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La evaluación educativa en México



    La evaluación
    educativa representa una de las áreas más complejas
    en el campo de la acción docente. Sustenta que el
    propósito fundamental de la educación es
    verificar en qué medida los objetivos se
    han alcanzado. A partir de la evaluación, es posible
    estudiar el proceso
    enseñanzaaprendizaje; por
    ello, abordar la problemática de la evaluación, es
    encarar las fallas fundamentales de un sistema
    educativo.

    En México,
    los resultados escolares del año 2000 difundidos por el
    Programa
    Internacional para la Evaluación del Estudiante (PISA),
    dirigido por la
    Organización para la Cooperación y Desarrollo
    Económicos (OCDE), revelan las graves carencias que
    presentan los estudiantes en todos los niveles
    educativos.

    Precisar con exactitud cuáles son las causas que
    han motivado el bajo nivel de aprendizaje del
    alumnado en México,
    pareciera ser empresa sencilla;
    sin embargo, dado que no existe en el país una cultura de
    evaluación, aquéllas que se han realizado hasta la
    fecha, están lejos de reflejar la situación real
    que prevalece en las aulas. Por consiguiente y dada su
    importancia, este es el tema que hoy nos ocupa.

    El término evaluación se relaciona
    usualmente a la idea de medición; sin embargo, medir significa
    determinar la extensión y/o cuantificación de una
    cosa, en tanto que la evaluación implica valorar la
    información, a través de la
    emisión de un juicio.

    En el ámbito educativo la operación de
    evaluar consiste en estimar su valor no
    material; evaluar hace referencia a cualquier proceso por
    medio del que alguna o varias características de un grupo de
    alumnos, profesores, materiales,
    programas u
    objetivos
    educativos, reciben la atención de quien evalúa, analizando
    y valorando sus características y condiciones en función de
    criterios o puntos de referencia para emitir un juicio relevante
    para la educación.

    La evaluación deberá servir entonces, para
    reorientar y planificar la práctica educativa. Conocer lo
    que ocurre en el aula a partir de los procesos
    pedagógicos empleados y su incidencia en el aprendizaje
    del alumno, reorientando cuantas veces fuere necesario los
    procesos
    durante su desarrollo, es
    una de las funciones
    más importantes de la evaluación.

    Por lo general, en el ámbito educativo se ha
    confundido siempre el evaluar con el medir; comprobar el
    rendimiento o cualidades de un alumno a través del uso de
    métodos
    específicamente cuantitativos, es una práctica
    común en la actualidad; sin embargo, la evaluación
    va más allá de las teorías
    y prácticas de medición psicológica utilizadas
    desde los años 60, las cuales daban respuesta a la
    realización de exámenes demandados por el sistema
    (Shmieder,1966; Stocker, 1964; Titone, 1966).

    Cuando se evalúa a un sujeto, es imposible
    prescindir de observaciones y valoraciones subjetivas; evaluar
    cualitativamente en todas sus dimensiones a cada uno de los
    componentes del sistema educativo
    es interesarse por comprender la conducta humana
    desde el marco de referencia de quien actúa; es
    fundamentarse en una realidad dinámica y cambiante como la naturaleza misma
    del hombre.

    Ahora bien, una de las concepciones más amplias y
    generalizadas que versan sobre el concepto de
    evaluación es aquella que entiende el proceso como una
    actividad que ejercen los profesores sobre sus alumnos. Para
    todos es conocido que para los docentes, evaluar es una actividad
    contemplada como obligación institucional y se abocan a su
    práctica porque tienen que informar ya que "no les queda
    más remedio"; para otros en cambio es
    aceptada con cierta complacencia dado que es una medida que les
    permite ejercer presión
    sobre los alumnos y mantener el orden en el aula. Pocos son en
    realidad los docentes que utilizan los resultados de las
    evaluaciones para mejorar su actuación frente al grupo. Por su
    parte, el alumno rechaza todo tipo de evaluación, ya que
    su práctica le resulta odiosa y frustrante, provocando que
    estudie solamente con la finalidad de aprobar el
    examen.

    Al respecto cabe señalar que existen numerosas
    investigaciones sobre la evaluación del
    alumno, en contraste con la escasez de estudios sobre otros
    elementos que intervienen en la enseñanza tales como la evaluación
    de los docentes, los materiales,
    los programas y las
    organizaciones
    escolares por nombrar unos cuantos. Una investigación sobre el rendimiento de los
    alumnos, arrojará datos muy
    valiosos pero radicalmente diferentes a los que aportaría
    otra investigación relativa a los conocimientos
    y métodos
    empleados por los profesores. De ahí la importancia de
    evaluar todos y cada uno de los componentes del sistema
    escolar.

    A pesar de la utilidad de la
    evaluación, hasta hoy resulta complicado organizar
    procesos evaluativos, dadas las trabas y los bloqueos impuestos a estas
    investigaciones, ya que los responsables de las
    instituciones
    o programas, saben que en ocasiones los datos son
    utilizados como elementos de poder
    político; en otros casos, cuando los resultados son
    desfavorables, simplemente no se difunden; asimismo, cuando
    existe viabilidad para la acción, sucede que quienes
    realizan estos procesos no están calificados para ello
    dada la falta de profesionalización docente para la
    evaluación y aplicación de instrumentos adecuados,
    así como a la ausencia de objetividad en cuanto a los
    aspectos que deben ser evaluados. En consecuencia, no hay avance
    y el panorama educativo permanece estático.

    En orden de implementar acciones
    sustantivas en favor de la educación,
    será necesario conocer la problemática actual de la
    evaluación y subsanar sus errores recurrentes, entre los
    que se contemplan algunos de los siguientes:

    1. En las escuelas se mide, no se evalúa; se toma
      como parámetro una escala
      numérica para cuantificar alguna potencialidad del
      alumno, pero no resulta relevante la solución de
      problemas,
      la creatividad,
      el autodescubrimiento, los valores
      adquiridos, las actitudes y
      el desarrollo de hábitos, cuando en realidad todos estos
      aspectos deben ser tomados en cuenta.
    2. Solo se evalúa al alumno, quien se somete a
      exámenes calendarizados que evalúan conocimientos
      aprendidos, más no aprehendidos. A los resultados
      se les sitúa normalmente en una escala
      numérica o alfabética, otorgando una
      calificación que ha pasado por alto las capacidades
      individuales de los sujetos, el esfuerzo realizado o el
      contexto en el que se desarrolla el alumno.
    3. Se evalúan resultados (en realidad se
      califican), sin tener en cuenta si el instrumento de
      evaluación fue el adecuado o si el aplicador (profesor)
      supo transmitir correctamente las indicaciones; o bien, si el
      criterio utilizado para evaluar fue acertado. Asimismo se toma
      en cuenta que el alumno alcance la nota aprobatoria, sin
      considerar como lo logre (el acordeón en todas sus
      modalidades y la copia son las "técnicas" más utilizadas en estos
      casos); tampoco importan los medios
      empleados (tener presentes a los profesionistas inmorales que
      ponen precio a la
      calificación aprobatoria).
    4. Se evalúan solo los conocimientos observables
      y comprobables (aunque se hayan aprendido de memoria o se
      haya comprado un examen), cuando lo sustantivo es el desarrollo
      de competencias
      cognoscitivas, la adquisición de hábitos,
      actitudes,
      destrezas y valores,
      puesto que la fortaleza tanto de un individuo como de un
      país descansa precisamente en estos puntos.
    5. Se evalúa competitivamente puesto que los
      parámetros se encuentran comprendidos entre quien sabe
      más y quien sabe menos; quien corre más y quien
      corre menos; quien gana o quien pierde, sin tomar en cuenta que
      nada resulta tan dañino para el alumno, que la
      comparación constante. Evidenciar carencias frente a los
      compañeros de grupo, va en detrimento de la percepción de las posibilidades propias
      de pensamiento
      y acción, propiciando atribuciones de incompetencia. Es
      por ello que al evaluar se debe cualificar el grado de
      avance de cada niño, comparado con su propia
      condición anterior y no con relación a los
      demás compañeros de grupo, hecho que sucede
      frecuentemente en la escuela.

    Sobre este punto señala Santos Guerra: "una
    de las ventajas que encierra el enfoque cualitativo es el de
    afinar la sensibilidad del evaluador ante los procesos, dado que
    el auténtico significado del proceso educativo reside en
    el análisis de todos los elementos que lo
    conforman".

    En consecuencia, una de las medidas claves para el
    mejoramiento de la calidad en la
    educación,
    es reconsiderar los procesos de evaluación educativa a
    partir de la creación de instrumentos de evaluación
    pertinentes y su aplicación sistemática. Esta
    inquietud se ve plasmada en el Programa de
    Desarrollo Educativo 2001-2006 al señalar que la Política de
    Evaluación y Seguimiento, tendrá como objetivo
    principal evaluar y dar seguimiento al avance del aprovechamiento
    de los alumnos y a los factores que influyen en sus resultados,
    con el propósito de fundamentar el diseño
    de políticas
    y la toma de
    decisiones dirigidas al mejoramiento de la calidad y la
    equidad de la educación básica.

    Entre las líneas de acción propuestas se
    contempla, en primer término, apoyar el establecimiento y
    la difusión del ejercicio sistemático de la
    evaluación escolar, como instrumento de diagnóstico y reorientación de las
    prácticas educativas en el aula y en la escuela.

    Asimismo se reconoce que es necesario contar con
    evaluaciones confiables como principal fuente de información para conocer los avances y
    limitaciones del sistema educativo en su totalidad y poder actuar
    en favor de una educación de calidad. Por consiguiente, el
    jueves 8 de agosto de 2002, se puso en marcha el Acuerdo Social
    por la Calidad de la Educación, cuyo primer punto
    estratégico se aboca a la Creación del Instituto
    Nacional de Evaluación Educativa, como un organismo
    autónomo del gobierno federal,
    el cual establecerá estándares internacionales para
    evaluar todo el sistema educativo nacional, aunque cabe aclarar
    que las metodologías tendrán que ajustarse a la
    cultura y
    necesidades de la población.

    De esta forma, la Revolución
    Educativa
    propone una revisión amplia e integral de
    los objetivos, procesos, instrumentos, estructura y
    organización de la educación en
    México, iniciando con la generación de espacios de
    reflexión y análisis derivados de evaluaciones
    transparentes y confiables, que permitan hacer de la
    Educación el Gran Proyecto
    Nacional
    que se contempla.

    FUENTE BIBLIOGRÁFICA:

    GIMENO, Sacristán José y Pérez
    Gómez Ángel. (1996 ). Comprender y transformar la
    enseñanza. 5° Ed. Morata: España.

    Ibidem.

    CAMACHO, Verónica. (2001). Personalidades juzgan
    el nuevo Instituto de Evaluación. En Revista:
    Educación 2001. Dic. 2001. Instituto Mexicano de
    Investigaciones Educativas, S. C. México.

    LOZA, Jorge. (2000). Notas sobre la educación
    continua, abierta y a distancia. Universidad
    Autónoma del Estado de
    México.

    SEP. (2001). Programa de Desarrollo Educativo 2001-2006.
    SEP: México.

    EL FINANCIERO; diario. (2002). Evaluación mensual
    al sistema educativo. México. 09/08/02.

     

     

     

     

     

    Autor:

    María de Lourdes Sánchez
    Franyuti

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