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AHOGADOS POR INMERSIÓN




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    Indice
    1.
    Introducción

    2. Definición
    3.
    Etiología.

    4. Signos y
    síntomas

    5. Clínica.
    6.
    Fisiopatología.

    7. Tratamiento –
    valoración, soporte y
    estabilización.


    9.
    Pronóstico. 

    10.
    Prevención

    11.
    Conclusión

    12. Bibliografía
    Especial

    1. Introducción

    El agua es un
    factor básico para la biología terrestre en
    la que actúa como disolvente de la materia
    orgánica, por lo que resulta imprescindible para todos los
    seres vivos. Además, por su elevado calor
    específico, actúa como moderador de las variaciones
    climáticas planetarias y en la termorregulación,
    tanto en animales como en
    vegetales. Desde el punto de vista de la especie humana, el
    binomio agua/ atmósfera se resuelve
    según tres opciones: carencia, exceso o
    sustitución, que ocasionarán sequedad, humedad y
    ahogamiento, respectivamente.
    En el Reino Unido cada año el ahogamiento causa más
    de 500 muertes, siendo la 3ª causa más común
    de accidentes
    fatales infantiles, después de los accidentes de
    tráfico y las quemaduras.
    En EE. UU., el ahogamiento es la tercera causa de muerte
    accidental en todos los grupos de edad y
    la segunda en los individuos con edades comprendidas entre 5 y 44
    años, causando más de 8.000 muertes al
    año.
    Los accidentes por inmersión constituyen una causa
    frecuente de muerte
    accidental en individuos. En todo el mundo la cifras de muerte,
    al año, por ahogamiento se estiman en 140.000-150.000. Las
    víctimas más frecuentes son sobre todo niños y
    adultos jóvenes, por lo general sanos, y casi un 80% son
    varones La incidencia máxima se produce durante los meses
    cálidos. En Andalucía se han contabilizado cerca de
    2.000 muertes en los últimos diez años. Así
    mismo, se da con mayor frecuencia en aguas no vigiladas que en
    las vigiladas.
    La literatura
    internacional reconocer el accidente por inmersión como
    una entidad de gran importancia epidemiológica. En los
    EEUU, el ahogamiento es la segunda causa de muerte no intencional
    debido a trauma en personas con edades entre 5 y 44 años y
    se convierte en la principal causa de muerte por trauma no
    intencionado en niños
    menores de 14 años. En ese país ocurren más
    de 7.000 decesos por ahogamiento cada año. En Colombia un
    informe reciente
    del Instituto Nacional de Salud (INS) reportó
    una tasa global promedio de mortalidad por ahogamiento de 3.2 X
    100.000 habitantes entre 1992 y 1994. El total de muertes por
    esta causa fluctuó entre 1.147 en 1993 y 1.233 en 1994,
    para un promedio de 1.155 defunciones anuales, representando el
    0.7% del total de muertes en los años 92 y 93 y 0.8% en
    1994. La distribución por edad mostró el alto
    compromiso de las edades pediátricas al reportar que el
    22.9% de las defunciones ocurrieron en menores de 5 años y
    el 15.8% entre 5 y 14 años. Los niños
    pequeños se ahogan generalmente durante breves
    períodos de falta de vigilancia y en sitios en los que no
    existen barreras efectivas que prevengan accidentes.Las
    principales publicaciones reportan un pico de mayor frecuencia en
    menores de 5 años de edad
    Igualmente, el casi-ahogamiento, es reseñado
    universalmente como causa significativa de morbilidad y de
    asistencia hospitalaria a pesar de que no se comunican todos los
    episodios de casi ahogamiento y por ello las cifras
    epidemiológicas se refieren en su mayor parte a las
    muertes por inmersión. El casi-ahogamiento es reconocido
    como una entidad de franco predominio de población masculina.Los datos disponibles
    sugieren que los casos de casi-ahogamiento superan ligeramente a
    los de ahogamiento. En el Reino Unido la incidencia anual de
    accidentes por inmersión es de 1.5/100.000 h. Sin embargo,
    otros autores refieren proporciones tan altas como 9-10
    casi-ahogamientos por cada ahogamiento.
    Dicha incidencia no ha demostrado una tendencia clara a
    disminuir, sino por el contrario, el aumento del número de
    piscinas, sobre todo privadas, el abuso del alcohol y
    drogas en la
    adolescencia y
    el aumento en la práctica de deportes acuáticos ha
    incrementado su frecuencia en muchos países,
    entre ellos España.

    2.
    Definición

    A pesar de la incidencia existe una gran
    confusión en los términos. Modell en 1981propuso
    los siguientes términos:

    Para la persona que
    fallece por asfixia por inmersión en agua .

    Para la persona que
    sobrevive, al menos temporalmente, después de un accidente
    por inmersión.
    Aunque en nuestra lengua se ha
    propuesto el término Pseudo-ahogamiento, consideramos que
    es mejor la denominación de semi-ahogamiento o Ahogamiento
    no consumado que indica claramente el suceso ocurrido y la
    posibilidad de vida posterior. Este a su vez, podría
    subdividirse en:

    Se produce un espasmo de la glotis por Iaringoespasmo,
    por lo que el agua no
    llega al interior del árbol bronquial, perdiendo la
    conciencia debido
    a la hipoxia, secundaria a la apnea. Debe equipararse a un
    síncope con paro respiratorio; también se denomina
    ahogamiento blanco, por el aspecto pálido de la
    víctima. Este fenómeno ocurre en el 10% de los
    semi-ahogamientos que llegan al hospital.

    Hay aspiración de líquido a los pulmones
    tras la fase inicial de laringoespasmo, por estímulos de
    la hipoxia y la hipercapnia en el centro respiratorio de la
    inspiración, correspondiendo fisiopatológicamente a
    un edema agudo de pulmón; se denomina ahogamiento azul y
    representa el auténtico cuadro de asfixia por
    inmersión. Ocurre en el 90% de los casos que acuden al
    hospital.

    Por otro lado, según el medio en que se produzca,
    la inmersión puede ser por:

    Que es hipertónica, cuya osmolaridad cuadruplica
    la del suero humano y desplaza líquidos hacia los
    alvéolos pulmonares y bronquios, dificultando el
    intercambio gaseoso, llegando a la muerte por
    asfixia, hipoxia, acidosis, hipovolemia con
    hemoconcentración y edema pulmonar.

    Que es hipotónica e hiposmótica, y pasa
    rápidamente desde el alvéolo al torrente
    circulatorio, provoca hemodilución por hipervolemia, con
    hiponatremia y posible hemólisis, responsable de
    hiperpotasemia, con el consiguiente riesgo de
    fibrilación ventricular, hipoxia y edema
    pulmonar.

    Que es igual al del agua dulce, con el agravante del
    cloro que produce acción tóxica en la pared
    alveolar.

    Que presenta dos problemas
    añadidos; la
    contaminación bacteriana y la química.

    A continuación se citan otras situaciones con
    diferente denominación que podemos
    encontrarnos:

    Existe el riesgo diferido
    de infección respiratoria, por aspiración de
    microorganismos, responsables de neumonía o
    bronconeumonía.

    Es aquel que provoca la muerte de
    una manera súbita por parada cardíaca, tras la
    inmersión en agua fría, observada ocasionalmente en
    adultos jóvenes. Se atribuye a un cuadro vaso-vagal
    desencadenado por el impacto del agua en la nuca o en la
    faringe.

    Es poco frecuente y suele producirse en buceadores. La
    hiperventilación permite prolongar el tiempo de apnea,
    y tolerar niveles de PaO2 de 35 mm de Hg o menores,
    sin sentir la necesidad imperiosa de respirar. Al ser estos
    niveles de PaO2 incompatibles con una función
    cerebral normal los sujetos sienten bienestar, euforia, mareo y
    amnesia de la última parte de la inmersión,
    progresando en los casos más graves, a la pérdida
    de conciencia,
    produciendose una relajación de la glotis y entrada de
    agua en los pulmones.

    Sería aquel episodio de semi-ahogamiento
    recuperado inicialmente y seguido a las 6-24 hs. de insuficiencia
    respiratoria aguda grave.
    En cualquier caso, el principal acontecimiento tras la
    inmersión es la hipoxemia arterial, que puede ser
    mortal.

    3.
    Etiología
    .

    El ahogamiento se produce por disminución del
    nivel de conciencia o imposibilidad de la víctima para
    nadar. En la mayoría de los casos se combinan las dos
    circunstancias.
    Inicialmente, tras la inmersión total en el agua, la
    víctima presa del pánico inhibe su respiración mientras lucha y se agita
    violentamente. La agitación poco a poco desaparece
    mientras pequeñas cantidades de aire salen de los
    pulmones y de la misma forma grandes cantidades de líquido
    son tragadas y aspiradas. Los vómitos
    están frecuentemente asociados en relación a la
    ingestión de gran cantidad de líquido. Finalmente
    desaparecen todos los reflejos de la vía aérea y el
    agua penetra pasivamente en la tráquea, sucumbiendo y
    produciéndose la parada cardiaca. Pero como anteriormente
    hemos descrito, existe el ahogamiento seco, en el que el
    laringoespasmo no permite la entrada de líquido y la
    muerte se produce por ausencia de ventilación e
    hipoxia.
    Puede producirse por muerte súbita, como en el caso del
    síndrome por inmersión, pero también puede
    presentarse un cuadro sincopal y posterior ahogamiento, en
    especial si existe enfermedad cardíaca previa o un gran
    cansancio.
    Existen numerosas situaciones que pueden precipitar el
    ahogamiento y que deben de tenerse en cuenta en las
    víctimas de los accidentes por inmersión:
    – Los traumatismos de cabeza y cuello, al lanzarse en aguas poco
    profundas, o en la práctica del wind-surfing, en las que
    una lesión cerebral o espinal podría impedir que la
    víctima se mantuviera a flote. Por ello, el traumatismo,
    suele ser el acontecimiento principal que precipita la
    inmersión; a menudo coexisten lesiones cervicales y
    torácicas, que no son advertidas y conducen a
    consecuencias desastrosas
    – Enfermedad preexistente en la que se produce pérdida de
    conciencia, como puede ser la epilepsia, los accidentes
    cerebrovasculares, la hipoglucemia aguda y la enfermedad
    coronaria.
    – La hiperventilación voluntaria inicial que realizan
    algunos buceadores expertos antes de sumergirse, hace disminuir
    la PaCO2
    y aumenta el tiempo que el
    sujeto puede estar debajo del agua, se alcanza un nivel
    crítico de hipoxia y se pierde la conciencia antes de
    necesitar respirar de nuevo. Además, la
    hiperventilación puede dar lugar a tetania dificultando la
    natación.
    – Tanto las drogas como
    el alcohol
    disminuyen la capacidad de respuesta ante una emergencia, alteran
    el sensorio y pueden ser causa de ahogamiento (se consideran que
    acompañan al ahogamiento en un 10% de los casos). Su
    incidencia es mayor en adolescentes.
    Sin embargo, se han encontrado niveles importantes de alcohol en
    ahogados de cualquier edad. Además, el alcohol,
    también es un problema frecuente en los ahogamientos tras
    accidentes de automóvil. Las drogas de
    acción central, no solo pueden disminuir el sensorio,
    causando desorientación e inducción al sueño, sino que
    también pueden alterar la coordinación y reducir la habilidad para la
    natación.

    – Accidentes de barco: un porcentaje importante de
    víctimas de ahogamiento se produce en botes
    pequeños y fuera de bordas. La ingestión de alcohol
    y la falta de chalecos salvavidas contribuyen a la
    muerte.

    – En el caso de los niños una supervisión adulta inadecuada, en piscinas
    familiares y en bañeras aumenta el riesgo de ahogamiento
    Los estudios han puesto de manifiesto una baja incidencia de
    accidentes por inmersión en piscinas residenciales o
    comunitarias, obligadas por ley a estar
    rodeadas por una valla. Una señalización adecuada,
    enseñar a nadar a los menores y la presencia de
    socorristas, disminuye los riesgos y aumenta
    la supervivencia.
    – La no vigilancia y los descuidos, son la causa de los
    ahogamientos en las bañeras. La práctica de dejar
    al niño en el baño bajo la vigilancia de un menor
    es inapropiada y debiera evitarse siempre.
     Aparte de la posible patología que haya
    desencadenado el ahogamiento, existen múltiples
    circunstancias que influyen en el pronóstico y que hace
    que no haya dos víctimas iguales.
    La duración de la inmersión es muy variable. El
    tipo de agua inhalada puede ser salada, dulce, con residuos o
    barro (en las inundaciones).
    La temperatura
    del agua, también es un factor muy importante en las
    alteraciones fisiopatológicas, influyendo en el
    pronóstico. Las cantidades inhaladas son también
    variables. La
    inmersión brusca en aguas muy frías puede provocar
    un shock termodiferencial, responsable de muerte por
    inhibición: es la hidrocución, en la que el
    frío, al enlentecer el metabolismo,
    aumenta la tolerancia a la
    hipoxia El reflejo de buceo de los mamíferos puede permitir a las
    víctimas de sumersión sobrevivir tras
    períodos prolongados de sumersión en agua
    fría. Identificado en primera instancia en mamíferos marinos, este reflejo disminuye
    la frecuencia cardíaca y produce constricción de
    las arterias periféricas, derivando la sangre oxigenada
    desde las extremidades y el sistema digestivo
    hacia el corazón y
    el cerebro.
    Además, las necesidades tisulares de oxígeno
    son más reducidas en el agua fría, lo que prolonga
    el tiempo de supervivencia posible.
    La víctima puede haber sucumbido por agotamiento
    físico, tras IAM o pérdida de conciencia. Por otra
    parte hay un 10% de pacientes que no muestran evidencias de haber
    aspirado agua tras el accidente.
    Por tanto, cada víctima de ahogamiento debe ser valorada
    individualmente por la multiplicidad de factores que intervienen
    en el accidente.
    La variable más importante de cara al pronóstico y
    tratamiento, es la duración de la hipoxia, que
    dependerá del tiempo de inmersión y de la
    precocidad con que se hayan aplicado las maniobras de
    reanimación. El tiempo de hipoxia es difícil de
    establecer en la mayoría de los casos, por lo que
    serán los signos clínicos los que
    determinarán el tratamiento y la evolución del paciente.

    * Patología previa:

        – Traumatismos

        – Epilepsia

        – Accidentes
    cerebrovasculares

        – Enfermedad
    coronaria

        – Hipoglucemia
    aguda

    * Hiperventilación voluntaria

    * Intoxicación por alcohol o drogas

    * Supervisión adulta inadecuada en
    los niños
     

    Tabla 1.Causas más frecuentes de
    Ahogamiento

    4. Signos y
    síntomas

    Los signos y síntomas que produce la asfixia por
    ahogamiento dependen de la intensidad de la causa; sin embargo,
    existen unos signos comunes que hay que buscar.

    • Ahogados
      • Ausencia de paso de aire. No se
        produce salida de aire de la nariz o de la
        boca.
      • Palidez, piel
        fría
      • Tórax y abdomen no se levantan ni
        bajan.(ahogados)
      • Ausencia de ruidos respiratorios
      • Cianosis (i.e. Labios azulados. Coloración
        azul de piel y
        mucosas).
      • Pulso débil o ausente
      • inconsciencia total (ahogados).
    • Casi ahogados
      • Sonido extraño al respirar. Ronquido
        (hipofaringe). Estridor (laringe). Sibilancia (bronquial).
        Gorgoteo (cuerpo extraño).
      • Si existe, capacidad para toser. Tose con
        fuerza.
      • Disnea (dificultad respiratoria).
      • Tiraje supraclavicular e intercostal
      • Pulso Normal o aumentado
      • Posible inconsciencia  

    5. Clínica.

    El cuadro clínico del casi-ahogamiento tiene una
    presentación universal.Las características clínicas del casi
    ahogamiento son variables y
    dependen de muchos factores como la cantidad y tipo de agua
    aspirada, y la rapidez y eficacia del
    tratamiento, predominando, en general, las alteraciones
    pulmonares y neurológicas. Así tenemos que se
    pueden observar distintos grados de insuficiencia respiratoria y
    consecuentemente del estado de
    conciencia.

    La lesión pulmonar puede ser leve,
    manifestándose con tos y ligera taquipnea, o muy grave y
    se manifiesta como edema pulmonar no cardiogénico y
    Síndrome de distress respiratorio del adulto (SDRA). Un
    tercio de los pacientes requerirán intubación
    orotraqueal y conexión a ventilación mecánica. En lugar de una
    recuperación gradual durante las primeras 48 a 72 horas de
    tratamiento, algunos pacientes desarrollan SDRA, con
    insuficiencia respiratoria progresiva y disminución de la
    distensibilidad pulmonar.
    Otras complicaciones pulmonares a menudo comprenden atelectasias
    regionales, por la aspiración de materias sólidas,
    neumonías bacterianas secundarias, abscesos pulmonares y
    lesiones como neumotórax o neumomediastino producidas
    durante la reanimación o por la ventilación
    mecánica.
    En el 25% de los pacientes la radiografía inicial de
    tórax puede ser normal; en el resto de los casos los
    hallazgos radiológicos variarán desde infiltrados
    pulmonares aislados hasta edema pulmonar masivo bilateral.
    En la mayoría de los pacientes se observa fiebre, con
    frecuencia superior a los 38ºC, dentro de las 24 horas
    siguientes a una aspiración importante. Su
    aparición más tardía, suele indicar una
    complicación infecciosa.

    Las manifestaciones neurológicas iniciales
    comprenden las convulsiones, en especial durante los intentos de
    reanimación, y la alteración del estado mental
    que incluye la agitación, obnubilación o el coma.
    Los pacientes pueden presentar alteraciones del lenguaje,
    motoras o visuales o síndromes cerebrales orgánicos
    más difusos
    Debido a que en los ahogados el grado de hipoxia cerebral es la
    variable más importante en el tratamiento y evolución del paciente, se ha sugerido una
    clasificación de los pacientes según el nivel de
    conciencia.
    En esta clasificación se incluyen la escala de coma de
    Glasgow como una valoración más, junto con otros
    signos y síntomas. La clasificación
    neurológica postinmersión se realiza para la
    evaluación del ahogado a su llegada a un
    centro sanitario. Se clasifican en tres categorías: A, B y
    C. La categoría C, tiene tres subcategorías
    (C1 – C2 y C3).
    – Categoría A (del inglés
    "awake", despierto) incluyen los pacientes que están
    plenamente conscientes a su llegada al hospital y tienen un
    Glasgow de 15 puntos.
    – Categoría B (del inglés
    "blunted", aturdido), son pacientes que están obnubilados,
    pero pueden ser despertados con relativa facilidad, localizan el
    dolor y presentan respiración espontánea normal.
    Presentan un Glasgow entre 10-13.
    – Categoría C (del inglés "comatose" en coma), son
    pacientes que están en coma a su llegada al hospital, no
    despiertan ante estímulos dolorosos, con respuesta anormal
    a los mismos y con alteraciones de la ventilación.
    Presentan un Glasgow inferior a 6 puntos. Dentro de esta
    categoría hay tres subcategorías:
    * C1 : Respuesta de decorticación
    * C2 : Respuesta de descerebración
    * C3 : Sin respuesta

    Esta clasificación tiene utilidad
    pronóstica y permite protocolizar el tratamiento de los
    ahogados.
    Se deberá descartar siempre la posibilidad de un hematoma
    subdural secundario a un traumatismo craneoencefálico, o
    lesión medular traumática.
    La situación neurológica no suele continuar
    empeorando después de que la víctima ingresa en el
    hospital a menos que exista deterioro previo de la función
    pulmonar.
    Algunos de los déficit neurológicos
    mejorarán gradualmente y se resolverán a lo largo
    de varios meses. Sin embargo entre un 5% y un 20% de los
    pacientes tendrán secuelas permanentes, muchas de las
    cuales resultaran en última instancia mortales.

    Las víctimas de un semiahogamiento necesitan con
    frecuencia reanimación cardiopulmonar. Si se consigue
    realizar con éxito,
    la mayoría de los pacientes presentan pocos problemas
    cardiovasculares adicionales.
    Son frecuentes las arritmias supraventriculares, que se resuelven
    rápidamente cuando se tratan la acidosis y la hipoxia. La
    insuficiencia cardíaca secundaria a las lesiones
    isquémicas del miocardio o a la expansión aguda del
    volumen
    sanguíneo son poco frecuentes.
    El edema pulmonar y el bajo gasto se deben por lo general a las
    lesiones pulmonares producidas por la aspiración de agua
    con extravasación de líquidos al pulmón,
    dando lugar a hipovolemia.
    Alargamientos del PR, ensanchamientos del QRS, descensos del ST y
    elevación del punto J, pueden aparecer sobre todos en caso
    de hipotermia.

    La insuficiencia renal aguda como complicación
    del casi ahogamiento es una eventualidad rara consecuencia de la
    hipotensión y la hipoxia que origina una necrosis tubular
    aguda. Otro de los factores que pueden contribuir a la necrosis
    tubular aguda es la rabdomiólisis que puede tener lugar
    tanto por la destrucción muscular consecuencia de la
    hipoxia tisular, como por el esfuerzo físico durante el
    accidente.
    Por tanto, dado que la hipotensión es el síntoma
    que más rápidamente puede corregirse es muy
    importante iniciar un tratamiento adecuado de forma precoz y
    vigilar los parámetros hemodinámicos y
    analíticos , para reducir las complicaciones y aumentar la
    supervivencia.

    En la mayoría de los pacientes se observa fiebre,
    con frecuencia superior a 38ºC, dentro de las 24 horas
    siguientes a una aspiración de importancia clínica.
    Su aparición en el curso más tardío de la
    estancia en el hospital suele indicar una complicación
    infecciosa.
    Es frecuente una leucocitosis de hasta
    40.000 por mm3 durante las primeras 24 a 48 horas después
    de un episodio de casi ahogamiento. Son raros los cambios
    importantes del hematocrito y de la hemoglobina, sea cual sea el
    líquido aspirado.
    Los vómitos son
    comunes durante y después de la reanimación. Con
    frecuencia esto se asocia a una distensión gástrica
    por grandes cantidades de agua o aire deglutidos durante el
    episodio de casi ahogamiento y puede dar lugar a posteriores
    aspiraciones.
    Otra manifestación poco frecuente pero clínicamente
    importante es la coagulación intravascular
    diseminada.

    6. Fisiopatología.

    El ahogamiento, definido como sofocación, ocurre
    sin aspiración en el 10% de los casos, al producirse un
    laringoespasmo. Y con aspiración de líquido, en el
    90% restante.
    Sea cual sea el evento inicial, en todas las víctimas se
    producirá hipoxemia, ya sea por apnea, en el caso de
    ahogamiento sin aspiración, o por alteraciones severas de
    la relación ventilación/perfusión (V/Q), en
    aquellos casos donde se aspira liquido.
    El volumen y
    composición del mismo determinarán la base
    fisiopatológica de la hipoxemia.
    Históricamente se creía que la
    fisiopatología del ahogamiento se debía al
    trastorno hidroelectrolítico inducido por la
    aspiración de líquido. Sin embargo los datos actuales
    indican claramente que la principal anomalía
    fisiopatológica es la hipoxemia por sí sola y que
    los trastornos electrolíticos son secundarios.
    En la mayoría de los supervivientes no se produce la
    aspiración de cantidades significativas de líquidos
    para producir hemodilución o alteraciones
    electrolíticas. Se considera que al menos el 85% de los
    supervivientes de ahogamiento aspiran menos de 20 ml de agua/kg
    de peso corporal, que sería la cantidad a partir de la
    cual, aparecerían graves alteraciones
    electrolítica. La mayoría de personas que aspiran
    una cantidad suficiente como para producir anormalidades marcadas
    de los electrólitos no suelen sobrevivir al accidente de
    inmersión.
    En todos los ahogados se produce, en mayor o menor intensidad, un
    cierto grado de hipotermia, que en cierta forma protege al
    cerebro de la
    hipoxia; esto es importante, ya que no se debe abandonar la
    reanimación de un ahogado basándose en su
    frialdad.

    • Casi-Aghogado

    Aunque tradicionalmente las lesiones
    fisiopatológicas del casi-ahogamiento se dividen en dos
    categorías: en agua dulce y en agua salada, se ha
    demostrado que esta diferenciación es observada en
    animales de
    experimentación, ya que los pacientes con casi-ahogamiento
    no presentan la hemodilución con hiponatremia descrita en
    los accidentes de agua dulce ni la hemoconcentración con
    hipernatremia referida para los accidentes en agua salada. Para
    que estos fenómenos se desarrollen serían
    necesarias grandes aspiraciones de líquido que
    obligatoriamente conllevarían al ahogamiento

    •  Ahogamiento
      seco.

    Alrededor de 10-20% de las víctimas de un
    ahogamiento no presentan en la autopsia pruebas de que
    hayan aspirado agua en sus pulmones. Es lo que se conoce como
    Ahogamiento Seco.
    La muerte se produce por asfixia secundaria a un reflejo de
    laringoespasmo y al cierre de la glotis. Si se restablece la
    ventilación antes de que sufran un daño
    anóxico cerebral irreversible, hay una probabilidad
    elevada de que la recuperación sea rápida y
    completa. Este reflejo de laringoespasmo, está muy
    desarrollado en los mamíferos marinos y en el hombre
    sólo parece ser activo en edades tempranas de la vida. Las
    ballenas y los delfines, por
    ejemplo, pueden sumergirse durante un tiempo prolongado gracias a
    mecanismos que impiden la entrada de agua en los pulmones,
    protegen contra los efectos de la presión y
    aseguran un aporte de oxígeno
    a órganos vitales como el corazón y
    el cerebro. En estos mamíferos se produce un shunt o
    cortocircuito reflejo de la sangre durante la
    inmersión, que hace que la circulación
    periférica se desvíe , en su mayoría, hacia
    el cerebro y el corazón manteniendo la oxigenación
    de estos dos órganos vitales. Junto a esto se produce una
    bradicardia profunda que disminuye el gasto cardíaco.
    En el hombre se ha
    demostrado un reflejo semejante, aunque menos activo. En este se
    ha comprobado que cuando mantiene la cabeza y cuello bajo el agua
    y contiene la respiración, el flujo de sangre de los
    músculos dístales de los miembros inferiores
    disminuye, la tensión arterial baja progresivamente y la
    frecuencia cardíaca desciende bruscamente. Estas
    respuestas, parecen deberse a mecanismos reflejos en los que no
    intervienen barorreceptores o quimiorreceptores.
    La respuesta es más intensa en agua fría. Si el
    agua entra en contacto con la laringe, se produce un espasmo de
    glotis que desencadena las respuestas cardiovasculares y una
    broncoconstricción con obstrucción de vías
    aéreas superiores que impide la inundación
    pulmonar.
    El miedo puede potenciar el reflejo de inmersión y la
    bradicardia refleja puede desencadenar arritmias graves e incluso
    parada cardíaca. La muerte súbita de algunos
    individuos que caen al agua fría, puede ser debida a este
    mecanismo.
    El reflejo de inmersión está más
    desarrollado en los niños pequeños.
    Este mecanismo es decisivo a la hora de suspender la
    reanimación ya que un semi ahogado puede parecer muerto,
    con cianosis periférica y en cambio
    mantener circulación cerebral y cardíaca. En esta
    situación la ausencia de pulsos periféricos, no tiene significado y solo el
    pulso carotídeo y la reacción pupilar
    indicarán el estado de
    la circulación central.
    Por tanto esta es una de las razones que obligan a una
    reanimación precoz y prolongada en cualquier ahogado,
    independientemente de su apariencia clínica.

    Cuando el ahogamiento se acompaña de
    aspiración, Ahogamiento Húmedo, la situación
    clínica se complica por la cantidad de agua circundante
    que se ha introducido en el aparato
    respiratorio, así como por los sólidos y
    solutos que este agua contiene
    Es frecuente que se produzcan graves alteraciones pulmonares,
    dando lugar a hipoxemia y acidosis metabólica y
    respiratoria.
    En el pasado se hacían importantes distinciones entre la
    fisiopatología del ahogamiento en agua dulce o salada con
    respecto a los cambios en el volumen sanguíneo,
    concentraciones séricas de electrólitos y
    alteraciones cardiovasculares. Sin embargo se ha comprobado que
    el mayor problema es la hipoxia y las otras consideraciones
    tienen menor importancia en cuanto a la superviviencia
    La sucesión de acontecimientos después de una
    inmersión inesperada es variable. El período
    inicial de lucha se acompaña a menudo de contención
    de la respiración y deglución de grandes cantidades
    de agua. Poco después, la aspiración de una
    pequeña cantidad de agua inicia un laringoespasmo mediado
    vagalmente. Al progresar la hipoxia y perderse la conciencia, se
    relaja el laringoespasmo y entra agua pasivamente en los
    pulmones. También puede haber en esta fase
    mito de
    líquido tragado con aspiración.
    Los mecanismos por los que se desarrolla la hipoxia son
    múltiples: se puede producir, laringoespasmo,
    broncoespasmo, obstrucción de las vías
    respiratorias por la aspiración de sustancias y edema
    pulmonar tras la hipoxia prolongada, con independencia
    de la composición del agua que se aspire.
    La acidosis metabólica que aparece hasta en un 70% de las
    victimas, es consecuencia de la hipoxia tisular y puede llegar a
    ser muy grave..También puede aparecer acidosis
    respiratoria con hipercapnia.
    La aspiración de agua salada, que es hipertónica en
    comparación con la sangre y químicamente irritante
    para la membrana alvéolo-capilar pulmonar, determina una
    rápida salida de proteínas
    plasmáticas y agua de la circulación hacia la
    luz alveolar.
    La perfusión continua de estos alvéolos sin
    ventilar y llenos de liquido por el edema produce una
    alteración en la relación V/Q, provocando
    hipoxemia. Puede producir hemoconcentración, hipovolemia e
    hipernatremia
    Cuando se aspira agua dulce hipotónica, el liquido se
    absorbe rápidamente desde el pulmón hasta la
    circulación, produciéndose daños en las
    células
    del revestimiento alveolar, alterando o destruyendo las
    propiedades del surfactante pulmonar que mantiene la
    tensión superficial, causando colapso alveolar. La
    relación V/Q cambia en estas áreas
    atelectásicas, siendo el resultado la hipoxia. Puede
    producirse, también, hipervolemia, hemólisis e
    hiponatremia.
    Estas diferencias fisiopatológicas se han visto en
    ahogamientos experimentales, pero en la clínica, no se
    observan diferencias significativas entre ahogamientos en agua
    salada y en agua dulce y, de hecho, en el semi-ahogamiento son
    infrecuentes las anomalías hidroelectrolíticas, los
    desplazamientos de líquidos y la hemólisis
    clínicamente importantes.
    Otras alteraciones son los cambios en los electrólitos y
    el volumen de sangre, que puede variar en magnitud dependiendo
    del tipo y volumen del líquido aspirado. El agua del mar
    puede producir una elevación leve del Na+ y el
    Cl-, pero los niveles no suelen ser preocupantes. Por
    el contrario, las cantidades importantes de agua fresca pueden
    producir un desequilibrio electrolítico significativo, un
    aumento brusco en el volumen de sangre y hemólisis. Puede
    existir asfixia y fibrilación ventricular, produciendo la
    muerte in situ. La parada cardiaca, por lo general precedida de
    fibrilación, es la causa de numerosas muertes atribuidas a
    la sumersión.. Pese a que se producen cambios en las
    concentraciones electrolíticas, dependiendo de la clase y
    el volumen aspirado, es raro que estas alteraciones pongan la
    vida en peligro. Modell estableció que para que se
    produzcan cambios significativos en los niveles de electrolitos
    se necesitaría la aspiración de más de 22
    ml/kg, de líquido. Y la mayoría de las personas que
    aspiran cantidades suficientes como para producir dichas
    alteraciones electrolíticas graves, no sobreviven al
    accidente de inmersión. Asimismo, son poco frecuentes los
    cambios importantes del volumen circulante sanguíneo. Sin
    embargo se puede observar hipovolemia que necesite tratamiento,
    en el caso de aspiración masiva de agua salada
    acompañada de salida de liquido desde el espacio vascular
    hasta el pulmón.
    Frecuente que se produzca cierta hemólisis de eritrocitos,
    en especial con la aspiración de agua dulce, aunque rara
    vez tiene importancia clínica. Se puede encontrar
    hemoglobina libre en la sangre y en la orina, pero la
    alteración no suele requerir ningún tratamiento
    específico.
    Se ha descrito también la coagulación intravascular
    diseminada como complicación del semi ahogamiento en agua
    dulce. Se cree que en las lesiones pulmonares extensas se libera
    el "factor tisular" del parénquima pulmonar y el activador
    del plasminógeno del endotelio pulmonar, poniendo en
    marcha los sistemas de
    fibrinolísis y coagulación extrínseca.
    La insuficiencia renal aguda, como complicación, puede ser
    producida por tóxicos renales endógenos que se
    liberan por rabdomiólisis (mioglobina), debido al gran
    esfuerzo muscular que realiza el accidentado o por
    hemólisis (hemoglobina) tras aspiración de agua,
    que pasa al espacio vascular; o bien por el mecanismo de isquemia
    renal severa que provocaría en principio un fallo
    prerrenal que si se mantiene evoluciona a una necrosis tubular
    aguda con fracaso renal establecido.
    Pero la causa más devastadora del deterioro permanente, en
    el caso de estos pacientes, es el daño cerebral. La
    encefalopatía postanóxica constituye la
    complicación más grave del paciente semi-ahogado;
    el grado de lesión cerebral determina la supervivencia. La
    extensión de la lesión se relaciona con la
    duración de la hipoxia, aunque la hipotermia que
    acompaña al accidente puede reducir las necesidades
    cerebrales de oxígeno.
    La contractilidad cardíaca deteriorada y las arritmias
    secundarias a hipoxia, la acidosis y la hipotermia pueden causar
    estados de bajo gasto cardíaco al principio del curso del
    semi-ahogamiento. Cuando la reanimación cardipulmonar
    inicial consigue establecer la circulación
    espontánea y se ha logrado la normotermia, la
    inestabilidad cardiovascular no suele ser un problema constante
    en el tratamiento de estos pacientes.
    Temperatura
    del Agua.
    En los últimos años se ha hecho evidente la
    importancia de la temperatura del agua en la
    fisiopatología y el pronóstico del casi ahogado
    El agua donde se producen los accidentes por inmersión
    tiene siempre una temperatura inferior a la del organismo, por
    tanto todas las víctimas sufrirán hipotermia en
    mayor o menor grado y va a desempeñar un papel crucial
    en la determinación del desenlace y la eficacia de los
    esfuerzos reanimadores.
    La literatura
    refiere la importancia de la hipotermia en la
    fisiopatología de la entidad y de la conveniencia de su
    corrección par una más pronta y efectiva
    reanimación La baja temperatura corporal disminuye el
    metabolismo
    del cerebro lo que se convierte en un mecanismo protector de
    S.N.C., facilitando una mejor y posible recuperación como
    también, disminuye los requerimientos metabólicos y
    de oxígeno del corazón y aumenta el período
    de hipoxia tolerado sin lesiones. Sin embargo la hipotermia puede
    provocar, por si misma, la muerte.
    La hipotermia se desarrolla rápidamente después de
    la inmersión, ya que la pérdida de calor del
    cuerpo en el agua es de 25 a 30 veces mayor que en el aire. Los
    niños son especialmente susceptibles a la hipotermia por
    su área superficial relativamente mayor y su menor
    cantidad de grasa subcutánea. La hipotermia protege contra
    la lesión cerebral durante la anoxia y la isquemia, porque
    la demanda
    cerebral de oxígeno a la temperatura corporal de 25ºC
    es aproximadamente el 30% de la normal. Sin embargo la hipotermia
    puede complicar mucho la reanimación de la víctima
    de semi ahogamiento.
    La respuesta inicial del organismo al frío está
    encaminada a conservar el calor y a aumentar su producción. El estímulo
    simpático y liberación de catecolaminas ocasiona
    vasoconstricción periférica, con aumento de volumen
    especialmente en los vasos del pulmón e hígado,
    incrementando el gasto cardíaco, con taquicardia y aumento
    de la tensión arterial y de la producción de calor mediante el
    escalofrío. Por debajo de 30º C cesa el
    escalofrío, desciende el metabolismo basal y el consumo de
    oxígeno.
    La hipotermia afecta al sistema de
    conducción cardíaca y al miocardio. Hay un
    progresivo enlentecimiento del estímulo sinusal con
    inversión de la onda T, un progresivo
    ensanchamiento del QT y depresión
    del segmento ST.32 Por debajo de los 30º C se
    observan focos ectópicos auriculares, fibrilación y
    flutter auricular, extrasístoles y taquicardia
    ventricular. La fibrilación ventricular es frecuente por
    debajo de los 28º C. La asistolia cardíaca es
    frecuente con temperaturas centrales inferiores a 20º C.
    La hipotermia por estímulo central aumenta la frecuencia
    respiratoria. A medida que la temperatura central disminuye, se
    produce una depresión
    respiratoria refleja central con disminución de la
    frecuencia respiratoria y del volumen corriente. Por debajo de
    30º C la frecuencia respiratoria puede ser de una a dos por
    minuto.
    Por cada grado centígrado que disminuye la temperatura
    corporal, disminuye el flujo sanguíneo cerebral en 6-7%.
    Entre 35-32º C la víctima puede estar confusa o
    estuporosa; entre 32-27º C puede responder a órdenes
    verbales, pero de forma incoherente, y por debajo de 27º C
    el 83% de los pacientes suelen estar comatosos, pero retienen la
    capacidad de responder a estímulos dolorosos intensos.
    Habitualmente las pupilas están dilatadas por debajo de
    30º C. Por debajo de 20º C el electroencefalograma
    está plano aunque se conserve la circulación
    Es necesario resaltar que el cerebro tolera períodos
    prolongados de paro cardíaco, sin lesión ni secuela
    neurológica alguna durante la hipotermia profunda. Se ha
    señalado que el cerebro tolera diez minutos de paro
    cardíaco a 30º C; 25 minutos a 25º C, 45 minutos
    a 20º C, y una hora a 16º C. El mecanismo por el que la
    hipotermia ejerce este efecto protector, parece ser que sea
    debido a una profunda disminución del metabolismo cerebral
    y protección del cerebro del fenómeno de
    reperfusión
    En estos casos, tiempos prolongados de inmersión, pueden
    seguirse de una recuperación completa.
    Ello demuestra que el axioma de Reuler " Ningún paciente
    hipotérmico debe considerarse muerto hasta que esté
    caliente y muerto", conserva plena vigencia.
    Sin embargo, si en la sala de urgencias procuramos el
    restablecimiento de la temperatura se evita la reanimación
    cardíaca ya que la hipotermia condiciona
    vasoconstricción y bradicardia,

    Sería aquel episodio de semi-ahogamiento
    recuperado inicialmente y seguido a las 6-24 hs. de insuficiencia
    respiratoria aguda grave.
    Suele ser consecuencia de una broncoaspiración del
    contenido del estómago del agua que ha entrado durante la
    inmersión. Esta broncoaspiración puede producirse
    mientras la víctima esta todavía en el agua o, lo
    que es más frecuente, durante la reanimación
    inmediata o el transporte de
    la víctima al iniciarse la respiración
    espontánea. Esta broncoaspiración de agua mezclada
    con jugo gástrico o alimentos, puede
    dar lugar a un distress respiratorio secundario. Muchos autores
    son contrarios a este término, ya que este cuadro
    sería más bien la complicación del primer
    episodio de semi-ahogamiento, más que un cuadro diferente
    per se.

    7. Tratamiento –
    valoración, soporte y
    estabilización.

    – Sacar a la víctima del agua
    – Comprobar respiración:
       * Aislar la vía aérea
       * Iniciar ventilación /
    oxigenación (Respiración boca a boca)
    – Comprobar circulación:
       * Maniobras de RCP
    – Traslado a un centro hospitalario:
       * Administración de O2
       * Evitar la hipotermia
       * Protección de columna
    cervical.

    * Tratamiento para shock

    Tabla 2.Tratamiento en el lugar del
    accidente

    La consecuencia más importante de la
    inmersión prolongada bajo el agua, sin respiración,
    es la hipoxemia. La duración de la hipoxia es el factor
    crítico para determinar la evolución de la
    víctima. Lo único que impedirá una
    recuperación normal del semiahogado es la hipoxia
    irreversible. Por tanto, el factor determinante del
    pronóstico neurológico es la rapidez con que se
    instaura la reanimación cardiopulmonar y se recupera la
    respiración espontánea y la contracción
    cardíaca. 
    Por ello el tratamiento debe comenzar, siempre, en el mismo lugar
    del accidente, restaurando la ventilación y la
    perfusión tan pronto como sea posible.
    Hay que tener en cuanta, si el paciente comienza a toser o a
    escupir agua por su nariz y boca; póngalo de lado
    (posición lateral de seguridad.) Esto
    ayuda a evacuar el agua de los pulmones y si mantiene la cabeza
    más baja que el resto del cuerpo se reduce el riesgo de
    que el agua retorne a los pulmones. Permita que el agua tragada
    salga naturalmente
    La gran variabilidad de circunstancias que rodean todo accidente
    de inmersión, generalmente desconocidas, hace que se deba
    de reanimar a todas las víctimas, a no ser que se sepa que
    ha estado sumergido más de dos horas.

    – Rescate del
    agua.
     
    Lo más importante es extraer a la víctima del lugar
    del ahogamiento e iniciar prontamente las medidas de
    reanimación.
    "Siempre debe intentarse la reanimación de todo
    ahogado"
    Cuando se intenta rescatar a una víctima casi ahogada el
    reanimador deberá llegar a la misma lo antes,
    preferiblemente en algún medio de transporte
    (bote, balsa o tabla). Cuando se intente el rescate, siempre ha
    de vigilar su seguridad
    personal y
    proceder con precaución para reducir el peligro al
    mínimo. 
    Hay que tener en cuentas algunas
    indicaciones como

    • Nunca intentar rescatar a alguien que está
      más allá de sus posibilidades físicas a
      fin de no convertirse también USTED en
      víctima.
    • No todos están habilitados para rescates en
      el agua, por lo tanto esté a seguro,
      encuentre a un rescatador experimentado en el agua y comience
      la resucitación inmediatamente sea
      rescatado.

    Es imprescindible una rápida evacuación
    del lesionado, ya que en un centro hospitalario es posible
    recuperar al 90% de los preahogados. Es preciso establecer
    respiración asistida, con aporte de oxígeno.
    81

    – Maniobras de
    Reanimación.
     
    Se deben iniciar las medidas oportunas a la ventilación
    pulmonar. El control de la
    vía aérea y la respiración de las
    víctimas de inmersión es semejante al de cualquier
    paciente con PCR (parada cardiorrespiratoria)

    Para Verificar Que El Paciente Respira
    1.- Acerque su oído a la
    nariz del lesionado, para oír, la mejilla para sentir el
    aliento y mire su tórax al mismo tiempo (M.E.S.)
    2.- Acerque el dorso de su mano a la nariz para sentir el
    aliento.
    3.- Si es posible, coloque su mano bajo el tórax para
    sentir el movimiento.
    4.- Coloque un espejo cerca de la fosa nasal, para ver si se
    empeña.
    5.- El número de respiraciones normales es de 15 a 20 por
    minuto.

    Si la víctima está apneica, se debe
    comenzar de inmediato la respiración boca a boca o boca/
    nariz, incluso en el agua si es necesario, teniendo como
    referencia estos valores

    ADULTO

    (8 años o más)

    NIÑO

    (1 a 8 años)

    LACTANTE

    (0 a 1 año)

    1 Insuflación

    cada 5"

    12 Ciclos

    Boca a Boca

    1 Insfulación

    cada 4"

    15 Ciclos

    Boca a Boca

    1 Insuflación cada 3"

    20 Ciclos

    Boca a Boca/Nariz

    Tabla 3 . Valores de
    insuflación en la reanimación
    respiratoria.

    En cada minuto chequear respiración (M.E.S.) y
    pulso.
    Realizar la respiración artificial hasta que:

    • La víctima se recupere, en cuyo caso se
      deberá controlar hasta que llegue ayuda
      médica.
    • La víctima entre en paro cardiorrespiratorio,
      en cuyo caso se deberá realizar maniobras
      de  R.C.P.

    Si no se palpa latido cardíaco o pulso
    carotídeo, se inicia el masaje cardíaco externo. A
    continuación se toman las medidas de soporte vital
    avanzado, incluyendo la intubación, de manera expeditiva.
    Tan pronto como se disponga de un respirador mecánico, se
    debe usar para aumentar la concentración de oxígeno
    inspirado. Puede ser necesaria la desfibrilación
    eléctrica y/o la cardioversión para corregir los
    trastornos del ritmo que no responda a una ventilación y
    una oxigenación adecuadas a través de la
    administración de altas concentraciones de
    oxígeno, incluso en los pacientes conscientes y sin
    aparente dificultad respiratoria.
    Estas maniobras
    deben iniciarse tan pronto como pueda abrirse y protegerse la
    vía aérea del paciente y se reafirme la seguridad
    del reanimador. Esto puede lograrse cuando la víctima
    está en agua superficial o fuera de la misma.
    Es primordial la adecuada limpieza de la vía aérea
    antes de proceder a la ventilación y el manejo del
    paciente como si existiera lesión de la columna
    cervical.
    Algunos dispositivos (como un tubo de snorkel para la
    técnica de boca a tubo de snorkel y otros auxiliares)
    pueden permitir a los reanimadores con entrenamiento
    especial realizar respiraciones de rescate en agua profunda. Sin
    embargo la respiración de rescate no debe retrasarse por
    falta de dicho equipo, si la misma puede proporcionarse con
    seguridad.
    Ante la sospecha de traumatismo
    cervical, el cuello de la víctima debe colocarse siempre
    en una posición neutra (sin flexión ni
    extensión) y la víctima debe mantenerse a flote en
    posición supina sobre un soporte de espalda antes de
    sacarla del agua. Si se necesitara girar a la víctima,
    deben alinearse la cabeza, el cuello, el tórax y el cuerpo
    y sostenerse y girarse como una unidad hacia la posición
    supina horizontal. Si se requiere respiración artificial,
    esta debe darse manteniendo la cabeza en una posición
    neutra e iniciar la respiración asistida empleando un tubo
    mandibular especial, sin inclinación de la cabeza ni
    barbilla (tracción de la mandíbula sin
    inclinación de la cabeza o elevación del
    mentón sin inclinación de la cabeza
    Si la víctima se lanzó al agua, se debe sospechar
    la existencia de una lesión cervical
    traumática.
    No hay necesidad de eliminar el agua aspirada de la vía
    respiratoria. No debe perderse tiempo intentado extraer agua de
    los pulmones. Las víctimas semiahogadas en agua dulce o
    salada aspiran como mucho una cantidad pequeña de agua que
    es absorbida con rapidez por los pulmones hacia la
    circulación. Además, como se ha comentado con
    anterioridad, alrededor el 10% de las víctimas no aspiran
    agua debido al laringoespasmo. El intento de extraer agua de las
    vías respiratorias, puede ser peligroso porque puede
    extraer contenido gástrico y provocar
    aspiración..  Pueden utilizarse métodos
    auxiliares de ventilación como la mascarilla con
    balón o la intubación.  
    La compresión abdominal subdiafragmática (maniobra
    de Heimlich) retrasa el inicio de la ventilación y la
    respiración. La utilidad de estas
    maniobras en las víctimas de ahogamiento no ha sido
    probada de manera científica y no se ha comprobado su
    relación riesgo-beneficio. Por tanto, la compresión
    abdominal subdiafragmática sólo debe usarse si el
    reanimador sospecha que un cuerpo extraño puede estar
    obstruyendo la vía respiratoria, si la víctima no
    responde de manera adecuada a la ventilación boca a boca.
    Entonces, si es necesario, debe reanudarse la reanimación
    cardiopulmonar (RCP) después de haber realizado la
    maniobra de Heimlich.
    La complicación más importante asociada a la
    ventilación de rescate es la distensión
    gástrica y posterior regurgitación y
    aspiración del contenido del estómago. La
    distensión gástrica además impide una
    adecuada ventilación por ascenso diafragmático.
    Este problema puede minimizarse evitando volúmenes
    ventilatorios excesivos y flujos inspiratorios altos, utilizando
    la maniobra de compresión cricoídea y manteniendo
    la vía aérea permeable también en
    espiración cuando es posible (RCP a 2 reanimadores).
    Debe evitarse al máximo descomprimir mediante presión
    abdominal un estómago distendido, pues el paciente
    regurgitará casi siempre
    Si el paciente regurgita, el reanimador debe ponerlo de lado y
    eliminar todo lo que se encuentre en su boca, volverlo a la
    posición supina y continuar la RCP
    Recordar que los vómitos pueden tener lugar en más
    del 50% de los ahogados durante la
    resucitación.

    – Compresiones
    torácicas.
     
    Si no se aprecia latido cardíaco o pulso carotídeo,
    se debe pasar a una reanimación cardiopulmonar
    básica completa.
    Estando un solo socorrista, las compresiones/insuflaciones se
    realizan con la siguiente frecuencia dependiendo de la edad de la
    víctima

    ADULTO

    (8 años  o más)

    NIÑO

    (1 a 8 años)

    LACTANTE

    (0 a 1 año)

    15 Compresiones x

    2 Insuflaciones

    4 Ciclos

    2 Manos

    5 Compresiones x

    2 Insuflaciones

    12 Ciclos

    1 Mano

    5 Compresiones x

    1 Insuflación

    15 Ciclos

    2 Dedos

    Tabla 4. Valores de
    compresiones/insuflaciones estando un socorrista.

    Estando dos socorristas, las compresiones/insuflaciones
    se realizan con la siguiente frecuencia dependiendo de la edad de
    la víctima

    ADULTO

    (8 años  o más)

    NIÑO

    (1 a 8 años)

    LACTANTE

    (0 a 1 año)

    5 Compresiones x

    1 Insuflaciones

    12 Ciclos

    2 Manos

    5 Compresiones x

    1 Insuflaciones

    15 Ciclos

    1 Mano

    5 Compresiones x

    1 Insuflación

    20 Ciclos

    2 Dedos

    Tabla 5. Valores de
    compresiones/insuflaciones estando dos
    socorristas.

    Cada 1 minuto, controlar respiración (M.E.S.) y
    pulso. Siempre terminar el ciclo con las insuflaciones.
    Realizar la maniobra de R.C.P. hasta algunas de estas
    consideraciones:

    1. La víctima se recupere, en cuyo caso se
      deberá controlar hasta que llegue ayuda
      médica.
    2. La víctima recupere el pulso pero no la
      respiración, en cuyo caso se deberá realizar solo
      maniobras de respiración artificial.
    3. El socorrista se encuentre exhausto o imposibilitado
      para continuar con las maniobras.
    4. Llegue ayuda médica.

    Las compresiones torácicas no deben intentarse en
    el agua a no ser que se disponga de equipo especial para apoyar
    la espalda y el reanimador tenga entrenamiento
    especial en estas técnicas
    de RCP dentro del agua. El cerebro no se perfunde con eficacia a
    no ser que la víctima se mantenga en posición
    horizontal con apoyo del dorso. El pulso pude ser difícil
    de percibir por la vasoconstricción periférica y el
    gasto cardíaco disminuido.

    Una adecuada técnica en la realización de
    las compresiones cardíacas, minimiza la posibilidad de
    complicaciones; sin embargo, aún una técnica
    adecuada puede determinarlas. Estas son: fracturas costales,
    fractura de esternón, disyunciones costo-esternales,
    neumotórax, hemotórax, contusiones pulmonares,
    laceraciones de hígado y bazo, y embolia grasa.

    – Hipotermia
    concomitante.
     
    Casi todas las víctimas de ahogamiento o semi ahogamiento
    tienen algún grado de hipotermia y/o hidrocución .
    Habrá que retirar al paciente lo antes posible del agua y
    retirarle las ropas húmedas. Cuando la hipotermia es
    moderada, por encima de los 32ºC, favorecerá el
    pronóstico neurológico sin dificultar la respuesta
    a la RCP, porque es muy importante tener en cuenta que en
    presencia de hipotermia, el tiempo convencional de límite
    de resucitación (30 minutos) debe ser ignorado hasta que
    la temperatura central supere los 30ºC. Sin embargo, los
    ahogados en aguas muy frías, especialmente los
    niños, pueden alcanzar los 28ºC de temperatura
    central, sufriendo fibrilación ventricular. En este caso,
    se debe continuar la reanimación ininterrumpidamente hasta
    que pueda elevarse la temperatura de la víctima en el
    hospital en condiciones controladas. Si se realiza una RCP
    eficaz, la recuperación de los semiahogados muy
    hipotérmicos pude ser completa, incluso tras
    períodos de inmersión de 60 minutos y de la
    existencia de paro circulatorio en el momento del rescate.
    Es importante el soporte vital básico y la
    corrección temprana de la hipotermia porque el
    corazón hipotérmico puede ser menos sensible a las
    técnicas de reanimación, la
    hipotermia hace extremadamente irritable el miocardio, por lo que
    es necesario en ocasiones, múltiples choques para revertir
    la fibirílaci6n hasta que la temperatura alcance los
    33-35ºC. Por todo ello, la monitorización
    electrocardiográfica es necesaria durante el
    calentamiento.
    Por ello, nunca debe diagnosticarse la muerte de un ahogado ni
    interrumpir las maniobras de reanimación si está
    frío.

    – Apoyo vital
    avanzado.
     
    La víctima de casi ahogamiento con paro cardíaco
    debe recibir sin retraso apoyo vital cardíaco avanzado,
    incluyendo intubación, de manera expeditiva.
    Tan pronto como se disponga de un respirador mecánico, se
    debe usar para aumentar la concentración de oxígeno
    inspirado. Puede ser necesaria la desfibrilación
    eléctrica y/o la cardioversión para corregir los
    trastornos del ritmo que no responda a una ventilación y
    una oxigenación adecuadas. Se instaurará una
    perfusión de soluciones
    bicarbonatadas que combatirán la acidosis y
    permitirán mantener la función renal. Deben
    vigilarse los riesgos de
    hiperpotasemia, de trastornos de la coagulación, de
    arritmia supraventricular y de fibrilación ventricular. Se
    prevendrán las posibles infecciones respiratorias
    tardías.
    Todas las víctimas de inmersión, aun las que
    requieren reanimación mínima y recobran la
    conciencia en el lugar del accidente, deben enviarse a un centro
    hospitalario para cuidados posteriores. 
    Es obligatorio que se continúe con la
    monitorización de las medidas de apoyo vital durante el
    transporte al centro sanitario y que se administre oxígeno
    si se dispone de él.  
    Durante la reanimación y el traslado , debe tenerse
    siempre en cuenta la posibilidad de traumatismos de columna,
    especialmente en los semiahogados practicando "wind-surfing" o en
    los saltadores.  Aunque la supervivencia es improbable en
    las víctimas que han sufrido inmersión prolongada y
    necesitan reanimación durante mucho tiempo se han
    producido reanimaciones exitosas con inmersión prolongada
    en agua fría en extremo.
    Como a menudo es difícil para los reanimadores calcular el
    tiempo preciso de la inmersión, se deben de iniciar los
    intentos de reanimación en el lugar, a no ser que existan
    datos físicos evidentes de muerte (lividez
    cadavérica, putrefacción o rigor
    mortis).   El alcohol y las drogas depresoras del
    sistema nervioso
    central tienen un efecto protector frente a la hipoxia,
    prolongando el tiempo de hipoxia tolerado. En la mayoría
    de los adolescentes y
    adultos no se sabe si ha habido ingestión de dichas
    sustancias antes del accidente, lo que supone una razón
    más para continuar la reanimación hasta la llegada
    al hospital. 
    Aunque es improbable que un ahogado que no esté muy
    hipotérmico y que no inicie la respiración
    espontánea tras 40 minutos de reanimación
    cardiopulmonar se recupere sin lesión cerebral, es
    preferible tomar la decisión de cesar las maniobras de
    reanimación en el hospital, con medios
    técnicos que permitan un diagnóstico seguro. 
    Las maniobras para drenar el líquido de los pulmones son
    ineficaces y potencialmente peligrosas; deberán ser
    abandonadas porque pueden provocar el vómito o la
    aspiración.

    •   Tratamiento
      hospitalario. 

    A su llegada al hospital la víctima de un
    accidente debe ubicarse en una sala de reanimación,
    equipada con personal y
    medios
    técnicos para su exploración y
    tratamiento

    – Medidas generales
    Se debe centrar en el tratamiento pulmonar intensivo para
    conseguir un nivel adecuado acidobásico y de gases en
    sangre. . Deben vigilarse los riesgos de hiperpotasemia, de
    trastornos de la coagulación, de arritmia supraventricular
    y de fibrilación ventricular. Se prevendrán las
    posibles infecciones respiratorias tardías.82
    Las medidas necesarias varían entre la simple administración de oxígeno (para un
    paciente que respira espontáneamente) hasta la
    intubación y la ventilación mecánica
    continua (para el paciente apneico). Es crucial una
    ventilación alveolar adecuada y la recuperación de
    la perfusión tisular para corregir el equilibrio
    acidobásico durante la parada cardíaca en las
    víctimas de sumersión.
    Es controvertido el uso y la secuencia de administración
    de tampones farmacológicos. Puede estar indicado el
    bicarbonato sódico i.v. si la ventilación alveolar
    es adecuada, porque la acidosis metabólica es la norma
    tras la hipoxia celular y tisular. La determinación de los
    gases en
    sangre ayuda a conocer el estado de
    oxigenación y acidobásico, si se debe usar
    bicarbonato, si se debe mantener el soporte ventilatorio y
    cuál debe ser la concentración de oxígeno
    inspirado. Es preciso mantener concentraciones elevadas de
    oxígeno suplementario hasta que los análisis de gases sanguíneos
    demuestren que se debe reducir la concentración de
    oxígeno.
    La hiperinsuflación manual de los
    pulmones está indicada para reexpandir los alvéolos
    colapsados. La frecuencia de esta maniobra viene determinada por
    la respuesta clínica. Las dosis estándares de
    b2-agonistas mediante inhalación o
    inyección ayudan a reducir el broncospasmo. Dado que la
    sumersión con aspiración de líquido es una
    forma de neumonitis por aspiración, pueden estar indicados
    los antibióticos y los corticoides.
    Un paciente que desarrolla un síndrome de dificultad
    respiratoria aguda necesita ventilación mecánica.
    La presión telespiratoria positiva puede ayudar a mantener
    la viabilidad alveolar, evitar el colapso alveolar y expandir los
    alvéolos colapsados. El tratamiento ventilatorio puede ser
    necesario durante horas o días, dependiendo de los gases
    en sangre arterial y del pH.
    Se necesitan soluciones de
    líquidos y electrólitos para corregir el
    desequilibrio electrolítico. Durante la sumersión
    en agua del mar se puede extravasar un gran volumen de
    líquido hacia los pulmones, reduciendo el volumen de
    sangre y en ocasiones la presión venosa central, por lo
    que puede estar indicada la infusión de expansores de
    volumen.
    No se suele recomendar la restricción de líquidos,
    porque el edema pulmonar y el cerebral originado por la hipoxia
    están relacionados con una lesión epitelial
    pulmonar directa o con gradientes osmóticos más que
    por sobrecarga circulatoria como en la insuficiencia
    cardíaca.
    Puede ser necesaria la
    administración de hematíes para aumentar la
    capacidad de transporte de oxígeno de la sangre y forzar
    la diuresis para facilitar la excreción de Hb
    plasmática libre cuando la hemólisis sea
    significativa
    En algunos pacientes, la lesión cerebral permanente por
    hipoxemia o por hipoxia tisular es un problema residual. La
    hiperventilación o la hiperoxigenación en
    cámaras hiperbáricas pueden ser beneficiosas, pero
    tienen también riesgos intrínsecos. Ningún
    fármaco ni ninguna modalidad terapéutica han podido
    demostrar su utilidad tras la isquemia cerebral global. Se deben
    seguir las normas de
    cuidados intensivos orientadas al sistema nervioso
    central.
    Si se comprueba parada cardiorrespiratoria se iniciarán
    medidas de reanimación avanzada, tanto más larga
    cuanto más joven sea el paciente y, en especial, si el
    ahogamiento ha sido en agua fría, dado que se
    podría conseguir la supervivencia sin lesiones avanzadas
    (aunque si el paciente llega muy hipotérmico, tal vez sea
    debido a una prolongada inmersión, siendo entonces un
    signo de mal pronóstico). 

    – Medidas
    específicas

    Para el tratamiento de estos pacientes, Simckoc estableció
    una clasificación en cuatro grupos

     

    Grupo I

    Pacientes que aparentemente no han sufrido
    aspiración

    Grupo II

    Pacientes que han sufrido aspiración,
    pero que aparentemente presentan adecuada
    ventilación

    Grupo III

    Pacientes con aspiración y
    ventilación inadecuada

    Grupo IV

    Pacientes reanimados tras PCR

    Tabla
    6.Clasificación Simckoc

    Grupo
    I. 

    Pacientes conscientes y alerta que han sufrido una
    hipoxia mínima, pero que requieren ser ingresados en el
    hospital, al menos durante 24 horas. 
    Los estudios diagnósticos iniciales deben
    comprender: 
    – determinación de la temperatura rectal 
    – gases arteriales sanguíneos y pH 
    – hemograma 
    – glucemia, urea y electrolítos 
    – Rx de tórax 
    – Monitorización de Ta y Fc.

    A pesar de su estado clínico, aparentemente
    normal, frecuentemente presentan acidosis metabólica, que
    puede llegar a ser grave.

    Se administrará, siempre, oxígeno a altas
    concentraciones. 
    Si el pH arterial es igual o inferior a 7,2 debe administrarse
    bicarbonato sódico, administrando la mitad de
    miliequivalentes calculados para recuperar un pH
    normal. 
    El paciente debe de estar estrechamente vigilado, en un lugar a
    temperatura cálida, para detectar cualquier posible
    empeoramiento de la función pulmonar. 
    Si no hay ninguna alteración, puede darse de alta, previo
    control
    radiológico del tórax, tras 24
    horas. 

    – Grupo
    II. 
    Se engloban aquí el mayor número de pacientes. Se
    encontrarían dentro de este grupo los pacientes
    conscientes o semiconscientes que han presentado una hipoxia
    más severa con aspiración de agua. Son pacientes
    que pueden ser despertados con facilidad, las reacciones
    pupilares son normales y responden normalmente al
    dolor. 
    – Es obligatoria, la admisión en una Unidad de Cuidados
    Intensivos y la vigilancia estricta de la función pulmonar
    y cardiocirculatoria. 
    – Análisis en sangre: como en el grupo
    anterior, se determinarán: gases arteriales, pH,
    hematocríto, glucemia, urea e iones. 
    – Oxigenoterapia: estos pacientes pueden presentar insuficiencia
    respiratoria, cianosis y crepitantes a la auscultación.
    Debe de aplicarse siempre suplemento de oxígeno con
    mascarilla con concentraciones que no sobrepasen el 50%. Si se
    sigue observando tendencia a la hipoxemia, la aplicación
    de presión positiva continua, CPAP (continuous positive
    airway pressure), será el tratamiento más efectivo,
    cuando el paciente esté consciente y colaborador. Dado que
    la hipercapnia ligera no es bien tolerada por el cerebro
    lesionado, hay mantener la PaCO2 a 25-35 torr. Se
    instaurará intubación endotraqueal y
    conexión a ventilación mecánica si es
    necesario para conseguir estos fines. En los niños muy
    pequeños, puede ser necesario el tratamiento con tienda de
    oxígeno. 
    – Examen Neurológico: el nivel de conciencia puede variar
    rápidamente en estos pacientes, por lo que desde el primer
    momento debe realizarse una valoración neurológica,
    repitiéndose cada 1-2 horas, con el fin de detectar un
    deterioro provocado por edema cerebral. 
    – Control de la Hipotermia: debe controlarse la temperatura, que
    suele estar entre 32º-35ºC, aunque el paciente
    esté consciente. La hipotermia leve (Tª central mayor
    de 32ºC) puede ser tratada con calentamiento externo, activo
    o pasivo. En el calentamiento activo se añade una fuente
    donante de calor, tal como un baño caliente. El uso de
    mantas térmicas puede producir quemaduras.  
    El calentamiento externo activo produce una rápida
    vasodilatación periférica; si la hipotermia
    fué prolongada o severa, la vasodilatación puede
    disminuir la temperatura central (efecto paradójico) y
    desviar la sangre acidótica hiperkalémica a los
    órganos centrales causando shock hipovolémico. Son
    técnicas de recalentamiento central activo el lavado
    gástrico o peritoneal caliente y la administración
    de líquidos intravenosos u oxígeno humidificado
    calentado a 40ºC. Los pacientes con una temperatura central
    superior a 32ºC que están hemodinamicamente estables
    se recalientan utilizando calentamiento externo activo con mantas
    o radiadores. El recalentamiento activo debe cesar cuando la
    temperatura central llega a 34-35ºC, para que no se
    desarrolle hipertermia
    – Fluidos Intravenosos: debe instaurarse una infusión
    intravenosa de glucosa al 5% si la inhalación ha sido de
    agua salada, o de suero fisiológico isotónico si ha
    sido de agua dulce. Si la perfusión periférica es
    deficiente, están indicados los expansores del plasma.
    Todos los líquidos administrados deben calentarse
    previamente. 
    -Corticoides: la administración de corticoides
    intravenosos de forma rutinaria está muy discutida. Debe
    limitarse su uso cuando hay evidencia clínica y
    radiológica de afectación directa del pulmón
    por la inhalación.  

    – Antibióticos Intravenosos: su uso rutinario de forma
    profiláctica no ha resultado beneficioso para las
    víctimas de un semiahogamiento. Sin embargo, debe
    instaurarse pronto la oportuna terapéutica antimicrobiana
    en los pacientes con signos clínicos de neumonía,
    teniendo presente la posibilidad de infección por
    microorganismos infrecuentes. 
    – Fisioterapia Respiratoria: es conveniente instaurarla en cuanto
    el paciente esté consciente y colaborador. 
    Si el agua inhalada no está contaminada y la
    evolución es satisfactoria, la mayoría de los
    pacientes incluidos en este grupo, pueden ser dados de alta tras
    48 horas. 

    – Grupo III. 
    Los pacientes que pertenecen a este grupo están en coma a
    su llegada al hospital, con respuestas anormales o abolidas a
    estímulos, apnea o respiración irregular. Son
    pacientes que han sufrido una hipoxia cerebral grave y el
    tratamiento debe ir dirigido a preservar las neuronas
    todavía viables y a evitar el aumento de la presión
    intracraneal. 
    – Reanimación: sería deseable que estos pacientes
    llegaran al hospital con intubación traqueal y en
    ventilación mecánica, siendo ventilados durante el
    transporte con oxígeno al 100%. 
    – Ventilación: en raras ocasiones estos pacientes
    mantienen una ventilación pulmonar aceptable, debido a la
    ocupación pulmonar con agua, la disminución de la
    distensibilidad pulmonar y el cortocircuito intrapulmonar.
    Además el estado de coma favorece la
    broncoaspiración de material gástrico. Casi en su
    totalidad, estos pacientes precisan intubación
    endotraqueal y conexión a ventilación
    mecánica. Cuando tienen dificultad para mantener una
    PaO2 por debajo de 100 mm de Hg con una
    fracción inspiratoria de O2 mayor del 50% debe
    considerarse el uso de presión positiva teleinspiratoria
    (PEEP). La PEEP previene el edema pulmonar secundario, mejora la
    difusión de oxígeno, disminuye el cortocircuito
    intrapulmonar y la formación de atelectasias. No obstante
    también tiene efectos indeseables como la posibilidad de
    barotrauma, la disminución del gasto cardíaco y el
    aumento de la presión intracraneal, por lo que debe
    suprimirse en cuanto la función pulmonar esté
    estabilizada.57 
    – Presión Venosa Central : la mayoría de estos
    pacientes presentan hipovolemia y mala perfusión tisular y
    la colocación de un catéter de presión
    venosa central (PVC) permitirá una reposición
    volémica adecuada. Asegurar un volumen intravascular
    conveniente es especialmente importante en los pacientes que
    necesitan grandes volúmenes respiratorios y elevados
    niveles de PEEP, porque, como ya hemos dicho, estas
    terapéuticas reducen el gasto cardíaco cuando son
    inadecuadas las presiones de llenado. Se administrarán
    soluciones de coloides y cristaloides, recalentadas. En caso de
    anemia por hemólisis tras absorción de agua dulce,
    puede estar indicado transfundir sangre. En los casos de
    pacientes con hipotensión y bajo gasto puede ser necesario
    la colocación de un catéter de Swan-Ganz para su
    tratamiento. 
    – Hipotermia: estos paciente suelen presentar una temperatura
    central entre 28-30ºC, pudiendo llegar incluso a 26ºC.
    Muchas de las arritmias que aparecen en el ECG inicial,
    desaparecen con el recalentamiento. Si el paciente está
    estable hemodinamicamente y presenta una ventilación
    adecuada, no es necesario un recalentamiento rápido. Si
    fuera necesario, se recurrirá a métodos de
    recalentamiento de superficie o a lo que es más efectivo,
    la diálisis peritoneal isotónica con liquido
    caliente.
    – Medidas Generales: la colocación de una sonda
    nasogástrica impedirá que se siga absorbiendo agua
    hacia la circulación. Se mantendrá un control
    riguroso del hematocrito, gases arteriales, glucemia, urea y
    electrolítos. En algunas ocasiones pude presentarse una
    elevación rápida del sodio y cloro,
    acompañado de aumento de la hemoglobina y el
    hematócrito en pacientes semiahogados en agua salada.
    Estos trastornos tienden a normalizarse en 6 a 8 horas de
    tratamiento. En casos más graves, pude ser necesaria la
    diálisis. 
    – Monitorización de la Presión Intracraneal (PIC):
    las víctimas comatosas de un semiahogamiento suelen tener
    elevada la PIC, producida por el edema cerebral y la
    pérdida de la regulación cerobrovascular. Las
    elevaciones prolongadas por encima de 15 a 20 mm Hg, determinan
    reducciones del flujo sanguíneo cerebral ,
    añadiendo un daño isquémico al tejido
    cerebral ya lesionado. Para preservar la función cerebral
    y disminuir la PIC, hay autores que recomiendan un tratamiento
    agresivo denominado reanimación cerebral, cuya finalidad
    es la preservación cerebral y disminución de la PIC
    y comprendiendo: 
    -hiperventilación controlada  
    -hipotermia deliberada  
    -utilización de barbitúricos 
    -corticoides y diuréticos y 
    -monitorización de la PIC. 

    Los resultados de este tratamiento no mejoran la
    supervivencia con recuperación completa y, en la
    actualidad, no están aceptadas la aplicación de
    todas estas medidas.
    Se ha observado que las muertes por sepsis son más
    elevadas en pacientes sometidos a hipotermia inducida y que los
    efectos adversos de la hipotermia sobre la liberación de
    oxígeno a los tejidos exacerban
    la lesión isquémica. Los barbitúricos pueden
    ser potentes depresores cardiovasculares y mal tolerados por los
    pacientes con función cardíaca en el límite
    de la normalidad.
    Hoy en día, la única medida generalmente aceptada
    es la hiperventilación.  
    Los barbitúricos y los corticoides, como la dexametasona,
    pueden administrarse cuando se detecten aumentos de la PIC en
    pacientes que la tengan monitorizada. 
    La monitorización de la PIC es un tema debatido, aunque
    permite detectar los aumentos como signo de mal pronóstico
    y su respuesta a las maniobras terapéuticas. No obstante,
    no parece mejorar la suerte de las víctimas de un
    semiahogamiento y, por tanto, no debe emplearse de forma
    rutinaria. 
    La hiperventilación ligera, la sedación, el
    meticuloso equilibrio
    hídrico, la elevación de la cabecera de la cama y
    la limitación de la tos y la aspiración son
    intervenciones, todas ellas, no invasoras que pueden usarse para
    minimizar la hipertensión intracraneal. 

    – Grupo IV. 
    Se englobarían aquí los pacientes que han sido
    hallados en parada cardiocirculatoria.  
    – Reanimación: las maniobras en el lugar del accidente
    deben comprender las maniobras de reanimación boca a boca
    y masaje cardíaco. 
    Los pacientes que presentan un ECG en asistolia, deberían
    ser trasladados a la Unidad de Cuidados Intensivos por un equipo
    experto en emergencias, manteniendo durante el transporte masaje
    cardíaco y ventilación mecánica con
    O2 al 100%. La fibrilación ventricular debe ser
    tratada inmediatamente con desfibrilación. Se han descrito
    casos con éxito
    en la desfibrilación, en niños que presentaban
    temperatura central inferior a 26ºC. 
    El manejo de estos pacientes en la Unidad de Cuidados Intensivos
    se realizará de forma similar a los pacientes del grupo
    anterior.  En este tipo de pacientes el principal objetivo
    será el de conseguir una temperatura central entre
    30º-31ºC. Incluso si la reanimación no parece
    satisfactoria, no se abandonará hasta que se hallan
    alcanzado temperaturas de 31ºC.

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