- El valle de Coquimbo (Siglo
XVI) - Elqui en el Silgo
XVIII - Un valle de Chile a comienzos del
Siglo XIX - Palabras
finales. - Notas.
- Bibliografía.
Como es sabido por muchos, el valle de Elqui ha sido
habitado por el ser humano desde hace ya varios milenios. Sin
embargo es difícil identificar y establecer ciertas
continuidades culturales y ambientales de la zona en
épocas tan remotas. Es por ello que en este
artículo daremos cuenta de ciertas "impresiones" o
"percepciones" del entorno humano y natural del valle y de La
Serena, registradas por viajeros que recorrieron estas tierras
entre fines del siglo XVI y comienzos del XIX. Debemos tener
presente que en muchos de los relatos hay evidentes faltas de
ortografía, lo cual obedece a una
trascripción literal de los textos originales que han sido
publicados hasta la fecha. No realizo mayores interpretaciones de
los relatos, con la intención de que sea el mismo lector
quien vea que cosas han cambiado y que elementos continúan
presentes en estas tierras. Por último, si alguien desea
profundizar aún más en el tema, puede consultar la
bibliografía
entregada al final del texto.
El valle de Coquimbo
(Siglo XVI)
Uno de los primeros cronistas que se refirió al
valle de Elqui fue Jerónimo de Vivar. Este militar cuando
se refiere al valle del Río Coquimbo nos plantea lo
siguiente:
"Este valle de Coquimbo a vistoso e ancho, más
que ninguno de los que he dicho. Corre vn rrio por él
(…).Este valle es de constelación e temple diferentes de
los que he dicho, porque de aquí comienza la tierra que
llueve, no tanto que las comidas se criasen con el agua, sy no
las ayudasen con rregallas con las acequias. Es el ynvierno
d’este valle desde abril hasta agosto. No haze frio
demasyado, ni el verano, demasiado calor(…).Dase mayz frisoles y papas y quinoa y
zapallos. E darse an todas las plantas y
arboles de
nuestra España y
ortaliza que en él se pusiere(…). En este valle ay muy
grandes minas de oro, son trabajosas de sacar por faltar el
agua y estar
lejos el rrio(…).En algunas partes d’este valle ay
algarrobos, y en algunas partes ay chañares. Ay salces e
hay mucho arrayahan. Ay por fuera del valle en lo alto e lomas
vnos arboles a manera de madroños, es muy buena
leña para el fuego. Ay muchas yeruas de nuestra
España. Tiene metales e
cobre e de
otras suertes." (Vivar, 1979 [1558]:43-44).
Una segunda referencia es el informe de don
Miguel de Olaverría sobre el Reino de Chile, quien
nos entrega una visión de la zona en momentos en que ya se
ha consolidado el asentamiento hispano. El nos dice:
"La ciudad de La Serena está en 28 grados. Es
puerto de mar y tiene dos surgideros buenos, no tiene 400 indios
naturales y los demás que le sirven son de las
demás provincias, forzados casi en servidumbre de esclavos
y asi respecto de los pocos indios no se tiene provecho de la
riqueza grande de oro que hay en los términos de esta
ciudad, de manera que todos los indios que se echan en las minas
sacan 6 tomines y a un peso de oro cada día y por hombres
curiosos se ha hecho cuenta que si tanta gente se ocupara en la
dicha ciudad de La Serena en sacar oro como la que se ocupa en
Potosí en el cerro e ingenio sería igual el
interés
de La Serena al de Potosí. Es la tierra de buen
temple, muy fertil y de buenos mantenimientos y llueve poco, hay
grandisima cantidad de cobre y plomo en su distrito. Hallaron los
primeros conquistadores esta tierra muy poblada de indios y con
el largo tiempo y mucho
trabajo que les han dado los españoles se han consumido y
acabado y venido en esta disminución." ( Olaverría,
1960[1594]:391)
El capitán Pedro Mariño de Lovera nos
entrega una visión que complementa y enriquece las
anteriores. Entre otras cosas nos dice:
"Esta ciudad y toda su comarca es maravillosa, no hai
montaña de madera sino es
mui lejos, aunque junto a la ciudad hai gran cantidad de madera
que llaman el palo santo, y por otro nombre guayacan. Hai en sus
términos minas mui ricas de oro, y en especial las que
llaman de Andacollo(…).Hai en esta ciudad muchas plantas, y
árboles
de frutas de España, y vino en cantidad; no llueve en todo
el año en todos sus confines, sino muy poco en mayo y
junio". (Mariño de Lovera,1865 [1595]:77-79)
Freizier en su viaje por Sudamérica a comienzos
del siglo XVIII, da cuenta de interesantes aspectos de las costas
y ciudades chilenas. Dedica varias páginas a La Serena y
Coquimbo, describiendo algunas de las características de la sociedad y
economía
de la época. Si bien no se refiere directamente al valle,
al momento de señalar algunas "particularidades" de la
zona nos dice:
"No debo olvidar algunas particularidades del
país, que he sabido del guardián de los
franciscanos de Coquimbo. La primera es que a diez leguas del Sur
de la ciudad, se ve una piedra negruzca donde corre una fuente
una vez al mes únicamente parecida a una parte del
cuerpo humano
i a la cual imita en sus desbordes regulares. Esta agua deja
sobre la piedra una mancha blanca.
La segunda es que cerca de la hacienda de la Marquesa, a
diez leguas al Este de la ciudad, se vé una piedra gris de
color mina de
plomo unida a una especie de tabla sobre la cual se dibuja
perfectamente un zapato i un morrion de color rojo que penetra
mui adentro en la piedra, la que se ha cortado espresamente en
ciertos puntos para que mejor se vea.
La tercera es que, en un valle, hai una pequeña
estension de llanura, sobre la cual, el que se duerme, al
despertar se encuentra todo inchado, lo que no sucede a algunos
pasos de ahí" (Freizier, 1902 [1716]:126-127)
Otra descripción, algo más profusa, nos
las entrega Víctor Ibañes de Corbera, quien
señala al respecto:
"Los principales Ríos de este Partido son el de
Coquimbo que pasa arrimado a esta ciudad y que siempre tiene
bastante agua. Nace en la cordillera a distancia de 40 leguas de
la costa, solo le entran a 35 leguas del mar dos ríos uno
corre siempre turbio, y otros mui claro, que son sus nombres.
Todo este hermoso valle esta poblado por un lado y otro del
río, en el de Elqui abundan las viñas, higos y toda
fruta de España y por la parte del mar (hasta) distancia
de 12 leguas potreros de engorda y tierras de pan
llevar.
Ya dije que este Partido producía la mayor parte
de las frutas de España, y ahora añado que en la
Ciudad y Río se cosecha aceitunas que aunque no mucha su
aceite es tan bueno como el de Provenza. También produce
lúcumas, plátanos y chirimoyas que se han
traído desde Lima.
El temperamento de esta ciudad es casi igual todo el
año no molesta el paño, no se experimentan vientos
recios, la mayor parte del año está nublado, y
juzgo que es el país más propenso al sueño
que hay en el mundo por lo que sus habitantes se entregan a
él generalmente y su carácter
tiene mucho de flojos. Llueve muy poco y los mayores fríos
son los actuales. Es país muy sano, no se conocen las
pestes, ni aun la viruela, y lo que más se padece es el
accidente que aquí se nombra pasmo, que proviene de los
aires de mar y cordillera (…)". ( Ibañes de Corbera,
1790, citado por Ampuero, 1998:105-114)
Un registro dedicado
a La Serena, pero que en parte refleja una percepción
bastante positiva de la realidad local, es la que entrega
Malaspina (1790) en su expedición por las costas de Chile.
Este hispano nos dice:
"La situación de la ciudad no puede ser un
más amena ni más cómoda: la vista
de la Marina; la abundancia de aguas cristalinas; las llanuras
inmediatas, todas capaces de riego, un río caudaloso,
aunque sin riesgo de
inundaciones; el cual, al mismo tiempo, fecundiza los campos y
dá varias acequias para molinos y trapiches; las minas no
distantes, y ricas; el puerto excelente, la mar abundante de
peces, los
alimentos
sabrosos y baratos; y el clima
agradablemente templado y uniforme en todo el año, forman
uno de aquellos enlaces maravillosos de la Naturaleza, que
parecían mas bien ficciones poéticas que realidad,
a los que ciñan sus combinaciones al solo examen de una
parte no la más feliz del Globo" (Malaspina, 1790, citado
por Soler, 1999:78).
Un valle de Chile a
comienzos del Siglo XIX
Julián Mellet (1822) nos entrega una
descripción más específica al área
interior del valle de Elqui, lo cual es de gran valor, ya que
la mayoría de los autores citados anteriormente
hacían referencia a la ciudad de La Serena y sus
alrededores. Este autor nos plantea lo siguiente:
"Los valles de Elqui, suministran en abundancia los
mismos productos que
los de Hurtado; es tan fértil el suelo que
podría llamarse el jardín de la fecundidad, pues
creo que en parte alguna y aún menos en Europa se
encuentran semejantes: se diría que la naturaleza ha
escogido particularmente este país para prodigarle sus
dones. En otras partes los cultivadores se dan más o menos
el trabajo
para sacar frutos de la tierra; pero en toda la extensión
de este llano no tienen otro trabajo que sembrar y cosechar; son
los únicos afanes; la fertilidad del suelo les ahorra lo
demás, en otras partes más indispensable. Hacen
gran comercio con
los vinos y frutas secas que provienen de sus cosechas, de
hermosura y gusto superiores, que envían a otros
países.
El llano de Elqui está situado a lo largo y al
pie de montañas muy elevadas, que se extienden hasta el
mar, y siempre cubiertas de nieve por lo que principalmente en
invierno, el país es frío; pero en verano goza de
todas las distracciones: el panorama que ofrece el país es
encantador, por el pintoresco contraste de la verdura y las
áridas y escarpadas rocas". (Mellet,
1822, citado por Ampuero, 1998:119-120).
Charles Darwin, en sus
viajes por el
mundo, visitó la zona durante la segunda quincena del mes
de mayo de 1835. Recorrió algunos lugares tomando nota de
interesantes aspectos naturales y humanos. De ello rescatamos lo
siguiente:
"Llegamos a Coquimbo, donde permanecemos algunos
días. La ciudad no tiene nada de notable, excepto
quizá su extrema tranquilidad; tiene, según dicen
de 6.000 a 8.000 habitantes. El 17, de madrugada, cae un ligero
chubasco que dura cinco horas; es la primera vez que llueve este
año. Los campesinos que cultivan trigo cerca de la costa,
don el terreno es algo más húmedo, se aprovechan de
este aguacero para laborar sus tierras; las sembrarán
después del segundo aguacero, y si por suerte cae un
tercero, efectuarán una excelente cosecha en primavera.
Nada más interesante que observar el efecto producido por
esas pocas gotas de agua. Doce horas después ya no se
notaban y el suelo parecía tan seco como antes; y, sin
embargo, diez días más tarde se veía como un
matiz verde en todas las colinas; la hierba salía
acá y allá en fibras tan finas como cabellos y de
más de una pulgada de longitud. Antes de caer esa lluvia
toda la superficie del país estaba desprovista de
vegetación."
"Llegamos al fértil valle de Coquimbo, que
recorremos hasta una hacienda que pertenece a don José;
pasamos en ella un día. Después voy a visitar un
lugar situado a una jornada de marcha; se me había dicho
que encontraría conchas y habas petrificadas,
verdaderamente hay conchas, pero las habas son guijarros de
cuarzo. Sin embargo no perdí mi tiempo, porque vi muchos
pueblecitos y pude contemplar admirables tierras cultivadas de
este valle. Además, el paisaje es magnífico en todo
sentido; se está muy cerca de la Cordillera principal, y
las colinas empiezan a tener una gran elevación.(…).Los
higos y las uvas de este distrito tienen un gran nombre,
así es que hay plantaciones considerables de higueras y de
vides. Al norte de Quillota, es quizá el valle de Coquimbo
(o valle de Elqui) el más productivo: cuenta, según
creo, con 25.000 habitantes, comprendiendo la ciudad de Coquimbo,
adonde regresé con don José al día
siguiente". (Darwin, 1995[1845]:248,254-255)
Los informes que
nos entregan estos cronistas y viajeros, constituyen una base
geográfico-histórica rica en antecedentes que
permiten realizar una visión retrospectiva de las
condiciones sociales y naturales que caracterizaban al valle y La
Serena. Son muchos los elementos que sin duda han cambiado, pero
también es cierto que otras cosas permanecen casi
inamovibles en el paisaje y cultura
local.
(1) Este trabajo forma parte de mi Seminario de
Titulo "Características geográficas e
históricas de la ocupación del espacio en el valle
de Elqui entre los siglos XV y XVIII", realizado con al apoyo de
mi Profesor Guía Sr. Waldo Ríos B., durante el 2001
en la Universidad de
Tarapacá, Arica – Chile.
(2) Profesor de Historia y Geografía, Museo
Gabriela Mistral de Vicuña. Instructor Observatorio
Comunal Cerro Mamalluca, Vicuña – Chile.
- AMPUERO, G.1998. La Serena en la Región de
Coquimbo: En busca de la identidad
perdida. Fondart, Ediciones LOM, Santiago. 142p - DARWIN, Ch. 1995 (1839). Darwin en Chile
(1832-1835),Viaje de un Naturalista alrededor del Mundo.
Colección Imagen de
Chile, Editorial Universitaria, Santiago. 341p - FREIZIER, M. 1902 (1716). Relación del viaje
por el mar del sur a las costas de Chile y el Perú.
Imprenta Mejía, Santiago. 176p - MARIÑO de Lovera, P. 1865 (1595).
Crónica del reino de Chile. En Colección de
Historiadores de Chile y Documentos
Relativos a la Historia Nacional (CHCh), Tomo VI,
Santiago. - OLAVERRIA, M. 1960 (1594). Informe de don Miguel
Olaverría sobre el reino de Chile, sus indios y sus
guerras. En
Colección de Documentos Inéditos para la Historia
de Chile (CDIHCh), Segunda serie, Tomo IV 1590-1594, Fondo
Histórico y Bibliográfico J.T. Medina, Santiago.
pp390-422 - SOLER, E. 1999. La aventura de Malaspina. Ediciones
B, Barcelona. 351p - VIVAR, J. 1979 (1558). Crónica y
relación copiosa y verdadera de los reinos de Chile.
Edición de Leopoldo Saez Godoy,
Berlín.
Fernando Graña Pezoa