Indice
1.
Introducción
2. Que es el Sistema
Inmune
3. Origen de los
Linfocitos
4. Inmunizaciones
5. Vacunas
6. Contraindicaciones
generales
7. Inmunizacion
pasiva
Denominamos Enfermedad infecciosa a aquella provocada
por el ingreso al organismo de: bacterias,
virus y
hongos, que
sé acompaña de síntomas y signos
específicos, como resultado de la agresión directa
a las células o
mediada por toxinas producidas por el invasor y liberadas la
circulación general.
Todos los seres vivos se hallan constantemente expuestos a este
tipo de riesgos,
existiendo un muy alto numero de agentes potencialmente
patógenos, pero dependerá de la susceptibilidad del
organismo invadido que la acción de aquel pueda
manifestarse.
La posibilidad de provocar enfermedad, no solo depende del
potencial agresivo del invasor, sino que para generarla es
necesaria la susceptibilidad de huésped, ya que no todos
los sujetos son susceptibles a los mismos agentes
patógenos.
Todos los animales, poseen
un primitivo sistema
defensivo, conocido como innato o natural, integrado por
mecanismos físicos como la integridad de piel y mucosas
capaces de impedir en condiciones normales, el ingreso de
patógenos al organismo. Otros de índole química, consistente
en diversas sustancias presentes en la sangre y otros
fluido orgánicos, capaces de interferir su crecimiento o
inmovilizarlos, facilitando su eliminación.
Y por último una dotación de células
con capacidad de capturarlos ingerirlos y degradarlos,
denominadas genéricamente "fagocitos."
Este tipo de inmunidad es absolutamente inespecífica y
dentro de sus limitaciones posee actividad contra cualquier
agente invasor.
Tan solo los vertebrados, poseen mecanismos defensivos, capaces
de reconocer y destruir sustancias en forma especifica.
A esto se le denomina inmunidad adaptativa.
Toda sustancia capaz de generar una respuesta inmune, es
denominada "antigeno" el cual no siempre es un elemento
foráneo o un tejido, sino alguna de sus estructuras o
sustancias como toxinas y enzimas
vinculadas a él y que el sistema inmune
reconoce como extrañas.
La respuesta inmune en este caso, es altamente especifica y
dirigida contra el antigeno que le dio origen, situación
que la diferencia netamente de la inmunidad innata.
Así también, también este sistema se
distingue por poseer lo que se denomina "memoria
inmunológica", es decir la capacidad de generar respuestas
más rápidas e intensas frente a contactos sucesivos
con un mismo antigeno; garantizando de tal modo una mejor
capacidad defensiva al organismo.
Ambas inmunidades actuando en conjunto son capaces de proveer una
elevada resistencia
frente a microorganismos, toxinas y parásitos. Pero asi
mismo, la inmunidad adaptativa es responsable de las
manifestaciones alérgicas y la reacción de rechazo
a los trasplantes tisulares, a los que reconoce como invasores potencialmente
dañinos
2. Que es el Sistema Inmune
Los linfocitos, una de las células componentes de
la sangre,
constituyen el principal elemento del sistema inmune.
El linfocito es diferente de todas las otras células en el
cuerpo porque tiene aproximadamente 100,000 receptores
idénticos en su membrana celular que le permite que
reconozca un antígeno específico.
Estos receptores son proteínas
que contienen "ranuras" que encajan en los modelos
formados por los átomos de la molécula del
antígeno; como la llave en su respectiva cerradura y
permiten ligar al antígeno, existiendo más de 10
millones de tipos diferentes de ranuras en los linfocitos del
sistema inmunológico humano.
Cuando un antígeno invade el cuerpo, normalmente
sólo aquellos leucocitos con receptores que se
corresponden con los contornos de ese particular antígeno
toman parte en la respuesta inmune. Cuando esto sucede, comienzan
a reproducirse dando origen a células hijas, que tiene
receptores idéntico a aquellos encontrados en el linfocito
original.
El resultado es una familia o "clon",
con afinidad exclusiva por un mismo antigeno. Este clon
continúa creciendo después del primer encuentro con
el antigeno de modo tal, que si el mismo tipo de antígeno
invade el cuerpo en otra ocasión, habrá muchos
más linfocitos específicos para ese antígeno
listos para neutralizar su acción deletérea
Éste comportamiento
es el fundamento de la memoria
inmunológica a que hiciéramos referencia
anteriormente.
Como todas las células sanguíneas, los
linfocitos se originan a partir de células
pluripotenciales (stem cells) en la medula ósea durante la
vida extrauterina, mientras que en el feto su origen es
hepático
En una segunda fase se desarrollan los receptores antigeno-
específicos. , luego de completar este proceso
algunos de ellos, migran hacia los órganos
linfáticos, donde se acantonan.
Estos se conocen bajo el nombre de "linfocitos B", en tanto otros
migran hacia el Timo para completar su desarrollo
recibiendo la denominación de "linfocitos T".
Ambos tipos de células, poseen diferentes funciones en la
respuesta inmune, pese a actuar en conjunto e influenciarse
mutuamente.
Aquella que implica las células B, se conoce como humoral
por desarrollarse en los líquidos orgánicos; en
tanto que la que involucra a las T se denomina celular, por
configurar una interacción directa entre estas y el
antigeno.
Las células B pueden iniciar una respuesta inmune, pero el
antígeno desencadenante realmente se elimina por medio de
productos que
las células de B vuelcan en la sangre y otros fluidos del
cuerpo. Estos productos
denominados "anticuerpos", pertenecen a un grupo especial
de las proteínas
de la sangre conocidas como inmunoglobulinas.
Cuando una célula de
B es estimulada por un antígeno que encuentra en los
fluidos del cuerpo, se transforma, con la ayuda de un tipo de
célula T
denominada "helper" en una más grande llamada
célula blastica la que comienza a dividirse
rápidamente, formando un clon de células
idénticas. Algunas de ellas continúan su
transformación hacia células plasmática
(plasma cells) capaces de producir anticuerpos específicos
a una velocidad de
aproximadamente 2,000 anticuerpos por segundo los que pasan a
circular por los distintos fluidos orgánicos.
Los anticuerpos atacan los antígenos ligándose a
ellos inmovilizándolos o impidiendo su penetración
al organismo. En otros casos, actúan conjuntamente con un
grupo de las
proteínas de la sangre, genéricamente denominado
"sistema del complemento", integrado por un numero no menor de 30
componentes diferentes. En tale circunstancias, los anticuerpos
recubren al antigeno, haciéndolo susceptible a una
reacción química en cadena con
las proteínas del complemento que provoca su
destrucción. La reacción del complemento puede
causar la desintegración del invasor o atraer
células con capacidad fagocítica con
idéntico fin.
No todas las células del clon formado por la célula
B original, se transforman en plasmocitos y algunas adoptan el
carácter de células de memoria, capaces
de responder con mayor rapidez ante un posterior contacto con el
mismo antigeno.
Hay dos clases de células producidas en el timo: Helpers o
colaboradoras y Killer o citotóxicas. Las primeras
segregan sustancias denominadas interleuquinas, las que promueven
el crecimiento de células B y T y de las que se conoce
alrededor de 10, cada una de las cuales posee complejos efectos
biológicos.
Las citotóxicas por su parte, destruyen las células
infectadas, pudiendo en ciertas circunstancias hacer otro tanto
con las neoplásicas. Este tipo de leucocito es
también denominado "supresor" por ser capaz de regular la
respuesta inmune, suprimiendo transitoriamente la función de
los helpers de modo que el sistema se active solo cuando es
necesario.
Los receptores presentes en las células T, difieren de los
de las B por poseer la capacidad de reconocer fragmentos de
antigenos combinados con un conjunto de moléculas ubicadas
en la superficie de todas las células del organismo,
denominadas antigenos de histocompatibildad .
Así pues, mientras ellos circulan con la sangre ejercen
una función de
permanente vigilancia, detectando la presencia de antigenos
extraños que hayan sido capturados por tales
moléculas.
Como funciona el sistema
Cuando un antigeno ingresa al organismo, puede ser inicialmente
neutralizado parcialmente por el sistema de inmunidad innato;
siendo entonces atacados por fagocitos o anticuerpos preformados
actuando en combinación con el complemento. Sin embargo en
la gran mayoría de los casos los linfocitos del sistema
adaptativo, deben entrar en acción para yugular riesgos.
Este sistema en el ser humano cuenta con aproximadamente un
trillón de células T y un numero similar de B
circulantes u alojadas en los órganos linfáticos y
alrededor diez billones de células captadoras de
antigenos, en aquellos mismos órganos.
Con el objetivo de
aumentar las chances de detección de antigenos
foráneos, los linfocitos cumplen un ciclo permanente de
circulación y permanencia en los tejidos
linfáticos el cual se cumple alrededor de 50 veces
diarias
Si los linfocitos hallan un antigeno capturado por las
células ubicadas en el órgano linfático,
aquellos que poseen receptores específicos contra
él, detienen su migración
y se arraigan allí para generar una respuesta inmune "in
situ". Dado que el numero de leucocitos contenidos aumenta por
este mecanismo, el órgano respectivo aumenta de
tamaño, tal el motivo de las adenomegalias que
acompañan la mayoría de las infecciones.
En muchas circunstancias la acción de las células
fijas con capacidad de captar antigenos, resulta efectiva para
degradarlo y eliminarlo; pero si el volumen del mismo
es excesivo, comienzan a secretar interleukina 1 (IL-1) y pone en
evidencian fragmentos antigenicos a fin de alertar a los
linfocitos helpers. Esta conducta facilita
la respuesta de las células B y T frente al antigeno y
puede a su vez originar fiebre y malestar generalizado.
Aquellos T helpers que contactan con la IL-1 portadora de
antigenos, se transforman en linfoblastos , capaces de secretar
IL-2 la que provoca la multiplicación de células T
killer, cuya acción es necesaria para la
destrucción de células tumorales o infectadas por
virus.
En tanto la IL-3, estimula la producción medular de células
hemáticas, garantizando la disponibilidad de un numero
adecuado de linfocitos para yugular la infección
Por ultimo, los T helpers, originan otras IL que actuando sobre
las células B, estimulan su división y
transformación en células plasmáticas
secretoras de anticuerpos específicos.
Este sistema, se origina en la vida intrauterina y ya es
funcionante hacia los últimos meses de embarazo, sin
perjuicio de su perfeccionamiento post natal, consecuencia de la
maduración inherente a todas las funciones
orgánicas.
No obstante la Naturaleza ha
previsto un mecanismo de seguridad que
protege al neonato de las probables agresiones a que se vera
expuesto en los primeros tiempos de su vida.
Nos referimos a la Inmunidad Pasiva Transplacetaria, es decir la
cesión de anticuerpos de la madre al feto en cantidades
equivalentes a los que ella misma posee en circulación.
Estos anticuerpos, fruto de su experiencia inmunológica
previa completan la dotación defensiva del hijo y se
fortifican a través de los que se transfieren por la
leche materna
y primordialmente el calostro.
El proceso de
poner en marcha una respuesta inmune, se conoce
genéricamente como inmunización.
La breve descripción que precede, ilustra acerca de
lo que acontece en el ser humano, frente a una agresión
externa y deja claro que para lograr la puesta en marcha del
sistema inmune, es necesaria la invasión por parte del
agente patógeno y el trascurso de un tiempo variable,
previo a concretarse una protección eficaz.
Ello implica un riesgo
fácilmente comprensible, ya que si la agresión
resulta masiva, puede no dar tiempo a las
reacciones defensivas a interponer barreras útiles, caso
en el cual el sujeto enferma con posibilidad de muerte o
secuelas irreparables.
Por tal motivo es imprescindible que tales barreras estén
ya establecidas al momento de la agresión, para lograr lo
cual es menester adoptar medidas preventivas con la debida
antelación, estimulando el sistema inmune.
Este objetivo,
puede lograrse en forma activa, vale decir con la
intervención del sujeto, o pasiva mediante la
cesión de anticuerpos fabricados por otro individuo.
En el primer caso recurrimos a las vacunas y en
el segundo a los sueros o las gama globulinas.
Cada uno de estos métodos
posee, ventajas e inconvenientes que es preciso analizar para
explicar mejor el motivo de su elección en cada caso.
La inmunización activa, genera anticuerpos
específicos contra una enfermedad que demoran en alcanzar
niveles útiles, pero perduran en el tiempo, y si se los
estimula periódicamente pueden proteger de por vida.
La inmunización pasiva consiste en un préstamo de
anticuerpos los que alcanzan rápidamente un nivel
protector, pero se agotan en un plazo relativamente breve.
Por tanto, en un niño sano siempre preferiremos la
vacunación y reservaremos la utilización de sueros
o globulinas, para situaciones de emergencia en las cuales el
contagio resulte inminente en un sujeto
no vacunado previamente.
5. Vacunas
Referirse a las vacunas
creemos hace obligatoria una sucinta revisión
histórica acerca de su origen y sus logros.
La primer vacuna fue desarrollada por el medico ingles Edward
Jenner en 1796 como protección contra la Viruela.
Ante la observación de que los tamberos que en su
diaria tarea contraían una enfermedad propia del ganado
vacuno, denominada "cowpox", no se contagiaban posteriormente de
Viruela, decidió investigar el tema.
Así tomando material purulento de las pústulas de
la ubre de una vaca enferma, lo inoculo por escarificación
en el brazo de un niño de 8 años. Como era
previsible el pequeño contrajo la afección.
Posteriormente volvió a inocularle con el contenido de una
vesícula de viruela, comprobando que el paciente
permanecía sano.
Este método que
denomino vacuna de Latín "vaccinus", por la procedencia
del material utilizado; se difundió rápidamente por
todo el mundo y a logrado que al cabo de 200 años la
Viruela haya sido totalmente erradicada.
Sin embargo, tan genial descubrimiento fue llevado a cabo, sin
que su autor supiera de que manera se producía la
protección, ya que pasarían casi 100 años
hasta que los trabajos de Robert Koch y otros demostrasen eran
provocadas por "microbios" y en esta base en 1879 Louis Pasteur
crea la vacuna contra el Cólera sentando de este modo las
bases científicas de la inmunización.
De allí en adelante los hechos se sucedieron en forma
ininterrumpida y nombres como los de Emile Roux, Emil von
Behring, Wilhelm Kolle, Jonas Salk, Albert Sabin e infinidad de
otros hombres de ciencia;
aportaron su valioso esfuerzo en la lucha contra las mas variadas
enfermedades,
creando vacunas cada día mas eficaces.
Una vacuna, consiste en una bacteria, virus, hongo o toxina
(antígeno) que modificado por diversos métodos es
capaz luego, de ingresar al organismo de estimular al sistema
inmune a generar defensas contra los mismos, sin provocar
enfermedad severa y solamente con discretas molestias para el
vacunado.
Así se recurrió a través del tiempo a la
utilización de gérmenes o virus vivos atenuados por
medios
físicos, químicos o por simple envejecimiento, para
minimizar su virulencia; a los mismos muertos; o a sus toxinas
previamente inactivadas; finalmente algunas vacunas se componen
solo de fragmentos virales o bacterianos que careciendo de
potencia
agresiva, conservan la propiedad de
estimular el sistema inmunológico.
El advenimiento de la Ingeniería
Genética, a permitido el encarar nuevas técnicas
de elaboración de vacunas. Uno de los cuales el
recombinante mediante el cual es factible remover la
fracción del DNA viral o bacteriano, productor de la
enfermedad sin afectar la capacidad inmunogenica; ya es de uso
corriente desde 1986 en que se creo la primera de este tipo
contra la Hepatitis B.
Otra vía de aplicación de estos modernos conceptos
pasa por sintetizar cadenas de aminoácidos que
desencadenen el proceso de fabricación de anticuerpos,
portadas por organismos de rápida reproducción y carentes de acción
patógena. Este procedimiento
promete a corto plazo llegar a lograr mejores vacunas, exentas de
contraindicaciones, fáciles de producir, conservar y
transportar y por consecuencia de menor costo
Son absolutamente especificas y cada una protege contra una
única afección, pudiendo aplicarse en ciertos casos
combinadas a fin de acortar los plazos, pero manteniendo su
individualidad en tal sentido.
La inmunidad así adquirida, generalmente perdura por
muchos años y puede en caso de necesidad reactivarse
mediante revacunaciones sucesivas; merced a la existencia de
la memoria
inmunológica ya comentada.
¿Por que vacunar?
Cuando un niño nace posee una amplia gama de mecanismos
defensivos que analizaremos a continuación a la luz de los
conceptos precedentes:
Inmunidad natural: que involucra la integridad de la piel y las
mucosas, que lo aíslan del medio exterior y diversas
secreciones sobre estás, con acción destructora o
inhibidora del crecimiento de gérmenes y virus. Amen de
sustancias circulantes en su sangre con similar acción y
el mecanismo de la inflamación capaz de bloquear el avance
de los agresores, cuando ellos han penetrado al organismo.
Todos los componentes de este sistema son relativamente
útiles, pero inespecíficos y lábiles en
mayor o menor grado, por lo cual suelen ser superados en breve
plazo si la agresión es intensa.
Inmunidad pasiva: representada por los anticuerpos cedidos por la
madre, por vía transplacentaria a lo largo del embarazo y que
constituyen una valiosa barrera defensiva durante los primeros
meses de vida.
Su cantidad y variedad, se relacionan directamente con el estado
inmunológico materno, ya que ella solo puede transferir
los anticuerpos que posee, y que al par puedan por su
tamaño molecular, atravesar la placenta. Su
duración está supeditada a la vida media de las
globulinas que los portan, toda vez que al ser un préstamo
no se reponen, tendiendo a desaparecer en un lapso no mayor de
seis meses.
Capacidad de generar una respuesta inmune, ante el ingreso al
organismo de un antígeno, pero con el riesgo de padecer
la enfermedad, que dicho antigeno es capaz de provocar.
En resumen si bien el neonato se encuentra relativamente bien
protegido, esta situación es solo virtual ya que de no
mediar una actitud activa
por parte del pediatra, tarde o temprano estará expuesto
al riesgo de la infección.
Por estos motivos la vacunación de la embarazada, cuando
sea factible, a fin de reforzar la transmisión pasiva; la
inmunización precoz del niño y el recurso de la
inmunización pasiva en casos de excepción, son los
medios
más idóneos para su protección
integral.
Como vacunar.
Este tema abarca diversos aspectos, que es preciso conocer.
Tipos de vacunas: pueden ser de tipo individual, o combinadas,
resultando estás ultimas de gran practicidad, ya que al
contener varios antígenos permiten la inmunización
simultánea contra diversas enfermedades, ahorrando tiempo
e inyecciones, con la consecuente comodidad para el paciente.
Deberá recordarse que de no tratarse de una vacuna de este
tipo, jamás se recurrirá a las mezclas
extemporáneas y de desear aplicar mas de una en la misma
sesión, estás se inyectaran por separado y en
distintas regiones del cuerpo.
Así también las vacunas pueden ser
"fluídas", vale decir de absorción rápida, o
precipitadas en sales de aluminio u
otros adyuvantes, lo que prolonga el proceso de absorción
y por ende la acción estimulante en el organismo.
Conservación: Es primordial que las vacunas, sueros y
globulinas, se mantengan constantemente refrigeradas desde su
fabricación hasta su utilización; siendo en cada
caso variables las
condiciones de almacenamiento
para cada vacuna.
La transgresión de esta normativa, inutiliza en corto
lapso el producto,
haciendo sus efectos aleatorios o nulos.
En la actualidad la existencia de vacunatorios, oficiales y
privados, sujetos en su accionar a normas legales
vigentes, claras y supervisadas por autoridades competentes, hace
aconsejable la concurrencia a tales centros para concretar la
inmunización.
Vías de administración: Cada vacuna debe aplicarse
por una vía particular, oral, intradérmica,
subcutánea o intramuscular, siendo de fundamental
importancia respetarla para obtener los resultados esperados.
Por tanto es recomendable leer cuidadosamente el prospecto en el
supuesto caso que el médico lo diese por
sobreentendido.
Como regla general, cabe recordar: que a la fecha la única
vacuna de aplicación oral es la Antipoliomielítica
a virus atenuados ( Sabin); por vía intradérmica se
aplica la BCG; las vacunas precipitadas en hidróxido de
aluminio, se
inyectan por vía intramuscular y finalmente las restantes,
se aplican por vía subcutánea profunda.
Así mismo es menester elegir cuidadosamente el lugar de
aplicación de las inyectables con relación a la
edad del paciente. En términos generales podemos decir que
la cara antero externa del muslo, es la ideal para aplicaciones
subcutáneas e intramusculares, por debajo de los dos
años, ya que en los primeros meses el desarrollo del
músculo Deltoides, es insuficiente para tal fin.
Posteriormente dicho músculo pasa a constituir la
vía de elección descartándose la
región glútea por el riesgo de agresión al
nervio ciático.
Para la aplicación intradérmica, (BCG) se utilizara
la región deltoidea, preferentemente del brazo
izquierdo.
Dosis: Tanto el volumen como
él numero de ellas, varía con el tipo de vacuna y
las indicaciones del productor, ya que su constitución no siempre es uniforme. Por
ello recurrir al prospecto, es la medida más segura, para
evitar errores ya que bajo ninguna circunstancia es aconsejable,
modificarla o fraccionarla, pues tal proceder altera los
resultados finales.
El intervalo mínimo entre las mismas, habrá de ser
estrictamente respetado, no existiendo un máximo, ya que
si aquel se excediese. es innecesario reiniciar la serie,
bastando con que se complete el numero total de dosis
previsto.
Refuerzos: Una serie de vacunas integrada por el numero adecuado
de dosis, garantiza la inmunización en un alto
porcentaje
de casos y con elevado nivel de protección, sin embargo el
tiempo de duración de esta, es variable según la
vacuna que se considere. La inmunidad lograda tiende en todos los
casos a disminuir progresivamente y el organismo solo conserva la
memoria necesaria para rápidamente, generar anticuerpos
frente a una nueva agresión.
Aun aquellas vacunas que como por ejemplo, las compuestas por
virus atenuados que en su origen, se consideraron tributarias de
una dosis única, han evidenciados con el correr del tiempo
estar sujetas a las mismas normas.
Por tal motivo y a fin de garantizar los resultados a largo
plazo, es menester revacunar con periodicidad variable pero, en
forma inexcusable, de no procederse de tal modo, el niño
mejor protegido desde su nacimiento llegara antes o
después a un estado de
indefensión similar al del inicio de su vida.
Cuando vacunar
La edad ideal de aplicación de cada vacuna, se relaciona
con diversos factores, tales como capacidad de respuesta del
organismo; edad de mayor incidencia de la enfermedad; edad en que
la misma implica mayor riesgo al paciente; características epidemiológicas el
medio etc. etc.
En líneas generales, la inmunización puede llevarse
a cabo desde el nacimiento ya que como se explico el sistema
inmune es a esa altura funcionante. Sin embargo el hecho de que
la inmunidad transplacetaria pueda interferir con el accionar de
las vacunas, hace conveniente dejar transcurrir un lapso
prudencial a fin de garantizar mejores resultados, el cual
variará según el volumen de anticuerpos
presumiblemente transferidos de madre a hijo.
No obstante este periodo de espera no deberá prolongarse
en exceso, ya que el objetivo primordial es que el niño no
curse por períodos de bajas defensas en la época de
mayores riesgos, siendo a todas luces preferible aplicar
refuerzos posteriores a fin de cubrir posibles fallas en la
respuesta inicial. Por esta razón la mayoría de los
esquemas, prevé mas dosis de las imprescindibles para
generar la respuesta adecuada.
Como meta deseable, el año de edad es el limite para que
se cumplimente las inmunizaciones de rutina, a cuyo fin es
conveniente recurrir al comienzo temprano y a la
utilización de vacunas combinadas con el objeto de acortar
el calendario.
La capacidad de respuesta del organismo a mas de un antigeno
aplicados simultáneamente y la existencia, cada día
más frecuente de combinaciones de múltiples
antigenos en una misma inyección, facilita este
proceder.
No obstante lo dicho, si un niño alcanza edades
posteriores a las previstas sin haber completado su plan de vacunas,
el medico habrá de aprovechar el primer contacto con el
mismo para hacerlo efectivo. Esta oportunidad podrá ser la
consulta domiciliaria o en consultorio, el alta de una
internación o un examen catastral en la escuela, momento
en que se deberá inexcusablemente revisar la cartilla de
vacunaciones e indicar y de ser factible aplicar en el mismo
momento aquellas faltantes.
Preciso es recordar que solo las aplicaciones debidamente
registradas en la cartilla de vacunaciones o Libreta Sanitaria,
pueden ser consideradas validas, razón por la que los
padres deberán tomar los debidos recaudos para que tales
registros se
lleven a cabo en cada ocasión y conservar cuidadosamente
tal documentación para poder
presentarla cuando le sea requerido.
Efectos secundarios y Reacciones adversas
Se denomina efectos secundarios a toda reacción
orgánica que se desencadena como resultado de la
aplicación de una vacuna, en el breve plazo, de carácter
leve, reversible espontáneamente y que no deja secuela
alguna.
Este tipo de reacción es común a la gran
mayoría de las mismas y se manifiesta como: dolor y rubor
en el sitio de inyección, fiebre de corta duración,
decaimiento general, mialgias o artralgias, catarro de
vías aéreas, etc.
Todas ellas carecen de trascendencia y son fácilmente
corregibles con medidas de simples.
Los efectos adversos por el contrario, significan reales riesgos
de las vacunas , capaces de provocar cuadros severos, que
requieren tratamiento inmediato e intensivo pudiendo o no dejar
secuelas definitivas.
Tal circunstancia que debe ser claramente difundida y conocida
por el vacunado o sus padres , ha dado origen a temores
infundados frente al uso generalizado de las inmunizaciones,
dando lugar a posiciones controvertidas entre los profesionales
de la salud; algunos de
los cuales se niegan aun hoy a vacunar rutinariamente.
Preciso es recordar, que diversas situaciones accidentales,
originaron históricas tragedias, tras al aplicacion de
inmunogenos incorrectamente elaborados o aplicados por vía
o en dosis inadecuadas; creando en su momento, dudas y angustias
que en la mayoría de los casos redundaron en perdidas de
confiabilidad con el consecuente retraso en el logro de los
objetivos
primordiales del método.
Mas halla de estos factores ajenos a la vacuna como tal y
superados por los controles cada día más
eficientes; no obvian sin embargo complicaciones que aunque de
baja frecuencia acompañan a muchas de ellas.
Habida cuenta que nada en la vida de un individuo esta totalmente
exento de riesgo.
Que los más eficaces medicamentos, poseen efectos
tóxicos a veces agravados por la sensibilidad individual
del paciente.
Que toda enfermedad aun las más benignas son pasibles de
complicaciones imprevistas capaces de provocar daños
irreversibles, en circunstancias particulares. Y que afecciones
subyacentes pueden constituir terreno propicio para que
así ocurra.
Preciso es dejar de lado prejuiciosas actitudes y
someter cada caso a un cuidadoso análisis de costo beneficio,
antes de adoptar una conducta
individual.
Estamos convencidos que el Pediatra no debe ni puede retacear a
sus pacientes el derecho a proteger su salud, basado en
rígidos esquemas de pensamiento
casi siempre fruto de información insuficiente o mal
interpretada.
Actitudes de
tanta trascendencia debe basarse en una sólida
formación y primordialmente un criterioso análisis de las constantes evoluciones en
la materia. Solo
así su consejo puede considerarse sensato.
Desde nuestro personal
criterio, creemos que toda vacuna que asegure una adecuada
inmunidad, a largo plazo, con escasos efectos secundarios, y
mínima probabilidad de
reacciones adversas y por consiguiente aporten mas beneficios que
riesgos potenciales, deben ser inexcusablemente aplicadas, tras
cuidadosa evaluación
del receptor.
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