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Riesgo a enfermedades por exposición a vibraciones (página 4)




Enviado por Jorge



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Hay muchos tipos diferentes de movimiento que provocan el síndrome denominado mareo inducido por el movimiento. La mayoría de ellos están relacionados con medios de locomoción— en particular, barcos, aerodeslizadores, aviones, automóviles y trenes, y con menor frecuencia, elefantes y camellos. Las complejas aceleraciones generadas por atracciones mecánicas de feria tales como columpios, tiovivos, montañas rusas, etc., pueden provocar intenso mareo. Además, muchos astronautas/cosmonautas padecen mareo (mareo espacial) cuando efectúan movimientos con la cabeza por primera vez en el entorno, sometido a fuerzas anormales (ingravidez) del vuelo orbital. También producen el síndrome del mareo ciertos estímulos visuales en movimiento, sin ningún movimiento físico del observador; son ejemplos de ello la visualización del mundo visual externo de los simuladores de base fija (mareo en simulador) o la proyección en pantalla gigante de escenas filmadas de un vehículo en movimiento (mareo en Cinerama o en IMAX).

Etiología

La característica esencial de los estímulos que producen mareo inducido por el movimiento es que éstos generan información discordante en los sistemas sensoriales que suministran al cerebro información acerca de la orientación espacial y el movimiento del cuerpo. El aspecto principal de esta discordancia es una desadaptación entre las señales suministradas, principalmente, por los ojos y el oído interno, y las que el sistema nervioso central "espera" recibir y que estén correlacionadas.

Pueden distinguirse varias categorías de desadaptación. La desadaptación más importante es la de las señales procedentes del aparato vestibular (laberinto) del oído interno, en el que los canales semicirculares (los receptores especializados de las aceleraciones angulares) y los otolitos (los receptores especializados de las aceleraciones lineales) no suministran información concordante.

Por ejemplo, cuando se efectúa un movimiento de cabeza en un coche o un avión que está girando, los canales semicirculares y los otolitos son estimulados de manera atípica y suministran información errónea e incompatible, que difiere sustancialmente de la generada por ese mismo movimiento de cabeza en un entorno estable, de gravedad 1-G. De igual modo, las aceleraciones lineales de baja frecuencia (inferior a 0,5 Hz), como las que se producen a bordo e un barco en aguas agitadas o en un avión que atraviesa una turbulencia, generan también señales vestibulares contradictorias y, por lo tanto, son una causa potencial de mareo.

También puede ser un factor contribuyente importante el desacuerdo de la información visual y vestibular. Es más probable que se maree el ocupante de un vehículo en movimiento que no puede ver el exterior que uno que dispone de una buena referencia visual externa. El pasajero que viaja bajo cubierta o en la cabina de un avión percibe el movimiento del vehículo mediante claves vestibulares, pero solo recibe información visual de su movimiento relativo dentro del vehículo.

También la ausencia de una señal "esperada" y concordante en una modalidad sensorial determinada se considera la característica esencial del mareo inducido visualmente, dado que las claves visuales de movimiento no van acompañadas de las señales vestibulares que el individuo "espera" que se produzcan cuando está sometido al movimiento indicado por la presentación visual.

Síntomas

Ante la exposición al movimiento provocador, los signos y síntomas de mareo evolucionan en una secuencia determinada, en la que la escala temporal depende de la intensidad de los estímulos de movimiento y de la susceptibilidad del individuo. Hay, desde luego, considerables diferencias entre unos y otros individuos, no solo de susceptibilidad sino también en el orden de aparición de determinados signos y síntomas, o en la total ausencia de éstos.

Normalmente, el primer síntoma es malestar epigástrico, seguido de náuseas, palidez y transpiración, y suele ir acompañado de una sensación de calor corporal, aumento de la secreción de saliva y eructos (flato). Normalmente estos síntomas evolucionan con relativa lentitud, pero si continúa la exposición al movimiento se produce un rápido deterioro del bienestar y aumenta la intensidad de las náuseas, que finalmente desembocan en vómito o arcadas. El vómito puede proporcionar alivio pero lo más probable es que éste dure poco a menos que cese el movimiento.

El síndrome de mareo tiene también otras características más variables. Un síntoma de temprana aparición puede ser la alteración del ritmo respiratorio, con suspiros y bostezos, y también puede producirse hiperventilación, sobre todo en personas a quienes la causa o consecuencia de su discapacidad les provoca ansiedad. Se comunican casos de dolor de cabeza, tinnitus37 (campanilleo) y vértigo, mientras que la apatía y la depresión son frecuentes en quienes padecen malestar agudo, y pueden ser de tal intensidad que lleguen a descuidarse la seguridad personal y la supervivencia. Tras el cese del movimiento provocador de mareo puede imponerse una sensación de letargo y somnolencia, siendo éstos a veces los únicos síntomas en situaciones en las que la adaptación al movimiento inhabitual se produce sin malestar.

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37 Es el término médico para el hecho de "escuchar" ruidos en los oídos cuando no hay una fuente sonora externa.

Adaptación

Con la exposición continuada o repetida a un determinado movimiento provocador de mareo, la mayoría de los individuos experimentan una reducción de la severidad de los síntomas; normalmente después de tres o cuatro días de exposición continua (por ejemplo a bordo de un barco o en un vehículo espacial) se han adaptado al movimiento y pueden realizar sus tareas habituales sin discapacidad. En relación con el modelo de "discordancia", esta adaptación o habituación representa el establecimiento de una nueva serie de "expectativas" en el sistema nervioso central. Ahora bien, al regresar a un entorno familiar, estas expectativas dejarán de ser adecuadas y puede que se repitan los síntomas de mareo (mareo del desembarque) hasta que se produzca la readaptación.

Los individuos difieren considerablemente en su velocidad de adaptación, en la forma de mantener ésta y en el grado en que pueden generalizar la adaptación protectora de un entorno de movimiento a otro. Lamentablemente, una pequeña proporción de la población (probablemente alrededor del 5 %) no consigue adaptarse o lo hace con tal lentitud que continúa experimentando síntomas durante todo el período de exposición al movimiento provocador de mareo.

Incidencia

La incidencia de mareo en un determinado entorno de movimiento depende de varios factores, en particular

  • 1. las características físicas del movimiento (su intensidad, frecuencia y dirección de actuación)

  • 2. la duración de la exposición;

  • 3. la susceptibilidad intrínseca del individuo;

  • 4. la tarea que se realiza,

  • 5. otros factores ambientales (p. ej., el olor).

No es de extrañar, por lo tanto, que la incidencia de mareo varíe ampliamente entre los diferentes entornos de movimiento.

Por ejemplo: casi todos los ocupantes de lanchas salvavidas en mar agitado vomitan; el 60 % de los alumnos que se preparan para tripular aviones sufren mareo en algún momento durante su entrenamiento, mareo que en el 15 % de los casos es lo bastante intenso para perturbar su proceso de formación; en contraste, menos del 0,5 % de los pasajeros de aviones de transporte civiles resultan afectados, aunque la incidencia es mayor al volar a baja altitud y con turbulencia en aviones pequeños de itinerario pendular.

Estudios de laboratorio y de campo han evidenciado que en el caso del movimiento oscilatorio lineal vertical (o elevación vertical rápida), la oscilación a una frecuencia de aproximadamente 0,2 Hz es la más provocadora de mareo (véase la Figura 6). Con una intensidad de oscilación (aceleración pico) dada, la incidencia de mareo disminuye con gran rapidez al aumentar la frecuencia por encima de 0,2 Hz; el potencial provocador de mareo del movimiento a 1 Hz es menos de la décima parte que a 0,2 Hz. Lo mismo sucede con el movimiento a frecuencias inferiores a 0,2 Hz, aunque la relación entre incidencia y frecuencia no está bien definida debido a la falta de datos experimentales; desde luego, un entorno estable de 1-G y frecuencia cero no provoca mareo.

Las relaciones establecidas entre la incidencia de los síntomas de mareo y la frecuencia, magnitud y duración del movimiento de elevación vertical rápida (eje z ) han conducido al desarrollo de fórmulas sencillas que permiten predecir la incidencia cuando se conocen los parámetros físicos del movimiento.

El concepto, plasmado en la Norma Británica 6841 (BSI 1987b) y en el proyecto de Norma Internacional ISO 2631-1, es que la incidencia de los síntomas es proporcional al Valor de la Dosis de Mareo (MSDVz). El MSDVz (en m/s1.5) se define como sigue: MSDVz = (a2t)½ en donde a es el valor medio cuadrático o valor eficaz (r.m.s.), de la aceleración ponderada en frecuencia (en m/s2) determinada por integración lineal sobre la duración, t (en segundos), de la exposición al movimiento.

Figura 6

  • Incidencia de cinetosis en función de la frecuencia de onda y la aceleración para 2 horas de exposición a movimiento senoidal vertical.

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La ponderación de frecuencia que debe aplicarse a la aceleración del estímulo es un filtro con una frecuencia central y características de atenuación similares a las representadas en la Figura 6. La función de ponderación está definida con exactitud en las normas.

El porcentaje de una población adulta inadaptada (P) con probabilidad de sufrir vómito viene dada por:

P = 1/3MSDVz

El MSDVz puede utilizarse asimismo para predecir el nivel de malestar. En una escala de cuatro puntos, de cero (me siento perfectamente) a tres (me siento fatal) la "clasificación de enfermedad" (I) viene dada por:

I = 0,02MSDVz

Teniendo en cuenta las grandes diferencias entre individuos en cuanto a su susceptibilidad al mareo, la relación entre MSDVz y la producción de vómito en experimentos de laboratorio y en pruebas en el mar (véase la Figura 7) es aceptable.

Hay que señalar que las fórmulas se desarrollaron a partir de datos adquiridos en exposiciones de duración comprendida entre unos 20 minutos y seis horas, habiéndose producido el vómito hasta en el 70 % de individuos(la mayoría sentados) expuestos a movimiento de elevación rápida vertical.

Figura 7

  • Relación entre incidencia de vómito y dosis de estímulo (MSDVz), calculada por el procedimiento descrito en el texto. Datos procedentes de experimentos de laboratorio con oscilación vertical(x §) y pruebas en el mar (+).

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El conocimiento que se posee de la efectividad de la oscilación lineal que actúa en otros ejes corporales y en direcciones distintas de la vertical, es relativo. Hay alguna evidencia, obtenida en experimentos de laboratorio con grupos pequeños de sujetos, de que la oscilación lineal en un plano horizontal provoca más mareo, aproximadamente el doble, que la oscilación vertical de igual intensidad y frecuencia en sujetos sentados, pero menos, en la misma proporción, cuando el sujeto está en posición supina y el estímulo actúa en el eje longitudinal

(z) del cuerpo. Por lo tanto, la aplicación de fórmulas y características de ponderación plasmadas en las normas respecto a la predicción de la incidencia de mareo, deberá realizarse con precaución y teniendo debidamente en cuenta las limitaciones antes señaladas.

La considerable variabilidad entre individuos en cuanto a su respuesta al movimiento provocador, es una característica importante del mareo. Las diferencias de susceptibilidad pueden estar relacionadas, en parte, con factores constitucionales. Los niños de edad muy inferior a unos dos años rara vez resultan afectados, pero con el crecimiento, la susceptibilidad aumenta rápidamente hasta alcanzar un valor máximo entre los cuatro y los diez años. A partir de entonces la susceptibilidad disminuye progresivamente, por lo que los mayores son menos propensos a verse afectados, aunque no son inmunes. Cualquiera que sea el grupo de edad, las mujeres son más sensibles que los hombres; los datos de incidencia sugieren una relación aproximada de 1,7.

Se ha demostrado también que ciertas dimensiones de la personalidad, tales como la neurosis, la introversión y el estilo perceptual están correlacionadas, aunque débilmente, con la susceptibilidad.

El mareo puede ser también una respuesta condicionada y una manifestación de ansiedad fóbica.

Medidas preventivas

Existen procedimientos que reducen al mínimo el estímulo provocador de mareo o aumentan la tolerancia. Pueden prevenir el mareo en una determinada proporción de la población, pero ninguno, exceptuando la retirada del entorno de movimiento, es eficaz al 100

%. Al diseñar un vehículo, es beneficioso tener en cuenta los factores que elevan la frecuencia y reducen la magnitud de las oscilaciones (véase la Figura 6) que experimentan los ocupantes durante el funcionamiento normal. La provisión de apoyo para la cabeza y sujeción corporal para minimizar los movimientos de cabeza innecesarios es ventajosa, y se ve reforzada si el ocupante puede adoptar una posición reclinada o de supinación. El mareo es menos intenso si el ocupante puede ver el horizonte; para quienes carecen de una referencia visual externa, cerrar los ojos reduce la discordancia visual/vestibular.

También ayuda concentrarse en una tarea, especialmente el control del vehículo.

Aunque estas medidas pueden aportar ventajas inmediatas, a la larga lo más beneficioso es desarrollar una adaptación protectora. Se consigue mediante una exposición continuada y repetida al entorno de movimiento, aunque puede facilitarse con ejercicios en tierra, en los que los estímulos provocadores de mareo se generan realizando movimientos con la cabeza mientras se gira en una mesa rotativa (tratamiento de desensibilización).

Hay varios fármacos que aumentan la tolerancia, aunque todos tienen efectos secundarios (en particular, sedación), por lo que no deben usarse cuando se ha de controlar un vehículo o es indispensable actuar con un rendimiento óptimo. Para una profilaxis a corto plazo (menos de cuatro horas), se recomienda de 0,3 a 0,6 mg de bromhidrato de hioscina (escopolamina); los antihistamínicos, clorhidrato de prometacina (25 mg), clorhidrato de meclocina (50 mg), dimenhidrinato (50 mg) y cinaricina (30 mg) tienen una acción más duradera. La combinación de hioscina o prometacina con 25 mg de sulfato de efedrina aumenta el poder profiláctico al tiempo que reduce algo los efectos secundarios. Se puede conseguir un efecto profiláctico de hasta 48 horas utilizando un parche de escopolamina, que permite absorber lentamente el fármaco a través de la piel a una velocidad controlada. No se consiguen concentraciones efectivas del fármaco en el organismo hasta después de seis a ocho horas de la aplicación del parche, por lo que es preciso prever por anticipado la necesidad de este tipo de tratamiento.

Tratamiento

A quienes padezcan de mareo crónico con vómitos debe colocárseles, a ser posible, en una posición en que el estímulo de movimiento se reduzca al mínimo, y administrárseles un fármaco contra el mareo, preferiblemente prometacina inyectada. En caso de vómitos prolongados y repetidos, puede ser necesaria la reposición de líquido y electrolitos por vía intravenosa.

Luque, Jorge.

Referencias

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Autor:

Luque, Jorge.

 

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