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Crisis de estado oligárquico y el surguimiento del populismo en América Latina




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Monografía destacada

  1. El proceso de construcción y crisis del estado oligárquico en América latina
  2. Surgimiento del populismo
  3. Referencias bibliográficas

CAPÍTULO I

El proceso de construcción y crisis del estado oligárquico en América latina

1. Introducción

A partir de mediados del siglo XIX se define la forma en que las economías latinoamericanas se incorporan al mercado mundial.

En la etapa posterior a las guerras de la independencia, América Latina comienza un período de reestructuración de fuerzas, caracterizado por la violencia cotidiana, la represión por parte de las elites criollas hacia todas las disidencias, fueran de signo realista o de frentes revolucionarios, con el objetivo de mantener un "orden interno tolerable".

Hacia 1850 se definen las características del nuevo orden, ligando el desarrollo de los países latinoamericanos a la dependencia con los países centrales, lo que Halperin Donghi denomina "el pacto neocolonial". "Ese nuevo pacto transforma a Latinoamérica en productora de materias primas para los centros de la nueva economía industrial, a la vez que de artículos de consumo alimentario en las áreas metropolitanas".

Este nuevo contexto económico se caracteriza por el ingreso de capitales extranjeros y el otorgamiento de créditos a los gobiernos nacionales por parte de los países centrales. De esta manera, la expansión económica se va a desarrollar sobre la base del endeudamiento público externo; dado que tal expansión no es constante, los gobiernos tendrán que pedir continuamente nuevos créditos para pagar los intereses de los anteriores.

Las inversiones estarán dirigidas a distintos sectores de la economías nacionales dependiendo del grado de desarrollo de las fuerzas productivas, la estabilidad, la diferenciación social y la fuerza del sistema de dominación alcanzado por los países latinoamericanos; en resumen, van a depender del sistema local de control político y económico para la organización nacional. En este sentido se distinguen dos tipos de economías: las de "control nacional del sistema productivo" y las de "enclave".

En las primeras, las relaciones de intercambio se producen sobre la base de la división de tareas entre el sector financiero y comercial de las economías centrales que determina las condiciones de negociación y el Estado, que se ha creado mediante una alianza entre "la plantación" o hacienda moderna y la hacienda tradicional, que constituyen los pilares de la organización social y política de estos países, desde 1850 hasta 1930. Este tipo de organización económica será la predominante en países como Brasil con el cultivo del café o en Argentina con la producción cerealera y más adelante, ganadera.

Las economías de enclave son propias de algunos países en los que los grupos económicos locales no han podido mantener su control o predominio sobre el sector productivo. La producción es obtenida directamente por grupos extranjeros y no funciona como un sector dinámico que integra toda la economía, es solamente una prolongación tecnológica y financiera de las economías centrales. Estos enclaves son mineros o de plantaciones. Ejemplos de estos países son: Costa rica y Ecuador, donde la producción de banana es explotada por la estadounidense United Fruit Co. o, Puerto Rico, Cuba y Perú, donde la producción de azúcar está concentrada en manos inglesas y estadounidenses. También están los casos de México y Chile, donde se instalan enclaves ingleses y estadounidenses para la explotación minera de plata y cobre, pero en estos países además hay ciclos locales agrícolas manejados por grupos nacionales en función de los cuales se desarrolla la economía del país.

Este sistema económico, surgido del "pacto neocolonial", se define por el hecho de que la comercialización de productos coloniales deja de hacerse a través de los puertos y aduanas ibéricas para, en un primer momento, ligarse directamente a Inglaterra. Este vínculo será netamente económico, Inglaterra no se comprometerá políticamente con los países latinoamericanos. La hegemonía mundial de Inglaterra se prolongará desde el inicio de este nuevo pacto (alrededor de 1850) hasta comienzos del siglo XX y determinará sobre qué bases se apoyará la dependencia mercantil y financiera de América Latina. En los países que logran un control nacional, las inversiones externas estarán dirigidas a los sectores del transporte y la comercialización; un ejemplo de este tipo de inversión es la del ferrocarril, que tiene un fin puramente económico que es el de comunicar a las unidades productivas con el puerto para la exportación de materias primas. En los países que no logran establecer un sistema de alianzas que garantice el orden interno y el desarrollo de la producción primaria, las inversiones estarán orientadas a establecer enclaves, sean estos de tipo minero (que necesitan mayor inversión) o en los enclaves de plantación.

A comienzos del siglo XX, la nueva potencia económica que comenzará a detentar la hegemonía mundial es Estados Unidos. Estados Unidos establece vínculos de dominación sobre América Latina, pero no sólo sobre su estructura económica-financiera sino que busca asumir el papel de "gendarme" de todas las relaciones que establezca América Latina con cualquier país. El vínculo de los países latinoamericanos con Estados Unidos comienza siendo gradual; primero, Estados Unidos logra tener influencia sobre el Caribe y América Central: por ejemplo, cuando Cuba se independiza de España queda bajo la dominación de aquel país al igual que Puerto Rico por el Tratado de París; también en 1903 se crea el Estado de Panamá como Estado protegido por Estados Unidos que se apropia del Canal Interoceánico. Está dominación sobre Latinoamérica se intensifica hacia 1914 cuando surgen los conflictos en Europa; Inglaterra pierde su poder naval y Europa deja de funcionar como centro económico.

Hacia 1920 el ferrocarril inglés es reemplazado por el transporte automotor americano, lo que asegura nuevos mercados para Estados Unidos sin necesidad de inversión. A partir de la década del 20 va a cambiar la configuración económica mundial que se refleja en América Latina como el fin del desarrollo económico basado únicamente en el modelo agro-exportador, como consecuencia de que Europa se encuentra en ruinas y Estados Unidos se transforma en la potencia central del mundo y no demanda materias primas de América Latina. Termina la era denominada "de expansión hacia afuera" para comenzar con el crecimiento orientado hacia el mercado interno. Esta tendencia se va a intensificar después de la gran crisis de 1929.

Se puede entender, entonces, que toda la historia latinoamericana es una historia de relación, la relación entre "periferia" y "centro" como determinante de la estructura de fuerzas que se dan dentro de los países latinoamericanos. O bien, puede explicarse la relación que establecen los países latinoamericanos con el resto del mundo como producto de "las vinculaciones económicas y político-sociales que tienen lugar en el ámbito de la nación". "La dependencia encuentra así su verdadero carácter (…) a partir de la configuración del sistema de relaciones entre las distintas clases sociales en el ámbito mismo de las naciones dependientes".

2. Rasgos sociales y políticos de este nuevo orden ligado al mercado mundial

Finalizadas las guerras independentistas, los países de América Latina quedaron inmersos en un proceso de formación de nacionalidades que se caracterizará por la "violencia popular anónima e incontrolable". "La guerra de Independencia, transformada en un complejo haz de guerras en las que hallan expresión tensiones raciales, regionales, grupales demasiado tiempo reprimidas…". De esta forma, la militarización sobrevive a la lucha con el fin de conformar un nuevo orden.

Esta lucha que dura alrededor de 25 años es la etapa que Halperin Donghi describe como "la larga espera" para concordar el "pacto neocolonial".

La distinción entre los países latinoamericanos que muestra
las características que tiene el tipo de relación de dependencia
económica-financiera que se establece con los países centrales
– de control nacional o de enclave -depende de cómo se desarrollaron
las relaciones de fuerzas internas durante este período. Se puede decir
que los países donde predomina la economía de control nacional
y que poseen un grado de diversificación del sistema productivo se corresponden
con los que lograron comenzar el proceso para conformar un Estado-Nación,
lo cual se vincula con el desarrollo de una clase social hegemónica capaz
de tomar la dirección económica, política, cultural e ideológica
del país, haciendo actuar a las demás clases como si la ideología
que difunde fuera la misma de las demás clases. Esta dirección
actúa sobre la base del consenso y pocas veces debe recurrir a la violencia,
aunque posee el monopolio de la fuerza. La hegemonía se caracteriza por
un predominio de la sociedad civil sobre la sociedad política (aparato
estatal), pero hay que tener en cuenta que la hegemonía nunca es total
y por este motivo se recurre a la coerción.

Entre 1825 y 1850 se desarrollan las luchas por alcanzar esa hegemonía, por esto predomina la violencia por sobre cualquier tipo de consenso. En este período, la clase fundamental recurre al pensamiento positivista basado en el racismo para salvaguardar su propia identidad, lo que obliga a un continuado ejercicio de represión y exclusión, política y cultural de los pueblos y las etnias con el fin de concebir la legitimidad del Estado. "Desde las élites políticas e intelectuales "blancas" se intenta definir "sociológicamente", de manera eugenéstica, al "otro" étnico, social y cultural. Este "otro" es recortado desde el comienzo como problema: "problema indígena", "inmigrante" o "negro"(…) según los casos". De esta manera, se puede hablar de hegemonía por el grado de unidad que han mostrado las distintas élites de la clase dominante y, por la forma en que lograron transformar las relaciones clientelares basadas en la violencia durante "la larga espera" en relaciones basadas en el consenso para el modelo agro-exportador del nuevo orden sustentado por la ideología del liberalismo económico. Pero no hay que olvidar que este es el "Estado capturado" por los terratenientes, esta hegemonía es la hegemonía de "blancos", es la "unidad de clase" dirigida por el grupo predominante dentro de la misma clase y se sostiene por las relaciones clientelares que se caracterizan por excluir una gran cantidad de la población de la relación política con el Estado. La comunicación de la mayoría sólo es a través del clientelismo: con los caciques (en México), con los coroneles (en Brasil), con los gamonales (en Perú), y se mantienen en el mundo cerrado de la hacienda.

En algunos países, uno de los sectores "comercial-exportadores" monopolizó las relaciones externas y pudo así imponer su predominio a los demás grupos, constituyéndose en clase hegemónica que obliga al resto a acomodarse en su orden peculiar. Esto se evidencia en Argentina, donde la burguesía bonaerense logra conformar una "unidad de clase" bajo la cual mantiene los intereses de los restantes grupos que aparecen integrando la clase dominante.

En otros casos, como el de Brasil, falta un sector claramente hegemónico y esto conduce a una pacto tácito entre distintos sectores agroexportadores que serán los encargados de la dirección político-económica del país.

En países como Colombia o Uruguay se da un enfrentamiento por la hegemonía entre diversos sectores de la clase dominante que lleva a un pacto explícito de división sectorial o regional de esferas de influencia dentro del aparato estatal.

América Latina se prepara para este nuevo orden asaltando tierras de comunidades indígenas y, en algunos casos, tierras que pertenecen a la Iglesia con el fin de lograr una expansión de cultivos para el mercado mundial.

Algunos de los países que lograron iniciar este proceso hacia conformación de este tipo de Estado-nación y hegemonía son Argentina, a partir del gobierno de Rosas, la campaña del desierto y una democracia fraudulenta que se iba perfeccionando, respetando ciertos principios y garantías constitucionales, caracterizada por el enfrentamiento entre unitarios y federales; México, con el gobierno de Porfirio Díaz, quien estableció un régimen político de conciliación procurando satisfacer a aquellos que pudieran ser útiles a su dictadura; Brasil, pero que a diferencia de los demás, una vez que logró su independencia, llevó una vida pacífica de dictaduras libres hasta el golpe de estado de 1887 que puso fin a la monarquía y surgió la llamada República Vieja, que se va a caracterizar por ser un régimen federal.

Los países que no logran conformar una hegemonía de clase se debe a que los grupos fundamentales no tienen la fuerza suficiente para acordar en la forma de dirigir el país y determinar que tipo de relación económica querían y podían tener dentro del mercado mundial. Estos países se caracterizan por tener un sistema exportador monoproductor. Tales como los centroamericanos, en los cuales Estados Unidos e Inglaterra se enfrentarán por controlar el paso interoceánico. El sector exportador se impuso como clase dominante, estableciendo relaciones de subordinación y no de alianza.

3.- LA OLIGARQUÍA EN LATINOAMÉRICA

Este tema explica el proceso de la crisis del proyecto oligárquico el cual buscaba velar por sus propios intereses y beneficios como clase asumiendo un liderazgo en cada uno de sus países- que se da a partir de 1914 y que culmina con cambios estratégico a nivel esencialmente político, involucraría necesariamente referirnos de manera separada al cambio de las estructuras económicas, y a la complejizacion del tejido social. El viejo proyecto oligárquico, a nivel económico, está diseñado como un sistema orientado a la exportación y con un escaso desarrollo industrial, lo que indiscutiblemente lo mantenía sujeto a las variaciones de la economía mundial, razón por la cual se desarrolla un proceso, posterior al estallido de la segunda guerra mundial, en donde los cambios globales convergen a nivel latinoamericano en una dependencia a la inversión extranjera, protagonizada ahora por Estados Unidos, que a la postre, cuando se desata la crisis de 1929 desemboca en un inevitable trastorno o si se prefiere desarticulación de la estructura económica, en donde se configuro un nuevo modelo que se fundó sobre la industrialización y el desarrollo del mercado interior. Este modelo no logra direccionarse a la estabilidad.

Mientras tanto dentro del seno de la sociedad emergían nuevos grupos sociales, que ya en este periodo, intentarían sin conseguirlo expulsar del poder a la vieja oligarquía, como consecuencia de un escaso desarrollo en cuanto a precisar su objetivo y en conseguir desarrollar un discurso hegemónico. Sin embargo es claro que durante este periodo se produce una clara evolución de los diferentes grupos sociales nacientes entre los que encontramos a la clase media y los sectores de estratos sociales bajos. En este período es el sector laboral el que se perfila como el grupo con una mayor concreción en el plano social. Las organizaciones sindicales en América latina ya para 1915 se constituían como fuertes agentes sociales, que demostraban como es que la clase trabajadora, se había ganado un espacio la sociedad. El antiguo poder que poseía la oligarquía, se fue dilatando, ya que los viejos mecanismos que aseguraban el poder de esta cayeron en crisis. Por otro lado resulta muy interesante apreciar como la oligarquía es capaz de configurar un nuevo proyecto político capaz de imponerse pese al avance y evolución de los demás grupos sociales. Resulta clave en este sentido mencionar que la esencia de esta nueva estructuración tenía como principio derrotar políticamente a la clase media, pero asegurándoles las condiciones sociales que se habían ganado, esto responde indudablemente a la toma de conciencia por parte de la oligarquía, de su inferioridad numérica, por lo cual se hacia primordial ganarse el favor de este grupo social.

Es correcto mencionar entonces, que esa visión o planteamiento que se hace de la oligarquía, en el cual se afirma que desaparecieron por completo o que por lo menos sufrieron un serio menoscabo y entraron en vías de disolución resulta totalmente falso, ya que la crisis del proyecto oligárquico resulto configurarse como la instancia en que este grupo social innova su estructura y sus proyecciones en pos de resguardar su poder, tanto económico como político y social, dentro de esta nueva realidad. Tenemos, de esta manera como la estructura oligárquica logra moldearse y hacer prevalecer sus intereses y beneficios dentro del nuevo marco social, que aun en su complejidad proporciono ciertos elementos, algunos tradicionales procedentes de la colonia, que le permitieron su resurgimiento como clase dominante.

4. MÉXICO Y BRASIL EN CLAVE COMPARATIVA

La elección de estos dos países fue hecha para ver cómo, frente a un mismo contexto internacional y con el mismo objetivo, que es el de mantener un clima favorable para las inversiones extranjeras y beneficiarse del auge de las exportaciones, las distintas elites mexicanas y brasileras desarrollan sistemas políticos muy diferentes, en función de las relaciones de fuerzas que en cada país se revelan.

En el período anterior al orden oligárquico se encuentran las diferencias que van a explicar los motivos por los cuales estos países van a adoptar sus respectivos sistemas políticos. México se encontraba en un período de desorden generalizado por los violentos enfrentamientos entre conservadores y liberales federalistas, los conflictos entre los liberales, la Iglesia y las fuerzas armadas, las rebeliones populares indígenas, la urgencia de restaurar la minería y ordenar las finanzas públicas y, el debilitamiento de una clase alta excesivamente reducida a partir de la expulsión de los españoles peninsulares; Brasil se encontraba más unido, liderado por la predominante clase terrateniente, por ser éste un país abrumadoramente rural. Un liberalismo brasileño de aristocracias locales chocaba con un conservadurismo urbano, pero en el imperio parlamentario se veía el triunfo de los intereses rurales.

La fragmentación hispanoamericana característica de estos años (1825 -1850) se opone a la unión de la América portuguesa. En consecuencia, México va a optar desde 1876 por el gobierno centralista de Porfirio Díaz, capaz de establecer el orden mediante un régimen de conciliación en función de los intereses de los terratenientes para que México pueda comerciar con el exterior, apoyado por la Iglesia, el Ejército, los intelectuales orgánicos positivistas llamados "los científicos" y un cuerpo policiaco para reprimir las manifestaciones opuestas a su gobierno. Brasil, para solucionar los enfrentamientos entre sectores de la misma aristocracia terrateniente va establecer desde 1889 la "República vieja" con la política "do cafe com leite" que es la alternancia de la posesión, entre los estados más fuertes, del poder federal. Estos estados son el de Minas Gerais (productor de ganadería lechera) y el de Sao Paulo (productor de café) Estos estados son más fuertes que el mismo gobierno de Brasil, tienen la posibilidad de pedir préstamos, establecer impuestos y tasas aduaneras internas sin la autorización del gobierno federal.

Tanto el gobierno de México como el de Brasil establecen relaciones clientelares como medio de legitimar el propio gobierno. En México, el cacique es el intemediario de mayor importancia entre su aldea y el gobierno, tanto para expresar las demandas del pueblo como para impulsar las decisiones del gobierno a nivel local. Porfirio Díaz, "en vez de combatirlos se las arreglo para ponerlos de su lado. A los colaboradores de su régimen otorgó recompensas demasiado jugosas para arriesgarse en una rebelión…Transformó la "tiranía local en una dictadura general, al cacique en policía, un representante del gobierno nacional"" En Brasil el "cliente" recibe el nombre de coronel y su función la de garantizar la relación estadual – federal en el ámbito local. Durante la República, el coronel fue un instrumento clave que explica el equilibrio entre intereses que muchas veces se mostraron antagónicos. Los coroneles hacen votar a un conjunto de campesinos por un candidato.

Los dos sistemas generaron nuevos grupos sociales que excluyeron o hicieron pocos esfuerzos para sumar. Estos sectores van a ser los causantes de la caída de ambos regímenes. En el caso mexicano, la modernización llevada a cabo por Díaz será la que genera los nuevos sectores medios, estos sectores medios son los que están ligados a la burocracia del Estado y los que se generaron por la incipiente industrialización y por el surgimiento del mercado interno. A estos grupos se les van a sumar los sectores campesinos, también excluidos del crecimiento económico y a los que, en su mayoría les expropiaron las tierras y, en 1910 van exigir el sufragio efectivo, la no reelección y reivindicaciones territoriales. Esta es la Revolución que va a terminar con el porfirismo y, en 1910, va llevar a Madero al poder.

En Brasil, la caída de la República vieja será en 1930 porque los sectores no representados empiezan a exigir participación y que se respete la constitución y la voluntad colectiva y, porque el estado de Sao Paulo no respetó la política do cafe com leite y eligió a un paulista para que suceda a otro paulista. Esto va a llevar a un golpe de Estado y al surgimiento del gobierno de Vargas.

La historia de los países latinoamericanos que, si bien puede entenderse en forma global como historia de la dependencia con los países centrales, encuentra sus peculiaridades dentro de cada país, a nivel económico y en lo social, cultural y político. La relación con Inglaterra primero y con Estados Unidos después, estuvo condicionada por los procesos de construcción de las hegemonías de clase – que en ciertos países se produjo y en otros no – y de qué clase, en cada caso, detentó esta hegemonía. Estas características particulares de los casos nacionales se vinculan con el proceso histórico anterior al establecimiento de las relaciones de este "pacto neocolonial". En la caída del orden oligárquico también se observan rupturas y continuidades del desarrollo histórico de los diferentes países en función de las características de los movimientos sociales contra hegemónicos, según los casos, de orden más revolucionario o más reformista.

5.- LA OLIGARQUÍA EN EL PERÚ

A lo largo de nuestra historia, el patrón de dominación oligárquica se ha mantenido, pasando de la dominación española a la dominación de índole comercial de los países europeos y finalmente la penetración del capital norteamericano en su fase de expansión monopólica, en las principales esferas de la producción, dando paso a una economía de enclave. Posteriormente la diversificación de este capital hacia la producción industrial y servicios urbanos, factor motriz y nuclear de la sustitución de importaciones, permitió iniciar un proceso de integración de la actividad económica, siempre bajo su imperio.

Sin embargo, en la década de los 60, la escena política, económica y sobre todo social se encontraba en estado cambiante. Diversas fuerzas sociales, tales como la juventud estudiantil, los partidos de izquierda, los migrantes de la sierra, se encontraban presentes en las grandes ciudades ejerciendo presión y queriendo dar su opinión sobre los asuntos relevantes de la política. Las luchas de clase de trabajadores y el deseo de su reivindicación ante los grandes empresarios, iba en contra el monopolio que la oligarquía cómplice de los Estados Unidos mantenía sobre los ciudadanos.

Se afirma que el Golpe de Estado de 1968 fue la explosión que finalmente tuvo lugar ante el cumulo de presiones de las distintas fuerzas sociales, que hacían su presencia en la escena nacional en contra de la burguesía y la clase dominante. Que de no haberse dado dicho fenómeno, no se hubiera dado finalmente el Golpe. Sea como sea, podemos afirmar que ya para entonces existía un rechazo a la dominación oligárquica lo foráneo, representado por partidos de derecha tales como Acción Popular y el PPC.

Por lo cual, en este trabajo analizaremos la interacción de las diversas fuerzas sociales que dieron lugar a un debilitamiento por lo menos, de la estructura oligárquica establecida hace siglos, y que de alguna manera han contribuido a llamar la atención sobre sectores relegados que también merecen atención a sus reclamaciones. Al iniciarse los años 60, las diversas fuerzas sociales que hacían su aparición en la realidad urbana, tales como la juventud universitaria, los migrantes de la sierra, los comerciantes emergentes, los gremios de trabajadores, elevaron su voz de protesta ante la situación desigual creada por la oligarquía.

Dicha oligarquía tiene sus orígenes en la dominación por parte de la metrópoli española, para luego traducirse en dominación europea y finalmente, en la americanización del país, fenómeno presente en la mayoría de países del mundo, pero que en nuestro país encontró un apoyo en la clase oligarca dominante, que sirvió para instalarla de mejor manera, ya que era cómplice a sus propios intereses.

Los distintos partidos tradicionales tuvieron actuaciones distintas. El APRA, que tradicionalmente se había enfrentado a la burguesía, tuvo por lo general un papel neutral, mientras que Partidos como Acción Popular y el PPC, de derecha, se afincaron en el poder, teniendo a Fernando Belaunde como gobernante, y se limitaron en general a hacer ofrecimientos formales de reivindicación.

Sin la posibilidad de resolver el problema rural, el gobierno comenzó su existencia adquiriendo una imagen de impotente y represivo, que mantuvo en lo sucesivo. No solo el ejecutivo se encontraba imposibilitado legalmente para resolver rápida y efectivamente el problema rural, sino que a instancias de la coalición se aprobó que los campesinos que invadieran propiedades no serían admitidos entre los beneficiarios de una presunta reforma.

Es por eso que de alguna manera, el Golpe de Estado de 1968 de alguna manera canalizo todo ese clamor popular, y se tradujo en medidas que intentaron aplacar esas fuerzas sociales desbordantes.

La dominación cultural por parte de Estados Unidos, como última manifestación del predominio occidental en el mundo, es un fenómeno que no puede ser ignorado en la actualidad. Sin embargo, a lo largo de nuestra historia reciente han surgido fuerzas sociales que han reclamado un lugar reconocido en la escena política nacional, y también atención a sus necesidades e intereses.

Los partidos políticos tradicionales como el APRA, Acción Popular y el PPC, no han tenido mayor protagonismo en la atención a los reclamos sociales recientes. Más bien otros movimientos políticos de avanzada, tales como el Movimiento Social Progresista y el Frente de Liberación Nacional, tuvieron una posición más valiente en ese aspecto, y elaboraron propuestas de solución. Finalmente, fue el Golpe de Estado de 1968 el que de alguna manera logro que esas fuerzas sociales en ebullición vieron una alternativa de solución a sus necesidades, lo que produjo una brecha en la sociedad oligárquica que se ha ido acrecentado.

6. CRISIS DEL ORDEN OLIGÁRQUICO LIGADO AL MERCADO MUNDIAL

La crisis del orden oligárquico encuentra sus orígenes alrededor de 1914 y sus explicaciones se pueden ver tanto en el orden interno como en el externo. En este sentido, se puede decir que a partir de las consecuencias que, desde la primera postguerra, genera esta relación dialéctica en el orden interno son causantes de la crisis de la "unidad de clase" característica de la estructura oligárquica.

Desde el orden externo, la crisis se puede explicar cómo resultante de la ruina de la economía europea que deja de demandar materias primas y productos agroindustriales, y esta demanda era el motor de las economías latinoamericanas y la base sobre la cual las clases dominantes mantenían el orden.

En el orden interno, la crisis del orden oligárquico se explica por la aparición de nuevos grupos sociales que demandan estar representados en el ámbito político. Estas nuevas clases son producto de la modernización que se provocó por la división social del trabajo. La formación de estos sectores orientados hacia el mercado interno se explica como consecuencia de la magnitud de las economías exportadoras diversificadas, de la existencia de núcleos exportadores paralelos. La constitución de un mercado interno alienta al consumo, que requiere el desarrollo de una industria agropecuaria que, a su vez, genera nuevos sectores medios con cierta capacidad de consumo. "En función de ese mercado se constituyen los primeros núcleos industriales, y se forman, en consecuencia, tanto una burguesía urbana como sectores obrero-populares; así, en un primer momento, los grupos sociales urbano-industriales se constituyen siguiendo la expansión del sector agroexportador y sin que sus intereses económicos se opongan a los de éstos, sino que, por el contrario, pasan a ser un sector complementario de aquél"

Los sectores que exigen inclusión son los denominados sectores medios, que crecieron durante la última etapa de la "dominación oligárquica" y no están representados políticamente. Sus exigencias no estarán vinculadas tanto a la esfera económica; sus demandas serán por ejemplo por el voto universal, el cumplimiento de la constitución y, en algunos casos, como en México, por la no reelección frente al problema de la sucesión de presidentes.

En lo político, la forma de actuar de estos sectores va a ser particular en cada país: por vía revolucionaria en México, por la democratización pacífica en Argentina, Chile y Uruguay o, por vías autoritarias como es el caso de Perú. Esta es la etapa del surgimiento de los partidos políticos de amplia base social.

Junto con el surgimiento de estos sectores medios, los dueños de hacienda van perdiendo el monopolio del poder político aunque conservan el poder económico. Estas haciendas se caracterizan por tener un dueño que "protege" a los campesinos que trabajan en sus tierras, pero su producción es capitalista, de grandes volúmenes y para exportar. De este medio, surgen en algunos países latinoamericanos, a partir de 1920, movimientos del campesinado. Este campesinado es heterogéneo y todavía no tiene conciencia de clase, pero se une a los sectores medios para exigir participación política. Se produce un cambio en las actividades del Estado, que pasa de ser un Estado oligárquico débil manejado por el poder económico de los grandes terratenientes a uno activo que regula la sociedad civil e incluye a los sectores que surgieron en el seno mismo del Estado oligárquico.

6.1.- Crisis del proyecto oligárquico liberal; según: Carmagnani

Marcelo Carmagnani centra su análisis en el desarrollo del tema de la "Crisis del proyecto oligárquico liberal" en Latinoamérica, que está asociado al periodo comprendido entre 1914 y 1920. Para tal efecto el historiador analiza, en primer lugar, el proceso de desarticulación de las economías latinoamericanas, en donde argumenta que una de sus principales causas es la nueva orientación que adquiere el comercio mundial, en donde Estados Unidos adquiere un papel protagónico. En este sentido el autor nos expone que el estallido "de la primera guerra mundial posibilito la penetración de las mercancías y del capital norteamericano" (página 180), en consecuencia Gran Bretaña perdió su preponderancia como controlador de la economía latinoamericana.

Posteriormente Carmagnani nos expone lo que él denomina la "Desarticulación de la alianza imperialista", en donde la recientemente mencionada masiva penetración de capital norteamericano se perfila como factor explicativo a la ruptura del acuerdo entre la oligarquía y el capital extranjero "que reconocía a la primera en el sector productivo y reservaba al segundo el sector de la comercialización" (página 187). A su vez nos explica el afán de diversificación económica de la oligarquía, dirigida hacia otras áreas de producción, hecho que probablemente, nos dice, desemboca en la necesidad de imponer la racionalización agraria, lo influye determinantemente en un aumento de los ingresos de la oligarquía, y que permito proseguir con tal diversificación.

Más adelante nos plantea el panorama general de Latinoamérica generado tras el estallido de la crisis de 1929, en donde nos da a conocer, entre otras cosas, algo muy importante: la fragmentación de la estructura productiva en dos partes (la dominada por el capital extranjero y el controlado por la oligarquía).

Una serie de datos estadísticos de carácter demográficos, como por ejemplo del proceso migratorio y del desarrollo urbano, entre muchos más, son la continuación del análisis del autor.

De esta manera vuelve a retomar el tema de la oligarquía, en función de su "resurgimiento", punto en el que intenta, de cierta manera aclarar el destino, dentro del panorama social post crisis, de la oligarquía, en este sentido desarrolla dos ideas fundamentales: en primer lugar nos indica como la crisis de 1929 se perfila como agente reactivador del potencial económico de esta clase, a la inversa de la clase media, por lo demás la más perjudicada tras la explosión de esta; y en segundo lugar nos muestra como la permanencia de ciertos elementos tradicionales "profundamente arraigados" dentro del sector urbano, como lo fueron el clientelismo o el parasitismo, revelan " que existía una vasto campo en el que podía penetrar y extenderse el poder de la oligarquía" ( página 214).

Luego nos otorga una visión crítica sobre el desarrollo y el papel del proletariado y del subproletariado, y de cómo el primero se gana un lugar dentro de la conformación social, desatando de esta manera un a complejizarían de la sociedad. Además nos describe el proceder de las capas medias dentro de esta realidad.

Finalmente nos da a conocer el proceso de la fallida construcción de un estado democrático, que se explica debido a la nueva conformación de un proyecto oligárquico que fue la estrategia populista, resultó como la "propuesta" vencedora dentro de los márgenes políticos y su lógica influencia tanto económica como social. De esta manera el autor da término a su trabajo con la exposición de ejemplos concretos de países en los cuales se puede observar la anteriormente mencionada fallida construcción de un estado democrático.

Por nuestra parte se nos hace imprescindible agregar que la idea central del texto se concreta en que la oligarquía como vieja clase hegemónica no desaparece, sino que las fuerzas sociales alternativas en las sociedades latinoamericanas siguen subordinadas a esta "clase", la que se reestructura a partir de la configuración de un nuevo proyecto que adquiere características notablemente reaccionarias y represivas, actuando de esta manera como impedimento al desarrollo de un estado democratizador

CAPITULO II

Surgimiento del populismo

1.- Diferentes interpretaciones y diferentes problemas sobre el populismo

1.1. GERMANI Y DI TELLA

Para comenzar con nuestro recorrido bibliográfico no podemos dejar de mencionar las perspectivas funcionalistas de Germani y Di Tella, en las cuales podemos rastrear las primeras reflexiones teóricas acerca del concepto de populismo.

En relación a Germani, podemos dividir su producción académica en dos grandes momentos: el primero, está representado principalmente por su libro "Política y sociedad en una época de transición. De la sociedad tradicional a la sociedad de masas" y, el segundo, por su libro de 1978 "Autoritarismo, fascismo, y populismo nacional".

En el primer momento, para Germani, el populismo cumplió la función de posibilitar el paso que normalmente debía tener lugar desde una sociedad tradicional a una sociedad moderna y desarrollada. De esta manera, el populismo fue considerado como la respuesta a cambios estructurales en condiciones históricas determinadas. Dichos cambios hacen referencia al proceso de rápida industrialización que había producido un trasplante de grandes masas rurales, sin experiencia política ni sindical a las ciudades. Este proceso había colocado a las masas en una situación de "disponibilidad". La rápida industrialización, junto con la urbanización y la masiva migración interna favorecieron la temprana intervención de las masas en la política, excediendo los canales institucionales vigentes.

Como los partidos existentes no podían ofrecer posibilidades adecuadas de expresión a estas masas, se originó una verdadera situación de anomia para estos grupos cuya "disponibilidad" dio origen a movimientos nuevos. De esta manera, para Germani, a través de los "movimientos nacional populares" se verificó un tipo particular de movilización y de integración de las masas populares en la esfera política. Cómo señala De Ipola (1989), esta movilización y esta integración emplearon canales sui generis, ya que, como se mencionó, ni los sindicatos, ni los partidos políticos ni las instituciones sociales y político-estatales estaban en condiciones de asegurarlas. Este tipo de integración política de las masas populares a la sociedad industrial constituyó para Germani un problema ya que dañaba la organización política y los derechos básicos que constituyen los pilares insustituibles de toda democracia genuina.

A su vez, otra característica de estos "movimientos nacional populares" era la subordinación de las masas al poder manipulatorio del líder carismático a cambio de importantes retribuciones en lo que hace a la adquisición de un principio de identidad y de una efectiva participación en la escena política. En este sentido, Germani (1962) rechazó la interpretación economicista que consiste en creer que el pueblo "vendió" su libertad por un "plato de lentejas". En otras palabras, si bien consideró que el líder hizo demagogia, entendió que "la parte efectiva de dicha demagogia no fueron las ventajas materiales sino el haber dado al pueblo la experiencia (ficticia o real) de que había logrado ciertos derechos y que los estaba ejerciendo" (Germani, 1962: 244).

Para Germani, la movilización de las clases populares en el caso argentino, además de haber asumido formas anómalas, tuvo lugar bajo el signo del totalitarismo entendiendo por tal un tipo de sistema político autoritario y hostil a la democracia representativa de estilo occidental. La diferencia entre la democracia y las formas totalitarias, reside en el hecho de que mientras la primera intenta fundarse sobre una participación genuina, el totalitarismo utiliza un ersatz de participación, es decir crea la ilusión en las masas de que ahora son ellas el elemento decisivo, el sujeto activo, en la dirección de la cosa pública (Germani, 1962: 239). Cabe aclarar, sin embargo, que Germani no puso en pie de igualdad el fenómeno del peronismo y los movimientos fascistas europeos, sino que se encargó de marcar sus diferencias.

Por último, Germani concluyó su argumento abriendo un debate que fue muy enriquecedor y ampliamente retomado por los sucesivos autores que reflexionaron sobre el populismo: la cuestión de la irracionalidad-racionalidad de las masas. El autor, al reflexionar sobre el peronismo, señala que podría objetarse que los mismos logros que obtuvieron las masas bajo el signo del totalitarismo (el haber logrado conciencia de su propio significado como categoría de gran importancia dentro de la vida nacional, y el haber conseguido derechos laborales) podrían haberse alcanzado por otro camino (no por un régimen totalitario, sino por la educación democrática). Aceptando eso, advierte Germani que sí debiera considerarse el camino de la clase obrera como irracional: lo racional hubiera sido el camino democrático, es decir, la adquisición de autoconciencia y el reconocimiento por parte de las demás clases no a través de un régimen totalitario. Pero Germani da otro giro y se pregunta "¿Era posible dicho mecanismo democrático en las condiciones en que se hallaba el país, tras la revolución de 1930? La contestación es claramente negativa. Por ello, si tenemos en cuenta las características subjetivas que presentaban las clases populares, su reciente ingreso a la vida urbana y a las actividades industriales, su escaso o nulo entrenamiento político, su bajo nivel educacional, sus deficientes o inexistentes posibilidades de acción política, debemos concluir que […] no puede considerarse ciega irracionalidad" (Germani, 1962: 251)

En síntesis, si bien vemos que Germani finalizó matizando su argumento al señalar que la actitud de las masas no fue ciega irracionalidad, va a concluir que el hecho de que la integración política de las masas se haya iniciado bajo el signo del totalitarismo en la Argentina representó una tragedia. La tarea pendiente para Germani era lograr esa misma experiencia de participación política y social, pero vinculada a la práctica de la democracia y de la libertad.

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