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Los verbos en Español




Enviado por yramsy



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    Este texto fue
    tomado del "Esbozo…" de la Real Academia
    Española, que es poseedora los derechos de
    autor

    1. De las letras
      mayúsculas
    2. Acento
      ortográfico
    3. De los signos de
      puntuación
    4. Los verbos en
      Español
    5. Conjunción
    6. Oraciones
      adverbiales
    7. Uso incorrecto de DE
      QUE
    8. Locuciones
      conjuntivas
    9. Las reglas de
      acentuación
    10. Uso de la "b" y de
      la "v"
    11. Usos del
      pronombre personal SE
    12. Apuntes para un
      manual de estilo periodístico

    De las
    letras mayúsculas

    a) En lo manuscrito no suelen escribirse con letras
    mayúsculas palabras o frases enteras.

    b) En las portadas de los libros
    impresos, en los títulos de sus divisiones y en las
    inscripciones monumentales, lo más común es usar de
    solas mayúsculas, todas, generalmente, de igual
    tamaño. Los nombres propios, títulos de obras,
    dicciones y aun cláusulas que se quiera hacer resaltar,
    pueden escribirse con todas sus letras mayúsculas; pero en
    cualquier voz en que se haya de emplear letra mayúscula
    con una o con diferentes minúsculas, aquella ha de ser la
    inicial o primera de la dicción.

    c) Se escribirán con letra inicial
    mayúscula:

    1.° La primera palabra de un escrito y la que vaya
    después de punto.

    2.° Todo nombre propio; v. gr.: Dios, Jehová,
    Jesús, Luzbel, Platón,
    Pedro, María, Álvarez, Pantoja, Apolo,
    Calíope, Amadís de Gaula; Europa, España,
    Castilla, Toledo, Madrid, Carabanchel, La Zarzuela;
    Cáucaso, Himalaya, Adriálico, Tajo, Aganipe;
    Bucéfalo, Babieca, Rocinante.

    3.° Los atributos divinos, como Criador y Redentor;
    los títulos y nombres de dignidad, como Sumo
    Pontífice, Duque de Osuna, Marqués de Villena; los
    nombres y apodos con que se designa a determinadas personas, como
    el Gran Capitán, Alfonso el Sabio, García el
    Trémulo,y particularmente los dictados generales de
    jerarquía o cargo importante cuando equivalgan a nombres
    propios. Así, en las respectivas historias de Paulo V,
    Felipe III y don Pedro Téllez Girón, v. gr., se
    escribirán con mayúscula el Papa, el Rey y el Duque
    cuantas veces fueren nombrados en esta forma aquellos personajes;
    pero se deberá usar de minúscula, por ejemplo, en
    la vulgar sentencia: El papa, el rey y el duque están
    sujetos a morir, como lo está el pordiosero.

    4.° Los tratamientos, y especialmente si
    están en abreviatura, como Sr. D. (señor don), U. o
    V. (usted), V. S. (usía), etc. Usted, cuando se escribe
    con todas sus letras, no debe llevar mayúscula;
    también domina el uso de minúscula con señor
    y don en igual caso.

    5.° Ciertos nombres colectivos, en casos como estos:
    El Reino representó a S. M. contra tales
    desórdenes, el Clero lo había hecho
    antes.

    6.° Los sustantivos y adjetivos que compongan el
    nombre de una institución, de un cuerpo o establecimiento:
    el Supremo Tribunal de Justicia; el
    Museo de Bellas Artes; el Colegio Naval; la Real Academia de la
    Historia.

    7.° Los nombres y adjetivos que entraren en el
    título de cualquier obra: Tratado de Esgrima; Ortografía Castellana; Historia de los
    Vándalos, etc. No se observa esta regla cuando el
    título es largo; v. gr.: Del rey abajo, ninguno, y
    labrador más honrado, García del
    Castañar.

    8.° En las leyes, decretos y
    documentos
    oficiales suelen escribirse con mayúscula todas las
    palabras que expresan poder
    público, dignidad o/u cargo importante, como Rey,
    Príncipe, República, Regente, Trono, Corona,
    Monarquía, Estado,
    Gobierno,
    Ministro, Senador, Diputado, Autoridad,
    Justicia, Magistrado, Juez, General, Jefe, Gobernador, Alcalde,
    Director, Consiliario, Secretario, etc.

    9.° Cuando no encabecen párrafo
    o escrito, o no formen parte de un título, se recomienda
    escribir con minúscula inicial los nombres de los
    días de la semana, de los meses, de las estaciones del
    año y de las notas musicales.

    10.° Se recomienda que cuando se utilicen
    mayúsculas, se mantenga la tilde si la acentuación
    ortográfica lo exige, a fin de evitar errores de
    pronunciación o confusiones en la interpretación de
    vocablos. Este mantenimiento
    es especialmente necesario en las portadas de libros, nombres
    geográficos, listas de nombres propios, etc.

    11.° Suele emplearse mayúscula a principio de
    cada verso, de donde las letras de esta forma tomaron el nombre
    de versales. En la poesía
    moderna es frecuente encabezar los versos con
    minúscula.

    12.° La numeración romana se escribe hoy con
    letras mayúsculas, y se emplea para significar el
    número, con que se distinguen personas del mismo nombre,
    como Pío V, Fernando III, el número de cada siglo,
    como el actual, el XX de la era cristiana; también es
    frecuente para indicar el número de un tomo, libro, parte,
    canto, capítulo, título, ley, clase y
    otras divisiones, y el de las páginas en los
    prólogos y principios de un
    volumen.

    13.° Cuando hubiere de escribirse con
    mayúscula la letra inicial de voz que empiece con Ch o Ll,
    solo se formarán de carácter
    mayúscula la C y la L, que son primera parte de estas
    letras compuestas o dobles. Escribiremos, pues, Chinchilla y
    Chimborazo, Llerena y Llorente y de ninguna manera CHinchilla,
    CHimborazo, LLerena, LLorente.

    Acento
    ortográfico

    Las palabras se caracterizan en la lengua
    española por un solo acento de intensidad, aunque poseen
    un elevado índice de frecuencia en el uso), el cual afecta
    a una sílaba fija de cada palabra. La escritura
    utiliza en determinados casos el signo ortográfico llamado
    tilde, que se coloca sobre el núcleo de la cima
    silábica y se omite en otros, con arreglo al sistema
    siguiente

    A. Palabras sin diptongos, triptongos ni
    hiatos.

    1.° Palabras agudas de dos o más
    sílabas. Si terminan en vocal o en una de las consonantes
    -s o -n, no agrupadas con otra consonante, se escriben con tilde
    sobre la última vocal: bacarrá (escrito
    también bacará), parné, jabnalí,
    landó, ombú; alacrán, almacén,
    alevín, hurón, atún; barrabás,
    cortés, parchís, intradós, obús. Si
    terminan en consonante que no sea n ni s, no se escribe la tilde:
    querub, fondac, pared, rosbif, zigzag, herraj, volupuk,
    zascandil, harem (escrito también harén), galop,
    saber, cenit, cariz. Si terminan en dos consonantes, aunque la
    última sea n o s (o en x, que es una suma de dos fonemas
    /ks/, se escriben también sin tilde: Almorox /-ks/,
    Mayans, Isern, Isbert

    2.° Palabras graves de dos o más
    sílabas. La regla ortográfica es aquí
    inversa a la desarrollada en el sub-apartado anterior. Si la
    palabra termina en vocal o en una de las consonantes -n o -s, no
    se escribe tilde sobre la vocal de la penúltima
    sílaba: cota, deporte, casi, cobalto, chistu;
    Esteban, polen, mitin, canon, Oyarzun; contabas, martes, iris,
    cosmos, humus. Si termina en otra consonante se escribe la tilde:
    césped, álif, móvil, álbum,
    prócer, superávit, alférez. Si termina en
    dos consonantes, aunque la segunda sea s, se escribe la tilde:
    bíceps, fénix /ks/.

    3.° Palabras esdrújulas. Se escribe siempre
    la tilde sobre la vocal de la antepenúltima sílaba:
    ménsula, cómitre, tílburi, árbitro,
    ímpetu; alhóndiga, mozárabe,
    intríngulis; matemáticas, efemérides,
    esperpéntico, etc.

    B. Palabras con diptongos o triptongos en los que
    entran una vocal de la serie /a, e, o/ y una (o dos, si se trata
    de triptongos) de la serie /i, u/.

    La presencia de diptongos o triptongos no altera, en
    general, la regulación anterior. Cuando la sílaba
    prosódicamente acentuada debe llevar tilde en los
    diptongos o triptongos, se coloca sobre la vocal de la primera
    serie. En los ejemplos que siguen se imprime en versalitas el
    diptongo o triptongo prosódicamente acentuado (escrito con
    tilde o sin ella) y el inacentuado.

    1.° Palabras agudas de dos o más
    sílabas.

    a) con tilde (regla A1.° anterior): agravIÉ
    (como agravé), salIÓ (como saló del verbo
    salar), racIÓn (como razón), estÁIs
    (estás), estÉIs (estés).

    b) Sin tilde (regla A1.° anterior): remedIAd (como
    remedad), serIEdad (como heredad), casUAl (casal), cUArtel
    (cartel), hidromIEl (también hidromel), ujIEr, escrito
    también hujier (como mujer), ajUAr
    (ajar), secUAz (sagaz).

    2.° Palabras graves de dos o más
    sílabas.

    a) sin tilde (regla A2.° anterior): cIElo (como
    celo), mIEra (mera), sUEña (seña), cUAsi (casi),
    cUOta (cota), hacIA (haza), legUA (lega), ardUO (ardo), albAIda
    (albada), donAIre (como donare, de donar), cAUsa (casa),
    .defIEnden (ofenden), parIAs (paras, de parar).

    b) Con tilde (regla A2.° anterior). hUÉsped
    (como césped), acUÁtil (datil), réquIEm
    (tótem), albÉItar (néctar), DIÉguez
    (Pérez).<

    3.° Palabras esdrújulas. Llevan siempre tilde
    (regla A3.°): carIÁtide, cIÉnaga,
    mirIÓpodo, gUÁramo, cUÁdruple,
    mUÈrdago, cÁUstico, enfitÉUtico,
    etc.

    4.° Excepciones. Las palabras agudas que terminan en
    uno de los diptongos /ái/, /éi/, /ói/, o en
    triptongos de esta misma terminación, se apartan de la
    regla B1.° a y no llevan tilde en la sílaba final, que
    se escribe -ay, -uay, -ey, -iey, -oy: guirigay, ayayay, Paraguay, carey,
    maguey, curiey, Araduey, Alcoy, rentoy. Emplean la tilde, pero
    escribe -i en vez de -y, las voces paipái, samurái
    y acaso alguna más. Deben asimilarse a las formas
    hispánicas con -y (no lo son las formas con -i) los
    nombres agudos, generalmente patronímicos de origen
    catalán, terminados en los diptongos —decrecientes
    como los anteriores— /áu/, /éu/, /óu/,
    voces que los catalanes o los descendientes de ellos, dentro y
    fuera de Cataluña, emplean sin tilde: Monlau, Abreu,
    Palou.

    C. Palabras con hiato en el que entran una vocal de
    la serie /a, e, o/ y otra de la serie /i, u/.

    1.° La regulación ortográfica del
    hiato obedece a principios diferentes de los examinados hasta
    aquí. Es cierto que una letra vocálica marcada con
    tilde va unida, como siempre, a la condición
    prosódicamente acentuada del fonema vocálico que
    representa. Pero la tilde marca,
    además, una frontera silábica entre vocales que el
    lector, privado de ese indicio, podría interpretar como
    vocales agrupadas silábicamente en diptongo. De
    aquí la distinción, y algunas veces
    oposición, entre vario /bá.rio/ y varío
    /ba.rí.o/. Las reglas ortográficas del hiato no
    son, a pesar de todo, tan completas como lo son las que ayudan a
    distinguir unas de otras las voces agudas, graves y
    esdrújulas, cuando estas voces están privadas de
    diptongos y de hiatos, como ocurre con las del apartado A, que,
    por eso, hemos colocado sistemáticamente en cabeza del
    § 1.8.3. El hiato lo señalamos con tilde, por
    ejemplo, en ra-í-da, pero no en ri-a-da. Se
    señalan, por lo tanto, las vocales de la serie /i, u/,
    pero no las de la serie /a, e, o/38.

    2.° En palabras agudas, la /i/ y la /u/ de los
    hiatos, decrecientes en este caso, llevan siempre tilde sin las
    distinciones que establecen las reglas del sub-apartado A1.°.
    Escribimos, por consiguiente, -í, -ú, no solo en
    las voces que según dicha regulación deben llevar
    tilde, como ca-í, le-í, mo-hín,
    sa-ín, a-ún, pa-ís, sonre-ís,
    pro-ís; sino también en las que no llevarían
    tilde según las reglas de A1.°, como son:
    ca-íd, ra-íl (se escribe también como
    monosílabo rail), ba-úl, Alta-ír,
    emba-ír, fre-ír, re-ír, fefa-út,
    ca-híz, ma-íz.

    3.° En las palabras llanas escribimos también
    siempre í, ú, tanto en el reducido número de
    voces que, por terminar en consonante, diferente de n o s (con
    hiato creciente o decreciente), coinciden con las reglas del
    sub-apartado A2.°: crú-or, flú-or,
    Dí-az, Dí-ez, La-ínez, como en las que, por
    terminar en vocal, n o s, se apartan de dichas reglas. Con hiato
    creciente: pedí-a, pedí-an, pedí-as,
    tí-a; lí-en, lí-es; poderí-o,
    brí-o; actú-a, actú-an, grú-a,
    gradú-e, gradú-en, gradú-es; lú-e,
    insinú-o, bú-ho. Con hiato decreciente:
    a-ína, a-híto, va-hído, le-ído,
    re-híce, o-ído, pro-híbido, o-íslo,
    Co-ímbra; bara-húnda, za-húrda,
    re-úno, re-húso, transe-únte. Con hiato
    decreciente-creciente: ca-í-a, ca-í-an,
    ca-í-as, ba-hí-a; re-í-a, re-í-an,
    re-í-as; o-í-a, o-í-an, o-i-as;
    boi-hí-a. No quedan exceptuadas del empleo de la
    tilde sobre i o u, como lo estaban antes de la entrada en vigor
    de las Nuevas normas de
    Prosodia y Ortografía (1959), las palabras con hiato en
    las que, entre i o u prosódicamente acentuadas y la vocal
    más abierta inacentuada, se interpone en la escritura la
    letra h, como muestran los ejemplos pertinentes
    anteriores.

    4.° En las palabras esdrújulas la i de la
    antepenúltima sílaba, en hiato decreciente o
    creciente, se escribe siempre con tilde, de acuerdo en todos los
    casos con la regla general del sub-apartado A3.°:
    ve-hículo, de-ípara, ole-ífero;
    prí-amo, endí-adis, mirí-ada,
    cardí-aco, perí-odo (para el duplicado en alguna de
    estas voces con diptongo: pe-rio-do, véase el §
    1.4.7c).

    D. Palabras con diptongo o hiato en los que entran
    solamente vocales de la serie [a, e, o].

    1.° A diferencia de /i/ y de /u/
    prosódicamente acentuadas, que llevan siempre tilde cuando
    forman hiato con otra vocal más abierta, como acabamos de
    ver, la /e/ y la /o/ prosódicamente acentuadas no llevan
    siempre tilde cuando forman hiato con vocal más abierta
    /a/. La regulación ortográfica se atiene, en estos
    casos, a los principios generales establecidos en los
    sub-apartados A y B. Carecen, pues, de tilde voces como ca-ed,
    Isma-el, tra-er, ra-hez, a-eda; le-a, le-an, le-as, mare-a;
    Ara-oz, ta-hona, ta-honas; lo-a, lo-an, lo-as, Bidaso-a. Llevan
    tilde Ja-én, tra-éis, Ma-ón. Estas mismas
    normas generales se aplican cuando es /a/ la vocal
    prosódicamente acentuada en el hiato, como en deca-e,
    deca-en, deca-es; cre-ad, le-al, saque-ar; re-acto, cre-ado,
    pero: arrá-ez, de-án, cre-áis, y cuando
    entran solo en el hiato las dos vocales /e/, /o/: le-ona,
    empe-ora, co-hete, ro-ed, ro-er, so-ez, pero pele-ón,
    lo-éis, etc.

    2.° Si cualquiera de las tres vocales se halla en la
    antepenúltima sílaba, formando hiato decreciente o
    creciente con cualquiera de las otras dos, se aplican las reglas
    de A sobre la acentuación ortográfica de los
    esdrújulos, lo mismo que en C4.°: car-a-ota
    ‘alubia’ (Venezuela),
    océ-ano (escrito también oce-ano como palabra
    llana), meté-oro (escrito también (mete-oro como
    voz llana), lauré-ola, tro´-ade; fre-ático,
    co-águlo (articulado también sin hiato
    coá-gulo) ga-élico, po-ético,
    ge-ómetra, etc.

    3.° A primera vista cabría preguntarse si una
    palabra como área podría haber sido tratada
    ortográficamente lo mismo que aria, y óleo lo mismo
    que olio, es decir, como palabras llanas escritas sin tilde:
    a-rea, o-leo. Pero área podría leerse entonces
    /a.ré.a/, como marea /ma.ré.a/, al paso que aria
    necesitaría una tilde sobre la i para adoptar ese esquema
    prosódico. Por otra parte, -ia es siempre diptongo
    inacentuado cuando aparece detrás de la sílaba
    prosódicamente acentuada de la palabra a que pertenece:
    /á.ria/ (§ 1.4.9a), mientras que -ea, en esa misma
    posición, también sin acento prosódico,
    puede funcionar como diptongo (la más veces lo es), pero
    también como hiato. La regulación
    ortográfica ha tenido en cuenta la diferente
    condición fonológica de las dos series de vocales
    /i/, /u/ y /a/, /e/, /o/ (§ 1.4.14b) y considera que los
    grupos -ea,
    -eo y otros semejantes constituyen hiato y cada una de sus
    vocales se halla separada silábicamente de la contigua,
    con lo que han venido a ser ortográficamente, aunque casi
    nunca prosódicamente, voces esdrújulas.

    4.° En este caso están algún
    sustantivo en -ae, como Dá-nae, en -ao, como cálao
    (ave trepadora filipina), Dá-nao; algunos sustantivos en
    -eo, -ea, como crá-neo, hó-rreo, brác-tea,
    lí-nea; varios adjetivos en -eo, -ea: espontáneo,
    -ea, deleté-reo -ea, ó-seo -ea, ní-veo -ea;
    algunos sustantivos en -oe: á-loe (escrito también
    a-lo e con acentuación griega) hé-roe, á-zoe
    37.

    5.° Nombres de varia procedencia terminados en -ao,
    con acento prosódico en la /a/, vacilan entre la
    articulación /áo/ con diptongo, que es la
    más frecuente, y la articulación /á.o/ con
    hiato: bacalao, Bilbao, Callao, cacao, Menelao, parao
    ‘embarcación filipina’, sarao, etc., y con
    ellos la reducción -ao de los participios en -ado, que no
    es siempre exclusivamente vulgar. Si hubiéramos de tratar
    -ao como hiato, la falta de la tilde estaría dentro de las
    reglas ortográficas generales de las palabras llanas
    terminadas en vocal. Si se trata como diptongo debería
    llevar tilde la a como las voces agudas que terminan en vocal o
    en diptongo prosódicamente acentuados: llamará,
    paipái, samurái. El hecho es que el uso tradicional
    en la lengua escrita omite con regularidad la tilde, con lo que
    se establece un paralelo entre estas formas y las voces agudas
    que terminan en -ay, -ey, -oy y las que terminan en -au, -eu, -ou
    (v. § 1.8.3B, 4.°).

    E. Palabras con diptongo o hiato en los que entran
    solamente vocales de la serie /i,u/.

    1.° Los grupos /u i/, /i u/ (§ 1.4.11), tanto
    si forman diptongo como si forman hiato, reciben el mismo
    tratamiento ortográfico que los del apartado D anterior.
    Solo se emplea la tilde cuando lo exigen las reglas generales
    enunciadas en A y B. Escribimos huid, huir; buitre, cauista,
    circuito, cuido, fluido 38, fortuito, fuimos,
    fuisteis, huimos, jesuita, juicio, pruina, ruido, ruina,
    pero con tilde: benjuí, cambuí, mordihuí,
    huí, huís, huías; casuística,
    huíamos.

    2.° Algunos sustantivos, sobre todo
    topónimos, se diferencian de las palabras que acabamos de
    ver por el hecho de que el acento prosódico no afecta a la
    /i/, sino a la /u/ del grupo /u i/,
    que vacila en su articulación entre hiato /ú.i/, lo
    más probable en los topónimos, y diptongo
    /úi/. Vacilación entre hiato y diptongo de la que
    participan algunas de las voces anteriores, pero con acento
    prosódico en la /i/ generalmente. Las voces que vamos a
    examinar ahora se diferencian además de aquellas otras por
    situarse siempre el grupo /u i/ en fin de palabra y escribirse
    -uy. No suele escribirse hoy la tilde sobre la u, que se empleaba
    acaso para señalar el hiato, quizá para
    señalar la condición de palabra aguda terminada en
    vocal. Pero la omisión de la tilde en estas voces que es
    ahora regla ortográfica 39, las equipara a las
    terminadas en -ay, -ey, -oy de las que hemos tratado en el §
    1.8.1A, 3.°: cocuy (también cucuy y cocuyo
    ‘especie de luciérnaga’; voz americana);
    Ardanuy, Beranuy, Bernuy, Espeluy, Montanuy, Serraduy,
    etc.

    3.° Una serie de onomásticos y
    patronímicos, de origen catalán, algunos muy
    extendidos en Castilla 40, terminan en -iu o -ius )con
    acento prosódico en la vocal i), grafía que
    representa, según lo más probable una
    articulación con hiato /i, u/: Arderius, Codorniu, Felu,
    Montoliu, Riu, Rius, Viu. Deben escribirse sin tilde, por las
    mismas razones que han sido expuestas a propósito de los
    nombres Monlau, Masdeu, Masnou (§ 1.8.3B,
    4.°).

    F. Palabras monosilábicas.

    1.° Los monosílabos dotados do acento de
    intensidad (para los monosílabos inacentuados,
    véase el § 1.5.4), con algunas excepciones que
    veremos después, se escriben sin tilde: ¡ah!, ya,
    pian (en la locución pian, piano), vais, guay; fe, pie,
    cien, diez, ley, buey, fue; ti, muy, ruin 41, Luis;
    ¡o! interjección (escrita hoy normalmente oh), no,
    yo, boj, dos, dio, vio, Dios, voy; ¡uf!, cruz,
    mus.

    2.° Algunas voces presentan dificultades en su
    delimitación silábica. Esto ocurre con caos (lat.
    cha.os, del griego Khá-os), pero la articulación
    /cá.os/ no afectaría a la acentuación
    ortográfica (v. sub-apartado D) 42. Lo mismo
    ocurre con vaho. La cuestión es más
    problemática cuando se trata de nombres propios de
    persona.
    Dí-ez, Sá-iz, Sá-inz se acomodan, en estas
    grafías, a las reglas generales de las palabras llanas.
    Pero junto al bisílabo Dí-ez existe el
    monosílabo Diez, que es el mismo apellido que
    Dí-ez, pero con dislocación del acento
    prosódico, y lo mismo es seguramente posible con Saiz,
    Sainz y otros nombres propios de estructura
    análoga.

    3.° Determinados monosílabos,
    prosódicamente acentuados, los escribimos con tilde para
    diferenciarlos de homófonos suyos, también
    prosódicamente acentuados, que pertenecen a otra
    categoría o subcategoría gramatical. Así,
    los demostrativos sustantivos éste, ése,
    aquél, y sus femeninos y plurales, suelen escribirse con
    tilde, frente a los demostrativos adjetivos este (libro), esa
    (mujer), etc. Las formas neutras de estos pronombres, que tienen
    exclusivamente categoría de pronombres sustantivos, se
    escriben siempre sin tilde. Igualmente se suele escribir con
    tilde el adverbio sólo (= solamente), frente al adjetivo
    solo 43. En los casos restantes de dos acentuaciones,
    la diferencia se establece entre dos voces homófonas
    prosódicamente acentuada la una e inacentuada la otra.
    Así los interrogativos cómo, cuál(es),
    cuán, cuándo, cuánto y cuyo (con sus
    femeninos e plurales), donde, que, quien(es). Además,
    dé de dar y de preposición; mí, tú
    pronombres personales y mi(s), tu(s) pronombres posesivos;
    sé de saber y ser, frente al pronombre personal se
    reflexivo y no reflexivo; si pronombre reflexivo y adverbio de
    afirmación, frente a si conjunción, té
    sustantivo apelativo y te pronombre personal

    G. Palabras compuestas.

    1.° Los compuestos (exceptuados los que veremos
    después), cualquiera que sea el número y la
    naturaleza
    prosódica originaria de sus componentes, acentuada o
    inacentuada, solo poseen un acento prosódico que afecta al
    último de sus componentes. El compuesto puede ser agudo,
    llano o esdrújulo y el uso de la tilde se ajusta a las
    reglas generales del acento ortográfico (sub-apartados
    A-E). Pero el último componente lleva a veces una tilde
    que no es originariamente suya, sino que se explica por la
    índole prosódica del compuesto: aguapié
    (pie, fuera del compuesto), altavoz (voz, fuera del compuesto),
    amormío (mío), ganapán (pan),
    guardahúmo (humo), hazmerreír (reír),
    maestresala (sala), pisaúva (uva), pleamar (mar),
    Piedrahíta (Hita), portaguión (guión),
    protohistórico (histórico), salvavidas (vidas),
    sinfin (fin), sobrehílo (hilo), también (bien),
    trasdós (dos).

    2.° Si el acento de intensidad afecta al
    penúltimo componente, se omite siempre la tilde que le
    correspondería de haberse empleado fuera del compuesto:
    asimismo (así), penseque (pensé), Piamadre
    (pía), Riofrío (río), tiovivo
    (tío).

    3.° Los compuestos españoles formados sobre
    modelos
    griegos y latinos o introducidos directamente como voces cultas,
    poseen frecuentemente el acento de intensidad en el primer
    componente (§ 1.5.5b, 3.° y). La tilde recae entonces
    sobre la sílaba prosódicamente acentuada del primer
    componente y la palabra, en estos casos, es siempre
    esdrújula: írrito, decálogo (v. §
    1.5.5b, 2.°).

    4.° En los compuestos de dos o más adjetivos
    que se separan unos de otros con guión (§ 1.8.8i), la
    escritura mantiene la tilde en cada uno de sus componentes cuando
    la llevan fuera del compuesto (Nuevas normas de Prosodia y
    Ortografía, regla 9.a), pero la presencia de la
    tilde no es indicio siempre de que en la pronunciación se
    haga resaltar el acento prosódico. Hay, por lo menos,
    vacilación, si se exceptúa el último
    componente, que conserva en todos los casos su prosodia normal:
    cántabro-astur,
    histórico-crítico-bibliográfico.

    5.° Para el empleo de la tilde en los adverbios en
    -mente, véanse los §§ 1.;5.6 y 2,4.10. Para los
    compuestos con numerales, véanse los §§ 2.9.3e y
    2.9.5c.

    H. El acento ortográfico de las formas
    verbales con pronombres personales
    enclíticos

    1.° Estas formaciones poseen un solo acento
    prosódico: el del verbo (los enclíticos son
    palabras inacentuadas). Hay que distinguir dos cuestiones. Por
    una parte, la presencia o la falta de tilde en el verbo dentro de
    la formación con enclíticos, comparada con la
    acentuación ortográfica del verbo cuando se emplea
    sin enclítico. Por otra parte, la configuración
    ortográfica acentual del grupo con enclíticos, en
    relación con las normas generales de la acentuación
    ortográfica 45. Por lo que se refiere a la
    primera cuestión, el verbo conserva en muchos casos su
    acento ortográfico originario, de una manera constante en
    las formaciones del núm. 2.° siguiente. Por lo que se
    refiere a la segunda cuestión, el acento
    ortográfico de las formaciones con enclíticos
    está siempre de acuerdo con las reglas generales cuando
    dicha formación es esdrújula, pero deja de estarlo
    en algunos casos en que la formación resulta con
    acentuación llana (los tres últimos ejemplos del
    núm. 2.° siguiente) y cuando la formación es
    sobresdrújula (algunos ejemplos del núm.
    4.°).

    2.° Las formas verbales monosilábicas y las
    formas agudas, seguidas de un solo enclítico, se atienen
    en el uso ortográfico de la tilde al mismo régimen
    que cuando se emplean solas: da-le, fui-me, decid-me,
    reír-se, oír-lo, dé-le (del verbo dar),
    salí-me, partió-se (los verbos con el mismo acento
    ortográfico que cuando se emplean solos: da, fui, decid,
    reír, etc.; pero la formación se atiene a las
    reglas generales del uso ortográfico solamente en los
    cinco primeros ejemplos: dale como sale, de estructura
    silábica análoga; fuime como fuiste, etc.; en los
    tres últimos ejemplos, se aparta de las reglas generales:
    déle diferente acentuación que la palabra ele
    — nombre de la letra l —, de estructura
    silábica análoga; salíme diferente de
    sublime, etc.)

    3.° Si una forma verbal monosilábica o aguda
    se agrupa con dos enclíticos, la vocal
    prosódicamente acentuada del verbo se escribe siempre con
    tilde, aunque no lo requiera cuando se emplea sola:
    dá-se-lo, dí-me-lo, decíd-nos-lo,
    pedír-me-la (en contraste con da, di, decid, pedir);
    partió-se-le, oír-se-lo (de acuerdo con
    partió, oír). Todas las formaciones se convierten
    en "supuestas" palabras esdrújulas.

    4.° Si una forma verbal llana o esdrújula 46
    se agrupa con uno o más enclíticos (v. la nota 9
    del Cáp. 1.5), la vocal prosódicamente acentuada
    del verbo lleva siempre tilde, lo exija o no cuando se emplea sin
    enclíticos: hablála-se, mirándo-os,
    quisiéra-lo, viéra-nos, dába-se-le,
    hablándo-se-lo, permíta-se-me;
    dijéra-se-me-lo (en contraste con hablaba, mirando,
    quisiera, viera; daba, hablando, permita; dijera). Pero
    decía-me, oía-lo, veía-la;
    decía-me-lo (de acuerdo con las formas verbales empleadas
    solas: decía, oía, veía). Todas las
    formaciones son aquí esdrújulas o
    sobresdrújulas.

    5.° Cuando alguna de estas formaciones se
    sustantiva, se emplea tilde si la voz resultante es
    esdrújula, aunque el verbo no la lleve fuera del
    compuesto: pésame, pésete. Inversamente, deja de
    emplearse tilde si el sustantivo tiene acentuación llana,
    aunque la lleve la forma verbal cuando se emplea fuera del
    compuesto: acabose, cargareme, detente.

    6.° Aparecen sometidos a un régimen
    ortográfico especial los imperativos plurales de los
    verbos reflexivos, o en construcción reflexiva, tras de la
    pérdida de la desinencia -d47. Formas como marcha-os,
    detene-os han de emplearse sin tilde, a pesar de que la forma
    verbal es aguda 48 y de que se agrupa con un solo
    enclítico. Pero estos imperativos se igualan así
    ortográficamente a los nombres terminados en /éo/,
    /áo/ de que hemos tratados en el
    § 1.8.3D, 5.°. Como ellos, y por las razones que se
    exponen allí vacilan entre diptongo e hiato, pero un
    recuento casi exhaustivo, realizado en los setenta primeros tomos
    de la Biblioteca de
    Autores Españoles, da un 80 por 100 de ocurrencias a favor
    del diptongo (v. nota 37 de este capítulo). Los verbos en
    -ir llevan tilde: partíos, a causa del hiato.

    De los signos de
    puntuación

    a) Hay necesidad de signos de puntuación en la
    escritura, porque sin ellos podría resultar dudoso y
    oscuro el significado de las cláusulas. Los que se usan en
    castellano son
    estos: coma (,), punto y coma (;), dos puntos (:), punto final
    (.), puntos suspensivos (…), principio de interrogación
    (¿), fin de interrogación (?), principio de
    admiración (¡), fin de admiración (!),
    paréntesis ( ), diéresis o crema ( &uml; ),
    comillas (« »; "), guión (-), raya (—),
    dos rayas (= ). La coma, los puntos y paréntesis indican
    las pausas más o menos cortas que en la lectura
    sirven para dar a conocer el sentido de las frases; la
    interrogación y la admiración denotan lo que
    expresan sus nombres, y la segunda, además, queja,
    énfasis o encarecimiento; la diéresis sirve en unos
    casos para indicar que la u tiene sonido
    1.8.1A, 2.°) y en otros se puede emplear para deshacer un
    diptongo; las comillas señalan las citas, o dan
    significado especial a las palabras que comprenden; el
    guión es signo de palabra incompleta; la raya lo es de
    diálogo, o
    de separación de palabras, cláusulas o
    párrafos; las dos rayas solo se usan ya en las copias para
    denotar los párrafos que en el original van
    aparte.

    b) De la coma. 1.° El nombre en vocativo
    llevará una coma detrás de sí cuando
    estuviere al principio de lo que se diga, y en otros casos la
    llevará antes y después; p. Ej.: ¡Cielos,
    valedme!; Julián, óyeme; Repito, Julián, que
    oigas lo que te digo.

    2.° Siempre que en lo escrito se empleen dos o
    más partes de la oración consecutivas y de una
    misma clase, se separarán con una coma para que al leerlas
    haya de hacerse una leve pausa que separe su sentido, a
    excepción de los casos en que mediare alguna de las
    conjunciones y, ni, o; como Juan, Pedro y Antonio; sabio,
    prudente y cortés; vine, vi y vencí; NI el joven NI
    el viejo; bueno, malo o mediano.

    3.° Divídanse con ella los varios miembros de
    una cláusula independientes entre sí, vayan o no
    precedidos de conjunción: Todos mataban, todos se
    compadecían, ninguno sabía detenerse; Al apuntar el
    alba cantan las aves, y el
    campo se alegra, y el ambiente cobra
    movimiento y
    frescura.

    4.° Cuando una oración se interrumpe, ya para
    citar o indicar el sujeto o la obra de donde se ha tomado, ya
    porque se inserta como de paso otra que aclara o amplía lo
    que se está diciendo, tales palabras, que suspenden
    momentáneamente el relato principal, se encierran entre
    dos comas; v. gr.: La verdad, escribe un político, se ha
    de sustentar con razones y autoridades; Los vientos del sur, que
    en aquellas abrasadas regiones son muy frecuentes, ponen en grave
    conflicto a
    los viajeros.

    5.° Por igual motivo suelen ir precedidas y seguidas
    de coma las expresiones esto es, es decir, en fin, por
    último, por consiguiente, sin embargo, no obstante y otras
    parecidas: La enfermedad parece grave, es decir, más grave
    de lo que esperábamos: Tales incidentes, sin embargo, no
    se repitieron por entonces.

    6.° Cuando se invierte el orden regular de las
    oraciones de la cláusula, adelantando lo que había
    de ir después, debe poner-se una coma al fin de la parte
    que se anticipa; v. gr.: Donde interviene conocerse las personas,
    tengo para mí, aunque simple y pecador, que no hay
    encantamento alguno. Como el orden regular de este ejemplo de
    Cervantes, Quijote, I, 37, seria: No hay encantamento alguno
    donde interviene conocerse las personas, importa para la claridad
    que se haga una breve pausa en personas, la cual se indica con la
    coma. Pero es de advertir que en las transposiciones cortas y muy
    perceptibles no se ha de poner esta señal.

    c) Del punto y coma. 1.° Cuando los miembros de un
    período constan de más de una oración, por
    lo cual o por otra causa llevan ya alguna coma, se
    separarán con punto y coma unos 6 otros; por ejemplo:
    Vinieron los aquilones de noviembre, glaciales y recios;
    arrebataron sus hojas a los árboles, llevándolas, ya rodando por
    la tierra, ya
    volando entre nubes de grueso polvo. Se guareció el
    rabadán en su cabaña, y el labrador en su
    alquería; la nieve, descendiendo espesa sobre el monte y
    el valle, borró los matices del suelo, toda la
    variedad riquísima de la Naturaleza.

    2.° En todo período de alguna
    extensión se pondrá punto y coma antes de las
    conjunciones adversativas mas, pero, aunque, etc.; verbigracia:
    Salieron los soldados a media noche y anduvieron nueve horas sin
    descansar; pero el fatal estado de los caminos malogró
    la empresa.
    Cuando la cláusula sea corta, bastará una simple
    coma antes de la conjunción; como en Vendrá, pero
    tarde; Lo hizo, aunque de mala gana.

    3.° Siempre que a una oración sigue,
    precedida de conjunción, otra oración que, en orden
    a la idea que expresa, no tiene perfecto enlace con la anterior,
    hay que poner al fin de la primera punto y coma, según lo
    aclarará el ejemplo siguiente: Pero nada bastó para
    desalojar al enemigo, hasta que se abrevió el asalto por
    el camino que abrió la artillería; y se
    observó que uno solo, de tantos como fueron deshechos en
    este adoratorio, se rindió a la merced de los
    españoles (Solís, Historia de Nueva España,
    III, 7). Si después de la palabra artillería solo
    se pusiese coma, la oración y se observó, etc.,
    vendría regida de la preposición hasta y
    cambiaría el sentido.

    d) De los dos puntos. 1.° Cuando se sienta una
    proposición general y en seguida se comprueba y explica
    con otras oraciones, se la separa de estas por medio de los dos
    puntos; como, por ejemplo: No aflige a los mortales vicio
    más pernicioso que el juego: por
    él gentes muy acomodadas han venido a parar en la mayor
    miseria, y aun en el patíbulo; por él,
    además del caudal, pierde el hombre la
    vergüenza y hasta la estimación de sí
    propio.

    2.° Cuando a una o varias oraciones sigue otra que
    es consecuencia o resumen de lo que antecede, esta se ha de
    separar con dos puntos, como en el ejemplo que sigue: Aquel que
    por sus riquezas y esplendor fue tan aplaudido como envidiado
    cuando entraba triunfante por las puertas de Constantinopla, y
    cuyo nombre era respetado y temido desde la capital del
    Imperio hasta el confín de los arenales de la
    Líbia, murió ciego, pobre, olvidado y mendigando su
    alimento de puerta en puerta:¡raro y espantoso ejemplo de
    las vicisitudes de la fortuna!

    3.° En los decretos y sentencias, bandos y edictos
    se ponen dos puntos al final de cada motivo o fundamento de la
    resolución, aunque estos van en párrafos distintos
    y principian con letra mayúscula. En certificaciones y
    memoriales también se ponen dos puntos antes de ciertos
    párrafos con letra inicial mayúscula.

    4.° Citando palabras textuales, se han de poner dos
    puntos antes del primer vocablo de la cita, el cual suele
    principiar con mayúscula; v. gr.: Cicerón en sus
    Oficios dice a este propósito lo siguiente: No hay cosa
    que tanto degrade al hombre como la
    envidia.

    5.° También se emplean los dos puntos
    después del Muy señor mío y otras
    expresiones semejantes con que se suele dar principio a las
    cartas; v.
    gr.: Muy señor mío: Sírvase usted tomar a su
    cargo, etc.; Amigo mío: En contestación a la
    estimada de usted, etc.

    e) Después de los dos puntos se escribe
    indistintamente con letra mayúscula o minúscula el
    vocablo que sigue.

    f) Del punto. 1.° Se pone punto cuando el
    período forma sentido completo, en términos de
    poderse pasar a otro nuevo sin quedar pendiente la
    comprensión de aquel. Es la mayor pausa sintáctica
    que la ortografía señala. En la lectura, la
    duración de la pausa indicada por el punto puede variar
    más o menos, según el sentido y la
    interpretación del lector; pero en todo caso, es mayor que
    la que señalan la coma y el punto y coma.

    En la escritura, se le llama punto y seguido (o punto
    seguido), cuando el texto continúa inmediatamente
    después del punto en el mismo renglón, o en el
    siguiente sin blanco inicial; y punto y aparte (o punto aparte),
    cuando termina párrafo, y el texto continúa en otro
    renglón más entrado o más saliente que los
    demás de la plana. Por último, punto final es el
    que acaba un escrito o una división importante del texto
    (parte, capítulo, etc.).

    2.° Resta advertir que en toda clase de escritos
    suelen hacerse después del punto final ciertas
    separaciones o divisiones llamadas párrafos, cada una de
    las cuales ha de empezar en renglón distinto de aquel en
    que acabe el anterior, y más adentro que las otras
    líneas de la plana. Deben principalmente usarse tales
    divisiones cuando se va a pasar a diverso asunto, o bien a
    considerar el mismo desde otro aspecto.

    g) De los puntos suspensivos. 1.° Cuando conviene al
    escritor dejar la oración incompleta y el sentido
    suspenso, lo denota con los puntos suspensivos; v. gr.: Él
    concitó la plebe contra los patricios; él
    acaudilló y juramentó a los mozos más
    corrompidos y perversos de la República para subvertirla
    con su auxilio; él sobornó con oro y con
    promesas… Pero ¿a qué repetir lo que a todos es
    notorio?

    2.° Si en una cláusula de completo sentido
    gramatical se necesita pararse un poco, expresando temor o duda,
    o para sorprender al lector con lo inesperado de la salida, se
    indicará la pausa con puntos suspensivos; v. gr.:
    ¿Le diré que ha muerto su padre?… No tengo
    valor para
    tanto; Se citó a junta, distribuyéronse centenares
    de esquelas, y llegamos a reunirnos… cuatro
    personas.

    3.° También se usan dichos puntos cuando se
    copia algún texto o autoridad los cuales no hace al caso
    insertar íntegros, indicando así lo que se
    omite.

    h) De la interrogación y la admiración.
    1.° Los signos de interrogación y de admiración
    se ponen al principio y al fin de la oración que deba
    llevarlos: ¿Dónde estás?; ¿A
    qué vienes?; ¿Te veré mañana?;
    ¡Qué asombro!; ¡Ay de mí!

    2.° Si las oraciones con interrogación o
    admiración son varias, breves y seguidas, no hay necesidad
    de que, exceptuada la primera, empiecen con mayúscula:
    ¿Dónde has estado?, ¿qué has hecho en
    tantos días?, ¿como no te pusiste en camino,
    así que recibiste mi carta?;
    ¡Cuánto engaño!, ¡cuánta
    perfidia!, ¡qué impudencia!

    3.° Cuando lo escrito después de la
    interrogación o la admiración fuere complemento de
    la pregunta o de la frase admirativa, no comenzará con
    letra mayúscula: ¿Digo yo que no tengas
    razón?, contestó Blas a Diego; ¡A las
    armas!,
    gritaron todos.

    4.° El signo de principio de interrogación o
    admiración se ha de colocar donde empieza la pregunta o el
    sentido admirativo, aunque allí no comience el
    período; v. gr.: Privado del racional discurso,
    ¿que es el hombre sino una criatura desvalida, inferior a
    los brutos? Y si la caprichosa fortuna lo encumbra en alto
    puesto, ¡cuántas lágrimas y ruina y sangre le
    cercarán en torno!

    5.° El signo de principio de interrogación o
    admiración refleja el movimiento de la entonación
    en las frases de este tipo, da claridad a la escritura, y no debe
    suprimirse por imitar, con mal acuerdo, la ortografía de
    lenguas extranjeras, que solo usa el signo final.

    6.° Hay cláusulas que son al par
    interrogativas y admirativas, y en ellas podrá ponerse
    nota de admiración al principio y de interrogación
    al fin, o viceversa: ¡Que esté negado al hombre
    saber cuándo será la hora de su muerte?
    ¿Qué persecución es esta, Dios
    mío!

    i) Del paréntesis. 1.° Cuando se interrumpe
    el sentido y giro del discurso con una oración aclaratoria
    o incidental y esta es larga o tiene conexión escasa con
    lo anterior, se encierra dentro de un paréntesis, como en
    el siguiente ejemplo: Acostados todos en un género de
    lechos que rodeaban la mesa (pues los romanos comían
    tendidos y soslayado el cuerpo sobre el codo izquierdo),
    empezó a echarles en cara la tibieza de su fe,
    etc.

    2.° En este ejemplo se ha puesto como después
    del paréntesis porque allí finaliza el miembro del
    periodo con que va unida la oración comprendida en el
    paréntesis; y al fin de él o dentro se ha de usar,
    además, la puntuación que la cláusula
    necesitare. Cuando el paréntesis termine la
    cláusula de que depende, el punto final irá
    fuera.

    3.° En las obras dramáticas suele encerrarse
    entre paréntesis lo que los interlocutores dicen aparte.
    Para que tales paréntesis no se confundan con otros
    convendría valerse de los rectangulares, en esta forma [
    ], que algunos impresores usaban en el siglo pasado. El punto
    final de los apartes va colocado dentro del
    paréntesis.

    4.° Empléese también el
    paréntesis curvo para encerrar en él noticias o
    datos
    aclaratorios, explicaciones de abreviaturas, etc.; y el
    rectangular, para indicar en la copia de códices o
    inscripciones lo que falta en el original y se suple
    conjeturalmente. Ejemplos: El hijo del rayo de guerra, Carlos
    V (D. Juan De Austria); Perdió Boabdil a Granada en la
    hégira 897 (1492); Imp (eratori) Caes (ari) [Nervae]
    Traiano [Aug(usto)] p(ontifici) m(aximo). etc.

    1.8.6 De la diéresis o crema. — El uso de
    la diéresis solo es preceptivo para indicar que ha de
    pronunciarse la u en las combinaciones gue, gui: pingüe,
    pingüino, argüir /ar.gu.ír/. Véase el
    § 1.8.1A, 2.°. Queda a salvo el uso discrecional cuando,
    por licencia poética o con otro propósito, interese
    una pronunciación determinada 50.

    1.8.7 De las comillas. — a) Para distinguir las
    palabras sobre las cuales quiere el que escribe llamar
    particularmente la atención del lector, se subrayan en lo
    manuscrito; y en lo impreso se ponen de letra cursiva, y a veces
    con versales u otras que resalten por su figura o su
    tamaño. Se practica lo mismo con las voces o citas en
    idioma extranjero, con el texto literal de citas en castellano,
    con los títulos de libros y con las dicciones y
    cláusulas que en las obras de enseñanza y otras se ponen por ejemplo. Mas
    cuando las cláusulas de este género tienen alguna
    extensión o llenan varias líneas, se les suelen
    poner comillas inversas al principio de cada uno de los renglones
    que ocupan; v. gr.: Dice un escritor célebre: «El
    hombre tiene aptitud, por su naturaleza, para habitar en todos
    los países del mundo: en los arenales del desierto, en los
    montes más encumbrados, en los climas polares puede vivir
    y propagarse. No así los animales, que,
    sujetos a más estrechos límites,
    perecen fuera de ellos o arrastran vida penosa.»

    b) Las comillas simples (‘ ’ o , ’) se
    usan al principio y ao final de una palabra o frase incluidas
    como cita o puestas de relieve dentro
    de un texto entrecomillado más extenso. También se
    emplean para indicar que una palabra está usada en su
    valor conceptual o como definición de otra, ejemplo:
    espiar ‘acechar’.

    1.8.8. Del guión. — a) Cada vocablo de por
    sí, ya simple, como guardia, poner, ya compuesto, como
    salvaguardia, reponer, se ha de escribir aislado, o con entera
    separación del que le preceda o siga. Sin embargo, en la
    escritura hay necesidad muchas veces de dividir una palabra, y
    entonces se ha de observar lo siguiente:

    b) Cuando al fin del renglón no cupiere un
    vocablo entero, se escribirá solo una parte, la cual
    siempre ha de formar sílaba cabal. Así, las
    palabras con-ca-vi-dad, pro-tes-ta, sub-si-guien-te,
    podrán dividirse a fin de renglón por donde
    señalan los guiones que van interpuesto en dichas voces,
    mas no de otra suerte.

    c) Esto no obstante, cuando un compuesto sea claramente
    analizable como formado de palabras que por sí solas
    tienen uso en la lengua, o de una de estas palabras y un prefijo,
    será potestativo dividir el compuesto separando sus
    componentes, aunque no coincida la división con el silabeo
    del compuesto. Así, podrá dividirse no-sotros o
    nos-otros, de-samparo o des-amparo.

    d) Como cualquiera diptongo o triptongo no forma sino
    una sílaba, no deben dividirse las letras que lo componen.
    Así, se escribirá gra-cio-so, tiem-po,
    no-ti-ciáis, a-ve-ri-güéis.

    e) Cuando la primera o la última sílaba de
    una palabra fuere una vocal, se evitará poner esta letra
    sola en fin o en principio de línea.

    f) Cuando al dividir una palabra por sus sílabas
    haya de quedar en principio de línea con h precedida de
    consonante, se dejará esta al fin del reglón y se
    comenzará el siguiente con la h: al-haraca,
    in-humación, clor-hidrato, des-hidratar.

    g) En las dicciones compuestas de preposición
    castellana o latina, cuando después de ella viene una s y
    otra consonante además, como en constante, inspirar,
    obstar, perspicacia, se han de dividir las sílabas
    agregando la s a la preoposición y escribiendo, por
    consiguiente, cons-tan-te, ins-pi-rar, obs-tar,
    pers-pi-ca-cia.

    h) La ch y la ll, letras simples en su
    pronunciación y dobles en su figura, no se
    desunirán jamás. Así, co-che y ca-lle se
    dividirán como aquí se ve. La erre (rr) se halla en
    el mismo caso, y por ello debe evitarse separar los dos signos de
    que consta, que habrán de ponerse de esta manera:
    ca-rre-ta, pe-rro.

    i) Cuando los gentilicios de dos pueblos o territorios
    formen un compuesto aplicable a una tercera entidad
    geográfica o política en la que se
    han fundido los caracteres de ambos pueblos o territorios, dicho
    compuesto se escribirá sin separación de sus
    elementos: hispanoamericano, checoslovaco, afro-antillano. En los
    demás casos, es decir, cuando no hay fusión,
    sino oposición o contraste entre los elementos
    componentes, se unirán estos con guión:
    franco-prusiano, germano-soviético.

    1.8.9 De la ortografía de las palabras
    extranjeras. — Los nombres propios extranjeros se
    escribirán, en general, sin ponerles ningún acento
    que no tengan en el idioma a que pertenecen; pero podrán
    acentuarse a la española cuando lo permitan su
    pronunciación y grafía originales: Schlegel o
    Schlégel, Wagner o Wágner, Schubert o
    Schúbert; Lyon o Lyón, Windsor o Wíndsor. Si
    se trata de nombres geográficos ya incorporados a nuestra
    lengua o adaptados a su fonética, tales nombres no se han
    de considerar extranjeros y habrán de acentuarse
    gráficamente de conformidad con las leyes generales:
    París, Berlín, Turín, Nápoles,
    Támesis. 1.8.10 De la raya. — 1.° Este signo se
    emplea en los diálogos, como puede verse en el ejemplo
    siguiente: Maravillado el capitán del valor de aquel
    soldado, le mandó venir a su presencia y le dijo:
    —¿Cómo te llamas? — Andrés
    Pereda, contestó el valiente. — ¿De
    dónde eres? — De Castilla. — ¿De
    qué pueblo? — De Bercimuel.

    2.° Empléese también al principio y al
    fin de oraciones intercalares completamente desligadas, por el
    sentido, del período en que se introducen: Los
    celtíberos —no siempre habían de ser juguetes
    de Roma
    ocasionaron la muerte de
    los dos Escipiones.

    3.° Sirve asimismo para indicar la palabra que se ha
    de entender suplida dentro de un mismo renglón; ejemplo:
    Sanar de la enfermedad. —por ensalmo. Secar al aire. —con
    un paño. Seguir con la empresa.
    —de cerca. —en el intento. —para Cádiz,
    etc.

    O en renglones diferentes, como en el índice
    alfabético de un libro:

    Verbos: intransitivos.

    — transitivos.

    — irregulares.

    — regulares.

    1.8.11. De las dos rayas. — Este signo se usaba
    para dividir algunas palabras compuestas; actualmente se emplea
    solo en las copias, para denotar que en el original se pasa a
    párrafo distinto.

    1.8.12. De otros signos auxiliares. — a)
    Apóstrofo (‘ ). Solía emplearse antiguamente,
    sobre todo en poesía, colocado a la mayor altura de los
    palos de las letras, con el fin de indicar la omisión o
    elisión de una vocal: d’aquel, por de aquel;
    l’aspereza, por la aspereza; qu’es, por que es.
    Recientemente, y para evitar dudas al lector, se ha restablecido
    en algunas reimpresiones de obras antiguas, donde palabras de
    esta clase aparecen como si fuera una sola; v. gr.: daquel,
    laspereza, ques.

    b) Párrafo (§). Sirvió en lo antiguo
    para distinguir los diversos miembros de un escrito, y como
    signatura de pliegos impresos. Ahora se emplea en los libros,
    seguido del número que corresponda, para indicar
    divisiones internas de los capítulos: § 12, §
    13, etc.

    c) Calderón (¶). Tuvo antiguamente los
    mismos oficios que el signo anterior. Ahora se emplea en lo
    impreso para señalar alguna observación especial.

    d) Asterisco (*). Es una estrellita que se pone
    sencilla, doble o triple en ciertas palabras del texto, como
    llamada a nota que en el margen o al pie de la plana va
    encabezada con el mismo signo. Para igual fin se emplean letras,
    números, cruces, etc., en vez de asteriscos. En obras de
    lingüística se coloca delante de las formas cuya
    existencia se supone sin estar documentada.

    e) Llave o corchete ({}). Su oficio es abrazar diversas
    partidas en una cuenta, varios miembros en un cuadro
    sinóptico, etc., que deben considerarse agrupados y unidos
    para determinado fin. f) Manecilla – Puesta al margen o en el
    texto de un escrito, da a entender que lo señalado por
    ella es particularmente útil o interesante.

    Estos textos fueron
    extraídos del "Esbozo de una nueva gramática de la lengua española",
    publicado desde 1973 por Real Academia Española, que es
    poseedora los derechos de
    autor

    Partes: 1, 2

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