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El Valle de Elqui




Enviado por granapezoa



    1. El valle de Coquimbo (Siglo
      XVI)
    2. Elqui en el Silgo
      XVIII
    3. Un valle de Chile a comienzos del
      Siglo XIX
    4. Palabras
      finales.
    5. Notas.
    6. Bibliografía.

    Introducción

    Como es sabido por muchos, el valle de Elqui ha sido
    habitado por el ser humano desde hace ya varios milenios. Sin
    embargo es difícil identificar y establecer ciertas
    continuidades culturales y ambientales de la zona en
    épocas tan remotas. Es por ello que en este
    artículo daremos cuenta de ciertas "impresiones" o
    "percepciones" del entorno humano y natural del valle y de La
    Serena, registradas por viajeros que recorrieron estas tierras
    entre fines del siglo XVI y comienzos del XIX. Debemos tener
    presente que en muchos de los relatos hay evidentes faltas de
    ortografía, lo cual obedece a una
    trascripción literal de los textos originales que han sido
    publicados hasta la fecha. No realizo mayores interpretaciones de
    los relatos, con la intención de que sea el mismo lector
    quien vea que cosas han cambiado y que elementos continúan
    presentes en estas tierras. Por último, si alguien desea
    profundizar aún más en el tema, puede consultar la
    bibliografía
    entregada al final del texto.

    El valle de Coquimbo
    (Siglo XVI)

    Uno de los primeros cronistas que se refirió al
    valle de Elqui fue Jerónimo de Vivar. Este militar cuando
    se refiere al valle del Río Coquimbo nos plantea lo
    siguiente:

    "Este valle de Coquimbo a vistoso e ancho, más
    que ninguno de los que he dicho. Corre vn rrio por él
    (…).Este valle es de constelación e temple diferentes de
    los que he dicho, porque de aquí comienza la tierra que
    llueve, no tanto que las comidas se criasen con el agua, sy no
    las ayudasen con rregallas con las acequias. Es el ynvierno
    d’este valle desde abril hasta agosto. No haze frio
    demasyado, ni el verano, demasiado calor(…).Dase mayz frisoles y papas y quinoa y
    zapallos. E darse an todas las plantas y
    arboles de
    nuestra España y
    ortaliza que en él se pusiere(…). En este valle ay muy
    grandes minas de oro, son trabajosas de sacar por faltar el
    agua y estar
    lejos el rrio(…).En algunas partes d’este valle ay
    algarrobos, y en algunas partes ay chañares. Ay salces e
    hay mucho arrayahan. Ay por fuera del valle en lo alto e lomas
    vnos arboles a manera de madroños, es muy buena
    leña para el fuego. Ay muchas yeruas de nuestra
    España. Tiene metales e
    cobre e de
    otras suertes." (Vivar, 1979 [1558]:43-44).

    Una segunda referencia es el informe de don
    Miguel de Olaverría sobre el Reino de Chile, quien
    nos entrega una visión de la zona en momentos en que ya se
    ha consolidado el asentamiento hispano. El nos dice:

    "La ciudad de La Serena está en 28 grados. Es
    puerto de mar y tiene dos surgideros buenos, no tiene 400 indios
    naturales y los demás que le sirven son de las
    demás provincias, forzados casi en servidumbre de esclavos
    y asi respecto de los pocos indios no se tiene provecho de la
    riqueza grande de oro que hay en los términos de esta
    ciudad, de manera que todos los indios que se echan en las minas
    sacan 6 tomines y a un peso de oro cada día y por hombres
    curiosos se ha hecho cuenta que si tanta gente se ocupara en la
    dicha ciudad de La Serena en sacar oro como la que se ocupa en
    Potosí en el cerro e ingenio sería igual el
    interés
    de La Serena al de Potosí. Es la tierra de buen
    temple, muy fertil y de buenos mantenimientos y llueve poco, hay
    grandisima cantidad de cobre y plomo en su distrito. Hallaron los
    primeros conquistadores esta tierra muy poblada de indios y con
    el largo tiempo y mucho
    trabajo que les han dado los españoles se han consumido y
    acabado y venido en esta disminución." ( Olaverría,
    1960[1594]:391)

    El capitán Pedro Mariño de Lovera nos
    entrega una visión que complementa y enriquece las
    anteriores. Entre otras cosas nos dice:

    "Esta ciudad y toda su comarca es maravillosa, no hai
    montaña de madera sino es
    mui lejos, aunque junto a la ciudad hai gran cantidad de madera
    que llaman el palo santo, y por otro nombre guayacan. Hai en sus
    términos minas mui ricas de oro, y en especial las que
    llaman de Andacollo(…).Hai en esta ciudad muchas plantas, y
    árboles
    de frutas de España, y vino en cantidad; no llueve en todo
    el año en todos sus confines, sino muy poco en mayo y
    junio". (Mariño de Lovera,1865 [1595]:77-79)

    Elqui en el Silgo
    XVIII

    Freizier en su viaje por Sudamérica a comienzos
    del siglo XVIII, da cuenta de interesantes aspectos de las costas
    y ciudades chilenas. Dedica varias páginas a La Serena y
    Coquimbo, describiendo algunas de las características de la sociedad y
    economía
    de la época. Si bien no se refiere directamente al valle,
    al momento de señalar algunas "particularidades" de la
    zona nos dice:

    "No debo olvidar algunas particularidades del
    país, que he sabido del guardián de los
    franciscanos de Coquimbo. La primera es que a diez leguas del Sur
    de la ciudad, se ve una piedra negruzca donde corre una fuente
    una vez al mes únicamente parecida a una parte del
    cuerpo humano
    i a la cual imita en sus desbordes regulares. Esta agua deja
    sobre la piedra una mancha blanca.

    La segunda es que cerca de la hacienda de la Marquesa, a
    diez leguas al Este de la ciudad, se vé una piedra gris de
    color mina de
    plomo unida a una especie de tabla sobre la cual se dibuja
    perfectamente un zapato i un morrion de color rojo que penetra
    mui adentro en la piedra, la que se ha cortado espresamente en
    ciertos puntos para que mejor se vea.

    La tercera es que, en un valle, hai una pequeña
    estension de llanura, sobre la cual, el que se duerme, al
    despertar se encuentra todo inchado, lo que no sucede a algunos
    pasos de ahí" (Freizier, 1902 [1716]:126-127)

    Otra descripción, algo más profusa, nos
    las entrega Víctor Ibañes de Corbera, quien
    señala al respecto:

    "Los principales Ríos de este Partido son el de
    Coquimbo que pasa arrimado a esta ciudad y que siempre tiene
    bastante agua. Nace en la cordillera a distancia de 40 leguas de
    la costa, solo le entran a 35 leguas del mar dos ríos uno
    corre siempre turbio, y otros mui claro, que son sus nombres.
    Todo este hermoso valle esta poblado por un lado y otro del
    río, en el de Elqui abundan las viñas, higos y toda
    fruta de España y por la parte del mar (hasta) distancia
    de 12 leguas potreros de engorda y tierras de pan
    llevar.

    Ya dije que este Partido producía la mayor parte
    de las frutas de España, y ahora añado que en la
    Ciudad y Río se cosecha aceitunas que aunque no mucha su
    aceite es tan bueno como el de Provenza. También produce
    lúcumas, plátanos y chirimoyas que se han
    traído desde Lima.

    El temperamento de esta ciudad es casi igual todo el
    año no molesta el paño, no se experimentan vientos
    recios, la mayor parte del año está nublado, y
    juzgo que es el país más propenso al sueño
    que hay en el mundo por lo que sus habitantes se entregan a
    él generalmente y su carácter
    tiene mucho de flojos. Llueve muy poco y los mayores fríos
    son los actuales. Es país muy sano, no se conocen las
    pestes, ni aun la viruela, y lo que más se padece es el
    accidente que aquí se nombra pasmo, que proviene de los
    aires de mar y cordillera (…)". ( Ibañes de Corbera,
    1790, citado por Ampuero, 1998:105-114)

    Un registro dedicado
    a La Serena, pero que en parte refleja una percepción
    bastante positiva de la realidad local, es la que entrega
    Malaspina (1790) en su expedición por las costas de Chile.
    Este hispano nos dice:

    "La situación de la ciudad no puede ser un
    más amena ni más cómoda: la vista
    de la Marina; la abundancia de aguas cristalinas; las llanuras
    inmediatas, todas capaces de riego, un río caudaloso,
    aunque sin riesgo de
    inundaciones; el cual, al mismo tiempo, fecundiza los campos y
    dá varias acequias para molinos y trapiches; las minas no
    distantes, y ricas; el puerto excelente, la mar abundante de
    peces, los
    alimentos
    sabrosos y baratos; y el clima
    agradablemente templado y uniforme en todo el año, forman
    uno de aquellos enlaces maravillosos de la Naturaleza, que
    parecían mas bien ficciones poéticas que realidad,
    a los que ciñan sus combinaciones al solo examen de una
    parte no la más feliz del Globo" (Malaspina, 1790, citado
    por Soler, 1999:78).

    Un valle de Chile a
    comienzos del Siglo XIX

    Julián Mellet (1822) nos entrega una
    descripción más específica al área
    interior del valle de Elqui, lo cual es de gran valor, ya que
    la mayoría de los autores citados anteriormente
    hacían referencia a la ciudad de La Serena y sus
    alrededores. Este autor nos plantea lo siguiente:

    "Los valles de Elqui, suministran en abundancia los
    mismos productos que
    los de Hurtado; es tan fértil el suelo que
    podría llamarse el jardín de la fecundidad, pues
    creo que en parte alguna y aún menos en Europa se
    encuentran semejantes: se diría que la naturaleza ha
    escogido particularmente este país para prodigarle sus
    dones. En otras partes los cultivadores se dan más o menos
    el trabajo
    para sacar frutos de la tierra; pero en toda la extensión
    de este llano no tienen otro trabajo que sembrar y cosechar; son
    los únicos afanes; la fertilidad del suelo les ahorra lo
    demás, en otras partes más indispensable. Hacen
    gran comercio con
    los vinos y frutas secas que provienen de sus cosechas, de
    hermosura y gusto superiores, que envían a otros
    países.

    El llano de Elqui está situado a lo largo y al
    pie de montañas muy elevadas, que se extienden hasta el
    mar, y siempre cubiertas de nieve por lo que principalmente en
    invierno, el país es frío; pero en verano goza de
    todas las distracciones: el panorama que ofrece el país es
    encantador, por el pintoresco contraste de la verdura y las
    áridas y escarpadas rocas". (Mellet,
    1822, citado por Ampuero, 1998:119-120).

    Charles Darwin, en sus
    viajes por el
    mundo, visitó la zona durante la segunda quincena del mes
    de mayo de 1835. Recorrió algunos lugares tomando nota de
    interesantes aspectos naturales y humanos. De ello rescatamos lo
    siguiente:

    "Llegamos a Coquimbo, donde permanecemos algunos
    días. La ciudad no tiene nada de notable, excepto
    quizá su extrema tranquilidad; tiene, según dicen
    de 6.000 a 8.000 habitantes. El 17, de madrugada, cae un ligero
    chubasco que dura cinco horas; es la primera vez que llueve este
    año. Los campesinos que cultivan trigo cerca de la costa,
    don el terreno es algo más húmedo, se aprovechan de
    este aguacero para laborar sus tierras; las sembrarán
    después del segundo aguacero, y si por suerte cae un
    tercero, efectuarán una excelente cosecha en primavera.
    Nada más interesante que observar el efecto producido por
    esas pocas gotas de agua. Doce horas después ya no se
    notaban y el suelo parecía tan seco como antes; y, sin
    embargo, diez días más tarde se veía como un
    matiz verde en todas las colinas; la hierba salía
    acá y allá en fibras tan finas como cabellos y de
    más de una pulgada de longitud. Antes de caer esa lluvia
    toda la superficie del país estaba desprovista de
    vegetación."

    "Llegamos al fértil valle de Coquimbo, que
    recorremos hasta una hacienda que pertenece a don José;
    pasamos en ella un día. Después voy a visitar un
    lugar situado a una jornada de marcha; se me había dicho
    que encontraría conchas y habas petrificadas,
    verdaderamente hay conchas, pero las habas son guijarros de
    cuarzo. Sin embargo no perdí mi tiempo, porque vi muchos
    pueblecitos y pude contemplar admirables tierras cultivadas de
    este valle. Además, el paisaje es magnífico en todo
    sentido; se está muy cerca de la Cordillera principal, y
    las colinas empiezan a tener una gran elevación.(…).Los
    higos y las uvas de este distrito tienen un gran nombre,
    así es que hay plantaciones considerables de higueras y de
    vides. Al norte de Quillota, es quizá el valle de Coquimbo
    (o valle de Elqui) el más productivo: cuenta, según
    creo, con 25.000 habitantes, comprendiendo la ciudad de Coquimbo,
    adonde regresé con don José al día
    siguiente". (Darwin, 1995[1845]:248,254-255)

    Palabras
    finales.

    Los informes que
    nos entregan estos cronistas y viajeros, constituyen una base
    geográfico-histórica rica en antecedentes que
    permiten realizar una visión retrospectiva de las
    condiciones sociales y naturales que caracterizaban al valle y La
    Serena. Son muchos los elementos que sin duda han cambiado, pero
    también es cierto que otras cosas permanecen casi
    inamovibles en el paisaje y cultura
    local.

    Notas.

    (1) Este trabajo forma parte de mi Seminario de
    Titulo "Características geográficas e
    históricas de la ocupación del espacio en el valle
    de Elqui entre los siglos XV y XVIII", realizado con al apoyo de
    mi Profesor Guía Sr. Waldo Ríos B., durante el 2001
    en la Universidad de
    Tarapacá, Arica – Chile.

    (2) Profesor de Historia y Geografía, Museo
    Gabriela Mistral de Vicuña. Instructor Observatorio
    Comunal Cerro Mamalluca, Vicuña – Chile.

    Bibliografía.

    1. AMPUERO, G.1998. La Serena en la Región de
      Coquimbo: En busca de la identidad
      perdida. Fondart, Ediciones LOM, Santiago. 142p
    2. DARWIN, Ch. 1995 (1839). Darwin en Chile
      (1832-1835),Viaje de un Naturalista alrededor del Mundo.
      Colección Imagen de
      Chile, Editorial Universitaria, Santiago. 341p
    3. FREIZIER, M. 1902 (1716). Relación del viaje
      por el mar del sur a las costas de Chile y el Perú.
      Imprenta Mejía, Santiago. 176p
    4. MARIÑO de Lovera, P. 1865 (1595).
      Crónica del reino de Chile. En Colección de
      Historiadores de Chile y Documentos
      Relativos a la Historia Nacional (CHCh), Tomo VI,
      Santiago.
    5. OLAVERRIA, M. 1960 (1594). Informe de don Miguel
      Olaverría sobre el reino de Chile, sus indios y sus
      guerras. En
      Colección de Documentos Inéditos para la Historia
      de Chile (CDIHCh), Segunda serie, Tomo IV 1590-1594, Fondo
      Histórico y Bibliográfico J.T. Medina, Santiago.
      pp390-422
    6. SOLER, E. 1999. La aventura de Malaspina. Ediciones
      B, Barcelona. 351p
    7. VIVAR, J. 1979 (1558). Crónica y
      relación copiosa y verdadera de los reinos de Chile.
      Edición de Leopoldo Saez Godoy,
      Berlín.

     

     

    Fernando Graña Pezoa

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