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Globalización (página 2)




Enviado por mario



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Los conceptos son concretos también, en el
sentido de que pueden poseer diferente contenido, en dependencia
del cambio de las
conexiones y relaciones del fenómeno dado, respecto a
otros fenómenos. Por ello, el concepto aplicado a cada
unidad dada, cuyas propiedades generales y esenciales refleja,
descubre toda la riqueza de su contenido concreto. Este principio
es particularmente importante para la explicación del
fenómeno de la globalización cultural, debido a que
el pensamiento
también es la capacidad de construir y reconstruir
activamente esquemas de acción exterior conforme a
cualquier nueva coincidencia de circunstancias.

Génesis del
concepto cultura: de
Marco Tulio Cicerón a Johan Goofried Von
Herder

A los efectos de avanzar en la concreción del
concepto globalización cultural resulta conveniente situar
históricamente el concepto cultura, el
cual tiene un profundo carácter
histórico, debido a que los intentos de penetrar su
esencia acompañan al hombre desde
la aparición del pensamiento
científico. Su formación está ligada a las
distintas etapas del desarrollo
social, siendo enriquecido por la acumulación de
conocimientos acerca de la relación hombre-hombre
y hombre-naturaleza.

La palabra cultura aparece por primera vez como
término teórico en la obra Disputas tusculanas (45
años ANE) del orador y filósofo Marco Tulio
Cicerón. Etimológicamente, antes había
estado ligada
a la palabra cultivar y se había empleado solo como
término agrotécnico, vinculado al cultivo de
la tierra. Es
Cicerón quien por primera vez utiliza este término
en sentido figurado relacionándolo con la razón
humana. Al concebir la Filosofía como ciencia y
continuar la tradición de Sócrates,
Cicerón examina los modos en que la Filosofía
influye sobre la vida del hombre, formulando su tesis acerca
de que "la Filosofía es cultura de la
razón"
. De esta manera introduce el término
cultura relacionada con el
conocimiento filosófico, así comienza la larga
historia de del
concepto cultura.

Hacia 1684 el filósofo y educador alemán
Samuel Pufendorf en su obra Acerca del derecho
natural caracteriza a la cultura como algo creado por
el hombre,
destacando la cultura como algo positivo que eleva al hombre y
que es resultado de su propia actividad y complemento de su
naturaleza interna y externa. La etapa siguiente en la
formación del término cultura está asociada
a la actividad del destacado filósofo Johan Goofried Von
Herder, quien mediante su obra Filosofía de la historia humana (17784-1791)
realiza un intento de esbozar el camino recorrido por la
humanidad, fundamentando la idea de progreso.

Este análisis le permitió a Herder llamar
cultura a aquello que cohesiona a la gente en un todo y que se
manifiesta también como resultado y estimulo del desarrollo
social. El resultado ha sido que las ideas de Cicerón
y Herder forman parte del núcleo teórico de la
concepción humanista de la cultura desde entonces,
penetrando los sistemas
filosóficos de los predecesores directos del marxismo y
sirviendo de premisa y punto de partida para la formación
del concepto marxista de cultura.

Perspectiva
histórica de la globalización

Una vez situado el término cultura en lo relativo
a sus antecedentes, resulta provechoso observar la perspectiva
histórica del fenómeno de la globalización,
tomando en consideración que el proceso de integración funcional de actividades
dispersas de la sociedad global
se acelera con el surgimiento y evolución de las relaciones capitalistas de
producción. En el comportamiento
de esta dinámica incidieron múltiples
factores, destacándose los procesos de
acumulación que dieron lugar al desarrollo de ese modo de
producción durante los siglos XV y
XVI.

Parafraseando a Marx según
su análisis en el Manifiesto Comunista se
podría indicar: que un lugar de particular importancia en
el desarrollo de una sinergia
global, lo desempeñó la formación y
desarrollo del mercado mundial,
mediante el cual la producción y el consumo de
todos los países tiende a asumir un carácter
cosmopolita. En este contexto los resultados han sido variados,
siendo notorio la sustitución de industrias cuya
introducción se transforma en
cuestión vital para todas las naciones civilizadas, y que
ya no emplean materias primas de un sólo país,
sino, trasladadas de las más lejanas regiones del mundo, y
cuyos productos no
sólo se consumen en el propio país, sino en todas
las partes del globo terrestre.

De lo expresado se puede apuntar que los aspectos
culturales han acompañado simultáneamente los
procesos
políticos, económicos y militares. Por lo que la
reflexión sobre la dimensión social y cultural de
la globalización está profundamente vinculada con
una mayor composición orgánica y técnica del
capital, con
una mayor intensificación de las relaciones sociales de
producción y con el avance del colonialismo, los cuales,
en su conjunto han puesto en contacto las más diversas
costumbres de vida y de solución de los problemas de
existencia humana.

Se puede indicar que el contenido social y cultural como
proceso, que remite a la dinámica de la globalización son
aspectos que han estado
presentes a lo largo de la historia de la humanidad, y
particularmente, su mayor omnipresencia ha estado asociado a las
relaciones capitalistas de producción. Hace 153
años Marx y Engels
(marzo de 1848), refiriéndose a los aspectos
señalados expresaron:

"En lugar de las antiguas necesidades, satisfechas
con productos
nacionales surgen nuevas, que reclaman para su
satisfacción productos de los más apartados y de
los climas más diversos. En lugar del antiguo aislamiento
de regiones y naciones que se bastaban asímismas, se
establece un intercambio universal, una interdependencia
universal de las naciones. Y esto se refiere tanto a la
producción material como a la intelectual. La
producción intelectual de una nación
se convierte en patrimonio
común de todas. La estrechez y el exclusivismo nacionales
resultan de día en día más imposibles; de
las numerosas literaturas nacionales y locales se forma una
literatura
universal"

Lo planteado permite observar que el proceso de
universalización de las relaciones sociales de
producción material e intelectual, es un fenómeno
que tiene una socialización intensiva o unidad de lo
diverso con el devenir de las relaciones capitalistas de
producción, debido a la vocación universal del
capital, lo
cual está ligado también a la cultura de consumo que
promueve y a los modelos de
desarrollo que estimula, acelerando el proceso de "socialización del sistema". Tal
proceso por su naturaleza y sus mayores alcances es reconocido a
fines del siglo XX, casi unánimemente por sus analistas
como GLOBALIZACION.

El concepto de globalización en su
carácter general se presenta con un carácter
ambiguo, al admitir distintos contenidos. Ello es
manifestación de que este proceso es una tendencia
histórica resultante de diversos procesos sociales de
alcance mundial, que apuntan hacia una sinergia
global interconectando diferentes regiones y países, en
virtud de múltiples y complejas interrelaciones,
incluyendo no sólo el aspecto económico, sino
también social, político, ideológico y
cultural. Como tendencia este proceso produce interconexiones de
organizaciones
sociales geográficamente distantes entre sí e
intensifica interconexiones preexistentes

. Por consiguiente, la globalización en su
aspecto social conduce a una reorganización del espacio
geográfico, al viabilizar una creciente interacción
e interdependencia de las distintas unidades constitutivas del
sistema mundial,
lo cual lleva a modificar los ámbitos de acción de
sus actores, adquiriendo matices heterogéneos en
correspondencia con las interrelaciones que se
producen.

A nivel esencial la globalización es un proceso
objetivo, resultado del desarrollo de las fuerzas productivas y
de la cada vez más desplegada intensificación de
las relaciones sociales de producción a lo largo y ancho
del escenario mundial intervinculando localidades distintas y
distantes, en un mundo heterogéneo en lo económico,
social, cultural, demográfico, político e
histórico. Esta heterogeneidad, integra a la
globalización de una naturaleza compleja y
multifacética, tanto por los ámbitos diferentes de
la vida social en que se desenvuelve, como por sus impactos, los
cuales, también son heterogéneos en su perspectiva
socio-clasista y en sus efectos, sobre las diferentes regiones,
países y clases
sociales.

A partir de la idea anterior y atendiendo a los
contenidos diferentes que se le asignan al proceso de
globalización es posible identificar "procesos
globalizadores o globalizantes",
como un conjunto de
fenómenos en plural

. Partiendo de ello en este artículo se utiliza
la dimensión de globalización cultural
refiriéndose a esta como lo concreto, es decir como un
fenómeno que sintetiza distintos aspectos de la realidad
social, en lo que es conveniente apuntar que tal
concepción, no debe valorarse como equivalente de que las
características de este proceso son
homogéneas a lo largo y ancho del escenario
mundial.

Criterios en torno a la dimensión cultural de la
globalización

En su acepción cultural la globalización
es conceptualizada de distintas maneras, de un parte, existen
autores que la definen como: "la fase actual de la modernidad
entendida como un intento de unificar los imaginarios culturales
mundiales, que se diferencia de la anterior por la existencia de
múltiples actores".

Este concepto sugiere que la globalización en lo
cultural tiene como centro a la modernidad, la
cual en la teoría
es entendida de diversas formas. Por un lado, se le alude como
una noción de progreso, sin embargo por otra parte, es
interpretada como una visión totalizadora de la realidad;
como un fenómeno que no comporta un conjunto de valores o
intereses en si misma, y que se conforma por medio de la matriz del
poder y las
estructuras
del sistema de clases donde está enraizada.

Esta concepción vista de manera unilateral tiende
a mutilar el carácter objetivo de la globalización
en su aspecto cultural, debido a que se tiende a concebir
sólo el carácter impositivo con que ha actuado la
modernidad desde la lógica
dominante de los centros de poder. A
nuestro entender, es de particular importancia para el
análisis de la dimensión cultural de la
globalización reconocer que "el papel
histórico progresivo del capitalismo
puede resumirse en dos breves tesis: aumento
de las fuerzas productivas del trabajo social y
socialización de este".

Marx como resultado de su minucioso estudio del capitalismo,
al referirse al proceso de socialización que crea destaca
que: "El período burgués de la historia esta
llamado a sentar las bases materiales de
un nuevo mundo: a desarrollar, por un lado, el intercambio
universal, basado en la mutua dependencia del género
humano, y de otro, desarrollar las fuerzas productivas del hombre
y transformar la producción material en un dominio
científico sobre las fuerzas de la naturaleza"

En otra dimensión del análisis se presenta
a la globalización cultural como "el pasaje de identidades
culturales tradicionales y modernas, de base territorial, a otras
modernas y posmodernas, de carácter
transterritorial".

Aquí subyace el fenómeno de la modernidad
y de la posmodernidad,
sin embargo, esta concepción avanza en el reconocimiento
de los aspectos del pasado y el presente, haciendo énfasis
en los cambios orgánicos que se producen, los cuales
tienen como centro la construcción de identidades
culturales.

También se destaca en un plano más
general, la concepción de globalización entendida
por algunos analistas como: la vocación homogeneizadora en
lo económico, político y cultural, haciendo
referencia al contexto en que ejercen un poder absoluto los
actores transnacionales y la presencia de tendencias
centrípetas que dominan y diseñan el eje del
escenario en que se mueve la sociedad global. Este plano de
movimiento de
la globalización, es lo que se conoce como
globalización versus cultura.

Funciones claves de la cultura

Con el análisis anterior se intenta llamar la
atención en lo que respecta a lo
siguiente: si sólo se observa la dimensión
cultural de la globalización vinculada al criterio del
carácter dominante que han ejercido los centros de poder
imponiendo su cultura al resto del mundo, se reconoce
únicamente el carácter hegemónico del
proceso, lo cual, es dañino para el diseño
de políticas de desarrollo sostenible, particularmente
desde la perspectiva de los países subdesarrollados. Por
ello este análisis propone que la dimensión
cultural de la globalización supere la simple
visión de concebir sólo el aspecto
fenoménico del proceso trascendiendo a los aspectos
esenciales del mismo.

En un primer orden, es necesario partir del
carácter genérico del concepto cultura, entendida
dentro de sus múltiples acepciones como un proceso en el
desarrollo histórico de la sociedad y donde se entroncan
las riquezas humanas y los valores
aportados por generaciones a través de distintas
épocas, pueblos, naciones, continentes, dados en
expresiones que ilustran diversidades y especificidades donde se
funde lo común con lo distintivo

Por consiguiente, la cultura es un complejo sistema que
funciona con determinados grados de integridad y dinamismo,
incluyendo un conjunto de subsistemas, los cuales, conforman la
base de la creación y difusión de los valores
espirituales. Según esta apreciación, la cultura
esta provista de un enfoque sistémico que puede ser
considerado como un subsistema de cualquier sistema social
concreto que se analice, lo cual está en correspondencia
con las funciones que
cumple. Este análisis lleva a señalar, que el
enfoque sistémico e integral que está en la base de
la interacción sinérgica del conjunto de
fenómenos y procedimientos de
la sociedad, permite concebir a la cultura como un sistema
multifuncional en estrecha interdependencia con la realidad, y en
particular con el sistema socio-económico.

Por lo tanto, vale aclarar que aún cuando la
cultura cuenta con relativa independencia,
depende de la base socio-económica, la cual determina su
nivel y carácter imprimiéndole los rasgos
específicos de la formación socio-económica
que represente. De ello se derivan los nexos entre cultura y
desarrollo, siendo el factor cultural instrumento y objetivo del
desarrollo en la medida en que promueva el despliegue
multifacético de la vida humana en sus diversas formas.
Esta valoración no debe llevar a la equivoca
interpretación de reducir a la cultura a una
posición subordinada de simple catalizador del desarrollo
económico, debido a que la cultura desempeña
múltiples funciones que
superan su misión de
promotora del desarrollo
económico.

A los efectos del objeto de estudio de este trabajo es
importante tener en cuenta las funciones claves de la cultura,
(informativa, directiva y comunicativa) las cuales, representan
el nivel funcional jerárquico superior de cualquier
sistema cultural. De ello se derivan otras funciones tales como:
la protectora, (protege al hombre de las influencias nocivas y de
los cambios del medio
ambiente). También se destaca la función
socializadora de la cultura, referida a la asimilación de
conocimientos, aptitudes, normas y
experiencia social acumuladas durante la fusión de
múltiples generaciones, incluyendo elementos intra e
intergeneracionales. La asimilación se materializa a
través del desempeño de las relaciones sociales que se
establecen entre los hombres en las diversas esferas del
desarrollo social; en ello ocupa un papel
importante la educación como
reproductora del desarrollo.

Según esto el aspecto cultural de la
sostenibilidad asume especial importancia cuando se reconoce como
objetivo que incluye el desarrollo. Por esta razón
podría desarrollarse una comprensión de las
interacciones entre la sociedad y el consumo per cápita de
recursos en las
que intervienen la tecnología, la
cultura y los valores
éticos. La base de la sostenibilidad del desarrollo radica
entonces, en identificar toda la variedad de posibles relaciones
sociales entre los hombres y su medio natural y seleccionar
aquellas interrelaciones que sustentan la vida. Desde el punto de
vista metodológico es de gran importancia tener en cuenta
los aspectos anteriores en el tratamiento de la
globalización cultural, si se parte del criterio de que
esta se nutre de lo particular, de lo específico y de lo
singular de cada subsistema de la realidad mundial.

Privilegiar las manifestaciones de la
globalización cultural en el nivel local, permite
comprender las experiencias, símbolos y discurso de la
cultura local, la diferenciación espacial interna y sus
interrelaciones con los ámbitos (siempre
heterogéneos) de la cultura regional, nacional y global.
Por lo que entendemos que el contenido más profundo de la
globalización cultural está en la identidad
cultural
, la cual representa esencialmente la manera en que
se concretan los vínculos de la unidad y la diversidad en
diferentes interconexiones espaciales y temporales. En su primera
dimensión incluye territorios, naciones, regiones,
continentes hasta llegar al universo y en su
segundo aspecto contempla los elementos del pasado, del presente
y su fusión.

¿Cómo
entender la globalización cultural?

Los argumentos expuestos llevan a plantear la
globalización cultural como: la
bifurcación de identidades culturales de distinto orden en
los que se concreta la unidad y la diversidad. Unidad en una
perspectiva de universalidad con principios
universalistas y diversidad si se tiene en cuenta el mantenimiento
de ciertas formas de identidad
nacional. En ello está implícito la
socialización de los valores de la cultural universal, lo
cual, tiene como base la intersección de lo global con lo
local, el nivel de las identidades, su evolución y nuevas
formas de emergencia e hibridación que son propias del
desarrollo social.

Esta concepción sugiere dos proposiciones
alrededor de las identidades culturales de la
globalización; en primer lugar, estas se deberán
crear desde la lógica
de la cultura universal de los procesos sociales, los cuales
incluyen a las demandas de los fenómenos
económicos, políticos y ecológicos que
actúan en función de
lo social. En una segunda dimensión es necesario
considerar que la construcción de las identidades culturales
de la globalización se deberán estructurar desde la
perspectiva del Estado-nación
en correspondencia con sus especificidades dentro del contexto
del sistema mundial.

El enfoque anterior es de suma importancia para la
elaboración de políticas de desarrollo sostenible
al tomar en cuenta la relación entre lo nacional y el
resto de las partes en el sistema mundial. En este marco es
importante reconocer que la globalización como proceso
constituye una reestructuración cultural
, que tiene su
contenido más profundo en la evolución del conocimiento
científico. Este razonamiento expresa una realidad
operativa y esta consiste en esencia en un amplio, complejo y
dinámico proceso de modificaciones, que afecta a todos los
componentes de la sociedad global
contemporánea y cuyos factores determinantes son tanto
económicos, tecnológicos,
ecológicos,
culturales, como políticos y en
su más amplia dimensión social
.

Identificada como reestructuración
cultural
que comprende el desarrollo de las fuerzas
productivas y de las relaciones de producción y la
superestructura que la representa dinamizando estos nexos, la
globalización no debe ser ignorada ni evitada. Hace ya
algún tiempo que fue
superada la época en que los países podían
tratar de desarrollarse con relativa independencia
de lo que sucediera en el resto del mundo. Debe quedar claro que
lo que ha estado transformándose de manera vertiginosa en
los últimos años, no es solamente el país,
sino la sociedad mundial en su conjunto, y que en este entorno,
los parámetros de inserción en la cultura mundial
globalizada son volubles y están sujetos a certidumbre e
incertidumbres debido al carácter dominante de las
leyes del
capital, y este se extiende y modifica con particular celeridad y
en trayectorias incalculables.

Esta fluctuación consustancial a la
globalización dictada por la ley del valor, debe
ser tenida muy en cuenta por las alternativas de desarrollo,
prestando especial atención al establecimiento de
dispositivos para reducir los dilemas culturales de los procesos
que la acompañan, y de hecho, para tratar de sacar
ventajas de los desafíos que se generan, tanto de las
certidumbres como de las incertidumbres ocasionadas por las
transformaciones que ocurren en la economía mundial
contemporánea.

La relación que hay entre globalización,
cultura y desarrollo es mucho más dinámica,
también podría admitir la existencia de
oportunidades para el desarrollo cultural. El reto para los
países subdesarrollados en el contexto de la
globalización, no es que las oportunidades de desarrollo
no estén presentes, el dilema está en lograr
aprovechar las oportunidades existentes, las cuales exigen
determinados requerimientos que muy pocos países
subdesarrollados pueden o han sido "capaces de
alcanzar".

Esta meditación conduce a la idea, de que la
globalización pudiera ser inevitable en tanto se considere
como un proceso de reestructuración económica y
cultural global resultado de la evolución del conocimiento
científico. Esto no implica que no se reconozcan sus
efectos dañinos, los cuales en cuanto a posibilidades de
desarrollo los mismos si deben ser evitados. Una visión de
ese tipo se podría apoyar en hechos reales y en tendencias
evidentes del proceso, fundadas en las consecuencias negativas
que ha tenido para los países subdesarrollados y
también para vastos sectores sociales en las propias
naciones más industrializadas.

El carácter contradictorio y heterogéneo
de la reestructuración de la economía y la cultura
mundial se expresa, de diversas maneras, entre ellas en el hecho
de que este proceso que ha favorecido la extensión a
escala planetaria
de prácticas inhumanas de obtención de
plusvalía y de diferenciación social,
también ha conducido a una dispersión de la base
industrial y cultural del mundo en "favor" de un grupo de
países subdesarrollados, cuyos efectos no pueden ser
ignorados ni menoscabados. Estos efectos diferenciados dejan
ver variados desafíos y lecciones en el plano del diseño
de políticas de desarrollo.

Las lecturas de los clásicos del marxismo
indican que la solución de la contradicción
económica fundamental del capitalismo está en
reconocer de modo efectivo el carácter social de las
fuerzas productivas modernas, y por tanto, de armonizar el
régimen de apropiación y de cambio con el
carácter social de los medios de
producción. "Las fuerzas activas de la sociedad obran
mientras no las conocemos ni contamos con ellas, exactamente lo
mismo que las fuerzas de la naturaleza: de un modo ciego,
violento destructor, pero una vez conocidas, tan pronto "se
sepa"
comprender su actividad, su tendencia y sus efectos,
depende de nosotros supeditarlas cada vez más de lleno a
nuestra voluntad y alcanzar por medio de ellas nuestros propios
fines".

Epílogo

"Las puertas de cada nación deben estar abiertas
a la actividad fecundante y legítima de todos los pueblos.
Las manos de cada nación deben estar libres para
desenvolver sin trabas el país, con arreglo a su
naturaleza distintiva y a sus elementos propios. Los pueblos
todos deben reunirse en amistad y con
mayor frecuencia dable, para ir reemplazando, con el sistema del
acercamiento universal, por sobre la lengua de los
istmos y la barrera de los mares, el sistema, muerto para
siempre, de dinastías y de grupos".

José Martí

El mensaje conclusivo podría ser, que en la
medida en que se diseñen políticas culturales que
contribuyan al desarrollo cultural, teniendo en cuenta lo
universal de los procesos, así se podrán enfrentar
los efectos nocivos del proceso de globalización en lo
económico, político, ecológico y cultural.
Para ello globalización cultural y desarrollo sostenible
deberán convertirse en la práctica real en una
unidad dialéctica, teniendo como centro al hombre y su
entorno. La relación entre la globalización
cultural y el desarrollo sostenible debe convertirse en un
elemento estratégico. A través de ella, se pueden
abordar respuestas a importantes problemas sobre las presentes y
futuras generaciones al tomar en consideración a la
cultura como el barómetro de la calidad del
desarrollo.

Esta unidad dialéctica requiere de acciones
constantes, proceder afirmativamente en los programas que se
propongan, dándoles el contenido y los recursos
necesarios para que se ejecuten eficientemente; en ello reside el
carácter sostenido del desarrollo. Sin embargo, este
será sustentable cuando se logra consolidar desde la
perspectiva temporal y espacial. Pero más que nada
será sustentable cuando confiemos en él. Cuando
exista una conciencia clara
del horizonte en el pasado, presente y futuro, en los marcos de
una racionalidad que perdure política,
económica, ecológica, cultural y socialmente. Hay
que partir de un factor decisivo, y es que en última
instancia lo determinante es el factor económico, sin el
cual, no se puede sustentar ningún proyecto social.
No se debe ignorar que sin "economía sólida
todas las aspiraciones políticas y sociales se convierten
en un sueño utópico".

El desarrollo sostenible requiere de tecnología y creatividad
humana de manera que se globalice una nueva ética que
involucre la justicia
social y enaltezca la vida en todos sus ordenes en lo que se
debería tener en cuenta lo siguiente: "El poder no reside
únicamente en el saber técnico, sino en la
apropiación de la capacidad social y técnica
reunidas, en la acumulación de recursos culturales para
usar esta apropiación y en la formación de
vínculos entre lo local y lo mundial. Se ha logrado pasar
con éxito
del sistema "global" al "local" cuando los factores culturales
han sido tenidos en cuenta explícita y cuidadosamente.
Esas transferencias requieren innovación técnica, económica
y social conforme los pueblos recuperan la iniciativa. Por lo
tanto, hay que prestar especial atención al saber que cada
cultura ha aportado al patrimonio
intelectual del mundo".

Lo anterior sugiere que la defensa de la identidad
nacional no es la incomunicación, sino una mayor y
auténtica apertura hacia lo universal. Sólo se
puede preservar lo nacional si esta se abre a todo lo
legítimamente culto que no es nuestro. Esto supone un
proceso de autocreación incompatible con las formas
culturales importadas, donde los valores culturales deben ser
interpretados y actualizados por los grupos que
participan en ellos. En tal sentido, la formulación de
políticas culturales, no debe ser exclusiva de los Estados
o de la iniciativa privada, sino que debe incluir a educadores,
profesionales, trabajadores de la cultura, asociaciones; capaces
de generar ideas, alternativas, proyectos
socioculturales, que conduzcan al fortalecimiento de la identidad y al
enriquecimiento de la pluralidad de nuestros pueblos.

 

 

 

 

Dr. Mario González Arencibia

profesor de Economía
Política. Facultad de Ciencias
Sociales. Universidad de
Oriente

Partes: 1, 2
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