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Deontología pedagógica (página 2)



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6. La Axiología

Es la parte de la filosofía que estudia los valores,
con el objeto de formular una teoría
que permita explicar la existencia y la vigencia de todo un mundo
de producción humana que tiene importancia
definitiva para la vida del hombre y su
desarrollo
histórico-social.
Los valores son
reglas de origen social a partir de las cuales cada individuo
rige su vida. La palabra valor posee
diversos significados. La palabra valor posee
muchos significados como por ejemplo, algo material como un coche
tiene un valor útil, un libro tiene un
valor intelectual o científico, el dinero un
valor material y la música o el arte tienen un
valor estético. En cambio, cuando
hacemos alusión al valor del trabajo, de la ayuda a los
demás, de la tolerancia, de la
justicia
social, hablamos específicamente de valores
humanos. En nuestro caso, con el término valor nos
referimos especialmente a cualidades especiales sólo
pueden ser puestas al descubierto a través de la actividad
social y cultural de la persona. Esto
significa, en palabras sencillas, que nuestro comportamiento
diario es una especie de termómetro que muestra la clase
de valores que
poseemos…
La axiología a principios de
siglo XVIII alcanza gran desarrollo a
través de los grandes pensadores alemanes: Max Scheler y
Nicolai Hartmann. Así pues, hoy la axiología cobra singular importancia en
esta época de crisis que
vivimos, para tratar de esclarecer las bases individuales y
colectivas sobre las que se están edificando los distintos
proyectos de
país que actualmente se debaten en el plano
político y económico, e incluso para tratar de
establecer al más apto (no olvidemos que la
axiología, como parte de la ética, es
una disciplina
práctica y normativa).
La mayoría de las corrientes filosóficas que han
abordado explícitamente el campo axiológico,
coinciden en considerar a los valores
como patrones ideales de las cualidades que un bien (en el amplio
sentido de la palabra) debe poseer conforme a su propia naturaleza. Sin
embargo, este acuerdo sólo es salvable a nivel de los
bienes
materiales, de
los que se derivan valores propios del conocimiento
de la dimensión física y tangible de
la naturaleza; al
abordar la esfera subjetiva (en tanto experiencia individual) de
la conducta
individual y social del hombre es
cuando las discrepancias surgen. Estas discrepancias giran en
torno a si han de
considerarse los valores como universales y objetivos, o
como relativos al sujeto y su circunstancia.
Así, por un lado, se define una tradición que parte
de Platón
(428/7-348 a.n.e.) a Kant (1724-1804)
y Scheler (1874-1928), quienes afirman la existencia de valores
universales, válidos en todo momento histórico e
independientes del sujeto.
Platón
estableció como fin último del hombre, alcanzar la
Idea del Bien, a través del desligamiento del mundo
material. En esta Idea del Bien es donde radica la felicidad del
hombre (fundamento conceptual del Eudemonismo). Este
planteamiento se refleja posteriormente en la moral
cristiana, que postula a los valores del espíritu como
bienes a
alcanzar por sobre los de índole material. Esta idea
contrasta con sistemas
filosóficos orientales como el Confucionismo, que busca
más bien, la unidad material y espiritual del hombre.
Este marco conceptual continúa en Kant,
quién estableció la universalidad de los valores al
considerarlos como Imperativos categóricos a priori, es
decir, enunciados formales sobre el "deber ser", independientes
de la experiencia, pero que la predeterminan y guían la
conducta
valorativa.
Posteriormente, Scheler, al contrario de Kant, considera a los
valores como dados con un contenido material, con lo cual hace
derivar al deber de la intuición personal del
valor, el cual, sin embargo, sigue siendo universal en sí.
Cabe hacer notar que Scheler deriva su Axiología de un
concepto
cristiano del amor y el
valor de la persona.
En contraposición a esta tradición, encontramos
otra que parte de Protágoras (c. 480-410), con su famoso
lema "el hombre es
la medida de todas las cosas", pasa por el Hedonismo de Epicuro
(341-270), llega hasta el Utilitarismo de John Stuart Mill
(1806-1873) y el Pragmatismo de
James (1842-1910).
En todas estas escuelas se encuentra una noción de valor
que se deriva de las circunstancias temporales del individuo y la
sociedad. Por
ello, consideran a los valores como relativos, aunque, al igual
que los otros pensadores, siguen manteniéndolos dentro de
una categoría idealista o formalista.
En el fondo, el debate sobre
la universalidad o el relativismo de los valores es en realidad
un debate entre
concepciones distintas de la naturaleza humana. En el primer
caso, prevalece una posición "esencialista" del ser
humano, la cual se fundamenta en la creencia de la existencia de
una sustancia fija del mismo; para esta postura, el valor se
define de antemano y es puesto como meta a alcanzar. En el
segundo caso, predomina una visión del hombre como
fenómeno cambiante, para la cual, el valor no se establece
de manera fija (relativo a alguna esencia), sino que depende de
circunstancias particulares.
Los axiólogos actuales han tratado de superar esta
contradicción al establecer distintos niveles de
manifestación del valor, a los cuales corresponden
distintos niveles del estudio axiológico. En este
contexto, Theodor Lessing define, en primer lugar, un nivel para
la Axiología Pura (o Trascendental), como teoría
del valor en general. En segundo lugar, está el nivel de
la Fenomenología del Valor, como teoría
de la significación personal del
valor y la conducta valorativa; en tercer lugar, se encuentra el
nivel de la Axiología Actual, como teoría de las
determinaciones psicológicas, económicas y
biológicas que generan los valores y especifican el
carácter de la conducta valorativa.
De cualquier forma, se establecen los valores como
representaciones subjetivas (ideales) de la realidad,
dependientes de los sentimientos y la intuición
emotiva.
La Psicología
Moderna también ha aportado elementos importantes para
modificar nuestra concepción del mundo y, con ella, la
forma de enfocar a la Axiología.
La teoría Psicoanalítica con Freud
(1856-1940), puso de relieve el
papel de los
deseos y sentimientos inconscientes en la determinación de
la conducta. Para él, el desarrollo de la vida en sociedad
requirió la formación de una moral
represora que sacrificara los impulsos sexuales y agresivos del
hombre en aras de poder
construir la civilización. Esta situación
conflictiva del hombre es explicada debido a su naturaleza
contradictoria e instintual.
El psicoanálisis, entonces, postula la
necesidad de reconciliar al hombre consigo mismo, a través
de la liberación del material reprimido y su
sublimación en productos
útiles a la adaptación del individuo adulto, cuyos
valores
morales deben de conciliarse con su vida emocional y
afectiva.
Por otra parte, la Psicología
Evolutiva de piaget
(1896-1980), señaló la relevancia del desarrollo de
la inteligencia
en la conformación de la moral
individual: en la medida que se desarrolla un pensamiento
formal y cada vez más complejo, los valores del individuo
dejan de depender de la autoridad
externa para convertirse en principios
autónomos y flexibles, mediante la articulación de
las operaciones
lógicas del pensamiento
con los juicios y conceptos morales.
El psicólogo ruso Vygotsky (1896-1934), incorporó a
la explicación del desarrollo intelectual y emocional el
papel del
contexto socio-histórico. Basado en las tesis de
Engels sobre el desarrollo del trabajo, Vygotsky analizó
el desarrollo de la conciencia y el
contenido ideológico a partir de la interacción
social del niño con el medio social, en la cual el lenguaje es
el instrumento principal de la adquisición y
reconstrucción de los medios y
bienes del grupo
social.
Así, los valores del grupo social
serán redimensionados en el individuo por mediación
de la conciencia y la
vida emocional del mismo.
En resumen, la importancia de los trabajos de psicólogos
como Freud, Piaget y
Vygotsky para la Axiología, es que esclarecen el carácter
complejo y unitario del fenómeno del valor (lo cual sirve
al intento de definir distintos niveles para su estudio, como lo
hace Lessing). De ello se pueden derivar algunas
conclusiones:
a) Los valores apelan tanto a la experiencia subjetiva (emociones,
deseos, sentimientos) como al nivel más objetivo del
hombre (inteligencia,
lenguaje) es
decir, a su totalidad.
b) No sólo se manifiestan en la realidad concreta, sino
que la dirigen hacia metas abstractas y universales (su conocimiento
involucra tanto a la deducción como a la
intuición).
c) Son relativos al individuo y su contexto social y material
pero la experiencia histórica permite la construcción de representaciones
universales y categóricas del
valor.

Sobre una Tipología de Valores.
Otro punto está en el esclarecimiento de la
tipología de valores, pues se habla de valores
morales, valores sociales, valores individuales, valores
profesionales, valores antropológicos, y otros.
Cuando se habla de tipología no se trata del contenido de
un valor específico, sino se refiere al objeto o
relación de la vida real del cual emerge como paradigma el
valor. Aclaro esto porque todo valor es moral, al
igual que todo valor es social y emerge de una individualidad.
Desde ese ángulo todos los valores son morales, sociales,
individuales. Pero no todos refieren el mundo moral de la
persona, como no todos refieren el mundo de las relaciones
sociales de la persona y la sociedad como un todo y sus partes,
no todos refieren la autorreproducción de lo humano, tan
vital y dañado hoy día.
Aunque toda enumeración siempre corre el riesgo de ser
incompleta, y la presente de seguro lo es, si
nos parece oportuno enunciar algunos valores en los tipos que
hemos mencionado. Así, entre los morales aparecen los
rectores del sistema
axiológico de toda persona, lo justo, la libertad, el
decoro, lo bueno, lo moral; entre los individuales el honor, la
amistad, la
autoestima, el
respeto; entre
los sociales la cultura,
el trabajo, la
propiedad, la
convivencia, la equidad, la identidad, la
pertenencia; entre los profesionales la honestidad, la
eficiencia, el
prestigio, la estética, la limpieza, la responsabilidad, la profesionalidad, el
reconocimiento, entre los antropológicos el amor, la
belleza, la dignidad y otros que de seguro la lectura de
este trabajo le sugerirá. Allport, Vernon y Lindzey
(1951), propusieron:
Estético = Armonía, belleza de la forma,
simetría.
Práctico = Utilidad.
Social = Altruismo y filantropía.
Político = Influencia, predominio y ejercicio al poder.
Religioso = Aspectos trascendentales, místicos,
búsqueda de un sentido de la vida.
Esta enumeración, que afilia ciertos valores a grupos de acuerdo
con el aspecto de la vida social a que refieren, no nos puede
conducir a dividirlos en la cosmovisión de la persona. Por
el contrario, se manifiestan en la más profunda
concatenación y dependencia mutua. Para ver con mayor
claridad esta imbricación se requiere que incorporemos al
análisis un concepto
cardinal: la MORAL SOCIAL. Ella no es sumatoria, sino síntesis.
Todo proyecto social
critica o refrenda los preceptos de la moral social, la cual se
ha ido nutriendo a lo largo de la vida nacional y ha ido
conformando un cuerpo de preceptos, inicialmente no escritos, que
van configurando lo que es percibido socialmente como valioso,
como justo. Esos preceptos indican luego la afirmación de
la legalidad, toman cuerpo jurídico muchos de ellos
formando los principios máximos que conforman la nación
y la nacionalidad, en fin van nutriendo la IDENTIDAD. A
esa conjunción necesaria de valores de la moral social, de
la individualidad, de la profesionalidad, etc. se debe responder
en la labor educativa en el ámbito de la formación
de profesionales. Hagamos notar que los valores no son cajas
negras, cerradas y estáticas, sino que se enriquecen,
nutren, amplían, diversifican, etc. Pero también se
deforman, o se pierden dando lugar a la aparición de un
antivalor. (Por ejemplo el rol de la honestidad en la
profesionalidad del contador que luego conforma dos libros y
roba).

7.
La formación de valores en la
educación
superior.

(Una Propuesta, Emilio Ortiz
Torres, 1994)
El problema de la formación de los valores tiene mucha
actualidad por las propias necesidades del desarrollo social
en este mundo globalizado. Variados son los enfoques que tratan
de buscar una explicación a tan complejo problema, el cual
puede ser conceptualizado desde diferentes ciencias al
ser concebido desde el paradigma de
la complejidad, pues todo intento de simplificarlo corre el
peligro de desnaturalizar su propia esencia. En el trabajo se
intenta ofrecer diferentes criterios teóricos y
metodológicos sobre la investigación y la práctica
educativa en la formación de valores en la universidad.
El problema de la formación o la educación de
valores o en los valores preocupa y ocupa a la comunidad
educativa universitaria en el mundo. La entrada del nuevo milenio
exige de una mayor eficiencia,
eficacia y
pertinencia de los procesos
formativos en la enseñanza superior, no sólo en
cuanto a la elevación del nivel técnico-profesional
de sus egresados, sino también en sus cualidades
morales.
De los valores se viene hablando bastante desde hace tiempo por parte
de diferentes especialistas, con disímiles puntos de vista
y enfoques, lo cual resulta lógico, pues constituye un
tema muy complejo que puede ser abordado desde diferentes
enfoques y desde los diferentes campos del saber que integran,
por ejemplo, las Ciencias de la
Educación:
la Psicología, la Pedagogía, la Filosofía, la Sociología y la Historia, entre otras.
Un objeto de investigación educativa tan complejo como
los valores no puede ser aprehendido con rigor sólo desde
la Pedagogía, de ahí la importancia de
hacerlo en conjunción con la Psicología.
Precisamente, el objetivo de
este trabajo es ofrecer diferentes criterios teóricos y
metodológicos sobre la investigación y la práctica
educativa en la formación de valores en la universidad.
¿De qué posiciones
teórico-metodológicas partir? El estudio
científico de los valores debe preceder a su
investigación y a su educación en los
estudiantes. Se pueden considerar los siguientes elementos:
¿En qué sujetos deseamos educar valores?. Ante todo
es imprescindible el enfoque ontogenético porque en el
caso que nos ocupa educamos jóvenes que han seleccionado
una carrera y su futura labor profesional constituye el centro
alrededor de la cual se deben diseñar las influencias
instructiva y educativa. La etapa juvenil plantea determinadas
características generales que se deben
conocer por los profesores y constatar si cada alumno nuestro es
portador de ellas o no. ¿Qué valores posee ese
joven universitario?. Hay que asumir que ese joven (casi
adolescente todavía), que ingresa en los recintos
universitarios trae de los niveles educativos precedentes un
nivel de desarrollo de su personalidad,
y por tanto, determinados valores, los cuales hay que conocer
antes de plantearse educarlos.
¿Cuál es su nivel de motivación
profesional?. Como parte del diagnóstico inicial a cada estudiante debe
conocerse el motivo o los motivos que lo impulsaron a seleccionar
esa carrera y no otra.
¿Cuáles valores educar?. Ante todo hay que
delimitar los valores trascendentes, los esenciales, de acuerdo
con el modelo del
profesional con que se trabaje, para evitar de esa forma
concentrar las influencias y no perder esfuerzos ni tiempo al
intentar educar demasiados valores al unísono.
Además, hay que compatibilizar el enfoque analítico
de los valores: considerarlos cada uno por separado, con el
enfoque sintético: buscar la condicionalidad interna entre
ellos, porque algunos se presuponen, al estimular la
aparición de otros.
¿Cómo concebir a la
personalidad?. Es necesario adoptar una concepción
científica de la
personalidad porque las influencias educativas están
dirigidas a desarrollar un profesional con determinadas características personales, dentro de los
cuales se insertan los valores, concretados como cualidades de la
personalidad
que autorregulan conscientemente su conducta de manera
permanente. Al valor hay que vivenciarlo, o sea, conocerlo y
sentirlo como importante por parte del que lo posee, de lo
contrario no se forma ni llega a regular la conducta.
¿De cuáles principios partir?. La ausencia de
principios que guíen la práctica educativa provoca
un desmedido empirismo que
lastra cualquier esfuerzo por obtener resultados en la educación de
valores. Los siguientes principios son fundamentales: de la
Personalidad, de la Unidad de la Actividad y la
Comunicación, de la Unidad de lo Cognitivo y lo
Afectivo, la Unidad de las Influencias Educativas, la Unidad de
lo Colectivo y lo Individual y de la Unidad de lo Instructivo y
lo Educativo. Los cuales permiten diseñar el proceso
docente-educativo de una manera más coherente y
efectiva.
¿Cómo modificar el proceso de
enseñanza-aprendizaje? El
proceso de E-A debe sufrir todas aquellas modificaciones que sean
necesarias para salir de la rutina y el esquematismo, de acuerdo
con las aspiraciones del proyecto
educativo.
¿Cómo realizar el diagnóstico de salida? Es imprescindible
comparar el diagnóstico de entrada con el de salida y
constatar si se han producido cambios, con la limitante que los
avances en la educación de la personalidad no son
inmediatos, requieren de tiempo para que se afiancen en los
alumnos.
¿Qué experiencias existen en otras universidades en
la formación de valores?. Es necesario conocer qué
se esté haciendo en otros centros de educación
superior para beber de las mejores experiencias y resultados
de investigaciones
realizadas. El intercambio de experiencias y de resultados
investigativos es muy importante, sería poco
científico y hasta peligroso intentar trabajar de manera
aislada. La búsqueda de bibliografía actualizada
sobre el tema debe ser una labor constante del claustro de
profesores, así como propiciar encuentros e intercambios
con especialistas y colegas. Existen experiencias interesantes en
otras universidades que deben ser tenidas en cuenta y aplicables
con las adecuaciones correspondientes. Algunas de los resultados
más interesantes son:
La necesidad de enfocar el proceso docente-educativo con una su
visión ética,
comunicativa, holística e interdisciplinaria.
Problematizar los contenidos de la enseñanza con
situaciones conflictivas que revelen las contradicciones reales
de la sociedad actual y el papel de lo valores en su
dilucidación.
El alumno como sujeto del aprendizaje que
logre vivenciar los contenidos de la enseñanza (unidad de
lo intelectual y lo emocional), a través de un diálogo
cotidiano entre el profesor y el alumno y de ellos entre
sí, así como que se estimule su
autoperfeccionamiento y su educación.
Necesidad de una capacitación específica a los
profesores universitarios para la formación de valores en
los jóvenes, a partir de la introducción en su práctica de
estrategias tales
como la orientación profesional, el aprendizaje
grupal y el empleo de
métodos
participativos, así como el desarrollo de la competencia
comunicativa de los docentes, y la redimensión de su
rol.
Los valores no se pueden imponer, inculcar ni adoctrinar, los
alumnos deben asumirlos y hacerlos suyos por su propia construcción y determinación.
En el profesor universitario debe provocarse la
autorreflexión y autoevaluación sobre la competencia de su
labor en la formación de valores.
La ejemplaridad del claustro de profesores y del funcionamiento
de la universidad.
Se destacan los valores responsabilidad, fidelidad, solidaridad,
autenticidad, patriotismo, laboriosidad y algunas vías
para educarlos.
Enfatizar en la clase como vía fundamental para la
educación de los valores, junto con las demás
actividades.
Vincular de manera coherente los paradigmas
cualitativos y cuantitativos de investigación.
Se involucran fenómenos psicológicos complejos,
tales como los intereses, necesidades, motivos, intenciones,
aspiraciones, ideales, convicciones, etc.
La obligatoriedad de hacer siempre un diagnóstico de cada
alumno al entrar a la universidad y la constatación de su
evolución en cada año.

Un Modelo de
Personalidad en la Educación Superior
De acuerdo con los presupuestos
anteriores el modelo debe descansar en un conjunto de cualidades
morales de valor social, nacional y universal, acorde con las
particularidades de la época y de nuestras tradiciones
más autóctonas. Los valores tienen un
carácter supraindividual porque adquieren
significación en el ámbito de toda la sociedad y al
arraigarse en el educando se convierten en cualidades de la
personalidad, sin pretender que exista una paridad absoluta entre
cualidad y valor, pues un valor puede quedar reflejado en una o
en varias cualidades y viceversa. Aunque los valores poseen un
contexto histórico y cultural en el cual se desarrollan,
existe cierto consenso en cuanto a los más importantes,
por ejemplo, la investigadora A. Delgado (1998) considera que los
valores deseables en los alumnos universitarios son, entre otros,
la responsabilidad, la libertad y la
independencia,
lo que refleja coincidencias con otros autores de habla
hispana.
Las relaciones entre los valores y las cualidades de la
personalidad constituye un problema de carácter
teórico que requiere de un análisis cuidadoso al estar muy vinculados
sin llegar a identificarlos. Se parte de las tres dimensiones de
los valores propuesta por R. Favelo (citado por R. Sánchez
Noda, 1998), específicamente de la segunda, referida a la
percepción, al significado y a la
valoración de las condiciones objetivas en cada uno de los
hombres en la sociedad, en el cual están los elementos
psicológicos de este fenómeno, pues no basta con
que el valor sea conocido por las personas, sino que tiene que
convertirse en objeto de reflexión, vincularlo con su vida
cotidiana en sus relaciones con los demás y con su
concepción del mundo para que tome cuerpo como cualidad de
la personalidad.
Cuando los valores llegan a regular la conducta de las personas,
no desde fuera, sino desde dentro (autorregulación), se
puede afirmar que son cualidades de la personalidad, lo que
implica un nivel de autoconciencia relativamente alto sobre ellos
y un sentido personal para el sujeto. Cuando esto no ocurre los
valores pueden ser conocidos por parte de los educandos y llegar
a cierto nivel de regulación, pero externo, de acuerdo con
el contexto social inmediato en que se encuentren inmersos, y
cuando las condiciones varíen, o no exista la presión
social acostumbrada, cambiará sensiblemente la conducta y
se demostrará la
inexistencia de tales convicciones en la personalidad
(C. Álvarez, 1998).
Desde el punto de vista educativo es muy importante conocer los
criterios íntimos de los educandos, sus razonamientos,
criterios, dudas, opiniones y temores, pues sólo sabiendo
cómo piensa cada alumno se puede contribuir en su
formación. El criterio de existencia de determinada
cualidad de la personalidad nunca será solamente por la
constatación de una conducta más o menos reiterada,
por verbalizaciones socialmente aceptadas (repeticiones de frases
clichés) o por las aceptaciones unánimes de
propuestas masivas, pues muchas veces están determinadas
externamente por presiones grupales y no por
criterios internos.
Aunque difícil no es imposible la constatación de
dichas cualidades, pero sobre la base de un estudio integral y
continuado de la persona, de una comunicación íntima, reflexiva y
sistematizada con ella, así como con la fuerza del
ejemplo personal, ya que además de la persuasión,
la imitación como mecanismo y medio
socio-psicológico de influencia, juega un papel educativo
importante. Si los profesores no son portadores de esas
cualidades es imposible que las estimulen en sus alumnos. Los
educandos necesitan de la concreción de este modelo en
personas que para ellos signifiquen un paradigma del profesional
que ellos quisieran ser, de lo contrario se quedarían en
el vacío de la verbalización abstracta e
improductiva de un modelo inalcanzable por lo alejado de su
experiencia vital.

Entre las cualidades más importantes
están:
El colectivismo.
La perseverancia.
La honestidad-honradez (sinceridad-franqueza).
El humanismo
(sensibilidad-compasión bondad).
La dignidad (seriedad-decoro).
La austeridad.
La solidaridad.
La disciplina
(cumplimiento-organización).
La laboriosidad.
El patriotismo.
La sencillez.
La independencia
(integridad-autonomía). El autocontrol.
La delicadeza (cortesía-ternura).
Entusiasmo (pasión).
El activismo (diligencia-dinamismo).
El criticismo (crítico-autocrítico).
La autoestima.
Cada cualidad puede fomentarse por separado, a partir de su
conocimiento precioso, de la discusión y el debate
colectivo en las aulas, de manera que se promueva lo que L.
Kolhberg (1992) denomina el juicio moral, es necesario generar
estrategias e
instrumentos de "control" que
promuevan la formación del pensamiento crítico,
como base para un mayor desarrollo y madurez moral, situaciones
de aprendizaje en los que el alumno tenga que ejecutar su
capacidad de juicio y tome decisiones. Los profesores deben
plantearse objetivos de
aprendizaje que procuren el desarrollo de habilidades de
pensamiento complejo.
En las condiciones sociales las investigadoras A. Minujin y
R. Avendaño (1988 y 1990) demostraron experimentalmente la
formación y desarrollo de cualidades morales, a partir de
la definición de cada una en sus determinaciones
esenciales y su concreción en las condiciones singulares
del aula. Aunque esta experiencia no fue desarrollada en la
educación superior, aporta elementos valiosos para su
posible adecuación a este nivel de enseñanza.
Esta estrategia de
formar las cualidades por separado constituye un enfoque
analítico, el cual se sustenta en la relativa
independencia de cada una, pero limitarse a él en la
educación de las cualidades morales provocaría la
violación inmediata y flagrante de la concepción de
la personalidad como principio, anteriormente analizado, y a no
buscar la integración de dichas cualidades dentro de
un sistema
autorregulado, por lo que se impone la aplicación
complementaria del enfoque sistémico que busque las
relaciones internas entre ellas, al no estar tan desvinculadas
entre sí, pues la aparición de una estimula el
desarrollo de otras, y de manera contraria, la ausencia o el poco
desarrollo de una repercute en la inexistencia de otras.
Es, por tanto, una tarea científica de primer orden
precisar con certeza la condicionalidad interna entre las
cualidades de la personalidad y llevarlo a la práctica
educativa sistemática en las universidades.
Este modelo de personalidad, basado en cualidades morales es el
que debe usarse como paradigma en la educación desde los
primeros grados hasta el tercer nivel de enseñanza, con
las necesarias adecuaciones de acuerdo con el desarrollo
ontogenético de la personalidad y añadirle,
además, aquellas cualidades de carácter
instructivo, relacionadas con determinados conocimientos,
hábitos y habilidades que le confieren el carácter
profesional al modelo en dependencia de la carrera. Cuando el
estudiante ingresa a la universidad debe enriquecerse el modelo
con aquellas cualidades específicas que tipifican o
caracterizan a un profesional universitario, como por ejemplo,
las cualidades:
Comunicativas.
Creativas.
Amor por la
profesión.
Observador
Perspicaz.
Estudioso.
Investigador.
Optimista.
Organizado.
Dentro del proceso de perfeccionamiento curricular en la
educación superior estas cualidades han tomado cuerpo de
una forma u otra en el diseño
de planes y programas de
estudio, aunque no siempre con la debida coherencia, en documentos
estatales con diferentes denominaciones: profesiograma, perfil
del egresado, diseño
de la carrera y en ocasiones sin la combinación
armónica de los enfoques analítico y
sintético, y sin un sistema coherente de principios para
la educación de la personalidad que sustente dicho modelo
para que facilite el éxito
del proceso educativo.
(Consulte la Ley
Orgánica de Educación y su Reglamento, la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, la
Ley de
Universidades; y los Códigos de Ética de los
Colegios, Gremios y Asociaciones de Maestros, Profesores y
Licenciados).

8.
Bibliografía

Aristóteles "Moral". Madrid, Ed. Espasa – Calpe,
1972.
Burk I. "Filosofía. Una Introducción Actualizada". Caracas, Ed.
Ínsula, 1992.
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Narser, S.A.
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Aplicación". México.
Ed. Mc Graw-Hill, 1992.
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Ed. FCE., 1957.
Frondizi, R. ¿Qué son los Valores?. México,
Ed. FCE, 1994.
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Valor". Fundamentos de la Axiología Científica".
México, Ed. FCE, 1959.
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http://www.filosofia.org/filomat/pcero.htm
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Lafont Ester. "La Institución Escolar,
Convivencia y Disciplina" Tesis, Norma
Grupo. Edit. Bs. As., 1994.
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Edit. Carlos Lohlé, 1964.
Menéndez, Aquiles. "Ética
Profesional". México. Edit. Herrero Hermanos, Sucs.,
S.A., 1967.
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Ruyter, R. "La Filosofía del Valor". México, Edit.
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Torres, Rugarcia, A. "Hacia el Mejoramiento de la
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Bello. "Doce Propuestas Educativas para Venezuela".
Caracas: Jornadas 22-24 y 30 de Noviembre. Editorial
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Venezuela. Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela. (1999). Gaceta Oficial de la
República de Venezuela.
Venezuela. Ley Orgánica de Educación y su
Reglamento. (1999). Gaceta Oficial de la República
Bolivariana de Venezuela.
Venezuela. Ley Orgánica para la Protección del
Niño y del Adolescente. (2000). Gaceta Oficial de la
República de Venezuela.
Voli, Franco. "La Autoestima del Profesor". Madrid. Edit., PPC,
1997.

9.
Anexo

Federación nacional de profesionales de la
docencia
Colegio de profesores de venezuela
Código
de ética
Del Profesional de la docencia
Declaración de principios
La ética está relacionada con la cultura inherente
a un pueblo, a una comunidad. El
Profesor debe responder de sus actitudes
frente al medio donde se desenvuelve y respetar la escala de valores
que la sociedad tiene, no sin negar el derecho que le asiste para
que esa escala de valores
se perfeccione, se supere. De allí que se entiende la
profesión como un servicio
público en beneficio del colectivo.
La ética del Profesor se basa en fundamentos, en
comportamientos aceptados por los miembros del gremio y en
consecuencia, es de obligatorio cumplimiento. Es un comportamiento
ético autoimpuesto que le permite satisfacciones y
sentirse orgulloso por actuar sin atender las deformaciones
producidas por las crisis que
comúnmente son aprovechadas para deformar los verdaderos
principios sobre los cuales debe descansar la nación.
El no acatamiento del Código
de Ética
Profesional, genera una sanción de tipo moral, lo que
implica un castigo mayor que la sanción legal, ya que
ocasiona el repudio de los demás. Esta máxima se
explica y justifica en la Venezuela actual, que atraviesa un
momento difícil, cuando la escala de valores aparece
desquiciada y es un deber del profesor contribuir para solventar
una situación que está generalizando un profundo
escepticismo y de allí la oportunidad de este
Código de ética que, como bandera, le
permitirá al Profesor colaborar par que la sociedad en
general encuentre su camino, su desarrollo, su progreso, su
independencia y su redención.
Las normas y
principios contenidos en este Código están
concebidos en forma sencilla aplicables, y su cumplimiento por el
Profesor le puede señalar que en su labor, en el logro de
sus fines, lo conducirá a decir con
satisfacción:
Respetaré fielmente los estatutos de fenaprodo –
c.p.v.
No aceptaré que por motivos de lucro se interfiera mi
ejercicio profesional.
Pondré todos mis esfuerzos teniendo como norte el honor y
las más nobles tradiciones del magisterio.
Rechazaré todo tipo de discriminación.
Procuraré, para los demás, lo que desearía
para mí y para mis familiares.
Defenderé la superación y los niveles de
excelencia.
Actuaré siempre apegado a la verdad.
Combatiré la injusticia social.
Defenderé el derecho a la vida.
Seré un incondicional defensor de la paz, la libertad, la
solidaridad, la estabilidad.
Seré un crítico permanente contra todo signo que
lesione la independencia e integridad de la comunidad
nacional.
Me empeñaré para la defensa de la familia, el
derecho a asociarse, el derecho a la educación, el derecho
a la salud, al
desarrollo pleno de la personalidad y en general, mis esfuerzos
se orientarán siempre para que, además del
cumplimiento de los deberes por parte de los venezolanos,
también sepan defender sus derechos individuales,
sociales, económicos y políticos.
Rechazaré cualquiera ingerencia político-partidista
en el marco de los derechos profesionales y
sindicales.

Capítulo I
De los deberes en general del profesor
Artículo 1º.- Proceder con desinterés,
lealtad, veracidad, eficiencia, discreción, honradez y
probidad.
Artículo 2º.- Preservar la independencia en sus
actuaciones profesionales, respetando la Constitución y
demás Leyes de la
República.
Artículo 3º.- Preservar el respeto a su
dignidad personal y profesional.
Artículo 4º.- Cumplir a cabalidad las normas del
presente Código.
Artículo 5º.- Asistir y ser puntual en el
cumplimiento de su deber.
Artículo 6º.- Mantener una vida pública y
privada ejemplares.
Artículo 7º.- Ser un buen ciudadano y cumplir con
todos sus deberse cívicos.
Artículo 8º.- Entender que su labor es de servicio
público y no de carácter lucrativo.
Artículo 9º.- Mantenerse informado acerca de los
adelantos científicos y técnicos de su
área.-
Artículo 10º.- Contribuir y defender el desarrollo
pleno de la personalidad, la formación de ciudadanos aptos
para la vida, para el ejercicio de la democracia, el
fomento de la cultura y el desarrollo del espíritu de
solidaridad humana.

Capítulo II
De los deberes institucionales del profesor
Son deberes institucionales del Profesor:
Artículo 11º.- Propiciar y mantener la fraternidad y
solidaridad tanto con los afiliados a su gremio, como con los
pertenecientes a altos gremios afines.
Artículo 12º.- Rechazar toda acción indigna
que lesione el patrimonio
moral de todo el gremio.
Artículo 13º.- Combatir con todos los medios
lícitos la conducta moralmente censurable de sus
colegas.
Artículo 14º.- No emitir opiniones públicas o
privadas que lesionen al gremio.
Artículo 15º.- No aceptar cargos que el gremio haya
declarado en conflicto.
Artículo 16º.- Acatar los Estatutos y demás
normas del Colegio de Profesores de Venezuela.
Artículo 17º.- No obtener ventajas o canonjías
cuando ejerza cargos públicos o cargos directivos
gremiales.
Artículo 18º.- Guardar consideración hacia sus
superiores jerárquicos.
Artículo 19º.- Ocurrir al órgano del Colegio
de Profesores correspondiente cuando se considere lesionado en
sus derechos gremiales.
Artículo 20º.- Estimular a los Profesores no
colegiados para que se afilien al gremio.
Artículo 21º.- Luchar por la unidad del magisterio
por encima de banderías políticas
o religiosas.
Artículo 22º.- Participar con entusiasmo en todas las
actividades que propicie y desarrolle el Colegio de
Profesores.
Artículo 23º.- Fortalecer el respeto mutuo, trato
cordial y racional tolerancia con
sus colegas.
Artículo 24º.- Colaborar con sus colegas en las
medidas de sus posibilidades, en todo cuanto demanden de
él para el mejor ejercicio profesional.
Artículo 25º.- Ofrecer sus conocimientos y
experiencias para el mejoramiento institucional del Colegio de
Profesores.
Artículo 26º.- Combatir y denunciar las desviaciones
de carácter sindical y gremial.
Artículo 27º.- Exigir la más absoluta
pulcritud en el manejo patrimonial del gremio por parte de sus
directivos.
Artículo 28º.- Exigir del Colegio de Profesores una
mayor y audaz participación para mejorar la calidad de la
educación venezolana.

Capítulo III
De los deberes del profesor frente a la comunidad
Artículo 29º.- Propiciar y estimular acciones
tendientes a lograr la justicia
social.
Artículo 30º.- Proponer y realizar acciones que
conduzcan a lograr una mayor igualdad entre
los venezolanos.
Artículo 31º.- Denunciar y combatir la corrupción
en todas sus manifestaciones.
Artículo 32º.- Proponer y realizar acciones para los
cambios que rápidamente requiere Venezuela para su
desarrollo
integral.
Artículo 33º.- Combatir la usura con todos los medios
a su alcance.
Artículo 34º.- Participar con entusiasmo en las
actividades que desarrollen las juntas de vecinos.
Artículo 35º.- Luchar denodadamente a favor de la
paz.
Artículo 36º.- Estimular la convivencia social,
fomentando la
organización de cooperativas y
demás instituciones
destinadas a mejorar la economía popular.
Artículo 37º.- Proteger a la familia como
célula
fundamental de la sociedad.
Artículo 38º.- trabajar intensamente por la
protección del menor y evitar el abandono de la infancia.
Artículo 39º.- Propiciar la participación de
la comunidad en la toma de
decisiones locales.
Artículo 40º.- Desarrollar en el individuo una
conciencia de responsabilidad ciudadana en la conservación
del medio
ambiente.
Artículo 41º.- Denunciar y combatir los
monopolios.
Artículo 42º.- Fomentar la cultura en sus diversas
manifestaciones.
Artículo 43º.- Propagar el trabajo como único
medio para la superación de los pueblos.
Artículo 44º.- Combatir todo tipo de pesimismo.
Artículo 45º.- Propiciar la disciplina y la
puntualidad en los integrantes de la comunidad.
Artículo 46º.- Sugerir y propagar las mejores
costumbres en la comunidad donde se desenvuelve.

Capítulo IV
De los deberes del profesor como docente
Son deberes del Profesor:
Artículo 47º.- Poner dedicación y constancia
en sus tareas educativas y cumplir cabalmente con las funciones
inherentes a su cargo.
Artículo 48º.- Tratar a sus alumnos sin
discriminaciones de ninguna naturaleza.
Artículo 49º.- Propiciar y defender niveles de
excelencia en la formación educativa de sus alumnos.
Artículo 50º.- Atender, hasta donde le sea posible,
las diferencias individuales de sus alumnos.
Artículo 51º.- Propiciar la formación integral
de los estudiantes.
Artículo 52º.- Estimular el pensamiento reflexivo, la
actitud
crítica, la conciencia ética y la formación
de hábitos de estudio.
Artículo 53º.- Combatir la rutina escolar.
Artículo 54º.- Estimular a los alumnos para la
discusión libre.
Artículo 55º.- Rechazar todo tipo de autoritarismo en
las relaciones con sus alumnos.
Artículo 56º.- Evitar la improvisación y el
empirismo.
Artículo 57º.- Propiciar el acatamiento a las
leyes.
Artículo 58º.- Fomentar el amor y
respeto al trabajo.
Artículo 59º.- Participar plenamente en las
actividades extra – cátedra que contribuyan al crecimiento
y proyección de la Institución.
Artículo 60º.- Evitar la pasividad durante el
desarrollo de sus actividades educativas.
Artículo 61º.- Combatir el conformismo en sus
alumnos.
Artículo 62º.- Inculcar en sus alumnos el
espíritu de superación constante y hacer todo
cuanto lícitamente sea posible para vencer
obstáculos.
Artículo 63º.- Incitar a sus alumnos para que sean
formales en el cumplimiento del deber y decididos para reclamar
sus derechos.
Artículo 64º.- Combatir la anarquía y el
individualismo en sus diversas manifestaciones.
Artículo 65º.- Crear conciencia acerca de que por
encima de los intereses personales están los de la
colectividad.
Artículo 66º.- Despertar en los alumnos la conciencia
para que luchen denodadamente en la solución de los
problemas que
afectan a su núcleo familiar y a la comunidad donde se
desenvuelve.

Capítulo V
De las normas disciplinarias
Artículo 67º.- Las faltas de la ética
cometidas por ignorancia, negligencia, impericia o mala fe,
debidamente comprobadas, serán objeto de sanciones por
parte del Tribunal Disciplinario del Colegio de Profesores de
Venezuela. Sin perjuicio de las sanciones establecidas por las
Leyes correspondientes.

Capítulo VI
Disposiciones finales
Artículo 68º.- Salvo disposiciones expresas de las
Leyes que rijan la materia, las
acciones disciplinarias prescriben a los seis meses, contados
desde el día en que se perpetró el hecho o el
último acto constitutivo de la falta.
Artículo 69º.- Las normas de este Código
sólo podrán ser modificadas por la
Convención del Colegio de Profesores de Venezuela.
Artículo 70º.- Este Código entrará en
vigencia a los 29 días del mes de Junio en Caracas, de
1988.
Dado, firmado y refrendado en la ciudad de Caracas, sede de la
Convención Extraordinaria del Colegio de Profesores de
Venezuela, a los veintinueve días del mes de junio de mil
novecientos noventa y ocho.
Hoy nos inquieta y nos preocupa la controversia planteada sobre
la discusión y finalmente promulgación de una Ley
de Contenido que "regule" la libertad de
expresión y la censura en los medios de
comunicación.

 

 

 

Autor:

Enrique Estrella

Partes: 1, 2
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