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Mercados de lenguas y regionalización de los mercados




Enviado por chareille



     

    Indice1.
    Introduccion

    2. Consecuencias de la
    regionalización de las inversiones y del mercado laboral
    sobre las lenguas y las habilidades
    lingüísticas.

    3. De la necesidad de adaptar la oferta
    lingüística a las nuevas demandas.

    4. Biblografia

    1.
    Introduccion

    Muchas veces se hace alusión a factores como la
    calidad
    intrínseca de las lenguas, la excelencia de las culturas,
    la política y
    la demografía (véase Louis–Jean
    Calvet, Didier de Robillard, Jean Claude Corbeil, etc.) pero se
    debe reconocer que la influencia económica como motor de la
    difusión lingüística sigue siendo inexplorada.
    Ahora bien, como lo destaca Louis Porcher en
    « Politiques linguistiques : orientations »
    (en Les cahiers de l’A.S.D.I.F.L.E., 1996, p. 12), entre
    las cuatro fuerzas que las políticas
    lingüísticas deben procurar hacer converger para ser
    eficaces – los « cuatro jinetes »
    – las empresas y el
    mundo del comercio en
    general constituyen un eje fundamental, aún más en
    contextos como la Unión
    europea y el Mercosur que
    favorecen a la vez la circulación de los trabajadores en
    mercados
    laborales regionales, la circulación de los bienes y
    servicios
    mediante la desaparición de las fronteras y las
    posibilidades de internacionalización de las inversiones.

    2. Consecuencias de la
    regionalización de las inversiones y
    del mercado laboral sobre las
    lenguas y las habilidades
    lingüísticas.

    Según el sociólogo Pierre Bourdieu, todo
    lo que somos, lo que queremos, lo que creemos y lo que hacemos es
    determinado por la estructura
    social caracterizada por el principio de la distinción
    « dominantes y dominados ». Bourdieu
    también caracteriza el espacio social como un
    « campo de fuerzas » o incluso un
    « campo de lucha » (1994, p. 55) ya que
    este espacio de poder se
    distribuye de manera asimétrica. En este contexto, cada
    uno posee un peso determinado que Bourdieu llama capital y lo
    utiliza en el « juego » (o « campo del
    poder » que es pues el lugar de la
    fijación del valor y los
    tipos de cambio de
    todas las especies distintas de capitales presentes en el espacio
    social) para mejorar su posición.
    Los protagonistas que quieren sacar provecho de un campo y
    perfilarse deben invertir su tiempo, sus
    conocimientos, su trabajo o su dinero para
    obtener un « capital », clave del poder dentro del
    campo. Igual que en el sector de la economía donde la
    posesión de un capital da el poder a sus portadores, el
    capital de los otros campos generalmente otorga poder a los que
    son sus posesores: cuanto más capital se tiene, más
    se dispone de poder
    Es por esta razón que, como lo destaca Albert Breton, a
    nivel de competencias
    iguales, algunas empresas arbitran
    su elección en favor de los que tienen aptitudes para las
    lenguas. Gilles Grenier y Conrad Sabourin incluso añaden
    que las lenguas son factores que determinan posibilidades de
    ganancias pecuniarias, teoría
    apoyada por Ofelia García y Ricardo Otheguy quienes
    sostienen que « la lengua es una
    forma de capital que permite negociar bienes y
    ventajas » (1994, p. 100) lo que ejerce influencia las
    motivaciones de los estudiantes. Del mismo modo, como lo destaca
    François Grin (1990, p. 160), si las competencias
    lingüísticas de una persona pueden
    tener incidencias sobre sus rentas, esto implica que las
    diferencias salariales podrían explicarse por la discriminación ejercidas por los
    empleadores con los empleados que utilizan una lengua
    minoritaria.
    Ahora, si nos ubicamos del lado del capital
    lingüístico de la empresa, nos
    damos cuenta de que éste interviene en la producción pero sobre todo por las tareas
    lingüísticas no rutinarias, que son probablemente
    escasas. Es sobre todo como factor externo que se llega a
    integrar la lengua a los esquemas
    económicos.Para las empresas, las
    incidencias del multilingüismo difieren según si uno
    se ubica en un contexto regional o nacional. A nivel nacional,
    el
    conocimiento de una lengua común que responda a todas
    las necesidades de comunicación de un sistema es un
    elemento potente de integración
    económica y social. Por lo tanto, una lengua
    común tiene como efecto reducir los costos de la
    producción y las operaciones en
    una economía
    y, por consiguiente, reducir los precios de
    intercambio, lo que aumenta la competencia. Al
    contrario, en el marco de la regionalización de la
    producción y la liberalización del comercio, una
    política
    de pluralidad lingüística convierte a los
    países que la establecen más acogedores para socios
    comerciales potenciales. En este sentido, el multilingüismo
    constituye un recurso. La pluralidad lingüística de
    un país aumenta su potencial en cuanto a las exportaciones,
    aumenta el valor de la
    producción nacional y mejora la situación del
    empleo.Es por esta razón
    que, como lo afirma la Oficina
    Internacional del Trabajo en la edición 1998–99 de
    su informe sobre el
    empleo en el
    mundo, la formación, en particular
    lingüística, constituye uno de los mejores activos para
    hacer frente a los retos que les esperan. En la medida en que el
    conocimiento
    de otra lengua da prueba de aptitudes superiores y de mayor
    adaptación del trabajador, toda política destinada
    a promover el perfeccionamiento lingüístico
    podría contribuir a aumentar la flexibilidad de una
    población activa.
    Estas observaciones son perfectamente aplicables al caso del
    Mercosur. En
    efecto, inspirándose en el modelo
    europeo, los fundadores del Mercosur se fijaron como objetivo la
    creación de un mercado
    común. Yendo bien más allá del simple
    objetivo de
    liberalización del comercio de los otros bloques
    regionales latinoamericanos el Mercosur es una integración centrada en la unión
    aduanera. El proceso de
    integración no sólo se
    reflejó en los intercambios comerciales sino
    también en las inversiones extranjeras hacia el Mercosur e
    intra Mercosur (incluso con Chile y
    Bolivia desde
    su asociación con el Mercado común).
    Según un estudio realizado por la Embajada de Argentina en
    Brasil
    (Argentina–Brasil
    emprendimientos conjuntos,
    1999, www.tba.com.br/embarg/frame2.html), la
    influencia del Mercosur en las inversiones crece desde 1994. En
    el 2000, las empresas brasileñas invirtieron alrededor de
    830 millones de dólares en Argentina (petroquímica con Petrobras, alimentos y
    bebidas con Arisco, Ceval Alimentos y
    Brahma, industrias
    textiles, plásticos
    y químicos); las inversiones argentinas en Brasil siendo
    de 1.190 millones de dólares (petroquímica, energía y
    combustibles, infraestructuras y servicios).
    Por sus implicaciones en el comercio y las inversiones, la
    creación del Mercado común también tiene
    muchas consecuencias en sus ciudadanos, en particular en cuanto
    al sector del empleo. Recordemos además que el Tratado de
    Asunción establece como uno de sus objetivos la
    libre circulación de los factores de producción lo
    que incluye naturalmente la mano de obra (Capítulo I,
    artículo 1). Para reforzar esta decisión, las
    autoridades migratorias de los cuatro países han
    establecido por otra parte el Acuerdo de Recife (1993, aprobado
    por decisión del Consejo del Mercado común:
    MERCOSUR/C.M.C./DEC. Nº5/93) y su primer protocolo
    adicional concerniente a la aplicación de controles
    integrados de las fronteras entre Estados miembros del
    Mercosur.
    Más tarde, a causa de la firma del Acuerdo de
    Complementaridad económica (A.C.E., 1996) entre Chile y el
    Mercosur, la superficie de este espacio de trabajo se
    amplió aún más. En efecto, el texto del
    acuerdo prevé « establecer el marco
    jurídico e institucional de cooperación e integración
    económica y física que contribuya
    a la creación de un espacio económico ampliado que
    tienda a facilitar la libre circulación de bienes y
    servicios y la plena utilización de los factores
    productivos » (título 1, artículo
    1).
    Indiquemos finalmente que según las estadísticas de los Ministerios de Interior
    de Argentina y Brasil, las migraciones más importantes se
    hacen entre estos dos países: en los años ochenta,
    la mayor parte de los inmigrantes venía de América
    Latina y la mitad era paraguaya (35%) y uruguaya (15%). Con
    el principio de libre circulación de los trabajadores
    preconizado por el Mercosur, esta tendencia obviamente se
    acentuó.
    Como lo acabamos de constatar, la regionalización de las
    inversiones, conjuntamente con el principio de libre
    circulación, aumentó la expatriación de los
    trabajadores ya justificada por tasas de desempleo
    extremadamente elevadas y salarios
    demasiado bajos. En efecto, el Mercosur conoce una tasa de
    desempleo
    regional más elevada que otras partes del mundo y el
    aumento generalizado de las tasas nacionales hizo pasar,
    según las últimas encuestas, la
    del Mercado común de un 8,8% en 1996 a un 12% en 2001
    (cifras de la Secretaría administrativa del Mercosur,
    www.mercosur.org.uy).

    3. De la necesidad de adaptar la oferta
    lingüística a las nuevas demandas.

    En la continuidad de la teoría
    del « capital
    humano » que va de un tipo ideal de homo
    œconomicus racional que maximiza su utilidad en este
    contexto, se postula que un aumento del nivel de
    calificación via la formación implica un aumento de
    la productividad
    que también se traduce por un salario
    más elevado. Este objetivo no puede alcanzarse si las
    formaciones profesionales siguen siendo inadecuadas. Un enfoque
    más abierto y más flexible es necesario: un enfoque
    que fomente la formación permanente y la
    adquisición continua de competencias. Ahora bien el
    inglés
    todavía goza de un lugar privilegiado que no se puede
    cambiar por falta de profesores formados en otras lenguas
    extranjeras.
    En lo que se refiere a las formaciones iniciales proporcionadas
    en su mayoría por los sistemas
    educativos formales, se nota que a pesar de la creación
    del Mercosur, los principios de
    reciprocidad lingüística estan aún lejos de
    ser establecidos en el conjunto de los países (Samantha
    Chareille, mai 2001). Bajo la influencia de las últimas
    estrategias
    geopolíticas latinoamericanas que siempre han presentado
    la frontera como una pared de sostenimiento, las instituciones
    educativas y el diálogo
    académico siguen favoreciendo las relaciones
    Norte–Sur (enseñanza del inglés
    y otras lenguas europeas), dejando de lado las relaciones
    horizontales Sur–Sur.
    Así, el Tratado de Asunción (1991) sólo
    menciona de manera muy general los aspectos sociales del
    Mercosur. En su preámbulo, esta dimensión se
    encuentra reducida a un objetivo único
    « acelerar sus procesos de
    desarrollo
    económico con justicia
    social […] a fin de mejorar las condiciones de vida de sus
    habitantes ». El Programa de
    Acción del Mercosur hasta el año 2000 (puntos
    2.3.2. y 2.3.9), reconoce por su parte que « la
    profundización del proceso de
    integración requiere una participación creciente
    del conjunto de la sociedad » (punto 1.3.2.) y le asigna
    la Comisión parlamentaria conjunta y el Foro consultivo económico
    social con el fin de garantizar « la adecuada
    participación de los sectores involucrados »
    (punto 1.3.2.).
    Desde el punto de vista orgánico, se han creado en 1994,
    mediante el Protocolo de Ouro
    Preto, dos órganos relacionados con el tema del trabajo:
    la Comisión parlamentaria conjunta y el Foro consultivo económico
    social. A partir de 1995, se pudo añadir a estas dos
    entidades a una comisión relacionada con la libre
    circulación de los trabajadores asalariados, la libertad del
    establecimiento económico y, hasta cierto punto, la
    liberalización de las prestaciones
    de servicios. En paralelo, bajo la influencia de las
    administraciones del trabajo de los sectores sindicales de los
    cuatro países miembros del Mercosur, se constituyó
    el subgrupo de trabajo n°11, tripartito (Gobiernos, empresas
    y trabajadores), dedicado al trabajo, al empleo y a la seguridad
    social y compuesto por ocho comisiones temáticas.
    Citemos también la Reunión de los Ministros de
    Trabajo y la de los Ministros de Educación
    (véase Protocolo de integración educativa y
    reválida de diplomas, certificados, títulos y
    reconocimientos de estudios de nivel medio técnico (1995)
    y Protocolo de integración educativa sobre reconocimiento
    de títulos universitarios para la prosecución de
    estudios de post–grado en las universidades del Mercosur
    (1995)).
    Desgraciadamente, como lo destaca Oscar Ermida Uriarte,
    especialista en normas
    internacionales y relaciones
    laborales en la O.I.T. de Santiago de Chile en Instituciones
    y relaciones
    laborales del Mercosur (1999), hasta ahora, las acciones
    puestas en marcha por el Mercosur tuvieron poco impacto –
    sobre todo por lo que se refiere al polo lingüístico
    de las formaciones profesionales – salvo la
    aprobación de un proyecto de
    acuerdo multilateral de Seguridad Social
    del Mercosur (Recomendación n°3/95). Esta
    situación se explica por el hecho de que el Mercosur
    sólo posee competencias limitadas en cuanto a la
    formación profesional a las cuales hace referencia la
    Declaración socioprofesional del Mercosur firmada el 10 de
    diciembre de 1998 en Brasilia. Así pues, si existe una
    voluntad real de fomentar la formación profesional en el
    marco de la regionalización del mercado laboral, esta
    competencia
    corresponde a los Estados cuya legislación nacional
    prevalece (artículos 2, 4, 7 y 14).
    Desde el punto de vista nacional, señalemos que durante
    los últimos años, los sistemas de
    formación profesional de los países del Mercosur
    comenzaron un largo proceso de reforma asegurando el derecho de
    los asalariados a la formación profesional.
    Por ejemplo, en Argentina, la Ley de Empleo
    dice que la formación profesional forma parte integral de
    la política del empleo bajo la responsabilidad del Ministerio del Trabajo que se
    encarga de establecer programas del
    tipo « Proyecto
    Joven », « Programa de apoyo
    a la reconversión productiva »,
    « Proyecto Imagen », etc. realizados por organizaciones
    inscritas en el Registro de
    Capacitación (REGI.CAP.). El Ministerio
    creó también el Fondo nacional de Empleo (cuyos
    fondos permiten la reconversión y la formación de
    los trabajadores) y los Consejos de Formación profesional
    (entidades multisectoriales compuestas por representantes de
    empresas y empleados, financiadas y asistidas por el Ministerio
    del Trabajo y destinadas a mejorar la calidad y los
    costos de las
    formaciones profesionales). Existen también acciones que
    emanan del sector privado (asociaciones de sindicatos, de
    empresas, sociales, etc).
    Sin embargo, a pesar de los objetivos
    planteados por los órganos del Mercosur, la
    armonización del sistema de
    formación profesional está, actualmente, lejos de
    ser una realidad. Por supuesto encontramos una base común
    entre los modelos
    existentes, aunque hay diferencias importantes en materias, por
    ejemplo, de gestión
    administrativa (centralizada – descentralizada), mecanismos
    de suministro de fondos, intervención o
    participación de los agentes sociales, etc. Durante los
    últimos años, el desarrollo de
    políticas activas ante la falta de empleo
    hizo de la formación profesional un aspecto esencial de la
    política mercosuriana pero, el desarrollo de
    la armonización legislativa y el establecimiento de una
    serie de grandes principios
    relativos al modelo
    mercosuriano sobre este tema sigue siendo simples declaraciones
    de intenciones. Como lo indica Oscar Ermida Uriarte de la O.I.T.
    Chile, si se nota una ligera mejora, ésta se produce
    esencialmente por arriba, es decir, al nivel de los profesionales
    universitarios.
    In situ, se distribuyen desigualmente los esfuerzos y las
    disparidades siguen siendo fuertes entre las grandes empresas
    (que dedican presupuestos a
    veces importantes a la formación) y las
    pequeñas.
    Indiquemos por otra parte, como lo hace el Ambito Financiero de
    Buenos Aires
    en « Capacitación en idiomas: sinónimo de
    éxito
    empresario » (01.06.1999, p. 21), que a pesar de
    las nuevas posibilidades de circulación de los
    trabajadores generadas por la regionalización de los
    mercados laborales y de las inversiones; la mayor parte de las
    formaciones lingüísticas para profesionales sigue
    teniendo por objetivo la adquisición del inglés,
    fenómeno mantenido a la vez por el discurso de
    los institutos de formaciones, de las agencias de
    colocación, etc. y por la falta de profesores formados en
    el campo de la
    enseñanza del portugués y el
    español
    lenguas extranjeras.
    Aunque la
    educación y las formaciones no pueden solucionar solas
    la cuestión del empleo y, más generalmente, la de
    la competitividad
    de las industrias y
    servicios, sí pueden contribuir a poner de manifiesto que
    el futuro del Mercosur y su lugar en el mundo dependen de la
    capacidad para satisfacer el personal y los
    ciudadanos que lo componen. Así, el Mercosur
    demostrará que no es una simple zona de libre comercio
    mas un conjunto político organizado. Las formaciones
    lingüísticas pueden transmitir los puntos de
    referencia necesarios para la afirmación de toda identidad
    individual y colectiva al mismo tiempo que
    permiten nuevas proyecciones científicas y
    tecnológicas. El aprendizaje de
    las dos lenguas del Mercosur se convirtió en una
    condición indispensable para permitir a los ciudadanos del
    Mercado común beneficiarse de las posibilidades
    profesionales y personales que les abre la realización del
    gran mercado interior sin fronteras.
    De hecho, ya no es posible reservar el dominio de las
    lenguas extranjeras a una élite o a los que lo adquieren
    gracias a su movilidad geográfica. En la
    prolongación del Programa de acción Mercosur 2000,
    es necesario permitir a cada uno, cualquiera que sea la
    trayectoria de formación y educación que
    está adelantando, adquirir y mantener la capacidad para
    comunicarse en las dos lenguas oficiales del Mercosur. Para ello,
    se trata de establecer las formaciones adaptadas a la nueva
    demanda pero
    también de eliminar las divisiones entre los sistemas de
    educación y formación y las empresas
    Conviene por supuesto vincular este fenómeno de
    inadaptación de las formaciones en lenguas extranjeras al
    hecho de que la mayoría de los individuos afectados por el
    tema se niega a considerar las lenguas y las formaciones como
    mercados y a vincular el cultural con el económico:
    « El mercado se percibe como una fuerza
    expansionista que, penetrando todos los ámbitos de la
    vida: personal, social
    y cultural, conduce a su degradación o a su
    disolución […] las exigencias de la creación
    y la expresión culturales son incompatibles con las
    dificultades de la producción industrial »
    (Eric Delamotte en Les cahiers de l’A.S.D.I.F.L.E., 1996,
    p. 44). Así, lo que está en juego a nivel
    central es precisamente ir hacia una mayor flexibilidad de
    la
    educación y la formación, permitiendo tener en
    cuenta la diversidad de los públicos y demandas. En
    efecto, la enseñanza de las lenguas extranjeras en
    empresa se
    inscribe en una perspectiva metodológica
    específica:v Por una parte, una demanda para
    una enseñanza que debe ser utilizable concretamente. Debe
    dar prioridad en primer lugar a la comprensión oral luego
    a la escrita y sólo a continuación a la
    producción a causa de la omnipresencia de los intercambios
    sin distinción de ámbitos.v Por otra parte, una demanda
    para una enseñanza en nuevas lenguas mientras que las
    formaciones profesionales en lenguas extranjeras tradicionalmente
    se dedican a la adquisición del inglés
    Para las formaciones profesionales destinadas al aprendizaje de
    las lenguas, adaptarse a las demandas y necesidades de los
    estudiantes implica adaptarse a las nuevas condiciones
    regionales. Deben difundir las variedades y culturas locales con
    las cuales los estudiantes tendrán que discutir con
    prioridad. Así pues, en el caso del Mercosur, el
    observador menos informado nota que el portugués y el
    español
    tal como se practican en los distintos países hablantes de
    estas lenguas no corresponden a las variedades utilizadas por los
    Españoles y los Portugueses. La diversidad no se traduce
    en una coexistencia igualitaria de las distintas
    prácticas. Las diferentes variedades son objeto de una
    jerarquización, implícita o explícita, que
    tiene consecuencias, entre otros aspectos, en la forma en que se
    enseñan las lenguas: conformidad de los manuales a la
    norma central, profesores fustigando la utilización del
    empleo de particularismos porque « eso no se dice en
    España/en Portugal », predominio
    de la pronunciación peninsular en perfecta armonía
    con los discursos de
    los institutos normativos (Samantha Chareille, mayo de 2001 y
    mayo–junio 2002).
    Del mismo modo, a nivel cultural, la enseñanza de las
    lenguas se opera siempre en un contexto de contactos entre varias
    culturas. Como lo destaca Denis Lehmann (1993) estas diferencias
    implican « perturbaciones en los contactos y en
    la
    comunicación profesional entre nativos de distintas
    sociedades ». Prueba de ello es que
    algunas empresas hasta contratan asesores del tipo de Going
    Global con el fin de dar a sus expatriados cursos de
    « transculturalidad » (Todd Benson, 2000,
    p. 7).
    La tentación más extendida en educación es
    ofrecer al principio la perspectiva más amplia y la
    más internacional según el principio que el
    más grande contiene el más pequeño. Pero los
    elementos que definen el primero están generalmente lejos
    de los que definen el segundo. Por lo tanto, nos parece
    indispensable tener en cuenta la diversidad de las situaciones
    lingüísticas en el mundo (p.e., la
    hispanofonía en su conjunto), no de manera
    anecdótica como es aún el caso en la mayoría
    de los manuales, pero
    como componente esencial de una competencia cultural que implica
    una pluralidad de situaciones de discurso.
    En conclusión, podemos decir que las reagrupaciones
    regionales son el teatro de
    profundos cambios económicos, políticos, culturales
    y sociales. Esta marcha hacia una nueva fase más radical
    de regionalización e integración política
    avanza en paralelo a una reafirmación cada vez más
    fuerte de los intereses locales. Las tensiones creadas por estas
    tendencias contradictorias en el ámbito de las
    políticas lingüísticas plantean algunos
    problemas
    espinosos por lo que se refiere a las lenguas que se deben
    enseñar y a la manera como se debe hacer. Estos elementos
    – competitividad
    económica, reinserción social, orden social,
    ciudadanía, etc. – se han convirtido en los
    objetivos esenciales alrededor de los cuales la política
    lingüística debe construirse, aplicarse y evaluarse.
    Las políticas lingüísticas requeridas para
    optimizar el objetivo de la competitividad económica
    pueden, sin embargo, a veces estar en conflicto
    más o menos directo con el tipo de política
    necesario para optimizar el objetivo de la inserción
    social o los derechos
    lingüísticos del hombre.
    Además, obstáculos al cambio pueden
    resultar de la percepción
    que el público tiene de algunas lenguas, algunas creencias
    y algunos prejuicios sobre la « utilidad » éstas, su status como
    depositarios de la cultura, el
    nivel de dificultad que supone el aprendizaje de
    cada una ellas. El énfasis sobre las capacidades de
    acción, que incluyen la facultad de cooperar, trabajar y
    de vivir con otros, de solucionar los conflictos y
    de intervenir en el debate
    público, no puede generar efectos sino en sociedades
    multilingües y multiculturales, tanto a nivel nacional como
    a nivel regional, si los individuos tienen competencias
    multilingües y pluriculturales.

    4.
    Biblografia

    A.S.D.I.F.L.E., janvier 1996, Les Politiques
    linguistiques, Actes des 15e et 16e
    rencontres (Paris, janvier 1995 – Montpellier, septembre
    1995), Les cahiers de l’A.S.D.I.F.L.E. n°7, Paris.
    Auteur(s) non cité(s), 1º de junio de 1999,
    « Capacitación en idiomas: sinónimo de
    éxito
    empresario » in Ambito Financiero, Buenos
    Aires–Argentina, p. 21.
    B.I.T., 1999, Rapport sur l’emploi dans le monde
    1998–99. Instruction et formation professionnelle: deux
    incontournables facteurs de compétitivité, O.I.T.,
    Genève–Suisse.
    BENSON Todd, 25 de junio–1º de julio de 2000,
    « Clases de cultura para
    los ejecutivos » in La Gazeta mercantil
    latinoamericana, Montevideo–Uruguay, p. 7.
    BOURDIEU Pierre, 1994, Raisons pratiques. Sur la théorie
    de l'action, les éditions du Seuil, Paris.
    Breton Albert, 1978, Le bilinguisme : une approche
    économique, Institut C.D. Howe,
    Montréal–Canada.
    CHAREILLE Samantha (sous la direction de Daniel Coste), mai 2001,
    Aménagement linguistique et constitution d’un
    ensemble régional : le cas du Mercosur (Argentine,
    Brésil, Paraguay et
    Uruguay) et du
    Chili, Mémoire de Thèse de Doctorat en deux
    volumes, Université Paris III–La Sorbonne Nouvelle
    – Ecole normale supérieure de Lettres et Sciences
    humaines de Lyon.
    CHAREILLE Samantha, mayo–junio de 2002, « La
    cuestión del reconocimiento de las variedades
    latino–americanas del español en el marco del
    Mercosur » in Idiomas y comunicación nº7, suplemento Alpha,
    Buenos Aires–Argentine.
    Eco–Axis, 1996, Oportunidades de inversión en Argentina, Brasil y Uruguay a
    partir del Mercosur y la influencia del Mercosur en ellas, Buenos
    Aires–Argentina.
    Embajada de Argentina en Brasil, 1999, Argentina–brasil
    emprendimientos conjuntos,
    extrait du site Internet de
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    Integratión Regional (C.E.F.I.R.).
    www.mercosur.org.uy : Site du Secrétariat du Mercosur
    à Montevideo.

    Resumen:
    Muchas veces se hace alusión a factores como la calidad
    intrínseca de las lenguas, la excelencia de las culturas,
    la política y la demografía (véase Louis–Jean
    Calvet, Didier de Robillard, Jean Claude Corbeil, etc.) pero se
    debe reconocer que la influencia económica como motor de la
    difusión lingüística sigue siendo inexplorada.
    Ahora bien, como lo destaca Louis Porcher en
    « Politiques linguistiques : orientations »
    (en Les cahiers de l’A.S.D.I.F.L.E., 1996, p. 12), entre
    las cuatro fuerzas que las políticas
    lingüísticas deben procurar hacer converger para ser
    eficaces – los « cuatro jinetes »
    – las empresas y el mundo del comercio en general
    constituyen un eje fundamental, aún más en
    contextos como la Unión
    europea y el Mercosur que favorecen a la vez la
    circulación de los trabajadores en mercados laborales
    regionales, la circulación de los bienes y servicios
    mediante la desaparición de las fronteras y las
    posibilidades de internacionalización de las
    inversiones.

     

     

    Trabajo enviado por
    Samantha Chareille.

    Doctora en Didactología de las lenguas y de las
    culturas.
    Université Paris III–la Sorbonne Nouvelle.
    Ecole normale supérieure de Lettres et Sciences humaines
    de Lyon.

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