Indice
1.
Introducción
2. Asfixia
3. Reanimación
Cardiopulmonar
4. Hemorragia
5. Envenenamiento
6. Asfixia por
inmersión
Primeros auxilios: medidas terapéuticas urgentes
que se aplican a las víctimas de accidentes o
enfermedades
repentinas hasta disponer de tratamiento especializado. El
propósito de los primeros
auxilios es aliviar el dolor y la ansiedad del herido o
enfermo y evitar el agravamiento de su estado. En
casos extremos son necesarios para evitar la muerte
hasta que se consigue asistencia médica.
Los primeros auxilios varían según las necesidades
de la víctima y según los conocimientos del
socorrista. Saber lo que no se debe hacer es tan importante como
saber qué hacer, porque una medida terapéutica mal
aplicada puede producir complicaciones graves. Por ejemplo, en
una apendicitis aguda un laxante suave puede poner en peligro la
vida del paciente.
Cualesquiera que sean las lesiones, son aplicables una serie de
normas
generales. Siempre hay que evitar el pánico y la
precipitación. A no ser que la colocación de la
víctima lo exponga a lesiones adicionales, deben evitarse
los cambios de posición hasta que se determine la naturaleza del
proceso. Un
socorrista entrenado ha de examinar al accidentado para valorar
las heridas, quemaduras y fracturas. Se debe tranquilizar a la
víctima explicándole que ya ha sido solicitada
ayuda médica. La cabeza debe mantenerse al mismo nivel que
el tronco excepto cuando exista dificultad respiratoria. En
ausencia de lesiones craneales o cervicales se pueden elevar
ligeramente los hombros y la cabeza para mayor comodidad. Si se
producen náuseas o vómitos debe
girarse la cabeza hacia un lado para evitar aspiraciones. Nunca
se deben administrar alimentos o
bebidas (si el paciente va a requerir cirugía hay que
esperar hasta que se vacíe el estómago), y mucho
menos en el paciente inconsciente. La primera actuación,
la más inmediata, debe ser procurar al paciente una
respiración aceptable: conseguir la
desobstrucción de las vías respiratorias para
evitar la asfixia, extrayendo los cuerpos extraños
—sólidos o líquidos— y retirando la
lengua
caída hacia atrás. Si el paciente no respira por
sí sólo habrá que ventilarlo desde el
exterior mediante respiración boca a boca hasta disponer
de un dispositivo mecánico.
El segundo aspecto a corregir es el referente al sistema
circulatorio, para evitar el shock. Se deben valorar la
frecuencia cardiaca y la tensión arterial. Una
valoración inicial se obtiene tomando el pulso: permite
valorar la frecuencia y ritmo cardiaco, y su "fortaleza" nos
indica una adecuada tensión arterial. El shock o choque es
un trastorno hemodinámico agudo caracterizado por una
perfusión inadecuada, general y duradera, de los tejidos que pone
en peligro la vida. Los signos característicos son la piel
fría y húmeda, los labios cianóticos
(azulados), la taquicardia y la hipotensión arterial
(pulso débil y rápido), la respiración
superficial y las náuseas. Estos síntomas no son
inmediatos; el shock puede desarrollarse varias horas
después del accidente. Para evitarlo debe mantenerse
abrigado al paciente e iniciar lo antes posible la
perfusión de líquidos y electrolitos por vía
intravenosa. Está prohibido administrar fármacos
estimulantes y alcohol.
Las urgencias que requieren primeros auxilios con más
frecuencia son los accidentes en los que se produce asfixia,
parada e infarto cardiacos, sangrado grave, envenenamiento,
quemaduras, golpe de calor e
insolación, desvanecimiento, coma, esguinces, fracturas y mordeduras de animales.
2. Asfixia
En la asfixia, el aire no puede
entrar en los pulmones y el oxígeno
no llega a la sangre
circulante. Entre las causas de asfixia se encuentran el
ahogamiento, el envenenamiento por gases, la
sobredosis de narcóticos, la electrocución, la
obstrucción de las vías respiratorias por cuerpos
extraños y la estrangulación. Para evitar un
daño cerebral irreparable al detenerse la
oxigenación tisular, se debe instaurar inmediatamente
algún tipo de respiración artificial. La
mayoría de las personas mueren cuatro a seis minutos
después de la parada respiratoria si no se les ventila de
forma artificial.
Se han diseñado muchas formas de respiración
artificial. La más práctica para la
reanimación de urgencia es el procedimiento
boca a boca: el reanimador sopla aire a presión en
la boca de la víctima para llenarle los pulmones. Antes de
ello, debe retirarse cualquier cuerpo extraño que obstruya
las vías respiratorias. La cabeza de la víctima
debe ser inclinada hacia atrás para evitar que la
caída de la lengua obstruya la laringe; para ello se tira
hacia arriba de la barbilla con una mano mientras con la otra se
empuja hacia atrás la frente. El reanimador obtura los
orificios nasales pinzándolos con los dedos, inspira
profundamente, aplica su boca a la de la víctima, y sopla
con fuerza hasta
ver llenarse el tórax; después retira su boca y
comprueba cómo la víctima exhala el aire. Este
proceso debe repetirse 12 veces por minuto en un adulto y 20
veces por minuto en un niño.
Si las vías respiratorias no están despejadas, debe
comprobarse la posición de la cabeza de la víctima.
Si todavía no se consigue permeabilidad se rota el cuerpo
hacia la posición de decúbito lateral y se golpea
entre los omóplatos para desatascar los bronquios.
Después se vuelve a la respiración boca a boca. Si
todavía no se consigue, se realiza la maniobra de
Heimlich.
Ésta es una técnica que se ha desarrollado en los
últimos años para tratar a los pacientes con las
vías respiratorias obstruidas por un cuerpo
extraño. Inventada por el médico estadounidense
Henry Jay Heimlich, se llama maniobra de Heimlich o "abrazo de
oso", y consiste en la aplicación súbita de una
presión sobre el abdomen de la víctima. El aumento
de presión abdominal comprime el diafragma, éste a
los pulmones, que expulsan aire a alta velocidad y
presión, despejando las vías respiratorias. La
maniobra se realiza situándose tras el paciente, rodeando
su cintura con los brazos y entrelazando las manos, situando
éstas entre el ombligo y la caja torácica, y
presionando fuerte y de forma brusca hacia atrás y hacia
arriba. Si la víctima está en posición
horizontal, se presiona sobre el abdomen con la mano. Debe
evitarse presionar sobre las costillas, pues se pueden romper,
sobre todo en niños y
ancianos.
Una vez iniciada, la respiración artificial no debe
suspenderse hasta que el enfermo empiece a respirar por sí
solo o un médico diagnostique la muerte del
paciente. Cuando el paciente empieza a respirar
espontáneamente no debe ser desatendido: puede detenerse
de nuevo la respiración de forma súbita o
presentarse irregularidades respiratorias. En casos de
ahogamiento siempre hay que intentar la respiración
artificial, incluso aunque el paciente haya presentado signos de
muerte durante varios minutos. Se han descrito varios casos de
pacientes sumergidos durante más de media hora,
cianóticos y sin posibilidades de reanimación, que
respondieron a los primeros intentos del socorrista.
La reanimación del paciente con parada cardiaca
está muy relacionada con la reanimación
respiratoria. Ha de aplicarse masaje cardiaco externo para
mantener el flujo sanguíneo y combinarlo con las técnicas
descritas de respiración artificial. Se sitúa a la
víctima sobre una superficie firme y se confirma la
permeabilidad de las vías respiratorias. El reanimador
sitúa sus manos sobre el esternón del paciente;
éste se deprime 5 cm, por lo que se comprime el
corazón
y se fuerza a la sangre a salir por las arterias. Cuando se
afloja la presión, el corazón se expande y vuelve a
llenarse de sangre procedente de las venas. El masaje se aplica
en forma de compresiones cortas y rítmicas de un segundo
de duración. Se aplica una respiración boca a boca
cada cinco golpes cardiacos. Para esta operación son
ideales dos reanimadores. Si sólo hay uno se aplican dos
respiraciones boca a boca cada 15 compresiones cardiacas. El
procedimiento debe aplicarse, aunque no haya signos de vida,
hasta conseguir ayuda médica.
4.
Hemorragia
El sangrado "en surtidor", "a chorro"
o "a golpes" es signo inequívoco de hemorragia grave. La
simple presencia de sangre sobre una superficie corporal grande
no es signo de hemorragia. Puede haber salido sangre de
múltiples heridas pequeñas, o puede haberse
extendido. La cantidad de sangre que se pierde por una herida
depende del tamaño y clase de los vasos lesionados. La
lesión de una arteria produce sangre roja brillante que
fluye a borbotones, mientras que la lesión de una vena
produce un flujo continuo de sangre roja oscura. Si se rompe una
arteria principal, el paciente puede morir desangrado en un
minuto. Las lesiones de arterias de calibre medio y las lesiones
venosas son menos críticas, pero si no se tratan
también pueden ser fatales. Una complicación grave
de la hemorragia es el shock hipovolémico, que debe ser
prevenido y tratado lo antes posible.
El procedimiento a utilizar para detener la hemorragia
(hemostasia) depende del tamaño de la herida y de la
disponibilidad de material sanitario. El mejor método es
la aplicación de presión sobre la herida y la
elevación del miembro. Esto es suficiente en lesiones de
vasos de calibre medio. Lo ideal es utilizar compresas
quirúrgicas estériles, o en su defecto ropas
limpias, sobre la herida y aplicar encima un vendaje compresivo.
Cuando este apósito se empapa de sangre no debe ser
retirado: se aplican sobre él más compresas y
más vendaje compresivo. Si el sangrado de una extremidad
es muy abundante se puede aplicar presión sobre el tronco
arterial principal para comprimirlo sobre el hueso y detener la
hemorragia.
La arteria braquial, que irriga la extremidad superior, debe ser
comprimida en una zona intermedia entre el codo y la axila en la
cara medial (interna) del brazo. La arteria femoral, que irriga
la extremidad inferior, puede ser comprimida en el centro del
pliegue inguinal, donde la arteria cruza sobre el hueso
pélvico.
Una sustancia venenosa por vía oral produce
náuseas, vómitos y calambres abdominales. Los
venenos ingeridos por accidente o con fines suicidas incluyen:
medicaciones a dosis tóxicas, herbicidas, insecticidas,
matarratas y productos
químicos o productos de limpieza.
Para atender a una persona
envenenada es primordial la identificación del
tóxico, preguntando a la víctima o buscando
indicios como, por ejemplo, envases vacíos, que suelen
mencionar la lista de antídotos en su etiqueta. Las
quemaduras, las manchas o un olor característico
también pueden servir para identificar el veneno.
La primera medida es diluir la sustancia tóxica haciendo
beber a la víctima una gran cantidad de leche,
agua o ambas.
La dilución retrasa la absorción y la
difusión del veneno a los órganos vitales.
Excepto en los casos de ácidos o
bases fuertes, estricnina o queroseno, la medida siguiente es
inducir el vómito para
eliminar la mayor cantidad posible de tóxico antes de que
se absorba. Se puede inducir haciendo beber a la víctima
una mezcla de medio vaso de agua y varias cucharadas de
bicarbonato de sodio o de magnesia, o introduciendo los dedos o
una cuchara hasta estimular el velo del paladar y conseguir el
vómito o la emesis. Se debe repetir este procedimiento
hasta vaciar el estómago. Después conviene
administrar un laxante suave.
El veneno se debe contrarrestar con un antídoto. Algunos
de ellos aíslan la sustancia tóxica de las mucosas
sensibles; otros reaccionan químicamente con el veneno y
lo transforman; otros estimulan al organismo a contrarrestar la
acción del tóxico. Si el antídoto
específico no está disponible se utiliza uno
universal que contrarresta la mayoría de los venenos. Un
antídoto universal sencillo se puede obtener mezclando una
parte de té fuerte, una parte de magnesia y dos partes de
polvillo de pan quemado. Este antídoto también
está disponible en los comercios.
Cuando el veneno es un ácido corrosivo
(clorhídrico, nítrico, sulfúrico), una base
fuerte (sosa cáustica) o amoníaco, no se debe
estimular el vómito, pues se dañarían
más aún los tejidos de la boca, la faringe y el
esófago. Para intoxicaciones por ácidos se puede
utilizar como antídoto una base débil, como la
magnesia o el bicarbonato de sodio. Para intoxicaciones por bases
son útiles los ácidos débiles, como el
limón o el vinagre diluido. Tras su ingestión debe
administrarse aceite de oliva o clara de huevo. En intoxicaciones
por estricnina o queroseno se debe ingerir abundante agua o leche
y después aceite de oliva o clara de huevo, sin provocar
el vómito.
Quemaduras Se producen por exposición
al fuego, a metales
calientes, a radiación,
a sustancias químicas cáusticas, a la electricidad o,
en general, a cualquier fuente de calor (por ejemplo el Sol). Las
quemaduras se clasifican según la profundidad del tejido
dañado y según la extensión del área
afectada. Una quemadura de primer grado, que sólo afecta a
la capa superficial de la piel, se caracteriza por el
enrojecimiento. Una quemadura de segundo grado presenta
formación de flictenas (ampollas), y una de tercer grado
afecta al tejido subcutáneo, músculo y hueso
produciendo una necrosis. La gravedad de una quemadura
también depende de su extensión. Ésta se
mide en porcentajes de la superficie corporal. Las quemaduras
graves producen shock y gran pérdida de líquidos.
Un paciente con quemaduras de tercer grado que ocupen más
del 10% de la superficie corporal debe ser hospitalizado lo antes
posible.
La finalidad de los primeros auxilios en los quemados es prevenir
el shock, la
contaminación de las zonas lesionadas y el dolor. La
aplicación de bolsas de hielo o la inmersión en
agua helada disminuye el dolor. Después se ha de cubrir la
zona con un apósito grueso que evite la contaminación. No se deben utilizar curas
húmedas, pomadas o ungüentos, y hay que acudir al
especialista médico inmediatamente.
Las quemaduras del Sol pueden ser de primer o de segundo grado.
Sus casos leves se pueden tratar con una crema fría o un
aceite vegetal. Los casos graves conviene que sean atendidos por
un especialista. Las quemaduras químicas deben ser lavadas
inmediata y profusamente para diluir al máximo la
sustancia corrosiva. Las lesiones dérmicas de las
quemaduras eléctricas se tratan como las de
exposición al fuego y, además, deben ser
controladas en un centro hospitalario para valorar posibles
lesiones cardiacas o nerviosas.
Golpe De Calor Y Deshidratación Por Calor El golpe
de calor y la deshidratación por el calor están
causados por un exceso de calor, pero sus síntomas son tan
dispares que es muy difícil confundirlos. El golpe de
calor, producido por un mal funcionamiento de los centros
reguladores del calor, es una patología más grave
que afecta principalmente a los ancianos. Sus síntomas son
la piel caliente y enrojecida, la ausencia de sudoración,
el pulso fuerte y contundente, la respiración dificultosa,
las pupilas dilatadas y la temperatura
corporal extremadamente alta. El paciente se encuentra mareado y
puede perder la consciencia. La deshidratación por calor
se debe a una pérdida excesiva de líquidos y
electrolitos en el organismo. La piel está pálida y
húmeda, la sudoración es profusa, el pulso
débil y la respiración superficial, pero las
pupilas y la temperatura corporal son normales. Pueden producirse
cefaleas y vómitos.
Los primeros auxilios necesarios para el golpe de calor y para la
deshidratación por el calor también difieren. La
víctima de un golpe de calor debe ser transportada a un
lugar fresco a la sombra, y allí debe guardar reposo con
la cabeza elevada. Se debe humedecer el cuerpo con alcohol o agua
fría para bajar la temperatura y el enfermo debe ser
trasladado a un hospital de inmediato. El paciente con
deshidratación por el calor también debe guardar
reposo, pero con la cabeza más baja que el cuerpo;
conviene proporcionarle abrigo o calor. Al principio puede
presentar náuseas, pero tras un tiempo de
descanso puede ingerir líquidos: se ha de beber 4 vasos de
agua con una tableta o media cucharadita de sal diluida, a
intervalos de 15 minutos. Después debería beber
zumos (jugos) de frutas para recuperar otros electrolitos. Si se
produce una postración importante conviene buscar ayuda
médica.
Lipotimia Y Coma La sudoración fría y la
palidez son típicas de la lipotimia, desmayo o
desvanecimiento. Se produce por un aporte insuficiente de sangre
al cerebro y es
temporal. Para restaurar la circulación cerebral se elevan
los miembros inferiores o se sitúa la cabeza más
baja que el corazón. Es necesario evitar que la
víctima se enfríe.
El coma es un estado de falta de respuesta a estímulos
externos. Viene provocado por una enfermedad o un traumatismo. El
paciente comatoso sólo responde a determinados
estímulos intensos; en el coma profundo no responde
siquiera al dolor. Puede ser debido a un fallo cardiaco, a una
hemorragia cerebral, a una epilepsia, a una
descompensación diabética, a una fractura craneal,
o a muchas otras situaciones urgentes. Los primeros auxilios se
deben limitar a mantener tranquilo y cómodo al enfermo,
aflojándole sus vestimentas y buscando ayuda
médica. Si la cara enrojece, se pueden elevar ligeramente
la cabeza y los hombros, y si palidece se pueden elevar los
miembros inferiores. En la epilepsia hay que evitar las
autolesiones (mordeduras de lengua) y los traumatismos. Si por
cualquier motivo cesa la respiración se debe aplicar
respiración artificial. Los diabéticos a menudo
portan tarjetas de
identificación que permiten identificar la posible causa
del coma.
Esguinces Y Fracturas Tanto el esguince como la fractura se
acompañan de gran dolor e inflamación, pero la
impotencia funcional (incapacidad para mover la zona afectada) y
la deformidad son propias de las lesiones óseas. Hasta que
se descarte una fractura, los esguinces graves se deben tratar
como lesiones óseas; sólo la radiografía
puede confirmar el diagnóstico.
En la fractura, el hueso absorbe la energía del
traumatismo, perdiendo su integridad estructural. En el esguince
el traumatismo es absorbido por una articulación,
distendiéndose o rompiéndose las fibras de un
ligamento o la cápsula articular. Como un movimiento muy
leve produce dolor intenso, no se debe manipular la extremidad
afectada ni intentar "enderezarla" ni corregir la deformidad.
Esto, además, puede aumentar la lesión de partes
blandas, producida por los extremos óseos fracturados al
moverse; este fenómeno cobra especial importancia en el
caso de los vasos y los nervios. La incorrecta
manipulación de un miembro fracturado puede hacer que los
picos y biseles de la fractura desgarren arterias, venas o
nervios. Sólo se debe inmovilizar el miembro en la
posición en que se encuentra, preferiblemente con
férulas. Éstas se pueden improvisar con tablas o
cartón y afianzarlas al miembro con tiras de tela.
Si la cabeza o el tronco de la víctima se encuentran
doblados o torsionados en posición antinatural se debe
sospechar inmediatamente de una fractura o luxación de la
columna vertebral. De ningún modo se debe intentar
corregir la deformidad o mover el tronco. Otros síntomas
de lesión vertebral son el dolor agudo en la espalda o el
cuello y la parálisis en las extremidades inferiores. Todo
accidentado sospechoso de presentar una lesión vertebral
debe ser manejado en estricta inmovilidad, transportado "en
tabla", preferiblemente por varios socorristas, y mejor
aún sobre una superficie dura y plana (una puerta, por
ejemplo).
Mordeduras Las mordeduras más frecuentes son de
perros, gatos,
serpientes y pequeños roedores como las ratas y las
ardillas. También se ven en ocasiones mordeduras
humanas.
Las mordeduras de serpientes no venenosas no requieren más
que el tratamiento habitual de las mordeduras: no suturarlas,
limpieza e irrigación, aplicación de
antisépticos, profilaxis antitetánica y vigilancia
de la herida. Como cualquier mordedura puede infectarse, es
recomendable en ellas la profilaxis antibiótica. Las
mordeduras de serpientes venenosas requieren primeros auxilios y
atención hospitalaria de la máxima
urgencia.
Los síntomas de una mordedura de serpiente venenosa
dependen de la especie del reptil. Los crótalos, como la
cabeza de cobre
(Agkistrodon contortrix) y una especie de mocasín
(Agkistrodon piscivorus), inyectan un veneno que destruye los
vasos sanguíneos; la herida desarrolla inmediatamente un
dolor intenso e inflamación. Si la cantidad de veneno es
grande la hinchazón llega a ser tan pronunciada que rompe
la piel. La decoloración de los tejidos circundantes es un
signo patognomónico de mordedura por estas serpientes. El
paciente se siente mareado y con náuseas y puede
desarrollar un shock. La mordedura de las serpientes del género
Micrurus no causa dolor inmediato, pero su veneno ataca el
sistema nervioso
central paralizando órganos vitales como los pulmones.
La identificación del tipo de serpiente es muy útil
para administrar la antitoxina correspondiente.
El objetivo del
socorrista es evitar la difusión del veneno. Es necesario
mantener inmóvil al paciente para evitar el aumento de la
circulación local o sistémica. Si la mordedura se
halla en una extremidad, se debe aplicar un torniquete de 5 a
8 cm por encima de la mordedura. Este torniquete no debe ser
demasiado compresivo, pues es importante que la sangre siga
manando
de la mordedura en pequeñas cantidades.
Otro método para retardar la circulación del veneno
es mantener en declive la parte mordida. Para aliviar el dolor se
puede aplicar sobre la herida hielo o agua fría. La herida
debe lavarse con abundante agua y jabón y secarse con
mucho cuidado. Después debe aplicarse un apósito
estéril o, en su defecto, limpio. Lo ideal es la
inyección precoz de la antitoxina
correspondiente.
Puntos principales de presión
Las arterias principales pueden ser comprimidas contra el hueso
subyacente para detener una pérdida grave de sangre de un
miembro. En la figura superior, el punto en el que la arteria
humeral pasa más cerca de la piel está a una
distancia media entre el codo y el hombro. La presión
ejercida por los dedos sobre este punto interrumpe el aporte de
sangre a una herida de la mano o del antebrazo. En la imagen inferior,
el punto principal de presión para las lesiones de la
pierna está donde la arteria femoral cruza la
articulación entre la pelvis y la pierna. La
presión de la mano sobre este punto reducirá el
flujo de sangre. Se debe tener en cuenta que debido a que estas
maniobras privan del aporte sanguíneo a toda la
extremidad, sólo se deben usar en casos de urgencia
absoluta
Situación
(Ahogamiento en agua).
Se puede producir hasta en la tina de baño, en
niños pequeños en recipientes con agua y desde
luego en piscinas, playas, ríos, lagos, etc.
¿Qué HACER?
Si no respira, se debe comenzar respiración asistida. Si
no tiene pulso, alternar con masaje cardíaco (las
técnicas de respiración asistida y masaje
cardíaco deben ser aprendidas en instrucción
formal).
(*) Cursos de
reanimación.
¿Cómo PREVENIR?
Proteger con rejas las piscinas.
No dejar solos a niños pequeños cerca de orillas
(ríos, mar, lago, etc.)
No dejar a los niños pequeños solos en la tina del
baño, cerca de fuentes o
recipientes con agua.
Autor:
Jissel Urbieta Lopez