Monografias.com > Arte y Cultura
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Las pinturas murales en los conventos novohispanos




Enviado por cariatide02



    1. Conceptos generales sobre las
      órdenes mendicantes:
    2. Convento de Actopán.
    3. Los Santos Reyes de
      Metztitlán.-
    4. Convento de Atotonilco, El
      Grande. –
    5. Convento de
      Epazoyucan.-
    6. El convento de San Miguel
      Arcángel de Ixmiquilpán.-
    7. Convento de Huejotzingo.
    8. Convento de fray Juan de la Cruz
      en Tetela del Volcán.-

    1.-
    CONCEPTOS GENERALES SOBRE LAS ÓRDENES
    MENDICANTES:

    AGUSTINOS, FRANCISCANOS Y DOMINICOS.-

    La creación de estas órdenes en la
    Edad Media
    obedeció a la política de la
    Iglesia para
    restaurar la sociedad
    cristiana, que se veía amenazada por el afán de
    lucro, lo que iba en detrimento de los pobres. Era preciso volver
    al ideal de la pobreza
    evangélica, ya que el monje ideal de la Baja Edad Media
    debía de llevar a cabo dos fines: la predicación
    evangélica y la práctica de la pobreza, lo que
    sería asumidos por las órdenes mendicantes fundadas
    para ello: franciscanos y dominicos. Pero pronto se
    abandonará ese ideal de pobreza, porque resultó ser
    insostenible: la tarea de predicación exigía una
    preparación intelectual, y para ello se precisaba por una
    parte que los conventos estuvieran cerca de los centros de
    estudio, u por otra eran precisos medios
    materiales
    para que la preparación fuera eficaz. Se va a perder el
    ideal de la pobreza evangélica, ya que el dinero es
    necesario y no todo se conseguía con
    donaciones.

    Fundamentalmente, los conventos franciscanos, más
    que lugares de residencia, eran centros de organización de campañas misionales,
    de ahí que surgían en un principio cerca de las
    poblaciones y sean de proporciones modestas. También los
    dominicos tendrán en un principio iglesias humildes. Y es
    que el convento tuvo ante todo una función
    misional: fue un centro de campañas evangelizadoras, por
    lo tanto, lo común es que tales construcciones albergaran
    a pocos frailes, a veces uno o dos. Sin embargo fue tanta la
    atracción que ejercieron las órdenes mendicantes
    sobre la sociedad de su tiempo que se
    ganaron la enemistad de otra parte de la Iglesia, y sus servicios ya
    no fueron solicitados, por lo que se vieron en la necesidad de
    construir sus propios templos para recibir a las multitudes que
    deseaban escucharles.

    Los primeros en plantearse la evangelización de
    la Nueva España
    fueron los Franciscanos, ya que el grupo de los
    Doce apóstoles llegó a la Ciudad de México el
    18 de junio de 1.524 y comenzaron la evangelización
    sistemática, empezando por las regiones más
    densamente pobladas. Los franciscanos llegaron dos años
    antes que los Dominicos (1.526) y nueve años antes que los
    agustinos (22 de mayo de 1.533). Los franciscanos se
    establecieron en el centro geográfico-político y
    desde allí iniciaron lo que más tarde se dio en
    definir como la "conquista espiritual" de los indios, apoyados en
    las disposiciones del Papa, que les concedía cierto margen
    de poder y
    autonomía con respecto al poder real. Actuaron
    especialmente en los actuales estados de Puebla y Tlaxcala, ya
    que se establecieron, nada más arribar a tierras de Nueva
    España, por el centro de México, Texcoco,
    Teothuacán y Tlaxcala y en el occidente, sobre tierras
    tarascas y una zona de Jalisco, que les

    permitió, tiempo después, dirigirse al
    Norte. Tiene especialmente en Puebla y Tlaxcala una serie de
    conventos bastante homogénea, cuyo punto de partida de la
    construcción fue a mediados del XVI, aunque
    tuvieron una fundación anterior. Esta homogeneidad se
    debía especialmente al aspecto decorativo, con una mezcla
    muy igualitaria de elementos góticos y
    renacentistas.

    Los dominicos se extendieron hacia la región de
    los mixtecas y zapotecas. El punto de partida fue el pueblo de
    Coyoacán. Otros lugares con fundaciones dominicas fueron
    los poblados vecinos de Tlaluac y Chalco, pero el más
    significativo fue el de Chimalhuacán.

    Los agustinos ocuparon espacios no tocados por las
    órdenes anteriores, aunque abordaron zonas del actual
    estado de
    México, hacia Guerrero y el Norte de Veracruz. Su
    residencia fuera de la Ciudad de Mexico (se habían
    establecido en los barrios del Sur) fue Ocuituco, y
    paulatinamente se extendieron por los actuales estados de
    Guerreo, Hidalgo, Michoacán, etc.

    La mentalidad franciscana se halla notablemente
    expresada en la Historia eclesiástica
    indiana de Fray Jerónimo de Mendieta (1.525-1.604), cuya
    constante en los escritos de este misionero franciscano es el
    paralelismo que establece entre el Antiguo Testamento y la
    realidad americana. No tiene inconveniente en comparar la
    época prehispánica con la estanca de los israelitas
    en la corte faraónica, llegando a dividir la historia de
    la Iglesia Católica India en dos
    periodos relacionados con la historia del pueblo judío: la
    edad de Oro (1.524-64), que correspondería al lapso
    temporal entre Moisés y la destrucción de
    Jerusalén por Nabucodonosor, y un segundo periodo
    (1.564-96), que corresponde al cautiverio de los israelitas por
    los babilonios. Y es que parecía muy natural que se
    partiera de la Biblia para las interpretaciones del Nuevo Mundo
    por los hombres de los siglos XVI y XVII.

    Si los Franciscanos y Dominicos se excedieron en la
    monumentalidad de sus construcciones conventuales, ambos fueron
    superados por los agustinos con sus gigantescas construcciones.
    Precisamente, uno de los rasgos definitorios de lo agustino era
    la profusión de pintura mural.
    Toda la decoración de sus construcciones está
    confinada a la pintura. De hecho, sus mensajes en sus programas
    pictóricos son incluso más sugestivos que en su
    literatura
    doctrinal. Para ellos el espacio de las escaleras claustrales
    resultó idóneo para desarrollar sus programas
    pictóricos, los cuales superan a las otras órdenes.
    Dos de los conventos más expresivos son el de Actopan y el
    de Atotonilco el Grande, ambos del estado de Hidalgo. Tanto en
    uno como en otro se concretó a través de la pintura
    mural la exposición
    doctrinal del ideal monástico de San
    Agustín, ya que en él, el concepto de
    monacato iba íntimamente ligado a su visión de la
    filosofía como ciencia
    especulativa y práctica.

     Los claustros de las distintas órdenes
    generalmente estuvieron decorados con pinturas que no eran
    meramente decorativas, ya que responden, según se aprecia
    en lo conservado, a claros y precisos programas
    iconográficos de acuerdo con los móviles
    espirituales de cada orden.

    Así pues, desde 1.521 hasta 1.580,
    aproximadamente, se construyeron unos 250 conventos en Nueva
    España que además fungían como eventuales
    fortalezas, posadas o albergues, contando con amplísimos
    huertos, y eran levantados principalmente sobre los antiguos
    lugares sagrados de los indios, para evidenciarles la
    supremacía de la nueva religión.

    CONVENTO DE
    ACTOPÁN. –

    (Estado de Hidalgo, México).

    El convento de Actopán es un monumento primordial
    del arte novohispano
    del siglo XVI. Este convento normalmente supera en interés y
    complejidad a todo cuanto se realizó en México.
    Para realizar las pinturas murales se emplearon las paredes de la
    escalera y una serie de salas adjuntas al Portal de
    Peregrinos.

    Como fue propio de los programas pictóricos
    murales en los conventos agustinos, se trata de un programa
    eclesiástico monacal que tiene la misión de
    exaltar a los santos mártires, confesores y obispos, como
    San Román, San Prisco, San Germán, San Columbano,
    etc., con lo cual se puede apreciar el hecho de que hay un deseo
    evidente de elegir santos de la Alta Edad Media que sean
    franceses o guarden ciertos vínculos con Francia. Sin
    embargo, la serie de santos de la bóveda resulta
    más coherente en relación on los agustinos, dado
    que en ella se presentan a los mártires de la primera
    época (como el apostol San Bartolomé, el
    protomártir San Esteban, al que precisamente San
    Agustín llamó «primicerius martyrum»,
    Santa Felicitas de Cartago, Santa Mónica, Santa Clara de
    Montefalco, Santo Tomás de Villanueva, etc. Así, en
    el testero Norte del Portal de Peregrinos hay una gran
    composición con San Agustín presidiendo a numerosos
    personajes como frailes, monjas, santos y
    mártires.

    Sin embargo, lo que más destaca del convento de
    Actopán, en lo que a pintura mural se refiere, es el
    programa de la escalera claustral. En este espacio se exalta a
    los personajes que se hallan vinculados a la orden agustina desde
    sus orígenes hasta el momento de realizar las pinturas.
    Resulta casi inevitable advertir que este programa
    iconográfico tiene un soporte literario de fondo
    lógicamente religioso. Esta obra, al parecer, fue la
    Crónica del glorioso padre y doctor de la Yglesia Sant
    Augustín y de los sanctos beatos: y de los doctores de su
    orden, escrita por le beato Alonso de Orozco (Sevilla, 1.551). En
    la portada hay una columna abalaustrada muy similar a las
    pinturas en la escalera y también hay una serie de
    pequeñas xilografías sobre San Agustín,
    Santa Mónica, San Simpliciano, San Guillermo de Aquitania
    y San Nicolás de Tolentino, que fueron plasmados en los
    muros y que se consideran el tema central, porque son los varones
    más ilustres que pertenecieron a la orden agustina desde
    los tiempos de San Agustín hasta el siglo XVI. Son
    generales de la orden, maestros, intelectuales afamados por sus
    escritos y santos. Por ello todos ellos están en una
    actitud de
    lectura y
    estudio. Los murales están separados por cenefas
    horizontal y verticalmente por arcos simulados, todos ellos
    copiados igualmente del libro
    Brevisima relación de la destrucción de las Indias,
    de fray Bartolomé de Las Casas, de 1.552.

    No obstante, lo que verdaderamente guarda un notable
    interés de esta crónica de Alonso de Orozco, son
    los textos literarios que tratan de aclarar la
    personalidad de los representados en los muros de la caja de
    la escalera, y es que el hallazgo del texto
    literario es muy importante para realzar una correcta lectura del
    programa pictórico.

    Según el sentido ascendente de la escalera, se
    puede apreciar:

    ZONA
    BAJA.-

    Si desde la entrada de acceso a la escalera se parte
    hacia la izquierda, se hallan a tres personajes: los
    indígenas Juan Inica de Actopán y don Pedro de
    Izcuincuitlapilco (caciques de estas poblaciones), ambos con unas
    túnicas blancas, junto con el fraile fray Martín de
    Asebeido, que era el director del programa. Todos ellos
    están arrodillados venerando la imagen de un
    Cristo crucificado, colocado sobre un altar. Esta parte
    corresponde a un nivel histórico que narra los hechos
    actuales de la fundación y construcción del
    monasterio de Actopán por el fraile director y los
    patronos indígenas. La primera figura que se puede hallar
    a la derecha de la puerta de entrada es la de San Juan Bueno, y
    es dato curioso que se comience por él. Posiblemente esto
    se debió a que su vida fue paralela a la de San
    Agustín y se le podría considerar como un
    «alter Augustinus».

    La escena del tramo siguiente es difícil de
    identificar, no corriendo la misma suerte la escena del fondo,
    que representa a San Agustín arrodillado ante San
    Simpliciano, arzobispo de Millán a la sazón, ante
    el que se convirtió. Una escena harto similar se halla una
    vez pasado el rincón, en el que tenemos de nuevo a San
    Agustín postrado de hnojos ante el obispo Valerio de
    Hipona (ciudad natal de San Agustín), que viene a
    representar el hecho de que este santo estableció un
    intento de vida monacal en el palacio episcopal.

    La zona baja del cubo de la escalera termina en el tramo
    central de la misma con el anagrama IHS dentro de una
    laurea.

    ZONA
    INTERMEDIA.-

    Está íntegramente dedicada a los grandes
    personajes de la orden, que fueron principalmente obispos,
    teólogos y doctores. El primer personaje del muro oriental
    está por identificar; el siguiente es fray Ugilino de
    Orvieto, obispo de Arimino. Doblado el ángulo, ya en el
    costado Norte, se halla un tramo en el que encontramos a Paulo
    Veneto, doctor y autor de varios tratados
    teológicos y filosóficos. Le sigue el doctor
    Gregorio de Rimini, llamado el «doctor Authenticus»
    debido a su posición teológica, y finalmente, la
    figura de un obispo aún por identificar. Normalmente cada
    costado está dedicado a tres personajes, cada uno de ellos
    separado de los demás por una serie de
    columnas.

    El costado occidental de esta zona está dedicado
    a dos personajes españoles, fray Martín de
    Córdoba y fray Jacobo de Valencia un doctor y un obispo,
    respectivamente, junto con el doctor fray Tomás de
    Argentina.

    En el costado meridional hay una figura aislada que se
    ha considerado que puede tratarse de fray Alfonso de Soria, pero
    también del catedrático de Salamanca, fray Alonso
    de Córdoba, que introdujo en España la
    filosofía de los nominalistas.

    También esta zona intermedia está
    culminada con la laurea que contiene el anagrama IHS.

    ZONA ALTA.-

    Este espacio parte de la puerta de la galería del
    claustro. De nuevo este ciclo se halla dedicado a personajes
    agustinos y está encabezado por la figura de San
    Agustín. Es seguido por el teólogo fray Gerardo de
    Sena o Bergamo y fray Pedro Bruniquello, doctor y obispo. En el
    costado Norte de este tramo aparecen fray Bartolomé de
    Urbino, fray Jacobo Ubertino (obispo de Nápoles a la
    sazón) y fray Pablo de Roma. En el
    costado occidental aparece fray Onofrio de Florencia, doctor y
    arzobispo de esta ciudad, seguido de fray Alexandre de
    Saxoferrato y por último, el arzobispo a la sazón
    de Valencia, Santo Tomas de Villanueva.

    Los personajes del costado meridional aún
    están por identificar.

    ZONA SUPERIOR.-

    El costado oriental se inicia con la figura del
    patriarca fray Esteban de Mora y en el centro se coloca un gran
    escudo agustino. En el extremo está fray Dionisio de
    Murcia. En el costado Norte y en primer término, aparece
    el cardenal Buenaventura, y en el centro, San Guillermo, duque de
    Aquitania, a cuya vida dedicó Alonso de Orozco varias
    páginas del libro del cual se sacaron las imágenes
    de estas pinturas murales.

    Finalmente, este costado termina con la figura insigne
    del general y arzobispo Edigio Romano (1.243-1.316),
    discípulo de Santo Tomás.

    El costado occidental se inicia con la figura del obispo
    fray Guillermo de Vechio de Florencia, le sigue Fray Alonso de
    Toledo, que fue arzobispo de Sevilla y el último es fray
    Jerónimo de Nápoles, doctor y obispo.

    Fnalmente, el costado Sur de esta zona superior presenta
    el escudo de San Nicolás Tolentino, entre el Pater
    Augustinus (santo titular, es decir, San Agustín) y San
    Simpliciano (obispo de Milán), que fue quien lo
    convirtió.

    CORONACIÓN.-

    En el remate de la escalera, en la zona de los lunetos,
    se hallan cuatro santos notablemente relacionados con la
    espiritualidad agustinana: Santa Mónica, San
    Nicolás de Tolentino (ambos arrodillados frente a un
    altar), San Jerónimo y Santa Magdalena, que vienen a
    personificar la vida contemplativa y de penitencia.

    La clave iconológica del programa de esta
    impresionante escalera se halla en el friso que contiene una
    inscripción latina: "Isti sunt viri sancti quos elegit
    dominus in charitate non ficta or doctrina fulgit ecclesia ut sol
    et luna" (Estos son los santos varones que eligió el
    Señor por su caridad nunca falsa sino por su palabra
    resplandeciente en la iglesia como el sol y la
    luna).

    Se desconoce el origen concreto de
    esta sentencia, pero sin embargo se ha sopesado la posibilidad de
    que pertenezca a la Biblia, pues recuerda al capítulo 44
    del Eclesiástico, en un cántico a la
    sabiduría divina que a través de los siglos dio
    figuras señeras que iluminan el camino. Así su
    memoria
    será eterna y su recuerdo una lección ejemplar. Por
    ello se explica la exhibición de tantos hombres ilustres a
    lo divino que se plantea en estas pinturas murales del cubo de la
    escalera del convento de Actopán, hombres que destacaron
    por su ciencia y virtud, y ellos les permitió hallar el
    camino que conduce a la felicidad eterna.

    Ésta fue la lección de San
    Agustín.

    Otra de las zonas del convento donde se pueden hallar
    unas hermosas pinturas murales es en el interior del portal de
    entrada, que es una arcada de tres arcos renacentistas apoyados
    en gruesos pilares. El interior conserva algo de la pintura mural
    original; la Barca de la iglesia agustina, inspirada en un
    grabado romano (aproximadamente del 1.580) y el patrocinio de San
    Agustín.

    El recinto inmediato es la portería, donde se
    puede apreciar uno de los murales mejor conservados y de mayor
    tamaño que existen en ningún otro convento mexicano
    del siglo XVI. En él se representa parte de la vida de San
    Agustín de Hipona, la legendaria fundación de la
    orden de frailes, y por último, la actividad de los
    religiosos, la oración, la penitencia y el estudio,
    así como su predicación en la tierra de
    Hidalgo.

    Por otro lado, el programa de la capilla abierta versa
    sobre las Postrimerías. Este no tiene semejante en la
    Europa
    coetáneo, pero sí responde al espíritu que
    había dominado un siglo antes en la Europa bajomedieval.
    Era evidente ese desfase entre la sociedad europea y la
    novohispana, que por culpa de la evangelización
    vivía con fuerza y
    dramatismo los temas escatológicos. Para los

    indios convertidos la vivencia de la Muerte y
    del Más Allá era fundamental para su
    expresión religiosa cristiana, tan distinta a la ideología prehispánica.

    El programa de la capilla abierta de Actopan obedece a
    un plan
    didáctico para inculcar a los indios el temor a Dios, el
    peligro de la idolatría y las asechanzas del mal. Los
    murales tienen una orientación semejante a la expresada en
    los sermones y en la liturgia de los frailes evangelizadores;
    éstos se convencieron de que más eficaces que sus
    palabras eran las conmovedoras imágenes visuales, de
    ahí que las llevaran incluso a las representaciones
    teatrales.

    El muro frontero de la capilla, bajo la gran
    bóveda, está dividido en tres registros. La
    parte superior del luneto la ocupa la escena del «Juicio
    Final». Cristo aparece sobre el semicirculo del arco iris,
    con los elegidos a la derecha, mientras que los réprobos
    aparecen ala izquierda. El registro
    intermedio presenta sendos recuadros a las lados de una parte
    central vacía, que narran escenas del Génesis desde
    la «Creación de Eva» a la
    «Tentación» y «Expulsión del
    Paraíso»; era obligada su inclusión ya que un
    programa dedicado a las Postrimerías no tendría
    sentido sin la presencia de la creación del hombre; la
    formación de Eva junto a unos demonios era como una
    premonición de los peligros a los que estuvo sometida la
    humanidad desde su origen.

    El registro inferior está dividido en cuatro
    recuadros: «Los trabajos de Adán y Eva» y
    «El arca de Noé», y al otro lado, «El
    fin del mundo» y «La visión de la escala».
    Tras de la expulsión, siguiendo la narración del
    Génesis, vienen los trabajos de Adán y Eva para
    redimir su pecado, y luego el diluvio; al otro extremo la
    caída de Babilonia o fin del mundo, y supone un
    contrapunto esperanzador la visión de la escala, por la
    que subían y bajaban los ángeles de
    Dios.

    Los muros Norte y Sur presentan escenas infernales en
    conexión con los pecados, especialmente con la
    idolatría, tan fustigada por los frailes; y por supuesto
    la serie de recuadros sobre los «Castigos a los pecados
    capitales». Entre las actividades de los seres
    satánicos hay tormentos relacionados con los martirios de
    algunos santos como la evisceración de San Erasmo, la
    tortura de la parrilla de San Lorenzo, el desollamiento de San
    Bartolomé, el caldero de San Juan Evangelista; sin duda
    como alusión a la lujuria se repite una figura femenina
    desnuda con una serpiente y una de las escenas más
    dramáticas, a fin de erradicar la antropofagia ritual del
    mundo prehispánico, es la representación de
    demonios carniceros que están descuartizando a los
    condenados.

    Con todo, no se ha dado una interpretación global
    a esta capilla abierta, pero hay un claro mensaje de la Iglesia,
    es decir, las escenas de las Postrimerías están en
    relación con la creación del hombre, y la
    consiguiente expulsión del Paraíso. Resulta
    más que evidente la representación de la

    Creación, pues de lo contrario carecería
    de sentido la del Juicio Final. La obra de Dios empezó con
    la creación, pero solo se completará con las
    Postrimerías. Es curioso que se le otorgara más
    importancia a la creación de Eva que a la de Adán,
    probablemente porque , para algunos teólogos medievales,
    la creación de Eva surgiendo del costado de Adán
    era el símbolo del nacimiento de la Iglesia saliendo de la
    herida del costado de Cristo.

    Huelga señalar que el claustro no tiene
    decoración, pero no obstante, conviene tener en cuenta los
    programas de las salas anexas a la portería y de la
    escalera (explicada anteriormente), ya que se apartan de lo
    tradicional para subrayar algo netamente agustiniano.

    Penetrando en el Portal de Peregrinos podemos encontrar
    tres estancias decoradas. LA primera es el vestíbulo, cuya
    decoración iconográfica a parece en la
    bóveda. En el testero Sur del vestíbulo está
    la composición de la Nave Agustiniana llegando al puerto
    de salvación del Paraíso: la proa presenta a Santa
    Mónica enarbolando un estandarte con cruces, mientras que
    a la popa está su hijo Agustín llevando el
    timón; el frailes tendido sobre un palo perpendicular al
    mástil se ha supuesto ser San Nicolás Tolentino.
    Esta nave agustiniana es de tipo teologal en tanto que se leen
    SPES (Esperanza) en la proa y CHARITAS (Caridad) en la popa, se
    ha borrado la inscripción correspondiente a la Fe. La nave
    llega a la playa del Paraíso, en el que se ve arriba al
    Padre Eterno y al Espíritu Santo disparando las flechas de
    su divina sabiduría al corazón de
    San Agustín, mientras que el Hijo se levanta en el
    Árbol de la Vida arrojando la sangre de su
    costado en una taza marmórea, mientras que es adorado por
    los padres de las diversas órdenes, cuyos hijos acuden a
    recibir la gracia de Cristo para distribuirla por medio de los
    Sacramentos. Queda claro, por tanto, el fin básico del
    monacato, es decir, la salvación eterna, en la cual Dios
    Uno y Trino, Suma Verdad y Sumo Bien, saciará los anhelos
    del monje por medio de su gracia, compañera inseparable de
    la caridad, de todas las virtudes y el primer ideal de la vida
    monástica agustiniana. Desde el punto de vista
    iconográfico se trata de la primera representación
    hispanoamericana del tema "Barca de la Iglesia", obedeciendo a la
    política espiritual del Concilio de Trento cuando varias
    órdenes religiosas se dispusieron en la imagen de la nave
    para subrayar la personalidad
    de sus sentido colectivo en el interior de la Iglesia.

    En otra habitación contigua al vestíbulo,
    en el testero, bajo un arco de medio punto con casetones
    simulados, está una representación del Calvario
    sobre fondo de montañas. Y en el testero frontal, una
    composición semejante con Cristo en el Día del
    Juicio Final, con los muertos saliendo de sus tumbas. Y en otra
    habitación próxima no falta en el testero, bajo
    bóveda de medio cañón, con crucería
    simulada, la típica representación de una tebaida
    medieval de tipo agustiniano, con numerosos frailes haciendo vida
    eremítica en cuevas, visitándose unos a otros y
    recibiendo celestiales visiones, en un escenario de gran
    amplitud, con montañas y árboles
    corpulentos.

     LOS SANTOS
    REYES DE METZTITLÁN.-

    De nuevo, el interés de Metztitlán reside
    en los programas iconográficos desarrollados en el Portal
    de Peregrinos, en el claustro y en la escalera. El primero nos
    presenta una gran pintura mural, que no se conserva en buen
    estado, y cuyo tema es el Árbol de la Vida,
    composición alegórica de Cristo en la Cruz, que es
    un esquema arbóreo con seis roleos enmarcando a otros
    tantos sacramentos, quedando el bautismo figurado al pie, junto a
    la taza de la fuente. El simbolismo del Arbol sirve para mostrar
    cómo la gracia de Cristo la distribuye la Iglesia por los
    cauces de los Sacramentos, en este caso ensamblados dentro de las
    ramas de un árbol. La composición deriva de un
    grabado de Bartolomeo Olmo o Lulmus, y la imitación es
    bastante literal.

    Con base en grabados manieristas nórdicos y
    esquemas de procedencia de Serlio, se realizó la
    decoración pictórica del claustro, pero lo que
    conviene destacar son las composiciones de los lunetos de los
    ángulos del claustro, que proceden de grabados italianos
    por identificar. Aquí se combinan imágenes de
    Evangelistas y Doctores de la Iglesia.

    El programa iconográfico del convento se completa
    con las representaciones pictóricas de la escalera, en mal
    estado, por cierto, con dos temas capitales para la vida del
    monje: los triunfos de la Castidad y de la Paciencia, pues ambas
    virtudes debían de ser ejercitadas ante las seducciones
    del mundo y en la vida cotidiana de convivencia. Se emplearon
    grabados de Dirk Volkertsz Coornhert (1.519-1.590) sobre ideas
    originales de Martín de Heemskerck. Y es gracias a estos
    grabados por los que podemos reconstruir las composiciones
    alegóricas de los muros de la escalera, que aparecen en
    forma fragmentaria.

    Para el Triunfo de la Castidad se puso como prototipo a
    José, que desfila triunfante en primer término,
    cabalgando sobre un buey; para identificar al personaje se puso
    en el ángulo superior izquierdo la representación
    de sus hermanos vendiéndole a unos mercaderes egipcios;
    esta acción era fruto de la Envidia, figura seca que
    desfila en el extremo derecho de la composición.
    José venció el amor
    lícito de Zephirach gracias al valor de su fe
    y al candor de su ánimo. El valor de su sacrificio,
    representado por un toro, hizo que Dios lo mantuviera virgen y
    puro. No menos compleja es la representación del Triunfo
    de la Paciencia, en la que la protagonista, sedente y armada,
    desfila

    con sus atributos en un carro tirado por la Esperanza y
    el Deseo. Significativa es la colocación de la poderosa
    Fortuna, que llega a servir a la Paciencia con pudor, una vez que
    sus fuerzas ciegas han sido vencidas, pues lleva los ojos tapados
    y la rueda rota. No podía ser más compleja la
    alegoría, solo asequible, de hecho, a los monjes
    conocedores de la tradición clásica.

    EL CONVENTO DE CHARO.-

    Hay que tratar este convento por el programa del
    claustro, con temas de la Pasión. Se trata de una serie de
    pinturas, semejantes a grabados amplificados a base de negro
    sobre blanco. Tenemos en la galería adjunta al templo el
    martirio de un obispo y el de unos frailes, más un
    Eccehomo. En el costado siguiente hay una Tebaida agustiniana,
    mientras que en el otro aparecen un grupo de monjes y sendos
    árboles genealógicos que brotan de los corazones de
    San Agustín y Santa Mónica, llenándose sus
    ramas con los rostros de monjes y monjas ilustres de la orden. En
    el último costado aparecen nuevas historias de martirio
    por los sistemas de
    degüello y cocimiento al fuego. Era evidente el
    propósito de Fray Pedro Jerónimo, quien
    presentó el martirio como una sublimación del
    espíritu misionero de la Iglesia.

    SANTA MARÍA DE XOXOTECO.-

    En el muro frontero de la capilla se representó
    como en la capilla abierta de Actopan el "Juicio Final",
    presentando a la derecha a los justos y a la izquierda los
    réprobos en las fauces de Leviatán. En el registro
    inferior aparecen, a un lado, "La formación de Eva" y al
    otro costado están "El
    conocimiento del Bien y el Mal" y la "Expulsión del
    Paraíso". Las escenas son de menor tamaño que las
    de Actopan, pero son las mismas, a excepción de que en
    Xoxoteco la serpiente aparece con rostro femenino. En cuanto a
    los muros meridional y septentrional se eliminaron los registros
    y se emplearon solo dos recuadros. Es evidente que se emplearon
    las mismas fuentes que en
    Actopan, pero con diferentes calcos.

    Se han intentado relacionar este interés por las
    pinturas de contenido escatológico, especialmente por las
    escenas alucinantes del Infierno, sin que se aluda a la Gloria
    del Cielo, porque la Nueva España se vio azotada por
    epidemias que supusieron hasta la muerte de dos
    millones de indios, y en ese momento cobraron especial relieve las
    representaciones dramáticas del Más Allá. No
    es muy convincente tal hipótesis, ya que en la misma Europa fueron
    críticos o no los tiempos de la Baja Edad Media se
    recurrió a la figuración de las Postrimerías
    dramáticas, mientras que la visión de la Gloria o
    del Purgatorio no interesaron.

    CONVENTO DE
    ATOTONILCO, el Grande. –

    (Estado de Hidalgo, México)

    El programa de la escalera de este convento se centra en
    la Iglesia, cuya implantación realizaron los hijos de San
    Agustín entre los otomtes. Para realizar una
    interpretación correcta de estas pinturas murales, se
    colocaron elementos del Antiguo Testamento, pero lo que predomina
    en general es sin duda la iconografía netamente
    agustiniana con la conversión, el bautismo y la
    confirmación de San Agustín. Y desde luego se
    intenta exaltar la vida monacal por medio de la escena del santo
    en la que se le representa dando la Regla a Santa Mónica,
    junto a otros dos personajes que parecen ser humanistas. Las
    pinturas más complejas de esta escalera son las de la
    parte meridional, a saber: En la zona más elevada se
    representa a una procesión ante el lecho de muerte de San
    Agustín, cuando éste tiene la visión de la
    Perennidad de las Iglesia, y un poco más abajo está
    la exaltación de San Agustín como doctor
    eclesiástico y heredero de una largar tradición
    filosófica, y asi se explica que a la altura de su cabeza
    hay una inscripción latina que dice: "Este maestro
    enseña todos los arcanos celestes. Este es el santo
    príncipe doctor de los teólogos…Por encima de los
    demás enseñó a todos más
    santamente".

    A la derecha del obispo de Hipona, en una serie de orlas
    ascendentes está representados Sócrates,
    Platón
    y Aristóteles y a la izquierda, en otra serie
    de orlas, aparecen Pitágoras, Séneca y
    Cicerón, con unas inscripciones bastante borrosas pero que
    han sido posible descifrarlas dado que se han descubierto dos
    tratados filosóficos (uno de 1.526 y el otro de 1.536) en
    cuyas portadas aparecen los ya citados personajes junto con las
    susodichas inscripciones. Estas tratan de incitar a la Virtud y
    vienen a subrayar lo que expresan los dos humanistas junto a
    Santa Mónica, es decir, que la ciencia
    como tal, puede llevarlos al infierno mientras que la Virtud
    puede conducir incluso a los indoctos al Cielo.

    El programa de las pinturas murales del Claustro tiene
    carácter de viacrucis, ya que se trata de
    un lugar para meditar los dolores y las penas de Cristo en la
    Pasión, de ahí que los temas sean:

    La Piedad y el Descendimiento (ángulo
    S.O.)

    La Resurrección (ángulo S.E.)

    Y la muerte de Cristo y el Calvario (ángulo
    N.E.)

      CONVENTO
    DE EPAZOYUCAN.-

    Es importante su programa iconográfico del
    claustro, ya que se trata del conjunto pictórico de la
    más elevada calidad y
    expresión de cuantos hay en la Nueva España.
    Presenta en cuatro nichos del Claustro temas de la Pasión,
    uno en cada costado del claustro: el Eccehomo, La calle de la
    Amargura, el Calvario y el Descendimiento, y sobre la puerta
    está el Tránsito de la Virgen.

    El tema dominante en este programa es de orden
    cristológico y vienen a subrayarlo las decoraciones de la
    antigua sacristía, en la se repiten algunos de los temas,
    así pues, tenemos: el Descendimiento, el Calvario y la
    Última Cena, en el muro meridional; la Calle de la
    Amargura, Jesús a la columna, el Rey de Burlas, el Beso de
    Judas y la Oración del Huerto, en el muro meridional y,
    finalmente, el "Noli me Tangere", la Bajada a los Infiernos y San
    Agustín, éste en su triple significación de
    Doctor, Obispo y Fundador, en el muro oriental.

    EL CONVENTO DE SAN
    MIGUEL ARCÁNGEL DE IXMIQUILPÁN.-

    (Estado de puebla, México).

    En 1550 los conventos agustinos de Actopan e Ixmiquilpan
    fueron fundados, iniciándose la construcción de los
    conjuntos
    conventuales definitivos. El responsable de la
    construcción de ambos monumentos fue fray Andrés de
    Mata. Un análisis cuidadoso de ambos monumentos
    revela que Mata y sus colaboradores se inspiraron en el tratado
    de arquitectura
    de Sebastián Serlio, profusamente ilustrado con
    xilografías.

    El fechamiento de las pinturas murales de la iglesia de
    San Miguel Arcángel en Ixmiquilpan puede abordarse de
    diferentes maneras. Considerando que el conjunto conventual fue
    iniciado hacia 1550, y dejando cinco años como lapso
    mínimo para su construcción, las pinturas murales
    (obviamente uno de los últimos elementos
    arquitectónicos en ejecutarse) deben ser de hacia 1555 o
    después. Consideraciones estilísticas, atendiendo a
    los aspectos formales y al contenido del friso inferior de este
    templo, sugieren fuertemente que fueron pintados antes de
    finalizar el siglo XVI. Hasta aquí, tenemos un rango
    aproximado de hacia 1555-1600. Otra consideración
    necesaria es que existen murales, que presentan una gran
    similitud formal y técnica con los de Ixmiquilpan, en
    otros conventos del siglo XVI en el estado de
    Hidalgo. Hay fechas integradas en dos de estas pinturas. En el
    convento de San Mateo en Alfajayucan, a pocos kilómetros
    de Ixmiquilpan, una banda vertical con grutescos, en el corredor
    septentrional de la planta baja del claustro, lleva claramente el
    año de 1576. En el convento de los Santos Reyes en
    Metztitlán, en plena sierra Madre oriental, una pintura de
    Cristo crucificado lleva la fecha de noviembre de 1577. Es
    probable que los murales de Ixmiquilpan son aproximadamente
    contemporáneos con éstos, por su gran similitud
    estilística. De esta manera se puede afirmar, con pocas
    reservas, que los murales de Ixmiquilpan fueron ejecutados
    durante la Guerra
    Chichimeca, la cual duró desde 1550 hasta 1590.

    Aspectos formales

    Las pinturas murales del templo de San Miguel
    Arcángel en Ixmiquilpan se encuentran en diferentes partes
    de su interior. Hay un friso mural de 2.21-2.51 metros de altura,
    en los dos lados de la nave, desde la entrada hasta el
    presbiterio, a la altura de los ojos del espectador . Este friso
    es interrumpido por los vanos que dan acceso a las capillas
    laterales y por varios retablos de estilo neoclásico,
    empotrados en los muros siglos después de la
    ejecución de las pinturas. También llevan pinturas
    murales los dos enormes tímpanos, frente a frente, que
    ocupan el espacio entre el friso mencionado y la bóveda
    del sotocoro . Hay otro friso, de más o menos las mismas
    medidas que el primero, en la parte superior de las paredes, a la
    altura del arranque de las bóvedas. Otras pinturas cubren
    el intradós de la bóveda de cañón
    sobre el coro y la nave, así como los plementos de las
    bóvedas de nervaduras que cubren el sotocoro y el
    presbiterio. También hay pinturas en los muros y
    bóvedas de dos capillas laterales. Las pinturas murales
    más interesantes, por su contenido, son las del friso
    inferior, los tímpanos en el sotocoro y las bóvedas
    de nervaduras.

    El estilo de los murales es híbrido,
    europeo-indígena. Se combinan motivos de los grutescos
    renacentistas (neogrecorromanos) con el lenguaje
    simbólico prehispánico del Altiplano Central. Los
    motivos europeos más notables son los enormes rollos
    fitomorfos que dan ritmo y continuidad al friso. En los plementos
    de las bóvedas de nervaduras también hay grutescos
    que combinan motivos antropomorfos, zoomorfos, fitomorfos y
    arquitectónicos. En cuanto a las figuras humanas,
    éstas comparten algunos rasgos con la tradición
    pictórica indígena, pero con notables influencias
    renacentistas, en las proporciones, el sombreado ocasional para
    dar la ilusión de volumen y algunas
    caras representadas con vistas de tres cuartos, una
    convención pictórica escasa en el arte
    prehispánico de Mesoamérica.

    La línea juega un papel
    importante en estos murales. Contornos negros definen las
    figuras. En algunas zonas, la línea se usa para crear
    texturas, como la simulación
    del tejido de cañas en los escudos y las escamas de
    algunos de los monstruos grutescos. Por otra parte, la estructura
    compositiva de las pinturas es definida por líneas. La
    simetría bilateral se usa con eficacia para
    equilibrar las composiciones, pero usualmente no es absoluta. Las
    diferencias sutiles entre las dos mitades de un diseño
    simétrico prestan dinamismo a los murales. Esta
    simetría se debe al uso de cartones para aplicar los
    dibujos
    preliminares a los muros. Invirtiendo los cartones entre una
    aplicación y otra, se obtienen diseños
    simétricos. En cuanto al friso inferior en los muros de la
    nave del templo, es evidente que se usó un cartón
    para el lado septentrional del friso inferior y otro para el lado
    meridional.

    El espacio en estas pinturas se define, sobre todo,
    mediante la línea. Este espacio es esencialmente
    bidimensional; las figuras parecen habitar la superficie de la
    pared, sin que haya ilusiones de planos más profundos.
    Tampoco hay formas que parecen proyectarse más allá
    de la superficie pictórica. Sólo la
    superposición, en algunas partes, crea la ilusión
    de planos encima de planos, dentro de un espacio poco
    profundo.

    La herencia
    estilística prehispánica se puede apreciar en la
    perspectiva "cubista", de puntos de vista múltiples, para
    dar una visión clara y sin ambigüedades de la mayor
    parte de las figuras, evitándose por lo general el
    escorzo. En varios casos se combinan vistas frontales y de perfil
    en una sola figura. Las excepciones a esta concepción de
    la perspectiva (las caras vistas de tres cuartos y los pies en
    escorzo) demuestran que los pintores indígenas
    habían tenido contacto con el arte europeo.

    El color se usa de
    una manera esencialmente plana, rellenando las áreas
    definidas por los contornos negros. En varias figuras hay un
    modelado tímido que da la ilusión de formas
    volumétricas con superficies curvas. El color ayuda a
    distinguir entre figuras y fondo, aprovechando los contrastes
    cromáticos. Estos contrastes crean una sensación de
    profundidad, aunque la ilusión no es tan marcada como para
    interrumpir la percepción
    de la realidad bidimensional de la superficie de la
    pared.

    Los colores
    más utilizados en el friso inferior son un anaranjado
    tierra de alta
    saturación para fondos y un azul que es casi el
    complemento exacto del anaranjado, también de alta
    saturación, aplicado sobre todo a los rollos de acanto. La
    tensión cromática, lograda con la
    yuxtaposición de estos colores complementarios, realza el
    drama del combate representado entre los tallos grutescos. Otros
    colores empleados son café,
    rojo óxido, amarillo ocre, rojo anaranjado de baja
    saturación para la piel de los
    guerreros, verde, negro, blanco y gris. A veces el color tiene un
    papel simbólico, para reforzar la
    comunicación visual de los artistas hacia los
    espectadores (por ejemplo cuando se usa el azul para el agua, o el
    anaranjado y el negro para la piel de jaguar).

    Técnica

    Tradicionalmente, muchos historiadores del arte han
    llamado "fresco" a cualquier pintura mural, de manera
    indiscriminada. Una inspección visual de los murales de
    Ixmiquilpan revela que éstos no fueron ejecutados con la
    técnica del verdadero fresco (buon fresco en italiano),
    porque hay zonas donde la capa pictórica se ha desprendido
    de la superficie de cal pulida. Los verdaderos frescos se
    ejecutan con pigmentos y agua, sin
    ningún aglutinante, sobre un aplanado de mortero de cal
    recién aplicado, mientras éste se fragua. Los
    pigmentos penetran en la superficie de la pared, quedando
    integrados en la estructura cristalina que resulta del proceso de
    transformación de la cal hidratada (Ca[OH]2) en carbonato
    de calcio (CaCO3). En una pintura al fresco, no se puede separar
    la pintura de la superficie del muro, porque la pintura es parte
    de esa superficie.

    Los murales de Ixmiquilpan fueron ejecutados usando la
    técnica de pintura al temple (a veces llamado fresco secco
    en italiano, de ahí viene la mencionada confusión
    terminológica). En esta técnica, los pigmentos son
    fijados en la superficie seca, totalmente fraguada, del muro,
    utilizando algún aglutinante. En Europa se usaba la yema
    de huevo y varios tipos de colas para este propósito. Es
    posible que los pintores indígenas de Ixmiquilpan hayan
    empleado alguna técnica mesoamericana. Algunos agentes
    aglutinantes usados antes de la Conquista eran la baba de nopal,
    otra sustancia derivada de las orquídeas, la goma del
    mezquite y el aceite de chía.

    La observación visual de estas pinturas
    permite una reconstrucción tentativa del proceso empleado
    para su ejecución. Sobre una superficie de estuco blanco,
    previamente pulida, el diseño inicial fue aplicado usando
    cartones. (El uso de los cartones parece ser una técnica
    de origen europeo.) Los contornos fueron delineados con pintura
    negra diluida, con la cual se introducían cambios, con
    cierta libertad y
    creatividad.
    Luego se aplicaron los colores. Finalmente los contornos fueron
    repasados con líneas negras más oscuras.

    Contenido

    El contenido de los murales de Ixmiquilpan, como los
    aspectos formales y técnicos, muestra la
    confluencia de las tradiciones artísticas del Renacimiento
    europeo y del México prehispánico. Los grandes
    rollos de acanto, que unifican la composición del friso
    inferior, se inspiran en los grutescos de los libros del
    siglo XVI. El friso superior , que marca el arranque
    de la bóveda de cañón del templo, tiene
    motivos grutescos esencialmente europeos, combinando motivos
    antropomorfos, zoomorfos y fitomorfos. Hay centauros o
    sátiros, cuyas partes posteriores se convierten en rollos
    de acanto. Junto a ellos vemos caballos alados con colas de pez y
    patas de hojas vegetales. También hay ángeles
    desnudos con alas. Intercalados entre estas figuras se pintaron
    medallones circulares con monogramas u otros motivos alusivos a
    Jesús, a María y a San Agustín. La
    decoración de la bóveda de cañón, de
    carácter geométrico con elementos fitomorfos, se
    tomó de un grabado en el mencionado tratado
    arquitectónico de Sebastián Serlio. La mayor parte
    de los diseños pintados entre las nervaduras de las
    bóvedas también se inspiran en modelos
    grutescos europeos, predominando los temas vegetales. Todos estos
    motivos tienen su origen en el arte helenístico y romano
    imperial. Fueron redescubiertos por los artistas del Renacimiento
    y transmitidos al Nuevo Mundo en la forma de ilustraciones
    xilográficas en libros. Desde luego, cuando los pintores
    indígenas ampliaron estos grabados en las paredes y
    bóvedas, los grutescos experimentaron ciertas
    transformaciones.

    El uso de los diseños grutescos con
    orígenes gráficos es usual en la decoración
    de los conventos novohispanos del siglo XVI. Lo que llama la
    atención al friso inferior en el templo de
    Ixmiquilpan son los motivos de evidente origen
    prehispánico. Hasta ahora no se ha descubierto un caso
    donde se haya integrado en la decoración
    eclesiástica una cantidad similar de símbolos
    mesoamericanos.

    La mayoría de los elementos presentes en las
    obras mexicas relacionadas con la guerra se encuentran en este
    ciclo mural. Los motivos cristianos se concentran en el friso
    superior, del cual son prácticamente ausentes los motivos
    iconográficos indígenas.

    La presencia en estos murales de águilas
    flanqueadas por jaguares armados, así como guerreros que
    pertenecen a las órdenes militares prehispánicos,
    expresan con claridad el concepto de la guerra sagrada y la
    oposición dual del Sol/luz/vida y la
    noche/oscuridad/muerte. La superposición de la verdolaga
    (nts'utc'ani) sobre el nopal (tenochtli), abajo del águila
    solar, expresa la idea que el Sol recibe ahora su alimento
    sanguíneo gracias a los guerreros de
    Ixmiquilpan.

    Varios autores han visto en el friso inferior el tema
    cristiano de la psicomaquia, la lucha de la virtud contra el
    pecado en la mente y el alma del individuo.

    La idea de guerreros humanos virtuosos que luchan contra
    monstruos pecaminosos en el friso inferior tiene serias
    dificultades: la mayor parte de los enfrentamientos violentos son
    de guerreros humanos contra otros guerreros, igualmente
    humanos.

    El tema del friso superior, más cercano a sus
    modelos gráficos europeos, podría ser la
    psicomaquia, ya que los seres antropo-zoo-fitomorfos se alternan
    con ángeles asociados con símbolos cristianos. Los
    seres fantásticos del friso inferior, si bien se inspiran
    en los del friso superior, se han transformado,
    insertándose en un complejo iconográfico
    indígena. Participan en una lucha, pero esta lucha es la
    guerra sagrada, para sostener al Sol con sangre
    humana.

     CONVENTO DE
    HUEJOTZINGO. –

    (Estado de Puebla, Mexico)

    Las pinturas murales del claustro del convento de
    Huetjotzingo están en un cierto estado de deterioro. Se
    hallan muy borrosas.

    Los programas de las pinturas murales se presentan en
    dos salas contiguas: la de los Arcángeles, donde se hallan
    las pinturas más arcaicas, y la De Profundis, donde se
    puede encontrar el conjunto más importante de todo el
    convento. Son de inspiración netamente franciscana, con
    los niveles mariano, angélico y propiamente franciscano,
    con evidentes imágenes extraídas de las
    iconografías de "Las Florecillas" y de la "Vida de San
    Francisco" de Celano.

    Los muros laterales de la Sala De Profundis se pueden
    encontrar cubiertos con escenas franciscanas y con
    imágenes de otros santos relacionados con la orden. Se
    explica la presencia de San Pedro y San Pablo que, al mismo
    tiempo que San Francisco, están sosteniendo la Iglesia.
    Otra pareja de santos franciscanos eminentes es la que forman San
    Buenaventura y San Antonio de Padua, también parejas de
    santas como Santa Clara y Santa Elena.

    El ciclo de la vida de San Francisco tiene como fuente
    fundamental "Las Florecillas" y "La leyenda" de San Buenaventura,
    de donde procede la escena de San Francisco, vestido de caballero
    y arrodillado ante Cristo en la Cruz, que le pide la
    restauración de la Iglesia, o como monje predicando a los
    hermanos pájaros, escena que suponía una
    invitación a los misioneros que tenían la tarea de
    llevar la doctrina cristana a los indios. Y de la misma fuente
    procede la Estigmatización. Finalmente, la
    representación del rapto de San Francisco en el Carro de
    Fuego venía a significar el conocimiento
    que tenía de las cosas ocultas. Al testero de la sala
    está la escena de los Doce adorando la Cruz, que muestra
    las huellas de los clavos, aunque sin el cuerpo de Cristo, como
    simbolo de la labor evangelizadora.

    En un conjunto franciscano de la importancia que supone
    el de Huetjotzingo, no podía faltar el tema mariano. Por
    tanto, sobre una puerta aparece la Purísima, a
    través de tríptico, presentando en el centro la
    representación de la Virgen como Tota Pulchra entre los
    dos defensores de la Inmaculada: Santo Tomás de
    Aquino y Duns Scoto. Como es sabdo, la defensa de la pureza
    de María fue una tarea netamente franciscana, y ente los
    españoles destacó Ramón
    Llull, que enseñó en la Sorbona este misterio antes
    que Scoto y no en vano fue calificado como el "Doctor de la
    Inmaculada".

    SAN LUÍS DE TLALMANALCO.-

    Los programas iconográficos de la portería
    y del claustro son bastante interesantes. Casi se repiten en
    ambos lugares las mismas escenas, a excepción del tema de
    la llegada de los Doce, aquí acompañados de
    indígenas, soldados y músicos. En las cenefas, que
    no solo son meramente decorativas, hay representaciones de
    aves,
    granadas, liebres, etc. Se ha subrayado el sentido de las grullas
    como aves benignas dispuestas en circulo, indicando su sentido
    iconográfico en cuanto observación de la vida
    monástica. Las granadas están asociadas a la sangre
    de Cristo y su redención, es decir, la Iglesia; es obvio
    su simbolismo en cuanto que es una fruta carrada que alberga en
    su interior múltiples frutos: igual que la asamblea de los
    fieles.

    En el claustro, como tantos en México, hay
    elementos geométricos sacados de la obra de
    Sebastián Serlio, lo cual no supone ninguna novedad. Del
    claustro, huelga llamar
    la atencón sobre la sere de figuras que se corresponden
    con los arranques de los arcos, son atlantes y animales, cuya
    presencia obedece a estar en función de un mensaje
    moral, como
    ocurre en los claustros románicos.

    El mensaje iba dirigido a los frailes, lo únicos
    capaces de interpretarlos. El atlante está en actitud
    hipifálica, con una evidente referencia a la lujuria, al
    igual que el macho cabrío. También es curiosa la
    representación del oso hormiguero, interpretado en
    relación a la pereza espiritual.

    No falta en el claustro el nivel histórico por
    medio de sendos recuadros murales, uno de ellos con la leyenda: "
    El padre fray Martín de valencia, Custodio de los primeros
    religiosos que a esta tierra vinieron", y una escena de Santa
    Clara, la fundadora de la rama femenina franciscana.

    CONVENTO DE FRAY JUAN DE
    LA CRUZ EN TETELA DEL VOLCÁN.-

    (Popocatépetl).

    Tiene un claustro con un programa iconográfico
    completo, quizás el más íntegro de todo
    México.

    Los temas son los siguientes:

    • La Vsitación.
    • El Bautismo.
    • La Resurrección.
    • San Pedro.
    • ¿Apostol?
    • San Juan.
    • Santiago el Mayor.
    • San Felipe.
    • Santo Tomás.
    • Santiago el Menor.
    • San Pablo.
    • ¿Apostol?
    • San Judas Tadeo.
    • San Matías.
    • ¿Apostol?
    • María Magdalena.
    • San Jerónimo.
    • Santa Lucía.
    • Santa Catalina de Alejandría.
    • Santa Bárbara.
    • Santa Úrsula.
    • Santo Domingo.
    • San Francisco de Asís.
    • San Agustín.
    • San Pedro Nolasco.  
    • Santo Tomas de Aquino.
    • Santa Catalina de Sena.
    • San Vicente Ferrer.
    • San Antonio de Florencia.

     

     

    Conchi sarmiento vázquez.-

     

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter