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El feminismo en España 1860-1931. Perspectivas historiográficas sobre su desarrollo




Enviado por Luis A. Reyes




    El feminismo en España 1860-1931 – Monografias.com

     

    Al estudiar una parte de la historiografía española contemporánea acerca de la trayectoria histórica del feminismo español durante el siglo XIX y principios del XX, encontramos que los trabajos realizados en los años setentas y ochentas señalan unas características particulares del movimiento feminista español. Entre estas características sobresale el que el movimiento feminista organizado apareciese en España en las primeras décadas del siglo XX y no anteriormente como en otros países europeos.

    Para algunos historiadores, este surgimiento del feminismo organizado en España, a partir de la Primera Guerra Mundial, marca el "comienzo" real del feminismo español. Para muchos otros, este proceso solo marca el comienzo del "feminismo organizado", ya que consideran que el feminismo español se manifestó desde el último tercio del siglo XIX. Ante estas dos perspectivas es necesario considerar que al hacer un análisis sobre el feminismo español decimonónico se debe tener en mente las particularidades del proceso histórico-cultural español del siglo XIX. Por lo tanto, es importante comprender que el surgimiento del feminismo español estuvo inmerso en las corrientes ideológicas y en el discurso cultural de la España de ese periodo.

    Es por esa razón que no se deben descartar las manifestaciones del feminismo español del siglo XIX, ni considerarlas como "inferiores" al compararlas con las de otros países de Europa. Por el contrario, es preferible concentrarse en comprender las particulares características del feminismo español, apartándose cuanto sea posible de caer en una interpretación "negativa" sobre su desarrollo. Para ello se deben analizar los diversos factores sociales, económicos y culturales que promovieron el desarrollo de un movimiento de lucha por los derechos de la mujer en España. Además, se debe considerar la relación de dicho movimiento con el proyecto liberal español del siglo XIX.

    El surgimiento del feminismo español a mediados del siglo XIX estuvo influenciado por varios de los factores que afectaron las condiciones de vida de las mujeres en esa época. Entre estos factores se destacan un mayor acceso al mundo del trabajo asalariado y profesional, el desarrollo de una educación más completa, y el desarrollo de una prensa femenina. Dichos factores permitieron que en España surgiesen núcleos feministas a lo largo del siglo XIX, que eventualmente se consolidaron en un movimiento organizado. Sin embargo, hay que señalar que en algunos casos, la historiografía sobre el feminismo español hace hincapié en la preeminencia de alguno de dichos factores como el "principal" promotor del feminismo.

    Antes de continuar con el análisis de los factores que propiciaron el surgimiento del feminismo en España, es necesario comentar sobre las condiciones de vida de las mujeres españolas durante gran parte del siglo XIX. En este periodo, la situación de las mujeres estuvo dominada por los patrones culturales y socio-económicos heredados del "antiguo régimen". El discurso social y económico estaba influenciado por la mentalidad de la época y mantenía a la mujer en una posición de inferioridad.

    En el ámbito del trabajo es notable que hasta mediados del siglo XIX, las mujeres trabajadoras asalariadas componían una mínima parte de la población trabajadora femenina. Las mujeres laboraban en condiciones de extrema desigualdad con los hombres. Las diferencias de clase marcaban una división en cuanto al trabajo femenino ya que, el discurso de la burguesía proponía el que la mujer dependiese económicamente del marido. Por ello, el trabajo asalariado era más común entre las clases bajas que entre la burguesía.[1]

    Las condiciones de trabajo asalariado femenino eran adversas. Esto se debía en parte a que el discurso laboral sostenía que la mujer debía recibir un ingreso menor al del hombre. Esta situación también alcanzaba al área de los empleos profesionales, ello porque la Ley de 1847 reguló los sueldos y estipuló que la mujer recibiera casi la tercera parte del sueldo del hombre por las mismas horas de trabajo. Además, en el área de los empleos profesionales, las alternativas de empleo para la mujer resultaban limitantes. Ejemplo de ello lo era el caso de las maestras, que debido a las condiciones de la educación[2]se veían limitadas a enseñar en colegios por su cuenta, materias que se consideraban como "gracias sociales". Resulta curioso que el estatus social de las profesoras era considerado como honrado, pero inferior desde la perspectiva de la élite.

    Sobre el tema de la situación legal de la mujer en el siglo XIX, es importante señalar que el código legal subordinaba la posición de la mujer a la del hombre y discriminaba contra ella. La mayoría de las leyes no protegían a la mujer y le impedían, en muchos casos, el acceso a posiciones de responsabilidad. Aún después de 1860, la legislación liberal sostuvo los usos y costumbres discriminatorios contra la mujer.[3]

    Es importante señalar que la situación legal de la mujer estuvo ampliamente influenciada, tanto por el discurso patriarcal como por el discurso religioso predominante en la sociedad española. El discurso patriarcal y la Iglesia Católica sostenían las costumbres que obligaban a la mujer a la obediencia. En dichas costumbres se utilizaba el matrimonio como base legal para restringir los derechos de la mujer.[4] Los escritos religiosos de la época reforzaban el estereotipo doméstico de la mujer, recalcando el cumplimiento de los derechos del matrimonio como "virtudes femeninas". Sin embargo, la iglesia no estaba imponiendo nuevos patrones sino que reforzaba costumbres tradicionalmente "aceptadas" por la sociedad española.

    Con relación a la educación femenina, es importante señalar que durante gran parte del siglo XIX la educación de las mujeres se concebía como utilitaria para conformar la mujer de acuerdo a su rol social de madre y esposa. De acuerdo con este esquema ideológico, la educación femenina de la España del siglo XIX, al igual que en otros países, estaba encaminada a las labores domésticas y a las gracias sociales.[5] Los cursos ofrecidos en los colegios frecuentados por señoritas mantenían la educación femenina específicamente diferenciada de la de los varones. También, es importante señalar que la iglesia resaltó el carácter religioso en la educación femenina como medio de promover el "discurso tradicional" en la familia.

    Habiendo comentado sobre la situación de la mujer españolas durante la primera mitad del siglo XIX, lo próximo es analizar los factores que promovieron el surgimiento del feminismo en España. Uno de estos lo fue el desarrollo de la educación femenina. Sobre este aspecto en particular hay que señalar que fue a partir de la década del 1860 que las condiciones educativas de las mujeres sufrieron algunas transformaciones importantes. Dichas transformaciones estuvieron estrechamente vinculadas con los cambios en el área del trabajo femenino profesional y con las perspectivas del proyecto liberal español.

    A pesar de que el discurso de la domesticidad excluía a la mujer de la esfera pública y que el trabajo asalariado fuera del hogar era percibido como algo negativo[6]las transformaciones económicas del país y las necesidades laborales surgidas durante la segunda mitad del siglo XIX, modificaron la demanda de mano de obra femenina, exigiendo que fuese más cualificada. Como consecuencia, a partir de 1868 la educación femenina cobra importancia como proyecto de modernización.[7]

    En sus comienzos, el proyecto educativo femenino se "domesticó" por las influencias de los liberales que temían la independencia de las mujeres y solo querían que recibiesen una educación burguesa. Más tarde, luego de la Restauración y a pesar de las perspectivas que existían sobre la educación femenina, se celebraron Congresos Nacionales Pedagógicos entre 1882 y 1892. Dichos congresos promovieron la educación femenina y crearon conciencia de la necesidad de una educación igualitaria.[8] Si bien fue cierto que el proyecto educativo planteado por Fernando de Castro y otros miembros de los Congresos fue ampliamente debatido, su mensaje principal cuestionó el discurso sobre la "inferioridad femenina". En el Congreso de 1892 quedó planteada la importancia de una mayor apertura del campo profesional a las mujeres y de una educación que permitiese el acceso a este.

    No obstante, las posiciones adoptadas por los diversos grupos de educadores y reformadores españoles diferían con relación al grado de educación que se debía implementar.[9] A causa de esta falta de consenso y de la resistencia presentada por algunos sectores, el desarrollo de la educación femenina se dirigió por la vía de lo "posible" dentro de la política pública y el discurso social aceptado. Pese a ello, durante las últimas décadas del siglo XIX, los esfuerzos educativos patrocinados por el Estado y por iniciativas privadas, permitió que las mujeres de clase burguesa lograsen acceso a una educación y a unos empleos aceptados dentro de los parámetros sociales. Esto permitió a las mujeres burguesas unas alternativas de independencia con relación a su posición en la familia y la sociedad.

    Algunos historiadores que no consideran significativas las manifestaciones del feminismo español decimonónico podrían argumentar que el proyecto educativo para la mujer española de finales del siglo XIX no se apartó del discurso burgués. Y que por ello no aportó al surgimiento del feminismo. Sin embargo, si consideramos las particularidades del caso español, encontramos que el progreso educativo alcanzado permitió que la mujer española de clase media ampliara su esfera pública y lograse acceso a posiciones que le permitieran luchar por sus derechos. Esto, manteniendo unas posiciones que se acomodaban a los parámetros del discurso burgués. Fue en este contexto particular que el lograr un mayor acceso a la educación y al trabajo, promovieron el que se desarrollara un público femenino receptivo al pensamiento feminista.

    Si bien es cierto que en el mundo del trabajo femenino el discurso burgués domesticó las profesiones a las que las mujeres españolas tenían acceso, ello no necesariamente implica un fracaso para el feminismo. Al contrario, el trabajo fue un factor determinante para el desarrollo de una conciencia de género en algunos grupos femeninos de la sociedad española. Mujeres que alcanzaron puestos administrativos en instituciones públicas adoptaron un discurso feminista de "reformismo social" acorde con los intereses del Estado liberal pero impulsando los derechos de la mujer.

    No es posible finalizar el análisis del factor del trabajo femenino sin mencionar la importancia de las mujeres obreras en el desarrollo del feminismo español. Las mujeres obreras formaron parte integral del proceso de industrialización de España iniciado a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Sin embargo, como señala Mary Nash, el trabajo femenino no se inició con la industrialización. El proceso de industrialización solo transformó las circunstancias del trabajo femenino, que había existido desde la sociedad pre-industrial.

    Desde finales del siglo XIX, los núcleos del "feminismo obrero" español se incorporaron a la causa socialista y eventualmente adoptaron su discurso. Por ello, las feministas obreras lucharon por la clase obrera en general como medio de para lograr la reivindicación de los derechos de la mujer.[10] La estrategia feminista obrera, de insertarse en en el discurso predominante, fue similar a lo hecho por las feministas burguesas con el discurso liberal. Ello permitió que las mujeres obreras lograsen un espacio y establecer unos organismos y asociaciones que defendiesen sus derechos.

    De acuerdo con Mary Nash, una de las mayores aportaciones de las mujeres españolas lo fue el desarrollo de un movimiento que cambió el modelo de la mujer trabajadora.[11] Las "perspectivas criticas" introducidas por el feminismo obrero de finales del siglo XIX, impulsaron una revaloración de la identidad cultural de las españolas trabajadoras. Gracias a esto, a mi parecer, las mujeres obreras abrieron brecha para el desarrollo del feminismo "socialista" organizado en España en las primeras décadas del siglo XX.

    El surgimiento de una prensa femenina es el último de los factores, pero no el menos importante, que considero promovió el desarrollo del feminismo español decimonónico. En el análisis de la prensa femenina son importantes los trabajos realizados por María Isabel Marrades[12]y Concha Fagoaga[13]los cuales exponen la trayectoria de la prensa femenina española desde una perspectiva historiográfica que destaca la importancia del papel que jugó dicha prensa en el feminismo español.

    El rol de la prensa femenina en el feminismo de España es considerado por Marrades y Fagoaga como "primordial" en el desarrollo de núcleos femini8stas españoles. Sin embargo, a mi parecer, la importancia de la prensa femenina radica en que además de haber sido uno de los medios principales de difusión de los reclamos feministas, dicha prensa estuvo estrechamente vinculada con las asociaciones políticas femeninas. Es por ello que quizás desde cierta perspectiva historiográfica se tiende a considerar a la prensa como la "única y exclusiva" impulsora del feminismo en España, disminuyendo la influencia de otros factores como la educación y el trabajo.

    Sobre el origen y desarrollo de la prensa femenina, cabe señalarse que luego de los avances y retrocesos experimentados por la prensa española durante el primer periodo liberal y el absolutismo, en la primera mitad del siglo XIX[14]es en la década del 1850 que surge una prensa femenina con una conciencia de clase y género. Es en este periodo que aparecen simultáneamente periódicos y revistas que proclaman la reivindicaron de la mujer por medio de los principios socialistas.

    En el otro extremo se encontraban publicaciones de corte burgués que promovían la lucha por los derechos de la mujer desde una perspectiva liberal. Estas publicaciones enfrentaron duras críticas de parte de diferentes grupos del escenario político y de la prensa masculina.[15] Ante las críticas y los obstáculos sociales y culturales, la prensa femenina tuvo que adaptarse al contexto ideológico para poder sobrevivir. Sin embargo, esto no significó que abandonasen sus reclamos sino que modificaron su estrategia discursiva.[16] Los periódicos y revistas femeninas que estaban a la vanguardia abogaban por la educación plena para la mujer y por el acceso al trabajo "fuera de la esfera doméstica", pero desde una postura de no confrontación.[17]

    En el último tercio del siglo XIX surgen revistas feministas en torno a las cuales se forman núcleos feministas. En este período se destacan revistas como La mujer y La voz de la caridad de Concepción Arenal.[18] Estas revistas promovían unos ideales de emancipación femenina de tono moderado que estaban en sintonía con el liberalismo. En la década del 1880, revistas como La ilustración de la mujer, desarrollaron las bases para un movimiento en pro de los derechos de la mujer que buscaba transmitir su mensaje por toda España.[19]

    En el periodo posterior a 1880 las mujeres obreras, ante la escasez de medios para organizarse, generalmente se asociaban con la prensa socialista masculina. Sin embargo, entre los periódicos revolucionarios existieron algunos verdaderamente femeninos.[20] El mensaje emancipador de la prensa obrera femenina era claramente diferente del mensaje burgués pero compartía la estrategia de vincularse a un discurso mayor.

    Para finales del siglo XIX la prensa femenina desarrolló un nuevo discurso feminista que incorporó una conciencia sobre las condiciones políticas y sociales de España. La prensa femenina se hizo más crítica sobre la necesidad de mejorar las condiciones de la esfera pública femenina, en donde se notaba cada día más el conflicto entre la tradición y la necesidad de renovación. Es importante señalar que la prensa femenina de ese periodo dio a conocer nuevas imágenes sobre las mujeres españolas en las que se destacaban sus particulares condiciones de clase.

    Como ya mencioné en una ocasión, la prensa femenina española estuvo estrechamente vinculada a las organizaciones políticas femeninas. Fue en las primeras décadas del siglo XX que algunos de los núcleos feministas surgidos en torno a los periódicos y revistas se transformaron en asociaciones feministas que reclamaron los derechos políticos y educativos para la mujer.[21]

    Entre las asociaciones surgidas se destacó la Asociación Nacional de Mujeres Españolas (ANME), fundada en 1918 por miembros del periódico La voz de la mujer.[22] La ANME buscaba ampliar la esfera pública de las mujeres de clase media y mantenía una postura política de centro-derecha. La ANME estaba a favor del sufragio femenino a pesar de no incluirlo en su programa. Además de la ANME surgieron grupos de diversas tendencias políticas que impulsaron la causa sufragista. Dichos grupos integraban desde mujeres liberales conservadoras hasta mujeres de militancia anarquista.[23]

    El sufragio femenino, que había sido planteado en el parlamento desde 1877, y en reiteradas ocasiones entre 1907 y 1919, no logró aprobarse en dichas ocasiones debido a las condiciones de la política española de la época.[24] A partir del 1920 las organizaciones femeninas comienzan a ejercer presión a favor del voto. Sin embargo, el sufragismo no contaba con mucho apoyo en España, y no fue hasta la Segunda República que se consideró la cuestión del voto femenino.

    La concesión del sufragio a las mujeres españolas confrontó diversos obstáculos de parte del gobierno republicano que reconoció el voto "pasivo" o municipal de la mujer, pero no el "activo" o sufragio universal femenino. El gobierno privó a la mujer de sus derechos políticos por el temor que sentía la izquierda republicana hacia las "supuestas" inclinaciones derechistas de las mujeres. Por otro lado, los partidos políticos radicales y los conservadores apoyaron la concesión del voto por razones de oportunismo político.[25]

    La concesión del voto femenino en 1931 conllevó un costo político para el feminismo español de principios del siglo XX. Los grupos feministas tuvieron que luchar por el voto de la mujer por medio de los partidos políticos tradicionales. Esto significó que el feminismo tuvo que adoptar una actitud de no confrontación y articular un discurso de "feminismo social". Sin embargo, este proceso no puede verse como una "derrota", sino como un cambio de estrategia ante la imposibilidad inmediata de cambiar el discurso tradicional y las estructuras socio-políticas españolas. Las feministas optaron por asumir una postura y un discurso que insertase la lucha por los derechos de la mujer dentro del proyecto liberal español.

    Luego de haber analizado los factores que considero propiciaron el desarrollo del feminismo en España durante el siglo XIX, es necesario comentar sobre los planteamientos expuestos por algunas historiadoras acercas de este proceso histórico. Con respecto al feminismo del siglo XIX, me concentraré en lo planteado por Concha Fagoaga acerca de los orígenes del feminismo. Sobre el feminismo de principios del siglo XX, me concentraré en las perspectivas de Geraldine Scanlon y María Teresa González Calbet[26]acerca del origen del "feminismo organizado".

    Considero acertado el análisis que hace Concha Fagoaga sobre la trayectoria del feminismo en España durante el siglo XIX. Sus planteamientos acerca de la forma en que el mensaje feminista se canalizó a través de la prensa femenina, a pesar de que la conciencia feminista se mantuvo limitada a unos grupos[27]están en mi opinión bien fundamentados. No obstante, como mencioné en una ocasión al destacar el rol de la prensa dentro del feminismo, Fagoaga deja a un lado en su análisis otros factores de importancia para el surgimiento de una conciencia feminista en la España del siglo XIX. Sin embargo, al analizar el feminismo de comienzos del siglo XX, la autora señala la integración de las mujeres de clase media al mundo del trabajo como uno de los factores económicos que contribuyó a la organización de grupos feministas.

    A diferencia de autoras como Geraldine Scanlon y María Teresa González, Fagoaga considera las manifestaciones feministas del siglo XIX como las "precursoras" del feminismo español. Si bien es cierto que la autora señala las razones del por qué los núcleos feministas no se consolidaron en un frente organizado, no por ello rechaza las aportaciones de dichos núcleos a la lucha de algunos grupos de mujeres de la sociedad española.

    En sus respectivos análisis, tanto Geraldine Scanlon como María Teresa González Calbet coinciden en que el retraso en la industrialización de España fue la causa para el atraso en la organización del feminismo. Según Gonzáles y Scanlon, fueron las condiciones económicas generadas por la Primera Guerra Mundial las que aumentaron la incorporación de la mujer al trabajo y por ende la aparición del feminismo organizado.[28] Además,, tanto Scanlon como González Calbet señalan que las tensiones políticas en España no permitieron que se integrasen grupos feministas durante el siglo XIX.[29] Ambos planteamientos se basan en una comparación directa del caso español con países más industrializados como Inglaterra y los Estados Unidos. Esto quizás no toma en consideración las particularidades del proceso español y hasta cierto punto descarta los logros del feminismo español al considerarlos insignificantes en comparación con los de otros países. Lo mismo ocurre con las afirmaciones de Scanlon y González Calbet sobre el "atraso" del feminismo español con respecto al de otros países y su "falta de combatividad".[30]

    Al observar los planteamientos de Scanlon y González Calbet hay que tener claro que sus trabajos se concentran exclusivamente en el análisis de un feminismo "organizado". No obstante, sus análisis no reconocen la existencia de unas manifestaciones feministas en España anteriores al siglo XIX.

    Los estudios sobre el desarrollo del feminismo español no deben
    asumir una perspectiva que descarte las manifestaciones de conciencia feminista
    del siglo XIX por considerarlas "poco exitosas", como lo fue el caso
    de algunos trabajos de las décadas de los 70"s y los 80"s.
    Las interpretaciones sobre la formación del feminismo en España
    deben partir de un análisis que considere las particularidades políticas,
    económicas, sociales y culturales del proceso histórico español
    durante el siglo XIX, incluyendo los diversos factores que influyeron en la
    formación y desarrollo de los núcleos del feminismo. En esa forma
    se puede valorar de manera justa los avances alcanzados por el feminismo español
    del siglo XIX.

    Bibliografía

    Capel Martínez, Rosa María, "La apertura del horizonte cultural femenino: Fernando de Castro y los congresos pedagógicos del siglo XIX", en Mujer y sociedad en España, Madrid, Ministerio de Cultura, Estudios sobre la mujer, 1986.

    Fagoaga, Concha, La voz y el voto de las mujeres. El sufragismo en España 1877-1931, Barcelona, Editorial ICARIA, S.A., 1985.

    Franco Rubio, Gloria, "La contribución de la mujer española a la política contemporánea: de la restauración a la Guerra Civil (1876-1939)", en Mujer y sociedad en España, Madrid, Ministerio de Cultura, Estudios sobre la mujer, 1986.

    González Calbet, María Teresa, "El surgimiento del movimiento feminista, 1900-1930", en El feminismo en España: Dos siglos de historia, Madrid, Editorial Pablo Iglesias, 1988.

    López-Cordón, María Victoria, "La situación de la mujer a finales del Antiguo Régimen (1760-1860)", en Mujer y sociedad en España, Madrid, Ministerio de Cultura, Estudios sobre la mujer, 1986.

    Marrades, María Isabel, "Feminismo, prensa y sociedad en España", Papers, Revista de sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona, Barcelona, Ediciones Península, 1978.

    Nash, Mary, "Identidad cultural de género, discurso de la domesticidad y la definición del trabajo de las mujeres en la España del siglo XIX", en Historia de las mujeres, Madrid, Taurus, 1990, tomo 8.

    Scanlon, Geraldine M., La polémica feminista en la España contemporánea (1868-1974), Madrid, Siglo XXI de España Editores, S.A., 1976.

     

     

    Autor:

    Luis A. Reyes Rodríguez

    Mayo 1999

    [1] Mar?a Victoria Lopez-Cord?n, ?La situaci?n de la mujer a finales del Antiguo R?gimen (1760-1860)?, en Mujer y sociedad en Espa?a, Madrid, Ministerio de Cultura, Estudios sobre la mujer, 1986, pp. 63 y 64. La autora se?ala que mayormente eran las solteras y viudas las que trabajaban, y que en ocasiones las familias depend?an de su salario.

    [2] Lopez-Cord?n, op. cit., pp.75 y 76. Las maestras de escuela eran una minor?a de las mujeres que se dedicaban a la ense?anza. Adem?s, carec?an de asociaciones que las agrupasen.

    [3] Ibid., pp.79-81.

    [4] Ibid., pp.84, 88 y 89. Las leyes promulgadas a lo largo del siglo XIX sosten?an las prerrogativas del marido sobre las libertades y los bienes de la propia esposa.

    [5] Ibid., pp.90 y 95. Se consideraba ?apropiado? que las damas poseyeran ciertos conocimientos pr?cticos y ciertas nociones te?ricas, pero era ?inadecuado? que la mujer se convirtiera en una intelectual.

    [6] Mary Nash, ?Identidad cultural de g?nero, discurso de la domesticidad y la definici?n del trabajo de las mujeres en la Espa?a del siglo XIX?, en Historia de las mujeres, Madrid, Taurus, 1990, tomo 8, pp. 280, 282 y 283. La autora se?ala que la independencia econ?mica de la mujer fue considerada como una amenaza a la jerarqu?a de poder en la familia. Esta visi?n no era exclusiva de la burgues?a, ya que era compartida por la clase obrera.

    [7] Rosa Mar?a Capel Mart?nez, ?La apertura del horizonte cultural femenino: Fernando de Castro y los congresos pedag?gicos del siglo XIX?, pp.115 y 117; Gloria Franco Rubio, ?La contribuci?n de la mujer espa?ola a la pol?tica contempor?nea: de la restauraci?n a la Guerra Civil (1876-1939)?, p. 245, ambas en Mujer y sociedad en Espa?a, Madrid, Ministerio de Cultura, Estudios sobre la mujer, 1986.

    [8] Capel Mart?nez, op. cit., pp. 127, 129, 131 y 145.

    [9] Capel Mart?nez, op. cit., pp. 136, 140 y 142. Se debat?a inclusive sobre cu?les mujeres ser?an elegibles para la educaci?n igualitaria, y el c?mo armonizar los ?roles tradicionales? de la mujer con la esfera profesional.

    [10] Geraldine M. Scanlon, La pol?mica feminista en la Espa?a contempor?nea (1868-1974), Madrid, Siglo XXI de Espa?a Editores, S.A., 1976, pp. 233 y 234.

    [11] Nash, op. cit., p.290.

    [12] Mar?a Isabel Marrades, ?Feminismo, prensa y sociedad en Espa?a?, Papers, Revista de sociolog?a de la Universidad Aut?noma de Barcelona, Barcelona, Ediciones Pen?nsula, 1978.

    [13] Concha Fagoaga, La voz y el voto de las mujeres. El sufragismo en Espa?a 1877-1931, Barcelona, Editorial ICARIA, S.A., 1985.

    [14] Marrades, op. cit., pp. 97, 98 y 100. Durante el periodo absolutista la prensa en general fue suprimida en gran medida. Luego durante la ?poca del romanticismo, los peri?dicos y revistas femeninos sosten?an el discurso de la feminidad burguesa.

    [15] Ibid., pp.105 y 106.

    [16] Idid., p.106. Las escritoras de la prensa femenina eran mujeres de clase alta y no pudieron romper con el discurso dom?stico y religioso de la ?poca.

    [17] Ibid., pp. 107 y 108.

    [18] Fagoaga, op. cit., pp. 36 y 68; Marrades, op. Cit., pp. 110 y 111.

    [19] Marrades, op. cit., p.113.

    [20] Marrades, op.cit., p.118; Fagoaga, op. Cit., pp. 77 y 78; Sacanlon, op. cit., pp. 244 y 246. La prensa anarquista logr? mayor difusi?n que la prensa socialista, sin embargo el discurso anarquista conten?a elementos tradicionales de domesticidad.

    [21] Franco Rubio, op.cit., pp. 245 y 246.

    [22] Fagoaga, op.cit., pp. 123 y 127; Scanlon, op.cit., pp. 203, 204, 206 y 207. El programa de la ANME era uno de reforma social nacionalista que inclu?a medidas a favor de las mujeres de diferentes clases. Sin embargo, su posici?n a favor de las mujeres obreras era de tipo maternalista y no de solidaridad.

    [23] Fagoaga, op.cit., pp. 139, 144 y 155.

    [24] Ibid., pp. 112, 113 y 115. Las mujeres espa?olas no ten?an una amplia participaci?n en los partidos pol?ticos. Resulta curioso que algunos partidos buscaban fortalecer sus bases con la militancia femenina, pero a la misma vez, estos partidos se opon?an al sufragio femenino.

    [25] Franco Rubio, op.cit., p.252. Los radicales apoyaban el derecho femenino al voto pero no consideraban que era el momento oportuno para si otorgaci?n. Los conservadores, que tem?an el avance pol?tico de la izquierda, confiaban en fortalecer su posici?n con los votos de las mujeres una vez se concediese el sufragio.

    [26] Mar?a Teresa Gonz?lez Calbet, ?El surgimiento del movimiento feminista, 1900-1930?, en El feminismo en Espa?a: Dos siglos de historia, Madrid, Editorial Pablo Iglesias, 1988.

    [27] Fagoaga, op. cit., pp.78 y 80.

    [28] Gonz?lez Calbet, op.cit., pp. 51 y 52; Scanlon, op.cit., p. 196.

    [29] Scanlon, op.cit., p. 199; Gonz?lez Calbet, op.cit., pp. 53 y 54.

    [30] Scanlon, op.cit., p. 196; Gonzalez Calbet, op.cit., p. 52.

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