando  

Había una vez, hace muchos años, una mujer que era una bruja de verdad y tenía en su casa dos chicas, una fea y mala, a quien ella amaba porque era su propia hija, y la otra era hermosa y buena, pero a ésta la odiaba, porque era su hijastra. La hijastra una vez tenía un delantal muy bonito que la otra deseaba tanto que su deseo se convirtió en envidia, y le dijo a su madre que ella debería de tener y que tendría que llegar a tener ese delantal tan hermoso.

-"Cállate, hija mía,"- dijo la madre, -"tú lo tendrás. Tu hermanastra recibirá una sorpresa inesperada. Esta noche cuando esté dormida: Yo iré y la convertiré en un horrible pájaro. Sólo ten cuidado de que tú estés en el otro lado de la cama, y la empujas al frente."-

Todo hubiera salido así con la pobre muchacha si ella no hubiera estado justo en ese momento en un rincón, y oído todo. Durante todo el día no se atrevió a salir de casa, y cuando llegó el momento de ir a la cama, la hija de la bruja se metió de primera, con el fin de estar en el otro lado, pero cuando ella estaba dormida, la otra la empujó suavemente hacia el frente, y tomó para sí el lugar en la parte trasera, cerca de la pared. En la noche, la anciana entró sosteniendo su varita mágica en su mano derecha,  y tocando con la mano la izquierda para ver si alguien estaba acostado en el lado  exterior. Entonces ella movió su varita y convirtió en un horrible pájaro lleno de espantosas plumas a su propia hija.

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Cuando ella se había ido, la joven se levantó y se fue donde su novio, quien era  llamado Rolando, y llamó a su puerta. Cuando salió, le dijo:

-"Óyeme, querido Rolando, debemos irnos a toda prisa, mi madrastra me quería transformar, pero lo ha hecho con su su propia hija. Cuando la luz del día venga y vea lo que ha hecho, estaríamos perdidos."-

-"Pero"-, dijo Rolando, -"Yo te aconsejo que primero le quites su varita mágica, o no podríamos escapar si nos persigue."-

La muchacha trajo la varita mágica, y tomó del horrible pájaro tres plumas que dejó caer una al frente de la cama, otra en la cocina, y la otra en la escalera.

Entonces ella se alejó con su novio. Cuando la vieja bruja se levantó en la mañana siguiente, llamó a su hija, y quería darle el delantal, pero ella no vino. Entonces la bruja gritó:

-"¿Dónde estás?"-

-"Aquí, en la escalera, estoy barriendo"-, respondió la primera pluma.

La anciana salió, pero no vio a nadie en las escaleras y gritó de nuevo:

-"¿Dónde estás?"-

-"Aquí en la cocina, me estoy calentando", exclamó la segunda pluma.

Ella fue a la cocina, pero no encontró a nadie. Luego volvió a gritar,

-"¿Dónde estás?"-

-"Ah, aquí en la cama, durmiendo."-, gritó la tercera pluma.

Entró en la habitación y ¿Qué vio allí?

A su propia hija, convertida en el horrible pájaro que ella había creado. La bruja cayó en una gran pasión, saltó a la ventana, y como ella podía mirar hasta muy largo en el mundo, percibió a su hijastra corriendo lejos con su amado Rolando.

-"Eso no te servirá"-, exclamó, -"incluso si ya han recorrido un largo camino, no se me escaparán todavía."-

Se puso sus botas de pasos de muchas leguas, y lo que era una hora de marcha, lo hacía en un solo paso, y no pasó mucho tiempo antes de que ella se les acercara. La joven, sin embargo, cuando vio a la anciana acercándose hacia ellos, como tenía la varita mágina, convirtió a su novio Rolando en un lago, y ella misma se transformó en un pato nadando en sus aguas.

La bruja se colocó a la orilla, arrojó migas de pan, e hizo todo lo posible para atraer al  pato, pero el pato no se dejó seducir, y la anciana tuvo que irse a su casa por la noche tal como había llegado. En esto, la chica y su novio Rolando reanudaron sus formas naturales de nuevo, y caminaron toda la noche hasta el amanecer. Entonces la doncella se transformó en una hermosa flor que estaba en medio de un seto de brezo, y su novio Rolando en un músico.

No pasó mucho tiempo antes de que la bruja llegara a grandes zancadas hacia ellos, y le dijo al músico:

-"Querido músico, podría yo arrancar esa flor hermosa para mí?"-

-"Oh, sí"-, respondió: -"Voy a tocar para usted mientras lo hace."-

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A medida que rápidamente ella se introducía en la cobertura y estaba a punto de coger la flor, porque bien sabía que la joven era la flor, Rolando comenzó a tocar, y ella, queriéndolo o no, se vio obligada a bailar, porque era una danza mágica. Entre más  rápido él tocaba, más grandes los saltos que tenía que dar, y los espinos rasgaban sus vestidos de su cuerpo, y se pinchó y se hirió hasta sangrar, y como él no se detenía, ella tuvo que bailar hasta que cayó exhausta en el suelo, perdiendo todas sus capacidades de bruja.

Cuando se sintieron liberados, Rolando dijo:

-"Ahora iré donde mi padre y haré los arreglos para la boda."-

-"Entonces, mientras tanto, me quedaré aquí esperando por ti,"- dijo la joven -"y para que nadie me pueda reconocer, voy a cambiarme a mí misma en una piedra de color rojo sobresaliente de la tierra."-

Entonces Rolando se fue, y la chica era una piedra de color rojo sobresaliente en el campo y así esperaría a su amado. Sin embargo, cuando Rolando llegó a su casa, cayó en las trampas de otra joven, que prevaleció en él tanto que se olvidó de la primera doncella. La pobre muchacha, en forma de piedra, se quedó allí mucho tiempo, pero al final, como Rolando no volvió del todo, estaba triste, y se cambió a sí misma en una flor, y pensó:

-"Alguien vendrá seguramente por este camino, y me pisoteará."-

Sucedió, sin embargo, que un pastor guardaba sus ovejas en el campo, y vio la flor, y como era tan bonita, la arrancó, se la llevó y la puso en un cofre. A partir de ese momento en adelante, cosas extrañas sucedieron en la casa del pastor. Cuando se levantaba por la mañana, todo el trabajo ya estaba hecho, la habitación estaba barrida, la mesa y los bancos de trabajo limpios, el fuego en la chimenea estaba encendido, y el agua había sido traída, y al mediodía, cuando llegaba a casa, la mesa estaba servida con un buen almuerzo.

Él no podía concebir cómo esto sucedía, ya que nunca vio a un ser humano en su casa, y nadie pudo haberse escondido en ella. Estaba contento sin duda con esta buena  asistencia, pero aún así, estaba tan asustado que fue a ver a una mujer sabia y le pidió su consejo. La mujer sabia dijo:

-"Hay algo de magia detrás de todo eso, observa muy temprano, una mañana, si algo se está moviendo en la habitación, y si ves algo diferente, sea lo que sea, tírale una tela blanca encima, y así la magia se detendrá."-

El pastor hizo lo que se le había mandado, y a la mañana siguiente, justo cuando  amaneció, vio el cofre abierto, y salir a la flor. Rápidamente saltó hacia ella, y le lanzó un paño blanco. Instantáneamente, la transformación llegó a su fin, y una hermosa  muchacha estaba ante él, quien le dijo que ella había sido la flor, y que hasta ese momento había asistido a su limpieza. Ella le contó su historia, y como ella le gustaba, le  preguntó si se casaría con él, pero ella respondió:

-"No,"-  porque ella quería seguir siendo fiel a su amor de Rolando, a pesar de que la había abandonado, pero prometió que no se iría sin razón alguna, y mantendría siempre preparada la casa del pastor mientras ella estuviera allí.

Y ahora se acercaba el tiempo cuando la boda de Rolando con la otra joven se iba a celebrar, y entonces, de acuerdo con una antigua costumbre en el país, se anunció que todas las jóvenes iban a estar presentes en la boda, y cantarían en honor de los novios. Cuando la doncella fiel oyó hablar de esto, ella se puso tan triste que pensaba que su corazón se rompería, y no iría allá, pero las otras chicas se acercaron y la llevaron. Cuando llegó su turno para cantar, ella dio un paso atrás, hasta que por fin fue la única que quedó, y entonces no podía negarse. Pero cuando ella comenzó su canción, y llegó a oídos de Rolando, él se levantó y gritó:

-"¡Conozco esa voz, es mi verdadera novia, no tendré a ninguna otra!"-

Todo lo que había olvidado, y que había desaparecido de su mente, de repente volvió a su corazón. A continuación, la fiel novia celebró su boda con su novio Rolando, y el dolor llegó a su fin y comenzó la alegría.

Enseñanza:

Lo que bien se arraiga, no se pierde fácilmente.

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120-El abuelo y su nieto  

Había una vez un hombre muy anciano, cuyos ojos no veían claro, sus oídos oían débilmente, le temblaban las rodillas, y cuando se sentaba a la mesa apenas podía sostener la cuchara, y derramaba el caldo sobre el mantel, o se le caía de su boca. Su hijo y la esposa de su hijo estaban disgustados por esto, por lo que el abuelo al fin tuvo que sentarse en un rincón detrás de la estufa, y le daban su comida en un cuenco de barro, y ni siquiera contenía lo suficiente. Y él solía mirar hacia la mesa con los ojos llenos de lágrimas. Una vez también, sus manos temblorosas no pudieron sostener la taza, y cayó al suelo y se rompió. La joven esposa lo regañó, pero el anciano no dijo nada y sólo suspiró. Entonces le compraron un feo plato de madera por unos pocos céntimos, en el cual él tenía que comer.

Un día en que se encontraban todos sentados junto con el nieto de cuatro años de edad, éste empezó a reunir algunos pedazos de madera en el suelo. 

-"¿Qué estás haciendo?"- preguntó el padre. 

-"Estoy guardando pedacitos de madera"-, respondió el niño, -"para cuando yo sea grande, tener en que darles de comer a mi padre y a mi madre."-

El hombre y su esposa se ??miraron por un tiempo, y finalmente se echaron a llorar. Luego se llevaron al abuelo a la mesa, y en adelante siempre siguió comiendo con ellos, e igualmente no volvieron a recriminarlo si derramaba un poco de algo.

Enseñanza:

El respeto, comprensión y cariño hacia los mayores tiene que ser parte indispensable de nuestro diario vivir.

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121-La niña desobediente  

Érase una vez una niña que era muy desobediente, y que no seguía los consejos de su madre. Por esta razón ella no se desarrollaba bien, y poco a poco se fue enfermando, y ningún médico podía ayudarla, y en poco tiempo ella cayó sobre el lecho de muerte

Cuando había bajado a su tumba, y la tierra había sido extendida sobre su cuerpo, de pronto su brazo volvió a salir, y se estiró hacia arriba. Y aún cuando se le ponía más tierra fresca sobre ella, todo era en vano, pues el brazo siempre volvía a salir. 

Entonces la madre se vio obligada a ir a la tumba, y acarició el brazo con sus manos, pidiéndole con mucho cariño guardarlo. Una vez hecho esto, y retornado el brazo bajo tierra, por fin la niña obedeció y tuvo el descanso que necesitaba.

 Enseñanza:

La obediencia a padre y madre es de la mayor importancia en todo momento, así como agradecer todo el cariño y amor que de ellos se recibe.

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122-Federico y Catalina  

Había una vez un hombre que se llamaba Federico y una mujer llamada Catalina, que se habían casado entre sí y vivían juntos como es lo usual entre personas casadas. Un día, Federico dijo: 

-"Ahora voy a ir a arar, Catalina, cuando vuelva, por favor tenme un poco de carne asada en la mesa para comer, y una bebida fresca para beber."-

-"Vete tranquilo, Federico"-, respondió Kate, -"ve a tu trabajo que voy a tener todo listo para ti."- 

Por lo tanto, cuando la hora de la cena se acercó, ella tomó una salchicha del estante, la puso en la sartén, le agregó un poco de mantequilla, y la puso al fuego. La salchicha empezó a freírse y a silbar, Catalina se puso al lado y sostuvo el mango de la sartén, y tenía sus propios pensamientos, mientras lo estaba haciendo.

Entonces se le ocurrió: 

-"Mientras la salchicha se está friendo podría ir a la bodega y traer cerveza."-

Así que puso la sartén al fuego con seguridad, tomó una jarra, y bajó a la bodega para traer la cerveza. El barril de la cerveza llenaba la jarra y Kate observaba, pero entonces pensó: 

-"¡Oh, Dios mío! El perro de arriba no está amarrado, puede ser que alcance la salchicha de la sartén. Bien pensado."-

Y en un instante subió las escaleras  de nuevo, pero el perro ya tenía la salchicha en la boca, y la arrastraba por todo el suelo. PeroCatalina, que no era lerda, corrió detrás de él, y lo persiguió por un largo camino en el campo. El perro, sin embargo, era más rápido que Catalina y no dejaba el viaje de las  salchichas con facilidad, y saltaba sobre los surcos con ellas.

-"¡Lo que se ha ido se ha ido!"-, dijo Kate, y se regresó, y como había corrido hasta cansarse, caminó tranquila y cómodamente, y se refrescó. 

Durante este tiempo, la cerveza del barril aún estaba llenando la jarra, pues Kate no había cerrado el grifo. Y cuando la jarra estuvo llena y no había más espacio para la cerveza, esta se esparció por todo el sótano y no paró hasta que el barril estuvo vacío. Tan pronto como Kate llegó a las escaleras y vio el gran problema, exclamó: 

-"¡Dios mío!¿Qué haré ahora para evitar que Federico lo sepa!"-

Ella pensó por un momento, y por último, recordó que en la buhardilla de arriba aún quedaba en pie un saco de la más fina harina de trigo de la última feria, y que la traería para abajo y la esparciría sobre la cerveza.

-"Sí"-, dijo, -"quien guarda una cosa cuando debe, la tiene después, cuando la necesita."-

Y subió a la buhardilla y llevó la bolsa abajo, y esparció la harina sobre la cerveza regada, volcando de paso a la jarra, y la bebida, que estaba lista para Federico, nadó también en el sótano. 

-"Está bien"-, dijo Kate, -"donde está uno también debe de estar el otro"-, y esparció la harina en el sótano entero. 

Cuando todo estuvo hecho, ella se sintió de todo corazón encantada con su trabajo, y se dijo: 

-"¡Qué limpio y sano se ve todo aquí!"-

Al medio día llegó a casa  Federico: 

-"Ahora, esposa, ¿que tienes preparado para mí?"-

-"¡Ah, Freddy!"-, respondió ella, -"Yo estaba friendo una salchicha para ti, pero mientras tanto yo iba a traer la cerveza para que bebieras con ella, el perro se llevó la salchicha fuera de la sartén, y mientras yo estaba corriendo detrás del perro, toda la la cerveza se regó, y mientras yo estaba secando la cerveza con la harina, se me volcó la jarra también, pero tranquilo, la bodega está bastante seca otra vez."-

Federico dijo: 

-"¡Kate, Kate, no deberías haber hecho eso! ¡Que el perro se llevara la salchicha, dejar que la cerveza se regara, y tirar toda nuestra harina en el piso!"-

-"De hecho, Federico, yo no sabía eso, deberías habérmelo dicho"-, respondió Kate.

El hombre pensó: 

-"Si mi esposa es así, tengo que cuidar más las cosas."- 

Ahora él había reunido un buen número de ducados que había cambiado por oro, y le dijo a Catalina: 

-"Mira, esto amarillo son piezas para usar en juegos, voy a ponerlas en una olla y las enterraré en el establo bajo el pesebre de la vaca, pero mantente lejos de ellas, o no será bueno para ti."

Dijo ella, 

-"Oh, no, Federico, ciertamente no iré allá."-

Y cuando Federico se había ido, algunos vendedores ambulantes llegaron a la aldea quienes traían cuencos y ollas de arcilla, y preguntó a la joven si no había nada que pudiera negociar con ellos. 

-"Oh, queridos"-, dijo Catalina, -"no tengo dinero y no puedo  comprar nada, pero si usted tiene alguna utilidad para unas piezas para juegos de color amarillo podría comprarles algo."-

-"¿Piezas para juegos de color amarillo? ¿Por qué no? Pero vamos a verlas primero."- dijeron.

-"Entonces vayan al establo y caven bajo el pesebre de la vaca, y encontraran las piezas de color amarillo. No se me permite a mí ir allí."-, les indicó Kate.

Los pícaros fueron allá, cavaron y encontraron oro puro. A continuación, se apoderaron de él, salieron corriendo, y dejaron sus ollas y cuencos detrás de la casa. Catalina pensó que ella debería usar sus cosas nuevas, y como ya a ella no le hacía falta nada más en la cocina, golpeó la parte inferior de cada bote, y los colocó como ornamentos en la valla que rodeaba a la casa.

Cuando Federico llegó y vio las nuevas decoraciones, dijo, 

-"Catalina, ¿qué has hecho?"-

-"Yo los  he comprado, Federico, con las piezas para juegos que estaban bajo el pesebre de la vaca. No fui yo hasta allá, sino los vendedores ambulantes tuvieron que cavar ellos mismos para tomarlos."-

-"Ah, esposa"-, dijo Federico, -"¿Qué has hecho? Aquellos no eran piezas para juegos, sino oro puro, y era toda nuestra riqueza. No debiste haber hecho eso."-

-"De hecho, Federico"-, dijo ella, -"Yo no sabía eso, me hubieras avisado de previo."-

Catalina se quedó quieta por un rato y meditó. Luego dijo: 

-"Mira, Federico, pronto conseguiremos el oro de nuevo, vamos a correr detrás de los ladrones."-

-"Ven, pues,"- dijo Federico, -"vamos a intentarlo. Pero trae contigo  un poco de mantequilla y queso para que tengamos algo que comer en el camino"-

-"Sí, Federico, los traeré"- respondió.

Salieron, y como Federico era el mejor caminante, Catalina le siguió y pensó: 

-"Esto es a mi favor, cuando regresemos yo estaré adelante."-

 Luego ella llegó a una colina donde había surcos profundos de carreta a ambos lados de la carretera.

-"Aquí uno puede ver"-, se dijo Catalina, -"cómo se ha roto y maltratado la pobre tierra, nunca se recuperará de nuevo."-

Y en la compasión de su corazón tomó la mantequilla y la untó sobre los surcos marcados por las carretas, a la derecha y a la izquierda, para que no pudieran ser tan maltratados por las ruedas, y en la medida a como ella  era afectada en su caridad, uno de los quesos salió de su bolso y rodó por la colina.  Se dijo entonces Catalina, 

-"Lo he hecho a mi manera al llegar hasta aquí, no voy a volver a bajar, pero otro queso sí podría bajar y traer al anterior de regreso de nuevo."-

Así que ella tomó otro queso y lo rodó hacia abajo. Sin embargo, los quesos no regresaron, por lo que hizo rodar al tercero, pensando: 

-"Tal vez estén esperando por compañía, y no les gusta andar solos."-

Como los tres quesos se mantuvieron lejos, pensó, 

-"No sé lo que pudiera significar, pero tal vez pueda ser que el tercero no ha encontrado el camino y se ha enrumbado mal, por lo que voy a enviar al cuarto para que lo llame."-

Pero el cuarto no lo hizo mejor que el tercero. Entonces Catalina se enojó, y lanzó el quinto y el sexto, y así, estos fueron sus últimos. Ella permaneció de pie durante algún tiempo observando en espera de su llegada, pero como no llegaban dijo, 

-"Oh, ustedes son buena gente para ir en busca de la muerte. ¡Quédense bastante tiempo bien lejos! ¿Creen que voy a esperar más por ustedes? Yo seguiré mi camino, y pueden seguirme, tienen las piernas más jovenes que las mías."-

Catalina siguió y encontró a Federico, quien estaba esperándola porque quería algo de comer.

-"Ahora por fin vamos a tener lo que has traído contigo"-, dijo él. 

Ella le dio el pan seco. 

-"¿Dónde están la mantequilla y los quesos?"- preguntó el hombre. 

-"Ah, Freddy"-, dijo Catalina, -"yo unté los surcos que hacen las ruedas de las carretas con la mantequilla y los quesos llegarán pronto. Uno se me escapó, así que envié a los otros para que lo llamaran de regreso."- 

Federico dijo: 

-"¡No deberías haber hecho eso, Catalina, untar a la mantequilla en el camino, y dejar que los quesos rodaran abajo por la colina!"-

-"En realidad, Federico, que deberías habérmelo  dicho."- contestó ella.

Luego, juntos comieron el pan seco, y Federico dijo: 

-"Catalina, ¿dejaste asegurada la casa cuando saliste?"-

-"No, Federico, debiste haberme avisado antes que lo hiciera."-

-"Entonces ve a casa de nuevo, y revisa que la casa quede segura antes de que vayamos más lejos, y trae otra vez algo para comer. Voy a esperar aquí por ti"-, le dijo.

Catalina regresó y pensaba: 

-"Federico querrá algo más que comer, no le gustará la mantequilla y el queso, así que voy a llevar conmigo un pañuelo lleno de peras secas y una jarra de vino para que beba."-

Luego cerró firmemente la mitad superior de la puerta, pero arrancó la parte inferior, y se la echó sobre su espalda, y se fue consciente de que ya que ella había colocado firmemente el cerrojo superior en la puerta de la casa, y esta iría a estar bien segura.

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Catalina se tomó su tiempo por el camino, y pensaba: 

-"Federico descansará bastante tiempo."- 

Una vez que lo alcanzó, le dijo, 

-"Aquí tienes la puerta de la casa, Federico, y ahora puedes cuidar por ti  mismo de la casa."-

-"¡Oh, cielos!"-, respòndió, -"¡Que astuta mujer que tengo! Ella desprende la puerta inferior de las bisagras, y cierra firmemente la superior. Ahora es demasiado tarde para volver a casa, pero ya que has traído la puerta hasta aquí, deberás llevarla un poco más lejos."-

-"Sí, voy a llevar la puerta, Federico, pero como las peras secas y el vino serán demasiado peso para mí, voy a colgar todo en la puerta, y ella entonces podrá llevarlos"-, le dijo.

Y enseguida ingresaron al bosque, y buscaron a los pícaros, pero no los encontraron. Al fin,como se hizo de noche, subieron a un árbol y decidieron pasar la noche allí. Apenas, sin embargo, se habían sentado en la parte superior del árbol, los pillos llegaron allá también llevando con ellos lo que no debían llevar. Se sentaron bajo el  mismo árbol en el que Federico y Catalina estaban sentados arriba, encendieron un fuego, y estaban listos para compartir su botín. Federico bajó por el otro lado y recogió algunas piedras.

Luego volvió a subir con ellas, y quiso tirarlas a los ladrones y golpearlos. Las piedras, sin embargo, no los golpearon, y los bribones gritaron, 

-"Pronto amanecerá, pues el viento está sacudiendo y tirando los frutos de los  abetos."-

Catalina todavía llevaba la puerta sobre su espalda, y como la presionaba fuertemente, ella pensó que era culpa de las peras secas, y dijo: 

-"Federico, tengo que tirar las peras hacia abajo."-

-"No, Catalina, no ahora"-, respondió, "eso nos puede traicionar."-

-"¡Oh!, pero Federico, ¡debo hacerlo! ¡Me pesan demasiado!"-, le dijo.

-"Si lo haces, entonces, estaremos atrapados."- replicó él.

 Luego las peras secas rodaron por entre las ramas, y los pillos a continuación dijeron:

-"Están cayendo hojas."-

Poco tiempo después, cuando la puerta aún se sentía más pesada, Catalina dijo:

-"Ah,Federico, debo verter el vino."- 

-"No, Catalina, no debes, eso puede traicionarnos."-

-"¡Ah, pero Federico, sí debo, pues me pesa demasiado!"- 

-"Luego de hacerlo seremos entonces atrapados!"-

 Así que siempre vació el vino, y salpicados los ladrones, dijeron entre sí: ??

-"El rocío ya está cayendo."- 

Al fin, Catalina pensó: 

-"¿Puede realmente ser la puerta la que me pesa tanto?"-, y dijo: –

-"Federico, tengo que tirar la puerta abajo."-

-"No, ahora no, Catalina, eso puede descubrirnos."-

-"¡Oh, pero Federico, tengo que hacerlo. Me pesa demasiado!"- 

-"¡Oh, no, Catalina, sostenla fuertemente!" 

-"¡Ah, Federico, ya la estoy dejando caer!"-

-"Que se vaya,entonces, en nombre del diablo."-

Entonces la puerta cayó con un violento estrépito , y los pillos a continuación exclamaron: 

-"¡El diablo viene bajando del árbol!"- y huyeron dejando abandonado todo detrás de ellos. 

A la mañana siguiente, temprano, cuando los dos bajaron, encontraron todo el oro de nuevo, y lo llevaron a casa. Cuando estuvieron una vez más en casa, Federico dijo: 

-"Y ahora, Catalina, tú también, debes ser diligente y trabajar."-

-"Sí, Federico, pronto voy a hacer eso, voy a ir al campo y cortaré el maíz."-

Cuando Catalina se metió en el campo, se dijo: 

-"¿Debo comer antes de cortar, o debo dormir antes de que corte? ¡Oh, voy a comer primero!"-

Entonces Catalina comió y eso le hizo sentir sueño, y sin embargo empezó a cortar, y a mitad del sueño empezó a cortar toda su ropa en pedazos, su delantal, su vestido, y su abrigo. Cuando Catalina volvió a despertar después de su sueño, vio que ella estaba allí medio desnuda, y se dijo para sí: 

-"¿Soy yo, o no soy yo? Por desgracia, no soy yo"- 

Mientras tanto, la noche llegó, y Catalina fue al pueblo, llamó a la ventana de su esposo, y gritó,

-"¡Federico!"

-"¿Cuál es el problema?"- respondió él.

 -"Me gustaría mucho saber si Catalina se encuentra adentro"-, preguntó ella.

 -"Sí, sí"-, respondió Federico, -"debe de estar adentro durmiendo."-

-"Está bien,entonces ya estoy en casa"- contestó Kate, y salió corriendo. 

Catalina, estando afuera, se encontró con algunos vagabundos que iban a robar. Luego se acercó a ellos y les dijo: 

-"Yo les ayudaré a robar."- 

Los bribones pensaron que ella conocía bien la situación del lugar, y estuvieron  dispuestos. Catalina se fue al frente de las casas, y gritó,

-"Hola buena gente, ¿Tienen algo ahí? ¡Queremos robar!"-

Los ladrones pensaron: 

-"Esa es una rara manera de hacer las cosas"-, y desearon entonces deshacerse de Catalina. 

Entonces le dijeron: 

-"Allá afuera de esta aldea, el pastor tiene algunos nabos en el campo. Ve allí y traénos un poco de nabos para nosotros."-

Catalina fue al campo y comenzó a tirar de los nabos, pero era tan inútil que no los podía reunir. Entonces un hombre se le acercó, la vio con su ropa roída y se detuvo, y pensó que era el diablo que se estaba enraizando entre los nabos. Entonce él corrió hacia el pueblo donde el pastor, y dijo: 

-"Sr. Pastor, el diablo está en su cultivo de nabos, enraizándose en ellos."-

-"Ah, cielos"-, contestó el pastor -"Tengo un pie cojo, por lo que no puedo salir y obligarlo a irse."-

Dijo el hombre: 

-"Entonces, yo te llevaré en mi espalda"-, y lo llevó sobre su espalda. 

Cuando llegaron al sembradío, Catalina se levantó y se puso de pie en toda su altura. 

-"¡Ah, es el diablo!"- exclamó el pastor, y los dos huyeron a toda prisa, y en su gran susto el pastor podía correr mejor con su pie cojo, que el hombre que lo había llevado en su espalda.

Luego Catalina, despertando de su mal sueño, regresó a su casa y silenciosamente ingresó a ella sin despertar a Federico.

 

Enseñanza:

La falta de preparación y de conocimientos conduce a actuar sin sentido. Para actuar correctamente en nuestra vida, debemos estudiar con dedicación y cariño.

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123-La estufa de hierro

En los días en que los deseos aún tenían alguna utilidad, un hijo de un rey había sido hechizado por una bruja, y encerrado en una estufa de hierro en un bosque. Allí pasó muchos años, y nadie le podía ayudar. Un día, la hija de otro rey entró en el bosque y se perdió, y no podía encontrar el camino de regreso al reino de su padre. Después de que ella había estado perdida en el bosque unos nueve días,  al fin llegó a la estufa de hierro. Entonces una voz salió de ella y le preguntó: 

-"¿De dónde vienes y adónde vas?"-

Ella respondió: 

-"He perdido el camino de regreso al reino de mi padre, y no puedo volver a casa otra vez."-

La voz dentro de la estufa de hierro dijo, 

-"Yo te ayudaré a llegar a casa otra vez, y efectivamente y con gran rapidez, si me prometes hacer lo que te pediré. Yo soy el hijo de un rey mucho más grande que tu padre, y te pido ser mi esposa."-

Ella sintió temor, y pensó: 

-"¡Dios mío! ¿Qué puedo hacer con una estufa de hierro?"-

Pero como ella deseaba tanto llegar a casa de su padre, se comprometió a hacer lo que pidiera. La voz en la estufa dijo, 

-"Tú volverás aquí, y traerás un cuchillo, y rasparás un agujero en el hierro."-

Entonces él le dio un compañero para que caminara cerca de ella, pero no hablaba, y en dos horas la llevó a su casa. Hubo gran gozo en el castillo cuando la hija del rey regresó, y el viejo rey la abrazó y la besó con gran cariño.

Ella, sin embargo, estaba muy preocupada, y le dijo: 

-"Querido padre, ¡vieras lo que he sufrido! Nunca hubiera podido llegar a casa de nuevo desde el gran bosque, si yo no hubiera llegado donde estaba una estufa de hierro, en la que estaba encerrado el hijo de un rey, con quien que mi vi obligada a darle mi palabra de que voy a volver allá, liberarlo y casarme con él."-

Entonces el viejo rey se sintió tan aterrorizado que casi se desmaya, porque no tenía más que esta hija. Por lo tanto, resolvieron que enviarían en su lugar, a la hija del molinero, que era muy hermosa. Le dieron un cuchillo y le dijeron que era para raspar en la estufa de hierro y la llevaron allá. Ella raspó durante veinticuatro horas, pero no pudo sacarle ni el más pequeño trozo al metal. Cuando amaneció, una voz en la estufa, dijo, 

-"Me parece que ya es de día."-

Entonces ella respondió: 

-"A mí también me parece, y me imagino oír el ruido del molino de mi padre."-

-"¡Así que eres la hija de un molinero. Entonces vete de una vez, y que sea la hija del rey quien venga acá!"- dijo la voz

Inmediatamente ella regresó, y le dijo al viejo rey que el hombre en la estufa no quería saber nada de ella, sino que él quería que llegara la hija del rey. Ellos, sin embargo, todavía contaban con una hija del criador de una manada de cerdos-, que era incluso más bella que la hija del molinero, y decidieron darle un pedazo de oro para que fuera a la estufa de hierro en vez de la hija del rey. Así que fue llevada allí, y también tuvo que raspar con el cuchillo por veinticuatro horas. Pero tampoco pudo sacar nada del metal de la estufa. Al amanecer, una voz dentro de la estufa gritó: 

-"Me parece que ya es de día."-

Entonces ella respondió: 

-"A mí también me parece, y me imagino que oigo el cuerno de mi padre, cuando él sopla".-

-"Entonces tú eres hija de un criador de una manada de cerdos ¡Vete de una vez, y dile a la hija del rey que venga, y que debe cumplir con todo lo prometido, y si ella no viene, todo en el reino se arruinará y destruirá, y no quedará una piedra sobre otra en pie!"- advirtió la voz.

Cuando la hija del rey escuchó aquello, comenzó a llorar, pero ahora no había nada más que hacer, sino cumplir su promesa. Así se despidió de su padre, se puso un cuchillo en el bolsillo, y salió hacia la estufa de hierro en el bosque. Cuando llegó, comenzó a raspar, y el hierro cedió, y en dos horas más, ya había hecho un pequeño agujero.

Entonces se asomó adentro, y vio a un joven tan apuesto y con brillantes de oro y  piedras preciosas, que su alma estaba encantada. Ahora, por lo tanto, se puso a raspar con gran entusiasmo, e hizo el agujero tan grande que el joven fue capaz de salir. Y él dijo: 

-"Tú ahora eres mía, y yo soy tuyo, tú eres mi novia, y me has puesto en libertad."-

Quería llevársela con él a su reino, pero ella le suplicó que la dejara ir una vez más a su padre y el hijo del rey le permitió hacerlo, pero que no debía decirle a su padre más de tres palabras, y regresar de nuevo con él. Así que se fue a su casa, pero habló más de tres palabras, y al  instante desapareció la estufa de hierro, que fue llevada lejos, por las montañas de cristal y espadas punzantes, pero el hijo del rey estaba en libertad, y no encerrado en ella.

Después de despedirse de su padre, tomó un poco de dinero con ella, pero no mucho, y volvió a la gran selva, y buscó la estufa de hierro, pero no había nada que encontrar. Durante nueve días la buscó, y luego su hambre creció tanto que no sabía qué hacer, y sentía que ya no podría vivir. Al atardecer, se subió y se sentó en un pequeño árbol,  y decidió pasar la noche allí, ya que tenía miedo de las bestias salvajes. Cuando se acercaba la media noche vio a lo lejos una pequeña luz, y pensó: 

-"¡Ah, esto podría salvarme!"-

Bajó del árbol, y se dirigió hacia la luz, y en el camino rezaba. Entonces llegó a una vieja casita, donde mucha hierba había crecido alrededor de ella, y un pequeño montón de madera estaba al frente. Ella pensó: 

-"Ah, ¿a dónde habré  llegado?"-

Y se asomó por la ventana, pero no vio nada excepto unos sapos, pequeños y grandes, y también una mesa bien cubierta con vino y carne asada, y los platos y vasos eran de plata . Entonces ella se armó de valor y llamó a la puerta. El sapo más gordo gritó:

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-"Pequeña verde doncella,

Camarera con la pata coja,

Pequeño perro con la pata coja,

Tac tac de aquí para allá,

Y mira pronto quien está allí."-

y una pequeña sapa llegó caminando y abrió la puerta para ella. Cuando entró, todos le dieron  la bienvenida, y fue invitada a sentarse. Le preguntaron: 

-"¿De dónde has venido, y hacia donde vas?"-

Entonces contó todo lo que le había sucedido, y cómo, por había transgredido la  orden que le había sido dada de no decir más de tres palabras al saludar a su padre, la estufa y el hijo del rey habían desaparecido, y ahora estaba a punto de buscarlo por montes y valles hasta encontrarlo. Entonces el viejo sapo gordo dijo:

-"Pequeña verde doncella,

Camarera con la pata coja,

Pequeño perro con la pata coja,

Tac tac de aquí para allá,

Tráeme la caja grande."-

Y la pequeña fue y trajo la caja. Después de esto, a la joven le dieron comida y bebida, y la llevaron a una cama bien hecha, que se sentía como seda y terciopelo, y se acomodó en ella, dio gracias a Dios, y se durmió. Cuando llegó la mañana se levantó, y el viejo sapo le dio tres agujas de la caja grande, las que debería llevar con ella, ya que podría necesitarlas, pues tendría que atravesar una montaña de cristal muy alta, y pasar sobre tres espadas punzantes, y por un gran lago. Si ella pasaba todo esto, iba a llegar donde su prometido una vez más. Entonces él le dio en total tres cosas, que ella iba a llevar con el mayor cuidado, y estas eran, las tres agujas grandes, una rueda de arado, y tres nueces.

Con todo eso ella partió, y cuando llegó a la montaña de cristal que estaba muy resbaladiza, sacó las tres agujas y las puso primero detrás de sus pies y luego delante de ellos, y así  superó la montaña, y cuando estuvo sobre ella, las escondió en un lugar que marcó con mucho cuidado. Luego llegó a las tres espadas punzantes, y se sentó sobre la rueda de arado, y viajó rodando sobre ella. Por fin llegó frente a un gran lago, y cuando lo había cruzado, llegó a un castillo grande y hermoso. Ella pidió hospedaje diciendo que era una muchacha pobre, y que le  gustaría ser contratada para trabajar. Sabía, sin embargo, que el hijo del rey a quien había liberado de la estufa de hierro en el gran bosque estaba en el castillo. Entonces ella fue contratada para la lavandería con salario bajo. Sin embargo, ya el hijo del rey había encontrado a otra doncella a su lado con quien esperaba casarse, pues pensaba que la prometida princesa del bosque hacía mucho tiempo que habría muerto.

Al anochecer, cuando ella había terminado su trabajo en la lavandería, tocó su bolsillo y encontró las tres nueces que el sapo le había dado. Abrió una con sus dientes, y se iba a comer el núcleo cuando he aquí que había una prenda real, señorial, en ella. Pero cuando la novia supo de esto, se le acercó y le preguntó por el vestido, y lo quiso comprar, por lo que le dijo: 

-"No es un vestido para una criada."-

Pero ella dijo que no, que no lo vendería, pero si la novia le concedía una cosa entonces sí podría obtenerlo, y era que la dejara  dormir una noche en la habitación de su novio. La novia le dio permiso porque el vestido era tan bonito, y nunca había tenido uno así. Cuando llegó la noche le dijo a su novio, 

-"Esa chica tonta a dormir en tu habitación."- 

-"Si estás de acuerdo, yo también", dijo él. 

Ella, sin embargo, le dio una copa de vino en el que había vertido un somnífero. Así que el novio y la supuesta criada, se fueron a dormir a la habitación y él dormía tan profundamente que no tuvo forma de despertarlo. 

Ella lloró toda la noche y gritaba: 

-"¡Yo te liberé cuando estabas en la estufa de hierro en el bosque salvaje, te he buscado, pasé por una montaña de cristal y tres espadas afiladas, y por un gran lago antes de encontrarte, y sin embargo no me has oído!"-

Los siervos que se sentaban junto a la puerta de la cámara oyeron cómo ella lo lloró toda esa noche, y a la mañana siguiente se lo dijeron a su señor. Y a la noche siguiente, cuando la princesa había terminado su labor en la lavandería, abrió la segunda nuez y un vestido mucho más bonito estaba dentro, y cuando la novia lo vio, quiso comprarlo también. Pero la chica no tomó el dinero, y le pidió de nuevo que si ella volvía a dormir en la habitación del novio, podría obtener el vestido.

La novia aceptó, y otra vez le dio al príncipe el vino con el somnífero, y durmió tan profundamente que no podía oír nada. Y por ello, la supuesta criada lloró toda la noche, exclamando: 

-"¡Yo te liberé cuando  estabas en la estufa de hierro en el bosque salvaje, te he buscado, pasé por una montaña de cristal y tres espadas afiladas, y por un gran lago antes de encontrarte, y sin embargo no me has oído!"-

Los siervos que se sentaban junto a la puerta de la cámara oyeron cómo ella volvió a  llorar toda la noche, y a la mañana siguiente se lo dijeron de nuevo a su señor.  Y a la siguiente noche, cuando ella había lavado todo, abrió la tercera nuez, y dentro de ella había un vestido aún más bello que estaba decorado con oro puro. 

Cuando la novia lo vio, también quiso tenerlo, pero la joven sólo aceptó con la condición de que pudiera, por tercera vez, dormir en el apartamento del novio. El hijo el rey, sin embargo, ya avisado y en guardia, disimuladamente desechó el somnífero.  Ahora, por lo tanto, cuando ella comenzó a llorar y a gritar: 

-"Querido amor, ¡Yo te liberé cuando estabas en la estufa de hierro en el bosque salvaje…"-

Y entonces saltó el hijo del rey y le dijo: 

-"¡Tú eres la verdadera, tú eres mía, y yo soy tuyo!"-

Y mientras aún era de noche, se metió en un coche con ella, y yendo donde la programada novia le quitaron los vestuarios para que no pudiera levantarse. 

Y siguieron adelante por el camino, y cuando llegaron al gran lago, navegaron a través de él, y al llegar a las tres afiladas espadas los dos se sentaron en la rueda del arado, y cuando llegaron a la montaña de cristal insertaron las tres agujas en ella, y así por fin llegaron a la vieja casita. Pero cuando entraron en ella vieron que se trataba de un gran castillo, y los sapos estaban desencantados, y eran los niños de un rey llenos de felicidad. A continuación se celebró la boda, y el príncipe y la princesa permanecieron en el castillo, que era mucho más grande que los castillos de sus padres. Sin embargo, como el viejo rey se sentía afligido por estar solo, lo llevaron a vivir con ellos, y así tuvieron dos reinos, y vivieron en feliz matrimonio.

Un ratón ha saltado, y esta historia se ha acabado.

 Enseñanza:

Tener bien clara una meta a conseguir, y perseverar en su conquista, es una actitud totalmente positiva.

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124-El hueso cantante  

En cierto país lejano había una vez gran lamentación por un jabalí que arrasaba los campos de los agricultores, mataba el ganado y destrozaba los cuerpos de las personas con sus colmillos. El Rey prometió una gran recompensa a cualquiera que quisiera liberar su tierra de esta plaga, pero la bestia era tan grande y fuerte que nadie se atrevía a acercarse al bosque en el cual él vivía. Por fin, el rey dio aviso de que todo aquel que capturara o matara al jabalí tendría a su única hija por esposa.

Vivían en ese entonces en el país dos hermanos, hijos de un pobre hombre, que se declararon dispuestos a acometer la peligrosa empresa. El mayor era astuto, sagaz, y orgulloso. El más joven era sencillo e ingenuo, de gran corazón. El rey dijo: 

-"A fin de que ustedes puedan tener más seguridad de encontrar a la bestia, entrarán al bosque por lados opuestos."-

Así entró el mayor por el lado oeste, y el más joven por el este.

En cuanto el más joven había avanzado un poco, un pequeño hombre se acercó a él. Tenía en la mano una lanza negra y le dijo:

-"Te doy esta lanza, porque tu corazón es puro y bueno; con esto podrás atacar con valentía al jabalí, y no te hará ningún daño."-

Dio las gracias al pequeño hombre, cargó con la lanza, y continuó sin miedo.

En poco tiempo vio a la bestia, que se abalanzó sobre él, pero él apuntó la lanza hacia el jabalí, y éste, en su furia ciega corrió con tanta rapidez en su contra que su corazón quedó partido en dos por la lanza. Luego el joven montó al monstruo en la espalda e inició su regreso donde el rey.

Al salir al otro lado del bosque, encontró a la entrada una casa donde la gente estaba haciendo fiesta con vino y baile. Su hermano mayor, que se había quedado allí pensando que después de todo, el jabalí no se alejaría, iba a beber hasta sentirse exhausto. Pero cuando vio a su hermano menor que salía del bosque con su carga, su envidioso y mal corazón no le dio paz. Él le gritó: 

-"¡Ven, querido hermano, descansa y refréscate con una copa de vino!"-

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El joven, quien no sospechaba nada malo, fue y le contó acerca del pequeño hombre que le había dado la lanza con la que había dado muerte al jabalí.

El hermano mayor lo mantuvo allí hasta la noche, y después se marcharon juntos. Cuando en la oscuridad, llegaron a un puente sobre un arroyo, el hermano mayor dejó que el otro fuera de primero, y cuando estaban a mitad del puente le dio un fuerte golpe por detrás dejándolo muerto. Lo enterró bajo el puente, tomó al jabalí, y lo llevó al rey, fingiendo que él lo había matado, con lo cual obtuvo a la hija del rey en el matrimonio. Y como su hermano menor no regresaba, dijo, 

-"El jabalí debe haberlo matado"-, y todo el mundo lo creyó.

Pero como nada permanece oculto ante Dios, este malvado hecho también iba a venir a la luz.

Años después, un pastor que conducía su rebaño a través del puente, vio abajo sobre la arena, un pequeño hueso blanco como la nieve. Pensó que sería una buena boquilla, por lo que bajó, lo recogió, e hizo con él una boquilla para su cuerno. Pero sucedió  que cuando sopló a través de él por primera vez, para gran sorpresa suya, el hueso inició  por su cuenta a cantar:

-"¡Ah, amigo, tú soplaste sobre mi hueso!

Por largo tiempo he permanecido junto al agua;

Mi hermano me mató por el jabalí,

Y tomó por esposa a la joven hija del rey."-

-"¡Que cuerno tan maravilloso"-, dijo el pastor, -"que canta por sí mismo, tengo  que llevarlo a mi señor el rey!"- 

Y cuando llegó con él al rey, el cuerno de nuevo comenzó a cantar su canción. El rey lo entendió todo, y mandó a mover la tierra bajo el puente para ser investigado todo, y entonces el esqueleto del hombre asesinado salió a la luz. El perverso hermano no  podía negar el hecho, y fue encarcelado varios años, y luego expulsado del reino sin más haber que lo que tenía puesto encima. Su matrimonio fue anulado y la hija del rey casó de nuevo con un magnífico príncipe vecino. Y los huesos del hombre asesinado fueron sepultados en una tumba hermosa en el cementerio.

Enseñanza:

Cuando la envidia y la maldad se mezclan, su desdichado producto, tarde o temprano, saldrá a luz y será certeramente juzgado y castigado.

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125-La anciana mendigante

Hubo una vez una anciana mendigante. 

¿Pero has visto tú realmente a una anciana mendigante hacerte una petición antes de ahora?

Esta mujer pedía de la misma forma, y cuando recibía algo, decía: 

-"Que Dios os recompense."-

La mendiga llegó a una puerta, y cerca del fuego del hogar estaba un joven calentándose. El muchacho le dijo amablemente a la pobre vieja que estaba temblando mucho por el frío: 

-"Ven, abuela, y cáliéntate aquí."-

Ella entró, pero se acercó tanto al fuego, que su ropa vieja comenzó a arder, y ella no se daba cuenta. El muchacho se levantó y vio aquello, y decidió que debería apagar las llamas. 

¿Y no es cierto que era eso lo que debería haber hecho?

Y como no había nada de agua, entonces lloró todo el agua de su cuerpo por sus ojos, que se convirtieron en dos grandes fuentes con las cuales pudo apagar la vieja ropa de la anciana.

Enseñanza:

Siempre se debe ayudar y ser cariñoso y amable con los ancianos.

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CUENTOS DE HADAS DE JACOB Y WHILHELM GRIMM (VOLUMEN II)

Enviado por: Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo S.

"NO A LA CULTURA DEL SECRETO, SI A LA LIBERTAD DE INFORMACION"®

www.monografias.com/usuario/perfiles/ing_lic_yunior_andra_s_castillo_s/monografias

Santiago de los Caballeros, República Dominicana, 2015.

"DIOS, JUAN PABLO DUARTE Y JUAN BOSCH – POR SIEMPRE"®

 

 

 

Autor:

Jacob Grimm.

Whilhelm Grimm.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9
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