Monografias.com > Filosofía
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Nada y Dios




Enviado por alejandro_alv



Partes: 1, 2

     

    Indice
    1.
    Prólogo

    2.
    Introducción

    3. La "apertura" de la
    ciencia

    4. Nuestra secuencia de desarrollo
    conceptual

    5. La nueva teología:
    ¡la potencia de la realidad!

    1. Prólogo

    En este pequeño ensayo
    pretendemos modestamente establecer unas pautas para la construcción de una teología que
    pretendemos novedosa, aunque su aparición pueda parecer
    contracorriente.
    Novedad, porque partiendo de textos tan antiguos como relevantes,
    cual la obra cumbre de Friedrich Nietzsche,
    "Así habló Zaratustra", acaba negando, tras la
    exposición de ciertas ideas
    filosóficas, lo que se afirmaba en la obra de Nietzsche:
    la muerte de
    Dios.
    Con relación a la oportunidad del ensayo, nos
    alegra comprobar el cariz más positivo que empieza a
    abrirse en la opinión
    pública acerca de estos temas, que ha llegado hasta el
    mismo frontispicio de la ciencia,
    prueba de ello es la obra del astrofísico Hubert Reeves,
    "Malicorne", cuya referencia ocupa el primer capítulo del
    presente ensayo: "La apertura de la ciencia".
    El grueso de las ideas filosóficas que enmarcan o forman
    la base de esta nueva teología aparece en el
    capítulo II, que tiene la particularidad de estar escrito
    en la secuencia justa en que se concibió.
    Por último, el capítulo III de la breve obra invita
    a la colaboración, tanto de las diversas culturas y
    religiones, como
    de los filósofos en la completa elaboración
    de la teología. Es un capítulo que finaliza con
    ciertos tintes poéticos.
    Esperamos que estas escasas palabras del texto sirvan
    de acicate al lector en la búsqueda de nuevas actitudes,
    nuevos caminos, nuevos anhelos, en fin en ese gusto por lo
    inédito, lo sustancialmente misterioso pero atractivo en
    lo que se esconde lo más genuinamente humano, que fecunda
    y da sentido a toda nuestra existencia.

    2.
    Introducción

    "Está sonando el viento. ¡ Extiende tus
    alas!"

    "Existen todavía mil senderos que
    están sin
    explorar: mil formas de salud y mil islas de
    la vida que siguen escondidas. El hombre
    y
    la tierra del
    hombre
    continúan para mí sin
    agotar y sin descubrir. ¡ Estad alertas y escuchad,
    solitarios! Del futuro llegan vientos con un
    silencioso batir de alas, una buena nueva anda
    buscando oídos lo bastante sensibles para que
    perciban. Los que hoy vivís en soledad, apartados
    de todo, seréis un pueblo en el futuro; de los
    que os habéis elegido a vosotros mismos ha de
    surgir un día un pueblo elegido, y de él
    surgirá
    el superhombre. En verdad os digo que la tierra
    será un día un lugar de curación, y que ya
    hoy
    la envuelve un nuevo aroma salutífero y una
    nueva esperanza."

    (Friedrich Nietzsche: "Así habló
    Zaratustra". Discursos de
    Zaratustra. Primera Parte. Las mil metas y la única
    meta.)
    Creación "a partir" de la Nada significa una metamorfosis
    hacia una Nada evolucionada. Un simple proceso o
    transformación va de la Nada al Ser, así que desde
    este punto de vista aparecen identificados. Por ello son tan
    incomprensibles para nuestra inteligencia
    Dios como la propia Nada, consecuencia de esa verdadera
    identificación "sustancial". La imaginación en su
    infinitud se introduce en los arrabales de Dios. La simplicidad
    tan extraordinariamente "básica" de la Nada, de aquella
    forma, es lo mismo que la infinitud inabarcable de nuestra
    imaginación.
    El misterio de la Creación desde la Nada (la
    anulación absoluta), se despeja en cierto modo si "el
    proceso" se
    aborda el revés: ¡la infinitud de opuestos
    complementarios (la infinitud de las "formas" de los seres) se
    "autoanulan" en dirección a su origen, La Nada! Para ello,
    simplemente se cambian las infinitas perspectivas (subjetivas) de
    cada ser, por una única (cualquiera desde la que se vean
    dichos seres como un "conjunto" – es como si dicho
    "conjunto" pudiera ser desplazado de un "punto a otro" cuando,
    por el contrario, las múltiples perspectivas significan
    una "radicación", una fijación de los seres en algo
    inamovible y único, que corresponde a la "perspectiva
    subjetiva" de cada uno de los seres, puesto que cualesquiera
    desplazamientos o movimientos podrían como máximo
    "conservar" o "reubicar" algún ser pero no todo el
    conjunto).
    La "radicación" de cada ser sobre sí mismo implica
    la inmovilidad, el fijamiento, su "conservación" , la
    "invariancia" del mismo sobre cualquier circunstancia
    espaciotemporal, o sea, su "salida del universo
    físico". Entonces el ser, por esa perspectiva "subjetiva",
    ya es "algo" que no puede anularse por un "movimiento" en
    el universo:
    ¡se conserva por sí mismo! Por el contrario, en la
    perspectiva objetiva, sistema de
    coordenadas (universo), cierto
    "movimiento"
    hace posible ese proceso de transformación de los
    elementos (opuestos complementarios) en la anulación
    total: la Nada.
    Esa Nada, anulación de opuestos complementarios, no es el
    cero matemático conocido, que a nuestro entendimiento no
    es germen de nada, sino algo así como un "punto" con
    "potencialidades infinitas". Y es que dicha Nada se
    representaría mejor como un infinito menos un infinito,
    que es una "indeterminación", por lo que una de las
    "soluciones" es
    cero (por eso le llamamos Nada), pero que "pudiera" poseer
    cualquier otro valor. Esa
    Nada es más bien un "formidable caos", la
    "indeterminación absoluta". El "proceso de
    Creación" es una transformación de esa "absoluta
    indeterminación" en una "infinitud de determinaciones"
    (cada uno de los infinitos seres).
    Así, vemos que son absolutamente "admirables" tanto el
    cenit de la Creación, Dios, como la arcilla base de la
    misma, "el caos de la Nada". Ambos encierran en sí: el
    segundo una "infinita potencialidad"; el primero una "infinita"
    realidad. Son como una gigantesca dualidad: Potencia (Nada) y
    acto (Dios).
    Ahora bien, ese proceso de Creación está construido
    sobre la libertad de
    los seres, el "esfuerzo" de cada uno de ellos en su
    autocreación y los lazos "amorosos" que sostienen todo el
    "conjunto". Y ponemos comillas en "conjunto" por sus características "sui géneris", pues
    todos y cada uno de los elementos se "autosostienen": no puede
    faltar ninguno (ni su propia "perspectiva subjetiva") para que
    dicho "conjunto" (Cuerpo Místico) siga siendo
    tal.

    3. La "apertura" de la
    ciencia

    (Ideas básicas de Hubert Reeves de su obra:
    "Malicorne. Reflexiones de un observador de la naturaleza.")
    Según Piaget (1960)
    la "escala de los
    conocimientos" de Augusto Comte
    habría de ser reemplazada por la "serpiente de las
    ciencias" que
    representa el hecho de que las diversas disciplinas
    científicas se apoyan unas en otras – la psicología en la
    bioquímica, que descansa sobre la química, la que a su
    vez se apoya en la física y ésta
    en la matemáticas y la lógica
    como una serpiente que se muerde la cola, o sea, una especie de
    cadena cerrada donde cada una de las ciencias es un
    eslabón.
    Este círculo de las ciencias indica los límites
    del método
    científico, pues éstas se apoyan unas sobre otras,
    funcionando como un "medio cerrado". Por eso Reeves se pregunta:
    ¿Cómo, por tanto, podrían pretender agotar
    la realidad y hacer inútil cualquier otro enfoque del
    mundo?
    Hubert nos dice, hablando acerca del psicoanálisis, que en vez de comprender
    cómo nace el pensamiento
    racional, es mejor preguntarse dónde nace, lo que nos
    sumerge en las aguas del "inconsciente", donde se encuentra "la
    fuente común de la lógica
    y de la poesía…"
    Según él, Freud encuentra
    bajo la conciencia los
    instintos primordiales de la vida animal (agresividad, sexualidad,
    etc.) "Lo dicho encuentra su fuente en lo no dicho".
    Detrás de la actividad humana se entrevé la
    realidad del deseo, un deseo imposible de saciar y que
    está inscrito en la raíz de las emociones, en lo
    más profundo del ser.
    En resumen, la aportación fundamental del psicoanálisis es la carga afectiva que va
    asociada con las operaciones
    mentales. (Las entidades fundamentales del psiquismo se
    identifican con elementos activos
    impregnados de emotividad).
    Reeves nos recuerda la frase de Wilhelm Reich: "No tenemos un
    cuerpo, somos un cuerpo"(*). Por ello nos recuerda la necesidad
    de "reconciliarnos" con nuestro cuerpo, dada la primacía
    del cuerpo real.
    En su opinión, el inicio de la actividad mental en el
    niño es la propia "realidad" en su "dimensión de
    terror". Así nos dice que para Winnicott, el
    acontecimiento fundamental de nuestra existencia es el "encuentro
    con la realidad". Ese encuentro de la realidad exterior con la
    interior se hace en un "territorio medianero entre yo y el
    mundo". Y en dicha área intermedia la palabra clave es el
    "juego". Cree
    que el psicoanálisis nos ha llevado a buscar el origen del
    pensamiento
    humano fuera del pensamiento mismo.
    La belleza como experiencia del mundo, implica tanto la realidad
    exterior como a aquel que la percibe, y se cimenta en ese
    territorio intermedio del psicoanalista.
    Para Reeves, el discurso
    científico hace una utilización "fría" del
    lenguaje,
    mientras que el poeta desvía los conceptos de su papel, con lo
    que aparecen "emociones
    desconocidas", una nueva experiencia del mundo. "La poesía
    es un sendero diferente hacia el magna oscuro de la
    realidad".
    Considera Reeves que para obtener una visión global, para
    abarcar la totalidad de las facetas de un tema, el lenguaje
    poético es "mucho más eficaz". Nos traslada
    palabras de Michèle Lalonde: "La realidad no puede ser
    reflejada por la palabra… [ es]
    indiferente al Logos".
    Para Reeves (**), el caos así como la nada también
    escapan a toda inteligibilidad. Cree que la sola racionalidad es
    insuficiente para transmitirnos la sustancia.
    Así mismo reitera las palabras de Wittgenstein: "El universo es el
    conjunto de lo que ocurre".
    Reeves cuenta que el "momento presente" (***) ha planteado serios
    problemas a
    los científicos, mas hoy se está en condiciones de
    apreciar la importancia del "momento", con su imprevisibilidad,
    con su sustancial libertad.
    A ello han contribuido singularmente la teoría
    del caos, el descubrimiento de la expansión del universo,
    la informática y el desarrollo de
    las computadoras
    ultrarrápidas. Y es que la parcial indeterminación
    de los acontecimientos es el campo de juego de la
    naturaleza,
    donde se crea lo inédito, donde se encuentra la
    libertad.
    Para Reeves hay un concepto
    fundamental en todo esto: "el horizonte predictivo". Y lo define
    como: "la duración temporal más allá de la
    cual, en un contexto dado, no es posible prever nada ni afirmar
    nada".
    Es importante el concepto puesto
    que en cada ámbito de la ciencia es
    posible introducir un determinado "horizonte predictivo", a
    partir del cual se extienden los espacios de libertad, que
    permiten la elaboración de un conjunto de "posibles".
    Cuando un posible se convierte en realidad, aparece otro nuevo
    conjunto de los mismos, como aplicación de las leyes
    físicas que en ningún modo son del todo
    "deterministas".
    Por todo ello, el universo sería como "la paleta de un
    pintor imaginativo que se afana continuamente en producir efectos
    inéditos".
    Reeves nos dice que ahora se comprende mejor los roles de la
    expansión del universo y los horizontes predictivos en el
    desarrollo de
    la "complejidad". Las esperanzas de libertad que suponen los
    horizontes predictivos serían destruidas por los
    equilibrios que reinan en un mundo estático, mas el
    enfriamiento cósmico, al engendrar situaciones de
    desequilibrio, sí pueden conducir a algo nuevo. Y es que
    la reversibilidad del tiempo de la
    física es
    tan solo una aproximación, válida únicamente
    para períodos cortos.
    Reeves sigue diciéndonos que cada "hoy" se compone de
    acontecimientos nuevos que están marcados por el pasado,
    pero que no están "determinados" (en su totalidad) por
    éste.
    Para que aparezca una "propiedad
    emergente" (****) se requiere un elemento crucial cual es un
    "espacio de libertad", en donde azar y necesidad "puedan
    encontrarse y fertilizarse".
    Vuelve a reescribir las palabras del biólogo Jean Dausset:
    "La naturaleza no habla; es el ser humano el que habla". (El
    hombre
    "otorga una voz a la naturaleza").
    En opinión de Reeves, al "inventarse" la estrategia de la
    inteligencia,
    la naturaleza ha puesto fuera de servicio la
    competencia y
    la lucha por la supervivencia, puesto que "el ser humano puede
    desobedecer las órdenes genéticas".
    Reeves nos dice que la ciencia no es
    una creencia. Precisamente la enseñanza de las ciencias conlleva inculcar
    en el alumno el espíritu crítico, marcado por el
    escepticismo y el rigor.
    Así como la ciencia no es una creencia religiosa, Dios
    tampoco es una hipótesis científica. La ciencia no
    tiene interés
    por el problema de los "valores",
    puesto que carece de juicios morales (bien y mal). En fin, la
    preocupación de la ciencia es la adquisición de los
    conocimientos como tales, con indiferencia de su "significado"
    para nosotros. La religión, por el
    contrario, es el "terreno de la interpretación de la
    realidad en relación con nosotros" (situación y
    comportamiento).
    Cada religión (*****) posee una "historia santa" que los no
    creyentes denominan "mitología". Esta historia santa es el marco
    en el que la vida adquiere su sentido, y del que emergen la
    sabiduría y moral
    específicas de cada religión.
    Ciertos datos de la
    ciencia alteran la manera de ver el universo y la
    situación en el mismo del ser humano. Así surgen
    unas "visiones del mundo" que son susceptibles de influir tanto
    en la filosofía como en la "moral" de cada
    época, con ello en el llamado "espíritu de las
    leyes".
    Según Reeves, otra causa de conflicto
    entre ciencia y religión, es la confianza excesiva en el
    "poder del
    pensamiento conceptual como norma del universo". (Habría
    una "verdad absoluta" expresable en conceptos claros, nada
    ambiguos).
    La actividad religiosa es una reconstrucción del mundo,
    como la ciencia y el arte, y ofrece la
    posibilidad (aún con su variedad) de integrar en un marco
    coherente todos los acontecimientos de la vida, con lo que se
    palía en parte la "angustia de la muerte". Al
    mismo tiempo, es
    totalmente inepta para describir cómo está hecho el
    mundo. La "sabiduría" de cada religión (no ciencia,
    ni filosofía) se refiere a facetas diferentes del
    misterioso universo (aspectos ocultos de la realidad), y utiliza
    un lenguaje
    "simbólico" que le es propio en el que las palabras no son
    "vectores de
    información precisa" (ciencia), ni fuentes de
    emociones (poesía), sino símbolos que vinculan con
    un mundo desconocido.
    Para Reeves, Dios en la actualidad se sitúa en el "nivel
    de las preguntas y no en el de las certezas", en un "viaje
    interior en cada uno de nosotros".
    Nos dice Reeves que contrariamente al llamado "vacío
    físico", la nada (******) metafísica
    "se considera como verdaderamente vacío". No implica
    tiempo, ni espacio, ni siquiera el previo reino de las leyes de
    la física. "La nada no es nada…"
    Reeves cita a Sartre: "No es
    el ser quien surge del fondo de la nada, es la nada la que es
    pensada – en tanto que es pensada- sobre el fondo del
    ser".
    Notas:
    (*) Se relaciona con la página 11
    (**) " 22
    (***) " 7
    (****) " 31
    (*****) " 29
    (******) " 21

    4. Nuestra secuencia de desarrollo
    conceptual

    1. Sobre la verdadera sustancia del ser
    2. La "anatomía del ser" nos enseña que
      su representación es como una especie de
      círculo en el que el centro está "ocupado" por
      el ser más íntimo y la circunferencia exterior
      la "frontera" del ser. Frontera que "pertenece" al ser, pero
      que no es su "verdadera" naturaleza, puesto que realmente
      esta frontera o envoltura sigue siendo, aún,
      espaciotemporal al estar definida por el "presente" (***) de
      cada "fase" del universo (bipolaridad del ser). Esta
      bipolaridad nos da la clave para comprender, en cierta
      manera, cómo se constituye el ser. (Nos referimos al
      verdadero ser (atemporal) – el situado en el centro del
      círculo, "fuera del espaciotiempo").
      Esa "partícula de la Nada" que es el ser en "sus
      inicios" empieza su "autoconstrucción", o
      "autocreación real", "mirando a través de la
      ventana". (Esta "ventana" es lo más parecido a la
      "frontera" anterior, circunferencia).
      La "captación" del exterior, del universo, información "reciclada", adherida a la
      "estructura" del individuo, hace posible
      la "representación" del exterior en la misma estructura
      del mismo (cerebro,
      etc.) Pero sabemos que la construcción de nuestro ser más
      íntimo necesita, a su vez, debido a la bipolaridad del
      mismo, una "nueva representación" de la
      representación anterior (reflexión). La primera
      representación significa una salida hacia el exterior
      (el mundo) y una "vuelta" hacia el interior para "incorporar"
      a nuestra estructura esa "información", lo que supone
      en sí la "representación". De igual forma el
      ser "atemporal" (del centro del círculo) "sale" de ese
      centro hacia la representación "impresa" en nuestra
      estructura (asimilable a nuestro cuerpo material) y debe
      "volver" después hacia el "centro", con lo que en
      dicho ser aparece la nueva representación (de la
      representación anterior). Mas esta nueva
      representación posee caracteres novedosos, referidos a
      su carácter atemporal o de fuera del
      espaciotiempo. Decimos que la primera representación
      es aún material (como la estructura, la forma, la
      mente el
      conocimiento, etc.), puesto que se define,
      todavía, en el espaciotiempo, al corresponder a puros
      "acontecimientos" o sucesos, quizás de una "clase
      distinta" a la pura materia
      inercial. Desde este punto de vista, las "emociones
      momentáneas", las que permanecen mientras "actuamos" y
      que "modifican" esa frontera exterior del ser (la ventana),
      según la intensidad y cualidad de las mismas y la
      "información disponible", pueden considerarse en
      cierto modo aún "materiales". La primera representación,
      pues, es como una sublimación de la "materia
      pura" en otra clase de materia (emociones momentáneas,
      entendimiento, etc.). La segunda representación
      "sublima" también la anterior, añadiendo una
      nueva "rotación a la tuerca", transformándola
      en "algo" ya sin características espaciotemporales, o
      sea, que estrictamente ya no es materia de ningún tipo
      (las dimensiones del universo son consustanciales con la
      materia: no puede existir la última sin las otras, y
      al revés); ¡es otra "sustancia" muy distinta la
      que compone la verdadera naturaleza del ser! (Lo que queda
      después de la pérdida de la "envoltura
      exterior" – circunferencia -, frontera anterior, con la
      "muerte" de
      nuestro cuerpo material).
      La "partícula de la Nada", pues, se "autocrea" o se
      "autoconstruye" "adornándose" más y más
      de esta "sustancia" (sublimación de la
      sublimación del mundo). Ese "engrosamiento" paulatino
      de la naturaleza del ser es la evolución personal y de
      especie que hace posible el universo, "la impronta del
      tiempo"
      La Creación, la autocreación de los seres, es
      monopolio
      exclusivo del tiempo, del proceso, de la vida (que
      conocemos). Aquella frontera (ventana) que rodea al verdadero
      ser, es la "envoltura" imprescindible para el crecimiento del
      ser, para su autocreación. La "materia", pues, es la
      "matriz del
      ser"; gracias a ella el ser (la misma Nada) puede
      "remontarla", superarla, pudiendo escapar de ella:
      haciéndose a "sí-mismo".
      El tiempo marca la
      "etapa de construcción o creación del ser". (El
      tiempo que "dura la vida" de cada individuo). A su
      óbito, el ser de cada individuo queda totalmente
      "configurado": ¡el ser ya es! (como "siempre"
      será). La importancia del tiempo como el "medio
      indispensable" para la Creación queda plenamente
      justificada.
      La "relación" entre los seres, ya sin la "envoltura"
      externa, sólo puede ser de "corazón a corazón": del ser puro como tal, al
      otro ser puro ( que, entonces, son exactamente lo que
      "parecen" –no tienen "parapeto", frontera, envoltura
      tras la que "esconderse"). El ser ya no "mira" (a
      través de la ventana, pues no la hay): el ser "ve" (no
      hay dirección hacia fuera o hacia adentro).
      El ser "siente" a los otros seres (no hay dirección,
      ni tiempo en el que "encasillarlos").
      Pero el ser lo es cuando "asume su naturaleza", para lo cual
      debe reconocerse previamente en el exterior; la
      representación ha de corresponder al reconocimiento
      del sí-mismo en el exterior. La representación,
      pues, de esa representación del sí-mismo
      procedente del exterior constituye la "verdadera naturaleza
      del ser". Y eso constituye la "asunción del
      sí-mismo", la aceptación de tal. Es , pues, una
      representación asumida, que lo es simplemente por el
      "mecanismo preciso" para ello, que es la "salida" desde el
      centro a la búsqueda de la representación de
      uno mismo. Esa búsqueda es en sí mismo, una
      "asunción" en el siguiente movimiento hacia nuestro
      interior (sólo "se trae" lo que se "acepta", lo que se
      "asume").
      En el capítulo de las emociones, solamente las que
      "embargan" al ser en su mayor intimidad del sí-mismo,
      son las que "entran" en su naturaleza.
      Las "cualidades" del ser más íntimo, de acuerdo
      con la exposición anterior, deben ser:
      "estructura" sin forma (la forma es pura materia) dentro de
      su simpleza y unicidad; capacidad "determinada" (prefijada
      según su naturaleza) para el gozo (captación de
      "ciertas" sensibilidades); felicidad por la asunción
      del propio ser (lo único que en realidad ansía
      el ser); pérdida del sentido del tiempo ("siempre es",
      sin altibajos; sólo vive en el Presente continuo que
      no precisa para nada del tiempo, del que es hijo el cansancio
      o aburrimiento – en un mundo en que hay altibajos,
      procesos,
      la impasibilidad equivale a una "muerte) y comunión
      con el Cuerpo Místico – formando el Ser
      múltiple de la Criatura Suprema – aunque
      conservando su "personalidad", su individualidad.
      La "estructura" del ser guarda las "semejanzas" de la
      "estructura material" del individuo, si bien sublimada (sin
      dimensiones espaciotemporales). Es tan íntima la
      relación entre ambas estructuras que "se identificarían"
      sino fuera por la "voluntad del ser" que "reside" en la
      primera "estructura" y la atemporalidad de la misma que hace
      acceder al ser a la eternidad (no como duración
      infinita, sino como intemporalidad).

      Continuando con la búsqueda de la posible
      "sustancia" donde reside el ser (inmaterial), con capacidad
      de sentir (percibir la sensación), recabamos en el
      concepto de "la partícula de la Nada",
      expresión utilizada de forma práctica para
      establecer el "origen" del ser o ente. Al final, caemos en la
      cuenta de que la Nada no es esa especie de espacio en el que
      cada punto (de dimensiones insignificantes, es decir,
      tendentes a cero) se identificaría con esa
      partícula de la Nada.
      La solución pasa por la asignación a esa
      partícula de la Nada de una variabilidad
      extraordinaria; no es, por así decirlo, "constante en
      sus dimensiones", como podrían ser los puntos del
      espacio. Y es que la partícula de la Nada no puede
      definirse desde el exterior, cual ocurre con un punto del
      espacio, por lo que es "el mismo" para cualquier observador
      (objetividad pura). "Quien" define la partícula de la
      Nada, por el contrario, es aquí la "pura
      subjetividad", el propio ser, el pre-ser o pre-sujeto, para
      ser exactos. En realidad no hay partícula de la Nada
      sin sujeto (pre-sujeto) que la defina. Es este último
      quien "aglutina" o quien "extrae" una "parte de la Nada",
      configurándose así ésta como
      partícula de la Nada. Esa subjetividad evidente del
      pre-ser da la medida de la suma variabilidad de cada
      partícula de la Nada. Y es esa partícula de la
      Nada, indisolublemente unida al pre-ser o pre-sujeto, la que
      posee la "potencia"
      de sentir (la que puede captar los opuestos complementarios
      agrado-desagrado). Es, pues, innecesaria la suposición
      de una especie de "sustancia" ( a imagen de la
      materia-energía y el espaciotiempo) que
      "formaría el ser" y que tendría en sí la
      "potencia" del sentimiento. A no ser que
      identificáramos a esa hipotética sustancia con
      la Nada, exactamente la partícula de la Nada.
      La pura Nada se configura, pues, en sus componentes o partes,
      como la verdadera esencia del ente o ser , ahora bien, en
      cuanto "aparece" en ella la subjetividad del pre-ser o
      pre-sujeto. Y nuevamente, hablando con propiedad,
      no es la mera Nada (en conjunto, en su forma de caos total,
      sopa de la suma borrosidad de los opuestos complementarios
      imaginables, cuyo resultado es la "pura anulación", la
      Nada) la esencia del ser, sino en concreto
      la partícula de la Nada (definida como lo hemos hecho
      anteriormente), que ya si posee la subjetividad del pre-ser o
      del pre-sujeto. Así que, a la aparición de esas
      partículas de la Nada es cuando acaece la
      "incrustación" de los complementarios agrado-desagrado
      en aquellos, lo que significa la aparición del sujeto
      y el desarrollo del ser. Por consiguiente, en este sentido la
      mera Nada (en forma de partículas) posee la "potencia"
      del sentimiento, desde el mismo instante que la Nada
      dejó de ser el caos primordial original. Y esto es
      así porque la Nada en ese caos primigenio era
      indiferenciada, no tenía forma, ni estructuras, ni cualquier cosa que significara
      la más mínima "información".
      La aparición de la información, que
      suponía las primeras estructuras (formas), hace
      posible la aparición paralela de las primeras
      partículas de la Nada, con su significado de
      pre-sujetos o pre-seres. Es decir, la información, la
      aparición de la objetividad (entendimiento,
      inteligencia, etc.), es paralela y está
      indisolublemente unida a la aparición de la
      subjetividad en dichos pre-sujetos o pre-seres. Pero la
      esencia misma del ser, en su objetividad, en su sensibilidad,
      no radica en sustancia alguna; es una propiedad primaria que
      hunde sus raíces en la misma Nada, cuando no
      había información, ni entendimiento, algo
      incomprensible para la mente, puesto que la esencia se
      remonta al "mismo origen", y por ello es anterior al mismo
      entendimiento: ¡y esa es la esencia misma de nuestro
      ser, de nuestra vida!
      Sólo nos queda decir que después de lo
      expresado, la Nada en ninguna forma es un ser, debido a su
      ausencia total de información, que no posibilita
      subjetividad alguna (imprescindible para que pueda ser
      considerada ser o sujeto). De esto mismo se deduce que la
      máxima subjetividad del Ser Supremo configura o hace
      posible la formidable potencia de su ente: ¡es el
      sujeto por antonomasia!…Pero, esas extraordinarias
      cualidades de dicho Ser Supremo ya se hallaban pre-existentes
      en la Nada del caos original (aunque aotoanuladas entre
      sí – "sopa" de opuestos complementarios). No
      obstante, la evolución hacia la subjetividad
      máxima, a todos los efectos se muestra cual
      una sorprendente Creación: ¡ la del mismo Dios!
      (*)
      Resumiendo: Nuestro mismo cuerpo es información,
      estructura, por ello "adornado" de la posibilidad paralela de
      la aparición de una "subjetividad" que será,
      andando el tiempo, nosotros mismos.

      "Detrás de tus pensamientos y de tus
      sentimientos,
      hermano, hay un amo poderoso, un sabio desconocido
      que se llama sí mismo. Habita tu cuerpo; es tu
      cuerpo.
      Hay en tu cuerpo más razón que en tu más
      profunda sabiduría"
      "El propio sí mismo, como creador, se creó el
      aprecio
      y el desprecio, el placer y el dolor. El cuerpo como
      creador, se creó el espíritu como brazo de su
      voluntad."

      (Nietzsche: " Así habló Zaratustra".
      Discursos
      de Zaratustra. Primera Parte. Los que desprecian el
      cuerpo)
      Los complementarios agrado-desagrado (en su forma mucho
      más evolucionada que supone el bagaje de sentimientos
      posibles de la criatura humana) pueden ya aparecer en nuestro
      cuerpo, y con ello nuestra pre-individualidad, el germen de
      nuestro yo… No hay sustancia etérea que configure
      nuestro espíritu; la Nada, en su aspecto corporal
      (cuerpo) está "esencialmente" dotada de la posibilidad
      de sentir (algo que se remonta al mismo caos primordial del
      principio de todos los tiempos). Y lo que acabamos de decir
      para el hombre,
      es del todo semejante para los animales, los
      seres animados y hasta la misma materia inerte… Si queremos
      expresarlo en otras palabras: La "vida" (considerada en el
      sentido más amplio posible) es una propiedad
      más de la materia (una "propiedad emergente" asociada
      a la complejidad).

    3. La "partícula de la Nada"
    4. La "composición" del Cuerpo
      Místico

    Hay un paralelismo entre complejidad, el bagaje de
    sensaciones-sentimientos y el grado de libertad, por lo que por
    la ley
    complejidad-conciencia, en
    sentido general, todos los "elementos" anteriores se incrementan
    con el tiempo. Ahora bien, el grado de libertad con sus
    tendencias "a favor" y "en contra" abre un abanico de
    posibilidades o formas de acción que "influyen" de forma
    especial sobre la construcción de la naturaleza del ser
    (porque la "acción" interviene decisivamente en la propia
    construcción del ser).
    Todo lo anterior, especialmente lo último, aconseja
    cambiar el esquema del Cuerpo Místico propuesto en obras
    anteriores, puesto que la estructura piramidal no tiene en cuenta
    el factor añadido significativo reflejado por el grado de
    libertad. También sería conveniente fijarse en el
    hecho de que la "economía" de la
    naturaleza ( la idea de que la naturaleza cuando "produce" algo
    es por una razón bien fundada) aconseja un paralelismo
    entre el grado de libertad y las "sensaciones-sentimientos"
    percibidos en el interior del ser, lo que podría
    expresarse como: "El ejercicio de una libertad mayor requiere la
    posesión de una intensidad mayor de la
    sensación-sentimiento".
    La última aseveración encierra en sí el
    reconocimiento de un cierto componente de "automatismo" en los
    seres de complejidad
    inferior, dada la "baja intensidad" de sus
    sensaciones-sentimientos (por el paralelismo anterior, baja
    libertad de acción).
    Tendríamos que hacer un nuevo esquema o
    representación de dicho Cuerpo Místico basado en
    una bidimensionalidad, es decir algo así como una
    superficie. Una de las dimensiones de dicha superficie
    sería la complejidad (con sus "magnitudes" paralelas,
    grado de libertad y bagaje sensaciones-sentimientos), la otra el
    "movimiento" (la acción) hacia (en pos de ) la Criatura
    Suprema, que podría ser también de alejamiento, lo
    que se interpretaría como un "movimiento hacia adentro"
    – una especie de distancia negativa que produciría
    un área negativa. La representación general del
    Cuerpo Místico sería un círculo de radio infinito
    que "encerraría" dentro a todos los demás
    seres.
    La Criatura Suprema identificada a su vez con el Cuerpo
    Místico, es la unión o globalización del conjunto de todos los
    seres.
    El movimiento o acción está referido a la Criatura
    Suprema, por lo que no es equivalente o identificable con el
    grado de libertad. Mas, ello no debe tomarse con carácter
    absoluto, pues seguramente el no poseer en el bagaje de
    sensaciones-sentimientos la "captación" del Ser Supremo
    (como posible "propiedad emergente" debida al incremento de la
    complejidad), haría al ser correspondiente "indiferente" a
    la presencia de dicho Ser Supremo.
    En resumen, lo que acabamos de expresar significaría que
    la "dimensión" complejidad de los seres componentes del
    Cuerpo Místico debería tener una "magnitud"
    mínima. Aunque siempre quedaría la posibilidad de
    que la Criatura Suprema, o ciertos seres con un adecuado "nivel",
    pudieran "elevar" o "incorporar" a su naturaleza otros seres con
    dimensiones de complejidad inferiores a la mínima, si
    hubiese cierta especial configuración (o semejanza) entre
    la naturaleza de unos y otros seres (los de nivel inferior y
    superior), o estuviesen unidos entre sí por lazos
    distintos (otras vías) como podrían ser los del
    amor. La
    criatura humana, por ejemplo, (y otras de "nivel" superior)
    podría "elevar" a esas criaturas de complejidad menor a
    otro nivel (la posibilidad de la contemplación de Dios por
    ese "amor" que le
    "ancla" a la criatura humana). Y podría ser así a
    semejanza de la misma Criatura Suprema, que realiza una
    elevación del nivel de nuestra naturaleza humana (por
    Amor) hasta llegar a confundirnos (hacernos) con la propia
    Criatura Suprema.
    "Soy Zaratustra, el ateo; y cuezo en mi puchero
    el azar: sólo cuando el azar está ya cocido, lo
    acepto y lo convierto en mi sustento."

    (Nietzsche: "Así habló Zaratustra".
    Discursos de Zaratustra. Tercera Parte. La virtud que
    empequeñece.)
    El Amor
    sería la "catapulta" del ser poco complejo (la misma Nada)
    en una especie de "Noosfera" con el ser humano. A su vez,
    el Amor
    "eleva" a los seres anteriores hasta la presencia del mismo Amor,
    hacia una identificación denominada Cuerpo
    Místico.
    El Amor, pues, es la argamasa del propio Dios; es la potencia que
    pone "una dirección" en la Nada, que crea al propio
    Dios.
    El esquema anterior del símil de la superficie
    (círculo) es una simple guía para nuestro
    entendimiento, además bastante vaga, pero que permite una
    cierta intuición de algo que nos sobrepasa desde todos
    los sentidos,
    puesto que es la pura inteligencia de Dios.
    Por consiguiente, haciendo un somero análisis de lo que se ha ido estableciendo
    hasta ahora, hay como tres niveles en la evolución de los
    seres, estratificación en referencia a la Criatura
    Suprema. Uno más elevado que sería el de la propia
    Criatura Suprema, dotada de su propia dinámica y colocada en la misma
    cúspide del Cuerpo Místico (como el símil de
    la cabeza en el cuerpo
    humano); esta "estructura" no contiene ninguna "parte o
    inercia de la Nada" (ya es "otra cosa", cual su opuesto). Hay
    otro nivel, "el más bajo", que es una "forma de la Nada"
    (la más "apegada" a la Nada), y que necesita de otra
    estructura, al menos, para poder "salir
    de ese estadio", "pegándose o uniéndose" de alguna
    forma a la misma, para la "captación de la vía" que
    pueda unirle al "cordón umbilical" que conduce a lo
    más alto del Cuerpo Místico. Por último, el
    tercer estadio o estrato es el de la criatura humana y similares,
    que va a caballo entre la Nada y Dios.

    3. "¡Yo os muestro al superhombre! El
    superhombre
    es el sentido de la tierra. Que
    vuestra voluntad
    diga: ¡Que el superhombre sea el sentido de la
    tierra!"

    1. "El hombre es
      una cuerda tendida entre el animal
      y el superhombre, una cuerda tendida sobre un abismo."
      …"La grandeza del hombre radica en que es un puente
      y no una meta"….
      … "Yo amo a quien quiere vivir para conocer y quiere
      conocer para que alguna vez aparezca el superhombre;
      y, de este modo, quiere su propio ocaso"…
      …"Ha llegado la hora de que el hombre se trace su
      propia meta."
    1. "Quiero enseñar a los hombres el sentido de
      su
      existencia, que no es otro que el superhombre
      el rayo que surge de ese oscuro nubarrón a
      que llamamos hombre."

    (Nietzsche: "Así habló Zaratustra".
    Discurso
    preliminar de Zaratustra.)
    La característica principal de este estadio es, pues, su
    labor de interconexión entre la Nada y Dios (esos dos
    "mundos" llamados a grosso modo: materia y Espíritu). Y es
    que las criaturas que habitan ese estadio se mueven entre los dos
    "polos" anteriores. La "naturaleza" de las mismas (una vez
    "desarrollada" completamente al final de sus vidas) se "coloca"
    en "subniveles" muy variables
    dentro del Cuerpo Místico, pero con la particularidad de
    que "todas ellas" están conectadas, por sí mismas,
    a través de aquel "cordón umbilical" al primer
    estadio de la Criatura Suprema.

    1. La evolución quebrada
    2. Es preciso no pensar en "temporal" sobre el tema
      metafísico que nos preocupa. Hay que desterrar de una
      vez por
      todas estos planteamientos. Y es que todo da vueltas
      alrededor de la cuestión del azar. No es que "por
      azar" acaezca algo y "seguidamente ya se produce" el proceso
      subsiguiente que origina tal o cual efecto. De esta forma
      queda construida una especie de cadena que, con los
      planteamientos acerca de la "intrusión" del futuro en
      el presente y el pasado, crea un círculo vicioso (la
      paradoja del huevo y la gallina).
      Lo que sucede ciertamente es que "acontece algo por azar",
      pero ese algo es ya "toda la historia", toda la
      película. La "historia" o "secuencia" de
      acontecimientos "puede acaecer o no". Si es no, nada sucede:
      la Nada permanece en su estado
      caótico y desordenado. Pero si se produce el cambio
      (por azar) no "sólo es de algo", de un suceso puntual:
      ¡lo es de la secuencia completa, de todo el
      fenómeno!… Y el fenómeno comprende,
      también, la influencia del futuro (la Criatura
      Suprema) sobre el inicio… Y es así, porque todas las
      "secuencias" del proceso o la "historia" son insustituibles y
      únicas en sí como los eslabones de una cadena,
      en donde la falta de uno solo de ellos la hace desaparecer,
      "evanescerse". ¡El cambio en
      la Nada caótica produjo de inmediato eso tan
      infinitamente intrincado y maravilloso que es Dios!..
      ¿Qué es, pues, la historia evolutiva que
      observamos?.. ¡Es simplemente nuestra "visión"
      del "proceso" de la historia!: ¡La visión de un
      ser temporal!.. Si no estuviéramos montados a caballo
      de la dimensión tiempo, sólo
      observaríamos un magnífico Cuerpo
      Místico en el que cada ser ocuparía su lugar
      definido por su estado
      evolutivo (complejidad), junto al grado de "voluntad" (y
      esfuerzo) en referencia a la cima de dicho Cuerpo
      Místico (Dios).
      El error de apreciación que se observa en alguna de
      nuestras obras anteriores habría que achacarlo a la
      preponderancia que dimos a la pura evolución, en esa
      suerte de camino o progresión hacia la complejidad.
      Ese espejismo fue el resultado de nuestro estudio sobre la
      fase o estrato inferior del Cuerpo Místico, el de los
      niveles (complejidad estructural) inferiores al del ser
      humano. Y es que en este estadio la preponderancia de la
      evolución es de una nitidez casi absoluta. Mas, este
      hilo conductor queda resquebrajado claramente al llegar a la
      criatura humana, donde el Norte de la Criatura Suprema
      aparece en todo su esplendor: ¡El hombre ya no puede
      ser indiferente a su llamada, debe elegir entre esa
      visión celestial y él mismo, la Nada que habita
      en nuestro propio interior y que extiende sus
      tentáculos sobre todo lo que nos rodea! La
      evolución, entonces, "rompe" su clara línea
      hacia la complejidad, puesto que nacen otras "vías"
      que la "distraen": ¡es simplemente la aparición
      de otra fase u otro tipo de "estructura" en el Cuerpo
      Místico!.. De cualquier forma, la "argamasa" de todo
      el Cuerpo Místico de "arriba abajo", de "lado a lado",
      sigue siendo el Amor.
      Dijimos que el estadio más elevado era el de la
      "sustancia divina", producto
      exquisito del alambique de los dos estadios anteriores. La
      Nada quedó atrás, entre los posos exprimidos al
      máximo. ¡El Cuerpo Místico "rezuma" Amor
      y se sublima en el cenit, sublime cima en el orden de
      criaturas que comprende!
      De la Nada salió Dios; se creó Dios sin
      más. Sólo hubo dos etapas: la Nada
      caótica e indiferenciada y el Dios infinito, uno y
      múltiple, el Supremo orden. Una da lugar al Otro (a
      esto se ha denominado siempre su Creación): Pudo
      haberse creado o no, pero su formidable presencia indica la
      primera posibilidad: ¡una vez que sucedió, el
      resultado es la magnificencia observada!.. ¿Hijo del
      azar tal vez?.. Quizás, pero de un azar supremo, que
      abarca en "bloque" la totalidad del tiempo.
      El ser no es hijo de la materia. Es más bien hijo de
      la Nada, puesto que la materia es la "decantación
      objetiva de la Nada", y el "espíritu" del ser es la
      decantación de la Nada en pura subjetividad,
      interioridad, que "produce" el sentimiento. De la Nada, pues,
      procede información (materia) y sentimiento
      (representación), que son los verdaderos modeladores
      del ser.
      Simplificando mucho, y "como frase lapidaria", digamos que
      estaríamos ante un "materialismo
      sin materia", seres "construidos" simplemente de pura Nada.
      (Ahora bien, sabemos que esa Nada es un "caldo" de la
      más abigarrada secuencia de opuestos complementarios,
      germen de todo lo que se pueda imaginar en una "forma de
      estructura" caótica que supone la más completa
      anulación).
      En la Nada caótica "no hay tiempo". En "su
      transformación", Dios, tampoco; en su Cuerpo
      Místico, pues, el tiempo no ha lugar. Por
      consiguiente, esta última está constituida por
      seres con una "naturaleza plena", es decir, completamente
      configurada (fuera ya de la vida conocida que es dominio del
      tiempo).
      El "instante" que separa la Nada de Dios, lo constituye la
      dimensión temporal completa, pues en él debe
      "agotarse" el tiempo. Ese "instante" para Dios, es la casi
      eternidad que apreciamos los seres vivos componentes de la
      larga historia de la evolución (o evoluciones).
      ¡La primera "imagen" es el
      caos más absoluto; la segunda el formidable orden del
      Cuerpo Místico, la Nada "sumamente organizada" que es
      el propio Dios! Es como si sólo hubiesen dos
      "cuasiestados": La Nada caótica y el Supremo orden. El
      "instante" del Azar excelso que los separa, es el dominio de
      todo el proceso, el movimiento, la evolución con sus
      seres como "hijos todos ellos del tiempo".
      La apariencia es de un baile entre una Nada caótica y
      una organizada. Las maravillas de la segunda son el simple
      resultado de una "dirección única" implantada
      en la primera, que de esta forma rebela los tesoros que en
      realidad encerraba. Un símil material podría
      ser el mismo láser,
      cuya formidable fuerza
      radica en el "acompasamiento" de sus ondas con
      la consiguiente potenciación máxima, todo lo
      contrario que acontece en la composición de ondas
      totalmente desfasadas con la anulación resultante, que
      puede llegar a ser total.
      Así que detrás, o en el interior de todo ser
      vivo no anida otro tipo de materia o sustancia distinta de la
      del cuerpo. No existe tal; no se encuentra nada: ¡el
      único que encuentra, mejor, "siente", es dicho ser
      vivo!.. Es "algo que se lleva" pero que no se ve, y menos
      desde el exterior (observador extraño) ¡No hay
      "sustancia", su lugar lo ocupa la sensación y el
      sentimiento! La materia es puro dominio del tiempo; este
      último es consustancial con ella. Fuera del tiempo
      (muerte del ser vivo) sólo puede conservarse, pues,
      "lo otro", lo no material.. ¡El alambique material
      decanta su bien más precioso, la naturaleza del ser!..
      que es, pues, una amalgama de sensaciones y sentimientos,
      desprovistas ya de toda "alusión temporal".
      El alambique material, por consiguiente, destila el ser a
      partir de la materia
      prima Nada. El resultado es una Nada "orientada", que es
      un ser surgido, si puede expresarse así, por
      "autocreación".

      "Amad al prójimo como a vosotros mismos;
      tenéis que amaros a vosotros mismos;"

      (Nietzsche: "Así habló Zaratustra".
      Discursos de Zaratustra. Tercera Parte. La virtud que
      empequeñece.)
      Básicamente, el mismo Dios "surge" (se crea) de forma
      similar.
      La Nada original (caótica), en el tiempo se transforma
      en objetividad (materia) y subjetividad (sentimiento).
      "Después del tiempo", la materia, sustancial con
      aquel, se extingue como el mismo; sólo queda la Nada
      orientada, sesgada, que es el ser, el puro sentimiento.
      Si analizamos más en profundidad los estadios
      más bajo (3º) y el intermedio (2º), en
      principio parecen tener la misma estructura, en el sentido de
      que la naturaleza del ser se "constituye" a lo largo de las
      "elecciones" entre esa lucha de intereses que representan las
      distintas tendencias (o instintos) que operan en el interior
      de cada ser vivo; las distintas "elecciones" "construyen" la
      naturaleza del ser. Así que, sólo es el tipo de
      tendencias que "tiran" del ser las que definen esos 2º y
      3º estadios. Nos explicaremos.
      En el tercer estadio, el más básico, son los
      puros instintos, en la acepción más
      común, los que imperan en el ser vivo. Estos instintos
      tienen como denominador común el que "velan" por la
      conservación de la vida (física) del individuo.
      Hay distintas elecciones y tendencias, pero todas inciden
      positivamente y casi exclusivamente en la conservación
      de dicho individuo (al menos de los genes propios
      –recordemos en este punto la polémica del "gen
      egoísta").
      El segundo estadio, el intermedio, se caracteriza por la
      aparición de un segundo factor. Además de los
      consabidos instintos anteriores, aparece una nueva tendencia
      cuyo enfoque no es ya la "conservación del individuo",
      pues, simplemente es ajena a ello: ¡son las alas que
      remontan el espíritu del ser vivo, elevándole
      sobre su condición animal!.. Pero, por ello, puede ser
      su triunfo o su desgracia. Triunfo, por la posibilidad de
      alcanzar nuevas metas que superen su nivel (en pos del Ser
      Supremo), y desgracia ante el posible fracaso en dicha
      misión
      (la "necesidad" está dentro, y el "corazón
      está inquieto mientras no se sacia esta sed").
      Es preciso cierto "entendimiento"
      (información-complejidad) para llegar a alcanzar, a
      sentir, la llamada de la "divina luz". Es
      necesario, pues, un período (tercer estadio) de
      "transformación" de esa Nada (sus partículas
      constituyentes), hasta el logro del nivel necesario
      mínimo. A partir del mismo, se abre el dominio del
      segundo estadio, el de la criatura humana (y similares), el
      de la indefinición suma, el del debate
      esencial entre el ser y la Nada.
      Con este estadio aparece la "orientación de la Nada".
      Esta última se "estira", cada vez con más
      fuerza, en
      dirección al polo norte divino del Ser Supremo. La
      complejidad-individualidad progresiva, con sus crecientes
      grados de libertad, puede elegir orientarla con más o
      menos fuerza en el sentido anterior. Pero esa
      orientación hacia el polo norte divino sólo se
      hace "consciente" a partir del hombre, por eso la "libertad
      en su pos" sólo puede ser "autoasumida" en ese nivel,
      en un proceso de "reflexión". En niveles inferiores
      ese impulso u orientación es "inconsciente" (al menos
      para cada ser individual); es por ello por lo que la criatura
      humana debe "colaborar" con el Ser Supremo "empujando" a esos
      seres inferiores a ocupar el "puesto" que les corresponde en
      el Cuerpo Místico completo. La vía es la
      potenciación de la argamasa de dicho Cuerpo: el
      Amor.
      El Amor hacia abajo (los niveles inferiores) es
      automáticamente correspondido de abajo a arriba; eso
      supone la aparición de una fuerza de cohesión
      extraordinaria que une entre sí las diversas "piezas"
      del puzzle Cuerpo Místico. Así, dicho Amor de
      arriba abajo en cada nivel es similar al que proviene de la
      misma cúspide (Dios) hacia nosotros mismos. El
      "desamor" se refleja, así mismo por sus efectos de
      abajo a arriba. ("Aquello que hacéis sobre mis
      criaturas me lo hacéis a mí")
      "Los tentáculos de Dios, pues, se extienden hasta el
      mismo origen, pero sólo es a partir del hombre en que
      se ven reforzados (o no) por la voluntad consciente de otras
      criaturas". En este sentido el hombre es colaborador de Dios:
      ¡sus verdaderos hijos! (También el mismo Dios, a
      su vez, es heredero del hombre –Ver el "Parto de
      Dios", obra del autor).
      "Crear: he ahí lo que alivia el dolor y aligera
      la vida; pero para llegar a crear es preciso
      atravesar crisis muy
      dolorosas y sufrir
      numerosas transformaciones".
      "Para que el creador pueda convertirse en el
      niño que vuelve a nacer, ha de querer ser
      también la parturienta y sufrir sus dolores.
      En verdad os digo que yo he tenido que
      abrirme paso a través de cien almas, de cien
      cunas, de cien dolores de parto".

      (Nietzsche: "Así habló Zaratustra".
      Discursos de Zaratustra. Segunda Parte. En las islas
      afortunadas).
      Y es que existe un continuo "trasiego" en todos los sentidos,
      de abajo a arriba y de arriba abajo. También en cada
      nivel. ¿Y trasiego de qué?.. De muchos
      sentimientos y emociones, pero fundamentalmente Amor:
      ¡El Amor es la esencia de la vida!.. Amor hacia
      sí mismo; Amor hacia los demás. ¡El Amor
      sustenta al ser!
      Por Amor la Nada "se orienta". Por Amor la Nada se hace ser.
      La Nada amorosa es Ser. El ser sin Amor desciende a la Nada.
      El ser en el tiempo es la vida. El Amor en el tiempo es
      sentir. "El Amor es el ser". "La vida es sentir". El Amor sin
      tiempo (eterno) es el propio ser.
      ¡ Alimenta el Amor, crearás vida!

      Para nuestros propósitos sustituiremos los
      conceptos "necesario y suficiente" por "potencia y probabilidad". "Potencia" sería la
      capacidad para "poder ser" algo. Y la "probabilidad"
      propuesta son las "condiciones favorables" para que ese
      "algo" suceda. Pues bien, los opuestos complementarios son un
      índice de que la Nada tiene la potencia en sí
      (con la ayuda del "azar") para dirigirse hacia el Ser. La
      "probabilidad" la proporciona el Ser Supremo en ese "efecto
      de retroalimentación" (acción del
      futuro sobre el pasado), expuesto frecuentemente en obras
      anteriores.
      Otra cuestión importante, que exponemos en este
      momento para que "no quede en el tintero", se refiere a
      aquellas fases del "antes del tiempo" y el "después
      del tiempo". Ambos son conceptos extraños muy ajenos a
      nosotros (criaturas del tiempo) y a la misma vida. A nuestros
      ojos son una especie de intuición referida a los
      límites en ambos "extremos del mismo
      tiempo". Y es que, en dicha intuición, el "antes del
      tiempo" nos parece "casi inexistente", en la línea
      donde la Nada y el mismo Ser Supremo se confunden (lo mismo
      ocurre con el "después del tiempo": ¡el universo
      y el Ser Supremo parecen confundirse!).
      El tiempo, para nosotros, lo llena todo, lo es todo. Ni
      nuestra propia inteligencia puede pensar de forma distinta.
      Ahora bien, eso no impide que puedan "existir o existan" esas
      posibilidades del "antes y el después" del tiempo. Al
      referirnos al Ser Supremo y a la misma Nada todas aquellas
      barreras "caen", puesto que sus "dimensiones" son
      desconocidas, y con ello desaparece el mismo límite de
      la dimensión tiempo.
      La imagen final en cuanto a la Nada y la Criatura Suprema,
      volvemos a insistir, parece la imagen clásica del Tao,
      donde Caos y Dios se confunden en aquellos "momentos
      originales". La interrelación entre Nada y Dios del
      origen es tan sustancial que los "tentáculos" de ambos
      parecen confundirse. Ya en el mismo "origen" la
      "actuación" de Dios es clave, en esa especie de
      "autocreación", sin embargo, del mismo modo sin esa
      Nada "previa", "arcilla a modelar", ni el mismo Dios hubiera
      aparecido. (En este sentido esa Nada es como el mismo
      progenitor, Padre, del propio Dios).
      Y llamamos "potencia" de la Nada a la capacidad de que "pueda
      existir" en su seno, por principio, los opuestos
      complementarios, que son en sí la base "necesaria"
      para todo el desarrollo posterior de los seres, la vida y el
      mismo Ser Supremo.
      Complementarios son "elementos" que juntos forman "algo". Ese
      "algo" es la Nada (el cero absoluto) en los opuestos
      complementarios, que además poseen la particularidad
      de que cada uno de ellos es el opuesto del otro, lo que
      significa una total identidad
      entre ellos, excepto en el signo. En principio, dichos
      opuestos complementarios abarcarían todo lo imaginable
      e inimaginable (todo en la máxima extensión del
      término), así que hasta la misma Criatura
      Suprema. Ahora bien, su "improbabilidad es enorme", por ello
      es ahí donde se adivina el "poder" de Dios (esa es la
      particularidad de la "actuación" de todos los seres,
      el llamado "efecto retroactivo" del futuro sobre el pasado),
      en ese "efecto de dirección" en la probabilidad, en la
      "dirección unilateral" de la misma evolución
      (general) en pos del norte de la Criatura Suprema.
      Y es que los opuestos complementarios que aparecen
      (¿por azar?) se "entremezclan" para crear los diversos
      seres. En dicho proceso, a parte de ese hipotético
      azar, tiene mucho que ver ese "tirón" del Ser
      Supremo.
      La Nada es el cero absoluto, que es a la vez la "sopa
      infinita" (******) de opuestos complementarios.
      Podríamos decir que la evolución dirigida desde
      el Ser Supremo encuentra la forma de "retorcer" los opuestos
      para que no sean "tan opuestos", en el sentido de que no
      conduzcan obligatoriamente a la anulación inicial (el
      cero absoluto), sino a los diversos seres, lo cual es posible
      por el "cambio de referencias": se pasa de una visión
      única (externa – observador) a múltiples
      visiones (las de cada que ser que "radica" el mundo sobre
      sí). Lo opuesto se "alambica" en el ser; el ser, pues,
      es un "compuesto de opuestos" cuya "unicidad" la hace posible
      el ser, y ésta es su propia característica y
      definición.
      La misma esencia del ser, por consiguiente, es su bipolaridad
      (composición de opuestos, entre los que se dibuja el
      ser). Por esencia, el ser es la fórmula necesaria para
      que los opuestos, de otra forma la misma Nada, sean ya
      "algo", el ser. No hay que buscar, pues, en el hombre una
      profunda paradoja en su esencia (debate
      existencialista entre el ser y la Nada); es sólo
      consecuencia de la "composición" de la "sustancia" de
      todos los seres.
      La Nada del caos original o primordial "se confunde" con los
      orígenes del mismo Dios. Pero ese "cambio o salto"
      (¿por azar?) de la Nada al tiempo (o algo similar)
      produce un "estiramiento" de esa Nada desde el caos
      intemporal a toda la "escala del
      tiempo". Es como si "partículas de la Nada" se
      depositaran sobre los "puntos" de la escala del tiempo. Cada
      "punto" indicaría el nacimiento o la aparición
      a la vida o en el universo de un ser determinado, que "nace"
      (igual que Dios) de la propia Nada (eso sí,
      "trasladada" en el tiempo a ese preciso instante). Así
      que cada ser, a una escala finita, reproduce lo mismo que el
      ser más grande de todos ellos: la Criatura Suprema.
      Esta última es "sustancia del infinito", por lo que su
      origen está en ese infinito inicial del tiempo (desde
      nuestra "posición", lo que le hace a nuestros ojos
      "eterna") que se confunde con la Nada de su caos primordial,
      y "acaba" en otro infinito del tiempo (en el cual se ha
      acabado el tiempo –el "después del tiempo"). A
      escala finita todo ser tiene, también, un nacimiento a
      partir de esa "partícula de la Nada", posee una
      duración limitada (finita) y acaba (muere
      físicamente) en esa especie de "salto" fuera del
      tiempo que representa la muerte
      de dicho ser.
      Todo lo físico (la materia conocida y la posible "no
      conocida") posee o está encuadrado en ciertas
      coordenadas que se reducen a un sistema
      con una cierta referencia única para todos los
      "elementos" que lo conforman. Es la propia definición
      de la "objetividad de la llamada realidad". Ahora bien, la
      subjetividad que anida en la interioridad de cada ser, en
      modo alguno es única para todos ellos; todo lo
      contrario, cada uno de ellos tiene su propia subjetividad, su
      propio sistema de referencia (es lo que queremos significar
      con la expresión "centrar el mundo", que no es
      más que un propio y único "punto de vista",
      diferent
      para cada ser, aunque estuvieran todos estos seres situados
      dentro de las mismas coordenadas espaciotemporales).
      Aquella multitud de referencias distintas produce el
      "milagro" de la superación de la "oposición de
      los complementarios", de forma que su unión (unicidad)
      no sea equivalente a la Nada, sino todo lo contrario a ella:
      el ser. Un ser "compuesto" por complementarios opuestos a los
      complementarios de otro ser, puede tener con el último
      una "relación" que no se "autodestruye" (lo que
      ocurriría si dichos seres estuvieran definidos sobre
      un mismo "sistema de referencia" – objetividad). Esa
      relación se establece desde lo más
      "íntimo" de cada ser, y esa relación tiene un
      nombre: Amor. Ese tipo de argamasa universal, el Amor, es
      capaz de entretejer entre todos los seres una malla o un
      tejido al que llamamos Cuerpo Místico (de Dios), y que
      significa la "imposición" (no desde fuera, como parece
      implicar la palabra, sino desde el interior de cada ser) de
      "cierto orden", "polaridad", en dicho tejido: la Nada
      caótica se ha transformado en una "cierta nada
      orientada", que ya no es la Nada sino el Ser. Esta nada
      orientada (el Ser) ya no es, por supuesto, aquella nulidad
      absoluta (la infinidad de opuestos complementarios
      "autoanulados"), sino la infinitud del "infinitésimo"
      transformado en "infinito" de todas las maravillas
      inimaginables que es en sí el Cuerpo Místico de
      Dios, ya no "autoanulados entre sí".
      El misterio de todo el proceso radica en nuestra
      incomprensión del Ser y hasta de la misma Nada. Y es
      que nuestra inteligencia, nuestro entendimiento, es de un
      orden inferior a estas categorías: Ser y Nada.
      Así que nuestro entendimiento es incapaz de abarcar
      (quizás sólo puede intuirlos) conceptos como
      Ser, Nada o eternidad. (Tal vez por ello en algunas religiones la
      Nada es considerada al nivel del mismo Dios, puesto que
      aparece como una fuerza superior a nosotros mismos, al
      escapar del poder de nuestra mente).
      De cualquier forma, ya dijimos que la Nada (**) aparece
      adornada, además, con los "tentáculos de Dios".
      No es extraño, pues, que no podamos "entender" en todo
      su significado esa Nada: ¡sería tal vez llegar a
      comprender al mismo Dios!
      Conviene, antes de finalizar este apartado, aclarar
      algún aspecto de Dios que apareció en una de
      nuestras obras anteriores: "El parto de Dios". Uno de dichos
      aspectos tiene relación con la visión que
      tienen los seres humanos de esa "convergencia" entre el
      "final del universo" (eternidad) y el mismo Dios, que junto a
      la posible sucesión continua de ciclos de universo en
      los que creación y destrucción son una
      constante, hacen la ilusión de un Dios que muere y
      vuelve a renacer de sus cenizas (teología
      hindú) cual ave fénix. Esa ilusión se
      desvanece ante la impasibilidad del Ser: ¡Dios es el
      que es!

    3. La Nada y los opuestos complementarios
    4. El debate del hombre: Nada y Dios

    Si tanto asombro nos causa uno como el otro de ambos
    "polos", después de todo no sería tan mala nuestra
    posición, a caballo de uno y otro. Ahora bien, a parte de
    ese asombro, sí hay una diferencia sustancial entre ambos:
    la "individualidad".
    El ser lucha por "abrir" una perspectiva propia; amplía
    esa brecha frente al mundo. Y para ello, su esfuerzo, "dolor de
    parto", le hace "merecer" la naturaleza de su ser.
    La ampliación, la "apertura" de la naturaleza del ser
    hacia el polo "Dios", produce en él un sentimiento de
    "agrado" mayor, felicidad. Ese sentimiento de felicidad se
    incrementa en la "aproximación" a Dios, por eso es tan
    importante para el ser esta "lucha" por alcanzar niveles de
    "apertura" superiores.
    Como ya expresamos en apartados anteriores, el "quiebro en la
    evolución" significa un "cambio sustancial" en la "forma"
    o la "estructura" del "crecimiento lineal" de la ley complejidad –
    sensación a partir del nivel de complejidad del ser
    humano. Dicha ley, por consiguiente, necesita de una
    rectificación que viene aconsejada por un efecto de
    retroalimentación o "retroacción".
    Esa retroacción significa la aparición de un cierto
    "dilema" entre sentimientos con "tendencias internas" (aunque
    "diversos" para cada ser) y otros con tendencias "externas" que,
    por primera vez, ejercen un "tirón" hacia algo fuera de la
    propia naturaleza del ser. El "esfuerzo" con relación a
    esa nueva tendencia "origina" una sensación de agrado,
    felicidad, respecto a un nuevo sentimiento que "conecta" con el
    "polo" Dios. La "acción" continuada en esa
    dirección (comportamiento
    favorable), por ese efecto de retroacción (lo que
    también se da en el caso general), hace aumentar (hasta
    cierto límite) la complejidad en el sentido de un
    afianzamiento en la naturaleza del ser de la tendencia hacia el
    Ser Supremo. De aquella forma, la naturaleza del ser se va
    transformando en "mayor receptora" de esa
    sensación-sentimiento, felicidad, percibida en su
    "comunión" con dicho Ser.
    Así que, entonces, a partir del nivel humano, parece
    abrirse una "dicotomía" en la misma complejidad: por un
    lado, complejidad alrededor de la propia naturaleza del ser
    (evolución "animal" del hombre), y por otro, complejidad
    "en torno" al Ser
    Supremo (evolución "más espiritual" del mismo).
    Pero la naturaleza más sublime del ser humano (como hijo
    de Dios) acompaña a esta última tendencia,
    así que la evolución de la complejidad en un
    sentido distinto, realmente produce un retroceso en la verdadera
    naturaleza del hombre (en esas características humanas). Y
    es que, a partir del ser humano todo "aumento" de complejidad
    "obligatoriamente" debe pasar por esa nueva vía abierta
    ("acercamiento" al Ser Supremo, sobre la base de que la
    evolución hacia Dios del hombre – Dios como "hijo
    nuestro"- indica una clara "evolución" en este
    sentido).
    O sea, habrían dos tendencias o atractores: uno sobre
    sí mismo (sentimiento "egoísta" animal), y otro en
    pos de Dios. El hombre es libre (igual que todo ser sobre las
    distintas "tendencias" o instintos) para "elegir" uno u otro,
    pero la primera opción supone una "disminución de
    complejidad" (capacidad para sentimientos cada vez más
    "excelsos"), es decir, un retroceso en su evolución "como
    hombre" (la evolución
    del hombre es ya más "mental" que
    biológica).
    Las "tendencias" (instintos) en el animal son "neutras" en
    sentido individual; tan sólo son importantes para la
    especie. Nos referimos a las "acciones" o
    toma de
    decisiones respecto a las mismas. Mas, en el hombre no hay
    "neutralidad" individual, al hacer su aparición por
    primera vez tanto atractores "externos como internos".
    A decir verdad, lo último requiere de cierto análisis, ya que puede juzgarse como
    "atractores externos" aquellos instintos o "tendencias del
    futuro" (en lo que tanto hemos ido haciendo hincapié con
    anterioridad) que, por cierto, aparecen en cualquier ser, con
    indiferencia de su grado de complejidad.
    Diríamos mejor que lo que origina ese "quiebro" en la
    evolución no es tanto la aparición de atractores
    externos e internos, sino el que esos atractores externos sean
    "entendidos" en relación con conceptos en los que priva
    fundamentalmente la "eternidad", como principal atributo del polo
    "Criatura Suprema".
    El acontecimiento es el mismo que el general de la
    retroacción del futuro; la diferencia estriba en el "grado
    de complejidad" capaz de hacer entender, "sentir", la eternidad y
    la inmortalidad como "catapulta" para acceder, intuir o empezar a
    comprender y amar a la Criatura Suprema. Ese "conocimiento"
    es un hecho singular para el ser en el que tiene lugar (el ser
    humano). A partir de ahí, ese "encuentro de Dios", el
    hombre no puede ser indiferente, y ello se le presenta como una
    necesaria elección, no entre dos posibilidades
    "equiparables", sino, por el contrario, con matices tan
    diferentes que una de ellas es considerada de un nivel muy
    superior (la que se le aplica el calificativo de espiritual) a la
    otra. Desde ese momento, se identifica como humano aquello que va
    "paralelo" a esa vía. La otra opción se intuye
    conduce a una regresión en nuestro linaje,
    acercándonos a nuestros antecesores, el lugar de donde
    partimos, que en el límite correspondería con la
    misma Nada, lo que supone un indudable retroceso en nuestra
    "individualidad".
    Aquellas serían a grandes rasgos las dos tendencias, que
    realmente se diferencian "tan solo" en una "creencia" (por ello
    una "querencia"); mas "creer es poder": una
    transformación.
    "El querer os hará libres: ésa es la verdadera
    doctrina sobre la voluntad y la libertad y la
    libertad que os enseña Zaratustra".

    (Nietzsche: "Así habló Zaratustra".
    Discursos de Zaratustra. Segunda Parte. En las islas
    afortunadas.)
    "Yo os enseño que el querer hace libres, pues
    querer es crear. Y sólo habéis de aprender
    para crear".

    (Nietzsche: "Así habló Zaratustra".
    Discursos de Zaratustra. Tercera Parte. Las viejas y las nuevas
    tablas.)
    Parece como si en la Nada se produjese una "inmersión" de
    las individualidades hasta su desaparición. El camino
    hacia el otro polo, es el camino hacia una redoblada
    individualidad; en el límite la Suprema individualidad
    sería Dios. Así que esos seres "integrados" en el
    Cuerpo Místico, cuanto más cercanos al polo Dios,
    más "individualidad" tendrían; es decir, la
    "unicidad del Cuerpo Místico" es una "comunión" de
    seres, de individualidades, no una anulación de las
    mismas. La "unicidad" se entendería como una unión
    de "elementos fuertemente entrelazados por el Amor", que
    sería la poderosa argamasa (nos recuerda, en un
    símil material, a los "gluones" de dentro del
    núcleo atómico); o sea, unicidad dentro de la
    multiplicidad. No "inmersión" dentro de la Criatura
    Suprema, sino "elementos constituyentes" o "indisociables" (he
    ahí la unicidad) del propio Cuerpo Místico al que
    llamamos Dios.
    Dios no sería el Ser Supremo "separado" (aunque
    infinitamente superior) de todos los demás, sino que Dios
    es un superconcepto formado por el conjunto indisoluble de todos
    los seres, eso sí, "sesgado" en pos del crecimiento de la
    individualidad. Esa individualidad se "siente" desde dentro de
    cada ser, pero a la vez cada ser se siente único, siente
    aquella unicidad respecto a los demás seres. La argamasa,
    Amor, es sentida con diferente "potencia" por cada ser, en
    función
    de su naturaleza (grado de individualidad). Mayor individualidad,
    mayor "cohesión". La individualidad de la Criatura Suprema
    es tan fuerte que siente a los demás seres como Sí
    mismo, en una especie de identificación con su propio
    Cuerpo ( Místico). Por consiguiente, cada
    "partícula de Dios" (cada componente de la Nada) es el
    mismo Dios (contemplada desde la Criatura Suprema), pero a su vez
    tiene "vida propia", su propia individualidad representada por su
    subjetividad: ¡Yo soy yo (multiplicidad), pero formo parte
    del mismo Dios (unicidad)!
    Ahora si puede percibirse esa mal llamada "inmersión" de
    la individualidad del ser en Dios como perdiéndose en
    Él… Pero, es una mala interpretación de lo que
    sucede con el propio Dios como Ser "individual". La "unicidad"
    del Cuerpo Místico exige que en el Ser Dios se
    identifiquen (no se parezcan o se acerquen, sino que se igualen
    hasta la identificación) el "sentimiento de pertenencia" a
    su individualidad subjetiva, con el mismo sentimiento
    (identificación) del "conjunto Dios" (representado por la
    totalidad del Cuerpo Místico). Esa "identificación"
    puede entonces considerarse (de modo impropio) como una
    pérdida de la propia individualidad, para "adoptar" la
    individualidad de Dios, "su" individualidad, apareciendo
    así como única, cuando es una superposición
    de dos idénticas, de imposible diferenciación.
    Claro está, que si queremos ver una
    "diferenciación" entre las mismas, juzgando esta
    diferenciación como índice de "conservación
    de individualidad", la propia identificación
    significará diferenciación nula, o sea, bajo esas
    premisas, "equivaldría a una pérdida de la propia
    individualidad".
    Por consiguiente, si por alguna especie de éxtasis
    llegamos a identificarnos con Dios, no hemos perdido nuestra
    individualidad (lo que parecen creer muchos místicos). Lo
    que realmente sucede es que ¡nos hemos hecho Dios! (Al
    menos en esos instantes – identificación). Que es
    casi lo contrario de la aseveración de aquellos
    místicos, puesto que, en realidad: ¡nos hemos
    apoderado (identificación) de Dios! ¡Y es que nos
    hemos transformado en el mismo Dios! (Y que sepamos, Dios no
    pierde su personalidad,
    su individualidad).

    Partes: 1, 2

    Página siguiente 

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter