Monografias.com > Estudio Social
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

La ancianidad en Argentina




Enviado por krinalan



    Indice
    1.
    Introducción

    2. Interpretación de la vejez a
    través de la historia

    3. Argentina: Envejecimiento y baja
    natalidad

    4. Situación social de los
    mayores de 70 años en argentina.

    5. La problemática de la
    ancianidad. mitos y prejuicios.

    6. Conclusión
    7.
    Bibliografía

    1. Introducción

    El presente trabajo tiene como finalidad, exponer desde
    el punto de vista de la política
    social, distintas reflexiones sobre preocupaciones, problemas,
    tendencias, acciones,
    roles, cuidados, atenciones, etc, de los ancianos en la
    Argentina; lo cual lleva a una mejor interpretación de la
    situación social actual y a impulsar la base de
    conocimientos dentro de la temática : "Políticas
    sociales para la ancianidad".
    El tema de la ancianidad es hoy uno de los más
    preocupantes de nuestro siglo y la necesidad de dar respuesta a
    la problemática tan compleja que encierra, constituye sin
    dudas todo un desafío interdisciplinario pero que al mismo
    tiempo, pueda
    perfilar una especialidad que posibilite la capacitación adecuada del recurso humano en
    situación de enfrentarse con el mismo.
    Frente a esto muy pocos estados asumieron el envejecimiento de la
    población como un tema que reclama estudios
    y sistematizaciones como paso previo para identificar las
    situaciones de pobreza y
    vulnerabilidad para construir y diseñar políticas
    públicas apropiadas para los adultos mayores. Las personas
    mayores son cada vez más y tienen más necesidades
    que deben ser atendidas por las políticas
    sociales.

    2.
    Interpretación de la vejez a
    través de la historia

    Cada período histórico ha tenido para cada
    período de edad una significación y unas exigencias
    determinadas. La vejez ha sido objeto de una gran elasticidad de
    sinónimos, rodeándose de atribuciones y segmentos
    conforme a las circunstancias e intereses de cada tipo de
    organización social y en cada momento
    dado.
    Frente a esto, surgen estas preguntas: ¿cuál es el
    valor que se
    le ha dado a la vejez a lo largo de los tiempos?, ¿difiere
    mucho de la situación que en la actualidad se le ha dado
    al anciano?.

    Prehistoria
    Los individuos que vivieron en esta época, lo
    hacían en tribus, las cuales determinaban la estructura
    social básica de convivencia y donde se planteaba como
    único objetivo: la
    supervivencia.
    Las luchas, las cacerías, las dificultades adaptativas al
    medio y las enfermedades eran los
    elementos propicios para que no se pudieran alcanzar muchos
    años de vida, por lo que la población anciana
    escaseó en este período.
    Se consideraba al anciano como el depositario del saber y
    transmisor de la memoria del
    clan, ya que el hecho de alcanzar edades avanzadas suponía
    un privilegio. Durante estos períodos prehistóricos
    los cuidados en la vejez fueron patrimonio de
    la mujer de la
    tribu, quien se ocupaba de las tareas domésticas y del
    cuidado tanto del anciano como del niño.

    Egipto
    Al anciano se le otorgaba un papel
    dirigente por la experiencia y sabiduría que le confiere
    su larga vida. Dentro de la cultura
    egipcia, la palabra anciano significaba sabiduría.
    Existía una interesante relación de los ancianos
    egipcios con una función
    destacada en la sociedad,
    educador y guía de los pasos de los jóvenes, es
    decir, ejercían como consejeros.
    En Egipto el
    anciano se contempla desde una visión positiva como pilar
    fundamental en la educación de los
    más jóvenes y como símbolo de
    sabiduría. Una vez más, era la mujer quien se
    ocupaba del cuidado del anciano dentro de la familia o
    la servidumbre doméstica constituida por
    mujeres.

    Grecia
    El giro del mito al logos,
    la percepción naturalista y su sentido de
    perfección, relegaron a los ancianos a una
    situación deteriorada. Para una sociedad que adoraba la
    belleza, la vejez no podía menos que significar una ofensa
    al espíritu. En general, la Vejez junto a la Muerte
    configuraban lo que los griegos llamaban Keres, es decir, el
    grupo de males
    de la vida, por tanto, la vejez sería considerada como un
    castigo.
    Atenas permaneció fiel a la juventud. La
    actitud
    contraria la presenta la ciudad de Esparta, la cual tenía
    un senado, Gerusia, compuesto por veintiocho miembros todos ellos
    mayores de sesenta años, consecuentemente los espartanos
    respetaron a los ancianos por considerarlos transmisores de
    sabiduría.
    Durante el período helenístico, los viejos robustos
    y ambiciosos tuvieron más oportunidades que en la Grecia
    clásica ya que fue una sociedad más abierta y
    cosmopolita y menos prejuiciosa respecto a la raza y la edad.
    La figura de la mujer aparece en todas las épocas
    históricas de Grecia relegada al plano doméstico:
    dedicándose al cuidado de los niños,
    enfermos y ancianos.

    Mundo Hebreo
    Los ancianos jugaron un papel importante en la conducción
    del pueblo hebreo. En el libro de los
    números se puede encontrar la descripción de la creación del
    Consejo de Ancianos como una iniciativa divina por lo que a estas
    entidades se le conferían grandes poderes religiosos y
    judiciales, prácticamente incontrarrestables en sus
    respectivas ciudades. Al institucionalizarse el poder
    político de la monarquía, el Consejo de Ancianos, es
    relegado a una función de consejeros, pero
    continúan teniendo un gran poder. Es durante el
    período del rey hebreo Roboam cuando el consejo pierde su
    poder y la imagen del
    anciano comienza a deteriorarse.
    La derrota militar en el año 586 a.C. y la conquista de
    Jerusalén por los babilonios fue atribuida al alejamiento
    de la religión por parte del pueblo hebreo, por
    lo que supuso una revitalización de la misma y, en
    consecuencia, una mejora de la posición de los ancianos,
    los cuales, alcanzaron de nuevo el prestigio que poseían
    en los tiempos patriarcales y monárquicos. A partir del
    s.V los ancianos volvieron a perder progresivamente su influencia
    política.

    Roma
    La cultura romana se caracterizó por: la tolerancia, la
    capacidad de adaptación, su sentido práctico de la
    vida y, por último, su cosmopolitarismo.
    Aunque en un principio se ha hablado de la visión
    pesimista que los romanos tuvieron de la vejez, el anciano fue un
    personaje muy considerado en los textos de esta época, de
    hecho se plantearon los problemas de la vejez desde casi todos
    los aspectos: políticos, sociales, psicológicos,
    demográficos y médicos.
    El Derecho romano
    concedía autoridad al
    anciano en la figura del Pater Familia, que
    ostentaba un poder tan grande sobre la familia y esclavos, que
    hizo que llegaran a ser odiados y temidos. Esta
    concentración de poder estableció una
    relación intergeneracional tan asimétrica que
    generó grandes conflictos y
    condujo a un verdadero odio hacia los viejos. En cuanto a la
    mujer aparece la figura de la Mater Familia que aunque
    permanecía en un segundo lugar, gozaba de la
    simpatía y tolerancia de la prole. No Hay que olvidar que
    la mujer vieja y sola fue brutalmente menospreciada.
    La época de oro de los ancianos fue la República,
    donde se confiaba el poder político a los hombres de edad
    avanzada. A partir del s. I a.C., se produjo un período
    inestable y los valores
    tradicionales cambiaron. Augusto inauguró un nuevo
    período floreciente para las artes y la economía y menguante
    para el poder del Senado y de los ancianos. Al perder el poder
    familiar y político, los ancianos que se habían
    convertido en tiranos cayeron en el desprecio y sufrieron los
    rigores de la vejez. Este desprecio no se generalizó a
    toda la población anciana, ya que, los romanos eran muy
    tolerantes y juzgaban a los individuos, no a un período de
    la vida.
    En los primeros años del cristianismo,
    los ancianos continuaban ostentando un cierto poder y eran
    respetados, pero a partir del s. V, esto comenzó a
    cambiar, el anciano va perdiendo poco a poco su poder y la vejez
    se convierte en un símbolo negativo cuya llegada va a ser
    temida por todos. Los ancianos no son tomados en cuenta por el
    cristianismo ya que representa a un hombre
    intemporal, pero hay que destacar la importancia que se da en
    esta cultura al cuidado de los necesitados entre los que sin duda
    abundaban los ancianos.

    Edad Media
    Es la época de la brutalidad y del predominio de la
    fuerza. En
    semejante ámbito cultural, no es difícil imaginar
    el destino de los débiles, lugar que les corresponde a los
    viejos. Para la Iglesia no
    constituyó un grupo específico, sino que estaban en
    el conjunto de los desvalidos. Fueron acogidos temporalmente en
    los hospitales y monasterios, para luego reencontrarse con la
    persistente realidad de sus miserias. Estaban sujetos a la
    solidaridad
    familiar para la subsistencia.
    En los primeros siglos del cristianismo, a partir del siglo V, la
    vejez se convierte en un símbolo negativo y su llegada va
    a ser temida por todos.
    La Iglesia no tuvo una consideración especial para los
    ancianos.
    En el ámbito de la moral, los
    autores utilizan la vejez como imagen alegórica del
    pecado, teniendo una visión pesimista de la ancianidad,
    siendo ésta un mal proveniente del castigo divino por los
    pecados del hombre.
    La peste negra fue una catástrofe que afectó a toda
    Europa cuando en
    el año 1348 penetra por Génova procedente de
    Asia Central,
    matando a más de un tercio de europeos. Se
    ensañó especialmente con niños y adultos
    jóvenes por lo que el número de ancianos sufre un
    considerable aumento, de 1350 a 1450. Los ancianos, en ocasiones,
    se convierten en patriarcas. La vinculación entre las
    generaciones se vio facilitada. Resulta paradójico
    concluir diciendo que la peste favoreció a los ancianos
    quienes ganaron posición social, política y
    económica.

    Renacimiento
    El espíritu individualista que florecía, tras
    siglos de encierro en pequeñas ciudades amuralladas y
    pestilentes, ahogados de miedos y violencias, rechazaron sin
    disimulo la vejez.
    Asimismo, todo aquello que representaba la fealdad, decrepitud
    inevitable, el carácter
    melancólico y la decadencia. Fueron, quizás, los
    tiempos más agresivos contra los ancianos. Pero,
    más aún, contra las ancianas.
    El desprecio a la vejez se manifiesta en las artes y en las
    letras.
    A partir de 1480 la recuperación demográfica hace
    resurgir a la juventud. El aumento de jóvenes que
    arrollarán a los viejos, la utilización de la
    imprenta y la sistematización de los registros de las
    parroquias, van a hacer perder la función que el anciano
    tenía de ser la memoria del
    grupo.
    El arquetipo humano del Renacimiento lo
    personificaron los cortesanos y los humanistas. Ambos rechazaron
    a los viejos, pues representaban todo aquello que quisieron
    suprimir.

    El Mundo Moderno
    El Estado del
    mundo moderno fue impersonal, reglamentado y el poder se
    caracterizaba por ser representativo, es decir, basado en la
    delegación del pueblo. Se entiende que, en este sistema, surgiera
    la progresiva despersonalización y el creciente predominio
    de los funcionarios de la nueva organización, para cuyo
    retiro se inventó la "jubilación". Este
    fenómeno supone una visión economicista y
    especializada del cuidado del anciano que durante siglos
    había sido realizado desde la familia, sin ningún
    tipo de remuneración y entendido como un deber
    independiente y familiar, mientras que es a partir de este
    momento y con la llegada de la Revolución
    Industrial, cuando al ser humano se le valora por el trabajo que
    ha realizado al servicio de
    una institución pública, privada, de forma
    autónoma, etc… y el Estado se
    siente obligado a compensarle ante el resto de la sociedad. Sin
    embargo, es en esta época todavía cuando el anciano
    continua recibiendo los cuidados desde dentro de la familia. Es
    ya a finales del siglo XIX cuando se comienza a separar a la
    vejez de la enfermedad del anciano y nace por un lado la
    Gerontología y por el otro la Geriatría.

    El Mundo Contemporáneo
    En esta etapa lo más preeminente ha sido la cultura
    tecnocientífica, la cual ha sido la que más ha
    influido en la vida de los ancianos. Éste no solamente ya
    no es el depositario de la sabiduría aceptada como en
    épocas anteriores, sino que al contrario, es el más
    alejado del conocimiento
    moderno, porque es el que ya no aprende. Nos encontramos en una
    época en la que hay una decadencia del concepto
    experiencia, es decir, la experiencia incluso laboral. La
    experiencia no es apreciada porque representa el pasado.
    Además física y
    estéticamente, el anciano ocupa un papel no deseable para
    la sociedad.
    Además la prolongación del lapso
    post-jubilación, conlleva un empobrecimiento progresivo,
    agravado por la mayor necesidad de asistencia médica.
    El debate acerca
    del envejecimiento y los ancianos acaba de empezar, y el conjunto
    de la sociedad está preocupada por las noticias de tipo
    catastrófico acerca del envejecimiento de la estructura
    poblacional y acerca de las grandes necesidades de la
    población anciana. Actualmente es el Estado quien debe
    asumir esta responsabilidad, ya que tradicionalmente y
    especialmente en una sociedad más rural la familia ha sido
    la responsable del cuidado de los ancianos. Tanto el espacio
    físico como social de los ancianos en la familia ha sido
    reducido; su capacidad para contribuir en la familia
    también se reduce; el sentimiento de obligación
    hacia los ancianos se debilita en el marco urbano, y la
    reducción en el número de hijos y el incremento en
    la actividad laboral de la mujer reducen el número de
    cuidadores potenciales. Familias de tipo profesional y de clase
    media empiezan a abandonar sus responsabilidades de cuidar
    directamente a sus ancianos.

    Según distintos autores, las características del anciano actualmente
    son:

    • Deseo de dejar un legado: no querer ser olvidados e
      influir en los demás después de
      muertos.
    • Funciones del anciano: compartir experiencia con el
      joven y establecer contactos generacionales.
    • Apego a los objetos familiares: lo que le
      acompañó en la vida: casa, animales,
      familia, recuerdos…le dan un sentido de continuidad en el
      tiempo.
    • Cambio en el sentido del tiempo: viven el
      presente.
    • Sentido completo del ciclo vital: valoran la vida
      como un todo.
      Creatividad,
      curiosidad y capacidad de sorpresa.
    • Sentido de la propia realización: cuando se ha
      logrado resolver el conflicto.

    A Modo De Conclusión
    A lo largo de los tiempos el hombre ha
    ido interpretando incesantemente el papel del anciano en la
    sociedad, dependiendo de diversos factores: políticos,
    artísticos y estéticos, demográficos,
    éticos y religiosos, así como los relacionados con
    la familia y el parentesco. No resulta un hecho sorprendente el
    que en las últimas décadas, la población de
    edad avanzada haya aumentado de forma creciente en número
    y diversidad, requiriendo, a su vez, un mayor espectro de
    necesidades de todos los tipos. Son los profesionales de los
    cuidados quienes deben conocer estas necesidades para poder
    intervenir sobre ellas. Pero para ello es preciso analizar el
    pasado, es decir, los hechos históricos y la
    interpretación antropológica que de estos hechos
    relacionados con la vejez se hicieron.
    Mientras que en la actualidad se contempla al viejo como un ser
    "pasado, fuera de modas y como a un estorbo", es preciso observar
    como en otras civilizaciones y épocas históricas se
    les consideró como una fuente de sabiduría y
    experiencia por lo que a su vez sirvió como consejero de
    las distintas comunidades donde residía, participando en
    la todos los aspectos de la vida cotidiana.

    3. Argentina:
    Envejecimiento y baja natalidad

    Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), Argentina se
    está convirtiendo en un país de ancianos y lo
    será cada vez más si se sigue difundiendo una
    mentalidad antinatalista que mantiene al territorio como el
    más subpoblado de la región.
    Envejeciendo. Para los demógrafos, una
    sociedad envejece cuando los mayores de 65 años superan el
    7% de la población total. Pues bien, en Argentina este
    grupo humano representa el 9% y en la Capital
    Federal –Buenos Aires
    llega a ser el 16%. Según los expertos, la causa principal
    es el número cada vez menor de nacimientos.
    Desde cuando. Desde la época de los "70", el
    fenómeno denominado "invierno demográfico" ha
    seguido un camino lento pero sostenido. Y las proyecciones de
    población del INDEC indican que el "invierno"
    arreciará en el próximo siglo a menos que se cambie
    la política: si en 1995 los adultos de 65 años y
    más representaban el 9% del total, en el 2010
    alcanzarán al 10% y en el 2025 al 12%.
    En números. En cifras netas significa que de los 3.300.000
    que eran en 1995, serán 5.800.000 en el 2025. A la cabeza
    de este proceso se
    encuentra la Capital Federal, que no dejará de crecer en
    el futuro. El fenómeno no se repite de la misma manera en
    todo el país, sino con marcadas diferencias según
    las provincias e, incluso, entre los barrios de la Capital.
    Sin juventud. El proceso de envejecimiento, que tiene su origen
    en la baja de la cantidad de hijos por mujer, significará
    además la disminución sensible del segmento
    poblacional que se encuentra en torno a los 15
    años y que constituye un grupo demográfico
    fundamental, pues representa la capacidad de "reposición
    humana" de una nación.
    Según los expertos, hoy este grupo apenas alcanza el 29
    por ciento del total, en el 2010 será el 26% y sólo
    un magro 22% en el 2025, si las tendencias no cambian.
    Adiós niños. Argentina registró un
    incremento significativo de su tasa de crecimiento poblacional
    alrededor de los años 40 y entre 1960 y 1970. A partir de
    entonces, el paulatino proceso de descenso en la fecundidad
    comenzó a transformar demográficamente al
    país:

    • En 1980, dividiendo el número de bebés
      por el de mujeres era de 3.1 hijos.
    • En 1996 este valor bajó a 2.6 hijos, y se cree
      que en el 2005 será de 2 hijos por pareja, por debajo
      del límite de reemplazo generacional.

    Sin embargo, esta relación es aún
    más grave entre las madres en Buenos Aires que hoy en
    día tienen un promedio de 1.7 hijos; En efecto,
    según las proyecciones, en los primeros cinco años
    del próximo siglo la cifra bajará a 1.4 y en el
    2005-2010 llegará a 1.3.
    ¿Regresionando? "La disminución de la fecundidad es
    una regresión, porque cuanto más numerosa sea la
    población y mejor distribuida esté, mayores
    serán las posibilidades de desarrollo de
    un país". "Por su extensión, Argentina
    debería tener 100 millones de habitantes. De ahí la
    política natalista, expresada centralmente en la Constitución Nacional, que sostiene el
    derecho a la vida desde el momento de la concepción".
    Proceso complejo. El impulso que el gobierno quiere
    darle al crecimiento poblacional, sin embargo, no es sencillo.
    Según diversos expertos, las causas de la reducción
    poblacional son numerosas y de distintos niveles. Entre ellas
    destacan "el proceso de urbanización en el que las
    familias numerosas ya no funcionan con facilidad en una ciudad
    con un tipo de vivienda que no se presta a la expansión".
    Por otro lado, está también la mentalidad
    antinatalista que suele acompañar al ideal del confort y
    del ascenso social en términos materiales.
    Los modelos. En
    ese sentido, algunos expertos coinciden en que Argentina
    está más cerca del modelo de vida
    europeo-occidental y norteamericano que de los demás
    países de América
    Latina: aumenta el número de jóvenes que no se
    casan; los que se casan lo hacen más tarde para poder
    dedicarse más al éxito
    personal
    material, y finalmente, si llegan a decidir tener hijos, optan
    por que sean pocos a raíz del debilitamiento de la
    estructura familiar en el país. No en vano numerosos
    expertos aseguran que el futuro de Argentina está
    vinculado estrechamente a la renovación de los valores
    familiares.
    Hoy, en todo el país son aproximadamente 4.580.000 las
    personas de más de 60 años. Tomando en cuenta lo
    que arrojan las estadísticas de proyección para el
    año 2005, serian 5.320.000 personas, es decir que en todo
    el país se le van a agregar 740.000 ancianos a la
    población actual en los próximos 10 años, y
    para el 2050 habrá una población de gente mayor de
    12.500.000 personas ( casi 8.000.000 de personas más que
    hoy).

    Cuadro De Censos Y Proyecciones De Los Grupos De Mas De
    60 Años

    EDAD/AÑOS

    60-64

    65-69

    70-74

    75-79

    80 y más

    TOTALES

    1.950

    485.838

    328.945

    201.228

    109.510

    81.688

    1.207.209

    1.960

    676.450

    494.223

    337.776

    191.489

    119.930

    1.819.868

    1.970

    906.267

    695.443

    482.207

    297.340

    191.398

    2.572.655

    1.980

    1.065.372

    884.496

    664.673

    432.549

    297.719

    3.344.809

    1.990

    1.296.973

    1.071.821

    809.400

    576.565

    449.343

    4.204.102

    2.000

    1.341.451

    1.195.629

    1.018.110

    736.526

    638.124

    4.929.840

    2.010

    1.650.394

    1.340.135

    1.086.951

    863.080

    912.741

    5.853.301

    2.020

    1.915.842

    1.689.074

    1.368.640

    1.002.921

    1.155.725

    7.132.202

    2.030

    2.149.241

    1.900.585

    1.620.905 

    1.301.820

    1.508.417

    8.480.968

    2.040

    2.934.102

    2.309.307

    1.842.898

    1.496.714 

    1.963.180

    10.546.201

    2.050

    2.961.538

    2.742.733

    2.545.238

    1.849.869

    2.409.470

    12.508.848

    Lo que hoy representa un 13% del total
    del país, dentro de cinco años sería un 14%
    y en el 2050 un 24%. Una cuarta parte de la población
    tendrá más de 60 años, y las expectativas de
    vida promedio sobrepasarán los 100 años.

    Año

    Población total

    60 años y más

    Porcentaje

    1.950

    17.150.336

    1.207.336

    7,04

    1.960

    20.616.009

    1.819.868

    8,83

    1.970

    23.962.313

    2.572.655

    10,74

    1.980

    28.113.507

    3.344.809

    11,90

    1.990

    32.546.518

    4.204.102

    12,92

    2.000

    36.647.798

    4.929.840

    13,45

    2.010

    40.755.076

    5.853.301

    14,36

    2.020

    44.417.081

    7.132.202

    16,06

    2.030

    47.779.864

    8.480.968

    17,75

    2.040

    50.732.215

    10.546.201

    20,79

    2.050

    53.120.630

    12.508.848

    23,55

    Entre 1950 y 2050, en Argentina, la
    población mayor de 60 se incrementará en un
    16,16%
    En los últimos 100 años en Argentina mientras la
    población creció 16 veces, la población
    mayor de 60 creció 49 veces y la mayor de 75, 53
    veces.

    Hoy Argentina tiene una población de 4.920.000
    personas mayores de 60, de esta franja 1.400.000 tiene 75
    años. El 80% de esta franja vive en zonas urbanas.
    Actualmente el 14% de toda la población mayor de 60 vive
    en la ciudad de Buenos Aires y representa un 21% de su
    población total.
    Las expectativas de vida en Argentina es hoy de 72 años,
    similar a la de los países desarrollados, y en los
    próximos 25 años se espera que llegue a los 77,5
    años.
    Hace cuarenta años, América
    Latina tenía un promedio de 10 a 15 trabajadores por cada
    jubilado. Hoy el la relación es de 5 a 1, pero en la
    Argentina la relación es de 2 a 1.
    Una cuestión muy importante a tener en cuenta es la
    posibilidad de prevenir -o al menos aplazar- las consecuencias
    negativas del envejecimiento, ya que muchos factores (por ejemplo
    el estilo de vida) pueden encontrarse asociados a una vejez
    problemática. Por lo tanto, una buena nutrición, ejercicios
    físicos y asistencia sanitaria permanente, resultan de
    gran relevancia a la hora del diseño
    de políticas sociales.
    Al analizar el grado de vulnerabilidad de la población
    debemos tener en cuenta a la edad como una de las variables que,
    históricamente, fue tomada como referencia inmediata para
    medirlo. Pero en esta época, en particular a partir de la
    década de los 80 -sobre todo con el agotamiento del
    "estado de bienestar" -es necesario ampliar el número de
    las variables para comprender la situación de
    vulnerabilidad / riesgo de una
    población. Inciden notablemente, acelerando este proceso,
    las variables socioeconómicas que hoy en día
    determinan más que "la edad", la forma en que estos
    ancianos han envejecido, cómo proyectan y cuáles
    son sus perspectivas de futuro.
    En nuestro país debemos agregar a esto los notables y
    acelerados cambios a los cuales se ha visto sometida la sociedad
    argentina desde la década del ‘90 con la
    aplicación de una feroz e inhumana política de
    corte neoliberal, que ha desmantelado y transformado la
    estructura social, precarizando y expulsando del mercado laboral a
    grandes masas de población que aún en condiciones
    de jubilarse no han podido completar sus años de aporte o
    se han visto obligados a aceptar cualquier tipo de trabajo en
    condiciones infrahumanas, con ingresos en negro
    y con un sistema de cobertura social prácticamente
    inexistente.
    Las consecuencias de un sistema previsional a punto de colapsar,
    sin capacidad para absorber y contener la nueva demanda, ni a
    los futuros jubilados (ej. PAMI), el gran porcentaje de la
    población mayor que actualmente percibe ingresos
    -jubilaciones y pensiones- promediando entre $151 a $300,
    producto de
    un" mercado globalizado" que genera precarización del
    empleo
    (aumentando el trabajo en negro, la jornada laboral, la baja de
    los aportes jubilatorios y aumento de la terciarización),
    son fenómenos que provocan, por un lado, el achicamiento
    del mercado laboral, ya de por sí deprimido, un nivel cada
    vez menor de aporte a las cajas jubilatorias, dentro del sistema
    dual Estado y AFJP (Sólo un 60% de los afiliados a una
    AFJP aporta en la actualidad).
    Como consecuencia, en el futuro, será cada vez menor la
    franja de ancianos que posea un ingreso y una cobertura social
    que les permita un nivel digno de vida, poniendo en grave riesgo
    su supervivencia.
    En los últimos tiempos a surgido un nuevo sector, con
    características propias, denominado"
    jóvenes–Viejos–Jóvenes", ampliando la
    clasificación existente que divide a los adultos mayores
    en" viejos- Viejos" y" viejos- Jóvenes". Este sector se
    conformaría , por aquellos que poseen entre 50 y 60
    años, que se encuentran en una doble disyuntiva, de que a
    pesar de ser jóvenes psíquica, física y con
    posibilidades de ser económicamente productivos, el
    mercado los a expulsado caracterizándolos como viejos
    improductivos.
    Son cronológicamente jóvenes, pero el sistema de
    protección social no está preparado para absorber
    la demanda de esta franja de la población, sin programas
    sociales alimentarios o planes de vivienda que los contenga,
    sumiéndolos cada vez más en situación de
    marginación y de exclusión, y engrosando la franja
    denominada" nuevos pobres", actualmente considerada una nueva
    clase social por algunos investigadores, dada su permanencia
    temporal.

    4. Situación
    social de los mayores de 70 años en
    argentina.

    Sociodemográfico

    • Hay alrededor de 500 mil personas de 70 y
      más años sin cobertura previsional.
    • La mitad de ellos habita en la Provincia de Buenos
      Aires

    .

    • En Mendoza hay 18.000 personas adultas mayores de 70
      años sin cobertura previsional.
    • Siete de cada diez adultos de 70 años y
      más sin cobertura previsional son mujeres.
    • En Mendoza EL 28,2% de adultos mayores de 70
      años y más están sin cobertura
      previsional.
    • Entre los mayores sin cobertura previsional un 45%
      son jefes de hogar, más de un tercio son cónyuges
      y un 15% son padres o suegros del jefe de hogar.
    • Entre los varones predominan los jefes de hogar (85%)
      y entre las mujeres las cónyuges (48%).
    • Casi 15% de las personas de 70 años y
      más que carecen de cobertura previsional viven solas.
      Entre ellas, siete de cada diez son mujeres.
    • Un tercio habita sólo con su cónyuge y
      el 11% con hijos mayores de 18 años.
    • Más de la tercera parte vive en hogares
      extendidos o compuestos.
    • En las regiones Metropolitana, Patagónica y
      Pampeana una proporción significativa de mayores sin
      cobertura previsional viven solos (hogares
      unipersonales).
    • En las regiones Metropolitana, Cuyo, NEA y NOA la
      mayoría de estos adultos mayores cohabitan con otros
      familiares (hogares extendidos y compuestos). En cambio en
      las regiones Pampeana y Patagónica prevalecen aquellos
      que viven sólo con su cónyuge (hogares nucleares
      sin hijos) .
    • Los hogares nucleares prevalecen en las dos
      últimas regiones, y los hogares extendidos y compuestos
      predominan en las regiones Metropolitana, NEA y
      NOA.

    Perceptores De Ingreso

    • Casi dos tercios de los mayores de 70 años sin
      cobertura habita en hogares donde no hay otras personas que
      cuenten con ese beneficio.
    • casi seis de cada diez mayores de 70 años sin
      cobertura vive en hogares donde no hay personas ocupadas que
      perciban ingresos
    • Si se toman en cuenta ambos tipos de ingresos, se
      comprueba que un tercio de los mayores sin jubilación
      habita en hogares que carecen de perceptores de ingresos de
      origen previsional o laboral.
    • También se aprecia que una cuarta parte
      convive con un perceptor de jubilación o pensión
      y casi un tercio con algún perceptor de ingresos
      laborales, en tanto que el 12% cohabita con perceptores de
      ingresos de ambas fuentes.
    • La ausencia de otro miembro con jubilación o
      pensión afecta:

    Al 41% de los adultos mayores que que viven sólo
    con sus cónyuges.

    Al 62% de los que viven con sus cónyuges e hijos
    mayores de 18 años.

    Al 63% de los que habitan en hogares extendidos o
    compuestos.

    A casi la totalidad de los hogares nucleares con hijos
    menores y a los monoparentales.

    • Más de ocho de cada diez adultos mayores de 70
      años sin cobertura previsional que habita en hogares
      unipersonales o nucleares tampoco cuentan con ingresos de
      origen laboral en el hogar.
    • En la misma situación se encuentran tres de
      cada diez de los que viven en hogares extendidos o
      compuestos.

    Pobreza

    • Alrededor del 18% de los adultos mayores sin
      cobertura vive en hogares indigentes, y más del 50%
      habita en hogares pobres.
    • En Misiones, Corrientes, Salta y La Rioja, la
      proporción de adultos mayores sin cobertura previsional
      que habita en hogares indigentes se sitúa entre 38%
      y50%.
    • Asimismo, la incidencia de la pobreza en
      esta población supera el 60% en Neuquén, Santiago
      del Estero, Salta y Corrientes, el 70% en Misiones y Jujuy y se
      sitúa en torno a 80% en San Juan y La Rioja.
    • En Mendoza el 23,4% es indigente y el 55,8% es
      pobre.
    • La falta de recursos de
      esta población eleva la probabilidad de
      ser pobre cuando viven solos, o cuando cohabitan en un hogar
      extendido de bajos ingresos. Por esa razón, entre los
      que son pobres, casi tres de cada diez viven solos y más
      de un tercio habita en hogares extendidos o
      compuestos.
    • Entre los no pobres predominan los que viven en
      hogares nucleares, con o sin hijos, destacándose estos
      últimos.

     

    Posibles Soluciones A
    La Pobreza

    • La asignación de un subsidio de $ 100 a cada
      mayor de 70 años sin jubilación o pensión
      significaría un incremento de 17% en el ingreso total
      medio y de 21% en el ingreso per cápita medio de los
      hogares donde habitan los mayores de 70 y más
      años carentes de cobertura previsional.
    • El subsidio equivaldría, en promedio a 47% de
      la canasta alimentaria básica de estos hogares y a 20%
      del valor de su canasta ampliada.
      Y el subsidio promedio representaría tres cuartas partes
      de la brecha de pobreza de los hogares donde habitan mayores
      sin jubilación, y 1,2 veces la brecha de indigencia de
      estos hogares. A pesar de ello todos los hogares no
      lograrían emerger de la indigencia porque hay muchas
      familias con ingresos muy bajos o privadas por entero de
      ellos.
    • La asignación del subsidio
      posibilitaría una reducción de casi 20 puntos
      porcentuales en la incidencia de la pobreza en esta
      población (que descendería de 51% a 31%), y de
      más de diez puntos porcentuales en la incidencia de la
      indigencia (que pasaría de casi 17% a 7%). Esto
      significa que, en los principales aglomerados urbanos, cerca de
      65.000 ancianos dejarían de ser pobres y alrededor de
      35.000 emergerían de la indigencia. Si se proyectan las
      cifras al total de las poblaciones provinciales, estas
      reducciones pueden estimarse en 106.000 y 59.500 personas,
      respectivamente.

    5. La problemática
    de la ancianidad. mitos y
    prejuicios.

    La Problemática
    Esta parte del trabajo, tiene como finalidad exponer los factores
    que inciden en la problemática de la ancianidad, para de
    esta forma acercar el tema a la inclusión en la agenda de
    gobierno, y a partir de allí brindar las posibles
    acciones, alternativas e intervenciones.
    Es muy importante que toda política social destinada a los
    ancianos tenga en cuenta primero que nada cuáles son los
    problemas que ellos tienen, para así de una forma
    coordinada y ordenada tratar de ir solucionando los factores que
    los provocan, como así también se deben tener en
    cuenta las variables que conforman esta problemática, a
    saber:

    Variables :

    • Autosuficiencia o no autosuficiencia.
    • Fin de la actividad laboral y la pensión que
      le sigue.
    • Disminución de las posibilidades
      económicas.
    • Éxodo de los hijos de la casa familiar y la
      consiguiente transformación de la familia.
    • Viudedad y consiguiente soledad.
    • Reducción de la energía física,
      debilitamiento de la memoria, enfermedad.
    • Abandono de los roles sociales y la posible
      marginación que de aquí se deriva.

    Problemas que debe tener en cuenta una política
    social destinada a los ancianos:

    • Condiciones socioeconómicas del malestar,
      marginación y la exclusión social de las personas
      mayores.
    • Condiciones de habitabilidad de las viviendas en
      relación con los ciclos de edad, localización
      territorial, condiciones físicas.
    • Condiciones de salud de los mayores y su
      relación con la realidad sociosanitaria.
    • La educación como proceso interminable y la
      solidaridad intergeneracional.
    • Los vínculos y redes sociales (desde la
      soledad y autoestima
      de los mayores).
    • La satisfacción respecto a su propia vida
      (trabajo, ocio, tiempo libre, etc).
    • Las perspectivas de futuro (¿Exclusión
      o integración social?).

    La población anciana no puede ser considerada
    como una condición homogénea, en donde se
    reúnan todas las personas que han superado una cierta
    edad. Por el contrario la vejez es más bien un proceso que
    se manifiesta en fases y tiempos sucesivos y a cada una de estas
    fases corresponden condiciones de vida y niveles de
    autonomía diferentes.
    La población mayor de 65 años es la que, con el
    paso de su condición de activos a
    inactivos, en su mayoría sufre una pérdida de
    identidad
    personal, familiar y social, y esa pérdida de identidad
    tiene unas repercusiones básicas en sus vidas de viejos a
    tres niveles principales: psíquico, biológico y de
    relaciones sociales. Este conjunto de problemas, derivados de su
    propia condición, son los que se deben conocer y tener en
    cuenta cuando se planteen formas nuevas de atención social y cultural.
    Las personas mayores ven reducidas en gran medida sus propias
    capacidades psíquicas y biológicas; que suelen
    manifestarse en las siguientes características objetivas:
    aparecen como personas inseguras en todas sus actuaciones y
    movimientos; se muestran prudentes, conservadoras, pasivas,
    introvertidas, perseverantes, egoístas, dependientes,
    conformistas y ordenadas. Pero además otras
    características muestran el deterioro de su inteligencia,
    la disminución de su memoria, el aprendizaje,
    las habilidades perceptivo-motrices y las emocionales. Se sienten
    inseguras y ello repercute en sus relaciones sociales, lo cual
    les provoca situaciones de soledad, dificultades de
    adaptación, insatisfacción personal y excesivo
    tiempo libre, contribuyendo a que de acentúe el deterioro
    progresivo de su organismo. Y como resultado de estas
    características de índole psíquico,
    biológico y de relaciones sociales, las personas de
    tercera edad pierden interés e
    ilusión por la vida.

    Situación en Mendoza.
    La provincia de Mendoza tiene una población de 1.576.585
    personas (datos
    provisionales Censo 2001), que representa el 4,4% del total
    nacional.
    La población adulta mayor (más de 65 años),
    representa el 9,33% de la población total, o sea 147.404
    personas.
    Un importante porcentaje (14.3%) de población de mayores
    de 65 años de la provincia(21.078 personas) viven en
    condición de pobreza.
    Una proporción mayor aún de la población de
    este grupo del aglomerado de Gran Mendoza (31.9%) no cuenta con
    beneficios jubilatorios(47.022 personas).
    Se trata de población en condición de extrema
    vulnerabilidad, ya que a la vulnerabilidad propia de la esta
    etapa de la vida, se suma la falta de ingresos y de cobertura
    médica, cuya prestación dentro del sistema de obras
    sociales está asociada a la percepción de
    jubilación.

    Mitos Y Prejuicios
    La representación social que se tiene de la vejez
    está todavía muy condicionada por una serie de
    mitos y prejuicios que influyen en funcionarios del Estado, en
    profesionales, en jóvenes, en adultos y en los mismos
    mayores.
    Educación: "Los viejos no son capaces de incorporar nuevos
    conocimientos". Creencia internalizada en las otras generaciones
    y en los mismos mayores.
    La realidad es que el derecho a la educación es
    inalienable en cualquier etapa de la vida. La educación
    permite el desarrollo y el ejercicio de un nuevo rol de los
    ancianos.
    En la vejez, el saber convoca a la activa participación,
    contribuyendo al mejoramiento de la calidad de
    vida y al bienestar general.
    Vejez: El mito es aquel que asocia vejez con enfermedad y/o
    discapacidad.
    Si bien la buena salud en al vejez depende en gran medida de las
    condiciones de vida y del medio
    ambiente, la historia de vida individual,
    es un indicador insoslayable del estado de salud actual.
    Jubilación: Mito que jubilarse del trabajo es
    sinónimo de jubilarse de la vida. La notificación
    de la jubilación no debería ser un certificado de
    defunción para las personas.
    Se ha comprobado que la vida activa retrasa el proceso de
    envejecimiento. Por eso la jubilación no debería
    ser sinónimo d inactividad, sino elección de
    actividad. Ello redundaría en provecho de la sociedad como
    de cada hombre y mujer individualmente.
    Institucionalización: El mito es que las personas mayores
    viven mejor en los geriátricos, con la gente de su
    edad.
    La realidad nos demuestra que en nuestro país, no se
    margina a los viejos en instituciones.
    Tenemos un índice muy bajo de ancianos que viven
    internados: del 1,5 % al 2% de la población total de
    personas de 60 años y más.

    Sexualidad: El mito que los viejos son asexuados.
    La necesidad de mar y sentirse amado, es componente esencial de
    la psiquis durante la vida, desde el
    nacimiento y hasta la muerte.

    6. Conclusión

    No debe considerar el envejecimiento de la
    población como una carga, sino como una oportunidad para
    que las sociedades
    reconozcan la valiosa e importante contribución que las
    personas mayores puedan aportar a la sociedad.
    Al formular las políticas socioeconómicas, los
    gobiernos deberán prestar atención al número
    creciente de personas de edad y establecer sistemas de
    seguridad
    social que aseguren una mayor equidad y solidaridad
    intergeneracional e intrageneracional; fomentar la viabilidad de
    las familias de varias generaciones; prestar apoyo a largo plazo
    a las personas de edad más débiles; tratar de
    aumentar la participación de las personas de edad en la
    sociedad prestando apoyo a su capacidad para valerse por
    sí mismas, y tratar de que las personas mayores puedan
    llevar una vida independiente , saludable y productiva en la que
    aprovechen plenamente sus sptitudes y facultades.
    Teniendo en cuenta que la vejez es más bien un tiempo de
    cosecha en el que se recogen los grandes temas de la vida , se
    puede deducir que todos somos responsables de que este tiempo
    vital sea vivido en plenitud.
    Es necesario despertar en la comunidad la
    conciencia de que
    el anciano es un miembro integrante de ella, que tiene
    necesidades particulares y concretas, las que deben ser conocidas
    y comprendidas para así sentirnos comprometidos con ellos
    trabajando para revertir las dificultades que puedan darse.
    Además es necesario educar para aceptar al anciano en la
    sociedad y en los cambios que en él se producen, partiendo
    desde la niñez y no esperar al día de mañana
    para hacerse la pregunta ¿qué hacer con el
    anciano?.
    Es función de toda la sociedad y también del
    gobierno trabajar en programas preventivos y de promoción, concretos y operativos,
    estimulando la participación y creatividad de las personas
    ancianas. Ala vez, los programas deben ser educativos e
    interdisciplinarios para toda la comunidad, si es que realmente
    se quiere lograr un cambio de actitud frente a esta
    problemática.
    Por lo tanto, no es necesario esperar la disponibilidad de
    recursos económicos, financieros, humanos si se quiere
    empezar a trabajar en la solución de los problemas de este
    sector de la sociedad, por lo que será beneficioso
    trabajar desde las bases para determinar cuáles son las
    verdaderas necesidades y situaciones por las que atraviesan las
    personas de esta edad.
    Por último, hacer que nuestros ancianos puedan vivir
    felices en nuestro mundo actual y futuro es, sencillamente, el
    mejor índice social de que la sociedad argentina se ha
    modernizado y ha cambiado realmente. A ello puede contribuir, sin
    duda alguna, la dedicación ilusionada a las
    políticas sociales a favor de la ancianidad.

    7.
    Bibliografía

    • ALEMÁN BRACHO, Carmen y GARCÉS FERRER,
      Jorge; "Política social", McGraw-Hill (Madrid
      1.998).
    • ISUANI, Ernesto y otros, "Estado democrático y
      política social", EUDEBA (Buenos Aires –
      1989).
    • PASSANANTE, María Inés;
      "Políticas sociales para la tercera edad", editorial
      Hvmaitas (Buenos Aires – 1983).
    • PSZEMIAROWER, Nora, "La tan temida ancianidad". Doc
      14. Centro de documenatción en políticas
      sociales". 1999.
    • GUÍA DE PROGRAMAS SOCIALES PROVINCIALES.
      Subsecretaría de Desarrollo
      social. Julio de 2002.
    • MEDEROS, A. Y PUENTE, A. (1996). "La vejez". Acento
      editorial. Enciclopedia Microsoft
      Encarta 99.
    • ZOLOTOW, David. "La situación de los ancianos
      en Argentina".2001.
    • ENCUESTA DE DESARROLLO SOCIAL. TERCERA EDAD. Datos
      nacionales. Abril 2001.
    • Actas de las Jornadas de Gerontología y
      Servicio Social Gerontológicas, organizadas en la
      Facultad de Ciencias
      Políticas y Sociales de la Universidad
      Nacional de Cuyo (Mendoza – 1988).
    • INFORME "SITUACIÓN SOCIAL DE LOS MAYORES DE 70
      AÑOS". Siempro. Abril 2003.
    • www.desarrollosocial.gov.ar
    • www.siempro.gov.ar
    • www.pami.gov.ar
    • APORTES BRINDADOS POR LA DINADyF- UCP-ANCIANIDAD:
      Graciela Rogé (Jefa programa
      cuidados domiciliarios); Griselda Castellanos (Jefa
      fortalecimiento comunitario).

     

     

    Autor:

    Karina E. Alandia

    ' Cátedra: "Política Social".
    ' Carrera: Lic. Ciencias políticas y administración
    pública.
    ' N° Registro:
    08755.
    ' DNI: 27.846.317.
    ' Año: 2003.

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter