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UN LENGUAJE ESTETIZADO (página 2)




Enviado por obicetempestad



Partes: 1, 2

El mundo de los hombres no puede ser sino un mundo humano. Sin
hombre no existe mundo (ni viceversa) decía Heidegger.
Esto es lógico y nos columpia a la necesidad de analizar,
no sólo lo que decimos, sino lo que queremos decir cuando
hablamos.

El lenguaje estético es arrasador no por ser
estético sino ya por ser lenguaje. Por su misma
naturaleza. Quedamos vinculados a la necesidad de construir un
lenguaje si queremos construir el mundo. Pero detengámonos
un instante sobre lo dado, ya habrá tiempo para el
resto.

2)Un lenguaje que
es sistema y es
elemento sistémico.

No es únicamente que el lenguaje haga el mundo, sino
que el mundo hace al lenguaje. Proponer a la lingüística como baluarte y emblema de
lo que hay es egocentrista y erróneo. El mundo no se mueve
por líneas sino por trazos interseccionados.

Si hoy hablamos de un pensamiento
débil es normal que esté ubicado y construya un
lenguaje "débil". Ahora bien, ¿qué fue antes
el lenguaje o ese pensamiento, o quizá lo fue una
experiencia que nos llevó a gestar ese pensamiento y ese
lenguaje?

El lenguaje no deja de ser fundamental, pero no es
fundamentador. No es paradigmático ni determinativo sino
que, como hemos indicado es MATIZADOR: influye y es influido.

Porque si Habermas apelaba al sistema industriasociedadcultura y el
profesor
Queraltó al sistema sociedad-cultura-cienciatecnología, nosotros
hemos de hacer lo propio vinculando el lenguaje con el mundo en
el que está.

Nosotros apenas podemos matizar en el color blanco
más que nimiamente. Los esquimales distinguen una gama de
blancos que para nosotros están escondida. Su mundo, su
cultura, su cosmos le exige estas matizaciones de percepción
y de lenguaje. El lenguaje es por tanto padre de una realidad
circundante, también hijo de ella.

3)El lenguaje nos permite
investigar lo real.

Los accesos a la realidad son múltiples, tantos como
seres humanos, disciplinas, racionalidades, estéticas,
etc… hay en el mundo. La realidad, por contra, es una. Para
llegar a ella hemos de posicionarnos en una imagen
proyectualista que termina apelando más al constructivismo
que a la descripción (apelo a mi concepto de
proyectualidad desarrollado en el trabajo
Proyectualidad. La estetización poiética de la
historia del hombre).

Al encontrarse el lenguaje tan imbricado en la vida del hombre
nos permite ver la realidad actual. El hombre
desde su más ingenua edad empieza hablar y no hay ser
humano que, desde las primeras horas matutinas, no profiera
alguna palabra. Incluso los mudos "hablan" en su propio lenguaje.
Solo en casos extremos, como por ejemplo un autista, esto es
matizable. Como indicaba Píndaro lo cierto es que los que
no hablan terminan desapareciendo. Hoy la cuestión es
qué significa hablar y qué condiciones ha de
reunir. Lo veremos más tarde porque es una cuestión
que se engloba en los aledaños del problema de los "sin
voz".

En cualquier caso, el lenguaje permite una mayor agudeza
cognoscitiva. Es decir, a más lenguaje la
percepción de lo real se nos hace más rica. En
ocasiones los filósofos tienen que inventar conceptos.
Profundizan tanto en lo real que no consiguen encontrar palabras
en la lengua que
lleguen a sus conceptos. Igualmente, los contenidos de las
diferentes disciplinas científicas requieren juegos de
lenguajes propios que no siempre son accesibles a los que
están fuera de ellos. El grado de penetración en la
realidad de un científico es mayor que el de un
niño que todavía se resbala por el hilo vertiginoso
del lenguaje. El niño entenderá que un perro es un
animal. La falta de lenguaje no le permite clasificarlo con
animal vertebrado mamífero. Tampoco podrá
establecer conexiones entre él y un lobo. Así su
campo real está más restringido.

4)El lenguaje nos
permite, y obliga, a obviar parte de lo real.

El hombre no puede conocerlo todo. Requiere que su atención se centre sobre cuestiones
particulares. Esto define cada época histórica.
El Renacimiento
quedó desbordado por la razón, pero olvidó
los sentimientos. Los románticos harán todo lo
contrario. Los medievales se centraron en la contemplación
y el paradigma de
la dominación burguesa habrá de esperar la bonanza
de un siglo XVI. Como éste existen miles de ejemplos. No
cabe duda somos limitados.

Esta limitación nos entronca con nuestro ser. Con los
que aludimos de quiénes somos o dejamos de ser y entramos
ya en la cuestión de la actualidad. El lenguaje actual es
estético. Esta cualidad abre ventanas pero cierra puertas.
Nos deja ver amaneceres y nos oculta anocheceres. Lo ideal es
gestar un lenguaje que nos permita ver aquello que queramos ver.
Aunque esto implique renuncia. Es decir, que claudicar aquello
que no vemos sea una decisión y no una
imposición.

5)Un lenguaje
dominado por el diálogo.

Es obvio. Una novela
descriptiva en la actualidad es poco comercial.

Las peroratas larguísimas, los discursos
preparadísimos desde la conceptualización no
VENDEN. Atrás quedó la época del discurso.

Se ha decir poco y yendo a lo fundamental.

Apelaba Vigotsky a la
característica de predicación en el lenguaje
hablado. En el lenguaje escrito es necesario mayor
preparación. Hay que establecer boceto, establecer
cómo se van a decir las cosas. Al no haber afinidad
atencional, un contexto común es necesario dejar clara
todas las cosas y esto enmaraña el escrito, lo alarga. En
el lenguaje oral la cosa cambia. La fluidez del diálogo,
la presencia del interlocutor, etc… disminuye tal
preparación.

El lenguaje oral es ayudado por mecanismos que quedan allende
de las palabras (gestos, entonaciones, interjecciones, etc…).
Todo esto debería ser explicitado en el lenguaje
escrito.

El contexto ayuda muchísimo en la transmisión de
los contenidos. Por eso nos resulta más complicado
entender el cinismo del siglo XVI que los desarrollos
ultramodernos de nuestro José Antonio Marina. En necesario
un círculo de contenidos que nos acerquen a lo que quieren
decirnos las palabras. Quizá se trate de que le lenguaje
no pretende sino ser instrumento de comunión. No consiste
en transmitir palabras o frases sino comunicar ideas, emociones,
acercar el interior del interlocutor a mí, oyente, y
viceversa.

¿Qué ocurre hoy? El lenguaje parece
desvanecerse. En los chat de
Internet, se
cumple el imposible de Vigotsky. Este autor decía que el
lenguaje escrito no es el lenguaje oral pasado a la escritura.
Para Vigotsky, como hemos visto, la tendencia a la
predicación (es decir, la suplencia que impone el contexto
en el lenguaje hablado) en el habla no es posible en el lenguaje
escrito. Lo cierto es que sí que se da tal suplencia. A
pesar de ser menos maratoniano el lenguaje de chat que la
conversación, se despega más del lenguaje escrito
que del hablado.

¿Cómo es esto posible? Vigotsky quedaría
asombrado.

El lenguaje de los chat es lenguaje puesto por palabras que
hablan. No es propiamente escritura, aunque sea lenguaje escrito.
Al menos, si conceptualizamos la escritura como nos lo indica
Vigotsky.

Ciertamente, los chat hacen la cuadratura del círculo.
Los emoticons y otros artilugios le ayudan a eso. Sin embargo,
solo lo hacen en parte. No son escritura como indicamos. En la
escritura la partícula "por" no es "x" o "más" no
es "+". En la escritura ese "+" pertenece a un lenguaje
matemático, en los chat rebasa esos límites.

La razón de que se entienda correctamente estas
expresiones adecuadamente resulta de una confluencia de
contextos. Desgraciadamente esto, aun teniendo puntos positivos,
contiene peligros muy acuciantes (algunos ya los estudié
en Duelo, agonía, Internet y sms). Los repasaremos a lo
largo de lo que sigue.

6)Un lenguaje mediado
socialmente a lo global.

Parecería que la tendencia a la unidad, la solidaridad y la
tolerancia se
consigue en la utopía de Internet. Todos nos entendemos
gracias, no ya a un idioma global, sino a una extensión de
contextos globales.

Comprobar que el lenguaje hablado funciona en la escritura es
afirmar que los contextos se acercan y que las personas
también. Ya no es necesario explicar qué quiero
decir cuando digo lo que digo a un mexicano a un argentino o a un
español.
Existe un trasfondo que nos equipara.

Por ejemplo, cuando se habla de belleza en la red todo el mundo entiende
aproximativamente a lo que se refiere el concepto. Cuando hablo
de estética nos viene a la cabeza la imagen de un cuerpo
con determinadas características gimnásticas y al
hablar sobre lo que se desea para vivir, de cómo se ha de
vivir, de cuál es la ética de
la vida, en general tampoco hay muchas disensiones. La red parece
haber recabado aquel mundo feliz de Laplace también entre
los hombres. Todo está dado.

Afortunadamente esto no es siempre así.

Resulta descorazonador entrar en un chat de arte y comprobar
que el tema del que se habla trace con debilidad la
cuestión. Resulta consternante entrar en un chat de
filosofía y comprobar que los temas tratados no
cambian en demasía de ellos.

Uno entra en un chat que se afirma científico y espera
encontrar personas que están buceando en la
cuestión. Desgraciadamente a lo sumo están buceando
por ella. Lo peor es que el mar es el mismo para el canal de
filosofía, científico y de arte. Lo que cambian son
las personas. Todos hablan de lo mismo y de nada a la vez.

Nos internamos en tales medios
buscando posturas afianzadas, de roble viejo y encontramos
famélicos juncos que cimbrean sus cuerpos en el
pensamiento único.

Y es que es esto a lo que parece llevarnos la
unificación y la globalización. A una aldea global
(escúchese aquí a Mc Luhan) de indiferentes y no de
tolerantes.

7)Un lenguaje
de indiferentes y no de tolerantes.

La tolerancia clama rotundidad en los asertos personales y
comprensión en los que vienen de fuera. La indiferencia
queda aletargada hacia lo que sabe y adormecida ante lo de
fuera.

El tolerante posee convicciones acendradas en su parcela de
vida. Por ejemplo, es aquel físico que entiende el cosmos
indeterministamente. Defiende con argumentos lo que piensa. Sin
embargo está abierto al pensamiento del otro. Estudia sus
palabras y quizá las acepta e integra si las considera
oportunas. No queda ahí sino que sigue buscando. Por
ejemplo, se cuenta que Einstein, físico determinista,
estudió durante mucho tiempo la física
cuántica, indeterminista para ver en dónde se
equivocaba.

Al tolerante lo define la búsqueda, el buceo, la
terquedad de deshojar el tronco de un árbol y encontrar
capas cada vez más profundas. El indiferente es el
surfista. Llega una ola la coge por encima, se encandila y la
olvida yendo a la búsqueda de la siguiente.

Por eso el indiferente no toma en cuenta al otro. Simplemente
se centra en su propio interior, en su sensación
evanescente y estallante. Ante el llamamiento de
"¡escúchame, por Dios!" permanece igual de sordo que
antes, igual de indiferente ¿Qué sendas lo
conducen? La esteticista hedonista.

Entiende lo estético no como proyección a la
profundidad de la que emerge algo novedoso. Para el indiferente
la vida es un espectáculo que se le impone y que le va
guiando. Por eso es mucho más influenciable. Su asidero
queda fuera. Al no existir otro criterio que el hedónico
esto desvela su propio interior: es un ECO EN EL HUECO
vacío, una evasión hacia un más allá
que lo constriñe en una pasión poco humana (esto lo
desarrollo
más en Incertidumbres, libertad,
igualdad y
proyectualidad al alba del
tercer milenio) .

8)¿Un lenguaje
que es exterior?

Esto parece sacarnos al hombre de sí mismo. Ya no bucea
dentro, o busca fuera para introducirlo en el fogón de sus
convicciones. Ya no escribe, dialoga. No queda contemplando la
realidad sino que hace puenting en ella. Se introduce en su
deportivo y hace enardecer su emoción. La bicicleta por
los bosques de primavera se sustituyen por los vehículos
de gran cilindrada con la radio
embistiendo con sus potentísimos watios los altavoces.

Al fin y al cabo, es una evasión. Sea por los graves
conflictos
mundiales y humanos, sea por la falta de trabajo, sea
por un mundo que cada vez es más estético y menos
"ilustrado",… Probablemente por todo y más según
las circunstancias personales.

Saca al hombre de sí, lo enajena en ocasiones, pero no
lo hace

PROYECTUALIDAD.

Aquella época de reflexión junto a la estufa de
Descartes es ya pasado, pasado dilapidado.

En la novela El
Óbice de la Tempestad puede hacerse una lectura en
estos dos sentidos de ir mas allá. Se describe la
transformación de uno de los "lobos de
Apocatástasis", Otero, en Melquíades. El cambio operado
no es solo nominal. Los lobos de Apocatástasis son unos
individuos que se lanzan a un mas allá, a una experiencia
estética que les haga descubrir cada mañana un
nuevo amanecer. Sucumben a la experiencia estética y,
sólo en parte, se puede hablar de proyectualidad. La
incertidumbre de su destino los pone en el disparadero de un
proyecto que los saca del aletargamiento de sus vecinos. Les
falta el rumbo de su viaje, simplemente van más
allá. Eso no es suficiente.

Cuando uno de ello, tras una serie de circunstancias, se
impone la tarea de echarse al mar lo hace con un objetivo.
Encontrar a la hija de Aarón, reencontrarse con su pueblo,
transmitir un mensaje. No es fácil ponerse manos a la obra
cuando se presencia el objetivo. Si lo es cuando no lo hay, o
cuando se ciñe al instrumento, a la experiencia
estética hedónica que implica.

El esteticismo del lenguaje que parece conectarnos en el
tercer espacio cree sacarnos de una razón engolada dentro
de sí misma: estalla más allá. Esto es una
falacia.

Así, retomando lo anterior. El problema es que esta
experiencia estética del indiferente no lo extrae de
sí, sino que lo constriñe a un hedonismo
enclaustrante y poco humano. Lo enmarca en la ola y no en el
tesoro del barco que está bajo el mar.

Bucear es más laborioso. Esta actividad no cuadra en
los esquemas de nuestro tercer milenio. El hombre de hoy no puede
detenerse, a lontananza ve otra ola. Además quien sabe si
en el fondo habrá o no un tesoro (me parece que escucho de
fondo la excusa). Por eso, el hueco permanecerá en nuestro
surfista.

La red claudica en su inicial sacarnos de nosotros mismos
cuando nos aisla en una experiencia que es:

1)Hedónica y por tanto impulsiva, prerreflexiva,
pre-proyectual.

2)Acorde con un pensamiento único que nos adormece en
lugar de ser motivo de despertares.

9)¿Y la voz de los sin
voz?

Retornado a aquello de Píndaro es necesaria la
recurrencia a la segunda realidad a la que aludiera Subirats en
su Linterna mágica o algunas de las características
de Javier Echeverría en su excelente desarrollo en Los
Señores del Aire: Telepolis y
Tercer entorno.

El espacio massmediático tiende a ser primera realidad.
Lo que no existe en la televisión no tiene éxito.
Para que un disco sea comercial lo primero que ha de hacer es
meterse esta realidad, bien sea por el "mecenazgo" de alguien de
este cosmos, por una presentación que atraiga a los medios
o por cualquier otro artilugio.

El disco ha de ser un producto estético porque este
medio surfea en lo estético aunque bucee en lo
tecnológico. Todo aquello que no sea estético no
puede introducirse en este ámbito.

¿Son el sufrimiento y la debilidad estéticos?
Por supuesto que sí. No hace falta más que ver las
galas, los telemaratones o lo programas que
gestaron el 11-S. Decir que también la
televisión se preocupa de estos ámbitos, que
también ella tiene su corazoncito, es un eufemismo con
unos cimientos erróneos. Esto no es sino "poner un roto en
un descosido". Me explico.

¿Qué fragua programas televisivos como
éste?

Provoca una emoción, una pasión, una ola mas que
nos arrastra hacia la lágrima, la conmiseración y
el gastar algo de dinero por una
noche en esos "pobres hombres". No es sólo una respuesta a
lo burgués es algo más. En cualquier caso no es una
solución. ¿Por qué? Porque no nos
compromete. Es un hecho más de evanescencia, de estallido,
de lenguaje dialógico. Una caricia que nos convence de la
inexistencia del ECO del HUECO.

Desgraciadamente, mañana las cosas no cambiarán.
Decía el lema de una campaña del tercer mundo que
la pobreza no
es un problema de necesidad sino de justicia.
Realmente todo el dinero del
mundo no paliaría este problema. La única
solución es personalísima. Quiero decir, que nos
atrevamos a dejar una consideración estetico-hedonista de
la realidad, que buceemos y en el fondo deglosemos el
problema.

Hacer justicia es algo que se va consiguiendo igual que ser
libres. No es algo dado. Si ya nos cuesta bucear una vez, estar
constantemente debajo del agua no atrae
a nadie. Al menos hoy. No implica acciones sino una actitud, no
un día sino una vida, un gesto especial en la mirada, un
sol distinto detrás de cada montaña. Supone un
planteamiento individual, una proyectualidad personalísima
que vaya gestando un proyecto social distinto. Esto es
difícil, se tarda tiempo en hacer, pero no imposible. Los
ilustrados consiguieron hacer brillar el proyecto de la
ilustración.

Por supuesto existirán desavenencias pero el aliento
social es el que lleva a la sociedad. Es necesario primero
despertarse y abrasarnos con lo real. Lo que hoy es la
excepción mañana debería ser paradigma.

10)Concluyendo.

El lenguaje empezó intentando apuntar al hombre hace ya
110 años con Frege. Ya no se dirige al hombre porque hasta
el hombre claudica en la deixis, en el apuntar.

Tal vez, la primera labor del lenguaje sea la
recuperación del deíctico como instrumento.
Acaparar el yo y el tú, el esto y el aquello. Meterse
dentro del mismo y descubrir el barco hundido, el nombre al que
apuntan. Desde el nombre, no quedarnos en lo que la palabra dice,
sino en lo que está diciendo. Redescubrir la realidad a
través de la palabra.

DEIXIS —> NOMBRE –>COSA —>REALIDAD
–>RESTITUCIÓN DE MI REALIDAD

Solo así recuperaremos un mundo tolerante. Sólo
así se recupera el valor de lo
particular sin olvidar al otro. Sólo así la red
será un hervidero agostado por el mismo hombre, por lo que
él ponga y no por lo que le impongan. Sólo
así cuando nos internemos en un chat de arte
aparecerá el nombre de Goya o Picasso o Da
Vinci y eso sí que será un chat de arte. Eso nos
traerá al ser humano y no a este sucedáneo que
amenaza con explosiones más mortíferas que la bomba
H: el estallido hedónico paralizante que nos deja sordos y
muy allá, en el huidizo ECO DEL HUECO de la próxima
ola a surfear.

11)Excursus:

Una posibilidad de recuperación de la
estética hedónica.

En breves palabras. Parece que sólo es necesario
restablecer esta estética hedónica frente a una
estética demiúrgica. Como si la primera quedase en
los bajos fondos de una experiencia a eliminar. Esto
habría de ser matizado.

La estética demiúrgica es aquella que es
creativa y creadora. Aquella que, lejos de provocarnos surfear y
eclosionar nuestros corazones embravecidos, nos descubre un
más allá: Es la base de la Proyectualidad.

¿Cómo angelizar mínimamente la
estética hedónica? Entendiéndola como ese
fogonazo que nos haga despertar. Dejándola hablar como
categoría de circo y como concepto parapetador. Es la cama
elástica que nos columpia más allá y nos
insta a proyectarnos. Saltar desde ella es divertido, si
conseguimos que integre la posibilidad de proyección,
será útil.

Si nos permitiera hacer de la vida un sueño de
horizontes infinitos, en lugar de hacer que durmamos, el problema
estaría resuelto.

Por ejemplo: Vemos un programa en el
que los concursantes nos asombran con sus conocimientos. Puede
que todo esté pactado, da igual. Si esto nos impulsa a
levantarnos y a dedicarnos al estudio, esta estética
(hedónica) aprehende su base proyectual, pasamos de lo
placentero a lo demiúrgico.

El problema es que una estética hedónica no es
fácilmente satisfecha. Levantarse del sillón para
ponerse manos a la obra es tarea ardua. Retreparse en el
sillón durante horas frente a un electrodoméstico
conduce al hombre por senderos degradantes cuanto menos y
degradadores en el peor de los casos.

Acudiendo al lenguaje con el argumento: Una poesía
no sirve de nada si sólo nos aloja en la tristeza
paralizadora que nos espeta. Ahora bien, si nos infunde
ánimos para descubrir una salida, entonces sí que
la defenderemos. Por que nos parapeta al bastión que
queremos conseguir. Así ha de ser el lenguaje activo,
poiético, trepidante, lacerante, y profundamente
humano.

Me decía un profesor hace años que, si una
novela después de ser leída no te ha movido algo
por dentro, no habrá merecido la pena. Le diría yo
hoy: si la novela no implosiona en su interior PARA,
seguidamente, explosionar hacia fuera en nuestras vidas, entonces
sí que habrá sido inútil el esfuerzo de
acabarla. Habrán sido sólo bagatelas literarias. Y
la vida es demasiado desafiante para no aceptar el reto y
perderla en los límites de Facina.

Creo que esto ha de quedar aquí. Por el momento. Ya
continuaremos…

 

José Barrientos Rastrojo

Diplomado Universitario en Enfermería

Facultad de Filosofía de la Universidad de
Sevilla

Ponente en Congresos Escritor

Partes: 1, 2
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