La palabra "analogía" proviene de la palabra
griega a n a l o g i a compuesta de la partícula a n a =
reiteración – comparación; y de la palabra l o g i
a = logos, palabra, razón. De esta manera
"analogía" significa comparación o relación
entre varias razones o conceptos.
Los latinos, a su vez, tradujeron la palabra analogía
por proportio = proporción. Santo Tomás escribe al
respecto: "La proporcionalidad no es otra cosa que la igualdad de
proporciones, o sea, que esto respecto de esto tiene una
proporción igual a la de aquello respecto de aquello; la
proporción por su parte no es otra cosa que la
relación de una cantidad a otra ( In V Ethic., lect. 5. N.
939).
En el sentido usual, común, la palabra analogía
equivale a semejanza. Pero la semejanza entraña no solo la
relación de conveniencia entre las cosas que se dicen
semejantes sino también disparidad o diferencia, es decir,
se le llama semejante porque además de tener algo en
común tienen algo en que difieren. Y esto es propio de la
analogía: las cosas análogas coinciden en parte y
en parte discrepan (cf. Seminario de
Santo Tomás, apuntes de clase).
Semejanza es diferente de identidad e
igualdad. En este sentido Santo Tomás aclara que "Lo
idéntico es lo uno en la sustancia, la igualdad, lo uno en
la cantidad y lo semejante lo uno en la cualidad" (In IV Met,.
Lect. 2, n 561) de esta manera la unidad entraña semejanza
pero no igualdad, por lo que la analogía es aquel tipo de
predicación (predicado) en la que un nombre común
se toma según significaciones semejantes, es decir, en
parte iguales y en parte diferentes ocupando un lugar intermedio
entre la univocidad y la equivocidad.
Decimos que es la parte intermedia porque conviene con la
univocidad en la unidad del nombre y en la semejanza de las
significaciones ligadas a dicho nombre; pero difiere en cuanto no
se trata de una semejanza perfecta (igualdad), sino de una
semejanza imperfecta (desigual). Mientras que conviene con la
equivocidad en la unidad del nombre y en las desemejanza de las
significaciones ligadas a él; pero a su vez difiere a
razón de tratarse de una desemejanza parcial, no
total.
Por lo dicho anteriormente la analogía se centra en la
significación de los nombres. Esta significación se
puede tomar de dos maneras: en sentido real y en sentido
lógico. La significación real apunta a la cosa por
el acto de existir dotada de realidad, es una esencia o una forma
que existe en la realidad representada por un concepto formal –
todo lo que es -. Mientras que el aspecto lógico apunta a
la representación que logramos formarnos de la cosa;
partiendo de que es real, pero subjetivo; y como
representación es algo ideal o lógico pero como
objeto del sujeto que la piensa y le otorga ciertas propiedades
como la abstracción la universalidad, etc.
De esta manera nos enfrentamos a las clases de analogía
que se dan a partir de la significación. En primer lugar
se encuentra la analogía de atribución dada
entre dos términos comparados entre sí, una forma
con otra. Pero puede ser que la forma significada se encuentre
solamente en uno de los sujetos a los que se aplica el nombre, y
que se llama primer analogado y a los otros que tienen cierta
relación con éste se les llame analogados
secundarios. Estos últimos establecen su relación
con orden de prioridad y posterioridad.
Un ejemplo, la palabra "militar" se aplica propiamente a las
personas que son entrenadas para la guerra o
situaciones de conflicto;
pero también es aplicada a los uniformes, armas, edificios,
etc. sin que estas cosas posean el oficio por si mismas, pero se
relacionan con las personas que las poseen. Este tipo de
analogía es llamado de atribución
extrínseca. Santo Tomás la denomina "según
la intención y no según el ser" (Cf. Garcia
López Jesús, Estudios de Metafísica
Tomista, p. 50)
Pero también puede suceder que la forma significada
pueda aplicarse a todos los sujetos partiendo de uno que es el
principal. Por ejemplo, el bien se aplica principalmente
al fin, que es el bien por excelencia y al que las personas
tienden, pero este se aplica secundariamente a los medios que
llevan a su realización puesto que se apetecen en orden al
fin. Esta analogía es llamada de atribución
intrínseca. Santo Tomás la llama "según la
intención y según el ser" (Ibídem).
En un segundo lugar se encuentra la analogía de
proporcionalidad que puede ser de dos modos: la
proporcionalidad propia y la metafórica. La
proporcionalidad propia es la semejanza de dos o más
relaciones o proporciones; por ejemplo, cuando la relación
de conocimiento
que hay entre los sentidos y
los objetos sensibles es semejante a la que hay entre el
entendimiento y los objetos inteligibles; y en ambos casos el
nombre de "conocimiento" puede ser aplicado. Santo Tomás
dice:
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