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EL MITO




Enviado por gallegofranco



     

    "La diferencia entre lo real y lo irreal, el inestimable
    privilegio de lo real,
    reside en que hay menos realidad en la realidad por no ser
    ésta más
    que la irrealidad negada, apartada por el enérgico trabajo
    de la
    negación y por esa negación que es también
    el trabajo
    ".
    Maurice Blanchot. El libro que
    vendrá.

    Hace dos meses estaba convencido de la importancia y el
    valor
    revestidos por un trabajo como este. Aproximarse al pensamiento
    mítico intentando argumentar su validez frente al
    racional: hoy juzgo evidente esa validez pareciéndome
    absurda su no consideración.
    Sin embargo, esta aseveración no ha de impedir el esbozo
    del trayecto. Si la lectura de
    textos referentes al tema son los culpables del repentino
    cambio, estas
    hojas deberán consignar las líneas generales
    trazadas en ellos. La meta es clara,
    el ocasional lector lo advertirá.
    Atravesar el camino sinuoso que representa la escritura es,
    no obstante, el propósito de esta nota.
    Toda aproximación que hagamos al mito
    está auscultada por la razón. No podemos escapar al
    tiempo ni al
    espacio que nos corresponde; no podemos escapar a la Historia. Donde penetra el
    juicio con su afán iluminista el mito comienza a
    envanecerse: el ensayo es,
    quizás, el medio más concreto para
    soportar ese fenómeno. La poesía
    podría ser una forma más fiel al acercamiento del
    mito pero dejaría de "comprenderse totalmente por
    sí misma y en sí misma".
    Señalo pues el carácter
    moroso de cualquier trabajo referente al mito porque en
    él, en el mito, son condensados otros procedimientos,
    otra lógica.
    Una dificultad procedimental representa esta
    aproximación.
    Pierre Grimal conviene en "llamar <<mito>>, en
    sentido estricto, a una narración que se refiere a un
    orden del mundo anterior al actual, y destinada no a explicar una
    particularidad local y limitada – éste es el
    cometido de la sencilla <<leyenda
    etiológica>>-, sino una ley
    orgánica de la naturaleza de las
    cosas".
    De manera que se tiene ya una clara taxonomía:
    por un lado está el mito y por otro el acto heroico, por
    uno las leyendas
    etiológicas y por otro los cuentos
    populares. Los doce trabajos de Heracles no pertenecen
    estrictamente al terreno de lo mítico con todo y que
    involucren elementos sobrenaturales o maravillosos; la historia
    de Eco y Narciso hace parte de la cultura
    helénica como cuento
    popular. El mito lo hallamos en el origen: en un momento
    primigenio aparece revestido de carácter simbólico,
    contrario a los ciclos heroicos "…que se van formando en
    el curso de una larga evolución" y su valor simbólico
    "…no se logra hasta el término de su existencia,
    cuando sus distintos episodios se le han incorporado en el grado
    suficiente para poder, en
    conjunto, revestir una significación única". Urano
    y Gea; los doce titanes; el Caos, padre ausente de todos ellos:
    allí está el mito en su forma pura, compilado en la
    Teogonía de Hesíodo y también en Los
    trabajos y los días.
    "Y primero parió a Gea a su igual en grandeza, al Urano
    estrellado con el fin de que la cubriese por entero y fuese una
    morada segura para los Dioses dichosos.
    Y después parió a los Oreos enormes, frescos
    retiros de las divinas ninfas que habitan las montañas
    abundantes en valles pequeños; y después, el mar
    estéril que bate furioso, Ponto; pero a éste lo
    engendró sin unirse a nadie en las suavidades del amor.
    (…). Y el último a quien parió fue el sagaz
    Cronos, el más terrible de sus hijos, que cobró
    odio a su padre vigoroso".
    En el relato, que no ha de inventar Hesíodo sino que
    recoge una tradición oral aparentemente "sistematizada",
    descansan las fuerzas elementales de la naturaleza: poderes
    creadores que necesitan ser bautizados; imágenes
    que dan corpus a un afán del orden humano por
    señalar un "algo" extraño a la razón. Pero
    debo moverme con cautela al esgrimir estos juicios. Grimal
    advierte que el mito es a su vez medio y fin. "Se lo cree o no,
    según plazca, por un acto de fe, si se le juzga "bueno" o
    verosímil, o simplemente si se desea creerlo. Así,
    encontramos que el mito atrae hacia sí toda la parte
    irracional del pensamiento humano".
    Se contrapone un mundo interno ausente de claridad a uno externo
    que goza de aparente calma (en el sentido de ser distinguibles
    sus partes). No se afirma la oscuridad inherente a una
    época –más adelante intentaré abarcar
    este punto- sino la confirmación de un caos existente ayer
    y hoy pero reconocido y validado por el mecanismo
    simbólico que el mito propone.
    "El mito pinta una imagen, un
    símbolo, si se quiere, da una realidad que no se
    podría expresar de otra manera. Es muy probable que para
    el poeta mismo, el episodio sólo sea un medio de
    expresión, una forma de revelación que ayuda a
    concebir el misterio del mundo, pero que no debe tomarse al pie
    de la letra". El mito, así, no sólo abarca y
    señala, sino que confirma, la existencia de la
    heterogeneidad; en su funcionamiento no es partícipe la
    negación, y si lo es, representa una parte más de
    lo posible. Si se piensa el mito como la narración de lo
    irreal (mirada obtusa heredada del racionalismo),
    entonces estamos con Blanchot al recordar que la irrealidad
    recubre a la realidad mientras la segunda se limita a negar la
    primera.
    El mito es el mecanismo llamado a narra en todas sus formas la
    Realidad.
    Erramos cuando, buscando justificar el pensamiento mítico,
    conturban la mirada los fenómenos del mundo, del universo.
    Intentar definir el mito sólo por su carácter
    explicativo es ver sólo el engranaje de un mecanismo
    mayor. No obstante, esta advertencia no anula la posibilidad de
    percibir y anotar algunas analogías entre el mito y
    ciertos fenómenos que conocemos a través de la
    Historia (de otras de sus fuentes).
    Aquí es importante señalar la recurrencia no
    sólo a la forma pura del mito sino también a las
    leyendas y ciclos heroicos. Respecto a estos últimos dice
    Grimal que "todos los pueblos los tejen en un momento de su
    evolución, es decir, relatos maravillosos en los cuales
    creen por un tiempo, al menos en cierto grado. Lo más
    frecuente es que las leyendas pertenezcan al dominio de la
    religión
    porque hacen intervenir fuerzas o seres que se consideran
    superiores a los humanos. Estas se presentan como un sistema
    más o menos coherente de explicación del mundo;
    cada una de las proezas del héroe, cuya hazaña se
    cuentan, lo presentan como un creador y repercuten en el universo
    entero".

    Sabemos que los cretenses practicaban juegos de
    habilidad con toros, saltando sobre el lomo de los animales en el
    momento de la embestida. El toro de Minos, el Minotauro,
    podría ser la variación de la práctica
    ancestral.
    Por otra parte, en Grecia hacia
    los siglos XII al VIII A.C. la escritura no había surgido
    y el acerbo cultural se transmitía oralmente.
    ¿Cómo no sacralizar esta necesidad concediendo el
    don de la memoria a
    Mnemosyne a quien debía invocarse para recordar las
    grandes gestas? Precisamente la Ilíada
    , poema ágrafo, comienza con una invocación a la
    Musa ante la inmensidad que se apresta a ser cantada.
    Ahora, la cultura griega
    veía las relaciones de los hombres entre sí y con
    el medio ambiente
    en términos de un conflicto
    permanente. "Juzgaba el comportamiento
    humano según unas pautas que aprobaban la defensa a
    ultranza del <<honor>>, de la posición social
    y <<la dignidad>>, contra cualquier insulto o
    humillación (real o imaginada) y aceptaba, en el teatro , con
    comprensión apasionada, todas aquellas obras cuyo motivo
    cultural era la venganza violenta y el desquite, tanto
    sobrenaturales como humanos". Es natural entonces que entre las
    deidades figuren seres como Ares, numen de la guerra ; que
    Hera decida fastidiar a Hércules producto de su
    ira contra Zeus; que Atenea posea un espíritu guerrero;
    que Apolo y Artemis sean eximios en el manejo del arco; que
    Afrodita, Atenea y Hera entren fácilmente en una disputa
    por su belleza que termina involucrando a los aqueos y
    troyanos.
    En el mito se exalta lo bello, lo fuerte, lo apto. La vida. Para
    los griegos "… el más terrible de los males era
    cualquier apariencia de fracaso, de debilidad o dependencia".
    En fin, se observan sincronías en las prácticas y
    el ser monstruoso; en la necesidad y la existencia de una deidad
    protectora que la supla; de una caracter
    ística cultural que posee su correspondencia en el
    Olimpo.
    Frente a este tipo de semejanzas suelen tejerse las teorías
    que gravitan en torno al mito y
    allí es necesario optar por la mesura. No puede pensarse
    que cada relato y episodio se estructura
    sobre un hecho cognoscible; hacerlo significa negar el asombro
    del mito frente a "lo otro", lo extraño que no sólo
    incluye lo inexplicable del mundo externo sino lo confuso del
    interno.
    La extrañeza y el desconocimiento engendran un orden
    dentro del mito. Los dioses poseen apetitos como los individuos
    pero el hecho de estar distribuidos en una familia , Zeus a
    la cabeza, supone la presencia de un Orden. El mito prefigura un
    Cosmos, no un Caos.
    "Dos rasgos caracterizan el nuevo pensamiento griego, en la
    filosofía. Por una parte el rechazo, en la
    explicación de los fenómenos, de lo sobrenatural,
    de lo maravilloso. Por otra parte, la ruptura con la
    lógica de la ambivalencia; la búsqueda, en el
    discurso , de
    una coherencia interna, a través de una definición
    rigurosa de los conceptos, de una neta delimitación de los
    niveles de la realidad, de una estricta observancia del principio
    de identidad ".
    Siguiendo la convención que señala al nacimiento de
    la filosofía junto a la muerte del
    mito, el triunfo de la razón, se asiste a la
    aparición de toda una lógica encargada de construir
    sobre la negación. El propósito aquí no es
    detenernos en el pensamiento racional pero a partir de este punto
    es posible señalar aquellos juicios emitidos en detrimento
    del mito. La profundización que del tema se ha hecho
    permite exponer los argumentos empleados en su contra (el
    enunciado evidencia el error como se verá).
    Es importante advertir a su vez que "el mito se opone al logos
    como la fantasía a la razón, el texto que
    relata, al que demuestra". Pero esa oposición no tiene por
    qué suponer necesariamente la negación de uno de
    los dos. Cada uno posee rasgos característicos,
    preocupaciones, procedimientos: lo que juzgo conveniente anotar
    es que el pensamiento racional se reconoce a sí a
    través de la negación de lo otro.
    Con Evémero se funda ya hacia el siglo VI A.C. una
    interpretación del mito que, casi siempre bajo
    desaciertos, pretende entender los relatos a la luz de la
    razón sin apelar a otro medio que ésta. El
    evemerismo pretendió que los Dioses fueran grandes hombres
    del pasado sublimados por sus grandes actos. En este razonamiento
    opera la negación de lo fabuloso y fantástico,
    impidiendo cualquier tipo de oportunidad dentro del pensamiento
    mítico.
    En la Edad Media el
    simbolismo quiso explicar el pensamiento mítico como una
    forma insipiente y rudimentaria de filosofía.
    Decían –luego en el siglo XIX Creuzer se sumó
    al debate – que
    los pueblos de la antigüedad no podían acceder al
    conocimiento
    completo de las cosas y por tanto se presentaban ante ellos
    nociones difusas que transformaban en mitos . El
    error vendría luego por parte de quienes interpretaron los
    textos observando en ellos presencias del orden
    fantástico.
    Con el Racionalismo del siglo XVIII la preocupación vuelve
    a hacerse manifiesta: aparecen con él y después de
    él los trabajos de los enciclopedistas, del lingüista
    Max Müller, del antropólogo Lèvy-Strauss y del
    mismo Sigmund Freud
    .
    Para el lingüista Müller las divinidades eran
    originariamente nombres dados a las fuerzas naturales; antes ya
    se habían atribuido los nombres a los animales que
    supuestamente se erigirían en motivo de culto. En general
    los racionalistas terminan juzgando el Mito como una forma menor
    de pensamiento, como la expresión de pueblos
    involucionados, como la materialización de la ignorancia.
    Afirmar que tienen razón significa, dice Octavio Paz ,
    aceptar que el tiempo es lineal, conceder que el mundo
    evoluciona, recibir al espíritu positivista creyente en el
    progreso, valorar lo antiguo sólo en relación (y
    comparación, y juicio) con el presente.
    Vernant ha intentado, no sé si conciliar, pero al menos
    profundizar ambos conceptos diciendo que "(…) las
    cosmologías de los
    filósofos reinterpretan y prolongan los
    mitos cosmogónicos. Ellas suministran una respuesta al
    mismo tipo de cuestión: ¿Cómo un mundo
    ordenado ha podido emerger del Caos? Ellas utilizan un material
    conceptual análogo: detrás de los "elementos" de
    los filósofos jonios, se perfila la figura de antiguas
    divinidades de la mitología ".
    El Mito se introduce en la ciencia
    moderna a través del psicoanálisis , se hace presente en el
    poema, es anunciado cuando surge el problema de "lo otro". No
    puede el pensamiento racional anularlo porque se conserva indemne
    en la figura de lo irracional emanado por cada individuo.
    Terminamos diciendo junto a Barthes: "La narración de los
    acontecimientos pasados que habitualmente en nuestra cultura, a
    partir de los griegos, está subordinada a la
    sanción de la "ciencia "
    histórica, colocada bajo la imperiosa caución de lo
    "real", justificada por principios de
    exposición "racional", ¿difiere
    verdaderamente en algún rasgo específico, en una
    pertinencia indudable, de la narración imaginaria tal como
    puede encontrarse en la epopeya, la novela y el
    drama?

    Bibliografía

    • BARTHES, Roland. Le discours de l´histoire.
      EN : Information sur les sciences sociales. VI. 65-75.
      Citado por : LE GOFF, Jacques. Pensar la historia.
      Ediciones Paidós. España.
      1991.
    • CARDONA, Francesc. Mitología
      griega. Edicomunicaciones. Barcelona. 1996.
    • GIRARD, Rene. La violencia y
      lo sagrado. Editorial Anagrama. Barcelona. 1995.
    • GRIMAL, Pierre. Diccionario
      de mitología griega y romana. Ediciones Paidós.
      España. 1993.
    • GRIMAL, Pierre. La mitología griega. Editorial
      Pluma. Bogotá. 1977.
    • GOULD, John. El espíritu griego. Historia de
      las civilizaciones antiguas 2. Biblioteca
      de bolsillo. España. 2000.
    • HESÍODO. Teogonía. Editorial
      Porrúa. México. 1978.
    • KIRK, G.S. El mito: su significado y funciones en la
      antigüedad y otras culturas". Ediciones Paidós.
      Barcelona. 1970.
    • PAZ, Octavio. El arco y la lira. Fondo de cultura
      económica. México. 1986.
    • VERNANT, Jean-Pierre. Mito y pensamiento en la Grecia
      antigua. Editorial Ariel. España. 1993.

     

     

     

     

     

    Autor:

    Santiago Gallego

     

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