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¿Cómo enfrentar los desafíos culturales de la globalización



    1. ¿Asumir las nuevas
      tecnologías?
    2. Buscar
      sostenibilidad
    3. Preservar lo
      nacional
    4. Rol de la
      educación
    5. Rescatar la
      historia
    6. Acercarse al
      mundo
    7. Participación
      democrática
    8. Acotaciones
      finales

    "Las puertas de cada nación deben estar abiertas a la
    actividad fecundante y legítima de todos los pueblos.
    Las manos de cada nación deben estar libres para
    desenvolver sin trabas el país, con arreglo a su
    naturaleza
    distintiva y a sus elementos propios. Los pueblos todos deben
    reunirse en amistad y con
    mayor frecuencia dable, para ir reemplazando, con el sistema del
    acercamiento universal, por sobre la lengua de
    los istmos y la barrera de los mares, el sistema, muerto
    para siempre, de dinastías y de grupos".

    El problema de la
    globalización al aplicarse al área cultural se
    transforma cada vez más en un tema de particular interés
    por las múltiples repercusiones que conlleva. Ello se debe
    a que este proceso afecta
    la cultura
    política y
    económica del continente; ya que cuando se modifican los
    instrumentos, valores y
    prácticas que constituyen la cultura
    política
    de la sociedad, ello
    requiere de profundas transformaciones de la base y la
    superestructura.

    Ante esta situación se abren una serie de
    interrogantes que incluyen variadas preocupaciones:
    ¿Hasta que punto la introducción de los elementos de la
    revolución
    científica técnica pueden constituir un arma de
    doble filo para el tercer Mundo?. ¿Cuáles son las
    bondades y cuáles los peligros que representa plegarse
    incondicionalmente al uso de los avanzados sistemas de
    información?. ¿La adaptación a esos
    cambios como solución informativa y soporte educacional
    supondrá el sometimiento a los centros de poder
    transnacional?. ¿Cambiará nuestras costumbres y
    cultura?. ¿Hasta que punto la pretendida "aldea
    global"
    que se oferta por el
    imperio no vendrá a ser una amenaza contra las identidades
    nacionales, la diversidad cultural y la integración cultural latinoamericana y
    caribeña?.

    ¿Asumir las
    nuevas
    tecnologías?

    Esta realidad amerita un profundo ejercicio de
    reflexión crítica, que observe que la
    implantación de nuevas
    tecnologías ligadas a la globalización constituye un fenómeno
    cultural, en lo que hay que pensar también que la
    globalización misma ofrece opciones de falsa
    universalidad, por lo que debe concebirse de donde provienen esos
    adelantos, como poderlos utilizar en función de
    las mejoras y el progreso social, sin que su uso acentúe
    la relación de dependencia y sumisión que ha
    caracterizado al mundo subdesarrollado.

    Al igual que todos los fenómenos sociales, este
    proceso debe
    ser analizado de forma histórico concreta, si bien no es
    posible, ni deseable, escapar de los avances científicos y
    tecnológicos, es importante, para poder
    participar, identificar las condiciones de esa
    participación, que haya equidad en el acceso a la información y en la producción de materiales,
    que no desvirtúen la función
    que compete a los formadores de los educandos.

    Resulta evidente que en aquellos países donde no
    se ha logrado un desarrollo
    tecnológico e industrial propio la transferencia de
    tecnología
    puede resultar fuente de contradicciones sociales tales como:
    divorcio entre
    las necesidades reales y las tecnologías importadas;
    creación de tecnologías contrarias o en todo caso
    sin una relación raigal con el contexto social en que se
    promueve. Es por ello indispensable tener en cuenta que las
    transformaciones se adapten a las necesidades y condiciones
    específicas de cada sociedad, en
    proporción a su desarrollo social
    y promoviendo soluciones
    originales y autóctonas. En esta tarea es fundamental la
    formación de una intelectualidad
    científico-técnica capaz de lograr la
    conjugación orgánica entre un alto nivel
    científico técnico y la realidad social en que
    tiene que desplegar su actividad. Por lo que, siempre y cuando no
    se afecte la identidad
    cultural y ello favorezca la cooperación internacional y
    el logro de la integración cultural del mundo
    subdesarrollado, bienvenido sea el desarrollo
    tecnológico.

    Buscar
    sostenibilidad

    Este conjunto de transformaciones debe enfrentar el
    cambio de
    los valores
    relativos a lo público y lo privado; la estabilidad de las
    instituciones;
    la participación de ramas que tradicionalmente fueron
    líderes en el proceso de crecimiento económico y
    que son reemplazadas por nuevos sectores; el reemplazo de un
    paradigma
    tecnológico por otro; de la modificación de las
    preferencias sociales en la forma de organización colectiva o de la legitimidad
    y el peso asignado al Estado frente
    a las diversas organizaciones
    que integran la sociedad civil.
    Sin embargo, el problema no está en las transformaciones
    que se operan, sino en sus direcciones y en sus resultados
    sociales. La sostenibilidad del desarrollo, no sólo
    se garantiza por medio de la preservación y/o
    formación de las condiciones del medio
    ambiente; el bienestar de las presentes y futuras
    generaciones sólo se podrá lograr y sostener si
    tomamos en consideración los siguientes
    elementos:

    Una cultura que se despliegue sin violentar la naturaleza,
    promover un crecimiento sin violentar el costo de la vida,
    sin desmejorar las condiciones de vida de las personas, es no
    enriquecer a un grupo y
    empobrecer a otros; es pensar en políticas
    gubernamentales que no afecten o atenten contra la naturaleza, es
    no vender la soberanía nacional en aras del turismo; es proponer
    proyectos que
    logren la igualdad de
    géneros y la educación
    ambiental; es contribuir a erradicar la pobreza y la
    violencia en
    todo los ámbitos, es pensar que las políticas
    económicas no estén desfasadas de lo social; es en
    síntesis el respeto a la
    conservación de los valores,
    costumbres y modo de vida autónomos de los
    pueblos.

    El cumplimiento de este complejo sistema de
    intervinculaciones del desarrollo sostenible requiere de: Un
    sistema político y cultural que asegure una
    participación efectiva en el proceso de adopción
    de decisiones; un sistema económico capaz de generar
    excedentes y conocimientos técnicos sobre una base
    autónoma sostenida; un sistema social que facilite
    soluciones
    para las tensiones resultantes de la falta de armonía en
    el desarrollo; un sistema de producción que respetase la
    obligación de preservar la base ecológica del
    desarrollo; un sistema tecnológico que pueda buscar
    continuamente nuevas soluciones; un sistema internacional que
    promoviese estructuras
    sustentables del comercio y las
    finanzas; un
    sistema administrativo flexible con capacidad de
    autocorrección.

    En las circunstancias explicadas es conveniente tomar en
    consideración los aspectos de la globalización cultural en el diseño
    de políticas de desarrollo
    sostenible. El desarrollo de la cultura se manifiesta
    cuando el hombre por
    un lado crea un mundo variado, crea las bases materiales y
    espirituales de su existencia. Ello en primer lugar requiere de
    promover variaciones en el contenido y enfoque de las
    políticas culturales, lo que no debe significar la mera
    adopción
    directa del mundo de los conocimientos, modos de vida o
    experiencia de una región; es necesario tomar en cuenta
    que el desarrollo local, nacional y regional este en
    relación con sus valores y con su cultura
    propia.

    Preservar lo
    nacional

    Mantener y crear una verdadera diversidad, asignando un
    lugar a la racionalidad nacional, garantizándole un poder
    de iniciativa equivalente por lo menos al poder de
    integración del sistema mundial, debido a que el espacio
    nacional, es el lugar de transformación de los impulsos
    externos con arreglo a procedimientos
    específicos, y está ligado en gran medida al
    exterior y por ende al sistema mundial. Los cambios en la cultura
    política de la sociedad requieren transformaciones en el
    papel del
    Estado, por lo
    que según las particularidades de la gran mayoría
    de los países subdesarrollados, de lo que requiere este
    proceso es de un fortalecimiento del liderazgo del
    Estado en la gestión
    del mercado,
    incluyendo los elementos del sector
    público y privado. Ello supone colocar barreras a la
    hegemonía del capital, de
    manera que este responda a los intereses del pueblo, evitando el
    carácter injerencista del capital.

    Política del Estado activa

    La política exterior del Estado debe ser dinámica frente a las corrientes
    homogeneizadoras externas en los distintos planos del desarrollo
    social, construyendo prácticas viables y legitimas de
    conducción del proceso, que se sustenten en el respeto de la
    unidad y la diversidad de situaciones nacionales para emprender
    con éxito
    las transformaciones económicas, políticas, y
    culturales. Es de particular importancia la preservación
    de la identidad
    cultural y los valores
    nacionales en lo que deviene la estrategia
    martiana de que "el único modo de ser libres es ser
    cultos
    ". Esto indica la necesidad de crear programas
    educativos, ya que no es posible enfrentar los retos culturales
    de la globalización con la gran suma de analfabetos y
    subescolarizados que tiene el mundo subdesarrollado.

    Rol de la
    educación

    Es importante destacar que la educación no debe
    ser vista solo como un elemento transmisor de conocimientos, sino
    también de tradiciones culturales, esta representa
    también una vía para el cultivo de tradiciones que
    contribuyan al desarrollo de raíces sociales con las que
    se identifica cada proyecto, cada
    sociedad. Estos atributos son importantes en la
    determinación de la concepción del mundo de los
    individuos de la sociedad de que se trate, quienes
    imprimirán una manera específica al despliegue
    polifuncional de la cultura en cada ingrediente de las fuerzas
    productivas, las relaciones sociales de producción y la
    superestructura que la representa.

    Rescatar la
    historia

    La concepción planteada supone rescatar y
    desarrollar los elementos de la historia local, regional y
    nacional poniéndose en función del proceso de
    creación de valores; supone la interpretación
    dialéctica del mundo de manera que se asuman los aspectos
    inéditos de la cultura universal y su incorporación
    a lo que identifica la realidad nacional de cada país. En
    la medida en que las poblaciones estén dotadas de mayores
    grados de conocimientos de sus raíces, así
    crecerá el desarrollo autóctono y formativo
    cultural, el resultado podría ser, una paulatina
    disminución de la capacidad de manipulación de los
    "grandes centros culturales" del mundo desarrollado sobre las
    culturas del Tercer Mundo.

    Las experiencias empíricas muestran que mientras
    la capacidad del Estado para intervenir por la vía de
    políticas culturales disminuye, la identidad de las nuevas
    generaciones se construyen más por la lógica
    del mercado que por
    los símbolos patrios de naturaleza histórica y
    regional. Si un país quiere circular por las sendas del
    desarrollo sostenible debe crear su ventaja comparativa en
    términos de capacidades científicas y culturales.
    Debe dar prioridad a la historia nacional, a
    la ciencia, la
    tecnología, y a su cultura, desarrollando
    estrategias
    vinculadas a los nuevos escenarios de información y comunicación para construir un sitio a sus
    relaciones externas y conectarse así con el mercado
    mundial. Los recursos
    humanos, la educación y la
    formación son básicas en este
    vínculo.

    Acercarse al
    mundo

    Resulta además, conveniente poner en
    práctica, políticas de acercamiento y
    colaboración con otros contextos culturales, lo cual en la
    estrategia de
    desarrollo que aborda Martí para América
    Latina se conoce bajo el legado de "Injértese en
    nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el
    de nuestras repúblicas". Esto tiene su base en el
    argumento de que "la cultura del desarrollo parte del desarrollo
    de la cultura y para que perdure el modelo de
    desarrollo tiene que afirmarse en la identidad y en los valores
    autóctonos". Cuando se plantean nuevas formas de organización, la cultura se dibuja como
    mapa para orientar la tarea de reconstruir los acontecimientos
    del mundo, lo que indica ir hacia los significados que
    guían la acción racional que coloca como centro al
    hombre.

    Participación
    democrática

    Un proyecto
    alternativo a los problemas que
    confronta el mundo de hoy no puede ser viable si no se apoya en
    nuevas maneras de hacer política cultural. Para construir
    una nueva sociedad es necesario sustentarlas en nuevas formas de
    participación democrática, donde el trabajo
    comunitario debe ocupar un lugar privilegiado, creando los
    mecanismos que puedan hacer reales y efectivos los derechos individuales y
    sociales. Esto exige crear una integración social que
    comienza por la
    organización social de los consumidores de los
    habitantes de una región, donde el hombre y
    sus organizaciones se
    transformen en protagonistas; asegurando la existencia y reproducción de una diversidad de circuitos
    culturales con sus variadas formas de operación es decir,
    con participación de diversos agentes sociales organizados
    según sus instancias institucionales.

    Acotaciones
    finales

    El mensaje conclusivo podría ser, que en la
    medida en que se diseñen políticas culturales que
    contribuyan al desarrollo cultural, teniendo en cuenta lo
    universal de los procesos,
    así se podrán enfrentar los efectos nocivos del
    proceso de globalización en lo económico,
    político, ecológico y cultural. Para ello
    globalización cultural y desarrollo
    sostenible deberán convertirse en la práctica
    real en una unidad dialéctica, teniendo como centro al
    hombre y su
    entorno. La relación entre la globalización
    cultural y el desarrollo sostenible debe convertirse en un
    elemento estratégico. A través de ella, se pueden
    abordar respuestas a importantes problemas
    sobre las presentes y futuras generaciones al tomar en
    consideración a la cultura como el barómetro de la
    calidad del
    desarrollo.

    Esta unidad dialéctica requiere de acciones
    constantes, proceder afirmativamente en los programas que se
    propongan, dándoles el contenido y los recursos
    necesarios para que se ejecuten eficientemente; en ello reside el
    carácter sostenido del desarrollo. Sin
    embargo, este será sustentable cuando se logra consolidar
    desde la perspectiva temporal y espacial.

    Pero más que nada será sustentable cuando
    confiemos en él. Cuando exista una conciencia clara
    del horizonte en el pasado, presente y futuro, en los marcos de
    una racionalidad que perdure política, económica,
    ecológica, cultural y socialmente. Hay que partir de un
    factor decisivo, y es que en última instancia lo
    determinante es el factor económico, sin el cual, no se
    puede sustentar ningún proyecto social. No se debe ignorar
    que sin "economía
    sólida todas las aspiraciones políticas y sociales
    se convierten en un sueño utópico".

    El desarrollo sostenible requiere de tecnología y
    creatividad
    humana de manera que se globalice una nueva ética que
    involucre la justicia
    social y enaltezca la vida en todos sus ordenes en lo que se
    debería tener en cuenta lo siguiente: "El poder no reside
    únicamente en el saber técnico, sino en la
    apropiación de la capacidad social y técnica
    reunidas, en la acumulación de recursos
    culturales para usar esta apropiación y en la
    formación de vínculos entre lo local y lo mundial.
    Se ha logrado pasar con éxito
    del sistema "global" al "local" cuando los factores culturales
    han sido tenidos en cuenta explícita y cuidadosamente.
    Esas transferencias requieren innovación técnica, económica
    y social conforme los pueblos recuperan la iniciativa. Por lo
    tanto, hay que prestar especial atención al saber que cada cultura ha
    aportado al patrimonio
    intelectual del mundo".

    Lo anterior sugiere que la defensa de la identidad
    nacional no es la incomunicación, sino una mayor y
    auténtica apertura hacia lo universal. Sólo se
    puede preservar lo nacional si esta se abre a todo lo
    legítimamente culto que no es nuestro. Esto supone un
    proceso de autocreación incompatible con las formas
    culturales importadas, donde los valores culturales deben ser
    interpretados y actualizados por los grupos que
    participan en ellos. En tal sentido, la formulación de
    políticas culturales, no debe ser exclusiva de los Estados
    o de la iniciativa privada, sino que debe incluir a educadores,
    profesionales, trabajadores de la cultura, asociaciones; capaces
    de generar ideas, alternativas, proyectos
    socioculturales, que conduzcan al fortalecimiento de la identidad
    y al enriquecimiento de la pluralidad de nuestros
    pueblos.

    En conclusión, para los países de América
    Latina y el Caribe en realidad no se trata de elegir entre la
    autarquía y la apertura. De lo que se trata, es de elegir
    entre el sendero hasta ahora seguido, de aceptación pasiva
    y sin reservas de todo aquello implicado en la
    globalización, o un sendero diferente, que implique el
    despliegue de capacidades en distintos niveles -(comunitario,
    territorial, regional, nacional, continental, en lo económico,
    político, ecológico, cultural, es decir social
    etc.)- para asumir o rechazar las tendencias globales y
    colocarlas en función de un desarrollo
    multidimensional.

    Asumir las reglas del debate en
    cuanto al proceso de globalización cultural implica el
    reconocimiento objetivo del
    fenómeno. Este proceso involucra la creación de una
    "sociedad global" que no representa meramente la suma de Estados
    nacionales. La globalización es una poderosa realidad
    creada por la división internacional del trabajo, y la
    cultura de una economía de mercado,
    la misma en el presente predomina por encima de las sociedades
    nacionales. Por lo tanto no puede ser ignorada, de lo que se
    deriva entonces interiorizar e identificar cuales son las
    oportunidades que ofrece este proceso para el desarrollo; el
    problema consiste en la visión que pudiera tenerse del
    mismo.

    Es fundamental destacar que la globalización
    como proceso constituye una reestructuración
    , que
    tiene su contenido más profundo en la evolución del conocimiento
    científico. Este razonamiento expresa una realidad
    operativa y esta consiste en esencia en un amplio, complejo y
    dinámico proceso de modificaciones, que afecta a todos los
    componentes de la sociedad global contemporánea y
    cuyos factores determinantes son tanto económicos,
    tecnológicos, ecológicos, culturales, como
    políticos y en su más amplia dimensión
    social
    . Identificada como reestructuración que
    comprende las fuerzas productivas y las relaciones de
    producción y la superestructura que la representa
    dinamizando estos nexos, la globalización no debe ser
    ignorada ni evitada. Hace ya algún tiempo que fue
    superada la época en que los países podían
    tratar de desarrollarse con relativa independencia
    de lo que sucediera en el resto del mundo.

    Debe quedar claro que lo que ha estado
    transformándose de manera vertiginosa en los
    últimos años, no es solamente el país, sino
    la sociedad mundial en su conjunto, y que en este entorno, los
    parámetros de inserción en la cultura mundial
    globalizada son volubles y están sujetos a certidumbre e
    incertidumbres debido al carácter dominante de las
    leyes del
    capital, y este se extiende y modifica con particular celeridad y
    en trayectorias incalculables.

    Esta fluctuación consustancial a la
    globalización dictada por la ley del valor, debe
    ser tenida muy en cuenta por las alternativas de desarrollo,
    prestando especial atención al establecimiento de dispositivos
    para reducir los dilemas culturales de los procesos que
    la acompañan, y de hecho, para tratar de sacar ventajas de
    los desafíos que se generan, tanto de las certidumbres
    como de las incertidumbres ocasionadas por las transformaciones
    que ocurren en la economía mundial
    contemporánea.

    La relación que hay entre globalización,
    cultura y desarrollo es mucho más dinámica, también podría
    admitir la existencia de oportunidades para el desarrollo
    cultural. El reto para los países subdesarrollados en el
    contexto de la globalización, no es que las oportunidades
    de desarrollo no estén presentes, el dilema está en
    lograr aprovechar las oportunidades existentes, las cuales exigen
    determinados requerimientos que muy pocos países
    subdesarrollados pueden o han sido "capaces de
    alcanzar".

    Esta última meditación conduce a la idea,
    de que la globalización pudiera ser inevitable en tanto se
    considere como un proceso de reestructuración
    económica y cultural global resultado de la evolución del conocimiento
    científico. Esto no implica que no se reconozcan sus
    efectos dañinos, los cuales en cuanto a posibilidades de
    desarrollo los mismos si deben ser evitados. Una visión de
    ese tipo se podría apoyar en hechos reales y en tendencias
    evidentes del proceso, fundadas en las consecuencias negativas
    que ha tenido para los países subdesarrollados y
    también para vastos sectores sociales en las propias
    naciones más industrializadas.

    El carácter contradictorio y heterogéneo
    de la reestructuración de la economía y la cultura
    mundial se expresa, de diversas maneras, entre ellas en el hecho
    de que este proceso que ha favorecido la extensión a
    escala planetaria
    de prácticas inhumanas de obtención de
    plusvalía y de diferenciación social,
    también ha conducido a una dispersión de la base
    industrial y cultural del mundo en "favor" de un grupo de
    países subdesarrollados, cuyos efectos no pueden ser
    ignorados ni menoscabados. Estos efectos diferenciados dejan
    ver variados desafíos y lecciones en el plano del diseño
    de políticas de desarrollo.

    Las lecturas del marxismo
    indican que la solución de la contradicción
    económica fundamental del capitalismo
    está en reconocer de modo efectivo el carácter
    social de las fuerzas productivas modernas, y por tanto, de
    armonizar el régimen de apropiación y de cambio con el
    carácter social de los medios de
    producción. "Las fuerzas activas de la sociedad obran
    mientras no las conocemos ni contamos con ellas, exactamente lo
    mismo que las fuerzas de la naturaleza: de un modo ciego,
    violento destructor, pero una vez conocidas, tan pronto "se
    sepa"
    comprender su actividad, su tendencia y sus efectos,
    depende de nosotros supeditarlas cada vez más de lleno a
    nuestra voluntad y alcanzar por medio de ellas nuestros propios
    fines".

    Tal es lo que ocurre con las gigantescas fuerzas de la
    globalización y el mercado, mientras haya resistencia a
    comprender su naturaleza y su carácter, estas fuerzas
    actuaran de manera opuesta. "En cambio,- parafraseando a Engels –
    tan pronto penetremos en su naturaleza esas fuerzas en manos de
    productores asociados, se convertirán de tiranos
    demoniacos, en fuerzas sumisas"..

    Mario González

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