Ateísmos de la
liberación
- Karl Marx
(1818-1883) - F. Engels
(1820-1895) - Lenin (Vladimir Il'ic Ulianov,
1870-1924) - Marxismo
soviético - Neomarxismo
- Sugerencias para presentar hoy la
imagen de Dios - Compromiso con la
historia - Bibliografía
consultada
Leyendo las ideas de Marx he notado
que es central para entender una corriente de pensamiento
qué entiende sobre el hombre,
qué concepto tiene de
él. Si quisiera resumir lo medular de estas ideas,
tendría que partir de la pregunta: ¿qué
(aunque lo ideal sería decir quién) es el hombre? Antes
que nada el hombre no
es considerado en sí mismo, sino parte de una determinada
sociedad.
Hay que entender primero que el objeto del
materialismo histórico es el devenir del hombre, es
decir, de la sociedad. El
fundamento de la sociedad es la estructura
económica, y cualquier otra estructura es
un reflejo de la estructura económica. Los factores
principales que determinan la historia humana son materiales. Y
desde esta base, la opción liberadora pasaría por
la opción materialista, centrada en el hombre como ser
histórico, inserto en unas determinadas relaciones
económicas de producción. Marx afirma que el dominio material,
el poder
económico (la infraestructura) se refleja en el dominio en las
ideas, en la producción espiritual (superestructura).
Sobre la base económica, entonces, se elevaría la
superestructura de la vida social, política e
intelectual. Y al analizar la realidad, Marx observa que la clase
que ejerce el poder material
dominante en la sociedad es su poder espiritual dominante, son
sus ideas las dominantes de cada época.
Marx ve al hombre desde este punto de vista: inserto en
las relaciones de producción. Esto es lo que Marx ve
cuando analiza la realidad; es decir, reduce la realidad, reduce
al hombre. El ser del hombre depende de su posición de
proletario o propietario. Solamente cuando no haya clases
sociales (final esperado de la revolución) se podrá hablar del
reino de la libertad, del
verdadero humanismo. El
hombre será hombre cuando se dé la
liberación económica y social, cuando se derriben
los mecanismos de las relaciones de producción propios de
la sociedad capitalista. Pues el fundamento de la infelicidad del
hombre es para Marx la alienación socioeconómica de
los proletarios.
Lo colectivo será el fruto de la victoria final
del comunismo. Y el
hombre se realizará perfectamente tan sólo en la
última fase de la historia humana, es decir,
en la sociedad comunista perfecta.
A primera vista parece muy positivo que Marx analice y
delate la opresión del obrero (división de las
relaciones de producción en propietarios y proletarios;
extrañeza del trabajador ante su actividad; la vida como
simple medio de subsistencia; el estado como
instrumento de los propietarios: alienación política de los
ciudadanos sometidos).
A mi entender, lo que hace esencialmente ateo su
análisis es la relación que Marx
plantea con la religión,
calificándola como una alienación más
profunda, más radical, más peligrosa, derivada de
la socioeconómica (reflejo de lo social y
económico; proyección que el obrero oprimido hace
en Dios de su humanidad; consuelo mistificado –el opio, el
tranquilizante del pueblo- y forma de protesta ante el
sufrimiento).
La infelicidad del hombre, la miseria, lo
empujaría a alienarse en Dios. Una alienación que,
según Marx, sería superada al cambiar las
condiciones socioeconómicas que la generan. La
solución vendría de la economía: cuanto
más perfecto se haga el orden económico, cuanto
más someta el hombre a la naturaleza, tanto
menos conservará la religión un derecho a
la existencia. Según Marx, el comunismo, en
cuanto superación de la propiedad
privada, será la reivindicación de la vida humana
como propiedad de
sí misma; del mismo modo que el ateísmo es el
humanismo
conciliado consigo mismo, mediante la superación de Dios y
de la religión.
Dios no es necesario y los principios
sociales del cristianismo
son vistos como obstáculo para la liberación,
entendiendo la religión como invento del hombre "que
aún no se ha ganado para sí mismo o que ya ha
vuelto a perderse", como un escape hacia una vida futura y
evasión del esfuerzo para desarrollar la propia humanidad
en la existencia real. Desde esta perspectiva, Marx atribuye a
los principios
cristianos la justificación de todas las infamias contra
la clase obrera, afirmando, entre otras cosas, que: defienden la
opresión del proletariado; trasladan al cielo la
corrección de todas las infamias de la clase gobernante,
justificando estas infamias en la tierra;
declaran que los actos contra los oprimidos son o el castigo
justo del pecado o pruebas que el
Señor impone a los redimidos; predican la cobardía,
el desprecio de sí mismo, la humillación, el
desaliento… La Palabra y la Doctrina me muestran la
equivocación que hay en estas afirmaciones. Es más,
si así fueran los principios cristianos yo tampoco los
defendería. En Marx aparecen desdibujados, pues justamente
el fin de los verdaderos principios es el bien y la felicidad
verdadera del hombre, su elevación a la dignidad de hijos
de Dios y la liberación de toda esclavitud.
Coincido aquí con esa expresión del patriarca
Máximo IV en el Vaticano II: "Yo tampoco creo en el Dios
en que los ateos no creen." Si bien es cierto que en casos
concretos se vive una religión viciada, instrumentalizada,
esto no puede generalizarse y reducirse el fenómeno
religioso en tan estrechos límites.
Me parece acertado proponer que si se quiere hacer sociología de la religión
habría que abarcar más profundamente el hecho
religioso, con seriedad y sin prejuicios. Aunque, a mi criterio,
un conocimiento
sin amor, que no
llegue hasta el corazón de
la religión, hasta la alianza, no alcanzará a
comprender su riqueza y profundidad.
Hay toda una filosofía en Marx, que no queda en
el plano de las ideas, que tiene que ver con una
práctica, con una forma de vivir: para afirmar al
hombre hay que negar a Dios. La referencia última, el
problema de la verdad, está siempre en el obrar humano, en
la praxis, en la "terrenalidad"; queda excluida toda normativa
trascendente. El hombre mismo es praxis a través de la
cual logra la autocreación de sí mismo y la
transformación de la naturaleza: el
hombre, trabajando, transforma el mundo, se redobla a sí
mismo, crea el mundo a su propia imagen. Cuando el
hombre con su trabajo crea un mundo nuevo, se crea continuamente
a sí mismo. Al transformar así el mundo, se
transforma a si mismo. Es esta por lo tanto una filosofía
que niega la creación.
Para Marx existe sólo el universo
visible, con sus leyes
cósmicas, eternas e inmutables. Aún el hombre mismo
pertenece a este mundo material, es el ser más
evolucionado, dentro del universo
conocido, pero no se distingue en nada de los demás seres
materiales
existentes, y tiene un ciclo vital que desaparece con la muerte. El
alma por tanto no existe.
El materialismo de
Marx es a la vez evolucionista: toda la realidad está en
un proceso de
evolución perfectiva, que se da en forma de
dialéctica. Toda perfección se logra por la
contraposición de dos tendencias opuestas. Una de esas
fuerzas es la tesis; la
opuesta, antítesis, y de
ellas se logra la síntesis,
que es un paso adelante en el proceso
evolutivo. Hasta que se logre la perfección humana, sin
clases
sociales, sin conflictos, el
proceso dialéctico será necesario e inevitable,
porque es una ley
cósmica.
En este humanismo de la liberación el
hombre es Señor del hombre; entender esto es una exigencia
para "hacer práctica" su autonomía. Su felicidad,
el bien, la ética, la
libertad,
estarían restringidos a este horizonte. Es un humanismo
cerrado a la trascendencia, donde el ateísmo se presenta
como una exigencia El hombre, entonces, no es sólo
reducido a un producto de
las relaciones de producción, sino y lo más grave,
a hombre sin Dios. Pues para Marx la afirmación de la
trascendencia de Dios es la alienación más radical
de la autonomía humana. ¿qué imagen tiene de
Dios? Si su imagen es la del "vampiro que chupa la sangre del
hombre", esta afirmación no es discutible.
¿cuál es la imagen del vínculo Dios y
hombre? Cuando se pide la negación de toda trascendencia
para afirmar al hombre se está pensando en un antagonismo,
en una competencia (
caricatura de dios, reflejo de la antitesis hegeliana
patron/esclavo en un determinado tipo de sociedad). Y el
"esclavo" al sublevarse, al romper este vinculo, afirmaría
su libertad.
La crítica de la religión desemboca en la
doctrina de que el hombre es la esencia suprema para el hombre y,
por consiguiente, en el imperativo categórico de invertir
todas las relaciones en que el hombre sea un ser humillado,
sojuzgado, abandonado y despreciable…
¿Se aliena el hombre cuando se abre a la
trascendencia? Creo que Marx estaba equivocado: la
afirmación del hombre no es contradictoria con la
afirmación de Dios; al contrario, en El está su
fundamento. Algunos sucesos de la historia han hecho evidente que
la alienación, la humillación y el desprecio por el
hombre son frutos de la misma absolutización del hombre,
que es –paradójicamente- su más grande
desvalorización.
Que Engels haya reinterpretado el materialismo
marxiano en clave metafísica-ontológica me parece, en
principio, una agudización de la
confusión.
Marx se centró más en el materialismo
histórico. Engels ahondó en el materialismo
dialéctico.
El materialismo dialéctico, como forma
filosófica de la visión del mundo, niega la
existencia de Dios creador del mundo, considerándolo como
pura invención humana, y por tanto como hipótesis no-científica y hasta
anticientífica. Pone como principio primero y supremo de
todo la materia. La
materia es
eterna, internamente dinámica, en continua evolución. De la materia emana todo,
según las leyes de la
dialéctica, que son sustancialmente las que puso Hegel, o sea, las
de la tesis, de la negación de la tesis y de la
negación de la negación (en Engels, en vez
de la síntesis).
El paso de un momento al otro se realiza a través de un
salto dialéctico. El último salto dialéctico
cualitativo en la evolución habría producido al
hombre, que representa el último fruto del irrefrenable
dinamismo que domina a la materia.
Nos encontramos, entonces, con un materialismo
metafísico que propone directamente el primado
ontológico de la materia sobre la conciencia, un
materialismo dialéctico y evolucionista, de
inflexión positivista, que podría resumirse en los
siguientes puntos:
- la unidad del mundo real consiste en su materialidad;
el hombre en el mundo y el mismo mundo son las únicas
realidades. - hasta el hombre es producto de
la naturaleza (lejos se está del concepto de
hombre como persona); - la vida es un simple producto material que se
desarrolla dialécticamente mediante el movimiento,
continuo poner y resolver la contradicción. Y esto es
ley de desarrollo
tanto de la naturaleza, de la historia como del pensamiento. - desde este esquema de pensamiento, no hay necesidad
de una filosofía que esté por encima de las otras
ciencias.
Sólo es necesaria la ciencia
positiva.
Desde un endurecimiento de la relación entre
infraestructura y superestructura en relación a Marx,
Engels afirma que toda clase social tiene su propia moral
particular, resultante de las relaciones económicas. Y de
la religión como "superestructura" tiene una idea
totalmente teñida de este materialismo filosófico:
para él la religión es el reflejo fantástico
que proyectan en la cabeza de los hombres aquellas fuerzas
externas que gobiernan su vida diaria, un reflejo en que las
fuerzas terrenales revisten la forma de poderes sobrenaturales.
En la antigüedad estos objetos reflejados empezaron siendo
las potencias de la naturaleza y luego evolucionaron y los
atributos naturales y sociales de los numerosos dioses se
concentraron en un solo dios omnipotente, que sería
reflejo del hombre abstracto. ¿Dios un reflejo…?
¿un poder extraño que desaparecerá como
reflejo, según Engels, cuando sea el hombre quien proponga
y disponga, y que al desaparecer hará esfumar la
religión porque ya no habrá nada más que
reflejar?
Creo que todas estas ideas son inconsistentes pues
parten de una gran contradicción de base: se está
afirmando la eternidad de la materia.
Lenin (Vladimir Il'ic Ulianov,
1870-1924)
Veíamos que Marx se centró más en
el materialismo
histórico. Engels ahondó en el materialismo
dialéctico. Y fue Lenin (junto con Kausty y Plechanov)
quien realizó su formulación más o menos
definitiva y ortodoxa.
Dentro de esta formulación, la
crítica religiosa que hace Lenin es muy parecida a la
relación que hace Marx entre alienación y
religión. Considera la religión como una de las
formas de opresión espiritual de las masas proletarias,
que serían empujadas por la impotencia a creer en una vida
mejor más allá de la muerte. Creo
también en este caso que se agudiza la confusión
respecto al sentido de la religión, reduciéndosela
a la prédica de la resignación a los explotados (a
través del consuelo con la esperanza celeste) y al
ofrecimiento de una fácil justificación a los
explotadores (a través de la caridad). La religión
sería este opio del pueblo, una especie de aguardiente
espiritual, en el que los esclavos del capital
habrían de ahogar su personalidad
humana y sus reivindicaciones de una vida digna del hombre.
Pienso de qué personalidad
humana se está hablando en una corriente de pensamiento
donde se ve al hombre como un producto de la naturaleza, fruto de
la evolución constante de la materia.
Lenin tiene sus ideas propias en lo que se refiere a la
lucha contra la religión. En la teoría,
como decíamos, está de acuerdo con Marx cuando
afirma que la religión es el opio del pueblo. Difiere en
el aspecto práctico. Lenin sigue un camino más
propagandístico y demagógico, y se podría
decir más agresivo y violento, contra la religión
cristiana. Este empeño en la "lucha" entra incluso en el
estatuto del Partido Comunista de la URSS –PCUS- (1961), en
su artículo 2: "El miembro del partido está
obligado (…) a mantener una lucha decidida contra (…) los
prejuicios religiosos".
Según Lenin, para el partido la
elección religiosa no es asunto privado (aunque sí
lo sea en relación con el Estado) porque
está constituido por militantes conscientes y el partido
no podría permanecer indiferente ante el obscurantismo y
el embrutecimiento religiosos de los obreros. La estrategia de
lucha que propone es muy peculiar: sostiene que un reconocimiento
explícito del ateísmo del partido obrero o una
declaración de guerra a la
religión tendrían el efecto contrario,
reavivarían el interés
por la religión y retrasarían su extinción.
El partido deberá combatir la religión con la
praxis revolucionaria, con la lucha de clases. Por eso toda
propaganda,
toda prensa, toda
palabra contra la religión tendrá que estar
subordinada a esta lucha.
El papel de Lenin
es importante en la configuración del ateísmo de la
ideología marxista-leninista que fuera la
ideología oficial de la URSS y en otros
países, aunque con algunas diferencias. Lenin se
distanció en varios puntos de Marx y Engels, y el sistema conocido
como "marxismo-leninismo" se consolidó y se fue
haciendo más leninista que marxista.
Se trata del marxismo
"oficial", reflejado en el Estatuto del Partido comunista, en la
Constitución y en la legislación del
"socialismo
real" de la URSS.
Viendo los elementos doctrinales que fueron apropiados y
profesados por el marxismo "oficial" en los países del
"socialismo
real" tras la revolución
de octubre de 1917, podemos mencionar primero que la
ideología soviética está constituida por el
materialismo dialéctico (metafísico), más
herencia de
Engels, de Lenin, que de Marx. Materialismo dialéctico,
que, como está dicho anteriormente, pone como principio
primero y supremo de todo la materia y niega la existencia de
Dios creador del mundo, considerándolo como pura
invención humana.
La materia es eterna, internamente dinámica, en continuo movimiento y
por tanto evolución sin término (aplicación
a la materia de la dialéctica hegeliana tesis,
antítesis, síntesis), , orientándose hacia
formas superiores y ontológicamente más perfectas.
Dentro de esta teoría
materialista, la conciencia es
vista como el último grado de desarrollo de
la materia, como producto y función de
la materia, reproducción indefinida de la realidad
material.
Según la ideología soviética, y
aplicando la relación infraestructura-superestructura al
campo social, el hecho primero es el ser social. Esto
también estaba en los ateísmos anteriores pero
quisiera detenerme aquí sobre este punto que trae
derivaciones realmente nocivas. El hombre no es considerado como
individuo, sino como parte de un colectivo. El individuo es un
reflejo de la estructura de la sociedad a que pertenece. Es
decir que esencia del hombre se identifica con su ser-social,
que por ahí pasa su perfección. Su esfuerzo
debe ser el de hacerse totalmente perteneciente a la sociedad. El
hombre es un puro ser relativo, parte de una totalidad. No
posee desde el nacimiento ningún derecho personal,
natural, congénito e intangible. Existe solamente un tipo
de derecho del ciudadano que procede de fuentes
externas, como el partido, el Estado con
su legislación constitucional, las leyes positivas y las
normas
prescritas. Por tanto, se trata de un positivismo
colectivista absoluto, que siempre está dependiendo de las
condiciones económicas y del querer de otros hombres, los
que están en el poder.
De lo anterior se deriva que el hombre se conoce a
sí mismo a través del conocimiento
que tiene de los demás. Su autoconciencia nace de la
presencia del otro. Este otro no es otro individuo o un
"tú" indivisible, sino precisamente un "nosotros"
colectivo. La conciencia se desarrolla en una relación
abstracta con el colectivo, del que el individuo es una
partícula. La conciencia del individuo es el espejo del
ambiente
social concreto. Y
sería precisamente en la conciencia donde el colectivo
hablaría como norma e imperativo categórico
"objetivo". La
conciencia evoluciona, se forma, progresa al mismo paso que el
progreso del colectivo.
Resumiendo: de lo anterior se deriva que la persona, en
sentido ontológico, no existe. La persona sólo
se entiende en sentido ético, como personalidad; y se hace
tal cuando en la praxis reconoce su ser relativo. Así
pues, el hombre se hace "hombre-sociedad" o bien
"hombre-colectivo"; pero con esto no enriquece su propia persona
a través del enriquecimiento de la comunidad en que
vive, sino que lo recibe todo exclusivamente de la sociedad y lo
da todo a la sociedad. Por tanto, este hombre se aliena a
sí mismo en beneficio de la sociedad,
empobreciéndose cada vez más en lo íntimo de
su ser humano. Pienso dónde está la persona humana
aquí, cuál es el humanismo de esta
ideología.
Supuestamente en el ámbito de lo colectivo
concreto en
que vive, el hombre es libre y responsable. Pero en un sistema
filosófico en donde la materia es la realidad principal,
la primacía corresponde a las leyes sobre la materia, es
decir, a las leyes de la necesidad. A pesar de ello, se habla
como si se estuviera defendido la libertad. En el marxismo
oficial, por otra parte, la libertad de conciencia se entiende
únicamente como libertad de palabra y de prensa, pero
siempre dentro de unos límites
concretos de conformidad con los "intereses del pueblo" y con la
finalidad de consolidar, de desarrollar el bienestar y el
progreso del colectivo.
Lo colectivo será el fruto de la victoria final
del comunismo. El hombre se realizará perfectamente tan
sólo en la última fase de la historia humana, es
decir, en la sociedad comunista perfecta.
Dentro de la concepción materialista
soviética, la religión también
depende del orden económico. Es un invento del hombre
infeliz y necesitado, cuya miseria lo ha impulsado a confiar en
la ayuda de un ser superior todopoderoso. Y es la más
grande alienación. Pero a diferencia de las otras
superestructuras, desaparecerá cuando se alcance la
ideología socialista del proletariado. Pues será el
ateismo la condición natural del hombre y la
sociedad.
Leo: todo auténtico marxista se opone a la
realidad trascendente, por considerar que hace al hombre incapaz
de resolver los problemas
intramundanos, esto es, un ser alienado del mundo y de sí
mismo. Pienso en "lo colectivo" como la real alienación de
sí mismo.
El ateismo se les enseñaba e imponía, en
los regímenes del "socialismo real", a millones de
ciudadanos cristianos y no cristianos, con la finalidad de
desarraigar todo tipo de religión o, si esto resultara
imposible, de suscitar la indiferencia religiosa y favorecer el
materialismo práctico.
Dentro de la lucha radical contra todas las religiones organizadas, el
antagonista que se ha considerado más peligroso, el
enemigo más odiado ha sido el cristianismo
y, en primera línea, la Iglesia
católica. Habría que analizar más
profundamente las raíces de este ensañamiento, para
descubrir también cuánto hay de desconocimiento,
frustraciones personales, de iras y rencores más que de
razones, y hasta inclusive llegar a la bienaventuranza de la
persecución, a las estructuras de
pecado, las inspiraciones que provienen del "Príncipe de
este mundo".
Finalmente, no puedo más que concluir que
"la muerte de
Dios" de la que habla el marxismo tiene como consecuencia la
muerte del
hombre y el desorden de la sociedad. En última instancia,
además, ¿se niega que el hombre viene de Dios (y a
Él regresará) desde la afirmación que el
hombre viene de la materia? Incluso es mucho más
creíble lo primero que semejante reducción. Se
niega el alma, se niega el ser.
Los pensadores neomarxistas, en general, no admiten la
hipótesis sobre la sociedad comunista
perfecta, sin clases, sin Estado y sin
la necesidad de derecho alguno, como última fase del
desarrollo de la historia humana.
Los autores neomarxistas no ortodoxos, además de
criticar las interpretaciones y aplicaciones del materialismo
histórico y dialéctico y el realismo
ingenuo soviético del marxismo-leninismo (de la
ideología oficial soviética), tienen otra mirada
sobre el fenómeno religioso, sobreponiéndose a la
estrechez del pensamiento ateo y agnóstico. Ejemplo claro
es Roger Garaudy (galés), conocido por su apertura al
diálogo
con los cristianos.
Garaudy valoriza del cristianismo su acentuación
de la persona humana, la fraternidad universal, la trascendencia
como superación del hombre histórico. Pero le
recrimina su falta de praxis, la incapacidad para encontrar una
salida real a los valores
afirmados, que derivaría fundamentalmente de la falta de
análisis histórico (que el marxismo,
según este pensador, podría aportar y trabajar
así en un proyecto
común, un humanismo común).
Es interesante tomar algunas de sus expresiones. Dice
Garaudy en "Hacia una guerra de
religión el debate del
siglo": "Nuestra época no es atea. El monoteísmo
del mercado engendra
el culto de numerosos ídolos, como el dinero, el
poder, los nacionalismos o los integrismos. La tarea más
urgente para hacer frente a este monoteísmo omnipotente en
la actualidad, es congregar a todos aquellos para los que la vida
tiene un sentido y que son conscientes de que son personalmente
responsables de descubrirlo y de ponerlo en práctica… La
vida sólo puede tener sentido si el mundo es uno y no un
mundo como el actual, en el que algunos son cada vez más
ricos a costa de que los demás se hagan cada vez
más pobres".
La unidad de la que tenemos que volvernos conscientes
según Garaudy no es la que quiere imponer a cualquier
costo la
globalización actual del dominio de los capitales,
sino la que emana del Dios único creador de todo el universo y
presente en todas las grandes tradiciones de la humanidad. (pp.
16 y 17)
"No una unidad hegemónica e imperialista, una
unidad de dominación, sino una unidad sinfónica, a
la que cada pueblo aporte su contribución propia de
trabajo, de cultura y de
fe… El obstáculo principal, hoy, respecto a este
objetivo, es
la imposición del liberalismo
económico que pretende identificarse con la libertad
humana y la democracia,
cuando es todo lo contrario: la libertad que tienen los
más ricos y los más fuertes para devorar a los
más pobres y a los más débiles". (p.
19)
Para Garaudy y otros marxistas contemporáneos lo
que ha llegado a ser el mito y el
dogma del progreso, ha conducido a la más deshumanizada
regresión de la historia. La religión sería
una forma de derrotar la tiranía. Y el cristianismo no
sería el opio, sino más bien una protesta contra
esta alienación económica.
Y aunque en muchos autores permanezca la
convicción de que lo religioso es alienación del
hombre y la religión está destinada a desaparecer
en la sociedad humana del futuro, puede destacarse que reconozcan
que la voluntad de liberación humana puede surgir de la
conciencia religiosa y no solamente como negación
dialéctica de la misma. Así como en Togliatti
(marxista italiano) que formuló la tesis de que la
aspiración a una sociedad socialista no solamente puede
abrirse camino entre los hombres con fe religiosa sino que esta
aspiración puede encontrar un estímulo en la misma
conciencia religiosa, al enfrentarse con los problemas del
mundo contemporáneo.
Ante estas afirmaciones me pregunto si pueden llamarse
realmente "marxistas" estos pensadores. Pareciera incompatible la
valoración positiva del hecho religioso con la
ideología marxista que hemos estudiado.
¿Cómo separar, al punto de poder conciliar, algunos
elementos del marxismo con lo religioso? ¿Cómo
separar al hombre? A mi entender, todos los elementos del
marxismo parten de un concepto de hombre reducido, de un hombre
sin Dios. Y me hace pensar que cualquier compatibilidad que se
estableciera, sería posible sólo partiendo de un
concepto también reducido del hecho religioso.
Sugerencias para presentar hoy la imagen de
Dios
Sana interpretación de la
dependencia
¿Por qué se afirma que Dios y la
religión son alienantes, y que es necesario negarlos para
que se realice el hombre? ¿qué ideas de Dios y de
la relación Dios-hombre han promovido la rebelión
atea?
Pues claro, si la imagen de Dios es la del "vampiro que
chupa la sangre del
hombre", no es discutible esta afirmación de la
alineación. Si se está pensando en un antagonismo,
una competencia entre
Dios y el hombre, es lógico que se proponga la
negación de Dios para afirmar al hombre. Es decir, es
lógico si se está partiendo de una caricatura de
Dios, de un dios que atrofia la libertad del hombre (reflejo de
la antitesis hegeliana patron/esclavo en un determinado tipo de
sociedad, según la cual el "esclavo", al sublevarse, al
romper este vinculo, afirmaría su libertad).
¿Cómo pensar al hombre como hijo de Dios,
llamado a la alianza con El y a la participación de su
felicidad? Si bien no todo malentendido es efecto de una mala
presentación de Dios y del vínculo con el hombre,
esto debe ser para la Teología una exhortación a
enfatizar la sana interpretación de la dependencia,
purificándola de todos los vicios que se le fueron pegando
a través de la historia de la Iglesia. Urge
en estos tiempos anunciar con palabras y obras que el hombre es
hijo libre y responsable de un Padre amoroso.
Hay que delatar que el contraste Dios o el hombre es
mentiroso en sí mismo: no capta el sentido relacional, ni
el misterio de una vida de alianza o de la pertenencia
plenificante. No capta que la dependencia radical del Creador y
la realidad auténtica del ser creado crecen en
proporción directa, y no a la inversa.
En este sentido, se puede tomar como un reto lo que
argumenta el P. Cottier: "El ateismo marxista desconoce la
madurez espiritual que se alcanza en el reconocimiento de Dios y
en el diálogo
interpersonal con El. El hombre espiritual es acusado de llevar
los estigmas infamantes del esclavo o del niño de un padre
tirano. Adulto es quien rechaza esta
humillación."
"Si te asalta el pensamiento
de que todo cuanto has imaginado sobre Dios es falso y equivocado
y que Dios no existe (…) no creas que tu incredulidad procede
de que Dios no existe. Si ya no puedes creer en el Dios en que
antes creías, esto se debe a que en tu fe había
algo equivocado y tienes que esforzarte en comprender mejor eso
que llamas Dios. Cuando un salvaje deja de creer en su dios de
madera, eso no
significa que no hay Dios, sino que el verdadero Dios no es de
madera."
(León Tolstoi)
Según Marx, Dios y la religión
cumplirían la función de
dique de contención contra las reivindicaciones sociales,
al imponer ‘virtudes’ que sólo serían
tentáculos para mantener sometido al proletariado
(paciencia, resignación, perdón…) Y debemos
reconocer que probablemente haya que seguir corrigiendo vicios
heredados sobre todo de la teología de la Edad Media
(escolástica primitiva) en la que fue notable el influjo
neoplatónico y que exaltaba la mirada al cielo pero
tendía a amortiguar el compromiso terreno, teología
que marcó una impronta más de huída del
mundo que de compromiso con la construcción del Reino en la
historia.
Como religión del Verbo encarnado, el
cristianismo aúna en forma del todo original trascendencia
e inmanencia, fidelidad al cielo y fidelidad a la tierra,
alejamiento del mundo y compromiso en la historia; sin embargo la
religión no sólo ha sido malentendida, sino
efectivamente vivida y predicada, como un escape hacia una vida
futura ilusoria que apartaría al hombre del esfuerzo y el
compromiso por el desarrollo temporal.
Esto trae el desafío de resaltar que la esperanza
escatológica no merma la importancia de las tareas
temporales, sino que más bien proporciona nuevos motivos
de apoyo para su ejercicio.
Y en este marco, creo que es tarea fundamental seguir
buscando la conciliación fe y ciencia, fe y
cultura. Juan
Pablo II nos ha anunciado: "En el Evangelio se funda una
concepción del mundo y del hombre que no deja de irradiar
valores
culturales, humanísticos y éticos para una correcta
visión de la vida y de la historia".
"El saber iluminado por la fe, en vez de alejarse de los
ámbitos de la vida diaria, está presente en ellos
con toda la fuerza de la
esperanza y de la profecía. El humanismo que deseamos
promueve una visión de la sociedad centrada en la persona
humana y en sus derechos inalienables, en
los valores de
la justicia y de
la paz, en una correcta relación entre personas, sociedad
y Estado, y en la lógica
de la solidaridad y de
la subsidiariedad. Es un humanismo capaz de infundir un alma al
mismo progreso económico, para promover a todos los
hombres y a todo el hombre."
"Claro que habría que
empezar por definir qué es lo progresivo y qué lo
que se camufla tras la palabra ‘progreso’.
También los cangrejos creen que caminan cuando marchan
hacia atrás.
De todos modos hay cosas bastante claras:
es progresivo todo lo que va hacia un mayor amor, una
mayor justicia, una
mayor libertad. Es progresivo todo lo que va en la misma dirección en la que Dios creó el
mundo. Y desgraciadamente no todos los avances de nuestro
tiempo van
precisamente en esa dirección."
(José Luis Martín
Descalzo, de su libro "Razones
para vivir")
Viviana Endelman Zapata.
Agosto 2003
E-Mail:
vivianaendelman[arroba]hotmail.com
Instituto Internacional de Teología a Distancia
(1985), El problema de Dios, Madrid, curso de formación a
distancia.
Sitio Web http://www.mercaba.org/DicT/TF_marxismo_ideologia.htm
Vallés, Carlos G. S.J. (1983), Dejar a Dios ser
Dios, Edit. Sal Terrae, España,
7ª edición.
Viviana Endelman Zapata