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Apuntes de radiología ósea




Enviado por sangiola



Partes: 1, 2

    1. Organización de los
      contenidos
    2. Anatomía,
      histología y fisiología del
      hueso
    3. Anatomía
      articular
    4. Artropatía
      degenerativa extraespinal
    5. Artropatía
      degenerativa espinal
    6. Hiperostosis
      esquelética difusa idiopática
      (DISH)
    7. Calcificación y
      osificación de los ligamentos espinales
      posteriores
    8. Osteomielitis
    9. Osteopatías
      metabólicas
    10. Raquitismo y
      osteomalacia
    11. Hiperparatiroidismo
    12. Osteodistrofia
      renal
    13. Hipoparatiroidismo
    14. Escorbuto
      infantil
    15. Osteocondrosis y necrosis
      isquémica
    16. Displasia del
      desarrollo de la cadera: evaluación
      radiológica
    17. Enfermedades
      constitucionales de los huesos
    18. Lesiones
      óseas tumorales y pseudotumorales
    19. Manifestaciones
      óseas de las hemopatías
    20. Otras alteraciones
      óseas
    21. Bibliografía

    Estos apuntes, inevitablemente concisos, aspiran a
    proporcionar los conocimientos básicos para comprender una
    materia tan
    bella como clásica: la radiología del
    esqueleto.

    Organización de los
    contenidos:

    • Anatomía, histología y fisiología del hueso. Anatomía
      articular.
    • Artropatías:
    • Artritis monoarticulares: infecciosas,
      traumáticas, por depósito de cristales,
      etc.
    • Artritis poliarticulares:

    Inflamatorias: tipos reumatoideos y variantes
    reumatoideas.

    Metabólicas: por depósito de cristales
    (gota, pseudogota, otras.)

    Hematológicas.

    Neurogénicas.

    Idiopáticas.

    Artropatía degenerativa:

    • Extraespinal.
    • Espinal.

    Hiperostosis esquelética idiopática difusa
    (DISH.)

    Calcificación y osificación de los
    ligamentos espinales.

    Osteomielitis: piógena, tuberculosis,
    brucelosis, sífilis
    ósea.

    Osteopatías metabólicas:

    • Osteopenia / osteoporosis.
    • Raquitismo / osteomalacia.
    • Enfermedades de las paratiroides y osteodistrofia
      renal.
    • Escorbuto infantil.
    • Osteonecrosis y osteocondrosis.
    • Displasia de desarrollo
      de la cadera.
    • Enfermedades constitucionales de los huesos.
    • Lesiones óseas tumorales y
      pseudotumorales.
    • Manifestaciones óseas de las
      hemopatías.

    Otras alteraciones óseas:

    • Enfermedad de Paget.
    • Histiocitosis X.
    • Esclerosis tuberosa.
    • Sarcoidosis.
    • Displasias óseas esclerosantes.

    ANATOMÍA, HISTOLOGÍA Y
    FISIOLOGÍA DEL HUESO:

    ANATOMÍA:

    Córtex (o cortical): envoltura de hueso
    compacto.

    Hueso esponjoso: trabéculas más
    laxas.

    Cavidades rellenas de médula ósea roja,
    amarilla o ambas.

    Periostio: envuelve al córtex (excepto la
    porción intrarticular, que está cubierta por
    sinovial o cartílago.)

    Endostio: superficie interna del córtex. Menos
    definido que el periostio, puede estar ausente en el
    adulto.

    Entesis: son los sitios de inserción donde los
    tendones y ligamentos se fusionan con el periostio.

    Configuración de los huesos
    largos:

    Epífisis: Extremos engrosados de un hueso
    largo. Están formadas casi exclusivamente por tejido
    esponjoso, excepto en la periferia, donde existe una delgada capa
    de hueso compacto. Se constituyen por puntos de
    osificación independientes del punto de osificación
    primario. Quedan aisladas de la diáfisis por un vestigio
    de la maqueta cartilaginosa primitiva, el cartílago de
    conjunción o fisis. También en los huesos planos
    existen puntos de osificación secundarios, separados del
    punto principal por bandas cartilaginosas que persisten
    más o menos tiempo. En los
    huesos largos el cartílago de conjunción prolifera
    en sentido diafisario, no hacia la epífisis.

    Diáfisis: Parte media o cuerpo del hueso
    largo. La diáfisis está esencialmente constituida
    en la periferia del hueso por tejido compacto. En el centro se
    encuentra una cavidad longitudinal que se extiende hasta las
    epífisis, el conducto medular, con su contenido, la
    médula ósea. Esta última es una sustancia
    gelatinosa que se encuentra en todas las cavidades del tejido
    óseo (en el conducto central, y en las aréolas del
    tejido esponjoso). Su función,
    además de aligerar las piezas esqueléticas, es la
    formación de elementos sanguíneos o
    hematopoyesis.

    Metáfisis: es la parte de la
    diáfisis adyacente a la fisis.

    Fisis: cartílago de crecimiento.

    Configuración de los huesos planos:

    Se componen de dos láminas de tejido compacto que
    encierran una capa más o menos gruesa de tejido esponjoso.
    A nivel de los bordes del hueso las láminas de tejido
    compacto se fusionan entre sí. En los huesos planos del
    cráneo las láminas se denominan tablas (tabla
    interna: en relación con el sistema nervioso;
    tabla externa: en relación con las partes
    blandas).

    HISTOGÉNESIS DEL HUESO:

    Los osteoblastos se diferencian de las células
    mesenquimáticas.

    Depositan matriz
    ósea que subsecuentemente se mineraliza.

    Red trabecular inmadura (esponjosa primaria):

    Se rellena para formar el hueso cortical.

    Se reabsorbe para formar la cavidad medular.

    Osificación intramembranosa y
    osificación endocondral.

    Osificación intramembranosa:

    La osificación intramembranosa comienza por la
    proliferación de células del mesénquima
    sobre una red capilar.
    Las células primitivas proliferan, se agrandan, y se
    colocan en grupos que se
    extienden en una configuración trenzada en el tejido
    circundante. Las células se han vuelto osteoblastos ahora
    y están envueltas en la formación de una matriz
    eosinofílica dentro del tejido colágeno. Esta
    sucesión representa la fase inicial del proceso de
    osificación que se vuelve más prominente y
    más extendido cuando la matriz osteoide sufre
    calcificación por el depósito de fosfato de calcio.
    Algunos osteoblastos en la superficie del osteoide y del tejido
    óseo quedan atrapados dentro de la sustancia de la matriz
    en un espacio llamado laguna. El osteoblasto se vuelve entonces
    un osteocito, y aunque se aísla respecto al tejido del
    mesénquima proliferante vecino, mantiene algún
    contacto con las células precursoras mandando procesos
    largos o proyecciones a través de canalículos que
    se extienden por la matriz. Los osteocitos incluidos están
    consagrados a mantener la integridad de la matriz circundante y
    no están involucrados directamente en la formación
    del hueso. A través de la transformación continuada
    de células del mesénquima en osteoblastos, la
    elaboración de la matriz osteoide, y el atrapamiento de
    osteoblastos dentro de la matriz, el mesénquima primitivo
    se convierte en tejido óseo. Las características finales del tejido dependen
    de su situación dentro del hueso. En las áreas de
    hueso esponjoso, la red de tejido óseo
    contiene tejido conectivo vascular que representa al precursor
    embrionario de la médula ósea; en las áreas
    compactas de hueso, el tejido óseo se vuelve más
    condensado, formando masas cilíndricas que contienen un
    canal vascular central: el sistema
    haversiano. En las superficies externas e internas del hueso
    compacto, se desarrollan capas fibrovasculares (periostio y
    endostio respectivamente) que contienen células que siguen
    siendo osteogénicas.

    Osificación endocondral:

    La osificación endocondral (intracartilaginosa)
    se da en los huesos del esqueleto apendicular, el esqueleto
    axial, y la base del cráneo. En este proceso el tejido
    cartilaginoso deriva del mesénquima como un molde que se
    reemplaza con hueso. Los sitios iniciales de formación del
    hueso se llaman centros de osificación, y su
    situación precisa dentro del hueso es muy dependiente del
    hueso específico que esté analizándose. En
    los huesos tubulares, el centro primario de osificación se
    localiza en la porción central del modelo
    cartilaginoso, después aparecen centros de
    osificación secundarios en los extremos. Un tejido del
    mesénquima vascular o pericondrio, cuyas capas más
    profundas contienen células con potencial
    osteogénico, rodea al modelo cartilaginoso.

    Los cambios iniciales en el centro primario de
    osificación son hipertrofia de células de
    cartílago, acumulación de glucógeno, y
    reducción de la matriz intermedia. Como consecuencia,
    estas células degeneran, mueren y se calcifican. El tejido
    perióstico se convierte en canales vasculares, y estos
    cauces perforan la cáscara de hueso, entrando en el foco
    cartilaginoso en degeneración. El tejido vascular rompe
    las lagunas de células de cartílago, creando
    espacios que se llenan con la médula ósea
    embrionaria. Aparecen osteoblastos, que transforman los sitios de
    degeneración y células de cartílago
    agonizantes en focos de osificación extendiendo el tejido
    osteoide por la matriz del cartílago. Los osteoblastos
    atrapados dentro del hueso en vías de desarrollo se
    transforman en osteocitos.

    Desde el centro del hueso tubular, la osificación
    avanza hacia los extremos. A través de un proceso de
    resorción de algunas trabéculas formadas, se crea
    un espacio medular, y a través de un proceso de
    deposición de hueso subperióstico, se forma una
    corteza que se espesa y se convierte en un sistema de hueso
    compacto que se dispone longitudinalmente rodeando los canales
    vasculares: el sistema haversiano. La frontera de
    osificación endocondral que crece hacia el extremo del
    hueso se convierte en una placa de actividad celular. Esta placa,
    que finalmente se localiza entre la epífisis y la
    diáfisis del hueso tubular, forma el cartílago de
    crecimiento (placa cartilaginosa o fisis), éste es el
    sitio predominante de crecimiento longitudinal del hueso. La
    fisis contiene zonas claramente demarcadas: una zona de
    células en reposo planas e inmaduras en la superficie
    epifisaria de la placa, una zona de crecimiento celular e
    hipertrofia en la cara metafisaria, y una zona de
    transformación con calcificación provisional y
    osificación en la superficie diafisaria.

    CONSTITUYENTES CELULARES DEL HUESO:

    Linaje osteoblástico:

    Forman parte de este linaje los preosteoblastos, los
    osteoblastos y los osteocitos. Los preosteoblastos son
    células de aspecto fibroblástico cercanas a la
    superficie ósea pero separadas de ésta por otros
    tipos celulares (células del endostio, osteoblastos). Los
    preosteoblastos son difíciles de identificar en
    condiciones normales, pero pueden observarse con facilidad si
    sufren una hiperplasia como por ejemplo en el
    hiperparatiroidismo. Los preosteoblastos derivan de una célula
    madre del estroma medular y en condiciones normales constituyen
    el compartimiento proliferativo del linaje osteoblástico.
    Los osteoblastos son células de forma cúbica,
    citoplasma basófilo y ricas en una isoenzima
    específica de la fosfatasa alcalina. Derivan de los
    preosteoblastos y suelen considerarse células con
    diferenciación terminal y por tanto incapaces de
    dividirse, no obstante existen datos que
    sugieren que, al menos en parte, conservan la capacidad de
    proliferar. Los osteoblastos se hallan en contacto directo con
    las superficies óseas formando grupos compactos de una
    sola capa de espesor. Sintetizan el componente orgánico de
    la matriz ósea (colágeno tipo I, proteoglicanos,
    proteínas implicadas en la adhesión
    celular, osteocalcina y factores de crecimiento) y controlan el
    depósito de las sales minerales. Tanto
    in vivo como in vitro los osteoblastos pasan sucesivamente por
    tres estadios funcionales: a) proliferación celular y
    síntesis de los componentes
    orgánicos de la matriz ósea, b) maduración
    de la matriz ósea (cambios en la composición y
    organización de la matriz que la hacen
    competente para ser mineralizada) y c) depósito de
    mineral.

    Los osteoblastos pueden permanecer en las superficies
    óseas o quedar rodeados por la matriz que sintetizan.
    Cuando los osteoblastos que han permanecido en la superficie
    finalizan la síntesis de matriz, se aplanan y se
    convierten en células de revestimiento (células del
    endostio o "lining cells"). Los osteoblastos que quedan en el
    espesor de la matriz adquieren aspecto estrellado y pasan a
    denominarse osteocitos. Estas células se hallan en
    contacto entre sí y con las de las células de la
    superficie (células de revestimiento, osteoblastos)
    mediante finas prolongaciones tubulares de su citoplasma que
    recorren la matriz ósea en diversas direcciones. La
    cavidad de la matriz ósea que contiene el cuerpo celular
    del osteocito se denomina laguna osteocitaria y los diminutos
    canalículos que albergan sus prolongaciones
    citoplásmicas reciben el nombre de conductos
    calcóforos. Los osteocitos son células con una
    escasa actividad metabólica pero su preservación
    parece necesaria para que el tejido óseo mantenga sus
    propiedades biomecánicas. La situación de los
    osteocitos es teóricamente ideal para detectar el estrés
    mecánico y las microlesiones de la matriz. Estas
    células podrían transmitir señales a las
    células de revestimiento que utilizarían la
    información recibida para coordinar el
    remodelado.

    El factor sistémico que de manera más
    potente induce in vivo la diferenciación y
    proliferación de las células del linaje
    osteoblástico es la hormona paratiroidea (PTH). Los
    osteoblastos poseen receptores para la PTH, pero algunos de los
    efectos de la hormona sobre estas células son
    probablemente mediados por factores locales.

    Linaje osteoclástico:

    Los osteoclastos son células multinucleadas, de
    citoplasma acidófilo y ricas en anhidrasa carbónica
    y fosfatasa ácida resistente al tartrato. Son de mayor
    tamaño que los osteoblastos y se disponen sobre las
    superficies óseas de manera aislada o en grupos poco
    numerosos. Derivan de la célula
    madre hematopoyética a través de células
    formadoras de colonias de granulocitos y macrófagos. Los
    preosteoclastos son células dotadas de un solo
    núcleo que se adhieren a las superficies óseas y al
    fusionarse entre sí dan lugar a los osteoclastos. Dado que
    en el hueso cortical no existe médula ósea es
    probable que los osteoclastos que intervienen en su
    remodelación procedan de precursores circulantes que hayan
    emigrado del interior de los capilares sanguíneos de los
    conductos de Havers. La adhesión de los precursores de los
    osteoclastos a la matriz ósea tiene lugar en aquellos
    puntos donde ésta queda expuesta porque se separan entre
    sí las células de revestimiento al modificarse la
    conformación de su citoesqueleto. Las células de
    revestimiento son de origen osteoblástico y poseen
    receptores para la PTH por lo que se ha sugerido que esta hormona
    podría desencadenar el proceso.

    Los osteoclastos reabsorben el hueso en dos fases.
    Primero solubilizan el mineral y luego digieren la matriz
    orgánica. El mineral se solubiliza acidificando el
    microambiente creado entre la matriz ósea y la membrana
    fruncida del osteoclasto. La acidificación (pH = 4) se
    logra bombeando hacia el hueso los iones H+. En el
    citoplasma de los osteoclastos la anhidrasa carbónica
    cataliza la reacción entre el CO2 y el
    H2O dando lugar a CO3H2 que se
    disocia en CO3H- y H+. El
    H+ es bombeado activamente hacia la matriz ósea
    a través de la membrana plegada mediante una bomba de
    protones dotada de una ATPasa específica. El
    CO3H- es expulsado fuera de la
    célula a través de la superficie opuesta donde es
    intercambiado activamente por CL-. El CL-
    no se acumula en el interior del osteoclasto puesto que es
    vehiculizado hacia la matriz ósea a través de
    canales específicos situados en la membrana plegada. Una
    vez eliminado el mineral la matriz orgánica es digerida
    por colagenasas ácidas y otras enzimas
    proteolíticas de origen lisosómico. Cuando se ha
    completado el proceso de reabsorción, los osteoclastos
    mueren por apoptosis. Los núcleos se hacen más
    pequeños e hipercromáticos y se fragmentan hasta
    desaparecer y el citoplasma aumenta su acidofilia y se retrae.
    Estos restos celulares serán fagocitados por
    células macrofágicas.

    La calcitonina es capaz de inhibir funcionalmente a los
    osteoclastos a través de receptores específicos
    pero el papel de esta
    hormona en condiciones normales parece poco importante. Los
    osteoclastos carecen de receptores para la PTH. La actividad
    reabsortiva de los osteoclastos y la osteoclastogénesis
    parecen ser activadas por la IL-6 e IL-11 producidas por
    células de estirpe osteoblástica. La producción de IL-6 e IL-11 sería a
    su vez estimulada por hormonas (PTH,
    1-25 dihidroxivitamina D3) y por factores locales
    (IL-1, factor de necrosis tumoral.) Este modelo ofrece amplias
    posibilidades tanto para la regulación sistémica de
    la actividad reabsortiva como para la regulación local del
    acoplamiento entre reabsorción y formación
    óseas.

    CONSTITUYENTES NO CELULARES DEL HUESO:

    Matriz orgánica: rodea a las células (90%
    colágeno). Mucopolisacáridos: condroitín
    sulfato A, keratán sulfato. Otras proteínas:
    ácido gama – carboxiglutámico (producido por los
    osteoblastos). Las moléculas de colágeno se
    disponen dejando entre ellas agujeros de 40 nm que son los sitios
    donde se depositan los cristales de hidroxiapatita.

    Mineral inorgánico: cristales de hidroxiapatita
    ubicados a lo largo de las fibras colágenas.

    MÉDULA ÓSEA:

    Tejido pulposo que se encuentra entre las
    trabéculas y en los canales haversianos, y que provee
    células sanguíneas y plaquetas. Está
    compuesta de matriz ósea mineralizada, tejido conectivo y
    células. La superficie endóstica es muy activa
    metabólicamente, con osteoblastos y osteoclastos muy
    sensibles a los estímulos metabólicos.

    Las células consisten en todos los
    estadíos de desarrollo de leucocitos, eritrocitos,
    células adiposas y reticulares (tipos fagocítico y
    no fagocítico). Las células adiposas son más
    pequeñas que las extramedulares. Cuando disminuye la
    actividad hematopoyética los adipocitos aumentan de
    tamaño y de número, cuando aumenta la hematopoyesis
    se atrofian.

    Existen dos tipos de médula
    ósea:

    Médula ósea roja:
    hematopoyéticamente activa. Contiene pequeños
    nódulos de tejido linfoide. (40% agua + 40%
    grasa + 20% proteínas).

    Médula ósea amarilla: inactiva. (15% agua
    + 80% grasa + 5% proteínas).

    En el nacimiento la médula ósea roja
    está presente en todo el esqueleto. En el período
    postnatal inmediato la conversión empieza en las falanges
    terminales de manos y pies. Después del 5to año de
    vida la médula ósea roja es reemplazada en los
    huesos largos de distal a proximal. Las epífisis y
    apófisis cartilaginosas carecen de médula
    ósea hasta que se osifican y ésta se vuelve
    rápidamente amarilla. A los 20-25 años la
    conversión está completa. Sólo hay
    médula roja en porciones de las vértebras,
    esternón, costillas, clavículas, escápulas,
    cráneo y metáfisis del fémur y del
    húmero.

    ANATOMÍA ARTICULAR:

    La clasificación de las articulaciones
    basada en la magnitud del movimiento es
    la siguiente:

    Sinartrosis: articulaciones rígidas o
    fijas.

    • Anfiartrosis: articulaciones ligeramente
      móviles.
    • Diartrosis: articulaciones libremente
      móviles.

    La clasificación de las articulaciones sobre la
    base de la histología da énfasis al tipo de tejido
    que caracteriza al área articular:

    • Articulaciones fibrosas: las superficies óseas
      están conectadas por tejido conectivo
      fibroso.
    • Articulaciones cartilaginosas: las superficies
      óseas están conectadas inicialmente o en el
      futuro por tejido cartilaginoso.
    • Articulaciones sinoviales: las superficies
      óseas están separadas por una cavidad articular
      que está recubierta por la membrana
      sinovial.
    • Articulaciones fibrosas:
    • Pueden subdividirse en tres tipos: suturas,
      sindesmosis, y gonfosis.

    Suturas:

    Limitadas al cráneo, las suturas no permiten
    ningún movimiento activo y existen donde superficies
    óseas anchas están separadas sólo por una
    zona de tejido conectivo. Este tejido conectivo, junto con las
    dos capas de periostio de las superficies externa e interna del
    hueso articular, es denominado membrana de la sutura o ligamento.
    La obliteración ósea de las suturas es algo
    variable por su tiempo de aparición y distribución craneal. Comienza en la
    superficie interna o profunda de la sutura entre las edades de 30
    y 40 años, y en la superficie externa o superficial
    aproximadamente 10 años después. Esta
    obliteración normalmente ocurre en el bregma y
    subsecuentemente se extiende a la sutura sagital, coronal, y
    lambdoidea, en ese orden. Hay variaciones menores en la manera en
    que las dos superficies óseas se acercan y juntan. Las
    superficies óseas raramente son lisas. Cuando poseen
    mínimas irregularidades, la articulación se
    denomina sutura plana. Las suturas aserradas contienen
    proyecciones irregulares de hueso que se interdigitan con
    excrecencias similares en el hueso adyacente, mientras que las
    suturas dentadas contienen excrecencias óseas similares
    pero más finas. En una sutura escamosa el margen de un
    hueso se superpone al de su vecino.
    Sindesmosis:

    Una sindesmosis es una articulación fibrosa en
    que las superficies óseas adyacentes están unidas
    por un ligamento interóseo, como en la articulación
    tibioperonea distal, o una membrana interósea, como en la
    diáfisis del radio,
    cúbito, tibia, y peroné. Un ejemplo adicional de
    sindesmosis es el ligamento interóseo entre la cara
    superior del sacro y el ilíaco. Una sindesmosis puede
    mostrar grados menores de movimiento relacionados con el
    estiramiento del ligamento o la flexibilidad de la
    membrana.

    Gonfosis:

    Este tipo especial de articulación fibrosa se
    localiza entre los dientes y el maxilar o la mandíbula. En
    estos sitios, la articulación se parece a una clavija que
    encaja en un enchufe. La membrana intermedia entre el diente y el
    hueso se denomina ligamento periodontal. Esta ligamento
    varía en el ancho de 0.1 a 0.3 mm y disminuye de espesor
    con la edad. El ligamento no tiene ninguna fibra elástica,
    aunque su estructura
    permite ligeros movimientos del diente.

    Articulaciones cartilaginosas:

    Hay dos tipos de articulaciones cartilaginosas: la
    sínfisis y la sincondrosis.

    Sínfisis:

    En la sínfisis las superficies óseas
    adyacentes están conectadas por un disco cartilaginoso que
    nace de la condrificación del mesénquima
    intermedio. La sínfisis (los ejemplos típicos son
    la del pubis y el disco intervertebral) permite una
    pequeña cantidad de movimiento que ocurre a través
    de la compresión o deformación del tejido conectivo
    intermedio.

    Algunas sínfisis, como la sínfisis del
    pubis y la articulación manubrio – esternal, revelan una
    pequeña cavidad central que contiene líquido, y que
    puede agrandarse con la edad y ser radiográficamente
    demostrable debido a la presencia de gas
    (fenómeno del vacío).

    Se localizan dentro del plano mediosagital del cuerpo humano
    y son estructuras
    permanentes, a diferencia de las sincondrosis que son
    articulaciones temporales. Raramente, la anquilosis
    intra-articular o sinostosis puede borrar una sínfisis,
    como ocurre en la articulación manubrio –
    esternal.

    Sincondrosis:

    Las sincondrosis son articulaciones temporales que
    existen durante la fase de crecimiento del esqueleto y
    están compuestas de cartílago hialino. Las
    sincondrosis típicas son la placa de crecimiento entre la
    epífisis y la metáfisis de un hueso tubular, las
    articulaciones vertebrales, y la sincondrosis esfeno-occipital.
    Con la maduración del esqueleto, las sincondrosis se
    vuelven más delgadas y en el futuro se obliteran por
    unión ósea o sinostosis. Dos sincondrosis que
    persisten en la vida adulta son las primeras articulaciones
    esternocostales y la articulación petrobasilar.

    Articulaciones sinoviales:

    Una articulación sinovial es un tipo
    especializado de articulación que se localiza
    principalmente en el esqueleto apendicular. Las articulaciones
    sinoviales generalmente permiten el movimiento sin
    restricción. La estructura de una articulación
    sinovial difiere fundamentalmente de las de las articulaciones
    fibrosas y cartilaginosas; las superficies óseas
    están limitadas por una cápsula fibrosa que puede
    reforzarse por ligamentos adicionales. La porción interna
    de la superficie articular de los huesos está separada por
    un espacio, el espacio articular o cavidad de la
    articulación. El cartílago articular cubre los
    extremos de ambos huesos; el movimiento entre estas superficies
    cartilaginosas se caracteriza por un bajo coeficiente de
    fricción. La cara interna de la cápsula de la
    articulación está formada por la membrana sinovial
    que secreta el líquido sinovial en la cavidad articular.
    Este líquido sinovial actúa como un lubricante que
    facilita el movimiento, y como una sustancia nutritiva para el
    cartílago articular adyacente. En algunas articulaciones
    sinoviales, un disco intra-articular de fibrocartílago
    (menisco) divide la cavidad de la articulación parcial o
    completamente. Pueden notarse estructuras intrarticulares
    adicionales, como las almohadillas grasas y el labrum.

    Cartílago articular:

    Las superficies articulares del hueso están
    cubiertas por una capa de tejido conectivo, el cartílago
    articular. Sus propiedades únicas incluyen la
    transmisión y distribución de cargas altas; el
    mantenimiento
    del estrés de contacto en niveles aceptablemente bajos; el
    movimiento con poca fricción; y la absorción del
    impacto. En la mayoría de las articulaciones sinoviales el
    cartílago es de tipo hialino. Las capas profundas del
    cartílago articular están envueltas en el
    crecimiento del hueso subyacente vía osificación
    endocondral. Con el cese del crecimiento, una zona estrecha de
    calcificación, la zona calcificada del cartílago
    articular, aparece y se une con la placa de hueso subcondral
    subyacente. En su periferia, el cartílago articular se une
    con la cápsula y el periostio.

    Placa ósea subcondral:

    Es una capa de tejido óseo de espesor variable
    que se localiza bajo el cartílago articular.

    Cápsula articular:

    La cápsula articular es el tejido conectivo que
    envuelve la cavidad de la articulación. Está
    compuesta por una capa exterior espesa, dura, la cápsula
    fibrosa, y una capa interna delgada más delicada, la
    membrana sinovial.

    Cápsula fibrosa.

    La cápsula fibrosa consiste en tejido fibroso
    blanco denso. En cada extremo de la articulación, la
    cápsula fibrosa está firmemente adherida al
    periostio. La cápsula fibrosa no es de espesor uniforme.
    Ligamentos y tendones pueden insertarse en ella produciendo
    áreas de engrosamiento focales. De hecho, en algunos
    sitios las cápsulas fibrosas están reemplazadas por
    tendones o expansiones tendinosas de los músculos
    vecinos.

    Íntima sinovial:

    La íntima sinovial consiste en una a cuatro filas
    de células sinoviales empotradas en una matriz
    intercelular granular, libre de fibras.

    Subíntima sinovial:

    La subíntima sinovial normalmente contiene tejido
    areolar. Incluye células adiposas, fibroblastos,
    macrófagos, y mastocitos. Un componente elástico
    que consiste en fibras de elastina paralelas a la superficie de
    la membrana previene la formación de pliegues redundantes
    que podrían constituirse durante el movimiento
    articular.

    La membrana sinovial tiene varias funciones: 1)
    está envuelta en la secreción de una sustancia
    mucoide pegajosa hacia el líquido sinovial, 2) debido a su
    flexibilidad inherente, pliegues laxos, vellosidades, y recesos
    marginales, la sinovial facilita y acomoda la forma cambiante de
    la cavidad articular que se requiere para el movimiento normal,
    3) la membrana sinovial ayuda en la remoción de sustancias
    de la cavidad articular.

    Disco intrarticular (menisco), labrum, y almohadilla
    grasa:

    Un disco fibrocartilaginoso o menisco puede encontrarse
    en algunas articulaciones (rodilla, muñeca,
    temporomandibular, acromioclavicular, esternoclavicular, y
    articulaciones costovertebrales). La porción
    periférica del disco se inserta en la cápsula
    fibrosa. La mayor parte del disco articular es avascular. El
    disco puede dividir la cavidad de la articulación parcial
    o completamente; se encuentran discos completos en las
    articulaciones esternoclavicular y de la muñeca, y discos
    parciales en las articulaciones de la rodilla y
    acromioclavicular. En la articulación temporo mandibular,
    el disco puede ser parcial o completo.

    La función exacta de los discos intrarticulares
    es desconocida. Las funciones sugeridas incluyen absorción
    del impacto, la distribución de peso encima de una
    superficie grande, la facilitación de varios movimientos
    (como la rotación) y limitación de otros (como la
    translación), y la protección de la superficie
    articular.

    Algunas articulaciones, como las articulaciones de la
    cadera y glenohumeral, contienen un pliegue circunferencial
    cartilaginoso denominado labrum (plural: labra.) Estos labios de
    cartílago normalmente son triangulares en el corte axial y
    se adhieren a la porción periférica de la
    superficie articular, agrandando la cavidad de la
    articulación. También pueden ayudar a incrementar
    el contacto y la congruencia de las superficies articulares
    adyacentes, particularmente con los movimientos extremos de la
    articulación.

    Las almohadillas grasas representan estructuras
    adicionales que pueden estar presentes dentro de una
    articulación. Pueden actuar como cojines, absorbiendo las
    fuerzas generadas por la articulación, y protegiendo las
    apófisis óseas adyacentes. También pueden
    distribuir el lubricante en la cavidad de la
    articulación.

    Líquido sinovial:

    Cantidades diminutas de líquido amarillo claro,
    descolorido, muy viscoso, de pH ligeramente alcalino,
    están presentes en las articulaciones normales. La
    composición exacta, viscosidad,
    volumen, y
    color
    varían de articulación en articulación. Este
    líquido representa un dializado del plasma al que se ha
    agregado una sustancia mucoide secretada por las células
    sinoviales.

    Las funciones del líquido sinovial son la
    nutrición
    del cartílago articular y disco adyacentes y la
    lubricación de las superficies de la articulación.
    Las células dentro del líquido sinovial son
    importantes en la fagocitosis, quitando microorganismos y
    detritos de la articulación.

    Vainas y bolsas serosas:

    Las vainas del tendón cubren una porción
    del tendón que atraviesa fascias, túneles
    osteofibrosos, o bandas ligamentarias. Promueven el deslizamiento
    de tendones y contribuyen a su nutrición.

    Las bursas representan bolsas chatas que consisten en
    revestimiento sinovial y, en algunas situaciones, una
    película delgada de líquido sinovial que mantiene
    la lubricación y nutrición de las células de
    la membrana sinovial. Las bolsas intermedias facilitan el
    movimiento de los tejidos
    yuxtapuestos. Se encuentran bolsas subcutáneas entre la
    piel y las
    superficies óseas, como el olécranon y la
    rótula; bolsas subfasciales entre las fascias profundas y
    el hueso; bolsas subtendinosas donde un tendón se
    superpone a otro tendón; bolsas submucosas entre el
    músculo y el hueso, tendón, o ligamento; bolsas
    interligamentarias separando ligamentos. Cuando se localizan
    cerca de las articulaciones, la membrana de la bolsa puede ser
    continua con la de la cavidad articular, produciendo bolsas
    comunicantes. Esto ocurre normalmente en la cadera (bursa del
    iliopsoas) y la rodilla (bursa del gemelo – semimembranoso) y
    anormalmente en la articulación glenohumeral (bursa
    subacromial), debido a defectos del manguito rotador. La
    distensión de las bolsas puede servir para bajar la
    presión
    intrarticular en los casos de derrame en la articulación.
    En ciertos sitios donde la piel está sujeta a
    presión y desplazamiento lateral, pueden aparecer bolsas
    serosas adventicias, permitiendo mayor libertad de
    movimiento. Los ejemplos de bolsas adventicias incluyen las que
    se pueden desarrollar encima de una deformidad de hallux valgus,
    las que ocurren sobre las apófisis espinosas prominentes,
    y las bolsas adyacentes a exostosis. Pueden aparecer bolsas
    adventicias profundamente situadas en las áreas de
    pseudartrosis y de dispositivos de fijación
    internos.

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