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Influencia de Faulkner sobre la obra de García Márquez




Enviado por jmaestre



    1. La prueba
      testimonial
    2. La prueba
      documental
    3. La prueba
      confesional
    4. Alegato
    5. Conclusión
    6. Bibliografía

    ¨…Por eso, cuando cierto escritor caribeño
    pretende que si su obra y la de Faulkner se parecen es porque
    Colombia y el
    deep south son lugares muy parecidos, y porque Faulkner es un
    escritor latinoamericano avant la lettre no nos queda más
    remedio que pensar que esa influencia es superficial, y que por
    su carácter
    vergonzante proyecta más resentimiento que
    admiración sobre el modelo
    ¨

    Juan José Saer en La narración-objeto, (
    Pág.77)

    INTRODUCCIÓN

    El presente trabajo pretende probar que la obra
    de William Faulkner (norteamericano, del sur, que escribió
    en inglés)
    influyó decisivamente en la obra de Gabriel García
    Márquez (colombiano, del norte, que escribe en
    español). Esa influencia abarca desde las
    temáticas, pasando por el proyecto
    ficcional, hasta las técnicas
    narrativas. Decir que García Márquez fue
    influenciado por William Faulkner no le resta ningún
    mérito al primero: ¨Más bien debía
    entenderlo como un elogio, porque Faulkner es uno de los grandes
    novelistas de todos los tiempos¨ le confesó Gabo al
    periodista español Miguel Fernández Braso. Pero
    también es preciso señalar que García
    Márquez logró finalmente canalizar esa influencia
    – no es un imitador de Faulkner – y se
    convirtió, de discípulo aventajado en maestro
    consagrado. Faulkner recibió el Premio Nobel de Literatura en 1949.
    García Márquez lo recibió en
    1982.

    Campbell y Foster establecen cuales son los temas
    predominantes en la obra de William Faulkner, a saber: La
    tradición del sur, el caos contemporáneo, y el
    futuro del hombre. Desde
    el punto de vista de técnica narrativa, Faulkner es
    heredero de las estrategias
    forjadas por William James, Sigmund Freud,
    James Joyce y Virginia Woolf. Joyce intentó registrar
    ¨lo que un hombre dice, ve, piensa y lo que ese mirar,
    pensar, decir, causa en lo que ustedes los freudianos llaman el
    subconsciente¨. Y Virginia Woolf propuso: ¨ Registremos
    los átomos según caen en la mente en el orden en
    que caen, reconstruyamos el modelo, sin importar lo desconectado
    e incoherente en apariencia, que cada visión o incidente
    marca en la
    conciencia¨ .
    El producto de
    todo esto es lo que se ha llamado ¨el fluir de la
    conciencia¨ al decir de William James ¨una corriente, una
    sucesión de estados, u ondas, o campos
    (o como se les quiera llamar), de conocimiento,
    de sentimiento, de deseo, de deliberación, que
    constantemente pasan y repasan y que constituyen nuestra vida
    interior¨. La expresión de todo esto cristaliza en
    literatura en el llamado ¨monólogo interior¨ que
    es un discurso del
    personaje puesto en escena y tiene por objeto introducirnos
    directamente en la vida interior de ese personaje, sin que el
    autor intervenga en las explicaciones y los comentarios y, como
    todo monólogo, es un discurso sin auditorio, que a su vez,
    es un discurso no pronunciado. De más está afirmar
    que mucha de la obra de Gabriel García Márquez, –
    como se demostrará a lo largo de este trabajo – es
    tributaria de los principios
    expuestos.

    El trabajo se
    estructura en
    tres divisiones a través de las cuales – y siguiendo las
    técnicas del proceso
    judicial en cuanto a la presentación de las pruebas
    – se argumenta a favor de la tesis
    enunciada. Por ¨prueba¨ se entiende el conjunto de
    actuaciones que dentro de un juicio, cualquiera sea su
    índole, se encaminan a demostrar la verdad o la falsedad
    de los hechos aducidos por cada una de las partes en defensa de
    sus respectivas pretensiones litigiosas. Del conjunto de pruebas
    generalmente admitidas en las legislaciones he elegido tres
    tipos: la testimonial, la instrumental y la confesional. Luego de
    presentarlas en el orden anunciado, formulé un alegato en
    el cual resumo el contenido de todas ellas.

    LA
    PRUEBA TESTIMONIAL

    ¨Testigo¨ es la persona que da
    testimonio de una cosa, o la atestigua. Es también la
    persona que presencia o adquiere directo y verdadero conocimiento
    de una cosa. El vocablo tiene importancia dentro del campo
    procesal por cuanto la ¨prueba testimonial¨ constituye un
    medio de comprobar judicialmente la veracidad de los hechos que
    se debaten en un litigio o causa criminal. ¨Prueba
    testimonial¨ , entonces, es la que se adquiere mediante la
    declaración de testigos que pueden ser presenciales, si
    conocen personalmente el hecho sobre el cual recae la prueba, o
    referenciales, cuando sólo lo conocen por lo que otras
    personas les han contado. He aquí sus
    testimonios:

    ¨Demonios culturales¨: el testimonio de
    Mario Vargas
    Llosa.-
    En noviembre de 1971 Mario Vargas Llosa, peruano
    de nacimiento, publicó su libro
    García Márquez. Historia De Un Deicidio. El
    libro fue el producto de dos años de estudios intensos
    sobre la vida y la obra de García Márquez y
    constituyó la tesis doctoral de Vargas Llosa.

    En la parte primera del libro Vargas Llosa analiza lo
    que él llama ¨El novelista y sus demonios¨. Para
    el peruano la historia de un novelista es la historia de un tema
    y sus variaciones. El por qué escribe un novelista
    está visceralmente mezclado con el sobre qué
    escribe: los ¨demonios¨ de su vida son los
    ¨temas¨ de su obra. Y aclara:

    ¨Los demonios¨: hechos, personas,
    sueños, mitos, cuya
    presencia o cuya ausencia, cuya vida o cuya muerte lo
    enemistaron con la realidad, se grabaron con fuego en su
    memoria y
    atormentaron su espíritu, se convirtieron en los
    materiales
    de su empresa de
    reedificación de la realidad, y a los que tratará
    simultáneamente de recuperar y exorcizar, con las
    palabras y la fantasía, en el ejercicio de esa
    vocación que nació y se nutre de ellos, en esas
    ficciones en los que ellos, disfrazados o idénticos,
    omnipresentes o secretos, aparecen y reaparecen una y otra vez
    convertidos en ¨temas¨.

    Así el proceso de la creación narrativa es
    la transformación del ¨demonio¨ en ¨tema¨,
    el proceso mediante el cual unos contenidos subjetivos se
    convierten, gracias al lenguaje, en
    elementos objetivos, la
    mudanza de una experiencia individual en experiencia universal.
    Vargas Llosa divide los ¨demonios¨ del escritor en tres
    clases:

    Primero, los ¨demonios personales¨ o sea los que
    deciden y alimentan la vocación, experiencias que
    afectaron específicamente a la persona del novelista, el
    patrimonio de
    su sociedad y de su
    tiempo, o
    experiencias indirectas de la realidad real, reflejadas en la
    mitología, el arte o la
    literatura.

    En segundo lugar los ¨demonios
    históricos¨, acontecimientos de carácter
    social, que marcaron poderosamente a la colectividad de la que el
    novelista forma parte, y que lo afectaron a él de manera
    especial.

    Y tercero, ¨los demonios culturales¨.
    Aquí se refiere a otro relativo condicionamiento de la
    realidad, que pre-existe en él: el del lenguaje y la
    tradición literaria. Su originalidad no consistirá,
    pues, en tratar de evitar las influencias temáticas y
    formales, sino, más bien, en aprovecharlas de tal manera
    que dejen de ser ¨influencias¨.

    La primera de estas ¨influencias¨ sobre la
    escritura de
    García Márquez es la de Faulkner. La importancia de
    la lectura de
    Faulkner para García Márquez fue incluso anterior a
    la praxis de su vocación: afectó a ésta en
    su origen, ayudó a decidirla. ¨Fue cuando lo
    leí que entendí que yo debía escribir¨
    le dijo a Schoó en 1967 y un año antes le
    había confesado algo semejante a Haars.

    Según Vargas Llosa ¨el impacto mayor de la
    obra de Faulkner en García Márquez tiene que ver
    más con el proyecto de esta obra, globalmente considerada,
    que con detalles temáticos y formales¨. Ese proyecto
    es el de erigir una realidad cerrada sobre sí misma, el de
    agotar literalmente a lo largo de la vocación la descripción de esta realidad. En esa
    voluntad de construir un mundo verbal esférico,
    autosuficiente, no sólo formalmente sino
    ¨temáticamente¨, un mundo en el que cada nueva
    ficción viene a incorporarse, o, mejor, a disolverse, como
    miembro de una unidad, en la que todas las partes se implican y
    modifican, un mundo que se va configurando mediante ampliaciones
    y revelaciones no sólo prospectivas sino también
    retrospectivas, la coincidencia entre García
    Márquez y Faulkner es, ciertamente total.

    El impacto que la saga de Yoknapatawpha County hizo en
    García Márquez y el hecho de que, como proyecto
    deicida, resultara para él un paradigma se
    explica no sólo por la grandeza literaria del mundo
    faulkneriano, sino, quizás sobre todo, porque esta
    realidad verbal era la objetivación de ¨demonios¨
    muy similares a los del propio García Márquez. Y
    añade Vargas Llosa:

    ¨En las ficciones de Faulkner vio aparecer un
    mundo anacrónico y claustral, como el de su propia
    región, sobre el que gravitan obsesivamente las proezas
    y los estragos de una guerra
    civil, habitado por los derrotados, y que se desmorona y
    agoniza con la memoria
    fija en los esplendores de una opulencia ya extinta; vio
    aparecer un mundo dominado por el fanatismo religioso, por la
    violencia
    física y
    por la corrupción moral social
    y política, un mundo rural y provinciano,
    de pequeñas localidades ruinosas separadas por vastas
    plantaciones que antes fueron el símbolo de su bonanza y
    ahora lo son de su atraso y vio encarnados en palabras sus
    demonios de infancia,
    vio traspuestos en ficciones los mitos, los fantasmas y la
    historia de Aracataca.

    La deuda mayor de Macondo con Yoknapatawpha, de
    García Márquez con Faulkner es más de
    designio que de método
    narrativo. La obra de García Márquez aspira a
    contar, a lo largo de todas sus instancias, una sola historia. En
    su realidad ficticia, escenarios, personajes, símbolos,
    pasan de ficción a ficción cumpliendo en cada una
    funciones
    distintas, revelando cada vez nuevos sentidos y rasgos,
    esclareciendo de modo gradual su naturaleza, y,
    por ello, cada nuevo cuento o
    novela
    constituye un enriquecimiento y una corrección de las
    ficciones anteriores, y, a la inversa, éstas modifican
    también, siempre, a las posteriores.

    La influencia de una literatura: el testimonio de
    Ángel Rama.-
    Ángel Rama (1926-1984), uruguayo
    de nacimiento, fue uno de los críticos más agudos
    de la literatura latinoamericana. Si para Vargas Llosa la
    influencia de Faulkner sobre García Márquez tiene
    que ver más con el proyecto de una obra globalmente
    considerada que con detalles temáticos y formales; para
    Ángel Rama se trata de la influencia de una literatura (la
    norteamericana o anglosajona) sobre otra, (la literatura
    colombiana de la zona del caribe. O de un grupo de
    autores (Faulkner, Hemingway, Virginia Wolf) sobre otro grupo
    (Alvaro Cepeda Samudio, García Márquez,
    Germán Vargas.

    En 1972 Ángel Rama dictó una serie de
    cinco conferencias en la Universidad de
    Veracruz, México.
    Después de la muerte del
    profesor uruguayo estas conferencias fueron publicadas con el
    título Edificación de un arte nacional y popular .
    Rama señala que en los años cuarenta y cincuenta se
    produce en la zona norte de Colombia una apertura hacia la novela
    vanguardista europea que significa exactamente la opción
    contraria a la que es reclamada por los titulares de una presunta
    literatura nacional y popular. He aquí las palabras de
    Rama:

    ¨En los años cuarenta, la literatura
    nacional y popular para el caso de Colombia, y en general para
    el caso de Hispanoamérica, está marcada por la
    demanda de
    un costumbrismo que ha avanzado hasta el tema social y que, por
    lo tanto, utiliza las formas del realismo, de
    un realismo decimonónico. Casi indemnes, atraviesan la
    fecundación modernista y plantean una
    problemática de tipo social. Sin embargo, en la misma
    época un grupo de escritores (…) optan, en cambio, por
    una literatura extranjera, una literatura de élite, una
    literatura de vanguardia¨.

    Rama señala que la zona cultural costeña
    de Colombia es por definición la zona abierta a las
    influencias. Esto se va a ver con toda claridad en el proceso que
    sigue la literatura de la zona bogotana enfrentada con la de la
    zona costeña. Los escritores bogotanos se han de mantener,
    sobre todo, dentro de las líneas de influencia que derivan
    del modelo francés. Recogen la literatura de las figuras
    cruciales de la década de los años diez y veinte;
    es decir de Valéry, de Giraudoux e incluso de Proust, y
    mantienen esa vinculación aun frente a la primera gran
    innovación de la literatura francesa, la
    producida por el llamado movimiento
    existencialista y por su pontífice Jean Paul Sartre.

    En cambio la zona costeña ha de quedar en un
    estado muy
    curioso de liberación. Y ese estado de liberación
    le permite sentirse especialmente atraída por los productos de
    las literaturas anglosajonas: Joyce y Virginia Wolf y con ellos
    Huxley y todo el círculo de la vanguardia, y sobre todo
    por la entrada de la literatura norteamericana. No la literatura
    norteamericana que desarrollaron los llamados ¨realistas¨
    sino la llamada literatura de la vanguardia de la
    generación perdida: Hemingway, Faulkner, Miller, Getrude
    Stein y otros. Esta literatura se va a definir en algunos grandes
    nombres, pero sobre todo en un movimiento.

    El movimiento literario que más influencia ha de
    tener sobre el grupo barranquillero que en cierto modo no hace
    sino adelantarse a una tendencia que seguirá toda
    Hispanoamérica, es el de la literatura sureña que
    se ha de construir en torno a la
    lección faulkneriana. El introductor de esta literatura
    será uno de los integrantes del grupo, Alvaro Cepeda
    Samudio buen conocedor del inglés y que además
    vivió dos años en Estados Unidos
    durante los cuales hizo estudios de periodismo.

    En el año 1950 el premio Nobel de literatura se
    declaró desierto (¨a pesar de que en los Estados
    Unidos hay un tal señor llamado William Faulkner que es
    algo así como lo más extraordinario que tiene la
    novela del mundo moderno, ni más ni menos¨ G.
    Márquez) Pero al año siguiente se otorgó el
    Nobel a William Faulkner. Tardíamente, la
    organización sueca había descubierto que
    efectivamente Faulkner era uno de los genios del siglo XX.
    Descubrir antes del otorgamiento del premio Nobel que Faulkner
    sí era un genio, es la tarea que cumple ese conjunto de
    escritores.

    Según Ángel Rama la afinidad entre la
    literatura de Faulkner y la que ha de desarrollar el ¨grupo
    de Barranquilla¨, es una afinidad que tiene que ver, sobre
    todo no solamente con el descubrimiento de una forma literaria,
    de una temática, sino más que nada con una oscura
    relación genética
    entre el mundo que representa la literatura faulkneriana, y el
    mundo en el cual se encuentra inmerso el complejo cultural de la
    costa del Caribe. La verdad de esta relación secreta debe
    buscarse sobre todo en las similitudes entre el universo
    sureño, entre los conflictos del
    mundo y de la realidad social de las zonas que retrata Faulkner,
    y las que corresponden a buena parte de la civilización
    rural de Hispanoamérica.

    ¨La obra hispanoamericana del vanguardismo
    es la que logra en Barranquilla fecundar el conjunto de
    escritores. Pero, sin embargo, esto no hubiera producido una
    posibilidad de literatura si no hubiese existido conjuntamente
    una respuesta coherente a la influencia extranjera. Me parece
    en primer término original, en estos escritores, haber
    optado claramente contra la tradición nacional
    establecida, a favor de una tradición literaria
    extranjera. Esta es una postura absolutamente insólita,
    absolutamente contraria en apariencia, a los principios de la
    literatura nacional. Y sin embargo, es la única que ha
    asegurado la sobrevivencia y la consolidación de una
    literatura.

    ¨El trópico desembrujado¨: el
    testimonio de Ernesto Volkening.-
    En el año 1963,
    cuando todavía García Márquez no
    había escrito Cien años
    de soledad, Ernesto Volkening publicó en Eco, Revista de la
    Cultura de
    Occidente un interesante artículo en el cual analizaba las
    relaciones entre la obra del colombiano y la de Faulkner.
    Volkening, nacido en Bélgica, había estudiado
    derecho en Alemania y
    residió en Colombia, ejerciendo la crítica
    literaria, hasta su muerte ocurrida en 1982.

    Volkening se ocupa de analizar la influencia de Faulkner
    en El coronel no tiene
    quien le escriba y en Los funerales de la Mamá Grande
    y señala los siguientes aspectos:

    En primer lugar destaca que Macondo, o como quiera que
    se llame a aquel pueblo a orillas del bajo Magdalena en donde se
    sitúa la mayor parte de los eventos relatados
    por García Márquez ¨ciertamente nos recuerda en
    su tristeza, su abandono y las metafísicas dimensiones de
    su tedio la célebre aldea de Jocnapatauwah en algún
    recoveco del Deep South¨. Ambas poblaciones son, por decirlo
    así, condensaciones de las imágenes
    superpuestas de infinidad de villorrios similares,
    reconstrucciones ideal-típicas de una realidad
    compleja.

    En segundo lugar Volkening apunta que ¨asimismo anda
    vagando por las páginas del narrador colombiano la sombra,
    medio legendaria, medio fantasmal, del héroe de
    pretéritas guerras
    intestinas y campeón de una causa perdida, sólo que
    sus señas son las del coronel Aureliano Buendía en
    lugar de las de John Sartoris, su faulkneriano alter ego en el
    Ejército Confederado¨.

    Y por último, ¨Macondo, lo mismo que
    Jocnapatauwah para Faulkner, representa para García
    Márquez algo así como el ombligo del mundo, no
    porque se sienta inclinado a la sentimental idealización
    de usos y curiosidades regionales… sino sencillamente, porque,
    escuchando los consejos de su sano y saludable instinto de
    narrador se orienta hacia ´el punto de reposo en medio de
    la fuga perenne de los fenómenos´, el eje en torno
    del cual van girando las constelaciones planetarias de su
    universo
    narrativo¨.

    Novedad y anacronismo: el testimonio de Emir
    Rodríguez Monegal.
    El ensayista uruguayo Emir
    Rodríguez Monegal (1921-1978), ejerció la
    crítica en el triple campo de la literatura, el teatro y el
    cine. Para
    Rodríguez Monegal:

    La imagen que
    tiene García Márquez de ese Macondo en que
    siempre estén centrados sus relatos es similar, en parte
    al Jefferson inventado por Faulkner en su saga de
    Yoknapatawapha: es un pueblo más o menos perdido en las
    soledades de Colombia, un pueblo en receso, dominado por dos o
    tres familias rapaces ( los don Sabas o don Chepe Montiel son
    los equivalentes a los Suppes de la trilogía que
    Faulkner inicia con The Hamlet) y que
    tiene en los Buendía su propia leyenda de
    fundación, rebeliones y decadencia. Los Sartoris, del
    narrador norteamericano, encontrarían en estos
    Buendía su contrapartida.

    Según el uruguayo la influencia de Faulkner sobre
    García Márquez es de naturaleza técnica,
    pero también tiene que ver con la visión del
    novelista: es decir, no se trata sólo de tomar recursos
    estilísticos aislados y colocarlos en una narración
    cualquiera; se trata, sobre todo, de integrarlos en una
    visión del novelista que corresponda a esa manera de
    contar.

    Rodríguez Monegal agrega un comentario valioso:
    ¨Si se estudia la influencia de Faulkner en García
    Márquez es porque el narrador colombiano ha sido capaz de
    hacer algo más que repetir a su maestro. O generalizando:
    el estudio de las influencias parte del claro sobreentendido que
    el discípulo es también un creador y no meramente
    un repetidor¨.

    Además, siempre según Rodríguez
    Monegal, la influencia de Faulkner está equilibrada en las
    obras más maduras de García Márquez por la
    escuela de
    sobriedad que constituye la narrativa de Hemingway y el modelo de
    Virginia Woolf en el Orlando. A través de esa doble
    influencia, equilibra García Márquez una
    visión y un estilo que ya cabe llamar de suyo propio. Y
    aclara seguidamente:

    Es una operación la suya que en los estudios
    clásicos se llama de contaminación: juntar y contrabalancear
    distintas fuentes
    influencias, modelos,
    para crear una nueva forma. En el caso concreto de
    García Márquez, Hemingway le sirve para
    neutralizar la indisciplina y el caos en que suele caer
    Faulkner, en tanto que éste carga de intensidad
    trágica y de humor negro un estilo que en manos de
    Hemingway a veces deriva en trivialidad.

    LA PRUEBA DOCUMENTAL

    ¨Prueba documental¨ o
    ¨instrumental¨ es la formada por los documentos que
    las partes tengan en su poder y que
    presenten en el juicio dentro del término procesal
    oportuno. El instrumento es la escritura, papel o
    documento con que se justifica o prueba alguna cosa. Es el
    escrito en que se perpetúa la memoria de un hecho, el
    papel o documento con que se prueba alguna cosa. Se han tomado
    como documentos, a los efectos de este trabajo, los escritos
    publicados por Gabriel García Márquez. La
    presentación se limita a considerar a dos ellos: Nabo, el
    negro que hizo esperar a los ángeles uno de sus primeros
    cuentos, y La
    hojarasca, la primera de sus novelas.

    Nabo, el negro que hizo esperar a los
    ángeles.-
    Entre julio de 1948 y mayo de 1954
    García Márquez publica en el
    periódico bogotano El Espectador una serie de cuentos
    que luego han sido ¨rescatados¨ por los estudiosos y
    editados en un libro titulado Ojos de perro azul. Donald McGrady,
    se ocupa de analizarlos en un artículo titulado Acerca de
    una colección desconocida de relatos por Gabriel
    García Márquez. Nabo fue publicado en la
    edición del 18 de marzo de 1951 y es el primer personaje
    de García Márquez que ostenta nombre propio, pues
    hasta esa fecha el cuentista se había mostrado indiferente
    ante la angustia de sus personajes y su impasibilidad hacia ellos
    se había manifestado en su costumbre de decirles
    ¨el hombre¨
    o ¨la mujer¨,
    negándoles la dignidad y el cariño de un nombre
    propio.

    Los malos tratos inflingidos al negrito protagonista dan
    pie al autor para una protesta contra los prejuicios sociales de
    los blancos. Pero el método de García
    Márquez consiste más bien en presentar con aparente
    imparcialidad ciertos hechos execrables y dejar que el lector
    saque sus conclusiones. Sin embargo, el autor no queda impasible:
    él se identifica a las claras con Nabo y su raza ante los
    problemas que
    los agobian. El recuento de las vejaciones perpetradas por la
    gente blanca contra los negros comienza en tono bajo y
    gradualmente va subiendo de punto. Las brutalidades de que es
    objeto Nabo por parte de los patrones blancos salen, para mayor
    efecto y vergüenza, de la boca de ellos mismos. Relatan que
    le pusieron mordaza para que no cantara en su delirio (ni
    siquiera se les ocurrió llamar a un médico
    después que el caballo le coceó la cabeza), luego
    le amarraron de pies y manos y lo encerraron en una
    habitación, donde se olvidaron de él (excepto para
    la comida) durante quince años.

    El bárbaro abandono de Nabo por sus patrones
    resalta aún más por contrastar vivamente con el
    paciente cuidado que siempre dispensó el negrito a la
    niña idiota. Nabo la siguió atendiendo en la misma
    forma después de que su familia se
    despreocupó de ella, y bajo su dirección la niña aprendió a
    dar cuerda al gramófono y a pronunciar el nombre de su
    protector. La abnegación de Nabo no va a dar en saco roto,
    pues la niña nunca lo olvida.

    Nabo y El sonido y la
    furia.-
    El sonido y la furia fue una de las novelas de
    Faulkner que más influyó en García
    Márquez. No sorprende, por tanto, que la trama de Nabo
    revele muchas semejanzas de detalle con El sonido y la furia.
    Existen llamativas coincidencias entre las dos obras, a
    saber:

    1. – La defensa de los negros en la misma región
    donde existen fuerte prejuicios contra ellos (la costa
    atlántica de Colombia), constituye una coincidencia con
    uno de los motivos constantes de la obra de William
    Faulkner.

    2. – Nabo cuida de una niña idiota, al igual que
    el negrito Luster se encarga del bobo Benyi.

    3. – En Nabo la niña se la pasa mirando la pared,
    a la par que Benyi gasta sus horas contemplando el
    fuego.

    4. – El hondo afecto sentido por la niña hacia
    Nabo corresponde al amor de Benyi
    para Caddy, y ambos idiotas tienen un sexto sentido para percibir
    lo que concierne al ser querido.

    5. – La niña idiota de Nabo y Benyi de El sonido
    y la furia comparten la misma edad: ambos tienen treinta
    años.

    Además de estos paralelismos temáticos,
    Nabo debe a El sonido y la furia buen número de
    técnicas narrativas:

    1. – El procedimiento de
    desarrollar, simultáneamente y a retazos, en desorden
    cronológico, varios hilos novelescos ( es decir, la vida
    de Nabo, del negro músico y de la niña.

    2. – Otra innovación técnica aprendida de
    Faulkner reside en que se narra la acción de Nabo desde
    tres puntos de vista diferentes. La resultante variedad de
    monólogos interiores recuerda la técnica narrativa
    empleada por Faulkner en El sonido y la furia. García
    Márquez coincide con éste en no identificar
    abiertamente lo dicho por cada personaje; pero el colombiano va
    aún más lejos en este sentido, juntando en el mismo
    párrafo
    frases pertenecientes a distintos narradores. La consecuencia
    natural de esta presentación fragmentada de la historia e
    que ninguno de los personajes abarca más que una
    visión muy parcial de la historia: cada narrador describe
    sólo una partícula de la realidad, y el lector
    tiene que ensamblar las distintas piezas para formarse una idea
    cabal del conjunto.

    3. – Como es lo típico en Faulkner, en Nabo
    García Márquez comienza su relato en un momento
    próximo al final, suministrando el material restante en
    una serie de saltos narrativos hacia atrás y hacia
    delante, en una secuencia que no observa ningún orden. El
    medio para proporcionar los vistazos sobre el pasado lejano son
    los recuerdos de Nabo y del testigo anónimo. En cambio, la
    acción que transcurre en el pasado próximo –
    porque toda la acción es pretérita – es
    relatada por el narrador omnisciente.

    4. – Existe una relación muy estrecha entre Nabo
    y Benyi: ambos viven por el recuerdo en el pasado, el cual
    barajan y confunden inextricablemente con el presente. Por otra
    parte, García Márquez dibuja la
    personalidad de Nabo al estilo Benyi, haciendo que su
    inteligencia
    limitada se exprese en pensamientos elementales y concretos, sin
    abstracciones.

    La escritura de La Hojarasca.- Dasso
    Saldívar es un periodista colombiano que ha escrito la
    biografía
    más amplia y detallada que existe de Gabriel García
    Márquez. El libro consta de más de 600
    páginas y fue el producto de varios años de
    trabajo, centenares de entrevistas
    realizadas y miles de kilómetros recorridos por todos los
    lugares donde se desarrolló la vida del escritor
    colombiano.

    Según Saldívar ¨es un lugar
    común afirmar que García Márquez
    escribió La hojarasca en Barranquilla, concretamente entre
    la redacción de El Heraldo y el burdel El
    Rascacielos. La verdad es que la escribió en Cartagena y
    sólo la rescribió en Barranquilla a partir de los
    primeros meses de 1950¨. Saldívar afirma que
    empezó a escribirla probablemente durante los
    últimos meses de 1948 luego de haber leído Mientras
    agonizo y Mrs Dalloway, cuyas técnicas combinadas le
    permitieron este primer acercamiento amplio al mundo de su
    infancia.

    Viviendo en condiciones muy precarias en Cartagena, Gabo
    se enfermó de pulmonía y debió trasladarse
    por tres meses a Sucre, donde vivían sus padres, para
    recuperarse. Fue allí donde recibió las tres cajas
    de libros que le
    enviaron sus amigos desde Barranquilla. Ramón
    Vinyes (¨el sabio catalán¨), Germán Vargas
    y Alvaro Cepeda Samudio empacaron cada uno una cajita de libros y
    se la entregaron a un hermano de Gabriel quien se encargó
    de llevarlas a Sucre en avión y en lancha. Las cajas
    contenían lo principal de la novela moderna europea y
    norteamericana: Faulkner, Dos Passos, Capote, Anderson, Dreiser,
    Huxley, Caldwell y Virginia Woolf.

    Tirado en una hamaca, debajo de los árboles
    y a orillas del río, Gabo empezó a leer, a
    desmontar, a desestructurar, cada relato y cada novela como quien
    desmonta un reloj en sus diversas piezas, hasta
    desentrañar los múltiples y complejos mecanismos
    del arte de narrar. Cuando, luego de tres meses, devolvió
    los libros a Barranquilla, ya tenía terminada la primera
    versión de La Hojarasca y había resuelto el
    problema técnico de la novela en líneas generales.
    ¨En realidad fueron la historia de Aracataca y su
    niñez prodigiosa las que, a la luz de la obra de
    William Faulkner y Virginia Wolf, le aportaron el humus esencial
    de su primera novela¨, apunta Saldívar.

    A principios de 1950 La hojarasca había conocido
    ya dos versiones y andaba por el mundo haciendo sus primeros
    pinitos. García Márquez la había entregado a
    un agente editorial de Losada para ser publicada en Buenos Aires y
    creyó que se había – por fin –
    desembarazado de ella. Pero la decepción fue grande cuando
    se enteró del rechazo de su novela por parte de Losada.
    Una carta del
    español Guillermo de Torre, después de reconocerle
    cierto tino poético lo descalificaba como narrador,
    negándole cualquier futuro como tal, y sugiriéndole
    que lo mejor que podía hacer era dedicarse a otra cosa.
    Años después reconocería que si su
    vocación literaria no hubiera sido tan intensa, ¨en
    ese momento habría abandonado para siempre la
    literatura¨.

    Pero no decayó, animado por sus amigos y
    asesorado por Don Ramón Vinyes que le comentó la
    novela párrafo a párrafo, capítulo a
    capítulo, haciéndole ver sus aciertos y
    debilidades. Entonces, ya reconfortado, emprendió,
    probablemente en mayo-junio de 1950, la tercera versión de
    su novela.

    Recién en 1955, cuando trabajaba como redactor de
    El Espectador en Bogotá, pudo tener el gozo de ver su obra
    publicada. Fue una edición modestísima que no
    alcanzó a los mil ejemplares, muchos de los cuales fueron
    regalados a sus amigos o vendidos entre conocidos, para poder
    pagar los gastos de
    impresión. Y en agosto de 1959 el primer Festival del
    Libro Colombiano hizo una segunda edición de La Hojarasca,
    con una tirada, entonces astronómica, de diez mil
    ejemplares. Y esta edición de la novela tuvo la
    contrapartida de una excelente crítica en los
    círculos intelectuales y literarios de Bogotá y del
    resto del país.

    Relación entre Mientras agonizo y La
    hojarasca.-
    ¨Es indudable esta relación¨, les
    respondería García Márquez a los estudiantes
    de la Universidad de Georgetown, Washington, en septiembre de
    1997, en una charla sobre su obra durante los actos de
    conmemoración de sus cincuenta años de vida
    literaria. En la conversación, una de las preguntas
    más insistentes fue su relación con William
    Faulkner, y en especial, sobre el parentesco entre estos dos
    libros. Luego de confesar que el escritor norteamericano le
    había permitido ¨verse a sí mismo¨,
    García Márquez precisó que, en efecto,
    Mientras agonizo había sido una de las fuentes de
    inspiración de su primera novela, y que, ante la cantidad
    de personajes en la obra de Faulkner, él, para no hacer lo
    mismo, para simplificar las cosas, pero también debido a
    sus propios propósitos narrativos, lo redujo a tres: el
    abuelo, la hija y el nieto, únicos asistentes al funeral
    del médico suicida. Cada uno, en representación de
    cada una de las tres generaciones que abarcaban la historia de La
    Hojarasca.

    Desde siempre los críticos han hablado de la
    influencia en La hojarasca de William Faulkner, y en particular
    de Mientras agonizo, publicada en inglés en 1930 cuya
    traducción al castellano por
    Max Dickman, fue publicada en 1942 en la Editorial Santiago Rueda
    de Buenos Aires. Una comparación bastante evidente, ya que
    tanto en la una como en la otra la historia gira alrededor de un
    ataúd, de un cadáver en su inminente e incierta
    sepultura, en Macondo o en Jefferson, sino que además de
    ser en cumplimiento a una promesa, ambas son narradas a
    través de una serie de monólogos interiores de sus
    personajes. Mientras en la de Faulkner son quince en total, en la
    de García Márquez se reducen a tres: el coronel, su
    hija Isabel y su nieto.

    Las semejanzas según Vargas Llosa.-
    ¨Es sobre todo en la materia y en
    la estructura de La hojarasca donde la influencia de Faulkner es
    aprovechada eficazmente¨ señala Vargas Llosa. Y pasa a
    enumerar las semejanzas en las dos obras:

    a.- Los lineamientos generales de la historia se hallan
    cerca de los de As I lay dying, que transcurre también en
    torno a un ataúd y a un cadáver, antes del
    entierro.

    b.- El tiempo narrativo de ambas historias está
    concentrado en el velorio del muerto y, en ambos casos, ese
    velorio es inusitado aunque por razones distintas. En La
    hojarasca el velorio mantiene a los personajes inmóviles
    en un cuarto, en As I lay dying se hallan en movimiento por
    caminos y pueblos.

    c.- La estructura de las historias es semejante: no
    están contadas por un narrador omnisciente sino por los
    propios personajes que velan al muerto, cuyas conciencias van
    sucediéndose en el primer plano del relato.

    d.- En ambos casos los
    narradores-personajes-que-acompañan-al-muerto son los
    miembros de una sola familia. Los narradores-personajes son voces
    que hablan, conciencias que piensan y van rotándose ante
    el lector y refiriendo la historia.

    e.- La circunscripción de Macondo tal como es en
    La hojarasca no sólo se parece al condado de
    Yoknapatawapha por ser una remota provincia rural, de
    rígida estratificación clasista, ayer
    próspera y hoy ruinosa, sobre la que pesa una derrota en
    una guerra civil, sino, también, por la atmósfera malsana y
    pesimista que respiran sus habitantes.

    f.- El clima
    histórico y psicológico tortuoso se encarna
    también, en ambos mundos ficticios, en una estructura
    narrativa tortuosa, en la que la materia narrativa no llega nunca
    al lector en el orden cronológico real de los sucesos,
    sino a través de fragmentos temporales fracturados, que
    corresponden a momentos distintos del pasado, y que van
    encontrando su cabal colocación, no en el texto, sino,
    retrospectivamente, en la memoria del lector.

    g.- A la distorsión del punto de vista temporal
    señalada arriba corresponde una distorsión del
    punto de vista espacial: los datos de la
    historia nunca llegan objetivamente al lector; pasan siempre a
    través de un intermediario, de una subjetividad que los
    relativiza, complica, y, a veces, adultera.

    La introducción de La hojarasca.- Vargas
    Llosa también puntualiza que La hojarasca ¨es la
    única obra de García Márquez donde esta
    influencia (la de Faulkner), se manifiesta en el lenguaje
    aunque sólo en la breve introducción, aparente
    fragmento de crónica, cuyo estilo es distinto del de los
    monólogos que componen el resto del libro¨:

    Allí vinieron, confundidos con la hojarasca
    humana, arrastrados por su impetuosa fuerza, los
    desperdicios de los almacenes, de
    los hospitales, de los salones de diversión, de las
    plantas
    eléctricas; desperdicios de mujeres solas y de hombres
    que amarraban la mula en un horcón del hotel, trayendo
    como un único equipaje, un baúl de madera o un
    atadillo de ropa, y a los pocos meses tenían casa
    propia, dos concubinas y el título militar que les
    quedaron debiendo por haber llegado tarde a la
    guerra.

    Frases que zigzaguean tortuosamente, simulan decaer,
    renacen con nuevo ímpetu y otra vez se arrodillan y
    levantan; enumeraciones, repeticiones, una sintaxis circular de
    ritmo encantatorio; un tono solemne, de oráculo o
    profecía bíblica; una lúgubre musicalidad,
    un soterrado pesimismo, un aliento fatídico: el modelo es
    la inconfundible escritura faulkneriana.

    Pero la semejanza del lenguaje se da sólo en esas
    dos páginas iniciales que son el umbral de La hojarasca;
    el lenguaje de los tres personajes que monologan es más
    sobrio, menos subjetivo, y sólo esporádicamente
    destella en él – en un adjetivo ocasional, en el
    tono de una frase furtiva, en la respiración trágica de un instante –
    la presencia de Faulkner.

    Los personajes y sus monólogos.-
    Según Ángel Rama ¨La hojarasca deriva
    directamente de Mientras yo agonizo, al punto que puede pensarse
    que estamos en presencia de una adaptación de una novela
    extranjera al mundo hispanoamericano¨. Para el crítico
    uruguayo se puede decir que La hojarasca es la traducción
    de la cosmovisión de Faulkner a una realidad
    hispanoamericana, a una realidad, además,
    extraordinariamente local e inmediata.

    La novela está contada por tres personajes. Estos
    tres personajes son desde luego un intento de reducción,
    diríamos de racionalización de los intentos del
    manejo del monólogo en novelas tan importantes como las de
    Joyce, Virginia Woolf o Faulkner. La obra fue elaborada por la
    sucesión de los monólogos, a lo largo de media hora
    y los tres personajes – que son sucesivos sistemas de
    racconto y flash back –
    reconstruyen momentos y períodos de por lo menos
    veinticinco años transcurridos. Rama
    añade:

    Pero el sistema de
    monólogo nos da el
    conocimiento directo de una conciencia, la
    aproximación inmediata a la vida interior de un
    determinado personaje. Nuestro conocimiento de estos personajes
    es un conocimiento situado en su interioridad en su realidad
    interna e inmediata, en el fluir de su conciencia. Por lo tanto
    es un conocimiento directo y real. El lector tiene una
    visión privilegiada de tres seres humanos por que los ve
    de un modo que solamente es posible a través del
    procedimiento literario. Es decir, a través de esta
    invención que nos abre la intimidad y el fluir de una
    conciencia.

    Fundamentalmente todos los monólogos rotan sobre
    un mismo tema: quién es el doctor, por qué
    actuó de esa manera, cómo vino, qué hizo,
    por qué se encerró, por qué se negó,
    por qué se le odia. Es el enigma de este personaje el que
    moviliza centralmente los monólogos. Pero, entonces, se
    produce una síntesis
    violenta: aquella que resulta que nuestro conocimiento de
    interioridades corresponde simultáneamente a nuestro
    desconocimiento de un personaje al cual jamás podremos ver
    desde la interioridad, y solamente podremos reconstruir desde la
    exterioridad. Es decir, el doctor no existe para nosotros,
    jamás podrá existir como conciencia, sino
    sólo como un vaciado externo que se va construyendo por
    los datos que nos proporcionan otros personajes. Este vaciado
    externo puede ser simplemente el cuerpo muerto tal como lo ve el
    niño, o las relaciones extrañas con Meme tal como
    las recibió a través del relato de ésta,
    Isabel, la hija, o el comportamiento
    personal y
    espiritual que tuvo, según el coronel lo recuerda y lo
    conoce. Son informaciones que nos proporcionan su exterioridad
    pero de ningún modo su interioridad. Y están todas
    logradas, sin embargo, a través de un conocimiento de
    interioridades y de conciencias que se abren ante nosotros como
    objetos reales, como posibilidades de una objetividad.

    LA
    PRUEBA CONFESIONAL

    ¨La confesión¨ es la declaración
    que, sobre lo sabido o hecho por él, hace alguien
    voluntariamente o preguntado por otro. La confesión en
    juicio es uno de los medios de
    prueba admitidos en el procedimiento civil y en el laboral cuya
    finalidad es obtener de la parte contraria, y con relación
    a los hechos debatidos, el reconocimiento de los que perjudican
    la posición litigiosa del confesante y favorecen la del
    que solicita la prueba. En el caso de García
    Márquez, se considera importante contar con sus propias
    declaraciones acerca de la relación de Faulkner con su
    obra, porque ellas arrojan luz sobre el sentido y alcance de
    dicha influencia.

    La admiración inicial.- El 5 de enero de
    1950 Gabriel García Márquez inició su
    colaboración con El Heraldo, el diario de la ciudad de
    Barranquilla. A través de una columna llamada ¨La
    jirafa¨ y firmada por ¨Septimus¨ Gabo iba a expresar
    sus opiniones, durante casi dos años, sobre variados
    temas, en el diario barranquillero.

    Las ¨jirafas¨ han sido cuidadosamente
    recopiladas por Jacques Gilard, el crítico francés
    estudioso de García Márquez, en dos
    volúmenes que ha titulado ¨Textos
    costeños¨. De la lectura de
    esas columnas, escritas por un García Márquez casi
    adolescente, surge la evidencia de la apasionada
    admiración del joven periodista por la obra de William
    Faulkner.

    En una ¨jirafa¨ publicada en abril de 1950
    titulada ¨Otra vez el premio Nobel¨ García
    Márquez evaluaba la posibilidad de que el galardón
    de ese año le fuera otorgado al escritor venezolano
    Rómulo Gallegos y se mostraba partidario de dicha
    distinción. Sobre todo luego que la academia hubiera
    favorecido, por ejemplo, a la china-norteamericana Pearl S. Buck en lugar de
    James Joyce, y a Herman Hesse en lugar de Aldous Huxley, e
    inclusive se hubiera atrevido a declararlo desierto, como
    había sucedido el año anterior, a pesar de que en
    los Estados Unidos hubiese ¨un tal señor llamado
    William Faulkner, que es algo así como lo más
    extraordinario que tiene la novela del mundo moderno. Ni
    más ni menos¨. Y a continuación, ya roto el
    pudor, se desgaja en un rosario de elogios sin medidas hacia
    Faulkner para concluir: ¨Por eso no debemos sorprendernos de
    que William Faulkner no sea premio Nobel 1950 y de que el
    año pasado – estando ya escritos y traducidos a
    varios idiomas, entre ellos el sueco, sin duda Mientras yo
    agonizo, El sonido y la furia, Luz de agosto, El Villorrio,
    Santuario, Las palmeras salvajes, varios libros de cuentos,
    además – el premio Nobel de Literatura hubiese sido
    declarado desierto¨.

    En junio del mismo año, en una ¨Jirafa¨
    dedicada a dar la bienvenida a su amigo Alvaro Cepeda Samudio que
    regresaba de Estados Unidos con un título de periodismo
    otorgado por la Universidad de Columbia Gabo escribió:
    ¨Iba por conocer los pueblecitos del sur – no tanto del
    sur de los Estados Unidos como del sur de Faulkner – para
    poder decir a su regreso si es cierto que en Memphis los amantes
    ocasionales tiran por las ventanas a las amantes ocasionales o si
    son esos episodios dramáticos patrimonio exclusivo de Luz
    de Agosto¨.

    En el mes de julio, con motivo de la exhibición
    en Barranquilla de la película Rencor dirigida por
    Clarence Brown y basada en la novela de Faulkner Intrusos en el
    polvo, aún inédita en castellano, escribió
    una ¨Jirafa¨ titulada ¨El maestro Faulkner en el
    cine¨. Allí expresó: ¨El maestro Faulkner
    es algo así como la más grande figura de la
    literatura universal…¨

    Unos meses más tarde se muestra exultante
    en una ¨Jirafa¨ escrita en Noviembre de 1950:
    ¨Excepcionalmente se ha concedido el Premio Nobel de
    Literatura a un autor de innumerables méritos, dentro de
    los cuales no sería el menos importante el de ser el
    novelista más grande del mundo actual y uno de los
    más interesantes de todos los tiempos. El maestro William
    Faulkner, en su apartada casa de Oxford, Missouri, debe haber
    recibido la noticia con la frialdad de quien ve llegar un
    tardío visitante que nada nuevo agregará a su largo
    y paciente trabajo de escritor… ¨

    Y el 9 de febrero de 1951, cuando se disponía a
    abandonar Barranquilla para volver a Cartagena, publica una nueva
    ¨Jirafa¨ titulada ¨Memorias de un
    aprendiz de antropófago¨. Allí confiesa que sus
    autores preferidos en ese momento son Faulkner, Kafka y Virginia
    Wolf, y señala: ¨mi máxima aspiración es
    llegar a escribir como ellos¨.

    ¿ Cuándo leyó
    García Márquez por primera vez a Faulkner? En marzo
    de 1949 Gabo debió retirarse por tres meses desde
    Cartagena a la población de Sucre, donde todavía
    vivía su familia para recuperarse de una pulmonía.
    ¨En Sucre tenía que quedarme tres meses y entonces yo
    les mandé un papelito a la gente de Barranquilla
    pidiéndoles algo que leer¨ apunta García
    Márquez. Sus amigos de Barranquilla, sabedores del
    obligado reposo al que debía someterse, le enviaron una
    caja llena de libros. ¨Llegaron tres cajas. Allí
    estaba todo. Faulkner, Virginia Wolf, Sherwood Anderson, Dos
    Passos, Teodoro Dreiser¨, informa Gabo. El pariente encargado
    de enviarle por vía aérea las cajas con los libros
    apunta con más exactitud: ¨Entre los que más
    recuerdo estaban Luz de agosto que tenía una portada
    azulosa, y El Villorrio de William Faulkner; varios libros de
    John Dos Passos, Contrapunto y Mi tío Spencer de Aldous
    Huxley, El camino del tabaco, de Erskin
    Caldwell y La Señora Dalloway de Virginia
    Woolf¨.

    Afirmaciones y negaciones.- ¨Los
    críticos han insistido tanto en la influencia de Faulkner
    en mis libros, que durante algún tiempo lograron
    convencerme. La verdad es que yo había publicado ya mi
    primera novela La hojarasca, cuando empecé a leer a
    Faulkner por pura casualidad. Quería saber en qué
    consistían las influencias que me atribuían los
    críticos ¨ dijo García Márquez. Sin
    embargo, Vargas Llosa señala que ¨la memoria le juega
    una mala pasada a García Márquez, o, lo que es
    más probable, García Márquez le juega una
    mala pasada al periodista: según el testimonio de
    Germán Vargas y de Plinio Apuleyo, descubrió a
    Faulkner entre mediados de 1950 y 1954, en Barranquilla
    precisamente en la época en que escribió La
    hojarasca¨. En realidad es posible que aun antes – en
    1949 – ya García Márquez haya empezado a leer
    a Faulkner.

    Toda la relación García
    Márquez-Faulkner ha estado llena de
    afirmaciones-negaciones, confesiones-desmentidas,
    reconocimientos-evasivas por parte del primero. ¨No es que me
    moleste la influencia de Faulkner, por supuesto. Más bien
    debía entenderlo como un elogio, porque Faulkner es uno de
    los grandes novelistas de todos los tiempos¨ le
    confesó Gabo al periodista español Miguel
    Fernández Braso Pero inmediatamente añadió:
    ¨En realidad, un escritor que sabe lo que hace procura no
    parecerse a nadie más y más bien trata de eludir
    que de imitar a sus autores favoritos¨.

    Conversando con su amigo Plinio Apuleyo Mendoza, Gabo se
    explaya un poco más: ¨Tanto insistieron (los
    críticos) en la influencia de Faulkner, que durante un
    tiempo llegaron a convencerme (…) pero creo que los
    críticos establecen las influencias de una manera que no
    llego a comprender¨. Y le explica:

    En el caso de Faulkner, las analogías son
    más geográficas que literarias. Las
    descubrí mucho después de haber escrito mis
    primeras novelas, viajando por el sur de los Estados Unidos.
    Los pueblos ardientes y llenos de polvo, las gentes sin
    esperanza que encontré en aquel viaje se parecían
    mucho a los que yo evocaba en mis cuentos. Quizás no se
    trataba de una semejanza casual, porque Aracataca, el pueblo
    donde yo viví cuando niño, fue construido en
    buena parte por una compañía norteamericana, la
    United Fruit.

    Pero Apuleyo Mendoza, viejo conocedor de García
    Márquez, contrapregunta incisivamente:

    Al esquivar a Faulkner como influencia determinante,
    ¿no estarás cometiendo un parricidio?

    Acorralado por la penetrante interrogación del
    amigo-entrevistador Gabo finalmente reconoce:

    • Quizás. Por eso he dicho que mi problema no
      fue imitar a Faulkner, sino destruirlo. Su influencia me
      tenía jodido.

    La confesión final.- El 21 de octubre de
    1982 la Academia Sueca entregó el premio Nobel de
    Literatura a Gabriel García Márquez. Vestido de
    blanco al estilo caribeño, rodeado de amigos y de una
    comparsa que viajó desde Colombia, Gabo alcanzó la
    cumbre máxima del reconocimiento mundial. Según la
    Academia el premio le fue concedido ¨por sus novelas y
    cuentos, donde lo fantástico y lo real se funden en la
    compleja riqueza de un universo poético que refleja la
    vida y conflictos de un continente¨.

    En representación de la Academia estuvo encargado
    de ofrecer el premio, su secretario, Lars Gyllensten: ¨El
    señor García Márquez ha sido galardonado con
    el premio Nobel de Literatura de este año por sus
    eminentes cualidades como escritor, como autor con talento
    suficiente para aunar la ficción y la realidad en obras
    palpitantes del arte literario, con un bagaje vivencial intenso
    de los destinos y de las circunstancias del hombre de su
    tiempo¨, señaló el académico. Y
    más adelante añadió: ¨Sus grandes
    novelas nos llevan a pensar en William Faulkner. García
    Márquez ha creado un universo propio, el mundo que rodea a
    Macondo, el pueblo inventado por él. Sus novelas y cuentos
    nos arrastran a ese extraño lugar donde se dan cita lo
    milagroso y lo más puramente real¨.

    En otro aparte de su discurso el Secretario de la
    Academia Sueca volvió sobre la misma idea: ¨Como en
    Faulkner, los mismos protagonistas y personajes secundarios
    aparecen en diversas narraciones – unas veces en
    situaciones dramáticamente reveladoras, otras en
    peripecias cómicas y grotescas – de tal especie que
    únicamente pueden ser inventadas por la más
    arrolladora fantasía o por la desvergonzada
    realidad¨.

    Y entonces, allí, en el pináculo de su
    máxima gloria literaria, delante de ¨Majestades,
    Altezas reales, y Señoras y Señores del mundo
    entero¨ García Márquez concretó su
    confesión definitiva:

    Un día como el de hoy, mi maestro William
    Faulkner dijo en este lugar: ¨Me niego a admitir el fin del
    hombre¨. No me sentiría digno de ocupar este sitio
    que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que por
    primera vez desde los orígenes de la humanidad, el
    desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32
    años es ahora nada más que una simple posibilidad
    científica. Ante esta realidad sobrecogedora que a
    través de todo el tiempo humano debió de parecer
    una utopía, los inventores de fábulas
    que todo lo creemos nos sentimos con el derecho de creer que
    todavía no es demasiado tarde para emprender la
    creación de la utopía contraria. Una nueva y
    arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir
    por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto
    el amor y
    sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a
    cien años de soledad tengan por fin y para siempre una
    segunda oportunidad sobre la
    tierra.

    ALEGATO

    Cinco críticos literarios de primer nivel, un
    peruano, dos uruguayos, un belga y un sueco están
    contestes en afirmar decididamente la influencia de la obra de
    William Faulkner sobre García Márquez

    Para Vargas Llosa la obra de Faulkner afectó la
    misma vocación de García Márquez en su
    origen y el impacto mayor tuvo que ver más con el proyecto
    de ésta obra, globalmente considerada que con detalles
    temáticos y formales. La coincidencia entre Faulkner y
    García Márquez es total cuando se trata de
    construir un mundo que se va configurando mediante ampliaciones y
    revelaciones, no sólo prospectivas sino también
    retrospectivas.

    Según Ángel Rama se trata de la influencia
    de una literatura sobre otra: La literatura norteamericana e
    inglesa de vanguardia sobre la literatura colombiana de la zona
    del caribe. Faulkner, Hemingway, Virginia Woolf, impactan sobre
    Alvaro Cepeda Samudio, Gabriel García Márquez,
    Germán Vargas y ¨el grupo de
    Barranquilla¨.

    Para Volkening Macondo y Jocnapatauwah como poblaciones
    son condensaciones de imágenes superpuestas de infinidad
    de villorrios similares, reconstrucciones ideal-típicas de
    una realidad compleja. Por otro lado, Aureliano Buendía
    encuentra su alter ego en el Ejército Confederado en la
    persona de John Sartoris. Y tanto para Faulkner, como para
    García Márquez, Jocnapatauwah y Macondo constituyen
    ¨el ombligo del mundo¨, el eje en torno del cual van
    girando las constelaciones planetarias de su universo
    narrativo.

    Según Rodríguez Monegal la influencia de
    Faulkner sobre García Márquez es de naturaleza
    técnica pero también tiene que ver con la
    visión del novelista. Pero señala que el narrador
    colombiano ha sido capaz de hacer algo más que repetir a
    su maestro: ¨el discípulo es también un creador
    y no meramente un repetidor¨. Además, la indisciplina
    y el caos en que suele caer Faulkner es contrabalanceado por la
    influencia de Hemingway. Y el estilo de éste
    último, que a veces deriva en trivialidad, es
    contrarrestado por la intensidad trágica y el humor negro
    de Faulkner.

    Lars Gyllensten, secretario de la Academia Sueca, en la
    entrega del Nobel de literatura al colombiano en 1982
    afirmó: ¨Sus grandes novelas nos llevan a pensar en
    William Faulkner (…) Como en Faulkner, los mismos protagonistas
    y personajes secundarios aparecen en diversas narraciones (…)
    García Márquez ha creado un universo propio, el
    mundo que rodea a Macondo, el pueblo inventado por
    él¨.

    Desde el punto de vista documental es evidente la
    relación de Nabo el negro que hizo esperar a los
    ángeles y El sonido y la furia; como la de La hojarasca
    con Mientras agonizo de Faulkner.

    Nabo de García Márquez y El Sonido y la
    furia de Faulkner presentan similitudes de orden temático
    y de carácter técnico. El Colombiano utiliza
    técnicas narrativas aprendidas del Norteamericano y aun
    las profundiza en varios sentidos. ¨No sorprende, por tanto,
    que la trama de Nabo revele muchas coincidencias de detalle con
    El sonido y la furia la novela de Faulkner que más
    influyó en García Márquez¨,
    señala Donald MacGrady.

    Vargas Llosa puntualiza certeramente las semejanzas
    entre La hojarasca y Mientras agonizo: Los lineamientos generales
    de la historia; el tiempo narrativo; la estructura de las
    historias; los miembros de una misma familia que actúan
    como narradores-personajes; la atmósfera malsana y
    pesimista que respiran los habitantes de ambas provincias
    rurales; el clima histórico y psicológico tortuoso
    que se encarna en ambos mundos ficticios; la distorsión
    del punto de vista espacial donde los datos de la historia no
    llegan objetivamente al lector sino que pasan siempre a
    través de un intermediario.

    Vargas Llosa también señala que La
    hojarasca es la única obra de García Márquez
    donde la influencia de Faulkner se manifiesta en el lenguaje,
    concretamente en el prólogo: ¨enumeraciones,
    repeticiones, una sintaxis circular de ritmo encantatorio, un
    tono solemne, una lúgubre musicalidad, un soterrado
    pesimismo, un aliento fatídico… ¨

    García Márquez toma de Faulkner la
    técnica del ¨monólogo interior¨ para
    relatar su historia. Según Ángel Rama La hojarasca
    parece ¨una adaptación de Mientras agonizo al mundo
    hispanoamericano¨. Los tres personajes de La hojarasca son un
    intento de reducción, de racionalización de los
    intentos del manejo del monólogo en las novelas de Joyce,
    Virginia Woolf o Faulkner.

    Del análisis de la prueba confesional surge que
    García Márquez expresa una admiración
    juvenil y apasionada por la obra de Faulkner. Sus
    ¨jirafas¨ de la época barranquillera así lo
    atestiguan. Posteriormente adviene una temporada de afirmaciones
    y negaciones. Los críticos analizan y señalan
    certeramente las coincidencias y las semejanzas. Gabo se retrae.
    Afirma y niega alternativamente dicha influencia: ¨mi
    problema no fue imitar a Faulkner, sino destruirlo. Su influencia
    me tenía jodido¨. Le susurra a su amigo Plinio Apuleyo
    Mendoza.

    Pero cuando es un autor aclamado mundialmente, en el
    discurso pronunciado al recibir el Premio Nobel de Literatura, lo
    reconoce sin ambages: Un día como el de hoy, mi maestro
    William Faulkner dijo en este lugar: ¨Me niego a admitir el
    fin del hombre¨.

    Puede considerarse, entonces, a través del
    análisis de la prueba considerada, que William Faulkner
    influyó de manera decisiva en la vocación,
    propósito, temática y técnica de Gabriel
    García Márquez.

    CONCLUSIÓN

    Un escritor sureño ha afirmado que la influencia
    de William Faulkner sobre la escritura de Gabriel García
    Márquez es ¨superficial¨ y que ¨proyecta
    más resentimiento que admiración sobre el
    modelo¨.

    A la luz de lo descubierto en esta investigación el autor considera tres
    hipótesis posibles para explicar la
    afirmación del sureño, a saber:

    Primero, el sureño no ha leído a Faulkner.
    Esto es posible debido a que Faulkner escribió en
    inglés, y su estilo – aun traducido al español –
    deviene difícil y complicado. Pero resulta altamente
    improbable porque Faulkner es lectura obligada para toda persona
    culta.

    Segundo, el sureño no ha leído a
    García Márquez. Esta hipótesis
    también resulta improbable porque ¨el
    caribeño¨ ha sido traducido a más de cuarenta
    idiomas y de su obra principal, Cien años de soledad, se
    han vendido más de cincuenta millones de ejemplares en
    todo el mundo. Además, en 1982 le fue otorgado el Premio
    Nobel de Literatura, premio para el cual el sureño -que se
    sepa- nunca ha sido ni siquiera nominado.

    La tercera hipótesis es la siguiente: El escritor
    sureño efectivamente ha leído a Faulkner, en
    inglés o en español. Y también ha
    leído a García Márquez, (en español,
    inglés, francés, sueco, ruso o en alguno de los 35
    idiomas restantes a los cuales ha sido traducido). El
    sureño – repito – ha leído a Faulkner y
    también ha leído a García Márquez.
    Pero, no los ha entendido a ninguno de los dos… Esta
    hipótesis es la que me parece más
    probable.

    El Autor

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    Márquez o el trópico desembrujado en Eco,
    Revista de la Cultura de Occidente, Bogotá, Tomo VII, Nro.
    40, 1963.

     

     

     

    El presente trabajo ha sido presentado por

    JULIO RAFAEL MAESTRE

    en la cátedra de LITERATURA EUROPEA II
    de la Universidad Nacional del Comahue, (Neuquén, Argentina) a
    cargo del Profesor ALEJANDRO FINZI.

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