"Qué extraña escena describes qué
extraños
prisioneros,son iguales a nosotros",
Platón,
República, Libro VII
Desde hace algunos años, teóricos de la
comunicación vienen llamando la atención acerca de una saturación de
la información, es decir, que el problema ya
no radica en que no se tenga la información o que no fluya
sino que es el mismo hombre quien
no encuentra manera de almacenar, procesar e interpretar toda
esta carga de información.
De otro lado, el incremento de las tecnologías en comunicación así como su desarrollo es
ciertamente vertiginoso. El factor tiempo, que antes
aparecía como una amenaza y que segregaba a muchos pueblos
al ritmo exacerbado de otros conglomerados más
industrializados y comunicados, hoy en día, parece ser un
factor que, si bien sigue aquejando a varios, por lo menos en una
menor escala se
encuentran a la zaga de quienes van más avanzados.
Pese a todos estos adelantos tecnológicos, a la
comunicación global con todos esos otros elementos de
transculturación, hibridación, y lecturas desde lo
local que resisten a un proceso de
globalización, podemos preguntarnos:
¿qué pasa con la comunicación en estos
momentos?, ¿qué persigue?, ¿cuál es
su papel?,
¿qué imagen del mundo
nos está mostrando?
La internet como el
último de los avances en materia
comunicacional nos lanza a navegar por un mar de infinitas
posibilidades, el
conocimiento de una serie de productos y
elaboraciones que provienen de muchas partes y que se ponen
ahí, para que sean recogidos por cualquiera que navegue en
ese tipo de aguas.
Lo mismo vale para la
televisión. Miles de programas, de
todos los géneros, para todos los gustos, para cualquier
público y a todas horas, desde los temas con un alto
contenido científico hasta los novelones y culebrones de
siempre están a la orden del día, dispuestos a ser
productos consumibles por los seres humanos. Jesús
Martín Barbero, a propósito de esta misma
reflexión dice que a pesar de todo, al espectador siempre
le queda la posibilidad de "apagar el receptor".
Lo que viene ocurriendo con este direccionamiento de los medios masivos
de comunicación da a entender, que hacer
comunicación es precisamente tener la capacidad de ofrecer
unos productos que sean altamente consumibles, que generen
raiting y que siempre estén disponibles en la vitrina
virtual, en la caja mágica.
A ese respecto es pertinente entonces preguntar:
¿cómo entender la comunicación?,
¿como un producto o como un proceso?, incluso, para
efectos del curso se podría preguntar ¿qué
es hacer historia de la
comunicación? ¿acaso es dar cuenta de las formas
concretas o productos que cada época ha inventado para
transmitir mensajes? o es ¿acaso es develar, hacer
comprender la formación de estas representaciones
concretas de comunicación, el análisis e interpretación de los
distintos procesos que
se han venido generando?
Dependiendo de la respuesta y de la elección
estarán en juego dos
enfoques que centran el debate entre
quienes apuestan por uno u otro. Y no es una elección de
forma caprichosa o por cuestión de gustos, es que de la
respuesta se define una posición ética y de
compromiso frente al mundo y frente a la sociedad.
La comunicación entendida como producto es una
comunicación que legitima una única visión
del mundo que ha aparecido en cada época a la manera de
una totalización o absolutización y que la misma
comunicación vehícula y ayuda a consolidar.
Y la comunicación entendida como proceso, como punto de
partida y no de llegada que pone en evidencia las distintas
relaciones y contradicciones que se tejen en un determinado
período y contexto histórico dando origen no
sólo a una visión que sería la oficial sino,
a multiplicidad de visiones y formas comunicativas que llevan
consigo maneras distintas de concebir determinado período
histórico.
Para las facultades de comunicación
social es importante reflexionar sobre la pregunta porque de
su respuesta pueden definir su ser y su quehacer: si es de
carácter meramente instrumental, que
privilegia los medios masivos y entiende la comunicación
como la realización de unos productos o crítica y
reflexiva que no sólo ofrece herramientas
sino que se preocupa por entender el mundo, el momento
histórico y los interlocutores de ese momento. Privilegia
o define los medios de acuerdo con el tipo de interlocutores y
proceso que quiera contribuir a dinamizar.
Un análisis de los distintos períodos y formas de
comunicación que se han venido dando desde que aparecieron
los primeros iconos empleados para nombrar el mundo hasta la
Edad Media
obedecen o han sido elaborados como el ejercicio de poder de una
minoría frente a una mayoría. Pero es en la Edad
Media donde esta constante se rompe por la consolidación
de un elemento que ya está presente entre los griegos pero
que haya su máxima expresión en este
período: la risa.
Gestada no precisamente en espacios formales sino, todo lo
contrario, en la plaza pública, asentamiento por
excelencia de la cultura
popular. Allí aparecen formas alternativas de la
comunicación o mejor dicho, aparece, en un lenguaje
más actual, una comunicación popular, otras
visiones y explicaciones, otras cosmoviciones a través de
unos personajes que nada tienen que
ver con el poder, al menos heredado o que de suyo les sea dado:
los juglares y bufones.
El desarrollo de la humanidad podría ser equiparable al
desarrollo
humano en lo que tiene que ver con sus etapas principales:
periodo de la infancia, de
la juventud, la
edad madura o adultez y la vejez, que
dicho sea de paso no creo que hayamos llegado a un final de la
historia como tan portentosamente anunció Francis Fukuyama
en su libro El fin de la Historia en el año de 1989 con la
caída del muro de Berlín y el derrocamiento del
socialismo
real.
El ser humano en sus comienzos está conociendo el mundo
que le resulta extraño y hasta hostil, tribus de hombres
nómadas vagan por vastos territorios luchando por
sobrevivir, apropiándose del mundo, lo que en palabras de
Claude Levi Strauss ha denominado el paso del estado de
natura al de cultura, a un nuevo orden.
Este nuevo orden está constituido por la
domesticación del tiempo y del espacio. "El hecho humano
por excelencia es tal vez menos la creación del
útil que la domesticación del tiempo y del espacio,
es decir, la creación de un tiempo y de un espacio
humanos".
A este respecto, nos sirve como punto de partida la
consideración de la ritmicidad. Las cosas se suceden en la
naturaleza con
una cierta continuidad y permanencia que dan por resultado la
regularidad, el ritmo, la ritmicidad natural de las estaciones,
de los días, de las distancias, y en el Hombre, de
la marcha, los latidos del corazón,
la misma respiración. El caminar constituye la
primera huella de ritmicidad en el hombre y dicho sea de paso, la
liberación de las manos y el caminar erguidos constituye
un momento esencial, un cambio
profundo se ha producido en el momento en que coincide con el
desarrollo del dispositivo cerebral de las formas próximas
al Homo Sapiens.
Esta ritmicidad caótica del mundo natural será
sustituida por intervalos de regularidad que serán
expresados a través de símbolos, la
exteriorización de los ritmos se hará a
través del calendario, los horarios, los sistemas
métricos exteriorizados en útiles que dejan
traslucir las huellas de esta apropiación del tiempo o de
lo que se ha venido a denominar una humanización de este
tiempo.
El Hombre ha domesticado el tiempo, es la conclusión que
registramos. Pero también ha domesticado el espacio. No se
considera simplemente la percepción
animal de un perímetro de seguridad o de
refugio cerrado, no, se está hablando de una organización del espacio habitado no
sólo para efectos de una comodidad técnica sino
como lenguaje que dice de un comportamiento
globalmente humano, la
organización del espacio- la arquitectura como
escritura.
El hábitat responde a una triple necesidad:
- La de crear un medio técnicamente
eficaz - La de asegurar un marco al sistema
social - Y la de poner orden, a partir de allí, en
el universo
circundante
Resulta sorprendente la manera como el hombre organiza
el espacio obedeciendo a ciertas lógicas de poder, de
jerarquización, de sentidos, de formas estéticas y
a una cosmovisión que va teniendo del universo y que
representa en ese espacio lleno de sentido y de orden, a
través de la iconografía. Una sola figura es un
discurso
racional a partir del cual el hombre primitivo conceptúa
de forma general, es una forma de representar y de nombrar el
mundo impuesto por una
jerarquía a la que le urge el control para un
desarrollo ordenado de la convivencia.
Este mismo control se verá reflejado en la
aparición de la escritura, básicamente cuando se
pongan por escrito los mitos
fundacionales que explican el nacimiento, la naturaleza de las
cosas, la aparición de los fundadores de determinada tribu
o clan siempre en asocio, descendiendo de los dioses, heredando
el poder por la simple generosidad de los dioses con estos
hombres, que se les ha otorgado un poder y que es patrimonial de
generación en generación.
Estos mitos
fundacionales van a ser contados a otras generaciones, las
historias se repiten de manera muy similar, creando de esta
forma, la cultura de ese pueblo, es decir, el sistema de
creencias de ese pueblo para entender el mundo al modo como lo ha
propuesto la tradición y por supuesto, una clase
dominante.
Durante el período griego, la humanidad va a dar un paso
grande en su crecimiento y aquí podría hablarse de
un adentramiento
a la etapa de juventud. Esta edad, caracterizada por una
rebeldía, comenzará a insinuarse sutilmente con la
aparición del teatro como medio
de comunicación masiva, a través de dos tipos de
representaciones, La Tragedia y La Comedia, esta última de
forma preferencial para efectos de la idea que se ha venido
desarrollando.
Surge un interrogante: ¿cuándo, por qué,
cómo se le ocurrió al hombre representar y
representarse a sí mismo? Desde épocas
antiquísimas, los arqueólogos refieren testimonios
y objetos de representación (animales,
divinidades, objetos y hasta el mismo hombre), pero
además, la pintura, el
arte rupestre,
los primeros jeroglíficos, todo ello en función de
representar y como proceso de abstracción.
¿Qué hay tras la representación? Desnudar
bajo la puesta en escena, las pasiones más profundas, los
deseos más hondos, los interrogantes más complejos.
Otra de las funciones que se
le atribuye a la tragedia es la de enseñar cómo se
prepara un hombre para morir, buscando que quede una memoria digna del
hombre que moría.
Pero no es la sola aproximación a ese hombre en abstracto.
La tragedia griega quiere dar cuenta de la sociedad que hay en
ese momento y de la manera como se construye la verdad a
través de los personajes y las formas sociales hasta ahora
creadas para ser transmitidas y hasta obedecidas.
Una verdad que ha construido cada sociedad y que expresa a
través de formas jurídicas explícitadas en
dichas obras. Por ejemplo, en el caso de Edipo Rey,
Michel Foucault afirma:
"La tragedia de Edipo es pues la historia de una búsqueda
de la verdad, es un procedimiento de
la búsqueda de la verdad que obedece exactamente a las
prácticas judiciales griegas de la época. Por esta
razón el primer problema que se plantea es el de saber en
qué consistía, en la Grecia
arcaica, la búsqueda judicial de la verdad"
Edipo, pues, no sería por tanto una verdad de la
naturaleza humana, de nuestro deseo, cuanto la historia de un
poder, de un poder político representado y concretizado
socialmente.
En el caso de la comedia griega, no es equiparable al papel que
irá a desempeñar la risa en la edad media porque
allí el contexto es dogmático, lo cual dispara como
efecto contraproducente la risa. Puede incluso decirse que si
algo contribuyó en la Edad Media al posicionamiento
de la risa y todo lo que con ella deviene, fue precisamente el
carácter dogmático y el tono solemne. En cambio, el
ambiente
griego no está impregnado de dogmatismos.
Hay además, una necesidad en el hombre de verse a
sí mismo, de ver reflejada su propia vida. Una existencia
que en la mentalidad del hombre griego está dada por
extremos: o que es demasiado dura, marcada por el sufrimiento o
el sin sentido, no hay respuestas o muy cómica, al punto
que puede llegar a ser ridícula, como también lo
puede llegar a ser la vida misma de los dioses "En la cultura
antigua la seriedad trágica no excluía el aspecto
cómico del mundo; por el contrario, los dos componentes
coexistían"
Más tarde, el imperio romano
desarrollará otras formas de comunicación que al
igual que en otras épocas y contextos
históricos realizan una interlocución a partir de
la negación de otras o lenguajes, sino solo de una manera:
el latín.
Instrumento que heredará la Iglesia, junto
con otras figuras tales como el icono del pantocrator, sumo
pontífice, rey universal no solo del orden espiritual sino
del orden material, pugna que mantendrá sumida a la
Iglesia en cruentas guerras
durante períodos muy prolongados.
Pero, además aparecen otras formas de comunicación
a través del púlpito y la catedral que se
encargarán de transmitir una sensación tan
efectiva, que alcanza hasta nuestros días, la de una
institución rica y poderosa.
Mostrar simplemente la comunicación como el elencamiento
de productos comunicativos a lo largo de la historia, hacer una
comunicación que parte de este enfoque es hacer una
comunicación que no se fija en sus interlocutores porque
simplemente no construye con ellos sino que impone una
visión y un modelo, da
respuesta o pone a circular un sentido desde la visión de
quienes hacen el producto, la relación dominante es clara,
es vertical, se priorizan los contenidos y sus efectos,
privilegia los medios masivos y genera un tipo de personas
pasivas que no se involucran, y esto, a mi modo de ver, es lo que
nos han mostrado.
La Edad Media es una época marcada por un espíritu
solemne y de seriedad. Todo está definido, en su puesto y
orden, justificado por Dios. Toda especulación es vana. Es
necesario aceptar el dogma y las instituciones
de la Iglesia aunque escapen a la inteligencia
humana. Nos salvamos no por los méritos de ciencia sino
de fe verificada por la vida y por el amor:
"fides piorum credit, non discutit".
Pero, a pesar de este panorama, suena ilógico pensar que
sea durante este período cuando madura el hombre
occidental moderno en palabras de Umberto Eco: "En realidad,
incluso la alta Edad Media (y más la Edad Media posterior
al año 1000) fue una época de increíble
vitalidad intelectual, de diálogo
apasionante entre civilización bárbara, herencia romana y
estímulos cristianorientales, de viajes y de
encuentros, con los monjes irlandeses que atravesaron Europa
difundiendo ideas, promoviendo lecturas, inventando locuras de
todo género…"
Esta madurez, se ve reflejada precisamente con la
aparición de la risa, por la capacidad que tiene de
confrontar el poder oficial, además porque surge fuera de
él. Ya no habrá solo una única visión
o una sola explicación y además, no se hará
en tono serio como lo avalan los cánones de la cultura
dominante, ni tampoco desde los lugares "serios" por donde pasa
el conocimiento
oficial, lo hará desde la plaza pública, que en
nada se parece al ágora griega ni al foro romano "La riquísima
cultura popular de la risa en la Edad Media vivió y
evolucionó fuera de la esfera oficial de la ideología y la literatura serias…Al vedar
a la risa el acceso a los medios oficiales de la vida y de las
ideas, la Edad Media confirió, en cambio, privilegios
excepcionales de licencia e impunidad fuera de esos límites"
Una perspicaz sublevación ha inventado la cultura popular
para hacer catarsis de los nudos que el genera el poder, el
subyugamiento, la censura de lo escrito y hasta la muerte de
las fuentes que
comunican….historia repetida una y otra vez a causa de la risa,
de la seriedad de la risa que denuncia, critica, acusa,
señala, desnuda, devela y pone a circular sentidos
alternativos a los que la cultura dominante, Por su seriedad
erige como únicos y verdaderos. Esto es, lo que
está en juego y que, a veces pasa de soslayo a miradas
tangenciales de la risa, de eso, que simplemente es para
reír.
Las formas como el pueblo ha concretado sus expresiones se
manifiesta en los juglares, maromeros y circenses, que se hacen
presentes no en la corte sino en el carnaval y la feria, que
hacen de canal y de medio, en espacios delimitados donde el poder
es posible que alcance, pero no es tan boyante, tan claro y
evidente en su medio natural: la seriedad. "La cultura
cómica de la Edad Media pertenecía en realidad a
todo el pueblo. La concepción cómica abarcaba y
arrastraba a todos irresistiblemente"
Por eso el poder le tiene miedo a la risa, porque ella
desolemniza lo que se constituye como verdad inobjetable desde
la
seriedad. "quizá la tarea del que ama a los hombres
consiste en hacer que éstos se rían de la
verdad"* .
Es interesante notar desde el punto de vista de la
comunicación lo que se genera a partir del bufón, a
través de su verdad
ofrece un punto de vista particular sobre el mundo, libre de
todos los intereses privados egoístas, de las reglas y
juicios de este mundo, es decir, del mundo oficial. Para ello, se
vale del humor, espada de doble filo, pues cáustico es el
bufón a la hora de poner en escena un aspecto particular
del mundo, totalmente distinto de la concepción medieval y
del modo de vida oficial.
Los juglares, hombre incultos desde el punto de vista dominante,
"eran todos los que se ganaban la vida actuando ante un
público, para recrearle con la música o con la
literatura, o con la charlatanería, o con juegos de
mano, de acrobatismo, de mímica, etc" en apariencia no
educan al pueblo, no cantan las glorias de la cultura dominante
que es la de la corte, no obstante, crean para la masa una
memoria histórica y un modo de identificación que
deviene en cultura popular. "en un largo período de
retroceso cultural surgen los juglares y trovadores cuya labor
llegó a tener una gran influencia entre las gentes y a
asustar al poder político y religioso"
L que para el caso de los monjes irlandeses afirma Umberto Eco en
el sentido que recorren toda Europa, propagando sus ideas, vale
también para los juglares, que básicamente obraron
un despliegue de la cultura del lugar de donde provenían,
hacían la función de órgano de publicidad de los
señores en cuanto podían influir en la
opinión "Los viajes y las grandes reuniones de juglares
cumplen en la Edad Media la función de divulgar la
música y la literatura a países muy diversos,
sustituyendo en cierto modo los medios modernos que trajo consigo
la imprenta"
La comunicación así, entendida como proceso pone en
evidencia el asunto problemático, como proceso tiene en
cuenta a sus interlocutores y de forma directa porque
interactúa con ellos, para efectos del tema que nos ocupa,
lo que ocurre en la plaza pública es pura interactividad
manifiesta en el contacto con la gente que se expresa y que se ve
espejada en los juglares.
Es una comunicación que entra en diálogo, que es
reflexiva, liberadora y que repito, pone a consideración
no ya una sola percepción del mundo sino múltiples
visiones. La contribución hecha por la Edad Media mediante
la risa , siglos y siglos acumulados del carnaval, de la fiesta,
de la risa cuando llega al renacimiento, se
convierte en la expresión de la nueva conciencia libre,
crítica e histórica de la época.
Autor:
Juan Carlos Osorio Arenas