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LAS POBLACIONES PRE-HEBREAS EN PALESTINA DEL BRONCE ANTIGUO A SAUL




Enviado por escaliburc



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    Indice
    1.
    Introducción.

    2. Palestina
    protohistórica

    3. Dinámica de los movimientos
    migratorios entre el 3000 y el 1000 a.C.:
    acadios-amorreos-arameos.

    4. Establecimiento de los hebreos en
    Palestina.

    5. La
    religión.

    6. Establecimiento de los
    hebreos en Palestina y surgimiento de la monarquía. Nuevos
    aportes críticos.

    7. La toma de
    Jerusalén. Legitimación de la monarquía de
    David. Permanencia de aculturación cananea en la cultura
    hebrea.

    8.
    Conclusión.

    9.
    Bibliografia.

    1. Introducción.

    En este trabajo intentaremos plantear la
    problemática de los pueblos cananeos, hasta la llegada de
    los hebreos. Somos conscientes de la complejidad del problema, y
    es por eso que en estas páginas intentaremos solamente
    detallar las características de estos pueblos, el
    estudio de los procesos de
    aculturación y la interacción entre nómadas
    y sedentarios en un sistema de
    retroalimentación (con los hebreos). Cuando
    hablamos de complejidad, nos referimos a una región
    (Palestina) que dio origen a religiones aún
    vigentes; nos referimos a sus problemas
    políticos y administrativos, y por otra parte, el tener
    que abordar, modestamente, el estudio de las Sagradas
    Escrituras.
    Es por eso, que, cautos, avanzaremos sobre la historia de los cananeos,
    nos introduciremos en sus creencias y formas de organización socio-políticas;
    observaremos la interacción con otros pueblos, hasta la
    llegada de los hebreos, previo paso por Egipto. Y a
    partir de ahí estudiaremos el asentamiento en Palestina de
    éstos (los hebreos) y cómo tomaron características de los pueblos sedentarios,
    enfocándonos principalmente en el punto de vista
    religioso.
    Confieso que no se a que conclusión llegaremos, o si
    nuestra expedición se perderá en medio de las
    arenas del desierto y la bibliografía; pero al
    observar el camino que emprendieron dichos pueblos y los
    obstáculos que tuvieron que vencer para subsistir como
    tales o terminar asimilados o destruidos, bien vale la pena
    realizar este viaje.
    Buenos Aires,
    diciembre de 1998.
    Al presentar la historia de Palestina, desde
    el Bronce Antiguo (principios del
    Tercer Milenio a.C.), hasta el reino de David (1010 – 970
    a.C.), creemos necesario destacar las características de
    los pueblos, que agrupados en tribus, ciudades; en fin,
    constituyendo sociedades,
    que interactuaron con los aportes culturales de las tribus
    hebreas, conformarían las características
    esenciales del desarrollo
    histórico de los reinos de Judá e Israel durante el
    Primer Milenio.
    Para realizar dicha descripción comenzaremos con el estudio de
    la Palestina Protohistórica, a través del desarrollo de
    la cultura
    material del Bronce y del Hierro
    Temprano, apoyándonos en la tipología cerámica y en los caracteres urbanos de las
    plantas de las
    ciudades-Estado
    fortificadas de Canaán; basándonos para esto en el
    estudio hecho por W.F. Albright en su libro
    Arqueología de Palestina.
    Veremos como se dio la situación
    político-internacional (entre el 3000 y el 1000 a.C.) a
    través de la dinámica de los movimientos migratorios,
    con las sucesivas oleadas semíticas: acadios, amorreos,
    arameos; para desembocar en el continuum cultural cananeo: su
    organización social y política; la vida
    nómada, teniendo en cuenta la dinámica de interacción
    nómade/sedentarios, y su contactos con tribus
    semi-nómades (entre las cuales posiblemente se encontraban
    los hebreos); su contacto con las "altas civilizaciones", y su
    religión;
    pudiendo rastrear a través de fuentes
    autóctonas —la Biblia— y aloctonas
    —fuentes
    egipcias: Estela de Israel/Estela
    Triunfal de Merneptah, 1220 a.C.— tanto los elementos para
    visualizar la instalación de los hebreos en Palestina;
    como través de fuentes autóctonas—la Biblia,
    Jueces V, Cantar de Débora y Jueces I,1 y II,5—, y a
    través de éstas rastrear los procesos de
    aculturación cananeos en la religión hebrea. Es a
    través de ella (de la religión), con su culto a la
    fertilidad: Asheba – Masera, por donde nos introduciremos
    en el estudio de los hebreos; su origen, su contacto con los
    grandes Estados, su llegada al Canaán, su asentamiento, la
    constitución de su Estado. Y a
    partir de allí visualizaremos los diversos pasajes
    bíblicos donde se plasmó la problemática de
    una búsqueda de identidad
    religiosa y nacional; el proceso de
    desbaalización, los cambios sociales con respecto a la
    caridad, la esclavitud, etc.;
    el punto de vista historiográfico (visión
    deuteronomista), de la instalación y conquista por parte
    del pueblo hebreo de Palestina.
    Por último nos introduciremos en la conformación de
    la monarquía hebrea hasta el reino de
    David.

    2. Palestina
    protohistórica

    (Del Bronce Antiguo al período del Hierro
    Antiguo: Tercer Milenio al 600 a.C.).-
    Según el estudio de Albright, es posible datar cada una de
    las secuencias del Bronce Antiguo con la cronología de las
    dinastías egipcias.

    PERIODO

    FECHADO

    (siglos)

    DINASTIAS EGIPCIAS

    Bronce Antiguo I

    XXXI – XXIX

    Último período
    predinástico

    Bronce Antiguo II

    XXIX – XXVI

    Final del la I dinastía

    Bronce Antiguo III

    XXVI – XXIII

    Dinastías III a la V

    Bronce Antiguo IV (o III B)

    Fase de transición hasta el siglo XXI
    a.C.

     

    Para el autor, en el denominado Bronce Antiguo I hubo
    una bifurcación de la cultura
    cerámica, que dividió a Palestina en
    dos: norte y sur; zonas del país a ambos lados del
    Jordán. En el norte se encontraron grandes cantidades de
    jarras decoradas con motivos paralelos o entrecruzados (bandas de
    engobe), un sitio característico es Beisán.
    Casi contemporánea a la cerámica del norte es la
    cerámica pintada del sur (fig. 1) . Esta se caracteriza
    por un amplio uso de bandas de líneas paralelas y
    onduladas, pintadas en rojo o marrón sobre toda la
    superficie del recipiente, los sitios predominantes donde se
    hallaron estas cerámicas son el grupo de
    Tumbas de Ofel (Jerusalén), las cuevas de Gezer, la
    necrópolis de ‘Ay, Jericó VI y VIII y las
    sepulturas primitivas de Tell el-Nasbeh. Vasijas de todo este
    período se exportaban a Egipto,
    encontradas en yacimientos de los últimos tiempos
    predinásticos, hacia el 3000 a.C.
    Hacia el siglo XXIX, mientras en Egipto se establecía la I
    Dinastía, surge en Palestina la cultura cerámica
    del Bronce Antiguo II. no cabe duda alguna acerca de la
    correlación de este período y la dinastía de
    Menes, ya que numerosas vasijas y fragmentos de dicho
    período se han hallado en las tumbas reales de la I
    Dinastía en Abidos y en Saqqarah. Durante la última
    parte de este período Palestina y Fenicia experimentaron
    influencia egipcia, y al parecer los poderosos reyes del
    período tinita extendieron su imperio hasta Asia.
    En Egipto discurría la época de las tumbas de Gizeh
    (III a V Dinastías, siglos XXVI-XXIII a.C.), cuando en
    Palestina comienza el Bronce Antiguo III (fig. 2). En ambas
    regiones se encontraron hallazgos arqueológicos
    pertenecientes al otro país. Este período
    representa el apogeo de la civilización del Bronce Antiguo
    tanto en Palestina como en Egipto. Las ciudades de la
    época estarán fortificadas, pero se
    encontrarán todavía muy espaciadas unas de otras.
    La cerámica es pulimentada en rojo y negro, y en el
    período siguiente (el Bronce Antiguo IV —o III B),
    dicho pulimentado decayó rápidamente; será
    una fase suplementaria del período anterior, con una
    duración apenas superior a doscientos años (siglos
    XXIII – XXI a.C.). No obstante, será un
    período en el que una crecida cantidad de ciudades de la
    región de colinas del sur fueron ocupadas por vez primeras
    durante este período. En Transjordania se da un
    rápido incremento de la densidad de
    población: es el período
    correspondiente a la VI Dinastía y comienzos del Primer
    Período Intermedio.

    Palestina durante el Bronce Medio y Reciente.-
    La denominada cultura del Bronce Medio (siglos XXI a XIX a.C.)
    procedía de Siria. Es conocida con el nombre de
    caliciforme, debido a la forma de cáliz de dicha
    cerámica. Su llegada a Palestina está fechada
    alrededor del siglo XXI a.C., mientras que en la Transjordania
    meridional parece que jamás desplazó por completo
    los tipos anteriores. "No es preciso suponer que este movimiento
    cerámico estuviera ligado a un cambio de
    pueblos; más bien debió tratarse de un
    desplazamiento cultural asociado a la difusión de la
    cultura siromesopotámica del período inmediatamente
    anterior a la III Dinastía de Ur (hacia 2070-1960
    a.C.)".
    Fue una época turbulenta para Palestina, levantamiento de
    tribus, ciudades destruidas y abandonadas, caracterizaban la
    geografía
    del lugar. Los documentos que
    nos dejó la XII Dinastía dejan ver que a fines del
    siglo XX a.C. tanto la Palestina oriental como la occidental
    estaban en parte ocupadas por tribus nómadas y
    seminómadas.
    Estos documentos
    egipcios son denominados Textos de Execración,
    están sobre vasijas y estatuillas que llevan inscritos los
    nombres de rebeldes de Egipto y países vecinos, que de
    este modo se les creía a merced del faraón;
    él cual, en caso de verse amenazado por una
    rebelión, sólo tenía que romper, en el curso
    de una ceremonia mágica, los objetos sobre los que estaban
    los nombres y las correspondientes fórmulas, para que sus
    enemigos fueran vencidos.
    En relación con los hebreos, el Bronce Medio pertenece a
    la época de los Patriarcas bíblicos, aunque es
    díficil el fechado preciso de la emigración de
    Abraham de Mesopotamia y de
    la de Jacob a Egipto. Según la opinión de Albright,
    el movimiento de
    los terahitas desde Ur hacia Harán y hacia el oeste
    debió de producirse en los siglos XX y XIX a.C., y la
    emigración a Egipto debe situarse en el XVIII ó el
    XVII a.C., en relación con el movimiento de los
    hicsos.
    En esta época Egipto dominará la Palestina
    occidental, Fenicia y ciertas regiones de Siria. Biblos es uno de
    los exponentes de este dominio, donde el
    arte y el
    artesanado fenicios estaban influidos por Egipto. Durante este
    período la población de Transjordania pasó a
    ser casi por entero nómada. (fig. 3)
    Con la finalización de la XIII Dinastía las
    provincias asiáticas se independizaron, aunque una breve
    restauración del poder central
    egipcio hacia 1750 a.C. ocasionó un restablecimiento
    parcial de la influencia de los faraones en Biblos y,
    probablemente, en otros lugares. No obstante, Egipto estaba
    demasiado débil para mantener un imperio, de manera que
    los semitas del noroeste, que para ese entonces ocupaban parte de
    Siria y de Palestina, se vieron libres para desarrollar su
    poderío
    económico y militar sin intervención del exterior.
    Este proceso
    está testimoniado por las cartas y
    tablillas halladas en Mari, en el Éufrates medio, donde se
    mencionan numerosos estados y ciudades de Siria, entre ellas
    Biblos y la Damascena (Apum). En Palestina sólo citan la
    ciudad de Hasor, que no sólo estaba más lejos sino
    que era mucho más pobre que Siria. Sin embargo, es
    probable que de Palestina partieran los primeros semitas
    precursores de la invasión de los hicsos, mucho antes de
    acabar el siglo XVIII a.C.
    Siglo XVII a.C., nuevos nubarrones asoman en el horizonte, una
    gran migración
    de hurritas e indoeuropeos se traslada hacia el sur. En el siglo
    XV, príncipes y nobles indoeuropeos y hurritas estaban
    establecidos en Palestina casi por todas partes. Para la misma
    época se introdujo el carro tirado por caballos como el
    más importante instrumento bélico; y, por otra
    parte, comienza a desarrollarse la construcción de fortificaciones con
    tierra
    apisonada, de planta rectangular. Dichas fortalezas están
    mencionadas por las fuentes babilónicas a principios del
    siglo XVII.
    Será en este siglo cuando Palestina se transforme en
    centro de un imperio de los semitas del noroeste, dirigido desde
    la capital de los
    hicsos en Avaris. Época de gran prosperidad local; el
    número de asentamientos y tumbas aumentó
    constantemente.
    Al finalizar la XV Dinastía (principios del siglo XVI
    a.C.), el imperio hicso comienza a desmoronarse. Antes de que
    terminara el reinado de Amosis I, los hicsos habían sido
    expulsados de Egipto y las fortalezas meridionales de Palestina
    habían sido tomadas por asalto tras una gran resistencia.
    Resistencia que
    se halla ilustrada por el relato egipcio del asedio de tres
    años de la fortaleza de Saruhén (en el
    límite del desierto meridional). Con la conquista de
    Palestina por los egipcios en los reinados de Amosis I y Amenofis
    I, llegamos al umbral del Bronce Reciente.
    Una característica importante que se halla en el Bronce
    Medio, a través de los estudios arqueológicos, es
    con respecto a las fortificaciones. Las fortificaciones de Bronce
    Medio II tienen una puerta fortificada, con dos o tres entradas.
    Este tipo de puerta surgió en Mesopotamia. Este
    tipo de puerta ha sido hallado en Siquem y Megiddo; puertas
    eficaces para la defensa, estaban flanqueadas por torres y se
    entraba por ellas a través de una rampa que subía
    desde el valle.
    Si bien, como vimos anteriormente, el Bronce Medio II fue un
    período de relativa prosperidad, también fue un
    período agitado. En el mismo período, Megiddo
    experimentó al menos cinco destrucciones totales,
    más un número no determinado de destrucciones
    parciales. El país se hallaba en manos de varios jefes en
    guerra
    constante entre sí, los cuales rodeaban sus residencias de
    fortificaciones, como los grandes muros de Siquem y Jericó
    (fig. 5).
    Vayamos por un momento a como se desarrollaba la vida de estos
    jefes. Éstos jefes cananeos se rodeaban de parientes y
    vasallos nobles; la masa de siervos semilibres debían
    habitar en chozas corrientes.
    Todos los palacios y casas nobles constaban de un patio y varias
    habitaciones que daban a él; las de los dueños
    estaban en el segundo piso.
    En cuanto a los objetos de la época fueron hallados en
    tumbas; sepulturas familiares en cuevas subterráneas, o
    individuales que consistían en un pozo vertical que desde
    la superficie llega hasta una cámara subterránea,
    con la cual comunica con una puerta baja. Armas y joyas se
    han encontrado en estas tumbas, así como abundante
    cerámica (fig. 6). Un rasgo característico de la
    cerámica del Bronce Medio II es que prácticamente
    toda ella está hecha a torno, pues el
    modelado a mano se limita a los tipos más baratos de
    recipientes. Algunas de estas vasijas servían para
    contener perfumes, y se difundieron hasta muy lejos por las rutas
    comerciales.
    En lo que respecta al arte del
    período, los hallazgos hechos en Palestina, en Biblos y en
    Fenicia han demostrado que el arte cananeo dependía
    muchísimo de las fuentes de inspiración egipcias.
    Si bien esto se dio con gran fuerza durante
    las últimas décadas del Reino Medio de Egipto; en
    la época de los hicsos la originalidad es mayor,
    encontrándonos ante un arte independiente y superior, como
    se plasma, por ejemplo, en estelas como la diosa serpiente de
    Tell Beit Mirsim (fig. 7). Los cananeos ya sobresalían en
    la fabricación de tejidos, y
    teñían sus telas de lana con colores rojos o
    azules con un tinte preparado a base del molusco
    múrice.
    Llegamos al siglo XVI, Palestina es conquistada por los egipcios,
    es la época del Bronce Reciente, el cual fue dividido
    en
    "Bronce Reciente I A" y "Bronce Reciente II A". La
    cerámica del primer subperíodo es extremadamente
    homogénea, con decoración pintada en dos colores y
    caracterizada por frisos divididos en paneles como si tratara de
    métopas arquitectónicas (fig. 8). Estuvo muy
    difundida en el litoral cananeo, donde había llegado
    procedente de Chipre y de donde más tarde se
    exportó a Egipto y al interior.
    Por lo que respecta a la segunda fase se subdividió a su
    vez en Bronce Reciente II A (siglo XIV aproximadamente) y II B
    (siglo XIII aproximadamente). El primero corresponde a la
    época de Tell el-Amarna y al cambio de la
    dinastía XVIII a la XIX en Egipto; el segundo al reinado
    de Ramsés. Presencia de cerámica micénica
    hasta el 1230 a.C., aproximadamente; fecha en la que cesó
    la importación de dicha cerámica (fig.
    9).
    Tenemos en Palestina, durante el período, una cultura
    dependiente de la cananea de Fenicia y del sur de Siria; la cual
    de no haber sido por la influencia que llegó del norte,
    habría de perderse convirtiéndose solamente en un
    reflejo de la egipcia.
    Fue un período en el que Palestina estuvo bajo el cetro
    egipcio, si bien existió un gran número de
    rebeliones, las que provocaron un sinnúmero de
    destrucciones de ciudades: Megiddo, Beisán, entre
    otras.
    En lo que respecta al arte de fortificar, durante el Bronce Medio
    cambio poco. Pero existe un aspecto de crucial importancia: el
    uso cada vez más frecuente de la escritura. Los
    cananeos del Bronce Reciente estaban familiarizados, por lo
    menos, con cinco escrituras:

    • La cuneiforme acadia
      (mesopotámica).
    • Los jeroglíficos egipcios.
    • El alfabeto lineal.
    • El alfabeto cuneiforme de Ugarit (fig.
      10).
    • La escritura
      silábica de Biblos.

    No obstante la utilización de estas escrituras,
    los cananeos del Bronce Reciente utilizaron frecuentemente la
    escritura y lengua acadia,
    tomadas de Mesopotamia en el Bronce Medio; la escritura se
    realizaba en tablillas de arcilla y era cuneiforme, algunas de
    las cuales han sido halladas en Tell el-Amarna, las cuales
    incluyen cartas,
    documentos comerciales y listas administrativas.
    Los egipcios levantaron estelas y estatuas en muchas ciudades y
    fortalezas de Palestina, de las cuales Beisán es
    característica. La ciudad fue durante la dominación
    egipcia una guarnición, y proporcionó algunos
    ejemplares de estelas y documentación (figs. 11/12).
    Pasemos a un punto que será crucial para el desarrollo de
    la religión de los hebreos una vez establecidos en
    Palestina: templos, santuarios y objetos religiosos. Se
    encontraron templos en Lakis, Megiddo, Beisán, con
    sucesivos estratos. La estructura de
    piedra originariamente debía sostener dos o más
    pisos en adobes. Estas construcciones se reflejan más
    tarde en los oratorios domésticos de Beisán,
    también de varios pisos.
    Por otra parte, el "lugar alto" de Gézer, según
    Albright, fue utilizado más bien como oratorio funerario,
    más que como santuario, y las alineación de piedras
    erguidas se comparan con las contemporáneas massebot del
    templo de Dagón en Ugarit. Los "lugares altos" de la Edad
    de Hierro, citados en la Biblia, eran también
    instalaciones al aire libre, como
    los "lugares altos" nabateos de Petra.
    Por lo que respecta a los objetos religiosos, los grupos más
    corrientes son las llamadas "placas Astarté (fig. 13);
    placas de cerámica ovaladas, sobre las que se
    imprimía (mediante un molde de cerámica o metal) la
    imagen de la
    diosa desnuda Asheba; la cabeza de la diosa se adornaba con dos
    bucles en espiral, idénticos a los de la diosa egipcia
    Hator. Dichas placas procedían de Mesopotamia.
    La mayoría de las localidades palestinenses de este
    período eran sede de jefes muy pobres, sometidos
    constantemente a exacciones egipcias.
    Como vimos más arriba, el arte palestino estaba
    fuertemente influenciado por el egipcio, asimismo,
    existía, también, una gran influencia egea, sobre
    todo en cerámica. Existía, además, una
    fuerte importación de Siria.
    "Durante el Bronce Medio y Reciente la costa entre el monte
    Casius (cerca de Antioquía, al norte de Siria) y el
    extremo sur de Palestina estuvo ocupada por un pueblo de origen
    mixto, que hablaba y compartía una cultura religiosa y
    material, común.
    En el sur de Siria y en Palestina, llegaron a alcanzar el
    límite de la ocupación sedentaria. Pese a
    diferencia locales, estos "cananeos" —así los
    denominaban sus vecinos y ellos mismos acabaron por llamarse
    así— eran tan completamente homogéneos como
    los hititas a los griegos primitivos. …En ciertos aspectos, la
    civilización cananea estaba bien desarrollada, mientras
    que en otros era sorprendentemente tosca.
    Con la llegada de los hebreos en el siglo XIII y la
    invasión de los Pueblos del Mar a comienzos del XII, la
    historia de la Palestina cananea llega prácticamente a su
    fin, aunque los valles fluviales y las llanuras del norte de
    Palestina siguieron ocupadas durante dos siglos más por
    ciudades-estado cananeas. Sin embargo, los cananeos habían
    agotado su energía cultural que hasta entonces les
    había sostenido; tras un largo eclipse y gracias a una
    nueva transfusión de sangre,
    habrían de reaparecer como un nuevo pueblo lleno de
    vitalidad, los fenicios, que habría de compartir con
    Israel las realizaciones materiales de
    la Palestina de la Edad del Hierro".

    Palestina en la Edad del Hierro.
    Sólo a partir del siglo XIV a.C. empezó el uso
    intensivo del hierro para fabricar armas. Los
    hititas monopolizaran la explotación
    de este metal hasta la destrucción de su imperio, hacia el
    1200 a.C.
    A continuación el hierro va desplazando al cobre y al
    bronce en la fabricación de utensilios y armas.
    Los filisteos fueron los primeros en usar el hierro en los siglos
    XII y XI y los israelitas lo adoptaron más lentamente,
    entorpecidos por el monopolio
    filisteos de dicho metal: "Y en toda tierra de
    Israel nos se hallaba herrero; porque los filisteos habían
    dicho: Para que los hebreos no hagan espadas o lanza".
    La cronología de la Edad del Hierro fue gravemente
    perturbada por los excavadores de Gézer y Jericó, y
    más recientemente se ha visto oscurecida por cuestiones de
    nomenclatura.
    En cuanto a los estudios bíblicos también presentan
    confusión.
    Precisamente cuando se estaba fijando la cronología
    cerámica, un conflicto de
    nomenclatura
    introdujo nueva confusión en la
    arqueología de la Edad del Hierro. En 1921 las tres
    escuelas oficiales de arqueología en Jerusalén
    (inglesa, francesa y norteamericana), en colaboración con
    el Departamento de Antigüedades, establecieron un sistema de
    períodos arqueológicos en el que la Edad del Hierro
    estaba clasificada de la siguiente manera:

    1. Hierro Antiguo (Palestinense) 1200-600
      a.C.
    2. a) filisteo; b) israelita.

    3. Hierro Medio (Palestinense) 600-100 a.C.

    a) judío; b) helenístico.
    En sus primeras excavaciones el autor adoptó este sistema
    oficial, subdividiéndolo en "Hierro antiguo I" (1200-900
    a.C.) y "Hierro antiguo II" (900-600 a.C.); más adelante
    introdujo el "Hierro antiguo III" para los períodos
    babilónico y persa.
    Posteriormente Clarence S. Fisher sustituyó el primitivo
    sistema oficial por otro: "Hierro antiguo" (1200-900 a.C.),
    "Hierro medio" (900-600 a.C.) e "Hierro reciente" (600-300 a.C.).
    Consecuencia de este cambio fue que los excavadores de Megiddo,
    por ejemplo, usaban la expresión "Hierro antiguo II" para
    designar el período entre 1050 y 900, mientras que el
    autor usaba esta misma expresión para todo el
    período que media entre, aproximadamente, el 900 y el 600
    a.C. Tal confusión había de resultar caótica
    a no ser que los períodos fueran sustituidos por siglos.
    Este fue el motivo de que el autor abandonara por completo el uso
    de los términos "antiguo-medio-reciente" y los sustituyera
    por los de "I-II-III":

    PERIODO

    CRONOLOGIA

    HISTORIA BIBLICA

    Hierro I

    Siglos XII-X inclusive

    Jueces y Monarquía única.

    Hierro II

    Siglo IX a comienzos del VI

    Monarquía dividida

    Hierro III

    Hacia 550-330 a.C.

    Exilio y Restauración.

    Aquí ocuparemos solamente del
    período del Hierro I, ya que es el correspondiente al
    desarrollo del pueblo hebreo estudiado en este
    trabajo.

    Hierro I (siglos XII-X).- La ocupación israelita
    al parecer fue lenta al principio (por ejemplo, Jericó)
    pero se aceleró poco a poco (tras un importante intervalo
    en Betel, pero con poco o ningún intervalo en Tell Beit
    Mirsim). A fines del siglo XIII probablemente ya estaban
    asentados en la región de colinas a ambos lados del
    Jordán. Sin embargo no fueron capaces de atravesar las
    líneas de carros cananeos para asaltar las ciudades
    fuertemente fortificadas de las llanuras y valles fluviales; las
    excavaciones de Megiddo y de Beisán ha indicado que esas
    ciudades resistieron a los israelitas durante generaciones. Por
    otra parte, la población israelita aumentaba
    rápidamente en las colinas. Gracias a la rápida
    expansión del arte, entonces reciente, a la construcción de cisternas revestidas con un
    revoque de cal impermeable en lugar de usar como antes maga
    calcárea o un revoque de arcilla calcárea, los
    israelitas pudieron establecerse en cualquier lugar en que
    lloviera, mientras que sus predecesores cananeos en general,
    habían tenido que limitarse a ocupar lugares
    próximos a manantiales o a corrientes perennes.
    A comienzos del siglo XII a.C. las costas de Palestina se vieron
    inundadas por una oleada de pueblos marineros procedentes de las
    islas y litorales del Mediterráneo septentrional. Al
    parecer toda la llanura costera de Palestina fue ocupada por los
    Pueblos del Mar, entre los cuales los más conocidos son
    los filisteos y los tjikal, que ocuparon la región entre
    Gaza y ‘Eqrón, y la costa al sur del Carmelo,
    respectivamente. Los filisteos trajeron su propia cultura, a
    quienes habían conquistado, y debido a poseer la
    región más rica de Palestina no tardaron en dominar
    a los demás Pueblos del Mar. Hacia mediados del siglo XI
    los filisteos derrotaron a los israelitas, se apoderaron del Arca
    y destruyeron Silo. Pruebas de
    destrucción en otras ciudades de Judá,
    aproximadamente de la misma época, indican que
    también devastaron buena parte de Palestina occidental,
    reduciendo a servidumbre a los israelitas. Saúl
    sacudió el yugo filisteo a principios de su reinado (hacia
    1020 a.C.). pero a su muerte los
    filisteos recuperaron el dominio del
    país, que no habrían de perder hasta bien entrado
    el reinado de David (hacia 900 a.C.). A partir de ese momento,
    sólo desempeñaron un papel muy
    secundario, especialmente comercial.
    En las primeras décadas del siglo XII, en la llanura
    filistea apareció un tipo de cerámica muy
    característico, que siguió usándose hasta
    fines del siglo XI, y después de esta fecha parece que
    sólo quedaron huellas.
    El
    conocimiento de la prehistoria de
    los filisteos bíblicos ha aumentado considerablemente
    gracias a las excavaciones realizadas en 1947 en Chipre oriental.
    Se halló cerámica de estilo micénico, casi
    idéntica a la más antigua cerámica filistea
    de Palestina. Esta cerámica chipriota se parece a la
    micénica de Argos, y debió venir de Grecia. Cuando
    estos pobladores, que quizás fueran pelasgos, invadieron
    Palestina hacia 1175 a.C., siguieron fabricando la misma
    cerámica con el nombre de filistea (fig. 14).
    Exactamente antes de que los filisteos invadieran Palestina, los
    cananeos habían empezado a adoptar la costumbre egipcia de
    enterrar a los difuntos en ataúdes antropomorfos de
    arcilla, en cuya parte superior se modelaban rasgos humanos y a
    veces otros detalles. Dicho tipo de ataúdes aparecen en
    diversas tumbas junto a cerámicas filisteas, de lo que
    puede deducirse que es probable que la popularidad de este tipo
    de enterramiento en este período se deba, al menos en
    parte, a influencia filistea.
    Mediante la ensambladura de pruebas
    arqueológicas y literarias es posible fijar fechas con
    mucha mayor precisión.
    Por ejemplo, la batalla entre Baraq y Sisera’, descrita en
    el triunfal Canto de Débora, se libra en "Ta’anak,
    junto a las aguas de Megiddo". Al comparar los períodos
    durante los cuales Megiddo y Ta’anak (a menos 10 km, al
    sudeste) estuvieron ocupadas, se aprecia que la ocupación
    de las dos ciudades tendía a ser complementaria pero no
    simultánea. Ta’anak fue una ciudad floreciente en el
    Bronce Antiguo III y IV, cuando Megiddo estaba desocupada; y,
    así mismo, era la capital de una
    gran ciudad-estado a mediados del siglo XV, mientras que Megiddo
    era sede de una pequeña guarnición egipcia. Esta
    falta absoluta de referencias a la misma Megiddo, mientras
    Ta’anak se convierte en capital del distrito, hace
    prácticamente evidente que Megiddo se hallaba entonces en
    ruinas.
    Si examinamos la arqueología del período de los
    Jueces, no podemos evitar que nos sorprenda la extraordinaria
    sencillez y
    falta de sofisticación cultural de los siglo XII y
    principios del XI.
    El contraste entre los bien construidos cimientos cananeos y los
    sistemas de
    desagüe del siglo XIII y los toscos edificios de piedra, sin
    desagües, que los sustituyen en el siglo XII, sobre todo en
    Betel, es realmente notable. Esta decadencia de las artes de la
    vida material obedece a dos causas. En primer lugar, las tribus
    israelitas invasoras constituían una horda salvaje,
    seminómada, muy diferente de otras hordas similares del
    desierto a causa de la rapidez con que se asentaron. En segundo
    lugar, los israelitas se hallaban en un estadio patriarcal, casi
    democrático, de vida de clan, y la antigua diferencia
    entre patricios y campesinos semilibres en buena parte
    había sido borrada por la conquista de Canaán.
    Cuando ocupaban una casa patricia cananea mantenían la
    antigua planta de los cimientos con pocos cambios; pero la manera
    de construir y los detalles del plan resultante
    eran tan diferentes como el contenido de la casa. Ante todo, es
    evidente que la familia
    israelita que ocupaba la arruinada mansión solía
    vivir en la planta baja en vez de reservar ésta para
    almacenes y
    esclavos y utilizar el piso superior como vivienda. El muro
    macizo de la antigua fortaleza se dejaba en pie, aunque se
    hacían algunas reparaciones; los israelitas eran hombres
    libres y no podían ser obligados a realizar un trabajo
    forzado.
    No se han descubierto santuarios israelitas de este
    período, y únicamente unos pocos amuletos. De
    estos, los más interesantes son las placas de arcilla,
    hechas con molde, que representan una mujer desnuda con
    el abdomen distendido y convulsivamente comprimido con sus dos
    manos (a punto de dar a luz). No lleva
    ningún emblema de diosa, como ocurría en las placas
    y figurillas cananeas, anteriores o contemporáneas.
    En los santuarios cananeos de la Edad de Hierro de Beisán
    había numerosísimos incensarios o floreros.
    La más antigua fortificación israelita del Hierro I
    que puede fecharse, es la ciudadela de Saúl en la cumbre
    de Tell el-Ful, 5 km, al norte de Jerusalén (1020 –
    1000 a.C.) (Fig. 15). El muro con casamata es un magnífico
    ejemplo de un tipo que gozó de gran popularidad en
    Palestina en los siglos XI y X, y que siguió
    usándose, aunque esporádicamente, hasta la
    última parte del Hierro II. Este tipo de muro
    surgió en el Bronce Reciente de Asia Menor, los
    hititas lo llevaron a Siria, de donde se difundió hacia el
    sur en el período de transición entre el Bronce y
    el Hierro. Este recurso de la casamata era un recurso ingenioso
    de conseguir gran fuerza real
    —aun mayor en apariencia— con el menor esfuerzo
    posible. Más ingeniosa era todavía la manera de
    utilizar todo el espacio posible dentro de los muros de la ciudad
    para almacenamiento.
    En la época de Saúl y de David, Israel era
    todavía un estado agrícola y pastoril bastante
    primitivo, aunque progresó mucho hacia un nivel industrial
    y mercantil más complejo antes de la muerte de
    David, hacia 960 a.C. hay motivos para creer que Tiro y
    Sidón, que formaban el reino de Hiram (hacia 969 –
    936), el amigo de David y Salomón, se estaban aprovechando
    plenamente del colapso del imperio filisteo bajo los golpes de
    David para extender su imperio comercial hasta el
    Mediterráneo occidental.
    Es probable que la expansión del imperio mercantil de
    Sidón fuera repentina, en los cincuenta años que
    siguieron a las grandes victorias de David sobre los filisteos
    (entre 990 y 980 a.C.). Entre los hallazgos que confirman esta
    teoría
    se encuentra una tumba fenicia en Chipre (siglo IX a.C.).
    La época de Salomón fue uno de los períodos
    más florecientes de la civilización material de la
    historia de Palestina.

    3. Dinámica de
    los movimientos migratorios entre el 3000 y el 1000 a.C.:
    acadios-amorreos-arameos.

    El origen.
    La aparición de tribus semíticas, documentada por
    la onomástica en los archivos
    súmeros, data desde principios del Tercer Milenio.
    Su ámbito de procedencia sería la periferia del
    desierto sirio-árabigo, según las teorías
    de poblamiento manejadas en los últimos años
    —Postgate, Deshayes—. Éstos pueblos, en
    interacción permanente, con las culturas sedentarias del
    sur de Mesopotamia —Súmer y Elam— se mantienen
    en estrecha relación de intercambio. Factores
    climáticos de cambio en el nicho ecológico provocan
    un acercamiento sostenido y cada vez mayor de los grupos
    semíticos hacia los sedentarios, movidos por la necesidad
    de tierras de pastoreo; éstos permiten este uso de sus
    recursos
    naturales a cambio de mano de obra retribuida, utilizada
    tanto para el ejército como para el campo y la
    construcción urbana.
    La clasificación lingüística de los pueblos
    semíticos reconoce dos ramas: el semítico
    occidental y el semítico oriental.
    El semítico oriental está integrado solamente por
    el acadio, en sus distintas formas dialectales; mientras que el
    semítico occidental es una amplia familia
    lingüística comprendida por pueblos que actuaron en
    el Próximo Oriente Medio desde el 3000 hasta los primeros
    siglos del Primer Milenio a.C. Éstos son: el amorreo, el
    arameo, el hebreo, el ugarítico, los dialectos
    cananeos-semíticos (moabita, edomita, etc.), el fenicio y
    el árabe, como así también las lenguas
    hamito-semitas (egipcio, cushita, dialectos
    beréberes).

    El Protodinástico.
    Hay que destacar la importancia de los súmeros como
    fundadores de civilización en Mesopotamia al descubrir la
    escritura. Las inscripciones reales más antiguas permiten
    narrar la historia como historia política. El reinado
    de Mebaragesi de Kish es el punto de orientación
    más antiguo. Los reyes de esta dinastía llevan en
    su gran mayoría nombres semitas.
    La convivencia entre súmeros y semitas determinó la
    historia mesopotámica hasta la desaparición del
    sumerio como lengua hablada
    a principios del Segundo Milenio; grupos amorreos que
    interactúan con los acadios llegan a fundar
    dinastías en Isin, Larsa y Babilonia.
    La entrada de oleadas migratorias nómadas semitas en el
    Iraq es
    característica de la historia del país. Desde el
    siglo XIV hay testimonios del paso de nómadas arameos en
    Mesopotamia.
    El acadio perduró como lengua escrita hasta la
    época de Cristo (solamente en el uso diplomático).
    En tiempos de la dinastía de Akad aparece citado por
    primera vez un pueblo semita nómada: martu (en
    súmero) o amurru (en acadio); amorreos. Siglo y medio
    más tarde los martu amenazaron el reino de Ur III. En
    época babilónica antigua los martu usurparon el
    poder de muchos lugares de Mesopotamia.
    La lengua acadia, sin embargo, era aun lo suficientemente fuerte
    para asimilar a los invasores y evitó la
    transformación de la lengua del país.
    La oleada semítica alcanzó también la parte
    occidental del Creciente Fértil.
    Los acadios (Akad – fundada por Sargón), constituyen la
    más antigua capa semita registrada en Mesopotamia.
    Es probable que la capa acadia se trasladara del norte -Siria- al
    sur, estableciéndose en la región de Diyala y en el
    norte de Babilonia, con centro en Kish. Para la época
    (protodinástico), Mari fue un importante centro acadio,
    cuya importancia perduró hasta la época de
    Hammurabi.
    El asentamiento de los acadios se llevó a cabo en el
    Protodinástico.
    El encuentro entre sumerios y semitas provocó
    préstamos recíprocos. El sumerio fue
    fundamentalmente parte donante en este intercambio cultural.
    Si bien pudieron existir enfrentamientos entre súmeros y
    acadios, fue la oposición entre pueblos sedentarios y
    nómadas lo que prevaleció. La única
    solución satisfactoria del problema nómade era,
    para los sedentarios, la asimilación de la tribu
    nómade hostil, pues rechazarla y aislarla
    únicamente era viable por cierto tiempo. Tanto los
    sumerios como los semitas sedentarios intentaron resolver el
    problema tomando a sueldo tropas nómades y
    asignándoles territorios para establecerse.
    La particular conformación geográfica de
    Mesopotamia, sin barreras naturales posibilitó este flujo
    permanente de pueblos y esta dinámica de relación
    nómade-sedentario.

    El Segundo Milenio en Siria y Palestina.
    La interacción de las grandes potencias (Egipto y Hatti)
    que al fundar sus imperios se disputan el ámbito de poder
    sobre el corredor sirio-palestinense genera una coyuntura
    política particularmente favorable a la formación
    de pequeños estados independientes en la zona,
    aprovechando la tensión entre estos dos grandes imperios y
    los momentos de debilidad de uno u otro, aliándose en una
    política estratégica ya sea a favor de un bando u
    otro. En este sentido la política internacional egipcia
    deja cierta autonomía a los reyes de las ciudades-estado
    aliadas, los cuales deben tributar al imperio egipcio.
    Las disputas entre los reyes locales, casi siempre de bandos
    enfrentados, favorecen una militarización de dichas
    ciudades-estado, lo que las convierten en enclaves poderosos
    llegando algunas de ellas a formar reinos autónomos en los
    momentos de debilidad política de los imperios; por
    ejemplo, Ugarit -norte de Siria-, o los reinos de Damasco. Dichas
    ciudades-estado, altamente militarizadas, utilizan tropas
    nómades mercenarias, entre las que se encuentran los
    llamados apiru. Esto se corresponde con el fortalecimiento de las
    dinastías arameas en Siria, particularmente en Ugarit, que
    cobra un importante impulso económico, aprovechando los
    enfrentamientos entre Egipto, Hatti y Mitanni.
    En una situación menos ventajosa se encontraba el reino de
    Amurru, que durante largo tiempo fue un
    estado tapón entre Egipto y Hatti. Este reino, apoyado por
    los apiru, se consolida como un estado poderoso con dominio,
    incluso, sobre los puertos mediterráneos, desde Biblos
    hasta Ugarit. El reino de Ugarit incluso se vio obligado a
    pagarles tributo.
    Por su parte, los fenicios, establecidos en la costa de Siria,
    fundan importantes ciudades-estado puertos: Biblos, Sidón,
    Tiro, Beirut, Sumur y Acco. En general, las ciudades costeras
    fenicias mantuvieron la fidelidad al faraón. Sus
    príncipes, enemistados entre sí, pedían a
    menudo ayuda a Egipto para combatir a sus vecinos, sobre todo al
    reino de Amurru y a las temidas bandas de apiru.
    También Palestina permaneció bajo el dominio
    egipcio. La relación de Egipto para con esta región
    se limitaba en su interés en
    recaudar el tributo correspondiente, sin interferir en las luchas
    internas entre estas ciudades, lo que llevó al
    fortalecimiento de estas ciudades-estados.
    Las fuentes documentales para el estudio de este período
    están constituidas mayormente por los archivos de
    el-Amarna, para lo que respecta a la relación con las
    ciudades-estado palestinas y los archivos de Rash-Shamra
    (hititas), para lo referente a los estados de Siria y
    Ugarit.

    Palestina y Siria en el siglo XIII.
    Las luchas político-religiosas de fines de la XVIII
    Dinastía egipcia, posibilitan un vació de poder en
    la región de Palestina y Siria cuya consecuencia es la
    consolidación hitita en el norte de Siria, como así
    también la entrada de elementos nómades
    semíticos que se establecieron en las regiones
    cultivadas.
    Pese a los esfuerzos egipcios de Horemheb y de los faraones de la
    XIX Dinastía, el dominio egipcio en Asia no tuvo la
    magnitud de los Tutmosidas. Ya Sethi I realizó
    campañas contra los príncipes rebeldes de
    Canaán y contra las tribus nómades shasu que
    aparecen en las regiones periféricas del sur y en las
    montañas, al tiempo que contiene la expansión
    hitita en el norte de Siria.
    La semitización de la cultura del Próximo Oriente
    Medio en este período tiene una enorme expansión,
    llegando incluso a influenciar, cuando no, a incidir directamente
    en la cultura egipcia. La XIX Dinastía reconoce su origen
    en el dios Seth, según manifiesta la Estela del Año
    400. Este reconocimiento e identificación con un dios que
    representa el desierto, y que no es precisamente uno de los
    dioses hegemónicos del panteón egipcio, por el
    contrario, se lo asocia con el adversario, el opositor, el
    nómade, el asiático, es un síntoma
    excepcional de un cambio de mentalidad en la cultura egipcia que
    está delatando profundos cambios demográficos de
    influencia asiática. La representación del dios
    Seth en esta Estela del Año 400, incluso abandona las
    formas tradicionales de dicho dios en el panteón egipcio
    para representarlo con formas asiáticas, a saber: se lo
    representa como una figura dotada de un largo rabo y con barba,
    formas ajenas a la cultura egipcia, más cercanas a las
    características de El, el dios semita del principio activo
    masculino.
    Las campañas de Sethi I en Palestina, documentadas en las
    inscripciones del templo de Amón en Karnak y en las
    estelas triunfales de Betshan, dan un panorama claro de la
    situación política de la región. En la
    llamada estela grande de Betshan se menciona la
    insurrección del príncipe de Hamat que se alza
    contra Sethi con la ayuda de nómades. La estela menor
    conmemora la victoria sobre los apiru que se habían hecho
    fuertes en los montes de Galilea, donde amenazaban a la
    población local. Esto nos muestra la
    incursión de grupos nómades en Galilea que
    podrían considerarse precursores de las tribus israelitas
    de la Palestina septentrional, hechos documentados en las listas
    topográficas de Sethi, donde se menciona por primera vez a
    la tribu Aser, nombre que se aplica, posteriormente, a una de las
    doce tribus de Israel.
    Ramsés II sucede a Sethi I, en este período se
    agudiza la lucha por la supremacía de Siria entre Egipto y
    Hatti. Ramsés emprendió una campaña en la
    costa fenicia, con Amurru de su parte, hecho que marcará
    el preludio de la lucha por Kadesh. El fracaso de Egipto en la
    lucha por Kadesh hizo tambalear su poder en Palestina, donde se
    suceden numerosas insurrecciones que el faraón
    deberá aplacar. Emprendió una expedición
    contra Moab, donde se apoderó de ciudades y fortalezas.
    Por primera vez se menciona en los relieves una campaña
    egipcia en aquellos lejanos territorios.
    La fuente más importante para el período es el
    papiro de Anastasi I, en el cual se describe la situación
    y las características naturales y humanas del país.
    Por otra parte, describe las dificultades a las que se
    tenía que enfrentar el gobierno egipcio
    y la inseguridad de
    las montañas, debida a las bandas de los shasu, entre las
    que probablemente, como se menciona más arriba, se
    incluían las tribus de Israel, que por aquel entonces
    comenzaban a asentarse en el territorio. Bajo este aspecto es
    interesante la mención de una hazaña del jefe de la
    tribu de Aser (isr), que es seguramente la tribu israelita de
    Aser, que recuerda las proezas heroicas contenidas en el Libro de los
    Jueces bíblico.
    Las acciones
    bélicas entre Egipto y Hatti, concluyeron con un tratado
    de paz y no agresión, reforzado mediante el matrimonio
    diplomático del faraón con una hija del rey hitita.
    En el tratado no se menciona el límite norte entre las dos
    potencias; pero puede cotejarse con la Biblia. La frontera estaba
    marcada al norte de Biblos, lo que dejaba a Damasco bajo el
    dominio egipcio y a Amurru bajo el hitita, que según
    datos de la
    Biblia se extendía desde el Líbano hasta el
    Éufrates.
    Siria y Palestina se mantendrán bajo el dominio de las
    potencias durante el reinado de Merenptah y del rey hitita
    Tukhaliya, y los lazos que unían a estos dos imperios se
    estrecharon con la llegada de los Pueblos del Mar.
    La Estela de Israel es la primer fuente extra bíblica que
    menciona a los hebreos con una aparición histórica
    concreta, datable. Allí se hace una lista de enemigos de
    Egipto vencidos por Merenptah, en la que se mencionan
    Canaán, Ascalón, Yenoam, entre otros pueblos. Dice
    la fuente: "Israel está asolado, su cimiente no
    existe…". Lo interesante de esta fuente, más allá
    de la mención explícita de Israel, que por primera
    vez aparece mencionada en un documento escrito, es que,
    según la mecánica de la lengua egipcia cada uno de
    estos pueblos aparecen citados con el determinativo
    geográfico y su correspondiente jeroglífico que
    caracteriza sus rasgos esenciales. Así pues al nombre
    Ascalón, le sigue el determinativo ciudad, Gezer es
    seguido del determinativo lugar montañoso, Israel es
    seguido del determinativo gente del desierto, representado en la
    escritura jeroglífica por la figura de un hombre y una
    mujer. Esto nos
    indica claramente que estos pueblos de Israel no estaban
    sedentarizados, que eran seminómades y que todavía
    no podemos hablar de un territorio o un reino hebreo, elemento
    que hecha por tierra las pretensiones de una temprana
    historicidad territorial de Israel, como se observa en el Libro
    de Jueces y casi en toda la tradición deuteronomista.
    El fin XIX Dinastía nos muestra un
    período de caos en el estado
    egipcio. El apoderamiento del trono por parte de Khusán
    Risathaim, proveniente de Siria septentrional, se relaciona con
    la historia de los hebreos durante la época de los
    Jueces.
    La situación conflictiva que inaugura la llegada de los
    Pueblos del Norte y del Mar hacia el –1200, será
    otros de los factores que contribuyan a la debacle
    político egipcio de fines del Segundo Milenio y que
    colabora para la autonomía de los nómades semitas y
    su fortalecimiento político-militar en la región.
    Esta irrupción catastrófica cambia el mapa del
    Próximo Oriente Medio: los filisteos —de los cuales
    se ignora su procedencia, pero que se supone que han estado en
    estrecho contacto con los indoeuropeos del Egeo, dado el dominio
    de la metalurgia del
    hierro y la utilización del carro y el caballo en la
    tecnología
    militar— se instalan en la franja costera de Palestina
    fundando poderosas ciudades-Estado que se organizan,
    interactuando, como una confederación (la
    Pentápolis filistea de Ascalón, Ashot, Gaza,
    Ecrón, Gazer). Hacia oriente, los reinos cananeos de
    Amón, Edón y Moab, como así también
    las ciudades-Estado cananeas (de entre las cuales es de capital
    importancia la ciudad jebusea de Jerusalén) configuran un
    mapa político heterogéneo con el cual las tribus
    hebreas deberán interactuar, a veces violentamente, otras
    en convivencia pacífica y con préstamos culturales
    continuos en su proceso de instalación en
    Palestina.

    4. Establecimiento de
    los hebreos en Palestina.

    La visión tradicional de la llegada de las tribus
    hebreas a Palestina esta descrita en el Libro de Jueces.
    Allí se detalla la lucha contra los pueblos sedentarios
    establecidos en el valle del Jordán, las
    características de esta lucha, el imperativo religioso y
    el apoyo divino a favor del pueblo "elegido", como así
    también una severa prescripción de usos y
    costumbres para evitar cualquier posible contaminación cultural de las tribus
    hebreas por parte de las culturas urbanas de Canaán.
    La instalación, en esta vertiente, sería un mandato
    de Yavhé a su pueblo y dicha instalación
    necesariamente implicaría el exterminio total
    —herem— de los habitantes precedentes y la
    destrucción de su cultura material y religiosa. En Jueces
    I, se ve que por mandato de Jehová, la tribu de
    Judá tiene la misión de
    emprender la conquista de Canaán, vemos allí como
    esta conquista se hace con el apoyo militar de la tribu de
    Simeón y como el cronista nos relata la derrota del
    cananeo Adoni-Bezec y de los fereceos. De la fuente deducimos que
    esta conquista no la realizan las doce tribus unificadas, sino
    que solamente algunas emprenden la conquista de
    Canaán.
    En Jueces I, 8 se relata la conquista de Jerusalén y
    Ebrón. Jerusalén es tomada de una sola vez y sus
    habitantes son aniquilados: "Y combatieron los hijos de
    Judá a Jerusalén y la tomaron, y pasaron a sus
    habitantes a filo de espada y pusieron fuego a la ciudad".
    En Jueces IV se relata la derrota de Sisara en manos de Barac,
    con una coalición de 10.000 hombres de la tribu de Neftali
    y de la de Zabulón. Esta victoria había sido
    profetizada a Barac por la jueza Deborá. Barac derrota al
    ejército de Sisara, observamos allí una minuciosa
    descripción de la tecnología militar de
    dicho ejército en la que aparecen carros herrados, y una
    ostensible supremacía cananea, sin embargo, Barac derrota
    el ejército de Sisara, pasando al herem a todos sus
    hombres "Barac siguió los carros y el ejército
    hasta Haroset-Goim, y todo el ejército de Sisara
    cayó a filo de espada, hasta no quedar ni uno".
    Podríamos continuar rastreando el relato de los distintos
    enfrentamientos entre hebreos y cananeos, encontrando en ellos el
    mismo denominador común en el narrador de Jueces: la
    conquista se da por completo en un determinado momento
    histórico, es una conquista total, se extermina a todos
    los habitantes y se destruye todo vestigio de su
    civilización material.
    El Cantar de Débora en el capítulo V del Libro de
    Jueces, relata en forma completa este proceso de conquista y las
    características del mismo. Enumera las tribus que
    participan en la conquista: Abinoam, Efraín, Amalec,
    Benjamín, Maquir, Zabulón, Isacar. No acuden a la
    conquista las tribus de: Rubén, Galaad, Dan, Aser. "Entre
    las familias de Rubén, hubo grandes resoluciones del
    corazón. ¿Por qué te quedaste
    en los rediles, para oír los balidos de los
    rebaños? Entre las familias de Rubén hubo grandes
    propósitos del corazón.
    Galaad se quedó al otro lado del Jordán; y Dan,
    ¿por qué se estuvo junto a las naves? Se mantuvo
    Aser en la ribera del mar, y se quedó en sus
    puertos…".
    Así se ve como el narrador de Jueces nos presenta la
    conquista de Palestina por parte de las tribus hebreas,
    observamos, claramente, que las doce tribus no acuden al
    llamamiento de Débora para la conquista, Rubén se
    queda en la región montañosa del norte, Galaad, en
    la región de Transjordania, y Dan y Aser en la costa. Es
    claro que cada una de estas tribus responde a su situación
    política local y que no tenían necesidad alguna de
    conquista territorial, particularmente los asentamientos costeros
    que gozaban de una situación económica privilegiada
    debido a los contactos comerciales con el mundo
    mediterráneo. Esto pondría en tela de juicio la
    unidad político-religiosa de las tribus y marcaría
    un contraste evidente con otros pasajes bíblicos, en
    particular, los de la tradición deuteronomista, que nos
    presentan una visión más historiográfica de
    la conquista en la cual la intencionalidad del autor se hace
    manifiesta. Estas dos vertientes bíblicas puestas en
    contraste con estudios contemporáneos sobre las
    características de la instalación en Palestina
    manifiestan discrepancias notorias. La exégesis
    bíblica deja claras evidencias de un proceso de
    aculturación mucho más prolongado y nunca
    definitivo, con marchas y contramarchas que están marcando
    momentos de alzas políticas
    y de decadencia por parte de las tribus de Israel. Así
    pues, vemos como en los estudios realizados por Abraham
    Rosenvasser, particularmente en Egipto y Palestina en la
    Antigüedad, Yavhé y el monoteísmo hebreo, y en
    especial, Yavhé en Jerusalén, el historiador nos
    señala estos préstamos culturales y su
    proyección en la evolución y desarrollo de la
    religión hebrea. Por otra parte, una revisión de
    las más modernas teorías
    sobre poblamiento (Postgate, Deshayes, Rowton, Finkelstein), nos
    presentan un plano más claro y completo de esta
    interacción nómades-sedentarios, de los
    móviles económicos y de las determinantes
    demográficos, como así también del impacto
    climático que modificó el equilibrio de
    la situación nómades-sedentarios en Siria-Palestina
    hacia fines de la Edad del Bronce.

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