- Síntesis
- Los logros artísticos del
taller - Los logros educativos del
taller - Las evidencias de los cambios
operados - Referencias
bibliográficas
Este trabajo de investigación recoge diversos testimonios y
referencias documentales sobre los logros educativos y plásticos
del Taller Torres García obtenidos durante el desarrollo del
proyecto de
investigación de maestría sobre la propuesta
educativa de la Escuela del Sur realizada por Carlos Petrella en
la Universidad
Católica del Uruguay
durante los años 1993, 1994 y 1995 (Petrella,
1996).
El Taller Torres García presentaba una propuesta
plástica y educativa innovadora que se enfrentó con
un ambiente poco
tolerante a los cambios ante el cual actuó decididamente
para marcar su perfil y divulgar su propuesta utilizando todos
los medios a su
disposición. Las lecciones de Torres García, las
revistas de divulgación, las exposiciones de obras y los
trabajos colectivos constituían una forma de manifestarse
ante la sociedad.
Todo este esfuerzo pujaba por encontrar su lugar en la
plástica nacional y proyectarse con un alcance regional,
buscando para ello las raíces de la tradición
indoamericana. Todo esto resultaba particularmente atrayente para
jóvenes artistas. Precisamente los logros del Taller
tienen mucho que ver con ese enfoque orientado a la producción y a la divilgación del
Arte
Constructivo
La presentación de los resultados educativos y
plásticos directos de la escuela mientras funcionó
regularmente y la comprensión de su proyección
durante la segunda parte del siglo XX constituyen un incentivo
para comprender mejor las singularidades de esta escuela de arte
y su particular impacto en el arte uruguayo, que a esta altura
tiene un alcance que trasciende al país.
EL AUTOR
Carlos A. Petrella es Ingeniero en Computación de la Universidad Mayor de la
República (Uruguay) y tiene una maestría en
negocios y una
maestría en educación en la
Universidad Católica de Montevideo.
Carlos Petrella un investigador con más de 20
años de trayectoria en cuestiones relacionadas con el
cambio
organizacional y con al educación con amplios
conocimientos de cultura
organizacional y proyectos de
cambio.
Ha dictado múltiples Conferencias en Congresos y
Universidades, ha realizado publicaciones en diversas revistas
especializadas y es autor de ocho libros sobre
organizaciones, educación y
arte.
1 LOS LOGROS
ARTÍSTICOS DEL TALLER
José Montes, recordando palabras de su maestro
Augusto Torres afirma: "Hay que decir una verdad con elementos
plásticos". Según Montes, el Taller Torres
García tenía una verdad que decir. La que deriva de
la necesidad de construir la pintura,
cambiando siempre para no repetirse. Seguir una línea de
pintura construida sin "amanerarse". "Eso era lo que Torres
García trataba de que no les pasase a sus
discípulos". (José Montes entrevista
grabada el 16 de junio de 1995 en su casa). Precisamente sus
principales discípulos muestran en sus obras el deseo de
trascender con personal
singularidad. Incluso hoy, 50 años después, esa
verdad plástica mantiene vigencia. Las obras permanecen
para dar testimonio.
Cuando Torres García habló de los logros
plásticos del Taller Torres García aclaró:
"Podemos apuntarnos en nuestro haber, la recuperación del
objeto, la visión normal de él, un sentido humano y
de naturaleza,
sin recurrir al tema; el situarnos en el presente sin
exageración modernista; una especie de ritmo en
contrapunto, encontrando en los planos de color el elemento
dinámico o móvil, y en el sentido ortogonal, lo
constante, lo fijo; los objetos generándose en la geometría;
el tono, como elemento profundo, absoluto, universal, que es la
pintura en sí misma" (Torres García L.R.O.
pág 73 citado por García Puig, 1990, pág.
137).
Dumas Oroño, discípulo del Taller en una
etapa posterior a 1949, realiza una síntesis
admirable de los aportes de la propuesta torresgarciana basada en
tres elementos rescatados del documento que describe la "Nueva
escuela de Arte del Uruguay" (Torres García, 1946 b).
Primero la importancia de la tradición en arte para a
partir de allí intentar ser original, segundo la
definición de arte moderno como aquel que en una
época llega a la profundidad de lo abstracto y tercero la
necesidad de que América
de origen a un arte inédito que la represente, sin dejar
por ello de ser universal. (Entrevista grabada con Dumas
Oroño el 22 de febrero de 1995 en su casa)
Sin embargo, todas las enseñanzas del Taller
Torres García no estaban solamente en el terreno
conceptual. No debe olvidarse que en el Taller se
enseñaban también las técnicas
básicas relacionadas con la práctica de la
producción de obras de arte. "El gran aporte de Torres fue
lograr inculcar [a los discípulos] conceptos
básicos como estructura,
tono, ritmo, color y calidad sensible
de la materia, de
los cuales los dos primeros son los más diferenciadores".
Estos logros requerían una formación básica
muy sólida y una práctica importante del oficio de
pintor, aunando los "principios
generales" con la "parte técnica". (Entrevista grabada con
Lucio Cáceres el 11 de febrero de 1995 en su
casa)
Aun aquellos que no fueron alumnos directos han recibido
una formación importante del Taller. Tal es el caso, por
ejemplo de Juan Storm: "Yo le agradezco mucho al Taller Torres
García el concepto de
pintura, de disciplina, la
manera de construir un cuadro, pero todo eso lo apliqué
para plasmar, estructurar, la poesía
que campea por nuestra patria. Creo que Torres dio toda su
teoría
y sus ideas, no para unos pocos, sus alumnos directos, sino para
todos, pintores y no pintores. No fue para elitistas". (Roubaud,
1994, págs. 33 y 35).
También García Puig, ha hecho un
interesante aporte para identificar los logros del Taller Torres
García. La autora ha planteado como, aportes relevantes la
construcción universal y moral como
valores
principales de la propuesta torresgarciana. También ha
destacado la importancia del legado teórico como punto de
partida para la creación artística, que ha buscado
como ideal lo absoluto y experimentado satisfacción por la
simplicidad y humanidad de las obras de arte producidas.
(García Puig, 1990, págs. 135, 136 y 137). Sin duda
una síntesis atrayente de los logros del Universalismo
Constructivo y su aplicación práctica.
Sin embargo, el mejor testimonio artístico del
Taller Torres García ha consistido en mostrar a la
sociedad montevideana y al mundo, las obras de un maestro y sus
discípulos durante un período fermental, que
produjo una explosión creativa de inusitada fuerza y
calidad plástica.
2 LOS LOGROS
EDUCATIVOS DEL TALLER
Sin dejar de reconocer la importancia de las
contribuciones a la plástica en general, en este trabajo
de investigación se ha procurado rescatar un resultado del
trabajo del Taller Torres García, hasta ahora muy poco
considerado. La propuesta de una metodología de enseñanza de las artes plásticas que
ha sido tremendamente innovadora dentro del ambiente plástico
de nuestro país.
Las dificultades se ponen de manifiesto debido a que la
proliferación de lecciones teóricas de pintura se
opone una parquedad muy grande sobre aspectos propios de la
instrumentación de la enseñanza. Las
indicaciones de Torres García sobre aspectos curriculares
de la enseñanza de las aportes plásticas
está dispersa en toda su obra. Describir con la mayor
precisión posible esa propuesta, ha sido, uno de los
más importantes objetivos de
la investigación.
Durante años se discutió sobre si el
Taller si o el Taller no. Que si "La enseñanza del Taller
era sistemática y formularia, que tendía a
deformar. Sobre eso polemizábamos." (Entrevista grabada
con Dumas Oroño del 22 de febrero de 1995 en su casa).
Cuánto de lo enseñado en el Taller generaba
subordinación y cuánto enriquecimiento. Esta
pregunta no tiene una respuesta precisa. No es posible
todavía lograr cierta coincidencia entre aquellos
contemporáneos que vivieron ardorosamente la
polémica.
Puede que parte de estas afirmaciones críticas
encierren un poco de verdad. Sin embargo, de este reconocimiento
a posibles fallas, no debe concluirse que la propuesta educativa
torresgarciana deba ser descartada. Es más, aun
reconociendo que las reglas condicionan o que pueden limitar la
libertad,
también hay que reconocer que apoyan al discípulo
en la formación de su personalidad
como artista.
El Taller Torres García puede anotarse muchos
logros educativos, pero en particular se resaltan
cuatro:
1) Mostró una propuesta educativa basada en la
enseñanza de un conjunto de valores
humanos y plásticos esenciales en el proceso de
formación de un artista. La necesidad de una metafísica
que oriente para la compresión del mundo, la consistencia
entre la vida y la obra del artista, la importancia de la obra de
arte como estructura, el significado de la obra de arte como
símbolo, la necesidad de recuperar plásticamente el
objeto o la importancia del tono como valor en una
obra de arte. Torres García tenía claro todo lo que
representaba enseñar pintura construida en término
de valores en general. Cada lección de Torres
García era una lección de valores. En ese camino
trataba de desviarse lo menos posible. Sin perjuicio de ello,
adaptaba el currículum poníendolo al servicio de
las necesidades, intereses e inquietudes de sus
discípulos. La formación personal del
discípulo, desarrollando sus singularidades, era un valor
importante en el Taller.
2) Las enseñanzas de Torres García
permiten recuperar el papel de las
teorías
de arte como referencia y la importancia de la orientación
personal mediante reglas prácticas. Logró armonizar
uno de los factores críticos en la educación, la
relación de la teoría plástica, con la
práctica de la pintura. Si bien esa armonía no
estuvo ajena a los conflictos, la
separación de "lo teórico" y "lo práctico"
no formaba parte de los procedimientos
educativos del Taller. Los "principios de procedimiento"
del Taller estaban claros. A partir de allí, los medios
educativos asociados, tendían el puente entre
teoría y práctica educativa. En definitiva los
instrumentos ayudaban a ver los dos mundos, como
interdependientes. Torres García aplicaba
empíricamente muchas de las recomendaciones de la
teoría crítica de Carr y Kemmis, antes que estos
las escribieran.
3) Las actividades de evaluación
estaban concebidas como un proceso que abarcaba todas las
instancias de formación del estudiante. Además esa
evaluación se iba realizando cada vez en ámbitos
más grandes pasándose desde una relación
individual, a una comparación interna colectiva; hasta
llegar al ámbito de las exposiciones colectivas de las
obras frente a la sociedad. Aquí surge una coincidencia
con Gardner cuando plantea la necesidad de que la
evaluación se produzca en el contexto natural en que el
estudiante realiza su trabajo. Torres García
también sostenía esto. Buscaba darles a sus
discípulos la oportunidad de observar los problemas
plásticos que se producen trabajando en una obra y
planteaba la necesidad de una interacción efectiva con el
estudiante.
4) La educación plástica puede
generalizarse dejando de ser una disciplina exclusivamente
concentrada en la formación de artistas. Torres
García ha realizado una labor de divulgación en el
ámbito general para llegar a la mayor parte de la sociedad
uruguaya, acudiendo para ello a todos los medios a su
disposición. Desde las exposiciones, pasando por las
conferencias o, dejando testimonio en libros, revistas y
periódicos. Incluso ha utilizado la radio
habitualmente, para difundir su prédica. Eso ha comenzado
a impactar sobre la sociedad. El enorme esfuerzo de
divulgación ha permitido finalmente recoger los frutos que
Torres García intuía pero, por problemas de
tiempo, el
reconocimiento general no pudo ser apreciado personalmente por el
maestro.
A partir del Taller Torres García se ha
comprendido, en una forma más amplia, "el proceso de
enseñanza de las artes plásticas". La idea de que
la enseñanza debe aportar nutrientes en un contexto
más amplio y que se requiere tiempo para el proceso de
asimilación. En toda enseñanza existe una
relación dialéctica de apropiación de
conocimientos del maestro y generación trabajosa de
productos
nuevos que, algunas veces, permiten generar una nueva propuesta
innovadora que parte en esencia de lo que se ha asimilado
originalmente. Para ello son necesarias "zonas de
subordinación" seguidas de "zonas de enriquecimiento".
(Entrevista grabada con Dumas Oroño el 22 de febrero de
1995 en su casa)
Torres García ha enseñado su visión
de las artes plásticas a todos aquellos que se le han
acercado, mostrando un rumbo que entendía que era
correcto. El maestro pensaba que su forma de orientación
plástica no generaba condicionamientos, por lo menos
conscientes, que operaran como limitantes en la creación
que emprendieran sus discípulos luego. (Incluso desde
antes del emprendimiento del Taller). El pensaba que
enseñar pintura construida, permitiría a sus
alumnos una mejor y más profunda comprensión del
arte. En esa prédica, Torres García
concentró sus mayores esfuerzos como maestro.
En una entrevista realizada a fines de los años
30 afirmaba respecto de sus discípulos: "Ellos
harán lo que quieran. Los que me han seguido ha
través de estos 5 años de estudios (con una
fidelidad que yo les agradezco) tienen suficiente repertorio en
cualquier sentido para manifestarse en un arte personal". (Marcha
Nº 17 del 13 de octubre de 1939). El maestro sabía
que el arte constructivo estaría prendido a sus vidas y
que posiblemente les serviría de trampolín para
continuar expresándose.
El siguiente cuadro muestra los
principales logros educativos del Taller Torres
García.
Para ver el
gráfico seleccione la opción "Descargar"
Los logros educativos del Taller
3 LAS EVIDENCIAS
DE LOS CAMBIOS OPERADOS
Para aquilatar la real dimensión de este
"triunfo" final del Taller, hay que comprender la magnitud del
cambio que se propuso realizar y los escasos recursos con que
contaba para intentarlo. De hecho Torres García
planteó un desafío frontal a la cultura
plástica del país. Debió enfrentar a una
sociedad conservadora que reaccionaba ante el peligro de ver que
ciertos principios fundamentales eran cuestionados. Precisamente
esta sociedad defendía su derecho a mantener todo como
estaba reclamando: "la comodidad" de lo conocido. En definitiva,
según Torres García "la supervivencia de un
estado
rutinario de mediocridad".
Según Torres García; el Taller
debía marcar un camino diferente. El choque con un
ambiente muy conservador generaría inevitablemente
numerosos conflictos. Anhelo Hernández se plantea el
problema plástico que determinó la gran resistencia al
cambio que ha encontrado Torres García a su regreso al
país. "El Taller [Torres García] tropezaba con una
resistencia
nacional, pues no se podía sacar del naturalismo al
país de la noche a la mañana. Todo lo que
había en el ambiente era expresionismo". (Hernández entrevista
grabada el 31 de julio de 1994 en su casa). Esa era la realidad
plástica del Uruguay de los años 30 y
40.
A pesar de las dificultades, los hechos han demostrado
que el Taller dejaría una huella profunda. "La influencia
de la obra realizada por Torres García y divulgada su
doctrina por el libro y la
explicación verbal del maestro, doctrina basada en el tono
y la geometría, que somete la realidad al imperio de las
leyes
científicas, creando un mundo de figuras
geométricas, ha penetrado en el clima
plástico nuestro y han habido momentos, en que toda la
producción pictórica local, ha llevado el sello de
los "grises" y del "tono", que ha alcanzado, no solamente a sus
discípulos directos, sino también a los posteriores
…" (Laroche Ernesto, 1992, Tomo I pág. 27).
Aún sus detractores de entonces, han recibido la
influencia positiva derivada del cuestionamiento del naturalismo
copiado del clasicismo europeo. Tanto los que apoyaban a Torres
García, como aquellos que lo criticaban duramente,
debieron prepararse para mejorar sus argumentaciones. Como
consecuencia, de todo el movimiento
generado, tanto en pro como en contra, la abstracción es
hoy aceptada, aunque todavía con recelo, por una mayor
cantidad de personas. El uruguayo ha podido, eventualmente no
comprenderla, pero ya no la mira como un "mamarracho" producto de la
creación de unos pocos pintores excéntricos que no
son representativos.
El reconocimiento fue llegando paulatinamente. La
tenacidad de sus críticos ha ido dando paso gradual a la
aceptación y muchas veces después al elogio
encendido. El mercado local ha
ido aceptando cada vez más las obras del Taller Torres
García. Incluso en los números finales de
Removedor, se ha reconocido esa situación. Esa
aceptación también alcanzó el ámbito
internacional. Además el rescate de sus valores
plásticos, ha ido acompañado de un incremento en la
cotización de las obras del Taller. Este es un buen
indicador, si bien el análisis del fenómeno ha estado
fuera del alcance de esta investigación.
Hay que acotar que, la labor incansable de Torres
García logró gradualmente una identificación
con la cultura general del pueblo uruguayo. Entre las pautas
más significativas se encuentra, como señala Dieste
un "acercamiento a la cultura popular" sin contenido
político y una apuesta a la idea de: "revalorizar lo
americano". Se plantea la importancia de la encarnadura de una
filosofía plástica. Y sobre todo: "Un sentido
humano de las cosas". Detrás de la racionalidad del
constructivismo,
había una expresión afectiva. Todo eso fue
finalmente recogido. (Eladio Dieste, entrevista grabada el 15 de
noviembre de 1994 en su casa).
Los múltiples artículos de difusión
publicados en la prensa han
mostrado el paulatino acercamiento del Universalismo Constructivo
con el sentir de los uruguayos. Incluso hoy es frecuente ver
reproducciones de la pintura constructivista, en ambientes
diferentes de los estrictamente artísticos, representando
ideas ya asimiladas e incorporadas a la cultura nacional. Se ha
creado una especie de identidad con
la simbología empleada, que va más allá de
los aspectos plásticos y que represente una forma de
expresión colectiva. Esta simbología forma parte de
la cultura nacional.
Lo cierto es que, como afirma Sarandí Cabrera:
"El medio [uruguayo] absorbe a Torres y lo institucionaliza" con
el correr de los años. Torres García nacido
artísticamente en Europa, forma hoy
parte de la cultura nacional que se identifica con él de
una manera impensable hace 50 años. Hoy Torres
García está presente en muchas actividades, incluso
formando parte de campañas publicitarias. (Como ejemplo se
cita la publicidad masiva
de una tarjeta de crédito
local usando un cuadro de Torres García) "Con sus aspectos
positivos y negativos" fue finalmente aceptado. (Entrevista
grabada con Sarandí Cabrera del 29 de octubre de 1994 en
su casa).
Sin embargo, todo esto ha ocurrido muy gradualmente y
finalmente se ha consolidado varias décadas
después. Algunos de los impulsores que han dado fuerza al
Taller empezando por el maestro, no han visto la
culminación de su obra. El maestro ha sido una persona muy
comprometida con su propuesta. El reconocimiento ha sido algo
importante para él. Lamentablemente, no ha alcanzado a ver
aceptada popularmente su obra. Seguramente, pese a la fortaleza
de sus convicciones, la aceptación de su propuesta
plástica, le hubiese provocado una enorme
satisfacción.
Cincuenta años después de la experiencia
del Taller, la receptividad general a la propuesta de Torres
García se ha tornado ya evidente. La percepción
general de la gente respecto del constructivismo torresgarciano
ha cambiado. La escuela constructiva tiene un lugar bien ganado
en nuestra sociedad. Hoy es aceptada la propuesta plástica
torresgarciana. Su pintura ha sido finalmente reconocida
localmente y ha sido incorporada a la cultura plástica
nacional. Sus manifestaciones han estado presentes en numerosas
actividades de la vida diaria, de lo que han sido pruebas
testimoniales, el uso de su propuesta en diferentes campos de
actividad.
Los movimientos posteriores han ido tendiendo a una
mayor abstracción que ha reflejado muy bien Laroche en la
introducción del libro Plásticos
Uruguayos donde habla precisamente de la universalidad de la
abstracción y en particular de los ejemplos uruguayos. Las
directivas del arte uruguayo posteriores a Torres García
se han podido caracterizar "por la tendencia casi unánime
de marchar hacia la desintegración de todos los aspectos
realistas, para ir a la representación de formas
abstractas y simbólicas. Por sucesivas etapas
plásticas, se fue creando la senda hacia lo no figurativo,
hacia lo abstracto". (Laroche Ernesto, 1992, pág.
29).
Esa abstracción se ha ido desarrollando desde
núcleos fermentales hasta su consolidación en
diversos grupos no
figurativos pasada la década de los 50. En general las
corrientes plásticas surgentes han buscado representar
genéricamente, en la pintura, la realidad subjetiva con
cada vez mayor grado de abstracción. El "abstractismo"
como forma de expresión, se ha ido incorporando
gradualmente a la plástica nacional hasta tener
representantes muy sólidos. Entre ellos se puede citar al
propio Cúneo firmando como Perinetti, García Reino,
Costigliolo o Freire entre muchos otros.
Las fuentes de esa
tendencia hacia la abstracción en la pintura uruguaya se
han podido encontrar en puntos de aprendizaje como
el Círculo de Bellas Artes y posteriormente en la Escuela
de Bellas Artes creada en 1943. Pero sin duda, otro punto fuerte
se ha debido buscar en la Asociación de Arte Constructivo
y principalmente en el Taller Torres García. Como
referencia ampliatoria, precedentemente citada, se puede
consultar el trabajo de
Laroche (1992) en la introducción en Plásticos
Uruguayos. (Tomo I). También se sugiere ver la propuesta
de García Esteban (1968) sobre las Artes Plásticas
del Uruguay en el siglo veinte.
La presencia del maestro en Montevideo no sólo ha
determinado una importante influencia en el Uruguay. La
influencia de Joaquín Torres García se
irradió al resto de América. Especialmente a
Argentina,
Chile y
Venezuela,
donde ha servido de ejemplo y punto de referencia para que otros
desarrollaran procesos de
abstracción geométrica, que hoy aceptamos, pero que
entonces resultaban muy difíciles de comprender, y en
muchos casos fueron objeto de reprobación y en algunos
casos de burla. Esta ha sido una de las luchas más grandes
que Torres García debió emprender. La lucha contra
la incomprensión, que solamente se revertiría con
el correr de los años.
Hoy se puede hablar sin duda de un legado trascendente
del Taller Torres García en el arte latinoamericano cuyo
centro es el rescate de la tradición artística
autóctona, desde la perspectiva de las artes visuales.
Mari Carmen Ramírez
realiza una excelente síntesis descriptiva de esta
influencia. La autora analiza "la influencia de las obras y
teorías de Torres García en la formación de
la nueva Escuela del Sur a través de un grupo
representativo de artistas que han seguido, ampliado o redefinido
aspectos clave del legado del maestro uruguayo". En ese grupo
figuran importantes discípulos directos del maestro en el
Taller. (Ramírez y otros, 1991, pág.
115)
Ramírez destaca un aspecto muy importante de la
contribución de Torres García para rescatar la
identidad plástica latinoamericana: "A partir de Torres
García, el referente precolombino asume una función
paradigmática en el arte latinoamericano; su
representación, ya fuera bajo la forma de pictogramas,
símbolos totémicos o signos muy estilizados, iba a
suponer un acto de autodefinición y afirmación
cultural". (Ramírez y otros, 1991, pág. 118). El
propio Torres García (1939, pág. 15) destaca la
importancia de la cultura preincaica como modelo
autóctono de referencia, para generar la base de la
unificación sudamericana sobre una auténtica
cultura local.
Tal vez lo más significativo es que Torres
García ha procurado mostrarnos una nueva forma de ver la
pintura a partir de una jerarquización de los valores
culturales locales latinoamericanos. "Vi una vez en su casa, creo
que hecho por él, un mapa de Sud América, en que el
sur estaba arriba, con la punta de la Patagonia y
del extremo de Chile, marcando ese sur como una flecha, y al
leerme en los ojos la pregunta, que ya era una respuesta, me dijo
así: "¿Por qué hacer los mapas con el
norte hacia arriba?" Poner el sur arriba contribuirá a
hacernos ver, que debemos poner nuestra atención en nuestro propio mundo,
más que en Europa". (Fló y otros, 1974, pág.
201 capítulo: Torres García y nuestra tierra escrito
por Eladio Dieste).
La prédica de Torres García ha llevado
gradualmente a la cultura plástica nacional por el camino
de la jerarquización de los valores culturales locales y
también por el camino de la aceptación de la
abstracción como medio expresivo.
Los cambios operados se reflejan sintéticamente
en el siguiente esquema interpretativo:
JERARQUIZACION DE LOS VALORES CULTURALES | ||
|
impulsó el | |
RESCATE DE LA IDENTIDAD PLÁSTICA | ||
|
que facilitó gradualmente el | |
CUESTIONAMIENTO DEL NATURALISMO | ||
|
y llevó finalmente a la | |
ACEPTACIÓN DE LA ABSTRACCIÓN |
Cambios operados por la acción del
Taller
Fló Juan y otros. Testamento
Artístico, Montevideo, Marcha, 1974
García Esteban Fernando. Artes
plásticas de Uruguay en el siglo veinte, Montevideo,
Universidad, 1968
García Puig María Jesús.
Joaquín Torres García y el Universalismo
Constructivo, Madrid, Ediciones de Cultura Hispánica,
1990
Laroche Ernesto (Autor de la introducción
págs. 9 a 101). Plásticos Uruguayos Tomos I y II,
Montevideo, Linardi y Risso, 1992
Petrella Carlos. La propuesta Educativa del
Taller Torres García. Montevideo. Ediciones de la Plaza,
1996
Ramírez Mari Carmen y otros. La escuela
del sur. El taller Torres-García y su legado, Madrid,
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, 1991
Roubaud Elisa. J. Storm, Montevideo, Ediciones de
la Plaza, 1994
Marcha Articulo sobre Torres García
Nº 17 del 13 de octubre de 1939
Torres García Joaquín.
Metafísica de la Prehistoria
Indoaméricana, Montevideo, Asociación de Arte
Constructivo, 1939
AUTOR CARLOS A. PETRELLA