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Epoca antigua




Enviado por ira077



Partes: 1, 2

    1. Egipto
    2. Grecia
    3. Epoca
      medieval
    4. Culteranismo
      y conceptismo
    5. Orígenes
      e inspiración
    6. El
      romanticismo español
    7. El
      renacimiento en Italia
    8. Manierismo
    9. El renacimiento
      en el norte de Europa
    10. El
      renacimiento en España
    11. El renacimiento
      en Latinoamérica
    12. Nuevas
      tendencias
    13. La
      música renacentista
    14. Contexto
      social
    15. Nuevos
      géneros
    16. Cambios
      estilísticos
    17. Génesis
      del arte neoclásico

    EGIPTO

    Literatura egipcia, literatura del antiguo
    Egipto,
    registrada en inscripciones o escrita en papiros.

    La antigua literatura egipcia se
    caracteriza por su amplia diversidad de tipos y asuntos tratados; abarca
    desde el Imperio Antiguo, del 2755 al 2255 a.C., hasta el periodo
    grecorromano, a partir del 332 a.C. Utiliza recursos
    literarios como el símil, la metáfora, la
    aliteración y el equívoco.

    FORMAS LITERARIAS

    La literatura religiosa del antiguo Egipto incluye
    himnos a los dioses, escritos mágicos y
    mitológicos, y una extensa colección de textos
    funerarios. El campo de la literatura secular incluye historias,
    literatura instructiva conocida como "textos de
    instrucción", poemas,
    escritos biográficos e históricos y tratados
    científicos, incluyendo textos matemáticos y de
    medicina.
    Destacan también numerosos textos legales, administrativos
    y económicos, así como documentos
    privados en forma de cartas, aunque no
    sean literatura propiamente dicha. Los autores de varias
    composiciones que datan del Imperio Antiguo y el Medio, del 2134
    al 1668 a.C., fueron venerados en épocas posteriores.
    Proceden de la clase culta de los funcionarios del gobierno del
    más alto nivel, y su audiencia estaba formada, sobre todo,
    por gente educada como ellos. En realidad, muchas composiciones
    literarias del Imperio Medio fueron compuestas como propaganda
    política
    para enseñar a los estudiantes, que aprendían a
    leer y a escribir copiándolos (en tablillas y fragmentos
    de arcilla), a ser leales a la dinastía regente. La
    mayoría de estos textos de instrucción los
    siguieron copiando los copistas del Imperio Nuevo, desde el 1570
    hasta el 1070 a.C., 500 años más tarde, junto con
    otros textos de su momento, destinados a socavar el encanto de la
    nueva profesión militar. Algunas de estas historias
    incluyen elementos de la mitología y es posible que procedan de
    tradiciones orales.

    IMPERIO ANTIGUO

    La literatura más antigua que se conserva, los
    textos de las pirámides, son inscripciones funerarias,
    grabadas en el interior de las pirámides de los reyes y
    reinas de la última parte del Imperio Antiguo, que se
    hacían para asegurar el debido destino del gobernante
    muerto en la vida eterna. Se trata de textos que proclaman himnos
    a los dioses y componen rituales de ofrendas
    cotidianas. Muchas inscripciones autobiográficas de tumbas
    privadas recuerdan la participación del difunto en
    acontecimientos históricos. Aunque no se conservan
    historias ni textos de instrucción del Imperio Antiguo,
    algunos manuscritos del Imperio Medio podrían ser copias
    de originales más antiguos. Un ejemplo sería La
    Instrucción del Visir Ptahhotep, compuesto de
    máximas que ilustran virtudes básicas (como
    moderación, sinceridad y bondad) que deben regir las
    relaciones
    humanas y describen a la persona ideal
    como un administrador
    justo.

    PRIMER PERIODO INTERMEDIO

    Después de la caída del Imperio Antiguo,
    mucha gente se apropió de los textos de las
    pirámide. A estos textos se les añadieron
    sortilegios nuevos, y se pintaron en ataúdes, por lo que
    se les ha llamado textos de los sarcófagos. Personajes no
    aristócratas continuaron inscribiendo sus tumbas con
    textos autobiográficos que a menudo contaban sus
    hazañas durante esta época de inquietudes políticas.
    A este primer periodo intermedio (2255-2035 a.C.) se atribuyen
    varias lamentaciones acerca del caótico estado de los
    asuntos, una de las cuales, El diálogo de
    un Hombre con su
    Ba ("alma"), es un debate sobre
    el suicidio; y otra,
    el ejemplo más antiguo de las canciones que cantaban los
    arpistas en los banquetes funerarios, aconseja "¡Come, bebe
    y sé feliz, antes de que sea tarde!".

    IMPERIO MEDIO

    Además de los textos de los sarcófagos, la
    literatura religiosa del Imperio Medio comprende numerosos himnos
    al rey y a varias divinidades —incluyendo un largo himno al
    Nilo—, y textos rituales. Se siguió con las
    inscripciones de autobiografías privadas que contienen
    información histórica y los
    gobernantes empezaron a levantar pilares en los que se detallaban
    sus hazañas importantes. Tanto del primer periodo
    intermedio como del Imperio Medio nos han llegado textos de
    instrucciones, siempre escritos en nombre del soberano reinante,
    narrando a su hijo y sucesor cómo varios acontecimientos
    históricos específicos influyeron en su reinado y
    cómo el hijo debería sacar provecho de los errores
    de su padre. La Sátira de los Oficios subraya los aspectos
    negativos de todas las posibles ocupaciones en contraste con la
    vida fácil del escriba. Entre la narrativa que se
    desarrolló durante el Imperio Medio destaca Aventuras de
    Sinuhé, que cuenta la historia de un oficial de
    palacio que huyó a Siria a la muerte del
    faraón Amenemhet I convirtiéndose en un hombre rico e
    importante; El Relato del Campesino elocuente, un hombre que
    hacía ruegos tan elocuentes para que le devolvieran sus
    asnos robados que fue encarcelado durante un tiempo para que
    los funcionarios pudieran disfrutar de sus discursos;
    Relato de un náufrago, que narra un encuentro fabuloso con
    una serpiente gigantesca en una isla exuberante, y La historia del rey Khufu y los
    magos. El papiro más antiguo que se conserva sobre
    medicina y
    matemáticas también pertenece a este
    periodo.

    EL IMPERIO NUEVO

    Los textos funerarios del Imperio Nuevo, especialmente
    uno llamado el Libro de los
    muertos, se escribían en papiro y se metían en los
    sarcófagos. Entre los himnos más famosos de este
    periodo están los que proceden del reino de Amenofis IV,
    dedicados al dios del sol como única divinidad. El
    faraón Kamose, que reinó del 1576 al 1570 a.C., a
    finales del segundo periodo intermedio (1720-1570 a.C.),
    recogió las primeras etapas de la expulsión de
    Egipto de los hicsos (1600 a.C.). Con el Imperio Nuevo, el
    número de inscripciones históricas reales se
    incrementó enormemente, mientras que los textos
    autobiográficos dieron paso a los religiosos. Tutmosis III
    mandó inscribir sus guerras en
    Siria tanto en una estela (llamada la estela poética) como
    en los murales del templo de Karnak. Ambos registros
    describen cómo el rey llama a sus consejeros, les informa
    de lo difícil de su situación, y éstos le
    aconsejan que intente la solución fácil, pero
    él les dice que no tiene miedo y que se atreverá a
    escoger el camino más peligroso; naturalmente, el rey lo
    hace y triunfa. Los últimos faraones del Imperio Nuevo,
    especialmente Ramsés II y Ramsés III,
    también dejaron relatos extensos de sus hazañas
    militares. Se conservan narraciones y crónicas
    poéticas de los éxitos de Ramsés II en la
    batalla de Kadesh contra los hititas. Estos textos instructivos,
    dirigidos a las escalas más bajas de la burocracia, ya no
    se basan en la suposición de un pensamiento
    correcto y un proceder justo que automáticamente
    conducían al éxito,
    sino en la meditación y la paciencia. Hay muchas historias
    que implicaban a personajes mitológicos como La Disputa de
    Horus y Seth; La destrucción de la humanidad, en la que
    los seres humanos son librados de la aniquilación
    emborrachando a la diosa Hathor con cerveza color de sangre; y El
    Relato de los Dos Hermanos, historia de un joven bueno que es
    traicionado por su malicioso hermano mayor. El viaje de Unamon
    relata las pruebas y
    tribulaciones de un agente enviado a comprar madera en
    Biblos. También existen varias colecciones de poemas de
    amor de este
    periodo.

    EL ÚLTIMO PERIODO

    Se conocen ejemplos de las diversas formas literarias
    egipcias de los siglos siguientes, dentro de la era grecorromana,
    que incluyen nuevas composiciones religiosas, relatos
    históricos privados y reales, instrucciones, historias y
    tratados científicos, como papiros sobre medicina,
    matemáticas y astronomía. Las enseñanzas de
    Anjsesongy, una colección de máximas muy
    pragmáticas, muchas de las cuales suenan como proverbios,
    y Las enseñanzas del papiro insinger, que retrata a la
    persona sabia
    como moral y
    piadosa, contrastan profundamente con los textos anteriores
    basados en la creencia en las recompensas en esta vida. En este
    periodo se escribieron historias sobre las aventuras de varios
    magos, como un ciclo que relata las hazañas de un rey
    legendario, Petubastis, un cuento en su
    mayor parte mitológico que presenta una serie de fábulas de
    animales. Los
    contactos con la literatura griega coetánea son evidentes
    tanto en el ciclo épico como en las fábulas,
    por otro lado, los textos egipcios (incluyendo la literatura
    profética) también se tradujeron al griego, y
    además hay un conjunto de textos mágicos conocidos
    en ambas literaturas. De esta época data la famosa Piedra
    Rosetta, cuya inscripción ensalzando al rey Tolomeo V en
    caracteres jeroglíficos, demóticos y griegos, fue
    la llave para descifrar la escritura
    egipcia y por tanto para la fundación de la moderna
    egiptología.

    GRECIA

    Literatura griega, literatura de los pueblos de
    habla griega desde finales del segundo milenio a.C. hasta la
    actualidad. Se desarrolló como expresión nacional
    con escasas influencias exteriores hasta el periodo
    helenístico y tuvo un efecto formativo en toda la
    literatura europea posterior

    EL PERIODO PRIMITIVO

    Los escritos del periodo primitivo de la literatura
    griega son, casi en su totalidad, textos en verso. Para detalles
    sobre la métrica y otros elementos de la estructura del
    verso, véase Versificación. Para más
    detalles sobre los dialectos griegos mencionados

    Los primitivos habitantes de Grecia, los
    pueblos de las civilizaciones egea y micénica, poseyeron
    una literatura oral compuesta en su mayor parte por canciones que
    hablaban de las guerras, las
    cosechas y los ritos funerarios. Los helenos se apropiaron de
    estas canciones en el segundo milenio a.C. y, aunque no se
    conserva ningún fragmento, los cantos de los aedos
    dedicados a los héroes prefiguran la poesía
    épica.

    La épica griega alcanzó su máximo
    esplendor con la Iliada y
    la Odisea de
    Homero, aunque
    se cree que pueden ser obra de una sucesión de poetas que
    vivieron a lo largo del siglo IX a.C. (véase Poesía
    épica; Poesía). Escritos en dialecto jónico
    con mezclas
    eólico, la perfección de sus versos
    hexámetros dáctilos indica que los poemas son la
    culminación, más que el principio, de una
    tradición literaria. Los poemas épicos
    homéricos se difundieron en las recitaciones de cantores
    profesionales que, en sucesivas generaciones, alteraron el
    original, actualizando el lenguaje.
    Esta tradición oral se mantuvo durante más de
    cuatro siglos.

    Otros acontecimientos míticos y heroicos que no
    se celebran en la obra homérica o que no se narran en su
    totalidad, se convirtieron en el argumento de varios poemas
    épicos posteriores, algunos de cuyos fragmentos se
    conservan. Un grupo de estos
    poemas épicos, compuestos entre 800-550 a.C., por un
    número indeterminado de poetas conocidos como poetas
    cíclicos, tratan de la guerra de
    Troya y la expedición de Los Siete contra Tebas. Entre los
    poetas épicos conocidos, casi todos posteriores, se
    cuentan Pisandro de Rodas, autor de la Heracleia, que trata de
    las hazañas del héroe mitológico
    Hércules; Paniasis de Halicarnaso, que escribió una
    obra también llamada Heracleia, de la que sólo se
    conservan algunos fragmentos, y Antímaco de Colofón
    o Claros, autor de la Tebas y considerado fundador de la llamada
    escuela de
    poesía épica. Antímaco influyó
    poderosamente en los poetas épicos alejandrinos
    posteriores (véase, más adelante, el periodo
    helenístico).

    La crítica textual contemporánea ha
    establecido que varias de las obras atribuidas en un principio a
    Homero son de
    autoría posterior. Las más tempranas son,
    probablemente, los llamados 34 himnos homéricos, fechados
    entre el 700 y el 400 a.C., una magnífica serie de himnos
    a los dioses escritos en hexámetros dactílicos.
    Entre otros poemas semejantes destaca la burlesca
    Batracomiomaquia.

    Poco después de Homero, el poeta Hesíodo
    escribió su obra principal, Los trabajos y los
    días, compuesta también en dialecto jónico
    con algunas mezclas de
    eólico. Es el primer poema griego que abandona la leyenda
    o el mito para
    centrarse en la vida cotidiana, las experiencias y pensamientos
    de un granjero beocio. La Teogonía, normalmente atribuida
    a Hesíodo, aunque algunos críticos la consideran
    posterior, narra el nacimiento del orden a partir del caos y el
    de los dioses.

    El dístico elegíaco se popularizó
    en toda Grecia durante
    el siglo VII a.C. y se utilizó en composiciones de todas
    clases, desde canciones fúnebres a canciones de amor. El
    primer autor conocido de elegías fue Calino de
    Éfeso. Otros famosos poetas elegíacos primitivos
    fueron Tirteo de Esparta, Mimnermo de Colofón,
    Arquíloco de Paros, Solón —el primer poeta
    ateniense— y Teognis de Megara.

    Se cree que el creador del verso yámbico fue
    Arquíloco, que lo utilizó ampliamente en
    sátiras mordaces. Solón y muchos otros poetas
    también lo usaron en poemas reflexivos. Puesto que
    representa los ritmos de la antigua habla griega con mayor
    fidelidad que ningún otro metro, el verso yámbico
    empezó a emplearse también en el diálogo de
    las tragedias, en la forma de trímetro yámbico. Las
    fábulas de Esopo se escribieron originalmente en
    trímetros yámbicos, aunque los textos que han
    llegado hasta nuestros días datan de mucho tiempo
    después

    Poesía lírica

    La poesía lírica procede de canciones
    acompañadas de la lira, y en la antigua Grecia
    había dos tipos principales, la personal y la
    coral.

    La lírica personal se
    desarrolló en la isla de Lesbos. El poeta y músico
    Terpandro, que había nacido en Lesbos pero que
    vivió casi toda su vida en Esparta, está
    considerado como el primer poeta lírico griego porque fue
    el que antes compuso música y
    poesía. La mayor parte de sus poemas eran nomos o himnos
    litúrgicos en honor de Apolo, y cantados por un solo
    intérprete acompañado de la lira.

    Después de Terpandro aparecieron en el siglo VII
    a.C. los grandes poetas de Lesbos. Los poemas líricos de
    Alceo, inventor de la estrofa alcea, hablan de temas
    políticos, religiosos e intimistas. Safo, la poetisa
    más importante de la antigua Grecia, creó la
    estrofa sáfica aunque escribió también en
    otras formas líricas. Sus poemas de amor y amistad se
    encuentran entre los más apasionados y mejor trabajados de
    la tradición occidental. Los poetas lésbicos,
    así como varios poetas líricos posteriores de otras
    ciudades griegas, compusieron en dialecto
    eólico.

    En el siglo VI a.C., el poeta Anacreonte escribió
    alegres poemas sobre el vino y el amor en
    varios metros líricos; sus obras posteriores, similares en
    tono y tema, se conocen como anacreónticos. También
    escribió dísticos (pareados) elegíacos,
    epigramas y poemas en metros yámbicos.

    La lírica coral surgió en el siglo VII
    a.C. obra de poetas que escribieron en dialecto dórico,
    dominante en la región de Esparta, y que se utilizó
    incluso en épocas posteriores cuando los poetas de otros
    lugares de Grecia adoptaban este género
    lírico. Los poetas espartanos fueron los primeros en
    escribir de esta forma canciones para celebraciones
    públicas religiosas. Más tarde lo hicieron para
    celebrar triunfos personales, como, por ejemplo, una victoria en
    los juegos
    olímpicos.

    Taletas, que viajó de Creta a Esparta para
    sofocar una epidemia con himnos corales a Apolo, fue
    probablemente el primer poeta lírico coral. Le siguieron
    Terpandro, que escribió tanto poemas líricos
    intimistas como corales; Alcmán, autor sobre todo de
    partheneia, es decir, himnos procesionales corales cantados por
    un coro de doncellas y de carácter
    parcialmente religioso, de tono más ligero que los himnos
    a Apolo; y Arión, posible creador del ditirambo (forma
    poética en honor a Dioniso) y del estilo trágico,
    que se utilizó ampliamente en el drama griego. Entre los
    grandes escritores posteriores de poemas líricos corales
    se encuentran el poeta siciliano Estesícoro,
    contemporáneo de Alceo, que introdujo la forma ternaria de
    la oda coral, consistente en series de grupos de tres
    estrofas; Íbico de Reggio, autor de un largo fragmento que
    se conserva de una oda coral ternaria y de poemas líricos
    personales eróticos; Simónides de Ceos, cuya
    lírica coral incluye epinicia, u odas corales en honor de
    los vencedores en los juegos
    olímpicos, encomia, o himnos corales en honor a personas
    concretas, y cantos fúnebres, además de poemas
    líricos personales que incluyen epigramas; y
    Baquílides de Ceos, sobrino de Simónides, que
    escribió epinicios, de los que se conservan trece, y
    ditirambos, cinco de los cuales han llegado hasta la
    actualidad.

    La lírica coral alcanzó su apogeo hacia
    mediados del siglo V a.C. en las obras de Píndaro, que
    escribió muchos poemas de este género en
    todas las formas, incluyendo himnos, ditirambos y epinicios. Se
    conserva cerca de la cuarta parte de su obra, principalmente
    epinicios con la estructura
    trinaria creada por Estesícoro. Las tragedias de la
    época incluyen muchas odas corales importantes.

    Otras formas

    Otro género que se desarrolló en el siglo
    VI a.C. fue un tipo de poema filosófico relacionado con la
    épica y escrito por filósofos griegos como Empédocles,
    Jenófanes y Parménides. Los primeros textos en
    prosa que han llegado hasta nuestros días datan de finales
    del siglo V a.C.; los más interesantes, sin ninguna duda,
    son los dedicados a la medicina atribuidos al médico
    Hipócrates.

    EL PERIODO ÁTICO, SIGLOS VI-IV
    A.C.

    El drama se desarrolló en Atenas durante el siglo
    VI a.C. En su forma primitiva, consistió en un coro de
    hombres que cantaban y bailaban odas corales. Más tarde,
    se añadió un actor que dialogaba con el
    coro.

    La tragedia

    La tragedia, tal y como hoy se la conoce, se cree que
    fue creada en el siglo VI a.C. por el poeta ateniense Esquilo,
    que introdujo el papel de un
    segundo actor, aparte del coro. Sus tragedias, cerca de 90,
    versan sobre temas tan excelsos como la divinidad y las
    relaciones de los seres humanos con los dioses. Únicamente
    siete de sus obras han llegado hasta hoy, entre ellas Prometeo
    encadenado, que narra el castigo de Zeus al titán
    Prometeo, y la Orestiada, trilogía que retrata el
    asesinato del héroe griego Agamenón por su mujer, el de
    ésta por su hijo Orestes y el posterior destino de
    Orestes.

    El segundo de los grandes trágicos griegos fue
    Sófocles. La admirable construcción de sus tramas y la manera en
    que sus temas y personajes despertaban al mismo tiempo piedad y
    temor, llevaron a Aristóteles y a otros críticos
    griegos a considerarle como el mejor autor de tragedias. Su
    Edipo rey
    constituye un epítome del género trágico. De
    las más de cien obras que escribió Sófocles,
    sólo se conservan siete tragedias, una obra
    satírica y más de mil fragmentos. Fue el primero en
    introducir el tercer actor en la escena, innovación que más tarde
    adoptaría Esquilo.

    Eurípides, coetáneo de Sófocles,
    fue el tercer gran autor de teatro.
    Escribió cerca de 92 obras, de las que se conservan 17
    tragedias y una obra satírica completa, Los
    cíclopes. Se le considera más realista que sus
    predecesores, especialmente en la agudeza psicológica de
    sus personajes, por lo que para algunos críticos es el
    dramaturgo griego más moderno. Entre sus obras principales
    sobresale Medea, cuyo argumento gira en torno a la
    venganza llevada a cabo por la hechicera Medea contra su marido
    Jasón; e Hipólito, que trata del amor de Fedra por
    su hijastro Hipólito y su destino tras ser
    rechazada.

    La comedia

    Uno de los más grandes poetas cómicos fue
    Aristófanes, cuya primera comedia, Daitaleis, hoy perdida,
    data del 427 a.C. Empleando la sátira dramática,
    ridiculizó a Eurípides en Las ranas y a Sócrates
    en Las nubes. Estas obras representan la antigua comedia de la
    literatura griega.

    La comedia griega posterior se divide en dos grupos, la
    comedia media (400-336 a.C.) y la comedia nueva (336-250 a.C.).
    En la media, ejemplificada por las dos últimas obras de
    Aristófanes, La asamblea de las mujeres y Pluto, ambas
    escritas entre 392 y 388 a.C., la sátira personal y
    política
    se reemplaza por la parodia, la ridiculización de los
    mitos y la
    crítica literaria y filosófica. Los principales
    autores de la comedia media fueron Antífanes de Atenas y
    Alexis de Thruil. Sólo se conservan fragmentos de sus
    obras.

    En la comedia nueva, la sátira se sustituye por
    la comedia social, con tramas y personajes cotidianos y
    familiares, y temas de amor romántico. El principal autor
    de esta comedia nueva fue Menandro, cuya influencia
    alcanzó a los dramaturgos latinos de los siglos III y II
    a.C., sobre todo a Plauto y Terencio. Se conservan una obra
    completa de Menandro, El tacaño, y fragmentos de
    otras.

    La historia

    El primer historiador griego, Heródoto,
    escribió una crónica de las guerras persas (500-449
    a.C.) en dialecto jónico. Su principal obra, Historias, es
    apreciada por su rica información sobre la Grecia antigua,
    así como por su estilo sugestivo. Tucídides fue el
    primer gran escritor ático de prosa, y con su Historia de
    la guerra del
    Peloponeso se ha ganado el título de primer historiador
    crítico. Las principales obras literarias del historiador
    y soldado Jenofonte fueron Anábasis, un relato de los
    mercenarios griegos que trataron de escapar de Persia;
    Memorabilia, una refutación de los cargos aportados contra
    Sócrates,
    junto con impresiones personales en forma de diálogo sobre
    su carácter y
    su filosofía; y Hellenica, en la que Jenofonte prosigue la
    historia de los griegos en el punto en que Tucídides la
    dejó. Un historiador posterior, Timeo, escribió una
    historia de Sicilia y se tiene noticia de que inventó el
    método de
    calcular el tiempo en las Olimpiadas.

    La oratoria

    La prosa ática alcanzó su máxima
    expresión en las obras de los oradores atenienses.
    Antifón, profesor de retórica, es uno de los
    primeros cuyas obras se conservan. El orador Lisias empleó
    un estilo sencillo y directo, desprovisto de recursos
    retóricos. Se cree que escribió un discurso para
    que Sócrates lo utilizara en su proceso (399
    a.C.). Los discursos de
    Isócrates, por otra parte, son obras literarias concebidas
    más para ser leídas que habladas. Las obras de
    Demóstenes suponen la rotunda perfección de la
    oratoria griega.
    Empleando todos los recursos del lenguaje,
    creó discursos que se convirtieron en modelos para
    los oradores posteriores.

    La filosofía

    Los dos principales escritores de filosofía del
    periodo ático fueron Platón y
    Aristóteles. Platón
    desarrolló ciertos aspectos de la filosofía de
    Sócrates y expresó, en forma de diálogos
    escritos, el pensamiento
    filosófico que más tarde se denominó
    idealismo.
    Veáse también Filosofía Griega.

    Los Diálogos de Platón no sólo son
    grandes obras filosóficas, sino también obras
    maestras de la literatura, llenas de poesía y dramatismo.
    El estilo de su prosa es uno de los más clarividentes y
    bellos de la literatura griega. Aristóteles,
    discípulo de Platón, escribió un gran
    número de obras sobre lógica,
    metafísica, ética,
    retórica y política. Algunos eruditos
    clásicos consideran que se trata de notas tomadas por los
    estudiantes de las clases que Aristóteles daba en el
    Liceo, su escuela de
    Atenas. De su crítica literaria sólo se conservan
    fragmentos sobre la tragedia, la poesía épica y la
    retórica.

    EL PERIODO HELENÍSTICO, 323-146
    A.C

    Tras las conquistas de Alejandro III el Magno en el
    siglo IV a.C., la cultura griega
    se expandió por un amplio imperio. La más destacada
    entre las muchas escuelas de literatura que se crearon y la mayor
    biblioteca de la
    antigüedad se localizaron en la ciudad de Alejandría,
    en Egipto

    La poesía

    Una de las más admirables poéticas
    alejandrinas pertenece a Calímaco de Cirene, director de
    una escuela en Alejandría y su principal bibliotecario.
    Calímaco está acreditado como autor de más
    de 800 volúmenes, cada uno de ellos con muchas obras de
    las que se conservan sólo seis himnos, 64 epigramas y unas
    pocas elegías, además de otros poemas. Junto con
    sus seguidores, perfeccionó el empleo del
    epilio, un poema corto en hexámetros con tema épico
    narrativo. Además de perfeccionar el epigrama, que
    más tarde adoptarían sus discípulos romanos,
    desarrollaron el poema didáctico literario y el
    pastoral.

    El poeta siciliano Teócrito, que escribió
    la mayor parte de su obra en Alejandría y que está
    considerado por muchos críticos como el más grande
    de los poetas alejandrinos, escribió Idilios, una serie de
    poemas pastorales que fueron imitados por sus sucesores, como
    Bión de Esmirna, entre cuyos poemas conservados se
    encuentra el famoso Lamento por Adonis, y el poeta también
    siciliano Mosco, que escribió el poema épico
    Europa y
    composiciones pastorales.

    La prosa

    Posiblemente, la obra más importante del periodo
    helenístico fue realizada por sabios, científicos y
    eruditos, en particular por el médico Herófilo, el
    anatomista Erasístrato, los astrónomos Hiparco de
    Nicea, Claudio Tolomeo y Aristarco de Samos (el primero que
    sostuvo que la Tierra
    giraba alrededor del Sol) y el matemático,
    astrónomo y geógrafo Eratóstenes, que
    midió la circunferencia de la Tierra.

    EL PERIODO GRECORROMANO, SIGLO II-SIGLO IV
    D.C.

    Después de que los romanos conquistaran Grecia en
    el 146 a.C., el historiador griego Polibio escribió una
    crónica de la conquista y, un siglo más tarde, el
    geógrafo Estrabón recopiló su Geografía, un estudio
    sistemático de lugares, animales y temas
    de interés. A finales del siglo I y comienzos
    del II d.C., Plutarco redactó sus famosas Vidas paralelas,
    en las que se entremezclan biografías de griegos
    y romanos famosos. Más adelante, en el siglo II d.C.,
    Galeno, el médico más importante de la
    antigüedad, escribió obras que sentaron los
    fundamentos de la medicina moderna.

    Los primitivos escritores cristianos que transcribieron
    y reunieron el Nuevo Testamento utilizaron una variedad de la
    koiné (‘común’, en griego), la lengua
    cortesana y literaria de la Grecia helenística. El
    dialecto koiné es distinto del que emplearon los
    escritores griegos clásicos y sus continuadores, los
    llamados aticistas, el mejor de los cuales fue el satírico
    Luciano, autor de Diálogos de los muertos, Diálogos
    de los dioses y sus cómicas Historias
    verdaderas.

    Según los eruditos modernos, el prototipo de
    la novela se
    desarrolló probablemente en Grecia antes del siglo II d.C.
    Se cree que los fragmentos más importantes que se
    conservan de una primitiva novela griega,
    los de la llamada Romance de Ninos, y que tratan del amor de
    Ninos, fundador legendario de Ninevoli, son del siglo I a.C. Se
    conservan cinco novelas griegas
    completas que se escribieron después del año 100
    d.C. y antes del 300 d.C.: Caritón, considerada como la
    primera de las cinco; Etiópicas o Teágenes y
    Cariclea (de principios del
    siglo III d.C.), del hábil escritor Heliodoro de Emesa;
    Dafnis y Cloe, de Longo, el más conocido y probablemente
    el mejor de estos novelistas; Efesíacas (o Antea y
    Habrócomes, sus protagonistas), de Jenofonte de
    Éfeso, el menos dotado; y Leucipa y Clitofonte (anterior
    al año 300 d.C.) de Aquiles Tacio, considerada la
    última de las cinco. Todas narran historias de amor y
    aventura en las que matrimonios o amantes virtuosos son separados
    y, tras afrontar múltiples peligros, acaban por
    reunirse.

    La filosofía estoica estuvo representada por los
    escritos de Epicteto y Marco Aurelio Antonino; los
    neoplatónicos tuvieron su mejor representante en
    Plotino.

    Algunos de los mejores versos de este periodo son los
    epigramas anónimos de la Antología griega,
    recopilación de poesía y prosa griegas que cubre
    casi 2.000 años; se compone de dos libros
    reunidos en los siglos X y XIV d.C., que se conocen,
    respectivamente, como la Antología Palatina y la
    Antología Planudean.

    EL PERIODO BIZANTINO, DE MEDIADOS DEL SIGLO IV AL
    XV

    Desde el comienzo del reinado de Constantino en el
    año 323 d.C., hasta la caída del imperio Oriental
    en 1453, la literatura griega careció del carácter
    homogéneo de los periodos primitivos y estuvo muy
    influenciada por elementos tanto latinos como orientales. La
    mayor parte de los escritos de esta época son
    teológicos y atacan las diversas herejías que
    surgieron durante el primer milenio de la era cristiana.
    Así, san Atanasio arremetió en el siglo IV contra
    el arrianismo y, más tarde, Anastasio de Antioquía
    y León de Bizancio (siglo VI) atacaron a los monofisitas.
    Los padres capadocios (san Basilio de Cesarea, san Gregorio de
    Nisa y san Gregorio de Nacianceno) fueron importantes escritores
    y teólogos, y sus ideas tuvieron una gran
    repercusión. En el siglo VIII, el último de los
    grandes teólogos griegos, san Juan de Damasco,
    escribió obras polémicas contra los iconoclastas
    (véase Iconoclasia), así como uno de los primeros
    libros del
    dogma cristiano, La fundación del conocimiento.
    Simeón Metafrastes destaca como editor de los Hechos de
    los mártires, en los que revisa y compara relatos
    anteriores de la vida de los santos. Romanus Melodus y los
    primeros padres de la Iglesia
    compusieron numerosos himnos, sobre todo san Gregorio de Nicianzo
    y Cosmas de Jerusalén.

    La influencia eclesiástica hizo que decayera la
    literatura secular. Sin embargo, hubo un importante poema
    histórico y legendario, la notable epopeya popular Digenes
    Akritas (siglos X-XI), que fue difundido por transmisión
    oral hasta que se escribió (se conservan textos de los
    siglos XV y XVI).

    También son importantes desde un punto de vista
    literario los historiadores, críticos y filósofos bizantinos. Cabe destacar entre
    los historiadores a Procopio, el emperador Constantino VII
    Porfirogéneta, Miguel Pselo, Ana Comneno, Georgius
    Pachymeres y Juan VI Cantacuzene. El más significativo de
    los críticos fue Focio, cuyos epítomes de 280 obras
    clásicas, que todavía existían en el siglo
    IX, nos han permitido conocer lo que de otra forma podría
    haberse perdido para siempre. En el siglo XII, Eustaquio de
    Tesalónica escribió un comentario sobre las obras
    de autores clásicos, entre los que se encontraban
    Hesíodo, Píndaro y los trágicos griegos.
    Entre los filósofos bizantinos destaca Georgio Gemisto
    Pletho, que introdujo la filosofía platónica en
    el renacimiento
    italiano.

    EL PERIODO MODERNO

    La cuarta Cruzada, emprendida en 1204, provocó
    una horda de invasores francos que se establecieron en el centro
    y sur de Grecia adoptando títulos como duques de Atenas o
    barones de Tebas (véase Cruzadas). Como resultado de esta
    ocupación, apareció una importante obra literaria,
    La crónica de los Morea (siglo XIV), un largo poema
    épico en verso griego, que probablemente fue escrito por
    un francés de habla griega. El poema es importante por la
    belleza de su poesía, su fuerza
    dramática y el fácil fluir de un idioma coloquial
    vivamente descriptivo.

    A mediados del siglo XV, los turcos otomanos
    conquistaron el Imperio bizantino y el resto de las colonias
    francas en Grecia, por lo que la literatura griega se
    eclipsó. Hasta el final del siglo XVIII sólo
    siguió cultivándose en la periferia del mundo
    griego, lejos del Imperio otomano.

    Escritos cretenses

    Creta, dominada por los venecianos, fue el centro
    literario de Grecia durante los siglos XVI y XVII. Los dramas que
    se escribieron en este periodo, como Erofili, de Yeoryos
    Jortatsis, imitaron ampliamente los modelos
    italianos. Dos de las obras cretenses más importantes
    aparecieron en este periodo, ambas en griego demótico o
    coloquial: el poema romántico Erotócritos, de
    Vitsentzos Cornaros, hoy elevado por algunos a poema épico
    nacional, y el Sacrificio de Abraham (1635), un drama
    psicológico de relaciones familiares, de autor
    desconocido, quizá Cornaros. En esta época se
    escribió un gran número de canciones populares,
    incluyendo el poema pastoril La bella pastora, del que se
    publicó una famosa versión en 1627. La
    composición de este tipo de canciones fue abundante en
    Chipre y en las islas egeas.

    La floreciente escuela cretense se extinguió en
    el siglo XVII con la conquista de la isla por los turcos. Las
    baladas de los cleftes, sin embargo, sobrevivieron hasta el siglo
    XVIII; se trata de las canciones de los combatientes griegos de
    las montañas que sostuvieron una guerrilla contra los
    turcos.

    Griego clásico frente a
    demótico

    Hacia finales del siglo XVIII, los sueños de
    libertad se
    convirtieron en un objetivo para
    el pueblo griego. Los patriotas y los poetas escribían
    copiosamente, en medio de un problema lingüístico que
    afectó a la literatura griega durante décadas. Bajo
    la dominación turca, la Iglesia se
    encargó de la educación. La
    enseñanza era conservadora y el lenguaje
    utilizado mantuvo formas antiguas del griego bizantino. Muchos de
    los patriotas griegos que escribían en el extranjero,
    pensando que la antigua Hellas estaba a punto de alzarse de sus
    cenizas, obligaron al idioma moderno a adoptar modelos antiguos.
    Adamantios Coraís, un experto clasicista que vivía
    en París, propuso el uso de una lengua
    combinada que no fuera ni antigua ni moderna.

    La dicotomía de la lengua se puede seguir
    fácilmente a través de la poesía. Desde la
    edad media
    floreció una rica poesía popular que se
    transmitió oralmente. Estaba escrita en griego
    demótico, lengua natural para la narrativa y el verso
    lírico. Sin embargo, en el siglo XVIII, algunos poetas
    retomaron la tradición clásica. Entre ellos se
    encontraban Constantinos Rigas y Iacovakis Risos Nerulos. En el
    siglo XIX varios poetas continuaron la tradición
    clásica, como Aléxandros Risos Rangavis, poeta,
    historiador y novelista. En el siglo XIX los poetas tendieron
    cada vez más a emplear el griego demótico,
    más expresivo, y durante décadas se vivió
    una feroz controversia. Actualmente se emplea el griego
    demótico en la literatura, mientras que para la escritura
    técnica y científica se utiliza otra forma de
    griego más clásico.

    La literatura del movimiento de
    liberación

    En las primeras décadas del siglo XIX la
    literatura, sobre todo la poesía, fue en su mayor parte
    patriótica. Los versos entusiastas del líder
    de la escuela jónica de poesía, Dionisios
    Solomós, animaron a la nación
    a liberarse del cautiverio turco. Su admirable Himno a la
    libertad
    (1823) se ha convertido en el himno nacional griego.
    Posiblemente, el mejor poeta de la escuela jónica fue
    Andreas Calvos, un gran erudito clásico, autor de
    emocionantes poemas, escritos en una lengua original, mezcla de
    demótico y de arcaísmos, en cuya armoniosa textura
    resuenan los antiguos himnos griegos.

    Cuando Grecia alcanzó la independencia
    en 1832, la literatura cobró un renovado vigor, expresando
    el espíritu de un pueblo muy cohesionado. Entre los
    narradores del siglo XIX más importantes destacan Emmanuel
    Roídis, satírico, crítico literario e
    importante traductor de autores ingleses y franceses, cuya
    primera obra fue la novela
    Pápisa Ioana (1865). Aléxandros Papadiamandis,
    novelista y autor de cuentos,
    trazó retratos líricos de la vida de los pueblos y
    escenarios isleños. Su obra carece por completo de
    influencias foráneas. En 1913, se publicó una
    recopilación de sus mejores historias, Orillas rosas. Otro autor
    de inspiración griega pura es el escritor jónico de
    cuentos
    Aryiris Eftaliotis. Su obra más conocida es Historias
    isleñas, 1897.

    Entre los poetas del siglo XIX del periodo posterior a
    la liberación destacó Aristotelis Valaoritis,
    famoso por el vigor de sus imágenes
    descriptivas en griego demótico. Otro importante autor de
    este periodo, el poeta simbolista Ioannes
    Papadiamandópulos, escribió en francés con
    el nombre de Jean Moréas y ejerció una influencia
    considerable en poetas jóvenes, como Constandinos
    Hadsópulos, también un gran escritor de
    ficción, y Miltiades Malacasis, que empezó su
    carrera escribiendo en francés pero pronto volvió
    al griego. También destaca Yeoryos Suris, un gran
    satírico político en la mejor tradición de
    Aristófanes. Suris publicó en verso un diario
    semanal que constituye un vivo y cáustico comentario de
    los asuntos públicos.

    Los primeros dramaturgos griegos importantes del siglo
    XIX, Dimetrios Vernadakis y Spiridon Vasiliadis, escribieron a la
    manera clásica. Ioannis Cambisis escribió en lengua
    vernácula dramas realistas y satíricos sobre la
    vida ateniense. Influenciado por el realismo ruso,
    el novelista y autor de teatro Spiros
    Melas escribió los dramas Hijo de la sombra (1907) y La
    casa en ruinas (1908). Las obras de Grigorios Xenópulos,
    especialmente Stella Violanti (1909), denotan la influencia del
    dramaturgo noruego Henrik Ibsen.

    Poesía moderna

    Uno de los poetas más populares de la primera
    parte del siglo XX fue Yeoryos Drosinis. Drosinis empezó
    escribiendo en dialectos literarios, pero más tarde
    adoptó y propugnó el empleo de la
    lengua vernácula. Entre sus libros de poemas destacan
    Tinieblas luminosas (1915) y Párpados cerrados
    (1917).

    Coetáneo de Drosinis, Kostís
    Palamás está catalogado por los críticos
    como uno de los poetas más importantes de Europa; algunos
    de sus mejores poemas están en el libro Vida
    inamovible (1904). Su largo poema La flauta del rey (1910) relata
    episodios de la historia bizantina. Su obra maestra, el poema
    épico El dodecálogo del zíngaro (1907)
    expresa las esperanzas y aspiraciones del pueblo
    griego.

    En general, los críticos están de acuerdo
    en que Constandinos Cavafis es la gran figura literaria de la
    Grecia moderna. Su obra cuenta con el reconocimiento mundial.
    Nació y vivió la mayor parte de su vida en
    Alejandría (Egipto). A comienzos del siglo XX, antes de la
    ocupación inglesa, la ciudad era el centro de la cultura
    griega, y este ambiente
    conforma el escenario de sus nostálgicos poemas
    históricos. Tanto sus poemas eróticos como los que
    evocan las conmovedoras tragedias humanas de la antigüedad
    están henchidos de una melancolía que recuerda a
    Charles Baudelaire. "Voces", (anterior a 1911), por ejemplo, es
    un impresionante poema sobre el emperador romano Nerón,
    que yace dormido mientras las furias se acercan acosando al
    malvado. Cavafis escribe sus versos en una armoniosa y
    lírica mezcla de griego demótico y
    literario.

    También es digno de mención
    Ánguelos Sikelianós, cuya poesía muestra
    influencias de Píndaro. Fue uno de los primeros poetas
    griegos en escribir en verso libre demótico, que recuerda
    mucho el estilo de los antiguos poemas líricos y odas
    corales. Entre sus mejores obras cabe citar Aphierosi (1922), el
    drama poético Cristo en Roma (1946),
    Muerte de
    Diyenís Acritas (1948) y Vida lírica (3 vols.,
    1947), una recopilación de poemas líricos. Junto
    con su esposa de origen estadounidense, Eva Palmer (1885-1952),
    Sikelianós organizó el Festival Délfico en
    Atenas y la impresionante producción y dirección de las obras de Esquilo en el
    santuario de Apolo en el monte Parnaso.

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    Corporation. Reservados todos los derechos. Uno de los poetas
    más populares de la primera parte del siglo XX fue Yeoryos
    Drosinis. Drosinis empezó escribiendo en dialectos
    literarios, pero más tarde adoptó y propugnó
    el empleo de la lengua vernácula. Entre sus libros de
    poemas destacan Tinieblas luminosas (1915) y Párpados
    cerrados (1917).

    Coetáneo de Drosinis, Kostís
    Palamás está catalogado por los críticos
    como uno de los poetas más importantes de Europa; algunos
    de sus mejores poemas están en el libro Vida inamovible
    (1904). Su largo poema La flauta del rey (1910) relata episodios
    de la historia bizantina. Su obra maestra, el poema épico
    El dodecálogo del zíngaro (1907) expresa las
    esperanzas y aspiraciones del pueblo griego.

    En general, los críticos están de acuerdo
    en que Constandinos Cavafis es la gran figura literaria de la
    Grecia moderna. Su obra cuenta con el reconocimiento mundial.
    Nació y vivió la mayor parte de su vida en
    Alejandría (Egipto). A comienzos del siglo XX, antes de la
    ocupación inglesa, la ciudad era el centro de la cultura
    griega, y este ambiente
    conforma el escenario de sus nostálgicos poemas
    históricos. Tanto sus poemas eróticos como los que
    evocan las conmovedoras tragedias humanas de la antigüedad
    están henchidos de una melancolía que recuerda a
    Charles Baudelaire. "Voces", (anterior a 1911), por ejemplo, es
    un impresionante poema sobre el emperador romano Nerón,
    que yace dormido mientras las furias se acercan acosando al
    malvado. Cavafis escribe sus versos en una armoniosa y
    lírica mezcla de griego demótico y
    literario.

    También es digno de mención
    Ánguelos Sikelianós, cuya poesía muestra
    influencias de Píndaro. Fue uno de los primeros poetas
    griegos en escribir en verso libre demótico, que recuerda
    mucho el estilo de los antiguos poemas líricos y odas
    corales. Entre sus mejores obras cabe citar Aphierosi (1922), el
    drama poético Cristo en Roma (1946),
    Muerte de
    Diyenís Acritas (1948) y Vida lírica (3 vols.,
    1947), una recopilación de poemas líricos. Junto
    con su esposa de origen estadounidense, Eva Palmer (1885-1952),
    Sikelianós organizó el Festival Délfico en
    Atenas y la impresionante producción y dirección de las obras de Esquilo en el
    santuario de Apolo en el monte Parnaso.

    Prosa moderna

    Uno de los escritores griegos del siglo XX más
    conocidos internacionalmente fue Nicos Kazantzakis, novelista y
    poeta de Creta, cuya obra, escrita en su mayor parte con su
    propia adaptación del dialecto cretense, ha sido traducida
    a varios idiomas. La más famosa es Odisea (1938), largo
    poema épico que comienza donde termina la Odisea de
    Homero. Entre sus novelas
    más populares y traducidas, están Zorba el griego
    (1943), que más tarde inspiró una película
    (Michael Cacoyannis, 1964) y un musical, y La última
    tentación de Cristo (1948), también llevada al
    cine por
    Martin Scorsese en 1988.

    Otro de los escritores que también contribuyeron
    a elevar la literatura de este periodo es Ilías Venesis,
    un maestro del estilo y de la descripción realista, autor de Calma (1939)
    y Tierra de
    Eolia (1943). Stratis Mirivilis, novelista de un gran encanto
    romántico, escribió Maestra de ojos dorados (1932),
    sobre la I Guerra Mundial,
    Llamas pequeñas (1942) y La virgen de la sirena (1955).
    Pandelis Prevelakis, dramaturgo, novelista, ensayista, poeta y
    antiguo seguidor de Kazantzakis, escribió obras
    dramáticas como En las manos de un Dios vivo (1955) y Dos
    dramas cretenses (1971); su poesía completa se
    publicó en 1969. Cosmás Politis, un consumado
    estilista que combina el romanticismo del
    siglo XIX con la realidad del siglo XX, ha demostrado ser un
    idealista con una honda perspicacia sobre los personajes
    femeninos. Entre sus novelas más importantes se encuentran
    El limonar (1928), Hekate (1933) y Eroica (1938). Yorgos
    Zeotocás, novelista y dramaturgo, fue durante un tiempo
    director del Teatro Nacional de Grecia. Entre sus obras destacan
    El demonio (1938), un análisis del temperamento griego moderno,
    la novela
    Leonís (1940) y dos volúmenes en los que recopila
    sus obras de teatro (1944 y 1947). Uno de los escritores griegos
    contemporáneos más importantes es I. M.
    Panayotópulos, poeta, novelista, ensayista, crítico
    de literatura y arte, y cronista
    de sus viajes. Entre
    sus más de treinta libros publicados destaca Cautivo
    (1951), una historia que transcurre entre los días
    anteriores a la guerra y la ocupación alemana en
    Grecia.

    Tendencias posteriores a la II Guerra
    Mundial

    Durante la II Guerra Mundial y
    toda la posguerra, muchos escritores reflejaron la
    participación del pueblo griego en la lucha por su
    supervivencia. Zemos Cornarós describe en Haidari (1946)
    los intentos de los soldados alemanes durante la II Guerra
    Mundial por romper la moral de
    los prisioneros griegos. Se escribieron otras obras documentales
    de gran valor
    literario sobre la resistencia
    griega, así como varios poemas patrióticos sobre la
    guerra civil.

    Entre los novelistas que continuaron la obra de Nicos
    Kazantzakis después de su muerte en 1957, se encuentran
    Vassilis Vasilicós, autor de más de veinte novelas.
    La más conocida es Z (1966), traducida a muchos idiomas y
    llevada al cine por
    Costa-Gavras, con guión de Jorge Semprún. La obra
    trata del asesinato del senador izquierdista Lambrakis y es una
    condena de las tácticas violentas de políticos y
    militares que propiciaron el golpe de Estado
    de los coroneles en Grecia en 1967, promovido por Georgios
    Papadopoulos.

    En la década de 1950 varios novelistas comenzaron
    a alejarse del tema de la guerra y sus consecuencias. Stratis
    Tsírcas describió la vida de los griegos exiliados
    en Egipto en su trilogía Ciudades a la deriva, que incluye
    El Club (1960), Ariagni (1962) y El murciélago (1965).
    Antonis Samarakis escribió sobre individuos atrapados bajo
    la presión de
    la sociedad moderna,
    como en El fallo (1965). Galatia Sarandi se enfrenta a la
    angustia psicológica actual de las mujeres y Nestoras
    Matsas ha escrito sobre los judíos griegos durante la
    guerra.

    Terminada la guerra surgió en Grecia un vigoroso
    grupo de
    poetas. Su modernismo no
    perjudicó, sino que más bien enriqueció y
    continuó la antigua tradición de sentimiento
    nostálgico, que se expresa en renovadas formas. Yeoryos
    Seferis, cuyo simbolismo evocador, serena sugerencia y pincelada
    nostálgica despiertan el pensamiento y las emociones,
    ganó el Premio Nobel en 1963. El zorzal (1914) es una de
    sus obras más significativas. La primera obra de Yannis
    Ritsos, Tractor, data de 1934, y en 1961 reunió en dos
    volúmenes sus obras. Más recientes son sus poemas
    Dieciocho canciones llanas de la patria amarga (1974). Odiseas
    Elitis, nacido en Creta, pintor y traductor además de
    poeta, es uno de los pocos surrealistas de la literatura griega.
    Su tema principal es la redención de los seres humanos a
    pesar de todos los obstáculos; su obra transmite la
    luz especial y
    los aspectos arquitectónicos del paisaje griego. Sus obras
    principales incluyen El sol primero
    (1943) y Dignum est (1959), título sacado de las primeras
    palabras de un salmo. En 1979 le fue concedido el Premio
    Nobel.

    El teatro, que no se cultivó hasta el final de la
    II Guerra Mundial, empezó a revalorizarse a partir de la
    década de 1950. En contraste con las tragedias de
    Sikelianós y Kazantzakis, inspiradas en la antigüedad
    y en la época bizantina, las obras de los jóvenes
    escritores abordan los problemas de
    la actualidad.

    EPOCA
    MEDIEVAL

    Mester de clerecía, escuela literaria
    española de los siglos XII y XIII que se entendía
    como un oficio de hombres cultos. La oposición entre
    mester de clerecía y mester de juglaría proviene de
    la segunda estrofa del Libro de Alexandre (primera mitad del
    siglo XIII):

    Mester traigo fermoso, non es de
    joglaría,

    mester es sin pecado, ca es de
    clerezía;

    fablar curso rimado por la cuaderna
    vía,

    a sílabas contadas, ca es grant
    maestría.

    En estos versos se afirma un arte
    poética: combinación estrófica llamada
    'cuaderna' (del latín quaterna, 'cuatro cada vez') cuya
    vía es un curso rimado consonante de cuatro versos a
    sílabas contadas (isosilabismo): alejandrinos divididos en
    dos hemistiquios de siete sílabas cada uno. La estrofa
    citada permite entrever que el mester de juglaría no
    respeta la métrica (es anisosilábico) y, por tanto,
    carece de maestría y es hablar con pecado (con error). Es
    Gonzalo de Berceo quien lleva a su máxima expresión
    el uso de la cuaderna vía, de procedencia francesa. Junto
    con Berceo debe citarse, por la regularidad métrica (que
    no se cumple en otros autores), el Rimado de Palacio de Pero
    López de Ayala (1332-1407).

    El Libro de Alexandre es el primer texto en el
    que se utiliza este estilo. Es un extenso poema, sobre Alejandro
    Magno, de más de diez mil versos del que se han
    conservado dos manuscritos, uno de finales del siglo XIII, que se
    conserva en la Biblioteca
    Nacional de Madrid, y otro del XV, que está en la
    Biblioteca de París. No se sabe cuándo se
    escribió pero suele datarse en la primera mitad del siglo
    XIII.

    El libro es un poema épico sobre Alejandro
    Magno —personaje sobre el que se escribieron muchas
    historias durante la edad
    media— que se inicia con su infancia y
    acaba con su muerte. La finalidad es ensalzar al héroe y
    tiene gran erudición, sin embargo, cae en anacronismos
    tales como que Alexander forma parte de los Doce Pares de
    Francia o que
    Aquiles se esconde en un convento de monjes.

    El Libro de Apolonio es también otra obra
    primeriza en cuaderna vía, de más de dos mil
    versos, compuesta en la primera mitad del siglo XII en la que se
    narran las gestas del rey Apolonio de Antioquía que, al
    descubrir que ha cometido incesto, huye, pasa mil penalidades y
    pruebas, y al
    final se reconcilia con todos sus familiares. Es una obra
    dinámica y delicada, cuyo tema procede de
    la tradición popular europea.

    La cuaderna vía prospera hasta finales del siglo
    XIV, con oscilaciones entre versos de 14 y versos de 16
    sílabas, dado el vigor en español
    del octosílabo. Por otra parte, la rigidez de la cuaderna
    vía hizo que muchos poetas abandonasen el alejandrino en
    busca de otras combinaciones métricas. Lo fundamental del
    mester de clerecía es, por tanto, la tendencia hacia una
    composición isosilábica, cualquiera que sea el
    metro elegido.

    Mester de juglaría, frente al isosilabismo
    del mester de clerecía, el mester de juglaría se
    caracteriza por la mayor libertad métrica. Aun en las
    obras identificadas en líneas generales con la
    clerecía, se advierte la influencia juglaresca, sobre todo
    en las vacilaciones en la rima y en la medida de los versos. Su
    momento de máximo apogeo corresponde a los siglos XII y
    XIII aunque se prolongó hasta el XIV. Una obra como el
    Libro de Buen Amor, aunque utiliza la cuaderna vía y, por
    tanto, es obra de 'clérigo' (de hombre culto), el hecho de
    que en ella figuren coplas de escolares y de ciegos, con un
    lenguaje
    popular y chispeante, permite que también se incluya entre
    las obras del mester de juglaría. En la Razón
    deamor, del siglo XIII, predominan las asonancias de versos
    octosílabos, que se deslizan hacia los eneasílabos,
    como ocurre también en los Denuestos del agua y el
    vino. Otros textos oscilan entre el heptasílabo y el
    eneasílabo, metro este último que se mantiene sin
    interrupción desde el siglo XIII en la poesía
    popular.

    El mester de juglaría se apoya en la
    tradición oral y sus temas son las hazañas y gestas
    de héroes reales, históricos o
    míticos.

    Barroco (literatura), periodo que sucedió
    al renacimiento,
    entre finales del siglo XVI y finales del siglo XVII,
    impregnó todas las manifestaciones culturales y
    artísticas europeas y se extendió también a
    los países hispanoamericanos.

    Como etapa preparatoria, que coincide
    cronológicamente con el renacimiento y
    el barroco, debe
    tenerse en cuenta el manierismo. La palabra barroco tuvo
    originalmente un sentido peyorativo, ligado con la extravagancia
    y la exageración, que aún se mantiene en ciertos
    tópicos del lenguaje no especializado. Se dice que el
    término deriva del portugués barroco (castellano
    barrueco), que significa ‘perla irregular’.
    También suele relacionarse con baroco, nombre que recibe
    una figura del silogismo. El barroco expresa la conciencia de una
    crisis,
    visible en los agudos contrastes sociales, el hambre, la guerra,
    la miseria. Suele establecerse una distinción entre el
    barroco de los países protestantes y el de los
    países católicos (barroco de la
    Contrarreforma).

    En el caso de España,
    aunque sin perder de vista el contexto europeo, José
    Antonio Maravall ha enumerado una serie de asuntos y
    tópicos literarios que definen una imagen del mundo
    y del hombre: la locura del mundo; la melancolía
    —Anatomy of melancholy, de R. Burton, es de 1621— la
    sensación de inestabilidad de los hombres y la fugacidad
    de las cosas; la revitalización del tópico del
    mundo al revés y la figura del gracioso en el teatro
    español
    como uno de sus representantes ("Soy el que dice al revés
    / todas las cosas que habla", dice un personaje de El mejor
    alcalde, el rey de Lope de Vega); el mundo como laberinto, como
    gran plaza o mesón; la concordia de los opuestos (nuestra
    vida se "concierta de desconciertos", dice el conceptista
    español Baltasar Gracián); el mundo como guerra y
    el hombre lobo
    del hombre.

    Desde el punto de vista estético, sobresalen la
    búsqueda de la novedad y de la sorpresa; el gusto por la
    dificultad, vinculada con la idea de que si nada es estable, todo
    debe ser descifrado; la tendencia al artificio y al ingenio; la
    noción de que en lo inacabado reside el supremo ideal de
    una obra artística. La búsqueda de la novedad y de
    lo extraño explica la admiración del barroco por
    pintores flamencos como El Bosco, Arcimboldo y Brueghel el Viejo:
    así lo demuestran, entre otros textos, los Sueños
    del escritor español Francisco de Quevedo.

    Entre los autores del barroco hispanoamericano,
    destacaron (el Inca) Garcilaso de la Vega (1539-1616) en
    Perú; Sor Juana Inés de la Cruz, sobre todo por su
    Primero Sueño (de clara influencia gongorina por su
    audacia formal) y El divino Narciso (cuyo antecedente es Eco y
    Narciso, del dramaturgo español Pedro Calderón de
    la Barca), y Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, autor de una
    Historia chichimeca y traductor de poesía náhuatl
    en México;
    Martín del Barco Centenera (La Argentina y
    Conquista del Río de la Plata), extremeño que
    vivió más de veinte años en América; Pedro de Oña y Arauco
    domado en Chile; el
    canario Silvestre de Balboa y Espejo de paciencia en Cuba, y
    Hernando Domínguez Camargo, a quien el poeta Gerardo Diego
    cita en su Antología poética en honor de
    Góngora, y que vivió en Colombia.

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