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Los Griegos y los Romanos (página 2)




Enviado por rebecsol



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La escultura. Los griegos empezaron a esculpir en piedra inspirándose en las piezas monumentales de Egipto y Mesopotamia. Las esculturas de bulto redondo compartieron la solidez y la característica posición frontal de los modelos orientales, pero, como podemos comprobar en la Dama de Auxerre (c. 630 a.C.) y en el torso femenino encontrado en el santuario de Hera en Samos (c. 570 a.C., ambas en el Museo del Louvre, París), sus formas son más dinámicas que las de la escultura egipcia. Las esculturas masculinas y femeninas, a partir aproximadamente del año 575 a.C., reflejan en sus rostros la denominada sonrisa arcaica. Aunque esta expresión no parece obedecer a razones específicas en las figuras o situaciones en las que aparece reproducida, quizás fue empleada por los griegos como un artificio que proporcionaba a las figuras un rasgo humano distintivo.

Las tres tipologías que predominaron fueron el joven desnudo (kouros) y la doncella vestida (kore), ambos en posición erguida, y la mujer sedente. En todos ellos aparecen acentuados los principales rasgos del cuerpo y expresan, cada vez más, un conocimiento preciso de la anatomía humana. La razón de ser de la representación de estos jóvenes fue por una parte de índole sepulcral y por otra de carácter votivo. Algunos de los ejemplos más sobresalientes que se conservan son el primitivo Apolo de Tenea (540 a.C. Alte Pinakothek, Munich), el Apolo de Piombino (510 a.C., Museo del Louvre) y el Apolo Strangford (c. 500 a.C., Museo Británico, Londres), encontrado en la localidad griega de Lemnos, una obra bastante más tardía. En dichas obras, a diferencia de otras más antiguas, puede observarse un estudio más detallado de la estructura muscular y anatómica. Las figuras femeninas, vestidas y de pie, ofrecen una amplia variedad de expresiones, tal y como puede contemplarse en las esculturas del Museo de la Acrópolis de Atenas. Sus ropajes están tallados y pintados con la delicadeza y la meticulosidad características de la escultura de este periodo.

Los relieves, que se desarrollaron con posterioridad a la escultura exenta o de bulto redondo, representan por lo general figuras en movimiento. Los frisos del tesoro de Sífnos, en el templo de Apolo en Delfos (Museo Arqueológico de Delfos), que muestran una de las batallas de la guerra de Troya, son uno de los ejemplos más excepcionales del periodo arcaico medio (c. 580 a.C.-535 a.C.). Otra muestra importante es el frontón del antiguo templo de Atenea en la Acrópolis de Atenas, del que se conservan algunos fragmentos (Museo de la Acrópolis), que representa un combate entre dioses y gigantes. Entre los ejemplos del periodo arcaico tardío (c. 535 a.C.-475 a.C.) destacan las esculturas de los frontones del templo de Afaya en Egina (actualmente en la Gliptoteca de Munich). Las figuras del frontón oriental parecen tan llenas de vida como los atletas que describió el poeta Píndaro. Hasta el siglo XIX no se comenzó a valorar el mérito artístico de la escultura del periodo arcaico.

Los escultores del periodo arcaico continuaron fundiendo esculturas en bronce. Los ejemplos del siglo VI a.C. describen los músculos de forma esquemática mediante la representación de un estrecho arco en el límite bajo del tórax y unas marcas horizontales. Las esfinges y otras formas realizadas en piedra sirvieron como florones, yelmos o lápidas.

La arquitectura.  Los griegos, conocedores de los templos en piedra de los egipcios, comenzaron en el siglo VII a.C. a construir sus propios templos con un estilo personal y distintivo. Utilizaron la piedra caliza en el sur de Italia y Sicilia, el mármol en las islas griegas y en Asia Menor, y la caliza revestida con mármol en el continente. Más tarde, emplearon principalmente el mármol. El templo tipo era de planta rectangular elevado sobre una pequeña base escalonada llamada crepidoma y estaba situado en un recinto donde se llevaban a cabo las ceremonias rituales. Los templos pequeños presentaban un frente porticado con dos columnas (in antis), a veces con otra fila de columnas delante del mismo (próstilo). Los templos más grandes, con pórticos en ambos extremos (anfipróstilos), podían tener un vestíbulo de seis columnas antes de cada uno de sus pórticos, o estar totalmente rodeados por un peristilo (perípteros). La columnata sostenía entablamento, o dintel, bajo un tejado a dos aguas.

Los griegos desarrollaron dos órdenes arquitectónicos o tipos de columnas, el dórico y el jónico. Las columnas dóricas, que no tenían basa y cuyos capiteles consistían en un bloque cuadrado (ábaco) sobre un elemento redondo en forma de almohadilla (equino), eran piezas robustas colocadas a escasa distancia para sujetar el peso de la mampostería. Su pesadez se aliviaba gracias al fuste abombado y estriado. En el friso se tallaban triglifos verticales sobre cada columna, dejando entre ellos metopas oblongas, que más tarde fueron cuadradas y al principio estuvieron pintadas y más tarde decoradas con bajorrelieves figurativos. El orden dórico se originó en la península helénica, pero se difundió por todas partes. Los templos dóricos de Siracusa, Paestum, Selinonte, Agrigento, Pompeya, Tarento, Metaponte y Corfú (antigua Corcyra) todavía se conservan. Especialmente extraordinario es el templo de Poseidón en Paestum (c. 450 a.C.).

Las columnas jónicas, originarias de Jonia (Asia Menor) y las islas griegas, son más esbeltas, con estrías más finas y se colocan a mayor distancia que las dóricas. Cada una descansa sobre una basa moldurada y termina en un capitel con forma de almohadilla plana que se enrolla en dos volutas en los laterales. El entablamento, más ligero que en el estilo dórico, podía tener un friso continuo. Se pueden encontrar ejemplos de templos jónicos en Éfeso, cerca de la moderna Izmir (Turquía), en Atenas —el Erecteion— y algunos restos en Naucratis (Egipto).

b) Clásico: VI-IV a.C.

Después de la victoria griega sobre los persas, la necesidad de reparar la devastación de la guerra generó una gran actividad artística tanto en arquitectura como en escultura. Esto fue especialmente evidente en Atenas, centro neurálgico del poder político y económico.

La arquitectura.  La mayoría de los templos de la alta época clásica eran de orden dórico. El templo de Zeus en Olimpia (mediados del siglo V a.C.), proyectado por Libón de Elis, es un ejemplo excepcional. Sus columnas relativamente esbeltas indican una reacción contra las proporciones pesadas del dórico de la época arcaica.

La escultura. La escultura de la alta época clásica no presenta la típica sonrisa arcaica o los suaves detalles característicos del periodo anterior. En su lugar, transmite una cierta solemnidad además de nueva fuerza y simplicidad de las formas. Entre los mejores ejemplos se encuentran los frontones escultóricos del templo de Zeus en Olimpia (Museo Arqueológico de Olimpia), el Auriga de Delfos (Museo Arqueológico de Delfos), el joven de pie o Efebo de Kritias—denominado así por el escultor ateniense Kritias— y la cabeza del Efebo rubio (ambos en el Museo de la Acrópolis de Atenas), así como el Idolino del Museo Arqueológico de Florencia.

Los escultores de esta época representaban a los personajes en el momento inmediatamente anterior o posterior a la culminación de una acción significativa. Las esculturas del templo de Zeus en Olimpia son una muestra: en el frontón oriental aparecen los preparativos, supervisados por Zeus, para la fatal carrera de carros ente las legendarias figuras de Pélope y Enómao; en el frontón occidental la batalla entre lapitas y centauros; y las doce metopas que se conservan describen los trabajos de Hércules ayudado por la diosa Atenea.

Muchas de las obras de la alta época clásica se perdieron en la antigüedad. Algunas han perdurado, sin embargo, en las copias realizadas por los romanos, que sentían gran admiración por la cultura clásica. Entre algunas de esas copias se encuentran el grupo de los tiranicidas realizado por Kritias en colaboración con Nesiotes (Museo de Nápoles) y los numerosos trabajos de Policleto, entre los que se incluye el Doríforo o portador de la lanza (Museo de Nápoles), Diadumeno de Delos (Museo Nacional de Atenas) y la Amazona (Museo Metropolitano de Arte, Nueva York). En estas esculturas, la postura frontal de las figuras del periodo arcaico se sustituye por posiciones más complejas y actitudes más naturales.

La pintura. De la alta época clásica casi no se conservan pinturas murales. El pintor más importante del momento fue Polignoto. En sus frescos de Leskhe de los Cnidios en Delfos, descritos por el historiador griego Pausanias, representó la destrucción de Troya y la visita al Hades. Plinio el Viejo escribió que Polignoto fue el primer maestro de la expresión. El descubrimiento en 1968 de un sarcófago griego pintado al fresco en Paestum (c. 470 a.C., Museo Arqueológico de Paestum) muestra los logros de la pintura mural de la alta época clásica. Las figuras de los asistentes a un banquete y la representación de un nadador muestran el dominio de la anatomía, del trazo y de las expresiones faciales. Los ojos están dibujados de perfil en lugar de frontales y también aparecen escenas paisajísticas.

En la pintura de vasijas las escenas de carácter simbólico y decorativo fueron remplazadas de forma gradual por representaciones tridimensionales, como en las obras de Pistoxenus y Penthesilea. Las formas son más nítidas, los ojos se representan de perfil y los pliegues de las telas adquieren formas más naturalistas. Estas características, especialmente en las vasijas del pintor de los Niobides, sugieren la influencia de Polignoto y ofrecen más información de su estilo artístico.

El periodo clásico medio (c. 448 a.C.-400 a.C.)   El clasicismo pleno se desarrolló durante la segunda mitad del siglo V a.C., especialmente bajo el patronazgo de Pericles, el político ateniense. La arquitectura y la escultura de Atenas alcanzaron entonces una perfección raramente igualada.

La arquitectura . Los arquitectos desarrollaron gran cantidad de métodos para contrarrestar las distorsiones ópticas. Así, el basamento o crepidoma de los templos se curvaba levemente hacia arriba, las columnas se tallaban más anchas en el centro que en los extremos (éntasis) y se inclinaban ligeramente hacia el interior, y las líneas verticales del edificio se dibujaban con la pendiente necesaria para corregir la distorsión pertinente.

En Occidente, el enorme templo de Apolo en Selinonte (Sicilia) se terminó después de cien años de trabajo. En el Ática, Pericles ordenó la restauración de muchos templos quemados por los persas. El escultor Fidias se encargó de la supervisión de los trabajos en la Acrópolis, recinto que era el lugar tradicional de los templos atenienses. El edificio más importante fue el Partenón, proyectado por los arquitectos Ictino y Calícrates. Los Propileos, o puerta monumental de acceso a la Acrópolis, fue otra de las construcciones importantes.

El Partenón se erigió al lado de dos templos anteriores, el viejo templo de Atenea, conocido como el Hecatompedón, construido aproximadamente el 570 a.C. y ampliado hacia el 530 a.C., y el antiguo Partenón, comenzado el 488 a.C. y destruido por los persas el 480 a.C. cuando aún no estaba terminado. La construcción del nuevo edificio se inició el 448 a.C.

El Partenón se construyó en su totalidad con el mármol de las célebres canteras del monte Pentelikon. Estaba rodeado por una gran columnata de ocho columnas dóricas en sus extremos y otras 17 en cada lado. El techo del peristilo estaba decorado con un artesonado de mármol. El santuario se dividía en dos partes (cella y tesoro), a las que se accedía a través de un estrecho vestíbulo. El techo de la estancia mayor o cella, situada en el extremo oriental, contenía una enorme estatua criselefantina (realizada en oro y marfil) que representaba a la diosa Atenea, protectora de la ciudad, sostenida en tres de sus lados por una columnata dórica de dos cuerpos verticales superpuestos. La estancia más pequeña o tesoro se elevaba sobre cuatro esbeltas columnas jónicas. Un ambicioso programa escultórico se extendía por las metopas, los frontones y el alto friso que recorría el exterior de la cella.

Fidias definió el estilo de las esculturas del Partenón, pero la mayoría de ellas fueron probablemente ejecutadas por sus discípulos en el taller del maestro. Las metopas del lado oriental representan una batalla de gigantes, las occidentales una batalla contra las amazonas, las del norte la destrucción de Troya y las del sur la batalla entre lapitas y centauros. El friso representa a los ciudadanos atenienses acercándose a la diosa Atenea en el cortejo procesional de las fiestas panateneas. En el frontón oriental aparece el nacimiento de Atenea, rodeada de los dioses del Olimpo, y en el frontón occidental su lucha con el dios Poseidón por el dominio de las tierras del Ática. Las esculturas del Partenón y otros monumentos de la antigua Atenas se conservan en la colección Elgin (porque fue lord Elgin quien los llevó a Inglaterra) en el Museo Británico de Londres.

Los Propileos se iniciaron el 437 a.C., pero nunca llegaron a terminarse, probablemente debido al comienzo de la guerra del Peloponeso en el año 431 a.C. Fidias encargó su construcción a Mnesicles, que proyectó sus pórticos como si fueran fachadas de templos dóricos. Además, también utilizó columnas jónicas, consideradas como unas de las muestras más hermosas de este orden arquitectónico, y reforzó los arquitrabes del edificio con piezas de hierro.

Otro de los edificios dóricos de este periodo es el Teseión, o sepulcro de Teseo, que se alzaba en una colina al oeste del ágora o plaza del mercado de Atenas, y que se ha convertido en uno de las construcciones mejor conservadas de Grecia. El templo de Poseidón en el cabo Sunion y el templo de Apolo Epicuro (450 a.C.) en Bassae, en plena Arcadia, son los edificios más antiguos donde han aparecido capiteles corintios.

El Erecteion, erigido en la Acrópolis en frente del Partenón, y quizás obra de Mnesicles, es un templo jónico excepcional. El hecho de que el terreno fuera accidentado, y el temor a destruir los santuarios anteriores del lugar, forzaron al arquitecto a idear una complicada planta asimétrica. El entablamento del pórtico que oculta la bajada a la tumba de Erecteo se apoya sobre unas esculturas femeninas llamadas cariátides.

El templo de Atenea Niké, en el extremo suroeste de la Acrópolis, es otro edificio jónico ligero y elegante. El templo estuvo en pie hasta el siglo XVII, cuando los turcos otomanos lo derribaron para convertirlo en una posición de artillería, pero fue reconstruido el año 1835, conservando la mayor semejanza posible con la estructura original.

La escultura.

 Fidias y Policleto fueron los escultores más importantes del periodo clásico medio. Para los antiguos, Fidias era el escultor de los dioses y Policleto el de los seres humanos o mortales. El primero creó dos estatuas criselefantinas colosales, una de Zeus en Olimpia, considerada una de las siete maravillas del mundo antiguo, y otra de Atenea en el Partenón, aunque ninguna de las dos ha llegado hasta nuestros días. La cabeza de Atenea Lemnia (Museo de Bolonia) copia romana de una obra de Fidias, junto con el trabajo de sus discípulos Alcámenes y Agorácrito, permite deducir algunas ideas de su arte.

La Niké alada de Paionios, en Olimpia, y los trabajos posteriores del eminente escultor Mirón, son contemporáneos al Partenón. El Discóbolo y Atenea y Marsias, dos de las esculturas más famosas del segundo, estuvieron en un principio en la Acrópolis y son conocidas únicamente por las copias romanas conservadas.

La pintura Aunque dibujadas con una perspectiva lineal rudimentaria, las figuras de las vasijas del periodo clásico medio poseen un cierto efecto tridimensional. Estas pinturas se parecen probablemente a las obras desaparecidas de Apolodoro y Zeuxis de Heraclea. El segundo es famoso por haber pintado un racimo de uvas de forma tan veraz que hasta los pájaros trataron de picotear sus granos.

El periodo clásico final (c. 400 a.C.-323 a.C.)   Las obras arquitectónicas disminuyeron cuando Atenas, derrotada en la guerra del Peloponeso, perdió su hegemonía política en el ámbito griego. En las artes plásticas, la nueva y detallada caracterización de las figuras reflejó un interés por el individuo, hecho que corroboran los poetas y filósofos de aquel momento.

La arquitectura.  Aunque los templos se seguían construyendo en orden dórico, desapareció el porche posterior (opistodomo). El templo de Asclepio en Epidauro (c. 380 a.C.) es un buen ejemplo. Las columnas corintias (el tercer orden arquitectónico griego), una especie de columnas jónicas con hojas de acanto en los capiteles, se utilizaron para levantar la columnata interior del tolos o edificio circular de Epidauro, realizado por Policleto el Joven. A partir de este momento los teatros, construidos con gradas de madera sobre la ladera una colina, se empezaron a construir en piedra. Así, por ejemplo, el teatro de Epidauro (350 a.C.), proyectado también por Policleto el Joven, se edificó sobre un terreno inclinado alrededor de una escena circular.

En Asia Menor tuvo lugar un renacimiento del orden jónico. El edificio más impresionante fue el mausoleo de Halicarnaso, la enorme tumba de Mausolo, rey de Caria (c. 376 a.C.-353 a.C.), que está considerada una de las siete maravillas del mundo antiguo. Elevado sobre un pedestal, estaba rodeado por una columnata jónica cubierta por una techumbre piramidal coronada por una cuadriga. Según la costumbre, cada uno de sus lados estaba decorado con frisos de Escopas y otros tres escultores áticos. Los restos de su estructura se conservan en el Museo Británico de Londres, junto con una estatua colosal de Mausolo.

La escultura.

 La escultura del último clasicismo estuvo dominada por Lisipo, Praxiteles y Escopas. El primero esculpió ágiles atletas, como el desaparecido bronce del Apoxiomenos (c. 330 a.C.). Quizás el más excepcional de los tres sea Praxiteles, que trabajó en un estilo delicado y elegante. En su Hermes con Dioniso niño (c. 330 a.C.-320 a.C., Museo Arqueológico de Olimpia) el tronco del árbol en el que se apoya Hermes equilibra compositivamente la voluptuosa curva de la figura. Su Afrodita de Cnidos (350 a.C., copia romana en el Museo Pío-Clementino, Vaticano) aparece cubriéndose con la mano derecha el centro del cuerpo, en un gesto púdico que sirvió de pauta para los desnudos femeninos posteriores. Su expresión combina la dignidad, el encanto delicado y la frivolidad mundana. Sus párpados inferiores están remarcados únicamente por medio de una talla ligera y la superficie de la figura está esculpida de tal forma que produce un suave juego de luces y sombras.

La Escultura: del siglo IV a.C. llevó más lejos los logros de Policleto. Lisipo introdujo un nuevo canon que alargaba la longitud del cuerpo en proporción a la cabeza. Además, como escultor de la corte de Alejandro Magno, introdujo las imágenes de los gobernantes en el repertorio artístico. Escopas, su contemporáneo, tal y como podemos observar en las figuras que se conservan del templo de Atenea Alea en Tegea (hoy en el Museo Nacional de Atenas), abandonó gradualmente la expresión serena del periodo clásico e introdujo en los rostros de las figuras una expresión pasional y emotiva.

Se conservan numerosas estatuas en terracota sin esmaltar del siglo IV a.C. Estas piezas proceden fundamentalmente de ajuares funerarios y se conocen como figurillas Tanagra en honor a la ciudad de la región griega de Beocia donde se encontraron por primera vez. Muchas de ellas están huecas porque se realizaron con moldes. Están pintadas al temple y recrean diversos temas, como actores cómicos, mujeres elegantemente vestidas, enanos y dioses en miniatura.

Las lápidas áticas de los siglos IV y V a.C. consistían en una losa decorada en relieve, con personajes que transmiten la tristeza de la partida. A menudo, las figuras estaban flanqueadas por pilastras coronadas por una cornisa.

La pintura. Todos los murales griegos del siglo IV a.C., incluyendo los del gran Apeles, han desaparecido. Sin embargo, su influencia puede observarse en los trampantojos y en los paisajes arquitectónicos pintados sobre los muros de las casas romanas de Pompeya y Herculano en el siglo I d.C.

A partir del 320 a.C. Atenas no exportó más cerámica y sólo se fabricaron algunas vasijas que se entregaban como premio a los atletas de las panateneas. La cerámica de la península Itálica ocupó el lugar de la ateniense en el mercado mediterráneo. Las piezas italianas eran de distintos tipos, entre los cuales destaca la cerámica de Canosa, ciudad al norte de Italia, que presenta a menudo la firma de su ceramista. Las vasijas de Centuripa (Sicilia) son más complicadas y sus escenas están decoradas con figuras pintadas que recuerdan la técnica actual del pastel. Los cuerpos de estas piezas están adornados con motivos florales y tridimensionales.

c) Helenístico: III-146 a.C. Los ejércitos de Alejandro Magno, tras conquistar las ciudades-estado de Grecia, llevaron su cultura por todo Oriente Próximo. Las polis griegas sufrieron un importante declive político y económico que afectó tanto a las esferas religiosas como a las sociales; esto dio paso a una nueva forma de entender el arte. Los griegos fueron receptivos a la influencia de ciertos elementos orientales, como la suntuosidad decorativa y las religiones exóticas. En las ciudades más prósperas de Asia Menor, así como en Alejandría (Egipto), se desarrolló un nuevo helenismo, mezcla del espíritu griego y de los estilos orientales.

La arquitectura . El estilo dórico continuó utilizándose en los templos pequeños y en los cuerpos inferiores de los edificios de dos plantas. En Asia Menor se construyeron grandes templos jónicos, como el períptero de Apolo en Dídimo (c. 300 a.C.), con sus dos columnatas jónicas de 10 columnas en el frente y 21 por cada lado. Las columnas corintias se utilizaron en mayor medida que en épocas anteriores, como se observa en el templo de Zeus en Atenas u Olimpeión, iniciado el 174 a.C. por encargo del rey sirio Antíoco Epífanes.

En este complicado estilo helenístico surgieron nuevas tipologías arquitectónicas, como gimnasios y edificios para el Senado, profusamente decorados y realizados en orden corintio. También se levantaron altares monumentales en Siracusa, Pérgamo, Priene y Magnesia. Los reyes helenísticos construyeron pórticos, bibliotecas, teatros y arcos de triunfo. Los monumentos sepulcrales imitaron el estilo suntuoso del mausoleo de Halicarnaso. Las casas particulares cambiaron su vestíbulo rectangular por un patio central rodeado por un peristilo.

La escultura. Con la conquista de Oriente por Alejandro Magno, los artistas cuestionaron el canon clásico del arte griego y comenzaron a elegir como modelos para sus obras no sólo otras tipologías étnicas, como persas o indias, sino también estados físicos diferentes, como ancianos, enfermos o individuos con deformidades. La disolución del imperio de Alejandro propició el alzamiento de varias dinastías rivales, y los reinos independientes que se originaron crearon sus propias escuelas artísticas. Por ejemplo, la dinastía Tolemaica de Egipto perpetuó las tradiciones del periodo clásico y de sus sucesores del siglo IV a.C. En Pérgamo (actual Bergama, Turquía), en Asia Menor, Atalo I Sóter y sus sucesores siguieron la escuela de Escopas, por lo que, en las escenas de combate, solían representar el cuerpo humano retorcido en violentas contorsiones. Un ejemplo notable es el friso de más de 100 m del altar de Zeus en Pérgamo (Museos Estatales de Berlín), que muestra la lucha entre dioses y gigantes. Este trabajo fue levantado en Pérgamo por encargo del rey Eumenes II, hijo de Atalo I, que ganó numerosas batallas contra los gálatas y el rey Seléucida Antíoco III Megas.

Al mismo tiempo, la escultura evolucionó hacia formas abiertas realizadas en un estilo muy emotivo, que obligaban al espectador a mirar más allá del espacio de las figuras. El Sátiro dormido (Palacio Barberini, Roma), la Victoria de Samotracia y la Afrodita de Melos, más conocida como la Venus de Milo (ambas en el Museo del Louvre de París), son algunos ejemplos destacados. Además, la escultura del periodo helenístico experimentó con nuevos recursos compositivos. Una de las disposiciones favoritas, llamada posición en aspa, representa la figura humana con el torso retorcido, esto es, la cabeza y los miembros dispuestos en direcciones contrarias. Este recurso se empleó en los grupos escultóricos, como Menelao portando el cuerpo de Patroclo (Loggia dei Lanzi, Florencia), donde los artistas invitan al espectador a moverse alrededor de la composición. Otras esculturas similares son el Heracles Farnesio (Museo Nacional de Nápoles) y el Hermafrodita dormido, con su sexualidad ambigua (Museo de las Termas, Roma).

Los artistas romanos, atraídos por el estilo de la escultura griega, copiaron numerosas obras adaptándolas a sus propios criterios estéticos. Por ejemplo, a la versión del Laocoonte que se conserva en los Museos Vaticanos (Roma) le añadieron algunas figuras subsidiarias con el fin de aumentar la complejidad compositiva del conjunto. Durante la época romana, la mayoría de los escultores griegos continuaron la tradición helenística en Grecia, Asia Menor, África e Italia.

Arte griego

Arquitectura La tipología del templo griego se compone de un santuario y el perímetro de columnas que lo rodean y articulan el espacio exterior. En este sentido es el modelo opuesto del templo egipcio, cuyas columnas están dispuestas dentro de un recinto amurallado. La originalidad de esta tipología reside en que, quizás por primera vez en la historia, se da prioridad al aspecto externo de un edificio que contiene un espacio sagrado. La arquitectura griega no abruma al observador con una excesiva monumentalidad y rara vez está dispuesta simétricamente a lo largo de un eje, sino que busca las relaciones espaciales sutiles, desde diferentes puntos de vista. Los templos griegos, que siguen aproximadamente el mismo plan, tienen tamaños muy diversos: desde el pequeño templo de Atenea Niké (427-424 a.C.) en la Acrópolis de Atenas, de aproximadamente 6 × 9 m, hasta el gigantesco templo de Zeus u Olimpeión (c. 500 a.C.) en Agrigento (Magna Grecia, actual Sicilia), que ocupa más de una hectárea.

Pintura. Son muchos los testimonios sobre la importancia que tuvo la pintura en Grecia, pero solo se nos ha transmitido a través del arte romano y de las cerámicas.

Pintores como Polignoto, Zeuxis, Parrasios o Timantes (del siglo V a.C.) , Apeles y Filoxenos de Eretríad (del siglo IV a.C.), han sido frecuentemente tomados como modelos de perfección, sin que realmente se conozca ninguna de sus obras originales.

La pintura, sin embargo, se ha podido estudiar a través de la cerámica; de gran perfección técnica, con perfiles negros que se destacan sobre fondos rojos, es una buena muestra el Anfora de los Museos Vaticanos (obra de Exequias).

Se suele atribuir a Andócides, hacia el año 530 a.C., la invención del procedimiento en el que las figuras rojas destacan sobre fondos negros, destacando en esta modalidad las obras del Pintor de Nióbides y Pintor de las Cañas, ambas del siglo V a.C.

Roma

El arte romano a lo largo de su historia. Los romanos ocuparon todas las tierras que rodean la cuenca mediterránea además de otros territorios más alejados (como gran parte de Inglaterra) y hablar de su arte es muy complejo ya que no se refiere sólo a sus manifestaciones propias sino a aquellas que asimilaron (y en asimilar los romanos eran muy expertos) entre las que destaca la cultura helenística con la que se entremezclan. Además en el desarrollo del Imperio romano tiene lugar la expansión del cristianismo con un arte propio pero en la misma época y el mismo territorio romano. Este arte lo consideramos Paleocristiano, pero sin duda que tuvieron también muchos puntos de contacto.

Es interesante hacer un recorrido por su expansión territorial así como por el desarrollo de su arte para hacernos una idea aproximada de sus originalidades y deudas con otras culturas.

El arte romano a lo largo se su historia

El espacio arquitectónico, espacio estático.        

La arquitectura consiste en la creación de un volumen para ser habitado de forma que su espacio interior es el propio de esta arte. Según esta característica el edificio griego se debe considerar más como escultura ya que suelen ser más vistosos desde fuera; de hecho el templo griego no estaba pensado para acceder masivamente a él (como la sinagoga, la iglesia o la mezquita) sino para rodearle siguiendo una ruta procesional.

Ciertamente la arquitectura romana presta mayor atención al espacio interior que al aspecto exterior en el que suelen presentarse los motivos de la decoración griega cuando no quedan las paredes lisas, como es el caso del Panteón de Agripa.

 El espacio arquitectónico en Roma

Materiales y sistemas constructivos. Los romanos no se caracterizan tanto por ser descubridores como inventores. Ellos no descubren la argamasa (especie de cemento de la época) que ya conocían los etruscos, ni los ladrillos o bóvedas que ya eran utilizados anteriormente en Mesopotamia, … Sin embargo tienen un gran sentido práctico que les lleva a sacar partido de aquellos conocimientos propios o ajenos y explotarlos en su beneficio.

Entre sus construcciones son tan importantes los edificios como las obras públicas y en todos ellos aplican los principios de los materiales y los métodos que conocen. No tienen reparo en construir muros o columnas con materiales baratos y exteriormente recubrirlos para mejorar su aspecto incluso en villas imperiales.

Merece la pena acercarse a los materiales y métodos básicos de su construcción.

Materiales y sistemas constructivos romanos

Los cinco "órdenes" romanos

La asimilación romana de las formas helenísticas pasa por utilizar los "órdenes" establecidos por los griegos. Sin embargo los romanos no son meros imitadores sino que transforman y completan los elementos para que encajen mejor con su estilo y por este motivo modifican y amplían los "órdenes" a cinco tipos básicos: toscano, dórico romano, jónico, corintio y compuesto.

Los cinco órdenes romanos

El arco de triunfo romano. El Imperio Romano frecuentó en las ciudades de Europa Occidental, así como en las tierras que rodean el Mediterráneo, este monumento conmemorativo del triunfo de un determinado general. En épocas posteriores (Renacimiento y Neoclasicismo) se revitalizaron las formas artísticas grecorromanas y se reprodujeron monumentos, como el Arco de triunfo, que han quedado integradas en nuestras ciudades y constituyen elementos visuales y de referencia obligada en el paisaje urbano.

 A pesar de que en la actualidad tenemos asumida la existencia de este tipo de construcciones no se suele conocer su origen ni función conmemorativa y merece la pena por una vez interesarse por la significación de los elementos que constituyen nuestro entorno.

El Arco de triunfo es una construcción ya que precisa de las técnicas de la arquitectura y se solían integrar en las murallas de las ciudades pero no se puede considerar estrictamente un edificio; en efecto una de las características específicas de la arquitectura es que ésta consiste en la creación de un volumen con la formación de un espacio interior habitable y sin embargo este tipo de construcciones no están hechas para entrar "dentro de" sino para pasar "a través de". Este hecho pone al Arco de triunfo en contacto más con otras construcciones como el puente, el acueducto, … y otras obras de ingeniería que con edificios como la terma, la basílica, etc. Por su función el Arco de triunfo se aproxima a la columna conmemorativa y ésta, que es un elemento sustentante de la arquitectura, en cuanto que no tiene un espacio interior útil sino que se realiza para verla desde fuera, se relaciona más con la escultura que con la arquitectura.

El arco de triunfo romano

El retrato romano en escultura. Los antiguos romanos tuvieron desde sus orígenes una fuerte influencia de la cultura etrusca y de la griega de las que tomaron algunos aspectos. Respecto al retrato, la escultura griega comenzó la retratística en el S. IV a.C., si bien idealizando a los personajes, de los que el más famoso fue el propio Alejandro Magno y los etruscos practicaban desde tiempos antiguos el retrato funerario para recuerdo de los antepasados. Los romanos, que ya venían haciendo máscaras de cera de los parientes difuntos para honrar su memoria, adoptaron el retrato pero representando inicialmente a los personajes de forma naturalista y evitando toda idealización del retratado.  Al imponerse en el Imperio la costumbre de representar al Emperador (así como a los miembros de su familia) y enviar a las provincias copias de dichos retratos, se pasó por épocas en las que el naturalismo se resintió a costa de la idealización.

Anexos

EL PERIODO ARCAICO:

Escultura:

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Apolo Strangford Arquitectura:

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Partes un Templo EL PERIODO CLÁSICO: La alta época clásica (c. 475 a.C.-448 a.C.): La Escultura:

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Auriga El periodo clásico medio (c. 448 a.C.-400 a.C.) La arquitectura:

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Pórtico de las Cariátides, Erecteion La escultura:

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El Discóbolo El periodo clásico final (c. 400 a.C.-323 a.C.) La arquitectura:

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Teatro de Epidauro La escultura:

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Hermes con Dioniso niño (c. 330 a.C.) EL PERIODO HELENÍSTICO: La arquitectura:

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El templo de Apolo en Dídimo. La escultura:

Monografias.com Galo Moribundo.

Conclusión

Con este trabajo hemos logrado aprender de nuestro histórico pasado como lo son los griegos y romanos, también hemos aprendido cuales eran sus utensilios de trabajo y su vida a través de diferentes tipos de periodos mencionados anteriormente. En conclusión podemos decir que nuestro pasado es importante ya que con el podemos formar un futuro mejor.

Esperamos que sea de su agrado y con ello pueda satisfacerse.

Gracias.

Bibliografía

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Autor:

Rebeca Solorzano.

rebecsol[arroba]cantv.net

Partes: 1, 2
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