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Crónicas marcianas de Capilla del Monte (Córdoba, Argentina)



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    Crónicas marcianas de Capilla del Monte – Monografias.com

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    El Cerro Uritorco, Capilla del Monte (Córdoba)

    Custodiado por los supuestos seres extraterrestres que lo merodean

    "Erks, como patrón vibratorio, y a pesar del

    trabajo gestado por la energía a través de

    distintas fuentes, solo es accesible de un modo

    limitado; notoriamente inferior a lo previsto

    para esta etapa de la humanidad".

    Daniel Gabliardo

    La Senda del Peregrino (2015), pág. 11

    "La gente de acá no cree en nada de lo que se habla.

    Yo nunca vi nada. Pero en la agencia

    donde trabajo siempre me aconsejan:

    "Vos decí que creés en todo. Nos conviene. Es negocio".

    Juan (testimonio)

    Taxista de Capilla del Monte, julio 2016

    El canto de una ballena jorobada llegó nítido hasta mis oídos. Era un sonido cansino, prolongado, por momento lúgubre. Casi un grito de auxilio. Creí detectar cierta tristeza en ese bufido, pero yo de ballenas no entiendo nada; por ende, es muy posible que el animal estuviera expresando euforia, alegría, rabia, incluso estar llamado a su pareja para aparearse. De todos modos, que un mamífero de ese tipo cantara a los pies del cerro Uritorco no dejó de llamarme profundamente la atención.

    Recién cuando la puerta de la casa a la que habíamos ido se abrió, entendí todo.

    Desde los parlantes de una vetusta computadora, y siguiendo el compás con imágenes digitalizadas de muchos colores, la pantalla de plasma reveló que estábamos ante una relajante grabación de esos simpáticos animalitos.

    El anfitrión debió detectar sorpresa en mi rostro porque, aún antes de presentarse, me dijo sonriente:

    ?Estos sonidos calman la mente. Nos comunican con el Cosmos. Adelante, pasen. Sean bienvenidos. Los estábamos esperando.

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    Cuando bajamos del taxi a las afueras de Capilla del Monte el sol ya se había puesto. Hacía frío. Mucho frío. Agarrotados por las gruesas camperas que teníamos puestas, nos quedamos un momento admirando el entorno, en tanto el auto retomaba el mismo camino de tierra por el que habíamos llegado. La escasa iluminación de la calle permitió que viéramos el Uritorco claramente perfilado por delante de un manto inmenso de estrellas. Lo teníamos cerca. Su enorme mole parecía querer devorarse todo. Era una noche extraordinaria. Especial para concretar el propósito que nos habíamos fijado con mi esposa: ser testigos de las famosísimas luces que, dicen, sobrevuelan el cerro al compás de ciertos mantras sagrados, proferidos por personas elegidas.

    Fue entonces, y con las ballenas como música de fondo a través de la puerta, que toqué el timbre de la casa en la que nos esperaban.

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    Toda práctica espiritualista tiene un costo. En nuestro caso de doscientos pesos por persona.

    ¡Cuatrocientos mangos para poder ver extraterrestres! Una ganga. ¿Quién podría negarse a semejante oferta? Un encuentro cercano del primer tipo, asegurado por la agencia de turismo que nos lo vendió, bien valía la inversión. Quería saber de qué iba la cosa. Con qué nuevas maravillas nos sorprendería ese semillero de sucesos extraños que es Capilla del Monte. Por eso no dudé en sacar la billetera y desembolsar el monto requerido.

    Acto seguido, el agenciero manipuló su celular y se comunicó con quien iba a canalizar nuestra experiencia.

    ?¿Ariel?… Julio, ¿cómo estás?… ¿Tenés libre esta noche?… Sí… Son dos… ¡Perfecto! Gracias, hermano. Un abrazo. Nos estamos viendo. Que sigas bien.

    Colgó. Completó un ticket y me lo dio en mano diciendo:

    ?Entregale esto cuando lleguen. Los espera a las 20:30 horas. Sean puntuales.

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    La oferta esotérica en las Sierras Chicas (conocidas en ámbitos ocultistas como Sierras de Viarava) es variopinta. Hay para todos lo gustos y para todos los niveles de creyentes. Gratuitas y pagas. Desde conferencias dadas por la Orden Rosa Cruz Om (fundada por el Venerable Maestro Om Yeowams Om, conforme a la Orden de S.D.V.A.L. Melquisedec)[1] que promueve la idea del fin de los tiempos y la construcción de una nueva Arca de Noé; pasando por las instructivas charlas de litoterapeutas que, siguiendo el cartel promocional, buscan "reconocer y conectar con el sensorio de la Tierra, o mundo invisible que nos vincula con su geomancia, para explorar en sus misterios y recibir la herencia de millones de años en su mágica formación y evolución"; hasta talleres de escultura con barro sagrado, terapia del canto y de los vientos, meditaciones y vigilancia ovni en un sitio llamado Puertas del Cielo o las conferencias del consagrado Fabio Zerpa, reeditando antiguas aventuras en busca de alienígenas junto a sus bien titulados amigos de la Nasa y diversas universidades del mundo.

    Pero eso no es todo. También podemos toparnos con abducidos, contactados que relatan sus experiencias dentro de un plato volador y gente que jura haber transitado por las calles de la subterránea ciudad intraterrena de Erks. Claro que si nada de eso le interesa, el viajero (mejor título que el de turista) puede invertir su tiempo en una sesión armonizadora que utiliza cuencos de cristal; limpiar y reprogramar su memoria celular o concurrir a una reunión para meditar en la luz (hoy cara, por cierto) y prepararse para la activación del tercer anillo galáctico interdimencional.

    Nosotros, mi mujer y yo, esa fría noche de julio, no aspiramos a tanto. Sencillamente contratamos los servicios de un Skywatcher, un Vigilante del Cielo, para entender mejor el fenómeno capillense y, de paso cañazo, tener la posibilidad de observar las tan mentadas "Luces del Uritorco".

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    No bien ingresamos en la propiedad advertimos que no estábamos solos. Tres mujeres japonesas (una de ellas de unos siete años de edad) permanecían sentadas en un banco escuchando a las ballenas. Abuela, madre e hija. Muy simpáticas y amables. Nos saludaron como si nos conociéramos de toda la vida.

    Esa noche íbamos a ser sólo cinco los iniciados en los misterios cósmicos. Mil mangos. Nada mal para las tres horitas prometidas. Un buen laburo.

    El lugar de la reunión era un caos de sincretismo religioso. Al fondo de lo que supuse era el living, la escultura en tamaño natural de una virgen vestida de rosa y una larga capa blanca, con unos ojos celestes enormes y bellos, fue lo primero que llamó mi atención.

    ?Es la Virgen de la Salud de Capilla del Monte ?explicó el anfitrión?. Si bien fue bendecida por un cura párroco de aquí, no está reconocida por la Iglesia. Pero eso no importa. Yo sé que algún día se le rendirá culto en toda la región. La imagen la mandé a construir yo mismo y hoy luce en mi hogar, como podrás ver. Es muy milagrosa.

    Debo reconocer que el rostro que tenía era hermoso. Me recordó mucho a la actriz mexicana Verónica Castro en sus buenos tiempos. Sin duda, de todas la vírgenes que había conocido en mi vida era, a no dudarlo, la más linda y hasta podría decir sexy. Pero lo que más me sedujo fue el entorno en el que se encontraba emplazada: un atiborrado espacio en el que se mezclaban mesas repletas de piedras energéticas, envoltorios con yuyos curativos locales, libros de astrología, de Reiki, piramidología, lectura de las manos, esoterismo nacionalista (¡los escritos de Guillermo Alfredo Terrera, que tanto estaba buscando!) y, por supuesto ovnis. Ovnis por doquier.

    La japonesa de mayor edad estaba embelezada.

    ?Yo vi en verano naves ?nos dijo entrecortadamente?. ¡Increíble! Yo estar en Hotel Kutur, de noche, mirando por ventana y… ¡Bum! Una luz en Uritorco. ¡Tembló todo! Como terremoto. ¡Trummmm! Yo decía. "¿cómo nadie darse cuenta?" Era luz roja. Subió ¡fiuuu! para arriba. Fuerte y grande. Eran la una y media de la mañana. ¿A quien iba yo a llamar? ¿Qué hago? ¿Qué hago? Yo decir: llévenme, llévenme.

    Su hija, una argentino-japonesa que permanecía a mi lado, se sonrió sin decir nada, en tanto que la nieta de corta edad buscaba algo en su celular.

    ?Acá está. Tipo 12 ?dijo unos segundos después, exhibiendo la pantallita del teléfono.

    Todos nos asomamos.

    La página Web mostraba una larga tipología de siluetas de naves extraterrestres.

    ?¡Sí, así era! ¡Así era! ?exclamó la señora, sin dejar de gesticular.

    ?Bien entrenada tiene a la nieta, eh… ?agregó mi mujer con una sonrisa de oreja a oreja.

    ?Sí, ella saber mucho. Yo cuento todo a ella ?respondió la nipona con orgullo.

    No tuve tiempo de agregar nada. El anfitrión me ganó de mano y nos invitó a tomar asiento frente a la computadora que permanecía encendida, aunque ya sin la música de las ballenas audible.

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    Capilla del Monte se volvió famosa a mediados de la década de 1980. Nada hacía preveer por entonces que ese aislado pueblito serrano del norte de Córdoba se transformara en lo que es hoy y sus tranquilas calles, transitadas otrora por pocos lugareños y algún que otro burrito, llegaran a albergar a decenas de miles de turistas en busca de experiencias cósmicas y espirituales.

    Pero ocurrió lo insospechado.

    El 9 de enero de 1986, en la ladera un cerro cercano al pueblo, apareció una mancha circular producto de una quemazón. La huella dejada por una nave, se apresuró a confirmar el gobierno municipal en un documento oficial (hoy mítico entre los creyentes), y desde entonces, la famosa Huella del Cerro Pajarillo, se transformó en la convocante de cientos de expertos en ufología, seres interdimensinales, intra y extraterrestres. Con el paso del tiempo, el semillero dio pie a que germinaran otras flores exóticas y así, Capilla del Monte, se convirtió en la nueva Disneylandia de la New Age.

    Juan, un capillense nativo de unos 50 años, taxista y conversador, me comentó algo por demás interesante:

    ?Antes el Uritorco no existía. Ni se lo miraba. Era un cerro más. Todo se concentraba en El Zapato.[2] Allá iba todo el mundo. Los recién casados, la gente toda. Hoy día no hay una sola excursión a ese lugar y antes era una locura de turistas. El tema del ovni en el Pajarillo fue en el "86 pero nadie, por acá, le dio demasiada bola en su momento. La televisión porteña habló del tema, pero el asunto de las energías y demás cosas raras empezó a partir del año 2000. Recién entonces empezó a venir gente a Capilla. A instalarse para vivir. Es que ese año, y los dos que le siguieron, fueron de mucha crisis y los porteños que habían perdido todo allá se vinieron para acá. El tema de la energía y los ovnis se infló y terminó salvando al pueblo.

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    Inflado o no, ahí estábamos siguiendo el tema. Sentados en una banca de madera, mirando una pantalla de 20 pulgadas llena de íconos y sintiendo un poco menos de frió que en el exterior.

    El Vigilante de los Cielos (y todos nosotros) parecía un personaje sacado de un cuadro del siglo XVI: abrigado hasta el cuello dentro de su propia casa. Tal vez la recomendación presidencial, dada hacía pocos días solicitando ahorrar energía, había hecho mella en su conciencia ciudadana. Pero eso no puedo confirmarlo. Decidí no hablar de política en todas las vacaciones.

    ?Lo primero que debemos saber es que los seres humanos somos pluridimensionales ?afirmó con seguridad obispal, en tanto exhibía una sonrisa tan blanca como las de la publicidad?. ¡Ya estamos en el tercer Milenio! ¡No se puede ocultar más esa verdad! Pero hay fuerzas que quieren que eso ocurra. Nos quieren mantener en la ignorancia. Dejar nuestras mentes cerradas. Mantenernos en la oscuridad. Pero el camino del hombre es un camino de luz y nada ni nadie podrá detener el crecimiento espiritual de esta Era de Acuario. Los hermanos de arriba, los jerarcas de la ciudad intraterrena de Erks nos ayudan es en ese camino. Sólo hay que saber abrir los corazones y seguir el sendero. Miren, por ejemplo, cuado yo vine de España y me instalé acá, en Capilla, la gente del pueblo tenía un pacto de silencio. Nadie hablaba de las cosas que hoy se hablan. Esos temas eran secretos. Algo tabú. Vedado. Por eso, cuando empecé a dar charlas vinieron a apretarme. Pero me les paré de frente y dije: "¡Yo No me callo nada! ¡Estamos en el Tercer Milenio, que carajo!"

    Supongo que debió haber sido convincente porque no refirió ninguna intimidación posterior. De seguro sus casi dos metros de altura debieron haber influido bastante. Lo cierto es que con esa introducción heroica nos sometió en una larga charla en la que pretendió, sustentándose en fotografías sacadas por él mismo, convencernos de la existencia objetiva de seres espaciales y de naves extraterrestres sobrevolando e influenciando en todo el planeta. En especial en el cerro Uritorco; ahí, a pocos metros de donde estábamos.

    ?Todas estas fotos son pruebas irrefutables de la presencia de los Hermanos Superiores. Las he tomado a lo largo de los últimos años y no sólo eso. También tengo imágenes de seres de luz, de la gente de Erks que viene a nosotros para ayudar y activar los distintos chakras que tenemos en el cuerpo. Porque ellos están permanentemente vigilándonos, protegiendo el planeta.

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    El enfriamiento iba en aumento.

    Las japonesas, cubiertas casi hasta la cabeza con una enorme frazada, habían sido mucho más precavidas que nosotros.

    Miré hacia un costado y vi cómo Verónica tiritaba con diplomacia. Casi ni se notaba que estaba congelándose. Y en tanto el Skywatcher seguía dándole al ratón de la computadora, pasando una foto tras otra, los minutos corrían y corrían cada vez a menor velocidad.

    A fuer de ser sincero, nada de lo que nos mostraba me pareció extraordinario. Muchas eran tomas fuera de foco, reflejos del flash sobre las motas de polvo en suspensión (orbs) o meros puntos luminosos en un fondo negro que podían ser cualquier cosa. Sólo una imaginación desbocada o una conciencia acrítica sobre el fenómeno estudiado podía hacernos pensar que eso eran naves de otros planetas.

    ?Hace poco vinieron justamente del Japón a investigar el tema ?dijo sin sacar la vista del plasma?. Es que allá se interesan mucho por lo que ocurre en la región. Más que la gente de acá. Además, como ustedes deben saber, la NASA estuvo realizando estudios en la zona y concluyó que las energías son algo real. Pero nada de eso sale en los diarios. Miren, estas son las imágenes de la televisión japonesa.

    Activó un video de YouTube.

    No podía creer lo que veía y confieso que contuve la risa para no pasar por maleducado. El tipo me caía simpático. Lo que no significa que compartiera las bizarrías de las que hablaba.

    La mencionada producción nipona era un programa de entretenimientos con un estilo colorinche y barroco. Por un momento me recordó la estética pop de la serie Batman de 1966. Pero allí no apareció el Encapotado Justiciero ni el Joven Maravilla, ni siquiera el Guasón o pérfido Acertijo. No. Nada de eso. Lo que teníamos ante nuestra azorada mirada era una japonesa que hablaba sin parar, con unas gruesísimas cejas pintadas de negro, vestida de marinerita y trasladándose por la calle techada de Capilla del Monte entrevistando a ocasionales transeúntes (que se veían tan sorprendidos como nosotros en ese momento). Además, como si todo eso fuera poco, en el estudio televisivo había un panel de comentaristas, rodeados por una tribuna llena de gente que reía constantemente y que parecían discutir a los gritos la nota grabada en Sudamérica. Todo en un tono por demás jocoso. Una especie de Chiche Gelblung a la asiática.

    ?Me han dicho que esa chica ?dijo el anfitrión señalando a la reportera de cejas gruesas? es una periodista muy prestigiosa por allá

    La abuela nipona, asintió desde debajo de la frazada.

    ?Sí, sí… Muy buena y simpática. Muy seria y preparada.

    La escena no podía ser más bizarra.

    Pero ya habíamos experimentado algo parecido hacía poco más de un año en la cumbre de un cerro cercano, al que un armonizador de almas nos había llevado para revelarnos que nuestro origen estaba en la estrella Sirio y que todos, en el fondo, éramos extraterrestres que desde lo alto elegíamos a nuestras familias antes de encarnar en este planeta.

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    Si las fotos fueron decepcionantes, los videos lo fueron mucho más.

    Nada había en esa filmaciones que pudiera certificar, sin dudas razonables, que esas luces y formas neblinosas en movimiento fueran aparatos tripulados por alienígenas y mucho menos (como sostienen algunos, influenciados por preceptos teosóficos esotéricos) entidades superiores e inteligentes hechas de pura energía. La verdad es que podían ser cualquier cosa. Desde una luciérnaga hasta una nube iluminada por los rayos del sol; un pájaro volando a la distancia o un insecto captado a gran velocidad frente a la lente de la filmadora (sin nombrar cuerpo celestes ingresando en la atmósfera o residuos espaciales).

    ?¡Eso es un bichito de luz! ¿Vieron cómo desapareció? ?exclamó la japonesita de seis o siete años, sin pudor y con absoluta sinceridad, señalando la pantalla.

    El Skywatcher esbozó una sonrisa muy corta.

    ?No, querida, no es un bichito de luz ?respondió mirándola de reojo.

    ?¿Y por qué desapareció de golpe? ?repreguntó la niña, en tanto su madre trataba de callarla.

    ?Lo que sucede ?explicó entonces el especialista? es que las naves extraterrestres tiene un dispositivo que les permite volverse invisible al ojo humano. Nosotros sólo captamos una parte del espectro de luz. Hay ondas lumínicas que nuestros ojos no pueden ver, pero sí las cámaras de fotos y filmadoras.

    La abuela asintió enérgicamente.

    Entonces, apuntalado por la oriental, el dueño de casa dio un paso aún más arriesgado. Cliqueó otra carpeta y empezó a mostrarnos fotografías en las aparecían distintas personas en actitudes diversas (caminando, sonriendo a la cámara, paradas, sentadas sobre rocas), todas ellas rodeadas de luces globulares, rayos lumínicos y supuestas siluetas de seres energéticos. Me quedé boquiabierto. Yo mismo había sacado fotos de ese tipo en innumerables ocasiones y sabía que no había nada paranormal en todas ellas. Eran meros reflejos producidos por el flash de la maquina y rebotes de luz en objetos metálicos. Ningún juez, con esas pruebas, habría sentenciado lo que el ufólogo defendía a rajatabla.

    Pero no estábamos en un juicio. Habíamos pagado para ir ahí. Para ver y creer sin cuestionar. En el fondo, todo aquello era un acto de fe. Y nadie va a misa para retrucarle al sacerdote la existencia de Adán, Eva o el Espíritu Santo, en plena ceremonia religiosa.

    Decidí mantener un respetuoso silencio. Jugaba de visitante. Por su parte, mi esposa me apretaba con disimulo la rodilla de una pierna y conocía bien esa señal. Callate, no digas nada.

    ?La evidencia recabada en estos últimos años, gracias a la tecnología que existe hoy día y que está al alcance de cualquiera, es irrefutable ?sostuvo el Vigilante?. Es imposible negar la existencia de estos seres y sus naves. Al principio, el material recavado fue pequeño, pero a medida que me fui conectando con los Vigilantes del Cielo de México y el equipo de Jaime Maussan, con el cual participo, pude incorporar mucha experiencia y aumenté en casi un 70 % la captación de ovnis, naves madres, objetos de luz y esferas de monitoreo. Además, como ya les dije, está probado de que existen naves que no se ven a simple vista, pero que están ahí, vigilando. Claro que nada de estas cosas aparecen en los libros de historia. Se las oculta a la gente del común, que tampoco están preparadas para recibir semejante revelación. Vean por ejemplo estas fotos. Son maravillosas.

    Lo primero que impactó mis pupilas fueron personas sonriendo en un predio con árboles y un gran círculo en el piso hecho con piedras. Era de noche y una media docena de orbs, es decir, círculos lumínicos producto del efecto retrorreflector del flash, perfectamente redondos y reflejando partículas de polvo, polen o gotitas de agua en suspensión, decoraban el ambiente, mezclándose con los evidentes turistas de la foto. Nadie era conciente de lo que sucedía. Ellos no podían verlos, lógicamente.

    ?Estas fotos fueron tomadas en La Posta del Silencio ?explicó el Vigilante?, a pocos kilómetros de aquí. Es un lugar especialmente energético. Allí se encontró un cementerio que pertenecía a los indios comechingones. Según Don Jaime, propietario del lugar (que recibió hace años el mandato para instalarse en el sitio) en ese predio los aborígenes aprendían a conectarse con la naturaleza y con los habitantes de la ciudad intreterrena de Erks. Las piedras son enormemente energéticas. Tienen un gran poder. Además, ahí esta emplazada la tumba de una princesa. ?Hizo una pausa y prosiguió: ?Las luces redondas que pueden observar flotando son, justamente, seres de energía que, tras una cuidadosa selección previa, han elegido a personas especiales para ayudarlas a activar su fuerza interior. Vean esa foto. Miren esa chica con una de esas entidades sobre la cabeza. Le están activando el chakra más importante que tenemos en cuerpo. Curándola. Volviéndola una mejor persona. Por otro lado tenemos también esas esferas de monitoreo que se ven ahí…

    ?¿Qué son? ?pregunté anonadado por el speach que estaba oyendo.

    ?Las esferas de monitoreo son tecnología superior. Desconocida por el hombre pero muy común en Erks. Son como cámaras a control remoto, inmateriales, con las cuales nos vigilan y protegen, conociéndonos y ayudándonos en la evolución espiritual.

    Me quedé patitieso. No podía creer lo que escuchaba.

    ?Yo leer mucho de Erks ?intervino la abuela japonesa, dejando colar su voz a través de la frazada.

    ?Y yo he oído el ruido de los portales al abrirse, en el Valle de Luna, cuando las naves y seres de luz salen de ella. ¡Es increíble! ?acotó el anfitrión.

    Y sí, era verdaderamente increíble.

    Pero contuve mi sorpresa, que para entonces empezaba a confundirse con una tremenda bronca.

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    Hacia las once de la noche, y después de casi dos horas de perorata frente a la computadora, el Skywatcher nos invitó a todos a salir al patio trasero de su casa.

    ?Vamos a abrigarnos, lo que podamos, y como acá ya hemos hablado más o menos sobre el tema, ahora hay que tratar no solamente ver sino también percibir. Por ahí puede venir una imagen. Ellos se pueden comunicar de muchas maneras con nosotros: imágenes, sonidos, simbolismos… En una de esas, si Dios quiere, nos envían un poco de energía para el despertar de la conciencia, del tercer ojo y del séptimo chakra. Aunque también ellos se interesan mucho por el corazón porque… ¿viste lo que hay ahí de importante?

    El frió era tremendo, pero tenía muchas ganar de fumar y me adelanté al grupo. La oscuridad era casi absoluta. Sólo la luz mortecina de la farola de la calle permitía que se distinguiera algo. De todos modos fue cuestión de unos minutos para que la vista se adaptara a esas condiciones.

    Bajé por una escalera, giré a la izquierda y me dirigí al gran parque.

    Para mi sorpresa ahí también había, diagramado en el piso con piedras y cantos rodados, un gran círculo que tenía en el centro mismo un pilar lítico de pequeñas dimensiones. Un mandala.

    Decenas de perros ladraban a la distancia (Capilla está llena de perros vagabundos).

    El resto del grupo me alcanzó.

    ?Todos adentro del círculo ?ordenó con amabilidad el dueño de casa, abrigado como un esquimal?. Vamos a reducir todo a unos quince minutos. Hace mucho frío, pero no nos vamos a morir.

    Nos dispuso dentro del predio. Estábamos duros. Tiritábamos. Las japonesas invitaron a Vero a meterse debajo de la frazada. La escena era tan cómica que no puedo contener la carcajada. La niñita señaló al Uritorco y reclamó la atención con un "Miren, miren…". El Vigilante observó el cielo unos segundos.

    ?No es nada. Sólo una estrella. Si titila es una estrella. De todos modos le diré algo: nada es lo que parece. Yo me he cansado, por experiencia, de confundirme muchas veces al decir "es una estrella" y resultó ser un ovni. Pero miren, allá, esa nubes son raras. Tienen forma como de…

    ?… abanico ?terminó la frase la mujer mayor.

    ?¡Ah, estos japoneses! ?rió el anfitrión?. ¡Todo lo asocian con abanicos!

    Tras unas cortas risas entramos en silencio. En tanto mis dientes castañeaban por la baja temperatura. Hacía años que no me ocurría eso.

    Entonces, se inició la ceremonia.

    ?Vamos a hacer unos mantras ?dijo el Vigilante?, así empezamos vibrar. Iniciamos por un mantra muy antiguo: "AUM". Que sería así: "Aaaaaaaaaa-uuuuuu-mmmmmm"…

    Lo repetimos cuatro veces.

    ?Ahora vamos a equilibrar los siete chakras. Empezamos por el chakra base, de la zona del coxis. Mantra: LAM. "Lllllllllllll-aaaaaaaa-mmmmmmmmmmm"…

    Seguidamente pasamos al chakra de la zona sexual (BAM); al del plexo solar (RAM); al del corazón (YAM); al de la garganta y laringe (JAM), al de la altura del entrecejo (SAM) y finalmente el último mantra, el más famoso de todos: OM. "Ooooooooooo-mmmmmmmmmmm"…

    Como escéptico que soy, confieso que me sentí algo raro profiriendo esos sonidos en la oscuridad y con varios grados bajo cero de sensación térmica (aunque no tanto como cuando fui invitado por cazafantasmas a comunicarme con espíritus en un hotel abandonado).

    Terminado el OM, el Skywatcher se quedó en silencio. Aclaró su garganta. Puso sus dos manos en cuenco mirando hacia el cielo y nos dijo:

    ?Ahora voy a saludar a los Hermanos del Cielo. Humanan casini ?repitió dos veces en un idioma que dicen corresponde al Irdín, un lenguaje cósmico que hablan los seres de Erks?. Vamos a pedir a los Hermanos mucha luz, más allá de la presencia que, esa parte, la manejan ellos. Por eso pediremos que baje un rayo de luz, amarillo-dorado, hacia nosotros. Hasta este lugar. Hasta este mandala, para que cada uno de nosotros reciba lo que deba recibir multidimencionalmente. A nivel físico: curaciones. A nivel energético: armonía. A nivel emocional: equilibrio. A nivel mental: equilibrio entre los dos hemisferios. Y a partir de ahí, de todos los niveles superiores de conciencia. Todos estos trabajos los pedimos en el nombre de las energías crísticas cósmicas, divina y perfectas. Que las energías cósmicas ingresen en nosotros desde la ciudad intraterrena de Erks. Les pedimos a los Hermanos Witaicón, Saruma, Guatuma, Mikiuma, Maiuma. A los seres crísticos, a los sacerdotes del Templo de la Esfera, a los Hermanos de las Naves del Rey, les pedimos la armonía con la ciudad intraterrena, con los espejos y nos irradien luz, luz, luz… Amor, sabiduría y conciencia.

    Respiró hondo unos minutos en absoluto silencio. Los perros seguían ladrando como telón de fondo. La Biblia y el calefón.

    ?Taquiuma, Maiuma, Witaicón… ?repitió antes de ponerse a cantar?. ¡Sama-aaaaa-na! ¡Sama-a-na! ¡Sama-aaaaa-na! ¡Padre el universo cósmico! ¡Padre el universo cósmico, vengo hacia a ti! ¡Iamanai-manam, iamanai-manam!¡He escuchado tu llamado!… ¡Mi sacerdote mayor! ¡Mis hermanos en silencio! ¡Entonando esta oración! Uru-uru, uru-uru…

    Y así prosiguió entonando frases extrañas hasta que se aclaró la garganta una vez más, dando por terminada la ceremonia. Inmediatamente después nos dio una clase de respiración para que nos lleváramos a casa. La Puerta al Infinito, dijo.

    En tanto los perros seguían haciendo bulla.

    Para mí alguna hembra debería estar en celo.

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    Cuando nos subimos al taxi que nos llevaría al centro de Capilla, el Vigilante se me acercó a ofrecerme unas sesiones de armonización, Reiki y medicina china. Le dije que lo pensaría y le agradecí todo lo hecho.

    Recién cuando el auto arrancó la miré a Verónica con el entrecejo fruncido.

    ?¿Qué te pareció? ?le pregunté

    ?Por doscientos pesos, un afano.

    ?Pero el cielo se veía lindo, ¿no?

    ?Sí, pero ni un solo plato volador.

    ?¿Esperabas verlos?

    ?No. ¿Y vos?

    ?¡Me extraña araña que siendo mosca no me conozcas!

    Aquella noche, cuando nos metimos en la cama, tenía muchas preguntas rondándome la cabeza.

    Muchas dudas y los pies congelados.

    Capilla del Monte/ Buenos Aires

    Julio de 2016

    APÉNDICE CON FOTOS

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    El famoso Cerro Uritorco

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    Souvenirs puesto a la venta en la base del Cerro Uritorco

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    Efectos de luz tomados como manifestaciones de los habitantes
    de Erks

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    Círculo de piedra (mandala) donde se intentó comunicación con los Maestros de Erks

    Foto de la derecha: orbs producidos por el flash de la máquina

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    Plato volador en la Plaza San Martín

     

     

     

    Autor:

    Fernando Jorge Soto Roland*

     

    [1] V?ase: Orden Rosa cruz Om. Disponible en Web: http://www.elrosacruz.com/yeowamsom.htm

    [2] Formaci?n l?tica con forma de calzado que se levanta a unas quince cuadras del centro de Capilla del Monte y que hiciera famosa a la ciudad mucho antes de que el Uritorco se convirtiera en el centro de atenci?n local.

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