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Relación lenguaje-identidad y cultura




Enviado por almipaz



    Consideraciones desde sus usos y
    funciones 

    1. Consideraciones
      generales.
    2. Acerca de los conceptos
      básicos
    3. Definiciones y las relaciones
      funcionales
    4. Los usos y funciones de los
      términos: lenguaje, identidad, cultura y sus
      implicaciones en la vida escolar
    5. Lo funcional en niveles
      más complejos de la vida social.
    6. Hombre, lenguaje y
      cultura
    7. Bibliografía

     PROLOGO

     Podría decirse que una buena parte de los
    hechos que enmarcan nuestra vida social son tangibles a partir de
    sus determinaciones funcionales. Tal es el caso de los elementos
    de análisis que ocupan estas líneas, en
    las cuales se establece un acercamiento, en el sentido de sus
    usos. 

    Los hechos del lenguaje, entendidos en una
    relación de doble vía con los hechos de la
    identidad cultural, son visualizados en esta perspectiva. Es
    decir, el valor de uso
    como posibilidad de apreciar los términos en sus contextos
    y ambientes de acción

    Es esa la intención primaria del presente
    ensayo. De
    ahí que se procuren inicialmente unas consideraciones
    generales acerca de los términos en referencia, siempre
    articulados en sus dinámicas. Luego se establecen unas
    pautas definitorias, con el ánimo de visualizar las partes
    e integrarlas a un todo, comprendido en el espacio escolar y en
    la estructura
    social más compleja. 

    Todos estos componentes del texto
    funcionan como soportes de la hipótesis general, en los cuales los
    ejemplos citados acuden con propósitos orientados a
    ilustrar dos fases contrapuestas: la no funcional—la
    funcionalidad y sus implicaciones.

     El abordamiento temático, si bien puede ser
    enriquecido con nuevos elementos
    teórico—experienciales, permite sopesar de manera
    positiva las hipótesis que
    regulan las ideas centrales del texto.

      

    CONSIDERACIONES
    GENERALES.

     El lenguaje como creación
    cultural establece los principios
    constitutivos de la identidad del individuo y de los
    grupos
    sociales, mediante las formas particulares en que se
    desarrollan los idiolectos, los dialectos y las lenguas,
    principalmente. Estas variantes lingüísticas dan
    forma contextual y conceptual al carácter
    funcional del lenguaje.

     En el ámbito de lo contextual se relacionan
    los componentes socioculturales, en los cuales se dinamizan los
    lenguajes. Así como en el terreno de lo conceptual se
    establecen los sentidos que
    comportan su estructura y función
    interna. Como se observa, la aproximación desde lo
    funcional a la relación lenguaje – identidad y
    cultura
    señala una línea que se articula a la
    comprensión de la lengua en sus
    usos y en sus posibilidades dinamizadoras de los procesos
    socioculturales, en los cuales adquiere sentido de identidad el
    individuo y el grupo social,
    del cual es componente.

     La configuración temática así
    esbozada, propone la búsqueda de una apropiación
    conceptual básica para comprender sus elementos, como
    insumos necesarios para visualizar el desarrollo del
    trabajo que aquí se aborda. Para el efecto se acude, en
    primer término, a los documentos de
    autores de mayor relevancia en este campo y a los aportes
    experienciales que puedan tener sentido práctico y
    teórico. Por circunstancias de orden práctico y
    operativo en el trabajo, se
    utilizan indistintamente los conceptos de lenguaje y de lengua.
    Lo que no implica desestimar los usos específicos que en
    algún momento se le puedan dar a los términos
    lenguaje y lengua. El primero visto en un sentido abarcador de
    los sistemas de las
    lenguas y el segundo asociado a los idiomas: español,
    inglés,
    francés, etc.

     Para efecto más prácticos el lenguaje
    entendido como el objetivo
    particular de estudio de la lingüística. Es decir, el
    lenguaje, un objeto del conocimiento,
    asumido en su funcionalidad. El lenguaje en situación
    (Ducrot, 1981.)

     Al respecto André Martinet en su obra
    "El lenguaje desde el punto de vista funcional" muestra el
    recorrido, no menos problemático, que la
    lingüística ha tenido que llevar a cabo desde sus
    primeros intentos, por superar los obstáculos
    epistemilógicos y conquistar el carácter de
    disciplina
    científica, con su objeto particular de estudio: El
    lenguaje.

     En esta trayectoria, el lenguaje se descubre en su
    funcionalidad y en sus usos, que adquieren sentidos a partir de
    sus relaciones internas (lo intrínseco) y con otras
    áreas del comportamiento
    (lo extrínseco). La funcionalidad interna corresponde a lo
    que podría denominarse, un lenguaje hablando de sí
    mismo, reconociéndose en sus componentes; en tanto que la
    funcionalidad externa responde a un lenguaje vehiculizando
    saberes, reconociéndose en la actividad
    comunicadora.

     La perspectiva funcional del lenguaje, objeto de
    estudio de la lingüística, permite establecer su
    carácter dinamizador de los procesos culturales de la
    comunidad, en
    la cual interviene. Los sentidos culturales se dinamizan
    proyectivamente mediante la intervención del
    lenguaje de la comunicación y del
    lenguaje del conocimiento. Ambos términos:
    comunicación y conocimiento, están
    implicados en el desarrollo y optimización de los recursos
    lingüísticos con que cuentan el individuo o una
    comunidad determinada.

     En esta interconexión del lenguaje
    comunicacional, que socializa saberes y prácticas, y
    del lenguaje del conocimiento que comporta saberes,
    se estructura la identidad cultural con sus rasgos
    individuales y colectivos. Los usuarios del lenguaje establecen
    su relación cultural, en la medida de sus roles y de
    posibilidades.

     La dinámica funcional del lenguaje,
    asumida en su carácter cognoscitivo y comunicacional,
    propone variados enfoques multidisciplinarios para su estudio.
    Estos enfoques se articulan o se distancian del objeto, en la
    medida de sus implicaciones comunicantes de las cuales el
    lenguaje es su punto de referencia más importante. Es
    decir, la relevancia, en un momento dado, de los acercamientos al
    lenguaje funcional, determinada por los intereses de estudio
    particular de cada disciplina, responde al carácter que se
    le imprime en momentos y en circunstancias dadas.

     Así, disciplinas de estudio como la
    sociolingüística, la neurolingüística, la
    geolingüística, entre otras, reclaman para sí
    aproximaciones al lenguaje funcional, desde sus áreas. Y
    por supuesto, en cada área el lenguaje es reconocido en su
    acción dinámica, de manera interactuante.
    Además, esta variedad de enfoques, lejos de desintegrar la
    visión funcional del lenguaje, fortalece el acopio
    teórico–práctico para su estudio.

     La referencia a los estudios particulares
    (enfoques disciplinarios), reconoce en el lenguaje la
    particularidad de ser objeto de estudio de disciplinas distintas
    a la lingüística, estableciendo, además, la
    distinción entre el lenguaje como medio (instrumento) y el
    lenguaje como referente de los estudios disciplinarios
    (objeto).

     El enfoque desde lo funcional, mediante el cual se
    asume el presente trabajo, tiene su fundamento en el
    reconocimiento y comprensión de la actividad mediadora, la
    cual cumple el lenguaje, a través del tejido de redes interactuantes en el
    contexto de una cultura determinada. En este tejido se pueden
    identificar los rasgos lingüísticos particulares que
    distinguen los individuos y los grupos sociales
    que la componen.

     Dentro de las funciones, la
    función instrumental (mediadora) y cognoscitiva (saberes),
    cumple roles culturales, en la medida en que ponen en evidencia
    elementos del saber social, incluyendo los ideológicos,
    mediatizados por los sentidos propios de la comunidad. Esta
    capacidad de producir sentidos guarda estrecha relación
    con los intereses de los usuarios y sus niveles de desarrollo
    lingüísticos.

     Con estos planteamientos, al asumir el estudio
    del lenguaje, la identidad y la cultura, desde una
    aproximación funcional, se pretende reconocer la estrecha
    relación entre los términos, materializada en las
    prácticas cotidianas y, principalmente en el desarrollo de
    patrones culturales y lingüísticos de las sociedades
    actuales

    ACERCA DE LOS
    CONCEPTOS BASICOS

     Resulta indispensable, de esta manera, partir de
    los conceptos previos, básicos de los términos,
    para una mejor comprensión del tema en
    referencia.

     El término lenguaje presenta varias
    acepciones, aunque sin variaciones significativas. Estas
    obedecen, principalmente, al ámbito particular de cada
    estudio, en concordancia con las necesidades propias de cada
    enfoque. Se cita aquí una definición generalizada
    que proporciona el diccionario
    Enciclopédico Espasa, en su edición española
    de 1985.

     "Lenguaje. Conjunto de sonidos articulados
    con que el hombre
    manifiesta lo que piensa o siente – Idioma hablado por un pueblo
    o nación,
    o por parte de ella – Manera de expresarse – Estilo y modo de
    hablar y de escribir de cada uno – Uso del habla o facultad de
    hablar – Conjunto de señales que dan a entender una cosa –
    Conjunto de caracteres, símbolos, representaciones y
    reglas que permiten introducir y tratar la información en un ordenador".

     En cuanto al término cultura, se
    presentan igualmente varias definiciones concurrentes, por su
    pertinencia temática, en el planteamiento de I. Savranski,
    en su libro "La
    cultura y sus funciones":

     "La cultura es un sistema complejo
    que funciona con determinada integridad y dinamismo. Incluye un
    conjunto de diversos subsistemas, los cuales
    desempeñan un papel esencial
    en la creación y difusión de los valores
    espirituales".

     Buena parte de los subsistemas de la cultura tiene
    que ver con los códigos lingüísticos que
    circulan, merced a las interacciones comunicantes entre los
    usuarios pertenecientes a una cultura determinada. En esta
    dinámica, la comunidad crea sus sentidos culturales y
    difunde sus valores
    espirituales.

     Como se observa en esta definición de
    cultura, se muestra una mayor susceptibilidad a ser estudiada,
    como objeto, desde el campo de la filosofía y la sociología. Condición ésta
    que no rechaza intervenciones desde los estudios de los
    folclorólogos, con una disciplina que ha venido copando
    espacios de la antropología (Motta, 1985) y de la literatura (Oliveilla,
    1982).

     Asumiendo relacionalmente los, concepto del
    lenguaje y de la cultura, se advierte la necesidad de reconocer
    los hilos funcionales que los trascienden de manera
    recíproca. Es decir, el lenguaje como subsistema del
    sistema cultural, portador de sentidos e instrumento, a la vez,
    de la
    comunicación de los valores espirituales de una
    comunidad dada. La cultura, a su vez, creadora de los lenguajes y
    vehiculizada por éstos. En este marco se configuran los
    elementos que le dan identidad a los usuarios de una
    comunidad.

     La identidad podría considerarse,
    entonces, como producto de la
    relación funcional entre lenguaje y cultura,
    o bien como el grado de intervención de los individuos en
    este proceso.
    Intervención que no puede ser pasiva (por el sólo
    hecho de pertenecer a la comunidad) sino activa (en la medida de
    los usos de los códigos lingüísticos y de los
    valores espirituales de la cultura).

    Entendido así, el término identidad debe
    ser definido, superando su forma literal proporcionada por los
    diccionarios
    de la lengua española:

     "Identidad / Calidad de
    idéntico, hecho de ser una persona o cosa,
    la misma que se supone o se busca, igualdad que
    se verifica siempre, sea cualquiera el valor de las variables que
    su expresión contiene…" (Espasa 1, 1985).

     Una manera de superar esta definición
    consiste en aprovechar las interpretaciones que suscita la
    expresión "el valor de las variables", de donde se pueden
    inferir connotaciones de orden antropológico,
    ontológico, político, o bien,
    lingüístico. Son las que, por sus características, permiten un mejor
    acercamiento a los propósitos de este trabajo. Tenemos,
    entonces, con estas variables interpretativas que el
    término identidad se define:

     Como una serie de atributos congénitos,
    diferenciables marcadamente de los "otros". Otros que no
    necesariamente deben responder a las caracterizaciones
    estandarizadas de los grupos sociales. (Ruiz, 1987).

     -        
    Se desprenden así dos identidades que no se descartan y
    actúan correlativamente: Ontológicamente, el
    individuo en su psicología, como una
    particularidad "asignada" por el grupo, con unos rasgos que lo
    semejan a los demás y lo diferencian entre ellos;
    políticamente, los individuos, con sus códigos
    lingüísticos, sus ideas y sus formas de vida que
    enmarcan su pertenencia a determinado territorio, en el esquema
    social-antropológico, y en cuyas prácticas se
    expresa su filosofía de la vida: de lo cotidiano y lo
    trascendente funcional. 

    DEFINICIONES Y LAS
    RELACIONES FUNCIONALES
     

    -        
    Implicados en esta trascendencia funcional, los términos
    lenguaje, identidad y cultura asumen roles, que adquieren vigor
    práctico en la medida de su capacidad de
    intervención en los procesos sociales que dinamizan la
    vida de una comunidad. Estas intervenciones, generalmente, van
    coimplicadas, en donde las evidencias culturales son puestas en
    escena por el lenguaje mismo, de acuerdo a sus ritmos internos y
    a la correlación con otros elementos del sistema de la
    cultura en general.

     -        
    De esta manera, la aproximación funcional a los conceptos
    de lenguaje, identidad y cultura, es una forma de comprenderlos
    en su dimensión operativa. No es posible reconocer el
    lenguaje en sí mismo, se distingue en sus relaciones que
    le dan sentido a la vida en comunidad
    y se nutre de esos
    sentidos para implicar otros, a su vez. De igual manera la
    cultura es comprendida y puede ser explicada en sus
    manifestaciones funcionales. La funcionalidad, es
    expresión de los sentidos que le dan vida al lenguaje y a
    la cultura. Lo funcional expresa y reconoce la identidad,
    la hace manifiesta.

    -         Vistos
    en su integridad, los términos lenguaje, identidad y
    cultura se expresan conceptualmente, a partir de sus relaciones
    solidarias y se materializan en sus prácticas, que pueden
    en un momento dado determinar la preponderancia de los roles de
    cada término, según los ambientes socio-culturales
    les sean o no favorables. El contexto socio-cultural es muy
    importante para el desarrollo funcional de los elementos en
    cuestión.

     Se abre así un marco de referencia para la
    formulación de una de las posibles hipótesis que
    pueden suscitar las aproximaciones funcionales al tema del
    trabajo:

     -       Un
    ambiente
    socio-cultural favorable, posibilita en sus individuos
    desarrollar inmejorables niveles del lenguaje
    .

     El orden de los términos en la
    formulación de esta hipótesis puede ser cambiado,
    sin que con ello se alteren los sentidos que se pretenden
    demostrar. Es decir, la aproximación funcional al estudio
    de la relación lenguaje, identidad y cultura, no puede ser
    alterada en su ordenamiento dado que se trata de darle sentido
    operacional a los términos, implicándose entre
    sí solidariamente, en un contexto socio-cultural
    determinado.

     Lo que sí es posible señalar es el
    papel del lenguaje, entendido como subsistema del sistema
    cultura. Una función que se define fundamentalmente
    de carácter instrumental, cuyas implicaciones en la vida
    social de los individuos y en el desarrollo del pensamiento,
    es cada vez más elocuente, a partir de los estudios
    sociolingüísticos (Labov, 1983),
    psicolingüísticos (Grene, 1980),
    neurolingüísticos (Luria, 1995), entre
    otros.

     Por las características del estudio,
    así como por la variada información que proporciona
    para dar respuesta a algunos de los indicios que se vienen
    esbozando, se recurre a un ejemplo clásico. Una historia real citada por M.
    Sídorov en su libro "¿Cómo el hombre
    llegó a pensar?"

     Se trata del hallazgo realizado por el misionero
    Singj, su esposa y un grupo de expedicionarios en una de las
    selvas de la India.
    Impulsado por la curiosidad de descifrar historias de "fantasmas"
    en una madriguera de lobos, contadas por asustados aldeanos, el
    misionero descubre que se trata de dos niñas de año
    y medio y ocho años aproximadamente. Llevadas a su casa
    (centro de observaciones), para efectos de los estudios del caso,
    se dan los nombres de Amala a la pequeña y de
    Kamala a la mayor.

     Los años de vida transcurridos con los
    lobos de estas dos niñas, produjeron cambios considerables
    en su estructura ósea y muscular. En los desplazamientos
    permanentes con la manada, ponían en actividad las cuatro
    extremidades, imitando el caminar de los lobos; así mismo,
    la conformación de los maxilares les permitían
    desgarrar la carne cruda, ayudadas por las manos un poco
    más alargadas para su movilidad. Siempre comían con
    las manos, en el tiempo de la
    observación no fue posible que aprendieran
    a manejar los utensilios.

     Dentro de estos cambios, el más
    sorprendente observado por el misionero y su grupo,
    consistió en el deterioro irreversible de la capacidad de
    habla de las niñas, determinado, entre otros, por la
    temprana edad en la que presumiblemente fueron adoptadas por la
    manada de lobos y el tiempo de convivencia en un ambiente de
    mínimos requerimientos para la comunicación. En el
    tiempo de observación las niñas emitían
    leves gemidos, imitando los aullidos de los animales en
    circunstancias de hambre, frío o peligro.

     Estas exigencias mínimas en materia de
    comunicación dieron al traste con el desarrollo del
    lenguaje, correspondiente a sus edades, lo que presume un
    sensible atrofiamiento de los centros cerebrales, destinados a
    tal fin y de los órganos fonológicos articulatorios
    del lenguaje hablado.

     Desde el punto de vista del desarrollo del
    pensamiento (Luria, 1993), la casi imperceptible
    manifestación del lenguaje interior que constituye la base
    del acto intelectual del niño, en estas edades, muestra
    exiguas posibilidades mentales. El desarrollo de la actividad
    práctica del niño, dice el mencionado autor, tiene
    lugar con la participación de su lenguaje activo.
    Ese lenguaje activo (funcional) en Amala y Kamala no está
    presente, porque no es requerido entre los animales. Es una
    facultad humana, hasta donde se conoce.

    "Gracias al lenguaje el pensamiento permite elaborar
    conceptos abstractos y formular conclusiones lógicas que
    rebasan los marcos de la percepción
    sensorial…" (Luria, 1993, p.25).

     Atendiendo a la concepción de Luria, con
    respecto a la importancia y función del lenguaje en
    relación con el desarrollo del pensamiento, se puede
    inferir que esta actividad mental no puede rebasar los marcos de
    la percepción sensorial, dado que no existe el lenguaje
    como soporte.

     En el supuesto de un "lenguaje animal" se puede
    establecer una distinción con el lenguaje humano; por
    cuanto el primero sólo expresa en los sonidos que emiten
    ciertos rasgos de afectividad, no logrando superar la
    designación de los objetos concretos.

     La designación de objetos concretos son
    funciones de las palabras, que a juicio de Luria se cumplen en
    tres fases: a) la catalogación objetiva o función
    concesiva, b) la función abstracta o sintetizadora y c) la
    función generalizadora.

     Al no existir evidencias del lenguaje humano en
    desarrollo, la fase de conceptualización con sus tres
    tipos de funcionalidad, está ausente en las niñas
    de la historia mencionada
    . No hay actividad
    lingüística, porque el lenguaje, como se recuerda, no
    existe en sí, sino en su funcionalidad. Y esta no
    aparece, en tanto no se puede desarrollar sin un ambiente
    cultural adecuado, que le dé identidad a las niñas
    con relación al grupo. No hay una estructura del lenguaje
    que posibilite el desarrollo del pensamiento. La
    manifestación funcional del lenguaje no es posible sin un
    ambiente apropiado para el desarrollo del pensamiento.

    Desde el punto de vista social, la funcionalidad del
    lenguaje está determinada por el ambiente socio-cultural,
    en el cual se relacionan los usuarios (Halliday, 1994). Hay una
    estrecha correlación entre el lenguaje y la vida social
    (Bally, 1941). En el caso de las niñas de la historia,
    esta correlación representa un nuevo ingrediente para
    reconocer que la ausencia del lenguaje, funcionalmente hablando,
    guarda relación con la ausencia de la vida cultural,
    social y por tanto de identidad.

     Podría pensarse en un entendimiento
    mínimo, lingüísticamente hablando, entre Amala
    y Kamala; sin embargo, el hecho de haber sido adoptadas, desde
    sus primeros años de vida, se supone, no permitió
    el desarrollo en su primera fase de los fundamentos del lenguaje
    humano, más sí de adaptarse a los rudimentos
    sonoros de los lobos. Justamente lo imprescindible para
    sobrevivir en la manada.

     Sin la presencia de interlocutores de la misma
    especie (humana) no hay funcionamiento del lenguaje
    , y sin
    esa funcionalidad el lenguaje no existe como tal
    . Este no
    puede desarrollarse, teniendo como materia prima
    los aullidos de los lobos, quienes los usan para cumplir
    requerimientos mínimos, frente a situaciones especificas:
    Hambre, frío, peligro. Además, las expresiones
    afectivas mínimas que se traducen en algunos sonidos, no
    pueden responder a toda la carga valorativa que circula, mediante
    el lenguaje, en condiciones culturales favorables.

     Funcionalmente la identidad no encuentra
    razón de ser en circunstancias tan desfavorables. Perdida
    la noción del ser, interaccionante, autónomo
    y proyectivo, desaparecen los rasgos que pueden hacer semejantes
    y diferenciables a los individuos. Aunque, según el grado
    observador, los rasgos de afectividad en Amala y Kamala son
    instintivamente fuertes. La muerte de
    una de las niñas provoca una crisis en la
    otra, crisis que se manifiesta en un mayor aislamiento del nuevo
    grupo familiar (equipo de trabajo del Dr. Singj).

     En esta misma dinámica de la "vida" de las
    niñas, también desaparecen los vestigios de la vida
    cultural. Con una mínima relación interpersonal,
    los elementos básicos para la proyección de los
    valores espirituales no funcionan, dado que la manada de lobos no
    puede ser interlocutores para la dinamización de los
    sentidos culturales. No son necesarios.

     Vista la funcionalidad de los términos
    lenguaje, identidad y cultura a la luz de la
    historia de Amala y Kamala, se puede aventurar otra
    hipótesis que no difiere mucho del planteamiento inicial;
    pero que sí da cuenta de las múltiples
    posibilidades que se mueven en este campo.

     – Los niveles de utilización del
    lenguaje por parte de sus usuarios, determinan el grado de
    desarrollo del ambiente sociocultural en el cual
    viven
    .

     Con la formulación de esta hipótesis
    se pueden canalizar nuevos elementos que permiten ampliar el
    panorama conceptual y contextual de los términos lenguaje,
    identidad y cultura, en el sentido de su funcionalidad. Genera
    además otras hipótesis, proporcionando espacios
    para el ejercicio de nuevas lecturas interpretativas de los
    casos. Por ejemplo, si la historia de las dos niñas
    muestra la correspondencia entre el incipiente entorno cultural y
    el apenas perceptible "lenguaje animal" sonoro. Otros casos
    pueden mostrar la correspondencia entre un espacio cultural
    favorable con el desarrollo del lenguaje.

     El pobre y casi nulo desarrollo del lenguaje, del
    cual disponían las dos niñas de la historia,
    sólo puede explicarse por su incipiente relación
    social. El hombre es un animal social: El lenguaje es el producto
    de ese instinto de sociabilidad, señala Aristóteles (citado por Bally p.28, 1941).
    En la manada de lobos, las niñas seguían sus
    comportamientos, adaptándose a sus prácticas
    alimenticias y formas de comunicación, caracterizadas por
    aullidos, como respuestas a los estímulos externos. Por
    fuera de la manada, la actividad social era nula.

    El medio cultural, al no existir, plantea pocas o casi
    nulas exigencias comunicativas a las niñas, lo que se
    traducía en el no uso de los códigos
    lingüísticos, agravado por la atrofia de los
    órganos productores de la voz humana. En estas
    condiciones, el desarrollo de los principios de identidad
    carecería de la más elemental conciencia de
    vivir, a la manera de Bally, cuando plantea que "la vida en
    función del lenguaje es la conciencia de
    vivir y la voluntad de vivir". El hecho trágico es la no
    existencia de identidad en las dos niñas.

    Según Sídorov (1966), el ejercicio del
    pensamiento libre y autónomo no puede desarrollarse en
    circunstancias tan precarias. Amala y Kamala sólo viven un
    presente continuo.  

    LOS USOS Y FUNCIONES DE
    LOS TERMINOS: LENGUAJE, IDENTIDAD, CULTURA Y SUS IMPLICACIONES EN
    LA VIDA ESCOLAR

     En un ejemplo inverso a la historia de las
    niñas, se podría citar la vida de la escuela. Lo que
    muchos denominan "la cultura escolar". En esta, las condiciones
    relacionales de la comunidad educativa se manifiestan en espacios
    que brindan las mejores condiciones para el desarrollo de una
    cultura, que si bien es estandarizada, sus componentes
    interactúan en sentido dinámico y
    proyectivo.

     El empleo del
    termino "cultura escolar" tendrá un tratamiento
    preferencial, en este caso, por cuanto permite globalizar un
    conjunto de ideas entorno a considerar la escuela como la
    institución que cumple el papel de sintetizador de la
    cultura y de contacto con el desarrollo de la sociedad. La
    escuela estandariza y racionaliza los saberes.

     En relación con la cultura, la
    escuela es un espacio que la promueve en sus prácticas. La
    convivencia de los individuos, mediante las redes de
    interacción cotidiana con sus interlocutores en la
    comunidad educativa, genera un marco ideal para la construcción de un nuevo contexto de
    cultura
    . Un contexto de cultura en el cual se asumen nuevos
    paradigmas en
    el sistema valorativo. Los sistemas tradicionales de valores
    particulares socializan y dan vida a uno nuevo. Es el sistema
    escolar distinto al sistema familiar.

     Además, aparte de que los individuos al
    socializar sus culturas particulares, establecen valores comunes
    entre sí, la escuela superpone su sistema valorativo
    institucional, cuyo carácter arbitrario es aceptado por la
    mayoría de los miembros de la comunidad escolar. La
    síntesis normativas de este marco de
    transacciones e imposiciones está materializada en el
    llamado "Manual de
    Convivencia", que se asume como el regulador de los sistemas
    valorativos enunciados.

     Se señalan así los ingredientes que
    permiten construir el enramado de prácticas de una cultura
    predominante pero que contienen elementos de las culturas
    particulares. Los indicios arrojados por estudios realizados en
    1993 por la F.E.S, en torno a la
    cultura escolar, muestran que con o a pesar
    de está, subsisten los subsistemas de otras culturas,
    estimulados por la presencia de lenguajes subyacentes al
    estandarizado de la escuela (Bally, 1941).

      En cuanto al lenguaje, los cimientos de una
    cultura fuerte estandarizada, hilada a otras particulares que
    circulan el medio escolar, desarrolla un rol de primer orden en
    la aprehensión conceptual y en la difusión de los
    sistemas de valores, mediante la puesta en escena de
    códigos y símbolos que los usuarios de la comunidad
    emplean en sus relaciones cotidianas.

     Aquí es posible establecer los patrones de
    la identidad que colocan a los individuos del grupo
    escolar en ambientes de interacción con los valores
    espirituales de la cultura, circulando en el lenguaje escolar de
    lo académico y lo común. La identidad como proceso
    tendría otras connotaciones en la escuela, por ejemplo, lo
    relacionado con el proceso de identidad profesional (el perfil
    del estudiante), lo relacionado con el proceso de identidad
    personal
    (formación ciudadana) y la identidad, en cuanto a rasgos
    lingüísticos, culturales, sociales…

     La circulación de saberes culturales y la
    interacción lingüística median sobre las
    estructuras de
    la identidad del joven estudiante, materializándose en los
    niveles de desarrollo de la
    personalidad, incluyendo su desarrollo del pensamiento. Desde
    luego, éstos son procesos que implican ritmos de una
    funcionalidad creciente de los lenguajes y la cultura o culturas
    de la escuela. Esta es una cadena que se involucra en estructuras
    más complejas. 

    LO FUNCIONAL EN
    NIVELES MÁS COMPLEJOS DE LA VIDA SOCIAL.

     Las culturas en las sociedades son
    dinámicas gracias a la vida funcional de los lenguajes. No
    hay otra forma de trascender la cultura en sí y de
    proyectar al individuo en sus procesos de identidad, ya que deben
    ser igualmente funcionales.

     El movimiento de
    lenguaje como medio de propagación de los valores
    espirituales de la cultura y como conocimiento en sí, es
    lo que Jacobo Grimberg, en su obra "más allá de los
    lenguajes" ha dado en llamar los segundos y los terceros
    lenguajes. En autores como William y M. Halliday aparecen como
    los sentidos culturales.

     Lo humano en el hombre, o mejor, la
    distinción más importante entre el hombre y los
    animales, radica fundamentalmente en la capacidad de abstraer, de
    pensar, en ejercitar la memoria de
    manera proyectiva. En esta distinción, el lenguaje
    interviene de manera determinante en la puesta en funcionamiento
    de sus códigos y símbolos. En el desarrollo de la
    mediación del lenguaje circulan los productos de
    la cultura, de los cuales se apropian los usuarios, de acuerdo
    con sus necesidades, con sus conocimientos (saberes) e intereses
    particulares y con la capacidad de asimilación.

     En esta concurrencia funcional de elementos
    culturales y lingüísticos, el individuo va
    estructurando su identidad. Al respecto se pueden establecer dos
    componentes básicos:

     a)    La identidad individual, que
    presupone además de los rasgos físicos y
    espirituales, niveles de dominio de las
    estructuras del lenguaje, de sus códigos y de la
    producción de sentidos (Labov, 1983).

     Este último aspecto es muy importante
    tenerlo en cuenta, puesto que constituye el eje de los
    encadenamientos funcionales del lenguaje, mediados por los
    códigos lingüísticos y la simbología
    popular, de los cuales se apropian los usuarios para caracterizar
    sus prácticas sociales y culturales. Articulado a este
    primer componente, aparece un segundo relacionado con:

    b)   La identidad social (o de grupo), cuyo
    mejor indicador es la capacidad expresiva de la cultura de la
    colectividad social, a través de los códigos que
    funcionan convencionalmente, desde el interior hacia fuera, para
    comunicarla.

    Con la puesta en evidencia de dos situaciones inversas:
    La historia de Amala y Kamala y la cultura escolar,
    se pueden inferir un elemento común en torno a mostrar que
    la trascendencia de lo funcional es un síntoma
    inequívoco de la existencia del lenguaje, la identidad y
    la cultura. Que sus manifestaciones más tangibles se dan
    en los vínculos relacionales dinámicos que cada
    término imprime en su desarrollo. Esta condición de
    lo funcional puede ser aplicable en las diferentes
    situaciones, de las cuales participan los referidos
    componentes.

     La aproximación desde el enfoque funcional
    enmarca nuevas posibilidades de estudio para comprender los
    cambios que se vienen operando al interior de las sociedades y
    sus incidencias en el entorno, del cual se nutre solidariamente.
    En esta dinámica entran en juego nuevos
    elementos de las culturas, signadas por los nuevos hechos
    sociales, políticos, económicos,
    tecnocientíficos y lingüísticos.

     En todos estos hechos, el lenguaje se integra con
    significativos aportes, en términos de nuevas
    elaboraciones de la codificación lingüística,
    en consonancia con los requerimientos de la técnica y
    la ciencia, en
    desarrollo. Los dominios que adquieren las lenguas, el amparo de las
    condiciones que generan el desarrollo de las economías,
    principalmente, se explican en la medida en que se comprenden y
    asimilan los nuevos paradigmas de los sentidos
    culturales.

     Esto explica el hecho, cada vez más
    elocuente, de la expansión de ciertas lenguas, en desmedro
    de otras, cuyas áreas de influencia son estables o van
    perdiendo el espacio común que tenían.
    Recientemente se escuchan voces autorizadas reconociendo la
    fuerza con que
    viene irrumpiendo la lengua inglesa de los Estados Unidos de
    América
    a través de los mercados
    mundiales y del desarrollo técnico-científico,
    principalmente.

     Antes de continuar con esta reflexión es
    preciso aclarar un cambio que se
    viene introduciendo. Se trata del término lenguaje
    por el término lengua. La alusión que se
    viene haciendo, en esta última parte, indistintamente,
    obedece a la necesidad temática de establecer ciertas
    precisiones, distinguiendo las lenguas dominantes de otras no
    dominantes, y entre sí mismas.

     A propósito de esta aclaración, en
    el Diccionario Enciclopédico de la Ciencias del
    Lenguaje (Ducrot, 1981) se plantea:

     " La palabra lenguaje se asume en el
    sentido preciso de lengua natural". Esta
    restricción conceptual se fundamenta en los siguientes
    aspectos:

    a)    La necesidad de precisión
    del objeto de conocimiento, frente a la variedad de sentido
    tradicional.

    b)   La extensión de la palabra
    lenguaje implica el tratamiento de diferentes sistemas de
    signos, cuyos estudios pueden darse por separado.

    Superado este escollo conceptual, es pertinente indicar
    además que el concepto de lengua predominante se
    aplica preferentemente a aquellas, cuyo dispositivo
    lingüístico (códigos), ha permitido sobrepasar
    otras barreras idiomáticas, merced a la estructura
    económica que las respalda.

     El panorama geopolítico del mundo ofrece
    situaciones significativas a este respecto que deben ser
    valoradas en su justa dimensión. Los nuevos rumbos
    lingüísticos proponen nuevos paradigmas en los
    sentidos culturales de las comunidades humanas, cada vez
    más cerca comunicativamente.

     Esta nueva correlación en el desarrollo de
    las lenguas, tiene un marco de funcionalidad, en el cual
    intervienen factores diversos, en cuanto a la difusión y
    propagación de políticas
    económicas, en relación con los mercados mundiales.
    Intervienen además factores de orden
    tecnológico-científico en el campo de las comunicaciones, específicamente. Estos
    elementos condicionan un nuevo orden en el plano del desarrollo
    de las culturas, y en donde el individuo se inscribe en un
    proceso de identidad más colectivo.

     Como puede colegirse, este nuevo esquema del
    desarrollo de las lenguas, en el cual se enmarcan las nuevas
    circunstancias relacionales del lenguaje, la identidad y la
    cultura tiene su explicación en los cambios que se vienen
    operando de manera acelerada para no perder el ritmo del
    desarrollo material de las sociedades. Pero estos cambios no
    pueden ser operativos, sino descansan en la funcionalidad
    interactuante de estos tres componentes. El lenguaje aparece como
    el hilo conductor para su función comunicativa y
    expresión de la cultura y de las identidades.

     Los últimos registros acerca
    de las lenguas más habladas del mundo, señalan en
    primer término al inglés, al francés, el
    español, y el alemán. Aunque se aclara que no se
    miden por el número de hablantes, sino por sus niveles de
    difusión en el mundo. Dentro de estas lenguas ocupa lugar
    preeminente la inglesa, cuyo crecimiento progresivo la hace
    lengua oficial en muchas regiones, y en casos también
    crecientes, la segunda lengua en importancia, especialmente en
    los países europeos más avanzados.

     Tomando para el caso la lengua inglesa, dentro del
    contexto lenguaje, se establecen, en primer lugar sus
    fuentes
    culturales originarias, la Gran Bretaña y los Estados
    Unidos de América. Esto con el fin de identificar los
    rasgos de su estructura social, para comprender su proceso
    evolutivo funcional. Ya ubicados en el contexto
    geopolítico norteamericano; por cuanto es el que
    mayormente interesa para el caso, se advierte un marcado nacionalismo
    en defensa de la lengua.

     Esta particularidad se constituye en un primer
    ingrediente, favorable por razones de una cultura
    nacionalista muy arraigada por lo medios
    propagandísticos. Sin embargo, la defensa de la lengua no
    basta por sí sola, por muy fuerte que sea el trabajo
    propagandístico, es necesario que ésta se potencie
    en un campo sociocultural favorable a su vida funcional.
    Aquí entran en juego las condiciones políticas y
    económicas, mediante las cuales, el mercado de la
    tecnología
    por su capacidad de movilización se constituye en el
    segundo ingrediente de dinamización de la lengua
    inglesa.

     Este caso particular puede ser el de otras
    lenguas, lo que llama la atención es que se trata de una cultura (la
    norteamericana) trascendiendo sus propios espacios para
    determinar cambios (globalización) en otras culturas. Cambios
    que se fundamentan en el consumismo como punto de entrada en
    sociedades que lo adoptan en muchas áreas de la vida de
    los individuos.

     La relación funcional lenguaje –
    identidad y cultura entra, así, en un nuevo plano, merced
    a los dominios económicos y políticos que pueden
    desarrollar determinadas culturas. Ya no se trata de identificar
    y reconocer los rasgos funcionales de la relación
    planteada, en términos de las culturas hacia adentro, en
    sus dinámicas particulares; ahora se trata de reconocer
    otras dimensiones, en las cuales el lenguaje, la identidad y la
    cultura, supera sus dinámicas internas para influenciar
    sobre otras.

     En este plano, el carácter funcional tiene
    expresiones más refinadas y contundentes. No otra cosa
    explica el hecho de que la lengua inglesa se acepte y adopte en
    otras culturas, distintas a la norteamericana, como segunda
    opción, sustentada en una necesidad, generalmente
    artificiosa del mercado.

    La lengua inglesa funciona así como
    mediación en un proceso de expansión
    económica, sin que se desestimen factores de orden
    académico, científico, tecnológico. Esto
    tiene relación con los intereses y las finalidades con que
    se adoptan en otras culturas. El caso Colombiano registra la
    implementación del inglés en áreas
    académicas, traducciones, tecnológicas y de
    mercadeo,
    principalmente.

     Aunque en mucho menor grado, la lengua francesa se
    presenta funcionalmente con otros matices, específicamente
    en áreas de las ciencias, los derechos humanos,
    la pedagogía, proponiendo cambios culturales
    en sectores mínimos de la población.

     Un análisis detenido de este nuevo plano
    del desarrollo funcional del lenguaje, la identidad y la cultura,
    permite inferir grados de funcionalidad, indescartables en
    cualquier proceso, bien sea interno y externo. Sólo que el
    funcionamiento tiene sentido en áreas especificas,
    según las posibilidades proyectivas de la cultura que se
    expande.

     Si se observan las condiciones particulares en que
    se desarrollan la relación lenguaje, identidad y cultura
    en los contextos internos de las sociedades, así como en
    su trascendencia a otras culturas, se puede advertir un punto en
    común: Todo este desarrollo relacional tiene sentido en la
    medida en que se aborde desde la funcionalidad de los tres
    elementos interactuantes 

    HOMBRE, LENGUAJE Y
    CULTURA

    El hombre es un ser trasgresor, se hace a partir de las
    prohibiciones antropológicas inciales. La evolución biológica no fue un factor
    suficiente, es claro que él evolucionó; pero el
    factor que lo hizo hombre es el lenguaje y sólo con
    él fue posible la cultura.

     La normatividad es expresión de la cultura
    y al mismo tiempo una trasgresión al mundo natural, por
    eso la ambivalencia. El hombre sé prohibe y se humaniza,
    pero es él, el primero en violar, en transgredir las
    normas que se
    establecen para garantizar el orden. De hecho si no fuera
    así el hombre sería un esclavo de su propia
    normatividad.

      El lenguaje es un sistema de signos que cumple
    una función cognoscitiva y de comunicación entre
    los seres humanos y el resto de seres. Surgió en
    algún momento de la era antropozoíca y ha
    evolucionado con el transcurrir del tiempo. Sin él es
    impensable cualquier actividad humana, aún la del
    pensar.

    Lenguaje y pensamiento están estrechamente
    ligados, es el verbo del ser humano por ser acto más
    creativo del ser humano, le permite interpretar la realidad,
    recrearse en lo imaginario a través del signo y del
    símbolo, estableciendo códigos. Es considerado
    también un instrumento del pensamiento, también un
    producto social, que influye sobre los demás productos
    culturales, él lo determina todo. Dice Karl Vossler "Si yo
    fuera el único en el mundo no tendría lenguaje, ni
    habla y ni siquiera mi habla". Por lo tanto sin lenguaje no hay
    pensamiento y sin pensamiento no es posible hablar de
    cultura.

      Denominamos con el nombre de cultura a todas las
    producciones materiales o
    espirituales del hombre, la cultura se aprende, se comparte,
    integra y sobre todo responde a las necesidades materiales y, o
    espirituales de una sociedad. El lenguaje humano es
    también infinitamente productivo dada su capacidad
    simbólica y del desarrollo del lenguaje depende el
    desarrollo de la cultura.

      No es posible mirar el lenguaje como una parte de
    la cultura. El hombre es hacedor de la cultura y ella
    también lo determina, al tiempo que el lenguaje abarca
    todo, por que todos sus productos son signos, símbolos e
    implican comunicación. Los seres humanos somos lo que
    somos en el lenguaje, somos en la medida que reflexionamos,
    actuamos; sin lenguaje no hay reflexión, ni conciencia, no
    hay discurso y por
    lo tanto se carece de identidad.

      El hombre desde el inicio de los tiempos se ha
    preguntado por la esencia de las cosas, ha intentado de
    establecer un diálogo
    con la naturaleza,
    inicialmente a través del mito, el
    arte y la
    religión;
    posteriormente la filosofía y finalmente por medio de la
    ciencia.
    Siempre ha pretendido conocer la verdad en referencia a los seres
    de la naturaleza.

    Ahora bien, comprender, explicar y penetrar los secretos
    de las cosas desde una perspectiva racional sólo es
    posible mediante el lenguaje. Es por eso, que los seres humanos
    en su afán de conocer han "elaborado" diferentes lenguajes
    que le posibiliten acceder a lo real y de esta manera aprovechar
    y transformar el entorno para su beneficio. Son muchos los
    lenguajes: auditivos, visuales, táctiles; todos ellos de
    utilidad
    creadora, permiten al hombre metaforizar la realidad.

      Definitivamente es a través de la
    metáfora y la metonimia que el hombre elabora conceptos
    para poder
    interpretar la realidad real e imaginaria y lograr la
    comunicación. En síntesis todo está
    atravesado por el lenguaje, lo simbólico rige nuestro ser,
    no hay nada en lo social que no este bajo el imperio del
    lenguaje. Recordemos que el lenguaje es pacificador en la medida
    que posibilita el entendimiento, los seres humanos lo son en la
    medida que reprimen su agresividad y es la cultura el medio de
    expresión del lenguaje, pero sin la transgresión a
    las prohibiciones el hombre no sería libre de lo que se
    desprende que la identidad es también consecuencia del
    lenguaje y de la cultura.  

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    ÁLVARO MINA PAZ

    SANTIAGO DE CALI

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