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La imperiosa necesidad de aprender a filosofar (página 18)




Enviado por Luis Ángel Rios



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El horizonte unilateral del yo, encerrado en sí mismo y existiendo como pensamiento, su indubitabilidad, y la necesidad de su testimonio es primordial para saber algo de las cosas o dar razón de ellas: es la forma de afianzarse en la verdad. Es bien conocido el despliegue de razones que Descartes utiliza para llegar a ese primer fundamento: la duda. La finca en la percepción del ser como dubitante: el ego cogito. Es el último eslabón hasta donde conduce la duda universal, metódica, calculadora, fría. Es el camino para asentar al cogito en la única y radical perspectiva desde donde se proyectará todo conocimiento, toda realidad y toda existencia.

El cogito ergo sum es la fórmula sobre la cual gira la modernidad; cogito que en el fondo es la abstracción de la totalidad histórica europea como imperio manifestada ahora en subjetividad. El ser aparece como una manifestación esencial del pensar: somos porque pensamos, en donde cada juicio o inferencia sobre algo, es un juicio de existencia, pues si yo veo que marcho, infiero de aquí que pienso. Esta totalidad cerrada, manifestada en el cogito, contiene todos los elementos que justifican el saber, el conocer, el querer, el sentir. De esta manera pasa a ser el centro de la vida de la mundaneidad construida y representada dentro del mismo círculo del cogito. Reconoce entonces todas las cosas como gravitaciones que giran y caen bajo su control: la realidad es una mera representación de la reproducción del cogito, dado que la conciencia pone el ser y lo integra a su dominio[1408]

El predominio de la razón se entronizó de tal manera que sobre ella se sentó el paradigma de la modernidad y se implementó el método científico netamente racional, con el propósito de estudiar la naturaleza, dominarla y modelar la vida individual y colectiva. Con el dominio supremo de la razón se tuvo la vana ilusión de la consecución de la genuina libertad humana. "La idea de la razón había caído bajo el dominio del progreso técnico, y el método experimental era considerado como el modelo de la actividad racional, es decir, como un procedimiento que altera al mundo de modo que las potencialidades inherentes a él se hagan libres y actuales. Como resultado de esto, el racionalismo moderno tenía la tendencia de moldear tanto la vida individual como la social, según el modelo de la naturaleza. Aludimos aquí a la filosofía mecanicista de Descartes, al pensamiento político materialista de Hobbes, a la ética matemática de Spinoza y a la monadología de Leibniz. Se representaba al universo humano gobernado por leyes objetivas, análogas y aun idénticas a las leyes de la naturaleza, y la sociedad era considerada como una entidad objetiva más o menos sumisa a los deseos y metas subjetivas. Se creía que las relaciones de los hombres entre sí eran el resultado de leyes objetivas que operaban con la necesidad de las leyes físicas, y que la libertad del hombre consistía en adaptar la existencia privada a esta necesidad. Un conformismo sorprendentemente escéptico acompañaba así al desarrollo del racionalismo moderno. Mientras más triunfaba la razón en la técnica y en las ciencias naturales, tanto más reacia se volvía para reclamar libertad en la vida social del hombre"[1409]. Sin embargo, esta confianza excesiva en el poder de la razón no fue si no mera apariencia; porque ésta, al instrumentalizarse, terminó en fracaso para la vida y para la libertad del hombre. Uno de sus productos, la racionalidad técnica, instrumentalizó al ser humano y lo puso al borde de su destrucción. Instrumentalizada la razón, su paradigma científico, político, económico y social se agotó.

El quehacer filosófico de la modernidad, que cosificó al sujeto y que otorga primacía a la razón, hasta convertirla en razón instrumental, aplicó todas las caracterizaciones del ser parmenídico a la totalidad del ser, y desde éste fundamentó las ciencias, la ciencia de la vida y las ciencias del hombre, bajo el imperio del iluminismo que "endiosó" a la razón. "La concepción del hombre como una esencia quieta, inmóvil, eterna y que se trata de descubrir y de conocer, eso es lo que nos ha perdido en la filosofía contemporánea, y hay que reemplazarla por otra concepción de la vida, en que lo estático, lo quieto, lo inmóvil, lo eterno de la definición parmenídica, no nos impida penetrar por debajo y llegar a una región vital, a una región viviente, donde el ser no tenga esas propiedades parmenídicas, sino que sea precisamente lo contrario: un ser ocasional, un ser circunstancial, un ser que no se deje pinchar en un cartón como la mariposa por el naturalista. Parménides tomó el ser, lo pinchó en el cartón hace veinticinco siglos y allí sigue todavía, pinchado en el cartón; y ahora los filósofos actuales no ven el modo de sacarle el pinche y dejarlo que vuele libremente"[1410]. Esa concepción del ser estableció nuestro paradigma occidental, determinando las dualidades que impiden el surgimiento de posibilidades alternativas y de reconciliaciones, dividiendo la unidad. "El pensamiento occidental, desde sus orígenes, ha sido planteado con base en oposiciones binarias: Dios-demonio, bueno-malo, blanco-negro, hombre-mujer, esencia-atributo, espíritu-materia, centro-periferia, libertad-esclavitud, verdad-mentira, oralidad-escritura, presencia-ausencia, civilización-barbarie… Una primera forma de poner en cuestión la oposición es no verla como dos elementos contrarios e irreconciliables sino como los términos extremos de un continuum: al movernos hacia el centro, la oposición se desestabiliza y termina por no ser efectiva. En la parte intermedia entre el blanco y el negro hay una zona gris en la que tales colores se funden; entre hombre y mujer hay innumerables posiciones intermedias: homosexuales, lesbianas y hermafroditas…"[1411]. Estas oposiciones binarias condicionan nuestra manera de conocer, y por eso creemos que las cosas son tal y cual como las percibimos, sin ser conscientes de que las cosas son independientemente de nuestra percepción de ellas. "Hay una realidad óntica que permanece más allá de nuestros juicios sobre ella, y esta realidad óntica es única para todos los seres vivos, no hay dos realidades paralelas ni superpuestas ni complementarias, como afirma nuestra patológica conciencia dualista"[1412].

Rafael Echeverría[1413]buscando respuestas a la pregunta por el ser humano, afirma que la humanidad actual vive una profunda crisis de sentido, y por ello explora un camino para interpretarla y propone un camino para resolverla. La capacidad de los humanos para conferirle sentido a la vida descansa en la interpretación que tenemos sobre nosotros mismos.

Plantea que la crisis se encuentra en el dominio de la ética, por cuanto existe una dificultad en conferir y sostener un sentido a nuestra vida. Encuentra problemas en la relaciones y en la convivencia con los demás, y busca posibilidades para todos. La crisis se manifiesta en angustia, depresión, desesperación, aburrimiento, tedio, soledad, sufrimiento e inefectividad. Ante la sensación de impotencia, desarrollamos mecanismos defensivos y elusivos para darle la espalda a la crisis, cayendo en el consumismo, trabajo obsesivo, distracciones superfluas, alcoholismo, drogadicción, terapias, giras espirituales… suicidio.

El pensamiento clásico nos dice que podemos encontrar verdades partiendo de verdades existentes o aceptadas, deduciéndolo de otras verdades (pensamiento dogmático). El pensamiento moderno nos dice que podemos encontrar verdades partiendo de la duda (pensamiento escéptico que cuestiona las verdades establecidas por la tradición).

En la crisis de sentido debemos formular la pregunta ontológica: ¿Cómo somos? La pregunta ontológica es la pregunta por el carácter de la realidad. Para buscar esta respuesta tenemos que seguir el doble camino que nos impone la modernidad: la referencia al ser humano y el cuestionamiento de las tradiciones heredadas.

¿Cuál es la importancia de la respuesta a la pregunta sobre el ser humano? Es el paradigma de los paradigmas. De acuerdo a cómo respondemos a la pregunta por el ser humano, definimos lo que observamos, lo que sentimos, lo que pensamos, las posibilidades que percibimos, las acciones que tomamos, las relaciones con los demás y configuramos el mundo que observamos. No hay nada más importante que la pregunta por el cómo somos realmente. La respuesta agotada sobre la pregunta de cómo somos se encuentra en la metafísica estática de Parménides ("programa metafísico"). Mientras Parménides afirma que el fundamento de todo (la realidad) es el ser estático; Heráclito, por el contrario, afirma que el fundamento de la realidad es el devenir. Sócrates elige el planteamiento de Parménides, y desde entonces se sigue ese camino hasta Hegel.

Las premisas del programa metafísico (el cual es hegemónico, se constituye en el estrato básico del sentido común y se convierte en la matriz básica del pensamiento occidental, a partir del cual el hombre piensa, observa, se concibe a sí mismo y orienta su propia vida), son: 1. El sentido de este mundo (mundo sensible) está dado por otro mundo (mundo trascendente). 2. Este mundo está habitado por la categoría del ser, que el ser habita en él; es un ser único, estático, inmutable, eterno. 3. Cuando accedemos al ser de las cosas, que es un ser trascendente, esa es la verdad. Verdad asociada a acceder al ser de las cosas. 4. El camino para alcanzar la verdad, que habita en el ser trascendente, es la razón, porque los seres humanos somos esencialmente racionales. Por eso se desprecian las emociones.

La modernidad expresa una inconformidad con las anteriores premisas. Por eso Kant sugiere replantear la pregunta por el ser humano: ¿Qué podemos saber? ¿Qué debemos hacer? ¿Qué nos cabe esperar? ¿Qué es el hombre? Nietzsche inaugura la posibilidad de una pregunta diferente por el ser humano. Según él, el camino que inició Sócrates nos ha llevado por un callejón sin salida, y como consecuencia la sensación de vacío se ha apoderado de occidente. Esta mirada nos impele a repensar la vida desde otras bases, desechando la concepción del ser de Parménides, para optar por la de Heráclito, que permite afirmar la dimensión fundamental de la transformación, porque vivimos en un mundo de constante cambio; para esa transformación hay que concederle prioridad a la acción humana.

Echeverría también pide que reconozcamos la importancia que tiene el lenguaje al definir el tipo de camino que tomamos en la búsqueda de un nuevo sentido, para solucionar la crisis profunda de sentido. Heidegger insiste en volver a formularnos la pregunta ontológica, es decir, del ser que se pregunta por el ser. Según éste, el lenguaje es la morada del ser; vivimos en el lenguaje, habitamos en el lenguaje. Martín Buber sostiene que los seres humanos somos seres dialógicos, seres conversacionales, y nos constituimos en las conversaciones con los demás y con nosotros mismos. Allí encontramos por qué sufrimos, por qué nos alegramos, por qué fracasamos, por qué tenemos éxito… De acuerdo con Buber, existen tres ejes conversacionales fundamentales que definen cómo somos: 1 Las conversaciones con los demás. ¿Cómo converso con los otros? ¿Qué les digo? ¿Qué no les digo? ¿Cómo les digo lo que les digo? 2. La conversación que todos tenemos con nosotros mismos. ¿Qué nos decimos? ¿Qué no nos decimos? ¿Por qué nos callamos? 3. La conversación que todos tenemos con el misterio de la vida.

Echeverría señala que el desafío de pensar al ser humano, y salir de la crisis, desde otras concepciones diferentes del programa metafísico tradicional se dirige al giro lingüístico y a los condicionantes de la acción humana (¿Cuáles son los factores que nos llevan a actuar como actuamos?). La revolución lingüística o el giro lingüístico, que consiste en la importancia que se da al lenguaje a través de la filosofía del lenguaje. El lenguaje es acción, y por ser acción tiene un poder importante sobre la realidad. El lenguaje genera realidades distintas: identidades, relaciones, compromisos, posibilidades y poder de la palabra. Si la acción humana es tan importante para mantenernos en la perspectiva de la transformación, si las cosas que hacemos son tan determinantes, cabe preguntarse cuáles son los factores que inciden en la manera como actuamos, que nos conducen a actuar de una u otra forma y a generar resultados y trasformaciones diversas; cuáles son los elementos que condicionan el actuar humano. Así, se encuentra que entre los condicionantes o determinante de la acción humana, tenemos los perceptibles y los ocultos. Los condicionantes perceptibles se constituyen por: (a) Nuestras predisposiciones biológicas (capacidades, talentos, habilidades, destrezas). (b) La capacidad de adquirir competencias. (c) Los instrumentos o herramientas que utilizamos. (d) El factor emocional que acompaña nuestro desenvolvimiento. (e). Las particularidades habituales (manera en que hacemos lo que hacemos). Los condicionantes ocultos son las "voces" del pasado provenientes del programa metafísico tradicional, fundado sobre la concepción estática del ser. En ellos se incluyen el observador que somos y el sistema o los sistemas a los que pertenecemos. El observador que somos es la forma como hacemos sentido de lo que está pasando, la manera como interpretamos la situación, la forma como formulamos el problema. Si no modificamos el observador que somos, no podremos emprender ciertas acciones. Ese observador ha sido condicionado culturalmente y me lleva a actuar como los demás lo hacen, como lo han hecho. También debemos cambiar el sistema que nos ha formado. Los líderes cambian sistemas. Si modificamos el observador y el sistema, podremos ir por la senda de la transformación. Debemos superar el paradigma parmenídico (estático) y optar por la transformación.

Concluye que la realidad y nosotros estamos en constante transformación, y que la vida nos presenta los siguientes desafíos para ser mejores:

  • El desafío del aprender para transformarse a uno mismo. El desafío humano fundamental, además de conocerse a sí mismo, es inventarse a sí mismo, llegar a ser una persona distinta, de acuerdo a sus expectativas y valores propios.

  • El desafío del emprender para transformar el mundo. Es necesario transformar el mundo en que vivimos, el mundo que habitamos y las formas de convivencia con los demás. Según Nietzsche, hay que hacer de nuestra vida una gran obra de arte. Si encontramos sentido, con fundamento en otros caminos diferentes al programa metafísico tradicional, es posible contribuir a la solución de la profunda crisis de sentido que afrontamos actualmente.

10.3.4 Paradigma filosófico y científico de la mecánica clásica

Con el declive del pensamiento filosófico que, a pesar de ser racionalista, era realista – objetivo y, por lo tanto, muy cercano al sentido común (sobre todo su teoría geocéntrica del universo), surge el idealismo -con sus productos: el racionalismo y el empirismo) como una nueva cosmovisión, centrada en la subjetividad, lo que significó una profunda revolución filosófica y científica.

A partir de entonces surge la idea de progreso y los métodos de investigación tradicionales, como el cartesiano y el empirista-positivista, siguen vigentes caprichosamente hasta nuestros días a pesar de que se muestran insuficientes ante las nuevas concepciones epistemológicas en el campo de la investigación de la naturaleza y de la sociedad.

Así mismo, teniendo como soporte la lógica tradicional de corte aristotélico, surge la mecánica o física clásica, incoada principalmente por Copérnico, Bacon, Descartes, Newton y Kant; paradigma científico que permitió desde los albores del Renacimiento la investigación del universo a escala macroscópica, con los avances tecnológicos que sirvieron de motor a la revolución industrial y la mecánica en general. Debido al desarrollo tecnológico, producto de la investigación a nivel microscópico, y al surgimiento de nuevas teorías científicas, el modelo clásico en la actualidad ya no responde a las exigencias epistemológicas que impone nuestro mundo contemporáneo con su revolución epistemológica del siglo XX.

El investigador Sergio Néstor Osorio García[1414]plantea la tesis de que se requiere de la concepción e implementación de un nuevo paradigma epistemológico para entender el universo como totalidad o como comprensión de nuestra humanidad, de nuestro ser, capaz de superar el obsoleto paradigma que sirvió de fundamento a la cosmovisión de la realidad desde el siglo XVII hasta mediados del siglo XX.

El paradigma científico propio de la modernidad, iniciado con los planteamientos filosóficos y epistemológicos de Bacon y Descartes, entre otros pensadores modernos, enmarcados dentro del racionalismo y el empirismo, que sirvió de fundamentación teórico-práctica para el desarrollo de la ciencia de Copérnico, Galileo, Newton y otros científicos de los siglos XVII, XVIII, XIX y parte del XX, se agotó para la nueva cosmovisión que requiere nuestro mundo actual o contemporáneo.

El paradigma cartesiano, basamento de la modernidad occidental, retomando planteamientos racionalistas de los antiguos griegos e identificando el pensamiento con el ser, estableció el método de investigación científica que, con el auxilio de la lógica aristotélica y sus principios del pensamiento lógico, estructuró la racionalidad científica, en donde el hombre o el ser humano se escindía de la investigación que adelantaba.

El conocimiento humano, que dio origen a la ciencia moderna, estuvo condicionado por la exacerbación de la razón, que llegó a entronizarla como la única guía para el progreso, y fue artífice del racionalismo radical, la Revolución Francesa, la Revolución Industrial y el Capitalismo, fenómeno socioeconómico que condicionó nuestra manera de ser y de estar en el mundo.

Esa ciencia, que a pesar de sus innegables avances en diversos campos, ha contribuido a la deshumanización, debido a que se ha conducido bajo los dominios utilitarios de la razón instrumental, haciendo que la persona gire en la rueda del hacer, del tener y del consumir, olvidándose de su ser por ir tras la conquista de los objetos o de las cosas materiales. A pesar de que pretendía responder a los verdaderos intereses del ser humano, debido a su instrumentalización, ha sido incapaz de dar una respuesta a la simple búsqueda de la felicidad.

La reflexión científica y filosófica de Osorio García muestra cómo la realidad contemporánea demanda de la construcción e implementación de una nueva racionalidad, de un nuevo paradigma para la investigación científica desde todas sus aristas, en el que el ser humano sea beneficiado con el producto de la investigación y no cosificado e instrumentalizado con el resultado de la misma.

Osorio García nos sensibiliza y orienta con su reflexión, llamando la atención sobre la necesidad de superar el modelo obsoleto de hacer ciencia, dado que es incompatible con la revolución científica que dentro de sus actuales preocupaciones especulativas y prácticas requiere de un novísimo fundamento epistemológico que supere la racionalidad instrumental, teniendo en cuenta que los nuevos paradigmas y concepciones del universo, como la teoría de la relatividad, la física cuántica, principios, leyes y teoremas, invitan a que se piense e investigue la realidad desde otras metodologías y otros supuestos epistemológicos.

10.4 Método positivista de investigación científica

Con el surgimiento del positivismo (que desestima la especulación filosófica y sólo da primacía a lo objetivo, lo fáctico, lo experimentable, lo verificable y lo medible), se instaura un método de investigación científica que opera hasta nuestros días con enormes dificultades porque su metodología y supuestos epistemológicos ya no responden a la problemática de la naturaleza y de la sociedad actual. Recordemos que el positivismo es la corriente cultural desarrollada por el pensamiento comteano, caracterizado por el poder de la ciencia racional y por enfatizar la importancia del método científico para la investigación de la realidad en búsqueda del progreso y la regeneración moral de la sociedad. Lo medible exige un orden. Pero el orden atenta contra la naturaleza misma del hombre. "El orden por el orden castra al hombre de su poder esencial, el de transformar tanto al mundo como a sí mismo. La vida crea al orden, pero el orden no crea a la vida"[1415].

El positivismo, al afirmar la existencia del mundo exterior, de la llamada "realidad" natural y social exterior al sujeto cognoscente y concebir la ciencia como conocimiento sistemático, dinámico, explicativo y predictivo útil para describir, explicar y comprender racionalmente los procesos naturales y sociales, acepta la existencia de la realidad objetiva exterior, sin plantearse la posibilidad filosófica de su no existencia. Ésta es una de sus principales debilidades.

En este sistema el conocimiento científico parte de los supuestos o fundamentos básicos de que el mundo existe y podemos conocerlo sensorialmente, y sus fenómenos están relacionados causalmente. La finalidad de su método científico -base de la investigación científica durante los últimos trescientos años- es determinar las características de la realidad y explicar las relaciones existentes entre dichas características, lo que implica establecer qué es la realidad y cómo conocerla. Satisfechos estos propósitos, el positivismo pretendía "el mejoramiento gradual y progresivo de la capacidad humana de control sobre la realidad, tanto natural como social"[1416].

Realidad para el positivismo es "una cualidad propia de los fenómenos que conocemos como independientes de nuestra propia volición"[1417], y para conocerla parte de los siguientes presupuestos o fundamentos epistemológicos "reconocidos y aceptados sobre los cuales la investigación científica se organiza y desarrolla"[1418]: 1. La realidad existe. 2. La realidad tiene forma que se manifiesta a nuestros sentidos tal como es. 3. La realidad es dinámica, y por eso es cambiante y temporal. 4. La realidad es una unidad en sí misma porque sus fenómenos no están aislados y se encuentran interrelacionados dentro de una totalidad. 5. La naturaleza o realidad se organiza de lo simple a lo complejo.

El llamado "modelo especular" lógico-positivista, que es la orientación tradicional del conocimiento según la concepción positivista para obtener objetividad fáctica, certeza absoluta y verdades inconcusas, nos dice que fuera de nuestra mente existe una realidad totalmente acabada, objetiva y externa, la cual se refleja, como en un espejo, dentro de nosotros. "De esta forma, ser objetivo es copiar bien esa realidad sin deformarla, y la verdad consistiría en la fidelidad o correspondencia de nuestra imagen interior con la realidad que representa"[1419]. Este paradigma, denominado también "cartesiano-newtoniano", valora, enfatiza la importancia de "la objetividad del conocimiento, el determinismo de los fenómenos, la experiencia sensible, la cuantificación aleatoria de las medidas, la lógica formal y la verificación empírica"[1420].

10.5 El nuevo paradigma de la mecánica cuántica

Desde mediados del siglo XX la investigación, interpretación y comprensión de algunos fenómenos naturales, culturales y sociales de palpitante actualidad viene exigiendo nuevas herramientas conceptuales, metodológicas y epistemológicas, sobre todo las áreas del conocimiento que tienen su fundamento en las teorías del complejo universo subatómico, que hunde sus raíces en el pensamiento de los filósofos griegos Demócrito y Leucipo. Tras el surgimiento de la mecánica o física cuántica nuestra manera de percibir, interpretar y sistematizar el mundo cambió sustancial, profunda y radicalmente.

El nuevo paradigma holístico con que se debe mirar e investigar el mundo tiene que superar dogmas, "verdades" establecidas y absolutas, dando cabida a nuevos fundamentos epistemológicos, sociológicos, gnoseológicos, metodológicos, filosóficos, metafísicos, antropológicos, políticos, sicológicos, entre otros, libres del imperio radical de la razón instrumental, con el propósito de obtener conocimientos que posibiliten el desarrollo sostenible del planeta y no su aniquilación.

Hoy nos enfrentamos a la realidad virtual. Entonces estamos pasando del paradigma mecanicista a un paradigma relativista y cuántico. Todo está relacionado con todo, todo es un sistema compuesto por otros sistemas, incluido todo lo que hay en el universo. Ese cambio nos exige que nos sincronicemos y revisemos nuestra manera de ver y concebir el mundo. Las relaciones de incertidumbre para muchos filósofos constituyen una prueba de que existe indeterminismo en el universo físico y que, más allá de esto, se probaría que hay una especie de principio de libertad. Con la revolución cuántica queda en entredicho el principio lógico de identidad, descubierto por Parménides y establecido por Aristóteles (un elemento es igual a sí mismo), y el mismo principio de no contradicción (una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo).

Éste no es el escenario propicio para entrar en detalles históricos de este nuevo, revolucionario e innovador paradigma filosófico y científico. En la medida de mis capacidades pretendo resaltar la importancia de éste, mostrar sus implicaciones en nuestra vida y su utilidad en el ámbito cotidiano. Comprenderlo encierra cierta dificultad porque nos aleja del tradicional sentido común con que estamos acostumbrados a explorar y comprender nuestro entorno natural, cultural y social. Mi reseña la elaboro, teniendo en cuenta ciertos aspectos de la relatividad einsteniana y poniéndola en relación dialéctica con su paradigma opuesto: la mecánica clásica o newtoniana.

Como se sabe, la mecánica cuántica ha planteado con mayor hondura problemas filosóficos como el de la relación entre el sujeto y el objeto, el del conocimiento y la realidad física, el de la causalidad y la necesidad, el de determinismo e indeterminismo, el de la evidencia física y el formalismo matemático, etc. "La mecánica cuántica es la teoría más satisfactoria que poseemos para explicar todo lo que nos rodea, desde el origen del Universo (el Big Bang) hasta el surgimiento de la vida en nuestro planeta. En este sentido, la MC nos ayuda a comprender nuestro entorno, nuestro origen, nuestro futuro y, por tanto, a nosotros mismos"[1421].

El sujeto debe ser el centro de la investigación y no el objeto, como pretendió la modernidad, sin que haya división entre el investigador y el objeto investigado. El nuevo paradigma exige la superación de las dualidades que impuso la lógica con que se desarrolló la ciencia moderna. Ya no se puede pretender que las oposiciones binarias: ciencia-metafísica, ciencia-filosofía, ciencia-espiritualidad, verdad-mentira, teoría-práctica sean tenidas en cuenta en cualquier proceso investigativo como opuestos excluyentes uno del otro; es decir, que se pretenda escoger entre el uno o el otro, sin permitir que los dos puedan existir simultáneamente e interrelacionarse mutuamente.

El nuevo paradigma einsteniano y cuántico (relativista e indeterminista) supera el caduco paradigma mecanicista clásico (determinista y absoluto), fundado en la concepción de un ser estático y eterno (en el cual el verdadero ser de las cosas es permanente), producto de la conciencia organizada unívocamente bajo los dictados de la razón instrumental, operativa, que posibilita un modelo socioeconómico de producción y mercado estándar, según el cual la realidad de las cosas no puede verse a la luz de un mundo determinado. La teoría de la relatividad einsteniana supera la teoría newtoniana y enseña que todo fenómeno depende de su entorno y es relativo al observador. "La vieja ciencia nos enseñó que todos los fenómenos son fenómenos de cosas que están hechas de materia; de que la materia es el fundamento de todo ser. El nuevo paradigma está basado en la primacía de la conciencia; que la conciencia y no la materia, es el fundamento de todo ser; nosotros somos esa conciencia en donde todo el mundo de la experiencia, incluida la materia, es la manifestación material de las formas trascendentes de la conciencia"[1422]. El paradigma cuántico y relativista, superador del modelo newtoniano, "permite pasar de un tiempo y un espacio estables a un universo de relaciones múltiples donde son posibles tantos sistemas de referencias y autoconstrucción como velocidades soporta la materia"[1423]. Las leyes de Newton predicen sucesos, la mecánica cuántica predice probabilidades. Newton suscitó el triunfo de la razón positivista con su visión parcial y sesgada de la experiencia, y la separación de ciencias naturales y ciencias morales, generando incomunicación entre éstas. Sobre este particular, los investigadores Walter Ritter Ortíz y Tahimi E. Perez Espino señalan lo siguiente:

La mecánica clásica de Newton nos da una visión determinista del universo, donde todo está previamente determinado que es una imagen que deja poco sitio para la libertad humana, donde seguimos a lo largo de la vida nuestras propias trazas prefijadas, sin ninguna posibilidad real de opción. Para los físicos modernos, la idea de la perfecta predicción no tiene sentido, porque no se puede conocer la posición y el momento con precisión absoluta ni siquiera de una partícula. No es posible predecir el futuro, el futuro es esencialmente impredecible e incierto. Sabemos con exactitud de dónde venimos, pero no sabemos con certeza hacia dónde vamos. Con la relatividad los modelos mecánicos ya no funcionaban y el mundo que representaban no describe definitivamente nuestro entorno habitual. No podemos conocer, por principio, el presente en todos sus detalles y es aquí precisamente donde la teoría cuántica se libera del determinismo de las ideas clásicas. Sabemos que el azar no es normalmente un factor de orden, sin embargo la mecánica cuántica basada en probabilidades, describe el comportamiento de los átomos y por más de 50 años sus predicciones se han venido verificando, incorporando aspectos acausales e indeterminados que constituyen sus fundamentos de la realidad. La descripción cuántica, hace intervenir funciones de probabilidad que aseguran el contacto acausal. Ese plano acausal podría también estar en la base de la misteriosa tendencia de la materia a organizarse y a estructurarse para adquirir nuevas propiedades llamadas propiedades emergentes […].

La mecánica cuántica proporciona el soporte fundamental de toda la ciencia moderna; nos dice que no existe la realidad en el sentido usual de la palabra, que nada es real salvo si se observa y que no podemos decir nada sobre lo que las cosas están haciendo cuando no las observamos, formando parte de un todo indivisible y donde cada partícula acusa lo que acontece a las demás. Donde en cierto modo la gravedad no existe, lo que mueve los planetas y estrellas es la deformación del espacio-tiempo. El espacio se curva de un modo que le permite no tener límites pero al mismo tiempo es finito […].

En resumen, la teoría cuántica nos dice que para comprender la realidad debemos renunciar a conceptos tradicionales como: materia sólida y concreta, que la realidad fundamental no es físicamente accesible y que el tiempo y el espacio son puras ilusiones…

Sólo comprenderemos la estructura de la realidad si comprendemos las teorías que las explican, las cuales pueden ir más allá de lo que percibimos y comprendemos de modo inmediato. Las teorías modernas son menos en número, pero más generales y profundas.

Nuestra cultura suele subestimar el poder de una teoría, pero los detalles teóricos de la física moderna que no podemos verificar directamente, nos ofrecen predicciones fiables sobre las cuales se construyen tecnologías muy útiles, como es el caso de los transistores.

El único enfoque que tiene sentido cuando se trata de la conducta humana es la de postular que el pasado estuvo determinado y el futuro es libre. Vivimos en diferentes maneras de organizar la realidad, según diferentes definiciones de lo que era real e irreal, sensato o insensato. Vivimos en realidades alternas y lo fascinante es que cuando uno las está viviendo tienen perfecto sentido para uno y uno sabe que es la única manera correcta de ver la realidad. El supuesto de que sólo hay una definición verdadera de toda la realidad es anticuado; no hay contradicción entre diferentes sistemas válidos de explicación, entre diferentes realidades válidas que son empero profundamente diferentes. No existe una racionalidad única que gobierne todo el universo.

Resulta sumamente difícil aceptar el hecho de que haya más de una realidad ya que estamos profundamente condicionados y suponemos que conocemos la única verdad y que todo lo demás es de algún modo menos real, donde somos nosotros, en nuestro desarrollo, que constituimos nuestro yo para sostener esa visión de la realidad […].

Para la física moderna, no existe algo que se pueda considerar una descripción correcta, inmutable y definitiva de la realidad. Debemos evitar los errores complementarios de que el mundo tiene una estructura única, intrínseca, preexistente que aguarda a que la aprehendamos; y por otro, el de que el mundo es un caos total. Lo único que podemos saber es que todo cuanto percibimos y a lo cual reaccionamos es una síntesis de la conciencia y de lo que percibimos […].

El hecho de que nos resulte difícil aceptar la idea de realidades múltiples, es el hecho de que se nos ha despojado de aquello que hacía al mundo estable y permanente. Lo que nos quedaba era la idea de que había una sola verdad y de que está era única, estable y eterna y se solía decir: Me fortifica el alma saber que, aunque yo perezca, la verdad es así. La realidad del Universo está allí y de alguna manera nosotros hacemos que cobre existencia por obra de nuestra conciencia; son nuestro propio invento y descubrimiento […].

La mecánica cuántica, nos enseña que como individuos no estamos separados del resto del mundo; que el resto del mundo no es algo que permanezca ocioso, por el contrario es un campo de continua creación, de transformación y aniquilamiento y que pueden dar lugar a experiencias extraordinarias cuando son captadas en su totalidad[1424]

En la mecánica clásica el concepto de realidad está bien definido. Las cosas son buenas o son malas. Una cosa puede ser negra o puede ser blanca. Si uno está vivo no puede estar muerto. En la mecánica cuántica hay un cambio fundamental, porque la realidad no está bien definida. La mecánica cuántica no se ocupa de apariencias o fenómenos, tales como colores, olores o ilusiones ópticas. "La realidad que conocemos es una creación del sistema nervioso, por lo que en cierto sentido es tan solo un mundo posible, ya que es obvio que nuestra percepción del mundo exterior ésta filtrada por completo. Cada uno vive en un mundo que es construido por su cerebro con la información dada por los sentidos, siendo el escenario en que se desarrollan los acontecimientos de la vida… Wheeler señala que la realidad puede no ser totalmente física ya que en un sentido el universo puede ser un fenómeno de participación, requiriendo el acto de observación y así de la misma conciencia. El universo es como es porque de otra forma nosotros no estaríamos aquí para observarlo. Mientras Bohr nos dice que la realidad no se puede encontrar, porque está intrínsecamente indeterminada, Wheeler nos dice que en el corazón de la realidad se encuentra no una respuesta sino una pregunta: ¿Por qué existe algo en lugar de nada? La respuesta es que no hay respuesta, sólo una pregunta… En lo que llamamos la causación ascendente la conciencia tiene el poder definitivo para crear la realidad, con lo cual la conciencia ya no se ve como un resultado del cerebro, sino como el fundamento de todo ser, en el cual todas las posibilidades materiales incluido el cerebro, están arraigadas. Existe la idea de que el cerebro humano lleva a cabo un proceso cuántico cada vez que se da una observación. El mirar consciente manifiesta el acontecimiento real a partir de todos los posibles acontecimientos… En el nuevo concepto de realidad, la creación de Dios no es el universo que observamos y habitamos, sino el potencial del universo para su autocreación. Donde lo que se creó inicialmente no fue el soporte físico del universo sino la información que gobierna el proceso evolutivo para que el universo autoevolucione, donde la información es el acto creativo, mientras que sus efectos, crecimiento y elaboración son inmanentes. Donde además se espera probar que los efectos de la mecánica cuántica, pueden ser reproducidos también en la escala de la vida cotidiana, lo que tiene implicaciones muy profundas en lo que concierne a la naturaleza del mundo físico y a una nueva manera de ver las cosas"[1425].

Las apariencias se dan en el cerebro, no en el mundo físico. "Según la mecánica cuántica, las propiedades de los objetos no tienen por qué estar bien definidas mientras no los observamos. Por ejemplo, si tengo una moneda en la mano y después de abrir la mano veo que está en "cruz", esto no implica que antes de abrir la mano la propiedad de la moneda (estar en cara o en cruz) estuviera definida (fuera cruz). De acuerdo con la mecánica cuántica, mientras no observamos, existen situaciones intermedias entre la cara y la cruz (algo así como "un poco de cara y un poco de cruz"), que se llaman superposiciones cuánticas. En el momento que observamos, la propiedad queda bien definida (cruz en este ejemplo). Por supuesto, el demostrar que existen superposiciones parece imposible, pues para obtener cualquier resultado siempre tendremos que observar, y entonces… desaparece la superposición"[1426]. Las cosas son buenas y malas a la vez. Son blancas y negras al mismo tiempo. Una partícula cuántica puede seguir el camino de la izquierda y el de la derecha simultáneamente. Esto es lo que se conoce como el "gato de Schrödinger".

{Éste ilustra las diferencias entre interacción y medida en el campo de la mecánica cuántica. El experimento mental consiste en imaginar a un gato metido dentro de una caja que también contiene un curioso y peligroso dispositivo. Este dispositivo está formado por una ampolla de vidrio que contiene un veneno muy volátil y por un martillo sujeto sobre la ampolla de forma que si cae sobre ella la rompe y se escapa el veneno con lo que el gato moriría. El martillo está conectado a un mecanismo detector de partículas alfa; si llega una partícula alfa el martillo cae rompiendo la ampolla con lo que el gato muere, por el contrario, si no llega no ocurre nada y el gato continúa vivo. Cuando todo el dispositivo está preparado, se realiza el experimento. Al lado del detector se sitúa un átomo radiactivo con unas determinadas características: tiene un 50% de probabilidades de emitir una partícula alfa en una hora. Evidentemente, al cabo de una hora habrá ocurrido uno de los dos sucesos posibles: el átomo ha emitido una partícula alfa o no la ha emitido (la probabilidad de que ocurra una cosa o la otra es la misma). Como resultado de la interacción, en el interior de la caja, el gato está vivo o está muerto. Pero no podemos saberlo si no la abrimos para comprobarlo. Si lo que ocurre en el interior de la caja lo intentamos describir aplicando las leyes de la mecánica cuántica, llegamos a una conclusión muy extraña. El gato vendrá descrito por una función de onda extremadamente compleja resultado de la superposición de dos estados combinados al cincuenta por ciento: "gato vivo" y "gato muerto". Es decir, aplicando el formalismo cuántico, el gato estaría a la vez vivo y muerto; se trataría de dos estados indistinguibles. La única forma de averiguar qué ha ocurrido con el gato es realizar una medida: abrir la caja y mirar dentro. En unos casos nos encontraremos al gato vivo y en otros muerto. Pero, ¿qué ha ocurrido? Al realizar la medida, el observador interactúa con el sistema y lo altera, rompe la superposición de estados y el sistema se decanta por uno de sus dos estados posibles. El sentido común nos indica que el gato no puede estar vivo y muerto a la vez. Pero la mecánica cuántica dice que mientras nadie mire en el interior de la caja el gato se encuentra en una superposición de los dos estados: vivo y muerto[1427]

El gato de Schrödinger es una especie de parábola sobre la idea de la superposición cuántica. "Superposición cuántica es la aplicación del principio de superposición a la mecánica cuántica. Ocurre cuando un objeto "posee simultáneamente" dos o más valores de una cantidad observable… Más específicamente, en mecánica cuántica, cualquier cantidad observable corresponde a un autovector de un operador lineal hermítico. La combinación lineal de dos o más autovectores da lugar a la superposición cuántica de dos o más valores de la cantidad. Si se mide la cantidad, entonces, el postulado de proyección establece que el estado colapsa aleatoriamente sobre uno de los valores de la superposición (con una probabilidad proporcional al cuadrado de la amplitud de ese autovector en la combinación lineal). Immediatamente después de la medida, el estado del sistema será el autovector que corresponde con el autovalor medido"[1428]. El principio de superposición o teorema de superposición "es un resultado matemático que permite descomponer un problema lineal en dos o más subproblemas más sencillos, de tal manera que el problema original se obtiene como "superposición" o "suma" de estos subproblemas más sencillos. Técnicamente, el principio de superposición afirma que cuando las ecuaciones de comportamiento que rigen un problema físico son lineales, entonces el resultado de una medida o la solución de un problema práctico relacionado con una magnitud extensiva asociada al fenómeno, cuando están presentes los conjuntos de factores causantes A y B, puede obtenerse como la suma de los efectos de A más los efectos de B"[1429].

En tanto que la física o mecánica clásica veía al mundo como algo separado de nosotros, que estaba "allá afuera", la física o mecánica cuántica ve al universo como participativo: todas las cosas están conectadas, y en cierto modo, está "aquí adentro". "La presencia física y la sensación que producen las cosas materiales son producto de la mente y los sentidos. La forma y sustancia del universo son el resultado de nuestro pensamiento; por lo tanto, vivimos en un mundo mental. Todo tiene una frecuencia vibratoria y nosotros tomamos esas vibraciones y les damos forma y sustancia a través de los pensamientos y los sentidos. Sin la mente y los sentidos, lo único que existe es energía y espacio. La mente es la clave de la realidad. La realidad de la vida comienza desde adentro, en la mente, y luego toma su forma en el mundo material. Así se manifiesta la espiritualidad: se manifiesta en las leyes naturales del universo"[1430]. El participante (término que reemplaza al de observador) es quien determina la realidad. "La mente es la clave de la realidad. La realidad de la vida comienza desde adentro, en la mente, y luego toma su forma en el mundo material… El hecho de que la realidad sea una paradoja, de que todas las cosas contengan a su opuesto, que los cuantos puedan ser ondas o partículas, no resulta desconcertante para la naturaleza ni para el universo. De hecho, la naturaleza y el universo están muy cómodos con que las cosas sean así, porque son así"[1431]. La mecánica cuántica nos dice que no debemos aferrarnos a nuestras creencias y nos enseña a ver desde otras perspectivas. "El entorno tal como lo percibimos es invención nuestra", sentenció el científico Heinz von Foerster.

En la mecánica cuántica se plantea la hipótesis de los universos paralelos, en la que entran en juego la existencia de varios universos o realidades relativamente independientes. "En desarrollo de la física cuántica, y la búsqueda de una teoría unificada (teoría cuántica de la gravedad), juntamente con el desarrollo de la teoría de cuerdas, han hecho entrever la posibilidad de la existencia de múltiples dimensiones y universos paralelos conformando un multiuniverso"[1432]. El científico Martin Rees plantea que "existe un número infinito de universos, con seis números o constantes universales que rigen nuestro entorno, con atributos distintos al modificarse uno de ellos, y vivimos en uno donde se combinan las cosas de tal manera que nos permite existir en él y que bastaría un cambio insignificante en estos números universales para que el universo tal y como lo conocemos y necesitamos no existiera"[1433].

Para los físicos cuánticos, algo parece claro: "El universo se mueve regido por la dialéctica de los opuestos. Y en todo hay sincronía: dos relojes colocados en una misma habitación, acompasarán automáticamente sus ritmos (aunque sean a propósito desacompasados); igualmente, dos mujeres que conviven regularán al mismo tiempo su ciclo menstrual; también los generadores colocados en paralelo… Los átomos cantan al mismo tiempo: hay una formulación matemática que organiza los ritmos"[1434]. Pensando con el pensamiento tradicional se dificulta la comprensión de estos fenómenos tan revolucionarios en el mundo de la física. Los nuevos paradigmas pretenden superar la pregunta sobre la idea del ser por la del sentido del ser.

El nuevo orden de la realidad instaurado por el paradigma relativista y cuántico (cimentado en una nueva concepción del ser), allende de los ortodoxos dictados de la razón iluminista y totalizadora, que ordena el mundo según leyes universales y generalizaciones operativas, posibilita el ser de lo multívoco, lo plurivalente, la riqueza y la construcción simbólica, de la dimensión estética del hombre y de un mundo interhumano, en donde las personas "serán obras de arte provocadoras de sentido, abiertas a los demás, intentando siempre equilibrarse en la contradicción sin querer por ello anular la fuente de su tensión y movimiento"[1435].

El paradigma einsteniano y cuántico, que rebasa la concepción de un tiempo y un pensamiento vectorial (bajo el imperativo de la racionalidad operatoria, de la lógica operativa), permite la construcción de un universo interhumano, de una estética interhumana. "Al asumir la dimensión estética, desechamos al momento la pretensión de usar al otro o reducirlo a un modelo utilitario, pues ello iría contra nuestra propia belleza, implicando instrumentalizarnos y que manipulamos a los demás, dejar de ser obras de arte vivientes para convertirnos en dispositivos funcionales… Acceder a un universo con transponibilidad de relaciones es optar por una estructura, negando la existencia de una realidad y verdad universales, reconociendo que en el instante, el cuerpo y la singularidad, se encuentra la clave privilegiada de acceso a la libertad"[1436].

La mecánica cuántica, a pesar de su complejidad física, química y matemática, está al servicio de la interrogación filosófica. Este nuevo paradigma contradice a la mecánica clásica, determinista, que, según Laplace, dice que "si en un instante determinado conociéramos las posiciones y velocidades de todas las partículas en el universo, podríamos calcular su comportamiento en cualquier otro momento del pasado o del futuro"[1437]. Es por eso que quienes ignoran la mecánica cuántica desconocen la idea de que el estado del universo en un instante dado determina el estado en cualquier otro momento.

Con la mecánica cuántica se suscita una revolución epistemológica, por cuanto esta nueva visión de la realidad teoriza que con el sólo hecho de contemplar el objeto ocurre una alteración de éste por parte del sujeto cognoscente. "Ahora sabemos basados en la realidad cuántica que el observador es quien modifica la realidad a partir de la conciencia, que existe un vasto campo de probabilidades y el observador es el que decide donde poner su atención e intención"[1438].

De acuerdo con el principio de incertidumbre, de Heinsenberg, el objeto de estudio se modifica por el mero hecho de la observación. La mecánica cuántica afirma que el mundo diario que percibimos con los cinco sentidos no es la realidad. Ha demostrado también que el espacio y el tiempo son ilusiones de la percepción. Es por ello que nuestros cuerpos no pueden ser realidad si ocupan un espacio. La realidad no existe, es mera ilusión. "La mecánica cuántica ha hecho un gran aporte al debate filosófico al demostrar que el realismo ingenuo, que propone que la realidad es tal cual como nosotros la percibimos, es falso"[1439]. La materia es sólo una ilusión sensorial. La realidad objetiva no existe. La realidad es aquello que parece ser. Lo que existe es energía vibrando a distintas frecuencias. "La mayor parte de la gente desconoce que la mecánica cuántica, es decir, el modelo teórico y práctico dominante hoy día en el ámbito de la ciencia, ha demostrado la interrelación entre el pensamiento y la realidad"[1440]. En la mecánica cuántica la realidad va en función de la percepción que se tenga de ella, y esta forma parte de la conciencia. "Nuestra conciencia actual es un condicionamiento de nuestra visión del mundo actual y colectivo, es la que nos enseñaron nuestros padres, maestros, la sociedad, gobierno y religiones. A esta manera de ver y entender el mundo, pertenece el antiguo paradigma. Se conoce como acondicionamiento social, a la hipnosis de acondicionamiento, función inducida en la que todos acabamos acordando participar, y a eso hay que sumarle la herencia de nuestros ancestros, y toda la Genética incluida en la codificación de nuestro ADN, (programación anexa a nuestro sistema operativo.) El mundo físico, incluido nuestro cuerpo, es una reacción del observador. Creamos el cuerpo según creamos la experiencia de nuestro mundo. En su estado esencial (microcósmico), el cuerpo está formado de energía e información, y no de materia sólida. Esta energía e información, surge de los infinitos campos de energía e información que abarcan todos los universos… La bioquímica del cuerpo es un producto de la conciencia, las creencias, los sentimientos, las emociones, los pensamientos e ideas, crean reacciones que sostienen la vida en cada célula. La percepción parece como algo automático, pero esto es un fenómeno aprendido, si cambias tu percepción, cambias la experiencia de ti, y por ende de tu mundo"[1441]. Para la mecánica cuántica la realidad exterior no existe. "Afuera sólo hay datos de luz e información inteligente esperando ser interpretados por ti, el que percibe"[1442]. La revolución cuántica nos dice que no existe ninguna realidad "ahí fuera", independiente de la conciencia.

Esto significa que la conciencia se mete en los entresijos del mundo físico, afectándolos. Más aún, parece abrirse camino la certeza de que la conciencia es tal vez el único fenómeno que efectivamente existe: toda la matriz materia-espacio-tiempo debe a ella su existencia. Por lo que no puede hablarse del mundo físico como algo "ahí fuera"… En cualquier caso, aquí radica la transformación más asombrosa de la visión del mundo, a partir de los descubrimientos de la nueva física: La conciencia juega un indudable papel en el llamado universo físico […].

Habitualmente, en nuestra visión de la realidad, hemos venido funcionando con un mito, al que hemos dado por absolutamente válido: Al acercarnos al exterior, todos percibimos lo mismo. Es fácil, sin embargo, reconocer el presupuesto en el que dicho mito se ha mantenido (y todavía se mantiene para la gran mayoría de la gente). Ese presupuesto no es otro que la creencia en que hay un universo físico "ahí fuera". Y nos hemos enseñado a nosotros mismos a estar de acuerdo sobre ello y sobre los "objetos" de ese mundo "exterior" […].

Sin embargo, la física moderna viene a asegurarnos que no existe algo "ahí fuera" de nosotros. Todo se halla inextricablemente interrelacionado con todo, por lo que el universo no es algo que exista "ahí fuera", y del que el observador se encontraría separado. Más bien al contrario, es un universo participativo…

Por un lado, sabemos que el observador altera lo observado por el mero acto de su observación. Por lo que algunos científicos abogan por reemplazar el término "observador" por el de "participante" (J. Wheeler). Porque lo cierto es que no "observamos" el mundo; participamos en él. Y, por otro, sabemos también que eso que llamamos "ahí fuera" no es como nuestros sentidos y nuestra mente creen que es. "Ahí fuera" no hay ni luz ni color, sino solamente ondas electromagnéticas; "ahí fuera" no hay sonido ni música, sino solamente variaciones periódicas en la presión del aire; "ahí fuera" no hay calor ni frío, sino solamente moléculas que se mueven con mayor o menor energía cinética media…, y así sucesivamente. Lo que hay, tanto "fuera" como "dentro", es un torbellino vertiginoso de ondas/partículas en diferentes intensidades de vibración.

En lo que se refiere a "nosotros", podría decirse que somos, a la vez, una expresión más de ese mismo torbellino y la Conciencia que lo está provocando o de la que está emergiendo… Sin embargo, tal como insiste la nueva física, hay una conclusión que parece irrebatible: no observamos el mundo físico, participamos con él. Nuestros sentidos no están separados de lo que llamamos "ahí fuera", sino íntimamente implicados en un proceso de realimentación notablemente complejo, cuyo resultado final es crear efectivamente lo que está "ahí fuera".

La conciencia es una parte integrante de la realidad; eso significa que co-crea lo que observa. Si vemos un árbol, en vez de un cúmulo de átomos desorganizados, es porque la conciencia humana concede a la realidad física estas características particulares.

Por eso, mirado de cerca, el concepto de "ahí fuera" resulta ridículo. Sólo podemos esperar encontrar un "ahí fuera", porque creemos que existe. Por eso, todas nuestras nociones acerca del carácter absoluto del universo físico son erróneas.

¿A qué se debe entonces ese engaño que nos lleva a afirmar la existencia de algo "ahí fuera"? Al modo de operar de la mente, por su propia naturaleza separativa. Para poder funcionar, la mente debe forzosamente separar. A partir de la primera dicotomía sujeto/objeto, para la mente, toda la realidad queda fraccionada. Todo lo que no es "yo", está "fuera". Y puesto que pensar es delimitar o "establecer fronteras", a la mente le resulta fácil marcar un límite entre lo que llama "sujeto" y todo lo demás: es sencillamente el límite o frontera de la piel. Por eso, en cuanto la mente hace su aparición en la historia humana, con ella aparece también la idea de un "mundo exterior", de una realidad "ahí fuera", separada y marginal.

Sin embargo, eso es sólo un engaño de la mente, que se realimenta por el simple hecho de que lo hemos creído a pie juntillas. Lo que llamamos "mundo exterior" no está separado de nosotros y, de hecho, basta detener el pensamiento para percibirlo así.

Todo constituye un conjunto unificado, sin separaciones mentales, arbitrarias y artificiales, en un universo participativo en el que todo interactúa en una interferencia constructiva, en la que la Conciencia se va desplegando en innumerables formas, como olas "únicas" y hermosas en el océano común y compartido[1443]

Todo es creación de la conciencia. La física cuántica confirma que creamos nuestra realidad. La materia-espacio-tiempo es un aspecto de la misma. La materia consta básicamente de vacío. La materia no existe; sólo existe la conciencia. La mente es capaz de crear materia. "Para el físico cuántico es claro que la materia carece de base física. Tras la solidez aparente de la silla, se esconde en realidad el superholograma de un torbellino de ondas/partículas. A ese nivel, la conciencia es capaz de crear materia. Y eso constituye la prueba final de que lo no físico, la conciencia, tiene dominio sobre el mundo físico… La conciencia juega un indudable papel en el llamado universo físico. Hasta el punto de que, para la nueva física, el universo se parece más a un gran pensamiento que a una gran máquina… La "realidad última", en opinión de la nueva física, se asemeja más a un gran Vacío primordial, un "lugar" más allá del tiempo y el espacio, del que brotan, en un proceso increíblemente complejo y hermoso, todas las formas que existen. En pocas palabras: las piedras y las estrellas son meramente ondulaciones en la nada"[1444]. Los hallazgos del físico Alain Aspect mostrarían que la realidad objetiva no existe y que, a pesar de su aparente solidez, el universo es un fantasma de corazón, un holograma gigante espléndidamente detallado. "En su nivel más profundo, la realidad es una especie de superholograma en el que tanto pasado como presente y futuro coexisten simultáneamente. Esto sugiere que, contando con las herramientas adecuadas, debería ser posible incluso que algún día se accediese a un nivel superholográfico de la realidad del que se obtuviesen escenas de un pasado remoto"[1445]. La conciencia tiene dominio sobre el mundo físico. "Mi mente y el mundo están compuestos de los mismos elementos. El mundo me viene dado de una sola vez: no hay el mundo que existe y el que es percibido. El sujeto y el objeto son solamente uno…", expresó Erwin Schrödinger. "El papel especial que juega el observador en la mecánica cuántica tiene que ver con el carácter ondulatorio de la materia que comentaba antes. Este carácter permite que los objetos materiales estén en una combinación o superposición de estados, lo que no es posible en el mundo clásico. En el mundo clásico las cosas están en un estado bien definido, blanco o negro, vivo o muerto … En cambio, la mecánica cuántica nos dice que un objeto puede estar simultáneamente en varios estados y sólo cuando medimos u observamos dicho objeto, se selecciona uno de esos estados"[1446]. Según J. Pearce "la mente del hombre refleja un universo que refleja la mente del hombre".

Stephen Hawking nos informa que la física cuántica "gobierna el comportamiento de los transistores y de los sistemas integrados, que son los componentes esenciales de los aparatos electrónicos, tales como televisores y ordenadores, y también es la base de la química y de la biología modernas"[1447]. El mismo científico nos invita a que nos interesemos más en la mecánica cuántica puesto que es una imagen completamente diferente del universo físico y de la misma realidad. El nuevo paradigma muestra que, contrario a lo que afirmaba Einstein, Dios si juega a los dados… Sin embargo, ni el determinismo fuerte de Laplace ni el indeterminismo relativo de Heisenberg o Prigogine, de acuerdo con la concepción de Fernando Savater, pueden responder al problema de la libertad humana, "porque el problema de la libertad no se plantea en el terreno de la causalidad física, sino en el de la acción humana en cuanto tal, que no puede ser vista solamente desde fuera como secuencia de sucesos sino que debe también ser considerada desde dentro haciendo intervenir variables tan difíciles de manejar como la voluntad, la intención, los motivos, la previsión, etc."[1448]. Según Sartre, nada nos determina a ser tal o cual cosa, ni desde fuera ni dentro de nosotros. La libertad humana nos exige poner algo de nosotros mismos, existir auténticamente.

No obstante el invaluable aporte en el cambio de paradigma que introdujo la mecánica cuántica, es necesario que se tenga en cuenta, para evitar el fraude, que ésta no tiene aplicaciones en la religión, los misticismos, los fenómenos paranormales y otros saberes esotéricos. "La aparición de la mecánica cuántica ha tenido grandes consecuencias culturales y filosóficas por un lado, científicas y tecnológicas por el otro y, desafortunadamente, también ha sido avasallada como instrumento para engañar y estafar. Veamos brevemente estos tres aspectos. Primero, la mecánica cuántica ha introducido una nueva forma de concebir la existencia de los objetos microscópicos. Estos objetos existen pero sus propiedades difieren de las que asignamos a los objetos grandes que percibimos directamente con nuestros sentidos. Así podemos concebir que una partícula pueda existir (ser) pero no tener una localización exacta (estar); que la observación de alguna característica de la realidad no implique la puesta en evidencia de una propiedad preexistente (indeterminismo); que toda descripción que hagamos del objeto con conceptos clásicos, obligatoriamente excluye otras posibles descripciones (complementariedad). La mecánica cuántica ha hecho un gran aporte al debate filosófico al demostrar que el realismo ingenuo, que propone que la realidad es tal cual como nosotros la percibimos, es falso. En el segundo aspecto, el impacto científico y tecnológico de la mecánica cuántica es gigantesco. La mecánica cuántica explica toda la química y gran parte de la física, dijo algún famoso. El desarrollo de nuevos materiales, toda la electrónica, la superconductividad, la energía nuclear y casi la totalidad de la tecnología moderna no hubiera logrado el nivel de desarrollo alcanzado sin la mecánica cuántica. Finalmente, es importante aclarar que los efectos asombrosos de la mecánica cuántica aparecen en sistemas físicos extremadamente pequeños, tenues y livianos, pero para sistemas físicos grandes, como los que nosotros percibimos con nuestros sentidos, estos efectos asombrosos se promedian, se cancelan, y emerge así el comportamiento "normal" que acostumbramos a percibir. La transición de lo cuántico a lo clásico, llamada "decoherencia", se presenta ya al nivel submolecular y es por lo tanto falso pensar que la mecánica cuántica pueda explicar fenómenos macroscópicos "paranormales" (en rigor, nunca observados) tales como la telekinesis, bilocalidad y otros. Tampoco brinda la mecánica cuántica algún soporte a creencias religiosas o misticismos orientales. Ying-yang, tao, holismo, terapias cuánticas, fenómenos paranormales y teletransportación, entre otros, no tienen nada que ver con la física cuántica, y los que invocan el enorme prestigio y rigor de esta teoría para aportar alguna credibilidad a esas charlatanerías están simplemente engañando; si además, como es usual, sacan de eso algún rédito económico, están estafando"[1449].

Las implicaciones filosóficas de la física cuántica trastocaron el concepto de realidad que había imperado en la filosofía occidental durante milenios. "De hecho, la interpretación filosófica de la teoría cuántica fue una fuente de debates y experimentos mentales fascinantes durante el siglo XX, especialmente en su primera mitad: mentes como las de Heisenberg, Schrödinger, Bohr, Einstein o Dirac discutían y se lanzaban argumentos y contra-argumentos de un nivel intelectual extraordinario"[1450].

Para tener una mejor comprensión de lo anterior, es procedente transcribir las siguientes diferencias entre la mecánica clásica y la mecánica cuántica:

En la mecánica clásica:

Existe una "realidad objetiva", "ahí fuera", que todos podemos observar de la misma manera, porque es independiente de nuestras observaciones.

Esa "realidad objetiva" es determinista: se mueve por el inexorable principio de causalidad.

A partir de Galileo, Kepler o Newton, el universo es percibido como un diagrama en el que los fenómenos se describen en términos matemáticos y mecánicos. Se lo concibe como la maquinaria de un gran reloj, que se podría descomponer y componer a partir de esas partes descompuestas. El mundo constituye un sistema en equilibrio. En esta visión, el caos es solamente una complejidad todavía no desentrañada porque el orden y la estabilidad del universo pueden ser explicados por las leyes del movimiento de Newton.

Esa realidad objetiva consta de dos elementos: objetos sólidos y vacíos.

Esa realidad es fundamentalmente material y sus elementos básicos son los átomos.

La mente no es sino el resultado de un proceso de complejificación de la materia (del cerebro).

Oposición materia – conciencia (mente).

La conciencia es relegada al ámbito de lo "espiritual", y considerada como un epifenómeno (ilusorio) de lo material.

En cualquier caso, mente (conciencia) y realidad material constituyen dos realidades nítidamente separadas y diferenciadas, si bien la segunda posee un estatuto más firme.

En último término, para la ciencia clásica sólo interesa lo que se puede medir empíricamente. Para este paradigma, la realidad "espiritual" no cuenta.

La parte prima sobre el todo: dualismo separador[1451]

En la mecánica cuántica:

"No puede existir el "observador" neutral, dado que, inexorablemente, el observador altera lo observado (W. Heisenberg). Por ello, sería preferible llamarlo "participante" (J. Wheeler).

El final del determinismo. A nivel cuántico, no existe nada parecido a la causalidad. Lo que rige las cosas es el principio de la indeterminación (W. Heisenberg, 1927): hemos pasado de un universo causalista a un universo probabilístico (o estadístico). La física clásica consideraba que las partículas y los objetos eran seres independientes que, cuando interaccionaban, producían un choque que provocaba una cadena causal de sucesos. La física moderna niega las cadenas causales y secuenciales de hechos. Es un mundo holístico, donde todo está interconectado, y a veces las conexiones manifiestan correlaciones implícitas por debajo de las superficies, que modifican los sistemas.

El caos y la autoorganización. A partir de los trabajos de Ilya Prigogine, parece indudable la tendencia autoorganizadora global del universo. Clásicamente, se asociaba el orden al equilibrio, y el desorden al no equilibrio. Ahora sabemos que la turbulencia es un fenómeno altamente estructurado, en cuyo seno millones de partículas se insertan en un movimiento extremadamente coherente. La conclusión es la siguiente: La producción de entropía contiene siempre dos elementos dialécticos: un elemento creador de desorden y otro creador de un orden "mayor". Los dos elementos están siempre ligados.

El vacío y la materia. Un modelo de átomo muy aceptado por los físicos consiste en imaginarlo como el de un núcleo y una nube externa de electrones. La dimensión proporcional entre el núcleo y el conjunto del átomo es aproximadamente del orden de diez mil veces. Es decir, si el núcleo fuera de un centímetro de diámetro, la nube de electrones más externos estaría a una distancia de un kilómetro.

Pero, si en último término, todo es vacío, ¿cómo se explica que no se funda todo con todo? Por el "Principio de exclusión" (W. Pauli, 1925): Dos fermiones idénticos no pueden encontrarse en un mismo estado físico, así que cada uno tiene que ocupar su lugar específico. Este "principio de exclusión" es responsable de la estabilidad de la materia a gran escala. Las moléculas no se aproximan arbitrariamente entre sí, porque los electrones de cada una no pueden entrar en el mismo estado que los electrones de las demás moléculas vecinas. Pero no todas las partículas son fermiones. Hay otras, denominadas bosones, que no responden al principio de exclusión y pueden estar en un mismo estado cuántico. En estos condensados, todos los átomos son absolutamente iguales. No hay ninguna medida que pueda diferenciar uno de otro.

No existe ninguna realidad "ahí fuera", independiente de la conciencia. La misma materia consta básicamente de vacío. En último término, la materia no existe; sólo existe la conciencia.

La mente es capaz de crear materia. La conciencia tiene dominio sobre el mundo físico.

Todo es conciencia: hasta los electrones "saben" y "se dan cuenta" de su entorno (experimento de Aspect, 1982). Por lo que, "el Universo, tal y como lo vamos descubriendo, se parece cada vez más a un gran pensamiento, en vez de a una gran máquina" (James Jeans).

Se ha acabado la contradicción entre materia y energía. De Broglie planteó que la luz participa de la naturaleza de las ondas. Pero, a su vez, desde Einstein, sabemos también que se comporta como una partícula. Las consecuencias fueron "definitivas": se abolió para siempre la división entre materia y energía: son lo mismo. La materia es luz condensada (un quantum -en plural quanta, de donde viene el nombre de la nueva física- es la unidad más pequeña que constituye la luz); cada uno de nosotros somos un sistema de energía en vibración continua. Nuestra alma es nuestro cuerpo, y nuestro cuerpo es nuestra alma. Es la conciencia la que crea materia, expresándose a través de ella.

No existe una división estricta entre la realidad objetiva y subjetiva; la conciencia y el universo físico están conectados por algún mecanismo fundamental. Esta relación entre mente y realidad no es ni objetiva ni subjetiva, sino "omnijetiva".

El orden implicado. Para la física moderna, lo que se ve no es sino es el despliegue de lo que no se ve, la "explicación" del "orden implicado" (David Bohm). La obra de Bohm es una cosmovisión dinámica que integra la conciencia en una unidad de energía, mente y materia. Según él, la conciencia es el elemento integrador que dota de unidad a cada organismo.

Bohm concibe los fenómenos como manifestaciones de un holomovimiento que relaciona todo lo existente en un proceso de pliegue y despliegue el que subyace un "orden implicado". Todos los fenómenos están interrelacionados en una red espacio-temporal. Lo que nosotros percibimos, de entrada, es el "orden explicado" (desplegado), que se manifiesta como campos y partículas separadas con sus leyes propias, pero la realidad más profunda, el potencial cuántico es lo que permite la interconexión, y forma el sistema en el que se desenvuelve toda la realidad. "El orden del todo está implícito en el movimiento de cada parte".

Es decir, nos habían condicionado para creer que el mundo externo era más real que el mundo interno. La física cuántica dice justo lo contrario.

El Todo es lo prioritario: holismo integrador: Todo se halla interrelacionado con todo.

En cierto modo, podría decirse que la nueva física es no-dual. A partir de experimentos contrastados en el reino de las partículas elementales, viene a concluir tajantemente que todo se halla interrelacionado con todo, que no hay nada "separado" de nada. Y que todo lo que percibimos, más allá de lo que nos hagan creer nuestros sentidos y nuestra mente, no es sino "forma" o "expresión" que remite a una Realidad primordial, que algunos no dudan en nombrar como Conciencia[1452]

10.6 Conclusión

A manera de conclusión, se podría consignar que en la actualidad, las transformaciones radicales de los conceptos de conocimiento y de ciencia, alejadas del inveterado y habitual sentido común, demandan la adopción de un nuevo concepto de la racionalidad científica, de un nuevo paradigma epistemológico, debido a que los modelos o paradigmas científicos (fundados en la concepción estática del ser) tradicionales, como el aristotélico, el empirista y racionalista iniciado con Bacon y Descartes y continuado por Galileo, Newton y Kant, y el positivista presentan algunas inconsistencias epistemológicas y metodológicas para la investigación de los diversos fenómenos que conforman la llamada realidad en nuestro mundo contemporáneo. "Todos, unos tras otros, fueron manifestando su insatisfacción con la racionalidad lineal, unidireccional, y viendo, poco a poco, la necesidad de reemplazar el modelo axiomático de pensar, razonar y demostrar, con su ideal puro lógico-formal, o lógico-matemático, con una lógica que diera cabida a la auténtica y más empírica realidad del mundo en que vivimos y con el que interactuamos, de un mundo donde existen inconsistencias, incoherencias lógicas y hasta contradicciones conceptuales"[1453]. Es posible que el agotamiento de los métodos de investigación científica acostumbrados haya conducido a la ciencia hacia una encrucijada, y para reorientarla haya que rehacerla en procura del auténtico progreso de la humanidad, no para su deshumanización. "En el ámbito de la experiencia total humana existe una vivencia con certeza inmediata, como la experiencia de la filosofía, del arte y de la misma historia, que son formas de experiencia en las que se expresa una verdad que no puede ser verificada con los medios de que dispone la metodología científica tradicional… Así, a todo nivel, pero, en las ciencias humanas sobre todo -relacionadas con el estudio del ser humano: su desarrollo, educación, aspectos psicológicos, sociológicos, culturales, éticos y espirituales-, desde mediados del siglo XX en adelante, se han replanteado en forma crítica las bases epistemológicas de los métodos y de la misma ciencia"[1454].

La lógica aristotélica, que articula el modelo de nuestra estructura mental, también necesita ser replanteada con hondura epistemológica y filosófica. No se trata de rechazar o desconocer de manera tajante los aportes epistemológicos realizados por Aristóteles, Bacon, Descartes, Copérnico, Galileo, Newton y otros, en cierta forma responsables del surgimiento de la mecánica o física clásica, cuyos elementos causalistas y deterministas afectan la investigación y orientación del ser. "La nueva ciencia no rechaza las aportaciones de Galileo, Descartes o Newton, sino que las integra en un contexto mucho más amplio y con mayor sentido, en un paradigma sistémico[1455]Se trata más bien de conservar los fundamentos, en la medida de que las nuevas exigencias epistemológicas así lo permitan, que resulten compatibles con los nuevos paradigmas y metodología de investigación científica. Gracias al desarrollo del mecanicismo clásico, cimentado en la razón, se pasó de la antigua concepción teocéntrica y una nueva concepción antropocéntrica; la tierra dejó de ser el centro del universo para darle paso al sol con la teoría copernicana del heliocentrismo. "Con la llegada de Copérnico, toda la cultura occidental entendió que el movimiento que todos observaban en el Sol (que salía, subía, se movía, bajaba y se ocultaba) no estaba en el Sol, sino en el observador, es decir, que esa realidad empírica y sensorial era sólo aparente"[1456]. La lucidez temporal de la mecánica clásica racional nos liberó del oscurantismo medieval, construido sobre dogmas teológicos que impedían el desarrollo científico.

Uno de los problemas del paradigma tradicional radica en que, tras el
surgimiento de la racionalidad tecnológica, el desborde del poder de
la razón y el replanteamiento epistemológico, éste ya no
podía servir de guía para una exploración humanizante del
universo; de todas maneras la mecánica clásica sigue teniendo
aplicabilidad en las investigaciones del universo a gran escala. Como sabemos,
Newton empezó un nuevo paradigma con leyes naturales que rigen para todo
y para todos, con ello pudo darse inicio a la revolución industrial y
el modelo democrático que hoy está vigente. Matemáticamente
explicó los fenómenos del universo; su modelo permitió
la invención de máquinas para la industrialización y su
concomitante progreso industrial; también explicó algunos fenómenos
planetarios, muchos de ellos refutados por la teoría de la relatividad.
Cimentó, además, las leyes de la termodinámica. En fin,
sus principios hicieron posible la ingeniería a gran escala. Su tratado
filosófico, que permitió explicar, a través de las matemáticas,
todas las leyes de la naturaleza, permaneció vigente hasta la irrupción
de la mecánica cuántica y su correspondiente revolución
epistemológica. "En el viejo paradigma tenemos como figura a Newton,
y su física mecanicista, cuyos postulados son lo absoluto, lo incambiable,
lo verdadero, es un universo predecible y regido por rígidas leyes, estimula
un modelo de relación llamado el atomismo, con la existencia de partes
aisladas, separadas e intercambiables, con una estructura de espacio tiempo
absoluta, lo absoluto esta dado porque algo es verdadero o falso"[1457].
Pero a pesar de que un nuevo paradigma supere al anterior, no significa que
éste quede por completo inutilizado. "Si en las ecuaciones de la
Mecánica Cuántica los valores que toman algunas variables resultan
significativamente grandes como para que la constante de Planck resulte despreciable,
muchas de esas ecuaciones tomarán formas aplicables a problemas que pueden
ser resueltos con los procedimientos del paradigma newtoniano. Se tiene así
que el antiguo paradigma pasa a ser un caso particular del nuevo. De esta manera
para los problemas que no son del mundo microscópico, o sea para la práctica
habitual, cotidiana, la física de Newton es la que se utiliza; sería
absurdo que un ingeniero para diseñar una maquinaria corriente tuviera
que apelar a las intricadas fórmulas de la Mecánica Cuántica
por el solo hecho de ser éste el nuevo paradigma. Para los problemas
de la práctica habitual, cotidiana, la física de Newton es la
que se utiliza"[1458].

Sin embargo, como nuestro mundo actual se caracteriza por sus interconexiones recíprocamente interdependientes a nivel global de fenómenos físicos, biológicos, psicológicos, sociales y ambientales, si se requiere describir este mundo de manera adecuada "necesitamos una perspectiva más amplia, holista, sistémica y ecológica que no nos pueden ofrecer las concepciones reduccionistas del mundo ni las diferentes disciplinas aisladamente; necesitamos una nueva visión de la realidad, un nuevo paradigma, es decir, una transformación fundamental de nuestro modo de pensar, de nuestro modo de percibir y de nuestro modo de valorar […].

El paradigma se convierte, así, en un principio rector del conocimiento y de la existencia humana… Todo método, por lo tanto, está inserto en un paradigma; pero el paradigma, a su vez, está ubicado dentro de una estructura cognoscitiva o marco general filosófico o, simplemente, socio-histórico. Esto hay que ponerlo en evidencia. Pero esta tarea equivale a descubrir las raíces epistemológicas o etno-epistémicas de la cultura occidental, o de otras culturas que, a su vez, generan saberes alternos […].

Aunque tengamos una rica experiencia, una amplia formación y un trabajo profesional competente, aunque seamos, incluso, investigadores expertos, difícilmente podremos evadir la búsqueda del método adecuado para estudiar apropiadamente muchos temas desafiantes y, quizá, tendremos que constatar que ningún método disponible resulta compatible con la experiencia que vivimos […].

Ante esta situación, tendremos que penetrar más profundamente y buscar nuevos métodos: métodos que lleguen a la estructura íntima de los temas vitales desafiantes, que los capten como son vividos en su concreción; pero estos métodos llevarán siempre implícito un desafío epistemológico[1459]

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