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La didáctica hoy y el aprendizaje auténtico



    1. Qué es la
      didáctica
    2. La investigación en el
      campo de la didáctica
    3. Dos aspectos del proceso
      histórico de la Didáctica
    4. Factores que han promovido los
      cambios de la Didáctica en el proceso enseñanza
      aprendizaje
    5. Comparación entre la
      didáctica tradicional y la de hoy
    6. Consideraciones
      finales
    7. Bibliografia

    1. Usando tus
    propios conocimientos escribe lo que es para ti la
    didáctica.

    La docencia ha sido y es fin y función
    sustantiva de cualquier universidad. De
    ahí que impartir educación
    superior sea un quehacer constitutivo del concepto y de
    cualquier modalidad histórica de universidad. Las sociedades que
    abrevan en la cultura
    europea han dado a la universidad la consigna de preparar
    profesionales, científicos y técnicos
    útiles, así como de formar a su propio personal
    académico: profesores, investigadores y técnicos.
    Todos ellos preparados para la generación,
    transmisión y difusión de conocimientos provechosos
    para dicha sociedad.
    Además que sean individuos críticos y creativos,
    capaces de innovar su ejercicio profesional.

    En esta línea de pensamiento,
    la transformación académica de toda universidad
    pasa necesariamente por una docencia renovada y por un docente
    innovador, formado en una doble perspectiva: la disciplinaria y
    la pedagógica-didáctica de hoy requiere ejercer una
    docencia transformadora, profesional; enseñar para el
    cambio, para
    lo nuevo, lo desconocido.

    Hay dos caminos para ello, ambos prometedores. Primero,
    enseñar para el cambio, enseñando a producir
    conocimientos, hacer ciencia, no
    sólo a consumirlos, como lo expresa Carlos Burgos,
    profesor de la Universidad Católica Santo Domingo,
    Extensión Higuey. Aludimos aquí a la figura del
    docente y del investigador que alternativamente enseñan lo
    que investigan y hacen de su práctica docente objeto de
    estudio. Segundo, enseñar para la transformación,
    transmitiendo crítica y creativamente los saberes
    prácticos de la profesión; aquí, es la
    figura del profesor, que es un profesional en ejercicio, la que
    enseña lo que practica y transmite criterios y procedimientos
    para superar su propia práctica profesional.

    En una palabra, la docencia actual, que es ya la del
    siglo XXI, necesita urgentemente revisar y replantear sus
    supuestos teóricos y sus prácticas en los espacios
    del aula. Imprimir ingenio, creatividad y
    compromiso en la acción de todos los días, de todas
    las veces. Porque en esta tarea, quien no cambia en el acontecer
    cotidiano de enseñar y aprender, no cambia
    nada.

    De ahí que nos parezcan relevantes los
    planteamientos que sobre docencia hacen los proyectos de los
    Planes de Desarrollo de
    la Unesco, cuando se afirma enfáticamente que los cambios
    académicos de la universidad pasan necesariamente por un
    fortalecimiento de la enseñanza. La nueva pedagogía, señala, permitirá
    orientar a los jóvenes en el desarrollo de capacidades y
    destrezas creativas, en la selección
    apropiada de información y en la habilidad para formular
    preguntas y encontrar respuestas más apropiadas.
    Más aún, la labor del docente universitario se
    tendrá que orientar hacia la formación de
    habilidades de razonamiento y formación de valores,
    dejando a un lado la enseñanza rígidamente
    memorística.

    Ahora bien, si nos atenemos a la realidad que al
    respecto se vive en nuestras universidades, el compromiso es
    enorme y complejo, porque hoy encontramos en muchos de sus
    espacios académicos una docencia infestada de
    improvisación y burocratización, deshumanizada, con
    marcada naturaleza
    informativa más que formativa, carente de humor, limitada
    en autocrítica, etcétera; además, con un
    docente que muchas veces lleva a cuestas una imagen devaluada
    ante los demás y, peor aún, una
    representación devaluada ante sí mismo; producto de
    las condiciones precarias en que realiza su tarea.

    En consecuencia con lo anterior y, para coadyuvar a
    enfrentar este grave problema, presento, en un primer momento,
    algunas reflexiones sobre la problemática teórica
    de la docencia en cuanto tarea sustantiva de la universidad, cuyo
    ejercicio cabal exige una sólida formación
    académica.

    En un segundo momento, desarrollo una propuesta de
    docencia en forma de investigación, que pretende ser una
    alternativa a la práctica docente tradicional que domina,
    por desgracia, no únicamente la enseñanza
    universitaria, sino los otros niveles del sistema educativo
    nacional.

    La docencia se inscribe dentro del campo educativo como
    actividad que promueve conocimientos, que sitúa al docente
    como factor especial, tanto con referencia a los conocimientos
    mismos, como con respecto a las condiciones específicas en
    que éstos son producidos.

    Se subraya con frecuencia que la relación
    pedagógica se establece alrededor de y con referencia a
    los saberes; saberes a adquirir tal como se presentan, como parte
    de un currículum y no como saberes a confrontar, a
    descifrar, en tanto el
    conocimiento aparece siempre en su carácter
    de relativo e inacabado, como algo siempre susceptible de ser
    comprendido, mejorado y completado.

    La didáctica es, pues, parte importante de ese
    proceso de
    construcción y acumulación de
    saberes, proceso siempre inconcluso, durante el cual los actores
    no son siempre totalmente conscientes de por qué y de
    cómo lo hacen, del proceso mismo por el que conocen e
    intentan descifrar la realidad.

    En este sentido se puede afirmar que la
    transmisión convencional de conocimientos, basada en una
    lógica
    formal explicativa, impide que en la enseñanza se postule
    y desarrolle una epistemología que permita la
    aprehensión de la realidad, la cual implica, en su caso,
    una reestructuración-construcción del objeto de
    conocimiento a
    través de una lógica de descubrimiento, que
    articule campos disciplinarios y analice los fenómenos que
    se expresan en diferentes niveles y dimensiones de dicha
    realidad.

    De ahí la importancia de establecer un puente
    intercomunicante entre teoría del
    conocimiento y enseñanza. La teoría
    del conocimiento tiene una función muy importante en la
    enseñanza, en la medida en que ponga sobre la mesa de
    discusión los problemas
    inherentes a la construcción del conocimiento que se
    transmite.

    Es necesario establecer una diferencia entre lo que es
    un producto y lo que es un producente. Esta distinción es
    clave para el accionar docente. Un conocimiento no es sólo
    algo dado, no es sólo un producto; es también una
    manera de pensar ese producto y, por tanto, de recrearse como
    producto o crear a partir de él otro producto.

    Y no podemos continuar enfrentando al alumno con un
    producto acabado; por el contrario, hay que promover el
    desarrollo con habilidades críticas y creativas como
    estrategia para
    transformar los productos en
    algo abierto a nuevos conocimientos; es decir, recrear la
    teoría y no sólo repetir mecánicamente lo
    que dice un profesor, un libro o
    cualquier otro recurso tecnológico complejo, como los que
    hoy abundan, pero que en su mayoría sólo ayudan a
    repetir mejor lo repetido.

    Más aún, hay que enfrentar al alumno con
    situaciones y experiencias que le enseñen a construir su
    pensamiento, con lecturas y vivencias que desarrollen y develen
    lógicas a través del contacto vivo y directo con
    ellas, que posibiliten los descubrimientos; antes que consumir
    diversas antologías, con un exceso de información
    que, en el mejor de los casos, le provoca una indigestión
    teórica, en lugar de estimular su inteligencia.

    Estos planteamientos nos confirman la importancia que
    tiene la vinculación entre la docencia y la
    investigación en el campo de la educación y, de
    manera especial, en las estrategias
    didácticas. Incluso puede afirmarse que el futuro
    investigador, profesor o profesional en general, se está
    desarrollando en embrión en la misma práctica
    docente que ha vivido como estudiante. De ahí que si esa
    enseñanza es pasiva o libresca, o bien si es erudita o
    poco crítica, y en consecuencia poco creativa, escasamente
    incitará a aprender o indagar con libros o a
    derivar hipótesis propias, es decir, sin pensar,
    investigar y transformar la realidad.

    De ese modo, el maestro que transmite un saber
    está enfrentado al interrogante de cómo se produce
    el conocimiento, cuáles son sus condiciones
    específicas de producción y contra qué se erigen
    las nuevas verdades del mundo; cuál es la realidad en la
    que el hombre
    está inmerso.

    Las verdades son relativas y el hombre como
    sujeto se enfrenta a la realidad con escasos rudimentos
    teóricos-metodológicos y experienciales, desde lo
    acumulado, pero también desde lo acumulable en su devenir,
    que lo enfrenta siempre a nuevos retos y problemas.

    La teoría del conocimiento pretende iluminar el
    camino, no simplificando sino reconstruyendo un saber, las
    condiciones históricas que lo posibilitaron y, sobre todo,
    los momentos de ruptura, donde las verdades se agotan frente a lo
    naciente; para dar paso a recrear y problematizar sobre el objeto
    de estudio en cuestión.

    En este contexto, es pertinente señalar que toda
    actividad docente requiere tanto de un dominio de la
    disciplina
    como de una actitud frente
    al mundo y de un uso pertinente y crítico del
    saber.

    Por eso en la docencia de hoy, transmitir conocimientos,
    recrearlos o enriquecerlos ante el devenir histórico, se
    convierte en un reto y en un compromiso de todo profesor. Para
    que esta labor sea provechosa y trascendente el maestro mantiene
    en el aire preguntas
    como las siguientes: ¿quién es el sujeto al que va
    a formar; cómo y para qué se va a comunicar con
    él; en qué medida compartirán y
    lograrán emprender el camino del aprendizaje
    juntos; cuáles serán las tareas y los compromisos
    que ambos asumirán en el quehacer cotidiano del aula, el
    laboratorio y
    la práctica de campo?

    Porque transmitir de la mejor manera un conocimiento en
    la perspectiva de quien sabe a quien no sabe puede ser una labor
    sencilla, consabida y hasta cómoda. No
    así la de involucrarse teórica y
    metodológicamente en un proceso de
    enseñanza-aprendizaje, donde se conciba el vínculo
    profesor-alumno como un fenómeno complejo y que en
    consecuencia exige mínimamente un conocimiento
    psicológico, pedagógico y sociológico que
    permite ubicar al educando como sujeto de aprendizaje y no
    únicamente como objeto de enseñanza.

    A los educadores las crisis
    quizá nos llegan tarde, a veces nos sorprenden sumergidos
    en nuestras rutinas, observando, en el mejor de los casos, el
    avance de otros campos disciplinarios, donde parecía que
    la cientificidad estaba asegurada por el empleo del
    infalible método
    experimental. La pregunta urgente, y el debate hoy en
    día, no se centra en transmitir un conocimiento de la
    mejor manera posible, didácticamente hablando, sino en
    cuestionar cómo es que los educadores llevan a cabo esa
    mediación, no para reiterar, repetir y comprobar, sino
    para inducir, descifrar, contrastar, innovar… y, con ello,
    recobrar el asombro y pensar para construir, y no sólo
    para consumir pasivamente el conocimiento.

    Estas reflexiones y preocupaciones surgen en el contexto
    de la profesionalización de la docencia, en tanto que
    categoría sustantiva de la práctica educativa, y la
    vinculación docencia-investigación como una de las
    alternativas pedagógicas idóneas para conseguirlo.
    Desde la década de los setenta, por lo menos, ambas
    estrategias han estado
    sometidas a múltiples debates, más en el plano de
    lo formal que en el de lo real, aunque en el discurso
    académico oficial aparezcan como reivindicadoras de la
    calidad de la
    educación.

    Ahora bien, si asumimos la certeza de los
    señalamientos anteriores con respecto a la docencia,
    ¿cómo es posible que hoy, en el umbral del tercer
    milenio, en nuestras universidades, sea más importante
    enseñar a repetir cosas sabidas y no a descubrir nuevos
    saberes? ¿Cómo puede ser más importante
    enseñar a ser consumidor pasivo
    de información que sujeto activo y responsable de su
    propio aprendizaje? ¿Cómo puede ser más
    importante para una institución de educación
    superior engrosar las filas de egresados, que formar
    profesionales capaces, polivalentes, con actitudes de
    compromiso para enfrentar y transformar la realidad?

    Este tipo de cuestionamientos, surgidos de la
    participación en proyectos, programas y
    experiencias en el ámbito de la formación de
    profesores e investigadores dentro y fuera de la UCSD, así
    como en el desarrollo de investigaciones
    en torno al tema de
    la vinculación entre la docencia y la
    investigación, específicamente en el renglón
    de las estrategias pedagógicas, nos llevan a la
    convicción de que es imprescindible innovar las
    concepciones y las prácticas educativas en los distintos
    espacios académicos.

    2. Explica cuál ha sido la tarea de la
    didáctica en todas las épocas.

    LA
    INVESTIGACIÓN EN EL CAMPO DE LA DIDÁCTICA

    MODELOS HISTÓRICOS

    Los modelos de
    investigación didáctica se encuentran signados
    históricamente; una revisión de los procesos
    elaborados desde el siglo XVII hasta nuestros días nos
    permite observar las características que asumieron en sus
    formulaciones iniciales, las formas como se fueron adecuando a
    diversos momentos históricos y la diversificación
    de desarrollos en nuestro siglo. Conocer dicha trayectoria
    histórica permite no sólo situar correctamente el
    debate actual en torno a la didáctica, sino identificar
    las distintas versiones sobre su concreción conceptual,
    así como sobre su estatus epistemológico.
    Así, la importancia de su desarrollo es tal que, a la par
    de las innovaciones en la formulación de preguntas en
    la ciencia,
    ocurre una transformación de la metodología empleada para
    enseñar.

    Para entender la tarea de la didáctica en todas
    sus épocas es conveniente una cuidadosa mirada
    histórica sobre el desarrollo de la teoría
    didáctica, desde su surgimiento formal en el siglo XVII
    hasta nuestros días. Entender estas aportaciones significa
    comprender el sentido social y técnico-pedagógico
    que tiene cada época en la producción
    didáctica, para así comprender la forma como los
    procesos sociales han demandado determinado tipo de debate en
    este campo de conocimiento.

    En los ambientes vinculados con la formación de
    especialistas en educación suele evidenciarse un descuido,
    al considerar de carácter secundario el conocimiento de
    tales aportaciones, lo cual origina que el saber didáctico
    sea altamente reduccionista, ya que en el mejor de los casos se
    limita a repetir como muletilla ideas o principios de
    algunos autores, sin comprender el debate estructural en que
    tales ideas o principios fueron formulados. A la vez, se crean
    las condiciones para que quienes desarrollan alguna
    didáctica presupongan que descubren el hilo negro, en una
    disciplina que tiene por lo menos tres siglos de efectuar
    construcciones teórico-técnicas.
    Esto es lo que hemos denominado ignorancia de la
    didáctica, en otras aproximaciones sobre el
    tema.

    Reconocemos que un acercamiento histórico al
    campo de la didáctica permite asimismo identificar las
    distintas modalidades en las que se ha llevado a cabo la
    investigación en esta disciplina. En los tres siglos que
    lleva de desarrollo, no sólo ha conformado distintas
    interpretaciones sobre los problemas de la formación y
    posteriormente del aprendizaje en el aula, sino que ha
    desarrollado diversas estrategias conceptuales y
    metodológicas sobre sus formas de indagación. Ante
    el desconocimiento de las múltiples teorías
    y metodologías de investigación gestadas en la
    didáctica, han proliferado los planteamientos
    reduccionistas, como la afirmación de que desde la
    etnografía la didáctica recuperará su
    identidad, o
    la consideración de que los métodos de
    indagación en este campo responden a la
    clasificación para las ciencias
    sociales, así como diversas modalidades de la
    discusión relacionadas con la figura del
    docente-investigador.

    El debate pedagógico de los últimos
    años se ha centrado de alguna forma en el problema de la
    articulación docencia-investigación, con profunda
    ignorancia de la historia del pensamiento
    didáctico. El concepto desarrollado por la UNESCO
    "docente-investigador de su propia práctica", o bien las
    elaboraciones sobre la "investigación-participativa" o la
    "investigación-acción", muestran no sólo una
    necesaria dimensión propositiva como momento de
    positividad en su forma de conocimiento, sino que de manera
    simultánea expresan un momento de negatividad, por el
    desconocimiento que tienen de las formas en que la
    didáctica ha abordado esta situación en su
    perspectiva histórica.

    Actualmente, bajo la bandera de la investigación,
    se realizan afirmaciones relativamente temerarias en las que se
    supone que un nuevo modelo de
    investigación resuelve el problema de la identidad de la
    didáctica. Por ejemplo, está la presunción
    de Becker (1988) cuando considera que con la incorporación
    de la investigación etnográfica la didáctica
    encontrará su identidad. La historia de ésta nos
    permite reconocer el reduccionismo que subyace en dicha
    afirmación. Indudablemente los saberes que se construyen a
    partir de los estudios etnográficos sobre el aula
    contribuyen al desarrollo del conocimiento didáctico y, a
    mediano plazo, sus aportaciones apoyarán futuros
    desarrollos de una teoría didáctica. Pero la
    investigación etnográfica no puede, por sí
    sola, construir una nueva formulación de la disciplina,
    cuando por el contrario la historia teórica y
    metodológica de este campo permite estudiar una serie de
    propuestas de investigación que han probado sus momentos
    de positividad y negatividad, momentos que es necesario reconocer
    para pensar en el desarrollo futuro de las propuestas de
    investigación en el ámbito de la
    didáctica.

    En esta perspectiva, el enfoque tiene su punto de
    ventaja y de desconcierto. Se afirma que existen tres
    perspectivas para realizar la investigación
    didáctica: el enfoque positivista, el enfoque
    interpretativo y como ciencia aplicada.

    El enfoque positivista, de alguna manera vinculado con
    la concepción instrumental de la didáctica, busca
    construir una propuesta universal y, al reducir el estudio de los
    problemas del aula a una precisión de variables, la
    indagación experimental de las mismas permitirá
    establecer algunas leyes que puedan
    ser utilizadas como predictoras de la ocurrencia de determinado
    fenómeno: la enseñanza o el aprendizaje. Sus formas
    de investigación se desprenden de la metodología
    experimental, grupos
    experimentales y grupos control
    constituyen algunos de los procesos metodológicos que se
    derivan de esta propuesta. Sobra decir que cada situación
    didáctica es única e irrepetible, y que cada
    relación docente-alumnos se construye en una temporalidad
    específica.

    Por su parte, el enfoque interpretativo busca describir
    los procesos de la interacción educativa en el aula, con
    la finalidad de aportar elementos para la construcción
    social de los sentidos de
    lo acontecido. En cada situación humano-social se
    construyen sentidos y es importante para este modelo de
    indagación aportar elementos para describir las
    interpretaciones que los sujetos realizan de aquello en lo que
    son actores: la interacción didáctica. Su
    método de trabajo se basa en la investigación cualitativa.

    La tercera perspectiva concibe a la didáctica
    como una ciencia aplicada, y se considera "una disciplina que usa
    las teorías de las disciplinas básicas para
    explicar los fenómenos de enseñanza como casos
    particulares de los fenómenos que estudian". Esta
    perspectiva, deudora necesariamente de la visión
    durkhemiana de la pedagogía como una
    teoría-práctica, permite llevar a cabo una
    articulación en el campo de la didáctica de lo
    teórico-social, con las derivaciones para elaborar
    propuestas para el aula. Contreras plantea que los aportes de la
    sociología y la psicología son
    necesarios para el desarrollo didáctico
    contemporáneo, aunque dichos aportes son insuficientes
    para la construcción de una propuesta didáctica.
    Precisamente en esta disciplina se expresa una dialéctica
    muy particular entre explicación-comprensión de un
    fenómeno, por una parte, y las exigencias de determinar
    acciones
    prácticas para la intervención en la realidad
    educativa, por la otra. La reflexión sobre la
    acción es uno de los métodos sugerentes que se
    desprenden de esta perspectiva de indagación.

    Más allá de lo novedoso e interesante de
    esta clasificación de las formas de investigación
    en el campo de la didáctica este sistema de
    clasificación aún es insuficiente para dar cuenta
    de las formas de indagación en este campo, por cuanto
    omite un análisis a posteriori de las formas como se
    ha construido el pensamiento didáctico. De suerte que,
    desde mi perspectiva, una alternativa para entender esta
    problematización es apoyarse en diversas aproximaciones
    históricas para comprender la constitución de esta disciplina, y al mismo
    tiempo
    identificar los principales métodos empleados en la
    elaboración de sus distintas propuestas.

    La enseñanza de la investigación en el
    campo de la didáctica enfrenta el mismo problema, aunque
    más complicado, porque el campo de la educación es
    básicamente un campo multidisciplinario. En este campo el
    objeto de estudio sólo se puede estudiar en el
    entrecruzamiento de diversas disciplinas independientes:
    sociología, psicología, economía, historia,
    antropología, etc. Quizás
    ésta sea una de las singularidades de la
    constitución de este campo de conocimiento. La
    formación en investigación adquiere una complejidad
    mayor, puesto que a la diversidad de modelos de
    investigación que subyace en cada una de estas disciplinas
    —psicología conductual, cognoscitiva;
    sociología funcionalista, marxista, etc.—, se
    añade que todas ellas confluyen en la explicación
    del fenómeno educativo.

    Por ello, en el terreno de la investigación educativa —y de alguna
    manera de la investigación didáctica— se
    pueden emplear diversas propuestas metodológicas que
    provienen de cada una de las tendencias particulares de estas
    disciplinas, como es el caso de la etnografía y/o
    etnología, del método psicogenético y/o
    clínico, de la metodología empirista, experimental,
    funcionalista o marxista, etcétera.

    Esta perspectiva no permite toda la comprensión
    de lo que significa realizar una investigación en el campo
    de la didáctica, puesto que a todo ello habría que
    añadir un adecuado conocimiento de las diversas
    concepciones y metodologías de investigación que
    han sido formuladas en cada una de las escuelas
    didácticas, así como los desarrollos
    específicos que existen en la aplicación de estos
    conocimientos a la enseñanza de disciplinas
    específicas. Sin desconocer este marco complejo, el objeto
    de este estudio es presentar los elementos centrales que pueden
    caracterizar la investigación didáctica desde la
    perspectiva histórica.

    3. Señala dos
    aspectos del proceso histórico de la Didáctica y
    que hayan llamado tu atención.

    1. El campo de la didáctica

    Uno es el desarrollo de las ciencias
    propiciando un proceso de enseñanza significativo,

    pero antes de abordar plenamente el problema de las modalidades
    de investigación didáctica es conveniente
    establecer algunas precisiones sobre esta disciplina. La
    didáctica es una disciplina muy peculiar que
    históricamente se estructura
    para atender los problemas de la enseñanza en el aula;
    incluso una peculiaridad de la misma es que su
    conformación disciplinar es previa a la
    constitución de la pedagogía.

    La didáctica nace en el siglo XVII y forma parte
    del proyecto social
    (la Reforma) que en la
    Ilustración y la Enciclopedia conforman el sentido de
    una educación general, para todos —ricos y pobres,
    hombres y mujeres, — cuya meta es lograr que todos lleguen
    al conocimiento. Así, la didáctica constituye un
    elemento básico en "la utopía que la modernidad le
    asigna a la escuela". El
    conjunto de este movimiento
    cobija la aspiración y lucha de la humanidad por
    conquistar "la libertad para
    usar su razón", en términos de Kant, "la
    más pequeña de todas las libertades", elementos que
    de manera incipiente se encuentran establecidos en el ideario
    político de la Reforma. Desde nuestra perspectiva, esto va
    más allá de un conflicto
    religioso signado por la defensa del libre examen de la Biblia;
    de hecho, la reforma radical busca lograr la emancipación
    social de los campesinos. Comenio retoma la proclama de Lutero:
    que se creen escuelas en todos los pueblos y que a ellas acudan
    todos los niños,
    sin distinción de sexo ni de
    origen. Posteriormente, la Enciclopedia y el Iluminismo
    convierten la conquista de la razón en el centro de su
    planteamiento, y la concreción social de esta
    búsqueda de la libertad cristaliza en el ideario de la
    revolución
    francesa: libertad, igualdad y
    fraternidad. Libertad de pensar se asocia al derecho a tener
    educación.

    Podemos extraer un ejemplo de la microhistoria que
    reconstruye Ginzburg (1981, pp. 42-43) sobre el juicio que hace
    la Inquisición a Menoquio, molinero italiano acusado y
    condenado a la hoguera por "herejía". Este juicio,
    realizado a mediados del siglo XVI, muestra la
    intolerencia hacia un pensamiento diverso al que sostenía
    el catolicismo romano. Menoquio, que dudaba de la virginidad de
    María, afirmaba que hablar latín era un desacato
    para los pobres en los litigios, pues los pobres no entienden y
    están aplastados; a los sacerdotes les decía que
    eran como el demonio, que todos los sacramentos eran
    mercancía, invención de los hombres, instrumentos
    de opresión y explotación por parte del clero;
    afirmaba que se nace bautizado porque Dios ha bendecido todas las
    cosas. Éstos eran, entre otros, los elementos del
    pensamiento herético de este molinero. Ginzburg sostiene
    que de haber nacido el molinero un siglo después no le
    hubiese acontecido nada, pero le correspondió vivir el
    periodo en el que no se toleraba otro pensamiento.

    Para nuestro tema es interesante examinar las diversas
    respuestas a la pregunta de los inquisidores sobre quién o
    quiénes le habían imbuido estas ideas. En la
    primera ocasión el molinero responde: "Estas palabras
    dichas por mí las decía por tentación […]
    ha sido el espíritu maligno el que me ha hecho creer esas
    cosas" (op. cit., p. 65). Una –explicación religiosa y el
    recurso a la razón sustantiva (Weber),
    finalmente. Tiempo después, ante la misma pregunta, el
    molinero contesta: "Señor, nunca he conocido a nadie que
    tuviera estas opiniones; estas opiniones que yo tengo las he
    sacado de mi cerebro" (ibid.,
    p. 57). Estos pasajes ilustran el paso que tuvo que dar la
    humanidad para transitar de la razón sustantiva a la
    razón humana, con el fin de que el ser humano sea
    responsable de lo que piensa; la escuela del Estado moderno y la
    didáctica como disciplina, que estudia la
    enseñanza, deben colaborar para lograrlo.

    Este tema fundamental, presente en la aspiración
    de la escuela de la modernidad y de la didáctica,
    posibilita la operación de la nueva institución
    escolar que pretende nada más "enseñar todo a
    todos". A la luz de esta
    perspectiva, podemos afirmar que nuestra escuela actual no cumple
    con la utopía de la escuela moderna; en varios sentidos,
    ha perdido la preocupación de realizar un aprendizaje
    universal mediante la institución escolar y, a la vez, de
    dotar a cada sujeto con la posibilidad de argumentar sobre su
    razón. En este sentido es necesario que la escuela
    recupere el proyecto de su constitución en la modernidad.
    Un replanteamiento de esta temática obligaría a
    abrir el problema a las múltiples razones e incluso a las
    sinrazones, siempre y cuando esta revuelta de las razones no
    termine con holocaustos, afrentas e ignonimias para el hombre o
    para la humanidad: aprender a convivir (Delors, 1997) será
    el lema de la UNESCO a fin de siglo. En ambas perspectivas
    podemos afirmar que la escuela de hoy no cumple ni con las metas
    del programa de la
    Ilustración ("lograr la asunción
    ilustrada de la razón"), ni con el desarrollo de la
    capacidad de tolerancia y
    discusión a las diversas formas de razón. La
    educación para la paz es, a partir de la resolución
    de los conflictos en
    el ámbito de la discusión y la tolerancia, una
    aspiración del movimiento de la escuela nueva o escuela
    activa, instaurado en este siglo (cfr. Ferriere, 1977; Freinet,
    1963). En este sentido, también urge replantear la
    finalidad del sistema escolar.

    Con este esbozo —referido a las aspiraciones y
    contexto en el que emerge la didáctica en el siglo
    XVII— deseamos señalar que se trata de una
    disciplina cuya complejidad es mucho mayor que la que suele
    reconocérsele.

    La otra parte que llamó mi atención es
    la didáctica como desarrollo de la ciencia. Entonces me
    pregunto: Es la didáctica, ¿sólo una
    disciplina normativa?.

    Para algunos autores la didáctica es una
    disciplina instrumental, de carácter normativo, lo que en
    nuestra opinión responde a una perspectiva reduccionista y
    en algún sentido desconoce las características de
    la constitución histórica de la disciplina.
    Lamentablemente, se apoya en una expresión de la
    didáctica instaurada en la década de los cincuenta,
    y que de alguna forma empieza a ser superada. Esto se observa con
    cierta claridad en una especie de polémica
    implícita entre las elaboraciones didácticas de
    Francisco Larroyo y Santiago Hernández Ruiz.

    Sin duda la didáctica puede tener un aspecto
    normativo, del que adolece la producción de todos los
    autores que la han cultivado. Para la mayoría de autores,
    la didáctica tiene la pretensión de establecer las
    normas para un
    funcionamiento adecuado de las propuestas metodológicas en
    el aula. En los hechos, esta visión del trabajo
    didáctico elimina cualquier posibilidad de creatividad
    docente, mientras que desde otra visión, Freinet por
    ejemplo, se trata de generar principios de los cuales cada
    docente necesitará construir una propuesta de trabajo
    acorde con las situaciones de un grupo
    escolar.

    Podemos afirmar que el establecimiento de una
    perspectiva normativa en la didáctica procede
    fundamentalmente de dos tradiciones: la durkhemiana, de
    principios de siglo, y la instrumentalista, como visión
    dominante de la misma, particularmente en el movimiento de los
    años cincuenta.

    1) En la conceptuación de Durkheim sobre
    el campo de la educación, se establece una
    distinción entre tres ámbitos de la
    educación: la educación como una acción en
    el escenario escolar, social y familiar; la pedagogía como
    una teoría-práctica, cuya meta es generar
    reflexiones para orientar la acción, y la ciencia de la
    educación como la aplicación de las reglas
    científicas en la formulación de teorías
    universales sobre la educación. La pedagogía no es
    "ciencia", sino que su carácter reflexivo la compromete
    con el establecimiento de orientaciones prácticas para la
    actividad educativa. Reconocemos que Durkheim se refiere a la
    pedagogía y no a la didáctica; sin embargo, el
    mismo carácter de esta disciplina como parte de la
    pedagogía originó que se considerase en su
    dimensión de teoría-práctica, tema que
    ciertamente es analizado por el autor cuando desarrolló su
    curso sobre enseñanza de la ciencia. En este punto se
    finca el carácter normativo de la didáctica, aun a
    costa de establecer su articulación con la
    teoría.

    2) El paradigma
    alemán sobre la disciplina pedagógica, la escuela,
    suele clasificar a la didáctica como una ciencia aplicada
    de la pedagogía. Así se procede de una
    clasificación general entre las disciplinas llamadas
    teóricas —tal es el caso de teoría
    pedagógica, filosofía de la educación,
    historia de la
    educación, entre otras— y las llamadas
    aplicadas, como pueden ser la didáctica, la orientación
    vocacional y la psicotécnica.

    En esta visión se han construido múltiples
    textos de didáctica, cuya tarea es prescribir las formas
    como puede operar un docente; pese a que desde hace más de
    30 años esta perspectiva ha sido suficientemente analizada
    y criticada, reconocemos que todavía se encuentra
    presente. La didáctica instrumental- normativa se centra
    en preguntas como las siguientes: ¿cómo se
    enseña?, ¿cuáles son los mejores o
    más eficaces métodos educativos?,
    ¿cómo resolver el problema de la falta de motivación
    o de disciplina en los estudiantes? A tales preguntas se busca
    respuesta a partir de diversas recomendaciones prácticas,
    inspiradas en la experiencia o reflexión de un autor, pero
    que difícilmente pueden ser aplicadas en una
    situación concreta.

    Ya Freinet había efectuado varias formulaciones
    sobre la efectividad de esta perspectiva, cuando
    expresa:

    Leí a Montaigne y a Rousseau, y
    más tarde a Pestalozzi, con quien sentía un
    sorprendente parentesco […] participé en el Congreso de
    la Liga Internacional para la nueva educación (1923), en
    el cual se reunieron los grandes maestros de la época,
    Ferrière, Bovet, Claparède […] Pero cuando
    volví a encontrarme solo en mi clase me sentí
    desesperado: ninguna de las teorías leídas y
    estudia –das podrían trasladarse a mi escuela (Freinet,
    1963, pp. 12 y 13).

    Por ello, el autor invita a los estudiosos de la
    didáctica a no proponer "métodos", pues
    obligarían a los maestros a aplicarlos, sino a efectuar la
    enunciacion de los principios fundamentales, y presentar los
    resultados de un trabajo en el aula como ejemplo para que los
    docentes estén en condiciones de crear su propia
    propuesta.

    Precisamente para facilitar la marcha, en nuestra
    pedagogía hablamos de técnicas Freinet y no de
    Método Freinet. El método es un conjunto hecho que
    hay que tomar; no tenemos esta pretensión, ofrecemos a los
    educadores técnicas y les decimos he aquí lo que
    hacemos, lo que obtenemos, lo que todavía no se logra.
    Quizá ustedes lo harán mejor y en eso nos
    dará mucho gusto aprovechar sus experiencias (ibid., p.
    33).

    4.
    ¿Cuáles han sido los factores que han promovido los
    cambios de la Didáctica en el proceso enseñanza
    aprendizaje?

    Los métodos y las técnicas ya que conducen
    al desarrollo de las capacidades del pensamiento y nos permite
    Aprender a Aprender.

    La técnica de enseñanza es importante,
    pero articulada con su necesario plano conceptual; una
    visión antinormativa de la didáctica requiere de la
    formación y creatividad docentes; contrariamente, las
    propuestas instrumentales han mostrado que son a todas luces
    insuficientes para mejorar el funcionamiento del sistema
    educativo. De hecho se lamenta actualmente que la nueva
    generación de docentes se limite a aplicar los formulismos
    que vienen establecidos en los libros de texto o en los
    programas escolares, lo que ha causado que los docentes pierdan
    el significado del papel del
    método en la didáctica.

    Además de considerar la dimensión
    conceptual de la didáctica como elemento que evita que se
    pierda en una perspectiva instrumentalista, es indispensable
    concebirla desde una dimensión histórico-política, puesto que
    mediante la didáctica se dan respuestas a los problemas
    que la educación enfrenta en un momento social
    determinado. Durkheim había expresado a principios de
    siglo que, en la época medieval, la educación no
    podía dar paso al libre examen de las ideas como acontece
    ya en nuestro siglo, porque el sistema social no lo
    permitía. Por su parte, Dilthey expresa:

    El ideal de la educación varía
    históricamente. En efecto, los tiempos y pueblos viven en
    la alegre conciencia del
    valor absoluto
    de sus ideales. El siglo XVIII creía haber encontrado en
    la formación de los individuos el ideal que debía
    realizar el progreso de la humanidad. A fines del siglo XIX nos
    reímos de esto, pero el nuevo ideal de vida que se anuncia
    tendrá su día en la historia y también
    desaparecerá. Así, no puede tener pretensión
    de validez general ninguna tentativa de definir el fin moral de la
    humanidad y derivar de él el fin de la educación.
    La ciencia pedagógica debe aprender modestia de la escuela
    histórica. (Dilthey, 1949, p. 154).

    A finales del siglo XX, en la didáctica se
    analiza el problema de la calidad de la educación, de la
    formación para una sociedad del conocimiento y de la
    competencia, del
    impacto de las tecnologías de la información en el
    plano de la educación. Estos temas signan socialmente
    nuestra problemática didáctica. Más
    allá de ellos, muestran el carácter
    histórico-social de esta disciplina. –De esta manera,
    consideramos como dos grandes omisiones de las concepciones
    didácticas actuales la carencia de una perspectiva que
    articule la teoría y la técnica en la
    didáctica, como elemento que la aleje del
    instrumentalismo, y la falta de una concepción
    histórico- política, aspecto que permitiría
    ubicarla en el seno de los grandes propósitos sociales
    para la educación. Ambos aspectos permiten superar la
    concepción normativa que algunos autores le adjudican a
    esta disciplina.

    5. Haz una
    comparación entre la didáctica tradicional y la de
    hoy. Explique por qué se afirma
    que la
    didáctica actual promueve un aprendizaje auténtico
    y significativo.

    Una revisión histórica de los tres siglos
    de producción didáctica nos ofrece la oportunidad
    excepcional de realizar, como una epistemología a
    posteriori, la reconstrucción de los principales modelos
    de investigación que se han empleado en este campo de
    conocimiento. Estos modelos se pueden organizar en dos grandes
    capítulos: estudios para constuir una teoría
    didáctica y derivar técnicas de trabajo en el aula,
    y estudios sobre el aula, para construir una teoría de
    procesos de enseñanza o de aprendizaje, o bien aportar
    elementos para una comprensión sobre el funcionamiento de
    los procesos del aula.

    Es innegable que, con la evolución en la década de los
    sesenta de la llamada "nueva sociología de la
    educación", la mirada directa sobre el aula generó
    la posibilidad de estudiar problemas de la enseñanza desde
    una perspectiva microsocial, también es cierto que los
    grandes temas didácticos han sido en general omitidos en
    su abordaje. De esta manera se han privilegiado ciertas
    temáticas propias de las relaciones sociales:
    relación maestro-alumno, la ideología en el trabajo
    pedagógico, y en ocasiones algunas
    psicopedagógicas, la construcción del conocimiento
    matemático, entre otras, y se ha omitido un abordaje de
    temas fundamentales en la historia de la
    didáctica.

    La didáctica tradicional y la de hoy tienen como
    objeto la instrucción o formación intelectual
    basada en métodos y técnicas.

    Se ha aportado una discontinuidad y ruptura respecto a
    las formas anteriores que existían para abordar los
    problemas del aula, y simultáneamente se ha generado
    exclusión en los temas objeto de desarrollo en el campo
    didáctico. Por nuestra parte, la perspectiva que
    presentamos nos permite ubicar el valor y complementariedad de
    ambos modelos de investigación, pues buscamos
    señalar el papel que juegan en la producción de
    conocimiento referido a la enseñanza, su sentido y sus
    logros en una necesaria explicación y teorización
    sobre los problemas de la didáctica, así como el
    punto límite de ambos enfoques. Esta perspectiva de alguna
    forma se inspira en lo que genéricamente se ha denominado
    la teoría del péndulo en la didáctica,
    magistralmente iniciada por Snyders, y posteriormente retomada
    por infinidad de autores, aunque explícitamente se le
    puede encontrar en Not y Saviani.

    Se afirma que la didáctica actual promueve un
    aprendizaje auténtico y significativo porque arranca o
    parte de los conocimientos previos de los alumnos.

    Deseamos resaltar cada uno de los modelos que
    expondremos, en los que se identifica con claridad una forma de
    investigación didáctica, y subyacen perspectivas y
    alternativas metodológicas y técnicas de singular
    importancia. Hemos agrupado formas de trabajo que
    históricamente se conformaron con distinto signo; tal
    agrupación permite comprender un orden y sentido en
    nuestra exposición, pero de ninguna forma significa
    –desconocer la riqueza que subyace en las diversas modalidades
    de indagación. A la vez, constituye un elemento orientador
    de la investigación didáctica, en la que se
    proponen diversas estrategias para la indagación
    disciplinaria a los académicos e investigadores que
    asumimos este interés,
    tal como los docentes en cuanto actores fundamentales de las
    actividades en el aula.

    Nosotros no estudiamos la figura docente-investigador;
    por el contrario, tratamos de clarificar las diferencias
    metodológicas que pueden tener ambos constructores
    (docentes e investigadores) en la asunción de estrategias
    metodológicas diferentes para la conformación del
    pensamiento didáctico.

    Hacia una teoría de la didáctica y sus
    derivaciones técnicas para el aula

    Esta es la primera modalidad de investigación que
    se encuentra en el campo, y en ella se han construido las grandes
    formulaciones del pensamiento didáctico desde las
    teorizaciones en el campo, como las de Comenio, Pestalozzi,
    Montessori y Freinet, entre otros. Nuestra tarea es deconstruir,
    desde la producción textual que han elaborado estos
    autores, los implícitos teóricos y
    metodológicos que han orientado su obra, recoger su
    metodología en uso para presentarla en forma reconstruida,
    con la idea de que quienes pretendan investigar el campo de la
    didáctica observen los diversos énfasis, presupuestos,
    formas metodológicas de trabajo. No se trata de buscar la
    identidad de una disciplina, sino sencillamente de reconstruir el
    camino que ha seguido para efectuar sus diversas formulaciones.
    Una revisión de los textos de estos autores —y de
    los que genéricamente se consideran clásicos en el
    ámbito didáctico—, nos permite considerar
    cómo estas formas metodológicas se expresan en tres
    tipos de indagación: a) la construcción de una
    teoría didáctica, b) desarrollos conceptuales
    independientes de la práctica, y c) elaboración de
    conceptuaciones breves con predominio de la práctica. A
    continuación enunciaremos las características
    particulares de cada una de ellas.

    a) La construcción de una teoría
    didáctica ocupa un lugar central en la conformación
    de esta disciplina; su génesis se encuentra en el mismo
    proceso que desembocó en la constitución de una
    teoría educativa. Estos desarrollos se caracterizan por la
    armonía y enlace que existe entre la formulación
    conceptual y las técnicas que se derivan de la
    misma.

    A más de tres siglos de la elaboración de
    Didáctica magna (1657), este libro conserva un valor
    fundamental para nuestra época. Innumerables
    planteamientos comenianos tienen vigencia en nuestros
    días: la necesidad de un orden gradual de los contenidos,
    la búsqueda de condiciones óptimas para el
    aprendizaje, el papel del método en la enseñanza.
    Comenio no sólo construye —y con gran
    intuición— una teoría didáctica, sino
    que presenta los núcleos problemáticos que
    caracterizan el debate didáctico, que se encuentra
    buscando respuestas a temas establecidos en el siglo XVII,
    aún en nuestros días. Así, las nuevas
    aportaciones sobre la estructuración del contenido, o
    sobre la adecuación de éste al proceso cognitivo
    del alumno, aportan elementos novedosos a problemas abiertos con
    toda claridad en dicho libro, referidos a la interrogación
    que efectúa sobre el orden del contenido. Se trata de
    hacer una metalectura de la propuesta de Comenio que permita
    identificar los interrogantes centrales, a los cuales la
    didáctica busca dar respuesta. Esto constituye un tema
    pendiente en el caso de la investigación sobre el autor y
    sobre este campo de conocimiento.

    Comenio inaugura una forma de indagación en el
    campo de la didáctica, según la cual la
    realización de esta tarea reclama una sólida
    formación conceptual como apoyo teorético
    insustituible, a la vez que busca atención y
    experimentación en el aula. En expresión de
    Dilthey:

    así se desarrolló la didáctica como
    un sistema natural de las conexiones teleológicas de la
    sociedad […] dirigido por el ideal de las ciencias de la
    naturaleza […] El progreso desde una didáctica
    científica a una pedagogía científica se
    realizó en el siglo XVIII, de Comenio a Herbart (Dilthey,
    1949, p. 154).

    En particular, la formación filosófica es
    una característica fundamental de esta perspectiva, en lo
    que destaca Federico Herbart, filósofo kantiano de origen
    alemán que desarrolló, como tesis
    doctoral, la primera constitución disciplinar de la
    pedagogía: Pedagogía general derivada del fin de la
    educación (1806) (Herbart, 1983). Uno de los libros que lo
    conforman se encuentra referido a la instrucción. Para
    Herbart, la teoría ocupa un lugar central tanto en la
    posibilidad de constituir el campo de la educación y de la
    teoría didáctica, como en la de desarrollar una
    experiencia educativa. Sin teoría no se puede abordar
    ninguna de estas cuestiones. En experiencia del autor:

    Un maestro de escuela de noventa años tiene la
    experiencia de su rutina de noventa años, posee el
    sentimiento de sus largas fatigas, pero tiene la crítica
    de su método y de sus actos. […] He exigido al educador
    ciencia y reflexión. No me importa que la ciencia sea para
    los demás como unos lentes, para mí es como unos
    ojos" (Herbart, 1983, pp. 5 y 9).

    De igual manera, afirma que la construcción de la
    pedagogía sólo es posible en cuanto ésta se
    apoye en la filosofía, de ahí la necesidad de una
    sólida formación como garantía para la
    construcción de la disciplina educativa. En este punto,
    para Herbart sería deseable que algún día la
    pedagogía construyera sus propios conceptos con independencia
    de la filosofía, mientras que Dewey considera que la
    filosofía cubre una función de vigilancia sobre los
    conceptos que construye la teoría de la educación,
    aunque esta construcción debe tender a efectuar sus
    conceptos en forma independiente.

    Para Herbart, sólo el hombre es educable, por lo
    cual los dos pilares que conforman la disciplina educativa son la
    ética,
    para atender a la discusión sobre los fines de la
    educación, y la psicología, para proponer los
    medios de
    lograr tales fines.

    Con este conjunto de elaboraciones y puntos de partida,
    Herbart realiza sus desarrollos para una teoría de la
    instrucción. La instrucción sólo es posible,
    según el autor, en cuanto existe una carencia y
    simultáneamente una potenciación que tenga como
    soporte una socialización y una experiencia. Ambas son
    condiciones necesarias, pero no suficientes, para que el sujeto
    sea "educable". Sin ellas, la instrucción enfrenta un muro
    infranqueable, a partir de ellas la instrucción puede
    llevar al hombre al plano de la razón, la eticidad y el
    goce de lo estético, elementos constitutivos, estos tres,
    de la formación humana "De qué
    sirve—expresará Herbart— que el alumno sepa
    aritmética si pierde la posibilidad del placer
    estético". Lo humano implica la constitución de
    estos tres elementos.

    Más allá del planteamiento doctrinario de
    Herbart, del cual hemos expuesto sólo una perspectiva
    apretada y sintética, el autor ofrece una forma de
    construir conocimientos en el campo de la educación y de
    la didáctica, que guarda estrecha relación con la
    teoría (en este caso, la filosofía) y su fin es
    construir teóricamente la disciplina educativa.

    Dos elementos signan esta manera de indagar en la
    didáctica: rigor conceptual, que proviene de una
    sólida formación, y experiencia educativa. Herbart
    y Dewey no sólo formulan una didáctica que oriente
    la práctica de los demás docentes, sino que la
    didáctica construida es también resultado de su
    mismo trabajo educativo. Finalmente, el aula es el lugar donde se
    articulan los conceptos teóricos estructurados. Este
    modelo tiene clara vigencia en nuestros días, aunque en
    este momento de conformación multi e interdisciplinaria de
    la educación, la sólida formación conceptual
    se observa más en alguna disciplina de las ciencias
    sociales, con su concreción en la práctica. Se
    puede pensar que la obra de ciertos autores se ubica en esta
    tradición. La articulación entre elementos
    teóricos y su concreción en estrategias
    técnicas de enseñanza es un elemento constitutivo
    de este modelo.

    El interés de desarrollar propuestas que atiendan
    a un problema general hace que algunos de los criterios
    desconfíen de ella, e incluso la lleguen a considerar como
    una producción normativa.

    b) Desarrollos conceptuales independientes de la
    práctica. Ubicamos en este modelo diversas indagaciones
    profundamente conceptuales, efectuadas atendiendo a un tema
    problemático de la educación. Una segunda
    característica de esta forma de indagar es que estas
    elaboraciones no son experimentadas en el aula por quienes las
    formulan, aunque en la historia de la didáctica se observa
    que se llevan al aula en desarrollos posteriores. Este tipo de
    indagaciones se inicia con Rousseau, cuyos postulados
    serán retomados más de un siglo después por
    el movimiento de escuela activa. Este autor, apoyado en una
    sólida formación en el campo de la
    filosofía, desarrolla varios postulados que buscan
    promover la educación armónica con la naturaleza,
    con profundo respeto a la
    libertad y a los procesos de desarrollo del niño como
    sujeto de la educación. El planteamiento rousseauniano
    supera la desconfianza establecida hacia el sujeto de la
    educación; a éste, lejos de ser objeto de una
    vigilancia permanente, se le conceden condiciones que le permitan
    desarrollarse libremente gracias al contacto con la
    naturaleza.

    Según Snyders (1973), la obra de Rousseau refleja
    multiplicidad de síntesis
    entre el pensamiento tradicional y las nuevas ideas que
    ostenta.

    Rousseau construye un nuevo concepto de educación
    que impactará el escenario educativo en forma
    tímida mediante la intuición de Pestalozzi, y que
    definitivamente creará un nuevo modelo didáctico en
    la conformación de la escuela nueva o activa, hasta los
    siglos XIX y XX. Quizá más que ningún otro
    autor, Rousseau es el ejemplo del valor que posee el
    ámbito conceptual para la didáctica.

    Sin lugar a dudas, esta perspectiva de
    investigación en el campo de la didáctica
    también es vigente en la actualidad, tal es el caso de
    ciertas vetas de la nueva sociología de la
    educación y las aproximaciones que derivan de la
    aplicación de la teoría crítica a la
    educación, como el movimiento de la pedagogía
    crítica, o bien, los desarrollos conceptuales que se
    derivan del pensamiento posmoderno desde todas estas posiciones,
    sin olvidar que en este momento se formulan algunas teorizaciones
    en el campo de la enseñanza. Además, se conservan
    las características centrales de este modelo de
    indagación, esto es, la articulación en el
    desarrollo de una conceptuación teórica que no se
    encuentra ligada a una experiencia de aula.

    c) Elaboración de conceptuaciones breves con
    predominio de la práctica. Se trata de la modalidad de
    indagación que podemos considerar más cercana a la
    posibilidad real del docente; ésta consiste
    básicamente en desarrollar una sencilla
    conceptuación sobre educación, y posterior- mente
    construir técnicas para trabajar en el aula. En ocasiones,
    esa sencilla conceptuación es sólo una idea rectora
    (restituir el circuito de la vida cotidiana en el aula
    —Freinet—, enseñar a leer y escribir con
    elementos concientizados que eliminen el aburrimiento
    —Freire—). El aula se convierte en espacio
    experimental de una idea donde se busca generar diversas
    estrategias que posibilitan simultáneamente el desarrollo
    de la enseñanza. Posteriormente, conforme los resultados
    de tales estrategias se muestran exitosos, se procede a describir
    lo que se está ejecutando para, en su caso, hacer un
    desarrollo conceptual del mismo. La teoría, en este caso,
    juega un papel secundario y fue reemplazada por una gran
    sensibilidad del educador a los problemas que enfrenta la
    enseñanza, junto con la percepción
    de los claros límites
    que tiene la aplicación de sistemas
    rutinarios.

    No se pueden desconocer las diferencias existentes entre
    los principales autores que se identifican en esta tendencia:
    Pestalozzi, Freinet y Freire, donde sobresalen la
    orientación general, idea central que orienta su
    perspectiva, y la consistencia que tiene este punto de partida;
    es necesario reconocer la gran vitalidad con la que, a partir de
    una orientación general, estos autores procedieron a dar
    cuerpo a una perspectiva de la didáctica. Sus formas de
    investigación, de aparente simplicidad, son fundamentales
    porque constituyen un claro ejemplo de las perspectivas de
    investigación que tienen los docentes para hacer
    desarrollos y aportaciones a la didáctica. Esta
    situación conforma una perspectiva específica de
    investigación en el campo de la didáctica y de la
    docencia, la cual cualitativamente es muy superior a los
    desarrollos contemporáneos que se han efectuado bajo la
    perspectiva de docente-investigador, muchas veces
    limitándolos a un modelo
    investigación-acción.

    Se han agrupado una serie de estudios de
    investigación que han enriquecido notoriamente el
    desarrollo de la didáctica: se trata del empleo de
    enfoques de investigación que se han conformado en este
    siglo y algunos en un periodo muy reciente como efecto del
    desarrollo que han tenido las ciencias sociales. En general
    tienen como referencia la epistemología genética,
    los llamados estudios de casos o estudios basados en el
    método clínico, así como los movimientos
    científicos que reivindican el papel del
    sujeto.

    Sólo una veta de las que clasificamos en esta
    sección ha acompañado en todo el siglo el
    desarrollo de la didáctica: es la psicología, cuyos
    desarrollos científicos contribuyeron notoriamente a la
    solidez conceptual del planteamiento didáctico. Dicha
    contribución apuntaló una explicación
    científica donde la didáctica tenía una
    extraordinaria intuición, como por ejemplo: sólo
    enseñar una cosa a la vez, sólo pasar a otro tema
    cuando el anterior ha sido comprendido, o sólo
    enseñar lo que puede ser comprendido en determinada edad.
    Sin embargo, también reconocemos que el impacto de esta
    disciplina tuvo un cierto efecto negativo en cuanto
    contribuyó a la psicologización de la
    didáctica, llegando a desplazar el sistema de
    interrogantes didácticos por teorías del
    aprendizaje, de la
    motivación y de la instrucción. Sin embargo,
    los desarrollos de fin de siglo abren, en el espectro
    psicológico, la mirada del sujeto visto como caso, como
    elemento singular que reclama ser explicado.

    La investigación de la enseñanza desde
    diversas perspectivas psicológicas. Como externamos
    previamente, la relación
    psicología-didáctica se ubica en este siglo, de
    suerte que desde las primeras formulaciones "científicas"
    sobre el aprendizaje se empezaron a efectuar diversas
    aplicaciones al campo de la enseñanza: los primeros
    desarrollos del conductismo,
    así como los principios de ensayo y
    error, la llamada ley del efecto, o
    bien las conceptuaciones de la segunda generación a partir
    de las máquinas
    de enseñanza y los principios de la enseñanza
    programada. Sin embargo, en mi opinión son los estudios
    que se pueden efectuar desde las diversas teorías
    cognitivas, tales como epistemología genética,
    cognoscitivismo o las diversas vertientes de lo que
    genéricamente se denomina constructivismo,
    los que han contribuido a desarrollar una riqueza muy particular
    del campo de la enseñanza.

    Podríamos afirmar que en la relación
    didáctica-psicología han existido dos momentos: en
    el primero los desarrollos específicamente
    psicológicos se aplican al campo de la didáctica
    —un caso muy claro de ello puede ser Una didáctica
    fundada en la psicología de Jean Piaget
    (Aebli, 1958)—, mientras que el segundo momento corresponde
    a la investigación, en el campo de la enseñanza, de
    un proceso cognitivo específico empleando el bagaje
    conceptual de las teorías psicológicas —por
    ejemplo, Los contenidos en la reform. De esta manera, se ha ido
    generando una nueva forma de indagar los temas de la
    enseñanza, misma que consiste en efectuar adaptaciones de
    los procedimientos clínicos de la psicología
    genética a tareas cercanas a la enseñanza, e
    incluso a situaciones específicas de trabajo con
    estudiantes. Tal incorporación de procedimientos no
    sólo ha enriquecido las estrategias de indagación,
    sino que ha contribuido a efectuar desarrollos inéditos en
    el ámbito de la educación.

    Las aportaciones de estas teorías han influido
    tanto en el ámbito de la didáctica general como en
    la específica. En el primer supuesto se pueden identificar
    ciertos principios que operan como punto de partida de diversas
    proposiciones, tal es el caso de postular que el aprendizaje es
    una construcción personal y no una copia o
    retención memorística; la construcción de la
    información es el resultado de mecanismos sucesivos de
    aproximación a un objeto de conocimiento; el pensamiento
    tiene diversas etapas de desarrollo, se inicia con operaciones
    concretas y paulatinamente posibilita el desarrollo de funciones
    simbólicas; la enseñanza debe apoyarse y respetar
    tales procesos.

    De acuerdo con cada perspectiva se han formulado
    diversos principios que operan en el ámbito de la
    enseñanza, los cuales guardan un valor singular de
    orientación para el trabajo docente, tales son, por
    ejemplo, la noción de que el docente cubre un papel de
    andamiaje (Brunner) en la tarea de enseñanza; el concepto
    de organizador avanzado (Ausubel) como un
    elemento básico en el ordenamiento interno de las estructuras
    conceptuales; el papel de la problematización y de la
    actividad interior (Aebli) como punto de partida en las tareas de
    aprender; las actividades de aprendizaje, de introducción y desarrollo, frente a las de
    generalización y aplicación (Taba) como
    adecuación de los principios de asimilación y
    acomodación de la teoría piagetiana.

    En segundo término, reconocemos que, como
    resultado de la aplicación de las teorías y
    metodologías cognitivas al ámbito de la
    enseñanza, se ha dado una modificación cualitativa
    de los procedimientos para abordar las llamadas didácticas
    específicas, esto es, las referidas a la enseñanza
    de las matemáticas, las ciencias
    naturales y el lenguaje.
    El empleo de sus diversas perspectivas en el estudio de los
    procesos de construcción del conocimiento de cada una de
    estas disciplinas ha permitido nuevos desarrollos en el
    ámbito de la explicación de estrategias de
    enseñanza.

    Si bien la psicología genética
    inicialmente se empleó en temáticas cercanas al
    estudio de la construcción del conocimiento en la
    educación básica, posteriormente estas indagaciones
    han ampliado su objeto de estudio al aprendizaje de temas que se
    requieren construir en la educación media y
    superior.

    Quizá lo que en un planteamiento general se pueda
    resaltar es que cada estudio sobre la construcción
    particular de un concepto inicialmente apoya la
    conformación de una didáctica específica y
    que paulatinamente se van estructurando conceptuaciones que
    permiten conformar una categoría generalizable en el
    ámbito de una teoría didáctica.

    Los modelos de investigación participativa e
    investigación-acción surgen en este siglo; su
    emergencia se encuentra vinculada con experiencias gestadas con
    relación a la psicosociología de los grupos, en
    particular con el objeto de estudiar aquellos temas que tienen
    gran importancia para los sectores sociales marginales de
    América
    Latina, así como de involucrar a la comunidad en la
    resolución de sus propios problemas. Su aplicación
    al ámbito de la educación fue posterior; en varios
    casos se asumió que los docentes podrían participar
    en la investigación con el fin de resolver también
    los problemas de enseñanza. Paulatinamente se fue
    estableciendo la fórmula –docente-investigador de su
    propia práctica, sin analizar los problemas
    teóricos y metodológicos que se establecen en esta
    nueva formulación.

    Entre las principales propuestas de la
    investigación participativa se pueden enunciar: a) el
    reconocimiento de que el propósito de la
    investigación es el conocimiento, así como la
    mejora de la calidad de
    vida; b) la necesidad de que los temas objeto de estudio sean
    ele-gidos en función de las necesidades sociales y no de
    los intereses de los académicos o funcionarios, y c) la
    aceptación de que el conocimiento social está
    influido por juicios, valores e intereses personales de los
    investigadores, quienes además deben cumplir con un
    mínimo de objetividad.

    Una variante dentro de esta misma perspectiva es el
    enfoque investigación-acción, construido desde el
    concepto lewiniano action research; esta perspectiva se
    identifica en sus argumentaciones con el modelo
    investigación participativa. Según Stenhouse,
    constituye una posibilidad para que en el campo del currículo los docentes realicen
    indagaciones que permitan confirmar o refutar algunos
    presupuestos que asumieron los diseñadores de un
    currículo —entendido éste en forma extensa,
    esto es, como la selección de contenidos que deben ser
    abordados en un curso escolar, así como las experiencias
    de aprendizaje que de él surgen—. Desde esta
    perspectiva, se puede considerar que los docentes se constituyen
    en un eslabón para analizar la efectividad de los
    presupuestos que constituyen un plan de estudios.
    Para Stenhouse, la tarea de esta figura es "comprobar", mediante
    un modelo de investigación-acción, hasta
    dónde determinados postulados que asume una propuesta
    curricular realmente se cumplen en la operación
    curricular. De tal suerte que sean los docentes quienes
    proporcionen información a aquellos que tienen la responsabilidad de elaborar las propuestas
    curriculares. Por ello Stenhouse establece que el docente no
    formula las preguntas de investigación, sino que
    éstas surgen entre una tensión de lo que el plan de
    estudios propone que debe ser enseñado y lo que el docente
    percibe que no funciona en el contexto de su situación
    escolar.

    Más ambiciosa resulta la perspectiva que asumen
    Carr y Kemmis (1988), quienes conciben a la
    investigación-acción "como la adopción
    de un concepto de verdad y acción socialmente construidas,
    englobadas en la historia". Los autores consideran que este
    modelo permite trabajar con las "teorías
    implícitas" de los docentes, para convertirlos en
    "investigadores activos que
    llegan a desarrollar sus propias teorías educacionales
    sobre la base de un conocimiento personal, en el supuesto de que
    únicamente los prácticos pueden investigar su
    praxis". En esta perspectiva, "el carácter de la
    investigación-acción es lograr una acción
    emancipadora, para poner a prueba las prácticas educativas
    y mejorarlas".

    De alguna forma, este modelo responde a una
    aspiración de los docentes, profesionistas golpeados en su
    misma representación y autopercepción personal,
    institucional y social que en determinada etapa consideran que es
    factible investigar su propia práctica, o bien que pueden
    constituirse como docentes-investigadores. En tal figura
    mítica se busca resarcir una imagen que socialmente se ha
    deteriorado. Pocas consideraciones existen sobre la necesidad de
    reivindicar la función docente en sí misma,
    así como los elementos profesionales que la definen:
    vinculación con el saber (de ahí una
    dimensión intelectual), vinculación con lo humano
    (de ahí una profunda cosmovisión
    humanística, ética, estética), vinculación con la
    formación (que permite estructurar un reto social y
    personal con características únicas en el
    ámbito profesional).

    Ciertamente que la investigación participativa o
    la investigación-acción tiene muchos problemas para
    llevarse a la práctica. Unos derivan de un problema
    teórico y epistemológico en donde se desconocen
    premisas básicas que son indispensables para realizar una
    tarea rigurosa, en particular el desprecio a la teoría
    como elemento fundamental que permita tanto construir
    interrogantes originales, como construir interpretaciones
    sólidas de la realidad indagada; otros proceden de la
    dificultad de constituirse en responsable de la acción
    educativa —la tarea docente se encuentra permanentemente
    presionada con la intervención— y al mismo tiempo
    ser objeto de estudio. En estos modelos suelen desconocerse las
    múltiples relaciones que subyacen entre el sujeto de
    indagación y el objeto de estudio.

    Por otro lado, surge un problema práctico
    derivado de la dificultad que tiene un docente para asumir su
    responsabilidad frente a la enseñanza y formación,
    conjuntamente con las tareas de investigación: observar,
    registrar, recabar datos, etc.
    Pareciera desconocerse que en el momento de la
    intervención todos los sentidos del docente se encuentran
    apoyando las diversas actividades que surgen en el curso escolar,
    así como las múltiples reacciones
    —cognitivas, estrategias de aproximación al
    conocimiento, de resolución de problemas, de
    búsqueda de la información, actitudinales, tales
    como aceptación o rechazo del tema, relaciones
    interpersonales que acontecen en el grupo escolar—, y
    no conformes con estimular mejores medios para que el docente
    busque desempeñarse eficientemente en relación con
    las mismas, se establece la consigna de que debe investigar. Por
    demás resulta elocuente el testimonio de una profesora
    quien plantea que cuando intentó hacer
    investigación etnográfica percibió que,
    frente a un grupo de 50 estudiantes, tenía que dedicarse
    completamente a lo que acontecía en el aula y no
    podía efectuar "registros de sus
    observaciones"; de igual forma relata que cuando consideró
    emplear el diario de campo, percibía en la noche una
    con-fusión de
    sucesos entre lo acontecido con cada uno de los ocho grupos que
    atendía en el día; que sólo podía
    recordar el nombre de algunos de sus alumnos; que finalmente en
    la noche se encontraba cansada y en la disyuntiva de preparar y
    calificar los trabajos de sus estudiantes, o buscar rehacer un
    diario de campo.

    Podemos afirmar que frente a una muy generalizada
    aceptación del discurso docente-investigador de su propia
    práctica, existe una significativa precariedad de los
    resultados que puedan ofrecerse desde este modelo de
    indagación.

    La investigación acción y la
    investigación participativa pueden ser, en el caso del
    contexto de América
    Latina, un excelente medio de formación de docentes
    —tanto en un campo temático como en el ámbito
    de la investigación—, si los procesos de
    investigación surgen y se acompañan de
    investigadores establecidos que colaboren tanto en la
    construcción del problema y formulación de las
    preguntas, como en el diseño
    de instrumentos y análisis de resultados.

    Diversas disciplinas —lingüística,
    antropología y psicoanálisis, entre otras— han
    reconocido la importancia de la palabra en la constitución
    de lo humano y en la conformación del pensamiento. Por
    estas razones, esta metodología de estudio se basa en
    crear condiciones para que la palabra del actor de la
    educación: docente, estudiante o directivo, sea producida
    en el marco de una serie de contextos en los que se formulan
    frases cargadas de sentido, para lo cual se construye un
    guión de entrevista en
    función de diversas interrogantes conceptuales. Son las
    respuestas producidas en este contexto las que son objeto de
    interpretación en una nueva construcción de
    sentido: el reporte de investigación.

    Si bien esta forma de indagación es poco
    generalizada, permite acceder a un tema que en la actualidad es
    fundamental en el desarrollo de la didáctica, y que en el
    mundo anglosajón se concibe como los modelos de pensar de
    los profesores.

    Consideraciones finales

    El aprendizaje auténtico en el terreno de la
    didáctica se encuentra inmersa en lo que acontece en el
    conjunto de las ciencias del hombre, es decir, es objeto de una
    muy importante diversificación. Si bien se puede mostrar
    cómo a principios de la didáctica ésta fue
    generando métodos propios que acompañaron su propio
    desarrollo conceptual, hoy vivimos en una diáspora de las
    metodologías de indagación.

    Este enriquecimiento, necesario y fructífero en
    el ámbito de la didáctica, seguramente la
    llevará por derroteros insospechados. No dudamos de que
    estas conceptuaciones han enriquecido significativamente los
    desarrollos de esta disciplina. Si a principios de los setenta se
    postulaba que la didáctica había muerto frente a
    los imponentes desarrollos de otros campos de las ciencias
    sociales, hoy podemos afirmar que, gracias a ellos, la
    didáctica ha establecido nuevos derroteros que la han
    vivificado nuevamente.

    Los modelos de investigación didáctica se
    encuentran signados históricamente; una revisión de
    los procesos elaborados desde el siglo XVII hasta nuestros
    días nos permite observar las características que
    asumieron en sus formulaciones iniciales, las formas como se
    fueron adecuando a diversos momentos históricos y la
    diversificación de desarrollos de nuestro
    siglo.

    En la didáctica, como en cualquier ámbito
    de las disciplinas contemporáneas, la investigación
    que se realiza responde a un "interés" cognitivo
    específico, con el cual se requiere una consistencia
    fundamental, pero que repercute en un enriquecimiento de los
    debates que actualmente se realizan en este campo de
    conocimiento. Nos encontramos frente a una diversidad conceptual
    y metodológica que también produce efectos de
    tensión y es un escenario de luchas y conflictos. El
    reconocimiento de esta situación reclama invitar a una
    "actitud dialógica" entre los diversos actores del
    campo.

    Hoy está en manos de quienes participamos en este
    esfuerzo promover dicha situación; es necesario
    profundizar en el rigor académico, pero es igualmente
    necesario asumir una actitud de profundo respeto a las diversas
    elaboraciones que se realizan en el campo de la didáctica
    y el aprendizaje auténtico.

    BIBLIOGRAFIA

     Gran parte del análisis sobre la
    didáctica y el aprendizaje en el devenir histórico
    fueron extraídos del Internet.

     

     

    Trabajo enviado
    por:

    Ing. Francisco Guerrero Castro

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