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Día de los Muertos




Enviado por cam1006



    CELEBRACIÒN DE
    MUERTOS EN NUESTRO PAIS ANTES DE LA LLEGADA DE LOS
    ESPAÑOLES. (MEXICO PREHISPANICO).

    No se sabe exactamente su orígen, pero el
    día de muertos encuentra en los pueblos de México,
    como una expresión de verdadero fervor por lo
    mágico, lo histórico y lo maravilloso

    La muerte desde
    la aparición del hombre sobre
    la tierra ha
    generado un culto muy particular. Las culturas
    prehispánicas concibieron la muerte como
    una dualidad con la vida. Las Aztecas
    tenían dos fechas especiales para recordar a sus muertos:
    En el mes de agosto dedicado a MICCAILHUITONITLI o "muertecitos"
    y en noviembre la fiesta de los muertos grandes.

    "El señor de los muertos": El origen de las
    ofrendas esta
    en el culto que las razas autóctonas rendían a sus
    muertos, que en el temple ofrecían mazorcas, flores y
    encendían copal para aromatizar el ambiente y
    así agradar a los Dioses con quienes residía el
    espíritu de los difuntos.

    Dentro del calendario prehispánico de los
    grupos Nahuas
    del altiplano central, había por lo menos seis fiestas
    dedicadas a los muertos. Entre ellas dos eran las principales del
    12 al 31 de julio en que se recordaba a los muertos chicos y los
    veinte días siguientes se celebraba la fiesta de los
    muertos grandes, que se caracterizaba la magnificencia de las
    ofrendas.

    En nuestro país desde tiempo de la
    cultura
    preclásica, (2,000 años A.C.), igual que los
    teotihuacanos, toltecas, aztecas, huaxtecos, totonacas, otomies,
    puréchas, mixtecos, zapotecos, mayas, etc.,
    practicaron el culto a la muerte y sus ritos eran
    similares.

    Concibieron la muerte baja una dualidad con la vida y
    esto lo podemos apreciar en diversas esculturas que existen en la
    actualidad, como cráneos con la mitad descarnada
    encontrados en la ciudad de México y en Oaxaca. En figuras
    pares una encarnada y otra esquelética encontradas en la
    Huasteca. Representaciones con la muerte sola y de las deidades
    de la misma en todas las zonas arqueológicas.

    La existencia en el mas allá decían, era
    de acuerdo con la forma de su fallecimiento, no ala conducta
    observada en vida, por lo tanto no se temía a castigos
    posteriores a la muerte. Después del deceso, generalmente
    los ancianos vestían al muerto con papeles de amate o
    maguey. Le derramaban agua en la
    cabeza diciéndole, esto es lo que gozaste en la vida. Si
    su muerte estaba relacionada de alguna forma con el agua lo
    vestían como Tlaloc, Dios de la lluvia. Se les colocaba un
    jarro con agua para vencer los obstáculos harta llegar a
    su destino. Si habían sido importantes le colocaban en la
    boca una piedra verde llamada Chalchihuitl y si había sido
    común y corriente, le colocaban una piedra de menos
    valor.
    Generalmente incineraban el cadáver, el fuego de la
    cremación se atizaba al mismo tiempo que se entonaban
    canciones lúgubres, reducido el cuerpo a cenizas se
    depositaba en una olla de barro y la enterraban. También
    quemaban sus pertenencias e instrumentos de trabajo. El entierro
    se hacía en la casa, en algún templo o en los
    montes .Se colocaban ofrendas de comida, bebidas, y flores en ese
    lugar.

    Las almas para llegar a su destino final tenían
    que pasar por diversos sitios que presentaban otras tantas
    dificultades, para vencerlas, les colocaban a los
    cadáveres diversos papeles, que les permitían
    vencer los obstáculos. Esos lugares de paso al mas
    allá eran: dos sierras que casi se juntan, una serpiente,
    una lagartija verde (algunos dicen que era un cocodrilo), ocho
    desiertas, ocho cerros, una zona de vientos helados que cortaban
    como navajas (por eso les quemaban sus ropas) y por último
    cruzaban el río Chignahuapan con la ayuda del
    perro.

    Los sacerdotes españoles para Lograr la
    conversión de los pueblos prehispánicos compararon
    el Mictlan con el infierno.

    El Tlalocan, paraíso de Tláloc, donde
    reinaba el verano eterno, dónde iban las almas de quienes
    su muerte de alguna forma se asociaba con el agua, como
    pulmonía, resfrios, ahogados, hidrópicos, par rayo
    o por cualquier otro mal hídrico. Ahí disfrutaban
    eternamente nadando y consumiendo comidas exquisitas.

    Otro lugar para estancia de las ánimas se
    decía el Chichihualco (en la casa de la leche),
    Allí residían las almas de los niños
    pequeños. Se alimentaban del Chichiuahuitl o árbol
    de la leche. Creían que los niños si
    reencarnaban.

    Los antiguos mexicanos dedicaban a sus muertos el noveno
    y décimo mes del año calendárioco, El noveno
    mes comenzaba al 5 de agosto y se llamaba Tlaxcochimaco, que
    significa tierra
    florida. Ese día daba comienzo la fiesta de las muertitos
    que se refería a los niños, duraba todos los veinte
    días del mes, se ofrendaban legumbres. En el décimo
    mes o Xoco Hhuetzo, que significaba fruta madura, del 25 de
    agosto al 14 de septiembre, se hacía la fiesta de los
    muertos adultos, Se lloraba y se hacían ofrendas de
    comida.

    Otro concepto
    profundamente dialéctico de que la vida trae
    implícita la muerte, y la muerte trae implícita la
    vida, Por ejemplo, el maíz que
    al secarse la milpa conserva la mazorca: muere el tallo pero
    queda la semilla. Este mismo concepto se aplicaba a las seres
    humanos: mueren pero su estirpe continúa.

    En la época prehispánica los muertos se
    esfumaban en el reino de Mictlantechutli. Solamente los guerreros
    muertos en combate y las mujeres en el parto
    adquirían la calidad de
    estrellas para acompañar a Quetzalcoatl a sus recorridos
    celestes. Las muertos relacionados con fenómenos
    provocados por el agua, ahogados, etc., iban al domicilio de
    Tláloc, a una especie de paraíso.

    CELEBRACIÒN DE MUERTOS

    DESPUES DE LA CONQUISTA

    (México
    Colonial)

    Los evangelizadores cristianos para lograr sus objetivos se
    vieron en la necesidad de adoptar algunas tradiciones
    indígenas, mezcladas con sus enseñanzas y
    así darle una forma nueva y por supuesto, rica en
    tradición, asignaron una fecha fija dentro del calendario
    cristiano, primero y dos de noviembre.

    Después de la conquista española se
    estableció en México el día de Todos Santos
    y de los Fieles Difuntos, que se solemnizaban desde los 827-844
    por disposición del Papa Gregorio IV.

    Al ocurrir la conquista el país, la religión
    católica cambió totalmente el concepto sobre la
    muerte. Se le empezó a ver como algo temible pensando en
    las penas del Purgatorio y del Infierno, con la esperanza para
    muchos de la felicidad y del descanso eternos. Se le dio la
    imagen a la
    muerte de un esqueleto con guadaña. Se le empezó a
    rendir culto a las ánimas del purgatorio, Fue en el siglo
    XVII cuando se trató de quitarle lo terrorífico
    para darle un aspecto de amabilidad, viéndolas sin miedo y
    con fe.

    La muerte se ve en juguetes, cada año la vemos en
    diversos mercados del
    país.

    Antiguamente se confeccionaban unos "entierritos" con
    figuras humanas cuyas cabezas eran de garbanzos y el traje de
    papal negro, simulando al difunto y a los padres trinitarios, que
    eran quienes se encargaban de llevar los cadáveres de la
    gente humilde al camposanto. También se hacían
    tumbitas de tejamanil negras con adornos blancos y con
    candelabros de carrizo y una figura de berro representando al
    difunto.

    Esto demuestra que para los mexicanos desde
    pequeños, la parca, la calaca, la huesuda, la dientona, la
    flaca, etc., les resulta muy familiar.

    Desde el siglo XVI se han redactado numerosas oraciones
    y plegarias, unas imponentes y otras con esperanza, dedicadas a
    la muerte.

    En canciones y corridos también se han ocupado de
    la muerte, algunas obras trágicas y espeluznantes.
    También figura en obras teatrales, como la muy conocida
    que lleva el nombre de "Don Juan Tenorio", del español
    José Zorrilla.

    Diversas lápidas especialmente de los cementerios
    antiguos como el Tepeyac, y el San Fernando en México son
    verdaderos muestrarios de poesía
    mortuoria.

    Es típico en los días de muertos instalar
    ofrendas, que no solo tienen origen en nuestro país, sino
    en otros pueblos del mundo.

    Las ofrendas son verdaderas obras de arte y tienen sus
    características propias de cada
    lugar.

    Otras costumbres relacionadas con los difuntos consiste
    en hacer una cruz de cal o de algún otro polvo en el lugar
    donde se veló el cadáver, y levantarla a los nueve
    días. Mandar decir misas por las almas y cuando cumplen el
    primer año de fallecidos, velar y hacer otra cruz como
    cuando murió.

    CELEBRACIÒN DE MUERTOS EN

    EL MÉXICO ACTUAL

    (ELEMENTOS
    CARACTERÍSTICOS)

    Cada una de las poblaciones del México actual
    cuenta con tradiciones y forma de expresar su concepción
    del culto a la muerte, estas actividades varían de acuerdo
    con la región, las costumbres de la localidad, el nivel
    socioeconómico de la familia y
    en general de la cultura; sin embargo, presenta rasgos y
    elementos mezclados y derivados del ritual prehispánico y
    la religión cristiana traída a la nueva España por
    los misioneros de la época de la Colonia.

    La fiesta de muertos tiene significados diferentes para
    las habitantes de las grandes ciudades, como para los pobladores
    de las comunidades rurales.

    Pero para unas y otras no se ha perdido la costumbre
    pero si el significado.

    Una actitud
    específicamente mexicana ante la vida se manifiesta el
    día 2 de noviembre, Día de Muertos, cuyo
    único punto de contacto con la fiesta de los fieles
    difuntos, tal como se celebra en Europa, es el
    hecho de tratarse, aquí y allá, de un día
    consagrado a la memoria de
    los muertos queridos. Es extraña y muy arraigada entre las
    comunidades indígenas la idea de que en el mas allá
    se otorga al difunto licencia para visitar a sus parientes que
    aún viven en el mundo terrenal; se trata pues, de un
    huésped ilustre al que hay que agasajar, festejar y
    brindar toda clase de atenciones.

    Entre los mexicanos la muerte tiene un sentido singular:
    A veces aparece como una arraigada tradición que hinca sus
    profundas tradiciones en el pasado indígena; en otras
    ocasiones, parece un escenario donde se mueven y deslizan figuras
    del recuerdo, objetivos de ofrendas de la mas diversa
    índole: Dulces, pan, flores, alimentos y
    costumbristas. La tradición, de alguna manera es
    permanente, pero aparece con mayor vigor, como un sentimiento
    espontáneo, los días 1 y 2 de noviembre cada
    año.

    Los campos donde están los restos de los
    difuntos, se iluminan con la presencia de inumerables personas
    que llevan entre sus manos las multicolores ofrendas. El
    tránsito se convierte en coro de murmullos, bajo la
    bóveda celeste; la ofrenda no puede faltar, ésta
    varía según el Estado de
    la República pero los platillos mas comunes y que
    difícilmente faltan son: El mole, chocolate, tamales,
    calabazas en tacha, pan de muerto y calaveras de
    dulce de diferentes tamaños que generalmente llevan el
    nombre del difunto y de sus familiares, vivos o también
    difuntos, los bizcochos en forma de rosca, coloreados por grageas
    en rosa mexicano y otros colores.

    Se escoge un lugar de la casa donde se improvisa un
    altar con imágenes
    religiosas, se cubren los espejos, se coloca la fotografía
    del difunto, todo sobre un mantel blanco al cual se le deshoja
    cempasúchil, colocando después los alimentos
    así como los cirios o las lámparas de aceite que
    arderán toda la noche. El incensario de barro ocupa un
    lugar importante ya que ahí se quema: el incienso, mirra y
    estoraque con el fin de limpiarles el ambiente y el camino a las
    almas de los fieles difuntos. De los alimentos los difuntos solo
    tomarán la esencia; creencia que vale la pena recordar que
    también fue practicada por los egipcios.

    Para la gran mayoría del pueblo mexicano la
    celebración pagano-religiosa que con motivo del día
    consagrado por el rito católico a los fieles difuntos, se
    desenvuelve en medio de una extraña y desconcertante
    mezcla de ofrendas, ritos, liturgias, y celebraciones diversas en
    todos los pueblos, rancherías, y ciudades de nuestro
    país. Tiene tal colorido, tal riqueza folklórica y
    costumbrista, que puede afirmarse no exista otro pueblo en donde
    el culto a los muertos sobreviva con tanto arraigo y con
    manifestaciones tan definidas como en México. A propios y
    extraños asombra la dedicación tanto física como
    económica con la que los mexicanos honramos a nuestros
    muertos. La gran cantidad de dinero que se
    invierte y la prolífica imaginación con que las
    artesanías y los platillos convierten el festejo; causa
    dolor y pesadumbre en criterios rígidos que no logran
    comprender el alma de nuestro pueblo.

    Todavía en varias poblaciones de México y
    en el mismo Distrito Federal la ofrenda del día 1 por los
    "Angelitos", se prepara chocolate, atole, dulces y algunos otros
    platillos típicos para los niños; en algunas
    regiones se agregan juguetes de barro o madera y las
    velas, tantas cuantas son los infantes muertos que la familia recuerda.
    El 2 de noviembre, las velas y los platillos aumentan de
    número y de variedad: arroz con leche, arroz con mole,
    mole negro, tamales, camote, pan dulce, gelatinas, carnes en
    diferentes guisos, aguas frescas, cerveza, vinos,
    pulque, frutas de toda clase sin faltar tejocotes, cañas,
    jícamas, cigarros, etc.

    En México se han elaborado hasta la actualidad
    infinidad de dulces en formas de calaveras hechas de azúcar
    o chocolate, huesos de leche,
    pepitas o almendra. Se hacían dulces de alfeñique,
    se cocinaba y hasta la fecha se acostumbra la calabaza en
    dulce.

    Las ofrendas son verdaderas obras de arte y tienen sus
    características propias de cada lugar. Se decoran con
    papel calado
    siendo la flor típica el cempasúchil.
    También se decoran con frutas que forman parte de la
    comida que se ofrece a los muertos. Además se colocan
    sombreros, rebozos y otros objetos que usaron los difuntos, lo
    mismo que herramientas y
    demás utensilios de trabajo.

    CELEBRACIÒN DE MUERTOS EN LA

    CIUDAD DE SANTIAGO DE
    QUERÈTARO

    Por lo que respecto a los festejos del día de
    muertos señala que las particularidades que se dan en
    Querétaro se manifiestan mayormente en las alabanzas y los
    rezos que se acompañan a las ofrendas a las ánimas,
    a los parientes que han pasado a mejor vida.

    En Querétaro al igual que en el resto del
    país. Los días 1 y 2 de noviembre son motivos para
    celebrar una costumbre y un rito prehispánico que ha
    perdurado a lo largo de varios siglos y que hasta nuestros
    tiempos se ha denominado "Día de Muertos".

    Si a todas estas manifestaciones culturales y
    prácticas sociales se les quitara la esencia y el toque
    prehispánico, se perdería todo y la
    filosofía que guardaban nuestros antepasados con la
    muerte, perdería su significado y su identidad.

    Los aspectos que mas coinciden en las celebraciones del
    Día de Muertos, desde el punto de vista social, cultural y
    antropológico subrayando en primer término la
    identidad de un pueblo a través de este tipo de
    manifestaciones, las cuales se pueden afirmar que son
    únicas en el mundo y hacen que el individuo se sienta
    perteneciente a un grupo
    social.

    La importancia de las festividades y la necesidad de
    todo grupo social tiene de mantener la identidad, la cual,
    está constituida por una serie de códigos
    además de ser una necesidad de todos los grupos por
    distinguirse de las demás sociedades y
    sentirse diferentes.

    A pesar de la Conquista y de la Colonia nuestros
    ancestros continuaron desarrollando una serie de símbolos
    y de prácticas, muchas de ellas atacadas y reprimidas por
    el poder de los
    extraños; sin embargo se mantuvieron latentes desafiando a
    la propia inquisición, aunque los símbolos variaron
    un poco.

    En la actualidad el culto a los muertos se manifiesta
    subjetiva y cotidianamente a través de múltiples
    formas para recordar a los muertos y seres queridos en su
    fallecimiento, tanto de manera personal como con
    actos religiosos personales. Por otra parte, en los días
    dedicados específicamente al culto de los difuntos, los
    dolientes le rinden un servicio,
    expresando sentimientos de veneración, cariño y
    gratitud, cumpliendo con normas sociales
    establecidas con anterioridad.

    Superar el temor o disgusto de los muertos si no se les
    recuerda y comparte con ellos algo de los goces o frutos
    obtenidos durante el año, por ello la comida y la ofrenda
    en la tumba o en el altar, es un desprendimiento significativo de
    ciertos bienes
    materiales
    como pueden ser lo mejor de la cosecha, las flores de temporada,
    los gustos del difunto o alguna prenda querida.

    Otro aspecto que se reseña, es el relativo a la
    trasladación de los símbolos de poblaciones como
    San Ildefonso y Santiago Mexquititlán a la ciudad de
    Querétaro, a fin de que se conozcan los elementos de
    identidad los cuales también forman la queretanidad por lo
    que el primero y dos de noviembre se exhiben en el Jardín
    Zenea los altares y ofrendas que se utilizan en Amealco y
    Tolimán, aún cuando los significados de los
    símbolos no sean los mismos pues se trata de que las zonas
    urbanas asimilen esta parte de nuestro patrimonio
    cultural.

    Otra de las formas tradicionales de celebrar en la
    Ciudad de Santiago de Querétaro, es con la ya tradicional
    feria de "Todos Santos", donde se venden todos los juguetes de
    madera, cartón, los entierritos y muertos hechos de papel
    maché, los tradicionales dulces de azúcar entre los
    que encontramos las calaveras, los huesitos, los platillos como
    enchiladas, mole, pan, etc., todos estos hechos de azúcar,
    pero como en toda feria en la actualidad también se han
    adoptado el poner juegos
    mecánicos en esa feria tradicional. También podemos
    observar en las casas los tradicionales oltares dedicados a sus
    muertos, en las casas culturales, en algunas escuelas se
    organizan concursos para ver quien pone el mejor altar montando
    diferentes altares de tradición en las diferentes zonas de
    la República Mexicana.

    OFRENDAS

    Durante la era prehispánica, pasando por la
    época colonial y hasta nuestros días, los alimentos
    han jugado un papel muy importante en las ofrendas de los
    muertos. Se podría decir que los alimentos son
    indispensables en el altar de las ofrendas; estos suelen ser muy
    variados y que en nuestros días varían según
    los gustos y las regiones de la república, en donde la
    tradición culinaria de la región cuenta mucho.
    Así mismo su variedad radica en las costumbres de
    quién las coloca.

    No importa si es grande o chica, pobre o rica, ya que la
    ofrenda de muertos se prepara y se exhibe para agradar a los
    difuntos que puntuales llegan a visitarnos cada año. En
    ella, que no es sino un altar, se disponen artísticamente
    las flores, las velas y veladoras las fotografías, el
    papel crepé, las vasijas, los platones, las botellas y
    sobre todo los alimentos que habrá de consumir el goloso
    espíritu visitante. Así, lo más común
    es que en altares domésticos se coloquen esquisitos panes,
    tamales de todos sabores y colores, atoles espesos y humeantes
    guisos de diferentes clases, desde los exquisitos moles hasta los
    nopalitos preparados de diversas maneras, dulces sabrosos de
    calabaza y tejocote.

    Generalmente el altar se divide en dos niveles marcados
    por una mesa y el suelo, que
    según la tradición popular representan el cielo y
    la tierra respectivamente. Es por ello que en la mesa se
    localizan las imágenes de los muertos en culto, y los
    símbolos de fe, así como los elementos agua y fuego
    representados por líquidos como el atole, pulque, agua u
    otras bebidas, y por velas, ceras y veladoras. Sobre el suelo se
    colocan los elementos que simbolizan el aire y la tierra:
    incienso y mirra, Sahumerios, semillas y frutas.

    El día 31 de octubre al medio día, se
    colocan sobre una mesa aquellos objetos destinados al culto de
    los niños difuntos: flores blancas, vasos con agua y un
    plato con sal. Cada vela que se enciende representa a un
    niño muerto. Se enciende además el sahumerio con
    copal e incienso.

    Por la tarde se ofrece una merienda a los niños,
    donde se incluye como pan, atole, chocolate, tamales de dulce y
    frutas. Nuevamente se enciende el sahumerio.

    Al día siguiente, el 1° de noviembre, por la
    mañana, se sirve el desayuno de los niños, antes de
    que sus almas regresen al lugar que pertenecen. Entre los
    alimentos que se colocan están el pan, atole, chocolate,
    tamales y frutas. Al medio día la mesa se adorna con
    flores amarillas con las que se indica la llegada de los difuntos
    adultos; se colocan candelabros negros con velas grandes, agua y
    sal; más tarde se ofrendan frutas, pan, conservas y
    tamales.

    El 2 de noviembre al medio día las almas de los
    difuntos adultos son despedidos con una comida en donde se pueden
    encontrar una gran variedad de guisos mexicanos, entre los que
    destacan el arroz, mexicano en su preparación, cocinado de
    diferentes maneras; mole con pollo o guajolote, pozole, frijoles
    de olla, tortillas, frutas como jícamas, tejocotes,
    cacahuates, dulces entre los que aparecen las tradicionales
    calaveritas de azúcar o chocolate, cocadas, calabazates,
    limones rellenos, camotes, amaranto, jamoncillos (dulce de
    leche), calabaza en tacha, peras e higos cristalizados,
    tamarindo, arroz de leche y conservas de tejocote, guayaba o
    durazno. Igualmente hay aperitivos como cerveza, el tradicional
    pulque, tequila o la bebida favorita de aquellos seres queridos.
    No podían faltar los cigarillos para quienes acostumbraban
    fumar.

    Como ya se mencionó con anterioridad, los
    alimentos suelen ser muy variados de ofrenda a ofrenda; sin
    embargo las ofrendas que actualmente se colocan no son totalmente
    diferentes a las prehispánicas; en realidad sólo se
    transformó sustituyendo sus componentes originales. De
    acuerdo a la tradición debe componerse de nueve elementos
    esenciales los cuales nunca deben o pueden faltar.

    El AGUA. Considerada como fuente de vida, se
    ofrece a las ánimas para que mitiguen su sed
    después de un largo camino y como fortalecimiento para su
    regreso al más allá.

    LA SAL. Elemento de purificación, sirve
    también para que el cuerpo no se corrompa.

    INVITACION AL BANQUETE. Elemento de
    sabiduría.

    EL CIRIO. La flama que produce significa luz, fe y
    esperanza. Llamarada de triunfo, porque el alma pasa de esta vida
    a la otra, ala inmortalidad, a lo desconocido.

    COPAL o INCIENSO. Ofrenda a los dioses. Elemento
    que sublima y transmite a la oración o alabanza, uniendo
    al que ofrece y a quién recibe. Perfume de reverencia
    soberana, para alejar a los malos espíritus.

    LAS FLORES. Las blancas (alhelí y nube)
    significan pureza y ternura. Las amarillas, cempoaljochitl,
    significan riqueza, flor de oro. Se cree que antiguamente era
    usada como medicamento, para curar, conservar la vida y alejar la
    muerte.

    EL PETATE. Es un objeto de ofrenda para el
    descanso, para merecer el banquete.

    JUGUETES. Perro izcuintle para las ánimas
    infantiles son elemento de juego. Por
    otro lado, el perro izcuintle ayudaba a las ánimas a
    cruzar el caudaloso río Chiconahuapan, último para
    llegar al Mictlán (lugar de los muertos).

    EL PAN. Es lo que se invita al recién
    llegado, alimento que se comparte fraternalmente.

    EL GOLLETE y LAS CAÑAS. Este pan en forma
    de rueda se coloca en ofrenda, sostenido por un trozo de
    caña. Se podrán relacionarse estos elementos en el
    zompantli; los golletes podrían significar los
    cráneos de los sacrificados y las cañas las varas
    conque se ensartaban.

    Existen algunos otros alimentos que al paso del tiempo,
    al igual que los antes mencionados se han convertido en parte
    medular de las ofrendas de muertos como lo son:

    EL PAN. Es precisamente uno de los alimentos
    más importantes en la ofrenda. Aunque no es de origen
    mexicano puesto que el cultivo del trigo y el establecimiento de
    las panaderías en América
    tienen su origen durante la Colonia, lo cierto es que en
    México al pan se le dio una característica
    propiamente nacional. Una decoración que se puede apreciar
    durante los primeros días de noviembre, es un pan con una
    muy especial peculiaridad, y que consiste en adornar su
    superficie con pequeñas tiras de la misma pasta, las
    cuales guardan gran semejanza con los huesos que
    comúnmente son llamados "Canillas", y sobre estos se
    colocan una gran "Lágrima", que simboliza el cráneo
    humano.

    Es importante señalar que durante la época
    prehipánica, las "Canillas" cruzadas con el cráneo
    encima, se referían a la forma en que se expresaban o
    representaban la muerte o al "Dios de la Muerte" llamado
    Mictlantecuhtli. Durante la Colonia, una vez que se
    instituyó la celebración de "Todos los Santos", y
    el día de "Los Fieles Difuntos", tradiciones provenientes
    de Europa, algunos elementos del culto a la muerte en ambas
    culturas se unieron, y originaron una tradición
    única.

    En algunas ocasiones la tradicional "Torta de Muertos"
    es sustituida por rosquillas o esos panes que tienen forma de
    cuerpo humano:
    tanto estos panes, como las rosquillas se decoran con
    azúcar teñida de color rojo, que
    simboliza la sangre, y al
    mismo tiempo nos recuerda la forma en que las ofrendas
    precolombinas se espolvoreaban con "Cinabrio", un polvo rojo que
    tenía la función de
    representar la sangre, de la cual se intentaba proveer al alma
    del muerto para que pudiera tener otra vida, ya que se
    tenía la idea de que el cuerpo moría, pero que el
    alma continuaba existiendo en otro lugar.

    LA CALABAZA. Tanto en la cocina indígena
    prehispánica como en la mexicana actual, ocupa un lugar de
    privilegio. Junto con el maíz, frijol y chile y ha
    formado parte de la tetralogía alimenticia del
    país. De este alimento se aprovecha todo: tallos,
    guías, flores, frutos y semillas; su uso es muy extenso, y
    con ella se elaboran muchos de los platillos típicos
    mexicanos.

    En el altar de muertos, la calabaza aparece
    además a manera de dulce en otras formas: cocida con
    azúcar, canela, tejocotes, trozos de caña de
    azúcar, o con otros ingredientes según el gusto de
    la cocinera. El dulce cristalizado se le llama "Calabazate". De
    la calabaza se prepara la muy tradicional calabaza en "Tacha",
    que como se mencionó se prepara durante los días
    dedicados a los muertos.

    La preparación de la calabaza en "Tacha",
    consiste en introducir dicho fruto en un cesto de palma que se
    confita en las calderas donde
    se fabrica el azúcar. Esta es la forma tradicional, pues
    en las antiguas máquinas
    de los ingenios se hacía la concentración del
    "Guarano" o jugo de caña en dos calderas cónicas,
    colocadas sobre un solo horno (mancuerna); una de las calderas
    era la "Malera", y la otra la "Tacha". En la actualidad se
    prepara cocida en miel de piloncillo o panela, antiguamente
    llamada también "Tacha".

    EL MOLE. Su origen se remota a la época
    prehispánica. Figuraba como uno de los platillos
    más importantes destinados al consumo de
    aquellos seres más importantes de la sociedad como
    gobernantes, sacerdotes y guerreros.

    La palabra MOLE, se deriva del náhuatl MOLLI,
    utilizada para referirse a cualquier salsa con chile.

    Con el tiempo el platillo original fue enriquecido con
    especies, ingredientes traídos de Europa. Actualmente este
    guiso se elabora con más de 40 ingredientes; hay de todos
    colores y sabores: mole rojo, mole negro (este es típico
    de Oaxaca), mole verde, mole amarillo, mole de olla,
    pipián, manchamanteles. La elaboración del mole
    variará según la región y según la
    cocinera. Una especie de mole que se usa mucho en el centro de la
    república lleva el nombre de "Asado" o "Asado de Boda"
    casi siempre acompañado con carne de puerco.

    Es tradicional que en las ofrendas de los muertos, el
    mole aparezca servido con arroz y pollo o guajolote.

    TAMALES. Al igual que el mole, fue uno más
    de esos platillos originarios de México antiguo. La
    palabra proviene del náhuatl TAMALLI con la que se
    designaba al "Pan" elaborado con maíz. Existen muchas
    maneras de hacerlos: con anís, rellenos de arroz con
    leche, mole, chile verde, rajas, con carnes de aves, pescado
    o puerco, y en algunos lugares se hacen con capulines. En
    Xochimilco a un tamal pequeño lo rellenan con frijoles y
    se sirve para acompañar al mole. Cada uno de los estados
    de la república tiene su propia receta para elaborar los
    tamales. En Zacatecas, los tamales son de chile rojo, rellenos
    con carne de puerco; son delgados y cubiertos con hojas de
    maíz en varias capas. Un tamal muy famoso por las costas
    del golfo es el zacahuil. En realidad sería difícil
    enumerar las tantas formas de elaborar tamales.

    EL CHOCOLATE. Bebida originaria de México,
    no puede faltar en los altares de los muertos como ofrenda a
    niños o adultos. La palabra se deriva del náhuatl
    XOCOLATL, formada por los vocablos ATL (agua) y COCOTL (CHOCO),
    que se refiere al ruido que las
    semillas de cacao hacen cuando el agua comienza a hervir y en la
    merienda en que se remueve.

    Antes de la llegada de los españoles, el cacao se
    utilizaba para elaborar una bebida con agua que tenía un
    sabor agrio. Se empleaba además como moneda para llevar
    acabo el intercambio (trueque) comercial y para el pago del
    tributo, por lo que se le tenía en gran estima. Se dice
    que Moctezuma se tomaba entre el día 40 tazas de esta
    bebida como afrodisiaco. Durante la Colonia, el cacao se
    comenzó a preparar con leche y endulzarse con
    azúcar. Con ello paso a convertirse en una de las bebidas
    más solicitadas no sólo en la Nueva España,
    sino incluso en Europa, ya que era considerada "Bebida de
    Reyes".

    Estos son sólo algunos alimentos de origen
    mexicano que aparecen en las tradicionales ofrendas de muertos,
    pero además hoy en día son de los que cuentan con
    mayor demanda
    popular.

    CERÁMICA Y VIDRIO. La
    cerámica y el vidrio no podían
    faltar en las ofrendas del día de muertos. A lo largo de
    la historia su
    presencia se ha encontrado en la importancia con los alimentos;
    es por ello que el gusto por decorar los altares, es algo que el
    pueblo vive con gran emoción; muchos objetos han sido
    creados para utilizarlos únicamente en esta época
    del año, de tal manera que podemos ver las tradicionales
    jarras panzonas destinadas al pulque, las ollas para el
    chocolate, las cazuelas para el mole, los platos para los dulces,
    los incensarios y candeleros destinados a sostener los cirios,
    velas o ceras.

    El barro ha sido el material que más ha utilizado
    el hombre para
    satisfacer sus necesidades casi desde el inicio de los tiempos.
    Del barro existen una gran variedad de formas y usos en donde
    además se plasma la expresión cultural de artistas
    anónimos, los artistas del pueblo.

    Muchas ofrendas, en especial las de Dolores Olmedo han
    sido enriquecidas con cerámica de distintos lugares, como
    la verde de Michoacán, cuya forma y decoración ha
    variado poco desde la colonia. Aquí predominan los jarros
    y ollas de diferentes tamaños con cuerpo globular o de
    calabaza; cajetes, tinajas, cántaros y gran variedad de
    objetos.

    En fin la creatividad
    mexicana, el arte y el ingenio no paran ahí, ya que han
    servido de fuente de inspiración para la
    composición de canciones, crónicas, y libros.

    Existen poemas de
    autores anónimos, también existen una gran cantidad
    de refranes pareados, versos al amigo o al compañero de
    trabajo. Al político, etc., y anónimos populares,
    como los siguientes:

    En este mundo matraca

    De morir nadie se escapa.

    Muere el buey, muere la vaca,

    Y hasta la mujer
    más guapa tiene que estirar la pata.

    Viene la muerte luciendo

    mil llamativos colores

    ven, dame un beso, pelona

    que ando huérfano de amores.

    Se va la muerte cantando

    por entre la nopalera,

    ¿En que quedamos, pelona,

    me llevas o no me llevas?…

     

     

    Christian Argandar Monroy.

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