Monografias.com > Educación
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Evaluación pro aprendizaje: Un reto para la escuela primaria en el nuevo milenio




Enviado por daniloquinonez



    RESUMEN

    El trabajo se refiere a un importante componente del
    proceso de
    enseñanzaaprendizaje: la evaluación. Se reflexiona sobre el estado
    actual del sistema
    evaluativo en la escuela primaria y cómo atemperarla a las
    nuevas concepciones del aprendizaje de los niños.

    PALABRAS CLAVES:

    Evaluación

    Escuela primaria

    Aprendizaje

    Enseñanza

    Educación

    INTRODUCCIÓN:

    La evaluación es un tema muy recurrente en todos
    los ámbitos sociales: en la familia se
    polemiza acerca de cómo se debió hacer esto o lo
    otro por cada uno de sus miembros, o si lo que se hizo es o no
    correcto, sobre todo cuando se trata de niños, adolescentes y
    jóvenes que son los que más orientaciones necesitan
    como complemento de un proceso formativo que a partir de la edad
    escolar rectorea la escuela. Es un tema omnipresente, está
    de moda. No solo
    por el hecho de evaluar, sino, además, porque
    frecuentemente se habla y escribe sobre este
    particular.

    Todos, de una forma u otra queremos adoptar una
    posición ante los problemas de
    la vida social, cada persona quiere
    identificarse de acuerdo con sus intereses, particularidades
    personales, intenciones y propósitos, así,
    educandos y aprendices reclaman el espacio para el despliegue de
    su identidad en
    la relación con los otros, mutuamente hacen valoraciones
    del proceso por el que han transitado y de los resultados
    alcanzados.

    La autovaloración y autorregulación como
    principios de
    la metacognición evolucionan hacia un estado
    configuracional que revela las necesidades que tiene cada sujeto
    de demostrar lo que va aprendiendo en un proceso de constante
    transformación de sus modos de
    actuación.

    Enfrentar o dirigir el proceso evaluativo de los alumnos
    es un elemento de complicación, porque desde la
    perspectiva del maestro; en la generalidad de los casos, piensan
    que lo más importante es que todos sus alumnos
    estén evaluados en una etapa o período del curso
    escolar, por otra parte, es una tendencia muy manida el advertir
    sobre las ventajas y desventajas de la evaluación desde
    posiciones de un discurso
    académico y pensar que así llegaríamos a
    solucionar los problemas que más nos afectan al respecto.
    Es por ello que consideramos importante que los maestros de la
    escuela primaria reflexionen a partir de las siguientes
    interrogantes:

    • ¿Saben nuestros maestros implementar las
      funciones de
      la evaluación en la dirección del proceso de
      enseñanza-aprendizaje, sin que esto se convierta en un
      momento de tensión para los sujetos que
      aprenden?
    • ¿Quién se beneficia con la
      evaluación?
    • ¿Al servicio de
      quién se pone?
    • ¿Qué es evaluar en la escuela
      primaria?
    • ¿Están preparados los maestros para dar
      un seguimiento cualitativo a los resultados del aprendizaje de
      sus alumnos como un criterio básico del diagnóstico integral?
    • ¿Reflexionan coligadamente maestros y alumnos
      para valorar resultados de la evaluación en un ambiente de
      aprendizaje socializado?
    • ¿Propicia el maestro la auto evaluación
      y coevaluación en la clase?
    • ¿Propician los maestros de la escuela primaria
      verdaderas situaciones de aprendizaje desarrollador para que el
      estudiante revele lo que ha aprendido?
    • ¿Es considerada la evaluación como un
      proceso en el que se profundiza en los estilos y estrategias de
      aprendizaje en el aula y fuera de esta, o como un momento
      hostil y lleno de tensiones donde el alumno rinde cuenta de los
      resultados de determinadas a tareas?

    DESARROLLO:

    Son disímiles los criterios que con respecto a la
    evaluación se han valorado en los diferentes niveles de
    enseñanza, de forma general, maestros y profesores adoptan
    posiciones que van desde los extremos más conservadores,
    hasta las posiciones más tolerantes en cuanto a la
    determinación de la calidad de los
    resultados.

    La evaluación es un componente del proceso de
    enseñanza-aprendizaje, forma parte de la dinámica que desde los inicios de cada
    actividad docente está determinada por la relación
    objetivo-contenido-método; no
    es un complemento ni elemento aislado. Cada maestro debe tener
    presente que lo más importante no es evaluar, ni hacerlo
    con la calidad requerida, lo más importante es saber
    cuáles son los propósitos en la dirección
    del proceso de enseñanza-aprendizaje, qué aspectos
    para el desarrollo de
    los alumnos son necesarios potenciar y en qué momento de
    la clase, curso o etapa es más propicio considerarlo para
    que se traduzca en aprendizaje.

    Cuando en el contexto escolar hacemos referencia a la
    evaluación, generalmente pensamos en los alumnos, en
    qué aspectos del sistema de conocimientos es necesario
    profundizar, qué saberes han acumulado y cómo los
    exteriorizan con la intención de comprobar cuál ha
    sido su rendimiento sin tener en cuenta otros factores que
    influyen considerablemente, ajenos a su voluntad y que conducen a
    recrear situaciones fragmentadas, cada vez más
    desvinculadas de la realidad, que alejan a la escuela del
    verdadero ideal social al que debe aspirar en la formación
    de las nuevas generaciones.

    La evaluación en la escuela primaria se ha visto
    plagada de un cúmulo de insuficiencias, entre ellas
    podemos citar:

    • La no consideración de un diagnóstico
      integral y acertado para conocer los antecedentes del
      aprendizaje de cada alumno.
    • Son insuficientes las acciones de
      exploración de los conocimientos precedentes en la
      práctica pedagógica como criterio básico
      para determinar la zona de desarrollo actual y potencial con el
      propósito de precisar nuevas y superiores
      metas.
    • Algunos maestros no son capaces de determinar niveles
      de logro en la adquisición de las habilidades como
      premisa para la selección de ejercicios con este
      fin.
    • Existe una tendencia generalizada a centrar la
      atención en los resultados de las tareas
      sin atender las particularidades del proceso para
      lograrlo.
    • La evaluación no es concebida como parte del
      proceso de aprendizaje, sino como un momento de
      represión y rendición de cuentas de
      los resultados de los alumnos que lastran su independencia en este proceso.
    • Falta de integralidad en el proceso evaluativo ya que
      no da respuesta a las exigencias para el aprendizaje
      del contenido.
    • Las acciones del proceso de evaluación se
      centran en el maestro, por lo que no se incentiva la
      implicación del alumno en la determinación de la
      calidad de los resultados, el reconocimiento de su
      individualidad, su experiencia, niveles de ayuda que puede
      brindar a sus coetáneos y la autovaloración de
      los logros alcanzados.
    • Como tendencia se manifiesta que el maestro
      evalúa más con la intención de clasificar
      un grupo de
      alumnos por el resultado, que por determinar las perspectivas
      de su desarrollo.
    • No se aprovechan las dimensiones didácticas
      del error.
    • Las dificultades en el aprendizaje se asocian
      más a problemas del alumno que a insuficiencias del
      maestro en su orientación y control.
      Entre otras.

    Estas insuficiencias nos revelan el divorcio que
    aún se manifiesta entre el aprendizaje y su
    evaluación, o sea, se fragmenta la integridad del proceso
    didáctico de la escuela primaria, el que tanto necesita el
    concurso de acciones que conduzcan a la reflexión de
    cómo transformarlo en un proceso cada vez más
    integral y desarrollador.

    En reiteradas ocasiones, algunos detractores de la
    bilateralidad del proceso niegan la necesaria orientación
    que tienen que recibir los alumnos en sus diferentes estadios de
    desarrollo y cuando estos presenta determinadas insuficiencias en
    su aprendizaje culpan al maestro del nivel anterior, a la
    familia, o
    simplemente alegan que tienen problemas de aptitud para transitar
    por el grado o nivel.

    Otros plantean que los únicos culpables del bajo
    rendimiento académico son los alumnos, sin hacer un
    análisis profundo de los antecedentes del
    aprendizaje de cada uno de ellos. No son pocos los maestros que
    erróneamente han remitido a un alumno con el especialista
    del centro de diagnóstico y orientación (CDO,
    institución cubana que atiende a los niños con
    dificultades en el aprendizaje y problemas conductuales), por no
    haber evaluado cualitativa y acertadamente los procederes
    individuales en la relación sistémica
    proceso-resultado-causa. En este sentido, cada maestro debe
    reflexionar sobre lo siguiente:

    • ¿Están mis alumnos en igualdad de
      condiciones para aprender?
    • ¿Cómo proceder para lograr la igualdad
      de oportunidades desde la propia clase?

    Todos los sujetos que aprenden y sobre todo, los de la
    edad escolar, están aptos para hacerlo, el maestro tiene
    que saber aprovechar dos cualidades básicas que son
    inherentes a esta etapa del desarrollo ontogenético y que
    distinguen el aprendizaje humano del de los animales: la
    inmadurez y la plasticidad:

    La primera, revela un estado de dependencia del sujeto
    por conocer, orientarse a la búsqueda de lo nuevo,
    peguntar constantemente, responder a cualquier estímulo de
    acuerdo con su variedad y novedad, y comparar sus resultados con
    los del otro; la inmadurez está muy asociada a la
    involuntariedad que caracteriza a los modos de actuación
    de estas edades; en el ámbito escolar, lo esencial por
    parte del maestro es orientar al alumno a que logre diferenciar
    qué actividades son las que más le aportan a su
    proceso de aprendizaje, que cada acción orientadora, desde
    la posición del alumno se convierta en la
    aprehensión de un método de aprendizaje y que los
    resultados de la evaluación le demuestren niveles de
    logros y exprese satisfacción por las transformaciones
    alcanzadas.

    El criterio de plasticidad, como generalidad,
    desde la posición del maestro, ha estado muy asociado con
    el imponer determinadas reglas o normas de trabajo
    colectivo o individual entre los alumnos de estas edades al
    considerarlos seres indefensos y que siempre tienen que aceptar
    lo que se les orienta sin que medie discusión o
    valoración alguna como condición básica para
    que se reconozca actitudes
    positivas de acatamiento a lo que se dijo en un momento
    determinado.

    Sin embrago, la generalidad los maestros no ha sido
    capaz de combinar lo anterior con las posibilidades que brinda
    esta cualidad de las personalidades en formación para
    iniciar, desde edades tempranas un profundo proceso formativo que
    comprometa al alumno con su autotransformación y, que
    sienta la necesidad de transformar a los demás.

    El maestro no debe dejar de considerar que en estas
    edades los alumnos sobredimensionan su influencia, que sus modos
    de actuación se convierten en un modelo que
    constantemente se multiplica, así, lo más
    importante no es imponerse ni declarar estilos que sean cada vez
    más proclives a la hegemonía de la dirección
    unilateral, sino, de lograr consenso entre todos, demostrarle al
    alumno que lo que diariamente se aprende va superando
    cualitativamente lo aprendido y que tienen bastas posibilidades
    para enfrentarlo: en ello se fundamenta la necesidad del
    cambio.

    Así, "la inmadurez y la plasticidad del ser
    humano con respecto a las otras especies del reino animal
    determinan la importancia trascendental que tiene el aprendizaje
    para el desarrollo de los individuos maduros"
    (Dra D.
    Castellanos y otros, 2002.).

    Tanto la inmadurez como la plasticidad son potenciadores
    y mediadores de un proceso de desarrollo, determinado en buena
    medida por la eficiencia de los
    procesos
    evaluativos a los que sea sometido el alumno para potenciar su
    aprendizaje y constatar en cada etapa fortalezas y debilidades de
    los resultados alcanzados y qué estrategia de
    intervención es la más adecuada para los nuevos
    propósitos, donde cualidad, valor e
    integración
    adquieren una preponderancia cada vez
    más sistémica.

    Evaluar es atribuir valor a las cosas, es afirmar algo
    sobre su mérito. Se evalúa para comprender,
    alcanzar un cambio y mejorar. Es un instrumento que la
    escuela debe aprovechar al máximo, en la toma de
    decisiones, en la
    organización escolar y la determinación de los
    índices de calidad en la formación de los
    alumnos.

    La evaluación educativa es un fenómeno de
    extraordinaria complejidad en el cual se acumulan una serie
    funciones diferenciadas e interrelacionadas las que en
    la
    educación primaria adquieren una especial relevancia.
    Por una necesidad didáctica, estas funciones se separan para
    su estudio y puede que una adquiera mayor relevancia que otra en
    correspondencia con una determinada situación del proceso
    de enseñanza-aprendizaje, pero en la práctica
    educativa se manifiestan con carácter
    de sistema. Las ambiciosas finalidades de la evaluación la
    comprometen con un conjunto de funciones dirigidas a
    optimizar el proceso educativo en estas edades.

    En la diversidad de fuentes
    consultadas no existe la distinción de un sistema de
    funciones de la evaluación para la escuela primaria, por
    lo que en las actuales condiciones del desarrollo de las ciencias
    sociales, especialmente la Pedagogía y la Psicología, han sido
    de obligado referente las tendencias de la pedagogía
    exsoviética y alemana contemporáneas, así
    como las particularidades de cada una de las etapas por las que
    ha transitado la Pedagogía en Cuba,
    según el Dr. C. Álvarez de Zayas; además de
    los criterios de L. Kilngber, (1974); M.A Danilov, (1978); G.
    Labarrere y G. Valdivia, (1988); Miguel S. Guerra,
    (1993); P. Maceda (1994); R. M. Álvarez, (1997); O. Castro
    (1998); M. Rivilla, (2000); J. Delval, (2001); F. Addine(2001) y
    MG. Ibar, (2002). Entre otros.

    De forma general, los postulados que se manejaban acerca
    de las funciones de la evaluación en la escuela cubana,
    hasta finales de la década de los 80, estaban dirigidos a
    concebirla con un carácter de proceso; pero muy ligada al
    desempeño del maestro desde su
    posición de dirigente del proceso de
    enseñanza-aprendizaje. Eran entendidas como funciones que
    hacía cumplir el maestro, más bien para transmitir
    conocimientos que para propiciar el desarrollo de los
    alumnos.

    Estaba muy arraigada la tendencia de concebir a la
    evaluación como un instrumento para constatar el proceso
    de apropiación de los conocimientos de los alumnos,
    además prevalecía el criterio de que los resultados
    del aprendizaje estaban en dependencia de la cantidad de
    evaluaciones que el alumno acumulara en formas de juicios de
    valor, sin que mediara análisis cualitativo alguno del
    desarrollo de las habilidades en el proceso y mucho menos de
    indicadores
    que lo determinaran en cada una de las etapas de su desarrollo
    ontogenético.

    En la escuela primaria se manifiesta como tendencia (por
    la preponderancia del autoritarismo arraigado por la fuerza de la
    tradición) la no-consideración de los criterios de
    los que aprenden con respecto a lo que cada uno necesita, los
    alumnos no son orientados hacia la autovaloración y
    cómo valorar al otro; ni se les enseña a
    diferenciar cuáles son sus necesidades de ayuda y
    cómo la deben brindar a los demás.

    Por otra parte, desde nivel central (MINED) eran
    emitidos sistemas de
    evaluación muy rígidos y descontextualizados, lo
    que conducía a que la mayoría de los maestros (para
    no absolutizar el defecto) centraran su atención en el
    resultado cuantitativo que determinaba el avance por cada etapa
    del curso o semestre, la escuela primaria estaba fragmentada
    donde existían maestros especialistas de un primer y
    segundo ciclo; como tendencia, el tránsito del alumno de
    un grado a otro se hacía con algunas insuficiencias que el
    maestro emisor nunca detectaba y era culpado por el del grado
    posterior: en suma no se concebía la importancia de los
    ciclos como momentos importantes del desarrollo sino como formas
    estereotipadas de organizar la estructura de
    la escuela.

    La participación del alumno en el proceso de
    evaluación era concebida únicamente a partir de
    cinco funciones (instructiva, educativa, de diagnóstico,
    de desarrollo y control) con un marcado carácter animista,
    o sea, el maestro conoce teóricamente la función y
    puede lograr que esta se cumpla sin ningún problema en el
    proceso, sin considerar la diversidad de formas de
    evaluación que puede implementar el maestro a partir de la
    implicación consciente del alumno, de sus peculiaridades
    personales e intelectuales.

    Independientemente, de los logros alcanzados por
    maestros y alumnos en las diferentes clases a partir de las
    actuales transformaciones, todavía se manifiestan en la
    evaluación procederes manidos, tendentes a lo
    cuantitativo para la determinación de los conocimientos
    que van acumulando los alumnos, sin registrar las
    particularidades del tránsito por el proceso que lo
    condujo a un determinado resultado.

    La experiencia precedente de más de veinte
    años en la formación de profesionales para la
    escuela primaria me ha demostrado que desde el propio Instituto
    Superior Pedagógico, donde prevalecen las estrategias
    didácticas del enseñar a aprender y enseñar
    a enseñar,
    no se ha logrado que estos estudiantes
    (tanto los del curso diurno como los del curso para trabajadores)
    logren dominar plenamente cuáles son sus habilidades
    profesionales, qué acciones las sustentan, en qué
    etapas del curso o semestre deben alcanzarse y qué
    indicadores evidencian que los modos de actuación se van
    transformando de acuerdo con las exigencias del modelo del
    profesional; por lo que es una insuficiencia que por
    transferencia también se ha manifestado en el aprendizaje
    de los alumnos de la escuela primaria. (Véase Conferencia: El
    proceso de enseñanza-aprendizaje, de las Dras M. Silvestre
    y P. Rico, En: Hacia el perfeccionamiento de la escuela
    primaria.)

    Esto quiere decir que los alumnos de la escuela primaria
    no siempre están lo suficientemente orientados a
    identificar logros y dificultades de su aprendizaje a partir de
    los resultados del diagnóstico y en correspondencia con
    ello, determinar de forma perspectiva qué estrategia de
    aprendizaje adoptar dentro o fuera del aula para hacer más
    eficiente su autoaprendizaje.

    Es por ello que el trabajo del
    maestro debe estar dirigido a que el alumno interiorice
    conscientemente qué es lo que debe aprender, por
    qué le necesita, que reconocimiento social recibirá
    de sus coetáneos, familiares y maestros y que se sientan
    estimulados con la ejecución de cada tarea en el proceso
    de aprendizaje.

    La concepción de evaluación que como
    regularidad prevalece en la escuela primaria actual, es una
    manifestación de la concepción de aprendizaje,
    centrado básicamente, en la figura del maestro, en su
    autoridad,
    determinada en buena medida por la desconfianza hacia el
    autoaprendizaje e independencia de los alumnos y por el temor de
    que estos lo hagan quedar mal ante los directivos que en
    diferentes momentos del curso controlan su trabajo.

    Se manifiesta como una regularidad de la escuela
    primaria actual que el maestro sobredimensione lo instructivo con
    respecto a lo educativo, por lo que las acciones para constatar
    la evolución de los alumnos, se reducen en
    buena medida, a comprobar cúmulo de conocimientos y no las
    posibilidades que tienen de utilizarlos en la vida cotidiana para
    su beneficio propio o el de los demás.

    Así, el tránsito del alumno por las
    diferentes etapas del curso está avalada, generalmente,
    por un resultado cuantitativo que se expresa en un juicio de
    valor y que nada aporta al proceso de diagnóstico y
    caracterización tan necesarios en estas edades.

    Otro aspecto a considerar es que en el actual proceso de
    transformación y perfeccionamiento por el que transita la
    escuela cubana la ubica a la vanguardia de
    la educación
    en América
    Latina y el Caribe, donde se destaca la reducción de
    la relación alumno-maestro en cifras de hasta 20 alumnos
    en cada aula

    En este proceso de constante perfeccionamiento, se crean
    un conjunto de condiciones que favorecen extraordinariamente la
    realización del proceso docente-educativo hacia un estadio
    de desarrollo mucho más cualitativo, esto hace posible que
    la problemática que se aborda manifieste una tendencia
    positiva en el tránsito hacia etapas superiores, no
    obstante, estas condiciones no son lo suficientemente
    aprovechadas por todos los maestros para que a través de
    la evaluación se logre el impacto social de las
    transformaciones deseadas en la adquisición de
    conocimientos por cada alumno; por lo que cabe
    reflexionar:

    -¿Es posible mantener una evaluación
    cuantitativa, sumativa y no participativa en aulas de hasta 20
    alumnos?

    No enfrentar los retos del cambio ubicaría a los
    maestros en el centro de censura de sus alumnos, directivos,
    familiares y la sociedad en
    general, la propia dinámica del proceso los irá
    comprometiendo, cada vez más, con el desempeño de
    sus funciones.

    Las condiciones antes referidas y las tendencias a la
    mejoría en este sentido, en modo alguno, nos liberan de
    continuar profundizando en las particularidades del proceso de
    evaluación para la escuela primaria.

    Son pocos los autores que valoran la importancia de la
    evaluación con la perspectiva de hacer más
    eficiente el aprendizaje, generalmente ha sido concebida como el
    instrumento de comprobar la apropiación de los
    conocimientos por parte de los alumnos, como el espacio para la
    rendición de cuentas de lo que se ha aprendido, para
    llenarlos de tensiones en diferentes etapas del curso
    escolar.

    Otro de los aspectos que ha sido pobremente tratado con
    respecto a la relación evaluación-aprendizaje, es
    lo relacionado con la consideración de las dimensiones
    didácticas del error. (S. De la Torre, 1999. Aprender
    de los errores y M. Velázquez, 2002. La dimensión
    didáctica del error).

    Está demostrado que en la dirección del
    aprendizaje la generalidad de los maestros considera el
    error con una connotación negativa, de derrota,
    tendente a clasificar al grupo, a crear barreras en el
    aprendizaje, y a trasmitirle al alumno el fatídico
    sentimiento de que es un fracasado, sin embrago, el error
    debe concebirse como un momento más por el que transcurre
    el aprendizaje; lo más importante es que el maestro
    enseñe al alumno a reorientarse didácticamente en
    el proceso a partir de los errores, que estos no deben asociarse
    únicamente con la evaluación y que son decisivos, a
    favor del aprendizaje, en cualquier momento del
    proceso.

    Por lo anteriormente expuesto y por la importancia de
    hacer cada vez más integradora la evaluación,
    proponemos un sistema de funciones dirigidas a optimizar este
    proceso en la escuela primaria; de las nueve funciones que
    proponemos seis ya habían sido tratadas por diferentes
    autores para otros niveles de enseñanza y las tres
    últimas (función participativa, metacognitiva y
    ecológica) las sometemos a su consideración como un
    modesto aporte al mejoramiento de este componente de la
    Didáctica que merece especial atención para lograr
    un aprendizaje consciente y desarrollador.

    FUNCIÓN DE
    DIAGNÓSTICO:

    Permite saber cuál es el estado cognoscitivo y
    actitudinal de los alumno; así ajustar la acción de
    intervención a sus características, peculiaridades, saberes,
    intereses, motivaciones y expectativas. Un diagnóstico
    acertado facilita un aprendizaje
    significativo y relevante ya que parte del estado real
    (problema) la situación precedente y las causas que la
    sustentan. Es importante diagnosticar contexto y las condiciones
    en que se desarrollará el proceso, anticipar de alguna
    manera, qué se espera de cada sujeto, qué ayuda
    recibe del otro y del propio maestro, enseñarlo a demandar
    la ayuda para que pueda comprender cuál es su
    situación real de aprendizaje.

    FUNCIÓN SELECTIVA:

    Esta función, lejos de definir una determinada
    posición del sujeto en el grupo y predeterminar un futuro
    social. (Santos Guerra, 1993) que es un criterio incompatible con
    nuestro modelo educativo, en el que la función de
    selección se implementa, en tanto necesidad
    didáctica para el maestro, en definir qué contenido
    va a reforzar, qué medios
    audiovisuales son necesarios para el aprendizaje, los alumnos con
    los que el maestro formará un equipo, trabajos realizados
    para ser exhibidos, locales y horarios adecuados, de alumnos para
    que dirijan una actividad y expongan sus conocimientos y
    experiencias, entre otros. Con esta función se debe hacer
    ver al alumno que la evaluación propicia la toma de
    decisiones, por ejemplo, en cuanto a qué se estudia, con
    quién lo hace, qué fuente de información utiliza. En suma, que la
    selección lo aproxime a ser cada vez más
    independiente.

    FUNCIÓN DESARROLLADORA:

    Es un arma eficaz para valorar el trabajo realizado por
    el maestro, y someterlo a una revisión y
    actualización permanente, como necesidad de una constante
    superación científico –
    pedagógica.

    En la medida que defina acertadamente los problemas, las
    causas y su influencia en el aprendizaje de sus alumnos, el nivel
    de los logros en los resultados que corroboren la efectividad de
    las acciones seleccionadas por él, serán resortes
    motivacionales de dirección y resultados de maestros y
    alumnos respectivamente. Situaciones de aprendizaje más
    desarrolladoras revelarán más acertadamente el
    aprendizaje de los alumnos.

    FUNCIÓN DE
    JERARQUIZACIÓN:

    Esta función permite organizar la atención
    de forma gradual a los alumnos con dificultades en determinados
    aspectos del conocimiento o
    habilidades, los que tienen problemas de puntualidad, con la
    expresión oral, cumplimiento con la presentación
    formal de algún trabajo.

    Aunque no exista una marcada intención de
    diferenciar por parte del maestro, la jerarquización,
    involuntariamente marca niveles de
    diferencia entre los alumnos, lo más evidente está
    relacionado con la definición del aprobado o desaprobado,
    determinar los niveles de ayuda, la prioridad de atención
    que merece cada sujeto, qué contenidos de los tratados nos
    aproximan más a los propósitos mediatos e
    inmediatos de la de la dirección del aprendizaje,
    qué estrategia evaluativa, seleccionar y en qué
    orden se introducen las acciones para la autoevaluación y
    coevaluación.

    Los maestros deben cuidar que esta función no se
    convierta en un instrumento humillante o de segregación
    del colectivo, en la jerarquización, como
    característica inherente a los sistemas (en este caso
    sujetos del proceso) deben interactuar todos sus integrantes,
    maestros y alumnos sin distinción. Son
    jerarquías necesarias para el mejoramiento del proceso
    docente.
    (RM. Álvarez, 1997).

    FUNCIÓN DE COMUNICACIÓN.

    La interrelación entre los sujetos que
    intervienen en el proceso docente educativo es decisiva para
    alcanzar los resultados, valorarlos e interpretarlos. La
    comunicación tiene connotadas repercusiones
    psicológicas para el alumno y el maestro
    (MA. Santos
    G. 1993). El alumno en este proceso ve la posibilidad de
    autoafirmarse y elevar su autoestima
    dentro del colectivo, de compartir acuerdos y reflexionar sobre
    las disquisiciones para llegar a consensos entre los demás
    miembros del colectivo, oír las consideraciones del otro,
    ayudarlo a través del diálogo,
    sin imposición, que cada sujeto sienta que sus criterios
    tienen significado para la mayoría o una buena parte del
    grupo.

    Es importante que la receptividad como interlocutores
    sea perceptible visualmente, aspecto este decisivo para la
    necesaria empatía entre evaluadores y evaluados; que desde
    la primera impresión sea un diálogo constructivo,
    ameno, enriquecedor, de apertura, sin reservas, donde se exprese
    con sinceridad lo que cada alumno ha aprendido, cuál ha
    sido su protagonismo y si encierra la verdadera dimensión
    ética
    que presupone este acto.

    FUNCIÓN DE ORIENTACIÓN:

    La orientación es un componente básico de
    la actividad de aprendizaje, es un aspecto potenciador de la
    esfera inductora motivacional de la
    personalidad. Después de registrados los resultados se
    valoran los logros, dificultades y causas asociadas como
    criterios básicos para reorientar el trabajo que hasta
    ahora se había estado realizando.

    Presupone reflexionar sobre ¿cuáles fueron
    los problemas?, ¿Qué hacer?, ¿Qué
    cambiar?, ¿Qué dirección tomar?
    ¿Cuál es la más acertada de todas las
    alternativas? . La orientación es el momento de
    reconsiderar, cambiar, de empezar un proceso cualitativamente
    superior.
    (RM Álvarez, 1997). Es el momento propicio
    para promover la importancia de las expectativas, estimular la
    adopción
    de normas y reglas para todas las actividades que se desarrollan
    en la escuela como fundamento de un proyecto de vida
    más mediato.

    FUNCIÓN PARTICIPATIVA:

    El carácter social y participativo de la
    evaluación la comprometen cada vez más con la
    implicación y protagonismo del alumno en el proceso y de
    sus responsabilidades como sujeto de aprendizaje. Se acrecienta
    el compromiso social de intervenir para mejorar el proceso,
    brindar la ayuda que necesitan los demás y que cada uno
    declare lo que necesita en este sentido. La consideración
    de los niveles de ayuda es decisiva para la implicación de
    cada alumno en el proceso; es por ello que su
    participación consciente, reflexiva, libre de prejuicios,
    permiten que el aprendizaje revele su verdadero carácter
    social e interactivo.

    FUNCIÓN METACOGNITIVA:

    La implicación consciente del alumno en el
    proceso de enseñanza-aprendizaje y la constatación
    de su evolución para llegar a un resultado a partir de la
    evaluación, demandan de una actitud
    más autorefelxiva de los logros de su aprendizaje, que en
    cada etapa de la evaluación el maestro lleve al alumno a
    profundizar en sus propios procesos cognitivos, a regularlos, a
    planificar sus tareas y a diferenciar la inmediatez de la
    mediatez, a tolerar posiciones y estadios de desarrollo de las
    demás personas, a que se evidencie en los momentos de la
    actividad de aprendizaje la relación entre el saber
    qué y el saber cómo
    . Posibilita potenciar las
    relaciones afectivas, los vínculos
    contexto-autorregulación, el autodiagnóstico, la
    supervisión y
    cooperación.

    FUNCIÓN ECOLÓGICA:

    La evaluación del proceso de
    enseñanza-aprendizaje se desarrolla muy vinculada a la
    vida del sujeto que aprende, el cual está inmerso en un
    medio sociocultural complejo y contradictorio que se caracteriza
    por las relaciones sociales recíprocas de dar y recibir,
    en muchos casos, con una considerable dosis de involuntariedad,
    descentralización y dejar hacer que sin
    llegar a la anarquía y desobediencia si proliferan modos
    de actuación que no se corresponden con las más
    elementales normas de convivencia, sobre todo, cuando la escuela
    no interviene oportunamente para contrarrestar estas
    inadecuaciones sociales.

    Es por ello que en la dirección del proceso de
    enseñanza-aprendizaje, desde edades tempranas el maestro
    tiene que trabajar para lograr entre los sujetos recurrentes
    relaciones que se caractericen por la espontaneidad, despojadas
    del lastre de la subjetividad y la suposición, siempre con
    la buena intención de ayudar al otro, que cada uno se
    libere de prejuicios y tabúes para dar criterios de los
    resultados individuales o grupales.

    Rechazar puntos de vistas o posiciones y no personas,
    aceptar el trabajo en grupos
    independientemente de su composición racial y social, lo
    que influye considerablemente en la determinación del
    impacto humano sobre el entorno social cuando todo ello
    está en función de elevar la calidad de
    vida.

    Por la complejidad del proceso docente-educativo en la
    escuela primaria, y por la necesidad del cambio que ello
    requiere, relaciono una serie de aspectos que el maestro no puede
    dejar de considerar para evaluar el aprendizaje de sus
    alumnos:

    1. Partir de un diagnóstico integral y
      acertado, lo que posibilitará:
    • Remitirse a las particularidades de los precedentes
      en el proceso de asimilación de los
      conocimientos.
    • Determinar hacia dónde se orientan las
      fortalezas, dónde radican las insuficiencias en la
      apropiación de habilidades y métodos de aprendizaje.
    • Establecer niveles de ayuda maestro-alumno,
      alumno-alumno, maestro-familia y familia-alumno.
    • Caracterización profunda de la familia con
      énfasis en las potencialidades de esta para darle
      continuidad al proceso de aprendizaje en el
      hogar.
    • Determinar antecedentes patológicos
      personales y familiares que intervienen en el
      aprendizaje.

    2. Propiciar que el alumno establezca nexos entre lo
    conocido y lo nuevo por conocer

    1. Utilizar preguntas dirigidas a la reflexión
      y que orienten al alumno al análisis de las
      condiciones en que se ejecuta la tarea.
    2. Analizar las posibilidades de diferentes
      vías de ejecución de ejercicios y
      tareas.
    3. Propiciar la ejecución de tareas en
      diferentes niveles de
      ínteractuación.
    4. Potenciar procesos de autoevaluación del
      alumno.
    5. Diferenciar la calificación de los procesos
      de aprendizaje que la evaluación propicia.
    6. Someter su estilo de evaluación a la
      consideración de otros maestros.
    7. Oír el parecer de sus exalumnos sobre la
      forma de evaluar.
    8. Intercambiar criterios con otros maestros sobre
      resultados evaluativos de sus alumnos.

    Para lograr mayor diferenciación en el proceso
    de evaluación de los alumnos del primer y segundo
    momentos del desarrollo (preescolar a
    segundo grado) se deben considerar los siguientes
    aspectos:

    • Partir de un diagnóstico integral y
      diferenciado de los antecedentes del alumno.
    • Diferenciar logros y dificultades en el aprendizaje
      de los procesos de lectura y
      escritura,
      operaciones
      elementales de cálculo y de nociones primarias sobre
      la naturaleza y
      sociedad. El control y seguimiento a estos aspectos del
      contenido, le permitirá al maestro concebir a la
      evaluación como un proceso que permite el
      aprendizaje.
    • Atender y estimular diferenciadamente el desarrollo
      del carácter voluntario y consciente que gradualmente
      adquieren los procesos psíquicos en estas
      edades.
    • A través de ejercicios y tareas potenciar el
      desarrollo de los procesos lógicos del pensamiento como el análisis y la
      síntesis, establecimiento de
      relaciones, entre otros, como aspectos esenciales para
      diferentes aprendizajes como la
      lectura, la escritura y matemática.
    • Orientar tareas donde se propicie la
      utilización de medios auxiliares, para que puedan
      memorizar, estableciendo relaciones para promover una
      retención lógica y no mecánica.
    • Ofrecer tareas de aprendizaje que despierten el
      interés del niño hacia los temas
      que desarrollan en clases y asuman actitudes conscientes
      hacia los conocimientos que adquieren.
    • Orientar ejercicios, tareas individuales y
      colectivas dirigidas a que el alumno trabaje con materiales
      que sean directamente perceptibles mediante modelos
      adecuados.
    • Entre otras.

    CONCLUSIONES:

    La complejidad y riqueza del proceso docente-educativo
    irradia a la evaluación este mismo carácter, por lo
    que constantemente es susceptible de perfección para hacer
    más eficiente la labor de enseñanza y
    aprendizaje.

    Profundizar sistemáticamente en la
    implementación de estas funciones nos lleva a reflexionar
    sobre los matices personológicos del aprendizaje escolar,
    qué nuevas experiencias deben registrarse por los maestros
    en ejercicio para reorientar el trabajo hacia la
    evaluación en todas sus modalidades, implicar y
    comprometer cada vez más a los alumnos con los resultados
    individuales y grupales, que a partir de las acciones de
    autovaloración y valoración del otro se eliminen
    las asperezas que puedan surgir en este proceso, persuadir a los
    de menos posibilidades de aprendizaje de cuáles son las
    causas de sus resultados y estimular a los que han alcanzado
    más calidad para que continúen evolucionando hacia
    niveles de excelencia.

    La concepción sistémica de las funciones
    de la evaluación y las acciones que de ella se derivan la
    hacen acentuar su omnipresencia en el proceso formativo de la
    escuela primaria, por lo que maestros y directivos deben trabajar
    por lograr su extensión a la familia y a la microsociedad
    del alumno, donde debe prevalecer la naturalidad,
    voluntariedad, independencia y cotidianidad;
    sin buscar
    momentos o encuentros especiales para constatar qué ha
    aprendido el alumno, o qué niveles de ayuda
    necesita
    .

    Evaluar en la escuela primaria no es en modo alguno,
    clasificar grupos o alumnos de acuerdo con sus posibilidades, ni
    dar una calificación para buscar una relación
    proporcional entre el juicio de valor y los conocimientos
    adquiridos: todo aprendizaje está avalado por resultados
    cualitativos que van evolucionando a través de diferentes
    momentos del desarrollo, en la dinámica de la
    interacción con los demás sujetos, en la
    comprensión más profunda de los resultados que
    alcanza y sus causas para orientarse perspectivamente hacia
    estadios más cualitativos de autoaprendizaje.

    BIBLIOGRAFÍA:

    1. ADDINE, FÁTIMA (et al) (1998)
      Didáctica y optimización del proceso de
      enseñanza – aprendizaje. __ : La Habana: IPLAC
      (En soporte electrónico)
    2. ÁLVAREZ DE ZAYAS, CARLOS MANUEL (1993) La
      escuela en la vida.__ La Habana: MES.
    3. _____________ (1998) Pedagogía como ciencia o
      Epistemología de la educación.
      ___ La Habana: Félix Varela.
    4. ÁLVAREZ DE ZAYAS, RITA MARINA (1990) El
      desarrollo de las habilidades en la enseñanza de la
      Historia.__
      La Habana: Pueblo y Educación.
    5. _____________ (1997) Hacia un currículum
      integral y contextualizado.__ Tegucigalpa: Ed.
      Universitaria.
    6. DE LA TORRE, SATURNINO.(1993) Aprender de los
      errores. Editorial Escuela Española.
    7. DELORS, JACQUES [et al] (1996) La educación
      encierra un tesoro.__ Madrid: Santillana, Ediciones
      UNESCO.
    8. DELVAL, JUAN. (1990) Lo fines de la
      educación. Ediciones Siglo XXI. Madrid-México.
    9. DELVAL, JUAN (1994) El desarrollo
      humano. __ Madrid / México: Ed. Siglo
      XXI
    10. DELVAL, JUAN (2001) ¿Qué pretendemos
      en la educación? En Investigación en la escuela
    11. DELVAL, JUAN (2001) Aprender en la vida y en la
      escuela. __ Madrid: Morata
    12. DELVAL, JUAN (2000) Tesis
      sobre el Constructivismo. Universidad Autónoma de
      Madrid.
    13. GARCÍA RAMIS, LISARDO [et al] (1996) Los
      retos del cambio educativo.__ La Habana: Pueblo y
      Educación.
    14. IBAR, G. Mariano. (2002) Manuel general de
      evaluación. Ediciones Octaedro. SL. Madrid. España.
    15. MEDINA RIVILLA, (2000). La calidad de los procesos
      educativos.
    16. RICO, PILAR Y OTROS (2002). Hacia el
      perfeccionamiento de la escuela primaria. Editorial Pueblo y
      Educación. La Habana.
    17. SANTOS GUERRA, MIGUEL. (1993) La evaluación:
      un proceso de diálogo, comprensión y mejora.
      Ediciones Aljibe, Málaga. Granada.
    18. VELÁZQUEZ TEJEDA, MIRIAM. (2001). La
      dimensión didáctica del error en la
      enseñanza de la Lengua
      Española.
    19. Sitio web
      monografías.com.

     

     

    Autor: Danilo Quiñonez Reyna

    Es Licenciado en Pedagogía de la Universidad
    Pedagógica "Enrique José Varona" en La Habana.
    Más de veinte años de trabajo en la educación
    superior en la Universidad Pedagógica "Pepito Tey",
    Las Tunas; donde actualmente es el vicedecano de la facultad de
    Educación Infantil. En el 2003 se hizo Master en
    Educación; tiene varias investigaciones
    realizadas, publicaciones nacionales e internacionales,
    así como ha participado en numerosos eventos
    científicos donde ha presentado sus resultados
    científicos. Actualmente realiza el doctorado en Ciencias
    Pedagógicas.

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter