- ¿Asumir las nuevas
tecnologías? - Buscar
sostenibilidad - Preservar lo
nacional - Rol de la
educación - Rescatar la
historia - Acercarse al
mundo - Participación
democrática - Acotaciones
finales
"Las puertas de cada nación deben estar abiertas a la
actividad fecundante y legítima de todos los pueblos.
Las manos de cada nación deben estar libres para
desenvolver sin trabas el país, con arreglo a su
naturaleza
distintiva y a sus elementos propios. Los pueblos todos deben
reunirse en amistad y con
mayor frecuencia dable, para ir reemplazando, con el sistema del
acercamiento universal, por sobre la lengua de
los istmos y la barrera de los mares, el sistema, muerto
para siempre, de dinastías y de grupos".
El problema de la
globalización al aplicarse al área cultural se
transforma cada vez más en un tema de particular interés
por las múltiples repercusiones que conlleva. Ello se debe
a que este proceso afecta
la cultura
política y
económica del continente; ya que cuando se modifican los
instrumentos, valores y
prácticas que constituyen la cultura
política
de la sociedad, ello
requiere de profundas transformaciones de la base y la
superestructura.
Ante esta situación se abren una serie de
interrogantes que incluyen variadas preocupaciones:
¿Hasta que punto la introducción de los elementos de la
revolución
científica técnica pueden constituir un arma de
doble filo para el tercer Mundo?. ¿Cuáles son las
bondades y cuáles los peligros que representa plegarse
incondicionalmente al uso de los avanzados sistemas de
información?. ¿La adaptación a esos
cambios como solución informativa y soporte educacional
supondrá el sometimiento a los centros de poder
transnacional?. ¿Cambiará nuestras costumbres y
cultura?. ¿Hasta que punto la pretendida "aldea
global" que se oferta por el
imperio no vendrá a ser una amenaza contra las identidades
nacionales, la diversidad cultural y la integración cultural latinoamericana y
caribeña?.
¿Asumir las
nuevas
tecnologías?
Esta realidad amerita un profundo ejercicio de
reflexión crítica, que observe que la
implantación de nuevas
tecnologías ligadas a la globalización constituye un fenómeno
cultural, en lo que hay que pensar también que la
globalización misma ofrece opciones de falsa
universalidad, por lo que debe concebirse de donde provienen esos
adelantos, como poderlos utilizar en función de
las mejoras y el progreso social, sin que su uso acentúe
la relación de dependencia y sumisión que ha
caracterizado al mundo subdesarrollado.
Al igual que todos los fenómenos sociales, este
proceso debe
ser analizado de forma histórico concreta, si bien no es
posible, ni deseable, escapar de los avances científicos y
tecnológicos, es importante, para poder
participar, identificar las condiciones de esa
participación, que haya equidad en el acceso a la información y en la producción de materiales,
que no desvirtúen la función
que compete a los formadores de los educandos.
Resulta evidente que en aquellos países donde no
se ha logrado un desarrollo
tecnológico e industrial propio la transferencia de
tecnología
puede resultar fuente de contradicciones sociales tales como:
divorcio entre
las necesidades reales y las tecnologías importadas;
creación de tecnologías contrarias o en todo caso
sin una relación raigal con el contexto social en que se
promueve. Es por ello indispensable tener en cuenta que las
transformaciones se adapten a las necesidades y condiciones
específicas de cada sociedad, en
proporción a su desarrollo social
y promoviendo soluciones
originales y autóctonas. En esta tarea es fundamental la
formación de una intelectualidad
científico-técnica capaz de lograr la
conjugación orgánica entre un alto nivel
científico técnico y la realidad social en que
tiene que desplegar su actividad. Por lo que, siempre y cuando no
se afecte la identidad
cultural y ello favorezca la cooperación internacional y
el logro de la integración cultural del mundo
subdesarrollado, bienvenido sea el desarrollo
tecnológico.
Este conjunto de transformaciones debe enfrentar el
cambio de
los valores
relativos a lo público y lo privado; la estabilidad de las
instituciones;
la participación de ramas que tradicionalmente fueron
líderes en el proceso de crecimiento económico y
que son reemplazadas por nuevos sectores; el reemplazo de un
paradigma
tecnológico por otro; de la modificación de las
preferencias sociales en la forma de organización colectiva o de la legitimidad
y el peso asignado al Estado frente
a las diversas organizaciones
que integran la sociedad civil.
Sin embargo, el problema no está en las transformaciones
que se operan, sino en sus direcciones y en sus resultados
sociales. La sostenibilidad del desarrollo, no sólo
se garantiza por medio de la preservación y/o
formación de las condiciones del medio
ambiente; el bienestar de las presentes y futuras
generaciones sólo se podrá lograr y sostener si
tomamos en consideración los siguientes
elementos:
Una cultura que se despliegue sin violentar la naturaleza,
promover un crecimiento sin violentar el costo de la vida,
sin desmejorar las condiciones de vida de las personas, es no
enriquecer a un grupo y
empobrecer a otros; es pensar en políticas
gubernamentales que no afecten o atenten contra la naturaleza, es
no vender la soberanía nacional en aras del turismo; es proponer
proyectos que
logren la igualdad de
géneros y la educación
ambiental; es contribuir a erradicar la pobreza y la
violencia en
todo los ámbitos, es pensar que las políticas
económicas no estén desfasadas de lo social; es en
síntesis el respeto a la
conservación de los valores,
costumbres y modo de vida autónomos de los
pueblos.
El cumplimiento de este complejo sistema de
intervinculaciones del desarrollo sostenible requiere de: Un
sistema político y cultural que asegure una
participación efectiva en el proceso de adopción
de decisiones; un sistema económico capaz de generar
excedentes y conocimientos técnicos sobre una base
autónoma sostenida; un sistema social que facilite
soluciones
para las tensiones resultantes de la falta de armonía en
el desarrollo; un sistema de producción que respetase la
obligación de preservar la base ecológica del
desarrollo; un sistema tecnológico que pueda buscar
continuamente nuevas soluciones; un sistema internacional que
promoviese estructuras
sustentables del comercio y las
finanzas; un
sistema administrativo flexible con capacidad de
autocorrección.
En las circunstancias explicadas es conveniente tomar en
consideración los aspectos de la globalización cultural en el diseño
de políticas de desarrollo
sostenible. El desarrollo de la cultura se manifiesta
cuando el hombre por
un lado crea un mundo variado, crea las bases materiales y
espirituales de su existencia. Ello en primer lugar requiere de
promover variaciones en el contenido y enfoque de las
políticas culturales, lo que no debe significar la mera
adopción
directa del mundo de los conocimientos, modos de vida o
experiencia de una región; es necesario tomar en cuenta
que el desarrollo local, nacional y regional este en
relación con sus valores y con su cultura
propia.
Mantener y crear una verdadera diversidad, asignando un
lugar a la racionalidad nacional, garantizándole un poder
de iniciativa equivalente por lo menos al poder de
integración del sistema mundial, debido a que el espacio
nacional, es el lugar de transformación de los impulsos
externos con arreglo a procedimientos
específicos, y está ligado en gran medida al
exterior y por ende al sistema mundial. Los cambios en la cultura
política de la sociedad requieren transformaciones en el
papel del
Estado, por lo
que según las particularidades de la gran mayoría
de los países subdesarrollados, de lo que requiere este
proceso es de un fortalecimiento del liderazgo del
Estado en la gestión
del mercado,
incluyendo los elementos del sector
público y privado. Ello supone colocar barreras a la
hegemonía del capital, de
manera que este responda a los intereses del pueblo, evitando el
carácter injerencista del capital.
Política del Estado activa
La política exterior del Estado debe ser dinámica frente a las corrientes
homogeneizadoras externas en los distintos planos del desarrollo
social, construyendo prácticas viables y legitimas de
conducción del proceso, que se sustenten en el respeto de la
unidad y la diversidad de situaciones nacionales para emprender
con éxito
las transformaciones económicas, políticas, y
culturales. Es de particular importancia la preservación
de la identidad
cultural y los valores
nacionales en lo que deviene la estrategia
martiana de que "el único modo de ser libres es ser
cultos". Esto indica la necesidad de crear programas
educativos, ya que no es posible enfrentar los retos culturales
de la globalización con la gran suma de analfabetos y
subescolarizados que tiene el mundo subdesarrollado.
Es importante destacar que la educación no debe
ser vista solo como un elemento transmisor de conocimientos, sino
también de tradiciones culturales, esta representa
también una vía para el cultivo de tradiciones que
contribuyan al desarrollo de raíces sociales con las que
se identifica cada proyecto, cada
sociedad. Estos atributos son importantes en la
determinación de la concepción del mundo de los
individuos de la sociedad de que se trate, quienes
imprimirán una manera específica al despliegue
polifuncional de la cultura en cada ingrediente de las fuerzas
productivas, las relaciones sociales de producción y la
superestructura que la representa.
La concepción planteada supone rescatar y
desarrollar los elementos de la historia local, regional y
nacional poniéndose en función del proceso de
creación de valores; supone la interpretación
dialéctica del mundo de manera que se asuman los aspectos
inéditos de la cultura universal y su incorporación
a lo que identifica la realidad nacional de cada país. En
la medida en que las poblaciones estén dotadas de mayores
grados de conocimientos de sus raíces, así
crecerá el desarrollo autóctono y formativo
cultural, el resultado podría ser, una paulatina
disminución de la capacidad de manipulación de los
"grandes centros culturales" del mundo desarrollado sobre las
culturas del Tercer Mundo.
Las experiencias empíricas muestran que mientras
la capacidad del Estado para intervenir por la vía de
políticas culturales disminuye, la identidad de las nuevas
generaciones se construyen más por la lógica
del mercado que por
los símbolos patrios de naturaleza histórica y
regional. Si un país quiere circular por las sendas del
desarrollo sostenible debe crear su ventaja comparativa en
términos de capacidades científicas y culturales.
Debe dar prioridad a la historia nacional, a
la ciencia, la
tecnología, y a su cultura, desarrollando
estrategias
vinculadas a los nuevos escenarios de información y comunicación para construir un sitio a sus
relaciones externas y conectarse así con el mercado
mundial. Los recursos
humanos, la educación y la
formación son básicas en este
vínculo.
Resulta además, conveniente poner en
práctica, políticas de acercamiento y
colaboración con otros contextos culturales, lo cual en la
estrategia de
desarrollo que aborda Martí para América
Latina se conoce bajo el legado de "Injértese en
nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el
de nuestras repúblicas". Esto tiene su base en el
argumento de que "la cultura del desarrollo parte del desarrollo
de la cultura y para que perdure el modelo de
desarrollo tiene que afirmarse en la identidad y en los valores
autóctonos". Cuando se plantean nuevas formas de organización, la cultura se dibuja como
mapa para orientar la tarea de reconstruir los acontecimientos
del mundo, lo que indica ir hacia los significados que
guían la acción racional que coloca como centro al
hombre.
Un proyecto
alternativo a los problemas que
confronta el mundo de hoy no puede ser viable si no se apoya en
nuevas maneras de hacer política cultural. Para construir
una nueva sociedad es necesario sustentarlas en nuevas formas de
participación democrática, donde el trabajo
comunitario debe ocupar un lugar privilegiado, creando los
mecanismos que puedan hacer reales y efectivos los derechos individuales y
sociales. Esto exige crear una integración social que
comienza por la
organización social de los consumidores de los
habitantes de una región, donde el hombre y
sus organizaciones se
transformen en protagonistas; asegurando la existencia y reproducción de una diversidad de circuitos
culturales con sus variadas formas de operación es decir,
con participación de diversos agentes sociales organizados
según sus instancias institucionales.
El mensaje conclusivo podría ser, que en la
medida en que se diseñen políticas culturales que
contribuyan al desarrollo cultural, teniendo en cuenta lo
universal de los procesos,
así se podrán enfrentar los efectos nocivos del
proceso de globalización en lo económico,
político, ecológico y cultural. Para ello
globalización cultural y desarrollo
sostenible deberán convertirse en la práctica
real en una unidad dialéctica, teniendo como centro al
hombre y su
entorno. La relación entre la globalización
cultural y el desarrollo sostenible debe convertirse en un
elemento estratégico. A través de ella, se pueden
abordar respuestas a importantes problemas
sobre las presentes y futuras generaciones al tomar en
consideración a la cultura como el barómetro de la
calidad del
desarrollo.
Esta unidad dialéctica requiere de acciones
constantes, proceder afirmativamente en los programas que se
propongan, dándoles el contenido y los recursos
necesarios para que se ejecuten eficientemente; en ello reside el
carácter sostenido del desarrollo. Sin
embargo, este será sustentable cuando se logra consolidar
desde la perspectiva temporal y espacial.
Pero más que nada será sustentable cuando
confiemos en él. Cuando exista una conciencia clara
del horizonte en el pasado, presente y futuro, en los marcos de
una racionalidad que perdure política, económica,
ecológica, cultural y socialmente. Hay que partir de un
factor decisivo, y es que en última instancia lo
determinante es el factor económico, sin el cual, no se
puede sustentar ningún proyecto social. No se debe ignorar
que sin "economía
sólida todas las aspiraciones políticas y sociales
se convierten en un sueño utópico".
El desarrollo sostenible requiere de tecnología y
creatividad
humana de manera que se globalice una nueva ética que
involucre la justicia
social y enaltezca la vida en todos sus ordenes en lo que se
debería tener en cuenta lo siguiente: "El poder no reside
únicamente en el saber técnico, sino en la
apropiación de la capacidad social y técnica
reunidas, en la acumulación de recursos
culturales para usar esta apropiación y en la
formación de vínculos entre lo local y lo mundial.
Se ha logrado pasar con éxito
del sistema "global" al "local" cuando los factores culturales
han sido tenidos en cuenta explícita y cuidadosamente.
Esas transferencias requieren innovación técnica, económica
y social conforme los pueblos recuperan la iniciativa. Por lo
tanto, hay que prestar especial atención al saber que cada cultura ha
aportado al patrimonio
intelectual del mundo".
Lo anterior sugiere que la defensa de la identidad
nacional no es la incomunicación, sino una mayor y
auténtica apertura hacia lo universal. Sólo se
puede preservar lo nacional si esta se abre a todo lo
legítimamente culto que no es nuestro. Esto supone un
proceso de autocreación incompatible con las formas
culturales importadas, donde los valores culturales deben ser
interpretados y actualizados por los grupos que
participan en ellos. En tal sentido, la formulación de
políticas culturales, no debe ser exclusiva de los Estados
o de la iniciativa privada, sino que debe incluir a educadores,
profesionales, trabajadores de la cultura, asociaciones; capaces
de generar ideas, alternativas, proyectos
socioculturales, que conduzcan al fortalecimiento de la identidad
y al enriquecimiento de la pluralidad de nuestros
pueblos.
En conclusión, para los países de América
Latina y el Caribe en realidad no se trata de elegir entre la
autarquía y la apertura. De lo que se trata, es de elegir
entre el sendero hasta ahora seguido, de aceptación pasiva
y sin reservas de todo aquello implicado en la
globalización, o un sendero diferente, que implique el
despliegue de capacidades en distintos niveles -(comunitario,
territorial, regional, nacional, continental, en lo económico,
político, ecológico, cultural, es decir social
etc.)- para asumir o rechazar las tendencias globales y
colocarlas en función de un desarrollo
multidimensional.
Asumir las reglas del debate en
cuanto al proceso de globalización cultural implica el
reconocimiento objetivo del
fenómeno. Este proceso involucra la creación de una
"sociedad global" que no representa meramente la suma de Estados
nacionales. La globalización es una poderosa realidad
creada por la división internacional del trabajo, y la
cultura de una economía de mercado,
la misma en el presente predomina por encima de las sociedades
nacionales. Por lo tanto no puede ser ignorada, de lo que se
deriva entonces interiorizar e identificar cuales son las
oportunidades que ofrece este proceso para el desarrollo; el
problema consiste en la visión que pudiera tenerse del
mismo.
Es fundamental destacar que la globalización
como proceso constituye una reestructuración, que
tiene su contenido más profundo en la evolución del conocimiento
científico. Este razonamiento expresa una realidad
operativa y esta consiste en esencia en un amplio, complejo y
dinámico proceso de modificaciones, que afecta a todos los
componentes de la sociedad global contemporánea y
cuyos factores determinantes son tanto económicos,
tecnológicos, ecológicos, culturales, como
políticos y en su más amplia dimensión
social. Identificada como reestructuración que
comprende las fuerzas productivas y las relaciones de
producción y la superestructura que la representa
dinamizando estos nexos, la globalización no debe ser
ignorada ni evitada. Hace ya algún tiempo que fue
superada la época en que los países podían
tratar de desarrollarse con relativa independencia
de lo que sucediera en el resto del mundo.
Debe quedar claro que lo que ha estado
transformándose de manera vertiginosa en los
últimos años, no es solamente el país, sino
la sociedad mundial en su conjunto, y que en este entorno, los
parámetros de inserción en la cultura mundial
globalizada son volubles y están sujetos a certidumbre e
incertidumbres debido al carácter dominante de las
leyes del
capital, y este se extiende y modifica con particular celeridad y
en trayectorias incalculables.
Esta fluctuación consustancial a la
globalización dictada por la ley del valor, debe
ser tenida muy en cuenta por las alternativas de desarrollo,
prestando especial atención al establecimiento de dispositivos
para reducir los dilemas culturales de los procesos que
la acompañan, y de hecho, para tratar de sacar ventajas de
los desafíos que se generan, tanto de las certidumbres
como de las incertidumbres ocasionadas por las transformaciones
que ocurren en la economía mundial
contemporánea.
La relación que hay entre globalización,
cultura y desarrollo es mucho más dinámica, también podría
admitir la existencia de oportunidades para el desarrollo
cultural. El reto para los países subdesarrollados en el
contexto de la globalización, no es que las oportunidades
de desarrollo no estén presentes, el dilema está en
lograr aprovechar las oportunidades existentes, las cuales exigen
determinados requerimientos que muy pocos países
subdesarrollados pueden o han sido "capaces de
alcanzar".
Esta última meditación conduce a la idea,
de que la globalización pudiera ser inevitable en tanto se
considere como un proceso de reestructuración
económica y cultural global resultado de la evolución del conocimiento
científico. Esto no implica que no se reconozcan sus
efectos dañinos, los cuales en cuanto a posibilidades de
desarrollo los mismos si deben ser evitados. Una visión de
ese tipo se podría apoyar en hechos reales y en tendencias
evidentes del proceso, fundadas en las consecuencias negativas
que ha tenido para los países subdesarrollados y
también para vastos sectores sociales en las propias
naciones más industrializadas.
El carácter contradictorio y heterogéneo
de la reestructuración de la economía y la cultura
mundial se expresa, de diversas maneras, entre ellas en el hecho
de que este proceso que ha favorecido la extensión a
escala planetaria
de prácticas inhumanas de obtención de
plusvalía y de diferenciación social,
también ha conducido a una dispersión de la base
industrial y cultural del mundo en "favor" de un grupo de
países subdesarrollados, cuyos efectos no pueden ser
ignorados ni menoscabados. Estos efectos diferenciados dejan
ver variados desafíos y lecciones en el plano del diseño
de políticas de desarrollo.
Las lecturas del marxismo
indican que la solución de la contradicción
económica fundamental del capitalismo
está en reconocer de modo efectivo el carácter
social de las fuerzas productivas modernas, y por tanto, de
armonizar el régimen de apropiación y de cambio con el
carácter social de los medios de
producción. "Las fuerzas activas de la sociedad obran
mientras no las conocemos ni contamos con ellas, exactamente lo
mismo que las fuerzas de la naturaleza: de un modo ciego,
violento destructor, pero una vez conocidas, tan pronto "se
sepa" comprender su actividad, su tendencia y sus efectos,
depende de nosotros supeditarlas cada vez más de lleno a
nuestra voluntad y alcanzar por medio de ellas nuestros propios
fines".
Tal es lo que ocurre con las gigantescas fuerzas de la
globalización y el mercado, mientras haya resistencia a
comprender su naturaleza y su carácter, estas fuerzas
actuaran de manera opuesta. "En cambio,- parafraseando a Engels –
tan pronto penetremos en su naturaleza esas fuerzas en manos de
productores asociados, se convertirán de tiranos
demoniacos, en fuerzas sumisas"..
Mario González