Monografias.com > Agricultura y Ganadería
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Incrementos de la fijación biológica del nitrógeno




Enviado por roldantg



Partes: 1, 2

    Indice
    1.
    Introducción.

    2. Revisión
    Bibliográfica.

    3. Impacto ambiental de la
    aplicación de fertilizantes
    nitrogenados.

    4. Importancia del
    cultivo
    .

    6. Azotobacter sp. diazótrofo no
    simbiótico.

    7. Producción de
    sustancias fisiológicamente activas y aplicación
    práctica de Azotobacter sp.

    8. Fijación simbiótica de
    N2 atmosférico.

    9. Características de Rhizobium
    sp.

    10. Factores que afectan la
    nodulación y la fijación de N2 en las
    leguminosas.

    11. Aplicación práctica de
    Rhizobium sp. en cultivos de frijol común (Phaseolus
    vulgaris L.).

    12. Aplicación de la
    inoculación combinada de bacterias fijadoras de N2
    atmosférico.

    13. Componentes del
    rendimiento.

    14. Impacto
    económico-ambiental
    .
    15.
    Conclusiones.

    16.
    Bibliografía.

    1. Introducción.

    Un puñado de tierra
    contiene billones de microorganismos, son tantos tipos diferentes
    que se desconocen las cantidades exactas. Actualmente conocemos
    algunos de ellos; sólo se han descrito formalmente
    alrededor de 500 microorganismos no-eucariontes, lo que contrasta
    con las 500 000 especies de insectos ya descritas. Se conoce muy
    poco de la Microbiología, a pesar de que es la parte
    de la Biología que se proyecta más
    ampliamente hacia el mantenimiento
    de la vida en el planeta (Anónimo, 2001 b).
    De los elementos del suelo el
    nitrógeno es el más necesario para el desarrollo y
    sobre vivencia de las plantas, este es
    el que presenta más transformaciones
    microbiológicas y por consiguiente el que más
    comúnmente se encuentra deficiente en el suelo,
    contribuyendo a la reducción de los rendimientos
    agrícolas en todo el mundo (Anónimo, 2001
    a).

    Las principales formas de mantener suficiente
    nitrógeno en el suelo es mediante la aplicación de
    fertilizantes nitrogenados y las formas de fijación
    biológicas, pero debido al alto costo de los
    fertilizantes nitrogenados, la gran cantidad de energía
    requerida para su producción y las capacidades
    subóptimas para su transportación limita su uso en
    países subdesarrollados, especialmente en comunidades
    agrícolas pequeñas (Anónimo, 2001
    a).

    En el mundo desarrollado la agricultura
    depende en gran medida del uso de fertilizantes químicos y
    pesticidas para mantener sus altas producciones agrícolas,
    sin tener en cuenta los terribles daños que estos pueden
    ocasionar ya sea afectando el ciclo global del nitrógeno,
    contaminando las aguas subterránea y superficiales,
    incrementando los riesgos de
    intoxicaciones químicas y aumentando los niveles de
    óxido nitroso (N2O) atmosférico; el cual
    es un potente gas invernadero.
    El uso de nitrógeno sintético en los últimos
    40 años ha aumentado de 3.5 millones a 80 millones de
    toneladas, tanto en países desarrollados como en
    vías de desarrollo, incrementándose sus costos de
    producción a más de $ 20 billones USD
    anualmente. Para el año 2050 la población mundial se espera crezca el doble
    de la cifra actual de habitantes, de esta proyección el
    90% debe residir en las regiones tropicales o subtropicales de
    los países en desarrollo de Asia,
    África y América
    Latina. Según estos datos, es
    razonable esperar que la necesidad de fijación de
    N2 para la producción de alimentos
    agrícolas para esta fecha también duplique la cifra
    fijada actualmente. Si esta es suministrada por fuentes
    industriales, su uso se incrementará en 160 millones de
    toneladas de nitrógeno por año; lo que
    requerirá quemar más de 270 millones de toneladas
    de energía para su producción, sin tener en cuenta
    la duplicación de las fatales consecuencias que pudieran
    ocasionar (Anónimo, 2001 a).

    Los procesos
    naturales de fijación biológica del N2
    (FBN) juegan un importante rol en la activación de los
    sistemas
    agrícolas sustentables por su beneficio ambiental. El
    incremento de su aplicación puede mitigar la necesidad del
    uso de fertilizantes nitrogenados sintéticos con su
    consiguiente efecto benéfico al ciclo del
    nitrógeno, el calentamiento global y el saneamiento de las
    aguas subterráneas y superficiales. Este proceso
    depende básicamente de la acción de los
    microorganismos en conjunto con las plantas (Anónimo, 2001
    a).

    Existen algunas especies de microorganismos que poseen
    la habilidad de convertir el dinitrógeno
    atmosférico (N2) a amonio
    (NH4+) mediante la acción de la
    enzima nitrogenasa. Estas especies son denominados
    diazótrofos y requieren de energía para realizar su
    metabolismo.
    Dentro de los diazótrofos capaces de realizar este proceso
    se encuentran los denominados fijadores de vida libre, los cuales
    fijan N2 atmosférico sin la cooperación
    de otras formas vivas, siendo la familia
    Azotobacteriaceae la que agrupa uno de los géneros
    más importantes utilizados en la biofertilización a
    diferentes cultivos. El género
    Azotobacter es uno de los microorganismos utilizados como
    biofertilizantes que más se aplica e investiga en Cuba. Sus
    propiedades beneficiosas se ponen de manifiesto en una gran
    variedad de hortalizas, granos y viandas (Mayea et al., 1998).
    FAO (1995) reporta que este se considera de menor importancia
    agrícola por incorporar modestas cantidades de
    nitrógeno al suelo, Bhattacharya y Chaudhuri (1993)
    reportan que es capaz de fijar de 20 a 30 kg. de N
    ha-1 año, pero tanto Azotobacter como
    Azospirillum en determinadas condiciones su efecto beneficioso no
    se debe solamente a la cantidad de N2
    atmosférico fijado, sino a la capacidad de producir
    vitaminas y
    sustancias estimuladoras del crecimiento (ácido
    indolacético, ácido giberélico, citoquininas
    y vitaminas) que influyen directamente en el desarrollo vegetal
    (Rodelas, 2001).

    Otro grupo de
    microorganismos que se convierten en fijadores de N2
    cuando viven en asociaciones simbióticas con organismos
    superiores de vida son las bacterias pertenecientes al
    género Rhizobium, las cuales establecen relaciones
    simbióticas con plantas leguminosas (Bauer,
    2001).

    Entre los diferentes sistemas biológicos capaces
    de fijar N2 atmosférico, la simbiosis
    Rhizobium-leguminosa constituye con la mayor cantidad aportada al
    ecosistema y a
    la producción de alimentos (Burdman et al., 1998). Aunque
    hay diversas asociaciones que contribuyen a la fijación
    biológica del N2, en la mayoría de
    lugares agrícolas la fuente primaria (80%) del
    nitrógeno fijado biológicamente ocurre a
    través de dicha simbiosis (Anónimo, 2001 b). Se
    estima que esta puede oscilar entre 200 y 250 kg. N
    ha-1 año (FAO, 1995), calculándose que
    puede alcanzar el 20 % de la cantidad fijada anualmente sobre el
    planeta, constituyendo la asociación más elaborada
    y eficiente entre plantas y microorganismos (Burdman et
    al.,1998).

    Dentro de las especies que establecen relaciones
    simbióticas con esta bacteria se encuentra el frijol
    común (Phaseolus vulgaris L.), la cual es la legumbre
    más importante para el consumo humano
    en los países del tercer mundo, pero a su vez es la
    especie de más baja capacidad de nodulación y
    fijación de N2. Este cultivo en nuestro
    país ha sido durante muchos años una
    práctica común del campesinado, cuya
    producción cumplimentó en determinado grado las
    necesidades del país. Actualmente la producción es
    insuficiente, aproximadamente 0.63 t ha-1, como
    resultado del nivel de vida de la población y su poca
    intensificación. Durante varios años la
    producción de este grano ha estado
    limitada a las pequeñas producciones del agricultor
    privado, por lo que el Estado ha
    tenido que invertir $ 400 (USD) para adquirir una tonelada de
    frijol mediante la importación de este alimento para el
    consumo de la población. Resulta obvio que aumentar el uso
    y mejorar el manejo del N2 fijado
    biológicamente por esta leguminosa es una meta importante
    para la agricultura tanto por razones humanitarias como por
    razones económicas (FAO, 1995; Burdman et al., 2000;
    Quintero, 2000).

    En los últimos 20 años se han realizado
    ingentes esfuerzos por parte de científicos e
    investigadores en todo el mundo con el fin de llevar a cabo una
    mayor eficiencia en la
    fijación de N2 por parte de la simbiosis
    Rhizobium-leguminosa en el cultivo del frijol, basados en las
    herramientas y
    perspectivas moleculares de las secuencias génicas y la
    trangénesis de plantas, alternativas que atentan contra la
    biodiversidad,
    sin tener en cuenta los estudios sobre la bioquímica
    de las asociaciones microbianas, los que han abierto un nuevo
    horizonte que está cambiando la percepción
    de la diversidad microbiológica. Los efectos
    agronómicos de los experimentos de
    microorganismos asociados a la rizosfera de las plantas
    conjuntamente con los simbióticos han promovido un
    sistema de
    estudios para la mayor comprensión de las comunicaciones
    entre plantas y microorganismos Estos constituyen una fuente
    básica para la utilización de la fijación
    biológica del N2 con el fin de mejorar la
    productividad
    de los cultivos incluyendo los microorganismos fijadores de
    nitrógeno asociados a la rizosfera, como Azotobacter y
    Azospirillum; y aquellos que viven en estrechas relaciones
    simbióticas con las plantas, tales como: Rhizobium sp.,
    Azolla sp. y endo / ectomicorrizas (Fisher y Long 1992, citado en
    Anónimo, 2001 a).

    Objetivos.

    • Analizar los efectos de la inoculación
      combinada de Rhizobium leguminosarum biovar. phaseoli y
      Azotobacter chroococcum en la fijación de N2
      y el rendimiento del frijol común (Phaseolus
      vulgaris).
    • Comparar dos dosis de inoculación del
      biopreparado comercial de Rhizobium.

    2. Revisión
    Bibliográfica.

    Ciertos microorganismos del suelo pueden incrementar la
    disponibilidad de nutrientes para las plantas, otros producen
    compuestos como vitaminas, hormonas y
    antibióticos que contribuyen a la salud vegetal y a la
    obtención de altos rendimientos. El hombre con
    el desarrollo tecnológico aplicó métodos
    microbiológicos para estudiar estos microorganismos y
    utilizarlos posteriormente, bajo el nombre genérico de
    biofertilizantes, en las prácticas agrícolas
    contemporáneas. (Compagnoni, 1997; Guet, 1997).

    A partir de la década del 40, millones de
    toneladas de nitrógeno sintético era suministrado a
    las producciones agrícolas anualmente, con el fin de
    aumentar sus rendimientos potenciales. La alta demanda de
    alimentos fue otro factor determinante de la sustitución
    de los fertilizantes nitrogenados por los procesos de
    fijación biológica del N2. La "revolución
    verde" se convirtió en el punto sublime de la
    producción y aplicación de los mencionados
    fertilizantes nitrogenados, trayendo consigo el gasto
    incalculable de fuentes de energía natural para su
    producción y los nefastos problemas que
    ha ocasionado en la ecología y el
    equilibrio
    biológico. Desde 1972, con la fundación de la IFOAM
    (Internacional Federation of Organic Agriculture Movements) se
    estableció que la agricultura orgánica debía
    aumentar la fertilidad de los suelos y su
    actividad microbiana e incrementar el reciclaje de los
    nutrientes. En la década de los 90, los biofertilizantes
    se convirtieron en un punto común de investigación teniendo en cuenta los serios
    problemas
    ambientales causados con la aplicación irracional de
    los fertilizantes químicos (IFOAM, 2001).

    3. Impacto ambiental
    de la aplicación de fertilizantes
    nitrogenados.

    El uso de nitrógeno sintético en los
    últimos 40 años ha aumentado de 3.5 millones a 80
    millones de toneladas, tanto en países desarrollados como
    en vías de desarrollo, incrementándose sus costos de
    producción a más de $ 20 billones USD anualmente
    (Hardy, 1993, citado en Anónimo, 2001 a). En este periodo,
    el ciclo global del N2 se ha visto afectado por el
    incremento irracional de la fijación de N2
    mediante procesos industriales, es decir, mediante la
    aplicación de fertilizantes nitrogenados; pero su impacto
    ambiental aun está por calcularse.

    La contribución de la fijación de
    N2 al ciclo global de este elemento no ha cambiado en
    los últimos años, teniendo un balance aproximado
    con el proceso de desnitrificación, el cual convierte el
    nitrógeno combinado en N2 atmosférico.
    En la actualidad la fijación no ocurre eficientemente
    debido a que es inhibida por la presencia de nitrógeno
    mineral en el medio (Vitouseck y Matson, 1993, citado en
    Anónimo, 2001 a). Según estos autores, alrededor
    del 50 % de los fertilizantes nitrogenados aplicados a los
    cultivos es absorbido por las plantas, el otro 50 % o más
    es almacenado en el suelo para la nutrición de los
    cultivos subsiguientes; pero una gran parte de este es
    transformado en N2 atmosférico mediante los
    procesos de desnitrificación de los microorganismos y otra
    gran parte es lixiviado a capas inferiores donde contaminan las
    aguas subterráneas y el manto freático en forma de
    nitratos (NO3). En Iowa el incremento del contenido de
    NO3 en aguas subterráneas desde 1950 a 1980 ha
    sido paralelo al incremento del uso de fertilizantes
    nitrogenados.

    El óxido nitroso (N2O) es otro gran
    factor contaminante producto al
    excesivo uso de fertilizantes nitrogenados, este conjuntamente
    con el CO2, metano (CH4) y los
    clorofluorcarbonos es un gas invernadero causante en gran medida
    del calentamiento global. La energía reflectiva por mole
    del N2O es alrededor de 180 veces la de
    CO2, lo que lo convierte en un potente gas
    invernáculo. El N2O troposférico ha
    aumentado potencialmente en la década del 80,
    conjuntamente con el incremento sustancial de la
    aplicación de fertilizantes sintéticos. Por otro
    lado la desnitrificación del NO3 produce cerca
    del 90 % de N2 y 10 % de N2O, al aumentar
    la cantidad de nitrógeno en el suelo producto de su uso
    indiscriminado, aumenta este proceso de desnitrificación y
    por consiguiente los niveles de toxicidad en la atmósfera. Hoy
    día la cantidad global de este compuesto se encuentra
    fuera de balance, excediendo de un 30–40 %, su
    concentración en la atmósfera también se
    incrementa 0.25 % por año (Vitouseck y Matson, 1993,
    citado en Anónimo, 2001 a). Esto demuestra que la
    producción de fertilizantes nitrogenados no solamente
    interviene en el agotamiento de la energía natural y el
    combustible fósil, sino también genera grandes
    cantidades de CO2 en su producción y contribuye
    sustancialmente al calentamiento global potencial.

    En los próximos 50 años será
    necesario un incremento sin precedentes en la producción
    agrícola para satisfacer los niveles de insumos
    calóricos y proteicos para el abastecimiento a la gran
    población mundial; pero también es imperativo la
    búsqueda de nuevos métodos de producción
    agronómicamente y ecológicamente sustentables para
    proteger el entorno que soportará tal explosión
    demográfica (Anónimo, 2001 a).

    4. Importancia del
    cultivo.

    Los hechos concernientes al cultivo de leguminosas
    varían tanto como lo hacen las especies. Con respecto a la
    alimentación humana, el cultivo de unas
    pocas especies jugó un importante rol en la historia de la raza humana.
    En las regiones del actual México en
    el 4000 A.C. ya se consumía el frijol común como
    importante fuente de alimento. Arvejas (Vicia sativa) y habas
    (Vicia faba) se han encontrado en fosas arqueológicas en
    el Medio Oriente, que datan del año 6000 A.C. Las
    migraciones, guerras y el
    comercio
    permitieron a algunas especies como el maní (Arachis
    hipogea) soja (Glycine
    max), frijol (Phaseolus vulgaris) y haba (Vicia faba) diseminarse
    a numerosas regiones a lo largo del mundo. Sin embargo, excepto
    para las semillas oleaginosas (soja y maní), las
    leguminosas han sufrido una recesión muy aguda,
    particularmente debido a la competencia de
    los cereales (FAO, 1995).

    A escala mundial,
    las leguminosas aportan, en términos de nutrición
    humana 22% de proteínas,
    32% de grasas y aceites y 7% de carbohidratos.
    En términos de nutrición animal aportan 38% de
    proteínas, 16% de lípidos y
    5% de carbohidratos. Su producción mundial, con respecto a
    las leguminosas de grano, exceptuando la soja, sobre un total de
    72 millones de hectáreas producen 47 millones de
    toneladas, con rendimientos de 650 kg. ha-1 (FAO, 1995). De todas
    las especies de leguminosas, el frijol común (Phaseolus
    vulgaris L.) es la que mayor importancia tiene por su nivel de
    producción y de consumo que presenta en el mundo. Esta
    constituye una fuente de alimentación proteica importante
    y habitual para nuestra población. Este grano contiene
    alrededor de 20% de proteínas de alta digestibilidad,
    constituidas por varios aminoácidos esenciales para el
    metabolismo humano, entre ellos isoleusina, leusina,
    fenilalanina, metionina y triptófano. Además, puede
    considerarse también como un alimento de alto valor
    energético, ya que contiene de 45 a 70 % de carbohidratos
    totales. Por otra parte, aporta cantidades importantes de
    minerales
    (Quintero, 2000).

    Según este autor, el frijol se ha cultivado
    tradicionalmente en Cuba en pequeñas explotaciones
    campesinas, lo que se mantiene hasta nuestros días, aunque
    con la estructura
    actual de tenencia de la tierra su
    cultivo se ha extendido a áreas de autoconsumo de
    organismos estatales de todo tipo. La siembra a escala comercial
    en granjas especializadas, para venta a la
    población a través de la red comercial del Estado, es
    prácticamente nula. El rendimiento promedio en nuestro
    país es relativamente bajo (0.63 t ha-1), comparado con
    Chile,
    Perú y Argentina, aunque
    similar o superior a otros países de la región.
    Según Rehm y Spig (1991), citado por Quintero (2000) esta
    especie es una de las más susceptible de las leguminosas a
    las enfermedades y
    plagas, siendo atacada fuertemente en los climas húmedos y
    calientes por varios hongos del
    complejo suelo-raíz y por varios hongos, bacterias y
    virus de la
    parte aérea de la planta.

    Este grano, dentro del grupo de las leguminosas,
    además de ser la más importante para la
    alimentación humana a nivel mundial, es la de más
    baja capacidad de nodulación y fijación de
    N2 atmosférico, por lo que en varias regiones
    se recurre a su fertilización nitrogenada (Burdman et
    al.,2000). Está claro que aumentar la fijación de
    N2 por esta leguminosa traería consigo una
    considerable reducción de insumos en su producción,
    así como el aumento en sus rendimientos
    potenciales.

    5. Procesos de
    fijación de N2
    atmosférico.

    Los proceso de fijación del N2
    atmosférico, es decir, obligarlo a reaccionar con otros
    elementos para formar un compuesto químico que lo contenga
    puede lograrse mediante métodos químicos y
    métodos biológicos. Mayea et al. (1998)
    señala que los métodos químicos se basan en
    descargas eléctricas, donde se forma óxido
    nítrico el cual al reaccionar con el agua de
    lluvia origina ácido nítrico. Este ácido
    reacciona con el amoniaco (NH3) del aire para
    producir nitrato de amonio (NO3NH4) y de
    esta forma mediante las precipitaciones llega al suelo una
    modesta cantidad de nitrógeno. Se estima que este proceso
    puede fijar alrededor de 10 millones de toneladas métricas
    de N2 por año (Hardy, 1993, citado en
    Anónimo, 2001 a).

    Los métodos biológicos de fijación
    de N2, dependen básicamente de la capacidad de
    algunos microorganismos de convertir el N2
    atmosférico en formas asimilables para las plantas
    (NH4+) mediante la acción del complejo
    enzimático nitrogenasa (Mayea et al., 1998). Según
    estos autores, ciertas bacterias y algunas especies de algas
    verdeazules (Cianobacterias) que se desarrollan
    independientemente tienen la habilidad de fijar el N2
    atmosférico en sus células,
    dando como producto final de la fijación proteínas.
    Estos sistemas, ya sean de vida libre, como en simbiosis con
    formas superiores de vida incorporan aproximadamente 170 millones
    de toneladas de nitrógeno anualmente al ecosistema
    (González y Lluch, 1992), y es probable que esta cantidad
    no haya cambiado sustancialmente en los últimos
    años.

    6. Azotobacter sp.
    diazótrofo no simbiótico.

    Las bacterias aerobias de vida libre fijadoras de
    N2 más conocidas se encuentran formando parte
    de las familias Azotobacteriaceae, Spirillaceae y Bacillaceae.
    Del género Azotobacter se han descrito varias especies:
    Azotobacter chroococcum (Beijerinck 1901), A. vinelandii (Lipman
    1903), A. agilis (Beijerinck; Winograsky 1938) y A. paspali
    (Döbereiner 1966); sin embargo no todas tienen características perfectamente definidas
    (Martínez, 1986; Mayea et al., 1998; Itzigsohn et al.,
    2000).

    Según González y Lluch (1992) los
    microorganismos del género Azotobacter se describieron por
    primera vez por Beijerinck en 1901, desde este momento hasta
    nuestros días, estas bacterias han llamado la atención de numerosos investigadores por su
    importancia tanto teórica como práctica. La
    morfología de Azotobacter ha sido y es, uno
    de los apartados de estudio más atractivo de este
    género bacteriano. Así, la citología de
    estas bacterias no solo se altera por las condiciones
    ambientales, sino que más bien varía de una forma
    extrema. Winogradski en 1938 observó que la presencia en
    el medio de cultivo de compuestos carbonados como el n-butanol
    daba lugar a la formación de células vegetativas
    normales, pero en función
    del periodo de incubación se originaban células
    cocoides denominadas quistes. Pochon y Tchan en 1948,
    consideraron a estos quistes como formas de reposo. Más
    tarde Socolofsky y Wyss en 1962, demostraron la
    característica de resistencia de
    estas formas quísticas.

    Este género comprende bacterias grandes,
    levadurifórmes, aerobias estrictas, no esporógenas
    y Gram negativos; son mesófilas y su temperatura
    óptima de desarrollo es de 30 oC. La eficacia media en
    relación con el N2 fijado por unidad de
    azúcar
    descompuesto es de 5 – 10 g, lo cual se cataloga como bajo.
    El pH
    óptimo de crecimiento es de 6 y a niveles inferiores
    disminuyen las cantidades de N2 fijado y hasta puede
    inhibirse su actividad metabólica (Martínez-Viera,
    1986; Mayea et al., 1998). La capacidad de fijación de
    N2 por estas bacterias varía considerablemente
    en dependencia de la composición del medio, su acidez,
    temperatura y aireación, de la presencia de N combinado,
    de la naturaleza de las
    fuentes de carbono,
    microelementos y de la acción de organismos
    antagónicos en el medio.

    El efecto de diferentes fuentes de carbono sobre la
    fijación de N2 por esta especie depende de la
    estructura de las sustancias orgánicas y de las reservas
    de energía química utilizable
    que contiene, siendo también importantes los procesos de
    oxidación de la materia
    orgánica durante la respiración (Martínez-Viera, 1986).
    Según este autor, la propagación de estas bacterias
    está relacionada estrechamente con la presencia en el
    medio de suficientes cantidades de fósforo (P) y potasio
    (K), siendo mayor el efecto del P, cuya escasez o ausencia puede
    hasta inhibir el desarrollo del cultivo. Este elemento estimula
    el metabolismo del carbono, la multiplicación y la
    fijación de N2. Las cantidades necesarias de K
    son menores, cuando existen altas concentraciones de este en el
    suelo se inhibe el desarrollo de las bacterias fijadoras,
    dependiendo del grado de toxicidad de la fracción
    aniónica de sal. Los requerimientos de microelementos son
    notables, el molibdeno (Mo) es esencial para la mayoría de
    las cepas de este género, tanto cuando crecen sobre
    medios libre
    de nitrógeno como cuando se desarrollan sobre nitratos,
    aunque las necesidades son mayores en ausencia de
    nitrógeno combinado.

    Según Rodelas (2001), dentro del grupo de los
    fijadores de vida libre el género Azotobacter presenta la
    capacidad de fijar N2 atmosférico cuando en el
    suelo existen suficientes cantidades de materia orgánica,
    ya que en suelos poco fértiles con escaso contenido de
    materia orgánica no se obtiene efecto agronómico
    positivo.

    González y Lluch (1992) reportan que el
    género Azotobacter presenta alta capacidad de
    biodegradación, muy especialmente para la oxidación
    de compuestos fenólicos sustituidos. Este hecho resulta de
    especial interés,
    basándose en recientes observaciones que muestran como
    estas bacterias aumentan su actividad biológica
    (incluyendo la capacidad fijadora de N2) en suelos
    agrícolas adicionados de residuos que poseen un alto
    contenido en sustancias fenólicas, pudiéndose
    sugerir que estos microorganismos pueden contribuir a la
    biotransformación de este tipo de residuos cuando se usen
    como fertilizantes. En este contexto estos diazótrofos
    están considerados por algunos investigadores como
    bacterias ciertamente ideales para los procesos de
    descontaminación de suelos agrícolas con sustancias
    xenobióticas.

    7. Producción de
    sustancias fisiológicamente activas y aplicación
    práctica de Azotobacter
    sp.

    Desde el punto de vista histórico, es Azotobacter
    el microorganismo que de una forma más amplia ha sido
    utilizado en la agricultura. Las primeras aplicaciones de estas
    bacterias datan de 1902, alcanzando una amplia utilización
    durante las décadas del 40, 50 y 60, particularmente en
    los países de Europa del Este
    (González y Lluch, 1992).

    La aplicación práctica de la
    inoculación de este diazotrófo ha sido positiva,
    observándose notables incrementos en los rendimientos en
    diferentes cultivos, principalmente en cereales. Estos resultados
    obtenidos, especialmente con la inoculación de Azotobacter
    chroococcum y Azospirillum brasilense, no deben atribuirse
    exclusivamente a la ganancia de N2 por las plantas, ya
    que estos microorganismos en determinadas condiciones su efecto
    beneficioso se debe fundamentalmente a la capacidad de
    solubilizar fosfatos y sintetizar sustancias estimuladoras del
    crecimiento vegetal, tales como, vitaminas y hormonas vegetales
    que intervienen directamente sobre el desarrollo de las plantas
    (González y Lluch, 1992; De Troch, 1993; Pozzon, Giogetti
    y Martínez, 1993; Baldani, 1997; Mayea et
    al., 1998; Velazco y Castro, 1999; Burdman, 2000;
    Itzigsohn, 2000; Rodelas, 2001). De este modo A. chroococcum
    sintetiza tiamina de 50–100 mg g-1 de sustancia celular
    seca; ácido nicotínico de 200–600 mg g-1 de
    sustancia celular seca y ácido pantoténico y
    biotina; ácido indolacético (AIA); ácido
    giberélico y citoquininas (Rodelas, 2001).

    Según González y Lluch (1992) la
    producción de estas sustancias por Azotobacter, se ve
    influenciada por el estado fisiológico de la bacteria y
    por la edad de los cultivos, habiéndose demostrado que la
    presencia de nitrógeno combinado modifica la
    producción de auxinas y giberelinas. Concretamente la
    presencia de nitrato inhibe la liberación de auxinas,
    mientras que en sentido contrario incrementa la producción
    de giberelinas. La adición de exudados radicales de
    ciertos cereales colonizados por Azotobacter, determinan aumentos
    significativos en la producción de auxinas, giberelinas y
    citoquininas, siendo este efecto más evidente cuando los
    exudados se obtienen de plantas de más de 30 días
    de crecimiento.

    Además de los compuestos mencionados, estos
    diazótrofos son capaces de sintetizar sustancias
    fungistáticas que, al inhibir el crecimiento de los hongos
    fitopatógenos del suelo, promueven indirectamente el
    desarrollo de las plantas, especialmente en las etapas tempranas
    del cultivo. Estos compuestos tienen acción sobre hongos
    pertenecientes a los géneros Fusarium, Alternaria,
    Penicillium y Rhizoctonia, variando su acción
    antagónica con la cepa bacteriana utilizada (Mayea et al.,
    1998; Rodelas, 2001). Mediante su acción conjunta, estas
    sustancia son capaces de estimular la germinación de las
    semillas y acelerar el crecimiento de las plantas siempre y
    cuando sea adecuada la concentración de organismos en la
    rizosfera de las plantas.

    Martínez et al. (1997) plantean que el efecto de
    la inoculación con Azotobacter chroococcum sobre la
    germinación y crecimiento de plántulas de tomate
    (Lycopersicon esculentum) en suelos Ferralíticos Rojos
    resulta coincidente para todas las variedades analizadas. La
    población de plántulas por m2 aumentó entre
    36% (Cambell-28) y 78% (CI-289-RA) respectivamente, así
    como la altura se incrementó en 34% (C-28-V) y 96%
    (Nova-2) y el diámetro del tallo entre 37% (C-28-V) y 100%
    (Tropical-3). El número de hojas aumentó entre 22%
    (Tropical-1) y 42% (Línea-94) y el peso seco de 50
    plántulas entre 38% (Nova-2) y 27.6% (Tropical-3). Estos
    resultados indican la posibilidad de acortar el periodo que
    transcurre entre la siembra del semillero y el momento en que las
    plántulas están aptas para el transplante. Estos
    resultados coinciden con los analizados por Puertas y
    González (1999), donde al estudiar la efectividad de cepas
    de Azotobacter chroococcum aisladas de la rizosfera de
    plántulas de tomate en suelos Pardos y Vertisoles, se
    apreció que todas estimularon en mayor o menor
    cuantía, al menos uno de los indicadores
    del crecimiento evaluados, lo que sugiere que la
    producción de sustancias fisiológicamente activas,
    constituye un factor común a dichas cepas. Lo
    anteriormente planteado coincide con lo citado por Dibut et
    al.(1990); Rodríguez y Blanco (1994); Salazar y
    González (1994); Acosta et al. (1995); Dibut et al.
    (1995); Soria et al.(1998); Rodelas (2001). En el agrupamiento de
    las cepas de acuerdo con su efectividad estimuladora, no
    influyó su procedencia, al quedar incluidas cepas aisladas
    de un mismo tipo de suelo en grupos
    diferentes; esto unido a que la cepa aislada del Vertisol
    Pélico fue una de las menos efectiva sugiere que debe
    prestarse atención a la capacidad de adaptación de
    las cepas de distintos tipos de suelos, así como su
    poder de
    multiplicación en determinadas condiciones, que a su lugar
    de origen (Dibut et al.,1990). En este sentido Abbass y Okon
    (1993) encontraron similares resultados, pero con diferentes
    cepas de Azotobacter paspali y señalaron que la diversidad
    de origen no tiene que estar siempre asociada a la diversidad
    genética.

    Hammad (1998), en estudios realizados sobre la
    eficiencia de la fijación de N2 y la
    susceptibilidad a bacteriófagos de Azotobacter chroococcum
    libre y encapsulado con alginato, en condiciones controladas (in
    vitro) y bajo condiciones de campo (in vivo), en la
    Estación Experimental de la Facultad Agrícola de la
    Universidad de
    Minia, Egipto,
    demostró que en condiciones in vitro, las células
    encapsuladas exhibieron mayor actividad del sistema nitrogenasa
    que en la forma libre. El sistema de encapsulación
    ofreció una mayor protección a las bacterias contra
    sus fagos. Bajo condiciones de campo, la inoculación de
    plantas de maíz (Zea
    mays, cv Giza-2) con células encapsuladas,
    incrementó marcadamente la población de Azotobacter
    chroococcum en la rizosfera y en el rizoplano, así como
    incrementó significativamente el porcentaje de
    nitrógeno y el peso seco de las plantas en
    comparación con los tratamientos inoculados con
    células libres. En plantas inoculadas con células
    libres, los bacteriófagos tuvieron un marcado efecto
    depresivo sobre la población de Azotobacter en la
    rizosfera y el rizoplano, reduciendo significativamente el
    porcentaje de nitrógeno y el peso seco de las plantas, en
    comparación con plantas inoculadas con células
    libres en ausencia de fagos.

    Varios son los cultivos en los cuales la
    aplicación de Azotobacter chroococcum como biofertilizante
    ha resultado satisfactoriamente positiva. Rodríguez y
    Blanco (1994) realizaron un trabajo experimental en condiciones
    semicontroladas en viveros de café
    (Coffeea arabica), demostrando que con el uso de Azotobacter
    chroococcum hay una mejor uniformidad en las posturas de este
    cultivo, así como un mayor vigor de las mismas, las cuales
    en el momento de la extracción del vivero hacia el campo
    presentaban un color uniforme en
    su sistema radicular, características de posturas sanas,
    vigorosas y con alto valor ecológico. En este sentido
    González et al. (1994) al analizar los resultados de la
    inoculación de 8 cepas de Azotobacter sobre los
    parámetros de crecimiento y desarrollo de vitroplantas de
    piña (Anana comosa), cv Cayena lisa, durante la fase de
    adaptación demostraron que en sentido general todas las
    cepas estudiadas estimularon el crecimiento de las vitroplantas,
    con valores
    significativamente superiores al testigo, lo que permite acortar
    el periodo de adaptación de las mismas. En el cultivo de
    la yuca (Manihot esculenta) Roque et al. (1994) al analizar la
    respuesta a la fertilización nitrogenada y su
    combinación con biofertilizantes en el clon CMC-40 en
    suelo Ferralítico Rojo hidratado, demostraron que los
    mejores resultados se obtuvieron con la combinación
    biofertilizante-fertilización mineral, destacándose
    Azotobacter como biofertilizante. Los máximos rendimientos
    en la primera cosecha oscilaron entre 43 y 46 t ha-1, se
    alcanzaron al aplicar 100 kg. ha-1 de N con Azotobacter y
    fosforina individualmente o combinados.

    En papa (Solanum tuberosum) Del Castillo y Montes de Oca
    (1994) estudiaron el efecto del uso de bacterias solubilizadoras
    de fósforo (P) y fijadores de N2 sobre el
    rendimiento de este cultivo en las variedades Atlantic y Desiree
    de producción nacional sobre suelos Ferralítico
    Púrpura seleccionado con diferentes valores de pH y P
    soluble, donde se analizaron diferentes dosis de fertilizantes
    minerales a 50 y 100% con aplicación de fosforina (Fb) y
    Azotobacter (AZ), solos y combinados en diferentes dosis y
    momentos de aplicación. Los resultados obtenidos muestran
    que la mejor respuesta a los fertilizantes minerales se
    encontró con el 50%, similar a los obtenidos con solo
    aplicar AZ; sin embargo los mejores rendimientos se obtuvieron al
    combinar el 100% del fertilizante mineral con ambos
    biopreparados, con incrementos entre 4 y 5 t ha-1. El pH del
    suelo influyó en la cosecha, tanto para AZ como la Fb, con
    incrementos del rendimiento donde el mismo era neutro a
    ligeramente ácido contra el ácido entre 0.84 a 1.35
    t ha-1 respectivamente; mientras cuando se combina el pH neutro
    con un contenido de P soluble bajo hay incrementos de 1.10
    t.

    Otros estudios son los efectuados con combinaciones
    microbianas, donde se ha podido comprobar la potenciación
    de la estimulación en el crecimiento y demás
    parámetros en las plantas con la aplicación de
    Azotobacter conjuntamente con hongos micorrizógenos. Un
    trabajo realizado a partir de vitroplantas de ñame
    (Dioscorea alata L.) var. Criollo Blanco, las cuales durante la
    fase de preadaptación fueron sometidas a tratamientos con
    2 cepas de MVA (IES–12 e IES–14) inoculadas a
    razón de 10 g / planta e inmersión de las
    raíces en un biopreparado de Azotobacter sp. al 20%
    durante 10 minutos, obtuvieron que la aplicación de
    biopreparados favorecieron los parámetros
    morfológicos evaluados (número de hojas, longitud
    del tallo y el limbo mayor, longitud del peciolo mayor y
    número de ramas por plantas) al compararlos con el testigo
    sin aplicación, comportándose como mejor
    tratamiento la combinación Azotobacter al 20% más
    la inoculación de la cepa IES-12 (Glomus caledonicum)
    (Andresson et al., 1994). Así mismo Sánchez et al.
    (1994) , con el objetivo de
    determinar el efecto de 4 cepas de hongos Micorrizógenos
    combinados con niveles de Azotobacter sp y 2 proporciones de
    humus de lombriz sobre el crecimiento de posturas de café
    (Coffeea arabica) producidas por el sistema de moteo con poda de
    raíz, determinaron que la combinación Glomus
    fasciculatum y Glomus pelú con Azotobacter en la
    proporción 5/1 mostró los mayores incrementos con
    respecto a la altura, el diámetro del tallo y el
    área foliar de las posturas, resultando superiores a los
    tratamientos testigos .

    En este mismo cultivo Rivera et al. (1997) al analizar
    el efecto de la aplicación de Biostin (Azotobacter
    chroococcum), simple o coinoculado con MVA en suelos
    Ferralítico Rojo de montaña, Fersialítico
    Pardo Rojizo y Pardo, obtuvieron que en la mayoría de los
    casos la aplicación simple presentó ligeros efectos
    positivos cuando se comparó con la conducta del
    tratamiento testigo, presentando por tanto un menor efecto que
    los encontrados con este bioestimulador en otros cultivos, pero
    en ninguno de los casos logra superar los mejores efectos
    encontrados con la aplicación de micorrizas VA, lo cual
    debe ser consecuencia del tipo de asociación que se
    establece en cada caso. Cuando se aplicó el Biostin con
    MVA en condiciones de suelo de media-alta fertilidad se
    logró incrementar el efecto positivo de las MVA, indicando
    que se potencia la
    acción de estas y posiblemente como resultante de una
    interacción mutualista y complementaria entre estos
    microorganismos. El manejo de la coinoculación MVA-Biostin
    no varió los criterios obtenidos sobre la relación
    óptima suelo/humus, ratificándose la
    relación 5/1 para suelos de media-alta fertilidad. En este
    caso, la relación 7/1 no resultó adecuada. Sin
    embargo, la combinación MVA-Biostin no resultó
    apropiada para condiciones de baja fertilidad, donde aun con
    sustratos 3/1 produjo efectos depresivos en comparación
    con la aplicación simple de MVA.

    Días et al. (2000) realizaron un estudio en
    suelos Ferralítico Rojo lixiviado típico de
    montaña y suelos Fersialítico Pardo rojizo en la
    zona del Escambray, con el objetivo de determinar el efecto de
    varias cepas de micorrizas y la inoculación de Azotobacter
    chroococcum en el cultivo del cafeto. Los resultados arrojaron
    que la inoculación simple y combinada de micorrizas y
    Azotobacter chroococcum, aunque por lo general resulto positiva,
    estuvo determinada por la riqueza del sustrato utilizada,
    obteniéndose en todas las variantes los mejores resultados
    con la relación 5:1 de suelo-materia orgánica. Con
    estas alternativas se logra reducir el costo de producción
    de las posturas de cafeto en viveros.

    Según lo planteado por estos autores, la
    coinoculación de microorganismos en la producción
    de posturas de cafeto es perfectamente complementaria y
    eficiente; pero necesita de condiciones adecuadas para la
    efectividad de la simbiosis micorrízica y que esta
    garantice una absorción de nutrientes suficientes para
    satisfacer las exigencias de la estimulación. La información obtenida es explicable por
    interacciones que se establecen en la micorrizosfera
    (Höflich, Wieke y Küah, 1994) y se amplían al
    cafeto estos efectos obtenidos en soya (Glycine max), maíz
    (Zea mays), tomate (Lycopersicon esculentum) y arroz (Oryza
    sativa) (Rivera, 1993; Medina, 1994; Gómez, 1996; Corbera
    y Hernández, 1997; Corbera y Nápoles,
    2000).

    Según Terry et al. (2000), al analizar el efecto
    de la aplicación de Azotobacter chroococcum y Hongos
    Formadores de Micorrizas Vesículo Albusculares (HFMVA) en
    condiciones de organopónico en los cultivos de tomate,
    acelga, lechuga, habichuela y rabanito, encontraron una respuesta
    positiva de los cultivos a la inoculación, siendo la
    coinoculación (Glomus sp.-Azotobacter) la que
    brindó los resultados más efectivos; lo que
    demuestra que ambos microorganismos funcionaron de forma
    sinergística cuando se añadieron
    simultáneamente.

    8. Fijación
    simbiótica de N2
    atmosférico.

    Dentro de los métodos biológicos de
    fijación del N2 atmosférico
    también se encuentran las bacterias capaces de realizar
    este proceso en simbiosis con formas superiores de vida,
    específicamente el género Rhizobium, las cuales
    establecen relaciones simbióticas con plantas
    pertenecientes a la familia Fabaceae
    (Bauer, 2001).

    Burdman et al.(1998), plantean que entre los distintos
    sistemas biológicos que son capaces de fijar N2
    atmosférico, la simbiosis Rhizobium-leguminosa contribuye
    con la mayor cantidad de nitrógeno al ecosistema y a la
    producción de alimentos. Aunque hay diversas asociaciones
    que realizan el proceso de fijación biológica del
    N2, en la mayoría de lugares agrícolas
    la fuente primaria (80%) del N2 fijado
    biológicamente ocurre a través de dicha simbiosis
    (Anónimo, 2001 b). Se estima que esta puede oscilar entre
    200 y 250 kg. N ha-1 año (FAO, 1995), dependiendo del
    nivel de fijación de la especie, del cultivo, suplemento
    de agua,
    inoculación, condiciones del suelo y la fertilidad. Se
    calcula que la fijación de este por las plantas
    leguminosas alcanza el 20% de la cantidad total fijada anualmente
    sobre el planeta. Esta a su vez constituye la asociación
    más elaborada y eficiente entre plantas y microorganismos,
    por esta razón ha sido la más estudiada hasta el
    momento.

    9. Características de
    Rhizobium sp.

    Según Mayea et al. (1998) y Martínez-Viera
    (1986), las especies del género Rhizobium son
    quimiorganotróficas y crecen mejor sobre medios complejos
    de 25 a 30 oC, todas las cepas utilizan glucosa, galactosa,
    fructosa, tiamina y pentatenato de calcio. El hierro (Fe) es
    necesario para la síntesis
    de hemoproteína, este elemento es un constituyente de la
    leghemoglobina, se encuentra presente en la Fe-proteína y
    en la Mo-Fe proteína, componentes de la nitrogenasa,
    así como en la ferridoxina bacteriana. A pesar de que las
    cantidades de este elemento necesarias para el funcionamiento
    eficiente de los nódulos son altas, constituye
    normalmente, en cantidades absolutas, una pequeña
    fracción del total asimilable por las plantas, por ello,
    cuando en las leguminosas se observan síntomas de
    deficiencias de Fe, podemos estar seguros de que la
    simbiosis no se está efectuando y se debe agregar
    rápidamente el elemento. La escasez de cationes divalentes
    (Ca y Mg) conduce a pérdidas marcadas de viabilidad. La
    necesidad de trazas de Co en la síntesis y funcionamiento
    de la vitamina B12 se ha considerado como una
    interacción que proviene de la toxicidad del Ni o Cu. La
    deficiencia de cinc (Zn) tiene un efecto adverso sobre la
    nodulación y se observa, sobre todo, cuando hay altos
    niveles de fósforo.

    Citado por estos autores, cuando falta molibdeno (Mo) se
    forman más nódulos, pero son menos eficientes y su
    estructura se asemeja a la de los nódulos inactivos, la
    dificultad para la asimilación de Mo parece ser una de las
    principales limitaciones en la fijación del N2
    por el frijol, especialmente en los suelos ácidos se
    ha demostrado que, cuando se suministra a estos Mo y Ca, el
    frijol es capaz de obtener todo el nitrógeno necesario
    para producir 3000 kg. ha-1 de grano.

    Uno de los factores más importantes en el
    éxito
    ecológico de las plantas de la familia Fabaceae es su
    capacidad para interaccionar con bacterias del suelo
    pertenecientes a los géneros Rhizobium y Bradyrhizobium.
    En esta asociación, la bacteria induce en la planta el
    desarrollo de un nuevo órgano, el nódulo. Dentro de
    este se crea el ambiente
    necesario para la fijación de N2
    atmosférico por la bacteria que hace a la planta
    independiente del nitrógeno del suelo. La formación
    del nódulo implica un reconocimiento específico
    entre los componentes procarióticos y eucarióticos
    de la asociación, la invasión de la célula
    de la planta por las bacterias y otros muchos cambios en la
    estructura bioquímica de ambos organismos. El análisis genético de la bacteria ha
    permitido identificar más de 30 genes, cuya función
    es necesaria para el desarrollo de un nódulo fijador de
    N2 y que no se necesitan para el crecimiento
    vegetativo de la bacteria (González y Lluch,
    1992).

    Según Aranda et al. (2000 b), la selección
    de cepas bacterianas con efecto aditivo se encuentra entre las
    tendencias actuales de la biotecnología agrícola. En respuesta
    a las bajas concentraciones de ión férrico en el
    medio, muchos microorganismos producen y secretan
    sideróforos. Aranda et al. (2000 c) plantean que los
    producidos por rizobios constituyen una opción factible
    para el control de
    agentes patógenos de los cultivos hospederos. Estos
    compuestos no son más que metabolitos secundarios que
    aparecen en la fase estacionaria del crecimiento bacteriano, los
    cuales desempeñan un papel
    determinante en el biocontrol de patógenos fungosos de la
    rizosfera. Estos sideróforos suprimen enfermedades
    fungosas por acoplamiento del hierro, convirtiéndose en
    factor limitante para el crecimiento del patógeno. Aranda
    et al. (2000 a) realizaron un estudio en la provincia de
    Holguín con el objetivo de aislar y caracterizar cepas de
    rizobios de diferentes agroecosistemas y seleccionar aquellas con
    mejores potencialidades en cuanto a la producción de
    sideróforos. Los resultados demostraron que todas las
    cepas seleccionadas y caracterizadas tenían capacidad para
    la biosíntesis de este metabolito. Se
    seleccionó la mejor cepa por especie de cultivo para la
    evaluación del efecto antagónico
    ante la cepa de Rhizoctonia solani, comprobándose la
    actividad antagónica de las cepas estudiadas ante el
    crecimiento e infección del hongo
    fitopatógeno.

    10. Factores que afectan
    la nodulación y la fijación de N2 en las
    leguminosas.

    Caba et al. (2001) señalan que los nódulos
    radicales de las leguminosas son estructuras
    complejas, como ponen de manifiesto los estudios
    histológicos y fisiológicos, cuyo desarrollo y
    funcionamiento están regulados principalmente por la
    planta, la cual controla el número de nódulos
    mediante un mecanismo endógeno de retroinhibición o
    inhibición "feedback" y que se ha llamado de
    autorregulación. Básicamente consiste en que,
    iniciado un número crítico de primordios nodulares
    se bloquea la división celular en el córtex radical
    inhibiéndose el desarrollo de nuevos nódulos. La
    nodulación también está controlada por
    factores externos entre los que el nitrato del suelo resulta de
    especial significación. La inhibición de la
    nodulación por el nitrato, una vieja cuestión en el
    campo de la simbiosis Rhizobium-leguminosa, no es un efecto
    nutricional como en un tiempo se
    pensó, sino más complejo, implicando estadios
    tempranos en la ontogenia del nódulo de forma similar a la
    respuesta de autorregulación pero al contrario que
    ésta, se trata de un efecto localizado y no
    sistémico. Mediante injertos entre plantas de diferentes
    genotipos, mutantes y parentales, se ha demostrado que la
    señal autorreguladora procede de la parte aérea
    (SDI, shoot derived inhibitor). No obstante, los experimentos de
    escisión de nódulos han revelado un mecanismo de
    control adicional más tardío en el que los
    nódulos maduros suprimen el desarrollo de los estadios
    tempranos. Aunque se ha especulado con el ácido
    abscísico, como molécula candidata a la
    señal autorreguladora, lo cierto es que ésta
    permanece aún por identificar. Recientes revisiones sobre
    nodulación dan esquemas e hipótesis para conectar las fitohormonas
    con la morfogénesis de los nódulos. En los
    nódulos radicales de diversas leguminosas se pueden
    detectar cuatro tipos de hormonas vegetales, auxinas,
    citoquininas, giberelinas y ácido abscísico todas
    ellas a concentraciones superiores a las existentes en las
    raíces vecinas. Los rizobios producen auxinas ,
    citoquininas y giberelinas si bien no se conoce la medida en la
    que éstas contribuyen al balance hormonal del
    nódulo y por otra parte no parece que su papel en la
    nodulación sea muy significativo ya que mutaciones en la
    producción de auxinas, por ejemplo, no afectan la
    nodulación. Suministradas exógenamente, las
    fitohormonas pueden inhibir la formación de los
    nódulos, por lo que un posible papel inhibidor para estos
    reguladores podría estar en la autorregulación de
    la nodulación.

    Otra evidencia en favor de la implicación de las
    fitohormonas en la organogénesis de los nódulos es
    el hecho de que determinadas fitohormonas o bien compuestos que
    bloquean el transporte,
    inducen la formación de estructuras parecidas a
    nódulos (nódulos vacíos o
    pseudonódulos). Inhibidores del transporte polar de las
    auxinas, como el ácido naftil-ftalámico (NPA),
    inducen la formación de pseudonódulos en las
    raíces de diferentes leguminosas y estas estructuras
    expresan diferentes nodulinas tempranas, ENOD2, ENOD12, ENOD40,
    etc. También se ha observado que la aplicación de
    citoquininas a la raíz activa la división celular
    en el córtex radical en varias especies y que mutantes de
    Rhizobium meliloti portadores de gen tzs de Agrobacterium
    tumefaciens, que excretan citoquininas, inducen la
    formación de nódulos vacíos que expresan
    ENOD2 en raíces de alfalfa. No obstante, la
    expresión de nodulinas tempranas puede no requerir la
    formación de estructuras nodulares como sugieren la
    inducción de ENOD2, en raíces de
    Sesbania, y de ENOD12 y ENOD40, en alfalfa por aplicación
    de bencil adenina (Cooper y Long, 1994, citado por Caba et al.,
    2001).

    El funcionamiento de la planta hospedadora y el
    endófito puede describirse, en términos generales,
    como un intercambio de carbono, suministrado por la planta y el
    nitrógeno, suministrado por los bacteriodes formados en el
    tejido nodular. Adicionalmente, la estructura nodular que se
    forma en las raíces, provee una adecuada regulación
    del flujo de oxígeno. El proceso de fijación
    simbiótica de N2 resulta particularmente
    sensible a circunstancias ambientales adversas (Arrese et al.,
    1999). Según estos autores, el descenso de la
    fijación se relaciona originalmente con una
    limitación de aporte de fotoasimilados a los
    nódulos. Sin embargo, se ha demostrado que el descenso de
    la actividad fijadora precede a efectos detectables sobre la
    fotosíntesis. Durante los últimos 15
    años, la limitación de la actividad fijadora se ha
    relacionado con variaciones en la resistencia de la
    difusión de oxígeno en los nódulos; una
    menor disponibilidad de este elemento tendría como
    consecuencia una limitación en la capacidad de generar ATP
    por parte de los bacteroides, que serían incapaces de
    mantener la actividad nitrogenasa. La existencia de una
    capacidad, por parte de los nódulos, de regular el
    intercambio gaseoso, a través de la llamada barrera de
    difusión de oxígeno, ha contribuido al
    fortalecimiento de dicha hipótesis. Sin
    embargo se ha demostrado recientemente que el incremento del
    oxígeno en la rizosfera no es capaz de restaurar
    completamente la actividad fijadora inhibida por causas
    ambientales. La capacidad metabólica de los nódulos
    puede ser modificada debido a descensos en la actividad sacarosa
    sintasa, lo que conduce a una acumulación de sacarosa y
    una falta de sustratos respirables para los bacteroides. Como
    consecuencia de esta situación, los nódulos
    restringirían el flujo de oxígeno para evitar la
    inhibición irreversible de la nitrogenasa.

    Luque et al. (1999) plantean que la nodulación de
    las leguminosas es un proceso regulado por factores internos
    (autorregulación) y externos (fundamentalmente nitratos) y
    se ha sugerido la existencia de algún componente
    común compartido por ambos tipos de regulación de
    la nodulación. Experimentos realizados por estos autores,
    apoyan al etileno endógeno como posible candidato mediador
    en el control de la formación de nódulos y en la
    inhibición por nitratos. En este trabajo se estudió
    la distribución de la nodulación en
    raíces de soja (Glycine max) cv Bragg y su posible
    relación con la biosíntesis de etileno
    (producción de etileno y contenido de ACC, precursor
    inmediato de la fitohormona en tejidos
    vegetales) en distintas zonas de las raíces de las
    plantas. Los resultados obtenidos demuestran la hipótesis
    anteriormente planteada. Las tasas de producción de
    etileno de las distintas fracciones fueron sin embargo superiores
    a las encontradas en raíces intactas y no se
    correlacionaron con los nódulos que se formaron en cada
    caso. En cuanto al contenido de ACC, las diferencias entre
    fracciones y raíces intactas fueron menores que para las
    tasas de producción de etileno. Además, el
    contenido de ACC se correlacionó mejor con la
    nodulación en cada fracción y fue
    significativamente mayor en las fracciones de raíces
    inoculadas, especialmente a 48 h tras la inoculación.
    Estos resultados coinciden con los apuntados por Caba et al.
    (2001), los que señalan que el etileno exógeno es
    un potente inhibidor de la nodulación pero la raíz
    inoculada y sobre todo los nódulos, producen
    significativamente más etileno que la raíz no
    inoculada, siendo ese etileno de origen vegetal. El nitrato del
    suelo, por un mecanismo aún desconocido, es un efectivo
    inhibidor de la nodulación de las leguminosas.
    Paradójicamente el nitrato, un nutriente y no un estrés,
    incrementó significativamente la producción de
    etileno en raíces de alfalfa (Medicago sativa) inoculadas
    encontrándose una relación inversa entre las tasas
    de liberación de etileno y la nodulación que se
    desarrolló sobre esas raíces sugiriendo que el
    efecto inhibidor del nitrato podría estar mediado por el
    etileno. Esta hipótesis resultó fuertemente apoyada
    cuando al tratar plantas de alfalfa, inoculadas en presencia de
    nitrato, con aminoetoxivinilglicina (AVG), inhibidor
    específico de la biosíntesis de etileno, la
    liberación de etileno descendió en un 80-90% y la
    inhibición de la nodulación fue revertida.
    Adicionalmente, en este estudio, se puso de manifiesto que en
    condiciones de no inhibición, el tratamiento con AVG
    también incrementó el número de
    nódulos confirmando anteriores resultados para la misma y
    otras especies e indicando un papel inhibidor del etileno
    endógeno en la nodulación. Finalmente, la
    incapacidad de ciertos mutantes Exo de Rhizobium leguminosarum
    para nodular Vicia sativa ssp nigra, ha sido atribuida al etileno
    producido por la raíz en respuesta a la inoculación
    (Caba et al., 2001).

    Así mismo, Caba et al. (1999) plantean que la
    producción de etileno se incrementa significativamente en
    las raíces de leguminosas inoculadas, así como
    también la aplicación de etileno exógeno
    inhibe la nodulación, y el tratamiento con inhibidores de
    la formación o la percepción del etileno favorece
    la formación de nódulos radicales. Según
    estos autores un estudio sobre el efecto del etileno
    exógeno aplicado en diferentes situaciones sobre la
    nodulación del mutante de soja nts 382 y el parental Bragg
    en condiciones controladas, tratadas con etileno en forma de ACC,
    demostraron que el efecto inhibidor del etileno se ejerce en un
    estadio temprano del desarrollo del nódulo y que los
    meristemos que progresan crecen y se desarrollan más
    rápidamente, dando nódulos con una mayor masa. La
    inhibición de la nodulación en las diferentes
    situaciones estudiadas fue siempre considerablemente mayor en el
    parental Bragg respecto al mutante nts, sugiriendo una mayor
    sensibilidad al etileno en este último. A nivel de planta
    entera, sin embargo, no se encontraron diferencias significativas
    apreciables en la capacidad para responder al etileno entre ambos
    genotipos.

    11. Aplicación
    práctica de Rhizobium sp. en cultivos de frijol
    común (Phaseolus vulgaris L.).

    Martínez-Viera (1986), reporta que la respuesta a
    la inoculación del frijol en condiciones de campo es
    variable, y son frecuentes las respuestas negativas. En trabajos
    realizados se han obtenido aumento en los rendimientos hasta de
    98.6 % con tres cepas de seis probadas. El crecimiento de las
    plantas fue similar al de lotes que recibieron 50 t de N ha-1,
    mientras los lotes no inoculados mostraron síntomas claros
    de deficiencia. En lo que respecta a la fijación, se han
    reportado cantidades de reducción del acetileno en las
    plantas hasta de 30 mol C2 H4 h-1
    considerándose comunes en las simbiosis efectivas
    cantidades superiores a 20 mole. A pesar de estos resultados que
    indican una elevada efectividad de la simbiosis se han reportado
    notables porcentajes de plantas noduladas sin inoculación
    en distintas regiones, tales como en el Medio Oeste de Estados Unidos,
    al igual que en Río Grande do Sul y Sao Paulo (Brasil),
    principalmente en cultivos comerciales de frijol (Phaseolus
    vulgaris). En Cuba el porcentaje de plantas no inoculadas con
    nódulos ha oscilado entre 15 y 25 %. Esta
    nodulación natural no significa efectividad en la
    fijación, como lo indica el hecho de que en una
    evaluación de 85 cepas aisladas de nódulos formados
    naturalmente en plantas de frijol, solo 14 % fueron eficientes,
    69 % moderadamente eficientes y 17 % ineficientes.

    Según González y Lluch (1992), con la
    aplicación de Rhizobium en suelos con bajo contenido de
    nitrógeno se puede aumentar los rendimientos de plantas
    leguminosas. Sin embargo los inoculantes para leguminosas no se
    ha demostrado que sean efectivos en suelos con razas
    autóctonas, una limitación de este sistema es la
    competición. Inóculos preparados con razas muy
    efectivas en la fijación de N2 se ha visto que
    son incapaces de formar una proporción significativa de
    nódulos en situación de campo por la
    competición con las cepas autóctonas.

    Arcocha et al. (1994) señala que la respuesta del
    cultivo del frijol a la inoculación con cepas comerciales
    de Rhizobium ha sido inconsistente, por lo cual se hace necesaria
    la evaluación de nuevas cepas, además de evaluar el
    efecto de la fertilización inorgánica con
    fósforo (P) sobre estas. En estudios realizados sobre la
    inoculación de cepas de Rhizobium contra
    fertilización química en frijol ejotero,
    demostraron que al evaluar 7 cepas experimentales de
    biofertilizantes Mexicanos y una comercial (Nitrobiol) bajo una
    dosis constante de P (40 kg. ha-1), incluyendo 3 tratamientos
    adicionales resultantes de la combinación de 60 kg. ha-1
    de N y 40 kg. ha-1 de P, más un testigo, obtuvieron una
    respuesta positiva con el uso de este biofertilizante. Las
    variables
    medidas fueron: rendimiento de ejotes, peso de nódulos,
    número de nódulos, peso del follaje y peso de la
    raíz. Los rendimientos obtenidos con la cepa más
    sobresaliente (FM 110 + P) fueron similares a los obtenidos con
    el tratamiento de fertilizante químico (60-40-00). Sin
    embargo las utilidades fueron ligeramente mayores con las cepas
    de Rhizobium. El efecto de las cepas analizadas se reflejó
    en un incremento de 2460 kg. ha-1 de ejotes en relación
    con los tratamientos de fertilizantes 00-40-00 y 00-00-00, y un
    incremento de 4478 kg. ha-1 de ejotes en relación al
    tratamiento 60-00-00.

    Producto de la baja capacidad de formación de
    nódulos radicales y la escasa fijación de
    N2 del frijol común, es que se recurre
    normalmente en países desarrollados y otros a la
    fertilización mineral de este. Montes (1999) señala
    que los fallos en la nodulación de este cultivo se deben
    con cierta frecuencia al alto nivel de nitrógeno residual
    procedente de cultivos anteriores, lo que actúa inhibiendo
    la formación de los nódulos. Sin embargo, los
    efectos resultantes de la absorción de nitratos sobre la
    disponibilidad de otros nutrientes no han sido valorados,
    habiéndose detectado deficiencias foliares de algunos
    nutrientes (P, B, Zn, etc.), en particular, en cultivos
    fertilizados con nitrógeno mineral. La absorción de
    nitratos lleva aparejado un aumento del pH rizosférico que
    puede reducir la disponibilidad de algunos nutrientes como el P.
    Las condiciones de baja disponibilidad de este último
    reducen la fijación de N2 por efectos
    específicos en la iniciación y crecimiento del
    nódulo y la actividad nitrogenasa, así como
    también reduce la absorción y transporte de
    nitratos desde las raíces a la parte aérea de la
    planta. Este autor llevó a cabo un trabajo con el objetivo
    de evaluar la respuesta del frijol común cv. Canellini a
    la inoculación con Rhizobium spp. en condiciones de
    distinta disponibilidad de P y N, además de dilucidar
    algunos aspectos de la compleja interacción entre P y N, y
    algunos de los posibles factores limitantes a la fijación
    simbiótica de N2 en este cultivo. El efecto
    sobre la fijación simbiótica se estudió
    considerando número y tamaño de nódulos y el
    transporte de ureidos en savia. También se evaluó
    la capacidad de asimilación de NO3 del sistema
    radical a través de los cambios en la concentración
    de aminoácidos y NO3 en savia. Los resultados
    arrojaron una respuesta poco significativa de la biomasa
    aérea y radical al incremento de P en solución, a
    pesar de determinarse concentraciones indicativas de deficiencia
    foliar de P. Con baja concentración de NO3 (1
    mM), el incremento de P (de 0.01 a 2 mM) mejoró la
    nodulación y se produjo un aumento de la
    concentración de ureidos y aminoácidos en savia. Es
    de destacar la elevada concentración de NO3
    detectada en savia de plantas cultivadas con 0.01 mM de P y 1 mM
    de N, debida posiblemente, a una menor capacidad de
    asimilación de NO3 en las raíces. Cuando
    la concentración de NO3 era elevada (10 mM),
    los mismos incrementos de P no mejoraron la nodulación del
    frijol. En plantas bien noduladas (en presencia de 1 mM de
    NO3) el principal aminoácido exportado por el
    xilema era glutamina, y en menor cuantía aspartato y
    asparagina. El aumento del P incrementó de modo notable la
    concentración de glutamina, que junto con los ureidos,
    constituyen la principales formas de nitrógeno
    orgánico transportadas en condiciones de activa
    fijación simbiótica de N2. En plantas
    escasamente noduladas (en presencia de 10 mM de NO3),
    el aumento del P incrementó la concentración de
    asparagina en savia del xilema, al tiempo que reducía la
    concentración de NO3.

    Resultados similares son los obtenidos por Huerta et al.
    (2001), los cuales al comparar el efecto de la inoculación
    con Rhizobium leguminosarum biovar. phaseoli y la
    fertilización nitrogenada, en la producción de
    biomasa, rendimiento y sus componentes en 38 genotipos de frijol
    común (Phaseolus vulgaris L.), encontraron que en la
    mayoría de los genotipos se observó mayor peso
    individual de semilla y número de granos por vaina con la
    inoculación; en contraste, la fertilización
    nitrogenada favoreció una mayor producción de
    vainas por planta y número de granos por planta, y por
    ende mayor rendimiento de grano y biomasa. No obstante, hubo
    algunos genotipos que rindieron igual al ser inoculados que al
    ser fertilizados.

    Hernández et al. (2000) al evaluar 200 cepas de
    Rhizobium, 2000 genotipos de frijol común y 4
    fertilizantes fosfóricos preparados a partir de roca
    fosfórica nacional, en diferentes periodos y
    diseños experimentales según correspondiera la
    etapa de trabajo, obtuvieron dos cepas de Rhizobium (6bIII y
    12bIII), dos genotipos de frijol común contrastantes en
    términos de eficiencia a la fijación
    simbiótica del nitrógeno y a la tolerancia al
    virus del Mosaico Dorado del frijol (BAT 477 y DOR 364) y un
    fertilizante fosfórico (PSP-50). Los tres insumos, cepas,
    genotipos y fertilizantes, forman parte de una tecnología integral
    para la producción de frijol común, la cual permite
    ahorrar como promedio 118 kg. N ha-1, genotipos de frijol
    común tolerantes al virus del Mosaico Dorado del frijol e
    incrementos en los rendimientos en un 15% respecto a los
    rendimientos promedio tradicionales y un fertilizante
    fosfórico que aumenta la eficiencia de uso entre un 3 y
    7%.

    La aplicación de inoculantes en suelos salinos ha
    sido objeto de estudio de varios investigadores. López y
    González (2000) reportan que del total de suelos de
    nuestro país más de 1 millón
    hectáreas están afectadas por la salinidad, siendo
    el Valle del Cauto el área más significativamente
    afectada por esta problemática. Estos autores realizaron
    un trabajo en esta zona, con el objetivo de aislar y determinar
    la tolerancia a la salinidad de cepas de Rhizobium en 12
    leguminosas. Los resultados demostraron una fuente importante de
    genes en lo referente a la tolerancia a la salinidad en cepas de
    Rhizobium, además de construir un paso de avance en la
    conservación de la biodiversidad de cepas de Rhizobium
    nativas de un área bajo stress
    salino.

    Abdelkhalek et al. (1999), señalan que la
    disponibilidad de mutantes de Rhizobium tolerantes a la salinidad
    son importante para dilucidar los mecanismos de tolerancia y su
    relación con la eficiencia de la fijación de
    nitrógeno. Estos autores realizaron un trabajo donde
    obtuvieron cepas tolerantes a la sal, isogénicas de la
    cepa de R. etli CFN42, cepa muy sensible a concentraciones bajas
    de cloruro sódico, y se comparó su eficiencia
    fijadora de N2 en simbiosis con Phaseolus vulgaris. Se
    inocularon plantas de frijol común con la cepa silvestre
    CFN42 o sus mutantes CFNH1, CFNH5 y CFNH6, y se estudió el
    efecto de la aplicación de diversas dosis de NaCl a 0, 25
    y 50 mM desde el inicio del cultivo, para evaluar el efecto sobre
    el crecimiento de la planta y la fijación
    simbiótica de N2. Los parámetros
    determinados como peso seco de parte aérea (PSPA), peso
    seco de raíz (PSR) peso seco por planta (PSP),
    relación raíz parte aérea (RPA), peso seco
    de nódulos (PSN), peso normalizado por nódulos
    (PNN), actividad reductora de acetileno (ARA) y actividad
    reductora de acetileno por planta (ARAP), pusieron en evidencia
    una mejora en el crecimiento y en la fijación de
    N2 en las plantas inoculadas con las cepas mutantes en
    comparación con las inoculadas con la cepa silvestre,
    tanto en ausencia de sal como en presencia de concentraciones
    intermedias de cloruro sódico. Los resultados globales
    indican una relación directa entre la tolerancia a la sal
    de la bacteria y la eficiencia fijadora de N2 y el
    crecimiento de P. vulgaris en condiciones de salinidad, y ponen
    de manifiesto la importancia del microsimbionte en la tolerancia
    de la planta al estrés salino.

    Partes: 1, 2

    Página siguiente 

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter