Capital Intelectual. Interacción ciencia, tecnología y actividad empresarial
Interacción ciencia,
tecnología
y actividad empresarial
- Relación ciencia –
tecnología – sociedad y su incidencia en la
génesis del Capital Intelectual - Breve reseña de la
evolución de la ciencia contable - Necesidad de medición del
Capital Intelectual - Conclusiones
- Bibliografía
La inserción de un país en la economía mundial,
unido a la necesidad de elevar la productividad y
la eficiencia
económica, ha conduce a una reestructuración de sus
economías que deben combinar con la orientación
hacia un ambiente
competitivo sin descuidar aspectos como los sociales. Para ello,
tienen que desenvolverse en el contexto de un nuevo paradigma
técnico-productivo caracterizado por una creciente
industrialización de la ciencia y
por el progreso vertiginoso de la nuevas
tecnologías de la información y las comunicaciones
que han transformado las tradicionales fuentes de
riqueza de las organizaciones.
La fuente de riqueza ya no es solo material, es la
información, el
conocimiento aplicado al trabajo para crear valor
(Edvisson y Malone, 1997), son las habilidades, valores,
compromiso y actitudes de
las personas, así como la lealtad de los clientes, las
relaciones con los proveedores y
agentes del entorno, el uso de tecnología de avanzada,
etcétera. Es decir, la fuente de valor es cada vez, en
mayor proporción, inmaterial.
A este respecto, el escenario en que se desenvuelve la
actual actividad empresarial requiere una auténtica y
profunda modificación de su gestión, exigiendo que contemple un enfoque
de aprendizaje
continuo y calidad total,
así como una revisión de sus métodos y
filosofías de trabajo que le permita adaptarse
ágilmente a los cambios del entorno. Esto supone, el
reconocimiento del carácter
estratégico de lo que se puede llamar "activos blandos",
o sea, los elementos intangibles que generan valor para la
organización y que se han agrupado en el concepto de
Capital
Intelectual.
De esta panorámica, surge un problema:
¿Cómo pueden los usuarios tomar decisiones
acertadas basándose en la información financiera
que ofrece la empresa, si
los elementos que más contribuyen a ello, o sea, el
Capital
Intelectual, no aparece reflejado en los estados
financieros? ¿Cómo gestionar el Capital
Intelectual si no conocemos su valor? pues según Kaplan y
Norton (1997) "lo que no se mide no puede ser
gestionado".
La ciencia contable, está ante un problema
sistémico en la forma de medir el valor de una empresa,
existe una discrepancia entre lo que muestran los estados
financieros y la verdadera historia que se vive
cotidianamente en el mundo empresarial. La Contabilidad
que, a través de su modelo
tradicional, mostró claramente las operaciones
empresariales durante más de cinco siglos ya no es capaz
de continuar paralelamente a los cambios que se están
generando en los negocios.
Para darle solución al problema planteado se
plantea la siguiente hipótesis:
Si los profesionales del mundo académico y
empresarial, desarrollan un sistema de
medición del Capital Intelectual, esto
contribuirá a una correcta toma de
decisiones ya que le permitirá a las empresas conocer
donde se encuentran sus potencialidades para generar valor para
sí mismas y para la sociedad y a
través de una eficiente gestión conducirlas a que
contribuyan eficaz y eficientemente al desarrollo de
nuestra economía.
El objetivo de
este artículo es reflexionar sobre como el desarrollo
acelerado de la ciencia y la tecnología en las
últimas décadas ha impactado en la actividad
empresarial y en la sociedad en general, originando nuevas
necesidades de información, y por tanto, la necesidad de
revitalizar la ciencia contable a través de la
búsqueda de procedimientos y
herramientas
para la medición del Capital Intelectual.
- Relación ciencia –
tecnología – sociedad y su incidencia en la
génesis del Capital Intelectual
La ciencia ha evolucionado considerablemente (Figura
# 1). Desde la antigüedad hasta el renacimiento,
la ciencia se basaba en la contemplación, adquiría
su conocimiento
apoyándose en la observación de la naturaleza y el
razonamiento que eran las únicas formas de comprender la
esencia de ésta. Posteriormente, Galileo, liderando la
ciencia moderna, modifica esto parcialmente, desplaza la
contemplación y promueve una racionalidad apoyada en la
experimentación y el descubrimiento de las leyes matemáticas que están detrás
de los fenómenos. Para Descartes, no
es suficiente la observación: es mediante el experimento
que se formulan las preguntas a la naturaleza, obligándola
a revelar la estructura
matemática
subyacente. El intelecto, más que los sentidos, es
lo fundamental.
La ciencia contemporánea, al ocuparse de la
naturaleza y en general de la realidad, se orienta a la investigación a través de un
conjunto de mediaciones que a lo largo de su desarrollo, la
propia ciencia y la técnica han construido: modelos,
teorías, leyes, instrumentos,
tecnologías, equipos, experiencias, habilidades, todas las
cuales son creados por el hombre con
el fin de explicar y manipular. Los científicos apelan a
estos recursos ya
desarrollados, no solo en sus propios campos de
investigación, sino utilizando también los que
provienen de otros.
Esa utilización de los resultados precedentes, su
modificación permanente, el cruce de informaciones,
modelos, es lo que constituye a la ciencia en una
tradición acumulativa de conocimientos prácticos;
así como su capacidad de explicar y manipular, la ha
convertido en una fuerza social
extraordinaria, cuya relación con los intereses sociales
es indiscutible (Núñez Jover, 1999: 48).
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Figura #1. Representación
gráfica de la evolución de la ciencia
Fuente: Elaboración
Propia
La ciencia (Ramos Serpa, 1996:108) puede ser
entendida como el modo socialmente organizado, sustentado,
sistematizado y conscientemente realizado por determinados
individuos y grupos de
producción de conocimientos, y esto ya
exige y presupone un modo colectivo e institucional de hacer
ciencia. La ciencia es una actividad profesional
institucionalizada que supone educación prolongada,
internalización de valores, creencias, desarrollo de
estilos de pensamiento y
actuación.
Existe un estrecho nexo entre ciencia y
tecnología. Una proporción sustancial de
conocimientos y tecnologías contemporáneas se basan
en la ciencia y a su vez la ciencia contemporánea utiliza
en creciente medida tecnologías en forma de equipos,
materiales y
procedimientos para la obtención de resultados cada vez
más exactos y precisos. La ciencia contemporánea se
orienta cada vez más a fomentar el desarrollo
tecnológico y es notable también la
generalización del soporte tecnológico en la
investigación científica.
Todo esto sugiere que los límites
entre ciencia y tecnología se están desdibujando,
"… la nueva ciencia es por su esencia tecnológica."
(Hottois, 1991). He aquí, la utilización del
término tecnociencia, el cual denota esa íntima
relación entre ciencia y tecnología.
Cuando se aborda el tema de la ciencia y la
tecnología es imprescindible destacar su impacto en la
sociedad. En este marco la ciencia persigue el objetivo de
elaborar una imagen
cognoscitiva del mundo lo más fidedigna posible, busca
garantizar la reproducción sistemática de este
conocimiento verdadero y determinar las vías de su
aplicación práctica (Ramos Serpa, 1996:169),
constituyendo un factor decisivo en el desarrollo de la
economía y en el logro de su autonomía. En cuanto a
la tecnología, que incorpora sistemáticamente el
resultado científico, está en el centro mismo de la
sociedad, alterándolo todo, desde la producción
social hasta la
comunicación, la política, la
reproducción humana, etcétera. Ciencia y
tecnología se integran constantemente entre sí, y a
su vez determinan la evolución de la sociedad, lo cual se
manifiesta en varios procesos
revolucionarios que determinaron en gran medida el estatus actual
de la ciencia y la tecnología: la revolución
científica que sentó las bases del método
científico moderno y la evolución de las técnicas
productivas precursoras de la Revolución
Industrial y la Revolución Burguesa
(Núñez Jover, 1999: 61)
En la evolución de la ciencia ha sido muy
importante el proceso de
industrialización. La Primera Revolución Industrial
(siglo XVIII) se caracterizó por un auge en el desarrollo
técnico, lo que produjo que los esfuerzos humanos fueran
sustituidos por máquinas y
fuente de energía mecánica; y por la capacidad de innovación de empresarios y
obreros.
La Segunda Revolución Industrial (segunda mitad
del siglo XIX), impulsada por el desarrollo de la ciencia y
la
educación, produce un notable crecimiento
económico vinculado con el auge de varias ramas
productivas, el desarrollo del ferrocarril, los avances en la
energía
eléctrica y de los motores, la
química
orgánica y los productos
sintéticos, la máquina de combustión interna, la manufactura de
precisión, la producción en cadena de montaje y la
sustitución del hierro por el
acero. Lo
anterior, se fortaleció hacia 1870 con los laboratorios de
I+D de la industria
química alemana y en 1880 con los fundamentos de la
organización científica del trabajo
de Frederick Taylor, lo que
permitió elevar la productividad y el control. Todo
ello propició que la Segunda Revolución Industrial
creará una fuerza permanente de
innovación.
En la primera década del siglo XX los
laboratorios de General Electric y American Telephone and
Telegraph (ATT) se convirtieron en laboratorios dedicados a I+D y
a través de la intervención gubernamental se
crearon las primeras organizaciones para la difusión,
coordinación y desarrollo de la
investigación científica. Durante la I y II
Guerra Mundial
la ciencia y la tecnología representaron un papel decisivo
y lo harían aún más en el futuro.
El lanzamiento del primer satélite al espacio en
1957 por Rusia impulsó a Estados Unidos y
en 1969 llevó tripulaciones norteamericanas a la Luna
(Proyecto Apolo).
En estas condiciones histórico- concretas, se comienza a
consolidar en los países industrializados una fuerte
interrelación ciencia-tecnología-producción
y a este proceso donde la ciencia ocupa un papel dinamizador
fundamental incorporándose activamente a la
producción, es a lo que se la ha denominado
Revolución Científico Técnica (RCT). Todos
estos procesos introducen cambios en la relación ciencia
– sociedad, aflorando la evidencia que la ciencia no es
solamente la búsqueda desinteresada de la verdad.
Según André Gorz, son tres los motores de RCT
contemporánea: la carrera armamentista, la necesidad de
disminuir costos para
aumentar beneficios y la renovación permanente de
productos y servicios que
impone la sociedad de consumo.
Todo esto produce que la ciencia académica de
paso a la ciencia industrial, fenómeno que se
denominó industrialización de la ciencia y que
según Petrella (1989) entiende que este proceso incluye
los siguientes elementos:
- La industria se convierte en un productor de
ciencia. - La industria orienta cada vez mas la actividad de la
universidad. - La ciencia se convierte en un sector
industrial.
La Tercera Revolución Industrial se desarrolla a
partir de los años setenta vinculada con la crisis
económica capitalista y se fundamenta en la computación, la energía
nuclear y los descubrimientos básicos del código
genético. Con esta revolución se consolidó
un nuevo paradigma tecnológico cuyo liderazgo
corresponde al sector electrónico, fundamentalmente en
áreas como la biotecnología, la nueva base
energética, ramas de la electrónica, la computación y las
telecomunicaciones que producen un avance
impresionante en las tecnologías de la información,
manifestándose hasta la actualidad con el desarrollo de
las redes, Internet, Intranet,
digitalización, etcétera, produciendo un impacto
extraordinario en toda la sociedad, muy particularmente en el
sector económico, determinando formas de
organización del trabajo, de gestión, de administración
pública, de interrelaciones humanas y en consecuencia
quienes no se adapten al ritmo de crecimiento de las mismas
quedará rezagado repercutiendo socialmente. En gran medida
el desarrollo y la superviviencia de un país en la
actualidad descansan, como nunca antes, en la ciencia y la
tecnología.
En las últimas décadas hemos asistido a
dos importantes procesos mundiales que han demostrado una ves
más como el desarrollo de la ciencia y la
tecnología impactan profundamente en la sociedad y
lamentablemente no siempre de forma positiva, como es en el caso
de las economías y las sociedades de
los países subdesarrollados. Estudios realizados por
organismos como la UNESCO ponen de relieve como
las nuevas condiciones de desarrollo
científico-tecnológico y de competitividad
que dominan en la actualidad, tienen lugar principalmente entre
los países desarrollados, ya que el resto del mundo se
encuentra marginado en esta contienda. El desarrollo
científico-técnico sin precedentes, ha representado
grandes posibilidades pero también graves amenazas porque:
"el ritmo del cambio
científico y tecnológico durante los últimos
decenios ha sido tan rápido que la base de conocimientos
necesaria para mantener una posición competitiva en la
economía mundial aumenta rápidamente y las fuerzas
tradicionales que ofrecen ventajas relativas se degradan"
(Ohiorhenuan, J y Rath, A.,2000).
Es cierto que analizando desde una óptica
macroeconómica, los países subdesarrollados en
estas últimas décadas presentan indicadores
que muestran una mejor posición dentro del contexto
mundial, por otra parte, las manufacturas que a finales del siglo
xx representaban más de un 60% de sus exportaciones en
comparación con el 40 % de finales de los años 80,
y donde América
Latina ha representado un papel importante en la
modificación de estas cifras.
Pero, es que las premisas del problema han
cambiado, porque ya no se trata de resaltar los crecimientos
cuantitativos del producto
global, ni aún de las manufacturas ni de las
exportaciones, las que eran señales usuales del éxito
económico de las naciones hasta hace un poco más de
la mitad del siglo pasado.
"La composición del crecimiento y del desarrollo
ha variado y hoy se mide –y lo será más en el
futuro- por el contenido de conocimientos presentes en los
productos y en las exportaciones. Y en este sentido puede decirse
que los países desarrollados que representan un 20% de la
humanidad, participan en más del 90% de la creación
del conocimiento
científico mundial actual, lo que equivale a decir que
el mundo subdesarrollado, con el 80% de los habitantes del
planeta dispone de una capacidad de generación de
conocimientos inferior al 10%" (Fernández Font,
2002).
Para ofrecer una medida concreta "de un total de
gastos
mundiales en I+D en el orden de los 470 000 millones de
dólares que se ejecutaban a mediados de la década
de los 90, sólo un 10% se gastaba en los países no
desarrollados" (Hassan, M., 2000)
Es decir, los resultados son coherentes. No se puede
aspirar a obtener una mayor proporción de resultados
científicos si no se destinan recursos para propiciar la
generación de conocimientos.
Otro dato interesante que muestra como
crece la brecha entre ricos y pobres, así como la
imposibilidad, aunque se tenga la voluntad, de invertir
más en educación e I+D es "si la relación
entre los ingresos del 20%
más rico de la humanidad en comparación con el 20%
de los más pobres se encontraba en una relación de
30:1 en 1960, esta proporción se elevó hasta 61:1
en 1991 y hasta 82:1 en 1995" (Hassan, M., 2000)
Explícitamente quedó expresado en la
Conferencia
Mundial sobre Ciencia y la Utilización del Conocimiento
Científico: "la mayor parte de los beneficios derivados de
la ciencia están desigualmente distribuidos a causa de
asimetrías estructurales existentes entre los
países, las regiones y los grupos
sociales además de entre los sexos. Conforme el saber
científico se ha transformado en un factor decisivo de la
producción de bienestar, su distribución se ha vuelto más
desigual. Lo que distingue a los pobres (sean personas o
países) de los ricos no es sólo que poseen menos
bienes, sino
que la gran mayoría de ellos está excluida de la
creación y de los beneficios del saber científico"
(UNESCO, 2000)
Ante estas nuevas condiciones es preciso releer, con un
nuevo sentido, los viejos indicadores, que han medido
tradicionalmente el desempeño económico de las naciones
y, en consecuencia considerar otros que alcanzan posiciones
realmente estratégicas en este nuevo contexto, tales como
número de centros de I+D, cantidad de
científicos.
Todo lo expuesto pone de manifiesto, que el lugar y el
significado de la ciencia y la tecnología se correlaciona
directamente con el sistema social y se caracteriza por una
intencionalidad que no siempre resulta de la convergencia de
intereses de la sociedad en su conjunto, sino de aquellos que
ostentan poder,
salvando contadas excepciones en que se contemplen un
significativo beneficio económico y social. "No se puede
ver la ciencia como fenómeno neutral, descontextualizado.
Sin embargo, el aspecto más preocupante que nos revela la
modernidad, es el
que inculca en los individuos el actual sistema mundial de
relaciones económicas: el desarrollo de una lógica
instrumental que no dice nada acerca de otros fines que no sea la
ganancia material.
El desarrollo de armamento militar con alto nivel
destructivo y un impresionante grado de sofisticación, la
insalvable desigualdad que sacude a las personas, países y
continentes enteros, los efectos culturales transfronterizos,
más el extraordinario daño causado al medio
ambiente, son algunos de los aspectos que manifiesta este
fenómeno" (Fdez Estrada, O. y Más Mok, S. 2002:
10).
Otro de los problemas que
pone de relieve este fenómeno, es que al convertirse el
conocimiento en recurso limitante, surge la apropiación
del mismo, o sea el intento de su privatización, algo absurdo, que choca con
la esencia del conocimiento como producto netamente social,
dependiente de la cultura y el
acervo precedente. Como llamaba Kuhn, 1962 a "reconocer que la
herencia
común de la humanidad no son solo el cielo y los
océanos, sino el avance tecnológico mismo". La
apropiación privada del conocimiento es una
reacción del sistema capitalista ante el conocimiento como
recurso crítico de la economía. Algunas de las
formas de apropiación son la protección de la
propiedad
intelectual, el robo de cerebros, la internalización del
trabajo científico en grandes organizaciones de la
industria.
Se presenta una situación semejante a la que
Marx
describió como "Acumulación Originaria del Capital"
y definió como: "el proceso histórico de
disociación entre los productores y los medios de
producción". Explicando este proceso Marx describe como
la tierra de
labranza al convertirse en recurso limitante fue expropiada
violentamente en el siglo XVIII a la población rural de Inglaterra que la
utilizaba como un bien común. La expropiación se
estableció mediante una "Ley de Cercado de
los Terrenos Comunales", en 1785, a favor de la clase dominante.
Hoy se vive un proceso similar, los Acuerdos sobre Propiedad
Intelectual aprobados en 1994 y protegidos por la
Organización Mundial del Comercio
funcionan ahora como una "Ley de Cercado del Conocimiento", que
conduce a la apropiación violenta y a una especie de
acumulación originaria del conocimiento, hasta ahora fruto
común de la cultura y el intelecto común de muchas
personas.
La ciencia es realizada por personas, pero este
cúmulo de conocimientos no se adquiere por talento
personal,
individual; resulta de un largo proceso educativo y formativo que
comienza desde los primeros años de vida del individuo,
por lo que hay que entenderlo como un producto de condicionantes
históricas, sociales y culturales.
Los orígenes de la Contabilidad se asocian
con el surgimiento de la escritura, algunos estudiosos afirman que la
escritura se desarrolló con el fin de poder
registrar la información contable. Se han encontrado
registros
de cuentas
en civilizaciones tan antiguas como las de China,
Babilonia, Grecia y
Egipto,
que usaban la contabilidad para conocer el costo de
la mano de obra y los materiales utilizados en la construcción de estructuras como las grandes
pirámides. La historia consigna que en la
antigüedad existieron pueblos que se distinguieron por
ser excelentes mercaderes, tal es el caso de los fenicios
en Asia y los
venecianos en Europa.
Pueblos comerciantes que desarrollaron, por necesidad,
formas primitivas de contabilización de sus
operaciones, basadas en los instrumentos y formas de
escritura de la época. De tal forma que se han
encontrado vestigios de este tipo de registro,
correspondiente a épocas tan lejanas como 3000
años antes de nuestra era.Sin embargo, no fue sino hasta el siglo XV, y como
consecuencia del fuerte desarrollo que se vivió
durante esa época y que impactó
prácticamente a todas las esferas del conocimiento,
que el registro de las operaciones comerciales vivió
uno de sus períodos más trascendentales, en
el cual se gestaron las bases de lo que se conoce hoy como
Contabilidad.En el siglo XV, se le atribuye la paternidad de la
Contabilidad a un monje italiano, matemático,
llamado Luca Paccioli (1494), quien formalizó un
esquema muy rudimentario para registrar las escasas
operaciones mercantiles que realizaba la
congregación de la cual formaba parte, y que hoy se
conoce como Método de la Partida Doble o Teoría del Cargo y el Abono. A este
sencillo sistema de registro o contabilización de
mercaderías, se le considera hasta la actualidad
como la esencia de la Contabilidad.El ritmo del desarrollo contable aumentó
durante la Revolución Industrial cuando las
economías de los países desarrollados
comenzaron la producción masiva de bienes, hasta
este momento el precio
de las mercancías se había fijado sin tener
en cuenta determinados factores que influyen en el costo de
un producto y la mayor competencia exigió que se adoptaran
sistemas
de contabilidad más perfeccionados, también
el crecimiento de las corporaciones, en particular las de
las industrias de los ferrocarriles y el acero
estimularon el desarrollo de la contabilidad. Los
dueños de las empresas –los accionistas- ya no
eran los que administraban el negocio y los administradores
tuvieron que crear sistemas
contables para informar que tan bien estaba operando el
negocio.Otro de los momentos en los que la Contabilidad ha
representado un papel protagónico fue en la
década de los treinta del siglo XX, durante lo que
se conoce como la Gran Depresión, período
caracterizado por una crisis financiera de las grandes
empresas norteamericanas que tuvo repercusiones a escala
mundial, estandarizando, reforzando y redefiniendo el rol
de la Contabilidad, para evitar en el futuro, la
generación de nuevos problemas de tales
dimensiones.El papel del gobierno
ha llevado a un crecimiento aún mayor de la
contabilidad, con la puesta en vigor del impuesto
sobre la renta, al proporcionar esta, el concepto de
utilidad. Por otra parte, el gobierno ha
exigido una estricta responsabilidad contable de la comunidad
de los negocios, creando organismos como el Financial
Accounting Standards Board, que regulan la práctica
contable a través de la emisión de Principios
y Normas
Generalmente Aceptadas, que rigen a nivel internacional, y
que surgen de la práctica profesional y de su
sistematización, avalados por la habitualidad de su
utilización y respaldados por una autoridad gubernamental o profesional que
los hace de obligado seguimiento por fuerza legal o por su
alta difusión y aceptación. Esto no los
convierte en verdades inmutables, al contrario, constituyen
"una hipótesis
instrumental, como una macrorregla general vinculada a un
propósito concreto, que debe ser congruente con el
entorno en que opera el sistema y con sus objetivos" (Borrás y otros,
1995).Con el transcurso de los años se ha
conceptualizado a la Contabilidad desde diversas
perspectivas siendo las más aceptadas las siguientes
definiciones:" La Contabilidad es el arte de
registrar, clasificar y resumir en forma significativa y en
términos de dinero,
las operaciones y los hechos que son cuando menos de
carácter financiero, así como interpretar sus
resultados". (Instituto Americano de Contadores
Públicos)."La Contabilidad es el proceso de identificar,
medir y comunicar la información económica
que permita formular juicios basados en información
y la toma de decisiones por aquellos que se sirven de la
información". (Asociación Americana de
Contadores)"La Contabilidad es la ciencia que se encarga del
estudio cualitativo y cuantitativo del patrimonio, tanto en su aspecto
estático como dinámico, con la finalidad de
lograr la dirección adecuada de las riquezas
que lo integran". (Enrique Luque de
Lázaro)En esencia, queda reflejado que la Contabilidad es
una ciencia que se encuentra en constante evolución
y estudio, que está basada en conocimientos
lógicos y razonados, cuyo objetivo fundamental, es
registrar y sintetizar todas las operaciones financieras
que ocurren en una entidad e interpretar los resultados
para tomar decisiones acertadas.La esencia conceptual de la Contabilidad ha sido
objeto de discusión, muchos afirman que se enmarca
dentro de las ciencias
sociales, otros sostienen que es una técnica al
considerarla como algo diseñado por el hombre
para satisfacer necesidades individuales y sociales que no
existen en la naturaleza. Otros comparten la idea de que es
más arte que ciencia. Sin embargo, académicos
y científicos consideran que entender al
Contabilidad como un arte, reduce su objeto, a las
actitudes y propiedades estéticas; y entenderla como
una técnica se le limita a un conjunto de
mecanismos, sistemas y medios para recoger y trasmitir
datos,
obviando su capacidad de generar y autosustentarse en un
cuerpo de conocimientos.Borrás y otros (1995) defienden el criterio
de que la Contabilidad, representa una ciencia, por
constituir un sistema de conocimientos ordenados, cuya
veracidad se comprueba y se rectifica constantemente en el
curso de la práctica social. Antes de reflejar el
mundo económico a través de imágenes
«artísticas» la Contabilidad, como
ciencia, lo aprehende en conceptos, hipótesis,
principios, teorías, leyes, mediante los recursos
del pensamiento lógico. La fuerza y posibilidades de
la Contabilidad como disciplina radica precisamente en sus
generalizaciones, en el hecho de que tras lo causal y
caótico, halla e investiga regularidades objetivas
sin cuyo conocimiento no es posible desplegar un actividad
práctica consciente y orientada hacia un determinado
objetivo. Las técnicas contables son solo la forma
en que encuentran su expresión los resultados
prácticos de la Contabilidad.En el proceso de investigación
científica y formalización de los
conocimientos, en la Contabilidad, se siguen dos enfoques:
positivo y normativo. En el primero, el investigador se
limita a observar, describir, explicar y sistematizar las
regularidades de la práctica contable, se basa en lo
que es. Por su parte, el enfoque normativo se caracteriza
por estar referido a la acción que debe
desarrollarse para la consecución de los objetivos
perseguidos, se basa en lo que debe ser.La Contabilidad es a su vez positiva y normativa y
es aquí donde, en la actualidad, los profesionales
de la Contabilidad, enfrentan un gran reto, pues se ha
aceptado que la Contabilidad es el
lenguaje de los negocios, entonces es obvio que si el
negocio, las organizaciones, la
administración y el estilo gerencial cambian,
tanto la contabilidad, el control
interno, el costeo, la auditoría y la revisoría
fiscal
tienen que cambiar. Las necesidades de los usuarios de la
información han cambiado, por lo que, el nuevo
entorno exige nuevos sistemas de medición del valor,
nuevas técnicas y procedimientos y nuevos principios
y normas de reconocimiento, valoración y
revelación de las fuentes de valor de las
organizaciones.- Breve
reseña de la evolución de la ciencia
contable - Necesidad de
medición del Capital Intelectual
El mundo supercompetitivo actual y el ritmo de los
cambios en al ámbito empresarial impulsan la existencia de
un nuevo paradigma técnico – productivo, donde a
partir de la creciente industrialización de la ciencia y
la tecnología, el conocimiento, las habilidades, las
experiencias de las personas, las relaciones con los clientes,
entre otros, se constituyen en los recursos productivos
limitantes, esto es un hecho real y no de futuro. Todo ello ha
conducido al incremento sustancial de los usuarios de la
información financiera y a un creciente interés
por la información no financiera, transformando los puntos
de vista y necesidades sobre la información contable
exigiéndole que refleje explícitamente los
principales elementos generadores de los beneficios de las
empresas, los que constituyen hoy el principal activo de
cualquier organización: el Capital Intelectual.
Este cambio se explica por sí solo al analizar
las tres grandes etapas de desarrollo de la humanidad: Era
Agrícola, Era Industrial, y la Era del Conocimiento,
también llamada Era de la Información. El momento
actual es de transición, abandono de la Era industrial e
introducción en la del Conocimiento,
implicando por una parte crisis en todos los órdenes, y
por otra, el imperativo de re-elaborar las reglas y
prácticas que condujeron la actividad económica
hasta el siglo XX. Los pilares de la Era Industrial, es decir,
los determinantes del valor eran capital, tierra y
trabajo, los que cedieron a una nueva economía, estimulada
por el progreso de la ciencia y la tecnología, que tiene
como atributos fundamentales: la información, el
conocimiento, el aprendizaje y
al individuo como núcleo de la organización, como
elementos esenciales para generar valor. Esto condujo a que las
estructuras contables tradicionales se hayan tornado incompletas
y se haya planteado la necesidad de buscar soluciones
ante los nuevos requerimientos para la identificación y
medición de estos y en consecuencia para la
determinación del valor de una
organización.
Los sistemas contables tradicionales se organizaron
alrededor del costo histórico como reflejo fidedigno de
las transacciones de intercambio y lo que ha sucedido es que su
perspectiva pasada e interna y su característica de fotografía
de la organización en un momento ya pasado no constituye
ya una base para la toma de decisiones acertadas sobre el futuro,
se demanda una
percepción futura, prospectiva y de
entorno. La empresa no
está sola en el universo, por
lo que requiere que la información que ofrece la
Contabilidad refleje la relación de esta con el exterior:
con el sector, con la competencia, con los clientes, con los
proveedores, su incidencia en la protección del medio
ambiente, etcétera.
Los activos intangibles, implícitos en el
concepto de Capital Intelectual, surgieron como respuesta a un
creciente reconocimiento a que factores distintos a los de tipo
tangible (con características materiales y presencia
física)
pueden desempeñar un rol primordial en el valor real de
una empresa. Algunos eran bastante obvios: patentes, derechos de
autor, marcas, know how,
pero ni siquiera esto fue suficiente, había otros factores
menos precisos, que sólo se reconocían cuando
ocurría una adquisición de una empresa por otra. Al
transcurrir del tiempo, la
evolución en el campo de la información y las
tecnologías han cambiado el entorno en que se desenvuelven
los negocios, los escenarios de actuación son inestables e
inciertos y ello ha provocado que el papel de los intangibles
adquiera gran notoriedad por lo que la necesidad de conocer su
valor y de gestionarlos se hace evidente.
El término Capital Intelectual integra los
activos intangibles que son reconocidos por la Contabilidad y el
resto que no se adapta a las Normas Generalmente Aceptadas,
definiéndose por varios autores:
Edvisson y Malone (1997) identifican el Capital
Intelectual con diferentes expresiones que ilustran además
su relevancia, por ejemplo, metafóricamente lo describen
como un iceberg:
Por encima de la superficie se alzan los recursos
financieros y físicos, visibles e imponentes bajo el Sol. Por abajo
hay algo invisible, muchísimo más grande, cuya
importancia reconocen todos aunque nadie conoce sus
contornos.
También lo conceptualizan como "la
posesión de conocimientos, experiencias aplicadas,
tecnologías organizacionales, relaciones con clientes y
destrezas profesionales que dan una ventaja competitiva en el
mercado". Es
decir, "la suma de todos los conocimientos que poseen todos los
empleados de una empresa y le dan a ésta una ventaja
competitiva. Es material intelectual (conocimientos,
información, propiedad intelectual, experiencia) que se
puede aprovechar para crear riqueza".
Klein y Prusak lo definen como "material intelectual que
ha sido formalizado, aprehendido y potenciado para producir un
bien de mayor valor". Un aspecto distintivo de esta
definición es que distingue material intelectual de
capital, o sea, una dirección apuntada en un anotador, un
informe en una
gaveta, una idea genial no consolidada es material intelectual,
pero no capital; no son bienes, así como una pila de
ladrillos no son una fábrica.
Tejedor y Aguirre (1998) plantean que Capital
Intelectual es "el conjunto de activos de una organización
que pese a no estar reflejados en los estados contables
tradicionales generan o generarán valor para
ésta".
Bradley (1997) expresa: "es la habilidad para
transformar el conocimiento y el resto de los activos
intangibles, en recursos generadores de riqueza, tanto para las
empresas como para los países".
Otra forma de resaltar donde radica la importancia del
Capital Intelectual y su necesidad de medición, es como
señalan Edvisson y Malone (1997) al imaginar a la empresa
como un árbol: "…el tronco, las ramas y las hojas, o
sea, la parte visible para el observador, es la empresa que
conoce el mercado…" y lo que se muestra en el Balance de
Situación de empresa. "La fruta representa los beneficios
que reciben los inversionistas y los productos que consumen los
clientes".
"El valor oculto de una empresa está en las
raíces y para que el árbol florezca y fructifique
es preciso que sea nutrido por raíces fuertes y sanas…
si la parte visible del árbol es sana y el ambiente no
cambia se puede dar por sentado, con bastante seguridad, que
las partes que no se ven, las raíces, también
están sanas. Sólo ocasionalmente nos llevamos una
sorpresa con un árbol aparentemente sano pero que
está podrido en el interior. Pero cuando el clima está
cambiando, cuando por todas partes hay depredadores y
parásitos, entender lo que ocurre bajo tierra viene a ser
más importante que ver lo que está en la
superficie. Unas raíces fuertes es lo único que
permite al árbol sobrevivir a una sequía o a una
congelación inesperadas"
Significa que en una época de rápidos
cambios tecnológicos, la aplicación de novedosas
formas de organización y gestión
empresarial, nuevas formas de relaciones con proveedores y
clientes, la existencia de un personal altamente comprometido con
la organización, con gran capacidad de respuesta a dichos
cambios puede ser lo único que permita a una
organización sobrevivir, y nada de esto lo reflejan los
estados financieros actuales.
El reto que se impone es identificar y medir estos
elementos que contribuyen a los beneficios de la
organización de manera significativa y que permiten hallar
su valor justo. Existe un consentimiento, en la literatura sobre el tema,
acerca de las dimensiones básicas del Capital Intelectual,
donde bajo una denominación u otra consideran que
son:
- Capital Humano: Son las capacidades
individuales, conocimientos, destrezas y experiencia de los
empleados y directivos de la empresa. Debe captar la dinámica de una organización
inteligente en un ambiente competitivo cambiante, así
como inducir a la creatividad
e inventiva. - Capital Estructural: Es la infraestructura que
incorpora, forma y sostiene el capital humano.
Es la capacidad organizacional que incluye los sistemas
físicos usados para transmitir y almacenar el Capital
Intelectual. Incluye factores tales como: calidad y
alcance de los sistemas de informática, imágenes de la
empresa, bases de datos
patentadas, conceptos organizacionales y documentación. Además, elementos
tradicionales como propiedad intelectual, incluyendo patentes,
marcas y derechos de
autor. - Capital Relacional: Incluye las relaciones con
los clientes (índice de satisfacción, longevidad,
sensibilidad a los precios,
etcétera), relaciones con los proveedores, con los
bancos,
administraciones públicas, universidades, alianzas
estratégicas, entre otros aspectos.
Las investigaciones
respecto a su medición y reconocimiento conducen a dos
enfoques:
- El enfoque contable, que centra su
interés en la búsqueda de normas y principios que
se adapten a las características de los intangibles y
que permita su presentación en los estados financieros
tradicionales, el cual no ha tenido mucho consenso ni
desarrollo por la tendencia a medir lo nuevo con reglas viejas.
Este enfoque conduce a encontrar nuevas formas de medir y
presentar los elementos del Capital Intelectual, pues poseen
como característica distintiva con los activos
tradicionales que, por lo general, se aprecian con el tiempo, a
diferencia de estos últimos que se
deprecian. - El enfoque de gestión, que persigue la
elaboración de un instrumento que permita medir y
gestionar los elementos que conforman el Capital Intelectual y
presentar esta información en un informe complementario
a los estados financieros tradicionales. En esta
dirección se han desarrollado diversos modelos
existiendo cierto consentimiento en los mismos, así como
implícitamente, en los pasos que conducirán al
resultado esperado, presentándose como deficiencia y
limitante fundamental la determinación de un valor
absoluto de Capital Intelectual.
La propuesta que se muestra en este trabajo, se refiere
al enfoque de gestión, sobre el cual existe cierta
anuencia en el ámbito internacional y, además, por
concentrarse en aspectos dinámicos más que en
aspectos estáticos. En este enfoque prevalece la
valoración cualitativa y se auxilia de un sistema de
indicadores que expresen cómo contribuye cada elemento de
Capital Intelectual al valor de la organización,
permitiendo un seguimiento del mismo así como la
comparación con otros períodos que permita evaluar
su tendencia y conducirlo a la consecución de los
objetivos de la organización en función de
su estrategia.
La Figura # 2 muestra el papel del Capital
Intelectual dentro del valor de la organización y las
fases a seguir en el proceso de su medición y
presentación.
Para ver el
gráfico seleccione la opción "Descargar" del
menú superior
Figura # 2. Esquema de medición del
Capital Intelectual y las etapas de su
implementación.
Fuente: Elaboración
Propia
El modelo que se muestra en la Figura # 3 es a
partir del cual se propone la implementación de las fases
descritas en la Figura # 2:
Para ver el
gráfico seleccione la opción "Descargar" del
menú superior
Figura # 3: Modelo de Capital
Intelectual propuesto para empresas
turísticas.
Fuente: Elaboración
propia
El modelo de Capital Intelectual propuesto es un modelo
flexible y dinámico, aplicable a cualquier entidad, pues
la identificación de los elementos de Capital Intelectual
dentro de cada dimensión está en función de
sus objetivos, estrategia y entorno de actividad.
Se puede concluir que:
- Desde sus orígenes, la Ciencia y la
Tecnología se han integrado, llegando a un
desdibujamiento de sus límites, mediante la
utilización consecuente de los resultados de una y otra
en su constante desarrollo. - Los avances en la ciencia y la tecnología,
así como su impacto en el ámbito empresarial, han
impulsado la evolución de la sociedad. - El lugar y el significado de la ciencia y la
tecnología se correlaciona directamente con el sistema
social y se caracteriza por una intencionalidad que no siempre
resulta de la convergencia de intereses de la sociedad en su
conjunto, sino de aquellos que ostentan poder, salvando
contadas excepciones en que se contemplen un significativo
beneficio económico y social, como se manifiesta en
Cuba. - El progreso científico –
tecnológico ha puesto de relieve nuevas fuentes de
creación de riqueza para las organizaciones: reconocidas
bajo la denominación de Capital Intelectual,
imponiéndole un desafío a la ciencia contable en
la búsqueda de novedosas técnicas de su
medición y presentación. - La medición del Capital Intelectual permite a
la organización conocer donde se encuentran los
generadores de valor de la organización y gestionarlos
para mejorar continuamente su incidencia en los beneficios de
la misma y en la sociedad. - El modelo que se propone se caracteriza por ser
dinámico, flexible y adaptable a las diferentes
características y necesidades organizativas, pues la
identificación de los elementos de Capital Intelectual
dentro de cada dimensión están en función
de sus objetivos, estrategia y entorno de
actividad.
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agosto.
Autor:
Lic. Dania Rivero Díaz
(Departamento de Contabilidad de la Universidad de
Matanzas, Cuba)
,
Dr. Vladimir Vega Falcón
(Centro de Estudios de Turismo de la Universidad de
Matanzas, Cuba)
,