El nuevo siglo en nuestra región ha comenzado
reafirmando el consenso respecto a la importancia y a la urgencia
de mejorar la calidad y la
equidad de la educación a nivel
regional, temas que las reformas educativas de las últimas
décadas no han podido resolver de manera
satisfactoria.
Asimismo el desarrollo
científico ocurrido en el siglo pasado ha tenido y promete
seguir teniendo una influencia en temas de gran importancia para
la humanidad, como la salud, la alimentación, los
recursos
energéticos, la conservación del medio
ambiente, el transporte,
las comunicaciones
y las tecnologías de la información así como en otras
condiciones que influyen sobre la calidad de
vida del ser humano. No obstante, no se pueden ocultar los
riesgos
existentes a la hora de decidir las aplicaciones del progreso
científico ni el papel de
instrumento de opresión que sus aplicaciones pueden jugar
en determinadas situaciones.
Consideraciones como las anteriores nos han llevado a
evidenciar la necesidad de un nuevo contrato entre
Ciencia y
Sociedad; de
manera que el progreso científico se oriente hacia la
resolución de los grandes problemas que
sufre la humanidad lo que implica el compromiso de todos y cada
unos de los sectores y actores de la sociedad.
La nueva relación Ciencia
/Sociedad sólo podrá existir si todos los
ciudadanos y ciudadanas poseen una formación y cultura
científica que les permita comprender y administrar la
vida cotidiana, enfrentar e integrarse de manera crítica y
autónoma a ella y ser capaces de tomar
decisiones.
Dado los cambios ocurridos en nuestras sociedades y
el papel de
la ciencia y
la tecnología como elementos
estratégicos, la cultura
científica de las personas aparece como algo
imprescindible.
El vertiginoso avance científico ha traído
como consecuencia un aumento de la brecha existente entre quienes
poseen el conocimiento
científico y el resto de la población.
La cultura científica se debería adquirir
en la educación de base, en el marco de una
educación
para todos, que contribuya en la formación de los alumnos
– futuros ciudadanos y ciudadanas – para que sepan
desenvolverse en un mundo impregnado por los avances
científicos y tecnológicos, para que sean capaces
de adoptar actitudes
responsables, tomar decisiones fundamentadas y resolver los
problemas
cotidianos. Esta cultura científica se logrará a
través de una nueva enseñanza de las ciencias, que
se oriente hacia una ciencia para la vida y para el ciudadano,
superando así el tradicional enciclopedismo de los
programas
actuales.
Por otro lado nuestra región presenta un desarrollo
científico heterogéneo y precario, por lo tanto una
buena educación científica de base
contribuirá no sólo a desarrollar capacidades
científicas sino también a mejorar la actitud y a
aumentar el interés de
los niños y
jóvenes hacia la ciencia,
así como el gusto por su aprendizaje
logrando que en el futuro la región no solamente tenga
ciudadanas y ciudadanos educados científicamente sino
también mas y mejores científicos.
En procesos de
reformas educativas que se dan en escenarios fuertemente impactos
por la ciencia y la tecnología se deben
insertar los cambios en la enseñanza de las ciencias.
Esta región se caracterizó por un inicio
tardío, en los sistemas
educativos formales, de la enseñanza de las ciencias,
muchas veces luego de la etapa obligatoria. Fácilmente,
entonces, se puede deducir que esta enseñanza de las
ciencias estaba basada en la creencia que los conocimientos
científicos no debían formar parte del bagaje
conceptual, necesario para afrontar la vida ciudadana.
Lo anteriormente expuesto nos ha llevado a la necesidad
de replantear con urgencia la enseñanza de las ciencias de
la naturaleza
desde las edades más tempranas, para que todos tengan las
mismas posibilidades de acceder a una formación – cultura
científica, y finalizar así conque la misma sea un
privilegio de quienes acceden a la educación post
básica, pues esto significa continuar reproduciendo
profundas situaciones de inequidad.
En la actualidad las nuevas propuestas curriculares
muestran una mayor preocupación por el área,
ciencias
naturales, ciencias de la vida, ciencia y
tecnología, educación para el trabajo u
otras denominaciones según los países. Este
cambio se debe
a algunas razones fundamentales, entre las podemos citar: una
mayor presión
por la mala formación científica de ingreso de los
estudiantes en las carreras científicas universitarias, lo
que trajo como consecuencia una mayor preocupación por los
malos aprendizajes de los conocimientos científicos; y una
nueva visión de los requerimientos necesarios para una
vida ciudadana plena y de acuerdo a las exigencias de la sociedad
contemporánea, lo que trae como consecuencia una
reconceptualización de la alfabetización
científica.
En casi todos los países de la región se
observa la inclusión del área ciencias de la
naturaleza a
edades más tempranas.
Pero evidentemente no sólo se debe reivindicar la
presencia del área ciencias de la naturaleza, sino que
esta presencia debe estar íntimamente ligada a la
necesidad de replantear con urgencia la enseñanza de las
ciencias de la naturaleza.
Este replanteo significa contestar y actuar en función de
las siguientes interrogantes
- ¿Para qué enseñamos ciencias en
las diferentes edades? - ¿Qué ciencia enseñamos y
cómo la enseñamos?
Estas viejas y tradicionales preguntas requieren, no
obstante, de respuestas nuevas, innovadoras y creativas, para
poder cumplir
con los propósitos antes expuestos: ubicar la
educación científica en los nuevos escenarios
socioculturales de la región y de los alumnos.
En esta búsqueda de nuevas respuestas uno de los
mayores problemas que se presenta es en el momento de analizar el
Que, ya que hay dificultades para superar el peso enciclopedista
y conceptual, así como la estructuración
exclusivamente realizada sobre la base de la lógica
de la asignatura.
Se ha presentado una tensión de difícil
resolución y que podemos enunciarla como la
contradicción entre la acumulación acelerada de los
descubrimientos científicos, innovaciones
tecnológicas, y la educación científica que
tiene límites
impuestos por
los propios sistemas
educativos. No es posible ensanchar los currículos de
manera permanente, ni por otra parte dejar de lado avances
científicos que pueden tener importantes implicaciones
sociales. Ello implica que en nuestros días, los criterios
de selección
de los contenidos deben estar basados en la pertinencia, en la
utilidad, en
la significación social y personal de esos
contenidos, en las implicaciones sociales que los mismos puedan
tener, en la proximidad con los intereses de los alumnos y de sus
comunidades, en las posibilidades que tengan de promover actitudes
propias del trabajo científico y actitudes motivadoras
hacia las ciencias. Queremos significar con ello que deben
cambiar los contenidos, destacando que ningún contenido
tiene valor en
sí mismo sino en función de
lo que aporta a la formación integral de los adolescentes y
jóvenes, a la formación para la vida, para la
ciudadanía, para la convivencia pacífica, tolerante
y solidaria.
En educación muchos han sido los esfuerzos por
crear y promover programas,
proyectos y
acciones que
involucren innovaciones y cambios en distintas dimensiones, tales
como la gestión, los contenidos, los materiales y
que de una u otra forma tendieran a dar respuestas al
desafió de calidad/
equidad.
Muchos de ellos, no obstante, han olvidado que mejorar
la calidad de la educación pasa por profundos cambios en
los procesos
pedagógicos en el aula, y por lo tanto, en la
formación de los docentes y en las maneras como
éstos encaran el desarrollo de su labor en el centro
educativo.
La concepción de la enseñanza y del
aprendizaje ha
sufrido cambios significativos con importantes consecuencias
sobre la manera de entender cómo los estudiantes aprenden
y por lo tanto cómo se debe enseñar.
Las teorías
constructivistas sobre el aprendizaje y
por lo tanto sobre la enseñanza han impregnado la
mayoría de las investigaciones y
de las innovaciones en educación y la mayoría de
los docentes se han visto en la necesidad de incorporarlas a su
quehacer cotidiano.
Así el papel del docente, que hasta hace poco
tiempo se
reducía, en la mayoría de los casos, a impartir
clases, debió ser sustituido por la concepción que
la labor docente implica la asociación a tareas de
innovación e investigación.
Del mismo modo las tareas tradicionales de los docentes
se han diversificado, ya que cada vez más los profesores
deben prestar atención a niños,
adolescentes y
jóvenes con historias, trayectorias, situaciones,
capacidades y expectativas muy distintas
Este trabajo, que con tanto gusto estoy prologando,
presenta en primer término un pertinente análisis de las adquisiciones de los
estudiantes en el área ciencias, para la
región.
Nos muestra algunos
de los aportes más significativos de las últimas
investigaciones que enfatizan que mejorar los
aprendizajes implica cambiar significativamente los contextos
donde se da este aprendizaje así como el clima en el cual
se desarrolla y la necesidad de un ambiente
favorable al proceso de
enseñanza – aprendizaje.
No elude la difícil tensión que se ha
presentado en los últimos años entre las
áreas integradas o coordinadas, entre lo disciplinar y lo
interdisciplinar.
Los siguientes capítulos son una
invitación a la reflexión acerca de los retos de la
enseñanza de las ciencias en los nuevos escenarios; una
muy acertada discusión acerca de la
motivación e intereses cognoscitivos por las ciencias
para concluir con la presentación de una propuesta
innovadora tendiente a promover el desarrollo de los adolescentes
y jóvenes
A lo largo del documento se evidencia que toda
opción docente requiere de una toma de posición
fundamentada, superando así la aplicación de modas
o modelos, que
muchas veces poco tienen que ver con la realidad, los intereses y
las posibilidades de los actores del proceso de
aprendizaje
Además quisiera destacar que este documento va
más allá de un análisis de los temas tratados,
presenta una muy importante búsqueda de nuevas
metodologías para posibilitar que los alumnos,
interactuando con sus pares sean los protagonistas en la construcción y apropiación del
conocimiento.
Un conocimiento
que sin descuidar los contenidos conceptuales, pone
énfasis en los contenidos procedimentales, actitudinales,
valóricos y axiológicos. Alcanzar estos contenidos
impone la búsqueda de metodologías distintas a las
tradicionales, que coloquen a los alumnos, no sólo en
condiciones de aprenden a conocer, sino y además, aprender
a hacer, aprender a ser, aprender a emprender y aprender a vivir
juntos y a convivir. Este desafío implica por un lado
replantearse qué contenidos se transformarán en
objeto de enseñanza y de aprendizaje, y por otro,
cómo nosotros grupo de
docentes, vamos a facilitar realmente y significativamente la
construcción y apropiación de
éstos conocimientos. Por lo tanto deben cambiar
también, los espacios y los ámbitos facilitados por
los docentes para que todos los alumnos y cada uno de ellos
accedan a estas formaciones.
Por todo lo que antecede me ha sido muy grato descubrir
este significativo documento, pues él concreta y nos
evidencia posibles formas de viabilizar los cambios necesarios
para mejorar los aprendizajes en ciencias de los alumnos. Se
transformará en un aporte iluminador y orientador en esa
búsqueda de nuevas maneras de enseñar ciencias para
asegurar adquisiciones de calidad, y su lectura nos
conduce a un cuestionamiento de las prácticas que
habitualmente se desarrollan en nuestras aulas.
Nos parece importante destacar la calidad del documento
elaborado así como la decisión de su
publicación, ya que acerca a la reflexión elementos
que surgen de la propia práctica, que favorecerán
la discusión y porque además es una
invitación a otros docentes para que hagan conocer sus
experiencias de innovación.
Sólo así se puede alimentar el
intercambio, enriquecer el trabajo de
grupos de
docentes con el trabajo de otros docentes, crecer cada uno y
crecer todos juntos, y no detener nunca esa necesidad de crecer,
de buscar, encontrar y volver a buscar, pues sólo
así estaremos preparados para guiar y contribuir al
crecimiento y al desarrollo de nuestros alumnos y alumnas,
únicos destinatarios de todos estos esfuerzos.
Dr. José Zilberstein Toruncha.