Indice
1. El
ascenso parlamentario
2. La reelección legislativa como
plataforma política
1. El ascenso parlamentario
La carrera parlamentaria debe estar abierta
a todas las profesiones y para los hombres
de sensibilidad política, criterio
abierto
y sentido común, y fundamentada
en el
conocimiento de la técnica legislativa,
en lo particular,
y en el derecho parlamentario
como base de la cultura
general.
Por ascenso parlamentario se deberá entender, en primer
plano, la oportunidad que tiene un actor político, de ser
nominado y electo a un cargo legislativo, ya sea en calidad de
propietario o suplente. Así, su carrera política se
empieza a consolidar, o en su caso, empieza a tener mayor
proyección cuando ocupa un cargo político de dicha
naturaleza,
como ya se dijo, independientemente de que sea con carácter
propietario o suplente.
Aquí se habla de consolidar, o bien, reforzar una carrera
política cuando un personaje con mucha militancia y
carrera partidista ocupa este tipo de cargos. Suele ser el caso
de los líderes sindicales o populares, quienes ya poseen
proyección desde sus liderazgos gremiales, partidistas o
sociales.
También se habla de proyectar una carrera política
cuando se trata de actores políticos de nuevo cuño
o con edad bastante joven y que en el cargo legislativo
–sea suplente o propietario– encuentran la
posibilidad de sobresalir y adquirir preponderancia tanto social
como gremial y/o partidista.
En un segundo plano, se entiende como ascenso parlamentario la
oportunidad que tiene un actor político de ser nominado de
un cargo legislativo suplente a otro de carácter
propietario. Esto no es unívoco, ya que, por decir un
ejemplo, hay Regidores suplentes que se convierten en Regidores
propietarios, pero también hay Regidores suplentes que se
convierten en Diputados propietarios o viceversa, etc.
En un tercer plano, se entiende como ascenso parlamentario la
oportunidad que tiene un actor político de ser nominado a
un cargo legislativo de otro nivel gubernativo, ya sea en calidad
de suplentes o propietarios. Esto tampoco es unívoco, pues
hay legisladores que son Diputados locales suplentes y
después, Diputados federales suplentes, o Diputados
locales propietarios que se convierten en Diputados federales
suplentes, etc.
Ahora bien, al ascenso de un cargo legislativo suplente hacia el
mismo cargo pero como propietario –por ejemplo, de Regidor
suplente a Regidor propietario del Ayuntamiento de Puebla, ya sea
de un período de gobierno a otro o
dentro del mismo período al salir el propietario y entrar
en funciones el
suplente– se le podría denominar ascenso
lateral.
A su vez, al ascenso de un cargo legislativo, sea como suplente o
como propietario, hacia otro cargo de otro congreso o cabildo,
independientemente de que llegue como suplente o como
propietario, se le denominará ascenso superior, aunque
ello no implica que ser legislador federal sea un cargo
más importante que ser legislador local o viceversa.
Por supuesto, en la realidad política mexicana esto
sí es importante, ya que normalmente tienen mayor
proyección tanto partidista como social los actores que
ocupan un cargo federal que uno local, pero esto tampoco es una
verdad unívoca. Enseguida se analizan más a fondo
las consideraciones y el desarrollo de
estas nociones sentadas en la presente tesis.
Consideraciones previas
Para terminar de comprender cómo se forma un legislador,
no basta saber que éste se hace en el seno de su comunidad, de una
asociación o gremio, o en su partido, aunque sí es
necesario saber que:
- En el trabajo
comunitario, el actor se vuelve líder
de un grupo
vecinal determinado y sienta las bases de su futura
actuación como personaje político, pues empieza
por representar sus intereses familiares ante sus vecinos y,
posteriormente, sus intereses vecinales ante autoridades,
partidos y otras organizaciones
políticas y sociales. - En el trabajo gremial, se vuelve líder de un
grupo social determinado (ya sea laboral,
profesional, empresarial e inclusive vecinal, ya que se
comprende también a las asociaciones de colonos o
asambleas de barrios, etc.) y sienta las bases de su futura
actuación como actor político, pues empieza por
representar sus intereses personales ante sus compañeros
y, posteriormente, los intereses de sus compañeros de
asociación u organismo gremial. - En el trabajo de partido, se reafirma como
líder comunal o gremial suponiendo que su comunidad o
asociación se afilian o relacionan con algún
partido político. Independientemente de lo anterior,
puede volverse un líder político al entrar en
contacto con otras comunidades y grupos
sociales, profesionales, laborales, etc. y posteriormente,
como representante popular, en caso de que –valga la
redundancia– empiece a representar los intereses y
necesidades de esas personas y grupos.
Ahora, si bien hay representantes comunitarios o
gremiales que hacen trabajo de partido, no es el caso de todos,
sino que algunos llegan a ser invitados por los partidos
políticos para contender en procesos
electorales como candidatos externos –también se les
ha dado en denominar candidatos ciudadanos–.
Pero hay otro tipo de trabajo que también da forma al
futuro legislador, muy aparte de que lo combinen o no con los
tres frentes planteados en este capítulo y en el anterior,
es decir, el trabajo de campo, sólo que antes se quiere
terminar de analizar lo correspondiente al ascenso y la
reelección parlamentaria.
El ascenso parlamentario
El ascenso parlamentario es el paso del actor político de
un órgano legislativo a otro. Esto puede resumirse en una
ruta crítica muy sencilla que será explicada a
partir de dos casos cercanos a este autor: el desaparecido
líder obrero Blas Chumacero Sánchez y el actual
gobernador poblano, licenciado Melquiades Morales Flores.
Blas Chumacero fue un obrero textil nacido en la Ciudad de Puebla
en 1908, que se convirtió en secretario general del
sindicato
"Unión, fuerza y
progreso" de la fábrica San Alfonso y, posteriormente, en
secretario general de la FTP, en donde
llegó a ser tan influyente que el nonagenario Fidel
Velázquez lo nombró secretario general adjunto suyo
y uno de los posibles sucesores en el cargo junto con el
también desaparecido Emilio González y Leonardo
Rodríguez Alcaine, actual jefe de la CTM.
Desde la FTP, don Blas alcanzó en 1937 el cargo de
Diputado por el 1° Distrito de la Ciudad de Puebla, el cargo
de Diputado a la XXXII Legislatura del Congreso local.
Después, fue Diputado a las XXXVIII, XL, XLII, XLIV y
XLVII Legislaturas del Congreso de la Unión. Con todo,
aún fue electo Diputado Federal una vez más y
Senador en dos ocasiones.
El Abogado Melquiades Morales Flores tiene una carrera amplia y
plena de éxitos en cargos administrativos, partidistas,
académicos y legislativos. Como estos últimos son
los que interesan a esta tesis, se les hará referencia
inmediata. El actual jefe del Ejecutivo poblano fue de 1972 a
1975, Diputado a la XLV Legislatura del Congreso del Estado de
Puebla, y en la legislatura anterior había sido Diputado
suplente. Después, fue Diputado Federal tres ocasiones,
Senador suplente de 1982 a 1988 y Senador a las LVI y LVII
Legislaturas del Congreso de la Unión, de donde
saltó a la gubernatura de su estado.
Siempre que se quiera utilizar este modelo
explicativo, se sugerirá el uso de la letra r si se quiere
mencionar que fue Regidor de algún ayuntamiento, cargo
equiparable al de un Diputado debido a sus funciones
legislativas, la d si fue Diputado a un Congreso local, la D si
es que fue Diputado Federal y la S si fue Senador.
Invariablemente, para los casos en que haya sido suplente se
manejará una s minúscula. Ejemplo, Regidor
suplente: rs; Diputado Federal suplente, Ds.
Blas Chumacero Sánchez. |
D | D | D | D | D | D | D | S | D | S | |||||||
Melquiades Morales Flores | ds | d | D | D | D | Ss | D | S |
Cuadro 2: Posiciones legislativas ocupadas por los CC.
Blas Chumacero Sánchez y Melquiades Morales Flores.
La mayoría de los legisladores, hablando
específicamente del caso del PRI, a manera de regla
general, han ocupado una sola vez cada cargo, y ascienden de los
órganos parlamentarios locales hacia los
federales.
Esto se ve así:
CUADRO 3: Rutas generales de ascenso legislativo | ||||
En este caso se encuentran la mayoría de | r | d | D | S |
Esta es una variante del primer caso, en la cual |
d | D | S | |
Esta es otra variante del primer caso, en la que | r | d | D | |
Este es un modelo menos usual, pero patente. Por |
D |
d |
S | |
Elaboración: Emilio Velazco Universidad del Desarrollo del Estado de |
Estas, como ya se dijo, son las rutas más general
y tradicionalmente seguidas (desde 1929) por los actores
provenientes del Partido Revolucionario Institucional.
Regularmente, cuando han llegado al cargo de Senadores ya no
regresan a los otros escaños, pero cuando llegan a
repetir, lo hacen como Diputados Federales, pues raramente
regresan a los Cabildos o a los Congresos estatales.
Para reforzar esta hipótesis, a continuación se
presenta una tabla de la politóloga Emma Campos Vargas,
misma que fue publicada por el Instituto de Investigaciones
Legislativas de la H. Cámara de Diputados a través
de su revista
Quórum en 1996.
CUADRO 4. Reelección legislativa en ambas PRI (1934-1997) | |||
N° de elecciones | N° de legisladores reelectos en ambas | Total ambas cámaras | Porcentaje |
2 | 185 (DS), 20 (SD) | 205 | 64.2% |
3 | 38 (DDS), 31 (DSD), 2 (SDD), 1 (SSD), 7 | 84 | 26.3% |
4 | 3 (DDSD), 11 (DDDS), 4 (DSDS), 2 (SDSD), 1 (DDSS), | 22 | 6.9% |
5 | 2 (DDSDD), 1 (DDDSD), 1 (DDDDS), 1 | 5 | 1.6% |
6 | 1 (DDDSDS)* | 1 | 0.3% |
7 | 1 (DDSDSDS)** | 1 | 0.3% |
8 | 1 (DDDDDSDS)*** | 1 | 0.3% |
D= Diputado, S= Senador. Las diferentes secuencia temporal de las rutas de *Carlos Sansores Pérez, |
Así, los legisladores mexicanos adquieren
experiencia parlamentaria –con todas las habilidades que
ello implica– no sólo a través de la
reelección, sino del ascenso de un órgano
legislativo a otro, ya sea alternando a nivel local o federal,
etc.
Un problema grande que se ha detectado es que muy pocos de los
actores ya experimentados regresan a las legislaturas estatales.
De un cargo de Diputado Federal sí ha habido actores que
regresan a los Congresos locales o a un Cabildo como Regidor o
como Síndico, pero la mayoría y, de hecho, la casi
totalidad –como demuestra Emma Campos–, una vez que
pasan por la Cámara de Senadores, ya no regresan a las
legislaturas estatales.
Obvio, dice la autora, "la carrera legislativa culmina, si es que
alguna vez empezó, en el Senado, no en una cámara
local". Así, puede concluirse que los actores ascienden de
los parlamentos locales a los federales, mas no así en
sentido inverso, y generalmente, en el caso del Congreso de la
Unión, de la Cámara de Diputados a la de
Senadores.
La reelección legislativa
La mayoría de los investigadores del fenómeno
parlamentario mexicano tienen la idea de que la mejor forma, si
no es que la única, de fortalecer al Poder
Legislativo, es a través de la reelección
parlamentaria. Claro que hay autores que proponen otras medidas,
pero la mayoría se van por la alternativa de la
reelección, así que se analizará
ésta.
Emma Campos Vargas, politóloga por el Instituto
Tecnológico Autónomo de México
(ITAM), en su análisis "Los legisladores del PRI de 1934
a 1997: la perversidad de la no reelección""(publicado en
1996 por el Instituto de Investigaciones Legislativas de la H.
Cámara de Diputados) sostiene que "mientras México
no cuente con legisladores experimentados, no tendrá un
Poder
Legislativo fuerte que funja como contrapeso a los
extraordinarios poderes de la presidencia de la
República".
Así, sostiene la autora, "la experiencia acumulada de un
legislador es fundamental, pero al mismo tiempo es de
vital importancia la continuidad que se mantenga en ese proceso de
acumulación. Es decir, entre menos años transcurren
para regresar a la Cámara, se capitaliza más
rápido la experiencia, perdiéndose menos información, familiaridad y conocimiento
de los problemas y la
evolución de la agenda legislativa".
La doctora Luisa Béjar, investigadora de la UNAM, dice que
"hacia el final de la XLV Legislatura de la Cámara de
Diputados (1961-1964) el Partido Popular Socialista (PPS)
proponía una reforma para fortalecer al Poder Legislativo,
consistente en restablecer la reelección inmediata de los
miembros de éste. En dicho texto se
argumentaba que con este cambio, los
representantes del pueblo y los estados podrían realizar
mejor sus funciones al contar con los conocimientos necesarios
para ello".
Luisa Béjar coincide con Emma Campos respecto al valor de la
experiencia de los legisladores, ya que –dice–, con
el tiempo, el conocimiento y la experiencia que los
representantes acumulan en un desempeño continuo de sus tareas, redunda
en una supervisión y un control
parlamentario más eficaz sobre el gobierno. Además
–continúa–, "la madurez y
especialización adquiridas por este medio, los capacita
para elevar la calidad y el rendimiento de sus intervenciones,
condición cuanto más necesaria frente a una
burocracia
administrativa mejor dotada de apoyo logístico que este
órgano".
Quizá uno de los investigadores más equilibrados y
objetivos en
torno a este
fenómeno sea el Doctor Alonso Lujambio, investigador del
ITAM, quien dice que el legislador que ha hecho su trabajo y ha
logrado reelegirse en dos o tres ocasiones acumula experiencia, y
que en los parlamentos no brotan expertos de la nada, que los
legisladores se vuelven expertos trabajando.
Pero también dice que, "volver a plantar en suelo mexicano la
institución de la reelección legislativa" –se
habla de reelección inmediata, no de reelección con
un período intermedio como la que se tiene hoy–
"requiere de un análisis cuidadoso de las condiciones
específicas en que lo hará, las ventajas que
reportará y los efectos negativos que supondrá,
pues depende de muchos factores, tales como el sistema electoral
vigente, de quién elige las candidaturas en los partidos
y, por supuesto, del electorado".
Además, conviene revisar los límites
que tendría esta situación, tales como
cuántas veces podrían reelegirse, cuántas
por el principio de mayoría y cuántas por la
vía plurinominal, cuántos años en total por
cada cargo, etc. Sin embargo, es insoslayable que el legislador
adquiere buena parte de sus tablas al volver al mismo cargo
parlamentario en una segunda ocasión o en
más.
El trabajo de campo
El futuro legislador no se moldea forzosa y exclusivamente en las
lides comunitarias, gremiales o partidistas, sino también
en el trabajo de campo, aunque no sea, propiamente, como Diputado
o Senador en funciones. El trabajo de campo legislativo, como le
habíamos denominado en un principio, consiste en todas las
actividades que los actores desempeñan dentro de los
poderes o las dependencias de éstos, pues se han dado
casos en los que el futuro funcionario público se moldea
esencialmente en el área donde trabaja.
Se tiene, por decir algo, el caso del individuo que empieza a
trabajar desde muy joven en una secretaría de Estado y,
con el tiempo, se convierte en titular de ésta. Así
sucede también con el futuro miembro del Congreso de la
Unión (o de algún Congreso local o Cabildo), quien
puede –por este medio– tener ya experiencia
legislativa.
Al respecto, Rafael Tejeda de Luna dice que "no necesariamente se
debe entender por experiencia legislativa el haber sido
anteriormente Senador o Diputado, sino que en muchos casos existe
este tipo de experiencia al haber trabajado previamente en
cualquiera de ambas cámaras como secretario técnico
de alguna comisión o como asesor –y no sólo
eso, sino como auxiliar o asistente, secretario particular,
etc.–, y que muchas de las personas que han ocupado dichos
cargos han tenido que aprender a negociar con los Senadores o
Diputados, por lo que habría que considerar como
experiencia legislativa a alguno de estos casos".
También, aunque en otro sentido, puede entenderse que
alguien tiene experiencia legislativa si posee una sólida
formación académica en tal sentido, como es el caso
de muchos catedráticos que cuenta con amplios y profundos
conocimientos en materia de
legislación, técnica legislativa, procedimientos y
derecho parlamentario, etc.
Como ya se dijo, generalmente se cree que reelegirse en un cargo
parlamentario implica adquirir capacidad para los procesos
inherentes a un órgano de este tipo, o bien, que significa
especializarse en algún área al interior de un
Cabildo o Congreso estatal.
Pero esto no es necesariamente cierto, pues como dice Miguel
Carbonell –investigador del Instituto de Investigaciones
Jurídicas de la UNAM–, "la experiencia legislativa a
través de la reelección –no consecutiva,
desde luego– no se ha producido ni siquiera en el PRI, a
pesar de su larga permanencia como mayoría absoluta en la
Cámara de Diputados, y que esa misma constante se repite
para el caso de los Senadores del PRI y en los partidos de
oposición, en los que la experiencia de la
reelección ha sido muy reducida y, en todo caso, bastante
concentrada en pocos legisladores".
Además, citando al mismo autor, "si se observan las
carreras parlamentarias más largas de México
(cuadro N° 1), se podrá distinguir que quienes las han
desempeñado han sido líderes de los grupos
corporativos que se han organizado a la sombra del partido
mayoritario, es decir, que la reelección ha operado como
un sistema de recompensas y de favores para los que han sido
"leales" al sistema –o diríamos mejor al
régimen priísta–, pero no se ha traducido en
una mejor profesionalización dela tarea legislativa,
porque todos aquellos que han repetido en el mismo escaño
no se han especializado nunca en un tema concreto".
CUADRO N° 1 Las 18 carreras más largas en el Poder 1930-2000 (hasta la LVII Legislatura) | |||||
Actor político | Partido | Diputaciones | Senadurías | Elecciones | Total años |
1. Blas Chumacero Sánchez | PRI | 6 | 2 | 8 | 30 |
2. Emilio M. González Parra | PRI | 4 | 3 | 7 | 30 |
3. Carlos Sansores Pérez | PRI | 4 | 2 | 6 | 24 |
4. Alfonso Sánchez Madariaga | PRI | 2 | 3** | 5 | 21 |
5. Hilda Anderson Nevárez | PRI | 4 | 1 | 5 | 18 |
6. Jorge Cruickshank García | PPS | 4 | 1 | 5 | 18 |
7. Luis M. Farías | PRI | 4 | 1 | 5 | 18 |
8. Alfonso Garzón | PRI | 4 | 1 | 5 | 18 |
9. José Luis Lamadrid Souza | PRI | 4 | 1 | 5 | 18 |
10. Humberto Lugo Gil | PRI | 2 | 2 | 4 | 18 |
11. Eduardo Luque Loyola | PRI | 2 | 2 | 4 | 18 |
12. Víctor Manzanilla Schaffer | PRI | 2 | 2 | 4 | 18 |
13. Norberto Mora Plancarte | PRI | 2 | 2 | 4 | 18 |
14. Héctor Hugo Olivares Ventura | PRI | 2 | 2 | 4 | 18 |
15. Juan José Osorio Palacios | PRI | 6 | 0 | 6 | 18 |
16. Óscar Ramírez Mijares | PRI | 3 | 2** | 5 | 18 |
17. Leonardo Rodríguez Alcaine | PRI | 3 | 2** | 5 | 18 |
18. Jesús Yurén Aguilar | PRI | 2 | 2 | 4 | 18 |
** Uno de los períodos como Senador fue Fuente: Periódico Reforma, suplemento |
El cuadro anterior mostró cuantitativamente la
experiencia de los personajes a través de la
reelección para los cargos de Diputado y Senador, pero no
pudo demostrar –cosa que, además, es
metodológicamente difícil y poco viable
comprobar– la experiencia de manera cualitativa.
Es decir, dijo cuántos años y cuántas veces
fueron representantes al Congreso de la Unión, pero no
sirvió para mostrar que estos actores políticos se
hubiesen especializado en los procesos inherentes al puesto o en
algún área específica del quehacer propio de
dichos cargos (gobernación, cuenta pública, defensa
nacional, relaciones exteriores, etc.).
La anterior aseveración no significa que los legisladores
no dominen jamás el ámbito parlamentario, pero hace
más viable la idea de que, en la mayoría de los
casos, la reelección sirvió más para
proyectarlos como líderes de primer nivel y para
afianzarlos de modo vitalicio en la esfera pública, que
para convertirlos en legisladores profesionales.
En resumen, sirvió para impulsarlos a ser líderes
estatales o nacionales de sus partidos o de las organizaciones
sectoriales o adherentes de ellos, como prospectos valiosos para
la presidencia de la República, la gubernatura de sus
estados o alguna secretaría de Estado del Poder
Ejecutivo Federal, etc.
Así, por dar ejemplos, se tiene al extinto líder
Blas Chumacero, quien, hasta pocos meses antes de su muerte, se
mantuvo como secretario general de la Federación de
Trabajadores de Puebla (FTP), filial de la CTM, con todas las
canonjías que ello le podía otorgar a su organización. Así, de 14 diputados
federales y 3 senadores por la entidad poblana, la CTM
gozó de 2 Diputados de mayoría y 1 Senador
además de los incontables puestos al interior del PRI
estatal y del gobierno local, ayuntamientos, del Congreso
poblano, etc.
Emilio González también fue líder vitalicio
de la FTP de Nayarit y lo impulsó a la gubernatura de su
estado natal. Carlos Sansores llegó a ser presidente del
PRI nacional y gobernador de Campeche. Luego entonces, la
reelección legislativa le dio a estos actores, a su
partido y al régimen priísta otros beneficios,
tales como la continuidad y la permanencia en el poder.
Recordando lo ya dicho por Rafael Tejeda de Luna, acerca de que
no necesariamente se debe entender por experiencia legislativa el
haber sido anteriormente Senador o Diputado, hay ejemplos de
legisladores que se volvieron tales sin antes haber sido electos
como miembros de un Congreso o Cabildo, y que a la hora de
acceder ya en calidad de Regidores, Diputados o Senadores, las
habilidades aprendidas y desarrolladas en el trabajo de campo,
las desempeñaron en su cargo con toda eficacia y
efectividad.
Un caso es el maestro Jorge Moreno Collado, quien fuera Diputado
a la LVI Legislatura del H. Congreso de la Unión y, en tal
calidad, presidente del Comité del Instituto de
Investigaciones Legislativas de la Cámara de
Diputados.
Antes de acceder a dicho cargo, este personaje tuvo una gran
trayectoria como profesor e investigador universitario, y como
funcionario público ocupó los cargos de Coordinador
General de Descentralización Educativa de la
Secretaría de Educación
Pública, Oficial Mayor de la Cámara de Senadores y
Director General de Gobierno de la Secretaría de
Gobernación.
Este actor político no sólo se destacó por
sus acertadas intervenciones en tribuna o dentro de las
comisiones a las que perteneció en funciones, sino dentro
del Comité del Instituto de Investigaciones Legislativas,
el cual se proyectó con gran fuerza durante el tiempo que
lo presidió.
Dicho Instituto promovió diversos eventos en los
cuales se abordaron temas de interés y
gran relevancia dentro de la problemática política,
jurídica y social de México, dándoles un
enfoque no sólo académico, sino práctico,
pues se planteaban desde una óptica
viable, toda vez que se podían discutir desde el
ámbito parlamentaria y los procesos que éste lleva
implícitos.
Además, se les daba una amplia difusión a
través de las publicaciones del Instituto, algunas de
ellas en forma de memorias de
los eventos y textos de autores reconocidos, así como de
una publicación periódica, la revista
Quórum, esfuerzo editorial iniciado desde la LV
Legislatura y muy bien retomado y proyectado por el Diputado
Jorge Moreno Collado.
Con ello, además de ilustrar el caso, se rompe la trillada
teoría
de que la profesionalización del Poder Legislativo se da a
través de la reelección sucesiva e ilimitada de los
representantes populares, pues como dice Miguel Ángel
Camposeco Cadena, reforzando las palabras de Rafael Tejeda de
Luna, "quien prepara los materiales y
redacta las propuestas (dentro del Poder Legislativo), así
como quien elabora los documentos de
proposición formal y, por último, quienes
intervienen para dictaminar la viabilidad de las iniciativas de
leyes, todos
ellos son personas que poseen suficientes conocimientos y un
grado de especialización profesional en cuestiones
parlamentarias. En términos generales, pueden considerarse
legisladores, aunque formalmente sólo lo sean los
representantes populares, es decir, los Diputados y Senadores", y
también los Regidores, a quien en este trabajo
también se considera legisladores dada la función
legislativa que desempeñan en los cabildos.
2. La reelección
legislativa como plataforma política
Como se sabe, el hecho de haber ocupado un cargo
legislativo –sea una regiduría o una
senaduría– implica la adquisición de una
experiencia en procesos parlamentarios y, a veces, también
una adquisición de dominio de la
técnica legislativa.
No necesariamente es así, pues muchos legisladores suelen
terminar un período legislativo casi tan desconocedores o
faltos de dominio de las técnicas y
procesos parlamentarios como cuando entraron. Sin embargo, toda
experiencia es formativa y puede ser parcialmente cierto en el
caso de los legisladores mexicanos.
No obstante, el hecho de haber ocupado un cargo legislativo
–en cualquiera de los niveles de la administración
pública y gubernativa en México– no
implica que el personaje que lo ocupó adquiera fama o
notoriedad pública, liderazgo
social o partidista, etc. De hecho, hay legisladores que una vez
concluido su período en una cámara, cabildo o
congreso, son relativamente desconocidos por el pueblo.
Es por ello que la reelección o el ascenso a un cargo
parlamentario de cualquier otro nivel gubernativo cobra
particular importancia en la proyección del actor
político como personaje protagónico de la vida
política de un municipio, de una entidad federativa o del
país, es decir, como plataforma política.
Por supuesto, todo tiene un proceso, y dependiendo de la
situación de cada actor, este proceso de proyección
puede ser relevante para sus finanzas
personales, para su carrera política o para ambas, en fin.
Estas cuestiones se analizarán a
continuación.
El ser
"Todo actor político tiene una causa, ya sea
política, social o gremial, misma que puede constituir su
proyecto de
vida, su interés principal, uno de sus múltiples
intereses , cuando menos, una situación que le preocupa lo
suficiente como para defenderla y canalizarla dentro del
escenario político", ya sea éste local o
federal.
Para lograr esto, el actor debe iniciar una carrera como
militante de un partido político con el que pueda
identificarse ya sea por su ideología, sus principios y
programa de
acción, intereses o capacidades. Así, con el paso
del tiempo y, sobre todo, con base en sus cualidades y
habilidades, el personaje llega a ser postulado para ocupar
cargos de elección popular.
Por supuesto, en México se están dando casos en que
los partidos políticos invitan a miembros destacados de la
sociedad
civil, la comunidad académica, la iniciativa privada o
a ex militantes de otros partidos, a ser nominados a tales
cargos, pero la regla dominante sigue siendo la originalmente
enunciada.
A veces, por cualidades y méritos propios, por padrinazgo
y por relaciones o, tal vez por ambos, el actor accede al cargo
legislativo –Regidor, Diputado ya sea local o federal, o
Senador– con carácter de propietario, con lo que
obtiene dos recompensas indiscutiblemente
legítimas:
- La oportunidad de ganar brillo en su condición
de representante, a efecto de procurarse el futuro acceso a
otros cargos o regresar al mismo, y - El recibimiento de una compensación
económica –en esos puestos se les denomina dietas
a los sueldos de los actores políticos– bastante
decorosa y acorde a su nueva y elevada responsabilidad e importancia
pública.
Todo ello lo fortalecerá en lo político y
también en lo económico, a menos, claro, que sea un
potentado o que, cuando menos, tenga negocios que
le permitan vivir desahogadamente y sin pensar en el salario de un
personaje de ese nivel. En caso de no ser así, la
remuneración resulta bastante buena, pues algo hay de
cierto acerca de que político pobre… Pobre
político.
El placer de ser
Pero no todo es miel sobre hojuelas. Cuando el cargo legislativo
al que se accede tiene el carácter de suplente, no le
permite al actor desplegar sus facultades para demostrar que
puede ser útil a su régimen o partido, y menos
aún, gozar de la decorosa remuneración que, en
cambio, sí tiene el propietario: el suplente no cobra,
pues.
Sin embargo, una suplencia puede permitirle al actor ocupar
cargos administrativos de regular altura –mandos medios y
altos– dentro de la estructura
orgánica del Poder Ejecutivo o del mismo Legislativo
–en sus diferentes niveles–, o bien, ejercer puestos
de dirección partidista, social o gremial.
Podría decirse, en términos coloquiales, que el
actor político que llega a ser representante popular con
carácter suplente, lo hace casi por el placer de ser. No
obstante, si es inteligente y astuto, puede utilizar el cargo
–alternándolo con alguno de los ya
mencionados– para impulsarse hacia el mismo que ocupa, pero
ya con carácter propietario, o bien, hacia alguno de otro
nivel.
A partir de entonces, empezará a formarse como
líder y como futuro actor protagónico del escenario
político. Claro, no todos llegan, pero siempre hay algunos
que despuntan.
El escaparate
Se ha de estar consciente de que el actor político llega a
un cargo legislativo cuando cuenta con cualidades que lo hacen
sobresaliente entre los personajes que compiten y conviven con
él en el mismo ámbito. Entre esas cualidades deben
destacar las siguientes:
- Su liderazgo, popularidad y arraigo.
- Su capacidad y habilidad como estratega
político. - Su capacidad y habilidad como operador
político. - Su capacidad y habilidad para las relaciones
públicas, las cuales pueden llegar a ser
estratégicas e incluso vitales para su régimen
político.
Cualquiera de esas cualidades lo convierten en un
personaje sobresaliente y con brillo propio, capaz de atraer
simpatizantes que son votantes en potencia, y entre
más de ellas reúna en su persona, mejor.
Por eso "es importante su designación como candidato y su
posterior elección para el cargo al que fue nominado, pues
su imagen tiende
a fortalecerse y/o a reafirmarse cuando ocupa un escaño
parlamentario por primera vez, y más todavía cuando
asciende de un nivel a otro o regresa al que ya había
ocupado antes".
Además, el actor político, por el sólo hecho
de ocupar un cargo de elección popular, ya goza no nada
más de las garantías que constitucionalmente
amerita, sino de privilegios de muchos otros tipos, o sea que
adquiere influencia en otros ámbitos o sectores.
Pero si, aparte, el actor optimiza sus facultades en el dominio
de las técnicas de negociación política, se
convertirá en un Regidor, Diputado o Senador vanguardista,
carismático, audaz, competente en su trabajo y competitivo
electoralmente, por supuesto, valioso para el régimen al
que pertenece y susceptible de aplicársele algo que este
tesista ha bautizado como principio de rotación
política. Es así como el escenario legislativo, sea
un Cabildo o un Congreso, se vuelve un escaparate para los
actores políticos que reúnan inteligencia,
astucia y audacia.
La plataforma
Como es lógico suponer, actores del tipo de los ya
descritos como negativos, difícilmente vuelven a ser
postulados por sus institutos políticos para ocupar
escaños parlamentarios, a menos, claro, que les sean
útiles en otros aspectos y para otros fines y, por tanto,
sea conveniente darles cierto fuero o recompensarlos con tal
puesto.
Sin embargo, realmente pocos actores por cada legislatura
–tanto buenos como malos, vamos a llamarles
así– ascienden a cargos legislativos de otro nivel,
o regresan a escenarios en los que ya antes se desenvolvieron.
Más bien, los actores que giran dentro del régimen
y el sistema político –con la aplicación
infinita del principio de rotación política–
son, por lo regular, personajes que aspiran a los cargos de
Gobernador de su entidad o de Presidente de la República
o, al menos, a figurar como precandidatos a dichos puestos. De
éstos, son más contados todavía los que
llegan a ocupar tales cargos cumbre.
No obstante, ha sido virtualmente imposible negarles el derecho
de aspirar a la nominación y a ser postulados, pero cuando
así ha ocurrido, generalmente sus partidos los promueven a
otros puestos tales como la presidencia o la sindicatura de un
municipio grande, bien sea la cabecera estatal o una ciudad con
gran importancia política y económica de la
entidad.
En otros casos, los promueven para ocupar secretarías o
subsecretarías de Estado a nivel local o federal, o
embajadas o consulados, y en otras ocasiones, definitivamente se
les lleva de un cargo legislativo a otro, aplicándoseles
el infinito principio de rotación política con
todas sus consecuencias.
Tradicionalmente en México, cuando sus partidos les
negaban la nominación, los actores, pese a saber que se la
merecían y que era el momento justo para ser gobernadores
o presidenciables, se disciplinaban ante las decisiones de sus
institutos políticos y esperaban otro período para
la postulación.
Sin embargo, esa disciplina y
lealtad antes mal entendidas y confundidas con el agachismo o el
servilismo, se acabaron cuando gentes como Ricardo Monreal,
Alfonso Sánchez Anaya, Pablo Salazar Mendiguchía
(del PRI) y Porfirio Muñoz Ledo (del PRD) abandonaron sus
partidos para abrirse paso en la búsqueda de sus
aspiraciones particulares pero legítimas.
La estrategia de los
actores
Nicolás Maquiavelo, el
genio de Florencia, en su obra El
príncipe, dedica un capítulo al gobierno civil,
al que denomina "Principado civil", en el cual explica que el
poder es ejercido por alguien del pueblo y para el pueblo.
Maquiavelo dice que "un príncipe debe hallar una manera
por la cual sus ciudadanos siempre y en toda ocasión
tengan necesidad del Estado y de él, pues así le
serán siempre fieles".
Y, por irónico que parezca, la estrategia que tienen los
buenos actores políticos para que su electorado los
necesite y siga votando por ellos y por su partido, es
trabajar.
El personaje que motiva el presente estudio "ayuda a su instituto
político a ganar elecciones y, posteriormente, a
consolidar la posición de los gobernantes surgidos de
éste, lo cual redunda en beneficio de sus representados,
pues los jefes de Ejecutivo le responderán de manera
inmediata o casi inmediata en la gestión
y realización de obras y servicios
públicos". Esto se ampliará en el siguiente
capítulo, cuando se hable de las bondades de la
reelección parlamentaria.
Un legislador tiene funciones específicas: legislar y
supervisar y fiscalizar la actuación de los titulares de
los otros dos poderes, pero una facultad metaconstitucional que
posee es la de fungir como gestor social, es decir, como promotor
del desarrollo comunitario a través de la gestión
de obras y servicios públicos ante las instancias a que
corresponda.
Si el actor es capaz de cumplir con sus funciones tanto
constitucionales como metaconstitucionales, obtendrá el
amplio reconocimiento de sus representados. Eso hará que
se le empiece a volver indispensable a los electores como
representante suyo ante el Legislativo y, en un futuro mediato,
como titular del Ejecutivo local y hasta federal.
Esto, se insiste, no es del todo miel sobre hojuelas. Exige un
sacrificio muy alto: el nulo goce del descanso en sábados,
domingos y días festivos; quizá, no disfrutar de la
convivencia con familiares y amigos; tal vez, hasta prescindir de
la diversión, e incluso, de la satisfactoria
recuperación de alguna gripa o resaca.
Pero para el buen actor político, el sacrificio debe ser
rutina y, la rutina, servicio para
los demás. Porque a su vez, en el servicio está la
recompensa, el logro de las metas personales y el alcance del
cargo cumbre para el que hubo tanta y tan esmerada
preparación.
Sin embargo, en la mayoría de los casos, los legisladores
en México, efectivamente, suelen desarrollar actividades
con sus representados. Esto es algo que ha distinguido al Partido
Revolucionario Institucional de los demás institutos
políticos, ya que es bien conocido que sus candidatos y
algunos representantes populares desarrollan intensas giras por
sus distritos y entidades.
Pero, por desgracia, la mayoría de los legisladores
priístas no suelen regresar a sus distritos o comunidades.
Y la gran mayoría de los legisladores de otros partidos,
como serían los panistas o ecologistas, normalmente no
vuelven a visitar al electorado después de acceder a los
órganos parlamentarios existentes en México.
En cambio, el sentido del voto en los congresos o cabildos no se
apega a las necesidades o exigencias del público que
supuestamente representan, sino que se da en estricto sentido
partidista. De ahí que se tenga, como ya se
mencionó en el primer capítulo de este trabajo, que
los actores políticos que ocupan un cargo de
representación popular no toman en cuenta a sus supuestos
representados, sino que están alineados o disciplinados
con sus partidos.
Autor:
Emilio Velazco Gamboa
Mexicano, 31 años de edad, es Licenciado en Ciencias
Políticas por la Universidad del
Desarrollo del
Estado de Puebla (UNIDES). Tiene los Diplomados en Derecho
Electoral y en Derecho
Constitucional, por la Universidad Cuauhtémoc.
Actualmente es consultor académico e investigador
independiente.