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Los criminales son un reflejo de la sociedad




Enviado por al00741732



    (La prevención del delito, una
    propuesta seria de disminuir la inseguridad
    pública)

    1. El Crimen a lo largo de la
      Historia.
    2. El Delito, Fenómeno
      Psicológico.
    3. Se Viola el Precepto
      Jurídico.
    4. La Prevención del
      Delito.
    5. La Realidad es Bien
      Distinta.

    Introducción

    Hablar de criminalidad es hablar de sociedad. Son dos
    entes que van de la mano indisolublemente. Son dos figuras
    estrechamente ligadas que no pueden existir de forma separada,
    que se necesitan una a otra.

    Lo social es lo que tenemos en constante experiencia. Es
    un ingrediente esencial de nuestra vida misma. Gran parte de la
    vida se halla rodeada de ingredientes sociales, esos ingredientes
    precisamente (sentimientos, estilos de conducta.)
    conducen en muchos casos a la comisión de actos
    criminales.

    La sociedad tiene frecuentemente al acto criminal como
    su acompañante. Es la comisión de delitos, una
    constante en la sociedad, provocados por múltiples
    circunstancias de los aconteceres diarios, es preciso definir que
    es un crimen y que es la sociedad, aunque a ellos también
    agregaremos la definición del delito, que en
    múltiples ocasiones se asocia o se emplea con
    sinónimo de crimen.

    Delito es acto u omisión constitutivo de una
    infracción de la ley penal,
    mientras que el crimen se define como una infracción penal
    grave.

    Al hablar de la sociedad, la definición
    más común es la que se refiere a una unión
    de hombres o de animales que
    conviven y se relacionan siguiendo unas leyes comunes.
    Luego entonces, los hombres (hablando del género
    humano) conviven bajo un régimen legal que es precisamente
    el que determina las leyes y el que marca los
    límites
    de lo permitido y lo prohibido. Es lo que distingue el delito o
    el crimen de los actos normales de una sociedad en su conjunto.
    De manera que como la sociedad es el conjunto de unos especiales
    modos de conducta, de los modos de conducta del individuo que son
    influidos por otros seres humanos, cabe señalar que la
    realidad de lo social consiste en un variado conjunto de formas
    de comportamiento, así como de una complicada
    red de
    interacciones. Pero antes las reglas sociales se anteponen del
    Derecho. Las normas
    jurídicas son preceptos dotados de coercitividad, que
    equivale a la posibilidad de forzar el cumplimiento.

    Tal vez en ese precepto donde se establece la
    definición y el sustento de lo que puede ser delito o
    crimen en relación a la conducta normal. Las normas
    jurídicas son las que establecen las formas de castigo o
    penas para castigar los ilícitos que se cometen en la vida
    diaria.

    El Crimen a lo largo
    de la Historia.

    En efecto, desde tiempos remotos el crimen ha sido una
    constante en la vida humana. Van desde el delito común
    hasta el grave que es considerado como el crimen. La historia nos
    da cuenta de muchos actos criminales que fueron muy sonados. La
    Biblia misma da cuenta de cómo Caín y Abel
    escenifican un acto criminal. Hay miles de casos más a lo
    largo de la historia, pasando por las guerras y
    revoluciones que fueron escenarios de asesinatos y violaciones a
    las leyes, amparados tal vez en el deseo de algunas naciones por
    independizarse, escudo de cometer tropelías y delitos
    graves como recientemente se dio en la Gran Guerra de
    Estados Unidos
    y sus Aliados contra Irak, en busca
    supuestamente, de la liberación del pueblo Iraquí.
    Ante ese cobijo se cometieron cientos o tal vez miles de actos
    criminales y aunque fue severamente criticado ese ataque,
    finalmente la fuerza del
    más poderoso se impuso. Al nacimiento del hombre se da
    competencia. Esa
    misma que obliga a la superación, a buscar ser mejor que
    el de enfrente. A tratar de ganar en todo. Lucha que con
    frecuencia ha llevado a enfrentamientos estériles pero de
    consecuencias graves.

    La misma lucha por la supervivencia ha sido escenario de
    multitud de crímenes o delitos que con el tiempo se han ido
    olvidando, al grado que recordarlos, solo son meras
    anécdotas que ya no impactan.

    Usted verá que en corto tiempo, la masacre de
    Irak solo será recordada y criticada por muy pocos, y los
    demás veremos los crímenes de guerra como cosa
    necesaria y simple dato anecdótico.

    Claro, los índices y los estilos de criminalidad
    han ido en aumento y perfeccionándose. De aquellos
    enfrentamientos vanos, irracionales, fuimos hasta los que se dan
    ahora en busca del poder y
    control
    político del mundo entero, o simplemente por la
    posesión de un terreno o un billete. Esas luchas que han
    terminado en tragedias se producen desde tiempo
    inmemorial.

    El Delito,
    Fenómeno Psicológico.

    Existen diferentes tipos de delitos pero la gran
    mayoría se encierra en los ámbitos
    sociológico, psicológico, pero primordialmente
    jurídico. Cualquier delito que se cometa, de la gravedad
    que sea, estará siempre contemplado dentro del orden
    jurídico. Sin un sistema
    jurídico no existiría ninguna tipificación
    de los delitos. Pueden catalogarse como psicológicos,
    producto de
    alguna turbación de la mente (pero el mismo siempre
    estará enmarcado en lo jurídico).

    Puede hablarse de fenómenos sociológicos,
    producto de las desigualdades comunes en la vida, pero igualmente
    estarán enmarcados en el ámbito de las leyes. Y
    hasta los delitos que se han catalogado como electorales, tienen
    que ser tipificados dentro de un ordenamiento jurídico.
    Ningún crimen o delito social podrá estar ajeno a
    las leyes.

    El Derecho en todas sus expresiones o ramas por mejor
    decirlo, es el que pretende regular la existencia de la vida
    humana. Es la ciencia que
    busca convivencia equilibrada, justa, pero que frecuentemente
    llega a efectuar actos coercitivos por que su esencia no es
    respetada por la gran mayoría de la población mundial.

    Parecería que aquella frase de que "el Derecho se
    hizo para violarlo" ha sido tomada muy en cuenta en el mundo
    entero, pues son muchos, miles, millones tal vez, los casos de
    injusticia, de violación de derechos, de pasar sobre las
    leyes mismas. Eso es práctica cotidiana. Lo mismo en
    México que
    en la mayoría de las naciones del Mundo. El Derecho tiene
    esencia pura, pero llevado a la práctica es
    comúnmente violado. Por ello los índices de
    criminalidad, los actos delictivos, crecen día con
    día. Lo mismo en naciones desarrolladas que en aquellas
    que son catalogadas como de tercer mundo. La criminalidad no se
    detiene y en cambio,
    aumenta sus formas y estilos hasta el grado de llegar a
    sofisticaciones que nunca se hubieran imaginado.

    Los delitos pueden ser de origen biológico.
    Muchas personas nacen con tendencias delincuenciales. Su
    composición biológica lo hace ser extremadamente
    susceptible y por ende, capaz de cometer actos criminales sin
    mediar justificante alguna. De ser criminal sin razón
    aparente y simplemente por algún impulso
    biológico.

    Pueden darse crímenes por razones
    psicológicas, un tanto parecido a las anteriores. Sin
    embargo, es común como algún ilícito de
    resonancia se argumentan frecuentemente razones psíquicas
    que tuvo el indiciado para cometer su delito. Claro que todos los
    delitos están dentro del amito social, que incluye lo
    moral y lo
    cultural.

    Lo social es tan amplio que puede abarcar cualquier
    aspecto de un acto criminal. Ya decíamos al inicio de
    éste ensayo que
    sociedad y criminalidad van siempre de la mano. Para que existan
    criminales es indispensable que exista la sociedad de la que
    estamos hablando.

    Es el Derecho, decíamos, un conjunto de normas o
    pensamientos normativos que intentan regular una determinada
    realidad social.

    Esas normas pretenden ordenar esa concreta realidad
    social, y cuyo sentido se refiere a la realidad de esa
    situación histórico – social. Lo que interesa
    a la ciencia es
    jurídica es averiguar cual debe ser el deber
    jurídico.

    Pero existen también otras acepciones en
    relación al Derecho y una de ellas es la
    filosófica, que dice que el Derecho se presenta como un
    hecho social, como una forma colectiva real en sus
    vínculos de casualidad interhumana. Es una fuerza social
    que actúa a modo de factor configúrante de la
    colectividad y que produce efectos sobre otras manifestaciones de
    la vida social.

    En efecto, quienes dictan las leyes, reglamentos,
    sentencias. Están generando actos de la vida individual.
    Son hechos sociales. Gracias al Derecho precisamente, muchas
    personas realizan actos que serían incapaces de cumplir,
    si tuvieran que contar exclusivamente con sus propias fuerzas
    naturales.

    Se Viola el Precepto
    Jurídico.

    Decíamos en líneas anteriores que delito
    es la infracción voluntaria de una ley penal, haciendo lo
    que en ella prohíbe o dejando de hacer lo que manda.
    Aunque podría ampliarse la discusión en ese sentido
    y señalar que el delito no es la infracción de la
    ley penal, sino de los principios que
    forman esa ley, pues la ley penal es la que define y castiga los
    actos u omisiones punibles y no es esa ley la que el delincuente
    viola, sino el precepto jurídico cuya sanción
    establece ella.

    Ahondar sobre ese tema sería abordar aspectos de
    los orígenes del delito, de las diferentes teorías
    que sobre el mismo se han tejido a lo largo de la humanidad. No
    obstante, lo que hoy nos ocupa no es buscar orígenes y
    motivos del delito, sino más bien las consecuencias, las
    razones, lo que preocupa a la ciudadanía en su conjunto.
    El crecimiento alarmante de la delincuencia
    de todos los ordenes, lo mismo en delitos del fueron común
    que del fuero federal.

    Hablar de estadísticas es complicado, las que se
    conocen generalmente son las oficiales, que desgraciadamente
    sirven para maquillar las cifras verdaderas y para justificar
    el trabajo de
    las autoridades correspondientes.

    Por ejemplo datos de la
    Secretaría de Seguridad
    Pública nos pintan un panorama positivo dado que muchos de
    los delitos no solo no han crecido en número desde hace
    algunos años sino que por el contrario han disminuido o en
    su defecto han permanecido bajo los mismos
    índices.

    Si usted hace caso de esas estadísticas (que en
    éste mismo trabajo reproducimos) veremos que vivimos en un
    país de primer mundo, donde la delincuencia casi es
    inexistente y además, los cuerpos policíacos
    realizan trabajos extraordinarios de forma que la seguridad
    imperante en la nación
    resulta ejemplar.

    Sin embargo, basta con salir a la calle y preguntarle a
    cualquier vecino sobre la situación actual y verá
    la forma en que se expresa la manera en que describe lo
    aterrorizante que en ocasiones resultan las calles de la
    ciudad.

    Los índices de criminalidad han aumentado a pesar
    de las optimistas declaraciones de los funcionarios que tienen a
    su cargo la seguridad publica o la
    administración de la justicia.

    Dicen las estadísticas oficiales sobre delitos
    denunciados, pero no se atreven a dar un número siquiera
    probable de todos los delitos que por diferentes circunstancias
    quedan el olvido.

    Esos robos en pequeño, asaltos en la calle,
    asaltos a casas habitación y hasta los llamados secuestros
    Express, casi nunca se denuncian ante las autoridades
    correspondientes. Los habitantes prefieren guardar silencio
    porque inclusive, llegan a ser amenazados por los delincuentes y
    por ello prefieren callar, guardar silencio.

    En cuanto a delitos denunciados, la Secretaría de
    Seguridad Pública, dice que en materia de
    robos varios, en el año 2000, solo tienen 31,697
    ilícitos cometidos, cuando en 1997, la cifra era mayor en
    40 mil robos. Luego en materia de lesiones se llega a 216 mil
    casos, mientras que en 97, era de 193 mil sucesos. Si hablamos de
    robo de vehículos usted verá en la grafica que
    anexamos que la diferencia es la mínima, 124 mil por 123
    mil aproximadamente. En cuanto a daños si hay diferencias
    notables pero sobre el papel nada que
    alarme.

    En el caso de fraudes, hay disminución en 7 mil
    por 123 mil aproximadamente, mientras que en Homicidios
    asómbrese, hay cuatro mil menos que en el 97, cifra que
    solo las autoridades se lo creen porque es innegable que el
    índice delictivo ha sido creciendo y si no se conocen es
    porque muchas veces no se denuncian.

    Todas estas cifras que estamos reproduciendo no
    significan la realidad, porque ésta diferente.

    La
    Prevención del Delito.

    La solución o cuando menos la disminución
    de la delincuencia o el control de la misma, solo puede darse a
    través de la prevención.

    Se ha hablado con insistencia sobre la necesidad de
    incrementar las penas a los delincuentes, de aplicar incluso con
    mayor frecuencia la cadena perpetua y hasta se han realizado
    encuestas o
    sondeos para ver la posibilidad de aplicar la pena de
    muerte.

    Afirman los que están a favor de esas corrientes
    que el delincuente al saber que será objeto de un castigo
    ejemplar, va a dudar en cometer su fechoría que
    podría inhibirlo.

    Dicen que quienes se atreven a matar en un asalto, a
    realizar un secuestro y en
    muchas ocasiones matar a sus víctimas si no tienen la
    recompensa anhelada, puede ponerlos a pensar si saben que pueden
    ser condenados a muerte.

    La Realidad es
    Bien Distinta.

    Un delincuente sabe a lo que va, estamos hablando de los
    delincuentes profesionales, esos que atemorizan a la
    ciudadanía, quienes están dispuestos a todo con tal
    de conseguir su objetivo. No
    nos referimos al raterillo que se apodera de una bolsa de la
    señora que va al mercado, no nos
    referimos a quienes por necesidad robar un pan o mercancía
    de alguna tienda de abarrotes. Eso son delincuentes pero en menor
    en escala, que
    pueden fácilmente ser sometidos y controlados.

    Lo grave es la delincuencia organizada, la de alta
    escala, esa que qué mueve fortunas, lo mismo la que se
    atreve a un secuestro o a un robo a bancos o casas
    habitación, o quienes ahora tienen como principal
    actividad al narcotráfico.

    Esa conducta delincuencial es la que mantiene preocupada
    a la ciudadanía y que no mueve siquiera a la
    reflexión a las autoridades.

    Las conductas delincuenciales son producto del entorno
    social. Muchos de los narcotraficantes, una gran cantidad de
    delincuentes son producto del reflejo de la sociedad en que
    viven. Los niños
    jóvenes se desarrollan en un ámbito delincuencial,
    bien familiar o de amistades y sin querer, caen en ese
    círculo. Así se van formando los grandes clanes del
    narcotráfico. Así se arman las bandas de
    secuestradores, así se forman los grupos de
    saltabancos o de roba coches, y hasta de roba
    niños.

    El entorno social los va envolviendo. Los va absorbiendo
    y no existen programas para
    impedir que eso crezca y se multiplique.

    Los programas de prevención a la delincuencia son
    de escritorio para los discursos,
    para que el político se adorne, pero generalmente en todo
    queda en el verbo.

    Hay también quienes afirman que construir
    más y mejores cárceles sería una de las
    soluciones a
    la delincuencia, lo que resulta una gran mentira. Pocos son los
    delincuentes que se regeneran en los diferentes penales. La
    mayoría, según estadísticas oficiales
    vuelven a reincidir, caen nuevamente en el ámbito
    delincuencial y con frecuencia en el mismo tenor o sobre el mismo
    tema.

    Más cárceles o mejores prisiones a nada
    conducen. Con frecuencia los delincuentes van creciendo su odio
    hacia la sociedad por la forma en que los tratan en sus
    confinamientos. Un ejemplo vivo es el Penal Federal de La Palma,
    que tenemos aquí en el Estado de
    México, en Almoloya de Juárez. Los grandes capos
    del narcotráfico se quejan con frecuencia de la manera tan
    irracional en que los tratan, están confinados, con poco
    acercamiento con la sociedad y jamás será un paso
    para la readaptación humana. Los criminales son más
    trovos, más crueles porque se saben enemigos de la
    sociedad.

    Para colmo, hay delincuentes, sobre todos los
    pequeños, esos que trabajan en menor escala, que han
    tomado las cárceles como una manera de sobrevivir. Vaya,
    saben que en prisión, tendrán segura la comida y
    muchas veces hasta ropa y desde luego, el cobijo de un techo, por
    eso delinquen y provocan su aseguramiento, de manera que las
    cárceles, a nuestro juicio, no son ninguna
    solución. Más bien entorpecen cualquier labor de
    rehabilitación.

    De manera que la prevención de la delincuencia
    queda como una salida cierta para disminuir los índices
    delictivos. Para ello podría instrumentarse muchos
    programas, lo mismo dirigidos a los internos como para quienes
    viven en situaciones de riesgo, de
    miseria, donde con frecuencia son orillados a practicar hechos
    delictivos.

    La pobreza, la
    marginación, la escasa educación, muchos son
    los factores que orillan a delinquir, a cometer actos criminales.
    Sobre el cambio de mentalidad, sobre el trabajo permanente de la
    comunidad,
    sobre la honradez, sobre la entrega de la comunidad pero
    indispensablemente sobre el combate y aniquilación de la
    corrupción
    gubernamental. No puede verse más el gobierno como una
    forma de enriquecerse. Es preciso que el gobierno se comprometa
    con el pueblo a utilizar los recursos
    oficiales para lo que están destinados, que no haya
    desvíos, que se transparente el gasto y por otra parte,
    ésta, indispensable, que se le permita al pueblo
    involucrarse en los gobiernos del país. Lo mismo
    participando directamente que exigiéndole a las
    autoridades que cumplan lo prometido y sean honestos.

    La tarea no es sencilla. Requiere de mucha
    preparación y de tiempo pero nunca es tarde para empezar.
    Se dice que terminó la era de la corrupción y de
    los malos gobiernos, pero hoy por hoy, los partidos
    políticos, todos en lo general y en lo individual,
    unos más y otros también, carecen de credibilidad,
    paran por una severa crisis que
    puede permitir la llegada al poder de la ciudadanía sin
    filiación política.

    El pueblo está cansado de tantas promesas de
    tantos insultos entre partidos. Quiere gobiernos honestos,
    emanados de la ciudadanía, que conozca sus problemas, los
    viva y los comparta, que se a un fiel representante del
    pueblo.

    Los partidos políticos tienen que cambiar
    actitudes o
    nadie más creerá en ellos.

    El pueblo anda buscando una opción verdadera. Por
    eso está cambiando de opinión en busca del camino
    que sea el adecuado. El que nos lleve a lograr mejores niveles de
    vida, que haya más educación, que tengamos una
    economía
    sólida, estable y que permita el progreso de la
    ciudadanía en su conjunto evitando la pobreza y la
    marginación por que con ello seguramente,
    disminuirán los índices delictivos y
    aumentará el bienestar de la sociedad.

     

     

    Jorge Ceballos

     

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