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Capitalizacion vs. descapitalizacion




Enviado por e_irady



    Indice
    1. La
    privatización disfrazada

    2. La privatización
    abierta

    3. Capitalización y reforma
    social

    4. La crisis recesiva y el debate
    electoral

    5. Una evaluación
    detallada

    6. Corolario

    1. La privatización disfrazada

    Las empresas
    públicas fueron creadas por el Estado en
    su esfuerzo por contar con instrumentos eficaces para dinamizar
    el desarrollo
    nacional. Tenían la tarea de crear y expandir mercados, atraer
    nuevas inversiones,
    aprovechar los recursos
    naturales y crear empleos productivos. Y así fue, pero
    sólo en algunos casos y en algunos momentos.
    Con el tiempo dichas
    empresas
    quedaron solamente con el rótulo de públicas, pues
    se fueron convirtiendo en reductos controlados por élites
    burocráticas y gremios privilegiados que conservaban su
    poder
    tolerando y provocando la corrupción
    de políticos ocasionalmente encargados de la gestión
    gubernamental. Es decir, eran formalmente públicas pero
    funcionaban en realidad como privadas, ya que servían
    sobre todo para el enriquecimiento de unos pocos.

    Quienes se beneficiaban de ese sistema
    prácticamente no arriesgaban nada, pues nunca aportaban
    capital y sus
    pérdidas se cubrían con subvenciones, donaciones y
    deudas. Es decir, con los impuestos de los
    ciudadanos comunes. Lo peor es que cuando eso ocurría los
    costos terminaban
    siendo pagados por los más pobres, debido a que el
    gobierno
    tenía menos recursos para
    atender las escuelas, los hospitales y los caminos destinados a
    los grupos más
    pobres.

    2. La privatización abierta

    A la privatización de facto en que terminó
    convertida la empresa
    pública se le opuso la privatización legal.
    Consistía en recuperar el patrimonio de
    esas empresas, transfiriéndolas mediante subasta a los
    inversionistas que quisieran hacerse cargo de su
    operación. Los recursos
    así recuperados, una vez en manos del Estado,
    debían permitir la realización de inversiones de
    necesidad y utilidad
    públicas (escuelas, caminos, hospitales), el pago de
    deudas, o el respaldo a diversas necesidades de gasto fiscal.

    Con la privatización el Estado
    obtenía recursos frescos y se libraba de una posible
    fuente de corrupción
    y de pérdidas. Al mismo tiempo, la
    empresa pasaba
    al control exclusivo
    y directo de sus nuevos dueños, quienes podían
    desmantelarla, trasladarla, ampliarla o cerrarla. Algunos,
    exahustos por el esfuerzo de la compra, no pudieron mejorarlas
    por falta de recursos y terminaron revendiéndola por
    piezas, como fue el caso de las Fábrica de Aceites de
    Villamontes. Otros lograron acceso a créditos y lentamente mejoraron su producción, como es el caso de la
    Fábrica de Explosivos de Cochabamba.
    Pero más allá de las experiencias de unas y otras,
    quedó rápidamente en claro que la
    privatización no estaba generando nuevas inversiones con
    capacidad para influir en un cambio real de
    la estructura
    productiva. Los recursos aportados por los inversionistas
    compraban máquinas e
    instalaciones viejas, y el dinero
    pasaba por las manos de los mismos funcionarios y
    burócratas que habían capturado al Estado para
    fines particulares.

    3. Capitalización
    y reforma social

    Ahí surgió la propuesta de la
    capitalización, mediante la cual el aporte de los privados
    incrementa el capital de
    la empresa,
    dándole así la oportunidad de crecer y expandirse
    de manera inmediata. En el caso de Bolivia el
    proceso se
    complementó transfiriendo la propiedad
    estatal a los ciudadanos a través de los fondos de
    pensiones, que quedaron encargados de distribuir esos recursos a
    la población adulta mediante una
    bonificación anual.

    En septiembre del 2000, la Federación de
    Empresarios de Cochabamba convocó a un Seminario sobre
    Capitalización, Concesionamiento y Privatización.
    Fue la única vez en la cual las empresas presentaron una
    información detallada sobre sus operaciones y
    primeros resultados, frente a un auditorio plural y que tuvo
    también la oportunidad de realizar preguntas y pedir
    aclaraciones.

    En esa ocasión fueron despejadas muchas de las
    interpretaciones que se han hecho de estos procesos, pero
    los prejuicios ideológicos y el interés
    electoral han insistido en ignorar los hechos.

    En aquél seminario los
    datos dijeron
    más que las palabras. Las inversiones realizadas estaban
    cambiando el país, y para entonces ya habían
    mejorado significativamente sus perspectivas de futuro. Las
    telecomunicaciones eran cada vez más
    accesibles y eficientes, la energía
    eléctrica y otros servicios
    públicos ampliaban continuamente su cobertura, los
    ferrocarriles daban mejores servicios
    aunque también dejaron sin ellos a rutas que habían
    sido abandonadas por los usuarios, el sistema de
    pensiones cubría a una proporción creciente de la
    población y los hidrocarburos
    se habían convertido en la base más importante de
    negociación internacional y de planificación del futuro económico
    del país.
    Adicionalmente, una atenta lectura de los
    datos
    permitía concluir que el Estado contaba con más
    recursos de libre disponibilidad. Montos mayores pero que
    además ya no eran absorbidos por demandas de
    subvención causadas por la corrupción y la
    ineficiencia de las empresas, acompañadas frecuentemente
    por la presión
    gremial y sindical de los grupos que las
    controlaban.

    Los datos fueron proporcionados por las empresas y eso,
    para quienes se opusieron a la capitalización, era una
    razón para desconfiar pese a que provenían de
    informes
    supervisados por los organismos públicos.

    4. La crisis
    recesiva y el debate
    electoral

    Los partidos de gobierno,
    temerosos de que se les enrostraran responsabilidades en la
    crisis
    recesiva que empezó a vivir el país desde 1999,
    apelaron de inmediato al fácil recurso de señalar a
    la capitalización como la causa fundamental de la crisis
    porque, según afirmaban, le había quitado recursos
    al Estado.

    En realidad, las reformas del periodo anterior no le
    quitaron recursos al Estado sino al gobierno central. Entre 1993
    y 1997 una parte significativa de los recursos públicos
    pasó directamente a las Municipalidades y Prefecturas,
    limitando la discrecionalidad del poder central.
    Y con las empresas públicas lejos de las burocracias y de
    los partidos de gobierno, éstos tenían
    también menos recursos para mantener la lógica
    de la prebenda y el clientelismo. Pero lo cierto es que el
    conjunto de los ingresos fiscales
    no solamente fueron mayores sino que continuaron aumentando
    incluso cuando el producto
    nacional cayó con la crisis.

    Mayor es la falacia de afirmar que la
    capitalización pudiera haber causado la recesión.
    ¿Cómo podría explicarse que un flujo de
    inversiones nuevas, que en cinco años alcanzó a
    cerca de mil seiscientos millones de dólares, hubiera
    reducido la capacidad productiva? Si así fuera, Bolivia
    sería el único caso en la historia económica en
    el que las inversiones provocan una crisis recesiva, con
    estancamiento del producto y
    caída en los precios, y
    tendríamos aquí, observándonos con
    detenimiento y pasmo, a los mejores y más serios
    economistas del mundo.

    Lo evidente es que las inversiones llegaron y que la
    capitalización ha contribuido a transformar profundamente
    la estructura
    productiva del país. Lo que es más, ha fortalecido
    la economía
    fiscal y ha
    redefinido el lugar de Bolivia en el mundo.

    5. Una evaluación
    detallada

    Esta vez no lo dicen las empresas ni el partido del
    expresidente Sánchez de Lozada, sino un grupo de
    economistas jóvenes y desprejuiciados preocupados por los
    resultados. Su libro titula
    "La Capitalización cinco años después.
    Realidades y desafíos" y ellos son Fernando Salinas
    Gamarra, Xavier Lema Pabón y Lourdes Espinoza
    Vásquez. Lo publica la Fundación Milenio que, por
    sus vínculos con el MNR, tiene obvio interés en
    que dichos estudios se difundan. Pero antes de marcar a los
    autores de sospechas, vale recordar que sus investigaciones
    se realizaron en los marcos académicos de la Universidad
    Católica y del Programa de
    Maestrías de Harvard, que no arriesgarán su
    prestigio apoyando a un partido.

    En el libro los
    autores revisan sistemáticamente cada uno de los casos y
    comparan el desempeño de las empresas en sus primeros
    cuatro años, con los últimos cuatro que estuvieron
    bajo control estatal
    tanto en términos de productividad,
    empleo y
    rendimiento, como en los de su aporte a la economía fiscal.
    Destacan, claro está, que hay luces y sombras, muchos
    éxitos y algunos fracasos, pero la conclusión de
    conjunto es que la capitalización ha beneficiado al
    país, entendiendo por país no sólo al Estado
    sino también a la gente.

    El beneficio ha sido directo, porque la base productiva
    se ha ampliado y fortalecido, generando impactos favorables en la
    calidad y el
    costo de los
    bienes y
    servicios a disposición del público. Y
    también porque la suma de impuestos,
    regalías y transferencias al Estado es mayor que la
    correspondiente al periodo anterior.
    Y ha sido también indirecto, porque al disponer el Estado
    de mayores recursos y enfrentar menos demandas de
    subvención para cubrir pérdidas y pagar deudas, ha
    logrado aumentar la inversión social: educación,
    saneamiento básico, salud, etc.

    Pero hay crisis
    ¿Cómo se explica entonces la crisis recesiva que
    afecta al país?
    Fuera de las causas externas y el efecto que tienen sobre nuestra
    economía los problemas
    asiáticos, brasileros, la última recesión
    americana y la dramática situación argentina, la
    clave se encuentra en la política
    económica que se ha seguido durante los últimos
    años.
    La política
    antidrogas erradicó de la economía nacional una
    fuente importante de recursos que dinamizaban el mercado interno.
    El entonces ministro de Hacienda y hoy candidato Ronald McLean
    estimó ese impacto entre quinientos y setecientos millones
    de dólares. Por ahí se descapitalizó la
    economía campesina sin que al mismo tiempo se lograran
    establecer fuentes
    alternativas de ingreso. Es posible que, como señalan a
    veces las autoridades, los esfuerzos en ese sentido hayan sido
    obstaculizados por la beligerancia sindical, pero el hecho
    innnegable es que la economía fue golpeada por esa
    política.
    En estos días el mismo Presidente Quiroga ha vuelto a
    recordar a los más desarrollados que el país
    todavía espera un aporte sustancial de su parte en
    correspondencia al esfuerzo realizado.

    Puede decirse que este argumento no vale ya que se
    refiere a una economía ilegal o de destino repudiable.
    Pero lo que está en discusión es la crisis, y los
    costos de esa
    política contribuyeron a profundizarla.
    Otro factor recesivo, al que nos referimos en un artículo
    anterior, ha sido el manejo del déficit fiscal. Por una
    confusión contable el costo de la
    reforma de pensiones se registra en los gastos corrientes
    y no en las cuentas de
    capital, lo cual distorsiona significativamente los resultados.
    El gobierno y el FMI "creyendo"
    estar en déficit, redujeron el gasto fiscal, acentuando la
    recesión. En términos reales, "sin pensiones", el
    déficit es muy pequeño y en algunos años
    incluso hubo superávit, que en los hechos quiere decir que
    el gobierno ha gastado menos de lo que recibió.

    Finalmente, no debe olvidarse que la política
    económica ha sido excesivamente rígida y que
    puede haber provocado la reducción de la cartera de la
    banca. En estos
    cinco años, la cartera vigente, que es un capital de
    trabajo en manos de las empresas y de los particulares, se ha
    reducido en cerca de mil seiscientos millones de dólares
    entre diciembre de 1998 y febrero del 2002. Si a eso se
    añaden los casi doscientos millones de dólares que
    están en poder de la banca como
    "bienes
    adjudicados", tenemos que en estos años se ha producido
    una verdadera descapitalización de la economía
    nacional. Descapitalización que ha afectado sobre todo a
    las empresas medianas, pequeñas y familiares,
    llevándolas a la quiebra o a la
    contracción de sus operaciones. Una
    descapitalización real de semejante magnitud ha tenido
    fuertes repercusiones sobre el empleo, por lo
    que no puede sorprender que éste se ubique ahora por
    encima del 11% de la fuerza
    laboral.

    Es claro que en este proceso no
    tuvo absolutamente nada que ver la capitalización de las
    empresas públicas de hidrocarburos,
    energía, transporte y
    telecomunicaciones.

    6.
    Corolario

    En conclusión puede afirmarse que sin la
    capitalización la crisis hubiera representado una
    verdadera catástrofe nacional, pues además de
    perder recursos, estaríamos en este año 2002
    empezando a importar hidrocarburos para satisfacer los contratos con el
    Brasil y las
    necesidades del mercado interno,
    que es lo que se pronosticó que ocurriría si no se
    lograba cambiar radicalmente el funcionamiento de YPFB y el del
    sector
    público en general.
    No podemos, en este momento, correr el riesgo de poner
    marcha atrás y mucho menos si esa decisión se basa
    en mentiras y falacias como las que han animado hasta ahora el
    debate sobre
    la capitalización, proceso que ha sido satanizado para
    encubrir la descapitalización ocurrida en los
    últimos cinco años.

    Indicadores seleccionados de la contracción
    económica.

    Cartera

    Vigente

    Mill U$

    Cambio en

    disp. capital

    Mill U$

    Cartera

    en Mora

    Mill U$

    Bienes

    adjudic.

    Mill U$

    Inflación

    %

    Crecim.

    del PIB

    %

    Dic 1997

    3237.7

    152.7

    6.7

    4.9

    Dic 1998

    4023.6

    + 785.3

    194.2

    4.4

    5.5

    Dic 1999

    3787

    – 236

    266.3

    83.3

    3.1

    0.6

    Dic 2000

    3174.7

    – 612.3

    415.4

    3.4

    2.37

    Dic 2001

    2,526.

    – 648.7

    433.35

    187.7

    0.92

    1.23

    Mar 2002

    2217.5

    – 154

    554

    184

     

     

    Autor:

    Enzo Javier Irady Cèspedes

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