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Suicidio en niños y adolescentes




Enviado por jfittipaldi



     

    Indice
    1.
    Consideraciones Generales

    2. Suicidio en
    adolescencia

    3. Mitos y falacias sobre el
    suicidio

    1. Consideraciones
    Generales

    Creemos conveniente partir del significado de la palabra
    suicidio.
    Deriva del latín y se compone de dos términos: sui,
    de sí mismo y caedere, de matar, lo que sería
    "matarse a sí mismo".
    Para Durkheim, se
    trata de todo caso de muerte
    mediante una acción, producida por la víctima misma
    y ante la cual tiene absoluta consciencia del resultado a
    producirse.
    Propone distintos tipos de suicidio:

    1. El altruista, en el que la
      motivación hacia la muerte
      está originada por una rígida
      estructuración en la sociedad en la
      que se vive. La muerte en
      sí misma no es tan importante como preservar el
      "honor".
    2. El egoísta, en el cual el individuo se orienta
      más por sus intereses particulares que por los de su
      grupo de
      referencia. No interesa lo que los demás
      opinen
    3. El anómico, que se produce ante una
      confusión de valores
      sociales, que lleva a una crisis
      individual acerca del sentido de la existencia.
    • Otros autores clasifican al suicidio
      según:
    1. El origen: puede ser psicótico,
      neurótico, psicodisplásico o filosófico.
      En el psicótico la persona se
      halla desconectada de la realidad y de lo que pasa en su
      entorno. Sufre alucinaciones y tiene ideas ilógicas no
      aceptadas por los demás. El neurótico se
      caracteriza por manifestaciones teatrales con escasa
      intención real de suicidio. En el
      psicodisplásico, el psicópata dirige la
      agresividad hacia sí mismo. El filosófico se
      produce en personas que sienten un vació en su
      existencia.
    2. La forma: puede ser impulsivo, obsesivo y
      refléxico. El primero se lleva a cabo
      súbitamente, sin avisos previos de la intención.
      El obsesivo se produce por una idea de autodestrucción,
      que resulta imposible rechazar. El refléxico se
      caracteriza por un análisis detenido de la idea de suicidio,
      siendo más frecuente en personas deprimidas.

    En general, esta vez sin diferenciar los tipos
    anteriormente expuestos, existen factores, denominados de
    riesgo que
    pueden dar indicios sobre la posibilidad de una conducta suicida
    en un individuo. Algunos de ellos son:

    • Ideacion suicida: es el más importante
      indicador de suicidio, pues se refiere a la existencia misma de
      la idea.
    • Intentos previos: aumenta el riesgo de
      suicidios en un futuro.
    • Plan y método:
      entre más estructurado sea el plan y
      más peligroso el método,
      mayor es el riesgo.
    • Sexo: si bien los intentos de suicidio son más
      numeroso en mujeres, el 75% de los consumados corresponde a los
      hombres.
    • Edad: las tasas de suicidio van aumentando con la
      edad, aunque las tentativas en personas
      jóvenes.
    • Estado civil: está más presente en las
      personas viudas, solteras y separadas que entre las
      casadas.
    • Pérdidas recientes: muerte de
      familiares, desaparición de un miembro de la
      familia.
    • Trastornos psicopatológicos

    A su vez, existen indicadores de
    la proximidad de un intento de suicidio:

    • Hablar de suicidio.
    • Interés sobre temas como el suicidio o la
      muerte.
    • Despedidas y repartición de bienes.
    • Recuperaciones espontáneas.

    2. Suicidio en
    adolescencia

    Particularmente, el suicidio entre los adolescentes
    ha tenido un aumento dramático en los años
    recientes, siendo la tercera causa de muerte más frecuente
    para los jóvenes de entre 15 y 24 años de edad, y
    la sexta causa de muerte para los de entre 5 y 14
    años.
    Los adolescentes
    experimentan fuertes sentimientos de estrés,
    confusión, dudas sobre sí mismos, presión
    para lograr éxito,
    inquietudes financieras y otros miedos mientras van creciendo.
    Para algunos adolescentes, el divorcio, la
    formación de una nueva familia con
    padrastros y hermanastros, o las mudanzas a otras nuevas
    comunidades pueden perturbarlos e intensificarles las dudas
    acerca de sí mismos. En algunos casos, el suicidio
    aparenta ser una "solución."
    La depresión
    y las tendencias suicidas son desórdenes mentales que se
    pueden tratar. Hay que reconocer y diagnosticar la presencia de
    esas condiciones tanto en niños
    como en adolescentes y se debe desarrollar un plan de
    tratamiento. Cuando los padres sospechan que el niño o el
    joven puede tener un problema serio, un exámen
    psiquiátrico puede ser de gran ayuda.
    Muchos de los síntomas de las tendencias suicidas son
    similares a los de la depresión.
    Los padres deben de estar conscientes de las siguientes
    señales que pueden indicar que el adolescente está
    contemplando el suicidio. Los psiquiatras de niños y
    adolescentes recomiendan que si el joven presenta uno o
    más de estos síntomas, los padres tienen que hablar
    con su hijo sobre su preocupación y deben buscar ayuda
    profesional si los síntomas persisten.

    • Cambios en los hábitos de dormir y de
      comer.
    • Retraimiento de sus amigos, de su familia o de
      sus actividades habituales.
    • Actuaciones violentas, comportamiento rebelde o el escaparse de la
      casa.
    • Uso de drogas o del
      alcohol.
    • Abandono poco usual en su apariencia personal.
    • Cambios pronunciados en su personalidad.
    • Aburrimiento persistente, dificultad para
      concentrarse, o deterioro en la calidad de su
      trabajo escolar.
    • Quejas frecuentes de dolores físicos tales
      como los dolores de cabeza, de estómago y fatiga, que
      están por lo general asociados con el estado
      emocional del joven.
    • Pérdida de interés
      en sus pasatiempos y otras distracciones.
    • Poca tolerancia de
      los elogios o los premios.
    • El adolescente que está contemplando el
      suicidio también puede:
    • Quejarse de ser "malo" o de sentirse
      "abominable."
    • Lanzar indirectas como: "no les seguiré siendo
      un problema", "nada me importa", "para qué molestarse" o
      "no te veré otra vez."
    • Poner en orden sus asuntos; por ejemplo, regalar sus
      posesiones favoritas, limpiar su cuarto, botar papeles o cosas
      importantes, etc.
    • Ponerse muy contento después de un
      período de depresión.

    Si el niño o adolescente dice, "Yo me quiero
    matar" o "Yo me voy a suicidar", hay que tomarlo muy en serio y
    hacer una consulta a un psiquiatra de niños y adolescentes
    o a otro médico para que evalúe la
    situación. A la gente no le gusta hablar de la muerte. Sin
    embargo, puede ser muy útil el preguntarle al joven si
    está deprimido o pensando en el suicidio. Esto no ha de
    "ponerle ideas en la cabeza"; por el contrario, esto le
    indicará que hay alguien que se preocupa por él y
    que le da la oportunidad de hablar acerca de sus problemas.
    Con la ayuda de la familia y
    con tratamiento profesional, los niños y adolescentes con
    tendencias suicidas se pueden recuperar y regresar a un camino
    más saludable de desarrollo.

    3. Mitos y
    falacias sobre el suicidio

    Siendo el suicidio un tema tabú en nuestra
    sociedad,
    parece existir una tendencia a ocultar el hecho y asumir que es
    un fenómeno poco frecuente. Si bien es cierto que en
    términos de proporciones no posee las mismas magnitudes
    que otras problemáticas (Infección por VIH,
    maltrato
    infantil, abuso y acoso sexual), no por esto podríamos
    decir que es una conducta que no
    se presenta entre algunos miembros de la población.
    Por otra parte, las reacciones emocionales de las personas ante
    el
    conocimiento de un suicidio suelen pasar desde la
    estupefacción y sorpresa macabra hasta la
    consumación de otro suicidio. Así mismo,
    también se tiende a buscar culpables para poder dar una
    explicación lógica
    y aceptable a la muerte de alguien. En ese mismo sentido,
    también existen falsas creencias que podrían
    reconfirmar la actitud de
    negación y censura hacia el suicidio.
    Los siguientes son algunos de los mitos
    existentes alrededor del suicidio y tal y como la evidencia lo
    señala, son más el desconocimiento y las falsas
    creencias las que prevalecen alrededor del tema (Wekstein, 1979;
    Davison & Neale, 1996).
    1. Mito: Los que
    hablan sobre suicidio no lo llevan a cabo.
    Hechos: De cada 10 personas que se suicidan, 8 habían
    advertido de forma clara sus intenciones suicidas.
    2. Mito: El
    suicidio se produce sin previo aviso.
    Hechos: Los estudios realizados muestran que las personas
    suicidas proporcionan muchos indicios y advertencias sobre sus
    intenciones suicidas.
    3. Mito: Las personas suicidas están decididas a
    morir.
    Hechos: La mayoría de las personas suicidas están
    indecisas entre vivir o morir; lo que hacen es apostar por la
    muerte dejando que sean los otros los que los salven. Casi nadie
    se suicida sin que los otros sepan cómo se sienten.
    4. Mito: Una vez que una persona
    está en estado suicida
    ya lo estará siempre.
    Hechos: Las personas que desean quitarse la vida están en
    estado suicida
    sólo por un tiempo.
    5. Mito: La mejoría después de la crisis suicida
    viene a significar que el riesgo de suicidio se ha superado.
    Hechos: Son muchos los suicidios cometidos al cabo de 3 meses de
    comenzada la mejoría, cuando la persona tiene la
    suficiente energía como para poner sus ideas y
    sentimientos mórbidos en práctica.
    6. Mito: El suicidio es mucho más frecuente entre los
    ricos o, a la inversa, se presenta casi exclusivamente entre los
    pobres.
    Hecho: El suicidio no es una enfermedad de ricos ni la
    maldición de los pobres. El suicidio está
    representado proporcionalmente en todos los niveles de la
    sociedad.
    7. Mito: El suicidio se hereda o está en la familia.
    Hecho: Es un patrón individual.
    8. Mito: Todas las personas suicidas son enfermos mentales y el
    suicidio es casi siempre la actuación de una persona
    psicótica.
    Hechos: Los estudios realizados sobre cientos de notas de
    verdaderos suicidios indican que, aunque la persona suicida es
    extremadamente infeliz y se halla alterada, no es necesariamente
    un enfermo mental. De hecho, hay evidencias de pensamiento
    racional y de estar en contacto con la realidad.
    9. Mito: Ser miembro de un grupo
    religioso en particular, es un buen predictor de que la persona
    no considere el suicidio.
    Hechos: Es un error creer que la fuerte prohibición que
    existe dentro de la religión
    católica, es un freno eficaz para evitar la
    actuación suicida de una persona. Además, que una
    persona se identifique con una religión particular
    no es una representación de sus creencias
    particulares.
    10. Mito: El motivo del suicidio se puede establecer
    fácilmente.
    Hechos: La verdad es que es muy difícil entender por
    qué una persona decide suicidarse. Por ejemplo, un
    revés en la situación
    económica precedido de la actuación suicida, no es
    una causa que explique fácilmente el suicidio.
    11. Mito: Todos los que comente suicidio están
    deprimidos.
    Hechos: Esta falacia radica en el hecho de que muchos de los
    signos de las actuaciones suicidas frustradas son ignorados
    porque la persona no actúa como si estuviera deprimida.
    Muchas de las personas que se suicidan no están
    deprimidas. De hecho, algunas personas se muestran calmadas y en
    paz consigo mismas.
    12. Mito: Una persona con una enfermedad física terminal, no
    contempla la posibilidad del suicidio.
    Hecho: Teniendo en cuenta las condiciones de padecimiento tanto
    físico como moral, propios
    o de los seres amados, el suicidio es una posibilidad que
    frecuentemente pueden contemplar, en miras de darle fin lo antes
    posible la sufrimiento, aun cuando la muerte se perciba como un
    hecho inminente.
    13. Mito: El suicidio es influido por las estaciones del
    año, la latitud y las condiciones climatológicas en
    general o los días de la semana.
    Hecho: No hay datos suficientes
    para sostener estas creencias
    14. Mito: El suicidio es influido por factores cósmicos
    como las fases de la luna.
    Hecho: No hay evidencias que confirmen lo anterior.
    15. Mito: El suicidio es un evento aislado.
    Hecho: Aun cuando existe un debate muy
    amplio en este sentido, se hace clara la conexión como
    factor desencadenante, sin que este factor pueda llamarse como
    tal la causa del suicidio.
    16. Mito: Pensar en el suicidio es algo más bien raro.
    Hecho: Estimaciones hechas sobre estudios hechos con muestras no
    clínicas, sugieren que la idea del suicidio esta presente
    desde un 40% hasta un 80% de la población. Esto significa que han pensado
    al menos una vez en la vida en la idea del suicidio.
    17. Mito (especialmente presente entre terapeutas): Preguntarle a
    una persona sobre sus ideas de suicidio, especialmente si
    está deprimida, puede llevar a que la persona realice un
    intento, que no se hubiese dado si no se le hubiese
    preguntado.
    Hecho: Un de los principales aprendizajes en la labor
    clínica, es indagar en profundidad sobre la
    ideación y su estructura.
    Además, el hacer la pregunta es conceder
    tácitamente un permiso a la persona para que hable sobre
    algo que puede considerar como un secreto inconfesable. De hecho,
    muchas personas se siente más aliviadas al poder exponer
    sus ideas sobre el suicidio.
    18. Mito: Las personas que realizan intentos con medios de baja
    letalidad, no están considerando seriamente la idea de
    matarse.
    Hecho: Aquí se confunde la letalidad con el intento.
    Algunas personas no están bien informadas sobre la
    letalidad del método que van a emplear, como puede ser la
    utilización de píldoras. El método empleado
    no necesariamente está en consonancia con la
    intención subyacente.

     

     

     

     

    Autor:

    Javier Fittipaldi

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