En la palabra
- ¿Qué es
cultura? - ¿Qué se entiende
por cultura en la sociedad
contemporánea? - ¿Qué significa
Política Cultural? - ¿Entonces, existe una
política cultural en la República
Dominicana? - La Primera Intervención
Norteamericana (1916-1924), - Este error de asumir la cultura
desde el Estado - Asume el poder el Partido
Revolucionario Dominicano (PRD), - El Partido de la
Liberación Dominicana (PLD). - La instauración de la
Secretaría de Cultura, - Obras
consultadas
¿Qué es cultura y
qué se entiende por ella en la sociedad
contemporánea? ¿Qué significa política cultural?
¿Existe una política cultural en la
República Dominicana?. Éstas y otras preguntas
podrían uno hacerse, antes de iniciar tan arriesgado eje
temático. Nos sostendremos en la realidad para
responderlas, tomando en cuenta los conceptos actuales. En la
medida que desarrollemos el trabajo,
podríamos buscar un método de
análisis distinto en bien de lo
formulado.
1.0
¿Qué es cultura? No importa la
nacionalidad, somos producto de
una composición cultural, que nos permitió nacer en
un territorio que se reafirma a través de lo que somos, es
decir, la cultura es todo lo que somos. Por su naturaleza, es la
esencia de lo humano, sin ella fuese imposible la existencia.
Existimos porque ella es la conciencia del
hombre y de
todo lo habitable.
La cultura como fenómeno es una
concreción personal que se
socializa, pese a sus múltiples definiciones y que,
algunos han querido apropiarse de algo que es de todos. Las
instituciones
no son más que instrumentos canalizadores de la cultura,
cuando existe una organización en el accionar cultural
podría decirse que estamos en presencia de una planificación, que no debe confundirse con
política cultural, ésta se produce cuando
interviene el Estado.
Pero, el hecho de que éste coordine las iniciativas
culturales de una nación,
no le da potestad para manipularla.
La cultura es una especie de propiedad
social que le corresponde a cada ser humano, sin exclusión
de ningún tipo. Ésta es la que nos permite
discernir y actuar de una manera natural e inteligente, para la
conformación de una sociedad con derechos y deberes. Somos
seres eminentemente culturales, que nos adherimos a ella
consciente o inconscientemente, bajo ninguna circunstancia
podemos desprendernos de su realización material,
espiritual, mental y artística. La cultura es la que nos
identifica en términos individuales y colectivos, dentro y
fuera de otras.
La cultura es la
personalidad de un país, el concepto de
nación debe empezar por la cultura, para que a partir de
ella, los valores
históricos se reafirmen como fundamentos culturales. Esta
posibilidad hace obligatorio que la cultura de cada pueblo
esté consignado constitucionalmente. Antes los
países lo hacían, desde el punto de vista de la
preservación y la difusión. Ahora han tenido que
asumirla, con un elemento indispensable para el desarrollo, no
se puede hablar de progreso si no se incluye la cultura. Esto ha
provocado una nueva concepción del término, donde
los gobiernos han tenido que contraer compromisos gubernamentales
y revisar sus políticas
culturales.
Al respecto María Elena Ditrén Flores, nos
señala: "En la década de los `80, en el pensamiento
occidental, se reinicia la discusión profunda sobre la
dimensión cultural. Se distinguen cuatro enfoques
diferentes: el fenomenológico-hermenéutico (Bergen,
Geerz), la antropología cultural (M. Douglas), el
neoestructuralismo ( Foucault,
Derrida), y el neomarxismo (Habermas, Offe, N. García). De
toda la serie de definiciones a las que nos referimos
anteriormente, han surgido una serie de interpretaciones del
término cultura. Entre ellas hemos recogido las tres
concepciones principales, que se entienden:
1. La cultura como adquisición de un
conjunto de saberes y como producto resultante de esa
adquisición, a ésta se le conoce como cultura
cultivada.
2. La cultura como estilo de ser, de hacer y pensar y como
conjunto de obras e instituciones; esta definición se
identifica con la cultura culta.
3. Por último, la cultura como creación de un
destino personal y colectivo, hablaríamos, de cultura
constructiva.
Podría decirse que las dos primeras, son las
formas tradicionales en que entendemos la cultura; sin embargo,
interesa de manera especial, la concepción de la cultura
como creación de futuro, ya que a partir de ésta,
la acción o política cultural no se centra
fundamentalmente en la democratización de la cultura que
supone la difusión de los beneficios de la cultura a
población, sino, en la democracia
cultural. Se trataría, de que todos los individuos
dispongan de los instrumentos necesarios para desarrollar una
vida cultural que le permita proyectar hacia el futuro,
estimulando así la creatividad".
(1)
Después de estas tres concepciones, las
cuales nos revelan la evolución que ha adquirido el
término de cultura en la contemporaneidad, también
había que agregarle la década de los 90. Fue a
partir de ésta que por iniciativa de la UNESCO, la
sociedad actual empezó a entender la importancia
incuestionable de la cultura para el desarrollo de las sociedades.
"La idea de una Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo
fue propuesta en la UNESCO por varios representantes de los
países nórdicos con el fin de plantear, debatir y,
de ser posible, responder a preguntas como estas. A todas luces,
se inspiraron para ello en el proceso que
llevó el Informe
Brundtland a la Cumbre de Río y al proceso posterior.
Consideraban que había llegado el momento de hacer por la
"cultura y el desarrollo" lo mismo que se había hecho por
el "medio ambiente
y el desarrollo".
Esta convicción era ampliamente compartida.
Del mismo que la Comisión Brunndtland había logrado
convencer a la comunidad
internacional de que se requería una alianza entre la
economía y
la ecología,
poniendo en marcha una nueva agenda mundial con esa finalidad, se
consideró que era necesario aclarar y profundizar de
manera práctica y constructiva la relación entre
cultura y desarrollo. En su XXVI reunión, celebrada en
1991, la Conferencia
General de la UNESCO aprobó una resolución en la
que pedía al Director General que, en colaboración
con el Secretario General de las Naciones Unidas,
creará "una comisión mundial independiente sobre
cultura y el desarrollo, integrada por mujeres y hombres de todas
las regiones, destacados en diversas disciplinas, para preparar
un informe mundial sobre cultura y desarrollo y propuestas para
actividades inmediatas y a largo plazo, a fin de atender las
necesidades culturales en el contexto del desarrollo". Esta
petición obtuvo el respaldo de una solución que
aprobó semanas después la Asamblea General de las
Naciones Unidas. En noviembre de 1992, Boutros Boutros-Ghali y
Federico Mayor me hicieron el honor de nombrarme Presidente de la
Comisión (…) La Comisión comenzó su
trabajo en la primavera de 1993, en un mundo lleno de promesas y
oportunidades por la apertura de nuevas puertas, pero
también cargado de incertidumbre y esperanzas frustradas".
(2)
Estas circunstancias históricas hicieron
posible que la cultura pasara de ser un mero enunciado
antropológico, hacer un ente trascendental para el
desarrollo
sostenible de las sociedades contemporáneas. Dejo de
ser un simple instrumente para ser el instrumento mismo del
desarrollo, lo que obligó que los países dejara de
ver la cultura como un gasto, para ser un componente decisivo en
las ejecutorias de desarrollo.
(…) "Todos estaban convencidos de que la
cultura es una variable fundamental para explicar las distintas
pautas del cambio y un
factor esencial, cuando no la esencia misma, del desarrollo
sostenible, en la medida en que las actitudes y
los estilos de vida determinan la forma en que administramos
nuestros recursos
renovables". (…) "Nuestro objetivo es
mostrarles cómo la cultura moldea nuestro pensamiento,
nuestra imaginación y nuestro comportamiento. La cultura es la
transmisión de comportamiento y también una fuente
dinámica de cambio, creatividad y libertad, que
abre posibilidades de innovación. "(…) El desafío
que tiene ante sí la humanidad es adoptar nuevas formas de
pensar, actuar y organizarse en sociedad; en resumen, nuevas
formas de vivir. El desafío consiste también en
promover vías de desarrollo diferentes, informadas por el
reconocimiento de cómo los factores culturales modelan la
manera en que las sociedades conciben sus propios futuros y
eligen los medios para
alcanzarlos" (3)
Estos antecedentes posibilitaron una nueva
definición de la cultura en nuestras sociedades, dejando
atrás su concepción instrumetalista e
infuncionalista desde el Estado. La
cultura dejó de ser una pose politiquera para ser asumida
como un componente vital del desarrollo.
"Un desarrollo disociado de su contexto humano y
cultural es un crecimiento sin alma. El florecimiento pleno del
desarrollo
económico forma parte de la cultura de un pueblo,
aunque esta no sea la opinión común. El punto de
vista más convencional considera la cultura como un
elemento que contribuye al desarrollo económico o lo
entorpece; de ahí el llamamiento "a tomar en cuenta los
factores culturales en el desarrollo" (…) El papel de la
cultura no se reduce a ser un medio para alcanzar fines
–pese a que, en sentido restringido del concepto, ese es
uno de sus papeles-, sino que constituye la basa social de los
fines mismos. El desarrollo y la economía forman parte de
la cultura de los pueblos. A diferencia del ambiente
natural, cuyos dones no nos atreveríamos a perfeccionar,
la cultura es la fuente de nuestro progreso y creatividad. Al
cambiar de perspectiva y dejar de asignar un papel puramente
instrumental a la cultura para atribuirle un papel constructivo,
constitutivo y creativo, hay que concebir el desarrollo en
términos que incluyan el crecimiento cultural".
(4)
2.0
¿Qué significa Política
Cultural?
Las definiciones van a depender de la concepción
de los especialistas y del nivel de desarrollo de cada
país. "La concepción actual sobre política
cultural es el resultado de un largo proceso que tuvo como
escenarios a Helsinki, Yogyakarta, Accra, Bogotá y
México,
lugares fundamentales donde se discutieron los diversos criterios
regionales y mundiales con el auspicio de la UNESCO. Se considera
un consenso destinar recursos a la cultura como dimensión
del desarrollo o para decirlo textualmente, como señala la
Conferencia Mundial de 1982, "Política Cultural es el
conjunto de operaciones,
principios,
prácticas y procedimientos de
gestión
administrativa y presupuestaria, que sirven de base a la
acción del Estado " (5).
En los países desarrollados la política
cultural es parte del progreso político, económico
y social que ha alcanzado el Estado, asumiéndola como uno
de los componentes vitales para el desarrollo. Fue a
través de una imposición de algunos organismos
internacionales, que los estados tuvieron que asignarle mayor
interés
a los asuntos culturales de sus respectivas naciones. Por los
antecedentes convergen hacia una incorporación estatal
para que la cultura sea vista como prioritaria, los países
avanzados empezaron a consignar acuerdos entre ellos, hizo viable
que el concepto empezara a aplicarse:
"En las democracias occidentales los estamentos
responsables de la formulación de una política
cultural estatal no van a surgir sino hasta después de
la Segunda Guerra
Mundial. En los próximos años van surgiendo
nuevos modelos de
organismos ejecutores y coordinadores de las políticas
culturales, basadas en un principio universal que lanza el ideal
de la participación y el derecho al acceso a la cultura de
todos los seres humanos, tomando como parámetro para ello
la Declaración Universal de los Derechos Humanos,
la cual en su artículo 27 dice: "1. Toda persona tiene
derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la
comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso
científico y en los beneficios que de él resulte.
2. Toda persona tiene derecho a la protección de los
intereses morales y materiales que
le correspondan por razón de las producciones
científicas, literarias o artículos de que sea
autora"."La primera concreción de la realidad antes
expresada, la va a constituir la creación en Francia y bajo
la presidencia del General Charles de Gaulle del Ministerio de
Asuntos Culturales en 1959, siendo asignado como el primer
ministro de cultura, el laureado escritor André Malrau.
Esta institución sirvió como modelo para el
establecimiento, en diversos países alrededor del mundo,
de organismos estatales centralizados con el propósito de
emplear recursos económicos importantes en la cultura,
profesionalizar la
administración cultural y darle carácter
gestionario al accionar cultural" (6)
Nuestro país se mantuvo al margen de esos avances
internacionales en términos culturales, cuando era
signataria de algún acuerdo, el mismo nunca se aplicaba.
Es decir, históricamente los gobernantes dominicanos no le
han prestado atención a la significación de la
cultura, para poder sostener
los requerimientos del desarrollo de la nación.
2.1
¿Entonces, existe una política cultural en la
República Dominicana?
Antes de darle una respuesta a la interrogante, tenemos
que hacer una panorámica breve de la historia
contemporánea dominicana, para poder acceder con certeza a
dicha pregunta. Aunque nuestra Primera Independencia
en 1844, utilizó el teatro como
instrumento de agitación política para liberar al
pueblo de los 22 años de dominación haitiana, lo
que verifica de alguna manera que los principios nacionales han
sido defendido a través de la cultural, gracias al
patriotismo de un grupo de
valientes dirigidos por los patriotas Juan Pablo Duarte, Ramón
Matías Mella y Francisco del Rosario Sánchez. Este
es el acontecimiento histórico más decisivo en la
recuperación de la identidad
cultural dominicana del siglo XIX, pero haremos más
referencia a los hechos históricos del siglo
XX.
2.2 La Primera
Intervención Norteamericana (1916-1924), fue la
que posibilitó que en 1930 llegara al poder *Rafael
Leonidas Trujillo, uno de los más crueles dictadores del
Caribe. Este sanguinario tirano, enlutó al pueblo
eliminando las libertades públicas y sociales, para
apropiarse de todo la sociedad dominicana, durante 32
años. Aunque nos cueste admitirlo éste creó
los Cuadernos Dominicanos de Cultura (donde los más
connotados escritores e intelectuales le escribían al
régimen); la Orquesta Sinfónica Nacional (1941), el
Conservatorio Nacional de Música (1942), la
Escuela de Bellas
Artes (1942), la Escuela Elemental de Música (1947), y el
Coro Nacional (1955). También lo hizo en las telecomunicaciones, como por ejemplo, Radio Televisión
Dominicana.
Esto lo hizo Trujillo para beneficiarse, y esparcir sus
gustos personales por medio de las instituciones culturales. Sin
embargo, tenemos que reconocer nos guste o no, que con
éstas empezó a presentarse en la República
Dominicana el primer intento de difusión cultural. Ahora
bien, las fundaciones de las mismas, no son suficientes para
poder plantear que hubo una política cultural en la Era de
Trujillo, como quieren establecer algunos teóricos de la
cultura.
2.3 Este error de
asumir la cultura desde el Estado como un mero difundir,
también continuó en los doce años de
Balaguer, pero las edificaciones más contundentes se
hicieron en los gobiernos de éste, desde la Plaza de la
Cultura de Santo Domingo, donde se encuentran el Museo del Hombre
Dominicano, el Museo de Historia y Geografía, el Museo
de Historia Natural, el Museo de Arte Moderno, el
Teatro Nacional, y la Biblioteca
Nacional. Conjuntamente con esto, mandó a rescatar la zona
colonial de Santo Domingo, logrando que se declara patrimonio
cultural de la humanidad.Esta política de construcción prosiguió en otras
ciudades, como por ejemplo, en *Santiago levantó el nuevo
edificio de la Sociedad Cultural Los Amantes de la Luz (1976), el
Centro de la Cultura (1979), luego inaugurado por el fallecido
presidente don Antonio Guzmán Fernández; Gran
Teatro Regional del Cibao (1995). Igualmente trató de
conformar la Plaza de la Cultura Santiago Apóstol,
proyecto que
presidió Monseñor Roque Adames y Tácito
Cordero, su ubicación sería en los alrededores del
Parque Duarte, y contaría con una serie de instituciones
culturales; pero fracaso porque Balaguer se cansó de
invertir recursos y no ver resultados tangibles, solamente
quedó de este proyecto el Instituto de Cultura y Arte
(ICA) 1993, éste es único en el país en
ofrecer un bachillerato en artes, ahora acaba de cerrar los
departamentos de folklore y de
teatro.
Lo que sí queda claro, para la historia
cultural, es que Trujillo y Balaguer fueron los que hicieron la
infraestructura física del accionar
cultural dominicano en el siglo XX. Esto tampoco es de
extrañarnos, en razón de que el doctor
Joaquín Balaguer fue uno de los funcionarios más
protegidos, por el propio dictador. En la Era de Trujillo,
podemos comprobar que hubo un modelo de retención de la
cultura, porque ni siquiera los que sabían leer
tenían acceso a ella, sólo se podía si era
parte del régimen. Mientras, la Era de Balaguer, se
fundamentó en el concepto monumentalista de la cultura,
dándole paso a la difusión y preservación.
Nunca le interesó crear una Secretaría de Cultura,
todas sus acciones eran
dirigidas a través de decretos presidenciales y patronatos
que centralizaban y monopolizaban el sector cultural nacional. En
ambos casos, los modelos eran infuncionales
para el desarrollo de la cultura en la sociedad
dominicana.
Trujillo duró 32 dos años en el
poder y Balaguer 12, es decir, el pueblo dominicano ha tendido 44
años de dictadura, en
su historia contemporánea. A estos no le sumamos sus
últimos dos períodos, porque se respetaron
más los derechos humanos, aunque al final asesinaron al
profesor universitario y periodista Narciso González
(Narcisazo), en 1994.
2.4 En 1963
asume el poder el Partido Revolucionario Dominicano
(PRD), con el profesor Juan Bosch, quien duró
siete meses en el gobierno.
Quizás fue la única oportunidad que tuvo el Estado
dominicano de realizar una política cultural, en
razón de que él era uno de los escritores
fundamentales de las letras hispanoamericanas y era respetado por
toda la intelectualidad caribeña, y dominaba la cultura
como un eje definitorio para el desarrollo de los
pueblos.
Luego vuelve Balaguer a la Presidencia de la
República en 1986, sin hacer ningún aporte
significativo, porque siguió su viejo modelo cultural. Eso
mismo pasó con el período de Antonio Guzmán
Fernández (1979), es decir, los gobiernos del Partido
Revolucionario Dominicano PRD, fueron incapaces de realizar la
transformación de las instituciones culturales
dominicanas, las cuales ameritaban una estructura que
terminara con la dispersión de las mismas en
términos de ejecutorias programáticas y
presupuestarias.
Tampoco las expectativas culturales en el segundo
gobierno el PRD fueron resultas, cuando ganó el doctor
Salvador Jorge Blanco, aunque se trato de crear una
comisión para la creación del Instituto Nacional de
Cultura, el cual seguiría como modelo el de Cuba y
Puerto Rico,
pero esta iniciativa fue congelada por el Congreso
Nacional.
2.5 En el 1996
producto de una alianza política con el Partido Reformista
Social Cristiano (PRSC), gana el Partido de la
Liberación Dominicana (PLD). Este triunfo provocó
una gran expectativa en el ámbito cultural nacional,
porque era el partido que había fundado un escritor de la
estirpe cultural de Juan Bosch, además tenía una
plebeya de escritores e intelectuales, pero las perspectivas no
fueron concretadas.
El presidente Leonel Fernández, creó
mediante decreto el Consejo Presidencial de Cultura, el cual se
convirtió en otra institución cultural del Estado.
Esto fue otra carga presupuestaria donde dentro existía
una decena de instituciones las cuales trabajaban dispersas y no
tenían autoridad para
concatenar una visión y un programa que
unificará bajo un mismo propósito a las
instituciones culturales del Estado dominicano. Aunque debemos
destacar algunos logros, como son los siguientes: la
creación de la Comisión Permanente de la Feria del
Libro de Santo
Domingo, encabezada por el prestante escritor, intelectual y
gestor cultural José Rafael Lantigua, quien logró
internacionalizar y democratizar con un esplendor única
vista en la cultura libresca dominicana, conjuntamente
logró editar dentro del programa de Ediciones Ferilibro
docenas de obras literarias y culturales indispensables en la
bibliografía
nacional. El Diagnóstico Participativo del Sector
Cultural (1997-1998), el Diálogo
Nacional, que provocó que los artistas solicitaron la
creación de una Secretaría de Estado de Cultura. El
registro de
dicha Ley se contempla
en la Gaceta Oficial del 28 de junio de 2000. Desde esta fecha se
conocía que el ocupante de dicha cartera sería el
Lic. Tony Raful, pero no se hizo efectiva su designación
hasta la toma de posesión del Ing. Agrónomo
Hipólito Mejía Domínguez, como Presidente de
la República el 16 de agosto de 2000.
2.6 Con la
instauración de la Secretaría de Cultura,
los partidos
políticos dominicanos vinieron a satisfacer los
anhelos de los intelectuales y trabajadores culturales. El reto
de dirigir un organismo que sólo cuenta con una
infraestructura es difícil, más aún en un
país que nunca había tenido una verdadera
política cultural. Ya tiene dos años de
funcionamiento, por lo tanto, podemos decir que tiene aciertos y
desaciertos. Enumeraremos los primeros: 1) el funcionamiento de
Secretaría de Cultura, a través de la Ley No.
41-00, donde están depositados los reglamentos que ordenan
y dirigen toda la política cultural del Estado dominicana;
2) la realización de XII Foro de Ministros de Cultura de
América
Latina y el Caribe Pedro Henríquez Ureña; 3) el
Foro Consultivo Plan Decenal de
Cultura; 4) el Primer Congreso de Cultura y Desarrollo; 5)
continuidad de las Ferias Nacionales e Internacionales del Libro;
6) los cursos de
formación y gestión cultural; y 7) la
realización de la VI Conferencia Iberoamericana de Cultura
y la conferencia de Nésto García Canclini:
¿Cómo nos globalizamos los
latinoamericanos?
Asimismo, podemos señalar, pero con su
reserva todavía, los Consejos de Cultura y la Editora
Nacional. Los Consejos por su estructura son infuncionales desde
el punto de vista operativo, es decir, son una
justificación para aparentar una democratización de
la cultura. La Editora Nacional (sólo ha publicado varios
libros, y los
mismos eran compromisos editoriales de otras instituciones, como
por ejemplo, los Premios Nacionales de Literarua), todavía
no cuenta con una política editorial definida, su gran
responsabilidad sería editar las obras
más significativas de la literatura nacional, entre
las que ya autorizó el presidente Hipólito
Mejía, la edición de las Obras Completas de Pedro
Henríquez Ureña.
A nuestro entender, los desaciertos empiezan con:
1) la misma formulación de la Ley, cuando se crea
asumiendo los conceptos y los modelos culturales internaciones,
desconociendo que la realidad institucional, política,
económica y cultural es distinta a los modelos imitados.
Esto significa que quisimos apropiarnos de una modernidad
formulatoria del hacer cultural internacional, sin estar
preparados para su ejecución, ya que esta sociedad no
posee la conciencia institucional para la realización de
los proyectos
culturales, como lo plantea la Ley. 2) Continuidad de la
improvisación y dispersión de los recursos en los
programas de
las instituciones culturales del Estado -que en principio fue la
piedra angular de la creación de la Secretaria.
3) Continuidad del oscurantismo sistemático
en la ejecución de los planes vía los directores,
patronatos y fundaciones culturales; 4) la centralización presupuestaria a
través de las instituciones y eventos de Santo
Domingo; 5) no haber seleccionado un personal técnico
capacitado para la gerencia media
de la gestión cultural estatal; 6) falta de
fiscalización de los recursos, programas y actividades de
las instituciones culturales gubernamentales, esto a su vez ha
provocado un manejo injustificado en la nómina
cultural, nombrando como Gestores Culturales a particulares que
nunca han realizado vida en los predios de la cultura y de
repente aparecen nombrados para la ejecución de propuestas
de desarrollo cultural; 7) no haber tenido un plan sobre la
ubicación física de las Casas de la Cultura y no
contar con una independencia presupuestaria para la
realización de actividades; y 8) no tomar en cuenta a
entidades culturales privadas que han realizado con anterioridad
un trabajo digno de continuidad y apoyo, no solamente moral sino
tangible en cuanto a la infraestructura física y
económica.
2.7 Este trabajo
no tuvo como propósito desconocer el apoyo dado tanto del
Presidente de la República como del Secretario de
Cultura, su finalidad fue escribir sobre la Política
Cultural en la República Dominicana, sin embargo para su
realización era necesario hacer un muestreo, para
revelar las lagunas históricas y actuales del hacer
cultural nacional, siempre asumiendo la responsabilidad de
hacerlo de una manera justa y real, dejando atrás
cualquier interés personal o grupal, porque como dije en
una ocasión: La cultura no es un decir, sino un
hacer.
Además de que nuestros intelectuales han sido
incapaces de elaborar una tesis que nos
identifique como dominicanos, todavía seguimos pensando en
quiénes somos: hasta nos rechazamos, queremos ser
norteamericanos, europeos, puertorriqueños, cubanos, menos
dominicanos. Podemos hablar de política cultural en un
país que se niega así mismo, definitivamente no. La
política cultural es la ideología de un pueblo, y hemos sido una
sociedad sin ideología, aunque hemos tenido principios de
nación. Con esto no pretendemos negar el pasado como
fundamento histórico, sino señalar un problema que
es fundamentar resolver antes de escribir sobre política
cultural en la República Dominicana.
(1) Ditrén Flores, Elena María: Panorama y
Política Cultural Dominicana (Diplomado en Gestión
Cultural), Santiago, 2002, p.5.
(2) Pérez de Cuéllar, Javier: Nuestra Diversidad
Creativa (Informe de la Comisión Mundial de Cultura y
Desarrollo) Edición realizada en el mes de septiembre de
1997, p. 13.
(3) Ibid, pp. 14,15 y 16.
(4) Ibid, p. 19.
(5) Morrison, Mateo: Política Cultural en República
Dominicana reto inaplazable. Editora Gente, Santo Domingo, 1997,
pp 13-14.
(6) Hacia un programa de desarrollo cultural para
República Dominicana: Informes sobre
el Diagnóstico Participativo del Sector Cultural, tomo I
Compendio de Legislación Cultural. Editores Dr. Luis O.
Brea Franco y Lic. Ramón A Vitoriano M. Santo Domingo,
Noviembre, 1998. Consejo Presidencial de Cultura, pp
14-15.
* Quien quiera investigar sobre la cultura en la Era de
Trujillo, favor de leerse el libro Mito y Cultura
en la Era de Trujillo, de Andrés L Mateo.
* Para mayor información, véase Cien Años
de Cultura en Santiago, en mi libro En la palabra.
Colección Fin de Siglo, Consejo Presidencial de Cultura,
Santo Domingo 2000, p. 191.
* Enegildo Peña nació en Santiago de
los Caballeros, República Dominicana, el 9 de agosto de
1965. Forma parte de la promoción de los poetas de los ’90.
Es uno de los más activos
promotores literarios de la ciudad cibaeña. Director y
fundador del Taller Literario Virgilio Díaz
Grullón y de la revista Voz
Literaria del (CURSA-UASD). Co-fundador del Círculo de
Escritores de Santiago y miembro fundador del Taller Literario
Líttera.
Poeta, ensayista, promotor cultural y periodista,
ha ganado premios de poesía;
ha publicado poemas y
estudios en la prensa; textos
suyos han aparecido en antologías como Juego de
Imágenes (Ediciones Hojarasca, 1995);
Antología del Ateneo Insular (Colección en
la Interior Bodega, 1995); Antología del Ateneo
Insular (Colección en la Interior Bodega, 1997); ha
sido antologado en el Diccionario Enciclopédico
Dominicano (1988), y por el Azul del mar
–(encuentro artístico dominico-español,
1995); también esta incluido en la Antología de
este lado del país llamado El Norte, colección
Comisión Permanente Feria Nacional del Libro ’98.
También apare- ce antologado en los libros premiados de la
Alianza Cibaeña. Ha dictado conferencias en la
mayoría de las universidades del país y los centros
culturales, además ha sido conferen-iante invitado a
Puerto Rico y el Festival del Caribe, que se realiza en
Santiago de Cuba.
Autor del libro de poesía Más
allá de mi sombra (1993), testimonio de sus
inquietudes filosóficas. Su producción poética revela a un ser
preocupado por el sentido de la vida y el mundo, y en sus
reflexiones hay verdades poéticas que atrapan la huella de
lo trascendente, esto lo dice, el doctor Bruno Rosario Candelier
en su antología interiorista. Enegildo Peña, fue
premiado por su destacada participación en la Primera
Feria Regional del Libro Santiago ’97, con el máximo
galardón Gregorio Luperón. Actualmente es Director
Ejecutivo cultural de Casa de Arte, colaborador de los
periódicos Listín Darío y La
Información, en la actualidad es comen-arista de
televisión.
Enegildo Peña