Indice
1.
Introducción.
2. Palestina
protohistórica
3. Dinámica de los movimientos
migratorios entre el 3000 y el 1000 a.C.:
acadios-amorreos-arameos.
4. Establecimiento de los hebreos en
Palestina.
5. La
religión.
6. Establecimiento de los
hebreos en Palestina y surgimiento de la monarquía. Nuevos
aportes críticos.
7. La toma de
Jerusalén. Legitimación de la monarquía de
David. Permanencia de aculturación cananea en la cultura
hebrea.
8.
Conclusión.
9.
Bibliografia.
1. Introducción.
En este trabajo intentaremos plantear la
problemática de los pueblos cananeos, hasta la llegada de
los hebreos. Somos conscientes de la complejidad del problema, y
es por eso que en estas páginas intentaremos solamente
detallar las características de estos pueblos, el
estudio de los procesos de
aculturación y la interacción entre nómadas
y sedentarios en un sistema de
retroalimentación (con los hebreos). Cuando
hablamos de complejidad, nos referimos a una región
(Palestina) que dio origen a religiones aún
vigentes; nos referimos a sus problemas
políticos y administrativos, y por otra parte, el tener
que abordar, modestamente, el estudio de las Sagradas
Escrituras.
Es por eso, que, cautos, avanzaremos sobre la historia de los cananeos,
nos introduciremos en sus creencias y formas de organización socio-políticas;
observaremos la interacción con otros pueblos, hasta la
llegada de los hebreos, previo paso por Egipto. Y a
partir de ahí estudiaremos el asentamiento en Palestina de
éstos (los hebreos) y cómo tomaron características de los pueblos sedentarios,
enfocándonos principalmente en el punto de vista
religioso.
Confieso que no se a que conclusión llegaremos, o si
nuestra expedición se perderá en medio de las
arenas del desierto y la bibliografía; pero al
observar el camino que emprendieron dichos pueblos y los
obstáculos que tuvieron que vencer para subsistir como
tales o terminar asimilados o destruidos, bien vale la pena
realizar este viaje.
Buenos Aires,
diciembre de 1998.
Al presentar la historia de Palestina, desde
el Bronce Antiguo (principios del
Tercer Milenio a.C.), hasta el reino de David (1010 – 970
a.C.), creemos necesario destacar las características de
los pueblos, que agrupados en tribus, ciudades; en fin,
constituyendo sociedades,
que interactuaron con los aportes culturales de las tribus
hebreas, conformarían las características
esenciales del desarrollo
histórico de los reinos de Judá e Israel durante el
Primer Milenio.
Para realizar dicha descripción comenzaremos con el estudio de
la Palestina Protohistórica, a través del desarrollo de
la cultura
material del Bronce y del Hierro
Temprano, apoyándonos en la tipología cerámica y en los caracteres urbanos de las
plantas de las
ciudades-Estado
fortificadas de Canaán; basándonos para esto en el
estudio hecho por W.F. Albright en su libro
Arqueología de Palestina.
Veremos como se dio la situación
político-internacional (entre el 3000 y el 1000 a.C.) a
través de la dinámica de los movimientos migratorios,
con las sucesivas oleadas semíticas: acadios, amorreos,
arameos; para desembocar en el continuum cultural cananeo: su
organización social y política; la vida
nómada, teniendo en cuenta la dinámica de interacción
nómade/sedentarios, y su contactos con tribus
semi-nómades (entre las cuales posiblemente se encontraban
los hebreos); su contacto con las "altas civilizaciones", y su
religión;
pudiendo rastrear a través de fuentes
autóctonas —la Biblia— y aloctonas
—fuentes
egipcias: Estela de Israel/Estela
Triunfal de Merneptah, 1220 a.C.— tanto los elementos para
visualizar la instalación de los hebreos en Palestina;
como través de fuentes autóctonas—la Biblia,
Jueces V, Cantar de Débora y Jueces I,1 y II,5—, y a
través de éstas rastrear los procesos de
aculturación cananeos en la religión hebrea. Es a
través de ella (de la religión), con su culto a la
fertilidad: Asheba – Masera, por donde nos introduciremos
en el estudio de los hebreos; su origen, su contacto con los
grandes Estados, su llegada al Canaán, su asentamiento, la
constitución de su Estado. Y a
partir de allí visualizaremos los diversos pasajes
bíblicos donde se plasmó la problemática de
una búsqueda de identidad
religiosa y nacional; el proceso de
desbaalización, los cambios sociales con respecto a la
caridad, la esclavitud, etc.;
el punto de vista historiográfico (visión
deuteronomista), de la instalación y conquista por parte
del pueblo hebreo de Palestina.
Por último nos introduciremos en la conformación de
la monarquía hebrea hasta el reino de
David.
(Del Bronce Antiguo al período del Hierro
Antiguo: Tercer Milenio al 600 a.C.).-
Según el estudio de Albright, es posible datar cada una de
las secuencias del Bronce Antiguo con la cronología de las
dinastías egipcias.
PERIODO | FECHADO (siglos) | DINASTIAS EGIPCIAS |
Bronce Antiguo I | XXXI – XXIX | Último período |
Bronce Antiguo II | XXIX – XXVI | Final del la I dinastía |
Bronce Antiguo III | XXVI – XXIII | Dinastías III a la V |
Bronce Antiguo IV (o III B) | Fase de transición hasta el siglo XXI |
Para el autor, en el denominado Bronce Antiguo I hubo
una bifurcación de la cultura
cerámica, que dividió a Palestina en
dos: norte y sur; zonas del país a ambos lados del
Jordán. En el norte se encontraron grandes cantidades de
jarras decoradas con motivos paralelos o entrecruzados (bandas de
engobe), un sitio característico es Beisán.
Casi contemporánea a la cerámica del norte es la
cerámica pintada del sur (fig. 1) . Esta se caracteriza
por un amplio uso de bandas de líneas paralelas y
onduladas, pintadas en rojo o marrón sobre toda la
superficie del recipiente, los sitios predominantes donde se
hallaron estas cerámicas son el grupo de
Tumbas de Ofel (Jerusalén), las cuevas de Gezer, la
necrópolis de ‘Ay, Jericó VI y VIII y las
sepulturas primitivas de Tell el-Nasbeh. Vasijas de todo este
período se exportaban a Egipto,
encontradas en yacimientos de los últimos tiempos
predinásticos, hacia el 3000 a.C.
Hacia el siglo XXIX, mientras en Egipto se establecía la I
Dinastía, surge en Palestina la cultura cerámica
del Bronce Antiguo II. no cabe duda alguna acerca de la
correlación de este período y la dinastía de
Menes, ya que numerosas vasijas y fragmentos de dicho
período se han hallado en las tumbas reales de la I
Dinastía en Abidos y en Saqqarah. Durante la última
parte de este período Palestina y Fenicia experimentaron
influencia egipcia, y al parecer los poderosos reyes del
período tinita extendieron su imperio hasta Asia.
En Egipto discurría la época de las tumbas de Gizeh
(III a V Dinastías, siglos XXVI-XXIII a.C.), cuando en
Palestina comienza el Bronce Antiguo III (fig. 2). En ambas
regiones se encontraron hallazgos arqueológicos
pertenecientes al otro país. Este período
representa el apogeo de la civilización del Bronce Antiguo
tanto en Palestina como en Egipto. Las ciudades de la
época estarán fortificadas, pero se
encontrarán todavía muy espaciadas unas de otras.
La cerámica es pulimentada en rojo y negro, y en el
período siguiente (el Bronce Antiguo IV —o III B),
dicho pulimentado decayó rápidamente; será
una fase suplementaria del período anterior, con una
duración apenas superior a doscientos años (siglos
XXIII – XXI a.C.). No obstante, será un
período en el que una crecida cantidad de ciudades de la
región de colinas del sur fueron ocupadas por vez primeras
durante este período. En Transjordania se da un
rápido incremento de la densidad de
población: es el período
correspondiente a la VI Dinastía y comienzos del Primer
Período Intermedio.
Palestina durante el Bronce Medio y Reciente.-
La denominada cultura del Bronce Medio (siglos XXI a XIX a.C.)
procedía de Siria. Es conocida con el nombre de
caliciforme, debido a la forma de cáliz de dicha
cerámica. Su llegada a Palestina está fechada
alrededor del siglo XXI a.C., mientras que en la Transjordania
meridional parece que jamás desplazó por completo
los tipos anteriores. "No es preciso suponer que este movimiento
cerámico estuviera ligado a un cambio de
pueblos; más bien debió tratarse de un
desplazamiento cultural asociado a la difusión de la
cultura siromesopotámica del período inmediatamente
anterior a la III Dinastía de Ur (hacia 2070-1960
a.C.)".
Fue una época turbulenta para Palestina, levantamiento de
tribus, ciudades destruidas y abandonadas, caracterizaban la
geografía
del lugar. Los documentos que
nos dejó la XII Dinastía dejan ver que a fines del
siglo XX a.C. tanto la Palestina oriental como la occidental
estaban en parte ocupadas por tribus nómadas y
seminómadas.
Estos documentos
egipcios son denominados Textos de Execración,
están sobre vasijas y estatuillas que llevan inscritos los
nombres de rebeldes de Egipto y países vecinos, que de
este modo se les creía a merced del faraón;
él cual, en caso de verse amenazado por una
rebelión, sólo tenía que romper, en el curso
de una ceremonia mágica, los objetos sobre los que estaban
los nombres y las correspondientes fórmulas, para que sus
enemigos fueran vencidos.
En relación con los hebreos, el Bronce Medio pertenece a
la época de los Patriarcas bíblicos, aunque es
díficil el fechado preciso de la emigración de
Abraham de Mesopotamia y de
la de Jacob a Egipto. Según la opinión de Albright,
el movimiento de
los terahitas desde Ur hacia Harán y hacia el oeste
debió de producirse en los siglos XX y XIX a.C., y la
emigración a Egipto debe situarse en el XVIII ó el
XVII a.C., en relación con el movimiento de los
hicsos.
En esta época Egipto dominará la Palestina
occidental, Fenicia y ciertas regiones de Siria. Biblos es uno de
los exponentes de este dominio, donde el
arte y el
artesanado fenicios estaban influidos por Egipto. Durante este
período la población de Transjordania pasó a
ser casi por entero nómada. (fig. 3)
Con la finalización de la XIII Dinastía las
provincias asiáticas se independizaron, aunque una breve
restauración del poder central
egipcio hacia 1750 a.C. ocasionó un restablecimiento
parcial de la influencia de los faraones en Biblos y,
probablemente, en otros lugares. No obstante, Egipto estaba
demasiado débil para mantener un imperio, de manera que
los semitas del noroeste, que para ese entonces ocupaban parte de
Siria y de Palestina, se vieron libres para desarrollar su
poderío
económico y militar sin intervención del exterior.
Este proceso
está testimoniado por las cartas y
tablillas halladas en Mari, en el Éufrates medio, donde se
mencionan numerosos estados y ciudades de Siria, entre ellas
Biblos y la Damascena (Apum). En Palestina sólo citan la
ciudad de Hasor, que no sólo estaba más lejos sino
que era mucho más pobre que Siria. Sin embargo, es
probable que de Palestina partieran los primeros semitas
precursores de la invasión de los hicsos, mucho antes de
acabar el siglo XVIII a.C.
Siglo XVII a.C., nuevos nubarrones asoman en el horizonte, una
gran migración
de hurritas e indoeuropeos se traslada hacia el sur. En el siglo
XV, príncipes y nobles indoeuropeos y hurritas estaban
establecidos en Palestina casi por todas partes. Para la misma
época se introdujo el carro tirado por caballos como el
más importante instrumento bélico; y, por otra
parte, comienza a desarrollarse la construcción de fortificaciones con
tierra
apisonada, de planta rectangular. Dichas fortalezas están
mencionadas por las fuentes babilónicas a principios del
siglo XVII.
Será en este siglo cuando Palestina se transforme en
centro de un imperio de los semitas del noroeste, dirigido desde
la capital de los
hicsos en Avaris. Época de gran prosperidad local; el
número de asentamientos y tumbas aumentó
constantemente.
Al finalizar la XV Dinastía (principios del siglo XVI
a.C.), el imperio hicso comienza a desmoronarse. Antes de que
terminara el reinado de Amosis I, los hicsos habían sido
expulsados de Egipto y las fortalezas meridionales de Palestina
habían sido tomadas por asalto tras una gran resistencia.
Resistencia que
se halla ilustrada por el relato egipcio del asedio de tres
años de la fortaleza de Saruhén (en el
límite del desierto meridional). Con la conquista de
Palestina por los egipcios en los reinados de Amosis I y Amenofis
I, llegamos al umbral del Bronce Reciente.
Una característica importante que se halla en el Bronce
Medio, a través de los estudios arqueológicos, es
con respecto a las fortificaciones. Las fortificaciones de Bronce
Medio II tienen una puerta fortificada, con dos o tres entradas.
Este tipo de puerta surgió en Mesopotamia. Este
tipo de puerta ha sido hallado en Siquem y Megiddo; puertas
eficaces para la defensa, estaban flanqueadas por torres y se
entraba por ellas a través de una rampa que subía
desde el valle.
Si bien, como vimos anteriormente, el Bronce Medio II fue un
período de relativa prosperidad, también fue un
período agitado. En el mismo período, Megiddo
experimentó al menos cinco destrucciones totales,
más un número no determinado de destrucciones
parciales. El país se hallaba en manos de varios jefes en
guerra
constante entre sí, los cuales rodeaban sus residencias de
fortificaciones, como los grandes muros de Siquem y Jericó
(fig. 5).
Vayamos por un momento a como se desarrollaba la vida de estos
jefes. Éstos jefes cananeos se rodeaban de parientes y
vasallos nobles; la masa de siervos semilibres debían
habitar en chozas corrientes.
Todos los palacios y casas nobles constaban de un patio y varias
habitaciones que daban a él; las de los dueños
estaban en el segundo piso.
En cuanto a los objetos de la época fueron hallados en
tumbas; sepulturas familiares en cuevas subterráneas, o
individuales que consistían en un pozo vertical que desde
la superficie llega hasta una cámara subterránea,
con la cual comunica con una puerta baja. Armas y joyas se
han encontrado en estas tumbas, así como abundante
cerámica (fig. 6). Un rasgo característico de la
cerámica del Bronce Medio II es que prácticamente
toda ella está hecha a torno, pues el
modelado a mano se limita a los tipos más baratos de
recipientes. Algunas de estas vasijas servían para
contener perfumes, y se difundieron hasta muy lejos por las rutas
comerciales.
En lo que respecta al arte del
período, los hallazgos hechos en Palestina, en Biblos y en
Fenicia han demostrado que el arte cananeo dependía
muchísimo de las fuentes de inspiración egipcias.
Si bien esto se dio con gran fuerza durante
las últimas décadas del Reino Medio de Egipto; en
la época de los hicsos la originalidad es mayor,
encontrándonos ante un arte independiente y superior, como
se plasma, por ejemplo, en estelas como la diosa serpiente de
Tell Beit Mirsim (fig. 7). Los cananeos ya sobresalían en
la fabricación de tejidos, y
teñían sus telas de lana con colores rojos o
azules con un tinte preparado a base del molusco
múrice.
Llegamos al siglo XVI, Palestina es conquistada por los egipcios,
es la época del Bronce Reciente, el cual fue dividido
en
"Bronce Reciente I A" y "Bronce Reciente II A". La
cerámica del primer subperíodo es extremadamente
homogénea, con decoración pintada en dos colores y
caracterizada por frisos divididos en paneles como si tratara de
métopas arquitectónicas (fig. 8). Estuvo muy
difundida en el litoral cananeo, donde había llegado
procedente de Chipre y de donde más tarde se
exportó a Egipto y al interior.
Por lo que respecta a la segunda fase se subdividió a su
vez en Bronce Reciente II A (siglo XIV aproximadamente) y II B
(siglo XIII aproximadamente). El primero corresponde a la
época de Tell el-Amarna y al cambio de la
dinastía XVIII a la XIX en Egipto; el segundo al reinado
de Ramsés. Presencia de cerámica micénica
hasta el 1230 a.C., aproximadamente; fecha en la que cesó
la importación de dicha cerámica (fig.
9).
Tenemos en Palestina, durante el período, una cultura
dependiente de la cananea de Fenicia y del sur de Siria; la cual
de no haber sido por la influencia que llegó del norte,
habría de perderse convirtiéndose solamente en un
reflejo de la egipcia.
Fue un período en el que Palestina estuvo bajo el cetro
egipcio, si bien existió un gran número de
rebeliones, las que provocaron un sinnúmero de
destrucciones de ciudades: Megiddo, Beisán, entre
otras.
En lo que respecta al arte de fortificar, durante el Bronce Medio
cambio poco. Pero existe un aspecto de crucial importancia: el
uso cada vez más frecuente de la escritura. Los
cananeos del Bronce Reciente estaban familiarizados, por lo
menos, con cinco escrituras:
- La cuneiforme acadia
(mesopotámica). - Los jeroglíficos egipcios.
- El alfabeto lineal.
- El alfabeto cuneiforme de Ugarit (fig.
10). - La escritura
silábica de Biblos.
No obstante la utilización de estas escrituras,
los cananeos del Bronce Reciente utilizaron frecuentemente la
escritura y lengua acadia,
tomadas de Mesopotamia en el Bronce Medio; la escritura se
realizaba en tablillas de arcilla y era cuneiforme, algunas de
las cuales han sido halladas en Tell el-Amarna, las cuales
incluyen cartas,
documentos comerciales y listas administrativas.
Los egipcios levantaron estelas y estatuas en muchas ciudades y
fortalezas de Palestina, de las cuales Beisán es
característica. La ciudad fue durante la dominación
egipcia una guarnición, y proporcionó algunos
ejemplares de estelas y documentación (figs. 11/12).
Pasemos a un punto que será crucial para el desarrollo de
la religión de los hebreos una vez establecidos en
Palestina: templos, santuarios y objetos religiosos. Se
encontraron templos en Lakis, Megiddo, Beisán, con
sucesivos estratos. La estructura de
piedra originariamente debía sostener dos o más
pisos en adobes. Estas construcciones se reflejan más
tarde en los oratorios domésticos de Beisán,
también de varios pisos.
Por otra parte, el "lugar alto" de Gézer, según
Albright, fue utilizado más bien como oratorio funerario,
más que como santuario, y las alineación de piedras
erguidas se comparan con las contemporáneas massebot del
templo de Dagón en Ugarit. Los "lugares altos" de la Edad
de Hierro, citados en la Biblia, eran también
instalaciones al aire libre, como
los "lugares altos" nabateos de Petra.
Por lo que respecta a los objetos religiosos, los grupos más
corrientes son las llamadas "placas Astarté (fig. 13);
placas de cerámica ovaladas, sobre las que se
imprimía (mediante un molde de cerámica o metal) la
imagen de la
diosa desnuda Asheba; la cabeza de la diosa se adornaba con dos
bucles en espiral, idénticos a los de la diosa egipcia
Hator. Dichas placas procedían de Mesopotamia.
La mayoría de las localidades palestinenses de este
período eran sede de jefes muy pobres, sometidos
constantemente a exacciones egipcias.
Como vimos más arriba, el arte palestino estaba
fuertemente influenciado por el egipcio, asimismo,
existía, también, una gran influencia egea, sobre
todo en cerámica. Existía, además, una
fuerte importación de Siria.
"Durante el Bronce Medio y Reciente la costa entre el monte
Casius (cerca de Antioquía, al norte de Siria) y el
extremo sur de Palestina estuvo ocupada por un pueblo de origen
mixto, que hablaba y compartía una cultura religiosa y
material, común.
En el sur de Siria y en Palestina, llegaron a alcanzar el
límite de la ocupación sedentaria. Pese a
diferencia locales, estos "cananeos" —así los
denominaban sus vecinos y ellos mismos acabaron por llamarse
así— eran tan completamente homogéneos como
los hititas a los griegos primitivos. …En ciertos aspectos, la
civilización cananea estaba bien desarrollada, mientras
que en otros era sorprendentemente tosca.
Con la llegada de los hebreos en el siglo XIII y la
invasión de los Pueblos del Mar a comienzos del XII, la
historia de la Palestina cananea llega prácticamente a su
fin, aunque los valles fluviales y las llanuras del norte de
Palestina siguieron ocupadas durante dos siglos más por
ciudades-estado cananeas. Sin embargo, los cananeos habían
agotado su energía cultural que hasta entonces les
había sostenido; tras un largo eclipse y gracias a una
nueva transfusión de sangre,
habrían de reaparecer como un nuevo pueblo lleno de
vitalidad, los fenicios, que habría de compartir con
Israel las realizaciones materiales de
la Palestina de la Edad del Hierro".
Palestina en la Edad del Hierro.
Sólo a partir del siglo XIV a.C. empezó el uso
intensivo del hierro para fabricar armas. Los
hititas monopolizaran la explotación
de este metal hasta la destrucción de su imperio, hacia el
1200 a.C.
A continuación el hierro va desplazando al cobre y al
bronce en la fabricación de utensilios y armas.
Los filisteos fueron los primeros en usar el hierro en los siglos
XII y XI y los israelitas lo adoptaron más lentamente,
entorpecidos por el monopolio
filisteos de dicho metal: "Y en toda tierra de
Israel nos se hallaba herrero; porque los filisteos habían
dicho: Para que los hebreos no hagan espadas o lanza".
La cronología de la Edad del Hierro fue gravemente
perturbada por los excavadores de Gézer y Jericó, y
más recientemente se ha visto oscurecida por cuestiones de
nomenclatura.
En cuanto a los estudios bíblicos también presentan
confusión.
Precisamente cuando se estaba fijando la cronología
cerámica, un conflicto de
nomenclatura
introdujo nueva confusión en la
arqueología de la Edad del Hierro. En 1921 las tres
escuelas oficiales de arqueología en Jerusalén
(inglesa, francesa y norteamericana), en colaboración con
el Departamento de Antigüedades, establecieron un sistema de
períodos arqueológicos en el que la Edad del Hierro
estaba clasificada de la siguiente manera:
- Hierro Antiguo (Palestinense) 1200-600
a.C. a) filisteo; b) israelita.
- Hierro Medio (Palestinense) 600-100 a.C.
a) judío; b) helenístico.
En sus primeras excavaciones el autor adoptó este sistema
oficial, subdividiéndolo en "Hierro antiguo I" (1200-900
a.C.) y "Hierro antiguo II" (900-600 a.C.); más adelante
introdujo el "Hierro antiguo III" para los períodos
babilónico y persa.
Posteriormente Clarence S. Fisher sustituyó el primitivo
sistema oficial por otro: "Hierro antiguo" (1200-900 a.C.),
"Hierro medio" (900-600 a.C.) e "Hierro reciente" (600-300 a.C.).
Consecuencia de este cambio fue que los excavadores de Megiddo,
por ejemplo, usaban la expresión "Hierro antiguo II" para
designar el período entre 1050 y 900, mientras que el
autor usaba esta misma expresión para todo el
período que media entre, aproximadamente, el 900 y el 600
a.C. Tal confusión había de resultar caótica
a no ser que los períodos fueran sustituidos por siglos.
Este fue el motivo de que el autor abandonara por completo el uso
de los términos "antiguo-medio-reciente" y los sustituyera
por los de "I-II-III":
PERIODO | CRONOLOGIA | HISTORIA BIBLICA |
Hierro I | Siglos XII-X inclusive | Jueces y Monarquía única. |
Hierro II | Siglo IX a comienzos del VI | Monarquía dividida |
Hierro III | Hacia 550-330 a.C. | Exilio y Restauración. |
Aquí ocuparemos solamente del
período del Hierro I, ya que es el correspondiente al
desarrollo del pueblo hebreo estudiado en este
trabajo.
Hierro I (siglos XII-X).- La ocupación israelita
al parecer fue lenta al principio (por ejemplo, Jericó)
pero se aceleró poco a poco (tras un importante intervalo
en Betel, pero con poco o ningún intervalo en Tell Beit
Mirsim). A fines del siglo XIII probablemente ya estaban
asentados en la región de colinas a ambos lados del
Jordán. Sin embargo no fueron capaces de atravesar las
líneas de carros cananeos para asaltar las ciudades
fuertemente fortificadas de las llanuras y valles fluviales; las
excavaciones de Megiddo y de Beisán ha indicado que esas
ciudades resistieron a los israelitas durante generaciones. Por
otra parte, la población israelita aumentaba
rápidamente en las colinas. Gracias a la rápida
expansión del arte, entonces reciente, a la construcción de cisternas revestidas con un
revoque de cal impermeable en lugar de usar como antes maga
calcárea o un revoque de arcilla calcárea, los
israelitas pudieron establecerse en cualquier lugar en que
lloviera, mientras que sus predecesores cananeos en general,
habían tenido que limitarse a ocupar lugares
próximos a manantiales o a corrientes perennes.
A comienzos del siglo XII a.C. las costas de Palestina se vieron
inundadas por una oleada de pueblos marineros procedentes de las
islas y litorales del Mediterráneo septentrional. Al
parecer toda la llanura costera de Palestina fue ocupada por los
Pueblos del Mar, entre los cuales los más conocidos son
los filisteos y los tjikal, que ocuparon la región entre
Gaza y ‘Eqrón, y la costa al sur del Carmelo,
respectivamente. Los filisteos trajeron su propia cultura, a
quienes habían conquistado, y debido a poseer la
región más rica de Palestina no tardaron en dominar
a los demás Pueblos del Mar. Hacia mediados del siglo XI
los filisteos derrotaron a los israelitas, se apoderaron del Arca
y destruyeron Silo. Pruebas de
destrucción en otras ciudades de Judá,
aproximadamente de la misma época, indican que
también devastaron buena parte de Palestina occidental,
reduciendo a servidumbre a los israelitas. Saúl
sacudió el yugo filisteo a principios de su reinado (hacia
1020 a.C.). pero a su muerte los
filisteos recuperaron el dominio del
país, que no habrían de perder hasta bien entrado
el reinado de David (hacia 900 a.C.). A partir de ese momento,
sólo desempeñaron un papel muy
secundario, especialmente comercial.
En las primeras décadas del siglo XII, en la llanura
filistea apareció un tipo de cerámica muy
característico, que siguió usándose hasta
fines del siglo XI, y después de esta fecha parece que
sólo quedaron huellas.
El
conocimiento de la prehistoria de
los filisteos bíblicos ha aumentado considerablemente
gracias a las excavaciones realizadas en 1947 en Chipre oriental.
Se halló cerámica de estilo micénico, casi
idéntica a la más antigua cerámica filistea
de Palestina. Esta cerámica chipriota se parece a la
micénica de Argos, y debió venir de Grecia. Cuando
estos pobladores, que quizás fueran pelasgos, invadieron
Palestina hacia 1175 a.C., siguieron fabricando la misma
cerámica con el nombre de filistea (fig. 14).
Exactamente antes de que los filisteos invadieran Palestina, los
cananeos habían empezado a adoptar la costumbre egipcia de
enterrar a los difuntos en ataúdes antropomorfos de
arcilla, en cuya parte superior se modelaban rasgos humanos y a
veces otros detalles. Dicho tipo de ataúdes aparecen en
diversas tumbas junto a cerámicas filisteas, de lo que
puede deducirse que es probable que la popularidad de este tipo
de enterramiento en este período se deba, al menos en
parte, a influencia filistea.
Mediante la ensambladura de pruebas
arqueológicas y literarias es posible fijar fechas con
mucha mayor precisión.
Por ejemplo, la batalla entre Baraq y Sisera’, descrita en
el triunfal Canto de Débora, se libra en "Ta’anak,
junto a las aguas de Megiddo". Al comparar los períodos
durante los cuales Megiddo y Ta’anak (a menos 10 km, al
sudeste) estuvieron ocupadas, se aprecia que la ocupación
de las dos ciudades tendía a ser complementaria pero no
simultánea. Ta’anak fue una ciudad floreciente en el
Bronce Antiguo III y IV, cuando Megiddo estaba desocupada; y,
así mismo, era la capital de una
gran ciudad-estado a mediados del siglo XV, mientras que Megiddo
era sede de una pequeña guarnición egipcia. Esta
falta absoluta de referencias a la misma Megiddo, mientras
Ta’anak se convierte en capital del distrito, hace
prácticamente evidente que Megiddo se hallaba entonces en
ruinas.
Si examinamos la arqueología del período de los
Jueces, no podemos evitar que nos sorprenda la extraordinaria
sencillez y
falta de sofisticación cultural de los siglo XII y
principios del XI.
El contraste entre los bien construidos cimientos cananeos y los
sistemas de
desagüe del siglo XIII y los toscos edificios de piedra, sin
desagües, que los sustituyen en el siglo XII, sobre todo en
Betel, es realmente notable. Esta decadencia de las artes de la
vida material obedece a dos causas. En primer lugar, las tribus
israelitas invasoras constituían una horda salvaje,
seminómada, muy diferente de otras hordas similares del
desierto a causa de la rapidez con que se asentaron. En segundo
lugar, los israelitas se hallaban en un estadio patriarcal, casi
democrático, de vida de clan, y la antigua diferencia
entre patricios y campesinos semilibres en buena parte
había sido borrada por la conquista de Canaán.
Cuando ocupaban una casa patricia cananea mantenían la
antigua planta de los cimientos con pocos cambios; pero la manera
de construir y los detalles del plan resultante
eran tan diferentes como el contenido de la casa. Ante todo, es
evidente que la familia
israelita que ocupaba la arruinada mansión solía
vivir en la planta baja en vez de reservar ésta para
almacenes y
esclavos y utilizar el piso superior como vivienda. El muro
macizo de la antigua fortaleza se dejaba en pie, aunque se
hacían algunas reparaciones; los israelitas eran hombres
libres y no podían ser obligados a realizar un trabajo
forzado.
No se han descubierto santuarios israelitas de este
período, y únicamente unos pocos amuletos. De
estos, los más interesantes son las placas de arcilla,
hechas con molde, que representan una mujer desnuda con
el abdomen distendido y convulsivamente comprimido con sus dos
manos (a punto de dar a luz). No lleva
ningún emblema de diosa, como ocurría en las placas
y figurillas cananeas, anteriores o contemporáneas.
En los santuarios cananeos de la Edad de Hierro de Beisán
había numerosísimos incensarios o floreros.
La más antigua fortificación israelita del Hierro I
que puede fecharse, es la ciudadela de Saúl en la cumbre
de Tell el-Ful, 5 km, al norte de Jerusalén (1020 –
1000 a.C.) (Fig. 15). El muro con casamata es un magnífico
ejemplo de un tipo que gozó de gran popularidad en
Palestina en los siglos XI y X, y que siguió
usándose, aunque esporádicamente, hasta la
última parte del Hierro II. Este tipo de muro
surgió en el Bronce Reciente de Asia Menor, los
hititas lo llevaron a Siria, de donde se difundió hacia el
sur en el período de transición entre el Bronce y
el Hierro. Este recurso de la casamata era un recurso ingenioso
de conseguir gran fuerza real
—aun mayor en apariencia— con el menor esfuerzo
posible. Más ingeniosa era todavía la manera de
utilizar todo el espacio posible dentro de los muros de la ciudad
para almacenamiento.
En la época de Saúl y de David, Israel era
todavía un estado agrícola y pastoril bastante
primitivo, aunque progresó mucho hacia un nivel industrial
y mercantil más complejo antes de la muerte de
David, hacia 960 a.C. hay motivos para creer que Tiro y
Sidón, que formaban el reino de Hiram (hacia 969 –
936), el amigo de David y Salomón, se estaban aprovechando
plenamente del colapso del imperio filisteo bajo los golpes de
David para extender su imperio comercial hasta el
Mediterráneo occidental.
Es probable que la expansión del imperio mercantil de
Sidón fuera repentina, en los cincuenta años que
siguieron a las grandes victorias de David sobre los filisteos
(entre 990 y 980 a.C.). Entre los hallazgos que confirman esta
teoría
se encuentra una tumba fenicia en Chipre (siglo IX a.C.).
La época de Salomón fue uno de los períodos
más florecientes de la civilización material de la
historia de Palestina.
3. Dinámica de
los movimientos migratorios entre el 3000 y el 1000 a.C.:
acadios-amorreos-arameos.
El origen.
La aparición de tribus semíticas, documentada por
la onomástica en los archivos
súmeros, data desde principios del Tercer Milenio.
Su ámbito de procedencia sería la periferia del
desierto sirio-árabigo, según las teorías
de poblamiento manejadas en los últimos años
—Postgate, Deshayes—. Éstos pueblos, en
interacción permanente, con las culturas sedentarias del
sur de Mesopotamia —Súmer y Elam— se mantienen
en estrecha relación de intercambio. Factores
climáticos de cambio en el nicho ecológico provocan
un acercamiento sostenido y cada vez mayor de los grupos
semíticos hacia los sedentarios, movidos por la necesidad
de tierras de pastoreo; éstos permiten este uso de sus
recursos
naturales a cambio de mano de obra retribuida, utilizada
tanto para el ejército como para el campo y la
construcción urbana.
La clasificación lingüística de los pueblos
semíticos reconoce dos ramas: el semítico
occidental y el semítico oriental.
El semítico oriental está integrado solamente por
el acadio, en sus distintas formas dialectales; mientras que el
semítico occidental es una amplia familia
lingüística comprendida por pueblos que actuaron en
el Próximo Oriente Medio desde el 3000 hasta los primeros
siglos del Primer Milenio a.C. Éstos son: el amorreo, el
arameo, el hebreo, el ugarítico, los dialectos
cananeos-semíticos (moabita, edomita, etc.), el fenicio y
el árabe, como así también las lenguas
hamito-semitas (egipcio, cushita, dialectos
beréberes).
El Protodinástico.
Hay que destacar la importancia de los súmeros como
fundadores de civilización en Mesopotamia al descubrir la
escritura. Las inscripciones reales más antiguas permiten
narrar la historia como historia política. El reinado
de Mebaragesi de Kish es el punto de orientación
más antiguo. Los reyes de esta dinastía llevan en
su gran mayoría nombres semitas.
La convivencia entre súmeros y semitas determinó la
historia mesopotámica hasta la desaparición del
sumerio como lengua hablada
a principios del Segundo Milenio; grupos amorreos que
interactúan con los acadios llegan a fundar
dinastías en Isin, Larsa y Babilonia.
La entrada de oleadas migratorias nómadas semitas en el
Iraq es
característica de la historia del país. Desde el
siglo XIV hay testimonios del paso de nómadas arameos en
Mesopotamia.
El acadio perduró como lengua escrita hasta la
época de Cristo (solamente en el uso diplomático).
En tiempos de la dinastía de Akad aparece citado por
primera vez un pueblo semita nómada: martu (en
súmero) o amurru (en acadio); amorreos. Siglo y medio
más tarde los martu amenazaron el reino de Ur III. En
época babilónica antigua los martu usurparon el
poder de muchos lugares de Mesopotamia.
La lengua acadia, sin embargo, era aun lo suficientemente fuerte
para asimilar a los invasores y evitó la
transformación de la lengua del país.
La oleada semítica alcanzó también la parte
occidental del Creciente Fértil.
Los acadios (Akad – fundada por Sargón), constituyen la
más antigua capa semita registrada en Mesopotamia.
Es probable que la capa acadia se trasladara del norte -Siria- al
sur, estableciéndose en la región de Diyala y en el
norte de Babilonia, con centro en Kish. Para la época
(protodinástico), Mari fue un importante centro acadio,
cuya importancia perduró hasta la época de
Hammurabi.
El asentamiento de los acadios se llevó a cabo en el
Protodinástico.
El encuentro entre sumerios y semitas provocó
préstamos recíprocos. El sumerio fue
fundamentalmente parte donante en este intercambio cultural.
Si bien pudieron existir enfrentamientos entre súmeros y
acadios, fue la oposición entre pueblos sedentarios y
nómadas lo que prevaleció. La única
solución satisfactoria del problema nómade era,
para los sedentarios, la asimilación de la tribu
nómade hostil, pues rechazarla y aislarla
únicamente era viable por cierto tiempo. Tanto los
sumerios como los semitas sedentarios intentaron resolver el
problema tomando a sueldo tropas nómades y
asignándoles territorios para establecerse.
La particular conformación geográfica de
Mesopotamia, sin barreras naturales posibilitó este flujo
permanente de pueblos y esta dinámica de relación
nómade-sedentario.
El Segundo Milenio en Siria y Palestina.
La interacción de las grandes potencias (Egipto y Hatti)
que al fundar sus imperios se disputan el ámbito de poder
sobre el corredor sirio-palestinense genera una coyuntura
política particularmente favorable a la formación
de pequeños estados independientes en la zona,
aprovechando la tensión entre estos dos grandes imperios y
los momentos de debilidad de uno u otro, aliándose en una
política estratégica ya sea a favor de un bando u
otro. En este sentido la política internacional egipcia
deja cierta autonomía a los reyes de las ciudades-estado
aliadas, los cuales deben tributar al imperio egipcio.
Las disputas entre los reyes locales, casi siempre de bandos
enfrentados, favorecen una militarización de dichas
ciudades-estado, lo que las convierten en enclaves poderosos
llegando algunas de ellas a formar reinos autónomos en los
momentos de debilidad política de los imperios; por
ejemplo, Ugarit -norte de Siria-, o los reinos de Damasco. Dichas
ciudades-estado, altamente militarizadas, utilizan tropas
nómades mercenarias, entre las que se encuentran los
llamados apiru. Esto se corresponde con el fortalecimiento de las
dinastías arameas en Siria, particularmente en Ugarit, que
cobra un importante impulso económico, aprovechando los
enfrentamientos entre Egipto, Hatti y Mitanni.
En una situación menos ventajosa se encontraba el reino de
Amurru, que durante largo tiempo fue un
estado tapón entre Egipto y Hatti. Este reino, apoyado por
los apiru, se consolida como un estado poderoso con dominio,
incluso, sobre los puertos mediterráneos, desde Biblos
hasta Ugarit. El reino de Ugarit incluso se vio obligado a
pagarles tributo.
Por su parte, los fenicios, establecidos en la costa de Siria,
fundan importantes ciudades-estado puertos: Biblos, Sidón,
Tiro, Beirut, Sumur y Acco. En general, las ciudades costeras
fenicias mantuvieron la fidelidad al faraón. Sus
príncipes, enemistados entre sí, pedían a
menudo ayuda a Egipto para combatir a sus vecinos, sobre todo al
reino de Amurru y a las temidas bandas de apiru.
También Palestina permaneció bajo el dominio
egipcio. La relación de Egipto para con esta región
se limitaba en su interés en
recaudar el tributo correspondiente, sin interferir en las luchas
internas entre estas ciudades, lo que llevó al
fortalecimiento de estas ciudades-estados.
Las fuentes documentales para el estudio de este período
están constituidas mayormente por los archivos de
el-Amarna, para lo que respecta a la relación con las
ciudades-estado palestinas y los archivos de Rash-Shamra
(hititas), para lo referente a los estados de Siria y
Ugarit.
Palestina y Siria en el siglo XIII.
Las luchas político-religiosas de fines de la XVIII
Dinastía egipcia, posibilitan un vació de poder en
la región de Palestina y Siria cuya consecuencia es la
consolidación hitita en el norte de Siria, como así
también la entrada de elementos nómades
semíticos que se establecieron en las regiones
cultivadas.
Pese a los esfuerzos egipcios de Horemheb y de los faraones de la
XIX Dinastía, el dominio egipcio en Asia no tuvo la
magnitud de los Tutmosidas. Ya Sethi I realizó
campañas contra los príncipes rebeldes de
Canaán y contra las tribus nómades shasu que
aparecen en las regiones periféricas del sur y en las
montañas, al tiempo que contiene la expansión
hitita en el norte de Siria.
La semitización de la cultura del Próximo Oriente
Medio en este período tiene una enorme expansión,
llegando incluso a influenciar, cuando no, a incidir directamente
en la cultura egipcia. La XIX Dinastía reconoce su origen
en el dios Seth, según manifiesta la Estela del Año
400. Este reconocimiento e identificación con un dios que
representa el desierto, y que no es precisamente uno de los
dioses hegemónicos del panteón egipcio, por el
contrario, se lo asocia con el adversario, el opositor, el
nómade, el asiático, es un síntoma
excepcional de un cambio de mentalidad en la cultura egipcia que
está delatando profundos cambios demográficos de
influencia asiática. La representación del dios
Seth en esta Estela del Año 400, incluso abandona las
formas tradicionales de dicho dios en el panteón egipcio
para representarlo con formas asiáticas, a saber: se lo
representa como una figura dotada de un largo rabo y con barba,
formas ajenas a la cultura egipcia, más cercanas a las
características de El, el dios semita del principio activo
masculino.
Las campañas de Sethi I en Palestina, documentadas en las
inscripciones del templo de Amón en Karnak y en las
estelas triunfales de Betshan, dan un panorama claro de la
situación política de la región. En la
llamada estela grande de Betshan se menciona la
insurrección del príncipe de Hamat que se alza
contra Sethi con la ayuda de nómades. La estela menor
conmemora la victoria sobre los apiru que se habían hecho
fuertes en los montes de Galilea, donde amenazaban a la
población local. Esto nos muestra la
incursión de grupos nómades en Galilea que
podrían considerarse precursores de las tribus israelitas
de la Palestina septentrional, hechos documentados en las listas
topográficas de Sethi, donde se menciona por primera vez a
la tribu Aser, nombre que se aplica, posteriormente, a una de las
doce tribus de Israel.
Ramsés II sucede a Sethi I, en este período se
agudiza la lucha por la supremacía de Siria entre Egipto y
Hatti. Ramsés emprendió una campaña en la
costa fenicia, con Amurru de su parte, hecho que marcará
el preludio de la lucha por Kadesh. El fracaso de Egipto en la
lucha por Kadesh hizo tambalear su poder en Palestina, donde se
suceden numerosas insurrecciones que el faraón
deberá aplacar. Emprendió una expedición
contra Moab, donde se apoderó de ciudades y fortalezas.
Por primera vez se menciona en los relieves una campaña
egipcia en aquellos lejanos territorios.
La fuente más importante para el período es el
papiro de Anastasi I, en el cual se describe la situación
y las características naturales y humanas del país.
Por otra parte, describe las dificultades a las que se
tenía que enfrentar el gobierno egipcio
y la inseguridad de
las montañas, debida a las bandas de los shasu, entre las
que probablemente, como se menciona más arriba, se
incluían las tribus de Israel, que por aquel entonces
comenzaban a asentarse en el territorio. Bajo este aspecto es
interesante la mención de una hazaña del jefe de la
tribu de Aser (isr), que es seguramente la tribu israelita de
Aser, que recuerda las proezas heroicas contenidas en el Libro de los
Jueces bíblico.
Las acciones
bélicas entre Egipto y Hatti, concluyeron con un tratado
de paz y no agresión, reforzado mediante el matrimonio
diplomático del faraón con una hija del rey hitita.
En el tratado no se menciona el límite norte entre las dos
potencias; pero puede cotejarse con la Biblia. La frontera estaba
marcada al norte de Biblos, lo que dejaba a Damasco bajo el
dominio egipcio y a Amurru bajo el hitita, que según
datos de la
Biblia se extendía desde el Líbano hasta el
Éufrates.
Siria y Palestina se mantendrán bajo el dominio de las
potencias durante el reinado de Merenptah y del rey hitita
Tukhaliya, y los lazos que unían a estos dos imperios se
estrecharon con la llegada de los Pueblos del Mar.
La Estela de Israel es la primer fuente extra bíblica que
menciona a los hebreos con una aparición histórica
concreta, datable. Allí se hace una lista de enemigos de
Egipto vencidos por Merenptah, en la que se mencionan
Canaán, Ascalón, Yenoam, entre otros pueblos. Dice
la fuente: "Israel está asolado, su cimiente no
existe…". Lo interesante de esta fuente, más allá
de la mención explícita de Israel, que por primera
vez aparece mencionada en un documento escrito, es que,
según la mecánica de la lengua egipcia cada uno de
estos pueblos aparecen citados con el determinativo
geográfico y su correspondiente jeroglífico que
caracteriza sus rasgos esenciales. Así pues al nombre
Ascalón, le sigue el determinativo ciudad, Gezer es
seguido del determinativo lugar montañoso, Israel es
seguido del determinativo gente del desierto, representado en la
escritura jeroglífica por la figura de un hombre y una
mujer. Esto nos
indica claramente que estos pueblos de Israel no estaban
sedentarizados, que eran seminómades y que todavía
no podemos hablar de un territorio o un reino hebreo, elemento
que hecha por tierra las pretensiones de una temprana
historicidad territorial de Israel, como se observa en el Libro
de Jueces y casi en toda la tradición deuteronomista.
El fin XIX Dinastía nos muestra un
período de caos en el estado
egipcio. El apoderamiento del trono por parte de Khusán
Risathaim, proveniente de Siria septentrional, se relaciona con
la historia de los hebreos durante la época de los
Jueces.
La situación conflictiva que inaugura la llegada de los
Pueblos del Norte y del Mar hacia el –1200, será
otros de los factores que contribuyan a la debacle
político egipcio de fines del Segundo Milenio y que
colabora para la autonomía de los nómades semitas y
su fortalecimiento político-militar en la región.
Esta irrupción catastrófica cambia el mapa del
Próximo Oriente Medio: los filisteos —de los cuales
se ignora su procedencia, pero que se supone que han estado en
estrecho contacto con los indoeuropeos del Egeo, dado el dominio
de la metalurgia del
hierro y la utilización del carro y el caballo en la
tecnología
militar— se instalan en la franja costera de Palestina
fundando poderosas ciudades-Estado que se organizan,
interactuando, como una confederación (la
Pentápolis filistea de Ascalón, Ashot, Gaza,
Ecrón, Gazer). Hacia oriente, los reinos cananeos de
Amón, Edón y Moab, como así también
las ciudades-Estado cananeas (de entre las cuales es de capital
importancia la ciudad jebusea de Jerusalén) configuran un
mapa político heterogéneo con el cual las tribus
hebreas deberán interactuar, a veces violentamente, otras
en convivencia pacífica y con préstamos culturales
continuos en su proceso de instalación en
Palestina.
4. Establecimiento de
los hebreos en Palestina.
La visión tradicional de la llegada de las tribus
hebreas a Palestina esta descrita en el Libro de Jueces.
Allí se detalla la lucha contra los pueblos sedentarios
establecidos en el valle del Jordán, las
características de esta lucha, el imperativo religioso y
el apoyo divino a favor del pueblo "elegido", como así
también una severa prescripción de usos y
costumbres para evitar cualquier posible contaminación cultural de las tribus
hebreas por parte de las culturas urbanas de Canaán.
La instalación, en esta vertiente, sería un mandato
de Yavhé a su pueblo y dicha instalación
necesariamente implicaría el exterminio total
—herem— de los habitantes precedentes y la
destrucción de su cultura material y religiosa. En Jueces
I, se ve que por mandato de Jehová, la tribu de
Judá tiene la misión de
emprender la conquista de Canaán, vemos allí como
esta conquista se hace con el apoyo militar de la tribu de
Simeón y como el cronista nos relata la derrota del
cananeo Adoni-Bezec y de los fereceos. De la fuente deducimos que
esta conquista no la realizan las doce tribus unificadas, sino
que solamente algunas emprenden la conquista de
Canaán.
En Jueces I, 8 se relata la conquista de Jerusalén y
Ebrón. Jerusalén es tomada de una sola vez y sus
habitantes son aniquilados: "Y combatieron los hijos de
Judá a Jerusalén y la tomaron, y pasaron a sus
habitantes a filo de espada y pusieron fuego a la ciudad".
En Jueces IV se relata la derrota de Sisara en manos de Barac,
con una coalición de 10.000 hombres de la tribu de Neftali
y de la de Zabulón. Esta victoria había sido
profetizada a Barac por la jueza Deborá. Barac derrota al
ejército de Sisara, observamos allí una minuciosa
descripción de la tecnología militar de
dicho ejército en la que aparecen carros herrados, y una
ostensible supremacía cananea, sin embargo, Barac derrota
el ejército de Sisara, pasando al herem a todos sus
hombres "Barac siguió los carros y el ejército
hasta Haroset-Goim, y todo el ejército de Sisara
cayó a filo de espada, hasta no quedar ni uno".
Podríamos continuar rastreando el relato de los distintos
enfrentamientos entre hebreos y cananeos, encontrando en ellos el
mismo denominador común en el narrador de Jueces: la
conquista se da por completo en un determinado momento
histórico, es una conquista total, se extermina a todos
los habitantes y se destruye todo vestigio de su
civilización material.
El Cantar de Débora en el capítulo V del Libro de
Jueces, relata en forma completa este proceso de conquista y las
características del mismo. Enumera las tribus que
participan en la conquista: Abinoam, Efraín, Amalec,
Benjamín, Maquir, Zabulón, Isacar. No acuden a la
conquista las tribus de: Rubén, Galaad, Dan, Aser. "Entre
las familias de Rubén, hubo grandes resoluciones del
corazón. ¿Por qué te quedaste
en los rediles, para oír los balidos de los
rebaños? Entre las familias de Rubén hubo grandes
propósitos del corazón.
Galaad se quedó al otro lado del Jordán; y Dan,
¿por qué se estuvo junto a las naves? Se mantuvo
Aser en la ribera del mar, y se quedó en sus
puertos…".
Así se ve como el narrador de Jueces nos presenta la
conquista de Palestina por parte de las tribus hebreas,
observamos, claramente, que las doce tribus no acuden al
llamamiento de Débora para la conquista, Rubén se
queda en la región montañosa del norte, Galaad, en
la región de Transjordania, y Dan y Aser en la costa. Es
claro que cada una de estas tribus responde a su situación
política local y que no tenían necesidad alguna de
conquista territorial, particularmente los asentamientos costeros
que gozaban de una situación económica privilegiada
debido a los contactos comerciales con el mundo
mediterráneo. Esto pondría en tela de juicio la
unidad político-religiosa de las tribus y marcaría
un contraste evidente con otros pasajes bíblicos, en
particular, los de la tradición deuteronomista, que nos
presentan una visión más historiográfica de
la conquista en la cual la intencionalidad del autor se hace
manifiesta. Estas dos vertientes bíblicas puestas en
contraste con estudios contemporáneos sobre las
características de la instalación en Palestina
manifiestan discrepancias notorias. La exégesis
bíblica deja claras evidencias de un proceso de
aculturación mucho más prolongado y nunca
definitivo, con marchas y contramarchas que están marcando
momentos de alzas políticas
y de decadencia por parte de las tribus de Israel. Así
pues, vemos como en los estudios realizados por Abraham
Rosenvasser, particularmente en Egipto y Palestina en la
Antigüedad, Yavhé y el monoteísmo hebreo, y en
especial, Yavhé en Jerusalén, el historiador nos
señala estos préstamos culturales y su
proyección en la evolución y desarrollo de la
religión hebrea. Por otra parte, una revisión de
las más modernas teorías
sobre poblamiento (Postgate, Deshayes, Rowton, Finkelstein), nos
presentan un plano más claro y completo de esta
interacción nómades-sedentarios, de los
móviles económicos y de las determinantes
demográficos, como así también del impacto
climático que modificó el equilibrio de
la situación nómades-sedentarios en Siria-Palestina
hacia fines de la Edad del Bronce.
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