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SANTA INQUISICIÓN




Enviado por x_ansel



    1. Origen de la
      Inquisición
    2. Contexto
      histórico
    3. Definición de conceptos y
      terminología:
    4. Inquisición
      Episcopal
    5. Inquisición
      Pontificia
    6. Inquisición en
      España
    7. La Inquisición en
      América
    8. Fin de la
      Inquisición
    9. Juicio crítico a la
      Inquisición
    10. Referencia en
      Internet

    Origen de la Inquisición

    La Inquisición fue creciendo gradualmente y
    adaptándose a los acontecimientos históricos que se
    dieron en Europa durante la
    Edad Media y
    el
    Renacimiento.

    Podemos distinguir tres formas de
    Inquisición:

    Contexto
    histórico

    Recordemos un poco de historia: las invasiones de
    los bárbaros al viejo imperio Romano
    habían finalizado con la conversión a la
    cristiandad, de los príncipes y reyes de éstas
    tribus que provenían del norte.

    El papado se fortalece en Roma y comienza a
    influir marcadamente sobre los diferentes reinos cristianos. Se
    consolida el canon del cristianismo
    definiendo la Ortodoxia tal como la conocemos hoy. Los dogmas de
    fe tales como la virginidad de María, la Trinidad, y el
    más importante para nosotros y el que acentuó el
    poder de la
    Iglesia Romana
    fue el concepto de
    Salvación.

    Definición de
    conceptos y terminología:

    Entonces quiero definir cuatro conceptos de importancia:
    ortodoxia, salvación, herejía e
    indulgencia.

    Ortodoxo según el Diccionario de
    la Real Academia Española (DRAE), significa: "conformidad
    con el dogma de una religión."

    Salvación: según el DRAE es:
    "consecución de la gloria y bienaventuranza eterna."
    Según el Espasa Calpe, de acuerdo a la concepción
    teológica es: "la obtención del último fin
    del hombre,
    entrando el alma en el cielo, en contraposición a la
    frustración de dicho fin por la eterna condenación
    en el infierno."

    Dijimos entonces que se define la ortodoxia
    católica y se impone el criterio de salvación.
    Surge el término hereje y herejía. Veamos la
    definición de éstos vocablos:

    Según el citado DRAE, hereje significa:
    "Cristiano que en materia de fe
    se opone con pertinacia (obstinación)a lo que cree y
    propone la Iglesia Católica."

    Herejía según el DRAE es: "error en
    materia de fe sostenido con pertinacia."

    Vemos en ésta definición de hereje un
    punto muy importante a tener en cuenta: hereje es un cristiano, o
    sea que no puede serlo un judío o un musulmán. Un
    judío podía ser entonces sospechoso de
    herejía desde el momento en que se convertía al
    cristianismo, no antes. La Inquisición no persiguió
    a los judíos, persiguió a los judíos
    conversos.

    Por último la palabra indulgencia que significa
    según el DRAE: "remisión que hace la Iglesia de las
    penas debidas por los pecados."

    Inquisición
    Episcopal

    El edificio de la Inquisición comenzó a
    construirse varios siglos antes de la gran conversión de
    judíos españoles al final del siglo XIV.

    Una vez establecida la ortodoxia, las desviaciones de
    ella son inquiridas, estudiadas por el obispo de cada
    diócesis y de comprobarse el delito, son
    castigadas. Ésta es la primera forma de Inquisición
    conocida como Inquisición Episcopal. Los castigos en
    éstos casos eran castigos y penitencias canónicas,
    como ser asistir en ocasiones determinadas a la iglesia, rezar
    determinadas oraciones, hacer ayunos, etc.

    Mientras tanto, la autoridad del
    papado sobre los reyes y príncipes cristianos se afianza,
    los reyes reinaban por mandato divino y para su coronación
    era necesaria la bendición romana. Además, el
    papado comienza a administrar las indulgencias.

    Inquisición
    Pontificia

    En el año 1095, el papa Urbano II difunde la
    necesidad de una cruzada para reconquistar Tierra Santa
    que estaba en poder del Islam. Para
    reclutar voluntarios, afirmó que una cruzada a Tierra
    Santa era el sustituto de una penitencia cualquiera e implicaba
    una remisión total del pecado. Esto dio lugar al comienzo
    de las Indulgencias.

    Al principio, una cruzada suponía penas y
    sacrificios muy arduos para un cristiano y era la única
    forma de obtener indulgencias, pero con el tiempo y con las
    necesidades crecientes de fondos, éstas indulgencias se
    fueron extendiendo a todos los que ayudaban con bienes o
    dinero a los
    cruzados, y luego se comenzaron a vender por ejemplo a los
    peregrinos a Roma para la construcción de la catedral de San Pedro,
    hasta que finalmente se vendieron por cualquier motivo y por
    sumas ínfimas.

    Otro hecho importante fue que a mediados del siglo XIII
    se fundan las órdenes mendicantes: los franciscanos y los
    dominicos. Éstas órdenes tienen un crecimiento
    rápido. En pocos años construyen monasterios en
    casi todas las ciudades de Europa. Éstos monjes
    mendicantes hacen un marcado contraste con el opulento clero
    episcopal establecido. Dependen directamente de Roma. Su
    ortodoxia es extrema. La Orden Dominica es encargada por el papa
    para predicar el evangelio y actuar en alguna región
    infectada de herejía. También se ocuparon de
    la
    educación e influyeron y obtuvieron las principales
    cátedras de las universidades.

    Las ideas no ortodoxas, paradójicamente,
    comienzan a llegar a Occidente de la mano de los cruzados que
    regresaban de Tierra Santa. Ellas consistían en considerar
    que Cristo no había creado una iglesia organizada,
    entonces –decían– la enseñanza católica acerca de las
    imágenes, los santos, el bautismo de los
    infantes, la inmaculada concepción, eran falsos. Estas
    ideas se difundieron rápidamente por Occidente. Los
    herejes sostenían que las únicas garantías
    de salvación eran la castidad, la pureza, el ascetismo
    (Doctrina moral que
    impone al hombre una vida rigurosamente austera, con la renuncia
    de todas las cosas terrenas, la mortificación de las
    tendencias naturales de la sensibilidad y la lucha constante
    contra los instintos carnales), la humildad, virtudes que ellos
    (los herejes) practicaban y el clero establecido no. Esta
    herejía se inició en el sur de Europa y se
    expandió rápidamente tomando diversos nombres:
    cataros, arrianos, albigenses, valdenses, dependiendo del
    líder o
    de la región donde predominaba. La Iglesia se
    sintió aterrorizada por la posibilidad de una
    división y desintegración de la
    cristiandad.

    El Papa Inocencio III reaccionó y envió
    varias inquisiciones de los monjes cistercienses (orden religiosa
    de San Benito)y también a Domingo de Guzmán (que
    luego fuera canonizado Santo Domingo). Si bien consiguieron
    algunas retractaciones, la herejía continuaba. Finalmente
    el papa terminó llamando a una cruzada interna contra los
    albigenses, en la región del sur de Francia cerca
    de los Pirineos, a partir de 1208. Los cruzados recibían
    una indulgencia plenaria luego de los 45 días de servicio, la
    condenación de sus deudas e intereses, y la posibilidad de
    recibir las tierras confiscadas a los herejes derrotados. Estos
    beneficios congregaron un ejercito de 500.000 hombres quienes,
    capitaneados por el duque de Borgoña y el conde de
    Monfort, marcharon hacia la región de Albi. Encabezaban el
    bando de los herejes Rogerio, vizconde de Albi, y Raimundo, conde
    de Touluose. Los papistas tomaron la ciudad de Beziers, pasaron a
    cuchillo a 60.000 habitantes, sin respetar a mujeres, ancianos y
    niños;
    la saquearon y luego incendiaron en julio de 1209. La
    anécdota que quedo de estos hechos es que los soldados,
    cuando preguntaron a los prelados (Superior eclesiástico
    constituido en una de las dignidades de la Iglesia, como abad,
    obispo, etc.) como distinguían entre católicos y
    herejes, la respuesta fue: "Matad a todos que luego Dios los
    distinguirá en el cielo".

    Luego se dirigieron a Carcasona donde se rindió
    el vizconde Roger y fueron quemados algunos centenares de
    habitantes. Pero la fuerza de la
    cruzada se debilito cuando transcurrieron los 45 días
    necesarios para alcanzar la indulgencia. El foco hereje continuo
    vivo en Touluose, apoyada por su aliado, al rey de Aragón.
    La lucha continuo por muchos años hasta que los herejes
    fueron derrotados finalmente en 1253.

    El Concilio IV de Letrán de 1215, convocado por
    el papa Inocencio III, dictó un reglamento que dio forma a
    la Inquisición pontificia, reagrupando disposiciones de
    los papas que lo precedieron en concilios anteriores.

    Los puntos principales eran:

    • Toda herejía debía ser perseguida
      concertadamente por las autoridades civiles y
      eclesiásticas.
    • Los procesos
      deberán ser iniciados de oficio —sin instancia de
      parte—.
    • Los obispos deberán disponer la
      realización de inquisición en cada parroquia de
      su diócesis.
    • Las propiedades de los herejes deberán ser
      confiscadas.
    • Los recalcitrantes deberán ser relajados al
      brazo secular para ser sancionados.

    La palabra relajar significa según el DRAE:
    "entregar el juez eclesiástico al secular un reo digno de
    pena capital." En
    buen romance, los mandaban al verdugo.

    Si bien los papas habían encomendado a los monjes
    cistercienses algunas inquisiciones aisladas contra grupos de
    herejes, aún no había una Inquisición
    organizada.

    Como consecuencia de tantos desmanes cometidos a
    inocentes en la represión de la herejía albigense,
    se levantaron voces de protesta en toda la cristiandad, las que
    dieron lugar al concilio de Touluose (1229) que creó el
    Tribunal de la Inquisición. La Inquisición se
    encomendó a la orden Dominicana en donde se conformo un
    tribunal permanente que actuaba en concordancia con el obispo de
    la región infectada por la herejía, por ello se la
    denomina Inquisición Pontificia. Es ésta la segunda
    forma de Inquisición. Esta institución creada en
    principio para mitigar los excesos de las actuaciones no
    controladas contra los herejes, finalmente incorporo los abusos
    de la practica anterior y agrego otros.

    Además, los papas impulsaban a los reyes y
    príncipes a la adopción
    de leyes civiles que
    penaran a los recalcitrantes (terco, obstinado en la resistencia) de
    herejía con la pena capital. Para la coronación del
    emperador Federico II, el papa Inocencio III insistió para
    que organice en su imperio la persecución de la
    herejía. Federico II sancionó, a instancias del
    Papa, leyes que condenaban a los herejes dentro de su imperio, a
    la pena de muerte
    en la hoguera. Con el tiempo, la Santa Sede recomienda a todos
    los reyes y príncipes cristianos incorporar a sus
    legislaciones locales leyes similares a las del emperador
    Federico II.

    Ya en 1231 queda constituido en Roma el tribunal de la
    Inquisición, o del "Santo Oficio"; su constitución fue encomendada la orden
    dominica. El primer inquisidor había sido Domingo de
    Guzmán quien predicó ante los albigenses ya en
    1208.

    La Inquisición podía actuar por
    acusación, por denuncia o de oficio.

    Había tres opciones posibles:

    Que los procesados se presentasen libre y
    voluntariamente a confesar sus faltas; en este caso serían
    sancionados con medidas espirituales, generalmente
    leves.

    Que se arrepintiesen solamente por miedo a la muerte;
    sufrirían entonces penas de prisión.

    Que se mantuvieran obstinados en sus errores;
    serían relajados al brazo secular para que se les aplique
    la pena de muerte en la
    hoguera.

    Los inquisidores se dirigían al sitio donde se
    sospechaba que había un foco de herejía.
    Pedían el apoyo de las autoridades locales que estaban
    obligadas a otorgarla so pena de excomunión y ser a su vez
    acusados de herejes. Se leía un edicto de gracia en la
    iglesia mayor donde se detallaba cuales eran los errores contra
    la fe y se daba un plazo para el arrepentimiento. Además
    se instaba a quien conociera herejes los delatara. El plazo era
    generalmente de un mes.

    Los que confesaban voluntariamente eran sentenciados
    inmediatamente con penas religiosas que consistían en
    oraciones diarias, peregrinaciones, ayunos y multas. En el caso
    de existir pruebas
    suficientes contra el reo y éste no confesaba la verdad,
    se aplicaba el tormento. Los elementos de tortura eran: el potro,
    la garrucha y el castigo de agua. Si el
    acusado confesaba, entonces era condenado a varios años de
    prisión o de galeras, confiscación de bienes,
    prohibición de ejercer ciertos oficios pare él y
    sus herederos, llevar vestimentas que denotaran su
    condición de arrepentido.

    En caso de persistir en su error, era relajado al brazo
    secular que aplicaba la pena de muerte. Encontramos entonces un
    eufemismo (Modo de expresar con suavidad o decoro ideas cuya
    franca expresión sería malsonante). Se pedía
    clemencia para el reo por un lado y se impulsaba a las
    autoridades civiles (los reyes y príncipes) a promulgar la
    pena de muerte para los herejes.

    Cuando había suficientes sentencias y se
    consideraba que la herejía estaba conjurada, se
    hacía lo que finalmente se conoció como auto de fe.
    Era una ceremonia que duraba un día entero. Comenzaba a
    primeras horas de la mañana, cuando los reos eran llevados
    a la casa del inquisidor, en la que se los vestía con una
    túnica amarilla y un bonete en pico. Se hacía un
    desfile hasta el lugar donde se llevaría a cabo el acto;
    en general una plaza importante. Se celebraba misa con un
    sermón que se refería a lo horrendo de la
    herejía. Luego se leían las sentencias, comenzando
    por las más leves. A los que se relajaban al brazo secular
    para ser quemados se los conducía hacia otro lugar que se
    llamaba quemadero, donde había preparado una pira y
    allí eran quemados vivos.

    Esta Inquisición cumplió con los objetivos
    fijados de eliminar la herejía de los reinos y principados
    cristianos. Luego de algunos siglos de funcionar fue quedando en
    desuso y en el olvido. En la Inquisición Pontificia, las
    sentencias de los juicios eran apelables ante la Santa Sede y
    generalmente los acusados eran absueltos allí por dinero,
    posición social o mediante un favor importante a los ojos
    de la Iglesia.

    Inquisición en
    España

    Se debe hacer aquí una distinción entre la
    Inquisición en España y
    la Inquisición Española, expresiones que parecen
    iguales pero no lo son. La Inquisición Española es
    la que los reyes Isabel de Castilla, y Fernando de Aragón
    establecen en España a partir de 1478 y que fue
    independiente y diferente de la del resto de la cristiandad. Sin
    embargo, en España también funcionó la
    Inquisición Episcopal y la Inquisición Pontificia,
    como veremos enseguida.

    La Inquisición era casi desconocida en la
    Península hasta la fecha mencionada. En Castilla no
    había tribunal de la Inquisición y los delitos de la fe
    se atendían en los obispados. Era la Inquisición
    Episcopal que ejercían los obispos en su diócesis;
    pero éstos estaban ocupados en otros asuntos y le
    prestaban poca importancia a la herejía.

    Por el contrario, en Aragón, había un
    tribunal de la Inquisición Pontificia establecido desde la
    época de la herejía albigense que se había
    extendido desde Touluose hasta la vecina Aragón. Domingo
    de Guzmán, el primer inquisidor, había mandado a
    principios del
    siglo XIII a Raimundo de Peñafort como comisario y a
    instancias de éste, el papa Gregorio IX designó un
    tribunal de la Inquisición que se ocupó de
    erradicar la herejía albigense en Aragón luego de
    largas vicisitudes. Pero para la época que nos interesa,
    mediados del siglo XV, también el tribunal de
    Aragón estaba casi olvidado.

    De la misma forma que los acontecimientos se fueron
    desencadenando para dar lugar a la creación de los
    tribunales de la Inquisición Pontificia, también en
    España los hechos se sucedieron de tal forma que los reyes
    consideraron necesario crear la Inquisición
    Española. Podemos señalar como la primera causa el
    fenómeno de conversión masiva de judíos que
    se produce durante las revueltas y motines antijudíos de
    1391, que se iniciaron en Sevilla por los sermones de Fray
    Ferrant Martínez. Continuaron con la prédica de
    Vicente Ferrer en Castilla entre los años 1400 y 1420, que
    también lograron una conversión masiva de
    judíos. Estas conversiones, en su mayoría, no
    fueron sinceras sino que se hicieron a la fuerza, ante la
    presión
    de un pueblo enardecido, excitado por sacerdotes
    fanáticos.

    Entonces comienza el fenómeno de los "conversos"
    y su calvario, que signará la historia de España y
    de los judíos hasta mediados del siglo pasado.

    A mediados del siglo XV encontramos en la
    península Ibérica varias clases
    sociales: los reyes y la nobleza, ostentan el poder, manejan
    las armas, hacen la
    guerra a los
    moros y son dueños de las tierras, desprecian el trabajo
    manual; el
    pueblo, que es esclavo de la gleba, o sea que depende de los
    señores feudales y son los que cultivan la tierra, son
    incultos e iletrados; el clero, que depende de Roma y está
    agrupado en conventos de diferentes órdenes, las
    más importantes, ya vimos, son los dominicos y los
    franciscanos, monjes mendicantes, que pregonan el ascetismo, la
    vida dedicada a la oración y dependen directamente de
    Roma, no del obispo local, dominan el saber, los libros y las
    bibliotecas, son
    los cristianos educados; las minorías de otros credos:
    judíos y moros. Los moros son el pueblo vencido que
    retrocede a medida que los cristianos conquistan el territorio
    hasta concentrarse finalmente en Andalucía, en la
    provincia de Granada. Los judíos, que habitaban la
    Península desde tiempos inmemoriales, son habitantes
    urbanos, que ejercen toda clase de oficios, hasta los más
    elevados como consejeros de los reyes. Son letrados y conocen la
    contabilidad y
    la numeración decimal.

    Las leyes de los diferentes reinos limitan cada vez
    más las posibilidades de trabajo de los judíos
    impidiéndoles ejercer diversos oficios. Sus actividades
    son cada día restringidas y son obligados a vivir en
    barrios determinados; hay un intento de excluirlos de la vida
    económica.

    En éste panorama se insertan los conversos,
    llamados también marranos o cristianos nuevos, en
    contraposición a los cristianos viejos o lindos que son
    los originarios cristianos. Los conversos ven que al cambiar de
    religión, los impedimentos que tenían como
    judíos son eliminados y tienen acceso a todos los oficios
    y puestos del reino, que antes les eran vedados. Enseguida
    comienzan a escalar posiciones en las cortes de España por
    su capacidad y sabiduría, aventajando a los cristianos
    lindos.

    Con el correr del siglo XV, éstos cristianos
    nuevos despiertan la envidia y los celos de los cristianos viejos
    y comienzan las intrigas y las demandas en su contra.

    La sucesión del trono de Castilla luego de la
    muerte del rey Enrique IV recae, no sin ciertas intrigas y
    luchas, en su hermana Isabel en el año 1465. Isabel
    contrajo matrimonio con
    Fernando, sucesor del trono de Aragón, por lo que ambas
    coronas se unieron, a la muerte de Juan II de
    Aragón.

    Era confesor de la reina Isabel, Tomás de
    Torquemada, prior de los Dominicos y influyente en la
    corte.

    Torquemada se hizo eco de las protestas de los
    cristianos viejos y comenzó a predicar acerca de la
    conveniencia de crear una Inquisición en Castilla. En 1478
    se produce un acontecimiento fortuito en el cual se descubre en
    Sevilla a un grupo de
    cristianos nuevos que hacían ceremonias extrañas a
    la religión cristiana. Esto convence a la reina, quien
    ordena a los embajadores de España en Roma que pidan al
    papa la creación de una Inquisición para Castilla y
    Aragón. El papa Sixto IV expide una bula en noviembre de
    1478 que autoriza a los reyes de España a nombrar
    inquisidores y removerlos a perpetuidad.

    Se crea el tribunal y los primeros inquisidores, Miguel
    de Morillo y Juan de San Martín, llegan a Sevilla en
    septiembre de 1480. Sus indagaciones les llevan a hallar un grupo
    de criptojudíos (judíos ocultistas)cuyo
    líder era Diego de Susán. Se levanta la
    acusación de herejía y luego de un proceso, los
    principales autores son condenados a la hoguera en el primer auto
    de fe en Sevilla el 6 de febrero de 1481, en el quemadero de la
    Tablada.

    Características especiales de la
    Inquisición Española

    La Inquisición Española se diferenciaba de
    la Inquisición Pontificia en primer lugar por que a los
    Inquisidores los nombra el rey, no el papa, o sea que pasan a ser
    funcionarios de estado y
    responden a las políticas
    del reino; la segunda diferencia es que en que los procesos no
    eran apelables en Roma. El tribunal se organizó dé
    tal manera que Torquemada fue nombrado Inquisidor Supremo para
    Castilla, Aragón y Sicilia, formando parte del tribunal el
    cardenal Mendoza, Miguel Morillo y Juan de San Martín. La
    sede primitiva estaba en Sevilla, trasladándose luego a
    Toledo. La autoridad del Inquisidor Supremo era inapelable. El
    Inquisidor Supremo presidía un consejo llamado supremo,
    compuesto por cinco ministros.

    El papa Clemente VIII les otorgó facultades de
    revisar todo tipo de impresos y manuscritos y de prohibir
    la lectura y
    circulación de todos los libros y papeles que juzgasen
    perjudiciales a la moral o
    contrarios a los dogmas ritos y disciplina de
    la iglesia.

    Composición del Tribunal

    El consejo Supremo nombraba a los miembros de los
    Tribunales Subalternos con jurisdicción sobre todo el
    territorio del reino y de ultramar.

    Los tribunales eran formados por dos jueces letrados y
    un teólogo, tenían el trato de
    Señoría y debían vestir traje
    eclesiástico. Había un fiscal
    acusador y un juez de bienes que tasaba (dar un precio)las
    posesiones confiscadas a los acusados. Los asistía un
    numero de personal auxiliar
    que cumplía diversas funciones; entre
    ellos, los más importantes para la historia fueron los
    notarios, que escribían todas las preguntas y respuestas
    hechas a los presuntos herejes y que hoy son muy valiosos
    documentos,
    inclusive anotaban las declaraciones hechas cuando el acusado era
    sometido a tortura, como veremos en éste ejemplo de una
    confesión arrancada bajo la tortura.

    Además, en cada pueblo o ciudad había
    comisarios que debían cumplir las órdenes del
    tribunal de la región. Sus funciones eran las de
    difusión de los edictos de la Inquisición,
    especialmente el
    edicto de fe
    que se leía en las
    iglesias. Debía hacerlos cumplir, investigar los casos de
    herejía que pudieran presentarse y arrestar a los
    sospechosos.

    Luego estaban los "familiares" que ejercían la
    función
    de vigilancia y protección de los miembros del Santo
    Oficio y secundaban a los comisarios en los arrestos. Es
    importante hacer notar que todos los miembros, comisarios y
    familiares del tribunal gozaban de una indulgencia plena mientras
    duraran sus funciones. Esto quiere decir que iban directamente al
    cielo.

    Delitos

    En esta perspectiva, los principales delitos contra la
    moral cristiana de competencia

    Inquisitoriales eran:

    1. Blasfemia

    Las blasfemias eran afirmaciones injuriosas contra Dios,
    la Virgen y los santos, así como contra las cosas sagradas
    en general. Podían ser de dos tipos: heretical o simple.
    La primera era consecuencia de alguna herejía y la segunda
    fruto de la ira del momento o de alguna circunstancia particular.
    En el primer caso la jurisdicción correspondía
    exclusivamente a la Inquisición; en el segundo, a la
    autoridad que hubiese conocido la causa inicialmente.

    Las autoridades civiles eran sumamente severas en el
    tratamiento de este delito y, en cumplimiento de las
    disposiciones reales, imponían sanciones drásticas
    contra los blasfemos, incluyendo la pena de muerte. Cuando la
    blasfemia era contra la Virgen o los santos se decretaba
    mutilación de la lengua,
    azotes, prisión, destierro, galeras, confiscación
    de bienes, etc. Cualquier persona
    podía detener y conducir a la prisión a aquellos
    que blasfemasen, debiendo encargarse los jueces de la
    aplicación de la respectiva sanción.

    Por su parte, el Tribunal del Santo Oficio aplicaba
    sanciones más benignas: aquel que se auto denunciaba y
    retractaba no era detenido. Si era denunciado y la blasfemia era
    grave saldría al auto de fe con vela en mano, soga al
    cuello y mordaza en la boca, a lo cual se agregaban,
    después del referido acto, la aplicación de 100
    azotes o el destierro. En las blasfemias leves las penas eran
    suavizadas: asistir a misa en calidad de
    penitente llevando un cirio encendido en la mano. Después
    de dicha ceremonia se procedía a la lectura de la
    sentencia, por la cual se

    imponía la realización de ayunos, el rezo
    de oraciones y el pago de multas.

    2. Bigamia

    Esencialmente consiste en contraer un segundo matrimonio
    sin estar disuelto legalmente el primero. En estos casos, antes
    de detenerse al inculpado, tenía que probarse debidamente
    el hecho. Se necesitaban testigos de la realización de
    tales matrimonios, información que era complementada por los
    comisarios del lugar con la revisión de los libros
    parroquiales pertinentes y las declaraciones de los
    párrocos y demás concurrentes a la ceremonia. A los
    bígamos se les imponía como penas: salir a un auto
    de fe con una vela en la mano, soga al cuello y coroza; asimismo,
    en ese acto, debían abjurar(retractar con juramento) de
    levi, recibir 100 o más azotes; luego de lo cual, eran
    desterrados o enviados a galeras.

    3. Supersticiones

    Este término deriva del latín superstitio
    y significa Creencia extraña a la fe religiosa
    y

    contraria a la razón. Se denomina así a
    las creencias o prácticas contrarias a la verdadera
    religión: "Que tales artes son heréticas y
    prohibidas por toda ley divina y
    humana, resulta de su simple enumeración. Invocar al
    demonio con uno u otro fin, en una u otra manera, constituye un
    verdadero acto de apostasía, aunque el demonio no
    conteste, como suele suceder. El error astrológico, por lo
    que ata el libre albedrío a los influjos planetarios, es
    fatalismo puro, y del mismo o semejante yerro adolecen todos los
    medios
    divinatorios. Finalmente, las supersticiones de cualquier linaje
    se oponen tanto a la verdadera creencia como las tinieblas a la
    luz. Por eso
    cuantos autores han tratado de magos y nigromantes, los
    consideran ipso facto herejes. Las penas que se imponía a
    los que cometían alguno de estos delitos eran, en su mayor
    parte, salir al auto de fe, realizar la respectiva
    abjuración de levi o de vehementi, 100 azotes o
    vergüenza pública, destierros entre 3 meses y 10
    años, multas, etc. Las principales supersticiones
    eran:

    3.1 Brujería

    Se considera como tal a las actividades que tienen como
    común denominador el ejercicio de un poder sobrenatural
    siniestro, ejercido por personas que vivían sometidas al
    demonio. Generalmente sus practicantes, supuestos o reales, eran
    mujeres. También se le conocía como
    hechicería o magia negra. Entre las principales razones
    para acudir a la ayuda de las brujas predominan los
    desórdenes sexuales –tales como adquirir filtros
    para seducir a la persona deseada-, suscitar calamidades y
    daños contra enemigos o rivales, invocar a los muertos y,
    en general, para resolver todo tipo de problemas.

    No todas las brujas seguían las mismas
    prácticas, pero las siguientes eran las más
    comunes: la bruja reniega de Cristo y los sacramentos realizando
    un pacto con el demonio, en cuyo honor realiza ritos
    diabólicos en los que hace una parodia de la Santa Misa o
    de los oficios de la Iglesia, adorando a Satanás,
    príncipe de las tinieblas, al cual le ofrece su alma a
    cambio que le
    diese poderes sobrenaturales.

    Así, la brujería está directamente
    relacionada con el satanismo. "La hechicería se
    vivía como una verdadera amenaza en el seno de la comunidad, las
    convicciones relativas a la magia estaban profundamente
    arraigadas en la vida social. Para el hombre
    común la hechicería resulta un complejo
    ideológico capaz de aportar soluciones a
    gran parte de los problemas cotidianos. La acción del
    hechicero se desarrolla en dos direcciones, magia de
    protección y magia destructora: sanar enfermedades, deshacer
    hechizos, adivinar, proteger de los ataques, preparar filtros.
    Su

    posición social es ambivalente, el paso de una
    categoría benefactora a otra malhechora es producto del
    temor y sospechas que este poder levanta entre sus
    vecinos.

    De acuerdo con este credo, los males no son un castigo
    de Dios por nuestros pecados, sino los ataques malintencionados
    de ciertas personas, y en consecuencia, se tomaba por muy real la
    explicación de que alguien podía estar provocando
    la desgracia. Quién mejor que el enemigo o el marginado
    para hacerse responsable del infortunio imprevisto, de su envidia
    o resentimiento podían ser víctimas no sólo
    personas adultas…

    3.2 Adivinación

    Adivinar es predecir lo futuro o descubrir las cosas
    ocultas a través de actos sobrenaturales o mágicos
    sin recurrir a Dios. La adivinación no utiliza medios
    naturales tales como el uso de la razón o el estudio. Por
    ende, según la concepción católica, la
    adivinación recurre explícita o
    implícitamente al demonio, y quien le practica queda, en
    algún grado, vinculado al maligno.

    Debemos precisar la diferencia existente entre
    adivinación y profecía. En la adivinación el
    hombre es el que busca conocer un suceso futuro mientras que en
    la profecía Dios, por iniciativa propia, revela algo que
    va a suceder y que quiere que la persona que Él ha elegido
    –el profeta- lo comunique a otros. Las adivinaciones son de
    dos tipos:

    4. Los "pecados nefandos"

    Se les denominaba también delitos abominables o
    inconfesables. Esta variedad incluía a las relaciones
    sexuales entre personas del mismo sexo; a las
    relaciones sexuales entre personas de sexos opuestos contra
    natura y a las relaciones sexuales con animales. A
    partir de fines del siglo XVI en los documentos inquisitoriales
    se distinguió la sodomía a secas de la
    sodomía bestial o bestialidad.

    Las sanciones a estos delitos eran drásticas por
    entenderse que se utilizaba el sexo contra las leyes naturales
    establecidas por Dios, las mismas que se rigen por la

    atracción y complementariedad de los sexos
    opuestos, cuyo uso está relacionado

    con la reproducción de la especie. La mayor parte
    de los procesados por estos delitos fueron hombres. Desde tiempos
    inmemorables y con mayor razón durante la Edad Media, se
    consideraba a estos delitos entre los más graves que se
    pudiesen cometer. Por ello, mucho antes de que existiese el Santo
    Oficio, las autoridades civiles actuaban en su contra con sumo
    rigor. A los que cometían tales faltas -y aún a los
    que lo intentaban- en algunas partes los quemaban vivos, mientras
    en España los castraban públicamente,
    después de lo cual eran suspendidos por los pies hasta que
    morían. Los Reyes Católicos cambiaron tal
    sanción por la de quema en la hoguera y
    confiscación de bienes (1497).

    Solamente en el Reino de Aragón, en conformidad
    con un breve de Clemente VII (1524), eran juzgados por los
    tribunales de la Inquisición, mientras que en Castilla,
    las Indias y los demás dominios hispanos eran materia de
    competencia de
    los tribunales civiles. Hay que precisar que aun en Aragón
    tal delito podía ser juzgado indistintamente por la
    Inquisición o los demás tribunales de justicia, pero
    los perpetradores de tales faltas.

    5. Delitos propios de los religiosos

    Eran los cometidos por los miembros de las
    órdenes religiosas así como por los del clero. Los
    principales tipos eran los siguientes:

    5.1 Solicitación en
    confesión

    Uno de los principales esfuerzos del Tribunal estuvo
    dirigido a reforzar la moral de los religiosos, especialmente de
    los confesores, lo que se acentuó a partir del Concilio de
    Trento.

    Bajo la expresión solicitantes en
    confesión se incluyen las palabras, actos o gestos que,
    por parte del confesor, tienen como finalidad la
    provocación, incitación o seducción del
    penitente, con la condición de que dichas acciones se
    realicen durante la confesión, inmediatamente antes o
    después de ella, o bien, cuando finge estar confesando
    aunque de hecho no sea así.

    Es importante indicar que la aproximación del
    hombre a la mujer, en la
    época que nos ocupa, era sumamente restringida y
    requería normalmente de una serie de actos previos de los
    que estaba exceptuada la confesión. En tal sentido, tanto
    la privacidad como la ausencia de los referidos actos
    hacía presumir, por un lado, la facilidad para la
    insinuación por parte del confesor como la posibilidad de
    la existencia de alguna calumnia por la confesada. A esto se
    añadía que, en el acto mismo de confesión,
    las mujeres debían revelar sus faltas, aun las más
    íntimas, lo cual podía ser aprovechado por
    algún confesor para obtener sus favores. La sanción
    que el Tribunal aplicaba a los solicitantes era enérgica e
    incluía la lectura de su sentencia en la sala de
    audiencias, ante los prelados de las órdenes, sus
    compañeros confesores y los párrocos del lugar. En
    cuanto a las penas en sí, los solicitantes debían
    abjurar de levi, ser privados de confesar a las mujeres
    perpetuamente y a los varones durante un período
    establecido; asimismo, eran suspendidos de predicar y administrar
    los sacramentos; y se les sentenciaba a prisión,
    destierro, penas pecuniarias, disciplinas, ayunos, oraciones,
    etc.

    5.2 Falsa celebración

    Se llamaba así al delito que consistía en
    realizar la celebración de la misa sin estar autorizado
    para ello, es decir, sin ser sacerdote debidamente
    ordenado.

    Los culpables debían salir en auto de fe o
    aparecer como penitentes en una iglesia, donde abjurarían
    de levi o vehementi, después serían degradados de
    las órdenes que tenían, los azotarían y
    desterrarían. También podían ser enviados a
    prisión o galeras por un período de tiempo
    determinado.

    5.3 Matrimonio de los religiosos

    Las órdenes sagradas -por el voto de castidad-
    constituían impedimento para el matrimonio y, por ende, el
    realizado por las personas ordenadas era nulo en sí mismo.
    Los que cometían tal falta eran considerados como
    sospechosos de herejía.

    En algunas oportunidades se le denominaba
    apostasía de las religiones. Las personas que
    caían en estas faltas debían abjurar de levi en la
    sala de audiencias o en un auto de fe y eran sancionadas con
    prisión, destierro o galeras.

    6. Delitos contra el Santo Oficio

    Incluimos en este rubro todos aquellos hechos que
    favorecían la causa de las herejías cuya
    realización, en alguna manera, constituía un
    obstáculo u ofensa contra el Tribunal. Se solía
    denominar a este tipo de delito fautoría. El juzgamiento
    de los ofensores esta práctica era común en los
    procedimientos
    judiciales de la época: cada institución
    perseguía las ofensas realizadas a sus miembros, los
    agravios recibidos, las intromisiones en sus competencias,
    etc.

    6.1 Impedir sus acciones

    Se llamaba impedientes a los que en alguna forma
    impedían el cumplimiento de las disposiciones del
    Tribunal. Consideraban como tales a todos aquellos que
    obstaculizaban las tareas de la Inquisición, como, por
    ejemplo, los que ocultaban a

    los fugitivos, los que violaban el secreto
    inquisitorial, los que amenazaban a los testigos, etc.

    6.2 Ofender al Tribunal

    Cometían tal delito los que de hecho o de palabra
    atentaban contra el Santo Oficio o sus miembros.

    6.3 Verter falsos testimonios

    Era tratado como un grave delito contra el Tribunal
    declarar falsamente en las causas de fe aunque fuese por
    animadversión, interés,
    odio o cualquier otro motivo. Los que calumniaban a un
    feligrés presentándolo como si fuese hereje,
    perjudicándolo en su honor y buena fama, eran considerados
    entre los más grandes delincuentes. Cabe precisar que
    incurrían en esta falta no sólo los que calumniaban
    maliciosamente sino también los que ocultaban la verdad al
    Tribunal. Algunos especialistas en derecho inquisitorial
    recomendaban a los inquisidores que aplicasen a los testigos
    falsos la pena del talión.

    6.4 Violar inhabilitaciones

    Los sentenciados por el Tribunal en causas contra la fe
    quedaban sujetos a una serie de inhabilitaciones, cuya
    violación acarrearía nuevas sanciones. Las
    inhabilitaciones alcanzaban a los descendientes -hijos y nietos
    por línea paterna e hijos por línea materna-
    impidiéndoles ocupar cualquier cargo público,
    dignidad civil o eclesiástica en España y sus
    colonias. Asimismo, los inhábiles no podían
    utilizar ningún signo exterior de riqueza como joyas,
    vestimentas de seda o terciopelo, caballos, etc. En esta materia
    la Inquisición se ceñía exclusivamente a las
    leyes emanadas de la autoridad civil: la corona había
    dispuesto que los reos sentenciados a relajamiento así
    como los reconciliados quedaban inhabilitados. Para poder ejercer
    el control
    inquisitorial sobre los inhábiles se colocaban sus
    respectivos sambenitos (escapularios) en las iglesias
    correspondientes.

    Se les denominaba impenitentes a los que
    incumplían total o parcialmente las sanciones que el
    Tribunal les había impuesto. De otra
    parte, se denominaba "reconciliados" a los procesados que, antes
    de producida la sentencia definitiva, confesaban sus delitos y se
    arrepentían de los mismos. Hay que añadir una
    distinción importante entre lapsos y relapsos. Se
    denominaba lapsos a aquellos que siendo católicos se
    convertían en herejes. Los relapsos eran los que, teniendo
    un origen católico, habían caído en la
    herejía, luego habían retornado a la fe -abjurando
    de sus errores- y habían reincidido en la herejía.
    El trato que recibían estos últimos era más
    enérgico.

    Para precisar la gravedad de las faltas y delitos
    cometidos por una persona, los inquisidores debían
    considerar el conjunto de los indicios reunidos en su contra, a
    partir de los cuales descartaban las acusaciones o
    disponían el inicio del respectivo proceso.

    Procedimientos

    Los procedimientos de la Inquisición
    Española eran similares al de la episcopal.
    Incluían los interrogatorios
    durante la tortura
    , y el eufemismo de la
    relajación al brazo civil, donde sabían que la pena
    era la muerte en la hoguera.

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    El uso de la tortura era común, muchas veces
    sólo consistía en mostrar al reo la sala de
    tormento, los verdugos y los instrumentos de tortura. Con
    sólo mostrarlos se conseguían confesiones y
    delaciones.

    En los casos de que el reo insistiera en sus
    convicciones era sometido efectivamente a tormento. Los
    más usados eran:

    La cuerda, consistía en sujetar al reo en una
    mesa y luego dar vueltas a un cordel arrollado a sus brazos y
    piernas produciendo estiramiento de las articulaciones y un fuerte dolor.

    El tormento del agua consistía en verter agua
    sobre el rostro del torturado impidiéndole
    respirar.

     

    El garrote consistía en una tabla sostenida por
    cuatro patas con garrotes que se ajustaban hasta producir
    dolor.

    En el tormento de la garrucha el torturado era atado
    de las manos, elevado y dejado caer violentamente sin llegar al
    suelo, lo
    que provocaba intensos dolores en las
    articulaciones.

    Cuando había una cierta cantidad de condenados
    por la Inquisición, se celebraban los llamados "Autos
    de Fe
    ".

     

    Eran ceremonias que duraban un día entero, desde
    la mañana hasta la noche, con gran pompa y
    ostentación. Comenzaban con una procesión de las
    autoridades civiles y eclesiásticas y finalmente los
    condenados, vestidos con ropas infamantes llamadas sambenitos,
    palabra que es una deformación de "saco bendito". Se
    leían las condenas, y aquellos destinados a la pena de
    muerte, eran relajados al brazo civil, donde el verdugo los
    quemaba en la hoguera en presencia de todo el pueblo.

    La
    Inquisición en América

    A mediados del siglo XVI en Hispanoamérica
    están ya los Españoles firmemente establecidos en
    México y
    en Perú. En estas colonias había un porcentaje
    importante de cristianos nuevos. Surgen entonces reclamos para
    nombrar un tribunal de la Inquisición. El rey Felipe II
    por real célula del
    25 de enero de 1569 crea los tribunales de la Inquisición
    en la ciudad de México y en Lima.

    La diferencia principal de los tribunales americanos con
    respecto a los de la Península era que el tribunal no
    tenía jurisdicción sobre los indios; procuraba su
    evangelización. Las razones
    básicas eran dos: la primera, que los pobladores nativos
    recién estaban siendo instruidos en la religión
    católica y, en su mayoría, no podían
    entender aún claramente los dogmas ni mucho menos
    distinguirlos de las herejías. La segunda, estrechamente
    relacionada con la anterior, es que la intención declarada
    del monarca no era que el Tribunal fuese odiado sino querido y
    respetado como ocurría en la Península
    Ibérica, por lo cual se buscaba dar ejemplo a los
    aborígenes controlando la conducta y
    doctrina de los españoles. Su principal objetivo era
    erradicar de las Indias a los cristianos nuevos sospechosos de
    judaizantes y a los protestantes.

    Cerezuela comenzó a ocuparse del establecimiento
    del Santo Oficio nombrando comisarios, familiares y todo el
    personal del tribunal en todas las ciudades de su
    jurisdicción. Se hizo cargo de las causas pendientes en el
    obispado.

    El primer auto de fe tuvo lugar en Lima el 15 de
    noviembre de 1573 y el primer "relajado", o sea quemado, fue
    Mateo Salado, de nacionalidad francés, por luterano
    (Doctrina predicada por Lutero).

    El establecimiento de la Inquisición en América
    tuvo una fuerte oposición de los obispos, especialmente
    con Fr. Francisco de Victoria, obispo de Tucumán,
    sindicado como cristiano nuevo, a fines del siglo XVI.

    Unión de las coronas de España y
    Portugal

    En el año 1580, año de la segunda
    fundación de Buenos Aires por
    Juan de Garay, en la Península se produce la unión
    de los reinos de España y Portugal, pues Felipe II es el
    único heredero del trono de ese reino. Muchos portugueses
    "sospechosos de su fe" comienzan a ingresar al Virreinato
    del Perú por la ciudad recientemente fundada, en la cual
    la vigilancia de la Inquisición era más
    débil. La unión de los reinos dura hasta 1640 en
    que los lusitanos se rebelan contra la monarquía española y el duque de
    Braganza, bajo el nombre de Juan IV, ocupa el trono del reino de
    Portugal. Pero fueron sesenta años durante los cuales
    América hispana estuvo bajo una misma corona y, durante
    ellos, un gran número de cristianos nuevos pasó de
    los dominios portugueses a los dominios españoles. De tal
    manera que en el Río de La Plata, decir que alguien era
    "portugués", era sinónimo de "judío
    converso".

    Intento de crear un Tribunal de la Inquisición
    en Buenos Aires

    En el siglo XVII surgió la idea de crear un
    tribunal de la Inquisición, ya fuera en Córdoba o
    en Buenos Aires. Los motivos alegados eran que por el puerto del
    Río de la Plata ingresaban portugueses judaizantes y
    también se introducían libros prohibidos;
    finalmente ésta idea no fue aprobada por la Suprema
    española.

    Fin de la
    Inquisición

    El siglo XIX se inicia con las victorias de Napoleón quien corona a su hermano
    José en el trono de España. En diciembre de 1808
    decreta la extinción del Tribunal de la
    Inquisición. Las cortes españolas que se oponen
    militarmente a Napoleón dictan una constitución
    liberal y en 1813 decretan la abolición de la
    Inquisición. En 1814, derrotado Napoleón y vuelto
    al trono el rey Frenado VII, restablece el Tribunal.

    Mientras tanto, en América, la Asamblea del
    año Trece, a instancias de San Martín y de Alvear,
    decreta la eliminación
    de la Inquisición en Buenos Aires.
    Si la
    Asamblea tuvo que derogar la Inquisición, es prueba de que
    existía. A medida que las fuerzas independientes derrotan
    a los españoles, una de las primeras medidas siempre fue
    la eliminación del Tribunal. La abolición del
    Tribunal de Lima se produce en 1820, por orden de las cortes
    españolas, porque por pocos años vuelve a tener
    vigencia la constitución de Cádiz de 1812 que
    derogaba el tribunal. Pocos años después, Fernando
    VII vuelve a instaurar el tribunal en España, pero
    América ya era independiente, gracias a las victorias de
    San Martín y Bolívar. Los tribunales de la
    Inquisición no funcionaron más en toda
    América del Sur.

    Juicio
    crítico a la Inquisición

    La Inquisición española estuvo, desde sus
    orígenes sujeta a la voluntad real, lo cual la
    llevó inclusive a enfrentarse en algunas oportunidades
    contra el propio pontífice. Cierto es que en ocasiones
    devino en instrumento político de los reyes para fines
    diversos, por su característica dualidad,
    estatal-eclesiástica. Sin embargo, debemos recordar
    también que no existía ningún tribunal que
    no estuviese sujeto a dicha presión y utilización
    por el poder político, no sólo en España
    sino en todo el mundo. El Santo Oficio fue el símbolo de
    la etapa en la cual se estableció y desarrolló. La
    alta religiosidad de la época motivó el surgimiento
    de una institución que se encargara de la fe, la moral, el
    mantenimiento
    del orden público y la paz social. La Inquisición,
    más allá de cualquier humana desviación de
    sus objetivos, cumplió ese rol. Fue muy importante para
    el estado y
    para la formación de la unidad nacional española,
    defendiéndola contra los graves peligros que la amenazaban
    en su dominio, pero a
    costa del sufrimiento y la muerte de "pecadores".

    El apego que siempre manifestaron al dinero, salvo
    contadas excepciones, jamás reconoció límites,
    considerándose el puesto de inquisidor tan seguro medio de
    enriquecerse. Un punto importante por el cual prevaleció
    por tanto tiempo.

    No tiene sentido, para mitigar los males cometidos por
    alguien, en este caso la Inquisición, señalar los
    males cometidos por otros. Todos los males y sufrimientos
    impuestos al
    ser humano por gobiernos e instituciones
    son condenables, en todo momento y en todo país. "El fin
    no justifica los medios."

    La parte resaltante y promovida por la
    Inquisición fue la del control de la conducta humana,
    la censura y el castigo, a quien se opusiera a sus mandatos, al
    estado-eclesiástico. Y como transfigurar las ideas
    religiosas que proponen soluciones muy diferentes( a mi propio
    punto de vista), fue como decir, si no estas conmigo estas en
    contra mía, y por lo tanto todo acto que hagas que agreda
    la integridad social-religiosa como yo la concibo será
    sancionado (de forma irracional, con fines monetarios para
    imponer miedo al resto), logrando así un control
    absoluto.

    El hombre condiciona su conducta a sus necesidades, sus
    gustos o caprichos, y por que lo obligan. La Inquisición,
    fue sinónimo de vigilancia y sospecha continua, creando
    parámetros de conducta muy rígidos y a juicio de
    los Inquisidores, por lo tanto la libertad se
    veía restringida en un alto grado, y uno era castigado en
    ocasiones sin ser culpable, como es el caso de las llamadas
    brujas.

    La tortura es la forma más dañina para
    mantener un poder, pero también es muy efectiva. Lo que se
    logro utilizándola fue un salvajismo y perdida de la
    noción del dolor y la preservación humana. Fue una
    búsqueda de sangre injusta,
    pues los que la manejaban jamás eran culpables de algo. La
    civilización iba para atrás, impidiendo avanzar
    como hermanos, con creencias e ideales diferentes. Pensar que
    todos debían obedecer y acatarse a una religión
    simplemente por las ideas de unos cuantos, al creer que ellos
    eran los que estaban bien y los demás no, en el fondo
    tenían miedo de lo que era diferente a ellos y por
    supuesto proponían una diversidad que no les
    agradaba.

    «La libertad, Sancho, es uno de los más
    preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no
    pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar
    encubre; por la libertad, así como por la honra, se
    puede
    y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es
    el mayor mal que puede venir a los hombres»
    Miguel de Cervantes
    D. Quijote de la Mancha
    "Quien escupe al cielo, en su cara le cae»
    Dicho popular mexicano-taraumara

    Referencia en
    Internet

    www.congreso.gob.pe/museo.htm

    www.pachami.com/Inquisicion.htm


    www.banrep.gov.co/blaavirtual/boleti3/bol3/ocho/.htm

     

     

     

    José Cuervo

     

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