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SIGNIFICADO Y PRÁCTICA DE AUTOCUIDADO EN LAS PERSONAS ADULTAS MAYORES DEL CANTÓN BARVA DE HEREDIA, COSTA RICA




Enviado por norlausa



    1. Resumen
    2. Aproximación
      teórico-práctico
    3. Estrategia
      metodológica
    4. Análisis de los
      hallazgos
    5. Conclusiones
    6. Referencias
      bibliográficas

    RESUMEN

    La investigación "Significado y
    Práctica del Autocuidado en Personas Adultas Mayores", se
    originó en el reconocimiento de que la potencialidad de la
    autonomía y autoresponsabilidad es indispensable para
    tener vida digna, plena y saludable. En este sentido, el
    autocuidado va a permitir alcanzar mejor calidad de
    vida. El enfoque utilizado fue cualitativo, método
    fenomenológico; y como teoría
    de análisis el interaccionismo
    simbólico. El estudio se realizó en Barva –
    Heredia, Costa Rica
    durante los meses de marzo – agosto 1999. Los participantes en el
    estudio fueron cuatro mujeres y cuatro hombres entre 60 a 75
    años. La información se recolectó por medio
    de la observación y entrevista en
    profundidad. El hallazgo principal, fue encontrar que existe
    coherencia entre lo que las personas dicen y lo que hacen en
    cuanto al autocuidado. Las prácticas en la mayoría
    de los participantes, responde a la satisfacción de
    necesidades básicas biopsicosocial, productiva, cultural,
    espiritual y sanitaria. Son escasas las actividades relacionadas
    con la dimensión ecológica y recreativa. Cabe
    resaltar que un resultado no planificado ha sido la
    conformación de una red de apoyo.

    Palabras Claves:

    Autocuidado Integral

    Adulto mayor

    Estilos de Vida Saludable

    Promoción de la Salud

    Significado y práctica de autocuidado.

    ABSTRACT

    The Meant present investigation and autocuidado
    practice", he/she responds to the necessity of deepening in the
    vivencia of the autocuidado like a process of the lifestyles in
    the person, and to the necessity of taking into account the
    reality characteristic of people mature adults to understand the
    autocuidado meaning so much in itself, as well as the experience
    of these people. The methodological approach has been from the
    qualitative focus and guided by the method fenomenológico.
    And I eat analysis theory I used the symbolic interaccionismo.
    The methodological strategy allowed me to involve bigger 8 mature
    people (four women and four men of the canton of Barva of
    Heredia). to pick up the information I carried out observation
    and he/she interviews to individual depth in its homes and at the
    end for suggestions of them and them a meeting grupal with the
    purpose of to exchange some experiences to each other and to be
    formed a support net. Among the significant discoveries of this
    investigation they are the following ones: first that is
    necessary to locate the meaning and the actions that the grown-up
    carries out in his daily life to understand the autocuidado
    vivencia.

    1. El alargamiento de la vida de las personas es un
      fenómeno que se viene evidenciando en la población mundial debido entre otras
      cosas a la transición de las tasas de natalidad y
      mortalidad muy elevadas a unas tasas de natalidad y
      mortalidad bajas, junto con el descenso de la fecundidad e
      incremento de la expectativa de vida convirtiéndose en
      la causa universal del envejecimiento de la población. En Latinoamérica las proyecciones
      poblacionales señalan que en 1990 se incrementa en
      3,7% las personas con edades de 65 a más años y
      11,7% para 2030 (Anzola, 1995 y Girón 1997). En Costa
      Rica según CELADE (1997), se estima que la
      población mayor de 60 años en el 2025
      aumentará de 6% a 14%, siendo éste un proceso de
      envejecimiento poblacional paulatino pero sostenido, Barva de
      Heredia no es un Cantón ajeno a está
      problemática.

      Este proceso de
      transición demográfica de una sociedad
      juvenil a una sociedad
      más madura, se está produciendo en los
      países en desarrollo
      con mucha más celeridad que en los desarrollados
      (United Nations, 1999). Lo cual afecta a la sociedad en
      general y a las personas en particular. Las repercusiones
      sociales son numerosas, y entre ellas figuran las que afectan
      a las pautas de producción, consumo,
      ahorro e
      inversión, a las condiciones del
      mercado
      laboral y a
      la productividad, a los tipos de servicios
      necesarios y a los patrones del gasto
      público.

      Por ello, si bien es cierto, se ha conseguido
      actualmente vivir más años lo importante no es
      la cantidad sino la calidad, esto
      presenta desafíos para los trabajadores de la salud, quienes deben
      orientar su quehacer no sólo por alargar la vida sino
      de dotarla de la más alta calidad
      posible y, esto dependerá del conocimiento y actitudes
      que se tenga respecto a las necesidades y problemática
      que enfrenta el adulto mayor. Desde el entendimiento de que
      el envejecimiento es un proceso de vida del ser humano
      así como, las modificaciones que ocurren en el nivel
      biológico, psicológico y social, que implican
      cambios celulares, tisulares, orgánicos y funcionales,
      ya que, es una programación genética, influenciada tanto por
      factores ambientales como por la capacidad de
      adaptación del individuo (Girón, 1997 y
      Gonzáles, 1994).

      Envejecer es un proceso secuencial, acumulativo e
      irreversible que deteriora al organismo humano
      progresivamente mermando su capacidad para enfrentar las
      circunstancias y condiciones del entorno. El enfrentamiento
      que plantean las disfuncionalidades y enfermedades
      en la vida de las personas adultas mayores, las hace que
      adquieran algunos conocimientos, habilidades y
      prácticas básicas de autocuidado. Dichas
      experiencias en muchos de ellos favorecen una atención integral, que atienda sus
      necesidades fisiológicas, emocionales, sociales,
      espirituales, ecológicas, productivas, culturales,
      recreativas y sanitarias, debido a que son un grupo
      funcional y socialmente vulnerables (Jiménez,
      1998).

      En este sentido, la salud para la
      mayoría de las personas mayores se constituye en una
      de las principales preocupaciones de su vida, por lo que la
      enfermedad puede ser una obsesión constante dado que
      la probabilidad
      de sufrir una enfermedad durante la vejez se
      incrementa. Según la OPS (1994), más del 80% de
      los adultos mayores padece enfermedades
      crónicas y acude constantemente a los servicios
      de salud recibiendo en promedio al año, entre 10 a 12
      atenciones. Asimismo, entre el 5% y el 7% de las personas de
      esta edad que viven en sus hogares necesitan algún
      tipo de ayuda en las actividades de la vida diaria, (Lacayo,
      1996 y Martínez, 1998). Esta situación
      haría pensar que harán falta más hogares
      de ancianos y más camas hospitalarias para atenderlos
      lo cual generará una alta inversión económica tanto para
      la familia
      como para el Estado.
      Sin embargo, Anzola, (1995) en el ámbito mundial y
      Martínez (1998) en el ámbito de Costa Rica,
      refieren que sólo el 10% de los adultos mayores se
      encuentran institucionalizados y 5% de la población
      vive sola. Por tanto, si se aplican medidas oportunas de
      autocuidado como de promoción, prevención y
      tratamiento de las discapacidades vinculadas con el proceso
      del envejecimiento, ayudará a disminuir el costo de
      la atención de este grupo
      (Lacayo, 1996).

      En Costa Rica el autocuidado no ha tomado aún
      la importancia que requiere; es muy poco lo que se ha
      estudiado sobre ello y lo que existe está relacionado
      con un enfoque biomédico, enfatizando en los problemas
      de salud. No se involucra a la persona
      adulta mayor como actor competente que tiene la capacidad de
      tomar decisiones, controlar su propia vida y asegurarse la
      posibilidad de gozar de un buen estado de
      salud. En la práctica la mayoría de las
      instituciones que trabajan con la persona
      adulta mayor no cuentan con programas
      integrales, se desarrollan actividades
      fragmentadas generalmente orientadas a los aspectos:
      recreativos, espirituales, de socialización con personas de su misma
      edad y charlas que ayuden a la autoestima. Asimismo, cuentan con escaso
      personal
      capacitado para brindar educación a la persona adulta mayor
      sobre como ejercer su autocuidado integral.

      De allí, la necesidad e importancia de
      considerar la nueva concepción de la salud, la cual
      plantea la multifactorialidad de los elementos que la
      determinan y la complejidad del proceso del envejecimiento en
      las personas adultas mayores sanas o enfermas. Esto requiere
      que tanto en el ámbito familiar, comunitario e
      institucional, la práctica de un enfoque integral
      exige que la atención que se brinde a este grupo
      etáreo se realice utilizando criterios de coherencia y
      continuidad. Esto evidencia que es de vital importancia la
      participación de la familia o de
      las redes de
      apoyo para ayudarle a restaurar, solucionar y encauzar sus
      dificultades de salud y promover el bienestar entre él
      y su entorno (Gutiérrez, 1995). La capacidad de
      iniciar y sostener esfuerzos en este campo está en
      relación con el tipo de autocuidado que se necesita,
      con las condiciones externas y con los factores internos que
      afectan la posibilidad de actuar autónomamente. Por
      tanto, si en determinado momento las personas adultas mayores
      no son capaces, por sí solos, de cambiar las
      prácticas viejas o añadir nuevas, es necesario
      un reaprendizaje.

      Según la Carta de
      Ottawa (1986) la OPS define la salud como fuente de riqueza
      de la vida cotidiana, de tal forma que se constituye en el
      mejor recurso para el progreso personal,
      económico y social; y se considera una de las
      dimensiones fundamentales del ser humano. Hasta hace poco, el
      cuidado de la salud de las personas adultas mayores estaba
      relacionado con la satisfacción de sus necesidades
      fisiológicas y el mantenimiento de su salud física. Esta
      apreciación ve a la persona adulta mayor como
      sinónimo de enfermedad y discapacidad. Bajo esta visión, se
      contempla la salud y su cuidado como una virtud y propiedad
      de la juventud,
      de productividad, de belleza, de automatización y de vitalidad. En
      consecuencia, las personas adultas mayores son vistas como
      improductivas, incapaces, propensas a perder facultades
      fisiológicas, físicas, sociales,
      psicológicas e intelectuales. Por lo tanto la
      práctica del cuidado se limitaba a la
      realización de las más elementales tareas de
      higiene
      (Gutiérrez, 1990 y Otiniano, 1994).

      Los aspectos mencionados contribuyen actualmente a
      la revalorización de la persona adulta mayor, quien
      debe jugar un papel
      más activo en su cuidado entendiéndose
      éste como integral, es decir, debe verse como un ser
      holístico en sus dimensiones: biológica,
      psicológica, social, cultural, ecológica,
      productiva, recreacional, sanitaria y espiritual.
      Concibiéndose el autocuidado en la persona adulta
      mayor como el medio que le permitirá desarrollar al
      máximo su potencial personal y perfeccionar o
      transformar sus actitudes
      indispensables para la vida (Gutiérrez,
      1995).

      Como señala Coppard (1990), las personas
      adultas mayores que se autocuidan, tienen la posibilidad de
      atenuar los factores adversos en las áreas que
      producen experiencias negativas afectando su calidad de
      vida. Con el autocuidado se puede mejorar las
      posibilidades de que se adapten e integren a su entorno
      social, se autorealicen, mantengan sus talentos, metas,
      esperanzas, sabiduría y creatividad. Dado que una persona adulta
      mayor, que se autocuida, como un ser integral, que conoce
      sobre la salud, bienestar y desarrollo, dichos conocimientos los aplica en
      todas aquellas acciones y
      decisiones que realiza para autocuidarse.

      Practicar el autocuidado incrementa la opción
      de ejercer mejor control
      sobre su propia salud y entorno enriqueciendo su vida con un
      mejor bienestar. Sin soslayar que el estado
      de bienestar dependerá de la seguridad,
      el amor,
      la pertenencia, la autoestima
      y la autorrealización que pueda alcanzar la persona
      adulta mayor por sí misma. Todo ello le
      permitirá tener la capacidad de pensar por su cuenta,
      expresar sus experiencias, y dirigir sus esfuerzos para
      participar y hacer cosas que son beneficiosas para él
      y para otros.

      En este sentido, Costa Rica tiene las condiciones
      para conocer las necesidades de la población adulta
      mayor, por ser entre otros, geográficamente accesible,
      existir políticas y programas de
      protección y desarrollo dirigidos a esta
      población, lo cual favorece las oportunidades para
      realizar estudios que sirven de base de los conocimientos
      gerontológicos, que permiten diseñar y
      planificar estrategias multidisciplinarias e
      interdisciplinarias para la intervención preventiva y
      la promoción del autocuidado, como
      instrumento eficaz para contribuir con la disminución
      del impacto del proceso del envejecimiento de las personas
      adultas mayores.

    2. APROXIMACIÓN
      TEÓRICO-PRÁCTICO

      Bajo este contexto se desarrolló el presente
      estudio realizado conjuntamente con las personas adultas
      mayores del cantón de Barva – Heredia, en el
      período de marzo – agosto de 1999, el cual tuvo como
      propósito investigar el autocuidado explorando su
      significado y práctica. En la investigación efectuada interesa
      resaltar el autocuidado en las personas adultas mayores como
      medio para lograr independencia, autoestima y control
      sobre su cuerpo, la toma de
      decisiones personales para que continúen
      desarrollando sus propios planes de vida y por ende mejor
      calidad de vida. También se estima importante
      identificar el significado, experiencia de autocuidado en la
      cotidianidad y las implicaciones en su bienestar; para que se
      les motive a ellos, a la
      familia, a la comunidad y
      al personal de salud a mantener estilos de vida saludables
      (alimentación, ejercicio, no
      hábitos nocivos, etc.) y sensibilizarlos para que
      eviten o disminuyan los estilos que son
      perjudiciales.

      De allí que, se tomó en cuenta los
      conocimientos, cultura,
      valores,
      creencias, hábitos y prácticas que caracterizan
      las formas de vida del grupo social al que pertenece la
      persona adulta mayor, ya que, el autocuidado varía de
      acuerdo con esos factores, a su forma individual, con base en
      su experiencia, sus necesidades, su opinión y sus
      recursos,
      respetando creencias, preferencias, particularidades e
      idiosincrasia, sin intentar cambiar, modificar o alterar su
      comportamiento ni su sistema de
      valores;
      siempre y cuando su conducta
      no constituya un riesgo para
      su integridad (Quintero, 1994).

      Por ello, el problema investigativo y la forma en
      que se buscó las respuestas a las interrogantes
      planteadas ubicó el estudio en el enfoque cualitativo
      de investigación, desde el cual se optó por el
      método fenomenológico (se
      estudió los fenómenos tal y como se
      presentaron) y como teoría para el análisis se usó el
      interaccionismo simbólico. Dado que el paradigma
      utilizado busca la comprensión de los hechos,
      así como el significado que el ser humano le asigna a
      sus acciones.
      Se parte de que las personas ven las situaciones tal y como
      las expresan (Smith, 1983). La perspectiva
      espistemológica y ética
      de la investigación llevó hacer uso de la
      investigación como herramienta para conocer la
      realidad del autocuidado de las personas adultas mayores,
      realidad que culturalmente frecuentemente se ignora o
      niega.

      Los participantes fueron ocho personas adultas
      mayores cuatro mujeres y cuatro hombres, entre los 65 y 75
      años de edad, las diferencias más obvia entre
      ellos es el nivel educativo y el estado
      civil. Todos los varones (4) han realizado estudios en el
      sistema
      formal, (2) tienen primaria completa y (2) primaria
      incompleta. En el caso de las mujeres solo (1)
      estudió, pero no término primaria. Es
      importante recordar que este grupo de personas pertenecen a
      un momento histórico donde la
      educación no llegaba a todas las personas. Entre
      las características que comparten
      está el proceder de las áreas de influencia de
      COOPESIBA R. L. de Barva: San José de la
      Montaña, Barva, Santa Lucía, San Pedro, San
      Roque, Buena Vista, Puente Salas y San Pablo. En lo referente
      a la situación familiar tienen hijos, la
      mayoría (7) se relacionan con los hijos y conviven con
      alguno de ellos. Otra característica que comparten es la
      nacionalidad y el credo religioso, ya que todos son
      costarricenses y católicos. Esta situación se
      dio así, pero en ningún momento fue un criterio
      para definir su participación en la
      investigación.

      La participación de los actores involucrados
      en el estudio se realizó considerando cada sector
      sanitario y la ubicación de su domicilio por medio del
      archivo de
      fichas
      familiares y de tamizajes de COOPESIBA. Al plantearles el
      anonimato, solicitaron que se utilizara sus lugares de
      procedencia. Todas las personas participantes viven en su
      entorno social y tienen independencia en actividades de la vida
      diaria. Por otro lado, su desempeño en la vida cotidiana no
      está condicionado a normas y
      reglamentos impuestos,
      sino que su comportamiento es resultado de sus propias
      costumbres o hábitos.

      Los participantes se eligieron por sus cualidades,
      entendidas éstas por las diferencias, las
      características y las especificidades que presentan.
      Se hace referencia a estas características por
      considerarlas que tienen estrecha relación con el
      proceso que se siguió en el presente estudio. Para
      lograr explicar el qué y el por qué se
      requirió una interacción de aprendizaje
      entre la investigadora y las personas sujeto de estudio en la
      investigación y en el contexto cotidiano de
      acción (Smith, 1983).

      El proceso de aprendizaje
      permitió para algunos desaprender lo aprendido para
      dar paso a nuevos aprendizajes, debido a que el modelo
      mental que poseen las personas adultas mayores respecto al
      significado del autocuidado es fundamentalmente fuente de
      conocimiento y de la práctica, pues es
      el significado que dichas personas tienen se ve integrado en
      su práctica cotidiana. De allí que la
      experiencia de autocuidado comprende las dimensiones
      biológica, psicológica, social, espiritual,
      cultural, productiva, recreacional, ecológica y
      sanitaria. Es decir que los cambios del proceso de
      envejecimiento conllevan aprendizajes que tienen que ver con
      la forma en que las personas adultas mayores piensan y
      actúan

      El interés de este tipo de
      investigación se centró en el desarrollo de un
      cuerpo ideográfico de conocimientos. Para ello se
      siguió un modelo de
      estudio de casos, por cuanto se dirigió a la
      comprensión del sujeto en su totalidad como ser humano
      y por que la realidad es compleja y en cada situación
      se entreteje una variedad de condicionantes. Al hacer un
      análisis profundo del caso individual se tomó
      en cuenta la situación y su evolución. Se puso interés en las condiciones de vida del
      sujeto y en el modo en que intenta enfrentar el futuro. Se
      fundamentó en los relatos o discursos
      del sujeto, reacciones y observaciones en el curso de la
      relación que se estableció con las personas
      adultas mayores, con el fin de comprender y explicar sus
      particularidades (Pérez, 1998 y Delgado,
      1998).

      Los instrumentos utilizados fue una guía de
      preguntas generadoras y una para la observación. Las técnicas aplicadas fueron la
      entrevista en profundidad para identificar el significado
      y la observación participante para determinar las
      prácticas de autocuidado. Ambas técnicas, fueron seleccionadas por su
      capacidad en la generación de datos
      descriptivos. Además, porque estás
      técnicas muestran en forma más directa la
      naturaleza de
      la interacción entre el investigador y los sujetos
      participantes, permitiendo evaluar más
      fácilmente el grado en que el fenómeno es
      descrito en términos de la propia perspectiva, del
      investigado. Asimismo, este tipo de técnicas son
      más sensitivas y adaptables a las muchas y diversas
      influencias que mutuamente inciden en los fenómenos
      sociales, así como en los diversos patrones de
      valor que
      pueden presentarse (Pérez, 1998 y Montoya,
      1999).

    3. ESTRATEGIA
      METODOLÓGICA

      Acerca de la noción de autocuidado, se
      aprecia que coexisten diversas concepciones sobre el
      término que se reflejan también en las formas
      en las que se lleva a cabo la práctica. De todas las
      visiones, al menos una puede distinguirse plenamente la
      bio-psico socioeconómica, basada en el abordaje de los
      cuidados como expresión para el disfrute pleno de la
      vida, tarea en la cual cada persona es responsable y debe
      comprometer firmemente sus esfuerzos. De las ocho personas
      participantes, cinco de las ellas (tres mujeres y dos
      hombres) describen y manifiestan su sentir sobre autocuidado
      como una experiencia personal agradable que les permite vivir
      bien y sentirse alegres. Y lo conceptualizan como acciones
      que se tienen que realizar para tener bienestar y salud. Esta
      visión indudablemente se alimenta de las acciones
      cotidianas de la vida humana, de la construcción social, del empoderamiento
      y de la capacidad real de elegir. Las tres personas restantes
      (una mujer y
      dos hombres) lo conceptualizan como actividades que se debe
      realizar para no tener enfermedades, el énfasis es en
      el cuidado del cuerpo.

      La mayoría de las personas adultas mayores
      participantes en el estudio tienen conocimientos sobre el
      autocuidado producto
      de los hábitos aprendidos en la niñez o por
      recomendación profesional. Sólo una de las
      personas manifestó que el mismo adquirió por
      interés personal mayor conocimiento sobre el tema,
      enfatizando que el motivo y la razón por la que
      él realiza su autocuidado, son para sentirse bien el
      mismo y su familia.

      Entre las acciones de autocuidado que manifiestan
      realizar en relación con la dimensión
      biológica, predomina el componentes físico y
      fisiológico, que se dan por medio de la alimentación,
      ejercicio e higiene. En
      la dimensión social sentido de pertenencia a la
      familia, buena interacción familiar y relación
      de afecto. En la dimensión espiritual el componente
      prácticas religiosas y valores humanitarios. Y en la
      dimensión productiva, el componente ocupacional: estar
      ocupado. Refieren que lo hacen porque lo aprendieron en la
      niñez.

      Se puede ver que en la dimensión
      biológica el autocuidado se define como acciones que
      están asociadas generalmente a los cambios (componente
      físico), deterioros o a una disminución en la
      eficiencia
      del funcionamiento orgánico (componente
      fisiológico). De allí que las acciones
      están relacionadas con los aspectos en la
      alimentación, el ejercicio, sueño, la respiración, la circulación
      eliminación y la higiene. Sin embargo, a pesar de
      haber varios cambios que están presentes en toda
      persona y que avanza a ritmos diferentes, estos, dependen de
      los estilos de vida como es del consumo de
      alimentación saludable, plan de
      ejercicios, rutina de evacuación intestinal entre
      otros. (Quintero, 1997). Todos los participantes de la
      investigación concuerdan que el autocuidado que
      realizan es preferentemente en dicha dimensión. Entre
      las acciones que realizan está enfocado en algunos
      aspectos del componente físico específicamente
      cuidarse la piel y el
      peso. En lo fisiológico explícitamente ellos no
      lo especifican pero al referirse al problema de la
      circulación y al funcionamiento del sistema
      digestivo, precisan algunas afirmaciones de cómo
      cuidarse por ejemplo caminar, hacer ejercicios, comer frutas
      y verduras. En algunos estas prácticas se dan como
      producto
      de enfermedad que han presentado.

      En la dimensión psicológica del
      autocuidado se hace referencia a la autonomía,
      autoestima, la
      motivación, así como la sexualidad
      entre otros. Y las acciones están relacionadas a las
      conductas que la persona dice que hace o deja de hacer
      (Bosque 1999). Al respecto las personas participantes en el
      estudio manifiestan haberse entrenado para los cambios de su
      vida y lo que han hecho respecto a sus circunstancias
      desventajosas de una forma positiva. Una de las bases
      teóricas que fundamentan lo anterior es la
      teoría de la continuidad ya que, desde la perspectiva
      de Nieto (1997) durante su vida la persona desarrolla
      aptitudes, valores y costumbres, que en la vejez se
      van ha encontrar vigentes en su cotidianidad. La vejez, como
      cualquier etapa es un tiempo de
      continuo desarrollo y cambios en su vida familiar, en sus
      relaciones, en su vida interior, y no es un período
      estático. Por lo que para mantener el sentido de
      sí misma con orgullo y dignidad a veces es necesario
      tener en cuenta los recuerdos positivos de experiencias
      pasadas, de privilegios o pertenencias que tuvieron, de
      relaciones ya terminadas, estas categorías
      reconceptualizan la importancia de mantener en las personas
      adultas mayores participantes esta dimensión del
      autocuidado y fomentarla en la vida de las personas desde
      edades tempranas.

      En cuanto al área sexual, las personas
      mayores entrevistadas que tienen vivas sus parejas refieren
      llevar una vida sexual satisfactoria y esto lo atribuyen a
      que ahora han comprendido que lo más importante no es
      el sexo sino
      la relación sexual (caricias, diálogo, afecto, etc.) que se mantiene
      con la pareja, pues el tiempo les ha
      permitido conocerse y compartir un poco más como
      pareja.

      Respecto a la dimensión social, las acciones
      que realizan están relacionadas con la familia: el
      sentido de pertenencia y la relación de afecto,
      desempeño de roles y redes de apoyo que les
      permite estar integradas a su familia y a la sociedad (Alba,
      1996). Esto se debe en gran parte a que la familia moderna
      centra la fuerza de
      la integración familiar en la unidad
      afectiva de la pareja marital y resta importancia a las
      relaciones consanguíneas más allá del
      vínculo inmediato de padres e hijos menores; son
      autónomos de la parentela para la toma de
      decisiones y en la crianza y formación de los
      hijos. Por eso, a muchas de las personas mayores les toca
      vivir distanciados al menos relativamente de los hijos e
      hijas casadas, pues generalmente son considerados intrusos
      que pueden inferir y provocar conflictos
      intra e interfamiliares. En estas condiciones, tienen que
      recurrir a parientes cercanos (Tamaez, 1999).

      Las personas participantes en el estudio ponen de
      manifiesto que los factores contextuales vividos como
      patrones de crianza, sus creencias y costumbres, vida
      familiar en el que se desenvolvieron contribuyó a que
      hoy en día tengan un autocuidado psicológico y
      se sientan satisfechas con sus vidas.

      En el caso del Cantón de Barva a pesar de ser
      un ámbito urbano y citadino tiene una marcada
      tendencia a que las personas adultas mayores estén
      insertas en la familia de los hijos e hijas casadas. En las
      familias de las personas adultas mayores participantes en el
      estudio, se pudo apreciar que hay un proceso de encauzamiento
      de interrelaciones intergeneracionales equitativas; donde
      reciben y dan cariño, afecto y ayuda. Las buenas
      relaciones familiares según los participantes se
      caracterizan por tener condiciones que propiciaron la
      consolidación de pertenencia a la familia reforzando
      la capacidad de asumir responsabilidad, de cumplir sus funciones
      esenciales en la sociedad: ayudar, cuidar y
      compartir.

      Al respecto Fuster (1997), refiere que la
      mayoría de las personas adultas mayores mantienen
      contacto frecuente con la familia, de la que recibe ayuda,
      servicio y
      apoyo importante. La afirmación del autor es
      válida para el presente estudio, ya que las personas
      participantes mencionan y se observó que los hijos e
      hijas son fuente de apoyo, de cariño, ayuda
      económica y de salud. Concretamente al reflexionar
      sobre el sentido de pertenencia a la familia, el autocuidado
      da sentido a la vida de las mujeres adultas mayores
      participantes, pero a la vez removió sentimientos de
      afecto, pensamientos sobre dedicación y cuido a los
      hijos. Los nietos contribuyen como un factor protector porque
      con ellos la persona adulta mayor logra satisfacer la
      necesidad de amor,
      estos le proveen una relación emocional estable
      significativa. La mayoría de las personas adultas
      mayores refieren que al no tener cuidado directo de sus
      nietos, les permite establecer una relación más
      estrecha en la que el apoyo, el afecto y el cariño son
      compartidos.

      El cariño, el amor,
      la protección y seguridad
      que brindan los hijos constituyen un factor importante en la
      vida de las personas mayores. Sus vidas en el matrimonio
      adquirieron sentido con la presencia de los hijos, les
      permitió realizarse como mujeres y madres. Las
      personas participantes, en su mayoría, consideran que
      al compartir el bienestar logrado por sus hijos hace que
      ellas se sientan realizadas personalmente.

      En cuanto a las redes de apoyo con que cuentan las
      personas adultas mayores, se observa una estructura
      social caracterizada por la familia, vecinos y el grupo de la
      comunidad.
      Esta les permite satisfacer necesidades en situaciones
      cotidianas y de crisis,
      además, les brinda una mayor oportunidad para
      potenciar, crear y mantener factores que mejoran su calidad
      de vida.

      Con relación a la dimensión productiva
      se aprecia que las acciones brindan una serie de
      satisfacciones muy gratificantes en la vida, permite la
      socialización e imprime sentimiento de
      utilidad. Las
      acciones están en relación con el deseo de
      vincularse, a la experiencia ocupacional y a las
      oportunidades ocupacionales que ayudan a sentirse bien y
      mantener la propia estima (Cabirol, 1997). La actividad
      principal en su vida para las mujeres adultas mayores es y ha
      sido atender a su familia primordialmente. Con la labor
      realizada no esperaron a cambio
      ningún reconocimiento. Su bienestar depende del
      bienestar de los demás a quienes le dedicaron y
      dedican su vida. En cambio la
      mayoría de los varones adultos mayores, su actividad
      primordial ha sido la ocupación laboral que
      han desempeñado, la cual con la jubilación ha
      tenido que ser reemplazada por otras relacionadas con las
      necesidades del hogar. La ocupación en el hombre
      ha sido una responsabilidad laboral vista como
      satisfacción personal y económica. La jornada
      de tiempo dedicada al trabajo ha estado estrechamente
      relacionada con la creencia de que ellos son los
      únicos que deben participar en el mundo
      laboral.

      La experiencia ocupacional tanto para las mujeres y
      los hombres del estudio, les ofrece ventajas y ganancias que
      las personas mayores reconocen y valoran. Manifestan que les
      brinda satisfacción personal y les permite mantenerse
      útiles, activos,
      integrados y sentirse bien. Por otro lado, la
      jubilación es un asunto que las personas mayores
      valoran mucho y es gran importancia porque es considerada
      como una forma de dar solución a situaciones que
      derivan de sus necesidades. El dejar el trabajo
      en el caso de las personas mayores hombres ha sido tedioso e
      insatisfactorio.

      Las personas mayores refieren que en su experiencia
      ocupacional han pospuesto sus intereses y necesidades
      personales, las cuales han tenido que pasar a un segundo
      lugar dentro de las prioridades de su vida. El trabajo
      de ellas y ellos ha beneficiado a la familia, pues en esta
      etapa de la vida contribuyen con el cuidado de los nietos, la
      responsabilidad de los quehaceres del hogar, cuidado de la
      casa entre otros. El sacar tiempo para dedicarse a otras
      actividades que le producen satisfacción ha sido una
      opción de las personas mayores para hacer uso de su
      condición de adultas.

      Respecto al autocuidado como dimensión
      cultural, se aprecia que las personas mayores adoptan
      diferentes conductas según la concepción que
      tienen de las distintas relaciones que mantienen con las
      demás personas y dentro de los grupos en los
      que están inmersos. Estas concepciones prefijadas son
      respuestas de su propio yo, pero también son efecto de
      las representaciones que ellos tienen de sí mismos y
      que valoran en determinado sentido su identidad
      y autoconcepto; las acciones están en relación
      con los hábitos de crianza y los estereotipos
      (McAlister, l998). Pues en muchas sociedades
      consideran a la vejez como una etapa de decadencia física y mental,
      proyectando hacia las personas mayores una imagen de
      discapacidad, inutilidad social, obsolescencia
      y rigidez. Estos estereotipos influyen negativamente en la
      persona.

      Sin embargo, a pesar de haber en la sociedad una
      actitud
      negativa hacia la vejez que traspasa la propia experiencia
      personal, producto de la socialización con respecto al
      proceso humano. En el caso de los participantes esto lo han
      superado debido a su autoestima alta y el rescate de valor como
      personas. Esto pone en evidencia que el envejecimiento es un
      proceso individual de adaptación a condiciones
      cambiantes provenientes del propio organismo, del medio
      social o de ambos. Por ello, cada individuo es el
      artífice de su destino personal, ya que elabora una
      forma peculiar de enfrentar la realidad de su vejez (pensar,
      sentir) y de adaptarse y actuar dentro del marco definido de
      la sociedad (Ponce, 1998).

      En la dimensión recreativa el sacar tiempo
      para dedicarse a otras actividades que le producen
      satisfacción ha sido una opción de las personas
      mayores para hacer uso de su condición de adultas. En
      su mayoría los sujetos participantes en el estudio
      llevan a cabo actividades recreativas dentro del hogar,
      prefieren realizar acciones con la familia por que les trae
      beneficios para desplazar preocupaciones y estrés (Pitkin, 1993).

      En la dimensión espiritual del autocuidado se
      devela los
      valores trascendentales que le permite ejercer con
      plenitud la naturaleza
      humana. Dentro de las acciones se consideran la religión, prácticas religiosas,
      valores humanitarios y sentido de vida y muerte
      (Tarrasco, 1996). Es importante mencionar que las personas
      adultas mayores participantes en el estudio todos profesan la
      religión católica. Las
      prácticas religiosas de la niñez se hace
      latente en las etapas posteriores hasta llegar a la vejez.
      Para Gutiérrez (1995) la necesidad que surge en las
      personas adultas mayores de acercarse a las creencias
      religiosas, están relacionadas con fuerte ansiedades,
      sentimientos de culpa o de temor a la muerte
      que le lleva a un arrepentimiento profundo.

      Para las personas adultas mayores Dios constituye
      amor, les da la fuerza,
      fortaleza y sabiduría, por medio de la oración
      individual, la asistencia a misa y la pertenencia a grupos
      religiosos. Consideran que Dios es lo más importante
      en sus vidas y refieren en su mayoría "con Dios
      todo lo puedo".
      Por la fe en Dios las personas adultas
      mayores han logrado fortalecer aquellos aspectos positivos de
      sus vidas que les permite mantener el equilibrio. La práctica religiosa la
      asumen como responsabilidad social reconfortante que
      cumple dos propósitos al mismo tiempo, la
      participación social y el enriquecimiento espiritual.
      Asimismo, la oración les ofrece paz interior, es una
      forma de estar en contacto consigo mismas y con los
      demás. La línea más espiritual de la
      mayoría de las personas participantes es la del
      servicio a
      los demás, en la que se asume como una vivencia de la
      fe, del amor a
      Dios y al prójimo.

      La vida y la posibilidad de fenecer les motiva
      también para buscar la comunión con un Dios al
      cual hay que dar cuenta de los actos terrenales. Por otro
      lado, para algunas personas adultas mayores participantes es
      más fácil atender la situación general y
      de salud en particular en forma resignada si la explican como
      un mandato divino (Giron, 1999).

      En la dimensión ecológica se incluye
      todos aquellos factores relacionados con la salud que son
      externos al cuerpo
      humano y sobre las cuales se tiene poco control como son
      la pureza del aire, del
      agua, de
      los alimentos, de
      la infraestructura de la casa entre otros; por ello tiene que
      tomar medidas que le brinden seguridad (Palau, 1996). El
      autocuidado en esta dimensión ayuda a crear entornos
      físicos que favorezcan la salud y el bienestar de las
      personas. Las acciones se basan en que cada persona se
      empodere y así pueda velar y responsabilizarse por
      fomentar, mantener ambientes saludables (Dulcey,
      1994).

      En la observación se encontró que
      ninguna de las viviendas de los participantes en el estudio
      tenían las condiciones arquitectónicas para
      disminuir los riesgos a
      caídas, frecuentes en esta etapa de la vida. Respecto
      a la salubridad de las viviendas, en la mayoría de
      ellas son pequeñas y mantienen una buena higiene,
      más no así la iluminación y ventilación de las
      mismas. Todas cuentan con servicios
      básicos.

      Con relación a la dimensión sanitaria,
      existe una concepción de la salud como ausencia de
      enfermedad y aplican todas las medidas sanitarias aprendidas
      a lo largo de su vida que le inculcaron tanto sus padres como
      las experiencias de enfermedad padecidas por familiares y
      amigos, así como las recomendaciones dadas por el
      personal de salud (Febier y Soler, 1996). Las personas
      participantes en el estudio refieren que las instituciones de salud y en especial el
      médico es una fuente importante para obtener información directa para su
      autocuidado. Asimismo, se aprecia que aunque hayan recibido
      mensajes positivos en sus hogares de autocuidado a lo largo
      de su vida, ellas no se han preocupado por buscar
      información y conocer más sobre el autocuidado
      en sí. Algunas se han conformado con lo que les
      orientó el médico.

      También se contempló dentro del
      estudio investigar acerca de sus planes de vida,
      interrogarles sobre lo que piensan acerca de su futuro. La
      mayoría refieren que es algo que no les preocupa,
      otras manifestaron que nunca lo han pensado y otras
      consideran que a esta edad no se debe planificar. En el caso
      de las mujeres adultas mayores, quienes han vivido en
      función de su descendencia y de su
      esposo, visualizan su futuro en función de continuar siendo
      útiles a su familia, cuidando nietos y haciendo
      mandados en la casa. La necesidad de tener más tiempo
      para ellas no se ve reflejado con claridad en dichos planes.
      Para dos de los hombres adultos mayores el tener planes
      futuros implica miedo, angustia de estar solos, no estar
      viviendo con los hijos e hijas, ni con la esposa. Insistiendo
      sobre los intereses y preferencias que desean alcanzar, las
      personas mayores comentaron sobre actividades que les
      gustaría aún lograr en sus vidas como son:
      estudiar, pasear, dedicarse a las obras de apostalado, leer,
      entre otras.

      En la construcción conjunta del sentido,
      interés y motivación para el autocuidado en las
      personas participantes en el estudio, se fomentó
      partiendo de la premisa que cada persona es artífice
      de su autocuidado personal, puesto que cada uno tiene su
      forma peculiar de pensar, sentir y actuar sobre lo que debe
      practicar. Reconociendo que la vivencia previa del
      autocuidado en la familia ha sido un aspecto que ha influido
      en sus prácticas cotidianas. Asimismo, la
      interacción establecida a través del estudio
      por medio del intercambio de información como por la
      receptividad manifestada para llevar una mejor calidad de
      vida, de alguna manera ha empoderado y calado en la mente de
      las personas adultas mayores para emprender acciones en todas
      las dimensiones antes descritas y no sólo en la
      dimensión biológica, enfatizando su
      autodeterminación y autonomía, así como,
      están abiertos a recibir la ayuda necesaria cuando sea
      indispensable para mantener su integridad.

      De la observación participante realizada se
      pudo constatar que practican otros componentes de las
      dimensiones: social, psicológico, religiosa, cultural
      y productiva que ellos no lo reconocen, tal vez por falta de
      conocimiento o de precisión de dichas dimensiones. De
      tal manera que las prácticas de autocuidado en la vida
      cotidiana, en la mayoría de las personas participantes
      en el estudio, responde a la satisfacción de
      necesidades básicas biopsicosociales, productivas,
      culturales, espirituales y sanitarias, pero son escasas las
      actividades relacionadas con la dimensión
      ecológica y recreativa que ellos realizan.

    4. ANÁLISIS
      DE LOS HALLAZGOS

      En cuanto a la relación que existe entre el
      significado y las prácticas del autocuidado, se
      encontró que existe coherencia entre lo que las
      personas dicen y lo que hacen. Sin embargo, se observó
      que las prácticas que llevan a cabo relacionadas con
      las dimensiones: psicosocial, espiritual, cultural,
      productiva y sanitaria, no son precisadas como actividades
      del autocuidado. Esto evidenció en alguna medida la
      falta o ausencia de integralidad en el autocuidado de las
      personas adultas mayores participantes en el estudio en su
      vida cotidiana.

      Los resultados del estudio permitió elaborar
      un conjunto de estrategias dirigidas tanto a COOPESIBA R.L.
      Barva; a la familia y a la misma persona adulta mayor, para
      fomentar y fortalecer un autocuidado integral. Por tanto, se
      espera que las mismas sean puestas en práctica por
      cada uno de los involucrados.

      El estudio de los significados del autocuidado
      situados y construidos por los sujetos; el descubrimiento y
      la descripción de hechos y situaciones
      privadas en el contexto del fenómeno, ayudó al
      análisis y comprensión del significado y
      práctica de autocuidado que las personas adultas
      mayores participantes en el estudio efectúan.
      Así como el desarrollo de conceptos que orientó
      la comprensión de la situación, de acuerdo con
      los datos
      obtenidos por medio del lenguaje
      de las personas participantes.

      Cabe mencionar que la estrategia
      metodológica de investigación seguida
      permitió alcanzar los objetivos
      de la misma, dar respuesta a las interrogantes planteadas, y
      fortaleció la formación gerontológica
      recibida, a la vez que permitió un mayor
      enriquecimiento personal.

      Asimismo, la experiencia con cada una de las
      personas participantes fue única, fueron muy
      colaboradores, mostraron interés por aprender, con
      gran facilidad brindaron información y acogida;
      mostraron amplitud, soltura y la necesidad de hablar. Fue una
      oportunidad para reflexionar sobre la importancia del
      autocuidado y la necesidad de tomar decisiones sobre nuevos
      estilos de vida. Esto se refleja en las siguientes citas "…
      los temas tratados
      fueron interesantes" "… nunca pensé que las acciones
      de la vida diaria ayudaban al bienestar y a la salud", "…
      yo lo hacía por rutina ahora ya se su importancia" y
      "… anteriormente no había visto la importancia de
      esto".

      Como un valor agregado del proceso investigativo se
      puede señalar la conformación de una red entre las personas
      participantes en el estudio. El compromiso de formar una red con perspectiva
      a ser ampliarla y darle continuidad pues consideran que es
      una forma de autoayuda. Esta petición se
      atendió después de concluir toda la
      recopilación de la información y se
      brindó el apoyo necesario para su inicio.

      Otro aspecto relevante del desarrollo de la
      investigación que no debe pasarse por alto fue que las
      sesiones sirvieron de motivación personal para cada una de
      las personas adultas mayores, que fortaleció su propia
      autoestima, sobre todo al ver reflejado los aportes de su
      propia experiencia y a su vez por recibir información
      sobre el autocuidado integral.

      De otro lado, los resultados que se obtuvieron
      permitieron contar con una aproximación a las
      fortalezas, limitaciones o dificultades de autocuidarse que
      experimentan las personas adultas mayores. También
      proporcionó orientación para la
      construcción de posibles soluciones, al problema de los estilos de vida
      perjudiciales para la salud del mayor.

      Por ser este estudio el primero sobre autocuidado
      integral en personas adultas mayores aparentemente sanas, se
      recomienda que se fomenten investigaciones en esta línea con
      personas adultas mayores que viven en su entorno familiar, en
      zonas rurales o semiurbanas, para quienes la
      participación en programas institucionales es poco
      accesible.

    5. CONCLUSIONES
    6. REFERENCIAS
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    Autora:

    MSc. Norma Celina Lau Sánchez

     

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