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TEORIAS SOBRE EL LIDERAZGO




Enviado por rubensarlo



    1. La situación de
      crisis.
    2. Modelo de lider de segunda
      línea.
    3. La falta de líderes es
      directamente proporcional a la manipulación de las
      designaciones.
    4. ¿Dónde hay un
      líder?.
    5. El paternalismo del
      líder.
    6. Perspectivas para
      mejorar.
    7. ¿Coeficiente intelectual
      o experiencia? ambos.
    8. El modelo mas común de
      líder en la esfera pública,
      hoy.
    9. En
      síntesis.

    Es llamativo que todo lo relativo a liderazgo,
    dentro del marco de la
    Administración Pública, parece mala palabra.
    Toneladas de escritos, libros,
    opiniones y seminarios para el ámbito privado, pero todo
    parece indicar que el ámbito público no necesita
    lideres. Mayor aún es la incógnita, cuando los
    Consejos de la Magistratura no tienen en cuenta, dentro del
    perfil pretendido para el Poder Judicial la
    capacidad de liderar, que obviamente no es igual a la de ser
    Jefe. Y allí debemos analizar aquellos sujetos que
    comandan los cuerpos y grupos laborales
    desde las "segundas líneas".

    TITULO PRINCIPAL: "La Administración Pública y los
    liderazgos de segunda línea".

    SECUNDARIO: " Base de sustentación ante la falta
    de selección
    apropiada"

    A través de los 36 años de antigüedad
    en el Poder
    Judicial, tanto del ámbito Nacional como el Bonaerense, he
    desarrollado mi propia visión de lo que significa el
    liderazgo apropiado para la Administración
    Pública, como también me he resignado a nunca
    verlo plasmado, merced a la sempiterna manera de designar a los
    "jefes" de las diferentes áreas. Y siempre me llamó
    poderosamente la atención el motivo por el cual tantos
    personajes se han lanzado a esbozar perfiles y modelos de
    líderes en la actividad privada, pero nunca nadie
    intentó referirse al punto dentro del área a la
    cual yo pertenezco: el ámbito público
    estatal.
    Obviamente, puede ser por falta de interés,
    aunque también por falta de valor. Pero no
    creo factible que mis colegas se preocupen en demasía si
    yo intento desentrañar la realidad imperante
    –según mi óptica
    basada en la capacitación y la experiencia- siendo que
    cada maestro tiene su libro, y no
    veo por qué causa no habría de intentar demostrar
    una premisa fundamental y excluyente: la
    Administración Pública argentina tiene
    líderes (en teoría), pero en rigor los verdaderos
    líderes se encuentran por debajo de la línea
    más alta de mando –salvo honrosas excepciones- y
    desde la segunda línea ejecutiva ejercen el liderazgo
    práctico, efectivo, el que hace posible que a pesar de los
    problemas que
    enfrenta el País, las instituciones
    públicas puedan seguir realizando su tarea, más
    allá de limitaciones e inconvenientes de toda
    índole, ajenos a ésta convocatoria.

    Creo que sería una pedantería de mi parte
    pretender que este enfoque contribuya a la formación de
    agentes de cambio.
    Quizás el esbozo resulte de utilidad para
    desentrañar cómo se desarrollan las labores
    decisivas de nuestra función
    diaria, a través de esos sujetos que son -y movilizan- los
    engranajes burocráticos necesarios para el cumplimiento
    del objetivo
    administrativo.

    LA SITUACIÓN
    DE CRISIS
    .

    Es harto evidente que en el ámbito público
    existe una casi absoluta carencia de líderes. No los hay
    ni naturales ni inventados. Y con esto no quiero entrar en la
    discusión inacabable que genera preguntarse si los
    líderes nacen o se hacen. Me refiero –repito- a que
    no tenemos ni unos ni otros, más allá de la
    respuesta que cada quien tenga para aquel interrogante. Es
    momento aquí de establecer someramente algunas características -que no por conocidas
    resultan despreciables- de personas que sean capaces de liderar
    grupos.

    Muchos autores se refieren al "arte del
    liderazgo" consistente en conquistar el entusiasmo, lealtad,
    iniciativa y entrega del corazón de
    sus dirigidos. Esta postura se enrola en la de aquellos que
    sostienen que para ejercer el liderazgo no es suficiente el
    instinto que –mas o menos- tengamos para ello.

    Como ya lo expresé antes, no quiero ingresar en
    ese terreno polémico, pero sí aseverar por mi
    experiencia personal que
    liderar no es simplemente impartir órdenes, no
    importa que éstas se impongan con energía y
    autoridad.
    Tampoco es doblegar voluntades de los subordinados ni someterlos
    a designios caprichosos. Todo lo contrario, liderar es
    principalmente TRES COSAS: EDUCAR, esto es lograr el
    desarrollo de
    toda la perfección que la naturaleza humana
    lleva consigo; INSTRUIR, que consiste en enseñar
    las nociones técnicas
    precisas y dirigir los ejercicios prácticos para
    proporcionar a los subordinados los conocimientos
    específicos necesarios para llevar adelante su misión; y
    CONDUCIR, lo cual resulta guiar y dirigir a aquellos de
    manera tal, que perfeccionando la educación e
    instrucción en el ámbito colectivo, sean capaces de
    desarrollar la comprensión y cooperación entre
    todos. En una palabra, que sean capaces de desarrollarse en
    equipos de tareas con división de actividades, conformando
    el todo que haga posible el resultado más elevado del
    objetivo, y si
    fuera posible, lograr la excelencia.

    En ese sentido, el ejercicio del liderazgo
    entraña tres cuestiones fundamentales, que son: EL
    FACTOR SICOLOGICO
    que se aplica sobre las personas dotadas de
    inteligencia,
    voluntad, pasiones y sentimientos. EL FACTOR
    PEDAGÓGICO
    dirigido a conformar la instrucción
    y la educación del subordinado, y EL FACTOR
    MORAL
    regulador de las conductas de aquellos influyendo en su
    compotamiento individual, y por ende con reflejo en el
    grupal.

    En el ámbito de la Administración Pública, los jefes
    –véase que digo jefes y no líderes, porque
    ambos términos no son sinónimos- suelen ser
    respetados no sólo por su jerarquía, sino por sus
    años de antigüedad, sus hábitos para con los
    empleados –en tanto los trate bien ,mal o con indiferencia-
    , sus modales y el poder que
    recepten de las más altas jerarquías. Así
    vamos recorriendo una galería de personajes "jefes" que
    van desde el autoritario hasta el totalmente permisivo, pasando
    por el falto de carácter,
    el no comunicativo, el irascible, el vehemente, el enamoradizo,
    el depresivo, el dominado por su esposa, etc. Es una realidad
    cotidiana que muchos de ustedes también
    conocen.

    Un MEDIOCRE o MAL JEFE arrea a sus empleados,
    obtiene respeto
    imponiéndose por jerarquía, inspira inquietud o
    temor, dice "yo", dice "preséntese a tiempo",
    señala la pena para la infracción, siempre "sabe"
    como se hacen las cosas, convierte en penoso el trabajo,
    suele decir "váyase de aquí" y terminar el
    díálogo abruptamente y su única
    preocupación es el objetivo que persigue. EN CAMBIO UN
    LIDER
    guía a sus hombres, obtiene obediencia
    voluntaria, inspira confianza y despierta entusiasmo, dice
    siempre "nosotros", suele llegar antes que los otros,
    señala sólo la infracción, invierte tiempo en
    enseñar cómo se hacen las cosas, despierta que su
    gente encuentre interesante su tarea, dice "vamos" y piensa en
    los hombres antes que en el objetivo. Con la formación y
    manera de conducir de los primeros, lo único que puede
    lograrse es comprar con un salario parte del
    tiempo de alguien, su presencia física en el lugar de
    trabajo y su actividad muscular. En cambio para el lider, es
    natural recibir entusiasmo, lealtad y entrega de corazón,
    de espíritu y de alma, pero esas virtudes no se pueden
    comprar, hay que conquistarlas.

    En el ámbito de todo el País, es una
    práctica históricamente aceptada lo que en buen
    argentino se llama la dedocracia, porque la gran
    mayoría de quienes dirigen puestos de mayor avanzada
    jerárquica son designados con el dedo, por
    contraprestaciones, por encargo, por conveniencia, etc., pero
    casi nunca por sus aptitudes para la dirigencia del área
    puntual en que se desarrollan. Y en el área de la Justicia,
    actualmente existen los Colegios de la Magistraura, pero en sus
    métodos de
    selección y designación de
    funcionarios y Magistrados –altamente cuestionados por
    falta de transparencia- no se evalúan condiciones de
    liderazgo. Aunque parezca mentira.

    De tal manera que si estimamos que hay una crisis de
    liderazgo en toda la Administración Pública
    nacional y de las provincias –como la hay inobjetablemente-
    se debe a que no están abiertos los canales que permitan
    que los más aptos sean quienes resulten promovidos a
    mayores jerarquías administrativas. Y cuidado que cuando
    digo aptos, no estoy estableciendo un sistema de
    selección darwinista y feroz, sino reclamando y
    denunciando, que estén delineadas las condiciones
    necesarias para la tarea de cada peldaño
    jerárquico, elemento con el que podrá seleccionarse
    al comandante conforme sus condiciones particulares y
    confrontadas éstas con el perfil requerido por el
    cargo.

    MODELO DE LIDER DE
    SEGUNDA LINEA.

    Es casi habitual encontrar en la mayoría de los
    equipos de
    trabajo del ámbito público, empleados que
    resultan imprescindibles en cada lugar y tarea. ¿Por
    qué se produce ese fenómeno? Pues porque son los
    más aptos, ya por capacidad intelectual, ya por
    experiencia, ya por carisma natural, ya por…..no importa, son
    quienes "saben" y "hacen posible" la tarea propia y la de sus
    compañeros de labor. Son también, los que "le ganan
    el salario a sus
    jefes". Son esos tipos que el jefe defiende a muerte cuando
    se los quieren sacar de sus áreas, y lamentablemente, son
    quienes más trabajan y soportan responsabilidades, pues en
    lugar de ser premiados son castigados injustamente con mayor
    cúmulo de obligaciones.
    Mientras tanto, los mediocres se destinan a tareas menores o son
    promovidos para "sacárselos de encima". Son los que tienen
    problemas para
    ascender, porque…..no vaya a suceder que ascendidos se tengan
    que ir. O le hagan sombra a su actual jefe. La conclusión
    es que son perjudicados por ser eficientes.

    Y en muchos casos son verdaderos "líderes", son
    personas que cumplen dentro de su alcance laboral
    cotidiano, con las cualidades de orientar y llevar adelante la
    labor, son quienes estan prestos a los problemas personales, son
    aquellos que establecen pautas generales entre el grupo para que
    las cosas salgan bien, aún a riesgo de que su
    superior los sancione, porque no está de acuerdo. En fin,
    lo he vivido, lo he padecido, y hoy lo vuelco
    aquí.

    Ese tipo de liderazgo en posiciones tan
    incómodas, suele ser torturante y peligroso, pero
    también puede convertirse en altamente ejemplarizante, a
    punto tal que los subordinados del jefe se rebelan en contra suyo
    por apuntalar el clima que genera
    un par, otro empleado o jerárquico de menor rango.
    Porque estos sujetos generan un clima, algo parecido a un
    campo de energía corporal de largo alcance que envuelve el
    ámbito laboral donde se
    desempeñan y los convierte en "indiscutibles". El
    fenómeno máximo se advierte cuando el grupo
    establece su nexo de pertenencia en torno suyo. Lo he
    vivido y es una sensación maravillosa. De ello
    surgirán básicamente dos actitudes de
    sus superiores. Una de rechazo y persecución –lo he
    padecido y conozco el costo– y la otra
    de aprobación y aprovechamiento, que felizmente
    también he experimentado a través de alguien que me
    permitió ser promovido a la Magistratura como
    reconocimiento y recompensa a la eficiencia de mi
    tarea y lealtad evidenciadas. Asimismo, he visto con orgullo
    cómo hoy se lucen subordinados míos de aquellos
    días, que entonces eran empleados menores y a quienes les
    dediqué tiempo y esfuerzo porque los noté dotados
    de condiciones decisivas para que logren su objetivo laboral
    máximo posible. Muchos de ellos lo han logrado y eso me
    produce una inmensa felicidad.

    LA FALTA DE LIDERES ES
    DIRECTAMENTE PROPORCIONAL A LA MANIPULACIÓN DE LAS
    DESIGNACIONES.

    No son aquellos que hacen los mejores cursos de
    capacitación quienes logran ser
    líderes. Es obvio que a partir de lo dicho, pueden
    entender que me enrolo en la tesis de que
    un líder
    nace como tal, puede ser perfeccionado pero no fabricado. O se es
    líder o
    no se es líder. Existen buenos jefes, pero que no son
    líderes, precisamente porque un jefe puede ser capacitado
    para ello…

    La capacitación puede otorgar a un sujeto
    el conocimiento de dirección de subordinados, métodos
    laborales, técnicas
    de organización, conocimiento y
    manejo de leyes y
    reglamentos, procedimientos de
    mando y control y
    administración de materiales y
    equipos del área.. Pero la habilidad y la
    actitud
    deben nacerle, espontáneas, improvisadas,
    sobre la marcha de las necesidades de solucionar factores
    negativos. No niego que pueden perfeccionarse, pero si no
    están en gérmen en el sujeto, el aprendizaje no
    lo covertirá en líder, cuando mucho podrá
    llevarlo a ser un competente jefe. Que no es lo mismo.

    ¿DÓNDE
    HAY UN LIDER?.

    Cuando entre a cualquier oficina
    pública, no lo busque, simplemente quédese en
    algún rincón y espere algunos minutos.
    Observará cómo la mayoría de los empleados
    van y vienen consultando a otro empleado que está en un
    escritorio del mismo salón. No observará que los
    otros van hacia los despachos que están divididos con
    tabiques y otra mampostería. Notará que van a
    consultarle a un par, un igual. Ese es el líder, el
    segunda línea que maneja la oficina. Y nunca
    sabrá Usted si lo que hace se lo indicó su jefe,
    pero la oficina pasa por sus manos. Y su jefe usufructúa
    el rédito, muchas veces con disgusto porque tiene conciencia de lo
    que eso significa. Si no es inteligente decididamente lo ha de
    perseguir.

    Otras veces, los empleados acuden siempre a una oficina
    contigua y se turnan para ingresar. Al salir verá Usted
    que han disipado sus dudas y trabajan sueltos y seguros. Pues en
    aquella oficina, detrás de esa puerta, allí
    está el líder. Puede que ese no sea el despacho del
    máximo jefe jerárquico. Es muy probable que no lo
    sea. Pero allí está el puente por el que hay que
    cruzar…..

    EL PATERNALISMO DEL
    LIDER.

    Es indiscutible que un líder sabrá darle
    solución a cuanto problema se presente en la actividad
    diaria. Sin embargo, no otorga seguridad
    únicamente por esa cualidad, que es fundamental y no puede
    decirse otra cosa. Pero seguramente, sus subordinados o pares
    evaluarán –conjuntamente con aquella seguridad que les
    otorga en el aspecto técnico- sus condiciones humanas,
    personales, esas que lo hacen querible como ser humano. No existe
    entonces de tal manera un utilitarismo, sino una relación
    de afecto y contención hacia los otros, que es patrimonio de
    un buen padre de familia. Ese
    sujeto se preocupa par conocer el carácter
    de cada uno, a distinguir el fuerte del débil, al que
    responde con lealtades, a la razón, la fuerza, el
    afecto. Porque los otros sienten que él se interesa por
    ellos, no sólo por los expedientes o papeles, sino por su
    vida, sus familias, sus gustos y sus disgustos. Además,
    porque no sólo les marca la misión a
    cada uno, sino también le reconoce sus méritos, les
    indica dónde están sus mayores habilidades y
    qué costados oscuros deben mejorar. Les da un trato justo,
    imparcial, cortés, respeta sus sentimientos y escucha sus
    sugerencias. Cumple las promesas que realiza y
    -demostrándoles que confía en ellos- les permite
    tomar algunas iniciativas.

    Un verdadero líder, es aquél que prepara a
    otros para que lo sucedan, es el padre que enseña a un
    hijo a andar en bicicleta con las rueditas de apoyo, pero que
    luego se las quita, conociendo que las caídas posteriores
    harán que su hijo aprenda finalmente a dominarla. Es una
    actitud
    carente de egoísmo que no especula ni oculta conocimientos
    ni experiencias al otro, y si hace que su subordinado logre
    destacarse más que él mismo, lo disfruta y no
    impide su progreso, aunque con ello pierda a su mejor elemento.
    He aquí el don de gente que no se compra ni se vende,
    está en el plano moral de su
    persona y es
    anterior a cualquier capacitación o mejoramiento
    técnico que pudiera haber recibido. Insisto, el
    líder nace como tal.

    PERSPECTIVAS
    PARA MEJORAR.

    No entendo por qué razón, alguna vez
    cuando se discutió un ascenso en la esfera pública,
    no se convocó –por ejemplo- a la Licenciada Cristina
    Mejías, a Alfredo Bernardi, a Bernardo Hidalgo, a Marcelo
    Pitluk, a Jorge Hambra o a Eduardo Press, reconocidos consultores
    del área de recursos
    humanos de importantísimas empresas
    contratadas por el sector privado para analizar, permanentemente,
    él perfil del líder triunfador en la dinámica del mercado nacional.
    Yo me hago una pregunta ¿Quiere ello decir que no
    necesitamos líderes en la Administración
    Pública? Por supuesto que los necesitamos, pero para
    eso hay que abrir un camino que está lleno de pastizales,
    y hay que tener ganas de tener líderes en los cargos
    jerárquicos públicos.

    El licenciado Jorge Mosquera, en su columna "RR.HH" del
    diario La Nación,
    el 18 de junio del 2000 escribió una nota que se titulaba
    "El estigma de trabajar en el Estado", en
    la cual establecía –justamente- que el sector
    privado menosprecia todo lo estatal y público porque lo
    considera mediocre, falto de cualidades y competitividad. Doloroso y cruel, pero cierto. El
    especialista norteamericano Bernard Cullen, describió para
    La Nación
    el tipo de liderazgo que exigen el sector
    público y el privado, pero obviamente lo hizo teniendo
    en cuenta sus pautas vernáculas, no las criollas. Pero no
    obstante ello, al referirse a las habilidades del líder en
    ambos sectores, dijo "…las habilidades técnicas
    específicas se necesitan en ambos sectores, así
    como ciertas capacidades personales. Pero en el ámbito
    público los managers tienen que tener mayores habilidades
    de persuasión y de influencia personal, porque
    deben poder lograr que la gente trabaje en
    conjunto…".

    He allí uno de los grandes cráteres de
    la Administración Pública, cómo lograr
    equipos de
    trabajo eficientes.
    Cuando hice mi carrera docente,
    pasé muchas noches estudiando el complejo funcionamiento
    de los grupos operativos, para lo cual tuve bibliografía copiosa que
    provenía del sector privado, nunca del público. Y
    no es casualidad que me haya sucedido. En la actividad
    pública nunca nadie se preocupó demasiado por eso,
    sino por obtener individualidades. Mientras esto sucede
    diariamente en la Argentina, el
    mundo industrializado, ese espejo en el que queremos mirarnos los
    argentinos pero no hacemos nada por parecernos, va para otra
    dirección. Harvey Robbins (especialista en
    el tema de los equipos) y Michael Finley (experto en management)
    en su libro "Por
    qué fallan los equipos" plantean los casos más
    comunes donde hay fallas cuando se trabaja en grupo. Y con el
    puntapié inicial de una consultora española que
    asesora empresas
    privadas, el fútbol se convirtió en el ejemplo
    más popular del trabajo de conjunto. Así, la filial
    de Ernst & Young en Madrid, contrató al técnico
    argentino Jorge Valdano (ex jugador de nuestra selección
    nacional campeona del mundo en 1986) para que integre un conjunto
    de investigación de desarrollo de
    equipos de alto rendimiento. La directora de la División
    Selección y Búsquedas de BC & Asociados,
    Bibiana Crocitta analizó para La Nación este
    fenómeno y destacó la importancia del líder,
    diciendo "..la presencia de un verdadero guía es una de
    las claves básicas para consolidar la existencia de un
    equipo y facilitar su trabajo…".

    ¿COEFICIENTE
    INTELECTUAL O EXPERIENCIA
    ? AMBOS.

    Por motivos que seguramente tendrán que ver con
    los paradigmas de
    la sociedad de
    consumo, se
    priorizan las personas jóvenes. Y es obvio que valen por
    el empuje, las ganas, la imprevisibilidad de límites,
    todo lo que hace a una topadora en movimiento.
    Paralelamente, en la sociedad
    occidental desde hace tiempo, mientras por un lado se alarga la
    longevidad y la calidad de
    vida de las personas, por el otro se las "descarta" a
    temprana edad para tareas laborales. Esa selección
    criminal que prioriza a una persona por su
    calendario de vida y no por sus condiciones personales y
    profesionales, genera conflictos
    permanentes.

    El primero y más grave es la desocupación de personas de más de
    35 años. Luego, suelo ver que los
    cargos directivos se cubren con gente muy joven, a veces
    demasiado., No está en juego su
    intelecto ni sus condiciones particulares, pero se prescinde
    incomprensiblemente del dato de la experiencia.
    Si sumamos
    ésta realidad a funcionamientos individualistas y no
    grupales (esto es cuando no existe un equipo bien conformado) el
    "jefe" joven termina prescindiendo de sus colaboradores mayores
    en edad, y viceversa, éstos últimos quitan o
    disminuyen la colaboración al "mocoso
    impertinente".

    Estas crisis han
    sido motivo de tratamiento en páginas del diario chileno
    El Mercurio, analizando el conflicto
    generacional entre jefes y subalternos cuando se producen
    básicamente las condiciones que he referido
    precedentemente. Y si estos problemas se estudian en la actividad
    privada, qué esperar en la esfera pública tal
    como se maneja en nuestro País, con jóvenes que
    acceden a cargos ejecutivos públicos a muy corta edad,
    estimulados y apadrinados por la política, y
    generalmente sin sustento de conocimiento
    ni experiencia.
    Los resultados serán fatales, no
    existe otra posibilidad. Es penoso tener que reconocer de mi
    parte, que me he preguntado al respecto ¿esto se
    hará deliberadamente para que la burocracia
    pública no funcione correctamente?.
    Y no estoy
    convencido de que la respuesta sea negativa en un ciento por
    ciento.

    EL MODELO MAS
    COMUN DE LIDER EN LA ESFERA PUBLICA, HOY.

    Los autores en la materia han
    establecido seis modelos o
    estilos, a saber:

    COERCITIVO: exige obediencia inmediata.

    ORIENTATIVO: motiva a los subalternos a trabajar por un
    objetivo.

    AFILIATIVO: crea armonía y fomenta las
    relaciones.

    PARTICIPATIVO: crea consenso a través de la
    participación.

    IMITATIVO: fija estándares de excelencia
    exigentes.

    CAPACITADOR: desarrolla las personas para el
    futuro.

    Estos perfiles fueron diseñados en el libro "El
    liderazgo que da resultados" por Daniel Góleman, el autor
    de "La inteligencia
    emocional". Lo significativo a mi juicio es que, los jefes de
    primera línea –obsérvese que no los catalogo
    como líderes sino como jefes – suelen tener todos el
    tipo coercitivo y son eminentemente autoritarios en su manejo del
    personal. Por el contrario, los líderes que están
    insertos en las segundas líneas de mando, tienen características de orientativo, afiliativo,
    participativo y capacitador, que paradójicamente
    tendrían que provenir del máximo
    conductor.

    También es cierto que no en todos los equipos de
    tareas existen ésta clase de líderes, pero conozco
    que en la gran mayoría de ellos están presentes. Y
    repito, eso motiva conflictos
    internos entre ellos y los jefes, y entre el jefe y los
    compañeros de aquél, que se solidarizan porque en
    la mayoría de los casos, cada uno de estos especiales
    "subalternos" tiene un carisma significativo.

    EN SÍNTESIS.

    Hay que plantearse seriamente por qué motivos
    –si los hay- la Administración Pública no
    genera líderes ni los capacita, así como tampoco
    intenta seleccionarlos, descubriéndolos cuando incorpora
    personal a través de concursos o exámenes de
    ingreso o de promoción.

    Y obligadamente, se tiene que evaluar qué motivos
    existen para que los líderes de "segunda línea"
    generalmente no lleguen a ocupar los cargos máximos en sus
    respectivos rubros laborales.

    ¿No parece ser éste un buen comienzo para
    mejorar nuestra burocracia
    pública, además de combatir la corrupción?. Yo creo que sí lo
    es.

     

     

     

    Rubén Mario Sarlo

    Fiscal General Adjunto de La Plata

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