1.
Introducción
2. Ciencia y Sociedad
3. La Honestidad: cualidad moral
imprescindible
5. Casos anti-ética
6. Internet: un
caso especial
7. Los virus. Un punto y
aparte
8. Una propuesta de solución al
problema
9. Principios
10. Conclusiones
11. Bibliografía
La historia de Cuba, la
historia de sus hombres y mujeres, ha estado
preñada de acciones y
actitudes ante
la vida, las cuales han sentado las bases de nuestro sistema de ideas.
Desde el prebístero Félix Varela, quien nos
enseñó a pensar, José Martí, nuestro
Héroe Nacional, hasta los próceres que durante el
siglo XX han retomado esas ideas, este ideario ha sido
caracterizado por un espíritu ético que ha
trascendido a nuestros días como uno de los mejores
legados del pueblo cubano.
Con la Revolución
este legado cobra su justa dimensión, puesto que esta
ética se nutre de la igualdad, de
la solidaridad, de
la justicia
social que es inherente a nuestro sistema social y que es orgullo
de nuestra patria.
Ética, (del griego h J s V
: moral,
carácter, costumbres) es la ciencia que
trata de la moral, de
su origen y desarrollo de
sus reglas y, sobre todo, de las normas de
conducta de los hombres, de sus deberes hacia la sociedad, hacia
la patria y el estado.
Es precisamente este hombre el que
ha logrado que en los últimos años tanto la
ciencia como
la técnica hallan logrado un avance vertiginoso. Ello ha
traído como consecuencia la aparición de un nuevo
paradigma: La
Tecnología
de la Información (TI).
Este vertiginoso desarrollo ha incidido de forma directa en las
relaciones entre las personas y, por ende, entre los
profesionales, así como en sus estrategias
económicas y políticas.
Debido a que son estos profesionales los autores de los sistemas que
mueven las Tecnologías de la Información ellos juegan un papel
determinante, pues de su actuación se deriva el aporte de
beneficios o de daños, o la influencia en otras personas
para que actúen como ellos, esto ha devenido en un
problema que atañe a toda la sociedad.
En nuestra sociedad, como en otras tantas, la formación de
estos profesionales pasa por las manos de los profesores en
escuelas y universidades, los que, de una u otra forma los
modelan para entregarlos a la sociedad y que allí
reviertan lo que se
ha depositado en ellos.
En el presente trabajo se aborda la profunda relación que
existe entre la ciencia, la tecnología y la sociedad, el
surgimiento de esta nueva era y algunos ejemplos de los problemas
éticos que trae consigo, todo lo cual demuestra el
surgimiento de un problema social provocado por el desarrollo de
la ciencia y la aplicación de diversas
tecnologías.
Al finalizar se exponen algunos de los principios
esenciales que deben regir la actividad del profesional de las
Tecnologías de la Información.
Es bien conocida la idea de que la ciencia es un sistema
lógicamente estructurado de conocimientos verdaderos, y
que su objetivo o
propósito fundamental consiste en descubrir las leyes objetivas
de los fenómenos y encontrar la explicación de
ellos.
Pero también se sabe que todo conocimiento,
por teórico que sea, está en relación
directa con todos los aspectos de la vida, en relación
directa con las personas. Es irrefutable que este conocimiento
que muestra la
realidad también condiciona la posibilidad de influir
sobre la misma. Por ello se puede afirmar que todo conocimiento
científico tiene una relación directa con
el
hombre.
Es por ello que la actitud frente
a la ciencia, por necesidad, constituye una actitud frente al
hombre y por ello involucra el aspecto moral.
De ahí que toda actividad científica deba
orientarse por el reconocimiento del individuo como valor supremo,
pues es precisamente el ser humano, su vida, su bienestar y
salud, su
cultura, su
libertad y
progreso, quien le confiere sentido real a la ciencia.
[López, 1994]. De no ser así el actuar del hombre
de ciencia se convierte en un problema social.
Para la ciencia las teorías
científicas son fundamentales pero ello es sólo una
parte de sus resultados. Esos resultados se alcanzan en virtud de
una práctica social. Todos esos rasgos transparentan la
naturaleza
social de la ciencia, ya que son procesos y
entidades sociales que sólo se pueden explicar en
relación con el contexto social que los condiciona
[Núñez, 1999].
Con la tecnología sucede idénticamente.
Esta es mucho más que una suma de aparatos cada vez
más caros y sofisticados; sino que es una práctica
social que involucra conocimientos, destrezas, recursos
humanos y materiales,
valores e
ideologías [Núñez, 1999].
De ahí que los cambios tecnológicos,
experimentos
sociales en sí, requieren de control social.
Por ende la visión que deben tener los actores de la
ciencia y la tecnología necesita ser educada en principios
que respondan ante la sociedad, es decir,
éticos.
La ciencia y la tecnología aparecen y se
desarrollan gracias a la actividad práctica de los
hombres, a su relación social.
La
educación de los profesionales, de todos en general y,
específicamente de aquellos que manipulan las
Tecnologías de la Información, debería
fundarse en la idea de que ciencia y
tecnología son procesos sociales, y no verdades y
aparatos al alcance de todos.
Se plantea, pues, ante la humanidad un problema que nos involucra
a todos. Su parte más oscura reside en criterios que
intentan fundamentar teóricamente una actitud evasiva por
parte de la ciencia y los científicos en relación
con la responsabilidad por el uso de sus resultados. De
esta forma se plantea que no se puede pensar en la existencia de
algún gran descubrimiento científico que en
principio no pueda tener una u otra aplicación con fines
inhumanos.
O sea, que un mismo resultado científico, puede tener
diversos destinos, utilizarse para el bien del hombre o para su
destrucción.
La historia de la física, la química y la biología pueden
aportar ejemplos.
¿Qué decir ante tamaña excusa?
Sería totalmente injusto culpar hoy a Einstein, a
Mendeleiev o Pasteur por la bomba atómica, las armas
químicas, o la guerra
bacteriológica. Pero también sería
inadecuado, sobre esta base, exonerar totalmente de
responsabilidad al científico y a la ciencia cuando esta
es guiada de antemano por una finalidad antihumana, como ocurre
en el caso de la actividad científica vinculada a la gran
industria de
guerra imperialista, en la aplicación de guerras
bacteriológicas, de la cual hemos sido testigos, en la
utilización de proyectiles con uranio empobrecido y en
toda una serie de acciones que día a día se aplican
en el mundo contemporáneo.
La ciencia carecerá de sentido si no se
fundamenta en el principio del humanismo, pues
ella debe reconocer al hombre como valor supremo.
Es precisamente el hombre, su vida, bienestar, salud,
cultura, libertad y progreso, quien le confiere sentido a la
ciencia [Clark, 1999].
El desarrollo de las TI es de tal envergadura que las invenciones
nuevas hacen prácticamente obsoletas los existentes hasta
hoy. Se vislumbra, una nueva era. Este vertiginoso y ascendente
movimiento de
las TI, ha motivado el cambio del
paradigma tecnológico, el que deja de tener como base al
petróleo y
es entonces la información quien viene a situarse en su
núcleo.
Es así como las relaciones
interpersonales cada vez son menos cercanas, al tener la
posibilidad de, a través de una computadora,
poder recibir
diferentes servicios
(teletrabajo,
telecompra, educación a
distancia, correo
electrónico). Igualmente al tener una
interrelación con sus compañeros de trabajo a
través de la
computadora, cada vez la confrontación personal es menor
y se pierde el concepto de
colectivo laboral.
No se quedan atrás las relaciones
interprofesionales. Con un mayor uso de estas tecnologias las
relaciones del profesional de las TI se amplian cada vez
más, lo que conlleva a que su actividad se diversifique y
penetre, con una profundidad nunca antes vista, en otras
profesiones.
Ni que hablar entonces de su estrategia tanto
económica como política ya que cada
vez más las TI inciden en la prestación de
servicios, que es a la vez el sector que produce los mayores
dividendos en las producciones económicas nacionales de
los países desarrollados, e incluso de otros que no lo
son, y, como es harto sabido, si se tiene el dominio de la
economía
se logra el dominio político.
Y todo esto producto de
que, dado el uso de las TI, no hay enfrentamiento personal, cara
a cara, y, escudándose tras una tecnología, se
miente, se tergiversa, se aplasta si es necesario, a su
interlocutor, si así se le puede llamar, rompiendo con los
más elementales principios de la ética. ¿No
es esto acaso un problema social de considerable
envergadura?
3. La Honestidad:
cualidad moral imprescindible.
Teóricamente, todo lo que obstaculice el
conocimiento de la verdad, la altere o impulse
premeditadamente hacia la mentira, resulta amoral y, por ende, no
ético. Por otro lado, la valentía en la
oposición al engaño, a la falsedad, al prejuicio,
debe primar en la conducta y actividad profesional del
científico, unido a la sabiduría y objetividad en
la expresión de la verdad. Esto, a su vez, exige del
científico asumirla como valor principal que guíe
su actividad. En este sentido, la honestidad hacia sí
mismo y hacia los demás, deviene en cualidad moral
imprescindible para la eficacia
científica y, en definitivas, para su quehacer
profesional, lo cual demuestra una actitud ética ante su
actividad.
El rigor profesional en las TI está unido
indisolublemente a la honestidad personal del profesional. El
respeto a la
propiedad
intelectual debe convertirse en principio rector de su atención. Copiar programas,
base de datos
y atribuirse su creación, así como su venta
ilícita son actitudes deshonestas y poco profesionales. La
creación científica sólo es legítima
cuando surge como resultado del esfuerzo investigativo, de la
autosuperación y el trabajo
constante.
4.
Responsabilidad individual y social
En los marcos del actual paradigma de la
información el profesional de las TI asume una gran
responsabilidad, no sólo individual, sino social.
La sociedad pone en sus manos las más avanzadas
tecnologías de la manera más racional y eficaz
posible. Es su deber lograr un producto de óptima calidad y
altamente fiable para contribuir de manera eficiente a la
toma de
decisiones, lo cual implica una exigencia en grado sumo de la
responsabilidad que debe asumir ante estos retos. La
ineficiencia, la alteración de datos, la
indiscreción en la manipulación de
información, no sólo atentan contra la seguridad
social, sino que constituyen actos éticamente
reprochables desde el punto de vista profesional. Del mismo modo,
el uso inadecuado de la información o la
desinformación con fines nocivos, egoístas,
individualistas o subversivos, nada tiene que ver con la
profesionalidad y denotan un alto grado de irresponsabilidad
hacia los deberes de cada profesional.
La no observancia de reglas, deberes y derechos por parte de
profesionales, ha dado lugar a que no pocos se hayan visto
involucrados en graves problemas éticos en que ha tenido
un rol protagónico las TI.
Se cuestiona el riesgo que
representa la utilización de las TI en lo que concierne a
la vida privada y la libertad de las personas, ya que mediante
ellas se puede tener acceso incontrolado a datos e informaciones
de las personas, poniendo en conocimiento de extraños,
cuestiones tales como su estado de salud, situación
financiera o familiar, opiniones de cualquier tipo y hasta sus
hábitos de consumo,
reflejados en la computadora del supermercado [Clark, 1999].
Es decir que dentro de las TI la vida privada será un
lujo. Si estuviéramos dispuestos a renunciar a la
privacidad a cambio de comodidad, nuestra vida cibernética nos hará añorar
el anonimato del pasado [Cerf, 2000].
Un ejemplo se tiene en el uso de las tarjetas de los
clientes de las
cadenas de tiendas. El cliente al poseer
esta tarjeta obtiene determinados beneficios "gratuitamente", tan
solo llenando una planilla con los datos personales e
información de la cantidad y edad de los integrantes de su
núcleo familiar. Estos datos se registran en una
computadora, de esta manera cada vez que la persona compra,
la cadena conoce los hábitos de consumo de cada uno de sus
clientes, lo cual puede ser manipulado por las tiendas para el
ofrecimiento de productos que,
de antemano, sabe que serán adquiridos por este consumidor,
violando así su privacidad.
¿Acaso estos ejemplos no nos muestran una total
falta de ética en el uso de las TI, constituyendo un
problema para la sociedad?
6. Internet: un caso
especial
Un caso especial lo constituye Internet.
Empresas,
medios de
comunicación, entidades gubernamentales,
universidades, partidos
políticos, personas, etc. colocan sus páginas
de información, las cuales se difunden en el mundo
entero.
Ante este nuevo reto se necesita una política inteligente
que permita al país los beneficios de esta
tecnología, que mantenga, ante cualquier adversidad, una
actitud ética en su accionar.
Un ejemplo de cómo se influye negativamente en otras
personas se presenta en PC MAGAZINE, la prestigiosa revista de
Informática, donde se ofrece propaganda
sobre programas y juegos por
computadora de tipo erótico. Esto pone de manifiesto falta
de ética
profesional en esa revista.
La tesis
esgrimida de la libertad en el flujo y en el tipo de
información solapa la realidad de una moral basada en
intereses de tipo comercial y donde los valores y
la ética profesional son pasados por alto.
En muchos casos se genera adicción a sitios
dedicados a la pornografía, incluso en niños,
esto lacera lo más hondo de los sentimientos humanos,
cuando en vez de educar se deforma, conscientemente, el futuro de
la humanidad, violando el más elemental sentido de la
ética y trayendo consigo problemas
sociales de alcance incalculable.
En un estudio reciente en el que participaron unas 200 personas
que se conectaban por primera vez en Internet; los resultados
revelaron que cuanto más tiempo pasaban
las personas conectadas, menos tiempo dedicaban a sus familias,
su círculo social se reducía y comenzaban a
sentirse cada vez más solos y deprimidos [Shapira,
2000].
La cultura de la pantalla es un mundo de flujo
constante, de sonidos infinitos, de cortes rápidos e ideas
a medio madurar. Es una corriente de rumores permanentes, de
titulares de noticias y de primeras impresiones volátiles.
Las nociones no son autónomas, están masivamente
interconectadas con todo lo demás. La verdad no sale de la
boca de los autores y autoridades: el público se encarga
de crearla, tergiversando los códigos que aparecen en
pantalla, cosa que no pueden hacer con la ley. Sin embargo,
el código
influye en el comportamiento
tanto como la ley, o incluso más [Kelly, 2000].
Es preocupante la gran cantidad de dinero que se
destina al desarrollo de la alta tecnología y lo poco que
se destina a estudiar cuál es su efecto en las personas.
[Shapira, 2000].
En resumen, de Internet podemos decir que no es el
resultado científico el que está diseñado
para, por ejemplo, atacar a un estado soberano o difundir
pornografía, sino que el hombre, falto de la más
elemental ética, aprovecha esas posibilidades en beneficio
propio y le impregna al resultado científico su propia
ética personal.
Una solución para esta problemática no
parece estar muy cercana. Cuando en 1992 la actual administración norteamericana habló
de que un paso ineludible en el desarrollo seria la
creación de las "autopistas de la información"
quizás imaginaba que podría controlar las mismas.
Sin embargo, como ya se explicó, Internet es una entidad
sin límites.
De manera que se necesitará un gran esfuerzo para que el
trabajo de la misma esté dentro de normas que no puedan
servir a intereses egoístas, se reafirma con ello cada vez
más que se torna complejo y constituye un problema social
provocado por el desarrollo de la ciencia y la
tecnología.
7. Los virus. Un punto y
aparte
Un punto aparte lo constituyen los virus
informáticos.
Los virus informáticos, son el resultado del trabajo mal
orientado de especialistas sin ética profesional que
corrompen y destruyen no sólo valiosas informaciones, sino
también destruyendo valores éticos y morales, que
pudieron haber sido sembrado en ellos alguna vez.
Teniendo en cuenta la cantidad de estos programas malignos, que
han tenido un vertiginoso aumento, es evidente el peligro que se
corre si no se toman medidas al respecto.
Se planteaba al principio que el problema radica en personas sin
ética profesional, pero ya en estos casos no se trata de
la mala manipulación de la ciencia por una persona, sino,
que en estos momentos los creadores de estos programas malignos
desarrollan programas para "generar virus", de manera que
cualquier aprendiz sea capaz de crear un virus.
Un aspecto de interés en
el caso de los virus informáticos, es que estos pueden
diseñarse incluso para afectar directamente a terceros, lo
cual es la muestra más evidente de la importancia de la
ética de la profesión.
En otro orden del desarrollo de la ciencia y la
tecnología, se están abriendo, cada vez más,
nuevos horizontes hacia la nanotecnología. Desde que en
1959, Richard Feynman, quizá el físico
teórico más brillante desde Einstein, predijo en
una conferencia que
un día sería posible construir máquinas
tan diminutas que estarían formadas de sólo unos
pocos miles de átomos, la carrera en pos de alcanzar la
supremacía en este campo es cada vez mayor .
Mediante la nanotecnología sería posible construir
las cosas más diminutas imaginables, usando
moléculas e incluso átomos, en lugar de
ladrillos.
Esto, a su vez, ofrecería la posibilidad de construir
prácticamente cualquier cosa.
¿Qué sucedería si alguien decidiera
crear un arma nanotecnológica?, una dantesca posibilidad
que, en comparación, haría que los virus actuales
de las computadoras
fueran un juego de
niños.
La nanotecnología podría convertirse en la
tecnología dominante del siglo XXI [Lemonick, 2000].
Las posibilidades que brinda son enormes, pero está en el
actuar del hombre, en su responsabilidad y ética, que los
frutos que se recojan de ella sean para su beneficio y no para su
destrucción.
Para regular la conducta moral de los distintos profesionales en
su quehacer y en sus relaciones surge el Código de
Ética Profesional, que es un conjunto de principios,
normas y exigencias morales adoptadas en un medio profesional
determinado [López, 1994].
Puesto que representa el consenso de la profesión en
cuestiones éticas, es un medio para educar, tanto a los
futuros profesionales como a la sociedad.
En este campo se han dado algunos pasos y en la actualidad ya
existen en el mundo asociaciones de profesionales de las TI que
cuentan con su código de ética. Se han creado,
además, Comités de Ética, que tienen como
objetivo controlar su cumplimiento.
En Cuba, es muy común ya que cualquier cuadro
administrativo, al tomar posesión de su cargo, se adhiera
al Código de Ética de su profesión, lo cual
es expresión del progreso moral alcanzado por los
profesionales en nuestro país.
Pero esto no basta.
Como es conocido las TI son aplicables en cualquier campo, sea
del arte, la ciencia,
la tecnología, la medicina etc., y,
por el impacto que las mismas tienen a nivel mundial y la
importancia dada por las máximas autoridades nacionales,
se hace necesaria la aplicación de un Código de
Ética en el cual se comprometan todos y cada uno de
aquellos que hagan uso de las TI, de forma tal, que sea inherente
de su actuar, sea cual fuere el campo profesional en que se mueva
el individuo, ante el cual deba responder, si es necesario ante
la justicia, al comprobar que se ha infringido dicho
Código.
A los profesionales de la educación nos
corresponde un papel primordial en la formación de los
profesionales del mañana. Por ello estamos ante el deber
ético de ir sembrando, desde las aulas, esta
responsabilidad y esta conducta en los estudiantes que
conformarán mañana ese ejército de
profesionales que tendrán en sus manos las TI.
El profundo conocimiento de una tecnología en las
manos de profesionales que consideren su trabajo desde el punto
de vista moral como neutro, es decir, que el resultado de su
trabajo no se asocie al hombre, conduce inexorablemente a una
degradación del producto resultante de este trabajo,
profundizándose más el problema social que resulta
del desarrollo de la ciencia y la tecnología, cuando no se
aplica éticamente.
8. Una propuesta de solución al
problema.
La división social del trabajo y el proceso de
especialización de los individuos, en actividades
concretas no sólo dio origen a las profesiones, sino al
establecimiento de un sistema de relaciones entre sus miembros. A
esto se le conoce como ética de la profesión. Con
este concepto se refleja, sobre todo, la medida en que las
nociones morales de determinado grupo
profesional se corresponden con los juicios, valores y
valoraciones morales de las masas.
Para regular la conducta moral de los distintos
profesionales en su quehacer y relaciones surge el código
de ética profesional que es un conjunto de principios,
normas y exigencias morales adoptadas en un medio profesional
determinado [López, 1994].
Es bueno aclarar que dicho código no está
simplemente orientado a identificar la naturaleza de los actos
cuestionables, sino que también tiene una función
educativa. Puesto que representa el consenso de la
profesión en cuestiones éticas, es un medio para
educar, tanto a la sociedad como a los futuros profesionales,
acerca de las obligaciones
éticas de dichos profesionales [Gotterbarn, 1999].
Desde luego que una única solución no existe para
los problemas tratados
aquí. Es por ello que planteamos una serie de
principios, en los cuales se basarían los
códigos de ética que se implanten en cada
instancia:
Cuales serían, en parte, los principios que
debieran conformar este Código de Ética se proponen
a continuación: [Miranda y Ruiz, 1999].
- Aceptar la completa responsabilidad de su
trabajo. - Ejercer su profesión sobre la base de la
subordinación de los intereses individuales a los
sociales. - Considerar el servicio a
la sociedad no sólo como derecho, sino como un deber y
una responsabilidad. - Poner sus conocimientos y habilidades en
función tanto del desarrollo del país como del
bienestar social. - Comportarse, en todo momento, con sencillez,
modestia, honestidad y lealtad. - Garantizar la calidad de la obra que realice o el
servicio que preste. - Velar por su autosuperación y
actualización constantes. - Investigar constantemente y esforzarse por la
introducción de sus
resultados. - Mantener una elevada profesionalidad y una actitud
creadora ante el proyecto o la
obra que realiza. - Confrontar constantemente sus ideas, perfeccionarlas
y darlas a conocer. - Defender sus criterios con valentía
profesional, objetividad y respeto a los
demás. - Asumir una actitud crítica y
autocrítica ante los errores como instrumento de una
constante autorregulación moral. - Mantener una actitud solidaria, de cooperación
y ayuda mutua. - Sostener como principio el respeto a la propiedad
intelectual. - Combatir el robo de cerebros.
- Aceptar los puntos de vista, así como las
experiencias de otros especialistas, que contribuyan al
desarrollo del profesional y de la profesión
misma. - Velar por la calidad y seguridad de
la obra que ejecute o el servicio que preste, teniendo en
cuenta que su principal usuario es la sociedad. - Advertir con profesionalidad la inviabilidad de un
proyecto cuando no lo considere factible. - Abstenerse de brindar información
compartimentada que pueda acarrear perjuicios sociales o
profesionales. - Actuar en correspondencia con las leyes, regulaciones
y normas que rigen su trabajo y las del país en
general. - Conservar el medio
ambiente garantizando el uso sostenible de los recursos
naturales. - Estudiar y evaluar los posibles impactos que su
acción pueda producir al entorno natural y
social. - Velar por el ahorro de
recursos, tanto
renovables como no renovables, teniendo en cuenta que unos se
agotan y los otros necesitan recuperarse. - Transmitir, teórica y prácticamente una
educación que permita comprender la dimensión
ambiental de las TI.
Estos principios, unidos a otros que se le adhieran en
áreas especiales u otros que también puedan ser de
aplicación global, deben ser aceptados, no sólo por
los cuadros administrativos, sino por cada uno de aquellos
profesores, estudiantes, técnicos, amas de casa, etc.,
que, de una forma u otra, tengan contacto con las TI.
Los cambios tecnológicos son experimentos
sociales que requieren proyección y control social. Sus
actores, los profesionales de la ciencia y la técnica,
precisan de una mentalidad y una visión social que
necesita ser educada. Esta educación debería
fundarse en la idea de que ciencia y tecnología son
procesos sociales, y no verdades y aparatos al alcance de
todos.
Los problemas sociales aquí tratados, aunque no
son los únicos, nos permiten concluir que sólo una
nueva concepción de la sociedad basada en principios
humanistas, que sustente su desarrollo en una esmerada
educación de sus profesionales, traerá consigo un
conjunto de normas a seguir que podría resultar en nuevos
códigos de ética profesional.
Las TI deben contribuir a crear el futuro, tarea que
sólo compete al hombre, de manera que se pueda optar por
un porvenir alternativo de paz, justicia y progreso social y no
poner fin a la aventura humana.
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Autor:
MsC. Walfrido Novas Orama
Dpto. Informática