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Mitos y realidades sobre el legislador mexicano




Enviado por Emilio Velazco Gamboa



    1. Antecedentes
    2. Mitos acerca del
      legislador
    3. Realidades acerca del
      legislador
    4. Vicios del
      legislador
    5. Carencias del
      legislador
    6. Cualidades del
      legislador
      El legislador es, bajo todos
      conceptos,un hombre
      extraordinario en el
      Estado.

    Si esto debe serlo por su genio,no lo es
    menos por su cargo,

    que no es de magistratura ni de soberanía,porque constituyendo la
    República,

    no entra en su constitución.

    JEAN JACQUES ROUSSEAU El
    contrato
    social

    1.
    Antecedentes

    El presente trabajo comprende una parte de toda una
    investigación realizada durante muchos
    años, desde que inicié mi carrera política como
    Secretario del Ayuntamiento de Ignacio Zaragoza, Municipio de
    Puebla (en México,
    para los lectores de otros países) en 1992 (a los 20
    años) y que, entre muchos cargos dentro del Partido
    Revolucionario Institucional, me permitieron ser Asesor de varios
    legisladores tanto del Estado de
    Puebla como de la Cámara de Diputados del Honorable
    Congreso de la Unión.

    Antes de escribir estas notas, se platicó con
    miles de gentes, y se puede afirmar que fueron miles, porque se
    ha he hecho –por lo menos– desde 1992, con los
    amigos, con los conocidos, con los parientes, con el taxista, con
    el carnicero, con el chofer del transporte
    colectivo, con la señora que es ama de casa, con
    profesores, con pintores, con profesionistas, con todo el
    mundo.

    Así, estas ideas que se tienen acerca del
    legislador mexicano, no son meras concepciones del sustentante,
    sino de muchas personas a quienes protege el anonimato y que lo
    mismo pueden estar inmersas en el mundo de la política que
    no tener ninguna relación con ella; con personas que lo
    mismo pueden tener conocimientos en la materia, que
    ser totalmente ignorantes, aunque no inconscientes de
    ella.

    Algunas nociones existentes sobre el legislador son
    reales en tanto que hay otras no sólo peregrinas, sino
    verdaderamente disparatadas. Como sea, se consigna la información recopilada durante más
    de diez años tanto en al trabajo público como en la
    investigación académica.

    Así, la observación del sujeto de este trabajo, es
    decir, el legislador mexicano, se realizó de manera
    directa, si bien es prudente aclarar que no se observó a
    todos los legisladores de todas las legislaturas en que he
    trabajado. De igual forma, no he platicado con toda la gente del
    universo
    poblacional de México, y ni siquiera se realizó un
    trabajo de investigación
    de campo que refleje una tendencia estadísticamente
    comprobable.

    Como ya se explicó, sencillamente este es un
    trabajo que retrata una creencia o una serie de creencias que ya
    forman parte de la cultura
    popular mexicana, tan variada y tan rica a la vez que
    paradójica, pues si bien existen rasgos sorprendentes, sus
    contrapartes pueden llegar a ser tan extremas y diametralmente
    opuestas como sorprendentes.

    2.
    Mitos acerca
    del legislador

    Algunos de los mitos recogidos como de creencia popular
    sobre los legisladores mexicanos son los siguientes:

    1. Los legisladores ganan mucho dinero,
      producto de
      elevados sueldos, comisiones y negocios
      oscuros, corruptos y turbios.
    2. Los legisladores roban dinero del presupuesto del
      Poder
      Legislativo, de las partidas destinadas al erario
      público por parte del Ejecutivo o los Ayuntamientos, o
      de donde se pueda.
    3. Los legisladores meten a la nómina a sus amigos, a sus familiares y a
      muchos prestanombres para obtener más dinero, es decir,
      para "sacarle jugo al cargo".
    4. Los legisladores son prepotentes, corruptos, necios,
      arrogantes, groseros y déspotas.
    5. Los legisladores gozan de fuero, es decir, son
      inmunes y, además, tienen impunidad ante cualquier
      delito o
      fechoría que cometan. En resumen, un legislador es
      intocable y ello lo vuelve nefasto.
    6. Los legisladores son flojos. Nada más van a
      dormir a las sesiones.
    7. Los legisladores son flojos. Nada más van a
      levantar el dedo a las sesiones. Este concepto tan
      difundido entre la vox pópuli significa que los
      legisladores no analizan las iniciativas de ley, sino que
      sólo votan en favor o en contra, según les
      indique el líder
      de su partido u organización política o social, el
      Presidente de la República o el gobernador de su entidad
      natal –cuando son surgidos de su partido, claro–, o
      el líder de su fracción
      parlamentaria.
    8. A esto se le llama "recibir línea", y cuando se
      acepta dicha orden o línea, se está cumpliendo
      con la disciplina
      partidista. Por tanto, el legislador que hace lo que se le
      indica, está alineado o disciplinado.

      En complemento de lo expresado algunas líneas
      atrás, es pertinente señalar que "la palabra
      dedazo está muy arraigada en la cultura
      política mexicana" y que "quiere decir, en el real
      politikón nacional, la designación vertical y
      autoritaria de un candidato para un puesto de elección
      popular". Ello confirma la definición dada en el
      párrafo anterior, ya que esta
      designación es dada verticalmente, es decir, de los
      niveles de poder
      más altos hacia los mandos medios,
      bajos y personal y
      organismos de menor jerarquía.

      Mariano Palacios Alcocer, ex Presidente Nacional del
      Partido Revolucionario Institucional, acerca del dedazo, que
      es el término más ligado a las oscuras figuras
      –ya sean reales o no– del padrinazgo y otras
      más, justifica su origen, pues menciona que en una
      estructura
      militar, como originalmente fue la del Partido Nacional
      Revolucionario (antecesor del Partido Revolucionario
      Institucional), donde imperaban las ideas de lealtad y
      disciplina, "era perfectamente entendible que se tuviera que
      recurrir a ese ejercicio de análisis, y que la consulta o la
      consideración interna así como la toma de
      decisiones se diera con un sentido ampliamente
      vertical".

      Sobre el dedazo se quiere añadir otro
      concepto más, que es el del padrinazgo, término
      estrechamente ligado al multicitado dedazo. Estos son
      sólo dos de los mitos y realidades que, inclusive,
      podrían motivar un estudio completo aparte e igual de
      extenso que el de este trabajo. Sin embargo, hasta
      aquí se agota la discusión para no desviarse de
      los objetivos
      generales del presente trabajo de investigación y
      análisis.

    9. El legislador fue postulado como candidato al cargo
      por dedazo, es decir, por designación directa del
      Presidente de la República o del gobernador de su
      entidad –cuando, repito, surgen del partido de
      éste–, del líder de su instituto
      político u organización social o gremial, de un
      grupo de
      notables o de algún otro personaje político
      sumamente encumbrado.
    10. Los legisladores se rolan el cargo entre sí y
      no lo sueltan, es decir, que existe nepotismo, o sea, que se
      suceden en el cargo con sus familiares, amigos,
      compañeros de partido y equipo de trabajo, violentando
      el derecho de otros ciudadanos de llegar al cargo libre y
      democráticamente.
    11. Los legisladores, cuando no es por dedazo, llegan por
      cuotas de poder, es decir, son nominados al cargo por la
      fuerza
      electoral que poseen las organizaciones
      o sectores que representan, y como a todos los partidos les
      interesa ganar votos, los postulan para que su gente vote por
      ellos y obtengan más escaños en los Cabildos o
      Congresos.
    12. Cuando los legisladores no llegan por dedazo o por
      cuotas de poder, se compran el puesto. Ello significa que los
      actores políticos, independientemente de que, tengan o
      no militancia partidista, le dan dinero a los partidos o a los
      encargados de las nominaciones, para que los postulen, bien sea
      bajo el concepto de "cuotas" o, definitivamente, como
      sobornos.
    13. Hay legisladores que se perpetúan en el cargo,
      es decir, van y vienen de una Cámara a otra y de un
      Congreso a otro sin que nadie pueda hacer nada al
      respecto.
    14. Los legisladores, en su mayoría, están
      impreparados para ejercer el cargo, pues rara vez conocen las
      funciones
      que les son propias. Por eso no hacen nada, roban, se vuelven
      prepotentes y abusan de sus facultades.
    15. Los legisladores nunca hablan en tribuna, ni
      defienden al pueblo ni a ninguna postura, y cuando lo hacen,
      terminan peleando a golpes.
    16. A los legisladores no les interesa el pueblo, la
      Constitución ni nada, únicamente su partido y los
      compromisos adquiridos con él y con los demás
      gobernantes surgidos de éste.
    17. Generalmente, los gobernadores y los presidentes
      municipales son previamente electos legisladores para
      prepararse rumbo a los cargos primeramente referidos, y
      después, regresan a los puestos parlamentarios como
      premio por los favores hechos a sus partidos.
    18. Generalmente, los miembros prominentes de los
      partidos llegan a los cargos de elección popular porque
      los partidos son una especie de negocios personales. Y
      aquí se da una suerte de nepotismo, al que
      también se le llama amafiamiento –y que la Real
      Academia de la Lengua me
      perdone por usar este término incorrecto pero adecuado
      para el caso–.
    19. Generalmente, son nominados y electos legisladores
      quienes tienen dinero o apellidos poderosos. A esto
      último la vox pópuli le denomina prosapia (a la
      fortuna material o económica) o abolengo (a la
      influencia, tradición o aristocracia familiar), y
      también acaba en nepotismo o amafiamiento.
    20. Es mejor ser nominado a un cargo parlamentario por la
      vía plurinominal que por un la vía uninominal, es
      decir, por un distrito o un estado. Así, es más
      fácil ser inscrito en una lista de representación
      proporcional que hacer campaña para ser
      electo.
    21. Generalmente, los legisladores que acceden por la
      vía plurinominal son personajes destacados y llegan por
      esa ruta para cumplir con objetivos y propósitos
      específicos que habrán de servir esencialmente a
      sus partidos.
    22. Los legisladores no hacen nada. Para ello tienen
      grandes equipos de asesores y auxiliares que analizan su
      trabajo, le dan forma, trámite y seguimiento, y
      después, les entregan toda la carga de asuntos preparada
      y lista para ser votada en sesión.

    Además, existe toda una infraestructura dentro
    de los Cabildos y Congresos para hacerle más llevadera
    su actuación al personaje: Direcciones de Apoyo
    Parlamentario, de Gestoría y Quejas, de Procedimientos
    Legislativos y Prácticas Parlamentarias, etc. Con ello
    se disimula, además, su ignorancia y falta de
    preparación.

    3.
    Realidades acerca del legislador

    Como ya se dijo, algunas de las ideas anteriormente
    expuestas son ciertas y algunas no. Con base en la
    observación directa del caso, se ha podido concluir que
    las realidades de los legisladores son las siguientes:

    1. Los legisladores reciben sueldos bastante altos. A
      los sueldos de los legisladores se les denomina dietas, y en
      efecto, suelen ser bastante decorosas. Ello se debe,
      fundamentalmente, a tres razones:
    1. El Poder Legislativo fiscaliza a los dos poderes y
      esencialmente al Ejecutivo, a quien le autoriza su
      presupuesto anual de egresos, pero a él no lo
      fiscaliza nadie y no hay quien le autorice ni revise su
      respectivo presupuesto de egresos. Ello le permite a los
      legisladores fijar libremente sus sueldos y demás
      gastos.
      Esto puede ser negativo, si se quiere, ya que es una forma de
      enriquecerse sin que nadie pueda impedirlo, y de paso, eso
      vuelve dichos cargos sumamente competidos.
    2. La función que los legisladores
      desempeñan es, sobre todo en el nivel federal,
      desgastante, exhaustiva y delicada. Eso hace posible pensar
      en una remuneración decorosa, aunque es verdad que
      últimamente cobran dietas bastante altas, en cierto
      modo, contraviniendo la disposición constitucional que
      dice que sus servicios
      deberán ser compensados con
      medianía.

    Además, los legisladores reciben
    viáticos y la cobertura de sus gastos de traslado y
    representación tanto en los niveles locales como
    federal, atendiendo el criterio de que hay algunos que viven en
    regiones muy alejadas del centro neurálgico del
    órgano camaral en que trabajan. Respecto a que los
    legisladores obtienen ingresos por
    negocios oscuros o por corrupción, esto es algo lejano a sus
    funciones y compensaciones oficiales y, en el caso de que se
    hagan las denuncias correspondientes, por supuesto que se les
    puede castigar. Para ello hay un procedimiento
    llamado desafuero, mismo que consiste en cesarlos de la
    función legislativa para castigarles conforme a derecho,
    así que no son totalmente intocables.

    Los legisladores no pueden, sin cometer un delito
    grave, extraer recursos del
    presupuesto del Poder Legislativo y, menos aún, de las
    partidas destinadas al erario público por parte del
    Ejecutivo, los Ayuntamientos, o de donde se pueda. Conviene
    recordar que hay división de poderes, así que
    solo habiendo complicidad entre éstos es como un
    legislador podría extraer recursos o dejar que otros los
    extrajeran para darles su posterior tajada. Además, es
    difícil que un secretario de Estado o un presidente
    municipal dejen que un legislador meta mano en sus cuentas
    públicas: no son descuidados como para pagar por
    otros.

    Hay casos en que los Congresos locales y los Cabildos
    municipales tienen una plantilla de determinado número
    de plazas para el equipo de trabajo del legislador, entre los
    que se cuentan algún agente asignado para su
    protección –los vulgarmente llamados "guaruras",
    cuya denominación real es agentes de seguridad–, su servicio
    secretarial y algunos auxiliares, entre los que suele destacar
    el llamado secretario particular y los asesores.

    Evidentemente, hay legisladores que meten a la
    nómina a sus amigos y familiares, pero en el caso de los
    amigos, siempre hay una forma de disfrazar la situación
    llamándolos asistentes o asesores; con la familia
    no puede ocurrir esto, pero ya dependerá de una buena
    administración, evaluación y fiscalización evitar
    esta clase de abusos, mismos que, por supuesto, ameritan
    sanción.

    No obstante, la mayoría de los legisladores
    prefieren pagarle a un verdadero equipo de trabajo, pues los
    procesos
    legislativos y las prácticas parlamentarias son pesadas
    y no le permiten a casi nadie darse el gusto de meter
    "aviadores" a las nominas
    oficiales, lo que, en cambio,
    ocurre más en el Poder
    Ejecutivo o en los Ayuntamientos.

    1. En otros asuntos, es claro que hay legisladores
      prepotentes, corruptos, necios, arrogantes, groseros y
      déspotas. ¿Quién no ha escuchado hablar de
      los Diputados que solían pagar la cuenta de la cantina a
      balazos? O más recientemente, ¿quién no
      recuerda el escándalo del Diputado Félix Salgado
      Macedonio? A este señor se le señaló mucho
      por ser miembro prominente del Partido de la Revolución Democrática, pero hay
      priístas y miembros de otros partidos que hacían
      sus numeritos similares desde mucho antes. Es un vicio que, por
      fortuna, ya se está erradicando, pues además, el
      tráfico de influencias ya está
      penalizado.
    2. El fuero del que gozan los legisladores es un derecho
      que les permite ser inviolables en las opiniones o actos
      realizados en su desempeño como tales, pero no es ninguna
      suerte de impunidad que les permita hacer de las suyas sin que
      nadie pueda frenarlos. Es obvio que hay hombres y/o mujeres
      que, ya investidos como representantes, pierden la distancia
      entre el suelo y el
      cielo, pero hay procedimientos para recordarles que son
      miembros de la representación de la nación, de sus estados o de sus
      municipios y no una especie de príncipes herederos del
      poder absoluto. Si se exceden en sus tropelías,
      también son castigados. Quizás antes no se
      hacía, pues era parte del antiguo régimen, pero
      es un vicio que también se está
      quitando.
    3. Los legisladores se duermen en las sesiones. A nivel
      local, las sesiones suelen ser más cortas y
      dinámicas, pues además el despacho de los asuntos
      no es tan extenso, pero en el nivel federal, hay sesiones de
      hasta doce y dieciséis horas, y antiguamente, peor, pues
      el conteo era nominal, es decir, los quinientos Diputados
      –por poner un ejemplo– se ponían de pie,
      decían su nombre y manifestaban su voto. ¿Alguien
      puede imaginarse la longitud cronométrica de tal
      hecho?

    Además, los debates en pleno ya son bastante
    dinámicos y aguerridos en estos tiempos, pero
    antiguamente, más que debates, eran maratónicas
    sesiones de vitriólicos discursos.
    No se intenta justificar a nadie, pero cualquiera se
    quedaría dormido en medio de un espectáculo tan
    patético y aburrido como el que muchos representantes
    suelen dar. Además, si el que habla es alguien que sabe
    del tema, o es ágil o bien, es interesante, no hay
    problema.

    Se puede recordar a Germán Sierra
    Sánchez –Senador por Puebla a las LV y LVI
    Legislaturas del Congreso de la Unión– como un
    hombre preparado, inteligente, carismático, que al
    momento de subir a tribuna obligaba a ponerle atención dado su elevado nivel de
    debate y
    análisis, pero hay otros, francamente nefastos. De ese
    modo, existe la memoria
    varios ex Diputados y ex Senadores –de cuyos nombres no
    se dará cita por no herir susceptibilidades–
    impreparados, ignorantes, apáticos, con pésima
    capacidad para expresarse, etc. No es hablar mal de ellos, pero
    como se ampliará más adelante, la mayoría
    de los representantes estaban en condiciones similares,
    así que se hace la pregunta obligada:
    ¿Cómo no dormirse ante semejante
    espectáculo?

    1. Lógicamente, siendo correligionarios del
      Presidente de la República, los legisladores apoyaban
      sus iniciativas sin discusión, y cuando alguno llegaba
      a causar polémica por tal razón, se le
      recordaban cosas como la disciplina partidista, la lealtad al
      partido o una serie de intereses tales como un futuro regreso
      al cargo o un posterior ascenso a otro del mismo
      orden.

      Luego entonces es cierto, los legisladores, cuando
      votan en el sentido que se les indica, están alineados
      o disciplinados, como se dice coloquialmente, pero
      también ha habido casos en que legisladores del mismo
      partido se niegan a apoyar iniciativas absurdas. Un ejemplo
      es el caso de los Diputados priístas del sector
      obrero, quienes originalmente se negaban a respaldar el
      regreso del Impuesto al
      Valor Agregado (IVA) al
      15% al inicio del gobierno
      de Ernesto Zedillo.

      Al final, se alinearon, pero hay muchos otros casos
      en que los actores también han tenido
      escrúpulos, e incluso los han sostenido más
      allá de las discusiones en comisión. Se puede
      afirmar que se cuentan con los dedos, pero sí los ha
      habido y, por suerte, cada vez son más
      frecuentes.

    2. Respecto a levantar el dedo, se debe mencionar que,
      históricamente, el Partido Revolucionario
      Institucional mantuvo durante casi cincuenta años el
      dominio
      mayoritario en la Cámara de Diputados y, durante
      más de cincuenta, el dominio absoluto en el
      Senado.

      Las elecciones internas, la selección de candidatos, la
      realización de exámenes a los aspirantes a los
      cargos, las candidaturas externas y otros procedimientos, han
      ido acabando con ella. Actualmente, y sobre todo en los casos
      del Partido Acción Nacional (PAN) y Partido de la
      Revolución Democrática (PRD), llegan a los
      cargos legislativos quien realmente puede y/o merece, y
      aunque también estos institutos tienen sus detalles,
      las cosas han cambiado mucho.

    3. El dedazo es una institución dentro de las
      instituciones mismas en México. Esta
      tradición se volvió tal, como casi todo, en el
      seno del régimen priísta, dado que el Presidente
      de la República, los gobernadores de los estados y los
      presidentes municipales integraban sus Congresos –para
      los primeros– y Cabildos -para los segundos– con
      gente de sus confianzas. Esta institución
      prácticamente está borrada del mapa.
    4. El nepotismo es otra institución que
      está siendo erradicada. Es más difícil de
      quitar, pero se está haciendo lo posible. Aún hay
      estados, como Puebla y Guerrero, donde una misma familia se ha
      sucedido en determinadas áreas del poder, pero ya es
      más aislado. Además, la misma alternancia de los
      partidos
      políticos en los poderes locales y federales ha
      hecho posible que esta tendencia disminuya día con
      día.
    5. En el caso de las cuotas de poder, no hay que olvidar
      el paradigmático caso de los sectores obrero y agrario
      del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que
      imponían un elevado número de hombres y mujeres
      como Diputados y Senadores al Congreso de la Unión, y se
      habla de la Confederación de Trabajadores de
      México (CTM), la Confederación Revolucionaria de
      Obreros y Campesinos (CROC), la Confederación Regional
      Obrera de México (CROM) y la Confederación
      Nacional Campesina (CNC).

    Además, solían –en los tiempos del
    inolvidable señor Fidel Velázquez– tener
    sus gobernadores, presidentes municipales, Diputados locales y
    Regidores a los Cabildos, además de los subsecuentes
    consejeros políticos, delegados, etc. Y quien pretenda
    negar tal hecho, debe recordar cuántas veces fueron
    representantes los difuntos Blas Chumacero, Emilio M.
    González (ambos de la CTM) y otros tantos más.
    Esos señores no cayeron en el nepotismo de otros, pero
    si no tenían un vicio político, tenían
    otro, en fin.

    Este es un aspecto muy criticado, particularmente, en
    el Partido Acción Nacional y en el PRI. Suele
    considerarse, tanto en uno como en otro, que los empresarios,
    los terratenientes y los herederos de grandes fortunas, ante su
    falta de militancia, adquieren los cargos legislativos con
    poderosas sumas. Es una cosa tal vez cierta pero no
    comprobada.

    Sin embargo, tal suposición resta legitimidad a
    su actuación y a la de sus partidos. Hoy por hoy, la vox
    populi dice que el PAN es el partido de los ricos y de los
    empresarios, y del PRI se decía algo parecido hasta que
    legitimó y explicó la presencia de los potentados
    en su interior a través de la creación del
    Instituto Político Empresarial, acabando así con
    las suspicacias y los recelos.

    Por otro lado, hay personajes que, si no se
    perpetúan en el cargo, regresan tantas veces que hasta
    se olvidan de cuántas llevan, o bien, saltan del Cabildo
    al Congreso del Estado y de ahí a la Cámara de
    Senadores, luego a la de Diputados o viceversa, y luego otra
    vez de regreso, etc. En otro trabajo se hablará del
    ascenso parlamentario y la reelección legislativa y se
    abordará este fenómeno. Este suele ser un vicio
    ligado a las cuotas de poder, pero también entra en
    juego otro
    paradigma al
    que he bautizado como principio de rotación
    política.

    1. Antiguamente solía haber legisladores
      verdaderamente analfabetas, que con el puro requisito de
      "saber leer y escribir" accedían al cargo aunque no
      conocieran nada de legislación, sistemas
      jurídico y político, ni ninguna noción
      elemental por el estilo. Además, ya conocen los
      límites de sus facultades y, algo es
      seguro: saben
      que ya no pueden ser prepotentes y abusivos.

    2. La mayoría de los legisladores están, si
      no impreparados, sí mal preparados para ejercer el
      cargo, pues aunque conozcan las funciones propias de
      éste, regularmente adolecen de capacidad
      técnica, desconocimiento de los procesos legislativos
      y las prácticas parlamentarias, máxime, si su
      nivel de estudios es menor al grado de bachiller o
      equivalente.

      Personalmente se cree que, hasta hace poco, a los
      legisladores –y sobre todo a los del PRI y a muchos del
      PAN– en verdad no les interesaba ni el pueblo ni la
      Constitución. Sin embargo, las cosas se están
      modificando.

    3. Respecto a la falta de interés, afortunadamente, cada vez hay
      más legisladores que defienden sus posturas y suben a
      debatir a tribuna, defendiendo equitativamente tanto sus
      intereses de partido como los intereses del pueblo en
      general.

      Es verdad que a veces se caldean los ánimos
      en las sesiones, pero fuera de ciertas trifulcas –pocas
      en realidad–, los legisladores suelen comprender la
      importancia de su actuación y se muestran
      ecuánimes y razonables.

    4. Si se quiere, los legisladores a veces se pelean por
      los derechos
      de la sociedad
      mexicana para ganar su simpatía y sus votos, pero si
      eso a ella conviene como país, no hay mayor
      discusión. Además, fuera de casos muy
      específicos, los legisladores no suelen arreglar a
      golpes sus problemas.

      Se quiere mencionar el caso de José Luis
      Márquez, quien como Diputado al Congreso local poblano
      en la LIII Legislatura fue un personaje gris y que no
      trascendió mucho, pero que se supo proyectar como
      presidente municipal de Zacatlán, su pueblo natal. No
      se puede evaluar aquí su actuación
      administrativa por no ser el caso, pero condujo bien al
      Cabildo zacateco independientemente de los problemas propios
      del cargo. No en vano ello le valió para ser electo
      Diputado nuevamente al Congreso poblano –ahora en la LV
      Legislatura–, además, por elección
      mayoritaria.

      Asimismo, se puede citar el caso de Alfonso
      Sánchez Anaya, excelente gestor y negociador como
      legislador, y a quien, como gobernador, le está
      tocando cosechar en Tlaxcala el fruto de las buenas
      relaciones y del buen trabajo realizado como miembro de la
      representación local y nacional en su
      momento.

    5. Generalmente, el largo camino de la carrera
      parlamentaria suele servir como preparación a los
      actores políticos para llegar a los que se suele
      considerar como cargos cumbre del sistema
      político mexicano, es decir, la titularidad de los
      Ejecutivos federal y de los estados, así como a las
      presidencias municipales, pero eso no resta mérito o
      valor a
      dicho fenómeno político.

      Si es así, entonces definitivamente ser
      legislador equivale a prepararse para ser gobernador o
      presidente municipal, pero también es verdad que si no
      se es un buen Diputado o Senador, menos se será
      responsable y legal en el cargo cumbre citado.

      Véase de este modo: ser legislador implica
      cumplir una función constitucional, pero
      además, es una especie de escuela
      política, y si las notas son malas en la clase, sin
      duda los resultados en la práctica correrán el
      riesgo de ser
      similares.

    6. Es obvio que un Ejecutivo, después de su paso
      por un Legislativo, conoce bien los procesos de gobierno y, con
      esa base, sabe cómo conducir los esquemas
      jurídicos, políticos, administrativos y hasta
      económicos en una región o entidad.
    7. Por otro lado, en el antiguo PRI se solía
      premiar a los personajes por sus favores hacia el partido, y
      lo mismo se hacía en otros institutos
      políticos. Sin embargo, actualmente se elige a los
      hombres y mujeres que saben conducir los procesos
      legislativos y de gobierno, y no a otra clase de actores. Se
      está siguiendo esa frase que dice "cada cosa en su
      lugar y un lugar para cada cosa".

      Un gran ejemplo de partido personal es el Partido
      Verde Ecologista de México (PVEM), en donde Jorge
      González Torres, líder sempiterno y a la vez
      candidato vitalicio a la Presidencia de la República,
      ha heredado su poder al joven Jorge Emilio González
      Martínez, hombre inteligente e inclusive apuesto y
      carismático, pero que, en lo personal,
      independientemente de que sea o no un buen legislador, es su
      hijo y no hay mayor discusión.

      En una suerte de sucesión dinástica,
      Jorge Emilio ha sido Representante a la Asamblea de
      Representantes del Distrito Federal (hoy Asamblea
      Legislativa), Diputado a la LVII Legislatura del Honorable
      Congreso de la Unión y, actualmente, Senador. En los
      tres casos, ha sido Coordinador del Grupo Parlamentario del
      PVEM y es una idea colectiva el hecho de que se redujo la
      edad para ser Senador, yendo de los 30 a los 25 años
      para que este actor pudiera ocupar tal cargo.

      Hay quien sostiene que eso es un punto más a
      favor de la participación de los jóvenes y
      otros argumentos parecidos, pero ¿cuál es la
      realidad? Un punto a favor ¿para cuáles
      jóvenes? ¿Para todos los jóvenes
      mexicanos o sólo para los jóvenes del Partido
      Verde?

    8. Esa idea de que los partidos son negocios personales o
      de que hay partidos personales está íntimamente
      ligada con la institución del nepotismo. Se sabe que a
      nadie le gusta que les digan sus verdades, pero la
      Constitución faculta al sustentante para
      hacerlo.

      Claro que tal situación no hace
      ilegítima la llegada de los hijos de ex presidentes,
      ex gobernadores, antiguos legisladores o viejos
      líderes políticos, máxime si son
      líderes reales y no de nombramiento, o si son unos
      verdaderos luchadores sociales (como los Cárdenas o
      los Sánchez Juárez), o si tienen verdaderas
      cualidades políticas (por ejemplo, González
      Martínez tiene buenos recursos oratorios, posee oficio
      político y tiene dominio de la técnica
      legislativa). Al menos, no en todos los casos es palpable
      este hecho, aunque es innegable que hay muchos actores que
      recibieron el poder en una suerte de sucesión
      dinástica y sin mayor mérito.

    9. Con respecto a la prosapia o el abolengo, nada hay
      más cierto que ese mito, y para
      muestra, unos
      botones: los Alemán (el padre, Presidente de la
      República, el hijo, gobernador de Veracruz), los
      Sánchez Juárez (casi todos legisladores y
      dirigentes sindicales poblanos), los Figueroa (gobernadores de
      Guerrero), los López Portillo (del padre, ni hablar; el
      hijo, subsecretario de Programación y Presupuesto durante el
      gobierno de su padre y funcionario graduado en otros sexenios),
      los González Torres (¿qué más se
      puede decir de ellos?), los Cárdenas (véase la
      familia del Ingeniero Cuauhtémoc en línea
      directa), los incontables casos de panistas adinerados y de
      abolengo (en Puebla, los hermanos Javier y Óscar Vera,
      uno Diputado y el otro Regidor, y así hay muchos
      casos).
    10. Respecto a las rutas de mayoría y de
      representación proporcional, es válido mencionar
      que es una estrategia de
      los partidos políticos (de todos, sin excepción)
      para que sus hombres y mujeres más competitivos y
      carismáticos accedan al cargo de manera directa. Eso se
      hace con los siguientes fines:
    1. Que los hombres y mujeres que van a ocupar cargos
      estratégicos (presidentes de comisiones o
      coordinadores de los grupos
      parlamentarios) se concentren mejor en su preparación
      y actuación como nuevos legisladores y no se desgasten
      en campañas proselitistas.
    2. Que los hombres y mujeres que ocupan cargos
      estratégicos en las campañas (operadores,
      asesores o estrategas electorales, representantes ante el
      IFE, etc.) no descuiden sus funciones por dedicarse a
      campañas proselitistas.
    3. Algunas veces, se trata de personajes honorarios
      con una destacada trayectoria académica o profesional
      a los que conviene tener en el Legislativo, pero que por otra
      parte no podrían obtener una mayoría al
      competir con actores quizá más arraigados o
      más identificados con el electorado.
    4. Siguiendo la tendencia antes expuesta, puede
      tratarse de personajes con una destacada trayectoria
      académica o profesional a los cuales, por
      múltiples razones –incluida la
      económica– les resultaría difícil
      o pesada una campaña proselitista.
    5. Hay otros casos donde, como los militares y los
      marinos de guerra,
      por disposición legal, acceden a los cargos
      legislativos por vía plurinominal. No es un premio,
      sino, más bien, un mecanismo.
    1. Los legisladores, efectivamente, tienen grandes
      equipos de asesores y auxiliares que analizan su trabajo, le
      dan forma, trámite y seguimiento y después, les
      entregan toda la carga de asuntos procesada y lista para ser
      revisada y, posteriormente, votada en sesión.
      Además, existe toda una infraestructura de apoyos y
      servicios para facilitarles su trabajo, pero esto es una cosa
      normal y perfectamente justificable.

    Un solo legislador tiene cientos de iniciativas que
    revisar, cientos de asuntos que resolver, miles de gente que
    atender, de quejas y trámites que seguir, etc. Pero las
    funciones de su personal e instancias auxiliares equivalen a
    las del Presidente de la República, que tiene, para
    apoyarse, un enorme gabinete.

    Asimismo, dicha situación es equiparable para
    los poderes de los Estados, y en los Cabildos, suele haber lo
    que se denomina Sala de Regidores, oficina que
    cuenta con servicios similares a los existente en un
    órgano camaral, con personal auxiliar, secretarial, de
    seguridad e intendencia, secretarios técnicos por
    comisión, secretarios particulares, asesores, etc. En la
    tabla contenida en la siguiente página se ilustra la
    comparación entre el personal de apoyo de un Ejecutivo y
    un Legislativo:

     

    CUADRO 1. Comparativo entre
    los funcionarios y el personal auxiliar

    en los Poderes Ejecutivo y
    Legislativo, respectivamente

     

    Personal e instancias auxiliares del Poder
    Ejecutivo

     

    Personal e instancias auxiliares del Poder
    Legislativo

    Secretarios y subsecretarios de Estado y
    Directores Generales de Institutos (gabinetes legal y
    ampliado)

    Secretaría General u Oficialía
    Mayor de las Cámaras y Contador Mayor de Hacienda
    o Presidente de los institutos y órganos de
    Fiscalización

    Direcciones Generales, Direcciones de
    Área y Subdirecciones dentro de las
    secretarías de Estado, y Directores de
    Área, Directores Adjuntos y Subdirectores en los
    Institutos o Departamentos del Ejecutivo

    Direcciones Generales, Direcciones de
    Área y Subdirecciones dentro de la
    Oficialía Mayor y los órganos de auditoría y fiscalización
    (antes Contadurías Mayores).

    Jefes de Departamento, Jefes de Oficina, Jefes
    de Unidad y Jefes de Sección

    Secretarios Técnicos de las Comisiones
    Legislativas, Oficiales Mayores de las mismas
    Comisiones

    Personal auxiliar, secretarial, de seguridad e
    intendencia, secretarios particulares,
    asesores

    Personal auxiliar, secretarial, de seguridad e
    intendencia, de apoyo parlamentario, secretarios
    particulares, asesores

    ELABORACIÓN: Emilio
    Velazco Gamboa,

    Universidad del Desarrollo del Estado de Puebla

    4.
    Vicios del legislador

    El mismo diagnóstico presentado en las
    páginas anteriores ha arrojado los resultados de esta
    sección dedicada a los vicios que el actor
    político, investido como legislador, suele tener. Algunos
    de ellos son:

    1. Prepotencia, arrogancia y despotismo. Este es un
      defecto bastante usual en los legisladores mexicanos; sobre
      todo en aquellos que son herederos del poder o caciques en sus
      regiones. Asimismo, se observa en aquellos personajes que se
      encuentran muy encumbrados y, por supuesto, se sienten muy
      pagados de sí mismos. Es uno de los vicios más
      comunes y además uno de los más detestables, toda
      vez que el legislador, si es un representante popular, puede
      tener mil y un defectos, menos éste. Por el contrario,
      un legislador debe ser carismático, amable y humilde,
      pero con los legisladores mexicanos las cosas funcionan al
      revés.
    2. Exceso de disciplina y lealtad partidista. Me ha
      tocado ver legisladores que no opinan si antes sus partidos o
      sus líderes no les dan la famosa línea, o que no
      quieren apoyar determinada iniciativa por convicción
      personal, pero que acaban impulsándola por compromisos y
      disciplina. México está en un período de
      transición en el que es necesario comprender que las
      cosas caminan mal precisamente por eso: por lealtad y
      disciplina partidistas mal entendidas.
    3. Tráfico de influencias. Como ya se
      explicó, las sensaciones de ser intocables, impunes y
      poderosos que experimentan muchos legisladores los hace caer
      –a ellos, a sus familiares, y a sus colaboradores y
      amigos– en defectos como el influyentismo, la
      prepotencia, la pedantería y el abuso. Se repite que es
      una actitud
      reprobable que, por desgracia, se observa tanto en partidos
      grandes como chicos.
    4. Elitismo y cupulización de la política.
      El dedazo, el nepotismo, el amafiamiento, la
      eternización en los cargos políticos, las cuotas
      de poder y la compra de puestos son vicios que degeneran en una
      cupulización del poder, es decir, que el poder y el
      acceso a los cargos de elección popular se quedan
      prácticamente en posesión de pocos y muy
      específicos grupos (recuérdese a los
      Atlacomulcos, a los Cuauhtemistas y a muchos más), con
      lo que al público le da la impresión de que son
      mafias las que manejan la vida política nacional. Es un
      vicio que no sólo desacredita, sino que además
      deslegitima la actuación de los actores y le quita a la
      actividad pública la nobleza que merece.
    5. Oscuridad política. Este aspecto se
      tocará con mayor amplitud en otro trabajo, pero se puede
      adelantar que el síndrome de oscuridad política
      así como el síndrome de cupulización
      –términos que el investigador se ha permitido
      acuñar aquí– son la causa de que la gente
      imagine a la política como una gigantesca
      telaraña de intereses turbios conducida por unos cuantos
      grupitos de mafiosos. Por suerte, esta imagen se
      está borrando, pero aún quedan muchos
      legisladores a quienes sólo les interesa su partido, su
      grupo o sector, o que no tienen una actuación relevante
      en el desempeño de sus funciones.
    6. Impreparación. Los legisladores mexicanos no
      deben ser, forzosamente, maestros o doctores en Derecho o
      Ciencias
      Políticas, pero de ahí a ser ignorantes o
      analfabetas, hay mucha distancia. Y ese es otro gran defecto
      del legislador contemporáneo: aún llegan a los
      Cabildos o a los Congresos sin saber bien sus facultades y
      responsabilidades, y eso no tiene que ver necesariamente con su
      nivel académico, sino con su interés personal de
      prepararse para el cargo.

    Estos son, entre otros, los principales vicios que acusa
    el legislador del México contemporáneo.

    5.
    Carencias del legislador

    Definitivamente, al legislador mexicano le hacen falta
    cuatro cosas:

    1. Hacia él es hacia quien tiene la
      obligación de cumplir y el deber de ser honrado,
      trabajador, decente y humilde. Le hace falta, además,
      tener principios
      morales, pues muchos actores políticos son
      déspotas, necios, groseros, arrogantes y farsantes, y
      su conducta
      debería estar normada por un Código de Ética para el
      Legislador. Si se vive en un Estado democrático de
      Derecho no estaría de más hacerlo efectivo a
      través de un ordenamiento así.

    2. Ubicación, sentido del deber y ética
      personal. Esto quiere decir que el actor debe centrarse en
      que su cargo es temporal, no es un privilegio, no es un
      feudo, no lo hace impune y, en cambio, le obliga a responder
      a su partido, es verdad, pero ante todo, al electorado que
      vota por él y que lo lleva al parlamento local o
      federal.

      Ahora bien, con o sin nivel de escolaridad
      mínimo, se hace necesario que antes de asumir el
      cargo, los legisladores sean capacitados respecto de los
      procedimientos legislativos, las prácticas
      parlamentarias, los servicios de apoyo con los que cuentan,
      sus funciones, facultades y responsabilidades, pues suele
      suceder que muchos de ellos van a la guerra sin fusil o sin
      saber cómo disparar uno. Y alguien así no le es
      muy útil a este país, ¿o sí?
      Además, así se logrará la anhelada y
      buscadísima profesionalización del Poder
      Legislativo, otro mito gigante en este
      país.

      Claro, se corre el riesgo de que los demagogos y os
      flojos que no quisieron seguirse preparando aleguen que ello
      va a propiciar la sensación de haber ciudadanos de
      primera y de segunda, pero véase así: Si se
      obliga a los políticos a alfabetizarse, es claro que
      se impulsará la profesionalización del poder
      Legislativo y la alfabetización futura de la población mexicana.

    3. Preparación, capacitación, evaluación y
      seguimiento de su actuación. Lo anterior significa que
      los legisladores mexicanos deberían tener, por razones
      obvias, un nivel de escolaridad mínimo para ejercer sus
      funciones. Vaya, a un líder campesino o a un
      líder obrero no se le va a exigir la licenciatura, pero
      cuando menos la secundaria, sí. Y a un representante de
      zonas urbanas es claro que un nivel bachillerato o equivalente
      lo haría más competitivo.
    4. Sentido de la representación. Hay legisladores
      que fueron electos por el principio de mayoría, es
      decir, que tuvieron que hacer campañas proselitistas y
      recorrer un distrito, estado o región para empaparse de
      sus problemas –si no es que ya lo estaban–, o bien,
      para reencontrarse con aquellas personas que ya los
      conocían, e identificarse con el público con
      quien no habían tenido ningún trato.

    Además de ellos, hay otro tipo de legisladores,
    es decir, los que accedieron al cargo por el principio de
    representación proporcional y que, por lo mismo, no
    tuvieron que hacer una campaña para ser electos.
    Generalmente, éstos se promocionan por medios
    electrónicos o en una campaña de medios, o sea,
    que se dan a conocer por medio de entrevistas,
    declaraciones e informes en
    prensa escrita,
    radio y
    televisión, y últimamente,
    también por Internet.

    Pero ocurre un problema: ni los unos ni los otros
    regresan a sus distritos, regiones o estados, es decir, que se
    olvidan de mantenerse en contacto con sus representados.
    Informándoles, visitándolos, platicando y
    reuniéndose con ellos. En resumen, manteniendo viva la
    chispa que le da el toque a la actividad política: el
    roce entre gobernantes y gobernados.

    En cambio, los legisladores informan de sus
    actividades a sus partidos y a los dirigentes de estos, o a sus
    sectores y a sus órganos deliberativos, con lo cual se
    muestran más como miembros de una representación
    institucional partidista o gremial, que de una
    representación política popular.

    Muy a propósito de esto se quiere recordar el
    pensamiento
    con el que abre el presente capítulo y que debe ser un
    llamado de atención a aquellos que se olvidan de su
    razón de ser, o sea, el electorado: La Cámara de
    Diputados del Congreso de la Unión se compone por
    representantes de la Nación, según lo determina
    el artículo 51 de la Constitución Federal, por lo
    que los diputados, más que ser representantes de sus
    respectivos partidos políticos, deben asumir la actitud
    de representar a la población que los
    eligió.

    De seguir haciendo lo que históricamente ha
    sido, los legisladores estarán matando la esencia de la
    política democrática mexicana.

    Eso se resume en una frase: les hace falta sentido de
    la representación
    .

    1. Responsabilidad parlamentaria. Los legisladores son,
      en una gran parte, irresponsables de sus funciones
      parlamentarias, es decir, faltan a las sesiones plenarias de
      las cámaras o Cabildos, a las reuniones de comisiones
      y/o de comités, a las reuniones especiales tales como
      foros y consultas, a las ceremonias cívicas,
      etc.

    Durante la LVII Legislatura, misma que fue liderada
    moralmente por el ex perredista Porfirio Muñoz Ledo y
    secundada por la autoridad
    indiscutible de Carlos Medina Plascencia, Pablo Gómez
    Álvarez, Ricardo Cantú Garza y Jorge Emilio
    González Martínez, se instituyó la
    amonestación a los legisladores que faltaran a sus
    funciones por causas no justificadas y, evidentemente no
    relacionadas con comisiones oficiales de la Cámara de
    Diputados.

    Las sanciones, según el acuerdo respectivo,
    iban desde el descuento de las inasistencias en el monto de la
    dieta correspondiente, hasta la suspensión de funciones,
    con lo cual entraría en acción el suplente ante
    la inoperatividad del propietario. Con lo anterior se puede
    observar el grado de irresponsabilidad de los legisladores
    mexicanos en el momento de ejercer sus funciones.

    En el Congreso del Estado de Puebla, igual que en
    todas las legislaturas estatales, las federales y los Cabildos
    municipales, el sustentante pudo observar la falta de responsabilidad por parte de los representantes
    populares. No obstante, en la reñida
    Quincuagésimo Tercera Legislatura de dicho Congreso se
    dio un fenómeno sin precedente en la historia del Poder
    Legislativo poblano: el Partido Revolucionario Institucional,
    mayoritario por tradición, de 26 curules de
    mayoría sólo logró obtener 16 más
    otras 6 de representación proporcional. A su vez, el
    Partido Acción Nacional alcanzó 14
    escaños; de éstos, 10 accedieron por
    mayoría y 4 por representación proporcional. El
    Partido de la Revolución Democrática y el Partido
    del Trabajo obtuvieron dos y un Diputado por la vía
    plurinominal, respectivamente.

    "Así, aunque la mayoría del PRI fue
    significativa respecto de los otros grupos parlamentarios, lo
    cual le permitió márgenes de libertad
    para la aprobación de iniciativas, el peso global de los
    partidos minoritarios, en tanto que virtual bloque opositor (17
    Diputados frente a los 22 del PRI), no era despreciable y de
    hecho constituyó un contrapeso en el campo de la
    negociación política. Así,
    las votaciones en pleno se volvieron reñidas y muy
    competidas, lo que obligó al PRI a mantener su
    cohesión interna y la presencia de todos sus
    legisladores, pues de ello dependió que sus proyectos se
    lograran tras vencer a la poderosa coalición
    PAN-PRD-PT".

    En la siguiente legislatura, la Quincuagésimo
    Cuarta, esta tendencia de trabajo del Revolucionario se mantuvo
    pese a que volvió a tener la mayoría en el
    Congreso con 25 Diputados de mayoría y 1
    plurinominal.

    Al respecto, se quiere opinar algo: Cuando hay
    más presencia de cada partido político en un
    órgano parlamentario, el trabajo
    se vuelve definitivamente más efectivo, se contabilizan
    menos inasistencias y se requiere de una mayor capacidad
    negociadora entre los grupos parlamentarios, lo que garantiza
    mayor objetividad en materia de aprobación de
    iniciativas y mayor objetividad en la labor fiscalizadora del
    Poder Legislativo sobre la actuación de los otros dos
    poderes.

    6.
    Cualidades del legislador

    Ya se conocen algunas fallas y errores de los
    representantes constitucionales. Sin embargo, así como hay
    gentes con grandes vicios y carencias, hay muchos legisladores
    que tienen las siguientes cualidades.

    • Vocación y espíritu de servicio, es
      decir, tiene ganas de ayudar a sus representados, de estar con
      ellos, de escucharlos, de rendirles cuentas. En resumen, de dar
      su testimonio de vida y de trabajo.
    • Voluntad de trabajo, y redunda en lo anterior, pues
      se ha visto legisladores y otro tipo de gobernantes que son
      verdaderos motores que
      activan el trabajo en los demás, motivándolos no
      sólo a cumplir con sus funciones legislativas, sino en
      sus partidos y organizaciones, gestionando obras y servicios
      públicos, apoyos para su gente, visitas, etc. sin
      importar realmente el día y la hora de que se
      trate.
    • Combatividad, arrojo y pasión por su trabajo.
      Particularmente, el sustentante sí ha visto actores que
      defienden hasta las últimas consecuencias los intereses
      y convicciones de su partido, de su electorado y de su conciencia.
      Tal vez por eso han llegado a tener roces y acaloradas
      discusiones con otros colegas suyos, pero siempre ha sido
      porque toman en serio sus responsabilidades.
    • Carisma. Así como hay muchos legisladores
      grises, cada vez hay más hombres y mujeres con talento,
      buena presencia –y ello no se refiere a belleza física, sino a
      pulcritud y empatía–, simpatía y excelente
      trato y don de gentes, lo que hace más llevaderas sus
      delicadas y exhaustivas funciones, cosa que, además le
      favorece a los ojos del público, de su partido, e
      incluso, ante personalidades de otros institutos
      políticos y corrientes ideológicas y
      sociales.
    • Liderazgo. Aunque no todos los legisladores son
      líderes natos, cuando en verdad se aplican, son capaces
      de movilizar grandes sectores del pueblo y de sus partidos. Y
      aquí ya no se habla sólo de liderazgo
      camaral o partidista, sino de verdadero liderazgo moral.

    Quienes los vieron o supieron de ellos,
    ¿cómo podrían olvidar a líderes
    como Porfirio Muñoz Ledo, Diego Fernández de
    Cevallos, Carlos Medina Plascencia, Humberto Roque Villanueva,
    Luis Donaldo Colosio, Ifigenia Martínez, Dulce
    María Sauri Riancho, Beatriz Paredes Rangel,
    María de los Ángeles Moreno y otros hombres y
    mujeres? Ellos y ellas son las personas que, con su testimonio
    de vida y de trabajo, hicieron grandes a las
    instituciones.

    • Capacidad técnica. Particularmente, al tesista
      le tocó conocer más legisladores con capacidad
      técnica dentro del Partido Acción Nacional y, en
      segundo lugar, en el Revolucionario Institucional, entendiendo
      como tal a la preparación óptima, suficiente o
      mínima para desarrollar los procesos legislativos, bien
      fueran estos especializados o semiespecializados.

    Esto, más que con la escolaridad,
    principalmente tuvo que ver con la capacitación que
    dichos partidos le dieron a sus cuadros a través de sus
    secretarías, institutos o asociaciones de
    formación política y electoral. Así, por
    medio de cursos,
    seminarios, diplomados y talleres, los institutos
    políticos cumplieron con la misión
    de promover cuadros preparados para el desempeño de las
    labores legislativas, aunque hay muchos personajes que son
    autodidactas y aprendieron a base del estudio individual y
    personal, leyendo, viendo programas
    televisivos o cintas de video,
    etc.

    —————–

    Como nota ilustrativa, hasta hace menos de diez
    años, los legisladores mexicanos, al menos en el Congreso
    de la Unión, tenían que levantar la mano durante
    las votaciones colectivas en pleno y, acto seguido, se
    manifestaban en favor o en contra de tal o cual iniciativa o
    punto de discusión, y por ello se denominaba "levantar el
    dedo" a dicha acción. El otro modelo era la
    votación nominal, consistente en que los legisladores se
    ponían de pie, decían su nombre, su partido de
    procedencia y su postura (a favor o en contra) del punto a
    discusión o votación. Tanto en uno como en otro
    caso, si estaban alineados o disciplinados con la tendencia
    partidista del voto, se decía que nomás "levantaban
    el dedo", pues votaban o decidían sin criterio propio (N.
    A.).

    Riva Palacio, Raymundo (4 de mayo de 1998). El origen
    del dedazo. El Financiero Sección "Política"
    p. 60, México.

    Ibidem.

    El padrinazgo, entendido en el sentido de la cultura
    popular y la política mexicana, consiste en el hecho de
    que los actores políticos ascienden dentro de las estructuras de
    poder gubernamental, partidista, gremial, etc. gracias a que son
    apoyados (o apadrinados) por un personaje político
    encumbrado y con mucho poder e influencia, o por un grupo de
    notables de su partido o gremio, para que ocupe cargos
    legislativos, de la administración
    pública, de dirección partidista o de cualquier otro
    tipo que, a su vez, le den poder e influencia (N. A.).

    La figura clásica del político mexicano
    difícilmente puede ser imaginada sin asociarla a la
    presencia de los denominados guaruras. Es cierto que un personaje
    público merece estar protegido, es su derecho, pero
    antiguamente, los legisladores, secretarios de Estado y
    demás personajes andaban cuajados de guardaespaldas, los
    necesitaran o no, y éste, reconozcámoslo, es uno de
    los tantos excesos del régimen priísta. De hecho,
    los guaruras, el dedazo, las cuotas de poder, la compra-venta de puestos,
    el tráfico de influencias, los sueldos
    estratosféricos y los aviadores, son verdaderas leyendas
    vivientes dentro de la cultura popular mexicana y ejemplos
    nefastos en la tradición política nacional (N.
    A.).

    No existe propiamente un diccionario de
    mexicanismos políticos, pero ello no impide definir a esta
    figura. Se denomina "aviador" a la persona que,
    principalmente gracias a sus buenas relaciones con personajes
    encumbrados, percibe un sueldo u honorario de alguna dependencia
    de gobierno –independientemente de si es de la
    administración pública centralizada o
    descentralizada, de cualquiera de los poderes públicos o
    de cualquiera de los niveles de gobierno– sin que por ello
    deba presentarse a cumplir con alguna responsabilidad o actividad
    laboral.
    Así, el aviador cobra sin trabajar(N. A.).

    Un caso paradigmático en Puebla es el de la
    familia Sánchez. Don Constantino Sánchez Romano fue
    Diputado a la XLIII Legislatura del Congreso Poblano y Diputado
    Federal otras tantas veces al mismo tiempo que
    secretario general de la poderosa Federación
    Revolucionaria de Obreros y Campesinos del Estado de Puebla
    (FROC-CROC). Sus hijos son, por sucesión dinástica,
    secretarios generales de los sindicatos
    afiliados a dicha central, y uno de ellos, René
    Sánchez Juárez, Licenciado y Maestro en Ciencias
    Políticas, heredó el cargo de secretario general de
    la FROC-CROC a la par que sigue siendo miembro de la CROC
    nacional y presidente estatal de la federación de
    transporte de su organización obrera. René
    Sánchez Juárez fue Regidor Suplente del
    Ayuntamiento de la Ciudad de Puebla de 1984 a 1987, Diputado al
    Congreso del Estado a las Legislaturas L y LIII, y Diputado
    Federal en la LV Legislatura (1991-1994). Particularmente, este
    investigador considera al Licenciado Sánchez Juárez
    como un hombre competitivo, carismático e inteligente, y
    con un amplio sentido de la lucha social, pero ello no borra el
    nepotismo ahí existente. Su hermano Constantino
    Sánchez Juárez, aparte de dirigir varios
    sindicatos, ha sido Diputado local en las legislaturas LI y LIV
    del Poder Legislativo Estatal, y por supuesto que también
    es un excelente líder político, pero se consigna el
    fenómeno dinástico. En Guerrero, nada más
    hay que recordar a Rubén Figueroa padre y a Rubén
    Figueroa hijo, quienes fueron gobernadores del estado con un
    período de diferencia (N. A.).

    Aunque el principio de rotación política
    es mucho más complejo y podría motivar otros
    estudios, esencialmente consiste en que, en uno de sus
    múltiples enfoques, el actor político, por su
    capacidad y talento, da vueltas dentro del sistema
    político ocupando cargos administrativos y de
    elección popular sucesiva o alternativamente, aprovechando
    y reaprovechando una y otra vez su carisma, experiencia, astucia,
    sagacidad, visión, liderazgo, imagen, mañas, etc.
    (N. A.).

    González Oropeza, Manuel (Marzo-abril, 2000). La
    amonestación a legisladores. Quórum N°
    71. México Instituto de Investigaciones
    Legislativas, p. 126.

    Velazco Gamboa, Emilio (Agosto, 1998).
    Radiografía de la LIII Legislatura del Congreso del Estado
    de Puebla. Asamblea N° 11. México: Asamblea
    Legislativa del Distrito Federal, p. 11.

     

     

     

    Ò EMILIO
    VELAZCO GAMBOA

    Mexicano, 31 años de edad, es Licenciado en
    Ciencias Políticas por la Universidad del
    Desarrollo del Estado de Puebla (UNIDES). Tiene los Diplomados en
    Derecho Electoral y en Derecho
    Constitucional, por la Universidad Cuauhtémoc.
    Actualmente es consultor académico e investigador
    independiente.

     

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